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ACTIVIDAD DEPORTIVA

Y CULTURAL
PLAN LECTOR
CIPRIANO TORRES GUERRA

2015

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INTRODUCCIÓN

- La investigación realizada por UNESCO refiere que Perú ocupa uno de los últimos
lugares en índice de lectoría entre los países de América Latina.

- Ocho (8) de cada diez (10) estudiantes peruanos no comprenden lo que leen.

- El 48,5 % de los docentes de escuela secundaria no entienden lo que leen.

- El índice de lectoría general en el país es de 5 a 8 %.

La lectura es la principal vía de acceso al conocimiento, a la cultura nacional y universal.


La lectura tiene un valor insustituible, por cuanto a través de ella es posible comprender la
información contenida en los textos y asimilarla de un modo crítico. La lectura estimula la
imaginación y ayuda al desarrollo del pensamiento abstracto y crítico.

La lectura es una actividad poco desarrollada en los jóvenes, a pesar de que ellos mismos
reconocen sus carencias en comprensión de textos y las implicancias que tiene dicha falta
de competencias en los resultados de sus aprendizajes.

Leer es más que descifrar el significado de las palabras o ubicar ideas principales en un
texto escrito, es un proceso continuo que dura toda la vida y que se desarrolla de acuerdo
con los variados tipos de textos y con los distintos propósitos que el lector se plantea.

Leer requiere de un constante aprendizaje de nuevas técnicas de lectura, nuevo vocabulario


y nuevas estructuras gramaticales.

Diversos especialistas han identificado posibles razones del cambio en la manera de pensar
y de organizar la información en los jóvenes de hoy. Algunos planteamientos son los
siguientes:

a) La lógica tradicional empieza a ser sustituida por una lógica multidireccional,


intuitiva, no inferencial (Castro, 1991, ―La formación docente en América Latina.
Desafío que requiere respuesta UNESCO/OREALC).

b) Asistimos a una nueva manera de ser y de pensar, una nueva cultura que presenta
dos maneras de ver el mundo: una intuitiva, dominada por los sentidos y la
afectividad en que se piensa por medio de imágenes-esquemas de manera global,
analógica sensorial y afectiva, y otra, deductiva, dominada por el concepto en la que
el discurso se presenta en forma encadenada y articulada de manera secuencial,

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analítica e inferencial (Babín y Kouloumdjian. Nuevos modos de comprender.
Madrid Ediciones, S.M.).

c) La aparición de los hipertextos electrónicos nos exige considerar cómo se


desarrollarán las estrategias lectoras ya que, si bien es cierto, estamos
acostumbrados a recibir la información de manera lineal, no es menos cierto que,
nuestra mente no opera linealmente y el hipertexto se construye precisamente, a
partir de las lecturas no lineales estableciendo relaciones en infinitas direcciones
(Bus, Engelbart y Nel., ―Los sistemas de hipertexto e hipermedios‖).

El Plan Lector es la motivación al estudiante para que cultive hábitos de lectura y


comprensión dentro del periodo de estudios de la carrera profesional. Comprende la lectura
de obras de ciencia, de tecnología, de literatura, de cultura general y de especialidad y que
los estudiantes del primer ciclo de Estudios Generales de la UIGV deberán leer para ser
evaluados en la asignatura Actividad Cultural y Deportiva.

Este plan de lectura involucra la participación de los estudiantes del Sistema a Distancia y
los títulos y autores de los libros son escogidos por los estudiantes teniendo en cuenta que
los costes estén a su alcance y que sus contenidos tengan relación con el sílabo de la
asignatura y se adapten a los valores que propugna la comunidad educativa garcilasina.
El Plan Lector se constituye así en la estrategia didáctica para fomentar el hábito de la
lectura de obras importantes que contribuyan a complementar el bagaje cultural y
realimentar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La aplicación del Plan Lector se justifica por las razones siguientes:

1. Los estudiantes deben saber usar las estrategias de lectura para analizar, sintetizar,
emitir juicios sobre los contenidos de las informaciones que ofrecen los medios, así
como crear textos originales y bien sustentados.

2. En la actual sociedad del conocimiento, caracterizada por la sobreabundancia de datos,


la lectura tiene un papel clave para convertir la información en conocimiento y de esta
manera posibilitar el avance de la ciencia y la tecnología.

Son objetivos del Plan Lector:

1. Desarrollar las competencias de lectura.


2. Promover la comprensión, la expresión oral y escrita y la crítica de textos.
3. Desarrollar las capacidades comunicativas y las competencias adecuadas para procesar
información.
4. Complementar la labor de los docentes y realimentar el proceso de aprendizaje de los
estudiantes.

El plan lector incluye el desarrollo de determinadas actividades: lectura, comprensión,


identificación de hechos, identificación de intenciones, descripción de tipos, ambientes y

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acción, así como la recreación del tema; todas programadas por el tutor de la asignatura a
efecto de la supervisión, el control y la evaluación oportuna.
Hay la necesidad de ligar la lectura al uso de los nuevos medios que proporciona la
tecnología, teniendo en cuenta que ésta ha convertido a la lectura en la llave de la sociedad
de la información y la comunicación y en uno de los requisitos básicos para lograr un
aprendizaje significativo.

He dividido el libro en cuatro unidades. En la primera, desarrollo los temas que son
presupuestos, como: el lenguaje, la lengua, sus funciones, propósitos y algunas cuestiones
lingüísticas. En la segunda unidad, trato sobre el texto, los tipos de textos, los signos
lingüísticos, así como su estructura de expresión y contenido. El tema principal del libro: la
lectura, está tratada en la tercera unidad, así como la comprensión de los textos a través de
estrategias de lectura. En la cuarta unidad, trato el tema del análisis de textos tanto
expositivos como narrativos.

El autor.

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PRIMERA UNIDAD

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1. PRESUPUESTOS

1.1 EL LENGUAJE

Hombre se define como animal racional. Razón, en griego, se dice logos (legein) cuyo
significado es lenguaje. Entonces, el hombre es racional porque posee lenguaje. Al poseerlo
es capaz de aprehender (apropiarse) y de expresar la realidad.

El lenguaje es un instrumento —de dominación— que opera sobre la realidad, un tránsito a


las cosas mismas y que puede acercar o alejar al hombre de la realidad. El Lenguaje, por
una parte, es logos, aprehensión del ser, y por otra, es logos intersubjetivo, forma y
expresión de la historicidad del hombre. El hombre vive en un mundo lingüístico y
semiótico que crea él mismo como ser histórico.

El lenguaje es el primer aparecer de lo humano, el primer presentarse de la conciencia


humana como tal y la primera aprehensión del mundo por parte del hombre. Como
actividad, es el primer fenómeno de la libertad del hombre, y como aprehensión del mundo,
es supuesto y condición de la interpretación, o sea, del pensamiento en todas sus formas y,
con ello, de la búsqueda de la verdad.

El hombre, como tal, se presenta como el ser para el que él mismo y el mundo pueden
constituir problemas, el ser que es capaz de interpretarse a sí mismo y de interpretar el
mundo, que se pregunta por su propio destino y por el sentido del ser de las cosas y del ser
en general, ello porque el preguntarse sólo es posible y sólo se hace posible mediante
el lenguaje.

El lenguaje, en todas sus formas, debe considerarse como fenómeno que es esencialmente
práctico enérgeia. Esto significa que el lenguaje en general ha de entenderse y
definirse como producción (creación) lingüística, no simplemente como totalidad de lo ya
producido.

En un sentido más amplio, lenguaje es un sistema de signos y de reglas que organizan esos
signos. Los signos son objetos que refieren a otros objetos. Por ejemplo: el humo, las luces
del semáforo, la paloma, el dibujo (icono), la palabra hablada o escrita. Tanto los signos
naturales como los artificiales se dan sólo desde la perspectiva del hombre. El hombre será
más sabio si codifica más lenguajes: audiovisuales (visoaudiales), mediáticos, informáticos,
lógicos, simbólicos. Por eso, las lenguas (los idiomas) se concretan en lenguajes
codificados por el hombre pragmáticamente para su uso en comunidad.

1.2 DOS CEREBROS, DOS LENGUAJES

El ser humano posee dos cerebros, por lo tanto, dos lenguajes. El hemisferio cerebral
izquierdo es especializado en la traducción de la percepción de la realidad a
representaciones lógicas, semánticas, fonéticas, y entre sus funciones entra todo cuanto se
relaciona con el lenguaje. Por eso se llama también hemisferio verbal. Mientras que el
hemisferio cerebral derecho está desarrollado para la comprensión unitaria-holística de

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nuestras configuraciones y estructuras. Sus funciones coinciden con la de los procesos
primarios y su lenguaje es arcaico y poco desarrollado. En el hemisferio cerebral izquierdo
se localiza el área de la sintaxis —o de Broca—, encargada de establecer las relaciones
sintagmáticas, y el área de la semántica —o de Wernicke—, encargada de las relaciones
paradigmáticas.

Debido a las características viso-espaciales del hemisferio derecho es que podemos correr y
bailar sin tropezarnos con los objetos que nos rodean. El hemisferio izquierdo, con su
organización temporo-secuencial, nos permite analizar los detalles y las partes. Por esto, se
dice que el hemisferio izquierdo ve 123 árboles mientras que el derecho ve un bosque. El
izquierdo ve una nariz, una boca, unos ojos, y el derecho, una cara. Por estas características
es que el hemisferio derecho puede reconocer las caras y su contenido emocional. Por
ejemplo, es frecuente que se diga que lo importante no es lo que se dijo, sino cómo se dijo:
son las inflexiones que nos permiten conocer las intenciones. Estos datos sugieren que
también, desde el punto de vista cerebral, hay una diferencia neta entre los procesos que
determinan la actividad gramatical y aquellos que regulan la actuación pragmática.

Si queremos saber qué es el lenguaje y cómo funciona tenemos que asomarnos a lo que
sabemos sobre la organización de la actividad del cerebro (procesos mentales), desde el
almacenamiento de la información hasta la deducción de inferencias complejas. Los
procesos gramaticales tienen lugar en un nivel autónomo que funciona de acuerdo con sus
propios principios, mientras que los procesos inferenciales parecen ser comunes a todos los
miembros de la especie humana. Los mecanismos gramaticales difieren considerablemente
de una lengua a otra.

Hoy suele admitirse que el aparato cerebral está constituido por un conjunto estructurado de
sistemas diferentes: trasmisores sensoriales, sistemas de entrada (percepción visual,
auditiva, gramática) y sistemas centrales (memoria, razonamiento, decisión, asociación,
atención). Cada uno de estos tipos de unidad tiene propiedades empíricas diferentes. Cada
sistema acepta sólo cierta clase de datos, es decir, las representaciones que vienen en un
determinado formato. Además, cada uno tiene una forma propia y específica de representar
esta información y de procesarla.

Los trasmisores sensoriales recogen la información que procede del exterior y la envían a
los sistemas de entrada. Éstos son sistemas deductivos altamente especializados en el
procesamiento de diferentes tipos de informaciones que elaboran los datos que aportan los
trasmisores sensoriales de acuerdo con sus principios y que forman nuestra representación
del carácter y el orden de las cosas.

1.3 QUÉ HACE EL CEREBRO CUANDO ESCRIBIMOS Y LEEMOS

Usualmente pensamos en palabras y usamos la lengua para clasificar, describir y comunicar


nuestras experiencias. Es a través de la lengua y pensamiento que somos capaces de
manipular el ambiente, describirnos a nosotros mismos, hacer predicciones acerca del
futuro y simbolizar aspectos del pasado de forma escrita y a través de la memoria verbal.

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El hemisferio cerebral izquierdo es el que coordina la capacidad para hablar y el pensar en
palabras. Es el que nos permite escuchar y analizar la lengua oral y escrita, el que elabora el
razonamiento analítico y matemático y el que procesa y expresa la información.

Con relación al desarrollo del pensamiento y la lengua se ha descrito tres períodos de


maduración. Inicialmente, la expresión verbal del niño refiere estados afectivos difusos: es
primordialmente emocional. A los tres o cuatro meses aproximadamente la expresión
lingüística del infante asume cualidades de significado e imitación, dadas por el hemisferio
izquierdo. En este punto desarrolla la verdadera lengua. En el tercer período es cuando el
niño no sólo habla palabras, sino que las piensa denominándose a este fenómeno lenguaje
egocéntrico que aparece a los tres o cuatro años de edad, y se produce para comunicarse el
niño consigo mismo.

Las áreas propuestas para el procesamiento del habla, la escucha, la lectura, la escritura se
localizan de modo principal en las cisuras de Silvio y de Rolando o en torno a ellas. Las
rutas neurales que se consideran implicadas en el procesamiento de la lengua son:

(1) Producción del habla. Se piensa que la estructura básica de la emisión se genera en el
área de Wernicke y se envía al área de Broca para su codificación. El programa motor
pasa entonces al área motora adyacente que rige a los órganos de articulación.
(2) Lectura en voz alta. La forma escrita se recibe primero en el córtex visual y luego se
trasmite, vía giro angular, al área de Wernicke, donde es asociada con una
representación auditiva. La estructura de la emisión se envía después al área de Broca.
(3) Comprensión del habla. Las señales llegan al córtex auditivo desde el oído y se
trasfieren al área adyacente de Wernicke, donde se interpretan.

1.4 LA LENGUA

Todo lenguaje se formaliza en una lengua o idioma, es decir, como históricamente


determinado (como lengua castellana, inglesa, alemana). El hablar se realiza siempre en el
marco de una técnica histórica del lenguaje, según las reglas y con los medios de esa
técnica lingüística. Pero ya que la historicidad del lenguaje se manifiesta en las lenguas,
puede preguntarse si éstas no presentan ciertos rasgos ―actuales‖ que podrían corresponder
a la existencia actual del hombre.

Las lenguas son objeto de la lingüística. Cada lengua puede expresar lo mismo que
cualquier otra, aunque mediante categorías diversas y con distintos medios de expresión. R.
Jakobson señala que las lenguas se distinguen unas de otras, no por lo que pueden decir,
sino por lo que deben decir. Las lenguas muestran una considerable unidad con su propia
historia, y, a este respecto, son incluso las más constantes y firmes de todas las tradiciones
históricas. En ningún otro dominio de la cultura sobrevive el pasado tanto como en la
lengua, porque contiene el resultado de un pensamiento reflexivo (de una interpretación),
por eso se constituye en elemento esencial por excelencia para hacer nación.

La lengua es un código (estructura sistémica) de signos lingüísticos que usa una comunidad
para entenderse, es decir, una estructura fija y exacta y su entendimiento y actuación

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dependerá del uso riguroso, lógico y responsable y de respeto al código por parte de la
comunidad a la que sirve.

Para que exista una lengua se requiere ciertos factores de índole fisiológica (el organismo
tiene que ser capaz de emitir sonidos), de índole gramatical (el discurso tiene que poseer
una estructura) y de índole semántica (es imprescindible que la mente pueda entender lo
que habla).

La lengua puede ser estudiada según su uso o su estructura. El uso se relaciona con otros
campos, como la literatura, la comunicación, la información, la enseñanza de idiomas, la
sociología, la ciencia política y la sicología. Los estudios sobre el uso de la lengua tratan
sobre lo que dicen las personas, lo que piensan de lo que dicen y lo que significa aquello
que escriben o que hablan para comunicarse. Todo ello incluye el análisis de los
contenidos, la crítica literaria, el estudio de los cambios lingüísticos y los factores sociales
que determinan los comportamientos lingüísticos de los miembros de una comunidad
idiomática. También se aborda el estudio de los efectos de la lengua en la conducta
humana. Para la crítica literaria, la lengua está integrada por palabras que, adecuadamente
ordenadas, producen una emoción o un racionamiento. Para la lexicografía, es el conjunto
de palabras que poseen un significado, un origen y una historia. Por último, se puede
entender la lengua como la forma en que las palabras se seleccionan y combinan, proceso
inherente a los individuos, a los grupos o a los géneros literarios.

La estructura de la lengua concierne a la lingüística. Cada movimiento o escuela lingüística


plantea diferentes enfoques sobre el uso y la estructura. Aquellos que se centran en la
escritura, estudian la estructura del texto, es decir, de qué forma hay que ordenar las
palabras y las oraciones (enunciados) para que constituyan un todo coherente y les
preocupa la posibilidad de traducir una lengua con toda exactitud. Por otro lado, los
lingüistas comparativos agrupan e identifican las familias lingüísticas que proceden de un
tronco común. Los partidarios del estructuralismo afirman que la lengua tiene tres niveles
organizados de forma jerárquica: sonidos, combinaciones de palabras para formar frases y
oraciones. En el plano fonemático se analizan los sonidos; en el morfemático se describen
las combinaciones de sonido en unidades con significado (los morfemas y sus
combinaciones para formar palabras), y en el sintagmático el enfoque se centra en las
combinaciones de palabras. Para los generativistas, el lenguaje es un conocimiento
inherente a los seres humanos que les permita la competencia lingüística; asimismo,
estudian la capacidad y el proceso de adquisición de un idioma.

Cuando una lengua sufre trasformaciones sustanciales tanto en su estructura fonética como
en su léxico, puede llegar a convertirse en otra lengua. Lo que caracteriza a la lengua es un
continuo crecimiento y evolución en todos los aspectos, en tanto que expresión viva de la
naturaleza y la cultura de los seres humanos.

Hemos de considerar la lengua como instrumento de representación y nunca como


instrumento independiente. La lengua oral permite intercambiar información a través de un
sistema específico de codificación.

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Desde pequeños percibimos el modelo sonoro e intentamos reproducirlo, imitamos sonidos,
palabras y las diferentes formas morfosintácticas hasta llegar a una correcta utilización del
código.

Lengua y pensamiento se desarrollan paralelamente, se influyen mutuamente. En la


interacción constante entre pensamiento y lengua, la correlación entre desarrollo lingüístico
e intelectual es muy importante. La inteligencia es necesaria en el desarrollo de la lengua ya
que se presupone la capacidad de representación mental para su aparición. La lengua, por
su parte, se enriquece con la maduración intelectual y, a su vez, es básico para el desarrollo
intelectual, pues constituye un medio de adquisición y aporta precisión al pensamiento.

Uno nace preparado para adquirir cualquier lengua, es decir, llegamos al mundo dotados de
una compleja maquinaria lingüística que viene incluida por lo menos primariamente
en nuestra constitución biológica básica. Dicho de otro modo: la lengua es innata.
Actualmente, se sostiene que las lenguas son connaturales al hombre (genético). Esto quiere
decir que el hombre cuando nace viene equipado para hablar una lengua. Por eso,
sostenemos que a hablar no se enseña ni se aprende. La escritura, sin embargo, es un
invento del hombre (cultural), por tanto, ésta si se enseña y se aprende.

Según esta propuesta, los hombres vienen al mundo con una gramática universal
incorporada chip verbal que consiste en una especie de procesador para adquirir en
poco tiempo un número finito de palabras con las cuales se elaboran combinaciones
infinitas.

Así como los perros vienen al mundo para latir o ladrar, los seres humanos han venido
equipados para hablar. Basta que estén expuestos a una lengua para que al poco tiempo
empiecen a balbucear, luego a formar palabras y finalmente a construir complicadas
oraciones. Hasta ahora no se ha comprobado, sin embargo, que las facultades lingüísticas se
trasmiten genéticamente de manera independiente. No se ha encontrado un órgano
especializado del lenguaje ni un gen de la gramática. Lo que sí se ha podido comprobar es
que si el área de Broca ha sufrido algún daño o deterioro hay trastornos sintácticos o
incapacidad de construir oraciones o enunciados; así mismo, si hay lesión en el área de
Wernicke sólo se dicen disparates. En ambos casos se producen afasias sintácticas y
semánticas. En setiembre de 1999, se identificó a DYX3, un nuevo gen relacionado con
la dislexia y que fue localizado en el cromosoma dos del hemisferio cerebral izquierdo.

1.5 LENGUA Y PENSAMIENTO

La ciencia actual tiende ver al hombre como un ente que habla, con una tendencia a unir
pensamiento y lengua y a estudiar las funciones intelectuales humanas desde esta relación
provocando la aparición y desarrollo de disciplinas muy diferentes (lingüística, semiótica,
sicología cognitiva, informática, filosofía de la mente, etc.).

El racionalismo, esa visión según la cual la razón abstracta y la lógica propia de la ciencia
eran las lenguas humanas por excelencia, ha sido sustituido por el estudio de las lenguas
cotidianas del ―mundo de la vida‖ (Husserl). En el desarrollo de la vida práctica, la ciencia

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aparece como una forma más de lengua, aunque no la primera ni la más importante. El
habla es más amplia que la ciencia, llega a todos los ámbitos convirtiéndose en la actividad
racional más específicamente humana.

¿Por qué habla el hombre? La causa de la lengua está en que el ser humano conoce, tiene
inteligencia: la lengua es vehículo y expresión del pensamiento, lo manifiesta porque lo
incorpora dentro de sí. Podría decirse que el pensamiento es la forma de la lengua, y que
ambos no son separables. Un hablar sin pensamiento no comunica nada, son ruidos
incoherentes. Un pensamiento que no se puede dar a conocer no ha llegado al nivel de la
racionalidad. Entender el significado de una palabra es conocer. El significado
comprendido de la palabra es conocimiento. Comprender una palabra es saber qué
significa, y saber qué significa es saber usarla, es decir, emplearla al hablar. Hablar y
pensar se dan a la vez. No se puede hablar sin pensar.

Características del pensamiento

Las operaciones del conocimiento intelectual, que la lengua se encarga de expresar, son:

(a) El pensar acontece como operación y permanece y crece como hábito. El pensar que
nace como operación es el pensar operativo y el que permanece forma los hábitos
intelectuales.
(b) El pensar operativo es episódico: las operaciones pueden realizarse o no, y cuando se
realizan tienen lugar y ya está, se detienen; no se conoce con ellas más que lo ya
conocido.
(c) Las operaciones del pensar son tres y se ordenan jerárquicamente de la inferior a la
superior: la primera es la abstracción o simple aprehensión, mediante la cual se
obtienen los conceptos. Esta obtención de los conceptos se realiza mediante una luz
intelectual que el hombre tiene y que se proyecta sobre las imágenes elaboradas por la
imaginación, de las cuales abstrae el concepto. La segunda operación es el juicio que
tiene lugar cuando se reúnen y conectan entre sí los conceptos dando lugar a las
proposiciones. La tercera operación se llama razonamiento o razón y consiste en un
encadenamiento de proposiciones lógicamente conectadas.
(d) Los hábitos del pensamiento que adquirimos después de realizar las operaciones
anteriores son varios. Los más importantes son la ciencia y la sabiduría y consisten en
hábitos de determinados saberes teóricos o prácticos.
(e) El conocimiento intelectual puede ser teórico y práctico. El primero se refiere a la
ciencia; el segundo, a la acción práctica.

Ahora bien, ¿cuáles son las características del pensamiento? Si prestamos atención a los
rasgos del pensamiento, podremos adivinar los rasgos del ser que piensa:

(1) Infinitud. Porque: (a) no está abierto a una zona determinada de seres, sino a todos: el
alcance posible del pensamiento es toda la realidad, (b) no hay un pensamiento último
después del cual ya no se pueda pensar nada; es decir, el pensamiento es insaturable:
por mucho que piense, siempre puede pensar otra cosa.

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(2) Alteridad. El hombre puede captar la realidad no sólo en relación a su estado orgánico,
como hace el animal, sino en sí misma, como cosa independiente de él, como algo otro,
en su alteridad.
(3) Mundanidad. En el hombre hay un horizonte dentro del cual se pueden captar muchos
objetos. El conocimiento intelectual nos abre un mundo. El conocer humano no es de
entes aislados, sino que contextualiza, capta totalidades de sentido.
(4) Reflexividad. Condición de mi captación de un mundo es la captación de un centro
receptor desde donde se percibe ese mundo. El sujeto inteligente se conoce a sí mismo
como sujeto, como yo.
(5) Inmaterialidad. Puede ser entendida a partir de la distinción entre movimientos
transitivos y perfectos: hay procesos en los cuales se da siempre una falta de
simultaneidad entre la acción y su término; pero hay procesos en los cuales el inicio es
simultáneo con el resultado.
(6) Unión con la sensibilidad. El pensamiento no funciona al margen de la sensibilidad y
del conocimiento sensible: ―no se piensa nada que antes no haya pasado por los
sentidos‖. O bien, no hay conceptos sin aprehensión de la sensibilidad. Una vez
obtenidos los conceptos, el pensamiento elabora juicios y razonamientos.
(7) Universalidad. El pensamiento capta lo común a muchos objetos, capta universales, es
decir, conceptos generales. Lo racional es lo universal, lo común a muchos.

1.6 EL CASTELLANO: ¿PARA QUÉ SIRVE?

a. El castellano no sirve para la ciencia.

O mejor dicho, los que hablamos castellano no hacemos ciencia. El peruano, por ejemplo es
torpe en el manejo del idioma, por ello es incapaz de teorizar, de filosofar. Usa signos del
idioma que no sirven o entorpecen el discernimiento lógico-proposicional que exige toda
investigación científica. Así, las hipótesis —las tesis— en las universidades, no son
formuladas científicamente, no tanto por la incapacidad de referencia y de pensamiento
coherente, sino por el desconocimiento de que hay signos —palabras, tonemas— en el
castellano que son de uso exclusivo del habla oral —para decir estupideces— y no de la
escrita.

Por consiguiente, no hay textos de ciencia en castellano o si hay son pocos o son
traducciones dudosas. Mario Bunge, en ―La Lengua Internacional‖, sostiene que ―El inglés
no es sólo la lengua franca de la cultura superior y de los negocios internacionales [...] A
muchos les disgusta este predominio de la lengua inglesa. Lo atribuyen, con razón, al
poderío económico y político, primero, de Gran Bretaña y, más tarde de los EE.UU. Pero
esto no basta: el inglés no sería hoy la lengua internacional si los EE.UU. no se hubiera
puesto a la cabeza de la ciencia y de la técnica‖.

Fernando Iwasaki, en su ensayo La Mancha Extraterritorial (2014), sostiene que el


castellano no sirve para pensar.

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b. El castellano sí sirve para la literatura.

Sin embargo, el castellano es un instrumento ideal para el arte. De ahí que las mejores obras
de los literatos de habla castellana hayan sido traducidas a otros idiomas —inclusive al
inglés—. Es que el castellano posee elementos morfológicos de su código para cada
especialidad: para la ciencia, el sustantivo y el verbo y alguno que otro conector lógico, y
para el arte (literatura), los determinantes, los adjetivos, los adverbios, los relativos, las
preposiciones, las conjunciones y las formas pronominales.

Las lenguas, si sirven para hacer ciencia, también sirven para hacer literatura. La literatura
es un arte plástico que mediante palabras se fabrican mundos de ficción, realmaravillosos.

La literatura es hecha por hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas las edades
para hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas las edades.

El sustantivo literatura no admite adjetivos ni marcas de género. Sin embargo, en Perú


suelen escribir: literatura peruana, literatura universal, literatura hispanoamericana,
literatura colonial, literatura infantil, literatura femenina. Si admitimos que hay una
literatura peruana —se supone porque es escrita por un peruano—, Mario Vargas Llosa
hizo literatura peruana hasta que fue peruano, ahora que es español —por
nacionalización— suponemos que ahora hace literatura española (?).

El colombiano Gabriel García Márquez escribió Cien años de soledad para los 400 millones
de castellanohablantes, pero al haber sido traducida a otros idiomas, su alcance artístico se
ha ensanchado, se ha mundializado.

Si aceptamos que hay una literatura infantil tenemos que aceptar también que hay una
literatura joven o adulta y si aceptamos que hay una literatura femenina, entonces debe
haber una literatura masculina, y si éstas tuvieran los dos sexos (pene, vagina) podríamos
aceptar también una literatura hermafrodita —eso sí no podemos aceptar una literatura
homosexual—. ¿O, sí?

Para entender la literatura escrita para niños bastará referir la dedicatoria que le hace
Antoine De Saint-Exupery a León Werth cuando era un niño, en El Principito: ―Pido
perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor [...] Tengo otra
excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, has los libros para niños‖.

Y si aún queda algo por entender, debemos agregar que El Principito es, en apariencia, el
libro más fácil y sencillo que hasta entonces se había publicado, pero a la vez el más
profundo. Sólo en apariencia es un cuento para niños. En realidad es la historia de un niño
escrita para adultos, o si se quiere, una vuelta atrás, un retorno a la infancia. Si todos los
libros para niños fueran como El Principito, la literatura estaría cumpliendo a cabalidad su
papel: un niño aprehende su realidad con su propia filosofía, su propia lógica.

En cuanto a la literatura hecha —escrita— por mujeres hay matices de discrimen, una
especie de marginación de la literatura escrita por mujeres —no de mujeres—. Poetisa, por
ejemplo, es una palabra derivada del griego que ha sido deformada por discrimen o por una
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sensibilidad mal aplicada. Lo cierto es que hay un escaso aporte de la mujer a la literatura
—hay menos mujeres que hacen literatura en relación a los hombres—, porque éstos tienen
un potencial creativo, pero las mujeres manejan mejor el lenguaje de las ciencias. (1)

Alda Blanco, profesora del Departamento de Español de la Universidad de Wisconsin,


define ―género‖ como una categoría de análisis de la representación de las relaciones entre
hombres y mujeres en la sociedad. ―Creo que la literatura escrita por mujeres, se puede leer
desde una perspectiva de género y poder entender por qué esas mujeres escribieron, en
algunos casos, desde una visión muy particular‖.

Ella considera que decir poesía o novela femenina implica una marca negativa porque el
adjetivo está devaluado. ―En la conciencia popular una poetisa nunca será tan buena como
un poeta‖, y este tipo de diferencias a nivel de lenguaje son más perjudiciales en el español
y, en general, en todas las lenguas romances porque distingue el género.

1.7 ALGUNAS CUESTIONES PARA COMENTAR

Primera Cuestión. El hombre es un animal racional. Razón viene de logos; logos, de legein.
Logos y legein, en castellano, significan LENGUAJE. Entonces, el hombre sólo es racional
porque posee lenguaje, y con él y en él, aprehende, abstrae y refiere su mundo y su
realidad.

Segunda Cuestión. Lenguaje es un sistema de signos y símbolos que el hombre usa para
comunicarse (según Cassirer, el hombre es un animal simbólico: todo lo percibe y abstrae
por símbolos). Lengua es un sistema de símbolos que usa una comunidad determinada
(Idioma sería la lengua realizada en una sociedad).

Tercera Cuestión. Los lenguajes (incluido los idiomas) son objeto de estudio de la ciencia
Semiótica, y las lenguas (los idiomas), de la Lingüística. Por consiguiente, los lenguajes y
las lenguas son objetos científicos, y los postulados que de ellos surgen, son también
científicos.

Cuarta Cuestión. El idioma Castellano, así como los otros idiomas, evoluciona (gramática,
sintaxis, semántica), pero también muere. La muerte del castellano ya está vaticinado: ya no
hay objetos inventados por castellanohablantes para ponerles sus referentes-nombres en
este idioma, y lo que es apocalíptico: ya no se hace ciencia con el idioma castellano.

Quinta Cuestión. El Castellano ha sufrido cambios, tanto en su gramática, en su sintaxis y


en su semántica, como en su enseñanza y aprendizaje, a la par con los cambios epistémicos
y filosóficos generados por las guerras mundiales. Específicamente, con el Estructural-
Funcionalismo, después de la Primera, y con el Generativismo, el Transformacionalismo y
el Pragmatismo Sistémico, después de la Segunda Guerra Mundial.

Sexta Cuestión. En las Escuelas, Colegios y Universidades enseñamos Lengua —lea,


Castellano—, pero la mayoría de los profesores lo hace con la Gramática de Nebrija, lo

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cual nos sitúa en un lugar de obsolescencia de prácticamente 500 años. (Cinco siglos sin
generar ideas novedosas, sin hallazgos científicos, sin avances técnicos, capaces de cambiar
nuestra realidad). Esto ha generado que nuestros graduados sean tan desmañados en el
empleo de las palabras, de la sintaxis, de la semántica, que carecen del equipo mental
necesario para el pensamiento lógico y su expresión racional.

Sétima Cuestión. En Perú consideramos a los lenguajes y a la lengua (y a la literatura) en el


campo de las Letras, y decir Letras es decir, artístico, ilógico, no científico. Por este falso
paradigma que se maneja en Perú, la Historia, el Derecho, la Sociología, la Sicología, la
Lingüística, la Semiótica, son disciplinas científicas que están consideradas como Letras —
lea, Literatura, pero de la barata—.

Octava Cuestión. Las lenguas naturales son altamente imperfectas, y que, por tanto, no
sirven como metalenguaje de las especulaciones filosóficas y científicas. Toda materia que
pretenda elaborar un discurso teórico coherente deberá crear y definir con precisión un
lenguaje inequívoco, que no se preste a la ambigüedad, la vaguedad o las malas
interpretaciones que propicia tan a menudo nuestro lenguaje corriente. En Perú, todos los
discursos —la constitución, las leyes, los tratados, los textos oficiales— son escritos con
lenguaje corriente, ordinario. Esta nuestra incapacidad de escribir textos y de organizar
información (teorizar) con lenguaje científico ha servido para que la UNESCO nos declare
―analfabetos funcionales‖.

