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Resumen
El presente artículo hace una breve revisión de cómo la cognición social tiene una
relación estrecha con el desarrollo neurocognitivo de las áreas prefrontales, derivada
de las experiencias y aprendizajes tempranos del individuo en su contexto y que se
reflejan en la construcción de procesos relacionados con las habilidades sociales,
la percepción social, la toma de decisiones y el monitoreo de la conducta. Se indica
brevemente el uso de algunos instrumentos neuropsicológicos para la evaluación
de la cognición social y el efecto de las experiencias tempranas estresantes en el
desarrollo y adquisición de habilidades que se le relacionan.
Abstract
The present article makes a brief revision of how the social cognition has a close
relationship with the neurocognitive development of the prefrontal areas, derived
from the experiences and early learning of the individual in its context and that
they are reflected in the construction of processes related to the social abilities, the
social perception, the decision making and the monitored of the behavior. The use
of some neuropsychological test for the evaluation of the social cognition and the
effect of the early experiences heavy in the development and acquisition of abilities
is indicated briefly that are related to him.
longevidad (Cohen, 2004; Silk, Alberts & Altmann, 2003). Sin embargo,
la interacción social en seres humanos es excesivamente compleja en
comparación con otras especies; no solo, porque las representaciones de
estados somáticos internos, el conocimiento sobre sí mismo, las opiniones
de otros y las motivaciones interpersonales se orquestan cuidadosamente
para lograr un funcionamiento social efectivo; sino porque estas compe-
tencias cognitivas dependen de la acción individual y las interacciones
interpersonales; y emergen durante el desarrollo, el cual supone una
transformación diferencial y continua durante toda la vida, que se reflejan
en los procesos cognitivos circunscritos a un cerebro en desarrollo (Riba,
Moreno & Olive, 2007).
Cognición social
Este complejo conjunto de procesos, que han sido referidos de manera am-
plia como cognición social, han sido estudiados desde diferentes perspecti-
vas teóricas y metodológicas. Desde la psicología social, se ha investigado
como el self tiene una interacción dinámica con el medio social dentro de
un proceso de elaboración cognitiva y simbólica de la realidad: y cómo
las estructuras de los grupos sociales, tales como los estereotipos, pueden
influir la conducta ya sea por mecanismos conscientes o inconscientes
(Kihlstrom, 1987).
La cognición social hace parte de una amplia gama de conductas que de-
penden de la corteza prefrontal y que son denominadas funciones ejecuti-
vas, estas a la vez se definen como un conjunto de habilidades cognitivas,
emocionales y motivacionales, que emergen de circuitos y estructuras
particulares de los lóbulos frontales, con un gradiente de especialización
y jerarquía funcional (Estévez, García & Barraquer, 2008); en términos de
Lopera (2008) esta función se refiere a “la función directiva, gerencial y
rectora del cerebro. Es el cerebro del cerebro” (p.59). En general, dentro
de este concepto se incluyen habilidades vinculadas a la capacidad de
organizar y planificar una tarea, seleccionar apropiadamente los objetivos,
iniciar un plan y sostenerlo en la mente mientras se ejecuta, inhibir las
distracciones, cambiar de estrategias de modo flexible si el caso lo requie-
re, autorregular y controlar el curso de la acción para asegurarse que la
meta propuesta esté en vías de lograrse (Soprano, 2003). El concepto de
cognición social se sobrelapa con el de inteligencia emocional, en cuanto
a que se usan las emociones para guiar la conducta humana (Bechara &
cols., 2000; citado por Rouven, 2003). De tal forma que la interacción entre
competencias emocionales, personales y sociales influye la habilidad para
activar y enfrentar efectivamente las demandas cotidianas.
De esta forma se puede decir que el área orbitofrontal tendría una mayor
participación en aspectos como: la autorregulación del comportamiento,
la interpretación de escenarios de acción, la toma de decisiones y en la
adquisición y uso sistema de atribuciones para interpretar las intenciones
de los demás, lo cual fue propuesto por Damasio como teoría de la mente
(TdM) (Monserrat, 2003). Mientras que las regiones dorsolatelares y al-
gunas estructuras de la corteza del cíngulo favorecen el desarrollo de la
anticipación, el establecimiento de metas, el diseño de planes y programas,
el inicio de las actividades y de las operaciones mentales, la monitorización
de las tareas, la selección precisa de los comportamientos y las conductas,
la flexibilidad en el trabajo cognoscitivo y su organización en el tiempo y
en el espacio, para obtener resultados eficaces en la solución de problemas
(SP) (Trujillo & Pineda, 2008; Anderson & Tranel, 2002).
Amodio y Frith (2006) han puesto una atención importante al papel que
juega la corteza prefrontal medial (CPM) que además incluye la corteza
cingulada anterior, en la cognición social, puesto que sirve de mecanismo
general de integración. Según estos autores, las áreas involucradas se
describen como sigue.
Hay dos ejes dentro de la región medial prefrontal, que varían en sus patrones
de conectividad. El primer eje que parte de la rodilla del cuerpo calloso a áreas
más caudales, como las 25. 24 y 32 de Brodman, tiene conexiones fuertes con
la corteza rinal. La parte más superior de la corteza prefrontal medial (área
9), tiene pocas conexiones con la corteza rinal, pero conexiones fuertes con la
corteza premotora lateral, el área promotora suplementaria y el área cingulada
motora. Las partes m{as caudales y superiores de la Corteza Cingulada Ante-
rior (Areas 24 y 32) también se conectan con la corteza promotora. El segundo
eje, incluye las proyecciones de las áreas cinguladas a las frontopolares. La
amígdala tiene fuertes inputs hacia las regiones cinguladas (Areas 9 y 10).
de la vida (Boyce & Chesterman, 1990), sin embargo, estos últimos estudios
se centra en la reactividad psicofisiológica más no en el desempeño en ha-
bilidades cognitivas, abriendo un campo exploratorio que permita definir
desde la neuropsicología la relación entre estrés temprano y cognición social.
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