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MINIATURIZACIÓN
Aunque no es una ley propiamente dicha, sino más bien una tendencia
empírica, la Ley de Moore se ha venido cumpliendo con cierta exactitud.
Sin embargo ahora se topa con un límite físico: el tamaño de los
transistores está llegando a órdenes atómicos: no se pueden hacer
transistores más pequeños que un átomo; además la pequeñez presenta
otros problemas relacionados con la naturaleza cuántica de la materia o la
disipación de calor. En definitiva: el proceso de miniaturización y aumento
de potencia que ha hecho que llevemos máquinas prodigiosas en nuestros
bolsillos se topa de frente con un muro.
Para hacernos una idea del avance, el físico Ramón Aguado, investigador
del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) propone una
bonita metáfora: “En un microprocesador, en los años setenta, había dos
mil transistores: el número de espectadores que cabe en un teatro. Hoy en
ese teatro hemos conseguido meter mil millones de personas, es decir,
hay mil millones de transistores en un procesador”. ENIAC, construido en
1943 para calcular trayectorias balísticas y considerado el primer
ordenador, ocupaba una habitación entera y pesaba 27 toneladas. Podía
hacer 5.000 sumas o 3.000 multiplicaciones por segundo. Hoy cualquier
smartphone tiene una potencia más de mil veces superior y cabe en la
palma de la mano. ¿Cómo se ha obrado este prodigio?
10.000
9.000
Medidas transistores
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La computación cuántica
Pero la vía que parece que supondrá un cambio cualitativo es la
computación cuántica. En esta disciplina los estados posibles no son solo
el 0 y el 1, sino una superposición de ambos estados, como en el famoso
caso del gato de Schrödinger que está muerto y vivo al mismo tiempo. Así,
del bit tradicional, pasamos al qubit. La capacidad de computación
crecería de tal manera que todavía es difícil imaginar sus consecuencias.
Por lo pronto uno de los efectos más señalados es que un ordenador
cuántico podría volar por los aires todos los sistemas de encriptado, por
ejemplo el de las tarjetas de crédito. “Para encriptar una tarjeta de crédito
hay, básicamente, que descomponer en dos factores un número muy
grande. Es una operación que a un ordenador normal le podría llevar miles
de años, pero que un ordenador cuántico podría realizar en un tiempo
razonable”, explica Joaquín Fernández Rossier, investigador en
nanoelectrónica en la Universidad de Alicante y en el International Iberian
Nanotechnology Laboratory (INL). “Pero no va a ser más rápido
enfrentando problemas normales”, añade, “sino que van a poder resolver
de forma eficiente que lo ordenadores normales no pueden resolver”.
Todas las grandes empresas tecnológicas ya se han posicionado respecto
a la computación cuántica y trabajan en su desarrollo. La división IBM Q,
de IBM, presentó en mayo de 2016 su primer prototipo de procesador,
consistente en cinco qubits. Google y la Nasa también están trabajando en
ellos (con la participación de investigadores de la Universidad del País
Vasco). La compañía canadiense D-Wave Systems ya vende ordenadores
cuánticos: su modelo D-Wave 2000 Q, disponible desde junio y valorado
en 15 millones de dólares, tiene dos mil qubits. Por su parte, la Comisión
Europea anunció el año pasado el lanzamiento de un programa de mil
millones de euros dedicado al desarrollo de esta computación, el Quantum
Flagship. La llaman la Segunda Revolución Cuántica. “Son proyectos a
largo plazo, no tendremos un ordenador cuántico en casa en cinco años”,
dice Fernández Rossier, “los ordenadores cuánticos aún son de gran
tamaño y muy sofisticados: necesitan superconductores, temperaturas
cercanas al cero absoluto, etc.”.
El procesador cuántico del D-Wave Q2000 es entre 1.000 y 10.000 veces superior a uno
tradicional.
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