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LA CERTIFICACIÓN BANCARIA DE CHEQUES EN LA LEY DE

TÍTULOS VALORES

Daniel Antonio Domínguez Rojas

1. Introducción

En cuanto medio de pago, el cheque es uno de los instrumentos cambiarios de mayor


circulación en el mercado. Utilidad particularmente atractiva, a la vez que provechosa,
es la que estimula su empleo y reafirma constantemente aquella afirmación: su girador
puede disponer –en el marco de una amplia gama de transacciones– de fondos
dinerarios propios que yacen bajo la custodia permanente de un banco, sin asumir, en
ningún momento, los riesgos derivados del resguardo y la manipulación personal. Esta
operación se hace posible, como es sabido, en virtud del contrato de cuenta corriente
bancaria, negocio que rige la relación obligatoria existente entre el girador
(cuentacorrentista) y la aludida entidad financiera.

Sin embargo, las utilidades que incentivan la emisión de cheques no suelen ser
compartidas por sus beneficiarios, los cuales siempre verán con suma cautela todo
cheque librado a su favor. La razón es evidente: estos solo verán satisfechos sus
créditos si en la cuenta bancaria vinculada a dicho título existen fondos que asciendan
como mínimo al importe total que figure en el mismo; de no ser así, el banco girado
nada deberá pagar (pues nada podrá extraer de la cuenta), y el acreedor no tendrá más
remedio que ejercer la acción cambiaria pertinente en un proceso ejecutivo ante la
autoridad judicial competente, asumiendo todos los gastos (tiempo y dinero) que ello
suponga. Esta contingencia (siempre latente) ocasiona que la aceptación de cheques
ordinarios en pago de obligaciones se restrinja cada vez más a aquellas situaciones en
las que el acreedor cuenta con información oportuna acerca de la solvencia económica,
la calidad moral, o la buena reputación que su deudor ostente en el mercado1;
situaciones éstas que, francamente, no se presentan con la frecuencia esperada.

La desconfianza producida por la falta de información es, pues, una situación no


deseada, por cuanto tiende a obstruir el pago de obligaciones (si el acreedor no acepta el
cheque) o a aumentar los costos que deberán ser asumidos (si el acreedor planea aceptar
el cheque): los costos de recabar individualmente dicha información.

Con la declarada intención de paliar estos inconvenientes, la práctica comercial se


propuso elaborar una tentadora alternativa al cheque común. Para ello debía incorporar
la participación de un tercer interviniente a la relación entre el tenedor y el girador;
participación que no modificaría la articulación del cheque en sustancia, ni alteraría su

1
En ese sentido: SANGALLI RATTI, Gino. Las clases de cheques. En: VV.AA. Tratado de
Derecho Mercantil. Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica. 2004. pág. 574.

pág. 1
condición de instrumento de pago, pero cuya presencia le inyectaría a la relación
cambiaria la dosis de seguridad y confianza que necesitaba. Y como este nuevo
interviniente no podía estar igual de predispuesto a la insolvencia o a la depravación
moral que el girador (pues, de ser así, nada se ganaba), debía tratarse de un sujeto cuya
reputación y solvencia económica sea por todos reconocida e inusualmente cuestionada:
el banco girado. Se pensó: ¿qué mejor respaldo que aquel que puede brindar el custodio
de los fondos con los que ha de ser pagado el documento? ¿Acaso no podría éste
asegurarle de alguna manera al acreedor que el desembolso no se vería frustrado por
alguna circunstancia lesiva que, eventualmente, pudiera sobrevenir? Fue así como los
bancos empezaron a asumir funciones especiales que excedían a las de simples
custodios con el objetivo reducir los riesgos a los que estaban expuestos los acreedores
(insuficiencia de fondos, estafas, etc.) y, así, tratar de compensar la desconfianza
producida por la falta de información que estos debían sobrellevar. Sin embargo, estas
nuevas tácticas llevadas a cabo por los bancos les haría padecer un efecto jurídico
adverso que no entraba en sus propósitos iniciales, pero que, paradójicamente,
estimularía aún más la confianza de los acreedores: la obligación que asumirían con el
legítimo tenedor del cheque.