Novena Cuestión. Una Facultad existe en una universidad porque hay una ciencia que le
sirve de soporte. Según este presupuesto, las facultades de Educación —las Escuelas de
Lengua y Literatura— no existirían, porque ni la Educación ni la Literatura son ciencias. En
las universidades se hace ciencia. Con mucho atrevimiento, podríamos crear facultades de
Arte.

Décima Cuestión. Para explicar la octava cuestión, podríamos decir que existe la Paideía (o
Pedagogía) que se ocupa del proceso de formación del adolescente (país, paidós). Werner
Jaeger (1946) extiende el significado del término a toda la formación del hombre. El
Profesorado y la Docencia son disciplinas científicas (o profesiones) que necesitan ser
explicadas. Así mismo, las disciplinas de la Enseñanza. Debemos aclarar que no se puede
ser profesor de Educación, menos de Literatura.

Undécima Cuestión. Educar atañe a los valores. Los valores no se enseñan, se aprenden. La
Educación es inherente al hombre, como al animal, los instintos. La Educación es parte de
su cultura. Los profesores no educan; conducen aptitudes, competencias y evalúan y miden
actitudes y actuaciones.

Duodécima Cuestión. No existe Educación Inicial, Primaria, Secundaria ni Superior.


Existen niveles llamados Escuelas o Enseñanza: Básica, Media y Superior.

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Decimotercera Cuestión. La Literatura es un arte. Como tal, no se puede enseñar. Ni
siquiera sirve como asignatura porque no hay contenido que lo pueda sustentar ni mucho
menos método para enseñar ni evaluar. No sabemos cómo hacen los ―profesores de
Literatura‖ para medir una asignatura llamada Literatura Española (?): ¿de qué siglo?, ¿para
qué sirve?, y ¿cómo se mide?

Decimocuarta Cuestión. ¿Cuál es la actitud frente al Lenguaje y a la Lengua?

(a) Del Alumno: Escoge esta área o especialidad porque odia la matemática (los más). Éstos
son los que van a fracasar, porque el lenguaje y la lengua son lógicos. El lenguaje está
ubicado en el hemisferio cerebral izquierdo y el arte (la Literatura), en el derecho.

(b) Del Profesor: En las universidades se debe formar Profesores de Lenguaje o Lingüistas
o Semiólogos, y en la facultad de Arte, Profesores de Literatura o Literatos; pero no
profesores de Lengua y Literatura.

(c) De los Textos: En Perú no se produce textos de calidad. Escasos son los textos en los
que se teoriza la realidad nacional con cierto grado de cientificidad, pero éstos están
deficientemente redactados.

1.8 EL FRACASO DE NUESTRAS ACTUALES ESCUELAS Y UNIVERSIDADES

El fracaso de nuestras actuales escuelas y universidades se debe a la deficiente enseñanza


del lenguaje. Tanto el escolar, el universitario, como el profesional o técnico es desmañado
en el empleo del idioma, porque la escuela y la universidad no les ha provisto de las
estrategias adecuadas para su aprendizaje, por eso no es capaz ni siquiera de meditar sobre
los problemas de la comunidad donde vive. He aquí algunas de las causas de este fracaso:
Las causas de este desmañamiento podrían ser:

1. Los peruanos no poseemos lengua materna.

La lingüística computacional y la actividad industrial que se deriva de sus aplicaciones (las


llamadas industrias de la lengua) han constatado la limitación o ausencia de instrumentos
en los que apoyarse para el desarrollo de proyectos relacionados con el tratamiento
automático de la lengua natural (materna). El español o castellano no posee un corpus de
referencia por lo que es difícil su codificación o estandarización (formalización). En
conclusión, el castellano, por lo menos hasta 1990, sigue siendo un ―romance‖, no una
lengua o un idioma con una estructura sistémica o estandarizada.

Al ser el castellano una lengua no estandarizada (no codificada), su uso es indistinto o al


albedrío del usuario. Esta propuesta ha sido grabada en la memoria (código genético) de
todos los que hablamos ―el castellano‖ (así, entre comillas). Nuestro código genético ha
guardado las características orales (fonológicas) de la lengua, pero no su escritura (sistema,
código), porque no es nuestra lengua materna.

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2. La profesora de inicial que le enseña a malescribir.

Los niños vienen ―fabricados‖ con el mejor equipo mental para el pensamiento lógico y la
expresión oral.

Este equipo empieza a deteriorarse cuando debe escribir lo que piensa. La profesora
malogra, deteriora —a veces, destroza— ese equipo mental que lo que le enseña va contra
su natural lógica, porque a las profesoras de inicial no les enseñan a enseñar el manejo del
código idiomático, por consiguiente ésta sólo lo enseña —a sus alumnos— en su peculiar
manera de hablar y en su pobreza lexical. Así, el alumno es formado en lenguaje al tamaño
de su profesora. Y su deficiencia se ensancha porque lo hace como le enseñaron a ella, y
quizá peor. Por eso, cuando adultos, sólo escriben disparates.

3. El lenguaje confundido entre lengua y literatura.

El sistema de enseñanza en Perú ha confundido o ha hecho confundir los significados


de lenguaje, lengua y literatura. El peruano es incapaz de establecer una diferencia entre
ellos. Contrariamente, se aferra a un concepto falso de ―sinonimia de igual significado‖.

El deslinde atañe a su humanidad. Como animal, tiene la capacidad de emitir sonidos


hablar una lengua. Por eso, su distingo racional sólo será su lenguaje, porque mediante
él podrá captar, aprehender y referir su mundo y su realidad.

El lenguaje es un sistema de todos los signos naturales y artificiales que el hombre, como
ser racional, usa para apropiarse de su mundo. La lengua es una estructura sistémica de
signos lingüísticos que el hombre inventa, codifica y convencionaliza para comunicarse,
para hacer ciencia y también arte. La literatura, en cambio, es un arte bello que refiere
mundos irreales o de ficción recurriendo a procedimientos plásticos, tropos o figuras de
dicción y de pensamiento, pero carentes de lógica y de actuaciones realizativas.

Concluyo la idea afirmando que el lenguaje es lógico (ciencia); la literatura, ilógica (arte), y
la lengua idioma, sólo una manera de referir y de sistematizar un lenguaje. A los
peruanos sólo nos enseñan a hablar y ―malescribir‖ una lengua. El lenguaje, su quehacer y
su poder, no es completamente extraño. Y aun la enseñanza del castellano es deficiente, por
eso decimos cada estupidez. Al ser enseñado y aprendido como instrumento bello —
retórico, poético, figurado— todo lo referimos en forma figurada tanto sus nombres como
sus significados. Así los nombres y los objetos son bellos. La literatura no sirve para
resolver problemas de gobierno ni de la sociedad.

4. Han privilegiado el lenguaje literario en contra del científico.

Con la literatura ha ocurrido algo paradójico: ―por culpa de la literatura, los peruanos
vivimos un Perú de ficción, irreal o realmaravilloso‖.

La literatura nos ha hecho mucho daño. Pido perdón a los literatos por esta blasfemia. La
literatura es un arte bello, mientras que el lenguaje es un objeto matemático, lógico. Los

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peruanos no podemos establecer este deslinde: no está en nuestro esquema mental, porque
desde niños hemos percibido y referido la realidad sólo con figuras retóricas, eufónicas y
con sentido figurado, nunca con significados convencionales o del código idiomático.

Todo lo que decimos está cargado de retórica. Todo lo que vivimos está impregnado de
poesía. En Perú, todo es bello: los textos oficiales (constituciones, leyes, tratados, textos
escolares), los artículos periodísticos, los mensajes publicitarios y aun la Historia y el
Derecho.

Por la literatura, los peruanos somos adjetivos: construimos frases pleonásticas. Colocamos
los adjetivos sin sintaxis ni lógica. Somos desesperadamente redundantes: no nos basta una
palabra, siempre le agregamos algo que es obvio. Para el peruano lo adjetivo es más
importante que lo sustantivo: así los cargos, los grados, las jerarquías son más importantes
que sus nombres, y por un fenómeno de antonomasia han personalizado las instituciones,
los objetos, las cosas.

Colocamos los adjetivos sin sintaxis ni lógica. Somos redundantes: no nos basta una
palabra. Siempre le agregamos algo que es obvio. No nos es suficiente decir: ven. Tenemos
que decir: ven para acá /ven pacá/. A las inscripciones las llamamos: matrícula abierta. Y
en hemorragia de sangre, de qué va a ser, pues. Somos anfibológicos, amantes del doble
sentido: No tome pura agua, tome agua pura. Se puede estar bien mal, o en todo caso,
defendiendo la patria del enemigo.

El eufemismo cucufato es otra característica que nos distingue. Aquí las mujeres se
olvidaron de parir: dan a luz —se enchufan, prenden y alumbran—. El escusado no es ya el
lugar donde uno va a cagar: es un baño, y hay de damas y de caballeros. Cagar es ahora
hacer el dos o bajar de peso, y bajar de peso, también es adelgazar. Unos se limpian los pies
para entrar, pero entran con los zapatos sucios. A la grosería la hemos convertido en lisura.
Los nombres de las partes de nuestro cuerpo son groseros para personas de oídos vírgenes
(lea, de educación remilgada). Por eso, al inocente pene o carajo, le dicen pipí.

A tanto llega nuestra ignorancia en la lectura del arte que cualquiera que escribe un libro es
un literato: escritor, en Perú, es sinónimo de literato. Así, creemos, por ejemplo, que
Hernando de Soto es un literato porque ha escrito varios libros, y en las manos de un
peruano, ―El Misterio del Capital‖ o ―El Otro Sendero‖ son libros de literatura, tan igual o
mejor que ―La fiesta del chivo‖ o ―La guerra del fin del mundo‖ de Mario Vargas Llosa.

Nuestra existencia está saturada de literatura y nada de ciencia. Desde que nacemos, en
nuestras primeras experiencias de la lectura-escritura siempre habrá una profesora que nos
cuenta cuentos y nos lo seguirán contando, la mamá, la empleada o alguien que siempre nos
cuenta cuentos. En la escuela primaria y secundaria, —inclusive en la universidad— la
mayoría de los profesores nos cuentan cuentos. Ahí tienen el resultado: todos son
narradores de cuentos: los políticos, los periodistas, los abogados, los historiadores, los
sociólogos. Por esta razón, en Perú, nadie respeta la sintaxis castellana o por lo menos la
lógica. Cada quien escribe a su albedrío o a tenor de sus fenómenos mentales (escribe como
habla) y no entiende sino sobreentiende.

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5. Desconocimiento de la denotación y la connotación.

Si preguntamos a cualquier malparado si le gustan las trolas, éste, dudoso o incrédulo,


creerá que le estamos tomando el pelo. Creería que le preguntamos si le gustan los penes o
los carajos, y en realidad le estamos inquiriendo por si le gustan los embustes o las
mentiras. —Usted, ¿qué creía?—.

En la estructura biplánica del signo se presenta dos fenómenos: en el significante, la


denotación, y en el significado, la connotación. La denotación sería un significado de
equivalencia con la primera definición que da el DRAE. La connotación, en cambio,
vendría a ser un significado de remisión a un contexto extralingüístico: regional, figurativo,
familiar, social, político, etc.

Los peruanos no sabemos denotar, esto es, no conocemos las definiciones etimológicas y
lexicográficas de las palabras. Sólo sabemos una o dos connotaciones y de éstas las
figuradas —o de uso común— y a veces las erradas, como en el caso de pendejo o de tomar
que ninguna significa lo que nosotros significamos (pendejo: vivo, sabido; tomar: beber,
chupar). Por eso, cuando escribimos, nuestras frases carecen de isomorfismo.

6. El endiosamiento del diccionario.

En Perú, el diccionario es el mataburro o la autoridad máxima en asuntos del lenguaje. Por


eso, basta que un libro tenga la palabra diccionario para creer en él a ciegas. No interesa,
para el efecto, si es Rancés, Vox, Larousse, Océano, Lexus, ni si son impresos en otros
países, con contextos o significados diferentes a los de Perú.

En el caso de los diccionarios impresos en Perú, llámense, Bruño, Coquito, Navarrete, y los
famosos de Bolsillo o Escolares, sólo sirven para introducirnos en el circuito circular de los
sinónimos de igual significado.

Lo cierto es que el peruano, sobre todo el niño, usa el peor diccionario, de esos impresos
para alumnos de primaria —total, para primaria, cualquier cosa—.

Perú, como mercado, es el basurero del mundo. Lo que no les compran las naciones
desarrolladas, lo compramos los peruanos. Adquirimos un diccionario porque es barato o
porque nos lo venden con facilidades de pago, o porque simplemente son bonitos y
voluminosos y sirven para adornar los estantes.

Entonces, ¿cuál es el diccionario que debemos usar?: el diccionario de la Real Academia


Española (DRAE), la vigésima segunda edición de 2001. Es el único que nos sirve para
denotar y connotar, y por consiguiente el que debe usar un niño cuando está aprendiendo a
manejar su idioma. Después, ya no sirve.

Los peruanos no sabemos leer el DRAE. Por eso creemos, por ejemplo, que la palabra
relievar ha sido ―aceptado‖ por la Academia. La Academia, en la Vigésima Segunda
Edición, refiere relevar como hacer de relieve algo, pero también relievar. tr. Bol., Col. y
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Perú. relevar (|| hacer de relieve algo). Esto no significa que la Academia la haya aceptado,
sino que hace alusión a que en esos países lo usan de esa manera. Pero lo correcto es
relevar.

7. A alguien se le ocurrió partir la educación en Ciencias y Letras.

A algún ―sabio racionalista‖ se le ocurrió o lo plagió, como es común en estos pagos


partir la educación en Ciencias y Letras, estableciendo así una dicotomía maquiavélica que
es y será vigente aun en el siglo XXI.

Todo estaba bien inclusive aceptar este absurdo si no hubiesen elitizado las Ciencias y
estigmatizado las Letras. Lo cierto es que en Ciencias colocaron a la matemática, la física,
la química, y con ellas, a los ―científicos‖: matemáticos, médicos, químicos, ingenieros, y
en Letras, a la historia, la geografía, la lingüística, el derecho, la literatura, y con ellas a los
―letrados‖: abogados, profesores, historiadores, sociólogos, literatos.

Además, establecieron un distingo: dedicaron mayor atención a las Ciencias en detrimento


de las Letras sus estructuras curriculares, los contenidos, los métodos, los mejores
profesores. Así confundieron, o hicieron confundir, que las Letras o las disciplinas de
esta área no son científicas. En Perú, por este absurdo, la historia no es una ciencia: es un
“cuento”.

8. El Poder del lenguaje o ―lobby‖ de la ignorancia.

Bacon decía que ―poder es saber‖ y esto es cierto en la medida que se convierte en una
amenaza continua para los poderosos. Por eso, todo aquel que ostenta poder, desea
controlar la cantidad y la calidad y la distribución de la información conocimiento
dentro de sus dominios.

Toffler define el poder político como ―poder deliberado sobre las personas‖. Por eso, el
metalenguaje que genera el poder se convierte en una especie de non plus ultra de la
política y que por más razón asista a quien reclama sus derechos, la violencia, la fuerza,
hacen que éste desista de ellos y luego se corrompa.

El peruano escribe llámese, la constitución, las leyes o cualquier otro texto


comúnmente como si estuviera contando una historia, una novela, incluido figuras
retóricas: frases hechas, metonimias, tropos. Las leyes son ―tópicos‖ o ―lugares comunes‖
preñados de figuras retóricas e interpretadas y recreadas por los abogados a su albedrío. Por
tanto, nuestros textos carecen de estructura lógica y las ideas y los sentidos son infinitos. Y
por una carga de discrimen, no usan la pragmática ni la semiótica para el conocimiento y
manejo del lenguaje.

Estamos gobernados por gente muy ignorante, que no se recata de serlo, o por aviesos
malintencionados, que valiéndose de nuestra ignorancia, nos manipulan mediante el
lenguaje.

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9. El profesor de lengua y literatura está mal equipado con lenguaje.

Los profesores de lengua —castellano— y literatura son de esos ―aunque sea estudia para
profesor‖.

Estos profesores fueron y son fabricados con el mismo molde que utilizaba Nebrija en
1492. El producto: profesores papepipopú o emeamaemeama, memorizadores y
paporreteros. Su competencia ni siquiera se puede someter a prueba. Su bastardez es rayana
con la cojudez: son asesinos del lenguaje y, por consiguiente, de los peruanos.

Así, con todas las taras y deficiencias es la máxima autoridad, y el alumno le obedece al pie
de la letra; en la mayoría de los casos para aprobar la asignatura y evitar así su venganza.

Pero, lo que más preocupa es que el profesor peor equipado con lenguaje, enseña en la
Escuela Primaria.

La universidad no le dota con las gramáticas modernas, menos, con las últimas filosofías
del lenguaje. La Semiótica les es ajena a todos. La mayoría trabaja con la gramática
tradicional (Nebrija, 1492), algunos lo hacen con la gramática estructural (Saussure, 1917),
y casi nadie, con la gramática generativa o transformacional.

La Academia peruana de la lengua no les representa nada. Es más, desconocen su sede y su


hedor a libro viejo. Desconocen también que un señor de color modesto es su custodio y
que los directivos jamás van por esos predios. Por eso, nadie protege el castellano peruano,
y él solo languidece y muere por la desidia de los especialistas, autoridades y el sistema.

Finalmente, la ignorancia es atrevida. En Perú, cualquiera puede enseñar lengua o idioma.


Y hay cada atrevido.

10. El texto oficial es una suerte de valor agregado.

El texto oficial —y el informal— es una suerte de valor agregado extrínseco (de adorno),
porque intrínsecamente no cumple su papel. Los extranjeros son caros, y por lo tanto,
ajenos a muchos profesores, y los nacionales —hechos en Perú— carecen todos de
isomorfismo, esto es, que refieren objetos que no pertenecen a nuestra realidad. No tiene
correlación entre expresión y contenido.

Los textos de enseñanza de la escuela primaria carecen de isomorfismo. Todos están


redactados con frases que han alimentado y seguirán alimentando nuestras fantasías, porque
están llenos de figuras retóricas, de cosas bellas y de irrealidades que al decir de Umberto
Eco son la causa de nuestros calambres morales e intelectuales, de nuestras ideas más
retorcidas y banales.

Con estos textos, el muchacho es educado hacia una realidad inexistente y que cuando
adulto, tenga que resolver sus problemas sociales, no puede —no tiene competencia— y,

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contrariamente, acepta la vejación, el sufrimiento, la injusticia y se declara siempre
conforme y satisfecho.

Los textos peruanos refieren falsedades. Educan al niño en una falsa realidad, le llenan la
cabeza de lugares comunes, actitudes retrógradas y acríticas.

Sus universos lingüísticos e imaginativos están constituidos por animalitos, plantitas,


casitas, cielos, lagos, nubes, expresados con frases trasnochadas como, mi papá fuma en
pipa, mi mamá amasa la masa, la mona lame mi mano, Susy asea su oso, a mi burro le
duele la cabeza/, el médico le da jarabe de cereza/.

Los ―genios‖ de la educación peruana y los autores de textos de enseñanza para niños creen
que éstos sólo tienen capacidad para leer literatura: cuentos y poemas bonitos, historietas.
Para estos autores, un niño no tiene competencia para leer textos científicos. Esto es una
paradoja: un niño normal, como son todos los niños peruanos hasta antes de ingresar en una
escuela a la edad de 6 años, tiene capacidad para leer cualquier tipo de texto, es más a esa
edad tiene su disco duro con rutas o autopistas lógicas y racionales. Contrariamente, es
racional hacerles leer textos científicos y posteriormente, los textos literarios.

11. Los sinónimos no son de igual significado.

Pero, lo que más nos ha perjudicado es el mal o no manejo de las analogías, tanto de
sinonimia como de antonimia. Aquí ya no caben nombres para tantos dislates. Para cojudos
los peruanos, dijo alguien, y es verdad.

Desde chicos nos han enseñado que los sinónimos son palabras de igual o parecido
significado, pero lo que ha quedado grabado en nuestra memoria es que son iguales. De ahí
que creemos que al colocar un sinónimo a una palabra cualquiera, ésta es auténtica y
genuina -en su significado- a la anterior (lo hacen, supuestamente, para no repetir). Hoy,
sabemos que no hay una sinonimia perfecta y que no hay dos palabras que signifiquen lo
mismo.

Confunden, por ejemplo, pendejo con cojudo. Creen que son antónimos y en realidad son
sinónimos. Porque pendejo significa, tonto, opa, ido, cojudo. Pendejo, sólo para los
peruanos significa, ―vivo‖, perspicaz, sabido.

Quizá no sea ofensivo decir: Lima siempre digna, endilgando el adjetivo digno —que es
exclusivamente para personas— a una ciudad por tener las calles limpias y los puentes
sobre el zanjón bien pintados. Qué carajo, aquí sólo las cosas son dignas; las personas, no.

Es inofensivo escribir: no maltrates los asientos —de un ómnibus—, siempre y cuando no


ajen o destrocen a las personas. También lo es llamar a Ayacucho, la ciudad de las 31
iglesias (adventista, pentecostés, mormona, testigos de Jehová, católica). Estoy seguro de
que se refieren a que en Ayacucho haya 31 templos de la iglesia católica.

Sí ofende confundir país con nación. Y que nación sólo aparezca en el título de los
mensajes de los presidentes, pero que en el interior sólo se refieran a país, quiere decir al
22
territorio. Lo mismo ocurre con patria. Patria es un sentimiento, por lo tanto, un intangible.
No tiene límites: va con el hombre y constituye su idiosincrasia.

Las autoridades en cuestiones idiomáticas se han abocado a diferenciar los sinónimos para
su manejo exacto y correcto. Para ello es necesaria la concurrencia de las nuevas ciencias
como la pragmática, la pregnancia semántica modulada, la semiótica, disciplinas que nos
son negadas.

12. El Imperio del fig. fam.

Los peruanos sólo hemos usado diccionarios comerciales. Éstos, por ser pequeños, sólo
refieren uno o dos significados connotativos (de preferencia de uso en el país de su
edición), pero como no son impresos en Perú, no contienen significados peruanos. Además,
estos significados connotativos no definen el vocablo —el significado de una palabra está
en lo que el hombre hace con ella, no lo que dice acerca de ella—, sino que a veces es un
sinónimo o un significado fig., fam., es decir, figurado o familiar. Por eso los peruanos
somos palabra, no significado y todo lo referimos sólo con connotaciones figuradas.

Pero, también sobreponemos el sentido al significado. El sentido indica la actitud, el estilo,


la expresión del sujeto; el significado, en cambio, apunta al encadenamiento lógico del
texto. El sentido es un significado no convencional —no pertenece al sistema— que se usa
en la conversación, en el habla ordinaria y coloquial, pero no sirve para el habla escribal.
No sirve para redactar documentos de ninguna índole, menos textos científicos: con sentido
no se puede hacer ciencia.

23
SEGUNDA UNIDAD

24
2.1 EL TEXTO

El texto es una estructura coherente de signos que el destinador produce para fines
comunicativos o informativos. La teoría del texto estudia el fenómeno de texto en un
sentido más amplio a la luz de la comunicación humana: comprende la lingüística del texto
y la pragmática del texto. Para nuestra asignatura, todo objeto se constituye en texto: desde
una envoltura de una golosina hasta un gesto involuntario de impaciencia por una visita
inoportuna o no deseada.

¿Qué es un signo? El signo es un objeto material: el humo es signo del fuego; el semáforo
en verde es un signo de paso libre; la paloma blanca es signo de paz. Como podemos
observar, un signo es un objeto que refiere a otro objeto. También es un intermediario entre
la persona que lo interpreta (intérprete) y el objeto al que el signo refiere.

El hombre de campo interpreta como signos fenómenos del ambiente que para el hombre de
la ciudad pasan desapercibidos; es decir, no son signos para él. La interpretación es un
proceso por el cual el intérprete toma a un objeto como signo de algo.

La interpretación determina que el signo actúe como tal porque permite referir (relacionar)
al signo con el objeto al que el signo remite, porque el signo se asocia a una idea o
pensamiento o porque el signo actúa como un estímulo que provoca ciertas conductas en el
intérprete: sin interpretación no hay signo o hay interpretación sólo cuando se comprende el
signo.

Un signo posee significación cuando un intérprete puede establecer la relación entre el


signo y el objeto al cual remite o tener una noción o idea de ese objeto. Así, llamamos
denotado al objeto o a los objetos a los que refiere o se aplica el signo y designado a las
características o propiedades a las que remite el signo. Por ejemplo, ―vaso‖ designa un
objeto que posee las características de ser un recipiente para beber líquidos y denota a todos
los objetos a los que es aplicable ese signo (todos los vasos). Podemos dar el designado de
―centauro‖, pero no encontraremos objeto alguno al que aplicarlo, en consecuencia, el signo
centauro no tiene denotado.

Hay signos que no tienen denotado, como los sustantivos abstractos: ―hada‖, ―la
corrupción‖, etc. Otros signos tienen un solo denotado, como los nombres propios: Carlo
Magno, Juan Pérez. También puede constituir el denotado un conjunto de individuos:
alumno, libro, ciudad. Pero hay signos de los que no se puede especificar su denotado con
suficiente precisión. Por ejemplo, un asiento con respaldar y brazos, pero sin tapizado ¿es
una silla o un sillón?, los signos ―mucho‖, ―montón‖ tampoco pueden aplicarse con
precisión. La denotación de un signo se determina por su aplicación, pero no siempre es
posible precisar el denotado de los signos.

El designado de un signo se determina por medio de la definición. Sin embargo, muchas


veces utilizamos correctamente un signo sin poder dar su definición. Se recurre al
diccionario para definirlo, aunque una palabra figura con varias acepciones; para decidir
cuál es la adecuada es necesario ubicar el signo en el contexto correspondiente. También
puede especificarse el designado por el uso que se le da al signo. Podemos decir que se
25
determina lo que es el designado según se comprende en qué consiste la interpretación. El
hecho de que un signo tenga más de un designado se denomina ambigüedad. Por ejemplo,
banco designa a la institución y a un tipo de asiento.

No basta con reunir algunos signos para obtener un texto. Hace falta establecer las
relaciones entre esos signos –por ejemplo, en una frase o secuencia de signos–, la relación
entre los signos y sus significados y también la vinculación con los usuarios de esos signos.
Quien emita un mensaje lo hará respetando esas relaciones y, entonces, el destinatario del
mensaje podrá comprenderlo –decodificarlo– ateniéndose a esas mismas relaciones.

Es probable que no sólo nuestra formación académica, sino nuestra simple ubicación como
seres con sentido común nos diga que la historia no existe a nivel de los acontecimientos
mismos, que se trata de una mera convención, que es una abstracción, pues siempre es
percibida y contada por alguien, no existe en sí.

Sin embargo, y a veces como consecuencia de esa misma formación académica, solemos
perder el sentido común y, al ejercitar la investigación, nos envolvemos en un mundo de
palabras que terminamos por idolatrar olvidándonos de que su razón de ser estribaba en la
predicación científica respecto a la realidad asumida como objeto de estudio.

La lingüística nos ha enseñado que el sentido del signo lingüístico es arbitrario, y por
haberlo repetido tanto, hemos terminado por creerlo tan ciegamente que olvidamos que esa
característica de la arbitrariedad del signo lingüístico es válida para el signo lingüístico
pretextual, pero no lo es, en modo alguno, para el signo inserto en un texto dado. En este
caso, el signo lingüístico no sólo es motivado, sino que obedece a precisas instrucciones
contenidas en el texto mismo.

Situémonos en el problema. Sabemos que entre el nombre Julio César y la persona


designada con ese nombre no media una relación de motivación o relación de necesariedad.
Es decir, aquella persona designada como Julio César pudo llamarse José o Manuel, pero,
tal vez, la ilusión paterna motivó la aparición del nombre. Sin embargo, esta motivación no
anula la arbitrariedad. De hecho, el que el padre le ponga Julio César no convierte al hijo
en un conquistador. Pero vivimos en un mundo de nombres y solemos creer que cambiando
de nombre a una institución, ésta automáticamente cambia su función —Marina de Guerra
del Perú, CAEN—.

Pero esta licencia que acaso sea válida en nuestro quehacer cotidiano, no podemos
permitírnosla en el discurso científico, donde debemos tener permanentemente presente que
nuestra conceptualización científica es siempre una abstracción metódica y por lo tanto
arbitraria. Y que, sin embargo, cuando enfrentamos un texto los signos de éste sí son
motivados, aunque no lo sean pretextualmente.

Cuando se trata de analizar un texto, conviene no olvidar que los signos organizados tienen
su sentido inmanente que no depende del pienso. Confundir, en una perspectiva científica
del análisis textual lo arbitrario con lo motivado, equivaldría a suplir lo que un texto dice
por el pienso.

26
Estimamos que la precisión de este significado debe estar precedida por la comprensión de
que la primera cosa que un texto dice, lo dice a través del modo en que está hecho y que
consecuentemente es imprescindible tomar en consideración que toda aproximación a un
relato no supone simplemente seguir su historia lineal. Todo relato obliga al investigador a
asistir al hilo narrativo en su desentrañarse estructural y funcional y, paralelamente, obliga
al analista a proyectar permanentemente esa horizontalidad narrativa sobre un eje ausente,
aquel que da precisamente sentido final a las relaciones horizontales.

Todas estas precisiones teóricas nos permiten comprender que el autor de un texto dado no
puede ni debe confundirse con el narrador de ese relato; que los signos de ese narrador son
inmanentes al relato y por lo tanto susceptibles de un análisis semiótico y que, finalmente,
quien habla (en el relato) no es quien escribe (en la vida) y quien escribe no es quien existe.
Cuando en un análisis textual observamos una casi obsesiva búsqueda del fondo del texto
vehiculizado a través de la forma, no sólo estamos negando la indisolubilidad entre nombre
y sentido –entre los elementos estructurales de todo signo lingüístico–, sino estamos
propiciando la confusión entre lo arbitrario de nuestro discurso científico y lo motivado del
texto que analizamos.

Estas explicaciones unilaterales del fondo de los mensajes suelen llevar peligrosamente al
olvido de las formas que son concebidas como la cara externa o el ropaje del fondo y no
como el eje o principio regulador de la existencia misma del signo. Los análisis del fondo
pueden, por lo tanto, no sólo descuidar aspectos fundamentales de un discurso, sino caer en
explicaciones hechas desde universales a los cuales se suele pretender adscribir un discurso.

Debemos entender, entonces, que las palabras de un texto sólo adquieren valor si las
introducimos en una clase de palabras y por ende en la estructura existente en el mismo
texto. De allí que la palabra sea un intercambiador entre el sistema y el acto, entre la
estructura y el acontecimiento; por una parte depende de la estructura; por otra, del acto y
del acontecimiento. He aquí el objetivo de nuestro análisis del discurso verbal, no
perdiendo de vista la palabra ―sentido‖ que señala el lugar donde hay que preguntarse por la
textualidad de ese texto.

Determinar el sentido del discurso verbal implicará, entonces, el valor que dichas palabras
adquieren en el texto, en relación con las otras palabras que las acompañan, en función del
sistema de relaciones subyacentes al discurso: las palabras de un texto no se han juntado
por casualidad, sino para la búsqueda de un sentido y que, por tanto, dicho sentido no
debemos buscarlo en el diccionario o en el código general de la lengua, sino en el código de
ese discurso.

La semiótica estudia los sistemas de signos de una sociedad. Desde esta perspectiva, la
semiótica es una disciplina que puede y debe ocuparse de toda la cultura. Es decir, que en
toda sociedad los sistemas de signos pueden ser entendidos desde una perspectiva
comunicativa con lo cual, deliberadamente, queremos poner énfasis en la concepción de
estos sistemas de signos que, en tanto vehículos de información, garantizan las relaciones
entre los miembros de una sociedad.

27
Así, pues, las sociedades codifican sus experiencias comunitarias, en tanto cultura, en
estructuras semióticas expresadas en sistemas sígnicos; estructuran, para sus miembros, un
sistema educativo y emplean signos para garantizar el cumplimiento de esta función. En
este contexto, la pragmática ha puesto particular énfasis en el papel que cumplen signos de
esta naturaleza en el seno de la vida social y en la relación existente entre estos signos y sus
usuarios.

Si leemos los sistemas de signos generados por un organismo social en orden a su tarea
educativa, advertimos que estos signos están orientados a situar a los miembros de una
comunidad en un espacio y un tiempo determinados a reconocer sus intereses comunitarios
y a operar de acuerdo con ellos. Este comportamiento semiótico de los sistemas sígnicos
educativos permitirá al individuo orientarse en una determinada situación y, en este
sentido, los signos ofrecerán al usuario huellas o instrucciones sobre cómo ese individuo
puede dominar y ordenar la extrema complejidad de datos primarios disponibles en una
situación que está en suspenso de manera que le sea posible una conducta y un actuar con
sentido.

Si observamos el proceso educativo inserto en este contexto cultural, rescatando el papel


que en este sentido asume, y lo analizamos en tanto proceso comunicativo, debemos señalar
que los organismos sociales proveen a sus individuos de estos signos educativos a través
de sistemas de signos que denominamos textuales y parasitarios.

