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VERANO
DIDÁCTICA DE LA
FILOSOFÍA
• MINISTERIO
* J DE EDUCACIÓN
* YCiENCJA
DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA
SECRETARÍA GENERAL DE EDUCACIÓN
Instituto Superior ite Formación del Profesorado
Edita:
& SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA
Subdirección Genera) de Información y Publicaciones
N.[.P.O.: 65i-04-132-9
I.S.B.N.: 84-3fi9-.TO29-8
Depósito Legal? M-510) 1-2004
DIDÁCTICA DE LA FILOSOFÍA
Autores:
ABADBUIL. José María.
ABAD PASCUAL, Juan José.
I1UCETA PACORRO, Luis.
CALVO MARTÍNEZ. Tomás.
(¡ARAY SUÁREZ-LLANOS. Jesús de.
GONZÁLEZ-ANLEO, Juan.
MARQUÉS RODILLA. Crislina.
TEJEDOR CAMPOMANES. César.
THIEBAUT Ll'ES-ANDRÉ. Carlos.
ÍNDICE
Presentación 9
José María Abad Buil
Acción v contradicción 67
Jesús de Garay Suárez-Llanos
con otra fuente de universalidad y necesidad. ¿Cuánlo de todo ello cabe o de-
bería caber en el aula?
10
' José M.1 Abad BuH
11
Didáctica de la Filosofía
12
José M • Abad Buil
Con eslas palabras el curso quedaba, a! modo de asíntota del saber, ce-
rrado y abierto de par en par.
13
OTRA VEZ PENSAR V SER
I. ANTE EL RETO
II. ELEMENTOS DEL RETO
1. "Otra vez"
2. La pregunta v el horizonte
3. Y el si'mi do
4. F.l fundjinienlo
III. FILOSOFÍA Y CIENCIA
IV. FILOSOFÍA \ LIACIWJE
e
V. otra vez... "OTRA VEZ PENSAR Y SER" O.
M
HlHLHXiRAFÍA Oí
I. ANTE EL RETO
1
HE1DEGGI-R. M. Sein muí Zea. M. Niemayer Verlag. Tübingcn. 1972. p. 1. Tra-
ducción al español más rédeme: RIVERA CJ.Ii. Ser v tiempo. Trotta. Madrid. 2003.
p. 23.
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Didáctica de la Filosofía
Pero, mucho antes del autor de Setn und Zeit, y sin interrupción des-
pués de él, lodos los mayores pensadores de la historia -la escrita ¿y por qué
no la no escrita?- se han visto insertos en la realidad y ante el reto de ocu-
parse y preocuparse con ella: no les era indiferente el amanecer y el anoche-
cer, las luminarias del día y de la noche, la luz misma de día y la no luz u otra
luz de noche, ni les dejaban de asombrar -desde tan lejos- tas estrellas. Ni
eran ajenos a su curiosidad los cambios de calor y frío ni la sequedad y hu-
medad, ni podían no admirar los alimentos y un día hasta las cosechas. Y se
sorprendían una y otra vez ante el renacer del verde y de las flores y de los
frutos y el brotar de la vida, de cada una de ¡as vidas, de toda vida.,, y de la
muerte.
¿Y el eterno retomo? ¿No habría que explicar algo de todo ello?, ¿el
"qué" y un día el "porqué"?
¿Y el hombre mismo? ¿era una pieza más? ¿sin más? ¿decidía más y
a.
más libre que otros seres o entes? Y asi, de asombro en asombro, hasta el
S lenguaje -natural o convencional- y el grupo y la sociedad, e incluso hasta
unos crilerios de ética y política para el convivir más recto. ¿Libertad? ¿qué
es. de quién, de sólo algunos? ¿Ley? ¿Ley natural o convención? Era preci-
pitado pensar sobre la persona humana ya. ¿Eran todos los hombres perso-
nas, iguales?