Surgió, de este modo, el cheque certificado; documento que, tras ser consagrado por la
praxis bancaria de los Estados Unidos, terminó por ser anexado a los regímenes
cambiarios de las distintas legislaciones, a las que solo les bastó con ratificar lo que ya
era considerada una práctica sobreentendida.

Como era de esperar, el ordenamiento jurídico nacional no ha sido ajeno al fruto de tan
particular suceso histórico. Así, la Ley N°27287 (Ley de Títulos Valores) regula al
cheque certificado en sus artículos ciento noventa y uno (191) y ciento noventa y dos
(192); dedicándole, además, unas breves pero decisivas líneas (como quedará
evidenciado más adelante) en el segundo párrafo de su artículo ciento ochenta (180).

A continuación, procuraré brindar un panorama general sobre el régimen de esta figura.

2. Origen y definición

La certificación de cheques encuentra sus orígenes en la tradición bancaria


norteamericana2; sin embargo, no sería sino hasta el fallo expedido en 1853 por la Corte
Superior de la ciudad de New York en el caso “Willets vs. The Phoenix Bank” que la
figura se asentaría jurisprudencialmente, adquiriendo gran parte de las características
que le serían atribuidas en los cuerpos normativos venideros. Posteriormente, se
consagraría legislativamente en la Negotiable Instrument Law of the State of New York
de 1897; la que prescribiría en la sección trescientos veintitrés (§323) de su artículo

2
Conformes: URÍA, Rodrigo. Derecho Mercantil. Decimosexta edición. Madrid: Marcial Pons.
1989. pág. 866; MONTOYA MANFREDI, Ulises. Comentarios a la Ley de Títulos Valores.
Octava edición. Lima: Idemsa. 2012. pág. 669 y SANGALLI RATTI, op. cit., pág. 574.

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XVII (dedicado al pagaré y al cheque) lo siguiente: “Where a check is certified by the
bank on which it is drawn the certificate is equivalent to an acceptance3”.
Seguidamente, en la sección trescientos veinticuatro (§324) señalaría de forma
consecuente: “Where the holder of a check procures it to be accepted or certified the
drawer and all indorsers are discharged from liability thereon4”. Como se observa, la
certificación bancaría se asimilaba en sus orígenes a la aceptación de una letra de
cambio, ocasionando –como no podría ser de otra manera– la inmediata liberación del
girador (drawer) y los endosantes (indorsers) debido a que el banco certificante mutaba
en obligado cambiario principal. Este dato histórico resulta sumamente curioso, ya que,
como será visto en su oportunidad, el hecho de concebir una homologación entre la
certificación y la aceptación no se ajusta más a la lo dispuesto por las legislaciones
actuales ni al desarrollo teórico que, desde aquel entonces, se viene verificando.

Si bien ninguno de los artículos de la ley5 referidos al cheque certificado contiene una
definición de lo que debe ser entendido por “certificación”6, el análisis de sus
principales enunciados resulta útil a efectos de colegir la exacta significación que
nuestro ordenamiento le pretende atribuir. De este modo, creo conveniente definir a la
certificación como aquella declaración formal7 del banco girado por la cual deja expresa
constancia –en un cheque común u ordinario– de que existen fondos suficientes en la
cuenta del girador para hacer efectivo el pago del documento. Se resalta aquí el carácter
formal de dicha declaración por cuanto, si bien la ley nada señala al respecto, debe ser
insertada necesariamente en el título que se procura certificar8. Por lo demás, esto es
acorde con la legislación comparada sobre la materia9.

