Você está na página 1de 11

FALSAS DENUNCIAS DE ABUSO SEXUAL

Destruyen la dignidad del padre y trasgreden los derechos del niño


MARÍA GUISELLA STEFFEN CÁCERES PANAMÁ

Esta situación me motiva a dedicar esta ponencia con profunda admiración, a todos esos
padres valientes, que luchan incansablemente, que no se permiten desfallecer y que dedican
su esfuerzo y coraje para recuperar lo que queda de sus niños despojados, porque sus niños
han sido queridos al revés, al revés de los sentimientos verdaderos y de las emociones
sagradas de la vida.

Desde los intervinientes

A objeto de entender la enmarañada y lidiada denuncia de abuso, es una dinámica que instala
la judicialización de la violencia psicológica como proceso, producto del interjuego abusivo de
la ex pareja vincular y su familia, asociado a peritajes inadecuados en conjunto con múltiples
evaluaciones diagnósticas de variados especialistas (que difuminan el límite entre estrés post
divorcio y la sintomatología de abuso) y la distancia impuesta por sentencia judicial, mientras
se tramita la causa.

De facto, la compensación espúrea de las falsas denuncias de abuso sexual, producto


del interjuego abusivo de la ex pareja vincular, constituye la vía regia para desterrar al padre,
enfermar a los hijos y destruir a la familia disuelta, la cual se convierte en una constelación
disuelta significativamente estresada, desgastada y deprivada desde la singularidad de los
afectos.

Este contexto abusivo victimiza a padres e hijos porque ¿si injuriamos severamente al padre a
través del niño, qué tipo de relación retorna del campo minado de la presunta denuncia, una
vez constatado que el hecho aberrante es falso?

Al Padre

A un padre en riesgo y definitivamente acusado de presunto abuso, se le obstruye en esencia


la experiencia y vivencia paterna, se destruye al hombre en su identidad integral, y la sanción
jurídica social, lo instala en presidio moral, familiar y laboral, destruyendo su dignidad.
Al Hijo

Al instrumentalizar a la niñez, se perturba la mente infantil, se obstruye su memoria afectiva,


se destruye el núcleo vincular paterno-filial y se instala a la infancia en un escenario que no
puede ni debe legitimarse desde el contexto socio jurídico y familiar. Este abuso, el hijo
puede reproducirlo inter generacionalmente y portará las secuelas psicológicas desde su inicio
y/o las imprimirá a futuro, situación que experienciará toda la comunidad familiar.

I.- INTRODUCCIÓN

Es incuestionable que familia y justicia son instituciones sociales, pero, los cambios
socioculturales han permeado mayoritariamente a la familia, la cual plasma en la actualidad
configuraciones de estructura variable a través de nuevos modos de uniones vinculares, que a
su vez, plasman la emergencia de nuevas prácticas familiares en el proceso disolutivo de la
pareja.

Desde este lineamiento, es necesario un Derecho flexible que esté en correspondencia


con estas nuevas representaciones y prácticas familiares, como asimismo, con el nuevo rol
socioafectivo cristalizado y desplegado por la nueva paternidad, derivado de las innovaciones
plurales que han reformado el eje relacional pareja-familia.
No obstante, el Derecho en Chile, se ha detenido en el tiempo, dado que el “ordenamiento
jurídico existente a fines del siglo XIX fue el marco legal en la que se formularon e
implementaron las políticas públicas en torno a la familia durante el siglo XX.” [1] Así por
ejemplo, en 1989 a través de la ley 18.802, Chile hizo su primera gran modificación, la tuición
fue entregada íntegramente a la madre.

Como esta normativa legal continua vigente, origina una alta intensidad emocional
tanto en la etapa de disolución de la pareja como en las vivencias post-quiebre vincular,
potenciada por la custodia monoparental, la pensión alimenticia y el conflictivo tema del
contacto directo y regular, temáticas centrales, desde las cuales no existe una disposición
colaborativa e integral que responda al bienestar de los hijos.

Si bien es cierto, las modificaciones legales han ido entroncando nuevas normas civiles y
procesales orientadas a la familia, es indiscutible que el terreno donde se fraguan situaciones
de facto lesivas, es en el ámbito de las - visitas- .

(“Luego de que el niño fue sacado del parvulario, se perdió durante tres meses junto a la feliz
familia, la madre y su nueva pareja. Ante esto, decidí demandar pero, todo ha sido un intento
inocuo por garantizar nuestra relación, cuestión que derivó en un ir y venir, una discusión
constante y carabineros una vez por semana”.)

