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El cerebrocentrismo según afirma la REN (2004) fue traido por Cannon y otros autores al
campo de las emociones , pues es una manera distinta de una creencia que se difundió
en la antigüedad a la que se le denomina el pensamiento occidental. Esta creencia
hablaba sobre un agente sutil responsable del darse cuenta consciente, la psicología
filosófica del pasado identificó este agente con la “mente ; aquella que es, sutil, inmaterial
y separada tanto del cerebro como del cuerpo, se le atribuyó el poder de engendrar la
experiencia emocional. El cerebro y el cuerpo, supeditado a esta autoridad sutil, estaban
allí para llevar a cabo sus órdenes y para comunicar sus estados no espaciales con
movimientos en el espacio.
De cualquier manera la psicología filosófica o el “cerebro” de la psicología científica son
usados como principios explicatorios, la emoción sigue explicándose con solipsismos y
profundas tautologías: las causas de la experiencia emocional están en la mente o en el
cerebro, la experiencia emocional es el darse cuenta de los procesos cerebrales,
cualidades de la mente, o procesos cognitivos (REN, 2004)
2.1.1 Argumentos de Cannon- Bard
La teoría de James-Lange explica que los sentimientos de agrado o desagrado se
producen cuando los cambios fisiológicos ya han ocurrido. La posición contraria es la
teoría de Cannon-Bard, que considera que primero nos damos cuenta de los estímulos
emocionales y después vienen las reacciones fisiológicas.
Para Rosselló y Revert (2008), de entre todas las críticas a la teoría de James-Lange fue
ésta la que destacó por su gran importancia pues dejó huella en la comunidad científica.
Los argumentos de Cannon se articulan en torno a los siguientes puntos:
1) Las vísceras son estructuras relativamente insensibles; este argumento de Cannon se
dice que es inconsistente porque las vísceras poseen una sensibilidad difusa (Cano,
2012).
2) La separación total entre vísceras y SNC no altera la conducta emocional; para afirmar
esto Cannon realizó experimentos con animales, a los que cortaba las conexiones entre
S.N.C. y S.N.A además de los experientos en perros espinales altos de Sherrington y los
pacientes con lesión espinal alta (Cano, 2012).
3) Los mismos cambios viscerales se producen en estados de emoción muy distintos, e
incluso en estados no emocionales; es decir son de carácter específico y no diferencian
las emociones. Esto surgió de su concepto de la reacción de emergencia, que acompaña
cualquier estado que requiere consumo energético y que se producía por activación del
sistema nervioso autónomo o vegetativo en respuesta a ordenes cerebrales (Cano, 2012).
4) Los cambios viscerales son demasiado lentos para constituir una fuente de
sentimientos emocionales; es decir las respuestas del S.N.A. son muy lentas, tienen
latencias muy largas, mientras que en las reacciones emocionales no es así, son rápidas
(Cano, 2012).
5) La inducción artificial de los cambios viscerales propios de las emociones intensas no
logran provocarlas. Un apoyo a esta afirmación sería el experimento de Marañón. A pesar
de todo, los cambios viscerales parecen ser condición necesaria para la emoción,
conjuntamente con los factores cognitivos (Cano, 2012).
Los estudios de Walter Cannon sirvió para que existieran otras propuestas que
reivindicaban la actividad neural (y, por extensión, la cognición) como condición necesaria
y suficiente para la existencia de la emoción, por otro lado las teorías periféricas
sustentaban a la emoción como la percepción de la actividad somática y vegetativa.
Después de ello aparecieron otras alternativas eclécticas, entre las que destacó, como
veremos, la llamada “teoría bifactorial” (Rosselló y Revert, 2008).
Estos argumentos ponen de relieve que los patrones psicofisiológicos asociados con las
emociones no son lo suficientemente específicos como para permitir la diferenciación entre las
emociones.
En general, Cannon defiende que las emociones tienen la función de preparar al organismo
ante situaciones de emergencia, por lo que los cambios corporales y las emociones se
producen al mismo tiempo; mientras que, para James los cambios corporales anteceden a la
emoción. Así pues, para Cannon lo verdaderamente importante en la ocurrencia de la emoción
no se encuentra fuera del sistema nervioso central, por lo que, frecuentemente, su
planteamiento también ha sido denominado teoría neural central de la emoción , aunque
también ha recibido otras denominaciones como: teoría talámica de las emociones o la teoría
central de las emociones, la teoría de la emergencia o la teoría de neurofisiológica de la
emoción.
La idea principal que subyace a la teoría de Cannon-Bard es que la emoción se produce como
consecuencia de la activación del tálamo. Las neuronas talámicas se encargan, por una parte,
de la activación de los músculos y las vísceras, y por otra, de facilitar feedback informativo a la
corteza. Como consecuencia, los cam - bios corporales y la experiencia emocional ocurren
simultáneamente. Desde esta óptica el tálamo se considera la estructura subcortical
controladora de las emocio - nes, por lo que también se le conoce como la teoría central de las
emociones. En este sentido, el tálamo sería el sustrato biológico de la experiencia emocional y
el hipotálamo el sustrato biológico del comportamiento emocional.
Por otra parte, para Cannon no existía una correspondencia entre un tipo de emoción y unos
cambios corporales concretos, sino que la emoción se caracteriza por la activación general del
organismo; es decir, propone la activación de un sistema general de defensa que prepararía al
organismo para enfrentarse a situaciones aversivas mediante las conductas de lucha o huida.
De ahí el nombre de teoría de la emergencia, cuya idea es que el organismo está programado
para lograr mante - ner un nivel óptimo de adaptación, que se encuentra perturbado por la
ocurrencia de las emociones. Estas señalan un estado de emergencia, ante las cuales el
organismo intenta recuperar su nivel óptimo de adaptación.
En última instancia, se puede decir que una de las aportaciones más relevantes es la
existencia de centros específicos en el sistema nervioso central que se encarga - rían de la
experiencia emocional, lo que propició el desarrollo de la investigación neurológica en el
estudio de la emoción.
Palmero, C. F., Gómez, Í. C., & Guerrero, R. C. (2011). Manual de teorías emocionales y
motivacionales. Retrieved from https://ebookcentral.proquest.com