3
The Codified Negotiable Instruments Law of the State of New York. Edited by James W. Eaton
and H. Noyes Green. Albany, N.Y.: Mathew Bender Publisher. 1897. pág. 132.
4
Ibídem.
5
En adelante, toda mención a “la ley” deberá ser entendida como alusión a la Ley N°27287
(Ley de Títulos Valores), salvo que se indique expresamente lo contrario.
6
El artículo ciento noventa y uno (191) de la ley, dando introducción al tratamiento legislativo
del cheque certificado, se limita a manifestar en su primera parte lo siguiente: “Los bancos
pueden certificar, a petición del girador o de cualquier tenedor, la existencia de fondos
disponibles con referencia a un cheque, siempre que no se haya extinguido el plazo para su
presentación al pago, cargando al mismo tiempo en la respectiva cuenta corriente girada la
suma necesaria para su pago”.
7
Como es apuntado con buen criterio por Hernán W. Petrasso. En: VV.AA. Tratado de
Derecho Comercial. Tomo XIV. Títulos de Crédito. Buenos Aires: La Ley. 2010. pág. 639.
8
Esta necesidad se deduce del primer párrafo del artículo cuatro (4) de la ley, disposición que
consagra al principio de literalidad: “El texto del documento determina los alcances y
modalidad de los derechos y obligaciones contenidos en el título valor o, en su caso, en hoja
adherida a él”.
9
Véase, por ejemplo, el segundo párrafo del artículo ciento diez (110) de la Ley 19/1985
española: “Cualquier mención de certificación, visado, conforme y otra semejante formada por

pág. 3
3. Naturaleza jurídica

Algunas legislaciones equiparan los efectos de la certificación bancaria a los de la


aceptación en una letra de cambio10 11; no obstante, aunque con buen juicio no se
atrevan a la nombrarla “aceptación” de manera directa, llama la atención que algunos
procuren ir más allá y no se limiten a esta equiparación exclusiva de “efectos”, llegando
a afirmar –sin vacilación alguna– que el banco girado acepta el cheque12, con lo cual se
termina por desnaturalizar la institución.

No se debe pensar, pues, que la certificación es una aceptación del cheque por parte del
banco girado, básicamente por dos motivos:

a) En primer lugar, debe tenerse presente que la aceptación es una institución


cambiaria que no acepta modalidad alguna13. Por ello se dice que la declaración
por medio de la cual se acepta un título valor es “pura”; es decir, sus efectos no
pueden quedar sometidos a condición o a plazo alguno. Teniendo en cuenta esto,
se hace evidente que la certificación no puede ser considerada la “aceptación”
del cheque por parte del banco, debido a que los efectos típicos que de ella
derivan solo rigen por el plazo legal que el tenedor del cheque disponga para
hacer efectivo su cobro14.

el librado en el cheque acredita la autenticidad de éste y la existencia de fondos suficientes en


la cuenta del librador”. (El subrayado ha sido agregado). De igual manera el tercer párrafo del
artículo cuarenta y ocho (48) de la Ley 24.452 argentina de 1995 y el segundo párrafo del
artículo cincuenta y dos (52) del Decreto Ley N° 14412 uruguayo de 1975.
10
No debe olvidarse, como mencioné en líneas anteriores, que en los umbrales legislativos de la
figura que aquí se trata (finales del siglo XIX) no era infrecuente concebir a la certificación
bancaria como una aceptación (cual letra de cambio); sin embargo, esto ya no es así. La
certificación de un cheque no supone, pues, su aceptación.
11
Paradigmático es el Código de Comercio colombiano de 1971; el mismo que en el segundo
párrafo de su artículo setecientos treinta y nueve (739) norma lo siguiente: “Por virtud de esta
certificación, el girador y todos los endosantes quedan libres de responsabilidad”. (El
subrayado es agregado).
12
En ese sentido: BECERRA LEÓN, Henry. Derecho Comercial de los Títulos Valores. Sexta
edición. Bogotá: Ediciones Doctrina y Ley. 2013. pág.404.
13
De la misma opinión es RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Joaquín. Curso de Derecho Mercantil.
Tomo I. México D.F.: Editorial Porrúa, S.A. 1980. pág. 382.
14
El último párrafo del artículo ciento noventa y uno (191) de la ley dispone lo siguiente: “La
certificación rige solo por el número igual de días a los que falten para que venza el plazo legal
de la presentación del Cheque respetivo para su pago”. Por otro lado, el artículo ciento noventa
y dos (192) establece que: “Efectuada la certificación, el banco girado asume la
responsabilidad solidaria de pagar el Cheque durante el plazo legal de su presentación para su
pago. Sin embargo, si el Cheque no fuere presentado durante dicho plazo, quedará
automáticamente sin efecto la certificación […]”. (El subrayado es agregado).

pág. 4
b) Pero lo que resulta particularmente fatídico es lo siguiente: si al hecho de
homologar ambas figuras –lo que implicaría, como hace el Código de Comercio
colombiano, liberar al girador y a todos los endosantes de responsabilidad,
asumiendo el banco girado la calidad de obligado cambiario principal– se le
añade la posibilidad de que sea el propio tenedor (beneficiario del título) el que
pueda solicitar la certificación al banco (algo que es posible según nuestra
legislación15), se terminaría por alterar la naturaleza del cheque en cuanto orden
de pago; asimilándolo, en sustancia, a un instrumento de crédito.