Las visitas son regulaciones de derecho, pero concita situaciones de hecho, que alteran la
destreza y responsabilidad socio afectiva parental, ya que por su condición efímera no
cimientan la dinámica afectiva pre-existente al quiebre, y sí, detonan estados ansiógenos,
estresores. En sí mismas, configuran la instancia que detona el ejercicio de conductas
inapropiadas del progenitor custodio, para obstruir y destruir el enlace emocional paterno-filial,
utilizando la artificiosa denuncia de abuso sexual.

II.- DENUNCIAS DE ABUSO SEXUAL

El verdadero abuso sexual a la infancia implica un maltrato perverso al niño y es innegable que
este ultraje a la niñez constituye un delito penal.

La gravedad de este hecho, cuestiona los cimientos de la interacción social por


menguar el traspaso vivencial de los valores esenciales y cuestiona a la naturaleza de la
familia, por el inadecuado ejercicio de sus funciones más íntimas relacionadas con el cuidado
amoroso unido a un estado de alerta permanente y compromiso con los hijos.

Este abandono de las capacidades en la agenda familiar delata competencias y motivaciones


parentales ausentes, lo que sindica a los progenitores, como autores indirectos de la violencia
y en ocasiones del encubrimiento, soslayando su responsabilidad socioafectiva lo que traduce
una permisividad de acomodo que abandona físicamente y desaloja afectivamente al hijo.

ARTIFICIOSA DENUNCIA ABUSIVA

A la artificiosa denuncia abusiva se le denomina “acusaciones virtuales de abuso sexual,


porque los padres a menudo utilizan las insinuaciones de abuso para desacreditar al otro
progenitor y activar un proceso progresivo de exclusión parental, cuya última instancia es la
interrupción y deterioro del vínculo”. [2]

Contextualmente, la falsa denuncia abusiva es soterrada y se ha convertido en una práctica


abusiva, que lamentablemente fuerza la construcción de un abuso real en la utilización de una
vía falsa, experiencia equivalente en otros entornos sociológicos, por tanto, experiencia
siniestra que nos transversaliza como familia planetaria.

Por tanto, es de vital importancia entender que la construcción de la falsa denuncia de


abuso sexual, deviene del comportamiento alienador del progenitor custodio, generado por la
de-construcción belicosa de la pareja vincular, ya sea de derecho, de consenso, de no
cohabitación, de adopción, potenciada a través de pleitos contenciosos temporo-espaciales
que operan como gatillante de esta lesiva denuncia, la cual se potencia aún más, cuando se
deriva a profesionales que legitiman la litigiosidad amplificándola.
La aplicación sintomática de este procedimiento arbitrario, ha ido in crescendo y se
perfila como un método persistente para acomodar una problemática de índole socio-jurídico y
familiar.

Desde lo investigado, los casos clínicos de las falsas denuncias de abuso sexual, (sean éstas
tocaciones, insinuaciones, incitaciones) registran una presunción entre la articulación de la
falsa denuncia y la negación concreta y compulsiva de compartir al hijo. Este fenómeno lo
conceptualizo como el ‘triángulo de las Bermudas’ porque succiona al padre y al hijo.

El triángulo de las Bermudas opera en secuencias muy estructuradas, siendo el eje


articulador de la falsa denuncia la temida ampliación de visitas requerida vía judicial por el
padre, derivado del impedimento crónico del contacto ejercido por la madre.

A la ampliación de visitas se suma una demanda materna por violencia intrafamiliar. Una vez
sobreseída ésta y/o lograda la ampliación, se estampa la falsa denuncia, práctica sustentada
desde la experticia coactiva de la madre, utilizada como último recurso para condenar
definitivamente al padre, lo que traduce la violencia interna que deviene de la desvinculación
conyugal pero que se encubre como las fortalezas del amor y del cuidado al hijo.

(“En primera instancia las visitas fueron situadas para el día domingo, entorpecidas por la
madre, aduciendo que la niña requería de cuidados especiales por su intolerancia a la lactosa y
fructosa. Cuando el padre solicita ampliación de visitas y el tribunal lo concede, la madre
anexa al tribunal una acusación de violación”)

Por tanto, el propósito de la denuncia abusiva, es obstruir el espacio emocional


paterno-filial, con lo cual se perturban las transacciones internas de la dinámica intrafamiliar,
potenciando la disolución relacional y vincular, destruyendo la correspondencia afectiva entre
todos sus miembros, incluyendo a las familias de origen de la ex pareja, afectando la probidad
del progenitor víctima de la demanda, vulnerando a la constelación dinámica disuelta.

De facto, la compensación espúrea de las falsas denuncias de abuso sexual, producto


del interjuego abusivo de la ex pareja vincular, constituye la vía regia para desterrar al padre,
enfermar a los hijos y destruir a la familia disuelta, la cual se convierte en una constelación
disuelta significativamente estresada, desgastada y deprivada desde la singularidad de los
afectos.

