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REVOCACION DE DONACION POR INGRATITUD

Serie 17
Gaceta Judicial 7 de 23-oct.-2001
Estado: Vigente

REVOCACION DE DONACION POR INGRATITUD


En el caso de la donación, esta Sala considera que la norma de la ingratitud no se remite a la norma
de la indignidad, sino que tiene un carácter abierto y que por tanto lo único que pretende, al señalar
lo que se entiende por ingratitud y decir que "es cualquier hecho ofensivo del donatario, que le
hiciera indigno de heredar al donante", es otorgar al juez un criterio básico que le permita determinar
la gravedad del acto que faculte la declaratoria de ingratitud. Esto se debe a que la voluntad del
legislador al redactar esta norma abierta es posibilitar que no sólo aquellas causales que constan
como motivadoras de la declaratoria de indignidad sean contempladas para provocar la revocatoria,
sino que la ley debe ser más severa en la calificación del comportamiento incorrecto y que, por tanto,
no se debe limitar la declaratoria de ingratitud a ciertos casos previstos en la ley, sino que hay que
darle al juez la posibilidad de valorar otros actos o hechos ofensivos de tal gravedad que pueden a
su juicio ser suficientes para calificar la ingratitud del donatario frente al benefactor.
Gaceta Judicial. Año CII. Serie XVII. No. 7. Página 1860
(Quito, 23 de octubre de 2001)

RESOLUCION DEL RECURSO DE CASACION

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- PRIMERA SALA DE LO CIVIL Y MERCANTIL.- Quito, 23 de


octubre del 2001; las 11h30.

VISTOS.- Juan Carlos Medina Namcela interpone recurso de hecho ante la negativa de su recurso
de casación de la sentencia dictada el 30 de marzo del 2001 por la Segunda Sala de la Corte
Superior de Justicia de Loja, dentro del juicio ordinario que por revocatoria de donación siguen en su
contra María Francisca Namcela Japón y Manuel Agustín Medina Suquilanda. Concedido el recurso,
su conocimiento correspondió por el sorteo legal a esta Primera Sala de lo Civil y Mercantil de la
Corte Suprema de Justicia, que lo admitió mediante auto expedido el 28 de agosto del 2001. Una vez
cumplido el trámite previsto en la Ley de Casación, estando la causa en estado de resolverla, se
considera lo siguiente.

PRIMERO.- El recurrente señala queda causal en que se funda el recurso es la primera del artículo 3
de la Ley de Casación, pues afirma que: "El art. 1471 del Código Civil tras referirse a la ingratitud
como antecedente para la revocatoria de la donación, señala en su inc. 2o., como acto de ingratitud
cualquiera de los hechos referidos en el 1032 ibid. Mas, el citado Art. 1032 en su num. 2o. al referir.
El atentado grave contra la vida del donante por parte del donatario exige que tal hecho deberá ser
declarado previamente en sentencia ejecutoriada. En la especie no se ha agotado esa declaratoria
prejudicial, encontrándose pendiente, según aparece de autos juicio penal inconcluso sobre la
presunta infracción. En consecuencia, en el peor de los casos, en contra mía hay una litis pendiente
que debe decidir si el (sic) soy o no culpable.

SEGUNDO.- El autor español José Castán Tobeñas, al referirse a la revocación de una donación
dice lo siguiente: Las donaciones intervivos son como todo contrato, irrevocables, en el sentido de
que no pueden quedar sin efecto por la sola voluntad del donante. Pero no se opone a esa
irrevocabilidad que pueda, la donación, ya perfecta; quedar ineficaz por virtud de causas especiales,
que pueden depender de la voluntad de las partes o de la disposición de la ley. En el primero de
estos casos se trata, como dice Chironi, de una resolución; en el segundo, de una revocación. La
resolución de las donaciones proviene del cumplimiento de condiciones resolutorias y no constituye
una teoría especial, sino una aplicación de doctrinas comunes a toda clase de contratos. La
revocación, en cambio, constituye uña de las especialidades más características de la donación.
Algunos autores la fundan en una presunción de voluntad, entendiendo que de haberlo conocido el

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donante le hubiera hecho abstenerse, de ella. Otros, en una tácita cláusula rebus sic stantibus, en
cuanto las causas de la revocación dan lugar a un estado de cosas distinto al que existía al tiempo
de hacer la donación (Derecho Civil Español, Común y Foral, Reus S.A., 10ma ed., tomo IV, Madrid,
1977, pág 240).

