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ÍNDICE

Prólogo y agradecimientos 9

Introducción. EL TESTIMONIO DE LAS IMÁGENES 11


¿Indivisibilidad de lo visual? 12
Fuentes y vestigios 16
Variedades de imagen 20

l. FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS 25
Realismo fotográfico 25
El retrato, ¿espejo o forma simbólica? 30
Reflexiones sobre los reflejos 37
Las orejas de Morelli 41

Il. ICONOGRAFÍA E ICONOLOGÍA 43


La idea de iconografía 43
La escuela de Warburg 44
Ejemplificación del método 48
Crítica del método so
El problema del paisaje 53

III. LO SAGRADO Y LO SOBRENATURAL 59


Imágenes y adoctrinamiento 6o
El culto de las imágenes 64
Imágenes y devoción 66
Imágenes polémicas 6g
La crisis de la imagen 72

IV. PODER Y PROTESTA 75


Imágenes de ideas 77
Imágenes de individuos 83
Imágenes subversivas 97

283
VISTO Y NO VISTO -~
ÍNDICE

V. LA CULTURA MATERIAL A TRAVÉS DE LAS IMÁGENES 101 XI. LA HISTORIA CULTURAL DE LAS IMÁGENES 227
Paisajes urbanos 104 Las historias sociales del arte 227
Interiores y mobiliario 109
Publicidad Notas 243
117
Problemas y soluciones 120 Bibliografía selecta 259
Créditos de las ilustraciones 271
VI. VISIO NES DE LA SOCIEDAD 129
Lista de ilustraciones 2 73
Niños 131
La mujer e n la vida cotidiana 135 Índice onomástico 277
Escenas d e género 143
Lo real y lo ideal 146

VII. EsTEREOTIPos DE LOS OTRos 155


Las razas monstruosas 159
Orientalismo 162
El otro en el proio país qo
El campesino grotesco 173

VIII. RELATOS VISUALES 177


Imágenes de acontecimientos del momento q8
Lectura d e los relatos 181
Imágenes singulares 183
Los cuadros de batalla 185
La serie 191
Los frisos narrativos 193
El Tapiz de Bayeux 194
El testimonio del cine 1 95

IX. DE TESTIGO A HISTORIADOR 199


El pintor como historiador 199
El cine como inte rpretación 201
El Luis XIV d e Rossellini 206
Historia contemporánea 209

X. ¿MÁS ALLÁ DE LA ICONOGRAFÍA? 215


El psicoanálisis 216
Enfoques estructuralistas y post-estructuralistas 218

284 z8s
't

INTRODUCCIÓN

EL TESTIMONIO DE LAS IMÁGENES

Ein Bild sagt mehr als 1000 Worte


[Una imagen dice más que mil palabras].
KURT TUCHOLSKY

El interés fun damental del presente volumen es el uso de la imagen


como documento histórico. Ha sido escrito con el fin de fomentar la
utilización de este tipo d e documentos y de advertir a los posibles
usuarios de algunas de l~_s trampas que comportan. Más o m enos du-
rante la última generación, los historiadores han ampliado considera-
blemente sus intereses, hasta incluir en ellos no sólo los acontecimien-
tos políticos, las tendencias económicas y las estructuras sociales, sino
también la historia de las mentalidades, la historia de la vida cotidia-
na, la historia de la cultura material, la historia del cuerpo, etc. No
habrían podido llevar a cabo sus investigaciones sobre estos campo~
relativamente nuevos, si se hubieran limitado a las fuentes tradicio-
nales, como, por ejemplo, los docum entos oficiales producidos por
las administraciones y conservados en sus archivos.
Por ese motivo, cada vez más a menudo se están utilizando distin-
tos tipos de documentación, e ntre los cuales, junto a los textos litera-
rios y los testimonios orales, tambié n las imágenes ocupan un lugar.
Tomemos, por ejemplQ_, la histo_rj-ªSlel cuerpo. Las imágenes son una
guía para el estudio de los ca.m bios experimentados por las ideas de
enfermedad y de salud, y todavía son más importantes como testimo-
nio del cambio experimentado por los criterios de belleza, o de la
historia de la preocupación por la apariencia externa tanto por parte
de los hombres como de las mujeres. Del mismo modo, la historia de
la cultura material, que estudiaremos en el capítulo V, sería práctica-
mente lmposif>lé sin e l testimonio de las imágenes, que también h an

11
VISTO Y NO VISTO ., INTRODUCCIÓN

supuesto una contribución importante a la historia de las mentalida- rupestres de Altamira y Lascaux, mientras que la historia del Egipto
des, como intentaremos demostrar en los capítulos VI y VII. antiguo sería incomparablemente más pobre sin el testimonio de las
pinturas sepulcrales. En ambos casos, las imágenes proporcionan prác-
ticamente el único testimonio existente de prácticas sociales tales como
¿INVISIBILIDAD DE LO VISUAL? la caza. Algunos estudiosos especializados en épocas posteriores tam-
bién se toman en serio las imágenes. Por ejemplo, los especialistas en
Puede darse el caso de que los historiadores siguieran sin tomarse lo la historia de las actitudes políticas, de la <<opinión pública» o de la pro-
bastante en serio el testimonio de las imágenes, como ocurre con un paganda llevan muchos años usando el testimonio de los grabados.
reciente estudio que habla de la << invisibilidad de lo visual». Según U na vez más, un distinguido medievalista, David Douglas, afirmaba
dice un especialista en historia del arte , <<los historiadores ... prefie- hace casi medio siglo que el Tapiz de Bayeux era <<una fuente primor-
ren ocuparse de textos y de hechos políticos o económicos, y no de dial para la historia de Inglaterra>>, que <<merece ser estudiada junto
los niveles más profundos de la experiencia que las imágenes se en- con los relatos de la Crónica anglosajona y de Guillermo de Poitiers».
cargan de sondear»; otro, en cambio, habla de la << actitud de supe- El empleo de las imágenes por parte de unos pocos historiadores
rioridad para con las imágenes» que esto presupone. ' se remonta mucho más atrás. Como señalaba Francis Haskell (1928-
Son relativamente pocos los historiadores que consultan los archi- 2000) en History and its Images, las pinturas de las catacumbas de
vos fotográficos, comparados con los que trabajan en los depósitos Roma fueron estudiadas en el siglo xvii como testimonio de la histo-
de documentos manuscritos o impresos. Son relativamente pocas las ria del cristianismo primitivo (y durante el siglo xrx como testimonio
revistas de historia que contienen ilustraciones, y cuando las tienen, de la historia social). 3 El Tapiz de Bayeux (Fig. 79) fue ya tomado en
son relativamente pocos los autores que aprovechan la oportunidad serio como fuente histórica por los estudiosos a comienzos del si-
que se les brinda. Cuando utilizan imágenes, los historiadores suelen glo xvrrr. A mediados de siglo, los cuadros de diversos puertos de mar
tratarla? como simples ilustraciones, reproduciéndolas en sus libros franceses pintados por Joseph Vernet (que estudiaremos más ade-
sin el menor comentario. En los casos en los que las imágenes se ana- lante, cf. Capítulo V) fueron alabados por un crítico, según el cual, si
lizan en el texto, su testimonio suele utilizarse para ilustrar las con- otros pintores siguieran el ejemplo de Vernet, sus obras resultarían
clusiones a las que el autor ya ha llegado por otros medios, y no para muy útiles a la posteridad porque <<en sus cuadros podría leerse la
dar nuevas respuestas o plantear nuevas cuestiones. historia de las costumbres, las artes y las naciones».4
¿Por qué iba a ser así? En un artículo en el que describe su descu- Los especialistas en historia de la culturaJacob Burckhardt (1818-
brimiento de la fotografía victoriana, el difunto Raphael Samuel se 1897) y Jo han Huizinga ( 1872-1945) , que además eran artistas afi-
definía a sí mismo y a otros especialistas en historia social de su ge- cionados y cuyos estudios tratan respectivamente del Renacimiento y
neración comol:_~alfabetos visuales_:t En los años cuarenta, un niño del <<Otoño » de la Edad Media, basaban sus descripciones y sus inter-
era y seguiría siendo toda su vida -según su propia expresión- <<pre- pretaciones de la cultura de Italia y de los Países Bajos en las pinturas
televisual». Su educación, en la escuela y en la universidad, consistía de artistas tales como Rafael o van Eyck, así como en los textos de la
en un adiestramiento en la lectura de textos. 2 época. Burckhardt, que escribió varias obras sobre el arte italiano an-
Con todo, ya por entonces una minoría significativa de historiado- tes de dedicarse a la cultura del Renacimiento en general, calificaba
res utilizaba el testimonio de las imágenes, especialmente los especia- las imágenes y monumentos de << testimonios de las fases pretéritas
listas en las épocas en las que los documentos escritos son raros o ine- del desarrollo del espíritu humano», de objetos <<a través de los cua-
xistentes. De hecho sería muy difícil escribir cualquier cosa acerca de les podemos leer las estructuras de pensamiento y representación de
la prehistoria europea, por ejemplo, sin el testimonio de las pinturas una determinada época».

