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A mediados del siglo XIX, Europa estaba sumida en la inestabilidad política iniciada con la Revolución francesa. El
espíritu insurreccional se propagó por el continente, y se multiplicaron los intentos de derribar el antiguo orden de
monarquías y aristocracia a favor de regímenes republicanos democráticos. Al mismo tiempo, gran parte de Europa se
enfrentaba a los cambios sociales generados por la industrialización. Algunos filósofos habían explicado los
problemas del mundo industrial moderno en términos políticos y habían propuesto soluciones políticas, y para otros,
como Adam Smith, la economía era la causa y a la vez la respuesta a dichos problemas, pero se había estudiado poco
la estructura de la sociedad.
Entre los años 1830 y 1842, el filósofo francés Auguste Comte defendió que era posible, y hasta necesario, el estudio
científico de la sociedad. Karl Marx coincidía con él en la necesidad de un enfoque objetivo y metódico, y fue uno de
los primeros en aplicarlo. Sin embargo, no se propuso llevar a cabo un estudio propiamente sociológico, sino explicar
la sociedad moderna en términos históricos y económicos, empleando la observación y el análisis a la hora de
identificar las causas de la desigualdad social. Mientras que Comte vio en la ciencia el medio para lograr el cambio
social, para Marx este solamente podía alcanzarse mediante la acción política.
La noción de progreso histórico
En la época de Marx, la explicación convencional del desarrollo de la sociedad era la evolución en etapas: desde la
caza y la recolección, pasando por las sociedades nómadas ganaderas y agrícolas, hasta la moderna sociedad
mercantil. Como filósofo, Marx reconocía este concepto del progreso social y los orígenes económicos de la sociedad
industrial, pero desarrolló su propia interpretación del proceso,Su principal influencia fue el filósofo alemán Georg
Hegel y su concepción dialéctica de la historia: el cambio se produce por una síntesis de fuerzas opuestas que resuelve
la tensión entre ideas contradictorias. Sin embargo, Marx contemplaba la historia como la evolución de las
circunstancias materiales en lugar de las ideas, y si bien tomó de Hegel el marco dialéctico, rechazó gran parte de su
filosofía. También le influyeron pensadores socialistas franceses, como Jean-Jacques Rousseau, que responsabilizó a
la propiedad privada de la desigualdad en la sociedad civil.Marx propuso un nuevo enfoque del estudio del progreso
histórico. Afirmó que son las condiciones materiales en las que viven los individuos las que determinan la
organización de la sociedad, y que los cambios de los medios de producción (herramientas y maquinaria empleadas
para crear riqueza) conducen a los cambios socioeconómicos.El materialismo histórico, como se llamó este enfoque
del desarrollo histórico, explica la transición de la sociedad feudal a la capitalista moderna como resultado de la
aparición de nuevos métodos de producción. Bajo el feudalismo, los nobles controlaban los medios de producción
agrícola como dueños de la tierra que cultivaban campesinos o siervos. En la era de las máquinas surgió una nueva
clase, la burguesía, dueña de unos nuevos medios de producción, que disputó su lugar a los nobles y provocó un
cambio en la estructura económica de la sociedad. Los elementos opuestos de la sociedad feudal contenían las semillas
de la sociedad capitalista que la sustituyó. Como sostuvo Marx junto con Friedrich Engels en el Manifiesto comunista:
«La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases»
Mientras que el feudalismo se había caracterizado por dos clases, la nobleza y el campesinado, la sociedad industrial
moderna había creado una clase capitalista, la burguesía, dueña de los medios de producción, y una clase proletaria,
que trabajaba en las nuevas estructuras, las fábricas.
Conflicto de clases
Según afirma Marx, la tensión y el conflicto entre las clases sociales resultan inevitables, y por consiguiente, así como
el feudalismo había sido reemplazado, lo sería la sociedad capitalista y la burguesía dominante. Algún día, el
proletariado controlaría la sociedad, tras haber acabado con el sistema que lo había engendrado.
La revolución comunista anunciada por Karl Marx se hizo realidad en 1917, no en una nación industrial
avanzada, como había predicho, sino en la Rusia zarista.