TERCERO.- Como vemos, si bien es principio general que la donación no admita revocatoria, sin
embargo el carácter especial de esta figura jurídica, en la que se "se ofrenda sin contraprestación ha
inducido a la ley a fijar límites a su eficacia, y en particular a salir al paso de las promesas
precipitadas oponiéndoles exigencias de forma; además, ha atenuado los deberes jurídicos del
donante por comparación con los propios de los negocios onerosos, y finalmente ha afojado los
vínculos de la donación estableciendo una excepción o un derecho de repetición a causa de
necesidad del donante y de un derecho de revocación por ingratitud del donatario" (Ludwig
Enneccerus Derecho de Obligaciones, Casa Editorial. Bosch, Tomo II, Barcelona, página 193). Es
por estas particularidades que se han instaurado distintos sistemas para regular las causales de
ingratitud. Un primer sistema que establece normas cerradas cuyo contenido es de aplicación
taxativa, y un segundo sistema en el cual existe una normatividad abierta. En el primer caso están
aquellas legislaciones, como la española, que señalan de manera expresa las causales únicas y
expresas que permiten la revocatoria de la donación, entre las cuales están: el incumplimiento de las
cargas o de las condiciones impuestas por el donante, la superviniencia de hijos al donante, y la
ingratitud del donatario. En cuanto, a ésta última, el Código Civil español (artículo 648) señala de
forma taxativa los casos que por su gravedad son considerados causales de ingratitud; estos, son:
1o. Si el donatario cometiere algún delito contra la persona, la honra o los bienes del donante. 2o. Si
el donatario imputare al donante alguno de los delitos que dan lugar a procedimiento de oficio o
acusación pública, aunque lo pruebe; a menos que el delito se hubiese cometido contra el mismo
donatario, su mujer o los hijos constituidos bajo su autoridad. 3o. Si le niega indebidamente los
aumentos". En el segundo caso, se encuentran las legislaciones alemana y francesa, anotándose
que ésta última inspira el Código Civil chileno, del cual nuestra legislación recogió la norma referente
al tema. En estos sistemas, la ley señala de manera general, como causa para la revocación, a "la
ingratitud". En efecto, el artículo 1471 del Código Civil ecuatoriano dice lo siguiente: "La donación
entre vivos puede revocarse por ingratitud. Se tiene por acto de ingratitud cualquier hecho ofensivo
del donatario, que le hiciera indigno de heredar al donante. A diferencia de la norma española, la
ecuatoriana no determina los casos específicos que el legislador ha considerado como demostrativos
de ingratitud, sino que se limita a señalar de forma general que puede corresponder a un hecho
ofensivo, que debe ser de tal gravedad que puede hacerle indigno de heredar al donante. En
consecuencia, el tipo abierto de esta norma permite la posibilidad de interpretación y valoración del
juez, quien deberá estimar si determinado acto probado en juicio puede ser considerado o no como
un acto de ingratitud, advirtiéndose que en nuestro código no se admite como causal de revocatoria,
como en el Código español, la superviniencia de hijos sino que se la considera como un motivo para
la resolución del contrato, siempre y cuando se haya establecido expresamente esta excepción en el
contrato de donación (artículo 1467 del Código Civil). Manuel Somarriva Undurraga en su análisis del
Código Civil chileno, desarrolla una tesis distinta y argumenta: "Como sabemos, la donación siendo
un contrato es por regla general, irrevocable, salvo ciertas excepciones, la principal de las causales
la contempla el artículo 1428 (1471), en cuya virtud, la donación entre vivos puede revocarse por
ingratitud. El mismo precepto se encarga de decirnos cuándo existe ingratitud: se tiene por acto de
ingratitud cualquier hecho ofensivo del donatario que le hiciere indigno de heredar al donante. Dicho
de otra manera, el Código se remite directamente a las causales de indignidad para suceder,
contempladas en los artículos 968 y siguientes, y otros preceptos del Código." (Derecho Sucesorio,
Editorial Nacimiento S.A., Santiago de Chile, 1961, página 695). Esta posición doctrinal coincide con
lo sostenido por el recurrente, quien considera que el artículo 1471 del Código Civil hace una
remisión expresa al artículo 1032 del Código Civil, y que por tanto se deben considerar como
causales de ingratitud las que permiten declarar la indignidad del heredero, y por ello si la presente
causa se ha iniciado amparada en la causal segunda de dicho artículo, que se refiere al que "cometió
atentado grave contra la vida, la honra o los bienes de la persona de cuya sucesión se trata, o de su
cónyuge, o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes", para que proceda la declaratoria de
ingratitud es necesario que dicho atentado haya sido declarado mediante sentencia ejecutoriada.