III.1.- SEXUALIDAD INDUCIDA

A objeto de entender la enmarañada y lidiada denuncia de abuso, que perturba la mente


infantil, éste es un proceso ejecutado tanto por el progenitor alienador y su familia, como por
los peritajes inadecuados y las múltiples evaluaciones diagnósticas de variados especialistas
(que no diferencian el límite entre el estrés post divorcio y la sintomatología de abuso) así como
por la distancia impuesta por sentencia judicial, mientras se tramita la causa.

Mente Infantil

Al respecto, “está comprobado que los niños menores de siete años son incapaces de
inventar una historia con el propósito deliberado de perjudicar a un tercero. De esta manera,
cualquier historia no verdadera de abuso sexual, no ha sido inventada por el niño pequeño ni
es el resultado de una mentira propia: ha sido instalada (por diversos motivos) en la mente
infantil por uno o más adultos, y no es infrecuente que, sin quererlo a conciencia, se presten a
ello profesionales a intervenir, especialmente si se encontraban dispuestos a comprobar a toda
costa que el abuso existió y si se han abanderado en una ’campaña’ en favor de una de las
partes.

Si una persona vincular y/o adulta con influencia sobre un niño lo induce a considerar como
verdadero, hechos que no acontecieron, una vez que se forma una construcción de este tipo en
su mente, ese niño actuará y hablará con la mayor convicción de que está en lo cierto. No está
mintiendo, sino que estará convencido y de tal forma, que puede ser difícil conseguir que se
rectifique aún cuando se le demuestra que los hechos no sucedieron. ” [3]

INDUCTORES DE LA FALSA DENUNCIA


Al respecto, “muchas veces psiquiatras y psicólogos, -aún involuntariamente- generan una
verdadera criminogénesis de falsos abusos sexuales y sus nefastas consecuencias, dado que
inducen a menores no abusados sexualmente, a creer que sí lo fueron , mediante la co-
construcción de memorias o pseudo memorias.” [4] Esta situación es producida por un
conjunto factorial que se interpenetra dinámicamente en el proceso de diagnóstico evaluativo.

1.- Estrés Post Traumático

Gardner, R, destaca que el cuadro de stress post-traumático se presenta en niños no


abusados sexualmente que son sometidos a terapias focalizadas en un abuso nunca
existente”. [5] En este sentido, la sintomatología expresada por niños no abusados es similar,
al trauma y estrés que experimentan los niños que han vivenciado la separación destructiva de
sus padres. Este hecho no es menor, y debe ser considerado a priori, dado que en ocasiones,
las pericias no informan al tribunal de esta situación como asimismo no se menciona la
sintomatología que precede y evoluciona post diagnóstico. Desde esta consideración, suele ser
conflictivo para los profesionales intervinientes apreciar las diferencias entre las experiencias
infantiles del divorcio de las de trauma por abuso sexual, especialmente si los niños han sido
observantes y participantes de la crisis pre y post matrimonial.

Entre los síntomas, cabe mencionar los trastornos biológicos (enuresis, encopresis)
trastornos alimentarios (exceso y/o disminución del apetito) trastornos del sueño (pesadillas,
insomnio, dificultad para dormir solo) trastornos del carácter (irritabilidad) trastornos afectivos
(labilidad emocional, insatisfacción del juego) trastornos conductuales (reacciones agresivas
con hermanos y pares del colegio).

2.-Exceso Evaluaciones

A menudo se insiste en la evaluación indiscriminada de los hijos con el propósito de


adjudicar el daño al progenitor denunciado (en algunos casos, éstas han sobrepasado las 20
intervenciones). Estas maniobras distractoras no sólo dilatan el juicio (situación que favorece al
alienador) sino que apuntan a desviar la atención del verdadero foco: la imposibilidad de
reflexión y autocrítica por parte de los padres en relación al inadecuado manejo de la
separación.

3.- Entrevistas Terapéuticas

Tal como lo consignan algunos autores, el ámbito terapéutico no debe ser tomado
como prueba en los procesos, en el sentido que si las entrevistas y/o evaluaciones con
propósito diagnóstico han tomado el giro ‘terapéutico’ éstas no deben ser aceptadas por el juez
como elemento probatorio (a menos que por fallo, éstas sean requeridas para mayor
información de la causa). No obstante lo anterior, en nuestro país esto es una realidad que
opera sin fallo, con lo cual se trasgrede la norma dilapidando una cantidad de tiempo
importante.

4.- Terapia Iatrogénica

La terapia iatrogénica altera el estado normal del paciente y es producida por el médico,
psicólogo o cualquier otro profesional de la salud en el ejercicio de su profesión. Un ejemplo de
terapia iatrogénica es la derivación de niños no abusados o sin certeza de abuso sexual, a
grupos de niños victimizados, para “ayudarlos a revelar o develar” el presunto delito. Asimismo
ha sido duramente criticada la iatrogenia, provocada por profesionales que usan muñecos
sexuados y otros métodos, en sesiones de terapia para niños que no se sabe si fueron
abusados.

