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La gestión de riesgos es una metodología que se utiliza cada vez más en los servicios sanitarios.
Sus principales objetivos son, incrementar la calidad de la asistencia, mejorar la seguridad de
los pacientes y de los profesionales sanitarios que la reciben y la llevan a cabo y disminuir los
costes evitables.
En la mayoría de los casos para que un problema ocurra, se necesita la preexistencia de una
situación o ambiente de riesgo, que se sume a una conducta de riesgo. Si sabemos que el
ambiente clínico ofrece riesgos permanentes, que no es posible eliminar en su totalidad aun
con buenas prácticas, la institución debe desarrollar sus propias barreras de seguridad, con
tecnología suficiente, procesos adecuados y personas competentes. Desde esta perspectiva, la
gestión de riesgos se define como el conjunto de estrategias que nos llevan a un proceso
lógico, sistemático y multidisciplinario, que mediante la utilización de políticas y métodos de
gestión, permite identificar y controlar la gran cantidad y variedad de situaciones susceptibles
de convertirse en problemas; es un componente indispensable que debe aplicarse de manera
transversal (horizontal) y formar parte de la estructura interna de todo el proceso asistencial
del paciente. La gestión de riesgos es una metodología que surgió hace más de tres décadas en
el ámbito financiero para evitar pérdidas económicas. Cada vez se utiliza con mayor frecuencia
en los servicios salud para mejorar la calidad de la atención, para incrementar la seguridad de
pacientes y prestadores del servicio, así como para disminuir los costos que son evitables.
Nace como una disciplina nueva, encargada de estudiar los efectos adversos de la asistencia
sanitaria. Se basa en la identificación y caracterización de las causas que originan los
problemas, para poder controlarlos, prevenirlos o reducirlos y cuando es posible, eliminarlos.
El proceso de gestión de riesgos, puede dividirse por lo menos en tres grandes capítulos (Stock
y Lefroy, Canadian Hospital Association): 1) La identificación oportuna de los riesgos, mediante
la revisión de las características estructurales y funcionales de la institución, como el tipo de
hospital, los procedimientos que realiza, el tipo de recursos tecnológicos con que cuenta y las
características de su capital humano. Todo esto, considerando el marco ético y jurídico
vigente. 2) El análisis de casos problema, que debe hacerse individual y global, utilizando las
herramientas metodológicas como el análisis de modo y efecto de fallas (prospectivo) y
análisis de causas raíz (retrospectivo), entre otras. El análisis debe estructurarse considerando
tres puntos importantes: 1) la frecuencia del problema, que es el grado de exposición al riesgo
o probabilidad de que ocurra, 2) la severidad, que se refiere a su magnitud y trascendencia y 3)
la capacidad de respuesta organizacional, esto es, qué tan preparada está la institución para
afrontar los problemas en cuestión. Es importante también clasificar la naturaleza de los
riesgos para establecer las diferentes rutas críticas de actuación para prevenirlos. Por ejemplo,
la Dirección de Enfermería del Grupo Ángeles Servicios de Salud, los clasifica en riesgos
clínicos, legales y administrativo-financieros. Complementa el análisis de riesgos, el asignarles
una jerarquía para identificar las prioridades en su abordaje. Todo esto nos permite
determinar con mayor nivel de precisión, los riesgos globales de una institución o de un
servicio y hasta dónde es posible disminuirlos o eliminarlos, de manera real. 3) Control, es el
tercer gran capítulo. Para elaborar el plan de control de riesgos, los puntos relevantes son la
creación de una cultura organizacional enfocada a la prevención de riesgos, el desarrollo de
políticas institucionales de calidad y seguridad, la estandarización de los procesos asistenciales
y el establecimiento del sistema de monitoría de indicadores de gestión.
Los principales beneficios de la gestión de riesgos son: una planificación estratégica más
efectiva, como resultado de un conocimiento más amplio del servicio; las eventuales
contingencias se afrontan con menor costo, debido a que la institución está preparada para
cuando ocurra algo indeseable; mejores resultados en eficacia, eficiencia y efectividad de los
programas de trabajo; mayor transparencia en la toma de decisiones y procesos de gestión, así
como mejores resultados ante los procesos de auditoría clínica, interna y externa
La Joint Commission de los Estados Unidos define desastre como “un tipo de emergencia que,
debido a su complejidad, extensión o duración, amenaza la capacidad de la organización y que
requiere de ayuda externa para poder sostener las funciones de atención de los pacientes,
seguridad y vigilancia.
Los desastres suelen dividirse en las siguientes categorías: desastres naturales (geológicos,
meteorológicos y biológicos), humanos (accidentales o intencionales) y tecnológicos (derrames
químicos, colapsos energéticos, rotura de diques, etc.) La NFPA (National Fire Protection
Association), por su parte, puntualiza las significativas diferencias que existen entre las
emergencias de todos los días y los desastres: “Durante los desastres, las entidades que deben
responder se ven forzadas a una mayor y diferente forma de interacción con otros grupos,
pudiendo perder algo de autonomía y control directo sobre su propio funcionamiento. Otras
diferencias incluyen el entrecruzamiento de barreras jurisdiccionales, el necesario refuerzo de
la coordinación entre entidades públicas y privadas y la creación estándares de desempeño
para que las instituciones cambien rápidamente y se adapten a las prioridades más relevantes
del desastre.”
El rol del Estado Una adecuada planificación para responder en forma adecuada a desastres,
requiere de la integración y coordinación de los distintos sectores de salud (público, privado y
de obras sociales). Cualquier sistema de gestión de crisis debe a su vez construirse sobre
valores éticos que garanticen que todos los prestadores actúen con equidad y justicia.