Por estas razones hay que considerar sumamente meritoria la redacción del artículo
ciento ochenta (180) de nuestra ley, la misma que no deja asomar duda alguna en cuanto
a la imposibilidad de que un cheque pueda ser aceptado, disponiendo lo siguiente en su
segundo párrafo: “La certificación puesta por el banco girado […] no tiene los efectos
de la aceptación, sino sólo la finalidad de asegurar la existencia de fondos durante el
plazo legal de su presentación para su pago”. (El realce es agregado)16.

Del artículo glosado se coligen tres (3) hechos de suma importancia que se implican
mutuamente:

a) Por la certificación, el banco girado no se obliga a pagar el cheque en calidad de


obligado principal. En consecuencia, ni el girador (que continúa siendo obligado
principal), ni los endosantes (de haberlos) se liberan de responsabilidad
cambiaria.

b) El tenedor del cheque solo puede exigir que el pago se lleve a cabo con el
patrimonio del girador (los fondos de la cuenta bancaria de la que es titular).
Esto no solo rige para el periodo que dure la certificación, sino, además, para el
plazo posterior a su vencimiento, extendiéndose hasta que venza el plazo legal
de presentación17.

15
Artículo ciento noventa y uno (191) de la ley: “Los bancos pueden certificar, a petición del
girador o de cualquier tenedor, la existencia de fondos disponibles con referencia a un Cheque
[…]”. (El subrayado es agregado).
16
Lo sostenido hasta el aquí ve en el artículo ciento ochenta y dos (182) a otro refuerzo: “El
emitente, en su calidad de obligado principal, responde siempre por el pago del Cheque, salvo
que hubiera prescrito la acción cambiaria. Toda cláusula que lo exima de esta responsabilidad
se tiene por no puesta”. (El subrayado es agregado). Se observa, en concordancia con el artículo
ciento ochenta (180), que el emitente (también denominado girador o librador) no abandona o
cede en ningún momento su condición de obligado principal.
17
Artículo doscientos siete (207) de la ley:
“El plazo de presentación de un Cheque para su pago, sea que haya sido emitido dentro o fuera
del país, es de 30 (treinta) días.

Este plazo comenzará a contarse desde el día de la emisión, inclusive; y, en caso del Cheque de
Pago Diferido, desde el día señalado al efecto, conforme al Artículo 200.”

pág. 5
c) Al no constituirse en obligado principal, el banco girado no puede ser pasivo de
acción cambiaria directa. Si esto es así para el periodo de certificación, la misma
regla regirá a fortiori después de su vencimiento.

4. Efectos

La certificación que lleve a cabo el banco girado con relación a un cheque traerá
consigo los siguientes efectos:

a) Según el artículo 191.1, el banco debitará de la cuenta corriente el importe


correspondiente al cheque certificado hasta que venza el plazo de presentación.
Esto significa que los fondos con los cuales ha de ser pagado el cheque quedan
retenidos exclusivamente para ser entregados al titular legítimo una vez que éste
se dirija al banco para hacer efectivo el cobro. Según Becerra León 18 cuando el
banco certifica un cheque, le garantiza al tenedor dos cosas: i) que el cheque
cuenta con provisión de fondos para su pago y ii) que mientras dure la
certificación el girador no puede disponer de ellos bajo ninguna circunstancia19.
Sin embargo, no debe olvidarse que si bien el librador no puede disponer de los
fondos afectados, éste sigue siendo titular indiscutible de los mismos; siguen,
pues, formando parte de su patrimonio.

