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RESOLUCION N° 228/99

En Buenos Aires, a los 19 días del mes de


octubre de mil novecientos noventa y nueve,
sesionando en la Sala de Plenario del Consejo de la
Magistratura del Poder Judicial de la Nación, con la
Presidencia del Dr. Ricardo A. Branda, los señores
consejeros presentes,

VISTO:
El expediente 59/99, caratulado “Fernández
Combes, Elsa - Bravo, Alfredo c/ titular Juzg. Fed.
Santa Fe, Dr. Víctor Hermes Brusa” y su acumulado,
expediente 229/99, del que

RESULTA:
I. Expediente 59/99, caratulado “Fernández
Combes, Elsa - Bravo, Alfredo c/ titular Juzg. Fed.
Santa Fe, Dr. Víctor Hermes Brusa”.
Se iniciaron las actuaciones ante la H.
Cámara de Diputados de la Nación, el día 19 de marzo
de 1998, con el pedido de iniciación de juicio
político contra el Dr. Víctor Hermes Brusa, por la
causal de presunta comisión de delitos, suscripto por
los Diputados Nacionales Elsa Fernández de Combes y
Alfredo Bravo, actuaciones que tramitaron con el N°
900/98 del registro de la H. Cámara de Diputados.
En la presentación de fs. 2/6 agregada al
expediente 59/99 se relatan los hechos acaecidos el
sábado 8 de noviembre de 1997, en la Ciudad de Santa
Fe, más precisamente en la laguna Setúbal. Afirman
los denunciantes, que los coincidentes testimonios de
las personas que estaban presentes en el lugar y las
demás circunstancias del caso, sindican al referido
magistrado como el autor del delito de “lesiones
graves culposas” en perjuicio de Héctor Miguel
Pedernera, considerando, además, que podría haberse
configurado el delito de “abandono de persona” lo que
justifica la apertura del proceso de remoción por
entender que existen causas “suficientes como para
la Escuela de Salvamento de Santa Fe, oportunidad en
la que una embarcación blanca con rayas en los
costados -conducida por un hombre canoso y bronceado,
con el torso desnudo- habría avanzado a gran
velocidad en dirección a la zona demarcada con boyas
y que, pese a las señas que se le hicieron, no habría
disminuido la marcha, “pasando” por sobre un nadador
-Héctor Miguel Pedernera-, a quien le habría
producido un traumatismo severo de cráneo y shock por
pérdida de sangre (fs. 2). Agregan que el hombre
habría vuelto la mirada, tomando conocimiento de lo
ocurrido, decidiendo abandonar a la víctima.
Sostienen que los acontecimientos referidos se
produjeron ante la vista de un grupo de -por lo
menos- quince personas, cuyas versiones a la prensa y
a la prefectura local “coinciden en señalar como
autor del lamentable hecho al Dr. Víctor Brusa”.
Agregan que, si bien la causa había sido caratulada
como “lesiones graves culposas”, podría haberse
configurado también el delito de “abandono de
persona”, tipificado en el art. 106 del Código Penal
(fs. 4).
Consideran que el enjuiciamiento político
del magistrado procedería, además, por la causal
autónoma de “mal desempeño” (fs. 5). La potestad de
la Cámara Baja se ejercería de este modo, con el
objeto “de resguardar el debido decoro que la
institución judicial debe guardar, a fin de no
deteriorar la relación de los jueces con los
justiciables” (fs. 5).
En ese camino, destacan “el reconocimiento
categórico y expreso” efectuado por el Dr. Brusa, en
orden a que la embarcación que posee y en la que
navega desde hace años no se encuentra debidamente
matriculada, “lo que constituye una grave falta al
deber de conducta que el decoro y la investidura de
un magistrado no pueden dejar de observar” (fs. 5).
Recuerdan, a su vez, que el juez
cuestionado “ha sido denunciado por ser responsable
(por acción u omisión) de serias violaciones a los
Derechos Humanos durante la última dictadura militar”
Por último, describen “la situación que se
vive en la ciudad de Santa Fe, donde los medios
reflejan a diario la creciente preocupación de los
ciudadanos por el manto de sospecha que cubre al
actual Juez Federal”(fs. 6).
II. Expediente 3/98, del registro de la
Secretaría General de este Consejo, caratulado
“Taboada, Adriana y otros s/ aceleración Juicio
Político del Doctor Víctor Hermes Brusa”.
Contiene varias notas suscritas por
“hombres de la cultura y de la política y
representantes de organizaciones políticas,
sindicales y sociales de Santa Fe” en apoyo al pedido
de juicio político contra el Dr. Brusa. Allí
sostienen que el juez federal no sólo es sospechoso
de haber abandonado “en pleno río” a un joven
nadador, luego de embestirlo con la lancha que él
conducía (de la que no tenía la documentación en
regla), sino también que ha participado directamente
en violaciones a los derechos humanos, durante la
última dictadura militar (fs. 1); lo que fue
denunciado ante la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas (CONADEP), donde fue acusado
por su complicidad y participación en hechos
aberrantes contra detenidos políticos cuando se
desempeñaba como secretario del juzgado federal.
III. Expediente 1205/98, del registro de la
H. Cámara de Diputados de la Nación, caratulado “H.
Concejo Municipal de Santa Fe. Provincia de Santa Fe
remite copia de la declaración 416/98", en la que
solicita se active el trámite del juicio político
iniciado contra el señor Juez Federal N° 1 de esta
ciudad, doctor Víctor Hermes Brusa a los “fines de
que resuelva en forma urgente la situación de quien
resulta ser único magistrado federal de esta ciudad”
(fs. 3).
IV. Expediente 2512/98 de la H. Cámara de
Diputados de la Nación, caratulado "Fernández de
Combes y Bravo, A. - Ampliación de fundamentos del
proyecto de resolución sobre promoción del juicio
en los que se basa su pedido de promoción de juicio
político contra el juez Brusa, “agregando (el) mal
desempeño de su cargo (art. 53 C.N.)”, pero esta vez
en base a elementos colectados a partir del fallo
511/97 de la Cámara Federal de Apelaciones de
Rosario, que revoca una resolución dictada por el
magistrado cuestionado, en la que realizó una
regulación de honorarios -según la presentación-
“totalmente desproporcionada y carente de
fundamentos, en perjuicio del patrimonio de uno de
los organismos públicos no estatales de mayor
importancia en nuestro país como es el Instituto
Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y
Pensionados (INSSJP)”.
En la resolución revocada de fecha 23 de
septiembre de 1996 -continúan los presentantes-, el
magistrado denunciado reguló honorarios al Dr.
Haéffeli, apoderado de Sociedad Médica de Santa Fe,
por un total de $ 15.931.741.-, otorgándole a la
parte demandada un plazo de cinco días para
efectivizar el pago (auto regulatorio N° 255).
Los diputados Combes y Bravo señalan que -
según consta en los considerandos del fallo de
alzada- la resolución es contradictoria con otra
anterior sobre idéntico punto, dictada en el mismo
juicio, resultando de este modo violatoria de los
principios de congruencia y de cosa juzgada, con
lesión al derecho de propiedad de la demandada (fs.
3).
Remitiéndose a lo expuesto por los
camaristas, expresan que lo resuelto por el juez
Brusa “contradice el criterio que anteriormente
fijara el mismo Magistrado, pero en esta oportunidad
-además- no indica cuál sería la cuantía del mismo
(en referencia al monto total en litigio que sirve
como base para la regulación de honorarios). Y al
hacer mención del art. 7 de la ley arancelaria,
tampoco se indica qué porcentaje se aplicó de la
escala prevista entre el 11% y el 20%, con lo cual no
es posible conocer cómo arribó a tan elevado monto"
(fs. 3).
casi $16.000.000.- regulados por el juez Brusa, “por
lo que no puede considerarse que en este caso la
diferencia estuviera fundada en un mero error de
cálculo o en la diferente aplicación de criterios
jurídico-legales”.
V. Expediente 3720/98 del registro de la H.
Cámara de Diputados de la Nación, caratulado
“Fernández de Combes y Bravo - amplía fundamentos
del proyecto de su autoría sobre promover juicio
político al señor Juez Federal de Santa Fe, Dr.
Víctor Hermes Brusa”.
Los firmantes le imputan al magistrado el