Los sistemas sígnicos textuales constituyen el discurso oficial educativo que la sociedad
propone formalmente a sus miembros. Hablar de texto, entonces, nos sitúa ante el universo
de la escuela, del libro, de los procesos lectivos, en ese universo de sistemas sígnicos que,
aun cuando no participe de una misma naturaleza, tiene como denominador común el ser la
propuesta oficial.

Pero, los valores educativos de una sociedad no sólo se trasmiten a través de la textualidad,
sino a través de lo que denominamos sistemas parasitarios. Desde la perspectiva
comunicativa, y tomando en cuenta como referencia el funcionamiento de la textualidad,
los medios de información, el discurso religioso, el discurso político, la crítica y –aun
eventualmente un sistema sígnico opositor al texto–, constituyen sistemas parasitarios.

Ahora bien, cuando el texto propuesto por una sociedad a sus individuos responde a las
exigencias de orientar, proveer de herramientas y poseer una telia definida, los sistemas
parasitarios funcionan como redundantes respecto a él. Redundantes en tanto confirmación
de los valores oficialmente propuestos o como factores que a través de la realimentación
(feedback) permiten demostrar la permeabilidad del sistema textual o contribuir a su
mejoramiento (nótese que el término sistema parasitario no implica una calificación moral,
sino da cuenta de un organismo que se desarrolla a partir y en referencia a otro organismo).

La redundancia permite asegurar la continuidad operativa del sistema sígnico textual, no


debiéndonos olvidar de que en este contexto la educación crea en nosotros unas creencias,
unos hábitos y unos estereotipos que luego van a dificultar el recibo de mensajes que no se
hallen implícitos en el sistema. Texto y sistemas parasitarios establecen una relación de
complementariedad. Esta complementariedad sólo es posible si el texto garantiza esta
28
posibilidad de intercambio, es decir, el texto tiene que tener la capacidad de ser el otro sin
dejar al mismo tiempo de ser él mismo.

Desde esta perspectiva, podemos establecer que entre el texto y los sistemas parasitarios se
plantean tres tipos de relación: cooperativa, competitiva y simbiótica. La relación será
cooperativa cuando la conducta de un sistema parasitario implica cumplir con los mismos
objetivos del sistema textual; competitiva, si el sistema parasitario implica obstaculización
respecto a la finalidad textual, y simbiótica, si el sistema parasitario no opera
conductualmente ni de modo cooperativo ni de modo competitivo respecto al texto.

Los sistemas sígnicos de una sociedad podrían escindir su comportamiento. En algunos


casos, cuando estamos frente a un sistema de signos sanos, estaremos frente a estructuras
que posibilitan una permanente conducta adaptativa, mientras que en otro caso –la
patológica– los signos operarán en contra de que la conducta se adapte al manejo de los
objetos. Es en este sentido que un sistema sígnico textual puede ser sano o patológico.

Cuando el sistema sígnico textual es sano los sistemas parasitarios colaboran con el texto.
En tal sentido, cuando en una sociedad el texto tiene claramente marcada su finalidad,
ofrece las herramientas para cumplirla y permite operar sobre los objetos, los sistemas
parasitarios (discurso político, medios de información) funcionan como redundantes
respecto al texto, se convierten en una compleja red de elementos iterativos respecto al
texto. Así, por ejemplo, una parte de la prensa puede repetir constantemente lo que el texto
ya manifiesta, mientras que otra puede discutirlo e, incluso, denunciarlo hasta llegar al
escándalo público que comprometería elementos fundamentales de esa sociedad: cuestionar
la figura misma de un presidente, por ejemplo.

Cuando el sistema textual es patológico se puede observar que los sistemas parasitarios
cooperativos pierden teleología social, esto es, pierden la articulación redundante entre
ellos que caracteriza su comportamiento cuando el texto es sano. En lo que se refiere a los
sistemas parasitarios competitivos pueden convertirse en alternativos, es decir, adquirir la
categoría de contratexto. En ese sentido, los sistemas competitivos operan análogamente a
como opera la contrainformación: tiene peso cuando trabaja sobre la definición de los
puntos débiles del poder.

El contratexto es, entonces, un sistema sígnico que, ante una situación patológica, puede
convertirse en alternativa textual, es decir, de reemplazo del texto. De allí que cuando el
texto es patológico todos los sistemas parasitarios pueden convertirse en contratextuales,
con la diferencia de que unos (cooperativos) asumen el papel educativo oficial con las
características de inarticulación señaladas, mientras que cualquier sistema de origen
competitivo puede convertirse en contratexto alternativo cuya conversión en texto
dependerá de la relación entre la afirmación de su propia salud y la patología del sistema
matriz o texto.

Así, en el marco de una sociedad signada por un texto patológico, cualquier sistema
competitivo semióticamente sano tiene posibilidades de convertirse en texto. En la medida
en que la presencia de un grupo evidencia una ruptura en las comunicaciones que la
sociedad peruana establece oficialmente respecto a sus individuos, en tanto que cualquier
29
sistema competitivo puede convertirse en contratextual ante un texto patológico, es preciso
entender la naturaleza y estructura del modo particular de comunicación que ha dejado de
funcionar.

2.2 TIPOS DE TEXTOS

En líneas generales, existen dos tipos de textos: expositivos y narrativos. Los textos
expositivos tienen como objetivo tratar de comunicar información a los lectores, mientras
que los textos narrativos sirven para entretener. Los textos narrativos son más fáciles de
leer que los textos expositivos. Los textos expositivos pueden plantear mayores dificultades
que la comprensión de textos narrativos.

El conocimiento previo en el procesamiento y comprensión de textos es importante sobre


todo en la relación entre el conocimiento sobre las acciones humanas y la comprensión de
textos narrativos. Tanto es así, que Black (1985) sugiere un marco conceptual donde
enfoca los conocimientos que requiere la lectura de textos expositivos y propone una
tipología donde discrimina conocimientos sobre las acciones humanas, los eventos físicos,
los objetos y ubicaciones y el razonamiento humano.

En cuanto a las narrativas, Trabasso y Nickels (1992) demuestran cómo el desarrollo del
conocimiento de eventos, en el procesamiento de textos narrativos, avanza desde una
comprensión descriptiva a un tipo de comprensión basada en la explicación. Esta
progresión es posible por el desarrollo gradual de la habilidad para reconocer la
multiplicidad de causas que dan lugar a un evento y organizarlas en una red.

El plano sicológico es el que permite comprender las emociones de los personajes a través
del establecimiento de relaciones entre los objetivos de estos personajes, los intentos por
cumplirlos y los resultados obtenidos. Otra de las causas es procesar la causalidad cuando
las causas no se encuentran implícitas en los textos, por lo que es necesario inferirlas. En
las narraciones, cuando a estas dificultades se suma una estructura episódica compleja, el
proceso de comprensión se dificulta, tal como sucede en los relatos de ficción que cuentan
con varios episodios vinculados por un objetivo ordenado a un problema que no suele
explicarse antes de cada episodio.

Los factores que inciden en la comprensión de textos tenemos:

1. El conocimiento previo. La comprensión de textos de un área especializada está


influida por el conocimiento específico. El nivel de comprensión de un lector menos
experto aumenta cuando el texto demanda un conocimiento que es congruente con
su conocimiento. Cuando los conocimientos previos se circunscriben a conceptos
empíricos, la comprensión se ve favorecida si el texto trata temas conocidos. No
obstante, cuando los textos abordan temas desconocidos, esos conceptos resultan
insuficientes.

30
2. El conocimiento de la estructura textual. En el caso de las narraciones, el esquema
narrativo consiste en un conjunto de expectativas acerca de los componentes que
tiene que tener toda historia y de las relaciones entre ellos: permite codificar la
información de la lectura y facilita la recuperación de la información de la memoria
cuando resulta necesario hacerlo. En los textos expositivos, la estructura textual
especifica las conexiones lógicas entre ideas y la subordinación de unas en relación
con otras. En las estructuras expositivas, la estructura secuencial se explica a partir
de su similitud con la estructura narrativa. Por el contrario, las estructuras de
descripción y comparación resultan más difíciles de comprender.
3. El conocimiento del vocabulario. Para comprender un texto, una persona debe
conocer entre el 90% y el 95% de las palabras que lo forman. Esto permitiría
obtener el significado global del texto a la vez que inferir correctamente el
significado posible de las palabras poco familiares. Las investigaciones han
demostrado que la comprensión decae cuando se eliminan pistas que pueden servir
para activar el conocimiento previo, aunque los textos no presenten vocabulario
complejo o poco frecuente y tengan una estructura común.
4. Las habilidades inferenciales. Son útiles para construir la coherencia textual. Si
bien, cierta información de los textos está conectada explícitamente, los buenos
lectores también construyen inferencias causales entre información que de otro
modo estaría desconectada, y, por lo tanto, no resultaría comprensible.

2.3 EL SIGNO LINGÜÍSTICO

El signo lingüístico es un elemento sistémico de un determinado código idiomático. Es


sistémico porque con él se construye un significado y si variamos uno sólo de ellos el signo
total (holístico) es otro. Así, una letra (fema), un fonema (sílaba), una tilde, un tonema
escrito, una palabra, son únicos para una estructura frasal.

Por ejemplo, la palabra “encauzar‖, la ―z‖ es sistémica en relación con la ―s‖ de


“encausar”, por lo que establecen una relación sólo de sonido (homófonas), pero su
escritura y sus significados son tan distintos.

La concepción de que existen ideas completamente hechas preexistentes a los signos


lingüísticos acrecienta aun más las referencias anteriores. Esto quiere decir que el
pensamiento, considerado en sí mismo, es como una nebulosa donde nada está
necesariamente delimitada. Sin la ayuda de los signos lingüísticos seríamos incapaces de
distinguir dos ideas de manera clara, tampoco los sonidos articulados constituyen un molde
a cuya forma el pensamiento debe acomodarse necesariamente.

El signo lingüístico es pues una entidad síquica de dos caras basada en el fenómeno de la
―asociación‖ que vincula los hechos de conciencia (conceptos) con las llamadas imágenes
acústicas que le sirven de expresión: ambos elementos están íntimamente unidos y se
reclaman recíprocamente.

31
En esta relación, De Saussure usa ―signo‖ para designar la combinación del concepto y de
la imagen acústica: al concepto lo llama significado, y a la imagen acústica, significante.
Estos conceptos se relacionan y corresponden como las caras de una moneda, pero nos e
trata de una simple adición de dos elementos, sino que ellos están íntimamente fusionados.

Los caracteres del signo lingüístico son:

a. Arbitrariedad

La unión entre significante y significado es arbitraria, pero aceptada convencionalmente por


los hablantes. Así, la idea ―mar‖ no está ligada por alguna relación de necesidad con la
secuencia fónica m+a+r que le sirve de significante. El término arbitrario no quiere decir
aquí que el significante depende de la libre elección del hablante, quiere decir simplemente
que la relación entre el significante y el significado es inmotivada y entre ellas no hay
alguna relación o lazo natural.

b. Linealidad

El significante, por ser de naturaleza auditiva, se representa en una extensión mensurable en


una sola dimensión: en una línea. A diferencia de los significantes visuales que pueden
ofrecerse simultáneamente en varias dimensiones, los significantes acústicos de la lengua
no disponen más que de la línea del tiempo, sus elementos se representan unos tras otros
formando una cadena o secuencia.

Las relaciones sintagmáticas de la lengua se apoyan en la extensión lineal, por eso


sintagmáticamente un término sólo adquiere su verdadero valor y sentido cuando se opone
al que le sigue, al que le precede o a ambos.

c. Inmutabilidad

El signo lingüístico es inmutable. Una vez establecida la relación significante-significado


ella se impone a la comunidad como inmutable. Esta inmutabilidad se sustenta en:

― El carácter arbitrario del signo. Por ser arbitrario, el signo no conoce otro sustento que el
de la tradición y por fundarse en la tradición es inmutable.

― En la multiplicidad de los signos que constituyen una lengua. Un sistema de lengua está
formado por innumerables signos lingüísticos, de ahí que sea imposible reemplazarlos
unos por otros.

― En el carácter complejo del sistema. El sistema de una lengua es tan complejo que un
cambio en él requeriría la intervención de especialistas.

32
―En la inercia colectiva a las innovaciones. El colectivo que habla una lengua actúa como
un factor de conservación. Si decimos ―lapicero‖ y ―borrador‖, es porque antes de
nosotros siempre se ha dicho así.

d. Mutabilidad

El signo lingüístico es mutable: cambia con el tiempo. Debido al carácter arbitrario del
signo, pueden operarse cambios y alteraciones en el significante que conducen a un
desplazamiento de las relaciones entre significado y significante.

La doble articulación de la lengua

La articulación es un rasgo que caracteriza a todas las lenguas y se manifiesta en dos


planos:

(1) La primera articulación. Es la manera cómo se dispone, en unidades significativas


(palabras), la experiencia común a todos los miembros de una comunidad
lingüística: Camino solo por la alameda. La comunicación humana, por la lengua,
se limita necesariamente al cuadro de las experiencias comunes para un número
considerable de individuos y se analiza en una sucesión de unidades conocidas
también por todos los miembros de una comunidad.

Según la capacidad del hablante se conseguirá mayor especificidad para la


comunicación añadiendo nuevas unidades. Por ejemplo, añadiendo adjetivos o
determinantes al sustantivo, adverbios al verbo o al adjetivo.

(2) La segunda articulación. Cada unidad de la primera articulación presenta una forma
fonética y una significación y puede ser analizada en unidades más pequeñas
portadoras de sentido (fonemas) que se disponen también sucesivamente. El
conjunto /camino/ se analiza desde la sucesión de seis unidades (femas)) /c/ /a/ /m/
/i/ /n/ /o/, cada una de las cuales permite distinguir ―camino‖ de otras unidades
como: lamino, comino, canino, camilo.

Cada unidad de la segunda articulación puede aparecer en otras combinaciones. Así /c/
aparece en /casa/ o en /cola/; /m/ aparece en /mano/ o en /mono/.

2.4 EL SIGNIFICADO

Es el término correlativo del significante y su contenido es el concepto o representación


mental del objeto. Está compuesto por dos conjuntos de rasgos sémicos: (a) los que
reproducen las características perceptibles y (b) los que señalan las marcas de la
clasificación. Ejemplo: por sus características perceptibles, un globo es algo esferoidal,
flotante, corporal, hueco, etc. Por sus marcas de clasificación, el globo puede ser, terráqueo,
aerostático, de juguete. La combinación de estos dos tipos de rasgos es lo que permite saber
de qué globo hablamos cuando hablamos de un globo.

33
El significado de los signos lingüísticos es una definición intensional. Definición
Intensional o definición por intensión consiste en las propiedades compartidas por todos los
miembros de la clase. Así, en el caso de caballo podemos decir que el significado es animal
equino que relincha. Definición extensional o por extensión reúne a los miembros de la
clase por ostensión o por enumeración. La clase de objetos conectados con ―caballo‖ es la
clase formada por los animales que relinchan.

A una definición intensional le corresponde una extensión.

Las lenguas consideradas como sistemas semióticos son relativamente neutrales


respecto de la consistencia ontológica de los objetos que conforman las clases extensionales
(centauro, conceptos abstractos, concretos: masa, cualidades, estados, enfermedad). Lo
mismo vale para los deícticos.

En cuanto a los nombres llamados propios, la distinción entre intensión y extensión no es


aplicable, pues de estos nombres no puede decirse que tengan significado, es decir, que
sean pasibles de definiciones intensionales: los objetos que pueden ser referidos por medio
de un nombre propio no tienen otra propiedad en común que ser portadores del nombre en
cuestión (los nombres propios pueden ser ordenados en clases muy generales: para
personas, no para personas, para hombres, para mujeres).

Los significados de los signos lingüísticos se obtienen en la lingüística se construyen a


partir de las realizaciones del habla, esto es, a partir de las correlaciones referenciales o
denotativas que establecen los hablantes: son hipótesis o constructos conceptuales
metalingüísticos que intentan atrapar a través de generalizaciones controladas lo que hay de
determinación funcional en los usos particulares.

a. Significados léxicos y gramaticales

Los signos léxicos admiten paráfrasis (interpretación) como definiciones intensionales; los
gramaticales se definen funcionalmente, es decir, por medio de comentarios propios del
nivel de metalenguaje. Definición lexicográfica (definición por lexema): todo lexema posee
un significado definible por el diccionario. Definición gramatical: definición como
elemento de una lengua por combinación. Ejemplo, Persona. Individuo de la especie
humana. ||2. Hombre o mujer cuyo nombre se ignora o se omite... ||7. Sujeto de derecho. ||
Persona no grata. || Primera persona. || Persona natural / persona jurídica. || de persona a
persona. || en persona. || hacer de persona. (Art. 1. La defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.)

b. Significado convencional y no convencional

El significado (o contenido semántico) es la información codificada en la expresión


lingüística. Se trata de un significado determinado por las reglas internas del propio sistema
lingüístico. Las lenguas como códigos establecen relaciones constantes entre
representaciones fonológicas y representaciones semánticas. La correlación es diádica.

34
No siempre hay una correspondencia biunívoca entre los elementos del código en el
habla real: coloquial, ordinaria, periodística y literaria. Contamos siempre con la
posibilidad que de haya una cierta separación entre lo que se dice (los significados literales)
y lo que se quiere decir (la intención comunicativa subyacente). Por esto existen frases
como: leer entre líneas, diferencia entre el espíritu y la letra de un texto; cuando dije
aquello, lo que quería decir, en realidad, era...

c. Significado y significación

Para Saussure, el significado es el término correlativo del significante en la formación del


signo, y su contenido es el concepto o representación mental del objeto o entidad de que se
trate. Semánticamente, el significado está compuesto por un conjunto de rasgos sémicos
que caracterizan la representación del objeto y que permanecen invariables a lo largo de
extensos tramos en el desarrollo de las lenguas. Tales rasgos son de dos clases: aquellos que
reproducen las características perceptibles y aquellos otros que señalan las marcas de la
clasificación. Por sus características perceptibles, un globo es algo esferoidal, flotante,
corporal, hueco, etc.; por sus marcas de clasificación, el globo puede ser, terráqueo,
aerostático, de juguete, etc. La combinación de estos dos tipos de rasgos es lo que permite
saber de qué globo hablamos cuando hablamos de un globo. El conjunto de rasgos que
definen el significado de un término o significante es configurado históricamente por los
hablantes de una determinada lengua.

La significación, en cambio, es una función en el sentido algebraico del término, es decir, la


significación resulta de la relación que se establece entre el significante y el significado y
consiste en la capacidad que tiene el signo de aludir, de señalar hacia el objeto. Significar es
señalar, orientar la atención del destinatario por medio de la representación contenida en el
significado hacia la realidad significada. Esta capacidad referencial del signo conduce a la
situación ideológica del "realismo" lingüístico, en virtud de la cual el significado tiende a
ser confundido con el referente. El significado de la palabra perro o de la imagen de un
perro no es el de animal físico, biológico que denominamos "perro", sino la representación
conceptual de lo que es ser perro: /animal/, /mamífero/, /doméstico/, /cánido/, etc. La
significación es el proceso por el que el signo alude a la realidad sin alterarla. Ampliada a
las dimensiones de un mensaje completo, la significación constituye el proceso complejo
por el que los signos utilizados crean el universo representado.

d. Estructura elemental de la significación

Cada uno de los rasgos sémicos, o semas, que definen el significado de un signo está
determinado por los semas que lo rodean y de los cuales se diferencia. Así, el castellano
establece una diferencia entre rata y ratón y los desglosa en dos campos diferentes: el
campo de las ratas (animales grandes y repugnantes) y el campo de los ratones o pericotes
(animales pequeños y casi simpáticos).

El sema está, pues, definido por su valor diferencial. Se distingue y se entiende un rasgo
sémico en cuanto se percibe su relación con otro sema. Esta relación puede ser de
semejanza o de contraste. Más aún, semejanza y oposición concurren a la configuración de

35
cada sema. La relación de semejanza permite ver su mutua conexión en el sistema; la
relación de oposición lo diferencia del sema más cercano que contribuye a su definición.
/Masculinidad/ y /feminidad/ se concretan en el eje de la sexualidad, pero se diferencian por
ocupar posiciones extremas en ese eje. Se denomina eje sémico a esta relación de doble
orientación entre las unidades mínimas de la significación. El eje sémico constituye la
estructura elemental de la significación. En la lengua, como en todo sistema semiológico,
lo que distingue a un signo es todo lo que lo constituye. La diferencia es lo que hace la
característica, como hace el valor y la unidad. La captación de un sema obliga siempre a la
inteligencia y comprensión del sema o rasgo sémico que se le opone: entendemos la
condición de /blanco/ por oposición al rasgo de /negro/, el concepto de /poco/ por oposición
al de /mucho/.

e. Niveles de significación

Por medio de los signos se puede aludir a la realidad de dos formas diferentes: en forma
directa, inmediata, y en forma indirecta, secundaria. La forma directa da origen a la
denotación, forma de significación en virtud de la cual la lengua designa los objetos de la
realidad; la forma indirecta produce la connotación, forma de significación por la que el
lenguaje alude a los valores atribuidos a los objetos designados. (1)

En el nivel 1, el significante y el significado de un signo señalan la existencia real o


imaginaria de un objeto, por ejemplo, un automóvil. En el nivel 2, con la enunciación del
signo automóvil significamos: desplazamiento rápido, comodidad, velocidad, nivel social.

La connotación, por ser secundaria, no es menos importante. La secundariedad se debe


solamente al proceso de producción del efecto de sentido, puesto que necesariamente debe
apoyarse en un signo primero para significar. La mayor parte de las significaciones que
producimos en nuestra vida son significaciones de connotación.

(1) Todo signo es biplánico (Saussure): significante (expresión) y significado (contenido) o


triádico (Peirce): representante, objeto referente, e intérprete. Todo signo posee
significación resultado de una relación diádica entre denotación y connotación.
Denotación es un significado de equivalencia (étimo) y la connotación, más bien, un
significado de contexto o de entorno. Tanto los significados denotados como los
connotados los encontramos en el DRAE (22 Edic. 2001). Prensa. (Del cat. premsa). f.
Máquina que sirve para comprimir y cuya forma varía según los usos a que se aplica.
||2. fig. Taller donde se imprime, imprenta. ||4. fig. Conjunto de personas dedicadas al
periodismo... amarilla. La caracterizada por su entrega al sensacionalismo. Entonces,
prensa –denotativamente– es una máquina, y –connotativamente y en fig.– se refiere a
periodismo. Es una estupidez decir ―prensa escrita‖.

Los niveles de connotación se encadenan en forma indefinida, porque son eminentemente


ideológicos y porque se insertan en contextos semánticos cada vez más amplios, contextos
que a su vez están formados por conjuntos de rasgos sémicos cuya función consiste en

36
clasificar los objetos del mundo. Cada sociedad elabora sus propias clasificaciones de
acuerdo con las necesidades que tiene que resolver. Los niveles de connotación son cada
vez más latentes, mientras que la denotación constituye el sentido patente del mensaje.

2.5 EL SENTIDO

Sentido, define el DRAE: ||5. Modo particular de entender algo, o juicio que se hace de
ello. ||6. Inteligencia o conocimiento con que se ejecutan algunas cosas. Leer con sentido.
||8. Significación cabal de una proposición o cláusula. Esta proposición no tiene sentido. ||9.
Cada una de las distintas acepciones de las palabras. Este vocablo tiene varios sentidos.
||10. Cada una de las interpretaciones que puede admitir un escrito, cláusula o proposición.
La Sagrada Escritura tiene varios sentidos. ||. acomodaticio. m. Inteligencia espiritual y
mística que se da a algunas palabras de la Escritura, aplicándolas a personas y cosas
distintas de las que se dijeron en su riguroso y literal significado.

Para la semiótica, el sentido es un significado fuera del código de una lengua, pero que al
igual que éste está estructurado por relaciones sintácticas y semánticas, es decir por semas y
lexemas. Los semas son las unidades mínimas de sentido. Para que un sema sea inteligible
debe aparecer en oposición con otros semas del mismo nivel. En los discursos concretos
aparece generalmente uno solo de los términos opuestos, el cual es entendido únicamente
en relación con el término ausente.

Los semas no tienen una existencia individual y aislada, sino que se dan al interior de las
estructuras semánticas de los términos objeto, los lexemas. El lexema es concebido como
un modelo virtual de la organización del sentido y de sus posibilidades contextuales.
Greimas dice que el lexema es el punto de manifestación y de encuentro de semas
provenientes de categorías y de sistemas sémicos diferentes y que mantienen entre sí
relaciones jerárquicas.

El sentido, también, es un significado epistémico (realizativo), un significado que lo


produce una comunidad de hablantes para su propio entendimiento (sobrentendimiento),
por lo tanto su existencia es de contexto y su universo, relativo y finito, no pertenece al
código universal de una lengua (una especie de dilecto semántico). Tanto su producción
como su lectura se da desde un contexto o una realidad preexistente.

En Frege, el sentido no depende inmediatamente del referente como tampoco de lo que


denomina ―idea asociada‖ (significado) presente en el signo. Éste, en cuanto portador del
sentido, muestra un cierto grado de autonomía, con lo que de hecho se concluye, aún
cuando no de modo explícito, en una distinción entre sentido y significado. El mundo,
como referencia del discurso, posee un modo de darse, un sentido, que es justamente el de
la apertura hacia la futuridad.

El sentido indica la actitud, el estilo, la expresión del sujeto que se muestra. El significado o
referencia, apunta al encadenamiento lógico del discurso. El sentido, que es emergente,
cambiante, espontáneo, se aviene mejor con el pensamiento abierto. El encadenamiento
lógico, en cambio, es más propio del pensamiento constituido. El primero se adecua a la
expectativa del sujeto latinoamericano; el segundo parece convenir más con el pensamiento
37
formado el europeo. La inserción del hombre en una sociedad es la fuente del sentido y lo
que hace que el lenguaje filosófico sea una forma de lo simbólico. Por ello, en vez de
analizar solamente el texto en sí y el sentido en relación con el texto, se propone conocer la
sociedad en que se inscribe el sentido y conocer el sentido que orienta el texto, también
desplazarse más hacia el sujeto de la idea que hacia la idea misma; lo cual vendría a ser un
reconocimiento del significante.

2.6 TEXTOS EXPOSITIVOS

El discurso científico se define como una secuencia de enunciados que expresa un conjunto
coherente de proposiciones. El discurso científico tiene características que lo diferencian
específicamente de cualquier otro. Pero aun este discurso especialmente riguroso está sujeto
a ciertas condiciones que se encuentran también en el decir cotidiano, literario, académico,
periodístico, político o religioso.

En el texto expositivo, la palabra no surge azarosamente, dispone de mecanismos prefijados


para su producción: la secuencia de enunciados se configura según mecanismos propios del
flujo mismo de la expresión, del lugar donde se manifiesta y del sujeto portador del
discurso.

Si bien en ciencia la exigencia de autor no es tan puntual como en literatura, no se


prescinde de él. En la Edad Media, la apelación al autor era la máxima garantía de seriedad:
―¿Cómo no va a ser verdad si lo dice el maestro (Aristóteles)?‖ Actualmente, no se acepta
una teoría porque la enuncie un autor prestigioso. A una teoría no se le exige que la haya
enunciado Newton o Einstein, sino que sea coherente, que sea factible de corroborarse con
la experiencia. No obstante, el foco de coherencia que significa un autor está presente en
enunciados y teorías.

Existe un esfuerzo renovado por ―objetivizar‖ el lenguaje científico. Leriche —un teórico
de la medicina— dice que si se quiere definir la enfermedad hay que deshumanizarla: hay
que olvidarse de que la sede de la enfermedad es un hombre. Cuanto más racional y
científico se pretende un lenguaje, más parco, alejado de toda emotividad y aséptico debe
ser. En el discurso no deberá entrar el azar, no deberán irrumpir los instintos, se deberá
excluir el humor.

Foucault dice que ―las palabras son siempre una violencia que se les hace a las cosas‖. No
debemos creer, entonces, que si pudiéramos realmente eliminar los sistemas de exclusión
lograríamos recrear la realidad con las palabras. Tampoco tenemos pruebas de que el
mundo sea cómplice de nuestro conocimiento y se deje atrapar por él. Ni siquiera podemos
saber si la realidad tiene correlatos absolutos con nuestra razón como para que ésta nos dé
totalmente cuenta de ella.

38
Texto 1. LOS NIÑOS MENTIROSOS

Umberto Eco

A la entrada de su vida cultural, iniciando la difícil y exaltante experiencia de la lectura,


nuestros hijos se encuentran con el deber de enfrentarse a los textos de enseñanza de la
escuela primaria. Educados nosotros mismos con textos más o menos análogos, con la
memoria todavía atestada de recuerdos necesariamente queridos y tiernísimos, ligados a las
imágenes y a las frases de aquellas páginas, nos es difícil hacer una crítica al texto de
enseñanza. Y no es difícil hacerlo porque probablemente muchos de nuestros calambres
morales e intelectuales, de nuestras ideas más retorcidas y banales (y difíciles de morir),
nacen propiamente de esa fuente. La confianza que sentimos, por instinto, por el texto no se
debe a los valores de este último, sino a nuestras debilidades, las cuales crearon y alimentaron
los libros de enseñanza.

Hacer una crítica al texto de enseñanza implica un esfuerzo de desarraigamiento: requiere que
se lea y relea una página en donde se difunden ideas que estamos acostumbrados a considerar
"normales" y "buenas", y entonces nos preguntamos: "¿Pero es propiamente así?",
condicionados como estamos por nuestros antiguos textos de enseñanza: releer los nuevos
libros significa tener la capacidad y el coraje de decir: "El Rey está desnudo". Un acto de
claridad que, como en el cuento de Anderson, el niño no puede hacer, debemos en
conclusión, hacerlo nosotros.

La antología que proponemos parece haber sido elaborada para poner en dificultades al
lector. Tomados uno por uno los capítulos, que procuran condensar toda la esencia de la
enseñanza difundida por los textos, parecen representar otras muchas e indiscutibles formas
de educación inspirada en los Principios Fundamentales más Respetables.

Los textos de enseñanza hablan de los pobres, del trabajo, de los héroes y de la patria, de la
importancia y seriedad de la escuela, de la variedad de razas y pueblos que viven en la tierra,
de la familia, de la religión, de la vida cívica, de la historia humana, del lenguaje, de la
ciencia, de la técnica, del dinero y de la caridad. No se refieren en definitiva a los problemas
reales que el muchacho, cuando sea adulto, tendrá que enfrentar y sobre los cuales tendrá que
tomar una posición.

Esta antología tiende en cambio a demostrar, con la pura evidencia del contenido comentado
al mínimo (y al máximo introducido con un título malicioso), que estos problemas son
presentados en una forma falsa, risible y grotesca... Que por medio de ellos el muchacho es
educado hacia una realidad inexistente... Que cuando los problemas, y la respuesta que viene
dada, conciernen a la vida real, ellos son propuestos y resueltos en modo de educar un
pequeño esclavo, preparado a aceptar la vejación, el sufrimiento, la injusticia y a declararse
siempre conforme y satisfecho. En resumen, los textos dicen mentiras, educar al muchacho
en una falsa realidad, le llenan la cabeza de lugares comunes, actitudes retrógradas y acríticas.

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Lo peor es que hacen esta obra de mistificación, atendiendo los más comunes clichés de
pedagogía represiva del siglo XVIII, ya sea por indolencia o incapacidad de los ejecutores.
Quiero decir que la lucha contra los textos está más allá de cualquier corriente ideológica que
tenga sentido en el mundo que vivimos: puede ser sostenida por el liberal como por el
demócrata, por el comunista como el social-cristiano, por el creyente y el dudoso; porque la
realidad educativa que estos textos proponen existía desde antes que nacieran estas ideologías
y estas corrientes políticas, antes de la revolución francesa, antes de la revolución industrial,
antes del descubrimiento de América, antes -en una palabra- del nacimiento del mundo
moderno. Cierto es que, una vez dicho esto, se puede reconocer en estos textos el instrumento
más adecuado de una sociedad autoritaria y posesiva, para formar súbditos, hombres de
cuello blanco, masa solitaria integrante de cualquier categoría, seres de una sola dimensión,
masa regresivas de los tiempos gutenberianos. Estos textos sirven de manual para pequeños
consumidores acríticos, para miembros de la mayoría silenciosa, para seres administrados,
para líderes retardatarios que le dan una limosna al pobre y que agitan masas de trabajadores
con la sonrisa en los labios y la moneda que los prostituye en la mano. Pero el modo con el
cual son formados, a lo largo de las páginas, los pequeños y desgraciados súbditos de una
sociedad inhumana destinada a la explotación y al aprovechamiento, se asemeja al método
más futurista y tecnológico con el cual tentaría de formarlos la más aguerrida sociedad
neocapitalista: el modelo propuesto es todavía un universo paleocapitalista, en el cual el rico
es el rey malo de un cuento infantil y el pobre es "Oliver Twist".

Planticas, retoños, ráfagas de viento, casitas pequeñas pequeñitas, tiernas flores, ardillitas,
perritos, pajaritos, etc.: es el universo lingüístico e imaginativo que es presentado a los
muchachos como la "realidad contemporánea".