Es el modo de producción de los bienes materiales lo que determina la estructura social de la sociedad capitalista: las
clases del capital y del trabajo. Los capitalistas obtienen su riqueza de la plusvalía de los bienes producidos en las
fábricas de su propiedad con el trabajo de los obreros. En cambio, el proletariado no posee prácticamente nada y tiene
que vender su trabajo a la burguesía para sobrevivir. La relación entre las clases es de explotación, al enriquecer a los
dueños del capital y mantener en la pobreza a la clase trabajadora. Además, el trabajo no cualificado en las fábricas
resulta deshumanizador, y su consecuencia es la alienación del proceso de producción, agravada por la amenaza de
pérdida del empleo cuando la producción supera a la demanda.Con el tiempo, la opresión genera en el proletariado
una conciencia de clase que le impulsa a organizar movimientos por su bien colectivo. El egoísmo inherente al
capitalismo tiende a impedir una evolución similar en el seno de la burguesía, y la competencia constante conduce a
crisis económicas cada vez más frecuentes. La creciente solidaridad de la clase trabajadora y el debilitamiento de la
burguesía permitirán con el tiempo al proletariado hacerse con el control de los medios de producción y crear
unasociedad sin clases.
El análisis de Marx de cómo el capitalismo había creado clases socioeconómicas en el mundo industrial fue uno de
los primeros estudios científicos de la sociedad al basarse en algo más que la mera teoría y ofreció una explicación
completa, a la vez económica, política y social, de la sociedad moderna. Con este fin, Marx introdujo
varios conceptos fundamentales para el pensamiento sociológico posterior, en particular los de lucha de clases,
conciencia de clase, explotación y alienación. Sus ideas inspiraron a numerosos revolucionarios, y durante buena
parte del siglo XX casi un tercio de la población mundial vivió bajo regímenes fundados sobre principios marxistas.
Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con la división marxista de la sociedad en clases definidas por su
posición económica, ni con la idea de que el cambio social es el resultado inevitable de la lucha de clases.
En la siguiente generación, tanto Émile Durkheim como Max Weber, considerados con frecuencia junto con Marx los
«padres fundadores» de la sociología moderna, desarrollaron perspectivas diferentes. Durkheim reconocía que la
industria había modelado la sociedad moderna, pero sostenía que era la propia industrialización, no el capitalismo, la
raíz de los problemas sociales. Weber, por su parte, aceptaba las causas económicas de la lucha de clases, pero
consideraba demasiado simple la división de la sociedad en burguesía y proletariado con criterios puramente
económicos; creía que el auge del capitalismo tenía también causas culturales y religiosas, y que estas se reflejaban en
clases basadas en el prestigio y el poder además de en la posición económica.
Si bien el influjo de Marx en la sociología del mundo occidental declinó durante la primera mitad del siglo XX, los
miembros de la llamada Escuela de Fráncfort de sociólogos y filósofos (entre los que se cuentan Jürgen Habermas,
Erich Fromm y Herbert Marcuse) destacaron en la defensa de sus principios. Tras la Segunda Guerra Mundial, durante
la guerra fría, la opinión se dividió aún más. En EE UU en particular, toda teoría relacionada con Marx fue
desacreditada, mientras que en Europa, especialmente en Francia, numerosos filósofos y sociólogos desarrollaron sus
ideas sociales.
Actualmente, mientras la tecnología continúa transformando nuestro mundo y crece la conciencia de la desigualdad
económica, algunas de las ideas básicas de Marx han suscitado de nuevo el interés de ciertos sociólogos, economistas
y politólogos
http://www.nocierreslosojos.com/karl-marx-conflicto-clases/
En sociología se llama ideología a todo conjunto más o menos sistemático de creencias que intentan explicar al
hombre y el mundo, a la vez que orientar su conducta a partir de ciertos valores aceptados como correctos. En este
sentido general, toda teoría del mundo es una ideología: lo es tanto el punto de vista reaccionario como el
conservador, tanto el progresista como el radical (incluido el propio marxismo). En todas las sociedades
encontramos teorías del mundo o ideologías puesto que, como señaló Engels, "todo lo que mueve a los hombres
tiene que pasar necesariamente por sus cabezas". Pero el marxismo añade a este concepto general las siguientes
peculiaridades:
a) entiende la ideología de un modo tan amplio que acaba identificando ideología con cultura; en la
“Crítica de la economía política” nos dice Marx que la ideología abarca el derecho, la política, la religión,
el arte, la filosofía, y (sugiere) hasta la misma ciencia;
b) las ideologías no describen al hombre y su situación en el mundo y la sociedad de un modo correcto,
sino de un modo deformado, falso;
c) esa deformación en la descripción del hombre es consecuencia del interés de la clase dominante por
mantenerse en su situación de dominio; como nos dice Marx en “La ideología alemana” “las ideas de la
clase dominante, son, en todas las épocas, las ideas dominantes”. La clase dominante dispone de los
medios de producción material, pero también del control y producción de los bienes espirituales, de la
producción de la cultura, por lo que las ideas que en una sociedad triunfen serán las que la clase
dominante quiera que dominen;
d) las ideologías son un “producto social”: los pensamientos de los hombres son consecuencia de la
sociedad en que viven, particularmente del orden económico vigente;
e) como resultado de la tesis anterior, las distintas formas de ideología (religión, política, filosofía) no
tienen historia ni desarrollo propio; esto quiere decir, por ejemplo, que una historia de la filosofía que
explique los distintos sistemas filosóficos a partir de los problemas y las soluciones que los filósofos han
presentado (una historia “interna” de la filosofía) es una mala historia de la filosofía; la “buena” historia
de la filosofía debe mostrar la relación entre los sistemas filosóficos que aparecen a lo largo de la historia
y las circunstancias económicas de las que son un reflejo.