12 13
VISTO Y NO VISTO 't INTRODUCCIÓN

En cuanto a Huizinga, pro nunci ó en 1905 un a lección inaugural paJes problemas planteados por el empleo de este tipo de documen-
en la unive rsidad de Groningen disertando sobre <<El elemento esté- tación.7
tico en el pensamiento histórico >> , y en ella comparaba el pensamien- La imagen fue el punto de partida de dos importantes estudios d e
to histórico con la <<visión>> o <<sensación» (sin d esechar el sentido de Philippe Aries (1914-1982), que se definía a sí mismo como <<histo- •
contacto directo con el pasado), y declaraba que <do que tien en e n riador domingu ero », una historia d e la infancia y un a historia de la
común el estudio de la historia y la creación artística es una manera muerte, en las cuales las fuentes visuales eran d escritas como <<testi-
d e formar imáge nes ». Más tarde, d escribiría el m é todo d e la historia monios de sensibilidad y d e vida», por los mismos motivos qu e <d a
cultural en térm inos visuales como <<el método d el mosaico ». Hui- literatura o los docume ntos d e los archivos». La obra de Aries será
zinga confesaba en su autobiografía que su interés por la historia se analizada con más d e talle en otro capítulo. Su planteamiento fue
vio fortalecido por la colección d e monedas iniciada cuando era imitado durante los años setenta por algunos historiadores fran ceses
niño, que se sintió atraído por la Edad Media porque imaginaba ese de primera fila, e ntre ellos por Michel Vovelle, que ha estudiado la
período co mo una época <<llena de caballeros galantes con cascos de Revolución Francesa y e l antiguo régimen que la precedió , y Maurice
plumas», y que su decisión d e abandonar los estudios orientales y d e- Agulhon, que se ha especializado en la Francia d el siglo XIX. R
dicarse a la historia d e los Países Bajos fue estimulada por una expo- La <<te nden cia plástica », como la denomina el crítico americano
9
sición d e pintura flam enca que vio en Brujas en 1902. Huizinga fue William Mitchell, es visible tambié n e n el mundo de habla inglesa.
también un vigoroso d efensor de los museos de historia. 5 Fue a mediados de los años sesenta, como él mismo confiesa, cuando
Otro académico de la generación d e Huizinga, Aby Warburg Raphae l Samue l y algunos contemporáneos suyos se die ron cuenta
( 1866-1929), qu e empezó d edicándose a la historia d el arte como d el valor de las fotografías como documentos de la historia social del
Burckhardt, acabó su carrera intentando escribir una historia d e la siglo XIX, pues les ayudan a construir una <<historia desde abajo » cen-
cultura basada tanto en las imágen es como en los textos. El Instituto trada e n la vida cotidiana y e n las experi encias de la gente sencilla.
·· Warburg, creado a partir de la biblioteca d e Warburg y trasladado de No obstante, si tomamos la influyente revista Past and Present como
H amburgo a Londres tras la ascensión al poder d e Hitler, ha seguido representante de las nuevas tendencias historiográficas en el mundo
fomentando ese e nfoque. Así, la historiadora del Renacimie nto Fran- d e h abla inglesa, resulta bastante sorprendente comprobar que de
~ ces Yates (1899-1981), que empezó a frecuentar el Instituto a finales 1952 a 1975 ni uno so lo d e los artículos incluidos en ella contienen
d e los años tre inta, d ecía de sí misma que h abía sido «iniciada en la imágen es. Durante los años setenta, fueron publicados dos artículos
técn ica d e Warburg consisten te en utilizar los testimonios visuales con ilustraciones. Durante los ochenta, por otra parte, esa cifra as-
6
como documen tos históricos». cendió hasta los catorce.
El testimonio de imágenes y fotografías fue utilizado también du- Que los años ochenta supusieron un punto clave en este sentido
rante los años treinta por el histori ador y sociólogo brasile ño Gil- nos lo confirman también las actas de un co ngreso de historiadores
berta Freyre ( 1900-1987), que se d efinía a sí mismo como un pintor americanos celebrado en 1985 y d edicado a los << testimonios del
histórico d e l estilo d e Tiziano y calificaba su e nfoque d e la historia arte ». Tras ser publicadas e n un número especial d e l journal of In-
social como una forma de «impresionismo », en el sentido de que era terdisciplinary History, el simposio d espertó tanto inte rés que las actas
10
un << inten to de sorprender la vida en movimiento ». Siguiendo los pa- volvieron a publicarse rápidamente e n forma d e libro . Desde en-
sos de Freyre, un am ericano experto en la historia del Brasil, Robert tonces, uno d e los participantes, Simon Schama, se ha h echo famoso
Levine, ha publicado un a serie de fotografías de la vida en la América por la utilización d e los testimonios visuales e n estudios que abar-
Latina a finales d el siglo XIX y comienzos d el xx con un comentario can d esde la investigación d e la cultura h o land esa del siglo XVII, The
qu e no sólo sitúa las fotos en su contexto, sino que analiza los princi- Embarrassment of Riches (1987), a un repaso d e las actitudes occi-