2
Ih. p. 8. cuando, por ejemplo, ya diferencia una fundamentado n "deducida" de una
mero exhibición {"Grund-Freütegunx") del fundamento, Y "passim": recordar la
apáreme mente entremada afirmación de HEIDEGGER: "Sein heissi Grund" en su
célebre Der Satz w i Grund (Pfullingen, 1957) u oirás posteriores después de su
"Kehre". cuando ya no piensa tanto el ser desde ci hombre como el hombre a partir
del ser.
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José M • Abad Buil
La primera palabra - y las dos primeras líneas largas- de Sein und Zeit,
sin más preámbulo, ya antes de la Introducción, es griega -son griegas-,
como quien desea dejar bien asentado que los griegos habían formulado la
pregunta con decisión: "délon". "estaba claro" que vosotros sabíais bien a
qué os referíais cuando hablabais del "ente" ("ón "). pero nosotros no: esta-
mos perplejos, como formula el griego platónico del Sophistés ("eporéka-
nien"). Todo en menos de una página.
Una vez más: ¿por qué la arrumbada filosofía -la de ias preocupacio-
nes más universales, más radicales y decisivas del ser y de la vida humana-
yace en ese rincón, olvidada? ¿No será que espera, como las notas del harpa3
becqueriana, la mano de nieve - o quizá ardiente- que sepa arrancarlas?4
Más que encarar una por una las acusaciones del antidecálogo, las si-
guientes reflexiones intentan, desde el título mismo, abrirse y provocar a
abrirse a quienes titubean: otra vez al ser y al pensar. Las dificultades bro-
tan de la filosofía misma: por eso. hasta las proposiciones afirmativas que si-
guen, en su mayoría, entrañan y dejan entrever una pregunta. En el fondo ¿no
consiste el reto mayor de "pensar y ser" en entender el entender?
1
¿Sería demasiada improcedente preferir "harpa" a "arpa" con permiso del DRAE?
4
BÉCQUER. G. A. Rimas, VII (13). en Obras de Bccquer. Dalmau Sodas. Cape-
llades (Barcelona). 1980, p. 356.
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José M.' Abad Buil
II. ELEMKNTOSDKLRETO
1. "Otra vez"
Quizá no esié de más recalcar que esie "OTRA VEZ" no expresa nin-
gún tipo de "eterno retorno", ni el que enlaza con órficos, pitagóricos -y
¿platónicos?- ni. menos aún. con el eterno retorno de origen más oriental, sea
ei más hindú o el más budista en sus derivaciones de Zen: un contacto más
intonso con ellos más bien acentúa e ilumina las distancias de sentido y de
horizonte (¿por qué no adelantar ya aquí el poderoso vocablo "horizonte".
en principio reservado para el II. 2.?). Hoy no faltan quienes no sin audacia
intentan conectar doctrinas orientales con occidentales de inspiración kantia-
na -trascendental- recurriendo a lo psicológico.
5
ARISTÓTELES. Metafísica, 1.1. Gredos. Ed. trilingüe de A. García Yebra. Ma-
drid, 1998 l_V reimpr. De la 2.a ed. 1982). (También en Protrepltctts. 43. 20). Véase
PLATÓN en Teeteto. 155d.
11
ARISTÓTELES, ib. Xll.7,20.
19
Didáctica de la Filosofía
1
NIETZSCHE. F Werke III. Hanser. Edil, por K. Schlechta. Miinehen, 1%6 (6." re-
visión en 1969), p. 853.
20
José M.1 Abad Buil
Lo cual no sólo no impide, sino que fácil ¡tu, incluso hace que la con-
sistencia del proceso implique paradójicamente una gran vulnerabilidad en
el pensar, en la manera de hacerse más maduro ser, pensando, pensándose. E)
enlomo, el visible y el invisible, es lo que provoca a cada uno, a todos de
modo distinto "tul wnelum recipientis": desde ta situación más cotidiana a la
más propia y personalizada -aunque toda situación es taxativa mente irrepe-
tible, indeducible. válida "en sí para siempre"-*, eso sí, como insistiría Oc-
kham más que cualquier otro de su época, semejante a oirás situaciones sin-
gulares. Esta fecunda vulnerabilidad del ser y del pensar constituye el ger-
men de la historia de la filosofía y de la Historia de la Filosofía.