En este escenario, médicos psiquiatras como Campbell, Jones y muchos otros, han
señalado que no puede negarse, que en la terapia individual con muñecos sexuados, se da una
psicopedagogía adaptativa donde el niño debe adaptarse al rol que le asignan ciertos
entrevistadores con expectativas de confirmar un abuso mediante preguntas directivas,
conductivas, y/o con respuestas inducidas. Así, en casos de denuncias erróneas o por hechos
falsos, tiene que actuar como niño abusado sexualmente.

En este sentido, hace mucho tiempo que la Academia Americana de Psicólogos advirtió
lo contraproducente del uso de los muñecos sexuados para diagnosticar abuso sexual infantil.
También la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescencia sostuvo que su uso
debía ser prudente, y sólo para tratar casos con evidencia física o constatación de la ciencia
jurídica. Se demostró que ejercen un efecto combinado de sugestión, distorsión y/o
contaminación de los dichos y juegos infantiles. Además, al no existir un protocolo científico
válido y universal para el análisis de los juegos de niños con ellos, cada entrevistador puede
interpretarlos subjetiva y arbitrariamente en pro o en contra de la ocurrencia del abuso. [6]

5.- Pérdida Recuerdos

Desde esta situación, es posible determinar que el número de pericias incide en la


pérdida de los recuerdos originales, dado que la versión primera se disipa en el momento que
se ingresa nueva información a través de interrogatorios directivos, sugestivos y reiterativos
que acosan a la mente infantil. Esta posición no solo procede a girar la experiencia primigenia
del niño, sino que, lamentablemente fuerza la construcción de un abuso real en la utilización de
una vía falsa, lo que conlleva a una sexualidad inducida, con lo cual se victimiza
secundariamente al niño.

IV.- ALIENACIÓN PARENTAL Y FALSAS DENUNCIAS DE ABUSO SEXUAL

De acuerdo a la Dra. Kupermann, existen dos modalidades dentro de esta ‘presunción de falsa
denuncia’: una forma consciente, que llamaríamos psicopática y vengativa y la otra que estaría
motivada por la angustia de pérdida que pone en marcha un estado depresivo frente a la
separación de la pareja y al temor a la pérdida de amor de los hijos. La primera modalidad la
llamaríamos en términos legales ‘con dolo’ en tanto la segunda sería ‘sin dolo’. [7]

(“Creo que la falta de experiencia y claridad me llevó a tener un hijo con la persona
equivocada, a comprometer mi trabajo y mis sentimientos con una persona, aprovechadora,
violenta y abusadora, quien cuando decidió mostrar sus verdaderas tendencias, solo ha
generado dolor y amargura, lo cual, de la forma más inexplicable, no ha reparado en el
bienestar del niño, habiéndolo comprometido en un drama de lejanía, incomprensión,
incertidumbre y perjuicio, como si el mundo tuviese que responder por sus propios traumas,
dándole incluso a mi hijo el peso de las brutalidades que habitan en su interior”)

Desde mi percepción, el eje articulador de la alienación parental en el contexto de


las falsas denuncias de abuso sexual, está orientado a perturbar el contacto para obstruir y
destruir el enlace paterno-filial, con el propósito de deshonrar la imagen y presencia paterna
para clausurar su rol socio afectivo y desalojar su rol psico social, para lograr el desarraigo
emocional e interaccional entre ambos.

De cara a lo observado clínicamente, la maniobra esencial del proceso obstructivo del


progenitor custodio, está focalizada no sólo a disfuncionar la nueva dinámica vincular paterno-
filial, sino que acosar punitivamente la relación, para lo cual interviene la mente y emociones
del niño, lo cual es considerado (secuestro emocional) con una triple intencionalidad:

 Generar el quiebre de los afectos y potenciar el rechazo al padre

 Construir un compromiso socio-afectivo y familiar con su hijos

 Conquistar la participación de sus hijos en el espacio socio-jurídico de su propia


causa penal, para que actúen roles protagónicos a través de la vía judicial

Este secuestro emocional del niño orientado a la alienación parental, en cuanto a


alejar al padre de sus hijos, convierte lamentablemente al niño en depositario del conflicto
interparental y en eje de las acciones de desapego emocional. Y esta manipulación parental
hacia y con el niño, origina una asociación perturbadora entre ambos, la cual se solidifica
como patología relacional, configurando una alianza que conlleva el mandato de lealtades
impresas en el ámbito cognitivo, conductual, afectivo, emocional, social y familiar.