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CUARTO.- Cabe en este punto hacer ciertas precisiones. Para ello esta Sala considera necesario
citar a F. Laurent, quien dice: "Hay entre las donaciones y las sucesiones una diferencia que en vano
se ha puesto en duda. El donatario tiene todo del donador; el sucesor debe a la ley su derecho, o
mejor dicho, a la sangre que corre por sus venas; y se le considera, en teoría, como propietario de
los bienes que hereda. Así, pues, la ingratitud del donatario es más negra que la del heredero, y por
esto el legislador la trata con más severidad" (Principio de Derecho Civil, Editor J.B. Gutiérrez, 2da
edición, tomo XIII, Puebla, 1913, página 5). Sin duda, tanto, la indignidad como la ingratitud tienen
características similares, que también las aproximan a otra figura jurídica denominada
desheredamiento, ya que las tres constituyen una especie de pena, que se aplica a ciertas personas
beneficiarias, ya sea de una herencia, legado o donación, que han descuidado sus deberes morales
al tener un mal comportamiento frente a su benefactor o a la persona de la cual son herederos o
legatarios. Sin embargo, la indignidad y al desheredamiento son figuras aplicables a la sucesión por
causa de muerte, mientras la ingratitud es aplicable únicamente a la revocatoria de donación. Ahora
bien, la indignidad es una de las cuestiones previas que deben resolverse ante la justicia en el
momento de hacer la partición de los bienes hereditarios y que opera con relación a los herederos
forzosos, ya sea en sucesión testamentaria o abintestato; y que puede ser pedida por cualquier
persona interesada. En cambio, el desheredamiento es un acto realizado por el mismo testador, que
consiste en una disposición testamentaria que determina que un legitimario sea privado de todo o de
parte de su legítima, cuando ha incurrido en ciertas causales expresamente señaladas. En ambos
casos, el legislador ha creído necesario, que los casos que motivan declarar, ya sea la indignidad o
el desheredamiento, sean expresos y taxativos, es decir que esta calificación proceda única y
exclusivamente en los casos señalados por la ley. Todo esto porque se considera de suma gravedad
privar a un heredero de su derecho sucesorio y por ende sólo se lo podrá hacer cuando su acto sea
de aquellos calificados por la ley. En el caso de la donación, esta Sala tiene una opinión contraria a
la del tratadista Somarriva, pues considera que la norma de la ingratitud no se remite a la norma de
la indignidad, sino que tiene un carácter abierto y que por tanto lo único que pretende, al señalar lo
que se entiende por ingratitud y decir que "es cualquier hecho ofensivo del donatario, que le hiciera
indigno de heredar al donante", es otorgar al juez un criterio básico que le permita determinar la
gravedad del acto que faculte la declaratoria de ingratitud. Esto se debe a que, como vimos en la cita
de Laurent, la voluntad del legislador al redactar esta norma abierta es posibilitar que no sólo
aquellas causales que constan como motivadoras de la declaratoria de indignidad sean
contempladas para provocar la revocatoria, sino que la ley debe ser más severa en la calificación del
comportamiento incorrecto y que, por tanto, no se debe limitar la declaratoria de ingratitud a ciertos
casos previstos en la ley, sino que hay que darle al juez la posibilidad de valorar otros actos o
hechos ofensivos de tal gravedad que pueden a su juicio ser suficientes para calificar la ingratitud del
donatario frente al benefactor. En consecuencia, esta Sala estima que no existe remisión entre las
normas, como afirma el recurrente en contra de la sentencia impugnada y que, por consiguiente,
para declarar la ingratitud del donatario, no se necesita de sentencia ejecutoriada, pues los hechos
que se castigan no corresponden a la violación de una responsabilidad penal sino de una civil.

