Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
PROFESOR DE MÚSICA
INTRODUCCIÓN
“Y la institución responde:
No hay por qué tener miedo de empezar, todos estamos aquí para
mostrarte que el discurso está en el orden de las leyes, que desde hace
mucho tiempo se vela por su aparición; que se le ha preparado un lugar
que le honra pero que le desarma y que, si consigue algún poder, es de
nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene”.
A partir de un libro de Michel Foucault, “El orden del discurso”, que es una
transcripción de la lección inaugural en el College de France pronunciada
por el profesor en 1970, y haciendo uso de algunos de sus conceptos, nos
proponemos analizar el discurso del profesor de música como
acontecimiento esperado y promovido, pero también sujeto a control, a
procesos de distribución y restricción, organizado y administrado por
instituciones y que forma parte de un campo de conocimiento, de una
disciplina artística, musical y pedagógica.
PODER Y DESEO
“El discurso, por más que en apariencia sea poca cosa, las prohibiciones
que recaen sobre él, revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con
el deseo y con el poder. Y esto no tiene nada de extraño: ya que el
discurso –el psicoanálisis nos lo ha mostrado- no es simplemente lo que
manifiesta (o encubre) el deseo, es también lo que es el objeto del deseo;
y ya que –esto la historia no cesa de enseñárnoslo- el discurso no es
simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación
sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del
que quiere uno adueñarse”.
Con esto no quiero decir que las respuestas de los alumnos de 4º año
ignoren que el educador es solo uno de los sujetos de la relación
pedagógica o que el aprendizaje, como adquisición de conocimientos de
distintas clases: datos, normas, valores, habilidades, conceptos, etc.
pertenece al campo de la interioridad del sujeto que aprende sino que
señalan la fuerza del deseo de ocupar la posición docente, de tomar la
palabra, de ser el sujeto que pronuncie ese discurso, por sentirse idóneo,
preparado para hacerlo, deseo de poder, de ser una pieza clave, bien
valorada del entramado social, la encargada de transmitir los
conocimientos considerados valiosos por una sociedad a las generaciones
más jóvenes.
Por último, hay que señalar al sujeto del discurso no considerado como el
individuo que habla y que ha pronunciado o escrito un texto, sino al autor
como principio de agrupación del discurso, como unidad y origen de sus
significaciones, como foco de su coherencia. Este principio no actúa en
todas partes ni de forma constante. Limita el azar por el juego de una
identidad que tiene la forma de la individualidad y del yo.
En el momento en el que un sujeto ha alcanzado la idoneidad, la
legitimidad y la posición para encarnar al maestro, tratará de organizar su
enseñanza, darle un signo que permita el reconocimiento de los otros, que
permita su identificación personal o impersonal, formar una escuela, una
religión de ese instrumento o ser un sacerdote de una de ellas, eso que
revivimos cada vez que alguien nos pregunta: “¿con quién estudiaste?”, el
maestro, en tanto autor de su discurso convierte su enseñanza en moneda
de cambio, transferencia de capital cultural y simbólico, de saberes y
prestigio, diremos utilizando a Bourdieu.
LA DISCIPLINA
Sobre estos tres planos nos quisiéramos referir brevemente, en cada uno
de ellos circulan discursos musicales diferentes y aportan su complejidad,
su movimiento, sus imposiciones y sus demandas.
Dice Foucault:
Otros discursos que nos parecen interesantes son los producidos desde las
plataformas virtuales, la diversificación de enseñanzas musicales a través
de internet, profesores de instrumento, de composición, armonía, análisis
y crítica musical o incluso producción, más y menos profesionales,
apropiándose de espacios hasta hace un tiempo asociados al
entretenimiento toman ahora la forma de clases virtuales, tutoriales,
clases magistrales subidas a plataformas de vídeo, etc. Puntos que pueden
servirnos de ejemplos e innovaciones para enriquecer nuestras prácticas y
poner en cuestión el rol docente.
En una charla con el profesor de guitarra Gustavo Kantor, éste nos contó
que en su historia vivió el paso, en los 70´, de separación en subgrupos
estancos y entre los que no había intercambios, de los diferentes
microcosmos musicales, a las fusiones, las solidaridades entre sus artistas,
las actuaciones conjuntas, etc. Existían por un lado los del jazz, por otro
los rockeros, los folckloristas o los académicos, decía el maestro que cada
uno de esos grupos eran muy “ortodoxos”, que en esa época comienzan
las fusiones y que la situación actual es muy distinta, hoy, por ejemplo,
muchas piezas folcklóricas para guitarra ya son parte de los repertorios de
estudio y de concierto a nivel local e incluso internacional, piénsese en
Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú o Carlos Moscardini; otra exigencia
puede ser el estudio de la improvisación, tanto de géneros folcklóricos,
tango, hasta jazz, no solo dentro de esos géneros específicos sino como
parte de una mirada más general del quehacer del intérprete, el
compositor y el docente hoy.