14 15
VISTO Y NO VISTO ~ INTRODUC C IÓN

dentales ante el p aisaje durante varios siglos, Landscape and Memory religiosas analizadas en el Capítulo III). Nos hacen comprender cuán-
( 1995) . tas cosas habríamos podido conocer, si nos las hubiéramos tomado
La propia colección <<Picturing History», lanzada en 1995, a la más en serio. En resumen, las imágenes nos permiten << imaginar>• el
que pertenece originalmente el volumen que están leyendo ustedes, pasado de un modo más vivo. Como dice el crítico Stephen Bann, al
es otra prueba de la nueva tendencia. En los próximos años será in- situarnos frente a una imagen nos situamos «frente a la historia>>. El
teresante comprobar cómo unos historiadores de una generación hecho de que las imágenes fueran utilizadas en las diversas épocas
que se ha visto expuesta a los ordenadores y a la televisión práctica- como objetos de devoción o medios de persuasión , y para proporcio-
mente desde su nacimiento y que siempre ha vivido en un mundo sa- nar al espectador información o placer, hace que puedan dar testi-
turado de imágenes, se sitúa ante los testimonios visuales del pasado. monio de las formas de religión, de los conocimientos, las creencias,
los placeres, etc. , del pasado. Aunque los textos también nos ofrecen
importantes pistas, las imágenes son la m ejor guía para entender el ;,
FUENTES Y VESTIGIOS poder que tenían las representaciones visual es e n la vida política y re-
12
ligiosa de las culturas pretéritas.
Tradicionalmente, los historiadores han llamado a sus documentos Así, pues, en este libro analizaremos la utilización de diferentes ti-
,,fuentes», como si se dedicaran a llenar sus cubos en el río de la ver- pos de imágenes como lo que los juristas llaman «testimonios admisi- ··
dad y sus relatos fueran haciéndose más puros a medida que se acer- bies» de los distintos tipos de historia. La analogía con el mundo ju-
caran más a los orígenes. La metáfora es muy vívida, pero también rídico tiene su razón de ser. Al fin .y al cabo, en los últimos años
equívoca, por cuanto implica la posibilidad de realizar una exposi- muchos atracadores de banco, hooligans de fútbol y policías violen-
ción del pasado libre de la contaminación de intermediarios. Natu- tos han sido condenados en virtud d el testimonio de los videos. Las
ralmente resulta imposible estudiar el pasado sin la ayuda de toda fotografías que toma la policía de la escena del crimen suelen ser uti-
una cadena de intermediarios, entre ellos no sólo los historiadores lizadas como pruebas. Hacia 1850, el Departamento de Policía de
de épocas pretéritas, sino también los archiveros que ordenaron los Nueva York creó una << Galería de delincuentes>> que permitía reco-
documentos, los escribas que los copiaron y los testigos cuyas pala- nocer a los ladrones. 13 De hecho, antes de 18oo los archivos de lapo-
bras fueron recogidas. Como decía hace medio siglo el historiador licía francesa ya incluían retratos en los expedientes personales de
holandés Gustaaf Renier ( 1892- 1962), convendría sustituir la idea los principales sospechosos.
de fuentes por la de <<vestigios» del pasado en el presente. 11 El tér- La idea fundamental que la prese nte obra pretende sostener e
~ mino <<vestigios >> designaría los manuscritos, libros impresos, edifi- ilustrar es que, al igual que los textos o los testimonios orales, las imá-
cios, mobiliario, paisaje (según las modificaciones introducidas por genes son una forma importante de documento histórico. Reflejan
la explotación del hombre), y diversos tipos de imágenes: pinturas, un testimonio ocular. Semejante idea no tiene nada de nuevo , como
estatuas, grabados, o fotografías. demuestra una famosa imagen, el retrato de un hombre y su espo-
Los historiadores no pueden ni deben limitarse a utilizar las imá- sa, llamado << El matrimonio Arnolfini ••, conservado en la National
genes como <<testimonios>> en sentido estricto (como estudiaremos Gallery de Londres. El cuadro lleva la siguiente inscripción: Jan van
detalladamente en los Capítulos V, VI y VII). Debería darse cabida Eyck fuit hic (<<jan van Eyck estuvo aquí •• ), como si el pintor hubiera
también a lo que Francis Haskell llamaba <<el impacto de la imagen actuado como testigo de la boda de la pareja. Ernst Gombrich habla
en la imaginación histórica >> . Pinturas, estatuas, estampas, etc., per- en sus obras del <<principio del testigo ocular», en otras palabras, de la
miten a la posteridad compartir las experiencias y los conocimientos norma seguida por los artistas en algunas culturas, a partir de la de
no verbales de las culturas del pasado (por ejemplo las experiencias los antiguos griegos, consistente en repre se ntar lo que un testigo

16 17
VISTO Y NO VISTO ':t INTRODUCCI ÓN

ocular podría haber visto desde un d ete rminado punto e n un d eter-


minado m o men to y sólo eso. ' 4
De m odo parecido , la expresión «estilo de testigo ocular>>fue in-
troducida e n un estudio de la pintura d e Vittore Carpaccio ( ca. 1465-
ca. 1525) y algunos d e sus con temporáneos de Venecia, para d esig- ·<1'./ZA t.. ¡J.

nar el am or por el d etall e que reflejan su s cuadros y el deseo de los


artistas y sus patronos de «pintar lo que se ve d e m an era tan verídica
como sea posible, según los criterios imperantes de testimonio y /
1

prueba». ' 5 A veces los textos corroboran nuestra impresión d e que a


un artista le preocupaba ofrecer un testimonio exac to d e las cosas.
Por ejemplo, e n una n ota escrita en la parte trasera de su cuadro Ca-
balgando hacia la libertad ( 1862), e n el que aparecen tres escl avos a
caballo, un hombre, una mujer y un niño, el pintor am ericano East-
man John son (182 4-1 906) calificaba su pintura d e testimonio de \

<< Un incidente real ocurrido durante la Gu e rra Civil , visto por mí


mismo ». También se h an utilizado d efin icion es como estilo «docu- 1. Euge ne De lacro ix, boce to de Las mujeres de Argel, ca. 1832, acuare la co n ras-
tros d e lápi z. Museo de l Louvre, Pa rís.
me ntal>>o «etnográfico » para describir im ágenes semejantes de épo-
cas posteriores (vid. infra pp. 24, 164, 17 4).
Ni qué decir tie n e que el uso d el testimonio d e las imáge nes plan-
tea numerosos problemas h arto delicad os. Las imágen es son testigos
mudos y resulta difícil traducir a palabras e l testimonio que nos ofre-
cen. Pued en haber tenido por objeto co municar su propio mensaj e,
pe ro no es raro que los historiadores h agan caso omiso de é l para
«leer entre lín eas» las imáge nes e interp retar cosas que el artista no
sabía que estaba diciend o. Evidentemente semejante ac titud com-
porta graves peligros. Es preciso utilizar las imáge n es co n cuidado,
incluso con tino - lo mismo que cu alquier otro tip o d e fuente-
para darse cu e nta d e su fragi lidad. La «Crítica d e las fuentes» d e la
docume ntación escrita constituye d esd e hace basta nte tiempo una
parte fundamental de la formación d e los histori ad ores. En compa- 2. Co nstantin Guys , boce to e n acuare la de l sultán ca min o de la mezquita ,
ración con ella, la crítica de los testimonios visuales sigu e estando 1854· Colección particu lar.
muy poco d esarrollada, aunque el testimonio d e las imágenes, como
el de los textos, plantea probl emas d e contexto, d e función, d e retó- libres d e las limi taciones d el «gran estilo » (a n alizado e n e l Cap í-
rica, de calidad del recuerdo (si d a ta d e poco o much o d espués d el tulo VIII), constituyen testimonios m ás fidedignos que las pinturas
acontecimiento ), si se trata de un testimonio secundario ,'etc. Por eso realizadas después en el estudio d e l artista . En el caso d e Eugene De-
algunas imágenes ofrecen un testimonio más fi ables que otras. Por lacroix ( 1798-1 863), podemos ejemplificar perfectamente este argu-
ejemplo , los bocetos tomados direc tame nte del natural (Figs. 1 y 2) y m ento comparando su boceto Dos mujeres sentadas y su cu adro Las