haber participado en la represión ilegal durante la
última dictadura militar, tal como estaría descripto
en el libro “Nunca Más" (fs. 1).
Adjuntan copia de la escritura
protocolizada ante el Consulado General de España en
Buenos Aires, en la que consta que la Srta. Patricia
Indiana Isasa presentó un escrito ante el Juzgado
Central de Instrucción Nro. 5, de la Audiencia
Nacional de España, a cargo del Dr. Baltazar Garzón,
donde relata lo vivido durante las detenciones
ilegales que sufriera en Santa Fe. Allí da cuenta de
la participación del Dr. Brusa en interrogatorios
ilegales como secretario del entonces juez federal
Dr. Mántaras. Lo acusa también de haber infligido o
consentido torturas.
Los diputados mencionados acompañan,
además, una denuncia efectuada ante la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP)
por el Sr. Roberto Jorge Cepeda -con fecha 7 de
septiembre de 1984-, de la que surge que habría sido
secuestrado en Córdoba el 11 de mayo de 1977,
permaneciendo detenido en la Seccional 4ta. de la
Policía de la Provincia de Santa Fe, en donde habría
visto que el Dr. Brusa se encontraba “armado” (fs.
2).
Por todo lo dicho, le imputan al
magistrado, la participación activa en la obtención
de declaraciones ilegales en lugares clandestinos de
proyecto de resolución efectuado por los diputados
nacionales Oscar Allende, Pedro García, Alfredo Bravo
y Juan Pablo Cafiero, el 25 de junio de 1992,
solicitando que la Cámara de Diputados apruebe una
declaración de desagrado con motivo de la inclusión
del pliego de nombramiento del Dr. Brusa como juez
federal (del que acompañan copia).
VI. Expediente 5929/98 del registro de la
H. Cámara de Diputados de la Nación, caratulado
“Fernández de Combes - amplía fundamentos en la
promoción de juicio político al Juez Federal de Santa
Fe, Dr. Víctor Hermes Brusa”, de fecha 17 de
septiembre de 1998.
La denunciante señala allí que, como ya lo
explicitara, el citado magistrado ha incurrido en las
causal de “posible comisión de delitos ‘crímenes
comunes’, según la terminología del art. 53 C.N.) y
[no ha guardado] la conducta que corresponde a su
investidura (falta de decoro)” (fs. 1).
Acompaña fotocopias de crónicas
periodísticas publicadas por los principales medios
gráficos de la provincia de Santa Fe, para así
alertar a la Cámara acerca de “la gravedad
institucional que significa que [el Dr. Brusa] siga
actuando como magistrado de la Nación (...) cuando se
halla sospechado de la comisión de un delito de
acción pública” (fs. 1).
VII. Expediente 6810/98 del registro de la
H. Cámara de Diputados de la Nación, caratulado
“Fernández de Combes y Bravo A. - amplían los motivos
que fundan la promoción de juicio político al Juez
Federal de Santa Fe, Dr. Víctor Hermes Brusa”,
iniciado el 22 de octubre de 1998.
Los denunciantes acompañan copia de la
resolución dictada por el juez español Dr. Baltazar
Garzón, del día 16 de octubre de 1998, en la se
dispone tener por “querellado-imputado” a Víctor
Hermes Brusa por los “presuntos delitos de genocidio,
terrorismo y torturas” (fs. 1), en base a las
declaraciones testimoniales de Patricia Indiana Isasa
y Ana Claudia Oberlin.
humanidad” (fs. 2), así como el hecho de que “la
función jurisdiccional (...) implica para la
comunidad la garantía de (la) transparencia e
irreprochabilidad ética y legal del magistrado” (fs.
2). Señalan que los santafesinos se encuentran hoy
“viviendo un gravísimo problema que pone en riesgo la
credibilidad y el prestigio del que debe gozar la
institución judicial federal”, al sufrir “con
vergüenza el horrible privilegio de encontrarnos
sometidos a la ‘sana crítica’ de quien es hoy por hoy
el único magistrado en toda Latinoamérica que se
encuentra gravemente imputado por delitos que la
Comunidad Internacional, y por supuesto nuestra
(N)ación, consideran como los más aberrantes, puesto
que las víctimas del genocidio, el terrorismo y la
tortura generalizada no son sólo las personas que los
sufren, sino toda la humanidad” (fs. 2). Concluyen
que “la seguridad jurídica, particularmente en el
Fuero Federal de Santa Fe, se encuentra en grave
riesgo, puesto que nadie puede someterse
pacíficamente a dicha jurisdicción cuando quien la
encabeza se halla con semejantes imputaciones
penales”, tal como “lo reflejan los principales
medios periodísticos locales” (fs. 3), de cuyos
artículos acompañaron copias.
VIII. El 31 de mayo de 1999, se presenta
ante la Comisión de Acusación de este Consejo, la
Diputada Nacional Elsa Combes “con la sola intención
de colaborar con la investigación iniciada” (fs. 36
del expediente principal 59/99 del registro de la
Secretaría General del Consejo), adjuntando copia del
fallo 1105/98, dictado por la Cámara Federal de
Apelaciones de Rosario el 18 de septiembre de 1998,
“por el que se resuelven los recursos de apelación
interpuestos por la demandada en el Expte. 63.063
(acumulado al expte. N° 63062)”, caratulado “Dr.
Haéffeli, Norberto s/Ejecución de Sentencia de Autos:
‘Soc. Médica de Santa Fe c/INSSPJ s/Ordinario
(485/88)’” (fs. 36).
La diputada manifiesta que “en esta
regulación de honorarios del Dr. Haéffeli en más del
50% de lo determinado por Brusa” (fs. 36 vta.), que
“relacionando este nuevo fallo con el anterior [que
ya denunciara] surgen (...) coincidencias entre la
causa, el juez actuante, y el letrado que se hubiera
beneficiado injustamente cobrando los honorarios
regulados en primera instancia” (fs. 36 vta.) y por
último que “esta vinculación (...) parece repetirse
en diversas ocasiones a lo largo del tiempo, por lo
que sería particularmente importante que la Comisión
de Acusación (...) investigue otros expedientes
radicados en los juzgados federales a cargo de Brusa,
en los que haya actuado o actúe el Dr. Haéffeli”,
pues de ser así, se podría “estar en presencia de una
compleja trama de relaciones que estarían actuando en
perjuicio de la administración de justicia” (fs. 36
vta.).
IX. También el Foro contra la Impunidad y
por la Justicia (integrado por organismos de derechos
humanos, organizaciones sindicales, sociales y
políticas de la ciudad de Santa Fe) se presentó ante
este Consejo, iniciándose así el expediente 229/99
(acumulado al principal 59/99, ambos del registro de
la Secretaría General del Consejo).
Luego de destacar la referencia que en el
libro “Nunca Más” se hace respecto del denunciado,
cita en el punto 3 de la presentación de fs. 344, dos
expedientes tramitados ante el Juzgado Federal N° 1,
de Santa Fe caratulados “Niemez, Rafael Julio c/
Estado Nacional s/ indemnización de daños y
perjuicios” y “Páez, Arnaldo Catalino s/ su
denuncia”, afirmando que en ambas causas se denuncia
al Dr. Brusa por “su participación en la dictadura
militar en su función de Secretario del Juzgado” (fs.
344); en el punto 4 se señala que “(d)urante el año
1998, desde el Foro (...) se tomaron distintas
declaraciones testimoniales de personas que habían
sido detenidas durante los años 1976 y siguientes”
(fs. 344 vta.), las que habrían sido remitidas el 15
de octubre de 1998 al juez Baltazar Garzón, a través
de la sede del Consulado de España en la ciudad de
“en atención a los argumentos vertidos por el
Consejero informante y de conformidad con lo
dispuesto por el articulo 6, apartado c del
Reglamento de la Comisión de Acusación, se resolvió
admitir la denuncia, debiendo disponerse las
correspondientes medidas preliminares, las que serán
oportunamente propuestas”.
En ese camino, se ordenaron una serie de
medidas probatorias que serán consideradas a
continuación, al tratar las imputaciones realizadas
contra el Dr. Víctor Hermes Brusa. XI. En primer
lugar ha de considerarse lo resuelto en la causa
432/98, “Pedernera, Héctor Miguel s/sus Lesiones", en
trámite ante el Juzgado Correccional de la 7ma.
Nominación de Santa Fe, a cargo del Dr. Raúl
Candioti, que en copia certificada obra en
secretaría.
El día 3 de junio de 1999, el juez actuante
resolvió: “1. De conformidad con las previsiones de