Si se toma cualquier libro, puede suceder que la confirmación no sea inmediata. No todas las
frases son igualmente risibles, con una lectura rápida ciertas páginas parecen aceptables...
Solamente leyendo con atención, releyendo y poniendo en correlación las varias páginas es
que aparece el método pedagógico arcaico y regresivo: y es por esto que, con la presente
antología, se quiso acelerar el proceso de claridad y conciencia del lector pensante,
responsable (y esperamos) padre de una pequeño estudiante. Como todas las antologías
polémicas también ésta es maligna, pedante, evidencia la frase incriminada entre otras diez...
Alguien podría objetar que el procedimiento no rinde justicia a muchos de los textos, cuyos
autores, puede ser, se hayan esforzado para incluir cosas que ellos juzgan de
"Revolucionarias", quizás arriesgando el rechazo por parte de tantos maestros, temerosos y
atemorizados. Si también fuera así, se necesita decir que el muchacho no sólo lee estas cosas,
lee el libro en su conjunto, y lo lee frase por frase, y ciertas frases se le imprimen en la mente
con la nitidez de los recuerdos imborrables -y bien lo sabemos nosotros mismos si evocamos
los recuerdos más marcados de nuestros días estudiantiles-. Pensemos, entonces, por un
momento, en un ser humano cuyos recuerdos fundamentales están constituidos por las

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enseñanzas recogidas en esta antología, la cual refleja en modo absolutamente exacto el tono
medio de los libros de enseñanza.

Se nos permita entonces de todo modo, y sobre todo, de pensar que ninguno de estos autores
ha tentado renovar una práctica educativa. Militan en favor de estos textos dos hechos: ante
todo, y como se podrá ver, cada texto se rehace periódicamente y arrastra capítulos y frases
que parecen que se vuelven obligatorios, considerados como los "non plus ultra" de la
producción pedagógica disponible; en segundo lugar se notará, viendo el índice final de los
textos citados, que cada editor de costumbre publica más de un texto para el mismo fin y
entonces los mismos autores entran a formar parte de los diversos "coktails" de
colaboradores, o también puede que firmen uno, dos o tres libros. Ninguno de ellos nos
parece entonces haber dedicado su vida a inventar el libro de texto ideal. Ellos han compilado
simplemente, para llegar a ser una fuente de demanda de un mercado floreciente, y han
producido estos dos o tres textos, variando la oferta según la variación de la demanda. La
base comercial de los textos parece que nos explica esa testaruda idea conservadora, que
frecuentemente es explícito fascismo de estas obras.

Nos repugna creer que por parte de todos estos autores (o compiladores), entre los cuales
encontramos nombres que no se pueden calificar de desconocidos e innobles, exista el
proyecto definido de hacer pedagogía "ultra" y de crear manuales, como de hecho ocurre,
para jóvenes fanáticos y por añadidura estúpidos. Probablemente el autor toma en cuenta,
más que el mercado de compra -el cual no es libre-, el mercado de la complacencia y busca
acercarse a los deseos del maestro promedio y del director dictador. Confirmación no alegre
porque si absuelve a los autores (en el plano intelectual no en el ético), condena la mayoría de
nuestros educadores.

Se debe entonces pensar que, para contentar la mayoría promedio, para no causar
desaprobaciones, para no chocar con susceptibilidades, para gustar a todos, se busque
mantener el texto en el nivel de la objetividad, de la no crítica, de la idiotez respetable. El
resultado, independientemente de las intenciones del autor (sobre las cuales no queremos
pronunciar otras críticas), visible y objetivo es presentado por esta antología. De este modo
sólo tiene un fin y una sola inspiración: que muchos lo lean, sería como si se tratara cosas
agradables, inofensivas y que muestren a los amigos y que se reciten sus páginas a alta voz en
la noche, en cambio de mirar la televisión. Pero por si acaso los lectores son padres y tienen
hijos que vana a la escuela, que desde este momento entran en crisis, sean aplastados por la
indignación y empiecen a controlar los textos escolares de sus hijos, y que con ellos los
relean y que los empujen a discutirlos con sus compañeros y con el maestro, en modo que la
mediocridad venga día a día puesta en cuestionamiento. Y tal vez, algunos de los autores
empiecen a sentir vergüenza, si el rayo de sus intereses culturales le permite llegar hasta este
libro.

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La aspiración máxima sería que "Los niños mentirosos" se convirtiera en el único texto de
enseñanza aceptado en las escuelas: en el cual por lo menos, los niños se educarán para
reconocer y juzgar las mentiras que se les quiere dar a ellos. Pero se trata de algo imposible,
porque la línea pedagógica más aceptada y que parece prevalecer hoy en los educadores
responsables es que "no existan más libros de enseñanza". El problema no es hacer textos
"mejores": el problema es de crear bibliotecas bien acondicionadas para alumnos y
enseñantes y que nazca una disposición hacia la realidad y que la adquisición de nociones
verdaderamente útiles suceda por medio de una libre exploración del mundo, por medio de la
lectura de periódicos, de los mismos cuentecitos (¿y por qué no?, leídos y criticados), de la
publicidad, del resumen de la vida cotidiana de los mismos alumnos... Están ya apareciendo
ejemplares de textos hechos por los mismos alumnos, que entrevistan personas, que buscan
interpretar los acontecimientos más importantes del día, que van hacia el descubrimiento del
mundo que los rodea, con el lápiz, con el papel, con la máquina fotográfica, con el grabador...
Esta es la línea que fue sostenida por la Muestra de Reggio Emilia, que originó la idea para
esta antología. Marisa Bonazzi, una de las organizadoras de la Muestra, ponía a cada texto
incriminado una contrainformación destinada a establecer la realidad de los hechos y a
evidenciar las mentiras que, disfrazadas con flores, pajaritos, viejitas canosas, venía dada al
muchacho. En este libro se redujo al mínimo la parte de cuestionamiento del texto. A
excepción de algún comentario, algún resumen interpretativo cuando el texto era muy largo,
y a excepción de los títulos polémicos, se prefirió dejar al lector la libertad y la
responsabilidad de localizar la mistificación (por otra parte tan evidente) y de sacar sus
conclusiones.

Una crítica sobre la ideología de los textos de enseñanza se tendrá que trasformar en una
acusación a la cultura nacional. Pero nuestra antología no tiene pretensiones tan vastas.
Fueron publicados ya en estos últimos tiempos varios libros sobre la ideología de los textos
de enseñanza, tanto sobre la escuela primaria como sobre el ciclo básico, y muchos estudios
se están desarrollando sobre estos temas en varias universidades.

ACTIVIDADES

1. Anotar en el cuaderno las frases-clave que se relacionan con su realidad.


2. Comentar el texto con gente de su entorno.
3. Elaborar un glosario con las frases que resumen el texto.
4. Redactar un texto parecido al comentado con lo que ocurre con su realidad.

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Texto 2. COMUNICACIÓN CONTRA INFORMACIÓN

Ignacio Ramonet

La irrupción del multimedia, cuyo impacto se ha equiparado al de la invención de la


imprenta por Gutenberg, sitúa al sistema informacional en el umbral de una profunda
revolución, que coincide con su progresiva pérdida de fiabilidad.

La articulación del televisor, el ordenador y el teléfono, ha creado una nueva máquina de


comunicación, interactiva y basada en las posibilidades del tratamiento digital de la
información. Reuniendo los múltiples avances que han experimentado los media —
denominación abreviada de ―medios de comunicación de masas‖—hasta ahora dispersos (a
los que se agregan el fax, la telemática y la monética), el multimedia e Internet significan
una ruptura y podrían transformar todo el campo de la comunicación, no sólo en los
aspectos tecnológicos, sino también en la esfera económica, tal como espera el presidente
norteamericano William Clinton, que lanzó el ambicioso proyecto de las autopistas de la
información para reafirmar el papel de Estados Unidos como líder de las industrias del
futuro.

Se están produciendo en este momento gigantescas fusiones entre los mastodontes de la


telefonía, el cable, la informática, la televisión, la publicidad, el vídeo y el cine. Se suceden
absorciones y fusiones que movilizan decenas de miles de millones de dólares... Algunos
sueñan con un mercado perfecto de la información y la comunicación, totalmente integrado
gracias a las redes electrónicas y los satélites, funcionando sin fronteras, en tiempo real y
sin interrupción. Lo imaginan construido según el modelo del mercado de capitales y de los
flujos financieros, que se mueven de forma permanente...

Como ejemplo del futuro comunicacional se cita con frecuencia el éxito (real) de Internet,
una red mundial de microordenadores que dialogan entre ellos gracias a la generalización
de los módems. Nacido en Estados Unidos en 1969, y adoptado muy rápidamente por la
comunidad científica y universitaria internacional, Internet constituye efectivamente un
modelo de convivialidad telemática, amenazado cada vez más por los apetitos económicos
que se ciernen sobre los cerca de 100 millones de usuarios conectados, maravillados
habitantes de un ciberespacio inmaterial.

La prensa (escrita) no se encuentra a salvo de este huracán de ambiciones desencadenado


por el desafío del multimedia y la nueva utopía tecnológica. Muchos de los grandes
periódicos pertenecen ya a megagrupos de comunicación. Las escasas cabeceras de prensa
aún independientes que sobreviven en Europa, fragilizadas por la caída de los ingresos
publicitarios, siguen siendo objetivo de la codicia de estos nuevos amos del mundo.

Este moderno tinglado comunicacional y la vuelta de los monopolios, preocupan


lógicamente a los ciudadanos, que recuerdan las llamadas de alerta lanzados por George
Orwell y Aldous Huxley contra el falso progreso de un mundo administrado por una policía
del pensamiento. Y temen la posibilidad de un condicionamiento sutil de las mentes a
escala planetaria.

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En el gran esquema industrial concebido por los patronos de las empresas de
entretenimiento, puede constatarse ya que la información se considera antes que nada como
una mercancía, y que este carácter predomina ampliamente respecto a la misión
fundamental de los media: aclarar y enriquecer el debate democrático.

A este respecto dos ejemplos recientes han mostrado cómo la sobreinformación no significa
siempre buena información: el asunto Diana y el affaire Clinton-Lewinsky.

La muerte en accidente de automóvil a fines de agosto de 1997 en París de lady Diana y de


su novio Dodi Al Fayed, dio lugar a la tempestad informativa más fenomenal en la reciente
historia de los media.

Lo que se produjo en el momento del accidente mortal de Diana fue una especie de
cortocircuito mediático. El personaje de folletín, de telenovela, accede de repente al estatus
de personalidad digna de la prensa seria y de referencia.

Se llegó a hablar a este respecto de “sicodrama planetario”, de “choque mediático total”,


de “globalización emocional”. Lo que resulta evidente es que en aquella ocasión se vivió,
indiscutiblemente, un acontecimiento mediático inaugural. Algo sucedía por vez primera.
Sabíamos que estábamos entrando en la era de la información global: de la cadena
planetaria Cable News Network (CNN).

El segundo se produjo en enero de 1998, con motivo de las pretendidas relaciones entre el
presidente de Estados Unidos con una ex becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, que
se convirtieron de repente en un tema mediático planetario, desencadenando una crisis de
locura comunicaciones incontrolada.

Todo empezó cuando un tal Matt Drudge envió a su servidor Internet el contenido de las
conversaciones telefónicas grabadas por la amiga-denunciadora de Lewinsky, Linda Tripp.
La revista Newsweek había dudado en difundir dichas conversaciones, tomándose tiempo
para verificar la información. Pero Matt Drudge no albergó ninguna duda. Y la irrupción de
la historia en la esfera de Internet volvió completamente loca a la prensa (escrita) que,
queriendo hacerse de nuevo con este asunto-choque se decidió a publicar cualquier cosa,
lanzándose desesperadamente a la caza del scoop, con un solo objetivo: no dejarse ganar la
mano por Internet.

Algún día se escribirá que el asunto Clinton-Lewinsky ha significado para Internet lo que el
asesinato de John Kennedy fue para la televisión: el acontecimiento fundador de un nuevo
media de información (y no ya únicamente de distracción).

[...] Vemos así que, en la era de la información virtual, únicamente una guerra real puede
salvar del acoso informacional. Una era en la que dos parámetros ejercen una influencia
determinante sobre la información: el mimetismo mediático y la hiperemoción.

El mimetismo es la fiebre que se apodera súbitamente de los media (con todos los soportes
confundidos en él) y que les impulsa, con la más absoluta urgencia, a precipitarse para

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cubrir un acontecimiento (de cualquier naturaleza) bajo el pretexto de que otros conceden a
dicho acontecimiento una gran importancia.

La hiperemoción ha existido siempre en los media, pero se reducía al ámbito especializado


de ciertos medios, a una cierta prensa popular que jugaba fácilmente con lo sensacional, lo
espectacular, el choque emocional. Por definición, los medios de referencia apostaban por
el rigor y la frialdad conceptual, alejándose lo más posible del pathos para atenerse
estrictamente a los hechos, a los datos, a las pruebas. Todo esto se ha ido modificando poco
a poco, bajo la influencia del media de información dominante que es la televisión.

[...] Hasta hace poco informar era, de alguna manera, proporcionar no sólo la descripción
precisa —y verificada— de un hecho, un acontecimiento, sino también aportar un conjunto
de parámetros contextuales que permitieran al lector comprender su significado profundo.
Era responder a cuestiones básicas: ¿quién ha hecho qué?, ¿con qué medios?, ¿dónde?, ¿por
qué?, ¿cuáles son las consecuencias?

Todo esto ha cambiado completamente bajo la influencia de la televisión, que hoy ocupa en
la jerarquía de los medios de comunicación un lugar dominante y está expandiendo su
modelo.

Hay otro concepto que también ha cambiado: el de la actualidad ¿Qué es hoy la actualidad?
¿Qué acontecimientos hay que destacar en el maremágnum de hechos que ocurren en todo
el mundo? ¿En función de qué criterios hay que hacer la elección? También aquí es
determinante la influencia de la televisión, puesto que es ella, con el impacto de sus
imágenes, la que impone la elección y obliga nolens volens a la prensa a seguirla. La
televisión construye la actualidad, provoca el shock emocional y condena prácticamente al
silencio y a la indiferencia a los hechos que carecen de imágenes... En el nuevo orden de los
media las palabras, o los textos, no valen lo que las imágenes.

También ha cambiado el tiempo de la información. La optimización de los media es ahora


la instantaneidad (el tiempo real), el directo, que sólo pueden ofrecer la televisión y la
radio. Esto hace envejecer a la prensa diaria, forzosamente retrasada respecto a los
acontecimientos y demasiado cerca, a la vez, de los hechos para poder sacar, con suficiente
distancia, todas las enseñanzas de lo que acaba de producirse. La prensa (escrita) acepta la
imposición de tener que dirigirse no a ciudadanos sino a telespectadores.

Todavía hay un cuarto concepto más que se ha modificado: el de la veracidad de la


información. Hoy un hecho es verdadero no porque corresponda a criterios objetivos,
rigurosos y verificados en las fuentes, sino simplemente porque otros medios repiten las
mismas afirmaciones y las ―confirman‖... Si la televisión (a partir de una noticia o una
imagen de agencia) emite una información y si la prensa y la radio la retoman, ya se ha
dado lo suficiente para acreditarla como verdadera. De esta forma se construyeron las
mentiras de las ―fosas de Timisoara‖, y todas las de la guerra del Golfo. Los media no
saben distinguir, estructuralmente, lo verdadero de lo falso.

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En fin, información y comunicación tienden a confundirse. Los periodistas siguen creyendo
que son los únicos que producen información, cuando toda la sociedad se ha puesto
frenéticamente a hacer lo mismo.

A todas estas transformaciones hay que añadir un malentendido fundamental... Muchos


ciudadanos estiman que mirando en la pequeña pantalla una sensacional cascada de
acontecimientos a base de imágenes fuertes, violentas y espectaculares, pueden informarse
con seriedad. Error mayúsculo. Por tres razones: la primera, porque el periodismo
televisivo, estructurado como una ficción, no está hecho para informar, sino para distraer;
en segundo lugar porque la sucesión rápida de noticias breves y fragmentadas (una veintena
por cada telediario) produce un doble efecto negativo de sobreinformación y
desinformación, y finalmente, porque querer informar sin esfuerzo es una ilusión más
acorde con el mito publicitario que con la movilización cívica. Informarse cuesta y es a ese
precio al que el ciudadano adquiere el derecho a participar inteligentemente en la vida
democrática.

Informarse sigue siendo una actividad productiva, imposible de realizar sin esfuerzo y que
exige una verdadera movilización intelectual.

“Serán necesarios largos años, escribe Václav Havel, antes de que los valores que se
apoyan en la verdad y la autenticidad morales se impongan y se lleven por delante al
cinismo político; pero, al final, siempre acaban venciendo”. Ésta debe ser también la
paciente apuesta del verdadero periodismo.

ACTIVIDADES

1. Establecer relaciones entre el contenido del texto y el temático.


2. Anotar en el cuaderno las frases-clave que dan la idea del texto.
3. Redactar un resumen del texto.
4. Elaborar un glosario con las palabras técnicas empleadas en el texto.

Texto 3. ORATORIA ELECTORAL


Fernando Lázaro Carreter

En verdad parece justo y necesario proclamar que la democracia es la forma menos mala de
gobernarse los pueblos. Y aún sería más proclamable si, para que marche, no fuera preciso
atravesar cada poco una campaña electoral, esa dantesca ―selva selvaggia e aspra e forte/
que nel pensier rinova la paura‖.

Acabamos de salir de una espantosa. Olvidando que la retórica y su compañera la dialéctica


nacieron en Grecia como fundamento de la democracia, el discurso político se ha hecho
mayormente a coz y flato entre apretones de letrina, con la coartada infame de hablar
―coloquialmente‖. Lo único bueno de ese recorrido –tantas manos estrechadas como si
fueran manojos de rábanos, tanto beso sin carne, tanto claqué de muñeca sobre hombros
desconocidos- es su desenlace, esa noche de escrutinio durante la cual sobreviene un
derrame de felicidad en todos los partidos (o casi). El colofón compensa a la ciudadanía del
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hosco camino, con el civismo de candidatos y secretarios generales zurrados que se
reprimen fingiendo un enorme alborozo. Gran lección cívica tras haber azuzado.

Hasta ese final, sin embargo, la selva verbal es áspera. El hablar bondadoso y bronquial de
una candidata, por ejemplo, que afirma no ser mediática, aunque la acusan de serlo por
hacerse notar tanto en transistores y pantallas. Era de temer: se fue indulgente con
semejante adjetivo, la Academia le expidió pasaporte y ya anda por ahí campando
dementemente: se puede ser mediático.

El vocablo empezó a viajar por el mundo hispano hacia 1993, diez años después de nacer
en Francia, con su significado de origen: ―concerniente a los medios o transmitido por
ellos‖. Y su éxito fue vasto y basto: plataforma, revolución, imperio, universo..., todo podía
ser mediático; pero no las personas. Había estrellas de las ondas: ¿quién no añora a la
vibrante doña Pilar Rahola, que hace pocos años se le aparecía a uno apenas abría el
transistor? Y en efecto, un periódico de Barcelona, en 1994, la llamaba figura mediática.
Allí mismo un presentador de televisión era denominado líder mediático.

Pero ellos no eran directamente mediáticos; nuestra candidata ha dado un paso más cuyo
triunfo auguro: también se es mediático por trabajar en los medios: ―vosotros los
mediáticos...‖ ronqueaba afónica la susodicha dirigiéndose a sus entrevistadores. No hay
duda de que este nombre gana en prestancia con el sinónimo esdrújulo: mediático o
mediática impone más que periodista.

Hay una áspera palabra que, en la actual campaña, ha chocado mucho: desagregación.
Felipe González la ha repetido y es, sin duda, un claro galicismo: se le ha reprochado, con
probable razón, que no empleara desintegración (disgregación o, más precisa aún y
medieval, destrucción). Y es que, en efecto, el ex presidente destila formación gala; una
temporada tuvo en vilo a nuestra lengua con su quota parte, la quote-part de nuestros
vecinos: lo que corresponde a cada implicado en un reparto de pagos o percepciones. Lo de
desagregar (y desagregación) –a la palabra sola aludo- es menos grave porque tiene
salvoconducto: está en el diccionario desde 1899 con el significado de ―separar, apartar una
cosa de otra‖, que es, justo, eso que se intenta hacer dentro de España. Ocurre, sin embargo,
que, siendo ya tan añejo el vocablo, no ha dejado huella escrita que yo alcance antes de
1980; Francisco Fernández Ordóñez, en su libro La España necesaria, habló de
desagregación social y de partidos; Fernando Arrabal la usaba en 1982 y, desde por
entonces, salpica textos de aquí y de América, incluidos, hace varios años, los del propio
líder socialista; pero no llamaba la atención.

Otra consagración electoral: los pares ciudadanos y ciudadanas, compañeros compañeras,


extremeños y extremeñas repicaron en esas semanas con monotonía de cigarra canicular.
Un ánimo reivindicativo mueve a muchos y, sobre todo, a muchas a arrebatar al masculino
gramatical la posibilidad, común a tantas lenguas, de que, en los seres sexuados, funcione
despreocupado del sexo, y designe conjunta o indiferentemente al varón y a la mujer, al
macho y a la hembra. ¿Preguntarán a alguien si tiene hijos o preferirán hijo/s o/e hija/s?
Pero esto requeriría discusiones –las ha promovido ya- donde es imprudente entrar. Y está
bien, incluso muy bien, que se empiece un mitin con invocaciones tan terminantes como las
señaladas: confieren dignidad, solemnidad, respeto al auditorio. No sólo mítines: existen
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otras ocasiones que lo requieren o aconsejan. Pero una observancia continua y cartujana de
tales copulaciones causa ralentización del discurso y tedio mecánico: el femenino se espera
como un tac tras el tic del masculino, o al revés, y cansa; persona que inspira tanto respeto
como es doña Rosa Aguilar parecía hacer caricatura del sistema con su escrupulosa
minuciosidad en el apareo. Puede jurarse que Miguel Hernández no excluía a las vareadoras
cuando invocaba a los aceituneros altivos de Jaén. ¿Con rigor de arenga o de entrevista
debería haber escrito aceituneros altivos y aceituneras altivas, o al revés como exige el
orden ortográfico? Es difícil concebir nada más concejil e iliterario.

Por último, el hablar de algunos políticos –no irrelevantes- ha confirmado en esas jornadas
tribunicias la vieja retórica llamada anáfora como maraca personal. Consiste, se sabe bien,
en repetir algo al principio de enunciados sucesivos: ―No venimos a pediros el voto sólo
para conseguir escaños; no venimos a pediros el voto sólo para gobernar; no venimos a
pediros el voto para amparar con él nuestros intereses personales. Venimos a pediros el voto
para servir a la sociedad, venimos a pediros el voto para hacer más clara y transparente la
política española, para limpiarla de podredumbre‖. Práctica de oratoria pobre, subterfugio
para vestir peponas desangeladas.

¿Eficaz? Sin duda. El auditorio, mecido por el valseo, se dispone al voto igual que el toro
bien trasteado al estoque. Hay otro recurso igualmente fértil para los susodichos mareantes;
es el contrario, la catáfora, con la cual se infla de repeticiones al final de las cláusulas:
―Nadie podrá poner en peligro nuestra libertad, ni amenazar nuestra libertad, y aún menos
arrebatarnos nuestra libertad‖. Ahora el vaivén es terminal, corajudo, eyaculante, y algo
como una centella recorre las vértebras correligionarias provocando delirio: ¿quién osaría
birlarnos la libertad? Son recursos de larga tradición retórica, pero hoy quedan como muy
antiguos, y añaden trazos indeseables al encefalograma.

Vocabulario

1. Finisecular. Perteneciente o relativo al fin de un siglo determinado.


2. Rezumar. Dicho de un cuerpo, dejar pasar a través de sus poros o intersticios gotitas de
algún líquido. /La pared rezuma humedad/.
3. Cutrez. Calidad de cutre. Cutre. Tacaño, miserable. De mala calidad.
4. Salteador. El que saltea y roba en los poblados y caminos.
5. Pipiolo. Niño. Principiante, novato o inexperto.
6. Medrar. Crecer, tener aumento los animales y plantas.
7. Arrumbar. Poner una cosa como inútil en un lugar retirado o apartado. Arrumbar.
Determinar la dirección en la carta hidrográfica.
8. Trasera. Parte de atrás o posterior de un coche. Culo, asentadera. Padres, abuelos y
demás ascendientes.
9. Oxímoron. Paradójica reunión de contrarios. Pareja formada por antagónicos: sufrir
mejoras por experimentarlas.
10. Sopor. Modorra morbosa persistente, adormecimiento, somnolencia.
11. Dinerario. Perteneciente o relativo al dinero como instrumento para facilitar los
cambios.
12. Alanzar. (alancea). Dar lanzadas. Tirar o arrojar lanzas. Lanzar.
13. Cutio. (antiguo). Continuamente, seguidamente. De cutio.
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14. Gañanía. Conjunto de gañanes (mozo de labranza). Casa en que se recogen.
15. Creso. El que posee grandes riquezas.
16. Zagal. Muchacho que ha llegado a la adolescencia.
17. Escarcear. Entresacar en un sembrado de patatas las más gordas. Escarceo.
Movimiento en la superficie del mar.
18. Broza. Conjunto de hojas, ramas, cortezas y otros despojos de las plantas. 2. Desecho o
desperdicio de una cosa.
19. Abyecto. Despreciable, vil en extremo.

Texto 4. EL ESTADO NO ES EL GOBIERNO


Cipriano Torres Guerra

Estamos acostumbrados a la palabra Estado, de tal suerte que ya casi nadie se detiene a
pensar si está bien o mal empleada, porque se la aplica para todo. Oímos y leemos ―el
Estado determina la política nacional del ambiente‖, ―el Estado orienta el desarrollo del
país‖, ―el Estado está exonerado del pago de gastos judiciales‖, APRA insiste en que sus
militantes ingresen al Estado”, ―el Estado se hace la 'lipo' ‖, ―el Estado no puede seguir
siendo un monstruo descontrolado‖, al fin habrá un Estado exacto y eficiente‖, el Estado
como persona, como cosa, como lugar y el responsable de todo lo habido y por haber.

Y para colmo, hoy en Perú, todos quieren reformar el Estado, y algunos quieren hacerlo
reduciéndolo de tamaño. Pero ¿qué es, concretamente, qué significa ese vocablo? Estado,
en un sentido moderno, fue introducido por Maquiavelo, que al hablar de lo ―stato‖, lo
convierte en sustantivo abstracto con una significación similar a la de 'polis' para los
griegos y 'civitas' para los romanos, es decir, comunidad humana suficiente en sí, con
gobierno propio e independiente.

Norbert Lechner agrega que un Estado —en términos jurídico-institucionales— se da


cuando hay un territorio delimitado, una población y un gobierno central que ejerce el
poder sobre ambos, representando una soberanía nacional. Por eso, Kelsen asevera que el
Estado tiene como elementos constitutivos esenciales el poder público (gobierno), el
territorio (país, espacio geográfico) y el pueblo (nación, colectivo humano que habla una
lengua).

Y, recientemente, nuestro eximio politólogo Francisco Miró Quesada Rada, en un artículo


titulado ―Un Estado eficiente y al servicio de la sociedad‖ (El Comercio, 18.01.05), lo
define como que ―no es solo los órganos de gobierno, las instituciones que lo componen ni
su burocracia, somos todos los peruanos‖. Y agrega —a renglón seguido— que para hacer
la reforma del Estado ―lo que debe perseguirse como meta principal es un Estado que esté
al servicio de la sociedad, sea transparente y eficiente‖.

El autor define bien lo que es el Estado: somos todos los peruanos —dice—, pero
inmediatamente lo confunde con gobierno al otorgarle el papel de estar al servicio de la

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sociedad, porque lo que debe perseguirse como meta principal no es un Estado, sino un
gobierno que esté al servicio de la sociedad, o sea, del Estado, y que además sea no
transparente, porque si no, no se vería, sino eficiente.

Si un autor como Miró Quesada tiene este tipo de confusiones, quizá debamos justificar la
deficiencia de los demás al usar el binomio Estado-gobierno. Lo cierto es que este uso
promiscuo y sin responsabilidad y a veces perverso se repite cada vez más, en todos los
discursos, de los políticos, de los catedráticos, de los periodistas, de la gente común y
corriente.

Es necesario, entonces, definir la palabra gobierno. Gobierno es o son las instituciones u


organismos administrativos y políticos que funcionan en un Estado. Su función principal
es velar por la paz, la justicia y la seguridad nacional basada en la libertad individual que
confiere el uso racional de los derechos de cada cual y el cumplimiento de los deberes de
todos. Rousseau plantea la distinción entre soberano y gobierno. Si el soberano es el
pueblo, el gobierno es sólo un grupo de hombres particulares que las ejecutan, y representa
la fuerza al servicio de la voluntad. El gobierno ejecuta, por medio de actos particulares, el
acto general y es sólo un ―ministro del soberano‖.

Los semiólogos solemos invocar una profusión de vocablos, pero siempre les atribuimos la
solemne precisión del lenguaje científico. Una de las palabras que merece este tipo de uso
es Estado porque aparece en documentos formales y cuya actuación realizativa es de
importancia para la vida en sociedad, como la Constitución. Sin embargo, los políticos nos
redactan una constitución cada diez años para proteger su poder con referentes
equivocados. En la Constitución de 1993, la palabra Estado aparece repetida noventa y
nueve veces y su uso sólo es apropiado y correcto en quince. Por lo tanto, es incorrecto e
inapropiado —confundido, generalmente, con gobierno— en ochenta y cuatro. Escriben,
por ejemplo:

―La comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al adolescente, a la madre y


al anciano en situación de abandono‖.
Deben escribir:

―El gobierno protege especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en

situación de abandono‖.

Escriben:

―El Estado combate y sanciona el tráfico ilícito de drogas‖.

Deben escribir:

“El gobierno combate y sanciona el tráfico de drogas”.


50
Escriben:

―El Estado está exonerado del pago de gastos judiciales‖.

Deben escribir:

“El gobierno está exonerado del pago de gastos judiciales”.

En la Defensa Nacional, Estado se define como ―la nación jurídica y políticamente


organizada, bajo una misma autoridad que es el Gobierno‖. Agrega que los elementos del
Estado son: el pueblo, que es el elemento humano; el territorio, que es el elemento físico, y
el poder, que es la capacidad que tiene el Estado para ejercer su autoridad y soberanía. Pero
al definir los fines del Estado, repite el artículo 1 de la Constitución: ―La defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del
Estado‖, y aquí es cuando aparece el intríngulis.

Si buscamos en la frase al sujeto gramatical, no puede ser ―la defensa de la persona


humana‖, menos ―el respeto de su dignidad‖, tampoco la sociedad o el Estado. La persona
(o ser humano) se define como un ser social —que vive en sociedad— y, como hemos
visto, la sociedad se organiza en Estado, entonces la persona es el Estado: todos somos el
Estado. Por lo tanto, el gobierno es el que defiende al Estado o ―El gobierno tiene como fin
supremo la defensa del Estado‖. Y todos lo entenderíamos y lo actuaríamos.

Para la Corte Interamericana de Derechos Humanos existe tanto el Estado como el gobierno
y sanciona a ambos si las denuncias van con nombre propio. Así, por ejemplo, en el caso
Leonor La Rosa (1997) argumenta: The general inefficiency of the judicial system
persisted, and it remained subject to executive influence. It is widely believed that the
Government infringed on citizensa privacy rights. O lo que es lo mismo, en castellano, ―La
ineficacia general del Poder Judicial persiste y éste continúa estando sujeto a la influencia
del Ejecutivo. Existe una creencia generalizada de que el Gobierno vulneró los derechos de
privacidad de los ciudadanos‖. Aquí se refiere, pues, al papel del gobierno y su
responsabilidad.

En los casos de Castillo Petruzzi, Lori Berinson y Penal Castro Castro, por ejemplo, la
Corte sentencia al Estado peruano por ser él el sujeto (Estado) parte de la Convención
Americana:

To dismiss the first, second, fourth, fifth, sixth, seventh, eighth, ninth, and tenth
preliminary objections interposed by the Peruvian State. (Caso Castillo Petruzzi).

El Estado violó el derecho a la vida consagrado en el artículo 4 de la Convención


Americana sobre Derechos Humanos... (Caso del Penal Miguel Castro Castro).

51
Y en las partes resolutivas de estas sentencias, la Corte siempre ordena: ―El Estado debe
adecuar su legislación interna a los estándares de la Convención Americana‖. Pero la Corte
sentencia en contra del Estado peruano, no por las malas actuaciones de los peruanos, sino
por las deficientes actuaciones del gobierno de turno.

Pienso que a tanto no puede llegar nuestro estado de ignorancia. Qué culpa tiene el Estado
de que sus legisladores sean tan perversos en redactar las leyes y que apliquen la pena de
Carcelería Perpetua por delito de Traición a la Patria a cuatro terroristas de origen chileno.