18 19
VISTO Y NO VISTO ,. I NTRODUC C IÓN

mujeres de Argel (1834), que tiene un carácter más teatral y, a diferen- Por ejemplo, la apariencia de las imágenes cambió radicalmente.
cia del estudio original, contiene referencias a otras imágenes. Durante las primeras fases de la xilografía y de la fotografía , las imá-
¿Hasta qué punto y de qué forma ofrecen las imágenes un testimo- genes en blanco y negro sustituyeron a las pinturas en color. Si se nos
nio fiable del pasado? Naturalmente sería absurdo intentar dar una permite especular un poco, cabría sugerir, como se ha hecho en el
respuesta general demasiado simple a semejante cuestión. Un icono caso de la transición del mensaje oral al impreso, que la imagen en
de la Virgen del siglo XVI y un póster de Stalin del siglo xx dicen a los blanco y negro es, según la famosa frase de Marshall McLuhan, una
historiadores muchas cosas acerca de la cultura rusa, pero -a pesar de forma << más fría>> de comunicación que la policroma, más ilusionista,
ciertas analogías de lo más curioso- existen evidentemente diferen- que fomenta un distanciamiento mayor del observador. Además, las
cias enormes entre lo que nos dicen y no nos dicen una imagen y otra. imágenes impresas, lo mismo que ocurriría luego con la fotografía ,
Si pasamos por alto la diversidad de las imágenes, de los artistas, de la podían fabricarse y transportarse con mayor rapidez que las pinturas,
utilización de la imagen y de las actitudes frente a ella en los distintos de suerte que las imágenes de los acontecimientos actuales podían
períodos de la historia, será bajo nuestra propia responsabilidad. llegar a los observadores mientras los hechos estaban aún frescos en
la memoria, argumento que desarrollaremos en el Capítulo VIII.
Otro argumento que conviene tener presente en el caso de ambas
VARI)<:DADES DE IMAGEN revoluciones es que permitieron que se produjera un salto cuantita-
tivo en el número de imágenes al alcance de la gente sencilla. De he-
El presente ensayo trata de las << imágenes >> y no del << arte », término cho resulta difícil incluso imaginar qué pocas imágenes circulaban
que no empezó a utilizarse en Occidente hasta el Renacimiento , y so- en la Edad Media, pues los manuscritos con miniaturas, que ahora
bre todo a partir del siglo XVIII, cuando la función estética de las nos resultan tan familiares en los museos o a través de las reproduc-
imágenes -al menos en los ambientes elitistas- empezó a preva- ciones gráficas, normalmente se hallaban en manos de unos pocos
lecer sobre muchos otros usos que tenían dichos objetos. Indepen- particulares, de modo que el público en general sólo tenía a su dis-
dientemente de su calidad estética, cualquier imagen puede servir posición las imágenes de los altares y los frescos de las iglesias. ¿Cuá-
como testimonio histórico. Los mapas, las planchas decorativas, los les fueron las consecuencias culturales de esos dos saltos?
exvotos (Fig. 1 7), las muñecas de moda o los soldados de cerámica Las consecuencias de la imprenta han sido analizadas habitual-
enterrados en las tumbas de los primeros emperadores chinos, cada mente en términos de estandarización y fijación de los textos en una
uno de estos objetos tienen algo que decir al historiador. forma permanente, y lo mismo cabría decir de las imágenes graba-
Para complicar aún más la situación, es preciso tener en cuenta das. William M. Ivinsjr (r88r-rg6r), conservador de grabados en la
los cambios que se producen en el tipo de imagen disponible en de- ciudad de Nueva York, sostenía que la importancia de las estampas
terminados lugares y momentos, y en particular dos revoluciones del siglo XVI rad ica en que eran <<afirmaciones plásticas suscepti-
que han tenido lugar e n el terreno de la producción de imágenes, a bles de ser repetidas con toda exactitud>>. Ivins subrayaba que los grie-
saber, la aparición de la imagen impresa (xilografía, grabado, agua- gos de la Antigüedad, por ejemplo, abandonaron la costumbre de
fuerte, etc.) durante los siglos xv y XVI, y la aparición de la imagen añadir ilustraciones a los tratados de botánica por la imposibilidad
fotográfica (incluidos el cine y la televisión) durante los siglos XIX y de producir imágenes idénticas de una misma planta en las diferen-
xx. El estudio de las consecuencias de estas dos revoluciones con el tes copias manuscritas de una misma obra. Por otra parte, desde
detalle que merecen daría pie a escribir una obra sumamente volu- finales del siglo xv los herbarios irían ilustrados habitualmente con
minosa, pero en cualquier caso convendría hacer unas cuantas ob- xilografías. Los mapas , que empezaron a imprimirse en 1472, ofre-
servaciones generales. cen otro ej e mplo del modo en que la comunicación de la informa-

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VISTO Y NO VISTO 't
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petición que proporcionó la imprenta. '! .... . o>C .J.to
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En la época de la fotografía, según el crítico alemán de ideología •··:¡jK~¡

marxista Walter Benjamin (1892-1940) en un famoso artículo publi- /'!c.-.:.. :~.:. ~:· ,.
cado en los años treinta, la obra de arte cambió de carácter. La má- '~lf ;~;t · .• / ~ r.";h<
. _(' · ··~ .: ~ ·Y
quina <<sustituye la singularidad de la existencia por la pluralidad de ,,'. ;t'
~¿~·
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la copia >> y hace que el <<valor de culto >> de la imagen se convierta en 1' •
'
. :1.
<<valor de exhibición >> . << Lo que se pierde en la edad de la reproduc- J'
ción mecánica es el aura de la obra de arte >> . Esta tesis puede suscitar :.)t_
. :.
~

muchas dudas, y de hecho las ha suscitado. El propietario de una xilo- Á~~~-


grafía, por ejemplo, puede tratarla con respeto en la idea de que es una "-'Jf!'x·
... :
. T·.~of
.- ~

imagen singular y no pensando que se trata de una copia más. O , por •'-;,

ejemplo, gracias a los cuadros de los maestros holandeses del siglo xvrr ~~::.:;:~:~.~·..
! )', . -~ ...,.
que representan domicilios particulares y tabernas, existen documen-
tos visuales que demuestran que en las paredes de las casas se colga- ~l~:;,·;i;?
ban tanto pinturas como xilografías y grabados. Más recientemente, ~J.'-"<<V
en la época de la fotografía, como ha defendido Michael Camille, la r
reproducción de la imagen puede llegar incluso a incrementar su
aura, del mismo modo que la multiplicación de sus fotos no supone
J
menoscabo alguno para el glamour de una estrella del cine, sino . / .:.i ':' f~ 'i\ \ '!.:<
todo lo contrario. Si hoy nos tomamos la imagen singular menos en ··~
¡;; - '', ; ~ J¡

serio que nuestros antepasados, tesis que todavía no ha sido demos-


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4

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·-; · • :

trada, tal vez no se deba a la reproducción propiamente dicha, sino a


la incesante saturación de imágenes que padece nuestro universo de
!'h~;,.Jn::~· . 1 ,..,.,,.,.Jr._l.,
experiencia. 17
<< Estudiad al historiador antes de empezar a estudiar los hechos>> ,
decía a sus lectores el autor del famoso manual What is History? 1 H De
modo parecido, cabría aconsejar a todo el que intente utilizar el tes-
timonio de una imagen, que empiece por estudiar el objetivo que hlut ·'---
con ella persiguiera su autor. Por ejemplo, son relativamente fiables
jEC.O'T'ON._·
las obras que se realizaron a modo de documento , con el objetivo pri-
mordial de registrar los restos de la antigua Roma, pongamos por . . ~~ ~-~-,.~mi,:~: ,;1 th.·.'; ,;'":'r;r~ .1~;
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caso, o la apariencia o las costumbres de las culturas exóticas. Las :1-.b rwf'- f'!'sh t".1 N' t:.[N: r/,, ~?/f
!v(· 'h~~,n~fu·¡~ .
imágenes de los indios de Virginia realizadas por el artista elizabet-
hiano John White (jloruit 1584-1593), por ej e mplo (Fig. 3), fueron
hechas in situ; lo mismo que las de los hawaianos y los tahitianos que
3· John White, vista del poblado de Secoton , Virgini a, ca. 1585-1587. British
hicieron los dibujantes que acompañaban al capitán Cook y a otros Muse um, Lo ndres.

22
VISTO Y NO VISTO
,.
exploradores, precisamente con el fin de dejar constancia de sus d es-
cubrimientos. Los <<artistas de guerra>>, enviados al campo de batalla
para retratar los combates y la vida de los soldados en campaña (cf.
Capítulo VIII), activos desde la época de la expedición de Carlos V a
FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS
Túnez hasta la intervención de los americanos en la guerra de Vie t-
nam , o incluso más tarde, sue len ser testigos más fidedignos, sobre
todo en los detalles, que sus colegas que trabajan exclusivamente en
su domicilio. Las obras como las que hemos descrito en este párrafo
podrían calificarse de <<arte documental». Aunque las fotos no mienten,
No obstante, no sería prudente atribuir a estos artistas-reporteros los mentirosos pueden hacer fotos.
una << mirada inocente », en el sentido de una actitud totalmente ob- LEW IS HI NE
jetiva, libre de expectativas y prejuicios d e todo tipo. Literal y meta-
fóricamente, esos estudios y pinturas reflejan un << punto de vista». En Si d eseáis entender a fondo la historia
e l caso de White, por ejemplo, debemos tener en cuenta que inter- de Itali a, mirad ate ntame nte los retratos .. .
En los rostros d e la ge nte siempre puede
vino personalmente en la colonización de Virginia y que quizá in- leerse algo de la historia de su época,
tentó dar una buena impresión del país omitiendo las esce nas de d es- si se sabe leer e n ell os.
nudos, sacrificios humanos y cu alquier otra que pudie ra asu star a los G rovANNI MORELLI
pote nciales colo nos. Los historiadores que utilizan este tipo de d ocu-
mentos no pueden ignorar la posibilidad de la propaganda (cf. Capí-
Las tentaciones de realismo, o mejor d icho de tomar una imagen por
tulo IV), o de las visiones estereotipadas del <<otro » (cf. Capítulo VII) ,
la realidad, son especialmente seductoras en el caso de las fotografías
ni o lvidar la importancia de las convenciones plásticas admitidas
y los retratos. Por eso analizaremos ah ora con cierto grado de detalle
como algo natural en determinadas culturas o en d eterminad os gé-
este tipo de imágenes.
neros, como, por ej emplo, los cuadros de batallas (cf. Capítulo VIII).
Para corroborar esta crítica de la mirada inocente, resultaría muy
útil poner algunos ej emplos en los que el testimon io histórico de las
REALISMO FOTOGRÁFICO
imágenes es, o en cu alquier caso parece ser, claro y direc to: las foto-
grafías y los retratos.
Desde una fec h a muy tempran a de la historia de la fotografía, el
nuevo medio fue estudiado como auxiliar d e la historia. En una con-
ferencia pronunciada en 1888, por ejemplo, George Francis invitaba
a coleccionar sistemáticamente fotografías por co nsiderarlas << la me-
jor representación gráfica posible de nuestras tierras, d e nuestros
edificios y de nuestros modos de vida». El probl ema que se plantea al
historiador es si se d ebe prestar crédito a esas imágenes y hasta qué
punto debe hacerse. A menudo se ha dicho que <<la cámara nunca
miente ». Pero e n nuestra <<cultura de la instantánea», que ll eva a tan-
tos d e nosotros a grabar p elículas de nuestra familia o de nuestras va-