los artículos 53 y 115 de la Constitución de la
Nación Argentina, disponer el envío de los
antecedentes de todo lo actuado en esta causa, por
hechos acaecidos el día 8 de noviembre de 1997, en
los que resultó gravemente lesionado Héctor Miguel
Pedernera, encuadrados ‘prima facie’ como Lesiones
Culposas (art. 94 del Código Penal), remitiéndose al
Honorable Consejo de la Magistratura de la Nación, a
fin de que resuelva sobre la inmunidad del Sr. Juez
Federal Nro. 1 de Santa Fe, Dr. Víctor Hermes Brusa,
para que se pueda concordar en consecuencia con las
previsiones procesales de la Provincia de Santa Fe
(Arts. 313 y 314 del Código Procesal Penal) [...] 2.
Asimismo continuará el trámite de la causa según su
estado, a las cuales se le agregarán el producido y/o
resultado de diligencias ya ordenadas, de todo lo
cual se hará llegar inmediatamente después, copias
obtenidas de manera similar, al citado Consejo de la
Magistratura” (resolución agregada a fs. 76 vta. del
expediente 59/99).
XII. En segundo lugar nos referiremos al
Combes por los delitos de abandono de persona y
lesiones culposas, con motivo del accidente de
navegación en la laguna Setúbal de la ciudad de Santa
Fe, que la “simple sospecha” en la que se funda la
presentación no es suficiente para enjuiciar a un
magistrado respecto de un hecho que investiga con
amplitud un órgano de la jurisdicción. Los hechos o
presunciones a los que refieren -continúa- fueron
declarados nulos y el relato contiene varios errores
graves, ya que, por ejemplo “la lancha no se
desplazaba por un predio demarcado con boyado
reglamentario” (fs. 617). Afirma que había una zona
de tránsito de aproximadamente 800 embarcaciones y
“los organizadores del evento no tomaron la
precaución de demarcar el área, ni tampoco las más
elementales prevenciones para darle seguridad a los
nadadores” (fs. 617). Que por ese motivo -agrega- el
titular del Juzgado Correccional de la 7a. Nominación
de Santa Fe dictó el procesamiento del director de la
prueba de natación por imprudencia y negligencia en
la organización de la competencia. Asimismo, niega la
presencia de 15 personas, cuyas versiones a la prensa
y en sede de la prefectura, habrían coincidido en
señalarlo como autor del hecho. Considera que “los
testimonios recogidos son contradictorios entre sí y
carecen de credibilidad como para que de ellos pueda
obtenerse una base mínima requerida para fundar un
mérito preliminar (...) y que fuera presupuesto para
la indagatoria” (fs. 617). Señala nuevamente que esas
actuaciones se declararon nulas. Afirma que es “falso
y constituye una aseveración caprichosa” decir que él
fingió no saber que se trataba de un accidente.
Agrega que judicialmente jamás se consideró la
probabilidad de imputarle el delito de abandono de
persona. En síntesis, señala que “el contenido de los
fundamentos del proyecto remitido por los diputados
Bravo y Combes no está basado en datos objetivos y
eventualmente ha perdido actualidad, a punto tal que
nada de lo que allí se dice (...) se corresponde con
la realidad”(fs. 618).
2. Con relación a la causal de “mal desempeño en
abogado Norberto Haéffeli, señala que es incorrecto
sostener que dicha regulación carecía de fundamentos.
Agrega que no hubo contradicción con una decisión
anterior sobre el mismo punto. Explica que la
sentencia que resolvió la cuestión sustancial fue
dictada por el titular a cargo del Juzgado Federal N°
2, Dr. Raúl Dalla Fontana y que con motivo de la
renuncia de éste, le correspondió regular los
honorarios del abogado Haéffeli. Para fijarlos tomó
en cuenta el importe indicado por el apoderado de la
condenada al pago de las costas, esto es la suma de
$1.435.292, la que multiplicó por la cantidad de
prestaciones incumplidas (100 meses y fracción) y que
a ello ($ 144.834.090) le aplicó el mínimo
arancelario de 11% lo que arrojó la suma de $
15.931.741.-
Agrega que la Cámara Federal de Apelaciones
de Rosario al reducir los honorarios del Dr. Haéffeli
a $ 800.000 “tampoco instrumentó el razonamiento ni
el cálculo que hizo para fijar aquella cantidad” (fs.
618). Sostiene el magistrado denunciado que la
decisión dependía de un criterio de apreciación y
que, por lo tanto, “el pronunciamiento revocado no
puede calificarse como producto de mal desempeño del
cargo” (fs. 618), por tratarse de una valoración
justificable y de una corrección excepcional por
parte de la alzada, si se tiene en cuenta la cantidad
de resoluciones que dicta anualmente (adjunta seis
certificaciones de las distintas secretarías).
Señala que la decisión de la Cámara Federal
de Apelaciones de Rosario fue recurrida ante la Corte
Suprema de Justicia de la Nación y que el expediente
se encuentra allí radicado. Agrega que si la
diferencia entre la resolución por él dictada y la de
la alzada hubiera configurado la causal de “mal
desempeño del cargo”, la Cámara no hubiera omitido
una consideración al respecto (fs. 619).
3. En cuanto a las declaraciones contra él
formuladas por los denunciantes Schulman, Isasa,
Pacheco, Cepeda, Perassolo, Cámara y Maulín señala
Además este último le asigna la función de secretario
del juzgado federal, a cargo del Dr. Fernando
Mántaras, mientras que en 1977 se desempeñaba como
empleado del juzgado, habiendo sido nombrado
secretario recién el 27 de abril de 1978 (fs. 620).
Agrega que “en los años críticos” el secretario era
Víctor Monti (actual fiscal de cámaras del Ministerio
Público de la Nación).
Niega haber estado en la Seccional 4ta. de
Policía en los procedimientos que se le endilgan y
haber estado con Schulman (fs. 620). Aclara que este
último nunca estuvo a disposición del juzgado federal
y que la inexistencia de proceso judicial en su
contra elimina toda posibilidad de intervención de
las autoridades judiciales.
Destaca que el H. Senado de la Nación
prestó acuerdo a la propuesta suscrita por el
Presidente Menem y el Ministro de Justicia León
Arslanián para su nombramiento como juez federal. En
esa oportunidad se meritaron los mismos hechos
contenidos en las denuncias realizadas por Schulman y
otras personas -todas de semejante naturaleza y
finalidad-. Concluye, que por tal motivo, todo
cuestionamiento basado en los mismos sucesos resulta
irrevisable, aún por el Consejo de la Magistratura.
Señala que el relato de Isasa también es
falso, ya que ésta no registra causa judicial alguna,
razón por la cual no se explica por qué motivo habría
de entrevistarla un empleado del juzgado federal,
haciéndose pasar por psicólogo. Agrega que la
nombrada Isasa tiene el deliberado propósito de
involucrarlo indebidamente en actividades ilícitas,
que su relato carece de veracidad y resulta
indemostrable.
Considera que las declaraciones de Pacheco,
Cepeda, Perassolo, Cámara y Maulín resultan
ofensivas, con componentes contradictorios y
expresiones genéricas, indeterminadas y confusas,
cuyo único propósito es crear falsamente una imagen
negativa de su persona.
Manifiesta que “ellos hicieron oír sus
implica que fueron desestimadas todas las objeciones
y acusaciones personales que se me expusieron, en
términos iguales o semejantes, ante, esta comisión”
(fs. 625).
“Esto [concluye] significa en síntesis, que
la subjetiva imputación de hechos presuntamente
calificables como delitos comunes y en su totalidad
prescriptos y jurídicamente insusceptibles de ser
objeto de proceso judicial, no pueden ser motivo de
conocimiento por parte del Honorable Consejo de la
Magistratura, porque lo contrario no solo implica una
violación a derechos y garantías constitucionales
sino, además, una ilegítima revisión de un acto
complejo de nombramiento, no sometible a reexamen”
(fs. 625).
A preguntas formuladas por el presidente de
la Comisión respecto de su trayectoria en la justicia
federal contestó: “jamás tuve un solo apercibimiento,
un solo llamado de atención. Jamás se me cuestionó
absolutamente nada en estos casi 30 años de servicio;
ni dentro ni fuera del tribunal” (fs. 636).