Dada esta interpretación de la ideología como una forma de alienación,u na de las tareas fundamentales de
la filosofía será la de desenmascarar el supuesto carácter objetivo de las descripciones ideológicas; la filosofía
se concibe esencialmente como filosofía crítica. Esto es lo que intenta hacer el marxismo, por ejemplo, con su
crítica a la religión y a la economía política clásica. Y es también lo que lleva al marxismo a creer que una de
las tareas más difíciles será lograr en el proletariado una conciencia de clase pues, dado el control que tiene la
clase explotadora de las distintas formas de producción espiritual, lo más probable es que el propio
proletariado defienda ideas que no le convienen, ideas que son las que a la clase dominante le interese que
piense. La superación definitiva de las ideologías sólo podrá realizarse con la desaparición de la explotación
del hombre por el hombre.
En el siguiente texto, Karl Marx presenta el concepto de ideología como las representaciones que el hombre
se hace de la realidad ligadas a las condiciones materiales de existencia, las condiciones reales en las que se
desenvuelve la vidahumana.
"Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres son reales y
actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por
el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser
nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la
ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno responde
a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su
proceso de vida directamente físico. Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que
desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los
hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o
imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente
actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de
los ecos de este proceso de vía. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los
hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y
sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de
conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. no tienen su propia
historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio
material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es
la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de
vista, se parte de la conciencia como del individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que
corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente
como su conciencia."
https://www.e-torredebabel.com/Historia-de-la-filosofia/Filosofiacontemporanea/Marx/Marx-
Ideologia.htm
Para que se forme un bloque histórico es necesario que la estructura y la superestructura de este bloque estén
orgánicamente ligadas. Gramsci define abstractamente esta organicidad como la necesidad, para el movimiento
superestructural del bloque histórico, de evolucionar en los límites del desarrollo de la estructura, pero también más
concretamente como la obra de los grupos sociales encargados de administrar las actividades superestructurales.
En realidad, este vínculo orgánico corresponde a una organización social bien concreta que aparece, por de pronto, en
la influencia que ejerce la estructura sobre la evolución de la superestructura. Retomando una afirmación de Marx en
el prefacio a la Contribución a la crítica de la economía política, Gramsci subraya que en todo análisis del bloque
histórico “es preciso moverse en el ámbito de dos principios:
ninguna sociedad se propone tareas para cuya solución no existan ya las condiciones necesarias y suficientes o no
estén, al menos, en vías de aparición y desarrollo;
ninguna sociedad desaparece y puede ser sustituida si antes no desarrolló todas las formas de vida que están implícitas
en sus relaciones.
Una vez fijadas las condiciones estructurales de la evolución de la superestructura, Gramsci estudia los caracteres
esenciales de todo movimiento superestructural orgánico, y señala dos aspecto:
Todo acto o ideología orgánica debe ser “necesaria” a la estructura; esto significa que las ideologías deben organizar
los grupos sociales y dirigirlos en conformidad con las condiciones socio-económicas: “En cuanto históricamente
necesarias, éstas tienen una validez que es psicológica; organizan las masas humanas, forman el terreno en medio del
cual se mueven los hombres, adquieren conciencia de su posición, luchan.