25
24
VISTO Y NO VISTO FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS
"*
caciones, sigue viva la tentación de tratar la pintura como el equiva- desgajadas del conjunto o del álbum en el que fueron expuestas en
lente de esas fotografías y, e n consecuencia, de esperar que tanto his- un principio, para acabar en algún museo o archivo. No obstante,
toriadores como artistas nos ofrezcan representaciones realistas. en algunos casos famosos, como los << documentos» realizados por Riis,
ol
De hecho es posible que nuestro sentido del conocimiento histó- Lange, y Hine, podemos decir algo acerca del contexto social y po-
rico haya sido modificado por la fotografía. Como dijo en cierta oca- lítico de las fotos . Fueron realizadas con fines publicitarios para cam-
sión el poe ta francés Paul Valéry ( 1871- 1945), nuestros criterios d e pañas de reforma social y al servicio de instituciones tales como, por
veracidad histórica nos llevan incluso a plantearnos la siguiente cues- ejemplo, la Charity Organisation Society, el National Child Labour
tión: <<¿Podría haber sido fotografiado tal o cual hecho, del mismo Committee, o la California State Emergency Relief Administration.
modo que ha sido contado?>> Los periódicos llevan mucho tiempo De ahí que su interés se centre, por ejemplo, en la mano de obra in-
utilizando la fotografía como testimonio de autenticidad. Al igual fantil, en los accidentes laborales o en la vida en los barrios bajos. (La
que las imágenes televisivas, esas fotografías suponen una gran apor- fotografía realizó una contribución análoga en las campañas en favor
tación a lo que el crítico Roland Barthes ( 1915-1980) llamaba el de la eliminación de las chabolas en Inglaterra). Esas imágenes te-
<<efecto realidad». En el caso de las viejas fotografías de ciudades, por nían generalmente por objeto despertar la simpatía del público.
ejemplo, sobre todo cuando se amplían hasta llenar toda una pared, En cualquier caso, la selección de los temas e incluso de las postu-
el espectador llega a experimentar la vívida sensación de que, si qui- ras que hicieron los primeros fotógrafos a menudo siguió el ejemplo
1
siera, podría meterse en la foto y ponerse a caminar por la calle. de la pintura, la xilografía y el grabado, mientras que los fotógrafos
El problema que plantea la pregunta de Valéry es que implica una más recientes no dudaron en citar o aludir a sus predecesores. La
contraposición entre la narración subjetiva y la fotografía << objetiva» textura de la fotografía tambié n transmite un mensaje. Por citar el
o << documental». Esta opinión la comparte mucha gente, o al menos ejemplo de Sarah Graham-Brown, <<una foto de un suave color sepia
así solía ocurrir. La idea de objetividad, planteada ya por los prime- emana el aura serena de las "cosas pasadas"», mientras que la imagen
ros fotógrafos, venía respaldada por el argumento de que los propios en blanco y negro puede << transmitir una sensación de cruda "rea-
objetos dejan una huella de sí mismos en la plancha fotográfica lidad "».3
cuando ésta es expuesta a la luz, de modo que la imagen resultante El estudioso de la historia del cine Siegfried Kracauer ( 1889-
no es obra de la mano del hombre, sino del «pincel de la natura- . 1966) comparó en una ocasión a Leopold von Ranke (1795-1886),
leza». En cuanto a la expresión ,,fotografía documental », empezó a símbolo durante largo tiempo de la historia objetiva, con Louis
emplearse e n los Estados Unidos durante los años treinta (y poco Daguerre ( 1787-1851) , más o menos contemporáneo suyo, para de-
después se acuñaría la expresión <<película documental »), para desig- mostrar que los historiadores, al igual que los fotógrafos, seleccionan
nar las escenas de la vida cotidiana de la gente sencilla, sobre todo los qué aspectos del mundo real van a retratar. <<Todos los grandes fotó-
más pobres, vistas a través de la lente de, por ejemplo, Jacob Riis grafos se han sentido perfectamente libres de seleccionar los moti-
(1849-1914), Dorothea Lange (1895-1965), o Lewis Hine (1874- vos, el marco , la lente, el filtro, la emulsión y el grano, según su sen-
1940), que estudió sociología en la universidad de Columbia y cali- sibilidad. ¿Acaso no le ocurría lo mismo a Ranke? » El fotógrafo Roy
2
ficó su obra de ,,fotografía social». Stryker expresaba esta misma idea fundamental en 1940. <<Desde el
Sin embargo, debemos situar esos << documentos » (cf. Fig. 64, por momento en el que un fotógrafo selecciona un tema», decía, <<está
ejemplo) en su contexto. No siempre resulta fácil en el caso de la fo- trabajando sobre la base de una actitud sesgada análoga a la que po-
tografía, pues la identidad de los modelos y de los fotógrafos a me- demos apreciar en los historiadores ». 4
nudo se desconoce, y las propias fotografías, que originalmente -al En ocasiones, los fotógrafos han ido más allá de la mera selección.
menos en muchos casos- formaban parte de una serie, han sido Antes de 1880, en la época d e la cámara de trípode y los veinte se-

26 27
VISTO Y NO VISTO ...

gundos de exposición, los fotógrafos componían las escenas dicien-


do a la gente dónde debían colocarse y qué actitud debían adoptar
(como en las fotografías de grupo en la actualidad), tanto si trabaja-
ban en su estudio como si lo hacían al aire libre. A veces construían
sus escenas de la vida social con arreglo a las convenciones familiares
de la pintura de género, especialmente las de los cuadros holandeses
con escenas de taberna, de campesinos, de mercado, etc. (cf. Capí-
tulo VI). Al recordar e l descubrimiento de la fotografía en Inglaterra
por parte de los especialistas en historia social allá por los años se-
senta, Raphael Samuel hablaba con cierta amargura de <<nuestra
ignorancia de los artificios de la fotografía victoriana>>, comentando
que <<muchas de las fotos que reprodujimos con tanto entusiasmo y que
comentamos tan meticulosamente -al menos eso creíamos noso-
tros- eran una impostura, una ficción pictórica por su origen y por
sus intenciones, aunque su forma fuera documental». Por ejemplo,
para crear la famosa imagen del golfillo aterido, el fotógrafo O. G. Reij-
lander << pagó a un muchacho de Wolverhampton cinco chelines por 4· Robert Capa, Muerte de un soldado, 1936, fotografía.
posar para él, lo cubrió de harapos y le embadurnó debidamente la
cara de mugre ». '
Algunos fotógrafos intervinieron más que otros con el fin de ade-
cuar objetos y personas a sus intenciones. Por ejemplo, en las imáge-
nes de la pobreza de las zonas rurales de los Estados Unidos durante
los años treinta que fotografió, Margaret Bourke-White ( 1904-1971) ,
contratada por las revistas Fortune y Lije, intervino más de lo que lo
hiciera Dorothea Lange en las suyas. Igualmente, algunos de los <<Ca-
dáveres» que podemos contemplar en las fotos de la Guerra Civil
americana (Fig. 5) eran, al parecer, soldados vivos que posaron ama-
blemente para la cámara. La autenticidad de la foto más famosa de la
Guerra Civil española, la Muerte de un soldado de Robert Capa, publi-
cada por vez primera en una revista francesa en 1936 (Fig. 4), ha
sido puesta en duda por razones similares. Por esos y otros muchos