CONSIDERANDO:

1°) Que el expediente que origina el


proceso acusatorio está en condiciones de ser
resuelto sin necesidad de producir ninguna otra
prueba (arts. 6°, inc. c, y 7° del Reglamento de la
Comisión de Acusación).
En la causa caratulada "Pedernera, Héctor
Miguel s/sus lesiones", expediente 432/98, del
registro del Juzgado Correccional de la 7ma.
Nominación de Santa Fe, se investigan los hechos
acaecidos el día 8 de noviembre de 1997, en
proximidades del balneario “Piedras Blancas”, en la
laguna Setúbal de la ciudad de Santa Fe. En dicha
oportunidad una lancha embistió a Héctor Miguel
Pedernera, provocándole lesiones de gravedad. Los
mismos constituirían hechos punibles penalmente,
existiendo elementos para estimar que se habría
3 de junio de 1999.
De las constancias del expediente y de la
citada resolución el magistrado denunciado resultaría
“imputado sospechado” de haber sido la persona que
timoneaba la nave con la que se habría lesionado a
Pedernera (fs. 74 vta/75). Sospechar es -sostiene el
magistrado actuante- “imaginar una cosa por
conjeturas fundadas en apariencias o visos de verdad
-desconfiar, dudar, recelar una persona - ‘Se
sospecha de algo’ - ‘Se sospecha de alguien’” (fs.
75); por la que se torna imperioso e insoslayable
posibilitar a la justicia de la provincia de Santa
Fe, la evaluación de la situación del Dr. Víctor
Hermes Brusa con relación a ese hecho.
Este Consejo tiene la obligación de allanar
el camino para permitir que la justicia investigue en
profundidad, sin ningún tipo de impedimento que pueda
obstaculizarla o limitarla en su cometido. El
hecho debe ser investigado hasta las últimas
consecuencias para posibilitar por una parte, la
defensa del honor y la dignidad del magistrado
denunciado y por otra, para darle transparencia y
certeza a los procedimientos que la sociedad observa.
Lo contrario, podría - con justa razón- poner bajo
sospecha al propio sistema.
Por otra parte, si el magistrado denunciado
fuera encontrado responsable del hecho en cuestión,
sería su comportamiento posterior al accidente, lo
que merecería el juicio de reproche que configuraría
una causal de remoción.
Resulta injustificable el desprecio y el
desinterés por la vida humana demostrado por el autor
de las lesiones a Pedernera. Pero más injustificable
resultaría aún si se determinara que proviene de un
magistrado de la Nación.
Esa conducta posterior al accidente,
inmediata y mediata, contiene un elemento
profundamente antiético que repugna a la sociedad y
que no puede ni debe ser tolerado. No sólo la
conducta omisiva por parte del autor de prestar el
auxilio inmediato a la víctima, sino también el hecho
en una posición de indignidad para el cargo porque
deshonraría la investidura pública.
El Reglamento para la Justicia Nacional
establece en su artículo 8 que “(l)os magistrados
(...) deberán observar una conducta irreprochable”
(Obligaciones de magistrados, funcionarios y
empleados).
Por su parte, el artículo 9 del Decreto-Ley
1285/58 (Organización de la Justicia Nacional)
dispone que “(a) los jueces de la Nación les está
prohibido (...) ejecutar actos que comprometan la
dignidad del cargo”.
El artículo 115 de la Constitución Nacional
al estipular expresamente que los jueces de los
tribunales inferiores de la Nación serán removidos
por las causales expresadas en el artículo 53, esto
es, “por mal desempeño o por delito en el ejercicio
de sus funciones; o por crímenes comunes”, está
determinando que existen tres tipos de causales de
remoción; tesis que definitivamente se impuso a la
que suponía la existencia de sólo dos: la comisión de
delitos en el ejercicio de sus funciones (en la que
encuadraba el mal desempeño) y la comisión de
crímenes comunes.
La tesis Tejedor -que sostiene la
existencia de las tres causales-, prevaleció
históricamente y permaneció al reformarse la
Constitución Nacional en 1994, lo que permite
mantener el amplio criterio discrecional para juzgar
las conductas públicas de los magistrados.
En la práctica parlamentaria encontramos
una gran cantidad de enjuiciamientos promovidos por
la Cámara de Diputados por actos de mal desempeño que
no incluían hechos delictivos.
La causal de mal desempeño, tiene una
magnitud que no nos permite ceñirla a una definición
precisa y cerrada. Está destinada precisamente a
comprender todos los hechos configurados como “mala
conducta”.
Bidart Campos señala que por mal desempeño
Elemental de Derecho Constitucional Argentino, T. II,
Ed. Ediar, 1986, pág. 187).
De conformidad con lo establecido en el
artículo 110 de la Constitución Nacional, los jueces
inferiores de la Nación conservarán sus cargos
mientras dure su buena conducta (ex art. 96). Queda
claro que el constituyente de 1853/60 no ha tenido
mala técnica de formulación constitucional. Todo lo
contrario. Realizando una interpretación integradora
de las normas, teniendo en cuenta la unidad
sistemática de la ley fundamental, surge claramente
la vinculación de sus artículos 110 (ex art. 96) y 53
(ex art. 45). Es así como los jueces conservarán sus
empleos mientras dure su “buena conducta" y en caso
contrario, se habrá configurado el “mal desempeño”
como causal autónoma de remoción.
La exigencia de la buena conducta no es
original del constituyente argentino de 1853. También
la prevé la Constitución de los Estados Unidos (art.
III, sección 1) y existen, además, antecedentes
nacionales. En el proyecto de Constitución de la
Comisión Especial nombrada en 1812 se disponía que
“(l)os jueces permanecerán en sus empleos mientras
obren bien” (capítulo XXI, art. 6); la expresión
“buena conducta” también se consigna como exigencia
de la permanencia judicial en el Proyecto de
Constitución de la Sociedad patriótica (capítulo 21,
art. 168). En esta misma línea se ubican las
constituciones de 1819 y 1826 (el art. 115, sección
VI, establece que “(l)os individuos de esta Corte
ejercerán el cargo por el tiempo de su buena
comportación”).
Cabe recordar que “la exigencia de la buena
conducta es como el negativo de la causal de mal
desempeño” para remover a los jueces por juicio
político. No es en rigor una nueva causal, sino un
modo distinto de manifestar lo mismo. Si el juez
tiene buena conducta es porque no se le puede
comprobar mal desempeño y a la inversa (conf. Quiroga
Lavié, Humberto, Constitución de la Nación Argentina
Comentada, Ed. Zavalía, pág. 652).
Nación, Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores,
sesión del 4 de julio de 1868).
Al respecto señala Joaquín V. González que
“pueden los actos de un funcionario no ajustarse al
vocabulario de las leyes penales vigentes, no ser
delitos o crímenes calificados por la ley común, pero