Pero no sólo los legisladores confunden este binomio lexical, sino todos quienes tienen la
oportunidad de referirse al tema o de escribir un texto en un medio de información. El
primer mensaje al Congreso de Alan García (2006) tenía como fin la reforma del Estado
como eje propulsor. Dijo que ―se espera que el Estado haga todo, pero se olvida muchas
veces que, en igual o mayor medida, los ciudadanos debemos poner nuestra parte‖.
También que ―el Estado asuma su rol promotor y regulador‖. Después de seis meses de
gobierno, reiteró: ―También para resistir las presiones del mismo partido donde existen
sectores radicales que aún sueñan con un Estado grande, clientelista y paternalista, y no les
interesa promover la iniciativa privada‖.

Como podemos apreciar, todos confunden Estado con gobierno, algunos por supina
ignorancia —semianalfabetos funcionales—, y los más por lobbies de la ignorancia: Al
Estado no se puede reformar; al gobierno, sí. Yo creo que vale la pena iniciar una campaña
en defensa del Estado, y por extensión, en defensa del lector.

Texto 5. SUFRAGAR ES UN DERECHO


Cipriano Torres Guerra
Es nulo y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos
(art. 31° de la Constitución de 1993).

Los peruanos somos contrahechos, ilógicos e irracionales porque los políticos nos trabajan
los más perversos ―lobbies de la ignorancia‖.
En 1993, los ―legisladores‖ del Congreso Constituyente Democrático (CCD) nos redactaron
una constitución basura que para entender lo que ordena hay que recurrir a una serie de
artilugios, como, por ejemplo, a la interpretación. Si una constitución se interpreta, sobre
todo por los políticos —quienes se han arrogado la potestad de hacerlo a su albedrío por
considerarlo su parcela y su dominio—, se les otorga el instrumento más eficaz para la
corrupción. Y en Perú, el corrupto no se hace: es genético.
Así, por ejemplo, el artículo 110° norma como únicos requisitos para ser presidente del
Ejecutivo: a) ser peruano por nacimiento, b) tener más de treinta y cinco años de edad al
momento de la postulación y c) gozar del derecho de sufragio. Y para congresista (art. 90°)
basta tener veinticinco años de edad. Con estos requisitos, los políticos pueden hacer lo que
les venga en gana. Con la nacionalidad, Vladimiro Montesinos —en Azángaro— convirtió
a un japonés (Alberto Fujimori) en peruano por nacimiento: son tan corruptos que son

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capaces hasta de actuar su peruanidad. En el caso de la edad, no sabemos qué mide. Lo que
sí sabemos es que a la edad de seis años —al ingresar en la escuela— a todos los peruanos
nos tullen el cerebro irreversiblemente que carecemos del equipo mental necesario para el
pensamiento lógico y la expresión racional. Sólo que los políticos recurren a su ignorancia
y a otros poderes —dinero, violencia, juego sucio, coimas, manejo de los medios de
información— para dominar a los más ignorantes.
Con esto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, de que para ser presidente del Estado
peruano no existe impedimento alguno: cualquiera puede ejercer el cargo, inclusive un
torpe mental, un enfermo, un sinvergüenza, un corrupto, un bastardo. Por esta razón, las
sociedades racionales legislan los requisitos para administrar un Estado, por ejemplo: la
idoneidad profesional, el código ético, el coeficiente intelectual, las competencias y las
actuaciones anteriores.
En cuanto al artículo 31° —o del sufragio— es un perfecto enrevesamiento y un ataque
frontal al uso escrito de un código idiomático. Demuestro esta deficiencia copiando sólo
dos de sus parágrafos:
Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil.
El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años.
Es facultativo después de esa edad.
Un derecho no puede ser un deber al mismo tiempo. Un derecho es algo que toda persona
posee. Es decir, algo que le corresponde porque posee una naturaleza racional, porque es
libre de hacer lo que su inteligencia o su razón descubre y porque es el único responsable
de sus acciones —actuaciones—.

Ahora bien, ¿qué ha cambiado de Fujimori a Paniagua respecto al tema? Nada. No ha


cambiado nada. El 10 de noviembre de 2000, Alberto Fujimori convocó a elecciones
generales para el 8 de abril de 2001. El 29 de diciembre de 2000, Valentín Paniagua, al
frente del gobierno de transición, garantizó unas elecciones generales libres, democráticas y
transparentes, y que la corrupción será combatida de todas las formas posibles.
Cómo combatir la corrupción si al no modificar siquiera los artículos 90° y 110° de la
Constitución, han permitido la postulación de una retahíla de ineptos para los cargos de
presidente y congresista, ignorantes de su función, sin objetivos, sólo con deseos
vehementes de agenciarse un dinero fácil y ostentar el poder de un Estado durante cinco
largos años. El hecho de que el gobierno de transición nos ofrezca unas elecciones justas y
trasparentes no nos asegura de que en cuatro meses los candidatos se van a ―descorromper‖
y convertirse en buenos ciudadanos. Contrariamente, esto nos demostrará actuaciones
indecentes y mediocres, porque al final del proceso eleccionario todos serán gobierno: los
ganadores conformarán el oficialismo, y los perdedores, la oposición. Es más, los
perdedores —los de la oposición— manejarán los mejores lobbies del gobierno.
Cómo llamar elecciones libres si no se ha reescrito el artículo 31° de la Constitución. La
actuación del gobierno de transición en este punto es nula y, contrariamente, arbitraria,
ignorante y abusiva, porque está permitiendo que los organismos encargados del proceso

53
electoral (ONPE) se arrogue la potestad de obligarnos a votar —con amenazas y con
multas— convirtiendo así nuestro derecho en un deber o en una obligación.
En consecuencia, las elecciones no pueden ser libres ni limpias ni justas, menos,
democráticas. Por eso denuncio a todos los involucrados, ante el Estado y los organismos
internacionales de Derechos Humanos, por conculcar el derecho de sufragio que nos
compete como ciudadanos.
Soy un ciudadano, y como tal, tengo derecho a sufragar y mi derecho a sufragar implica
que yo pueda hacer lo que mi inteligencia me dicte hacer o hasta donde no afecte los
derechos de los demás y esto incluye el hecho de sufragar o de no sufragar.

Texto 6. EL NOMBRE DE PERÚ


Cipriano Torres Guerra
Nuestro Estado tiene tres nombres: “Perú”, “el Perú” y “República del Perú”. Esta
indefinición no es conveniente para un Estado que es miembro o parte de organizaciones
internacionales. Por eso, es necesario que los legisladores definan nuestro nombre propio
para el uso correcto en los textos oficiales, como la Constitución, las leyes, los tratados.
En 1821, nos convertimos en Estado. Adoptamos la ―República‖ como forma de gobierno
─la mejor forma de gobierno─. En esos tiempos los nombres de los estados debían de estar
antecedidos por el sustantivo República y la preposición de. Perú se convierte así en
República del Perú. Pero esto se dio en esos tiempos. Los estados modernos han
actualizado sus nombres propios haciéndolos más manejables y más propios para el
tratamiento protocolar y de preeminencia en un marco de globalización y avance científico.
En esa época todavía era vigente el concepto de patria y de país. Las naciones y los estados
aún no tenían una definición, menos, un concepto. Lo cierto es que hoy Perú ─como Perú─
existe como estado miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la
Organización de los Estados Americanos (OEA) y como sujeto del Derecho Internacional
Público (DIP).
En cuanto al origen de Perú se barajan varias teorías. Una, que viene de Pelu, un pez que
existía en Ecuador; otra, de Piura Pacaric; de Virú, que por suavidad deviene en Perú.
Finalmente, algunos sostienen que viene del griego Ophir, que por significar oro ─ por
toponimia─, se convierte en Perú.
Decir el Perú no obedece a ninguna norma peruana, y si fuera así, sería un lobby de la
ignorancia que atañe a 26 millones de peruanos, que con este determinante (el) hemos
comunizado ─bastardeado─ el nombre propio. La Academia sostiene que es prohibido
colocar un determinante (artículo) delante de un nombre propio. Es más, agrega que cada
sociedad puede hablar o manejar su nombre a su albedrío, pero si éste se usa a nivel de
código (sistema) para el entendimiento entre Estados, es necesario el uso convencional y
exacto del código idiomático, porque de otra manera generaría ambigüedad o anfibología
susceptible a interpretaciones que pueden perjudicar al Estado involucrado.

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Muchos dirán que esto es bizantino, ya que en la historia, y hasta en los billetes, está
registrado como el Perú, y que cambiarlo sería una utopía. Lo que pretendo es que, por lo
menos, por escrito lo usemos correcta y apropiadamente, aunque cuando hablen sigan
haciéndolo como hasta ahora: lo correcto es decir Perú.
• Texto expositivo de ensayo:
La palabra dinosaurio significa ―lagarto terrible‖. Como todos los lagartos, los
dinosaurios eran reptiles que nacían de huevos. Los huevos tenían una cáscara gruesa y
resistente. Los dinosaurios enterraban los huevos en la arena para mantenerlos
calientes. Una vez que nacían, las crías de los dinosaurios crecían rápidamente.
Algunos dinosaurios vivían en grupo y otros no. Los que vivían en grupos crecían en
manadas formadas por cientos de animales. Los dinosaurios más jóvenes y débiles
permanecían en el medio de la manada mientras que los dinosaurios que tenían cuernos
formaban un círculo alrededor de la manada. Los dinosaurios tenían músculos fuertes y
corrían muy rápido así que las manadas se trasladaban a gran velocidad.
Preguntas:
1. ¿Qué significa la palabra dinosaurio?………………………………………………...
2. ¿De dónde nacían los dinosaurios?...............................................................................
3. ¿Para qué servía que los huevos de los dinosaurios tuvieran una cáscara resistente?
………………………………………………………………………………………..
4. ¿Por qué los dinosaurios vivían en manadas?..............................................................
5. ¿Por qué los que tenían cuernos formaban un círculo alrededor de la manada?
……………………………………………………………………………………….
6. ¿Por qué las manadas se trasladaban a gran velocidad?
……………………………………………………………………………………….

2.7 TEXTOS NARRATIVOS

Un texto narrativo es plástico porque se concibe con procedimientos retóricos de dicción y


de contenido. Carece de lógica y de estructuras arbitrarias o sintácticas fijas. El literato
escribe a tenor de sus fenómenos mentales y refiere mundos ―realmaravillosos‖.

Texto 1. MARISCAL

Beto Ortiz

Desnudos, escuálidos, hediondos, los quince niños que acabábamos de recoger en otras de
nuestras tantas redadas nocturnas, me saludaron con desgano desde el fondo de la poza
vacía donde los bañábamos: buenos días, señora Lily. No respondí. Estaba indignada,
porque esa mañana iban a llegar los representantes de la fundación alemana y si
encontraban tan despoblado nuestro albergue de menores, nos quitarían las donaciones de
inmediato. Maldita sea, ¿de dónde saco más pirañas? –pensé mientras abría la llave del
agua y dirigía el potente chorro de la manguera hacia esos vulgares cuerpos contrahechos,
plagados de costras, piojos, mugre y cicatrices. Estaba harta. Harta de alimentarlos, de

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rescatarlos cada vez que los arrestaban, de espulgarlos. Y estaba a punto de renunciar a este
condenado negocio cuando descubrí, erguida como una joven palmera, la figura de un
muchacho del que hacía tiempo me habían hablado: era el líder de una pandilla al que todos
llamaban el Mariscal.

Nunca antes me había ocurrido con un niño, pero la visión del cuerpo tierno del esbelto
Mariscal me paralizó. Su piel tensa y oscura, su amplio pecho, sus ojos de ave rapaz y,
sobre todo su miembro enorme e incircunciso generaban en mí un hechizo obsceno,
mientras él sonreía impávido y rebelde con esa media sonrisa con la que, horas más tarde,
se durmió en mi vientre, confundiendo las marcas de sus batallas con las de mis múltiples
cesáreas. Extenuado, luego de poseerme vorazmente como un pequeño fauno sobre la
alfombra de mi oficina que, juntos, convertíamos en un extenso prado hacia el cual —desde
ese día— corríamos en puntillas a encerrarnos apenas los demás chicos se dormían.

El vigoroso amor del Mariscal transformó violentamente mi rutina. Antes, resignada a la


aguachenta proximidad de un esposo licenciado en sociología, me sentía ahora tan ligera y
candorosa como una niña. Como una niña que juega a papá y mamá con el amiguito de la
cuadra. Era, otra vez, una niña y los niños no pueden enamorarse. O, por lo menos, eso
pensaba, hasta que un día, a la hora del almuerzo, el Mariscal entró corriendo al comedor,
se abrió la camisa frente a mí y exhibió orgulloso u enorme tatuaje en forma de rosa que se
había mandado a hacer con mi nombre al centro: Lily Burga. Un par de lágrimas se me
escaparon mientras lo abrazaba. Le dije: te quiero como mierda. Él se alejó, danzarín,
tarareando una salsa de moda.

Desde ese día y, sin darme cuenta, mi preferencia por el Mariscal comenzó a hacerse
evidente para los demás chicos. Entonces, los celos y las burlas se pusieron a la orden del
día. Pero qué me importaba. Lo nombré mi asistente y eso le daba autoridad para impartir
órdenes al personal del albergue y mantener la disciplina entre sus compañeros. Y la ropa
de marca y el ostentoso reloj que ahora lucía no hacían sino acrecentar el legítimo odio que
empezó a generar con sus ínfulas y sus desplantes. Estoy creando un monstruo –pensé esa
noche en que lo vi reventarle la cabeza de un botellazo a otro niño que había osado decirle
en su cara ―Te crees mucho nomás porque eres su cachero de la tía‖. Pero no pude evitar
sentirme orgullosa de su bravura, como tampoco evité una sonrisa al escuchar aquel insulto
que tanto había ofendido a mi menudo amante: mi cachero.

Meses después comenzó el desastre. Ernesto, mi esposo y mis tres pequeños hijos
almorzábamos plácidamente en nuestra casa de playa cuando escuchamos un estallido de
cristales. Ernesto se puso de pie de un salto. Antes de que atinara a nada, el Mariscal entró
como una tromba. Lo miró a los ojos diciéndole: ―Viejo de mierda, Lily es mi mujer‖, y sin
dejar de mirarlo, se quitó lentamente la camiseta mostrando su pecho tatuado. Se la enrolló
en la mano izquierda y con la derecha cogió un cuchillo de la mesa y le gritó: ¡Pelea! Llama
a la Policía –me ordenó Ernesto, sacándome de esa mezcla de pánico y fascinación con que
contemplaba la escena. Fui al teléfono y obedecí la orden, tapándome un oído, pues el
Mariscal, que estaba ebrio y drogado, no cesaba de dar gritos, exasperado por la actitud
impasible de mi marido que se limitaba a mirarlo con desprecio.

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Mis niños rompieron en llanto y llena de pavor corrí hacia ellos. Estaban temblando
mientras veían cómo el Mariscal, mordiéndose los labios, hundía con furia la filuda hoja del
cuchillo en su hermosa carne adolescente. El primer tajo le cruzó el pecho, partiendo en dos
la rosa con mi nombre. El segundo, el musculoso vientre. Y el tercero, cercenó las venas de
su brazo. La sangre brotaba incontenible y, al ver que nuestros hijos, aterrados, se
abrazaban a mí, Ernesto reaccionó, cogió una silla y, con un golpe furibundo, derribó al
Mariscal que, ya desarmado, quedó tendido en el parquet, inmóvil, mientras un charco
rojo iba creciendo lentamente en torno suyo. Durante largos minutos todo quedó estático.
Ernesto me miraba aturdido y yo veía desangrarse ese cuerpo de ángel endemoniado que
me había prodigado tanta dicha desconocida. En ese silencio atroz, en el que casi era
posible escuchar el fluir de la sangre enloquecida, irrumpió el ulular de la sirena de un
patrullero y, al oírla, el Mariscal se levantó como un felino y se abalanzó sobre Ernesto
que intentó en vano defenderse de aquel niño que sollozaba quedamente mientras le
pateaba el rostro, haciéndole trizas sus imperturbables gafas de intelectual. Quise gritarle:
¡corre, Mariscal, escapa!, pero ya los policías entraban por la puerta de atrás. Lo doblaron
en de un rodillazo, lo enmarrocaron y lo arrastraron de los pelos hasta el auto. Y como no
paraba de luchar, furioso, salpicándolo todo con su sangre, los agentes decidieron
encerrarlo en la maletera. Cuando el patrullero se alejaba, alcancé a oír que me decía, entre
gemidos: Lily, te quiero como mierda.

En los meses que siguieron, Ernesto dejó de hablarme. La necesidad de volver a tener
conmigo al Mariscal se transformó en una obsesión punzante. Entonces, tomé parte del
dinero del donativo alemán y se lo entregué a la correccional, consiguiendo así que lo
soltaran. Tomados de la mano como un hijo con su madre, parecíamos una familia radiante
y, esa noche, en el piso de mi oficina nos volvimos a amar como animales. Pero algo se
había quebrado. Cierto velado rencor se adivinaba en su mirada. Un rencor que, días
después, se convirtió en amenaza cuando, en la mitad de una madrugada, luego de una
semana en la que había retornado con su pandilla las calles, el Mariscal me dijo por el
teléfono: Cuida a tus hijos, conchetumadre, cuida a tu familia. ¿Qué chucha crees?, ¿que
conmigo te vas a jugar así? Ya te cagaste, vieja conchetumadre.

Aterrada, consciente de todo lo que el Mariscal era capaz de hacer, contraté guardaespaldas
armados y rodeé mi casa de cerco eléctrico y alarmas. Fueron pasando las semanas y nada
ocurría. Muy angustiado, Ernesto –que ya me había dicho que lo comprendía todo y me
perdonaba- había ofrecido una recompensa al serenazgo si lo atrapaban. Mientras tanto, yo
imaginaba al Mariscal, navaja en mano, esperando agazapado a que mis hijos salieran del
colegio. Creía verlo oculto debajo de mi auto, dentro del quiosco de periódicos o en el
uniforme naranja de los chiquillos que me cargaban las compras en el supermercado. Por
las noches, en sueños, mis labios secos recorrían sus cicatrices, volvía a sentir el perfume
ácido de sus muslos y me despertaba hundida en un pozo de miedo y de deseo. El miedo de
que nunca volviera por mí. El deseo de que vuelva un día y, desnudo y hermoso, me
asesine.

(Con ―Mariscal‖, Beto Ortiz obtuvo la segunda Mención Honrosa en el Cuento de las 1000
palabras, Caretas 1995)

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Texto 2. AL REVÉS
Pedro Félix Novoa Castillo

Con los ojos en las legañas y con la boca en el mal aliento, me levanté por la mañana
después de una larga y movida noche que me había dejado patas arriba. Un rictus de
aburrimiento me dibujó la boca y parte de la nariz, de inmediato un bostezo hizo lo demás
de mi rostro.

Recogí el periódico con las buenas nuevas y la leche fresca al pie de la puerta, y de refilón
hojeé el lácteo, sus natas y sus desventuras. Le agregué un poco de café al diario, y lo tomé
con toda la calma de saber que era domingo y de no ocurrir nada raro, continuaría siéndolo
todo el día.

La barriga decidió rascarme por unos minutos, mientras la televisión me miraba y me


cambiaba de canal todo el tiempo gracias al control remoto. L tele se aburrió rápidamente
de mí y el control terminó por apagarme. El sillón estaba harto de dar forma a mi trasero,
me puso de pie.

Timbré, y el teléfono me tomó de una oreja. Una voz de mujer, entre arrepentida y estúpida,
rogaba: ―Iván, ¿vendrás?‖. Le respondí que sí, y le pregunté si el tipo con el que estaba
saliendo hace unos meses iba a estar. ―Claro, es mi pareja y la niña le está tomando cariño,
además…‖. El teléfono colgó. Inútil era seguir con la bocina en la mano. Me soltó.

El calendario, encerrando en un círculo rojo la fecha de hoy, gritaba el cumpleaños de mi


hija Magnita en la pared. Más arriba ―no olvides que le prometiste escribir el cuento del
dinosaurio que vivía al revés‖. El calendario había sido puntual.

Fui al baño para que el espejo me mirara. Pero renegó al hacerlo. Tuve que afeitarme y
bañarme para contentarlo. El cristal volvió a mirarme y le pareció que había mejorado, pero
aún le desagradaba mi olor natural. El desodorante reinventó mis axilas, y un perfume
barato reinventó mi piel. Una toalla me rodeó de la cintura para abajo, y me sacó de golpe
hasta mi cuarto. Una camisa, una trusa y un pantalón me vistieron rápidamente.

Era el maldito reloj de pulsera que los apuraba. El tictac corría con zapatillas de velocistas.
Una corbata comenzó a ahorcarme. Logré escapar gracias a unos zapatos que me llevaron
nuevamente a la sala.

La ventana me miró, y vio las pistas cruzando sus peatones en distintas direcciones y a los
postes orinando como siempre a sus perros preferidos.

Una iglesia, sentada a la entrada de un pordiosero, estiraba la mano pidiendo limosnas. No


había dudas, la ciudad caminaba por la calle de cabeza, el cielo era su piso. Entonces
comprendí por qué los borrachines y malandrines escupen y mean tanto encima de él
cuando les da la gana.

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Al rato, la computadora me encendió. En la pantalla se pudo ver el cuento del dinosaurio,
que desde hace un par de días me venía escribiendo. De pronto, el timbre tocó a alguien
insistentemente en la puerta. Como era de esperarse, la puerta me vino a abrir.

Eran unos lapiceros que vendían a una mujer obesa y de aspecto lamentable. Dije que no
compraría nada, y la puerta me cerró de golpe. Después de esta abrupta interrupción, el
cuento en la computadora decidió seguir escribiéndome.

Cosas raras, todas boca abajo y patas arriba se leían allí acerca del dinosaurio. Cosas al
revés, como que los ojos estaban en las legañas, y la boca en el mal aliento. Y para poder
escribir estas últimas líneas tuve que dejar, por un momento, estar de cabeza.

Texto 3. LOS HIMNOS NACIONALES


Cipriano Torres Guerra

Los himnos nacionales latinoamericanos son delirantes exaltaciones de las bellezas del
territorio nacional, de las virtudes de sus gentes, del etéreo concepto de patria (disfraz de la
idea de Estado-nación), de la bravura de sus hombres para defender la bandera nacional (en
Perú, la llaman pabellón), de ―morir por la patria‖ (o de entregar la vida por la patria).
Eso de morir por la patria parece una constante de todos los himnos, en una especie de
necrofilia, tal vez porque resulta difícil vivir por ella: por ejemplo, el himno guatemalteco
proclama que ―si mañana tu suelo sagrado lo amenaza invasión extranjera, libre al viento tu
hermosa bandera a vencer o a morir llamará‖; los cubanos también tienen su versión
guerrera: ―no temáis una muerte gloriosa, que morir por la patria es vivir‖; el himno
dominicano es tan viril que exalta ―al pueblo que, intrépido y fuerte, a la guerra a morir se
lanzó‖; el patriota guaraní grita ―paraguayos, república o muerte‖; los bolivianos juran
―morir antes de ver humillado de la patria el augusto pendón‖; el himno brasileño proclama
que ―un hijo de la patria no huye de la lucha, ni teme la propia muerte, así como los
argentinos cantan ―coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir‖, y los
patriotas chilenos proclaman guerreros: ―si pretende el cañón extranjero nuestros pueblos
osado invadir, desnudemos al punto el acero y sepamos vender o morir‖.

El caso del himno peruano es una exaltación (un grito) a la libertad y el porqué del deseo
ardiente de ser libres: ―somos libres, seámoslo siempre‖, ―largo tiempo el peruano oprimido
la ominosa cadena arrastró‖; ―libertad en sus costas se oyó‖, ―la humillada cerviz levantó‖;
―de los libres al grito sagrado, ―que escuchamos tres siglos de horror‖; para siempre
jurémosla libre‖, ―si humillada tres siglos gimió‖. Pero también resume nobles sentimientos
de venganza: ―nuestros brazos, hasta hoy desarmados, estén siempre cebando el cañón, que
algún día las playas de Iberia sentirán de su estruendo el terror‖.

Todos los himnos latinoamericanos reflejan, pues, la historia (su historia), los tiempos de
opresión de las colonias, las guerras de independencia y de cómo se construyeron los
nuevos Estados con el nombre de Repúblicas.

59
ACTIVIDADES

1. Trascriba los himnos de los países vecinos


2. Analice los temas que abordan
3. Interprete las figuras retóricas.

• Texto narrativo de ensayo:

Había una vez un conejo que salía todos los días a pasear. Una noche muy oscura se alejó
demasiado y se perdió. De pronto, vio la entrada de una cueva y se metió en ella, pero resultó
ser la casa de un puma feroz. El puma se dio cuenta de que un animal había entrado y le puso
una pata encima. El conejo sintió la enorme pata sobre su lomo y empezó a temblar. Sin
embargo, tuvo una idea para salvar su vida. Como estaba oscuro y el puma no lo veía, gritó:
¿quién me agarró un dedo? Cuando escuchó lo que dijo el conejo, el puma salió disparando de
la cueva.

Preguntas:

a. ¿Qué hacía el conejo todos los días?……………………………………………………........


b. ¿Qué le pasó una noche?..........................................................................................................
c. ¿Qué vio en el medio de la noche?...........................................................................................
d. ¿A quién le puso la pata encima el puma?..............................................................................
e. ¿Por qué el conejo tuvo la idea de gritar para salvar su vida?................................................
……………………………………………………………………………………………………
f. ¿Por qué el puma salió disparando de la cueva?.....................................................................
………………………………………………………………………………………………….

2.8 LOS CÓDIGOS SUCIOS

Cuando una frase no contiene una información realizativa o concreta o cuando los
significados de las palabras no están en el diccionario o cuando no se actúa, se etiqueta
como frase basura. El problema que presenta la basura es que, a veces, palabras etiquetadas
con dicha categoría contienen una información para el entendimiento de la frase y por lo
tanto para la actuación —por demás ignorante y sumisa— por parte del destinatario.

La frase basura es aquella que aparece con frecuencia en boca del político o en los textos
periodísticos de diarios ―chicha‖. El primero las usa con fines proselitistas, y el segundo,
por sensacionalismo. Es un lenguaje jergal —o esotérico—, fácil de usar. Están
estructuradas con palabras paja, es decir, accesorias o sin importancia; palabras que no
funcionan o son no realizativas, como: determinantes, preposiciones, algunos verbos,
algunos sustantivos, nexos, etc. El espectro nacional está saturado con este tipo de frases.
En Perú, sin excepción, todos los textos contienen códigos sucios. Por ejemplo:

a. En la Constitución de 1993

Cuantas más leyes se dictan, más ladrones surgen. Platón

60
Constitución, por definición, es la ley fundamental de la organización de un Estado. Pero,
gramaticalmente, es una estructura sistémica o un código de palabras, frases, párrafos.
Éstos deben reflejar una idea preconcebida relativa al quehacer nacional como hecho social
y susceptible de ser normado y reglamentado y en su redacción se debe establecer una
correspondencia biunívoca entre las palabras y sus significados o contenidos.
Una Constitución debe estar redactada: a) con referentes definidos, b) de acuerdo con el
código idiomático, tanto en su sintaxis como en su semántica, y c) cada artículo debe referir
una idea. Por consiguiente, un artículo debe estar estructurado en un solo párrafo.

Si entendemos que la constitución es un código, entonces debe poseer un solo significado.


Al poseer un solo significado no se puede –ni debe- interpretar. El Estado —los 28
millones— no debe interpretar, primero porque no es su función y segundo, porque habría
28 millones de interpretaciones distintas. Por este absurdo, los políticos dominan al Estado
como les viene en gana, como si fuese inclusive su predio, con animales incluido.

Por el desconocimiento de los órdenes sintácticos y lógicos y los significados


convencionales por parte de los legisladores, las constituciones peruanas están redactadas
con deficiencia sintáctica, semántica y pragmática, por consiguiente, no reflejan la idea
preconcebida. Reflejan sí que quienes las redactan o bien son analfabetos funcionales, o
bien, aviesos manejadores de ―lobbies‖ políticos. En la Constitución hay 206 disparates,
esto quiere decir que los 206 artículos están mal redactados. Todo lo cual la hace una ―mala
constitución‖.
Por ejemplo, en toda la constitución no aparece la palabra gobierno. Lo confunden —o lo
hacen confundir— con Estado. El gobierno se esconde en el Estado y éste se difumina en la
entelequia: nadie es responsable.

Todo gobierno de un Estado está constituido por tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y
Judicial —en ese orden—. El único Poder que redacta una constitución o las leyes es el
Legislativo, porque ésa es su función. El hecho de que el Ejecutivo tenga poderes para
legislar es un absurdo —una estupidez— y, por tanto, una usurpación de funciones.

El Estado es la nación jurídica —con Constitución y con leyes—. Perú es un Estado desde
1821. El Estado Perú está constituido por tres elementos: a) la nación, que es la población,
el pueblo, la sociedad, es decir, los 28 millones de peruanos, b) el territorio, que abarca una
extensión de aproximadamente un millón 200 mil kilómetros cuadrados, y c) el gobierno,
que está conformado por los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

En vez de Estado debe aparecer Gobierno. El gobierno es el administrador del Estado, él es


quien-hace o sobre el que debe recaer toda acción constitucional.

Presidente es un cargo (y todos son constitucionales). En el caso de Perú, lo refieren con


redundancia —presidente constitucional—, pero sobre todo, pegado a un falso sintagma
preposicional –de la República- . No existe ―Presidente de la República‖ porque república
es una forma de gobierno que en el caso de Perú se adoptó allá por 1821 cuando accedió a

61
su independencia, pero que ahora ha adaptado un nombre propio que es Perú. Los
presidentes son de los Estados (de los nombres propios de los Estados). Sólo existe
presidente de Perú. El disparate puede haber sido racionalizado por no repetición del
nombre propio (Perú), supuestamente porque este estado se llamó anteriormente como
República del Perú, pero no es así.

Lo correcto es escribir: El Poder Ejecutivo está investido en un presidente de Perú.

Gobierno sólo aparece en cuatro artículos y como referencias pasivas y tangenciales: a)


―Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador...‖ (Art. 46), b) ―El Estado sólo garantiza
el pago de la deuda pública contraída por gobiernos constitucionales...” (Art. 75), c)
―Cualquier representante a Congreso puede pedir... a los gobiernos locales los informes...‖
y d) ―Corresponde al Presidente de la República: 3. Dirigir la política general del Gobierno.
24. Ejercer las demás funciones de gobierno y administración que la Constitución y las
leyes le encomiendan‖.

En una primera instancia, deberíamos de cambiar los 98 Estados por gobierno y


solucionado el problema, pero no es así, hay que hacer un estudio detallado de todas las
estupideces con las que va acompañado Estado.

En cuanto a ley, a los peruanos se nos ordena que hay que respetar u obedecer la ley, y
nosotros acatamos la orden —animalizados, bestializados, cosificados— creyendo que ésta
está escrita por seres omniscientes y racionales y no por analfabetos funcionales. Por eso,
una ley escrita por un peruano es siempre una mala ley, y por consiguiente no debemos
obedecerla menos respetarla. Nadie puede obligarnos a respetar una mala ley. Para que una
ley sea respetada debe ser redactada de acuerdo con el código idiomático y con significados
convencionales: y no se deben interpretar.

La palabra Ley aparece unas cien veces, desempeñando otras tantas funciones o con otras
tantas atribuciones de lo más disímiles, y en el esquema sintáctico como: sujeto activo y
pasivo (―La ley se deroga por otra ley‖, Art. 103, ―La ley puede establecer restricciones y
prohibiciones‖), como lugar (―previstas en la ley‖, ―contempladas en la ley‖, ―se establecen
en la ley‖), como agente (―regulados por la ley‖, establecidos por ley‖, ―declarada por
ley‖), como complemento (―con las limitaciones de ley‖, ―por vacío o deficiencia de la
ley‖, Art. 139), como objeto directo (―que señala la ley‖, ―que establece la ley‖, ―que
determine la ley‖).

En la Constitución hay tantos verbos de uso ordinario o coloquial que jamás podremos
medir su acción, como: ―El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la
Nación‖, ―el Estado promueve la creación‖, ―el Estado estimula la creación de riqueza‖, ―el
Estado brinda oportunidades de superación‖, ―el Estado puede establecer garantías‖, ―el
Estado garantiza la seguridad de la Nación‖, ―el Estado facilita y vigila la libre
competencia‖, ―el Estado combate y sanciona”, ―el Estado asegura los programas‖, ―el

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Estado ejerce soberanía y jurisdicción‖, ―el Estado procura su evaluación‖, ―el Estado
orienta el desarrollo del país‖...

La forma pronominal se aparece en la constitución en forma tan abundante y dislatada que


el gobierno no es responsable absolutamente de nada, porque las cosas se hacen solas, las
objetos hacen, los hechos se dan porque tienen que darse y las funciones se desempeñan
entre ellas.