1
1
-4
motivos se ha dicho que <<las fotografías no son nunca un testimonio
de la historia: ellas mismas son algo histórico ».
6

Se trata sin duda de un juicio demasiado negativo: como otras for-


5· Timothy O 'Sullivan (negativo) y Alexander Gardner (positivo), Cosecha de
muerte, Gettysburg, julio de I86], lámina 36 del libro de Gardner Photographic
mas de testimonio, las fotografías son las dos cosas a la vez. Son par- Sketch Book ofthe War, 2 vols. (Washington , DC, t86s-t866).
ticularmente valiosas, por ejemplo, como testimonio de la cultura
material del pasado ( cf. Capítulo V). En el caso de los fotógrafos

28
VISTO Y NO VISTO FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS
't

eduardianos, como señalaba la introducción histórica de un libro de En segundo lugar, las convenciones del género tienen la fin alidad
reproducciones, <<podemos apreciar cómo se vestían los ricos, sus po- de presentar al modelo de una forma deter minada, por lo general
ses y actitudes, las contención del vestuario de la mujer eduardiana, el favorable, aunque no debemos d esechar la posibilidad de que Goya
elaborado materialismo de una cultura que cre ía que la riqueza, el sta- hiciera una sátira de sus modelos en su famosa Familia de Carlos IV
tus social y la propiedad privada debían ser ostentados abiertamen- (r8oo). En e l siglo xv, Federico da Montefeltro, duque de Urbino,
te>>. La expresión <<candidez de la cámara», acuñada allá por los años que había p erd ido un ojo en un torn eo, sería representado siempre
veinte, tiene mucho de verdad, aunque la cámara tiene que suj etarla de perfil. El prognatismo del emperador Carlos V es con ocido por la
siempre una persona y unos fotógrafos son más cándidos que otros. posteridad únicame n te por los informes m enos h alagadores de los
La crítica de las fuentes es fundam e ntal. Co mo observaba aguda- embajadores extranj e ros, pues los pintores (incluso Tiziano) disimu-
mente el crítico de arte john Ruskin (r8rg-rgoo), el testimonio d e laron siempre el defecto. Los modelos suelen ponerse sus mejores
las fotografías << es d e gran utilidad si se las sabe someter a un careo galas para posar, de modo que los historiadores se equivocarían si tra-
severo». Un ej emplo espectacular de este tipo d e careo es e l empleo taran el retrato como un testimonio de la vestimenta cotidiana.
de la fotografía aérea (desarrollada en un prin cipio como medio de Es de suponer también , sobre todo en los re tratos realizados antes
recon ocimiento durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial) de rgoo, que los modelos aparecieran mostrando la mejor actitud
que h an hecho los historiadores, y en particular los especialistas en la im aginable, en e l sentido de que adoptaban unas posturas más ele-
agricultura y e l monacato medieval. La fotografía aérea, que <<com- gantes de lo h abitual o de que querían ser representados de esa
bina los datos de la foto con los del p lano » y que registra un tipo de forma. Así, pues, e l retrato no es tanto el equivalente pictórico de la
variaciones de la superfici e de la tierra imperceptibles a ras de suelo <<candidez de la cámara» cuanto una muestra de lo que el sociólogo
para el ojo humano , ha revelado la organización de las zonas cu ltiva- Erving Goffman de nomina <<la re presen tación del yo», proceso en el •
das por distintas fami lias, la localización d e poblados abandonados, y que artista y mode lo solían ch ocar. Las convencion es de la auto-
la disposición d e las abadías. En una palabra, permite hacer un reco- representación eran más o menos informales, en función del modelo
nocimiento de l pasado .7 y de la época. En la Inglaterra de finales d el siglo xvm, por ejemplo,
hubo un momento que podríamos de nominar de << informalidad esti-
lizada», que ilustraría perfectamente e l retrato d e Sir Brooke Booth-
EL R ETRATO, ¿ESPEJO O FORMA SIMBÓLICA? by tumbado en un bosque con un libro en las manos (cf. Fig. 52 ). No
obstante, esa informalidad tenía su s limitaciones, como demuestran
Como en el caso de la fotografía, somos muchos los que h e mos teni- las reacciones d e escándalo d e los contemporáneos ante e l retrato
do la tentación de considerar el retrato una representación exacta, de la señora Thicknesse realizado por Thomas Gainsborough , en e l
una instantánea o una image n especular d e un determinado mode- que la modelo aparece con las piernas cruzadas por debajo de la falda
lo, con el aspecto que pudiera tener e n un momento dado . No se (cf. Fig. 6). Una señora comentó: << Sentiría mucho que alguna per-
debe caer e n esa te ntación por varias razones. En primer lugar, e l re- sona a la que yo quisiera se mostrara de esa guisa». En cambio, a fi-
trato es un género pictórico que, como tantos otros, está compuesto nales del siglo xx, la princesa Diana aparece en esa misma postura e n
con arreglo a un sistema de convenciones que cambian muy lenta- e l famoso cuadro d e Bryan Organ y se considera la cosa más normal
mente a lo largo del tiempo. Las poses y los gestos de los modelos y del mundo.
los accesorios u objetos representados junto a e llos siguen un es- Los accesorios representados junto a los modelos refu erzan por
quema y a m e nudo están cargados de un sign ificado simbólico. En regla general esa auto-representación. Dichos accesorios pueden ser
este sentido e l retrato es una forma simbólica. 8 considerados <<propiedades » de l sujeto en el sentido teatral d el tér-

30 31
VISTO Y N O V I STO FOTOGR A FÍ AS Y RE fR A TOS

6 . Thom as Ga in sbo ro ug h , L a se1iora de Phi- Púo por esa mism a razón, proporcionan un testimonio impaga bl e a
lip Tlúcknesse, de soltera A nne Ford, 1 760, todos los que se inte resan por la hi storia del ca mbi o d e esperanzas,
ó leo sob re li e n zo . Cin c innati Art Museum.
va lores o m e ntalidad es.
Dicho testim o ni o resulta particularm e nte ilu strativo e n los casos
e n los qu e se pu ede estudi ar una serie d e retratos a la rgo plazo y d e
esa forma a prec iar los camb ios introd ucid os e n la man e ra d e repre-

mino. Las column as cl ásicas corresponden a las glorias de la antigu a


Roma , mientras que la prese ncia d e una silla con aspecto d e trono
confiere al mode lo un a aparie nci a regia . Algunos objetos simbólicos
h acen refere ncia a pape les sociales esp ec íficos. En un re trato, por lo
d e más basta nte ilusionista, d e Joshua Reynolds, la e n orme ll ave que
sujeta el modelo e ntre sus manos tiene por objeto comunicar que se
trata d el gobernador de Gibralta r (cf. Fig. 7) . También h acen su apa-
rición accesorios vivos. En el a rte re n ace ntista italiano , por ejemp lo ,
la prese ncia d e un gran perro en e l re trato d e un hombre sue le ir
asoci ada con la caza y, por consiguiente, co n la virilidad aristocrática,
mie ntras que la prese n cia d e un perro p equ e i'io en e l retrato d e una
mujer o d e un a p areja de cónyuges probable mente simbolice la fide-
lidad (da ndo a e ntend e r que la esposa es al marido como el p e rro al
hombre)."
Algun as d e esas convenciones sobrevivi e ron y fu e ron d e m oc rati-
zadas e n la é poca d e l re trato fo tográfico de estudio , desde mediados
del sigl o xrx e n adela nte . Camufla ndo las diferen cias ex iste ntes e n-
tre las clases sociales, los fotógrafos ofrecían a sus clientes lo que se
ha d e nominado una << inmunidad transitoria de la realidad " .' " Tanto
si son pinturas co mo si se trata de fotografías , lo que recoge n los re-
tratos no es ta nto la realidad soc ial cuanto las ilusiones socia les, no 7· J os hu a Rc yn o lcl s, l .ord /·f mliljield, golmml(/or r/e Cilimflar. 17P.7 , ó leo sobre
tanto la vida corrie nte cu a nto una re prese ntació n esp ecial de ella. li e n zo. Na ti ona l Ga ll c r y, Londres.