sí constituir ‘mal desempeño’, porque perjudiquen el
servicio público, deshonren el país o la investidura
pública, impidan el ejercicio de los derechos y
garantías de la Constitución, y entonces son del
resorte del juicio político” (cit. por Enrique
Hidalgo, Controles Constitucionales sobre
Funcionarios y Magistrados, Ed. Depalma, 1997, pág.
117).
Por todo lo expuesto, a la luz de las
constancias de la causa penal mencionada y de la
resolución del Dr. Candioti, puede concluirse -sin
realizar un examen pormenorizado de cada uno de los
elementos de prueba (lo que es materia exclusivamente
jurisdiccional)-, que deviene procedente lo
solicitado por el juez actuante, para así posibilitar
la investigación de los hechos y la presunta conducta
del magistrado federal con el fin de determinar si
existe responsabilidad penal.
Para así decirlo el magistrado consideró
que lo investigado constituiría un hecho
supuestamente punible penalmente, existiendo
elementos para estimar que se habría cometido un
delito (lesiones culposas, art. 94 del Código Penal),
“sobre el cual debe profundizarse la investigación de
los motivos” (fs. 74 vta. del expediente 59/99) y que
en ese “contexto, se torna imperioso e insoslayable,
ante insistentes pedidos del Sr. Agente Fiscal
actuante, evaluar la situación del Dr. Víctor Hermes
Brusa (...) imputado sospechado” (arts. 68 y 316 del
Código Procesal Penal de Sta. Fe) “de haber sido la
persona que timoneaba la nave que chocara y lesionara
al citado Héctor Miguel Pedernera” (fs. 74 vta./75).
Por ello este Consejo debe iniciar el
proceso tendiente a remover el obstáculo
juez Brusa al Dr. Norberto Haéffeli (expediente
2512/98 de la H. Cámara de Diputados de la Nación,
caratulado “Fernández de Combes y Bravo, A. -
Ampliación de fundamentos del proyecto de resolución
sobre promoción del juicio político al Juez Federal
de Santa Fe, Dr. Víctor H. Brusa”, de fecha 29 de
abril de 1998), “tratándose el derecho de una materia
opinable, susceptible de variada interpretación, debe
ser el Congreso [ahora el Consejo de la Magistratura]
muy precavido y prudente al ingresar a juzgar el mal
desempeño (por ignorancia o dolo) de un magistrado
conforme al acierto o error de sus resoluciones”
(Enrique Hidalgo, Controles Constitucionales sobre
Funcionarios y Magistrados, Ed. Depalma, 1997, pág.
120).
Numerosos precedentes de la Comisión de
Juicio Político de la H. Cámara de Diputados de la
Nación avalan lo expuesto, en cuanto tiene dicho que
“si el Congreso pretendiera imponer su punto de vista
respecto de cada cuestión susceptible de diversa
opinión, grande sería el daño a la magistratura,
tanto por la pérdida de respeto, crédito y solemnidad
que ésta sufriría, como por cuanto sería ilusoria la
independencia de aquel Poder para adoptar decisiones
conforme a derecho según su ciencia y conciencia
(siempre dentro del marco de razonable opinabilidad
que presenta la materia jurídica, y mientras no se
pueda presumir que la opinión dada no corresponde al
leal pensamiento del magistrado, sino que ella es
interesada por pasiones o intereses económicos u otra
razón que desvirtúe la magna función de impartir
justicia)”.
En la cuestión a estudio no se ha podido
probar ni dolo ni connivencia entre el magistrado y
el mencionado letrado, supuestamente único
beneficiado con la regulación practicada.
La H. Cámara de Diputados de la Nación
tiene resuelto que los errores judiciales no
constituyen ipso facto la causal constitucional de
remoción por mal desempeño, ya que el error judicial
está previsto en el ordenamiento judicial, y de ahí
La Cámara Federal de Apelaciones de Rosario
en el auto revocatorio que dispuso reducir los
honorarios del Dr. Haéffeli a un total de $ 800.000.-
, tampoco fundamentó su criterio, ni expresó la base
que utilizó para el cálculo, por lo que cabe concluir
que sólo se estaría en presencia de distintos
criterios de apreciación. Y -como ya se dijo-
tratándose el derecho de una materia opinable,
susceptible de variada interpretación, se debe ser
muy precavido y prudente al ingresar a juzgar el
supuesto mal desempeño de un magistrado por el
acierto o error de sus resoluciones.
3°) Que la presentación del Foro contra la
Impunidad y por la Justicia -integrado por organismos
de Derechos Humanos, organizaciones sindicales,
sociales y políticas de la ciudad de Santa Fe-
(expediente 229/99, acumulado al principal 59/99,
ambos del registro de la Secretaría General de este
Consejo), denuncia al Dr. Brusa acusándolo de
violación a los derechos humanos en perjuicio de
detenidos durante la última dictadura militar.
Tomando como base las declaraciones de los
denunciantes Schulman, Isasa, Pacheco, Cepeda,
Perassolo, Cámara y Maulín, cabe concluir que todos
los hechos expuestos habrían sucedido con
anterioridad a la designación del Dr. Brusa como juez
federal y aún antes de su designación como secretario
del referido juzgado federal. Obra agregada a estas
actuaciones prueba documental que así lo determina.
Corresponde preguntarse, entonces, si cabe
la posibilidad de acusar a un magistrado por un
“crimen común” (o delito supuestamente cometido fuera
del ejercicio de la función) con anterioridad a la
asunción del cargo.
Adelantamos nuestra posición afirmativa,
toda vez que “(e)n nuestro derecho constitucional,
nos parece que no existen demasiadas dudas respecto
de que no hay ninguna razón que excluya de las
causales la comisión de un delito penal que, cometido
antes de la asunción del cargo, le sea imputado
estar integrado por hombres y mujeres capaces e
intachables, y (...) tal deber hace a la
responsabilidad pública del funcionario. Naturalmente
que si el delito está prescrito, o ya ha sido juzgado
y castigado, no cabe el proceso político porque lo
que se busca no es un Estado angelical (...) sino de
cuadros responsables que den cuenta de sus actos,
antes y durante el desempeño de las funciones que se
les encargue” (ídem, pág. 133).
El H. Senado de la Nación prestó
oportunamente su acuerdo a la propuesta del Poder
Ejecutivo Nacional para que el Dr. Brusa fuera
designado juez de la Nación, conforme surge de las
constancias agregadas a estas actuaciones, por lo que
debe concluirse que la Cámara Alta meritó en su
oportunidad la conveniencia de su designación.
Esto no significa adoptar una posición
negatoria frente a las imputaciones vertidas en estas
actuaciones. Ellas definirían un perfil cuestionable
del magistrado que, sumado a su presunta mala
conducta -investigada en relación al accidente de la
laguna-, determinarían para el juez, un desprestigio
tal que le impediría continuar en la administración
de justicia.
Los actos que por su naturaleza produzcan
manifiestamente graves e irreparables daños a los