b) La suma debitada de la cuenta del librador adoptará la calidad de patrimonio de


afectación. Ignacio Escuti brinda un panorama bastante esclarecedor de esta
particular consecuencia al alegar que los fondos “quedan reservados para ser
entregados a quien corresponda y sustraídos a todas las contingencias que
provengan de la persona o solvencia del librador, de modo que su muerte,
incapacidad, quiebra, concurso civil o embargo judicial, posteriores a la
certificación, no afecten la provisión de fondos certificada, ni el derecho del
tenedor del cheque ni la correlativa obligación del banco de hacerlo efectivo
cuando sea presentado a cobro20” (el realce es agregado). Se hace necesario
agregar a lo afirmado por Escuti lo prescrito en el primer párrafo del artículo
ciento noventa y uno (191) in fine: la suma debitada se separará, además, de la
masa concursada del banco girado en los procesos de insolvencia o liquidación

18
BECERRA LEÓN, op. cit., pág. 407.
19
Esto es así desde los orígenes de la certificación bancaria. Un extracto del fallo emitido en el
caso Thomson vs. Bank of British de la ciudad de New York –contemporáneo a la expedición de
la Negotiable Instruments Law– da clara evidencia de ello: “The moment the check is certified
the funds cease to be under the control of the original depositor and pass under the control of
the person who secures the certification of the check […]”. En: The Codified Negotiable
Instruments Law of the State of New York, op. cit. pág. 132.
20
ESCUTI, Ignacio. Títulos de crédito. décima edición. Buenos Aires: Editorial Astrea. 2010.
pág. 244.

pág. 6
en los que pueda verse sometido y que fuesen declarados con anterioridad al
pago del cheque21.

c) Vencido el plazo de certificación –que como se sabe rige solo por el número
igual de días a los que falten para que venza el plazo legal de la presentación del
cheque respetivo para su pago (esto es, treinta días desde su emisión22)– el banco
deberá acreditar los fondos que hubiese debitado con anterioridad en la cuenta
corriente del librador, el mismo que podrá volver a disponer de ellos. Sin
embargo, ¿qué sucede con el cheque certificado que no fue cobrado? Pues el
vencimiento no lo perjudicará; simplemente dejará de contar con los beneficios
de la certificación y estará sujeto a un mayor riesgo; es decir, será abonado sólo
si al momento de su presentación existen fondos disponibles; sin mencionar que,
transcurrido el plazo de presentación, el librador contará con la potestad de
revocar la orden de pago.

5. Finalidad

Para entender apropiadamente la finalidad que persigue la certificación bancaria de


cheques se hace necesario partir de un concepto económico: el riesgo. Carlos Alberto
Villegas nos ofrece una noción muy ilustrativa sobre este fenómeno: “Riesgo –afirma
Villegas– es la contingencia o proximidad de un daño, de modo que se corre riesgo
siempre que una cosa está expuesta a perderse, deteriorarse o a no verificarse, de
donde el riesgo está presente en toda actividad humana”23 (el realce y la cursiva han
sido agregados). Se recordará –según lo expuesto en las líneas introductorias de este
trabajo– que el principal motivo por el que los acreedores desconfiaban del empleo de
cheques ordinarios como medio de pago de sus créditos era, precisamente, el riesgo al
que estaban expuestos si no poseían información que evidenciara la existencia de fondos
disponibles en la cuenta bancaria vinculada al título. La existencia de fondos para hacer
efectivo el pago de la orden contenida en el cheque es, ciertamente, un hecho que está
expuesto a no verificarse, constituyéndose, por lo tanto, en un riesgo.

21
Al respecto, se apunta con buen criterio lo siguiente: “Los derechos del portador tampoco
pueden verse afectados por la quiebra del banco, pues si como lo venimos sosteniendo, los
fondos continúan siendo siempre del librador, dicho portador nunca puede ser considerado
acreedor del banco fallido, ya que éste no se asimila al aceptante de una cambial”. RUZZÓN.
Algunas consideraciones sobre el cheque certificado. “Comercio y Justicia”, del 1/8/87. pág. 6.
Citado por ESCUTI, op. cit., pág. 244, nota a píe n° 47.
22
Una excepción a esta regla puede ser hallada en el segundo párrafo del artículo ciento noventa
y uno (191): “[…] El Cheque de pago diferido podrá certificarse sólo durante el plazo de
presentación para su pago”.
23
VILLEGAS, Carlos Alberto. Las garantías del crédito. Tomo I. Segunda edición. Buenos
Aires: Rubinzal – Culzoni Editores. 1998. pág. 9.