De ahí que –y este es su segundo aspecto-, los movimientos superestructurales orgánicos tengan un carácter
permanente. Representan la ideología, la política de distintos grupos sociales y, en este sentido, “dan lugar a la crítica
histórica-social que se dirige a los grandes agrupamientos, más allá de personas inmediatamente responsables y del
personal dirigente”. Sólo en la medida en que los movimientos superestructurales respondan a estas condiciones
orgánicas, será el “reflejo” de la estructura y formarán con ella un bloque histórico.
Queda por ver cómo se traduce concretamente este vínculo orgánico. Este es asegurado por la capa social encargada
de administrar la superestructura del bloque histórico: “Cada grupo social, al nacer en el terreno originario de la
producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o mas rangos de intelectuales que le dan homogeneidad
y conciencia de la propia función, no sólo en el campo económico sino también en el social y en el político”.
Los intelectuales son los “funcionarios de la superestructura” al servicio de la clase que representan y con la cual
mantienen una vinculación social y económica muy estrecha. Así, el vínculo orgánico entre estructura y
superestructura aparece bien concreto y no solamente teórico. Esto explica en gran parte el interés que Gramsci otorga
al estudio de los intelectuales en los Cuadernos, ampliando así considerablemente el análisis marxista de las relaciones
entre estructura y superestructura al darle un contenido social efectivo.
Una vez establecido su vínculo con la estructura, las ideologías y las actividades políticas devienen el verdadero
terreno donde los hombres toman conciencia de los conflictos que se desarrollan en el nivel de la estructura, lo que les
da un valor “estructural” y confirma la noción del bloque histórico donde “las fuerzas materiales son el contenido, y
las ideologías la forma.
http://www.colloqui.org/colloqui/2015/2/28/la-relacin-entre-estructura-y-superestructura-en-el-seno-
del-bloque-histrico-antonio-gramsci
La relación entre estructura y superestructura es dialéctica y a la vez orgánica, Por otra parte el mismo Gramsci
previene contra el error que consiste en considerar separadamente estos dos elementos: el concepto de bloque histórico
tiene por objetivo justamente evitar este error.
El carácter dialéctico y orgánico de la relación entre la estructura y la superestructura del bloque histórico tiene dos
consecuencias:
http://www3.uji.es/~soro/SIND/Tema3a.html
Primero, igual que Simón Bolívar y Francisco de Miranda, Marx y Engels eran productos sociales de su
época, de la Revolución Francesa, del amanecer de la sociedad burgués-democrático-capitalista. Ambos
vinieron de una clase de demócratas radicales, que reclamaron la continuación de la revolución social
francesa.
Después de haber estudiado la filosofía idealista objetivista de Hegel, la economía nacional británica y los
socialistas y comunistas utópicos franceses, británicos y alemanes, Marx desarrolló su teoría de la revolución
social y socialista en los años 1840-1844.
Tenemos que recordar, que esta teoría intentó ser un programa para la entonces retrasada revolución burgués-
democrática en Alemania. Según Marx y Engels, quienes redactaron el Manifiesto Comunista de 1848, el
retraso histórico alemán, comparado con sus vecinos occidentales burgueses (Inglaterra y Francia), le ofreció
un chance histórico único a la revolución social alemana, no sólo para completar la “emancipación política”
que se había producido por la revolución jacobiniana en Francia, sino incluso para sobrepasarla en una
“emancipación humana”, que llegaría tan lejos como para superar la contradicción entre citoyen y burgués.
En realidad, el estudio científico doméstico serio, ciertamente revelaría las profundas contradicciones sociales,
que genera el mercado mundial, la “economía del mercado” y los procesos dialécticos iguales, desiguales y
combinados, que chocan fuertemente uno con el otro, como explosivas luchas globales de clase y venideras
revoluciones emancipatorias.
Como tal se pueden ver el golpe de Estado y los actos de sabotaje de la industria petrolera en Venezuela en el
2002.
Marx nos explicó el factor subjetivo - presente en todas las revoluciones sociales, incluyendo a la Revolución
Bolivariana - del entonces esperado movimiento emancipatorio alemán. Esto ciertamente no es un asunto sui
generis, no es un cálculo matemático de equivalentes, tampoco es maquillaje de la “economía del mercado” o
incluso del socialismo computarizado, es más bien el acto valiente, colectivo y consciente de pasar el punto de
no regreso, el Rubicon.