Por espacio, relaciono sólo las más disparatadas: ―El Presidente de la República se elige por
sufragio directo‖ (quiere decir él mismo. Por si acaso, el Estado elige a su presidente. En
otras latitudes elige formas de gobierno), ―Para ser elegido Presidente de la República se
requiere ser peruano por nacimiento‖ (no se refiere a los requisitos para postular, sino al
acto final, como si ya fuese elegido, y una vez hecho esto, qué es lo que él requiere para
desempeñar el cargo), ―Los tributos se crean, modifican y derogan‖ (ellos mismos), ―la ley
se deroga por otra ley‖ (el poder de la ley: entre ellas).

b. En el Tratado de Comercio y Navegación (Perú - Ecuador)

Anzilotti sostiene que ―la expresión tratados, sin otra indicación, se emplea para designar,
en general, los actos jurídicos internacionales bilaterales‖. Y agrega, ―... el acuerdo de
voluntades de dos o más Estados a los que el Derecho Internacional atribuye efectos
determinados‖.

Oppenheim-Lauterpacht define, ―Los tratados internacionales son acuerdos de carácter


contractual entre Estados u organizaciones de Estados, que crean derechos y obligaciones
jurídicas entre las partes‖.
Para nuestro estudio, tratado es un acuerdo consignado en un instrumento formal único —
sea cual fuese su nombre, título o denominación— concertado entre Estados sujetos de
Derecho Internacional.

Las negociaciones concluyen normalmente con la redacción de un texto escrito: el tratado.


Los términos a emplear en su redacción no deben ser de uso ordinario o coloquial (que
generan sentidos), sino los del código convencional del idioma que usen los Estados
contratantes y que establezcan relaciones isomórficas de significado.

Los tratados tienen por objeto primordial crear obligaciones entre las partes. Por lo que si
hay que interpretarlo, cuando uno de sus términos es ambiguo, debe preferirse el
significado menos oneroso para la parte que asume la obligación o el que menos afecte a la
soberanía territorial y personal de una de las partes o entrañe menos restricciones generales
para los signatarios.

El Tratado de Comercio y Navegación obliga a Perú en lo nuclear y a Ecuador en lo


accesorio —y no a Ecuador como estado, sino a las naves de bandera ecuatoriana y a los

63
centros de comercio—. Ha sido redactado con lenguaje ordinario, figurado y coloquial, lo
cual genera, obviamente, sentidos infinitos, y que las partes podrían interpretar a su
albedrío.

Fernando de Trazegnies ha redactado el tratado ―tal como habla‖, como si estuviera


escribiendo un texto cualquiera o un artículo periodístico, pero de medios populares. Ha
escrito, por ejemplo:

Artículo 1.- El Ecuador gozará para la navegación pacífica y el comercio en el Amazonas


y sus afluentes septentrionales de los derechos que se estipulan en el presente tratado,
además de aquellos que le reconoce el artículo VI del Protocolo de Río de Janeiro.

Ha usado polimorfias disparatadas como: El Perú, el Ecuador, el Amazonas. Los nombres


propios de los dos estados signatarios son: Perú y Ecuador, y así están registrados en el
Derecho Internacional Público, en la Organización de los Estados Americanos y en la
Organización de las Naciones Unidas. En cuanto a Amazonas, en Perú, por lo menos
tenemos tres referentes con este nombre: el río, el departamento, y una especie de guerreras
legendarias. Los dos primeros admiten un determinante masculino (el), produciéndose así
la anfibología o doble sentido. Si se llegase a interpretar, la otra parte podría hacerlo para
los dos, como río y como departamento, sobre todo si éste está en el área involucrada del
tratado.
Ha usado el verbo ―gozar‖ que, diacrónicamente, era lícito usarlo en tratados o protocolos
en los años cuarenta, pero hoy, gozar sólo se concibe ligado a placer, y si es seguido de la
preposición ―de‖ es aun vulgar. Gozar está anexado a ―de los derechos‖ —separado por una
frase proposicional que no aparece con comas—, ―además de aquellos que le reconoce el
artículo VI del Protocolo de Río de Janeiro‖. El protocolo suscrito en Río de Janeiro en
1942 le otorga concesiones a Ecuador y no derechos (Art. VI. ―El Ecuador gozará... de las
mismas concesiones de que gozan el Brasil y Colombia, más aquellas que fueran
convenidas en un Tratado de Comercio y Navegación destinado a facilitar la navegación
libre y gratuita en los referidos ríos‖.). A los ecuatorianos no podemos otorgarles derechos,
porque ni los peruanos lo tienen.
La frase para la navegación pacífica y el comercio en el Amazonas es más disparatada que
la del Protocolo. Navegación significa acción de navegar, y ésta se puede realizar hoy, en
pequepeque, en chalana, en buque, en helicóptero, en avión (en MIG-19, en F-16), en
globo, en nave espacial u otro vehículo y en Internet. A navegación le ha anexado el
adjetivo pacífica en vez de libre y gratuita que estipulaba el Protocolo. Es estúpido escribir
navegación pacífica. Ésta sólo existiría si hubiera navegación violenta.

c. En “El Habla Culta” (o lo que debiera serlo) de Martha Hildebrandt

Un texto o bien es expositivo o bien es literario. El Habla Culta no es un libro científico.


Para ser expositivo debe estar escrito de acuerdo con el código idiomático tanto en su
sintaxis como en sus significados convencionales, y Martha Hildebrandt lo ha escrito a su
albedrío. La autora confunde literario con culto, suponemos porque, como todo peruano, no

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escapa a su formación lingüística de origen puramente literario —eufónico, eufemístico,
bello— y coloquial, y porque la mayoría de los ejemplos que trascribe en sus textos son
literarios.

Ésta es la razón, creemos, por la cual la autora incurre en errores –algunos verdaderos
disparates–:

En el título hay dos errores:

Uso indebido del adjetivo Culta. El lenguaje ni la lengua ni el habla pueden ser cultos.
Culta no califica el habla, sino el nivel de uso. Culto es quien uso el habla.

Repetición de lo. Es redundante y cacofónico. Bastaba con decir: (o lo que debiera ser).

En el interior hay errores de todo tipo. Relacionamos algunos:

Dice ―Este libro reúne [...] ciento cincuenta y un artículos que se publicaron en dos diarios
limeños...‖ Un libro no reúne (sí contiene). Quien reúne es el escritor, y los artículos no se
pueden publicar: alguien los publica.

Dice ―... de quienes han tenido acceso a la educación superior”. Primero, es ordinario —y
hasta vulgar— decir educación superior porque la educación no tiene niveles. Segundo, No
todos los que tienen acceso a la enseñanza superior, manejan un nivel culto del idioma.

En cuanto a vosotros, la autora refiere que es un olvido —y que este olvido está reconocido
como rasgo culto del español de América (?)—. No creo que nadie reconozca el olvido. Y
no puede ser olvido si ella, en su papel de legisladora, recurra al vosotros, pero de una
manera espantosa, al tomar juramento a una persona que va a desempeñar una función
pública, y lo hace con el bendito ―Juráis por Dios y por la Patria‖. La autora no debe olvidar
—sobre todo ella— de que juráis es para vosotros, de que vosotros es un deíctico que
involucra a tú y todos los demás, y de que quien jura es solo una persona.

Y para rematarla, después del ―sí, juro‖ —de Ripley, en alguna oportunidad, alguien
respondió, ―sí juráis‖—, quien toma el juramento (o sea, usted) termina diciendo ―que si así
no lo hiciereis (vosotros) que Dios y la Patria os (vosotros) lo demande‖ (no dice que su
mamá, su perro, la plata o su club lo demande).

Por eso será que quienes juran en Perú lo hacen con tantas sandeces que son una afrenta y
una falta de respeto al Estado-nación. Es faltar al respeto jurar por su mamá, por su perro,
por un club de futbolistas. (Yo creo que Dios no es peruano, porque si lo fuera, ya hubiese
castigado a estos imbéciles por burlarse de Él y de la majestad del Estado). Los políticos
sólo pueden jurar por Dios —Ser Supremo— y por el Estado —entelequia de Nación—
porque ellos y sólo ellos les van a juzgar por sus malas o buenas acciones.

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Lo que ocurre en Perú es que nadie sabe que vosotros es el plural de tú, y de que lo han
reemplazado incorrectamente por ustedes, de que ustedes lo usan, indistintamente, como
plural de tú y de usted y de que usted y ustedes concuerda con la tercera persona del verbo
y no con la segunda. Entonces, tratar a alguien de usted es tratarle de tercera persona.

Dice ―El objeto de estudio de este libro es la lengua culta, la lengua del libro y la del
periódico; la de la radio y la televisión; la de la cátedra, el debate y la conferencia, y
también la de la intimidad entre personas cultas‖. Los libros en Perú, en su mayoría, son de
literatura. Decir que la literatura es culta creo que es confundir, sobre todo, hoy que el nivel
de uso estético difiere mucho del culto porque, al decir de Mario Vargas Llosa, los pedos y
las gonorreas son estéticas, y los pedos y las gonorreas no creo que sean cultos.

El nivel de uso idiomático en los periódicos es una mezcla entre literario y coloquial, y en
la mayoría de los casos, popular y vulgar (como veremos en el Tema...)

En la radio y la televisión sucede algo parecido, pero con la desventaja —o ventaja— de


que el disparate (absurdo) en estos medios, lo descubrimos en el acto —en vivo y en
directo—.

En muchas oportunidades, la autora se ha amoscado por las preguntas de los periodistas y


en otras tantas ha pensado —lo que yo durante mis años de catedrático—: ¿cinco años de
estudio en la universidad para decir estupideces?

Dice ―El lenguaje parlamentario escrito incluye el de los dictámenes, resoluciones,


acuerdos y proyectos de ley (muy cercano al lenguaje jurídico),...‖
Si la autora ha utilizado como fuente el habla de los legisladores, y según ella, este nivel de
uso es culto, está equivocada. Este trabajo, justamente se encarga de demostrar que todos
los legisladores carecen del equipo mental necesario para el pensamiento lógico y la
referencia racional, por eso, todas las constituciones y todas las leyes son perfectos
disparates y ejemplos de malas leyes, de las cuales se cogen los grupos de poder para
oprimir al Estado peruano —26 millones—.
Además, la frase ―El lenguaje parlamentario‖ es ordinaria, porque si hay tal lenguaje
debemos esperar que haya ―el lenguaje presidencial‖ o ―el lenguaje ministerial‖, etc.
Dice ―El lenguaje de los modernos medios de comunicación de masas abarca [...] el de los
medios audiovisuales —radio y televisión— y el de la prensa escrita‖.
El concepto de ―comunicación de masas‖ es obsoleto. Lo usaron allá por los años 70. Hoy,
los medios son de información. En el caso de ―prensa escrita‖ es una frase redundante y un
perfecto disparate, porque toda prensa es escrita. La frase se parece mucho a sube arriba,
baja.
Dice ―Casi todos los usos estudiados se documentan, además, en textos literarios de autores
peruanos, americanos y peninsulares‖. (Los peruanos también somos americanos).
Justamente este uso de textos literarios para documentar el uso culto del habla es un error.

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Concluye la autora justificándose —quizá previendo la detección de tantos errores— que,
―Por su finalidad esencial —la divulgación del uso correcto del lenguaje— fue necesario
[...] ―aligerarlas de todo aparato erudito‖. Acepta la autora que correcto es sinónimo de
culto, pero como hay tantos errores en los textos, no llegan al nivel de uso culto.
La literatura no es lógica. Además, no se busca corrección ni lógica ni ceñirse al código
idiomático. En literatura se busca belleza, aunque sea con incorrecciones. Entonces, lo
literario no es lo culto.
Lo estético es bello, pero no culto.

d. En El Lenguaje de la Pasión de Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa es un buen literato, no un científico. Mario Vargas Llosa es un buen
hacedor de arte, no de ciencia. Mario Vargas Llosa es un creador de figuras retóricas,
tropos, estructuras abstractas —realmaravillosas—, pero no puede escribir con lenguaje
científico, por lo tanto, no puede elaborar enunciados concretos o realizativos.
Pero, es sincero al reconocer su incompetencia. ―La verdad es que siempre trato de escribir
de la manera más desapasionada posible, pues sé que la cabeza caliente, las ideas claras y
una buena prosa son incompatibles, aunque sé también que no siempre lo consigo”.
El autor trató de escribir en forma desapasionada, pero no lo consiguió; trató de escribir con
la cabeza fría, pero lo hizo con la cabeza caliente; trató de escribir ideas claras, pero las ha
hecho con estructuras gramaticales abstractas (oraciones) y muchas de ellas con frases
trasnochadas y otras con figuras retóricas —propias de su experiencia y autoría—. Por lo
tanto, ―El lenguaje de la pasión‖ es un texto bello, plástico —literario—, y no como sería su
pretensión, un texto de ensayos —un texto científico—.
―La escribo con dificultad pero con inmenso placer, tratando de olvidar la sentencia de
Raimundo Lida: ―Los adjetivos se han hecho para no usarlos‖ (mandato que va contra mis
impulsos naturales)‖. (Piedra de toque)
El autor trató de olvidar la sentencia, pero no pudo. Todos los textos (47, más una nota del
autor), cada línea, cada frase, están preñados de adjetivos: ―... vivió en la controversia,
desatando a su alrededor adhesiones entusiastas o abjuraciones feroces”. ―... está
impregnada hasta las heces del siglo en que vivió, desgarrado por la confrontación
ideológica y las inquisiciones políticas, las guerrillas culturales y la vesania intelectual”.
Continúa, en Piedra de toque, ―Ella me sirve para sentirme inmerso en la vida de la calle y
de mi tiempo, en la historia haciéndose que es el reino del periodismo [...] El periodismo ha
sido la sombra de mi vocación literaria; la ha seguido, alimentado e impedido alejarse de la
realidad viva y actual, en un viaje puramente imaginario‖.
Si pues, imaginario, porque la realidad peruana es otra: las heces nos están tapando. Y si
para referir esta realidad excrementosa, lo haces con figuras retóricas —bellas, plásticas—
es como si estuviésemos echando perfume caro al excremento. Al final, el hedor del
excremento siempre prevalecerá y parece que ése es nuestro destino como nación: estamos
cubriendo toda la porquería con cosas bellas —con literatura y lenguaje periodístico—. Por

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eso, el lenguaje literario no sirve para cambiar o mejorar la sociedad, y el lenguaje
periodístico no refiere la realidad; contrariamente, la esconde.
e. En Ayuda para el Primer Mundo de Mario Vargas Llosa
Dice ―Y que muchos países subdesarrollados, debido a la infinita corrupción de sus clases
dirigentes, a la demencial dilapidación de sus recursos y a las insensatas políticas
económicas de sus gobiernos, se han convertido en unas máquinas...‖
Éste es un ejemplo típico de lo que un literato peruano hace con los sujetos referentes y
actuantes: los escamotea. Por un lado, los países no subdesarrollan y, por otro, los causantes
—culpables— de este no desarrollo de las naciones no son estas frases abstractas, sino sus
dirigentes y sus gobernantes.
El autor desciende en el nivel de uso del lenguaje —de literario a común o popular— al
referir los nombres propios anexándoles un miserable determinante: En el Zaire, que cubre
el Oriente (?), los pueblos del África, del Asia. Y escribe América Latina (con L
mayúscula) debiendo ser América latina.
Finalmente, El lenguaje de la pasión me hace recordar los textos de filosofía, sicología,
sociología que leímos en secundaria y hasta en la universidad —y que seguirán leyendo los
jóvenes de esta nueva generación—, creyendo que con eso aprendíamos los objetos de
estudio de esas ciencias o disciplinas científicas. Lo cierto es que sólo nos sirvió para
memorizar las vidas y las obras —resúmenes— de los grandes filósofos, sicólogos y
sociólogos con apellidos anglosajones, germanos, galos: nunca vimos —ni veremos— a un
Mamani ni a un Quispe.

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TERCERA UNIDAD

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3.1 LA LECTURA

1. Leer es obtener sentido a partir de un texto escrito y que en consecuencia el lector debe
procesar, como lenguaje, la información visual que le brinda el texto. El proceso se da
en ciclos: óptico, perceptivo, sintáctico y semántico. En este proceso participan algunos
sectores que posibilitan el intercambio de información entre el lector y el escritor, de
modo que en la comprensión intervienen, la información previa sobre el tema específico
y sobre el mundo en general; la competencia lingüística, los propósitos que se traza el
lector al leer –motivación, necesidad, interés, metas–; los sentimientos que se movilicen
a través de la lectura; la capacidad cognitiva y el uso eficiente de las estrategias de
lectura.
2. La lectura, como proceso de dar sentido, hay que comprenderla como una construcción
de significados a partir de la interacción entre el texto, el contexto y el lector.
3. La comprensión, al ser un proceso interactivo, exige que el lector sea un partícipe
permanente en diferentes niveles y procesos sin los cuales no es posible que se dé la
comprensión.
4. Desde un punto de vista transaccional el escritor construye un texto a través de
transacciones con él mismo a medida que se desarrolla y a medida que se expresa su
significado. El lector también construye un texto durante la lectura a través de
transacciones con el texto publicado y los esquemas del lector también son
trasformados en el proceso a través de la asimilación y la acomodación.

La lectura es una actividad humana que implica, en primer lugar, manejar la escritura de la
lengua nativa, luego reconocer las palabras, en su ortografía y semántica, así como las
combinaciones sintácticas y la comprensión de los contextos en los que se inscriben.

A pesar de que hay palabras que tienen valores semánticos denotativos y connotativos, la
frase es la mínima unidad lingüística con capacidad de realización (actitud), por eso las
unidades lingüísticas no están aisladas, sino agrupadas en estructuras sistémicas y lógicas.
La estructura lógica de un texto depende de cómo el escritor quiere presentar la
información.

La lectura, en cambio, no se detiene en la comprensión de modelos de palabras y frases.


Las frases se combinan en patrones mayores para presentar la información de manera
lógica. Comprender un texto es, pues, comprender algo más que palabras y frases. A veces
es posible usar la información del contexto para descubrir el significado de vocablos o
frases no comunes o para ayudarse a buscar en el diccionario la acepción apropiada.

La estructura lógica de un pasaje depende de cómo el escritor quiera presentar la


información. La estructura lógica está señalada frecuentemente por expresiones que
conectan ideas.

En suma, es necesario reconocer las estructuras lingüísticas mediante la comprensión del


vocabulario, la gramática y los conectores textuales.

La lectura se entiende también como el proceso de aprehensión de determinadas clases de


información contenidas en un soporte particular que son trasmitidas por medio de
70
ciertos códigos, es decir, lenguajes. Un proceso mediante el cual se traduce determinados
símbolos para su entendimiento. Se puede optar por códigos de tipo visual, auditivo e
incluso táctil (Braille), un lenguaje que utilizan los no videntes.

La mecánica de la lectura implica la puesta en escena de varios procesos. La fisiología, por


ejemplo, ofrece la posibilidad de analizar y entender la capacidad de lectura del ser humano
desde una perspectiva biológica —estudiando el ojo y la habilidad para fijar la visión—.

La sicología, por su parte, contribuye a conocer el proceso que se pone en funcionamiento


en la mente cuando alguien lee, tanto para interpretar símbolos, caracteres e imágenes como
en la asociación de la palabra con lo que ese término representa.

Otros autores aseveran que el proceso de la lectura consta, básicamente, de cuatro pasos:
la visualización —un proceso discontinuo, ya que la mirada no se desliza de manera
continua sobre las palabras—, la fonación —la articulación oral, consciente o inconsciente,
a través de la cual la información pasa de la vista al habla—, la audición —la información
pasa al oído— y la cerebración —la información llega al cerebro y culmina el proceso de
comprensión—.

Existen diversas técnicas a la hora de iniciar una lectura, que permiten adaptar la forma de
leer al objetivo que desea alcanzar el lector. Generalmente, se busca maximizar
la velocidad o la comprensión del texto. Como estos objetivos son contrarios y se enfrentan
entre sí, la lectura ideal implica un equilibrio entre los dos.

La lectura ofrece muchas ventajas para quienes la toman como un hábito imprescindible en
sus vidas. Entre algunas de las riquezas que produce se encuentra, un enriquecimiento del
universo interno y de la comprensión de otras realidades, adquisición de conocimientos que
podrían servirnos, mejoramiento de nuestra capacidad comunicativa –sobre todo si se
realiza una lectura oral– y colaborar con el desarrollo de la capacidad de análisis,
resolución de problemas y asociaciones y una fuente de entretenimiento apto para todas las
edades, géneros y condición social. El secreto para apasionarse con la lectura reside en
saber encontrar aquello que se adapta a nuestros deseos, intereses y necesidades.

Para que la lectura sea provechosa es muy importante que previamente se conozca el
propósito de dicha actividad, cuál es la razón por la que deseamos leer. Una vez resuelto
esto, podemos buscar materiales que nos permitan alcanzar dicho objetivo y predisponernos
para una lectura satisfactoria.

Propósitos de lectura

Para qué leemos

El escritor estructura la información en un texto de acuerdo con un propósito que tiene en


mente, del mismo modo el lector tiene un propósito. Para leer con eficiencia, el lector debe
ser capaz de encontrar la información que busca. Es necesario advertir que el mismo texto
puede ser leído con diferentes propósitos.

71
Es posible leer un texto de muchas maneras y con fines diversos, sin embargo, existen dos
formas elementales de lectura: la que realizamos cuando buscamos ideas generales y la que
hacemos cuando buscamos información específica.

–En búsqueda de ideas generales

Cuando leemos buscando ideas generales es importante identificar el tema. El título del
texto usualmente coincide con su tema. Una manera adecuada de llegar a las ideas
generales es identificar al texto con el título.

–En búsqueda de información específica

Cuando buscamos información específica es importante concentrarse en las partes


relevantes del texto y descartar cualquier otro tipo de información. La lectura tiene que ver
tanto con la discriminación como con la asimilación. La habilidad para descartar
información no relevante es lo que permite tomar notas y escribir resúmenes.

A continuación se definen los diferentes propósitos:

1. Leer para obtener las ideas generales de un texto o libro. Si el objeto de la lectura es
obtener una idea o las ideas generales de un texto o libro, no es necesario leer
minuciosamente. Se puede hacer a mayor velocidad fijando la atención sólo en los
encabezados y subtítulos, ideas generales, prólogo, introducción o los resúmenes
que aparecen en cada tema o unidad.
2. Leer para distinguir las ideas principales de un texto o libro. Si el objeto de leer es
seleccionar y estudiar las ideas principales, debe realizar una lectura minuciosa
guiándose por las notas al margen, los enunciados y recuadros que resaltan la
información más significativa de un texto.
3. Leer para evaluar críticamente un texto o libro. Las experiencias educativas
anteriores –su preparación académica previa– deben ayudarle a elaborar opiniones
sobre los hechos. Cuando lea puntos de vista distintos, sea imparcial y una vez que
conozca la consistencia de las ideas del autor, júzguelas o valórelas objetivamente.
Debe descubrir las influencias o implicaciones ideológicas que presenta, para
ponderar la validez y fundamentos de las tesis parciales. Lo importante es leer con
una actitud abierta. Cuando sea posible consulte al menos dos puntos de vista antes
de formarse una opinión definitiva sobre el tema.
4. Leer para hacer una lectura de estudio de un texto o libro. Este tipo de lectura es la
que el estudiante aplica con mayor frecuencia para aprender. Es una lectura lenta y
repetitiva, su objetivo es la de dominar lo que se está leyendo.
5. Leer para hacer una lectura ligera de un texto o libro. Este tipo de lectura es la que
generalmente las personas realizan para distraerse o evadir situaciones. Es muy
parecida a la lectura para distraerse.
La actitud es un aspecto fundamental de la lectura. El lector es protagonista y es el que
decide qué tipo de resultados se obtendrán de esa actividad. La concentración y el interés
son fundamentales para tener una lectura provechosa.

72
Estrategias de lectura

Las estrategias de lectura consisten en una serie de proposiciones para un mejor


aprovechamiento de la actividad. Por ejemplo, si se desea leer para adquirir conocimientos
y estudiar, una estrategia de lectura dividirá diferentes formas de encarar la lectura que nos
permitan adherir mejor los conocimientos.

Para comprender los textos escritos, los lectores pueden usar las siguientes estrategias:

1. Muestreo. Estrategia para procesar las letras y las palabras del texto rápidamente para
no sobrecargar el aparato perceptivo y, por tanto, reconocer instantáneamente las
palabras escritas para poder pensar mientras se lee –elaborar síntesis, análisis y demás
actividades cognitivas–.
2. Predicción. Estrategia que permite anticipar las palabras, eventos, ideas y situaciones
que el escritor planteará en el texto. Esta anticipación se fusiona con la estrategia
anterior, de modo que al muestrear se predice y al predecir, se muestrea.
3. Inferencia. Posibilita que el lector deduzca información no planteada explícitamente por
el escritor, pero que, sobre la base de los conocimientos previos y la competencia
lingüística, el lector podrá concluir.
4. Verificación. Estrategia con la cual el lector rechaza o confirma las hipótesis emitidas
durante la predicción y la inferencia.
5. Autocorrección. Estrategia con la cual el lector corrige equivocaciones cometidas ante
palabras o significados del texto. Cuando se está perdiendo la obtención de significado,
se ha muestreado erróneamente o se desea reconsiderar la información del texto, el
lector se devuelve en su lectura.

En resumen, podemos plantear que el modelo interactivo supone que la lectura es un


proceso global e indivisible, el significado está dado por la interacción entre el lector, texto,
contexto, y los conocimientos previos del lector juegan un papel fundamental en la
construcción de significado. Para el enfoque transaccional el texto no es un objeto sino un
potencial que es actualizado. En la lectura, la comprensión surge de la transacción entre el
lector y el texto y es un acontecimiento único, en este sentido la significación está abierta.

Tipos de Lectura

Existen diferentes tipos de lectura, como el de destrezas, el modelo de procesamiento


transaccional, modelo de discurso y el modelo interactivo.

1. La comprensión es un proceso interactivo o constructivo que se da a través del


intercambio entre el lector y el texto. La comprensión es producto del intercambio entre
la información lingüística y conceptual que posee el lector con lo que aporta el texto –
oral o escrito–.
2. La lectura es un proceso profundamente interactivo, donde las unidades lingüísticas en
el texto –desde el nivel semántico, sintáctico, morfémico-lexical y morfofonético– son
empleadas por el lector de acuerdo con su competencia lingüística y según sus
necesidades en la construcción del significado durante el procesamiento acumulativo de
palabras y de frases del texto.
73
3. Las cuatro modalidades del lenguaje deben desarrollarse simultáneamente: hablando,
escuchando, leyendo y escribiendo porque son procesos altamente interdependientes, de
ahí que no es conveniente subdividirlos o atomizarlos.
4. El aprendizaje del lenguaje escrito se da a través de un proceso analítico en donde los
sujetos, analizando el todo significativo, comprende las reglas, los usos y los
componentes.

Así como también:

Lectura oral

La lectura oral, o en voz alta, es la que se practica cuando se articula el texto en voz alta,
sonoramente. Su objetivo puede ser que otras personas escuchen el contenido del texto.
Actualmente no es muy usado, sin embargo podemos mencionar algunos argumentos para
justificar su uso:

La lectura oral cumple una función social en muchos momentos de la vida, como por
ejemplo, para leer en familia o como grupo de amigos, para motivar el hábito de la lectura a
distintos grupos de personas, para acercar a la literatura a personas con discapacidad visual,
por propio placer, entre otras.

Lectura silenciosa

La lectura silenciosa consiste en recibir mentalmente el mensaje escrito sin pronunciar


palabras, siguiendo con la mirada las líneas del texto en silencio. Es el tipo de lectura más
frecuente y su uso es personal.

La opinión más generalizada es que la lectura silenciosa es más beneficiosa que la oral, sin
embargo depende de cada uno definir sus preferencias con relación a esta actividad.

Lectura superficial

Este tipo de lectura consiste en leer de forma rápida para saber de qué trata un texto. La
finalidad de este tipo de lectura es captar la idea general de los contenidos fundamentales
del texto, sin entrar en los detalles.

Por ejemplo, se utiliza la lectura superficial cuando se comienza a estudiar un tema por
primera vez y el objetivo es hacerse a una idea global del mismo.

Lectura selectiva

Esta lectura permite buscar datos o aspectos muy específicos de interés para el lector,
obviando el resto. Se trata de una lectura de búsqueda donde la vista pasa por el texto a
velocidad, como barriéndolo, sin leerlo en su totalidad en busca de un detalle concreto que
constituye la información que interesa.

74
Por ejemplo, se realiza una lectura selectiva cuando se busca el nombre de un hotel
determinado en una guía turística, la fecha de nacimiento de un personaje en una
enciclopedia, una fórmula en un libro de texto, el autor de una obra literaria concreta, un
capítulo en una tabla de contenido, etc.

Lectura de comprensión

Es el tipo de lectura que realiza el lector que no queda tranquilo hasta estar seguro de haber
entendido perfectamente todo el mensaje. Por ello es fundamental que el lector plantee
todas las preguntas lógicas posibles sobre el contenido del texto, tratando de obtener alguna
respuesta.

El ritmo de este tipo de lectura es lento y reposado propiciando la interiorización del tema.

A veces se utiliza este tipo de lectura tras una lectura superficial y el correspondiente
subrayado del texto.

Lectura de reflexión

A diferencia de la lectura de comprensión, en este tipo de lectura mientras se lee, se


produce una lluvia de ideas con riqueza de contenido que el lector va generando,
organizando y relacionando.

La lectura de reflexión es quizás el tipo de lectura más exhaustivo pues exige un grado de
reflexión motivado por el pensamiento creativo del lector, generando así imágenes, ideas,
proyectos y mucho más enmarcados en la necesidad de crear nuevo conocimiento.

Podemos decir además que en este tipo de lectura lo que cuenta es la riqueza de las
reflexiones realizadas a lo largo del proceso.

Lectura crítica

La lectura crítica es la que se realiza cuando se analiza y evalúa la relevancia de lo que se


lee lo que implica reconocer la verdad aparente del contenido del texto e identificar lo que
posiblemente se oculta. Así mismo se busca el porqué de ciertas premisas del autor. De esta
manera, se podrían detectar, si las hubiere, lagunas, sofismas o errores.

Otro aspecto importante en esta lectura, es el contraste que se hace de lo leído con las
experiencias y conocimientos previos, evaluando lo que se sabe y lo que se lee precisando y
enriqueciendo los conceptos y las ideas.

El ritmo de lectura debe ser lento, brindando espacio a la evaluación de la autenticidad y


validez del escrito, sus fuentes de información, sus conclusiones, así como sus intenciones.

Lectura recreativa

75
La lectura recreativa es la usada cuando se lee un libro por placer. Se suele realizar a la
velocidad que defina el lector y su propósito principal es entretenerse y dejar volar la
imaginación.

Por lo general este tipo de lectura se hace con novelas, poemas, ensayos, y escritos
similares, aunque cada lector es libre de definir lo que disfruta leer y lo que no.

Recomendaciones:

1. Antes de leer:
- Es necesario que te sientas motivado.
- Identifica el propósito de tu lectura, es decir, por qué o para qué lees.
- Planifica cómo leerás, en qué momento y cuánto tiempo.
- Lee el título, el índice y la introducción.
- Dale un vistazo a las ilustraciones y sus leyendas.
- Luego de ello, trata de plantearte una hipótesis sobre el texto.

2. Mientras lees:
- Pregúntate si logras entender lo que estás leyendo.
- Saca conclusiones de acuerdo con lo que lees.
- Puede ayudarte subrayar las ideas principales.
- Puedes tomar nota o resumir las ideas principales.
- No olvides leer las ilustraciones, mapas o cuadros.
- Consulta a otras personas ante tus dudas. Busca información en otros libros o en
Internet.

3. Después de leer:
- Identifica la idea principal.
- Elabora un resumen.
- Si no entendiste, pregúntate por qué no.
- No descartes volver a leer el texto.

Técnicas para mejorar la capacidad lectora

Lea las ideas, capte el sentido del texto


No lea las palabras
Aumente su vocabulario
Use el diccionario
Lea los gráficos, los esquemas, las ilustraciones
Archive el conocimiento previo sobre el tema que aborda el texto

76
3.2 EL DICCIONARIO

Las palabras son los principales instrumentos del escritor. Todo aquel que pretenda escribir
debe conocer (manejar) la palabra: su ortografía, su morfología, su semántica y sus
relaciones.

La palabra es un signo lingüístico biplánico porque posee dos planos: el significante y el


significado. El significante es su estructura física —letras, tildes, y diéresis; lexemas y
morfemas—, y el significado, su contenido. En el plano del contenido se dan dos
fenómenos: la denotación y la connotación. La denotación viene a ser un significado de
equivalencia o la definición etimológica, lexicográfica, y la connotación, un significado de
contexto. Estos significados, tanto los denotativos como los connotativos, sólo los
encontramos, bien definidos, en el Diccionario de la Lengua Española producido por la
RAE.

Los peruanos somos torpes en el manejo de la palabra porque la hablamos como la


hablaron nuestros padres y las escribimos incorrectamente —problema ortográfico—
porque nos la enseñaron memorísticamente —y muchas veces, cantando—, sin recurrir a un
diccionario para averiguar por su estructura o por su significado.

En Perú, el diccionario es el mataburro o la autoridad máxima en asuntos del lenguaje. Por


eso, basta que un libro tenga la palabra diccionario para creer en él a ciegas. No interesa,
para el efecto, si es Rancés, Vox, Larousse, Océano, Lexus, ni si son impresos en otros
países, con contextos o significados —sentidos— diferentes a los de Perú.