También es importante contar con un marco legal y regulatorio que responda a la realidad del
desastre. Un sistema legal efectivo y justo alentará a todos los profesionales de la salud y a los
voluntarios a cumplir con sus funciones, mientras se maximizan los recursos disponibles y se
protege a los pacientes de daños innecesarios. Los expertos recomiendan fuertemente que el
estándar de atención en crisis se encuentre enmarcado dentro del panorama más amplio de lo
que en nuestro país sería Defensa Civil, mediante un abordaje sistémico. La totalidad del
sistema de respuesta ante la emergencia – tanto actores independientes que trabajan solos
como aquellos que trabajan dentro de redes integradas‐ deben adoptar este tipo de abordaje
para brindar la mejor atención posible al mayor número de pacientes. El enfoque de respuesta
múltiple y sistémica sugerido por el Comité del IOM (ver cuadro 1) puede articularse con los
actuales programas de emergencias. Para que los estándares de atención en crisis sean
implementados satisfactoriamente, los mismos deben contemplar todo el espectro de
disciplinas que participan en una respuesta de emergencia y no quedarse con el foco estrecho
en el tema de las atenciones médicas. Cada actor clave (defensa civil, salud pública, sistemas
de ambulancias, centros de # 3 Biblioteca Virtual NOBLE | Mayo 2013 trauma, profesionales,
etc.) tiene gran influencia en el éxito o fracaso del sistema en su conjunto.
El deber de planificación de las instituciones de salud Durante crisis como las descriptas, los
hospitales pueden quedarse sin energía eléctrica, el personal más capacitado puede no
hallarse disponible, los medicamentos, suministros y camas pueden ser insuficientes, pudiendo
ser necesario tener que brindar la atención en lugares alternativos. La realización de los ajustes
necesarios de acuerdo al alcance de las prácticas, las opciones de tratamiento, las ambulancias
disponibles y los sistemas de comunicación caen dentro de la órbita de las autoridades
sanitarias. Entre otras tareas, estas autoridades encargadas de liderar y coordinar las
respuestas deberían establecer “gatillos” o umbrales que marquen claramente el pasaje de
una atención convencional a una atención de contingencia ante la catástrofe. El compromiso
del Estado debería demostrarse durante la fase de planificación, garantizando que el programa
refleje los valores y prioridades de su comunidad. Por otra parte, los hospitales, clínicas y
centros de atención ambulatoria (públicos y privados), son un factor crítico de la respuesta, y
ellos a su vez también necesitan planes de gestión de catástrofes que les permitan pasar del
modo de atención convencional al modo de atención durante desastres. Durante su actividad
regular, las instituciones que brindan cuidados agudos tienen el deber de atender a sus
pacientes. Además, durante épocas de calma y en anticipación de tiempos extraordinarios,
tienen el deber de planificar su respuesta ante una catástrofe.
1) Comunicación
2) Recursos y suministros
3) Seguridad y vigilancia
responsabilidades
5) Servicios
3) Seguridad y Vigilancia Controlar a quién se le permite entrar, salir o moverse dentro del
hospital resulta necesario tanto para proteger a las personas de daños accidentales como para
proteger a ellas, a los equipos y a los servicios básicos de actos de vandalismo. Durante una
catástrofe o emergencia externa, típicamente se acercan al hospital los medios, los heridos
que caminan, los voluntarios y los familiares de las víctimas. Aún gente # 7 Biblioteca Virtual
NOBLE | Mayo 2013 que no está herida puede acudir al hospital cuando es el único edificio de
la comunidad que tiene luz, agua y la capacidad de brindar refugio. Por ello, los estándares de
la Joint Commission(6) requieren que las instituciones determinen por adelantado cómo
controlarán los accesos, no sólo del personal, pacientes, visitantes y voluntarios, sino también
de proveedores, trabajadores de reparación y mantenimiento, prestadores de servicios y
otros. Las decisiones acerca del acceso y la movilidad en el hospital dependerán del tipo de
emergencia y de las condiciones locales (por ejemplo, si la institución ha decidió o no brindar
refugio a las familias del personal). En la panificación se deben considerar incluso aspectos
tales como qué es lo que debería hacer la policía con sus armas cuando ingresan al hospital.
5) Servicios Las catástrofes pueden dañar o destruir servicios esenciales, y los centros de salud
deben tener previsto alternativas para garantizar la continuidad de los mismos. Algunos de
estos servicios básicos son: • Electricidad. Las instituciones deben contar con un back up de
electricidad confiable. Una de las sentencias más altas contra hospitales de Nueva Orleans
luego del Huracán Katrina se basó en la falta de previsión de una institución que colocó sus
grupos electrógenos a nivel del # 8 Biblioteca Virtual NOBLE | Mayo 2013 suelo, quedando
inutilizados durante la inundación, originando la muerte de varios pacientes.(12) •
Agua. Tanto para consumo, como para tareas esenciales con los pacientes y otros usos. El
agua potable suele ser el recurso más crítico durante una emergencia y debe planificarse su
suministro alternativo. • Combustible para las operaciones del edificio, generadores y servicios
de transporte (ambulancias) • Gases medicinales y sistemas de vacío • Sistemas de calefacción
y refrigeración y de vapor para esterilización.
La Joint Commission de los Estados Unidos define desastre como “un tipo de emergencia
que, debido a su complejidad, extensión o duración, amenaza la capacidad de la organización y
que requiere de ayuda externa para poder sostener las funciones de atención de los pacientes,
seguridad y vigilancia.”
Los desastres suelen dividirse en las siguientes categorías: desastres naturales (geológicos,
meteorológicos y biológicos), humanos (accidentales o intencionales) y tecnológicos (derrames
químicos, colapsos energéticos, rotura de diques, etc.)