Para Marx significaba pasar la línea, no sólo del ideólogo burgués radical al teórico de la revolución socialista,
sino también del socialismo utópico al socialismo científico, hecho que para sí sólo es susceptible de diseñar
el puente de la práxis que necesariamente tiene que vincular la crítica del presente con la utopía concreta del
futuro y de actuar la “alianza de los hombres y mujeres pensantes y sufridos”, que liberará la sociedad humana
de las cadenas del modo de producción burgués y por lo tanto del sistema de clases a escala mundial.
Este fue el contexto histórico dentro del cual nació el Socialismo; ab ovo, era científico, filosófico, humanista,
emancipatorio y permanente, era una lucha global de clases.
Cuando desarrolló la práxis y la teoría de la revolución global permanente, Marx afirmó, que dos partidos se
unen para encontrarse en una alianza temporal impulsada por la revolución, aunque difieren en su actitud
política básica hacia esta revolución: Una de tipo pequeño-burgués que apunta a lograr y terminarla, y una
proletaria que la empuja hacia adelante,
“hasta que todas las clases de más o menos propiedad han sido exprimidas de la autoridad, el poder ejecutivo
ha sido arrebatado por el proletariado y las asociaciones de los proletarios no sólo en un país sino en todos los
países líderes del mundo, serían tan adelantados, (...) que al menos las fuerzas de producción decisivas estarán
concentradas en las manos del proletariado” (Véase: Marx y Engels, “Discurso de la Autoridad Central a la
Liga”, marzo 1850).
https://www.aporrea.org/ideologia/a16259.html
Los productos que fabrica el hombre con sus manos, aparecen como seres independientes dotados de vida
propia, que se encuentran en determinadas relaciones con los hombres y entre si. En ello estriba,
precisamente, el fetichismo que atribuye a la mercancía propiedades sobrenaturales.
"«El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente, en que
proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter material
de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto,
la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una
relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores»"
Karl Marx, “El Capital”
El producto superior en que se desarrolla el cambio de mercancías es el dinero, el capital, y por este motivo el
fetichismo de la mercancía encuentra su materialización más completa en el fetichismo del dinero, del capital,
en el poder del oro sobre los hombres. Parece que no es el desarrollo de la producción mercantil y del cambio
ni el desarrollo de las relaciones sociales lo que ha conducido a que una determinada mercancía, el oro, se
convirtiera en dinero, sino, por el contrario, que todas las mercancías se cambien por oro y expresan en él su
valor únicamente porque el oro es dinero por naturaleza.
https://www.ecured.cu/Fetichismo_de_la_mercanc%C3%ADa
Teoría del valor
Explicación DE PLUSVALIA
De acuerdo con lo expuesto por Marx, la plusvalía consiste en el valor que el obrero que percibe un salario
por su labor genera por encima del dinero que representa su esfuerzo laboral. Dicho valor, que podría
definirse como trabajo no pagado al obrero, queda en poder del capitalista, quien ve en la plusvalía la base de
la acumulación monetaria.
Para entender la noción de plusvalía, hay que tomar en cuenta que a cada mercancía le corresponde un precio
que guarda relación con el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. La fuerza de
trabajo también es considerada por el marxismo como una mercancía, cuyo valor está vinculado a lo esencial
Veamos este concepto a través de un ejemplo práctico: si una persona debe trabajar nueve horas diarias para
satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, recibiendo una paga un 60% por debajo de lo normal en
su rubro, el porcentaje restante de salario queda en manos de su empleador, y representa la plusvalía generada
por la labor. Dicho valor es un nuevo y adicional, un plusvalor, ya que no forma parte de ningún otro
Esta apropiación de la plusvalía es la explotación del capitalismo. Según Marx, el capitalista puede
https://es.quora.com/Cu%C3%A1l-es-la-causa-principal-por-las-que-se-di%C3%B3-el-comunismo
Una vez que la clase obrera haya tomado conciencia de la explotación y opresión sufre, se organizará en
torno a partidos de carácter revolucionario, siendo dirigida por una vanguardia especialmente capacitada y
activa, empeñada en planificar la destrucción del sistema capitalista.
Esa acción no debe circunscribirse a un solo país ya que, siendo las condiciones y los intereses de la clase
trabajadora idénticos en todo el mundo capitalista, ha de tener un carácter internacional.
A través de la acción revolucionaria los obreros han de derribar el gobierno burgués y sustituirlo por uno de
carácter obrero. Ello puede requerir el uso de la violencia, pues los trabajadores se encontrarán con la
fuerte oposición de la clase dominante.