QUINTO.- Otra de las alegaciones del recurrente consiste en afirmar que se ha inaplicado el artículo
1472 del Código Civil, por cuanto si bien esta norma dice que: "el donatario será considerado
poseedor de mala fe desde la perpetración del hecho ofensivo que ha dado lugar a la revocación, el
fallo en cambio, me niega el derecho a cobrar las mejoras introducidas en uno de los lotes donados,
antes del presunto hecho de ingratitud." Al respecto, esta Sala considera que, para que sea aplicable
al caso el artículo 1472 del Código Civil, era necesario, en primer lugar, que se hubiese probado en
el juicio que el recurrente fue el autor de las mejoras, es decir que éstas hubiesen sido realizadas
durante el tiempo en que, por efectos de la donación, el inmueble fue de su propiedad, aunque los
donantes mantenían el usufructo; y en segundo lugar que, tales mejoras hubieren sido realizadas a
su costa. Al respecto, tanto el juez de primera instancia, como el tribunal ad-quem al valorar la
prueba testimonial presentada por el demandado la han desestimado, y así se lo expresa en el
considerando quinto de la sentencia de segundo nivel, que dice: "Por su parte el demandado ha
presentado los testimonio de José Eugenio Verá Abrigo, fs. 48, 48vta. y 49, María Delia Suquilanda,
fs. 49 y 49 vta., Rosa Esperanza Suquilanda, fs. 49 vta. 50, René Armijos fs. 50 y 51, Manuel Eloy
Ordóñez Armijos, fs. 51 y 52 vta., poco o nada han aportado para el esclarecimiento de los hechos".
Sobre esta valoración, nada puede hacer el tribunal de casación, pues la facultad de revalorizar la

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prueba actuada en el juicio, no le está permitida, pues conforme ha resuelto esta Sala en un
sinnúmero de resoluciones, por medio del recurso de casación no se puede alterar la valoración de
la prueba, ni cambiar los hechos establecidos por el juez de instancia, así como tampoco modificar
su grado persuasivo, sino que debe limitarse a verificar si existe una violación directa de una norma
jurídica que impele a valorar la prueba de los hechos de una forma distinta a la que ha efectuado el
juez. Por otra parte, se hace notar que, el recurrente cuando apeló del fallo de primera instancia, al
señalar los puntos en los cuales se contrajo la apelación, no determinó explícitamente que uno de
esos puntos era el relativo a la reconvención rechazada por el juez. Nuestra legislación, respecto de
la apelación en el juicio ordinario (artículo 417 del Código de Procedimiento Civil), exige que se haga
esa determinación dentro de los diez días hábiles después de notificada la recepción del proceso por
el tribunal de alzada. En caso de no cumplirse con este requerimiento se declarará desierto el
recurso y se dispone la ejecución inmediata por el inferior. Alfonso Troya Cevallos, procesalista
ecuatoriano, sobre el tema señala lo siguiente: "Si el proceso está ante el superior, el apelante tiene
la carga de puntualizar el recurso... Queda en claro que, en cualquier caso, si se apeló sólo de una
parte del fallo, queda ejecutoriada la parte no apelada, o sea aquella acerca de la cual no se
reclamó... En materia civil los recursos no se han establecido en interés de solo la ley, sino en
beneficio de la parte que se supone o considera perjudicada o agraviada en su derecho por la
resolución contra la que recurre, a fin de que el superior la revoque, enmiende o corrija; estando, por
tanto, limitada la revisión del superior a lo que es objeto del recurso" (Elementos de Derecho
Procesal Civil, Tomo Il, Ediciones Universidad Católica, Quito, 1976, páginas 461-462). Por lo tanto,
conforme a la doctrina citada y la seguida por esta Corte, se concluye que, al no haber
fundamentado su recurso de apelación en lo referente a la reconvención, quedo conforme sobre este
punto y no puede ahora solicitar que sea revisado mediante recurso de casación.

SEXTO.- Finalmente, el recurrente señala que "el fallo al ser confirmatorio in integrum del inferior,
transgrede el Art. 1475 ib. Cuando dispone que se notifique al acreedor hipotecario para que haga
valer sus derechos en la forma de ley, disposición que se asume, seguramente, con el ánimo de
dejar en forma ilegal insubsistente dicha hipoteca." Sobre esta afirmación, esta Sala considera que la
suposición realizada por el recurrente carece de base legal pues, en ningún momento, en su
sentencia, el juzgador dispone que se levante la hipoteca sino que, por el contrario, reconoce el
derecho de los acreedores hipotecarios sobre el bien, conforme lo establece el artículo 1475 del
Código Civil. Anotándose que efectivamente, tal como ha señalado el recurrente en su recurso, el
donante podrá pagar al acreedor hipotecario el valor del gravamen y reclamarlo posteriormente al
donatario. Por las consideraciones señaladas, ADMINISTRANDO JUSTICIA EN NOMBRE DE LA
REPUBLICA Y POR AUTORIDAD DE LA LEY, se rechaza el recurso de casación interpuesto por
Juan Carlos Medina Namcela. Notifíquese, publíquese y devuélvase.

f) Drs. Galo Galarza Paz.- Santiago Andrade Ubidia.- Ernesto Albán Gómez.

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