Al inhabilitarse la interacción relacional y dialógica en los ámbitos conductual, cognitiva,


afectiva, emocional, social y familiar se funda el abandono emocional y se configuran los
indicadores situacionales de la alienación parental y vectores que contextualizan el síndrome
de alienación parental.
Desde este escenario, estamos en presencia no solo de la alienación parental que
es el ‘proceso desvinculativo parento-filial’ sino de la dinámica de rechazo integral que instala el
síndrome, a través de ‘síntomas y secuelas’ conductuales, emocionales afectivas, cognitivas,
psicológicas, familiares y sociales en los hijos.

Este escenario de rechazo inductivo hacia el padre a través del hijo, post quiebre vincular de la
pareja, tiene como propósito amparar la nueva historia y memoria familiar que construye el
progenitor alienador en beneficio de su presente-futuro, para disfrutar en plena libertad a sus
hijos, así como el conjunto de gananciales obtenidos por ley.

Accionamiento

En el escenario de la denuncia abusiva, el procedimiento alienador se ejecuta a través de un


proceso ideacional reiterativo en el tiempo, en el uso de preguntas recurrentes e inductivas,
con las cuales alecciona a sus hijos para repetir una aseveración inexistente y convencerlos del
nuevo relato que transforma el episodio inicial. Este adiestramiento dinámico se proyecta en
un clima tanto hostil como sutil, pero, desde ambas posturas se vigoriza el daño en la frágil
mente infantil, porque el niño al internalizar esta nueva vivencia lo experiencia como una
realidad concreta, motivo que le impide distinguir entre la autenticidad y la afectación de sus
sentimientos.

Esto motiva que los niños alienados, sean niños lesionados, perturbados, confundidos y
desamparados emocionalmente porque asumen el rol de niño abusado.

(“Desde un menor: los niños abandonados son como los perros vagos”)

Por tanto, considero que el síndrome de la alienación parental desde el contexto de la


falsa denuncia, es un paradigma familiar abusivo post quiebre vincular de la pareja, que
instituye maltrato y violencia al niño, situación de facto lesiva porque constituye una
victimización abusiva a la infancia de los propios hijos, porque se instrumentalizan sus
recuerdos de vida, se infravalora su condición jurídica y porque se invisibilizan los derechos y
deberes del padre.

IV.1.- SÍNDROMES

Es posible apreciar en la literatura una variedad de síndromes de acuerdo a estudios y


observaciones clínicas realizadas por diferentes investigadores.

Desde mi percepción clínica, he llegado a pesquisar el hecho de que la intervención emocional


y mental del niño focalizado al rechazo del padre, alude a las palabras claves originarias de la
denuncia, las cuales traducen códigos inductivos que construyen la base de cada caso
singular.

Los síndromes en base a los matices alienadores más frecuentes detectados en esta causa
penal, dicen relación con el síndrome Medea, Turkat, Saíd, Progenitor Delirante y Segunda
Pareja.

Síndrome Said: “Este síndrome consiste en que el niño repite todo lo que dice el progenitor y/o
programador, adopta su terminología, se refiere a situaciones que decía recordar pero que no
habían sucedido y que de haber sido reales no podría recordar por su edad”. [8]

(“Nuestra hija constantemente me decía que su madre le decía que yo era malo, tonto, feo, y
que la hacía repetir que yo le había metido el dedo en el potito”)

Progenitor Delirante: “El progenitor acusador (madre) sufren de trastornos de delirio cuando
influyen delirantemente para sucumbir a los hijos en su comportamiento psicótico, lo que
provoca un trastorno paranoide compartido: 'locura a dos'. Las primeras fases del trastorno
delirante de la madre pueden presentarse durante el matrimonio”. [9]

Se distinguen tres grupos de díadas: psicosis simultánea (surge al mismo tiempo en dos
personas que conviven y presentan igual predisposición premórbida); psicosis impuesta, en la
que el trastorno surge primero en el miembro enfermo y pasa después al sano y psicosis
comunicada en la que el sujeto inductor transmite la psicosis al receptor y en éste se desarrolla
posteriormente de un modo autónomo que no se interrumpe con la separación del inductor”.
[10]
(“Desde la madre: el origen del acoso no se de donde venían, eran caras conocidas, se
repetían en situaciones distintas, no se si era un sistema contratado, o amistades, porque eran
caras conocidas, nunca me preocupó, pero sí me angustiaba. Cuantos seguimientos fueron
reales y cuántos no lo fueron por mi angustia, no lo sé Me llamaban y se reían , me sentía
perseguida, denuncié que era seguida”

“Desde la menor: en el computador mi papá tiene fotos mías piluchitas se las manda a varios
amigos, yo lo veo porque lo ando espiando. Mi papá tiene sus cosas más cool, los videos con
partes privadas, en veladores con llave en la casa de la abuela. El papá me dijo que ponía
esas cámaras para reírse de todos”)

Síndrome de Medea. “La venganza materna alcanza sus extremos en este síndrome y lo
logran destruyendo la relación entre el otro progenitor y el niño. Se inicia con el matrimonio en
crisis y la separación subsiguiente.