Una vez conseguido el control del Estado será necesario salvaguardar las conquistas realizadas mediante el
ejercicio de una dictadura de los trabajadores, constituyendo éste el primer paso hacia la consecución de una
sociedad comunista sin clases.
El nuevo Estado que surge de la revolución habrá de suprimir la propiedad privada de los medios de
producción (elemento primordial en la explotación de la clase obrera) y sustituirla por la propiedad
colectiva de los mismos.
La tesis de la dictadura del proletariado ha sido una de las más controvertidas del marxismo, ya que implica
la conquista de una de las claves de la superestructura social: el Estado. El modo de conseguirlo ha sido
criticado por algunos autores posteriores a Marx, tildados por los marxistas clásicos de revisionistas.
http://www.claseshistoria.com/movimientossociales/marxismodictadurap.htm
Proletariado y obrero
El obrero de manufactura de los siglos XVI-XVIII poseía casi en todas partes instrumentos de producción: su
telar, su rueca para la familia y un pequeño terreno que cultivaba en las horas libres. El proletario no tiene
nada de eso. El 109 obrero de manufactura vive casi siempre en el campo y se halla en relaciones más o
menos patriarcales con su señor o su patrono. El proletario suele vivir en grandes ciudades y no lo unen a su
patrono más que relaciones de dinero. La gran industria arranca al obrero de manufactura de sus condiciones
patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo entonces se convierte en proletario
file:///C:/Users/hp/Desktop/manifiesto%20comunista.pdf
Manifiesto comunista
"La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario.
Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas.
Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales
y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene
entrañas. Echó por encima del santo temor de Dios (…). Enterró la dignidad personal bajo el dinero y redujo
todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la libertad
ilimitada de comerciar. Sustituyó (…) un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones
políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación".
Este breve extracto permite apreciar lo atractivo de la prosa marxista, el modo conciso y drástico con el que se
analizan y exponen los armazones del sistema.
Pero las realizaciones de esta clase burguesa son también admirables. Muestran todo aquello de que es capaz el
genio humano. La burguesía no puede subsistir sin revolucionar constantemente los instrumentos de producción y las
relaciones de producción.
Otra condición necesaria a la subsistencia de la sociedad burguesa es el imperialismo: la constante carrera hacia
adelante le impone conquistar nuevos territorios, nuevos mercados para sus mercancías y nuevas fuentes de materias
primas.
https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/02/21/manifiesto-comunista-170-anos-de-uno-de-los-
textos-mas-influyentes-y-polemicos/
Carlos Marx (1818-1883) en su seminal obra El Capital plantea el concepto de Acumulación Originaria para
explicar la transición del sistema feudal al capitalismo, por tanto:
“… [es] el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción. Se la llama “originaria”
porque forma la prehistoria del capital y del modo capitalista de producción” *.
Como proceso histórico, se sitúa desde el s. XVI hasta finales del XVIII, aunque tiene antecedentes desde el XIV.
Sirve para explicar la génesis o la prehistoria del concepto de “capital”. En el feudalismo quien es rico es el
posesor de tierras, en el capitalismo, es el que posee capital, es decir, el propietario de los medios de producción
y la materia prima con la que se produce marcancía. El obrero pone su fuerza de trabajo para producir dicha
mercancía, en el capitalismo, el obrero ya no es propietario de sus medios de producción ni de las condiciones de su
trabajo.
Tiene su origen en el saqueo de las potencias Europeas a las colonias, configurada en estos 3 elementos (haz clic en
cada uno de ellos):
https://portalacademico.cch.unam.mx/alumno/historiauniversal1/unidad3/acumulacionOriginaria/acumulacion
https://historiaybiografias.com/marxismo2/
Enajenación
Carlos Marx planteó en sus “Manuscritos económico-filosóficos de 1844” el problema de la “enajenación” del
hombre. Para algunos, esta cuestión fue de radical importancia en toda la obra de Marx, implícita en todas sus
reflexiones acerca de la posibilidad de construir una mejor sociedad. Concretamente, en los Manuscritos,
define las distintas formas en que la enajenación se da en el ser humano, y de su análisis explica el origen
mismo de la propiedad privada; con esto, Marx hace una consideración filosófica, humanista, de la economía,
develando el origen humano de los fenómenos económicos.