valores que la Constitución busca salvaguardar cuando
atribuye y distribuye las competencias de los
funcionarios públicos, constituyen mal desempeño. Son
actos que deshonran a la investidura pública.
La presunta conducta del juez, en relación
al accidente de la laguna, resulta agravada por la
difusión que los hechos han tenido, generando en la
opinión pública una imagen negativa que afecta la
credibilidad de una de las instituciones
fundamentales de la República, amén de perjudicar el
decoro y la dignidad del cargo que detenta.
“(I)ndependientemente de las condiciones
específicas requeridas para el desempeño del cargo es
indudable que la importancia de la misión que les
está confiada exige en los jueces otras de carácter
su conducta, su moralidad, el concepto social de que
goza. Bajo la expresión dignidad de vida se entiende
que el juez no sólo debe satisfacer las conveniencias
sociales, sino que tiene que controlar
escrupulosamente sus actos en su vida pública y
privada porque lo que en otros puede calificarse de
falta, en él debe considerarse indecoroso” (Alsina,
Hugo, Tratado teórico práctico de Derecho Procesal
Civil y Comercial, T. II, págs. 199 y 201).
Este Consejo, al dictar la resolución
acusatoria en el expediente 148/99, ha sostenido que
“la garantía constitucional de inamovilidad que
ampara a los magistrados de la Nación, a diferencia
de la periodicidad a la que se encuentran sujetos
los integrantes de los otros poderes del Estado,
tiende a asegurar a los habitantes de la Nación -y
no a los jueces como comúnmente se sostiene-, la
imparcialidad y la independencia de criterio con la
que serán juzgados. Pero esa garantía de estabilidad
para el cumplimiento de tan elevada función
republicana encuentra su límite en la propia conducta
del magistrado. Cuando ésta se torna objetable, la
garantía cae, desaparece, porque deja de existir el
basamento que la sustenta” (Resolución N° 196, del 2
de setiembre de 1999, considerando 7°).
La doctrina precedentemente citada resulta
aplicable a la conducta del juez cuestionado. Es esta
última la que se ha tornado objetable para la
comunidad en la que ejerce su magistratura.
Por todo lo expuesto, adelantando opinión,
corresponde acusar al Dr. Víctor Hermes Brusa, por la
causal de mal desempeño en el cargo, en relación a su
conducta respecto del delito que investiga el titular
del Juzgado Correccional de la 7ma. Nominación de
Santa Fe, en mérito al considerando 1° y al
desprestigio que de ello se deriva.
Cabe destacar que los arts. 114 y 115 de la
Constitución Nacional, incorporados por la reforma de
1994, han transferido al Consejo de la Magistratura y
al Jurado de Enjuiciamiento todas las facultades
jurisprudencia y doctrina nacional como la extranjera
coinciden en señalar categóricamente que el juicio
político no tiene carácter judicial, ni es realizado
por un tribunal de justicia sino que examina hechos
en su carácter político (conf., entre otros, Bielsa,
Black, Joaquín V. González, Estrada, Sánchez
Viamonte, Agustín de Vedia y Hinds, así como la
jurisprudencia parlamentaria de la Cámara de
Representantes de los Estados Unidos y del H. Senado
de la Nación constituído en Tribunal -conforme a su
Diario de Sesiones, mayo de 1960, págs.347/361-).
En ese sentido, el procedimiento seguido
por el Consejo de la Magistratura y el Jurado de
Enjuiciamiento “bien puede considerarse que se trata
de un juicio político, aún cuando el órgano juzgador
no sea eminentemente político sino especial y
constituído pluralmente entre diversos órganos para
esos casos. Por ello, y aún cuando el tema es
convencional (como toda definición), entendemos que
no resulta chocante calificar de ‘político’ a ese
proceso de remoción o de juzgamiento de una
responsabilidad política, por oposición al judicial
(jurisdiccional), donde se juzga la conducta ‘común’
o, más propiamente, su responsabilidad civil o penal.
Es que, en este tipo de procesos lo que se investiga
es su calidad y moralidad como funcionario del Estado
y no -reiteramos- su conducta ‘civil’” (Enrique
Hidalgo, ob. cit., pág. 43).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación
ha señalado que los tribunales de enjuiciamiento de
magistrados “no son tribunales de justicia en los
términos de art. 14 de la ley 48. Tampoco constituyen
órganos administrativos...”.
Por ello, - conforme a la doctrina del H.
Senado de la Nación- rige para el juicio político un
amplio margen de discrecionalidad respecto del
procedimiento a seguir, propia de la índole política
de este tipo de procesos.
En función de lo expuesto y de conformidad
con la doctrina y jurisprudencia parlamentaria en
materia de juicio político este instituto tiene por
Campos, no se juzga “un hecho como delictuoso, sino
una situación de permanencia (...) como
inconveniente para el estado” (ob. cit. , T. I, pág.
186).
Del profundo contenido ético y moral
expresado a lo largo de todo el articulado de la
Constitución Nacional, se sigue que a los jueces, le
es exigida una norma de conducta superior a la del
resto de los ciudadanos, que incluye aspectos de su
vida privada en referencia al ejercicio de la
magistratura y la administración de justicia, según
se desprende de la interpretación concordante de los
arts. 19 y 110 de la Ley Fundamental. Se reconoce así
un interés de carácter general y jurídicamente
prevaleciente sobre el derecho particular.
Se exige el requisito constitucional de
“buena conducta”, precisamente, porque ésta es parte
potencial de la justicia y, por ello, ha sido
instituida por los constituyentes exclusivamente para
los jueces, que en tanto atiendan ese deber moral,
les será garantizada la inamovilidad en su cargo; por
eso “serás juez siempre y cuando (...) y hasta tanto
dure tu buena conducta, porque si hay verdad en tus
actos y en tus palabras, existe garantía que
administres justicia” (Mariano Gerván-Varaona, La
conducta de los Jueces y el art. 96 de la
Constitución Nacional, 1990).
Tal como observa este autor, “(l)a buena
conducta es virtud absolutamente determinante,
imprescindible en el mayor grado y necesaria (...).
La conducta se acredita por signos externos, siendo
pues, la buena conducta aquélla que permite creer en
la convicción interna del juez, porque la veracidad
de sus palabras y la autenticidad de sus actos son
los motivos que permiten suponer certísima y
libremente que habrá verdad y justicia en el
contenido de sus sentencias. Este acto de
asentimiento y confianza en los jueces se basa en la
alta autoridad moral que se reputa de quien ejerce la
magistratura”.
quedar en la opinión social el temor reverencial pero
no el respeto que la magistratura, por su solo
ejercicio, debe trasuntar.