En el caso de los diccionarios impresos en Perú, llámense, Bruño, Coquito, Navarrete, y los
famosos de Bolsillo o Escolares, sólo sirven para introducirnos en el circuito circular de los
sinónimos de igual significado.

Lo cierto es que el peruano, sobre todo el niño, usa el peor diccionario, de esos impresos
para alumnos de primaria —total, para primaria, cualquier cosa—.

Perú, como mercado, es el basurero del mundo. Lo que no les compran las naciones
desarrolladas, lo compramos los peruanos. Adquirimos un diccionario porque es barato o
porque nos lo venden con facilidades de pago, o porque simplemente son bonitos y
voluminosos y sirven para adornar los estantes.

Para escribir correctamente una palabra es necesario enseñar el uso del Diccionario de la
Real Academia Española. El Diccionario vigente es el de la vigésima segunda edición de
2001.

Características del diccionario

El Diccionario de la lengua española es una obra corporativa de la RAE, con la


colaboración de las Academias hermanas, que pretende recoger el léxico general de la
lengua hablada en España y en los países hispánicos. Se dirige, fundamentalmente, a

77
hablantes cuya lengua materna es el español, quienes encontrarán en él recursos suficientes
para descifrar los mensajes que les lleguen.

Al tratarse de un diccionario general de lengua, no puede registrar todo el léxico del


español, sino que, por fuerza, debe contentarse con acoger una selección de nuestro código
verbal. Esta selección, en algunos casos, será lo más completa que los medios —
especialmente en lo que se refiere al léxico de la lengua culta y común de nuestros días—
mientras que en otros aspectos —dialectalismos españoles, americanos y filipinos,
tecnicismos, vulgarismos y coloquialismos, arcaísmos— se limitará a incorporar una
representación de los usos más extendidos o característicos.

Manejo del Diccionario

1. Orden alfabético.
Las entradas están dispuestas de acuerdo con el orden latino internacional. Por acuerdo
del X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Madrid, 1994),
las voces que contienen las combinaciones ch y ll se sitúan en sus lugares
correspondientes dentro de c y l respectivamente, con un encabezamiento (CH, LL)
que recuerda su condición convencional de letras del alfabeto español.

2. Variantes preferidas.
Entre algunas variantes formales de ciertas palabras correspondientes al uso culto
general o propias de alguna zona geográfica concreta, la Academia expresa su
preferencia a través de dos vías distintas. Cuando el orden alfabético lo permite, se
disponen las variantes en el mismo lema, separadas por una conjunción disyuntiva; la
forma que aparece en primer lugar es la preferida y recomendada por la Academia, que,
sin embargo, acepta las consignadas a continuación. Así, en el artículo hemiplejia o
hemiplejía, la variante recomendada es hemiplejia, aunque también se considera
plenamente aceptable hemiplejía (de hecho, era la preferida en ediciones anteriores).
Cuando las variantes admitidas no pueden figurar en un mismo artículo por exigencias
del orden alfabético, la preferida por la Academia es la que lleva la definición directa;
las aceptadas, pero no preferidas, se definen mediante remisión a aquella. Así,
psicología, psicológico, psicólogo, definidas directamente, son las variantes
recomendadas; sicología, sicológico, sicólogo, definidas por remisión a sus
correspondientes antedichas, constan como admitidas, pero no se recomiendan.

3. Estructura de los artículos.

3.1. A la cabeza de cada artículo aparece un lema escrito en letra negrita, que presenta
la unidad léxica buscada. En el ejemplo que sigue, el lema es repente:

repente. (Del lat. repens, -entis, súbito, repentino). m. Impulso brusco e


inesperado que mueve a hacer o decir cosas del mismo tipo. Le dio un
repente y se marchó. ||2. coloq. Movimiento súbito o no previsto de personas
o animales. ||3. adv. m. de repente (|| súbitamente, sin preparación). || de ~.
loc. adv. Súbitamente, sin preparación, sin discurrir o pensar. ||2. coloq. Ur. y

78
Ven. posiblemente. || hablar de ~. fr. hablar de memoria. □ V. coplas de
~.

3.2. En algunos casos, sigue al lema la información etimológica, encerrada siempre


dentro de paréntesis. En el ejemplo anterior se trata de esta secuencia: (Del lat.
repens, -entis, súbito, repentino).

3.3. Aparecen a continuación la acepción o acepciones correspondientes al lema,


numeradas, cuando hay más de una, a partir de la segunda, y separadas, en el
mismo caso, por una doble barra vertical:

repente. [...] m. Impulso brusco e inesperado que mueve a hacer o decir


cosas del mismo tipo. Le dio un repente y se marchó. (Esta acepción es la
denotación). ||2. coloq. Movimiento súbito o no previsto de personas o
animales. (Todas las acepciones, a partir de la ||2 son connotaciones).

4. Acepciones.

Tanto las acepciones correspondientes al lema principal como las de una forma
compleja, aparecen numeradas si son más de una. El orden en que estas acepciones se
recogen en cada entrada responde a la aplicación sucesiva de varios criterios.

En primer lugar, la categoría gramatical a la que corresponde cada acepción:

• Encabezan el artículo las acepciones adjetivas (―adj.‖).


• Le siguen las acepciones sustantivas; las masculinas (―m‖) y femeninas (―f‖).
• Aparecen después las acepciones adverbiales (―adv.‖).
• Van al final las acepciones correspondientes a la preposición (―prep.‖).

En el caso de los verbos:

• Aparecen en primer lugar las acepciones transitivas (―tr.‖).


• Siguen las acepciones intransitivas (―intr.‖).
• Van al final las acepciones pronominales (―prnl.‖).

5. Definiciones.

La consideración como propia de una definición depende en muchas ocasiones de la


posibilidad de deslindar, dentro de ella, su contenido, es decir, el enunciado
semánticamente definidor, distinguiéndolo de su contorno, es decir, de todos aquellos
elementos que informan sobre el contexto —sintáctico, situacional, etc.— en que se
presenta habitualmente. Este Diccionario utiliza tradicionalmente, para tal fin, la
definición por remisión. P. Ej.:

relevar. (Del lat. relevare). tr. Hacer de relieve algo. ||2. Exonerar de un peso o
gravamen, de un empleo o cargo...
relievar. tr. Bol., Col. y Perú. relevar.
79
(Por si acaso, el hecho de que relievar aparezca en el diccionario no quiere decir que
es correcto; sólo que en esos países, comúnmente, se dice relievar; pero lo correcto es
relevar.)

PREGUNTAS

1. Qué palabra se debe buscar para encontrar el significado del vocablo abaleado tal como
se usa en la siguiente frase:

a. El policía fue abaleado por los delincuentes.

.......................................................................................................................................

b. Cuál es el vocablo correcto.

.......................................................................................................................................

c. Qué significa esta palabra.

.......................................................................................................................................

2. Para denotar y connotar una frase, es necesario buscar la definición de uno de los
vocablos según el siguiente orden de preferencia: sustantivo, verbo, adjetivo, adverbio.
Denote y connote las siguientes expresiones:

a. Libertad de expresión.

.............................................................................................................................................
.............................................................................................................................................
..............

b. Libertad de prensa.

.............................................................................................................................................
.............................................................................................................................................

En la mesa del escritor, además del Diccionario de la Real Academia Española, no deben
faltar los otros diccionarios:

(1) Diccionario Ideológico de Julio Casares.

Este diccionario contiene las relaciones que se dan entre las palabras por su pertenencia a
los campos semánticos y a las familias léxicas, como sinónimos, antónimos o ideas afines.
Este diccionario tiene varias secciones. Las más importantes son: la alfabética y la
analógica.
80
Para ubicar un sinónimo de una palabra, primero se busca en la sección alfabética; luego el
vocablo de la definición de ésta que esté encabezado por un asterisco (*). Después se
busca en la sección analógica el término señalado con el asterisco: allí se halla la lista de
sinónimos.

(2) Diccionario de Dudas y Dificultades de Manuel Seco.

Como su nombre lo indica, este diccionario nos absuelve las dudas que tenemos sobre
cuestiones fonéticas (acentuación, tildación), morfológicas (la correcta conjugación de los
verbos), sintácticas (tiempos y modos verbales) y léxicas (neologismos creados por el uso
corriente y periodístico). Por ejemplo, no se dice A nombre de la nación, sino En nombre
de la nación. Decimos De acuerdo a ley; debemos decir De acuerdo con la ley.

PREGUNTAS

1. Acople los sinónimos y antónimos a las siguientes palabras:

a. Información ..............................................................................................................
b. Medios ..............................................................................................................
c. Espectador ..............................................................................................................
d. Trasmitir ..............................................................................................................
e. Prohibir ..............................................................................................................

2. Corrija las siguientes frases:

a. En la guerra con Chile fallaron las estrategias.

...........................................................................................................................................

b. Pienso de que esto está bien.

.................................................................................................................................................

ACTIVIDADES

Lea, en voz alta, el siguiente texto. Descubra errores de pronunciación y de entonación.

A NOMBRE DEL PAIS DESEO HACER HINCAPIE EN EL VIDEO DEL


EVENTO PROGRAMADO POR EL DIA DE LAS HABICHUELAS O JUDIAS
COMUNMENTE LLAMADAS FRIJOLES QUE SE CELEBRA EN LA
AMAZONIA AUN SIENDO EL FESTEJO A UN GRANO AUN NO ME
IMAGINO EL POR QUE ALGUNOS NO PUDIERON INGRESAR CON EL
CARNET QUE SE LOS OTORGO DE ACUERDO A LA RESOLUCION
VIGENTE SINO CON EL DE EMERGENCIA.

Lea nuevamente, pero descansando en las barras (/).

81
A NOMBRE DEL PAIS / DESEO HACER HINCAPIE EN EL VIDEO DEL
EVENTO PROGRAMADO POR EL DIA DE LAS HABICHUELAS O JUDIAS /
COMUNMENTE LLAMADAS FRIJOLES / QUE SE CELEBRA EN LA
AMAZONIA / AUN SIENDO EL FESTEJO A UN GRANO / AUN NO ME
IMAGINO EL POR QUE ALGUNOS NO PUDIERON INGRESAR CON EL
CARNET QUE SE LOS OTORGO DE ACUERDO A LA RESOLUCION
VIGENTE / SINO CON EL DE EMERGENCIA.

Ahora, lea, siempre en voz alta, dando énfasis en las sílabas tónicas y bajando en las átonas.

A NOMBRE DEL PAÍS / DESEO HACER HINCAPIÉ EN EL VÍDEO DEL


EVENTO PROGRAMADO POR EL DÍA DE LAS HABICHUELAS O JUDÍAS /
COMÚNMENTE LLAMADAS FRÍJOLES / QUE SE CELEBRA EN LA
AMAZONIA / AUN SIENDO EL FESTEJO A UN GRANO / AÚN NO ME
IMAGINO EL POR QUÉ ALGUNOS NO PUDIERON INGRESAR CON EL
CARNET QUE SE LOS OTORGÓ DE ACUERDO A LA RESOLUCIÓN
VIGENTE / SINO CON EL DE EMERGENCIA.

La frase anterior contiene errores de nombre-referente, de ortografía, de sintaxis y de


semántica. Ahora, vuelva a leer la versión final correcta.

En nombre de la nación, deseo hacer hincapié en el vídeo del certamen programado


por el día de las habichuelas o judías —comúnmente llamadas fríjoles— que se
celebra en la amazonia. Aun siendo el festejo a un grano, aún no me imagino el
porqué algunos no pudieron ingresar con el carné que se les otorgó de acuerdo con
la resolución vigente, sino con el de urgencia.

3.3 COMPRENSIÓN DE TEXTOS

La comprensión de textos es un proceso dinámico de construcción de representaciones


coherentes y de inferencias en múltiples niveles del texto y del contexto. El componente
difícil de este proceso es la identificación de las relaciones entre distintas partes del texto,
así como entre la información del texto y los conocimientos del lector.

Al establecer estas relaciones, la representación mental del texto en la memoria a largo


plazo que el lector va construyendo se constituye en una estructura coherente. La
coherencia es el resultado de procesos inferenciales que tienen lugar a medida que se lee o
escucha un texto. Los tipos de inferencias que realizan los lectores en el proceso de
búsqueda de significado del texto permiten la construcción de una representación mental de
dicho significado, coherente a nivel local y global.

La coherencia local se logra a través de establecer relaciones entre cláusulas mientras que la
coherencia global resulta de la relación de todas las unidades de información con uno o más
temas entrelazados.

82
Las representaciones mentales coherentes del texto en la MLP se forman por medio de un
proceso constructivo que implica la integración de ideas más allá de las frases, el
procesamiento de relaciones semánticas, la linearización implícita, la articulación entre
distintas partes del texto y la identificación de las relaciones implícitas que el texto sugiere,
es decir, la realización de inferencias.

Los factores que influyen en la comprensión son: las habilidades de codificaciones


automáticas, los conocimientos de mundo y las motivaciones de lector, así como, el control
consciente del proceso de comprensión y el empleo de estrategias durante la lectura, tales
como el uso de palabras o imágenes, elaboración de contenido en diagramas, relectura,
parafraseo, es decir, la reorganización del contenido en diagramas de relaciones.

Leer sin entender

Este ejemplo tomado de la literatura bien puede servirnos para introducir el tema del
analfabetismo funcional, una nueva categoría diferenciada del analfabetismo a secas.
Analfabeta es la persona que no sabe leer ni escribir (el 12,1% de los peruanos son
analfabetas según cifras del INEI). Analfabeta funcional es la persona que sí aprendió a leer
y escribir, pero que no entiende lo que lee. Leer, más que decodificar o descifrar lo que dice
la palabra escrita, consiste en comprender las ideas plasmadas en un texto.

La decodificación es la parte mecánica de la lectura, que, si bien es importante, no sirve de


nada si los lectores no pueden entender lo que decodifican. Debemos entender que cuando
hablamos de la lectura nos referimos tanto a los textos científicos, técnicos, separatas u
obras literarias habituales en la vida universitaria, como a los periódicos, revistas, mensajes
de texto que recibimos en el teléfono móvil o las instrucciones para usar un artefacto
casero. Claro, un libro de filosofía y un volante publicitario exigen diferentes habilidades al
lector. Esto va de la mano con la edad. Conforme vamos creciendo y aprendiendo, debemos
escoger textos que nos exijan mayor abstracción y elaboración mental, porque las etapas se
vuelven más complejas de acuerdo con los procesos de desarrollo cognitivo.

Si bien antes el libro era la única fuente, tanto de información y conocimiento como de
entretenimiento, con la aparición de otros medios como el cine, la radio, la televisión e
Internet el consumo y las demandas han cambiado. El libro, la fuente más representativa de
la palabra escrita, ahora se halla en competencia con los recursos multimedia, aquellos que
apelan a las imágenes fijas o en movimiento, el sonido y, a veces, hasta la interactividad.
Sin embargo estas nuevas tecnologías no están reñidas con la lectura. En las fuentes
multimedia, al incluir imágenes, textos y audio, hay una interacción entre el texto y la
información que aparece en imágenes, lo cual puede favorecer la comprensión. Internet,
además, ayuda a los procesos mentales de conceptualización y categorización —el
hipertexto y los enlaces o links ayudan a que el navegante identifique cómo se organiza la
información—.

83
El analfabetismo funcional

“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en


hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que
él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado
quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo
poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando,
reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al
que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia”. (Pasaje del capítulo
68 de Rayuela, Julio Cortázar)

El famoso capítulo 68 de la novela Rayuela está escrito en gíglico, un lenguaje inventado


por el escritor argentino que no es sino un código privado que comparten dos de los
protagonistas, unidos por una misma manera de ver y expresar el mundo. Este juego
sintáctico, sin embargo, puede ser entendido también por un lector competente que, sin
dominar el gíglico, esté habituado a dotar de contenidos los textos que lee: así el capítulo
68 se descubre ante sus ojos como un texto cargado de erotismo, sensualidad, intimidad.
Por el contrario, para un analfabeto funcional, aunque esté capacitado para decodificar
correctamente lo escrito en un papel, cualquier texto le parecerá escrito en gíglico o algo
tan incomprensible como eso.

3.4 CÓMO LEER TEXTOS CIENTÍFICOS

Durante mucho tiempo se ha considerado al lenguaje y a las ciencias como algo separado y
diferente. Sin embargo, esto no es así, porque el hombre desde niño conceptualiza y
entiende los hechos y fenómenos de la naturaleza de manera espontánea, desde su
lenguaje cotidiano.

Este lenguaje cotidiano impide que el alumno pueda comprender los hechos y expresar su
pensamiento de manera adecuada.

No se trata de imponer un lenguaje científico frente a otro cotidiano, sino de desarrollar


lenguajes para comunicar el pensamiento. Entonces, no tenemos que sustituir un lenguaje
por otro, sino fomentar su separación en diferentes contextos.

Para enseñar ciencias es necesario desarrollar en el alumno los instrumentos suficientes que
le permitan comprenderla. Por esto, es necesario enseñar a leer en ciencias por dos razones:
para buscar información precisa o puntual sobre algún tema o aspecto y para aprender.

Es muy común ver que para trabajar esta disciplina, el docente plantea actividades del
siguiente tipo: observaciones, experiencias, visitas, etc., para iniciar en la comprensión de
los hechos y fenómenos científicos, y también otras en las cuales se plantean actividades en
que los alumnos han de desarrollar resúmenes, proyectos, etc., todo ello a partir de la
información contenida en el libro de texto.

84
El problema es que la mayoría de los alumnos tienen dificultad en la comprensión de los
textos científicos y se muestran desmotivados por la lectura de los mismos. Este problema
puede ser superado, si el profesor ayuda al estudiante a buscar estrategias que lo lleven a
comprender aquello que lee y que paralelamente le ayuden a interiorizar los conceptos que
se encuentran en dicho texto.

Las dificultades que se encuentran en el texto científico frecuentemente, son:

 El vocabulario. Hay textos que poseen un vocabulario demasiado elevado para ser
leídos en primera instancia por los niños (en el momento inicial de la lectura).
También existen otros que utilizan un lenguaje muy simplista para facilitar la
lectura por parte del alumno, llevando a inducir errores o obstaculizar su
comprensión.
 La estructura del texto. El texto científico al ser escueto y sintético resulta aburrido
para el lector, motivo por el cual muchas veces el docente prefiere cambiarlo por un
texto literario para explicar conceptos científicos.
 La ausencia de referentes. Hay casos en que el lector no posee los conocimientos
previos necesarios como para comprender el texto.
 Relación entre teoría y práctica. En algunos casos se utilizan textos donde aparece la
base experimental de las teorías, dando por supuesto que el alumno comprende los
aportes teóricos. En otros se explican varias experimentaciones en base a un modelo
teórico que no es conocido por el alumno. En ambos casos, los argumentos y las
explicaciones que se ofrecen son incomprensibles.

3.5 CÓMO LEER TEXTOS LITERARIOS

“... Tenía las piernas cazcorvas de los jinetes viejos y el modo de andar de los que
duermen con las espuelas puestas, y se le había formado alrededor del sieso un callo
escabroso como una penca de barbero, que le mereció el apodo honorable de Culo de
Fierro. Desde que empezaron las guerras de independencia había cabalgado dieciocho mil
leguas: más de dos veces la vuelta al mundo. Nadie desmintió nunca la leyenda de que
dormía cabalgando”.
(de El General en su Laberinto, Gabriel García Márquez)

La interpretación de un texto literario está siempre ligada a su tiempo, puesto que


interpretar significa actualizar un texto. Desde su punto de vista peculiar, el intérprete
enfoca un texto con toda su polivalencia virtual y traza en perspectiva el perfil que se le
ofrece a él como el más significativo.

La interpretación no es una actividad científica, cuando por tal se entiende exclusivamente


un acto crítico que independientemente del sujeto lleva forzosa y reiteradamente al mismo
resultado controlable. La cientificidad en este sentido estricto está excluida, tratándose

85
textos poéticos, ya desde el mero objeto de la investigación, que no es un objeto
constituido.

Ante el estado presente de nuestros conocimientos al respecto, esto significa en primer


lugar que la interpretación tendría que orientarse metódicamente en el proceso de la
comunicación literaria. Mientras el tradicional postulado de comprender un texto mediante
el conocimiento de todo lo conocible reducía, sin saberlo, su interés a las condiciones
individuales, inmanentes y sociales de la producción de un texto, hoy se tendrán que
abarcar también los conocimientos asequibles referentes al proceso de lectura y de
recepción de un texto.

Gracias a la lingüística moderna poseemos hoy instrumentos más exactos para la


descripción formal, que sólo gracias a la semiótica el proceso de comunicación literaria se
ha hecho analizable, y esto a pesar de una exagerada intelectualización y de una
perturbadora inundación terminológica.

Veamos ahora algunas instrucciones para la lectura y análisis de textos literarios:

Para captar la composición de un poema en verso o en prosa, hay que descubrir primero el
centro (idea general), ese centro desde el cual irradian temas que se cruzan y combinan en
una libertad muchas veces maravillosa.

Para nuestros fines, extraemos la siguiente secuencia de operaciones, teniendo en cuenta el


postulado de inmanencia, es decir, de considerar exclusivamente el texto sometido al
análisis y renunciando de una vez al aspecto genético del texto:

- Tras selección previa de un trozo adecuado, leer el texto.


- Describir las unidades frásicas en un ordenamiento lineal.
- Elaborar un sentido.
- Analizar la función de los rasgos estilísticos (prescindiendo de categorías generales).
- Permitirse sólo aquellas conclusiones sentidas, demostradas y verificables en el mismo
texto.

Respecto a la descripción estilística, el análisis tiene la ventaja de que los artificios se


examinan estrictamente en función del texto sometido a la interpretación.

A pesar de su debilidad semiológica, es un método más practicable porque se limita a


constituir un sentido entre otros posibles y renuncia a la elaboración del sentido único. Por
eso se suele decir que el análisis vale lo que vale el analista, lo que también equivale a decir
que este método no garantiza la lectura fiel o correcta.

Un texto literario puede ser analizado por su estructura o por su génesis. El término de
estructura se entiende en su sentido amplio, es decir, que la estructura no representa el todo
de un texto y que el análisis interno debe considerar todos los recursos del texto y no sólo
aquellos que son estrictamente de orden estructural. El componente genético puede

86
considerarse como sentido preconcebido, es decir, la finalidad intentada por el autor como
verdadero género.

Si medimos el grado de comunicación de un sentido por la intensidad o la reiteración de la


lectura, podemos deducir el siguiente esquema de graduación semántica:

0 sentido enigmático no hay comunicación de ningún sentido.


1 sentido espontáneo captación pasiva, no controlada de un sentido.
2 sentido controlado captación consciente de un sentido, controlada en el texto
mismo y relativizada en la propia circunstancia intérprete.
3 sentido completado consulta de un grupo de lectores, confrontándose y
completándose recíprocamente los sentidos captados según los grados 1 y 2.
4 sentido plural captación global de los sentidos posibles por un asiduo lector
(archilector). Resulta una ampliación del grado 3 por análisis estético-formales
(históricos) y por la diacronía de la recepción.

La metáfora

¿Cómo es posible que no siempre haya coincidencia entre lo que decimos y lo que
queremos decir? Uno de los casos extremos de divergencia entre el significado literal y el
significado que se pretende comunicar lo constituyen algunos de los usos que la retórica
clásica ha catalogado tradicionalmente como figuras.

Una de las figuras más conocidas es la metáfora que suele definirse como la utilización de
una palabra para designar una realidad distinta a la que convencionalmente representa, es
decir, se trata del uso de un signo por otro. La metáfora está ligada a la lengua literaria,
pero también a nuestro lenguaje cotidiano.

Algunas metáforas han quedado fosilizadas y ya se han lexicalizado completamente, de


modo que el término que comenzó siendo metafórico es hoy a veces el único que
conocemos para designar una determinada realidad o, al menos, el que nos parece más
directo. Es el caso, por ejemplo, de pupila: originalmente ―huérfana menor de edad en
relación con su tutor‖, y metafóricamente ―abertura en medio del iris del ojo de los
vertebrados‖, que hoy ha perdido su valor metafórico y se ha convertido en un término
común. Para recuperar la metáfora hay que recurrir a un sintagma de valor semejante: la
niña de los ojos.

Las corrientes contemporáneas sostienen que las metáforas se reconocen sin necesidad de
tener que recurrir a ningún contexto o situación particular ni a ningún supuesto sobre las
intenciones del escritor. Por ejemplo:

a. Al final me tragué todo el discurso.


b. Es una mujer de hierro.

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En estos dos enunciados el contexto resulta innecesario porque los propios significados
básicos de las palabras puestas en relación son los responsables de los valores metafóricos.

Podemos explicar esto con dos teorías:


1. La teoría de la interacción de rasgos. Parte de la idea de que el significado léxico de
cada palabra puede descomponerse en rasgos semánticos diferentes. En el caso de (a) lo
que permite identificar la metáfora sería la incompatibilidad entre el rasgo que exige
tragar a su complemento, y el rasgo que inherentemente lleva la palabra discurso. El
conflicto entre esos rasgos da lugar a una interpretación que modifica el contenido
semántico de los términos afectados. De modo análogo, en (b) las propiedades
atribuidas al hierro como metal (dureza, inflexibilidad, resistencia) pasan a aplicarse a
la mujer. Así, las metáforas amplían los contenidos de los términos que relacionan y
crean nuevos valores significativos que producen imágenes, impresiones y sentimientos
nuevos.

2. La teoría de la comparación elidida. Se basa en la idea clásica de que tras todas


metáfora hay una comparación subyacente, mejor dicho que puede establecerse una
relación sistemática (tanto sintáctica como semántica) entre la estructura que contiene
explícitamente el elemento de comparación y aquella otra –la metáfora– en que dicho
elemento está implícito. La interpretación de una metáfora pasa necesariamente por la
reconstrucción de la comparación: toda metáfora es reductible a una estructura
comparativa en la que todos los elementos que intérprete: sin interpretación no hay
signo o hay interpretación sólo cuando se comprende el signo.

Un signo posee significación cuando un intérprete puede establecer la relación entre el


signo y el objeto al cual remite o tener una noción o idea de ese objeto. Así, llamamos
denotado al objeto o a los objetos a los que refiere o se aplica el signo y designado a las
características o propiedades a las que remite el signo. Por ejemplo, ―vaso‖ designa un
objeto que posee las características de ser un recipiente para beber líquidos y denota a todos
los objetos a los que es aplicable ese signo (todos los vasos). Podemos dar el designado de
―centauro‖, pero no encontraremos objeto alguno al que aplicarlo, en consecuencia, el signo
centauro no tiene denotado.

Hay signos que no tienen denotado, como los sustantivos abstractos: ―hada‖, ―la
corrupción‖, etc. Otros signos tienen un solo denotado, como los nombres propios: Carlo
Magno, Juan Pérez. También puede constituir el denotado un conjunto de individuos:
alumno, libro, ciudad. Pero hay signos de los que no se puede especificar su denotado con
suficiente precisión. Por ejemplo, un asiento con respaldar y brazos, pero sin tapizado ¿es
una silla o un sillón?, los signos ―mucho‖, ―montón‖ tampoco pueden aplicarse con
precisión. La denotación de un signo se determina por su aplicación, pero no siempre es
posible precisar el denotado de los signos.

El designado de un signo se determina por medio de la definición. Sin embargo, muchas


veces utilizamos correctamente un signo sin poder dar su definición. Se recurre al
diccionario para definirlo, aunque una palabra figura con varias acepciones; para decidir
cuál es la adecuada es necesario ubicar el signo en el contexto correspondiente. También
puede especificarse el designado por el Tanto la teoría de la comparación como la de la
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interacción han sido objeto de numerosas críticas, que se han ocupado de mostrar lo
inadecuado de un tratamiento de la metáfora en términos semánticos. El argumento central
en que se basa la teoría de la interacción es el de que la metáfora es una cuestión semántica,
ya que una metáfora se reconoce automáticamente en el momento en que se descubre la
incompatibilidad de rasgos semánticos entre los términos puestos en relación.

Veamos el ejemplo:

Juan es un pirata.

Pese a que no hay incompatibilidad de rasgos entre Juan y pirata, puede ser una metáfora
(Juan es un ladrón/desalmado/aprovechado o que Juan reproduce productos sin autorización
del autor), y recibir, por tanto, una interpretación no lineal (esto es, diferente de Juan cruza
los mares y asalta a otros barcos para robarles). El mismo comportamiento puede
observarse cuando las metáforas tienen forma negativa: se pierde la incompatibilidad de
rasgos, pero no necesariamente el valor figurado:

Juan no es un lince.

La interpretación del enunciado se basa necesariamente en la adecuada recuperación del


sentido metafórico de ser un lince.

Por otro lado, es dudoso que la base de las metáforas sean siempre los rasgos semánticos.
Para empezar, muchas metáforas se construyen, no propiedades semánticas de tipo
lingüístico, sino sobre connotaciones o sobre propiedades contingentes de los objetos
designados. Ejemplo:

a. Juan es un cerdo.
b. Juan es sucio / glotón.

Parece difícil que una teoría semántica admita que ser sucio o ser glotón son rasgos
semánticos inherentes de la palabra cerdo.

Otras veces las propiedades atribuidas al objeto metafórico pueden ir incluso en contra de
lo que el conocimiento real de los objetos permitiría predecir. Por ejemplo, el significado de
(a) se asocia habitualmente con (b):

Es una mujer de hierro.


Es una mujer inflexible.

Sin embargo, el hierro se caracteriza por ser un metal dúctil y maleable (deformable por
medios mecánicos en frío y que se puede laminar con facilidad): o sea, por ser flexible.

En muchas ocasiones uno de los términos que forma la metáfora carece de rasgos
semánticos: es lo que ocurre cuando uno de los elementos es un nombre propio. Puesto que

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los nombres propios no tienen significado, es difícil suponer cómo podrían entrar en
conflicto sus rasgos semánticos con los de otra palabra. En las metáforas del tipo de:

Pedro es una rata.


África llora por la sequía.

La única colisión que se produce es la que deriva del supuesto natural de que Pedro es una
persona y África, un continente. Pero ser una persona o ser un continente no son rasgos
semánticos de los nombres propios en sí mismos, sino –en todo caso– característicos de las
entidades de la realidad por ellos designadas. De hecho, no supone ninguna contradicción el
dar el nombre de Pedro a una rata de laboratorio, o el de África a una persona.

Por lo que parece, no siempre hay una correspondencia entre la metáfora y la comparación
explícita. Dicho de otro modo, no hay equivalentes literales de las expresiones metafóricas.
En la mayoría de las ocasiones, las sugerencias y las imágenes que suscita una metáfora no
pueden reducirse a una única estructura comparativa, sino que resultan potencialmente
ilimitadas.

Para Searle, las metáforas presentan dos características:

- Son restringidas: no se puede construir una metáfora sobre cualquiera de los sentidos en
que una cosa se asemeja a otra.
- Son sistemáticas: se pueden comunicar gracias a la existencia de un conjunto de
principios compartidos por el escritor y el lector.

En cuanto al primer aspecto, es fácil comprobar que las comparaciones explícitas presentan
mayores posibilidades que las metáforas. Se puede decir algo como (a) y se entiende
perfectamente; en cambio, es difícil encontrar una interpretación satisfactoria para (b):

María nada como un pez.


María es un pez.

La interpretación de las metáforas se basa en la existencia de ciertos patrones de inferencia


que funcionan regularmente. En ellos pueden distinguirse tres tipos de estrategias:

- De reconocimiento: estrategias que permiten determinar si hay que buscar o no una


interpretación metafórica.
- De cálculo: estrategias para calcular los diferentes valores que se pueden asignar a la
entidad con respecto a la cual dos elementos son semejantes.
- De restricción: estrategias para restringir las posibilidades calculadas e identificar el
factor concreto que sirve como fundamento de la metáfora.

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TEXTOS PARA LEER Y COMPRENDER

TEXTO 1

OPORTUNISMO DE LOS APRENDIZAJES

He aquí una cuestión interesante: cuando un niño no puede progresar en su aprendizaje, y


vemos que los efectos de esa falta de progreso son bien tolerados por su personalidad –no le
enquistan, no le inquietan, no le desvalorizan en el resto de su actuación personal–,
debemos plantearnos el siguiente problema: ¿hay necesidad de que aprenda ahora, en este
momento, esto? Supongamos el caso de un chico que, en un momento determinado, en la
escuela falla en las materias de Historia. (―No tiene memoria –dice el maestro– para
recordar la Historia; va bien en Geografía, y en dibujo, pero de Historia, nada: no le entra‖).
En este caso, cabe preguntar: ¿qué necesidad tiene ese chico, a los diez años, de que se le
meta la Historia en la cabeza, si no le entra? ¿Es que no se puede vivir sin saber Historia?
¿Es que no se puede vivir, si se falla en un sector del aprendizaje? Yo creo que el esfuerzo
que nosotros vamos a requerir de ese chico para que aprenda la Historia, para que no baje el
nivel pedagógico, va a desquiciar el resto de su personalidad. Queremos que aprenda
Historia, pero ¿a costa de qué? Ah, eso no lo sabemos; pero por lo pronto hemos violentado
su tendencia natural a rehusarse; porque así como hay aprendizajes defensivos, el no-
aprendizaje es un fenómeno activo.