(“El fin de la relación queda marcado ante mi rechazo. Sencillamente no estuve dispuesto a
esclavizarme por una persona como ella. Ya había cometido barbaridades y el diálogo se
convirtió en constante demanda hacia sus necesidades. Obviamente me acusó de tocaciones
al niño”)

Síndrome de Turkat. Esta perturbación describe una clase especial de progenitores


alienadores, que emprenden una campaña multifacética y despiadada de agresiones y
engaños contra el ex-cónyuge, como medio de castigarle por el divorcio”. [11]

(“Tengo nociones concretas de como mi ex mujer buscó mi descrédito entre amigos comunes y
profesores, sin mencionar carabineros, juzgado de familia y de garantía, fiscalía y de alguna
manera enfermizamente sutil, ante los dichosos centros psicológicos. He sido calumniado por
ella y fui hasta acusado por su pareja ante el ministerio público”)

Segunda Pareja

La nueva pareja puede ser el instigador primario de los esfuerzos para retener a los niños.

(“Después de separados, cuando ella sabe que tengo otra relación y una nueva hija, nace un
odio hacia mi persona y me dice a garabatos - nunca te vas a olvidar de mi-. Me acusa de falso
abuso”)

La manipulación materna centrada en obviar al padre como referente parental, no solo expresa
centramiento en sus necesidades e intereses particulares, sino que al modelar esta conducta
frente al niño, está condicionándolo a disfuncionar el eje afectivo valórico de la matriz
familiar. Y, como el aprendizaje en la infancia es mimético, considerará que el control, el
dominio y el poder, son el sustrato de los vínculos familiares.

IV.2.- INDICADORES DEL SAP

Los niños ya adiestrados en el mandato de lealtades, desarrollan los indicadores cognitivos,


conductuales, afectivos, emocionales, sociales y familiares, propios de la alienación parental en
el contexto del síndrome, forjando el impedimento, obstrucción y destrucción del vínculo
relacional paterno-filial.

1.- Cambios cognitivos, sufren trastornos de carácter, pueden inventar y/o ningunear al padre.

En la dinámica familiar, existen vasos comunicantes en que el recuerdo de la presencia e


imagen paterna se percibe como la de un padre ausente, oscilante, y en ocasiones trastornado.
En estos casos, lamentablemente los niños se coluden en contra del padre, con toda la
intensidad y vehemencia de la rabia incubada por el conflicto interparental.
2.- Cambios conductuales, sufren trastornos de comportamiento, conductas manipuladoras y
demandantes para compensar lo que les falta. El patrón conductual de los hijos, se adapta al
rol de niños violentados y dolidos.

3.- Cambios afectivos expresan una afectividad plana, niegan la tristeza, la incomodidad y entre
los matices más exteriorizados, se detecta el miedo, la angustia, el desconcierto. Se observa
su deseo de instalarse en el nicho emocional de la madre, para construir un vínculo de apego
seguro.

4.- Cambios emocionales: estos están relacionados con la expresión del estrés post
separación, con la vergüenza, la rabia, penitas, labilidad emocional.

5.- Cambios sociales: estos están relacionados con trastornos de interacción social - no sólo
con la pérdida de los juegos con sus pares sino con la pérdida del deseo de recrearse-.

6.- Cambios familiares: están relacionados con la ausencia afectiva de la familia de origen del
padre, entre ellos, no poder visitar a sus abuelos y abuelos que deciden no acercarse a ellos,
por temor a ser denunciados de situaciones lesivas.

(“Desde una abuela: capaz, que si le doy un jugo y se enferma de la guatita, la madre dirá que
lo estoy envenenando”)

IV.3.- SECUELAS DE LA ALIENACIÓN PARENTAL

Como derivado de las estrategias de desapego emocional orientadas a obstruir el vínculo, la


conflictividad interparental permanece irresuelta y a corto o largo plazo los hijos pueden
presentar todas o algunas de estas secuelas, pero éstas se ahondarán en el tiempo, si la vía
legal no ataja esta nociva situación.

 Orfandad artificial perciben en el mandato coercitivo materno su propia retención a


presente-futuro, lo que les forja una cesantía afectiva y presencial del padre.

 Fuerte ansiedad de separación.- por la pérdida de una de sus figuras centrales de


vinculación relacional, y el quiebre con su padre, es una situación que en ocasiones no
responde a la necesidad de su imaginario afectivo.