Por ello,
SE RESUELVE:
1°) Abrir el proceso de remoción del señor
juez titular del Juzgado Federal N° 1 de la ciudad de
Santa Fe, Dr. Víctor Hermes Brusa en los términos de
los artículos 114, inc. 5, de la Constitución
Nacional y 7°, inciso 7° de la ley 24937 (T.O. por
decreto 816/99).
2°) Acusar al Dr. Víctor Hermes Brusa por
la causal de mal desempeño en el cargo, en relación a
su conducta, respecto del delito que investiga el
señor titular del Juzgado Correccional de la 7ma.
Nominación de Santa Fe, en mérito a lo expuesto en el
considerando 1°), así como por los hechos relatados
en el considerando 3°).
3°) Suspender al magistrado denunciado, en
los términos de los artículos 114, inc. 5, de la
Constitución Nacional y 7°, inciso 7° de la ley 24937
(T.O. por decreto 816/99).
4°) Desestimar las acusaciones por mal
desempeño en el ejercicio de su cargo, con motivo de
la actuación presuntamente irregular del magistrado
en la regulación de honorarios profesionales y de la
presunta comisión de delitos con anterioridad a su
designación como juez federal, en mérito a los
considerandos 2°) y 3°), sin perjuicio de considerar
que ellos implican el aumento del descrédito que
afecta al referido magistrado en la sociedad en la
que desenvuelve su actividad.
5°) Designar a los Dres. Miguel Angel
Pichetto y/o Melchor R. Cruchaga, como representantes
del Consejo de la Magistratura ante el Jurado de
Enjuiciamiento (artículo 26 de la ley 24937 [T.O. por
decreto 816/99]), con amplios poderes para actuar en
representación de este Consejo, constituyendo
domicilio a los efectos de este procedimiento, en la
calle Libertad 731, 2º piso de esta Ciudad. Requerir
Regístrese y comuníquese.
Firmado por ante mí, que doy fe.

ANEXO
OFRECIMIENTO DE PRUEBA

A) DOCUMENTAL

Expediente Nº 59/99 “Fernández de Combes, Elsa;


Bravo, Alfredo c/titular Juzgado Federal de Santa Fe,
Dr. Víctor Hermes Brusa” y sus anexos, consistente
especialmente en:

Anexo I: Expte. 5929-D-98 de la H.C.D. agregado por


cuerda al Expte. Nº 59/99.

Anexo II: Documentación remitida por la H.C.D.

Anexo III: Expte. Nº 1344-OV-97 de la H.C.D.:


antecedentes de la causa 432/98 “Pedernera, Héctor M.
s/ lesiones” (en 33 fs.).

Anexo XII: Copias aportadas por la testigo Stella


Maris Vallejos (94 fs.).

Anexo XIII: Copias de la causa 115/84 “Paez, Arnaldo


Catalino s/ Denuncia” (7 cuerpos); copias
certificadas del Expte. 242/94; copia simple del
Expte. Nro. 3/83; incidente “Consejo s/ Pedido”.

Anexo XIV: copias simples de la causa 334/77 (4 fs.).

Anexo XV: Documentación entregada por la Sra.


Patricia Isasa.