pág. 7
Con el objetivo de mitigar los riesgos existentes en el mercado surgen, desde una
perspectiva amplia24, las garantías. Se hace necesario acudir aquí, una vez más, a
Villegas, según el cual las garantías “son un medio para disminuir el riesgo [...], aunque
nunca lo eliminarán de modo completo. [Consecuentemente, su finalidad será] acercar
la probabilidad de cobro a la certeza, aunque sin asegurarla jamás 25”. Teniendo en
cuenta esto, no se hace difícil intuir que la certificación ejecutada por el banco girado
constituya una garantía en sentido económico, por cuanto acarrea un aumento en las
probabilidades de cobro. Como se verá al analizar la responsabilidad del banco girado
(certificante), lo expuesto líneas atrás por Villegas cobra plena vigencia, puesto que si
bien el hecho de contar con un cheque certificado incrementa las probabilidades de
cobro, no lo asegura jamás, ya que siempre será posible (por más remota que parezca
la idea) que el banco falte a la obligación de afectar la cuenta bancaria por el monto
correspondiente, asiéndose responsable frente al legítimo tenedor del cheque por los
daños y perjuicios que, eventualmente, le ocasione.

Se entiende ahora por qué decidimos partir de un concepto “amplio” del vocablo
«garantía»: desde una perspectiva tradicional, tal carácter no le podría haber sido
atribuido a la certificación (al menos no sin producir una sensación de extrañeza en el
lector).

6. Responsabilidad del banco certificante (girado)

Un efecto que merece ser desglosado debido a su especial envergadura es el que atañe a
la responsabilidad que contrae el banco girado una vez realizada la certificación del
cheque. Al respecto, el primer párrafo del artículo ciento noventa y dos (192) de la ley
dispone que, efectuada la certificación, “el banco girado asume la responsabilidad
solidaria de pagar el Cheque durante el plazo legal de su presentación para su cobro”.
Una lectura aislada de este extracto podría llevar al equívoco a quien la realice, pues se
podría pensar que el banco girado asume la calidad de obligado cambiario durante el
plazo que dure la certificación y, por lo tanto, que está obligado a pagar el cheque al
momento de su presentación. Sin embargo, ya ha sido aclarado que el banco jamás se
posiciona como obligado cambiario principal, por cuanto no realiza aceptación alguna

24
Si se resalta aquí la amplitud del enfoque es debido a que el esquema elaborado por la
doctrina jurídica tradicional suele comprimir el fenómeno, reduciendo lo que debe ser entendido
por garantía a una clasificación por todos conocida: la que circunscribe a las garantías en reales
y personales, según constituyan derechos subjetivos que recaigan sobre bienes (como la
hipoteca, la prenda y anticresis, por ejemplo) o sobre un determinado patrimonio (fianza y aval).
Esta concepción de garantía, en tanto que limitada, no podría ser aplicada al presente caso,
como se pondrá en evidencia. No obstante, el número de voces que han optado por un
redimensionamiento en la concepción de tan significativa figura del va en aumento. Véase en
ese sentido: DÍEZ-PICAZO, Luis. Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial. Volumen II.
Las relaciones obligatorias. Sexta edición. Madrid: Civitas. 2008. pág. 456 y sgtes.; el mismo
que no duda en concebir a la fiducia cum creditore, al pacto de reserva de dominio y a la pena
convencional como garantías.
25
VILLEGAS, op. cit., pág. 21, 75.

pág. 8
(artículo 180.2). Se ha visto también que el emitente (girador) mantiene en todo
momento –mientras el cheque no haya sido pagado– su calidad de obligado principal
(artículo 182). Por lo tanto, considero que la única interpretación que puede otorgarle
lógica a esta disposición es la que sigue: el artículo ciento noventa y dos (192) se limita
a constituir una obligación de naturaleza extracartular26 27 (de índole civil) a cargo del
banco, cuyo objeto, es decir, cuya prestación, consiste en debitar y custodiar los fondos
que han sido exclusivamente reservados para el pago del cheque certificado,
preservándolos y evitando que puedan verse afectados por cualquier contingencia
durante el periodo de certificación; erigiéndose el tenedor en su acreedor ordinario.