32 33
VISTO Y NO VISTO FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS
\t

8. Jose ph-Siffrede Duplessis,


g . Franc;:ois Girard,
Luis XVI con el manto real, ca.
aguatinta del retrato
1770, óleo sobre lienzo. Mu-
oficial de Luis Feli-
sée Carnevalet, París.
pe pintado por Louis
Hersent (el original
se expuso en 1831 ,
pero fue destruido en
1848). Bibliotheque
Nationale de France,
París.

sentar al mismo tipo de personas, por ejemplo a los reyes. El gran re- de subrayar la continuidad dinástica, o para sugerir que los siguien-
trato de Ricardo 11 en Westminster, pongamos por caso, es de lo más tes monarcas eran dignos sucesores de Luis <<el Grande».
insólito por sus dimensiones, pero la imagen frontal de un monarca Por otra parte, tras la revolución de 1830 y la sustitución de lamo-
en el trono, con la corona y el cetro en una mano y la bola del mundo narquía absolu ta por la constitu cional, el nuevo soberano, Luis Fe-
en la otra era un tópico en las monedas y medallas de la Edad Media. lipe de Orleáns, sería representado de una forma deliberadamente
Por muy rígido que pueda parecernos hoy día, el famoso retrato de modesta, con el uniforme de la Guardia Nacional en vez del manto
Luis XIV con manto real pintado por Hyacinthe Rigaud ( 165g- real, y más cerca del punto de vista del espectador de lo que había ve-
1743) supuso un gran paso hacia la informalidad, al colocar la coro- nido siendo habitual, aunque el rey sigue apareciendo de pie en un
na en un cojín, en vez de sobre la cabeza del monarca, y al presentar estrado y continúan representándose el trono y los cortinajes de ri-
a Luis apoyándose en el cetro, como si se tratara de un bastón. En su gor (cf. Fig. g). 11 El hecho de que los artistas, sus modelos y numerosos
momento, el retrato de Rigaud se hizo paradigmático. Lo que h abía espectadores conocieran las representaciones anteriores aumenta la
sido invento de un artista se convirtió en convención. Así, toda una se- significación incluso de las divergencias más pequeñas respecto del
rie de retratos oficiales de reyes franceses evocan la imagen de Luis XIV modelo tradicional.
pintada por Rigaud y nos muestran a Luis XV, Luis XVI (cf. Fig. 8) y Durante el siglo xx, si dejamos a un lado los anacronismos delibera-
Carlos X apoyándose del mismo modo en su cetro, quizá con el fin dos como el retrato de Hitler vestido d e caballero medieval (cf. Fig. 3 1),

34 35
V IST O Y N O V ISTO FOTO G RAFÍ AS Y RETRATOS

REFLE XIONES SOBRE LOS REFLEJOS

Los cuadros se h an comparado a menudo con ventanas y con espe-


jos, y una y otra vez se dice de las imágenes que «refl ejan » e l mundo
visible o e l mundo de la sociedad. Cabría decir incluso que son como
foto g rafías. Pero, como h e mos visto , ni siqui era las fotografías son
puros reflejos d e la realidad. Así, pues, ¿cómo puede utilizarse la ima-
gen como testimonio histórico? La respuesta a esta cuestión, que ela-
bora re mos a lo largo del presente volumen, puede resumirse en los
siguie ntes tres puntos.
1. La buena noticia para los historiadores es q~e e l arte puede
ofrecer testimonio d e algunos aspectos de la realidad soc ial que los
textos pasan por alto, al menos en algunos lugares y en algunas épo-
cas, como ocurre con la caza en el antiguo Egipto (cf. Introducción).
2. La mala noticia es que el arte figurativo a menudo es menos re-
alista de lo que parece, y que, más que refl ejar la realidad social, la
distorsiona, de modo que los historiadores que no tengan en cuenta
la diversidad de las intenciones de los pintores o fo tógrafos (por no
hablar de las de sus patronos o clientes) pueden verse inducidos a co-
meter graves equivocaciones.
1o . Fyod o r Shurpin , La aurom de la jJailia, 1946- 1948, ó leo sob re li e nzo. 3· Sin embargo, y por volver a las buenas noticias, el propio pro-
/
ceso de distorsión constituye un testimonio d e ciertos fenómenos
e l re trato ofi cial sufrió un a transfo rmac ió n. El re trato de Stalin reali- qu e muchos historiadores están deseosos de estudiar: de ciertas men-
zado por Fyodo r Shurpin , por ej e mpl o, L a aurora de la patria ( 1946- talid ades , de ciertas ideologías e identidades. La imagen material o li-
1948) (Fig. 10), asoc ia al di ctad o r co n la mode rnid ad , simbolizada teral constituye un buen testimonio de la «imagen » mental o metafó-
por los trac tores y las to r res de a lta te nsió n qu e aparece n a l fondo, rica del yo o del o tro .
así com o po r la luz de l aman ece r. Al mi sm o ti e mpo , e l gé nero del El primer punto es bastante obvio, pero el segundo y el tercero
<<retrato ofi cia],, fu e supe rado por los acontecimi e ntos, e n e l sentido quizá merezcan un poco más de atención . Paradójicamente, el inte-
de qu e fu e asoc iánd ose cada vez más co n el pasado e n una época ca- rés de l historiador por las representaciones plásticas se ha producido
racterizada po r la fotografí a ofic ial fi r mada y la imagen moviéndose en una época de debate, en la que las ideas normales en torno a la re-
en la pantall a. lació n existente entre «realidad » y representación (literaria o visual)
han sido puestas en tela de juicio, en una época en la que el término
«re alidad» se pone cada vez con más frecuenc ia entre comillas. En
ese debate, los que adoptan una postura crítica han planteado algu-
nos argumentos importantes en detrimento de los «realistas» o «po-
sitivistas». Por ejemplo, h an subrayado la importancia de las conven-

36 37
VISTO Y NO VISTO FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS
1f