Habría que cerrar la mente para no ver la densa complejidad del pen-
sar, del entender el entender, incluida la vida toda: de esa misma fuente de di-
ficultad, repensada, debe brotar luz para la experiencia de la enseñanza y e!
aprendizaje de la Filosofía.
1. l a pregunta y el horizonte
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Didáctica de la Filosofía
añadir alguna otra; con todo habrá que acentuar que, en una situación de pro-
blema, apuro, verdadero peligro o de auténtica angustia, cuando no hay es-
capatoria, ¿no brota una pregunia, más allá de la admiración? ¿no surge la
pregunta vital de si será posible salvarse y cómo... y porqué? La obvia refe-
rencia al "náufrago" de Ortega está ahí10. Pero en este contexto se prefiere
¡luminar el hecho de la pluralidad de preguntas, más exactamente, la plurali-
dad de tipos de preguntas que brotan a borbotones en el "naufrago" humano.
Nadie que vaya madurando en su primer pensar espontáneo renuncia ni
puede renunciar a seguir siendo y preguntando y seguir siendo como pre-
guntante. Pero en el segundo pensar más y más elaborado, cuando el filoso-
far de base se va instalando como saber más tratado, la pregunta, la inquie-
tud por el saber siguiente, llega a ocupar una primacía y prioridad casi total.
El "casi" responde a que el pensar no se desliga ni puede desligarse sin más
de otras urgencias del ser humano: vale con plenitud que "prímum vivare,
delude cogitare".
N
Así el urgente "¿quién?" -como si el sujeto agente de la acción o su-
a- ceso fuese la clave definitiva del saber- o "¿el qué?" -en busca del objeto de-
limitante de la realidad- o "¿dónde?" -la ubicación espacial respecto al pre-
guntante- o "¿por medio de quiénes?'" -con la esperanza de precisar o diluir
responsabilidades- o "¿cuántas veces?" -porque lo repetido puede denunciar
hábito o mera ley natural- o "¿por qué?" -acaso ahí la indagación descripti-
va sienta necesidad de profundizar en motivos, quizá no tamo- o "¿de qué
manera?" -sin duda el "modus operandi" puede ser elucidador, según de qué
se trate- y "¿cuándo?" -última pregunta, pero no la menos importante, que
acota temporalmente el hecho- configuran un conjunto de preguntas más
bien descriptivas que dan pie en la retórica medieval y en los interrogatorios
procesales de todos los tiempos a verdaderos manuales clasificatorios:
¿quién no ha tenido ante sus ojos físicos o mentales el socorrido hexámetro
"(/uis. quid, ubi. per quos, quoties, cur, quo modo, quando?" Nos apartaría
demasiado repasar el nexo histórico entre Retórica y Filosofía. El "Trivium"
y el "Quadrivium" dejaron de estar vigentes, pero su especie de olfato para
detectar la presencia de la filosofía en el lenguaje no es cosa nula.
10
Véase alusión y comentarios en J. MARÍAS. Onega. Circunstancia y Vocación 1.
EL Alción. Rev. de Occidente. Madrid. 1973. p. 73. menus citado que los siguientes
de Marías,
José M ' Abad Bufl
Penetrando "in medias res", toda pregunta coincide con otra -es tam-
bién su esencia-, y se diferencia de ella, por su horizonte: la pregunta -comí)
apertura de un saber a otro- es inseparable de su horizonte, porque sin él no
hay tal pregunta y con otro horizonte se transforma en otra pregunta.
¿Y qué es horizonte? Algo sabido. Quizá aún más para el que ha naci-
do y vivido junto al mar o en la montaña... o-¿por qué no?-en el desierto o
muy cerca de ellos. Horizonte es límite, donde concluye lo alcanzable -cal-
culado desde lo alcanzado- y se anuncia -¿caben dudas?- lo otro, más allá.
Expresado un tanto más conceptualmente. horizonte de una pregunta es el