Anexo XVI: Copias certificadas de la causa 432/98


“Pedernera, Héctor Miguel s/ lesiones” (8 cuerpos).
causa 432/98 “Pedernera, Héctor Miguel s/ lesiones”
(37 fs.).

Anexo XIX: Pericia psiquiátrica en la causa


“Pedernera, Héctor Miguel s/ lesiones”.

Anexo XXII: Copias certificadas de publicaciones


periodísticas.

Anexo XXIII: Soportes magnéticos y cassettes


correspondientes a las declaraciones de los testigos
Schulman, Calvo, Vallejos, Maullín, Bugna de
Perassolo, Cámara, Cepeda, Pacheco, Isasa.

Anexo XXV: Soporte magnético y cassette


correspondiente al programa emitido por radio Mitre
el día 15/10/98.

Anexo XXVI: Comunicaciones recibidas.

Anexo XXVII: Publicaciones periodísticas.

B) INFORMATIVA

Se solicita el libramiento de los siguientes oficios:

1) Al Juzgado Correccional de la Séptima Nominación


de Santa Fe, a cargo del Dr. Raúl Candioti, a fin que
remita copia certificada de las actuaciones
actualizadas a partir del 3.6.99 a la fecha, de la
causa “Pedernera, Héctor M. s/ lesiones”.

2) Al Diario “El Litoral”, con domicilio en 25 de


Mayo 3536, y Diario “La Provincia”, con domicilio en
9 de Julio 2115, ambos de la Ciudad de Santa Fe,
Pcia. de Santa Fe y “La Capital”, con domicilio en la
calle Sarmiento 763 de la Cuidad de Rosario, Pcia. de
Santa Fe y “Rosario 12”, con domicilio en la calle
San Lorenzo 1131 de la Ciudad de Rosario de la Pcia.
de Santa Fe, como así también a los diarios “Página
12” con domicilio en Avda. Belgrano 671/77 de la
publicaciones realizadas en dichos periódicos en
relación al accidente ocurrido en la Laguna Setúbal
el 8.11.97 cuya víctima fuera Héctor Miguel
Pedernera, asimismo se le requerirá informe sobre la
autenticidad de las publicaciones periodísticas
agregadas a la causa y que figuran como Anexo XXII y
XXVII.

3) Al Honorable Concejo Municipal de la Ciudad de


Santa Fe, sito en Salta 2951, Santa Fe, Pcia. de
Santa Fe, a fin que remita copia certificada de todas
las Resoluciones y Declaraciones dictadas por ese
órgano en relación al Dr. Víctor Hermes Brusa y/o a
los hechos que lo involucran.

Se autorice a Mariana Izaguirre, con facultades para


el diligenciamiento de los oficios.

C) TESTIMONIAL

Se cite a prestar declaración testimonial a las


siguientes personas:

1) Casabella, Miguel, con domicilio en A. Casanelo


734, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

2) Ana Fiol, con domicilio en Perón s/n, Sauce Viejo,


Pcia. de Santa Fe.

3) Gustavo Mazzi, con domicilio en Ayacucho 2415,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

4) Roberto Pozzo, con domicilio en Boulevard Galvez


1334, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

5) Tomás Busch, con domicilio en Michai 151, San


Carlos de Bariloche, Pcia. de Río Negro.

6) Edgardo Luna, con domicilio en Uruguay 3787, Santa


Fe, Pcia. de Santa Fe.
8) Alejandro Colussi, con domicilio en Nueve de Julio
3560, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

9) Pedro Marangoni, con domicilio en Laprida 3541,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

10) José María Serra, con domicilio en C.S. Echague


6945, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

11) José M. Tessa, con domicilio en Rivadavia 3279,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

12) Sergio De Miguel, con domicilio en A. Frutos


1339, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

13) Orlando Barquin, con domicilio en Bº El Pozo s/n,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

14) Juan Arancio, con domicilio en Juan de Garay


3864, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

15) Marcelo Martin, con domicilio en San Lorenzo


3398, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

16) Domingo Porchettino, con domicilio en General


López 3051, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

17) Adolfo Pérez Esquivel, Avda. del Libertador 5515


3º E, Capital Federal.

18) Juan Carlos Bettanin, con domicilio en Urquiza


2130, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

19) Mabel Busaniche, con domicilio en San Jerónimo


2830, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

20) Jorge Mullor, con domicilio en Godoy 7736, Santa


Fe, Pcia. de Santa Fe.

21) Oscar Radkievich, con domicilio en Monseñor


Vicente Zaspe 2575 Piso 1º Dto. “B”, Santa Fe, Pcia.
Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

23) Eduardo Jauchen, con domicilio en Tres de Febrero


2761 Piso 4º Of. 4, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

24) Danilo Kilibarda, Boulevard Pellegrini 3186,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

25) Griselda Tessio, Nueve de Julio 1693, Santa Fe,


Pcia. de Santa Fe.

26) Mónica Emilia Marangoni, con domicilio en Laprida


3541, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

27) Juan Carlos Adrover, con domicilio en Junín 2681,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

28) Alberto José Piccinini, con domicilio en


Sarmiento 1334, Villa Constitución, Pcia. de Santa
Fe.

29) Vitorio Paulón, con domicilio en Necochea 2241,


Rosario, Pcia. de Santa Fe.

30) Héctor Santiago Quagliaro, con domicilio en


Campos Salles 6625, Rosario, Pcia. de Santa Fe.

31) Juan Nicolás Piazza, con domicilio en Salta 2951,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

32) Susana Campoli, con domicilio en Salta 2951,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

33) Mirta Barsalina, con domicilio en Salta 2951,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

34) Gladis Zunilda Bertoluzzi, con domicilio en Salta


2951, Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

35) José Weber, con domicilio en Salta 2951, Santa


37) Víctor De Genaro, con domicilio en Avda.
Independencia 766, Capital Federal.

38) Martín Abregú, con domicilio en Rodríguez Peña


286, 1º piso, Capital Federal.

39) María A. Gómez, domiciliada en 3 de Febrero 2761,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

40) José Ayala, con domicilio en 3 de Febrero 2761,


Santa Fe, Pcia. de Santa Fe.

Los mismos declararán a tenor del siguiente


interrogatorio:

a) Por las generales de la ley

Para que diga como sabe y le consta...

b) ... si conoce los hechos que se le imputan al Dr.


Víctor Hermes Brusa.

c) Se reserva el derecho de ampliar.

d) De público y notorio y razón de sus dichos.

Fdo.: Ricardo A. Branda - Bindo B. Caviglione Fraga -


Julio R. Comadira - Melchor R. Cruchaga - María Lelia
Chaya - Javier E. Fernández Moores - Angel F. Garrote
- Juan C. Gemignani - Juan M. Gersenobitz - Oscar E.
Massei - Diego J. May Zubiría - Eduardo D.E. Orio -
Miguel A. Pichetto - Humberto Quiroga Lavié - Horacio
D. Usandizaga - Santiago H. Corcuera (Secretario
General)

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