ciones artísticas y han señalado que incluso el estilo artístico deno- la imagen del caudillo derrotado, típica de la Europa de comienzos
minado <<realismo>> tiene su propia retórica. Han llamado la atención del siglo XIX, simbolizaba la nobleza o el romanticismo del fracaso ,
sobre la importancia del «punto de vista>>en la fotografía y la pintura que era una de las formas en que aquella época se veía a sí misma, o
en el sentido literal y metafórico de la expresión, haciendo alusión más exactamente una de las formas en que ciertos grupos sociales
tanto al punto de vista físico como a lo que podría denominarse prominentes se veían a sí mismos.
«punto de vista mental» del artista. Como da a entender este último comentario en torno a los gru-
A cierto nivel, pues, las imágenes son una fuente poco fiable, un pos sociales, puede resultar extremadamente equívoco considerar el
espejo deformante. Pero compensan esa desventaja proporcionando arte una mera expresión del Zeitgeist o «espíritu de la época». Los es-
buenos testimonios a otro nivel, de modo que el historiador puede pecialistas en historia de la cultura a menudo han caído en la tenta-
convertir ese defecto en una virtud. Por ejemplo, las imágenes cons- ción de considerar determinadas imágenes, y en particular ciertas
tituyen una fuente fundamental y traicionera a un tiempo para el es- obras de arte famosas, representativas de la época en la que fueron
pecialista en la historia de las mentalidades, interesado como está realizadas. No siempre se debe resistir a las tentaciones, pero ésta
tanto en los conceptos no expresados como en las actitudes cons- tiene la desventaja de dar por supuesto que las épocas históricas son
cientes. Las imágenes son traicioneras porque el arte tiene sus pro- lo bastante homogéneas como para poder ser representadas por una
pias convenciones, porque sigue una línea de desarrollo interno y al sola imagen. Es de suponer que en todas las épocas se produzcan di-
mismo tiempo reacciona frente al mundo exterior. Por otro lado, el ferencias y conflictos culturales.
testimonio de las imágenes es esencial para el historiador de las men- Naturalmente cabe la posibilidad de interesarse fundamentalmen-
talidades, porque la imagen es necesariamente explícita en materias te por esos conflictos, como hiciera el marxista húngaro Arnold Hauser
que los textos pueden pasar por alto con suma facilidad. Las imáge- ( 18g2-1978) en su Historia social del arte, publicada en 1951 . Hauser veía
nes pueden dar testimonio de aquello que no se expresa con pala- en los cuadros meros reflejos o expresiones de los conflictos sociales en-
bras. Las distorsiones que podemos apreciar en las representaciones tre la aristocracia y la burguesía, por ejemplo, o entre la burguesía y
antiguas son un testimonio de ciertos puntos de vista o «miradas» del e l proletariado. Como señalaba Ernst Gombrich en su reseña a la
pasado (cf. Capítulo VII). Por ejemplo, los mapamundis medievales, obra de Hauser, semejante planteamiento es demasiado simple, por no
como el famoso mapa de Hereford, que pone aJerusalén en el cen- decir puramente reduccionista. En cualquier caso, ese planteamien-
tro del mundo, constituyen un valioso documento de las cosmovisio- to funciona mejor como explicación de las tendencias generales de
nes existentes en la Edad Media. Incluso la famosa vista de Venecia la producción artística que como interpretación de determinadas
de Jacopo Barbari (grabado de comienzos del siglo XVI), pese a ser imágenes. ' 4
aparentemente realista, podría interpretarse -y de hecho así lo ha No obstante, existen formas alternativas de estudiar la posible re-
sido- como una imagen simbólica, como un ejemplo de «geografía lación que mantienen las imágenes y la cultura (o las culturas o sub-
moralizada».'" culturas) que las producen. En e l caso de las imágenes -como en
Las imágenes decimonónicas de los harenes europeos (los cua- tantos otros- su testimonio resulta más fiable cuando nos dicen algo
dros de Ingres, por ejemplo) quizá nos digan poco o nada acerca de que ellas, en realidad los artistas, no saben que saben. En su famoso
la vida doméstica del islam, pero tienen mucho que decirnos acerca estudio sobre e l lugar que ocupaban los animales en la sociedad .in-
del mundo fantástico de los europeos que crearon esas imágenes, las glesa de comienzos de la Edad Moderna, Keith Thomas señalaba que
compraron o las contemplaron en exposiciones y libros ( cf. Capítu- «en los grabados de David Loggan (comienzos del siglo XVII) conserc
3
lo VII). ' Una vez más las imágenes pueden ayudar a la posteridad a vados en Cambridge aparecen perros por doquier ... En total suman
captar la sensibilidad colectiva de una época pretérita. Por ejemplo, 35 "· Lo que el grabador y los espectadores de la época daban por su-

38 39
VISTO Y NO VISTO
"'t FOTOGRAFÍAS Y RETRATOS

puesto se ha convertido en materia de interés para los estudiosos de


manera peculiar, permitiendo a Morelli identificar lo que é l llamaba
la historia de la cultura.' 5
la << forma básica>> ( Grundform) de la oreja o de la mano de Botticelli ,
por ejemp lo, o de Bellini. Esas formas podrían calificarse de sínto-
mas d e autoría, que, en opinión de Morelli, constituían un testimo-
LAS OREJAS DE MORELLI
nio más fiable que los docum e ntos escritos. Probablemente Conan
Doyle conociera las ideas de Morelli, mientras que el historiador de
Este último ejemplo ilustra otro punto relevante tanto para historia-
la cu lturajacob Burckhardt encontraba su método fascinante.
dores como para detectives, a saber, la importancia que tiene prestar
El famoso ensayo de Aby Warburg sobre la representación del mo-
atención a los pequeños detalles. Sherlock Holmes comenta en cier-
vimiento del cabello y los ropajes en la obra de Botticelli no men-
to pasaje que resolvía sus casos prestando atención a las pequeñas
cion a a Morelli, pero podría considerarse una adaptación de su mé-
pistas, del mismo modo que el médico diagnostica la enfermedad fi-
todo a la historia de la cultura, una adaptación que la frase de
jándose en síntomas aparentemente triviales (y de paso recuerda al
More lli citada al comienzo d e l presente capítulo sugiere que éste ha-
lector que e l creador de Holmes, Arthur Co nan Doyle, había estu-
bría aprobado. Ése es el modelo que intentaré seguir, en la medida
diado medicina). En un célebre artículo el historiador italiano Cario
de lo posible, a lo largo de este libro. ' 7
Ginzburg compara e l método de Sherlock Holmes co n el de Sig-
Siegfried Kracauer seguía una lín ea de pensamiento análoga cuan-
mund Freud en su Psicopatología de la vida cotidiana, y afirma que e l
do afirmaba que un estudio del cin e alemán, por ejemplo, proba-
hecho de seguir las pistas más insignificantes constituye todo un pa-
blemente sacara a la luz muchas cosas de la vida alemana que otras
radigma epistemológico, una alternativa de carácter intuitivo al razo-
fuentes no serían capaces de sacar. << La dimensión total de la vida co-
namiento. Da la impresión de que Umberto Eco, antiguo colega del
tidiana con sus movimientos infinitesimales y su multitud de acc io nes
profesor Ginzburg en la universidad de Bolonia, alude a este artículo
transitorias no podría revelarse en ningún otro sitio más que en la
cuando en su novela El nombre de la -rosa ( rg8o) nos presenta a su de-
pantalla ... el cin e ilumi"na el reino de la bagatela, de los aconteci-
tective, el fraile Gu illermo de Baskerville, siguiendo e l rastro de un • . • • JH
mrentos sm rmportancra>>.
animal. La palabra <<vestigios >> empleada por e l historiador hol andés
La interpretación de las imágenes a través de un análisis de los de-
GustaafRenie r (cf. Introducción) viene a expresar una idea similar.' 6
talles se denomina «iconografía>> . En el capítulo siguiente analizare-
Otro observador de detalles significativos, como seúalaba Ginz-
mos los logros y los problemas del método iconográfico.
burg, era el italiano Giovanni Morelli ( r8r6-r8gr) , experto en arte.
Morelli, que había estudiado medicina, se inspiraba, al parecer, en e l
trabajo de los paleontólogos que intentan reconstruir an im ales e n-
teros a partir de los fragmentos de esque leto conservados, haciendo
realidad el adagio latino ex ungue leonem ( << por la garra [se conoce] al
león>>). De manera análoga, Morelli desarrolló un método, que é l d e-
nominaba <<experimental>>, para identificar al autor de un determi-
nado cuadro e n caso de atribución dudosa.
Ese método, que, según Morelli, consistía en interpretar <<el len-
guaj e de las formas>>, se basaba en examinar cuidadosamente pe-
queños detalles tales como la forma de las manos o de las orejas que
-consciente o in conscientemente- cada autor representa de una

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En memoria de Bob Scribner

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Títu lo o riginal: Eyewitnessing. Th e Uses of lmages as Histori cal Evidence


Reaktion Books Ltd , Londres
Cubierta: Compa1iía de Dise1io
Ilustración de la cubierta: El acorazado Poternhin, Sergei Eisenstein. © KOBAI.
Fotocomposición: Medium Fotocomposició
© t yewitnessing. The Uses of hnages as Historical Evidence, by Pe ter Burke,
was first publi shed by Reaktio n Boo ks, London , 2001
De la prese nte ed ició n para Espa1ia y América:
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ISBN: 84-8432-26g- 6
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