Al iniciar su análisis de la enajenación, Marx parte de un hecho económico: la situación del obrero que vende
su fuerza de trabajo al capitalista. En esta situación se observa que en la medida en que el obrero da valor con
su trabajo a las mercancías que produce, él mismo se desvaloriza, puesto que ha gastado sus energías en
producir una cosa que no le pertenece y, además, en un trabajo forzado. El análisis de esta situación arroja
como resultado tres modos de enajenación del obrero: 1) la enajenación del obrero en su producto, 2) la
enajenación de la misma actividad productiva (del obrero con respecto a sí mismo) y 3) la enajenación del
obrero respecto del género humano. Veamos en qué consisten cada una de ellas.
El primer modo consiste en el hecho de que lo producido por el trabajador es la objetivación de su trabajo, de
su vida, de su fuerza, y se vuelve algo independiente de su voluntad que lo afecta. Aunque es fruto de su
trabajo, la mercancía producida es ajena al trabajador, extraña a su ser. Y esto implica también el hecho de
que no le pertenezca. En palabras del propio Marx:
Este proceso de enajenación en el producto de la actividad práctica del hombre parece fundarse en la doble
naturaleza de las cosas y del mismo ser humano: su capacidad de afectar y ser afectado, de acción y de pasión.
Según lo cual, puede decirse que el hombre es pasivo, o apasionado, mientras se enajena en su producto,
mientras se deja dominar por él; y es activo o libre, mientras produzca sin volverse objeto de sus propios
productos.
El uso que hacemos actualmente de los diversos productos que consumimos implica también, según esta
definición, la enajenación. La radio, la televisión, el teléfono, el automóvil, etc., simbolizan para nosotros un
poder del cual no podemos prescindir, pero que nos parece ajeno. Sabemos vagamente que el ingenio y el
trabajo humano han sido los artífices de estas cosas, pero nos limitamos a usarlas, y más ciertamente nos
parecen con vida propia, independientes de nuestros poderes humanos, que creación humana. Esto demuestra
que la enajenación respecto de los productos del trabajo humano no sólo es exclusiva del trabajador que los
produce, sino que también es vivida por cualquiera que los posea y los utilice.
El segundo modo en que podemos ver la enajenación consiste en el extrañamiento en que cae el hombre con
respecto de su propia actividad, es decir, sintiéndose separado de ella misma, ajeno a ella. Esta es la
enajenación del hombre respecto de sí mismo:
En la situación del obrero que vende su fuerza de trabajo para sobrevivir, su propio trabajo, su vida, no le
pertenece porque no puede hacer un uso libre de ella. Su vida es un medio para el fin de seguir viviendo, de
sobrevivir meramente. Esta situación, evaluada desde el punto de vista ético, constituye francamente una
inmoralidad, puesto que se trata al ser humano, al obrero, como un medio y no como un fin en sí mismo. La
autonomía o libertad del ser humano es negada en la enajenación del trabajo. En todo caso, Marx verá que el
único fin que se impone es el del Capital, es decir, el de la riqueza producida por los trabajadores que adquiere
una personalidad propia y domina al hombre, tanto al trabajador como al no trabajador; asimismo, se impone
también esta forma enajenada del trabajo. El Capital, que es el producto enajenado del trabajo, se reproduce a
sí mismo en la enajenación del trabajo, es decir, del trabajador con respecto a su propia actividad productiva.
Desde una perspectiva antropológica, la enajenación del trabajo significa su deshumanización, puesto que el
hombre sólo puede tenerlo como algo exterior, no como algo que sea expresión libre de la esencia del hombre.
Y esto es válido tanto para el proletario como para el capitalista. Pero en el caso del obrero esta situación se
expresa de modo particular, sintiendo éste el valor de su personalidad tan sólo fuera del trabajo y
sintiéndose fuera de sí en él, lo que muestra que el trabajo enajenado orilla al trabajador a una existencia
individualista, limitada a la satisfacción de necesidades elementales como el descanso, el comer y el beber,
entre otras. Igualmente, tiende a alejarlo de la vida propiamente humana, la que se desarrolla en colaboración
con los demás.
Esto último que he mencionado se halla en estrecha relación con el tercer modo de enajenación que Marx
describe en los Manuscritos: el de la enajenación del individuo respecto del género humano. Para él, el
hombre es un ser genérico “por cuanto se comporta hacia sí mismo como hacia el género viviente actual, por
cuanto se comporta hacia sí como hacia un ser universal y, por tanto, libre”[3].