 Alianza materno-filial: el hijo mayor mantiene el control, como líder es el


continuador de la alienación al ser transmisor directo de la memoria histórica de la familia,
que los conduce, transversaliza y triangula. Así, adquiere presencia y lugar en el nicho
afectivo materno por ser el hijo parentalizado.

 Hostilidad.- vivencian un clima de hostilidad familiar, por potenciación del conflicto


interparental a través del contexto litigante (en que han participado) y el rechazo inducido
hacia su figura paterna, a través de denuncias y demandas.

 Pérdida de las redes de contención familiar y parentesco por parte de la familia de


origen del padre.

 Abuelos Maternos: Es posible deducir que el contexto vía materno y/o toda la
dinámica integral como proceso, a través de comportamientos conscientes y/o
inconscientes han sentado las bases de una familia alienada con el padre.

 Recuerdos Sesgados.- parcializados de padre y de las circunstancias que rodearon


la separación de sus dos figuras vinculares y relacionales.

 Internalizarán una figura paterna ambivalente.- por haber sido participantes activos
y porque la madre ha condicionando sus mentes para parcelar los gratos y amorosos
recuerdos del padre. Lo que puede producir si la situación judicial persiste, un cuadro
psicoafectivo que se relaciona con la escisión de los afectos-(padre bueno-padre malo-.

(“Desde una menor: mi papá era bueno en Santiago, pero ahora no”)
V.- INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO

El principio del interés superior del niño, singulariza la afectividad relacional que envuelve a
progenitores e hijos, vinculación que intensifica la dinámica intrafamiliar en las constelaciones
íntegras, y diálogo emocional imprescindible para dinamizar la interacción familiar en las
configuraciones disueltas, para que esta realidad familiar, perviva desde el núcleo dinámico de
la vinculación relacional y dialógica.

En Chile, desde el ámbito jurídico, el interés superior del niño está irreductiblemente
ligado a la directriz teórica articulada y erigida como uno de los principios vectores que
inspiraron la reforma e incluido preceptivamente en la ley 19.585 (Estatuto Filiativo) “se
consignó la protección del interés superior del niño, Art.222 inc.2. Del Código Civil, que
prescribe: la preocupación fundamental de los padres es el interés superior del hijo, para lo cual
procurarán su mayor realización espiritual y material posible, y lo guiarán en el ejercicio de los
derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana de modo conforme a la evolución
de sus facultades”. [12]

A su vez, el artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece que:
“Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y
educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o
mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual,
mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de
cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.

“Conceptualmente el principio del interés superior del niño nos sitúa frente a cada niño
como un ser único y particular, lo que precisa el interés superior del niño como un suceso
casuístico, procesado en la dinámica vincular del núcleo interactivo que constituye su propia
familia. El suceso, refleja el ritmo participativo en el espacio de sus redes familiares y el
proceso nos sitúa frente a un niño con capacidad instalada de respuestas emancipadas,
situación que deviene de las innovaciones socio-culturales y de las vivencias familiares que han
universalizado a la niñez actual.

Sin embargo, entre la vivencia del concepto y la singularidad del niño, se implanta un
espacio que corresponde a su autonomía, aspecto que implica entender el interés superior del
niño desde el propio niño. Esta orientación implica respetar su independencia de criterio,
tomando en consideración dos aspectos: la etapa evolutiva de su ciclo vital y la necesidad de
compartir con sus dos figuras parentales, en todos los ámbitos de trascendencia significativa
canalizados a su desarrollo como individuo.

No obstante, en la mayoría de las situaciones post-divorcio, se evidencia que las decisiones


parentales y las disposiciones judiciales no armonizan con sus necesidades y demandas
afectivas que devienen de su propia aspiración, para resolver de acuerdo a la lógica de sus
preferencias emocionales, pero, la alienación parental lo condiciona para desestimarlas y para
evitar antagonismos. [13]

(“Su maltrato se extendió, y este proceso ratifica cada vez más mi argumento inicial, es mi hijo
quien importa en esta situación, pero ella se ha remitido a utilizar un sistema incompetente
para sus mezquinos fines, aún a costa de mi hijo. La profunda motivación de la crisis, la cual
ha subsistido por casi cuatro años, es la miseria en el alma humana. Supuse que lo legal era
serio, pero solo he visto prejuicios aplicados en este caso, intereses de las más diversas
índoles que empañan ese loable objetivo del bienestar de la infancia”)

A su vez, este principio debe ser respetado y propulsado por los progenitores, pues les
incumbe a ellos participar en la crianza y socialización, desarrollar y fomentar la ligazón
afectiva, otorgar estabilidad psico-social y salvaguardar los derechos e intereses que son
inalienables a su persona, aspectos que plasman en definitiva el significado del interés superior
del niño tanto en una constelación intacta como disuelta: su familia”.[14]

VI.- INTERVENCIÓN TESTIMONIAL DEL NIÑO

La situación vivencial del niño en la instancia judicial penal, acentúa el duelo afectivo que se
inicia con el proceso de desapego mental y emocional, su participación y declaración en
Fiscalía, su preparación con los abogados del progenitor alienador y cuando procede a
testificar en el tribunal penal.