La interpretación acotada se ve reforzada por el primer párrafo del artículo once (11) de
la ley, el mismo que restringe taxativamente la responsabilidad solidaria en títulos
valores a aquellos que emitan, giren, acepten, endosen o garanticen los mismos28.
Como se observa, nada se dice respecto a la certificación. Lo dicho hasta aquí hace que
se presente una excepción a lo afirmado por Garrigues29, según el cual entre el tenedor y
el librado no media relación jurídica alguna30.

26
Se trata de una obligación de origen legal.
27
Conformes con esta postura aunque sin ahondar en su tratamiento: SANGALLI, op. cit., pág.
578. y ESCUTI, op. cit., pág. 245.
28
Artículo once (11), primer párrafo: “Los que emitan, giren, acepten, endosen o garanticen
títulos valores, quedan obligados solidariamente frente al tenedor, salvo cláusula o disposición
legal expresa en contrario. Éste puede accionar contra dichos obligados, individual o
conjuntamente, sin tener que observar el orden en el que hubieren intervenido”. Se podría
afirmar, en un intento por rebatir lo afirmado hasta el momento, que en estas las líneas
transcritas se hace mención a una excepción a la regla (“salvo disposición legal expresa en
contrario”); de donde se seguiría que al hablar el artículo ciento noventa y dos (192) de una
responsabilidad solidaria impuesta al banco certificante, se estaría constituyendo un claro
ejemplo de dicha excepción. Sin embargo, se debe tener en cuenta que el artículo once (11)
alude a una expresa disposición legal en contrario; es decir, se refiere a aquellas situaciones en
las que la ley exonere de responsabilidad solidaria a la los sujetos que hayan emitido, girado,
aceptado, endosado o garantizado un título valor. Este artículo no deja abierta, pues, la
posibilidad de que en otros pasajes de la ley se puedan hallar otras modalidades de
responsabilidad solidaria distintas a las mencionadas.
29
GARRIGUES, Joaquín. Curso de Derecho Mercantil. s.f., pág. 952.
30
Otra excepción a lo sostenido por el autor puede encontrarse en la figura del cheque
garantizado introducida a nuestro país por el artículo ciento noventa y cinco (195) de la Ley de
Títulos Valores. Como se sabe, la garantía prestada por los bancos en esta clase especial de
cheques produce los mismos efectos cambiarios que el aval; lo que le permitiría al legítimo
tenedor dirigirse contra el banco vía acción directa. Se observa, de esta forma, una clarísima
relación cambiaria entre el banco y el tenedor del cheque.

pág. 9
7. Conclusiones

Habiendo llegado al final del presente trabajo, se hacen necesarias algunas


conclusiones:

a) Cuando un banco girado certifica un cheque procede a reservar los fondos


necesarios para hacer efectivo su pago. Estos fondos están exclusivamente
destinados al pago del cheque para el que fueron afectados; de manera que,
mientras esté vigente el periodo de certificación, ninguna contingencia que
perjudique al librador o al banco girado (concurso, embargo judicial, etc.) puede
alterar esta situación.

b) La certificación bancaria es una garantía que busca mitigar el riesgo al que están
expuestos los tenedores de cheques comunes (insuficiencia de fondos,
principalmente).

c) El banco girado no asume, bajo ninguna circunstancia, la condición de obligado


principal al pago. Mientras el cheque certificado se encuentre en circulación,
esta situación jurídica siempre recae sobre su librador (titular de la cuenta cuyos
fondos son debitados).

d) El banco se constituye en deudor ordinario (no cambiario) del legítimo tenedor


del cheque mientras dure el plazo de certificación. Su obligación consiste en
afectar los fondos necesarios, custodiarlos y protegerlos de toda contingencia
que pueda presentarse hasta que sean desembolsados para hacer posible el pago
del título.

pág. 10

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