El animal –explica Marx- forma una unidad directa con su actividad vital. No se distingue de
ella.Es ella. El hombre, en cambio, hace de su actividad vital misma el objeto de su voluntad y de
su consciencia. Despliega una actividad vital consciente. No es una determinabilidad con la que
directamente se funda. La actividad vital consciente distingue al hombre de los animales. Y eso y
solamente eso es precisamente lo que hace de él un ser genérico.[4]
Toda producción humana se distingue de toda “producción” animal por el acto de la consciencia. Pero este
acto de la consciencia implica desde un principio la colaboración, es decir, ciertas relaciones sociales que
potencian la producción humana. La invención del lenguaje, por ejemplo, no puede ser concebida sin pensar
en una convención de sentido entre diversos individuos y, por tanto, ciertas relaciones entre ellos. Y esta
posibilidad de un marco común de representación de la experiencia a través del lenguaje permite que los
individuos disciernan entre sus representaciones particulares y las de ese marco común, pasando del
“nosotros” al “yo”. Y no digo que del “yo” al “nosotros”, porque sólo puede inaugurarse el acceso a la
distinción entre el ser genérico y el ser individual sobre la base de lo hecho en común, como he puesto por
ejemplo al lenguaje. Pero, claro, además del lenguaje, está también la utilización social de herramientas, que
con la organización del trabajo posibilita, aunque en menor medida que con el lenguaje, el desarrollo de la
consciencia. Por esto dirá Marx que ha sido a través del trabajo organizado primero, y luego con el uso del
lenguaje, que el hombre se ha hecho humano.
Podemos decir, entonces, que la enajenación del hombre en el producto de su trabajo y con respecto a
supropio trabajo, que son esencialmente hechos sociales, en los que se expresa la esencia genérica del hombre,
implican, pues, una enajenación del individuo respecto de la humanidad en general. Pero, además, en esta
enajenación está implícita también la oposición entre los seres humanos, como explica Marx del siguiente
modo:
De aquí resulta también que la propiedad privada es consecuencia de la enajenación del trabajo, y no tanto su
causa. Marx compara esto con el hecho de que “los dioses, originariamente, no fueron la causa, sino el
resultado del extravío de la inteligencia humana. Más tarde esta relación se trocará en interdependencia”[6]. Y
es que la creencia en los dioses es para Marx una forma de enajenación, en que el hombre proyecta sus
poderes vitales en seres imaginarios, pero atribuyéndoles una realidad independiente del mismo hombre que
los ha inventado. Aquí, no son esos dioses causa de sí mismos, sino la enajenación humana; igualmente, la
propiedad privada, que es en cierto modo la sacralización del derecho de poseer, tiene su origen psicológico en
la enajenación del trabajo humano.
Pero, por lo expuesto anteriormente, la enajenación también trae por consecuencia la oposición del hombre
contra el hombre, es decir, su división en clases sociales. Cada clase diferente de hombres tiene diferentes
intereses, diferentes pasiones. Y en tanto los hombres vivan sometidos a sus pasiones no pueden concordar en
naturaleza y establecer una sociedad verdaderamente justa. Es esta una de las razones por la que es importante
hacer este análisis de la enajenación humana.
¿Qué conclusiones finales se pueden extraer de lo anterior? En su análisis de la enajenación del trabajo, Marx
no esclarece el origen de esta enajenación, aunque parece ser un propósito que él expresa en las líneas finales
de su primer manuscrito. Sin embargo, parece plausible afirmar que el hombre caeen la enajenación por su
propia naturaleza de ser pasivo y activo frente a las cosas creadas por él mismo.
El efecto más importante de la enajenación, además de la deshumanización de la cultura, de todo lo creado por
él, sean objetos o relaciones sociales, es la oposición del hombre contra el hombre. Es el hecho de que la
enajenación esclaviza al ser humano por sus propias criaturas y lo divide en clases sociales, impidiendo su
plena realización. Por esto, superar la enajenación significa un proceso de liberación humana, que es también
el proceso de la historia. Y aunque después de la liberación es muy probable que el hombre vuelva a caer en
otro tipo de enajenación, el proceso de la liberación del hombre a través de la historia, puede tal vez hacerlo
cada vez más apto para conquistar la libertad definitiva.
https://podcastfilosofia.wordpress.com/2011/06/19/el-concepto-de-enajenacion-en-el-joven-marx/