El quiebre emocional que sobrelleva el niño lo instala en un severo riesgo psicosocial,


en base a la naturaleza de las falsas acusaciones de abuso sexual y/o abusos deshonestos.,
en consideración a que es una experiencia insana e innecesaria que indiscutiblemente violenta
su propia infancia , provoca la obstrucción de sus recuerdos afectivos y la destrucción vincular
con el padre.

La intervención testimonial del niño en el tribunal penal es un hecho deplorable, dado


que aún inconscientemente se convierte en promotor de abuso inducido y asimismo porque la
oralidad participativa en este tipo de juicios, lo transporta entre la realidad y la fantasía, lo
verdadero y lo falso

Asimismo, la instalación del niño en el tribunal oral penal, plasma el doble discurso imperante.
Por un lado, el ámbito jurídico considera al niño como un sujeto jurídico de derecho íntegro que
impregna su soberanía y por el otro, el ámbito familiar lo considera un proceso potencia
beneficiario de derechos vivenciales orientados a su progreso socializador y a su
perfeccionamiento integral en el aspecto físico, psicológico, afectivo, moral y espiritual.

El entorno dinámico de ambos contextos, refleja el nivel de oscurantismo del interés


superior del niño a nivel familiar y de la ciencia jurídica, porque desde el proceso investigativo
se instala al niño como objeto de proceso, se decreta la veracidad de la artificiosa denuncia de
abuso y se declara culpable al presunto culpable

VII.- PROPOSICIÓN PROFESIONAL

A la Ciencia Jurídica

.- Es necesario afinar la participación de los niños en las audiencias de los juicios penales,
dado el daño psicosocial a presente y futuro. Si no existiera unanimidad con respecto a los
variados diagnósticos de especialistas varios, sólo podría declarar en áreas aledañas al
tribunal y bajo supervisión de expertos en el área de la familia y de la salud mental, en conjunto
con el juez respectivo.

- No es ventajoso que los tribunales suspendan el contacto entre padres e hijos, mientras dure
la investigación de la causa penal. Si con fallo del tribunal se dispusieran visitas supervisadas,
la causa penal podría esclarecerse aún más rápidamente, a través de la observación dinámica
de la comunicación dialógica y analógica por los mismos profesionales que intervengan en la
intervención in situ.
“El Tribunal de Familia, otorga el cuidado personal y patria potestad de la menor a la madre,
fija monto en materia alimentos y compensación económica, los cuales han sido fielmente
cumplidos a pesar de la precaria situación de salud y laboral del padre debido a esta calumnia.
Pero, El régimen de relación directa y regular con mi hija queda diferido hasta la fecha de
conclusión de estos autos”

.- Es importante que se incluya en el Código procesal penal la obligatoriedad de filmar las


pericias, bajo pena de nulidad, para aportar mayor transparencia en los procesos y un mejor
control de las garantías constitucionales.

.- Evaluar al padre en la misma institución en la cual se pericia al hijo.

.- La presencia de un abogado defensor del niño, con experticia en la dinámica familiar.

.- Sentar jurisprudencia en esta temática, al tipificar como delito las falsas denuncias de abuso.

.- Un debate socio jurídico, a través de los medios de comunicación, en base a los problemas
éticos emergentes y su vinculación con la obstrucción del vínculo.

Al Ámbito Terapéutico

Normalmente los niños alienados en este proceso de triangulización, se encuentran en


desamparo emocional y riesgo psico social afectivo, familiar y es predecible que experimenten
dificultades para desarrollar la confianza emocional en sus relaciones intra e interpersonales.
Los niños alienados son niños confundidos y perturbados en un grado severo, por ser
depositarias de la conflictiva entre sus progenitores y por ser ejes de las estrategias de
desapego emocional.

Desde lo expuesto, invisibilizar al padre para inducir al rechazo del afecto, es un


cuadro alienante severo y crear un verdadero abuso sexual en la utilización de la vía falsa, no
sólo es implantar una falsa memoria, sino atentar contra el interés superior del niño al
victimizarlo doblemente: someterlo a variadas evaluaciones y situarlo en un contexto abusivo.

Sanidad para una familia alienada

Si bien es cierto la constelación disuelta no será la misma, es posible sanar la vinculación


afectiva de los hijos con sus progenitores, en consideración a la necesidad de restaurar su
parcela emocional, producto del quiebre afectivo y del duelo sufrido.

Você também pode gostar