El saber olvidar es tan importante como el recordar; así, también, el saber no-aprender es
también muy importante, aunque nosotros no nos demos cuenta de ello. En el fondo, hay
algo que está por debajo, y que es más profundo que la propia intención individual. Hay
personas que dicen: ―Yo no puedo tolerar la Gramática‖, y no dan razones; tales
intolerancias son alergias síquicas, homólogas a las determinadas por particularidades
bioquímicas. ―A mí se me indigesta la Historia‖, ―Yo no puedo con la Matemática‖, son
frases enteramente comparables con: ―A mí me indigestan los huevos‖. Pues si le
indigestan, déjelos estar. Hemos de respetar eso, siempre que no sea debido a un
circunstancial complejo autosugestivo. Ahí está precisamente la base de la orientación
profesional: que frente a determinado sector del no-aprendizaje específico, no tendamos a
forzar excesivamente al sujeto a una supercompensación, o a un intento de compensación
que le va a perturbar el resto de sus adaptaciones.

Considero que esas fallas de aprendizaje, cuando realmente se deben a una falla en la
integración de las aptitudes necesarias para hacerlo, deben ser respetadas.

Si el lector se diese cuenta del número de gente que han pasado por la escuela primaria sin
dificultades, y que sin embargo, luego, están desvalidas ante múltiples aspectos de la vida,
verán cómo no basta con meter, de fuera adentro, con programas pedagógicos cargados, un
conocimiento que es repugnado por la personalidad del sujeto.

Muy interesante es que logremos la máxima capacidad del aprendizaje, pero tanto o más
interesante es ver si realmente se debe imponer ese aprendizaje; es decir: elegir los
aprendizajes, y saber pedir un rendimiento solamente en el momento en que se requiera y
en la forma que se requiera. En esto estriba el verdadero mérito; no solamente en saber
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enseñar, sino en saber lo que se ha de enseñar, y cuándo; en saber elegir y no querer
someter a todo el mundo, uniformemente, a un mismo ritmo; en no querer llegar a una
aptitud global, que se extienda artificialmente más allá del área vital en algunos sectores, y
no la cubra apenas en otros.

Esto, en el fondo, nos llevaría a la consideración de los niños sicópatas, niños-problemas,


que aprenden lo que a nuestro juicio no les concierne y dejan de aprender lo que
desearíamos inculcarles.

De ―EL NIÑO QUE NO APRENDE‖, Emilio Mira y López.


Cantidad de palabras: 630

PRUEBA DE COMPRENSIÓN:

1. En la primera parte del test hay un supuesto de un niño con dificultades en:

a. Geografía
b. Castellano
c. Historia
d. Dibujo

2. El autor afirma que:

a. El saber olvidar es lo más importante


b. El saber olvidar es tan importante como el saber recordar
c. El saber recordar es lo que importa

3. Las fallas del aprendizaje:

a. No deben ser nunca respetadas


b. Deben ser respetadas
c. Deben respetarse siempre

4. Si el lector se diese cuenta del número de gente que ha pasado por la escuela primaria
sin dificultades, y que sin embargo:

a. Están desvalidas ante múltiples aspectos de la vida


b. No tienen armas como para poder afrontar la vida
c. No saben integrar los conocimientos

5. El verdadero mérito del que enseña estriba en:

a. Saber enseñar llegando a una aptitud global, aunque no cubra a todos


b. No solamente en saber enseñar, sino en saber lo que se ha de enseñar
c. Saber lo que se ha de enseñar
d. Enseñar sometiendo a todos a un mismo ritmo, logrando así una aptitud global

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6. De no respetar la respuesta acertada del punto anterior, llegaríamos a la consideración:

a. Adultos problemas
b. Niños sicópatas
c. Adolescentes problemas
d. Niños problemas

7. El autor es:

a. Emilio López y Mira


b. Julio Mira y López
c. Emiliano Mira y López
d. Emilio Mira y López

TEXTO 2

LA VOZ HUMANA

La voz tiene especial significación en la oratoria. Una buena voz facilita la misión del
orador y le da un apoyo firme. Por lo general, se descuida en la vida cotidiana este aspecto
de la expresión oral y se disminuye así el interés de la conversación.

Para hablar en público, lo ideal sería satisfacer las cualidades que Quintiliano exigía: una
voz expedita, llena, suave, flexible, sana, dulce, amable, clara, limpia, penetrante y que no
dure en los oídos. Pero las cualidades vocales se traen desde el nacimiento. Habrá que
perfeccionar, pues, a partir de esas condiciones innatas, la calidad vocal. Lo principal es
darse cuenta de las virtudes o defectos de la propia voz, para aprovechar las primeras y
corregir, en lo posible, las segundas.
Hay tres elementos determinantes de la voz humana: el organismo el ambiente y la
personalidad. La parte orgánica condiciona la voz, pues ésta depende en gran parte de la
conformidad del aparato vocal y del estado físico general. El ambiente tiene también su
importancia, pues muchos hábitos elocutivos provienen de la imitación o del contagio,
como por ejemplo, la típica tonada o acento regional. Por último, la personalidad también
influye. La inteligencia, la entonación, la dicción, etc. revelan indudablemente el
temperamento, el carácter, el yo.
La voz humana tiene, como todo otro sonido, cualidades propias. Ellas son: tono, timbre,
cantidad e intensidad.

Tono es la altura musical de la voz. Según el tono, las voces humanas se clasifican en
agudas o graves. La escala de registros de altura permite clasificar a las voces masculinas,
por lo común en tres categorías: tenor, barítono y bajo. Existen también tipos de voces
intermedias. Desde el punto de vista oratorio, la mejor voz es la del barítono.
Timbre es el matiz personal de la voz. Es un fenómeno complejo y está determinado por el
tono fundamental y los armónicos o tonos secundarios. Por el timbre se reconoce a la

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persona que habla, aun cuando no se perciba. Hay voces bien timbradas y agradables, mas
las hay también blancas, roncas y chillonas.
Cantidad es la duración del sonido. Según la cantidad, los sonidos pueden ser largos o
breves, con toda la gama intermedia de semilargos, semibreves, etc. La cantidad suele
depender, en general, de las características de cada idioma, de los hábitos lingüísticos de las
regiones o países, de la sicología del habitante, etc.
Intensidad es la mayor o menor fuerza con que se produce la voz. Hay voces fuertes y
voces débiles.
En fonética, se denomina acento al conjunto de los anteriores elementos, cuya combinación
especial en cada idioma, y aun en cada individuo, da a ese idioma o habla una característica
distinta del francés o del inglés, pero dentro del área lingüística del mismo castellano, hay
un acento argentino, uno mexicano, y así tantos como los países donde se habla. La
diferencia de acentos existe también entre zonas o provincias de un mismo país y aun entre
zonas de una misma ciudad.
Por último, los sonidos tienen una distinta escala de perceptibilidad o alcance. Hay sonidos
que por propia naturaleza se escuchan desde más lejos, como la vocal a, mientras que otros
se escuchan sólo a menor distancia, como la u. Las voces tienen también distinto alcance o
perceptibilidad, según las personas.
Cantidad de palabras: 570

PRUEBA DE COMPRENSIÓN:

1. Para hablar en público debemos satisfacer las cualidades que exigía:


a. Sócrates
b. Quintero
c. Lorca
d. Quintiliano

2. Las cualidades vocales son:


a. Innatas y no perfectibles
b. En gran parte producto del medio
c. Son innatas y perfectibles
d. Son producto del medio que es el que se encarga de su perfección

3. Los elementos determinantes de la voz humana son:


a. El organismo y la personalidad
b. Organismo, ambiente y personalidad
c. El medio, las condiciones innatas y la imitación
d. Organismo, entonación e imitación

4. Cualidades propias de la voz humana:


a. Tono, timbre, cantidad e intensidad
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b. Tono, sonido, calidad e intensidad
c. Tono, timbre e intensidad
d. Tono, timbre, intensidad y calidad

5. Escala de registros de altura de las voces masculinas:


a. Soprano, barítono y bajo
b. Barítono y bajo
c. Tenor, barítono, bajo y tipos de voces intermedios
d. Tenor, soprano y bajo

6. Qué es cantidad y cómo pueden ser los sonidos según la misma:

...................................................................................................................................................
7. En fonética se denomina acento a:
a. La combinación de elementos de la voz humana
b. La mayor o menor fuerza con que se produce la voz
c. Los hábitos lingüísticos de las regiones o países
d. Las voces fuertes

8. Vocal que tiene mayor alcance:


a. a
b. o
c. u
d. e

TEXTO 3

CÓMO PENSAR EN LA VIOLENCIA Y LA JUSTICIA

¿Existe una guerra justa? Sobre esta cuestión gravita la sombra de un equívoco: como si se
discutiese si dos rectas paralelas son más pesadas que una raíz cuadrada. Trato de
comprender qué es lo que no funciona en el problema, y lo replanteo de otro modo.

Puesto que la violencia es mal, ¿existen casos en que una reacción violenta se justifica?
Nótese bien que justificable no significa justo y bueno: hay algo biológicamente injusto en
el hecho de cortar una pierna, pero en caso de gangrena se vuelve justificable.
Aun los sostenedores de la no violencia, en general consideran que hay violencias
justificables: hasta Jesús, frente al escándalo de los mercaderes en el templo, reaccionó de
manera un tanto brusca. No sólo las religiones reveladas sino también la moral natural nos
dicen que si alguien nos agrede o agrede a nuestros seres queridos, o a cualquier persona
inocente o indefensa, es natural que se reaccione violentamente hasta la eliminación del
peligro.

95
Y cuando se presenta la resistencia como modelo de violencia ―injusta‖ se quiere decir que,
frente a la presión ejercida por la violencia ajena, frente a una tiranía insostenible, la
rebelión de un pueblo se justifica. Para no dar lugar a dudas, se justifica que frente a la
agresividad de un dictador, la comunidad internacional reaccione violentamente.
El problema nace frente a la palabra guerra. Es una de esas palabras como ―átomo‖: la
utilizaba la filosofía griega y la utiliza la física contemporánea, pero con dos significados
distintos; en un tiempo era un corpúsculo indivisible y hoy es un conjunto de partículas.
Quien quiera leer a Demócrito en términos de física nuclear, o viceversa, no entendería
nada. Ahora bien, excepto el hecho de que en ambos casos han muerto personas, hay poco
en común entre las guerras púnicas y la Segunda Guerra Mundial.
Y hacia la mitad del este siglo se ha delineado un fenómeno guerra que, por extensión
territorial, resultados, posibilidades de control, reflejo sobre poblaciones vivientes de otras
partes del mundo, tiene muy poco en común con las campañas napoleónicas. En pocas
palabras, si en el pasado la justificable reacción violenta contra un prevaricador podía
asumir la forma de la guerra efectiva, hoy es una forma de violencia que no sirve para
contener al prevaricador, sino que, al contrario, le da ventaja.
En los últimos cuarenta y cinco años hemos asistido a otra forma del comportamiento
violento del presunto prevaricador (empleo estos términos prudenciales porque considero
que mi argumento podría ser aceptado tanto por EE.UU. como por la URSS.) que era la
guerra fría. Terrible, malvada, llena de violencia, amenazadora o expresa, partía del
concepto de que la guerra efectiva no habría dado ventaja alguna a los ―buenos‖.
La guerra fría fue el primer ejemplo de cómo el mundo se dio cuenta de que el concepto
guerra había cambiado y que una guerra moderna ya nada tiene que ver con los conflictos
clásicos, que veían finalmente a los vencidos por un lado y a los vencedores por el otro
(excepto pocos casos límite, como la victoria de Pirro).
Si me hubiesen preguntado qué forma de justa reacción violenta habría podido sustituir a la
guerra efectiva en el caso Saddam, habría respondido: un comportamiento ―frío‖ muy serio,
incluso despiadado, con escaramuzas de límites y un sistema de control —con legislación
de urgencia— por el cual todo industrial occidental que hubiera vendido a Saddam una sola
tachuela, terminase en la cárcel; en el término de un año, su tecnología de ofensa o defensa
resultarían totalmente obsoletas. Buen juicio, tardío sin embargo.
El buen juicio de siempre, y de mañana, nos dice que si alguien te ataca con un cuchillo,
tienes el derecho de responder al menos con el puño; pero si eres Superman y sabes que
dando un puñetazo lanzas al adversario a la luna, que el impacto provoca la desintegración
de nuestro satélite, que el sistema de la gravitación entra en tilt, que Marte choca con
Mercurio, y así por el estilo, entonces piensas un momento, incluso porque podría ocurrir
que la catástrofe gravitacional fuese exactamente lo que tu adversario quería. Y lo que
precisamente no deberías concederle.
Umberto Eco.

96
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:

1. Puesto que la violencia es mal, justificable significa:


a. Justo y necesario
b. Justo y bueno
c. Injusto y justo
d. Ninguna de las anteriores

2. Consideran que hay violencias justificables:


a. Aún los sostenedores de la no violencia
b. Aun los sostenedores de la no violencia

3. No sólo las religiones reveladas nos dicen que si alguien nos agrede es natural que se
reaccione violentamente, sino también:
a. La educación
b. La constitución
c. La moral natural

4. Es un modelo de violencia justa:


a. La subversión de un grupo
b. La rebelión de un pueblo
c. La violencia juvenil
5. El autor compara la palabra ―guerra‖ con................... porque............................................
...................................................................................................................................................
6. Hoy la guerra efectiva no sirve para contener al................ sino que, al
contrario,....................
a. Fenómeno – lo justifica
b. Violento – lo justifica
c. Prevaricador – le da ventaja

7. Fue el primer ejemplo de cómo el concepto de guerra había cambiado:


a. La guerra fría
b. La guerra efectiva
c. La guerra sucia

8. El buen juicio nos dice que si alguien te ataca con un cuchillo, tienes el derecho de:
a. Responder al menos con otro cuchillo
b. Responder al menos con el puño
c. Responder al menos con un arma blanca
d. Responder al menos con una denuncia

9. Es el título del texto:


a. Cómo pensar en la violencia y la justicia
b. Como pensar en la violencia y la justicia

97
c. Como pensar en la justicia y la violencia
d. Cómo pensar en la justicia y la violencia

10. El autor del texto es:


a. Alvin Toffler
b. Humberto Ecco
c. Umberto Eco

TEXTO 4
En febrero de 1924 en la universidad de Leipzig nació un mono. El mismo día, la mujer del
doctor Sven Brennan dio a luz un hijo varón. El doctor Brennan se llevó a casa el cachorro
de chimpancé y lo situó en la misma habitación de su hijo y empezó a educarlos
paralelamente. Esto significa que ambos sufrieron las mismas influencias, la misma
nutrición y de la misma manera el medio social era idéntico. Venciendo cierta lógica
repugnancia, el matrimonio hizo objeto a ambos bebés del mismo trato afectivo, y
comenzaron a vivir. Desde los nueve a los dieciocho meses el partido se empata.
Responden a los mismos test con similar acierto. La única diferencia es que el pequeño
mono es más hábil manualmente y el pequeño hombre mantiene más tiempo la atención
concentrada en el mismo objeto. Pero, de pronto, llega el momento en que el desarrollo del
mono se detiene y el del niño toma un nuevo impulso: el límite entre el hombre y la bestia,
el umbral del lenguaje. El chimpancé puede emitir sonidos, gritos de placer o dolor, pero
estos gestos vocales permanecen en el mono indisolublemente atados a la emoción y no
sabe emplearlos con independencia de la situación que los provoca.

El hombre independiza su mundo de sonidos de las circunstancias y hasta llega a crear las
circunstancias por medio de las palabras. Es en ese instante cuando el hombre descubre que
la información es una arma tremenda. Sucede que al nombrarlas conoce la señal, es decir, la
reacción condicionada a una situación, reconocida globalmente, pero imposible de ser
analizada en su detalle.

El hombre habla con palabras y la palabra tiene un único inalterable valor: la palabra es el
nombre de las cosas y las ideas; la información es el nombre de las situaciones, y esto los
torna en amos del mundo.
__________________________________
Tomado de Teoría de la Persuasión.
Autores: Alisyus Fenwich y Hugo Ezequiel Lezama

Cantidad de palabras: 334

PRUEBA DE COMPRENSIÓN:

1. El nacimiento del mono y el niño fue en el año:


a) 1925
b) 1914
c) 1934

98
d) 1924

2. Hasta los dieciocho meses de vida ambos desarrollan iguales aptitudes, salvo que:
a) El niño habla y el mono, no.
b) El mono es más hábil manualmente y el niño se concentra mejor en un objeto.
c) El niño es mimado por sus padres lo que produce en él una sensible mejoría en su
desarrollo.
d) No hay ningún tipo de diferencias.

3. Los padres trataron al mono y al niño:


a) De la misma manera.
b) Lógicamente, trataron con preferencia al niño.
c) Hicieron diferencias notorias.
d) El mono les causaba repugnancia.

4. La diferencia posterior en el mayor desarrollo del hombre estuvo determinada por:


a) Su mejor adaptación.
b) Su mayor flexibilidad.
c) La influencia positiva de sus padres.
d) El lenguaje.

5. El mono puede emitir sonidos:


a) y utilizarlos de forma parecida al hombre.
b) pero no sabe emplearlos con independencia de la situación que los provoca.
c) y hacer un uso relativamente independiente de los mismos.
d) y utilizarlos de igual manera que el hombre.

6. Cuando el hombre observa que puede crear circunstancias por medio de las
palabras, descubre:
a) que la información es una arma tremenda.
b) que la información es una arma relativa.
c) que la información no le sirve para nada.
d) que el razonamiento es importante.

7. El nombre del doctor de la experiencia es:


a) Gurson
b) Carlson
c) Brennan
d) Rossen

TEXTO 5
La destreza en el uso del lenguaje se desarrolla con tanta rapidez y funciona tan sin
tropiezos que tendemos a tomar nuestras facultades lingüísticas como algo natural. La
mayoría de los niños de tres años pueden pronunciar oraciones gramaticales simples y
ejecutar órdenes sencillas. Casi todos los chicos de diez años en nuestra sociedad saben leer

99
y escribir en un nivel elemental, y la mayor parte de los adultos pueden leer una novela en
un día o escribir varias cartas en una tarde.
Nuestras potencialidades lingüísticas son aún más impresionantes. Trasladados a una
cultura extranjera, particularmente desde niños, podemos aprender fácilmente las frases
básicas de otro idioma, y todos nosotros, bilingües o no, somos capaces de dominar
diversos códigos relacionados con el lenguaje: el sistema numérico (arábigo o romano), la
notación musical, el alfabeto Morse o los logotipos familiares de distintos productos
comerciales.
La pérdida de diversas capacidades lingüísticas por un adulto, por lo demás normal, es un
hecho trágico, de consecuencias tan devastadoras como la ceguera, la sordera o la parálisis
(que a menudo la acompaña). Al estar privado de la posibilidad de comunicarse a través del
lenguaje y otros canales relacionados con éste, el individuo queda segregado del mundo de
los significados. La pérdida del lenguaje es bastante infrecuente en personas jóvenes, que
son menos susceptibles a muchas de las causas de las lesiones cerebrales, pero se vuelve
cada vez más común con el avance de la edad. Alrededor de un cuarto de millón de
individuos sufre deterioros lingüísticos cada año. El alcance y la duración de la incapacidad
lingüística varía mucho, pero un porcentaje significativo de los individuos afectados queda
con deficiencias permanentes. Los que sufren la pérdida del lenguaje como resultado de un
daño cerebral son víctimas de una extraña afección llamada afasia.
Los individuos afásicos no siempre son inmediatamente reconocibles. Un paciente a quien
entrevisté hace poco parecía perfectamente normal cuando entró en la habitación: contador
jubilado, de sesenta y dos años, bien vestido y de buen aspecto. Respondió a mis primeras
preguntas en forma apropiada y con una rapidez que sugería que no tenía ningún problema.
Sólo cuando le di la oportunidad de hablar un poco más se pusieron en evidencia la
intensidad y la índole de su afasia. Se llamaba Tomás Gómez y padecía un trastorno del
lenguaje relativamente común, denominado afasia de Wernicke. Los pacientes con este
trastorno no tienen ninguna dificultad para producir lenguaje; por el contrario, sus palabras
fluyen con demasiada libertad y a veces cuesta hacerlos callar. Tampoco tienen problemas
para producir las palabras que estructuran y modulan el lenguaje: ―si‖, ―y‖, ―de‖, etc. Pero
cuando tratan de emplear determinadas palabras que se refieren a personas, objetos, hechos,
propiedades (esto es, sustantivos, verbos, adjetivos), estos pacientes manifiestan una gran
dificultad. Como observé varias veces en el caso del señor Gómez, los afásicos suelen ser
incapaces de emitir las palabras exactas que quieren decir y emiten enunciados
incoherentes, casi carentes de sentido.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
1. El texto se centra en la afasia como:
a. El deterioro de una facultad natural en épocas tempranas.
b. La pérdida del lenguaje como resultado de daño cerebral.
c. Una forma de distorsión del lenguaje en su función verbal.
d. Un severo trastorno del habla producido por una parálisis.
e. Una enfermedad fácilmente reconocible por las personas.

2. En el texto, la palabra SEGREGADO se entiende como:

100
a. Distorsionado
b. Discriminado
c. Separado
d. Generado
e. Violentado

3. El problema fundamental de los afásicos de Wernicke es de índole:


a. Semántica
b. Fonética
c. Motora
d. Auditiva
e. Emocional

4. Si el pensamiento dependiera esencialmente del lenguaje, entonces:


a. El lenguaje sería una herramienta meramente formal.
b. Los afásicos sólo podrían pensar de manera abstracta.
c. Sólo pocos afásicos podrían reconocer rostros humanos.
d. La comprensión musical sería posible en los afásicos.
e. Una afasia grave implicaría un fuerte deterioro mental.

5. El hecho de que un afásico pueda resolver un enigma laberíntico demostraría que:


a. El lenguaje es fundamentalmente una estructura cognitiva.
b. La afasia es una enfermedad fácilmente reversible.
c. La afasia es una enfermedad que no debería preocupar.
d. El pensamiento y el lenguaje son independientes.
e. El cerebro humano está equipado para resolverlo todo.

6. Con respecto al tema de la afasia, el autor se presenta como un:


a. Especialista
b. Filósofo
c. Iconoclasta
d. Divulgador
e. Diletante

7. El autor presenta las capacidades maravillosas del lenguaje humano con el fin de:
a. Rebatir viejas creencias sobre las causas de la afasia de Wernicke.
b. Establecer la diferencia esencial entre el hombre y los animales.
c. Ilustrar el terrible drama por el que pasan quienes sufren de afasia.
d. Analizar la facultad de lenguaje en términos puramente sintácticos.
e. Demostrar que el lenguaje humano es la esencia del simbolismo.

8. Se puede inferir del texto que un afásico de Wernicke:


a. Desarrolla el mal por una base genética.
b. Tiende a ser taciturno y muy distraído.
c. Necesita un diagnóstico especializado.
d. Sólo tiene problemas de memoria.
e. Emplea correctamente los sustantivos.
101
9. Podemos predecir que un discurso de un afásico de Wernicke:
a. Estará lleno de balbuceos.
b. Se entenderá fácilmente.
c. Sólo empleará preposiciones.
d. Será un completo galimatías.
e. Carecerá de conectores.

10. Se infiere del texto que un joven afásico es un hecho:


a. Imposible
b. Frecuente
c. No diagnosticable
d. Insólito
e. Incomprensible

TEXTO 6
A una edad muy temprana los niños pueden identificar todo tipo de sonidos, incluso
aquellos que no forman parte de su entorno lingüístico. Si una hablante adulta de castellano
escucha los sonidos complejos de una lengua bantú, no será capaz de captar la diferencia
entre ellos, del mismo modo que cuando aprende inglés pasa un mal rato para distinguir las
vocales de esta lengua. De hecho, los niños en estado de balbuceo pueden producir sonidos
diferentes a los de la lengua a la que están expuestos, sin que importe su entorno
lingüístico. Sin embargo, con el tiempo, éstos se perderán inexorablemente. Ciertos
experimentos dan cuenta de esta habilidad del recién nacido para articular y reconocer
sonidos del habla diferentes. Estos experimentos no pueden ser intrusivos, de manera que
deben realizarse ingeniosamente. De esta manera, Eimas, Siqueland, Jusczyk, y otros
investigadores, le daban chupetes al bebé para grabar los patrones de succión. Esta técnica
experimental se basa en el descubrimiento de que cuando los bebés están sorprendidos
dejan de succionar y cuando se aburren vuelven a hacerlo. El experimentador pone una
cinta que repite, por ejemplo, una [p]; después de unas cuantas repeticiones el bebé se
aburre y empieza a succionar. Entonces cambia de repente de [p] a [b] y el bebé deja de
succionar, lo que indica que la ha reconocido como distinta de la [p]. La edad crítica para
este tipo de experimento discriminatorio es a menudo bastante menos de doce meses,
tiempo en el cual ya no son capaces de distinguir elementos que no se den en su entorno
lingüístico.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
1. El tema central del texto es:
a. La capacidad de los bebés para reconocer diversos sonidos a la luz de un
experimento ingenioso.
b. La distinción de sonidos de una lengua natural en personas adultas y en niños
menores de un año.
c. La incapacidad que posee un neonato para reconocer los sonidos que forman parte
de su lengua.
d. Los patrones de succión que permiten definir cuándo un niño se encuentra atento o
aburrido.

102
e. El diseño experimental que permite, a partir de los grados de succión en un niño de
cualquier edad, discriminar sonidos.

2. La palabra INEXORABLEMENTE en el texto adquiere el sentido de:


a. Decididamente
b. Peligrosamente
c. Afectadamente
d. Inevitablemente
e. Definitivamente

3. Resulta incompatible con el desarrollo textual afirmar que:


a. La falta de interés en el bebé, respecto de ciertos sonidos de su lengua, se miden a
partir de la succión.
b. Los bebés solamente pueden reconocer y producir sonidos de la lengua materna a la
que están expuestos.
c. El diseño experimental planteado por Eimas solamente se puede realizar hasta antes
de que el niño cumpla un año.
d. Las personas adultas son incapaces de distinguir los sonidos que son ajenos a su
lengua materna.
e. Los niños con el tiempo pierden la capacidad para articular sonidos diferentes de los
que pertenecen a su propia lengua.

4. Se deduce del texto que la experimentación con niños:


a. Se realiza de una forma similar a la experimentación con especies animales como
los ratones.
b. Son estériles para determinar en qué medida el neonato es capaz de reconocer
sonidos.
c. Únicamente se realiza a través de la medición de la forma en que el niño succiona o
deja de succionar.
d. Se realiza indiscriminadamente en el mundo para determinar la capacidad para
reconocer sonidos.
e. Debe realizarse de forma cuidadosa y natural, de forma que no afecte el desarrollo
de éstos.

5. Si los niños succionaran irrefrenablemente cuando se trasmiten sonidos distintos:


a. Su capacidad para distinguir segmentos de habla y producirlos no se perdería de
manera inevitable.
b. El entorno lingüístico tendría que considerarse como determinante en la adquisición
lingüística.
c. Bastaría con probar que las personas adultas son capaces de emitir sonidos
complejos de otras lenguas.
d. Tendrían que implementarse grabaciones adicionales para constatar la
discriminación auditiva del niño.
e. El experimento para detectar la habilidad del niño en la discriminación de éstos
sería inviable.

103
TEXTO 7
Blaise Pascal argumentó que, aunque no sabemos de modo seguro si Dios existe, lo
racional es apostar que sí existe. La razón es que, aun cuando la probabilidad de la
existencia de Dios fuera extremadamente pequeña, tal pequeñez sería compensada por la
gran ganancia que se obtendría, o sea, la gloria eterna. Dicho con otras palabras, la utilidad
esperada de creer es grande aun cuando la probabilidad en cuestión sea sumamente
pequeña. Este razonamiento contiene un supuesto que es a la vez científicamente falso,
filosóficamente confuso, moralmente dudoso y teológicamente blasfemo; esto es, que la
existencia de Dios es una cuestión de azar. En efecto, para empezar ninguna ciencia puede
calcular o medir la probabilidad de la existencia de Dios. En segundo lugar, el argumento
incluye la confusión entre la plausibilidad de una proposición y la probabilidad de un
hecho. Además, los creyentes religiosos honestos se muestran reticentes respecto a la
sugerencia de creer porque resulta conveniente. Y, por supuesto, los teólogos sostienen
que Dios no es ni mucho menos una criatura casual, sino que es el único ser necesario.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
1. Fundamentalmente, el texto trata acerca de:
a. La existencia divina como hecho firmemente establecido.
b. Lo inviable del proyecto de demostrar la existencia de Dios.
c. El dilema ético acusado por la apuesta de Blaise Pascal.
d. La contundente refutación del razonamiento de Pascal.
e. Pascal como un célebre hereje de la tradición cristiana.

2. La expresión MOSTRARSE RETICENTE entraña una muestra de:


a. Envanecimiento
b. Desaprobación
c. Animadversión
d. Malquerencia
e. Desinformación

3. Una aserción incompatible con el texto afirmaría que:


a. La apuesta de Pascal es teológicamente injuriosa.
b. Pascal confunde las proposiciones y los hechos.
c. Pascal podría ser catalogado como oportunista.
d. El razonamiento en cuestión es claramente falaz.
e. Dios es una entidad sometida a la contingencia.

4. Se puede inferir que la apuesta de Pascal estaría más emparentada con la


concepción:
a. Positivista
b. Escéptica
c. Pragmatista
d. Platónica
e. Naturalista

104
5. Si la estadística pudiera calcular con precisión la probabilidad de la existencia de
Dios:
a. La teología empezaría el camino hacia la formalización de sus asertos.
b. Se confirmaría fehacientemente la tan cuestionada existencia de Dios.
c. Los matemáticos no tendrían más remedio que convertirse en creyentes.
d. Pascal se adheriría al escepticismo como postura con respecto a Dios.
e. La refutación de Pascal tendría que omitir las consideraciones científicas.

TEXTO 8
A juicio de Korial, un fenómeno íntimamente relacionado con la sensación de saber es un
desconcertante estado denominado tener algo ―en la punta de la lengua‖. Esta sensación,
que ofrece una excelente oportunidad para investigar los procesos vinculados a la selección
y producción de palabras, se refiere a la dificultad momentánea para ubicar una palabra,
perteneciente al léxico o vocabulario del sujeto, a la que se puede acceder en otros
momentos. La palabra que tiene esta sensación está segura de ―saber‖ la palabra buscada,
aunque no puede traerla a la mente en ese momento.

Una de sus características más llamativas es la accesibilidad de una parte de la información


fonológica: el sujeto puede recordar el número de sílabas, si lleva o no acento y dónde, o
los sonidos inicial y final. Además, con frecuencia, le vienen a la mente, de forma repetida
e involuntaria, palabras relacionadas con la que se desea recordar; esos términos no
deseados (denominados intrusos, estorbos o alternativas persistentes) comparten con la
palabra buscada algunos rasgos fonológicos, sintácticos e incluso semánticos. Estas
palabras competidoras no deseadas también pueden ser presentadas por el experimentador ;
esto mismo ocurre con todo el fenómeno, que puede ser provocado experimentalmente de
múltiples modos, lo que ha contribuido a una cierta desmitificación del mismo.

Esta experiencia parece indicar que la tarea de recuperar una palabra del vocabulario
mental implica algo más que una simple ojeada al mismo; además de identificar el concepto
adecuado para transmitir una idea, el hablante debe encontrar o elaborar una forma verbal
que denote este concepto. La dificultad de esta segunda fase es decisiva para precipitar la
sensación ―en la punta de la lengua‖. La red de significados continúa activada,
posibilitando el acceso a la información semántica sobre la palabra que se desea recordar,
pero al menos una información fonológica parece inaccesible.

PRUEBA DE COMPRENSIÓN:

1. La sensación ―en la punta de la lengua‖ se entiende en el texto como:


a. La inaccesibilidad temporal de una palabra integrante de nuestro léxico.
b. La inasequibilidad de una gran parte de nuestra información fonológica.
c. La seguridad de saber una palabra que ya no vale la pena recordar más.
d. La posibilidad de identificar el concepto adecuado para transmitir una idea.
e. El surgimiento repetido e involuntario de sílabas o términos no deseados.

105
2. Es incompatible con el texto afirmar que, durante el fenómeno ―en la punta de la
lengua‖.
a. Es posible el acceso de, al menos, una parte de la información fonológica.
b. Sólo se puede recordar las palabras que suenan igual a la palabra buscada.
c. El sujeto está seguro de ―saber‖ la palabra buscada, pero no la recuerda.
d. Se presentan de forma involuntaria las llamadas ―alternativas persistentes‖.
e. Es posible el acceso a la información semántica sobre la palabra buscada.

3. En el texto, la palabra ACCESIBILIDAD hace referencia directa a la acción de:


a. Evocar
b. Ingresar
c. Consentir
d. Atender
e. Aceptar

4. Si la palabra buscada no perteneciera al vocabulario del sujeto:


a. La cantidad de términos no deseados se incrementaría.
b. No se produciría el fenómeno ―en la punta de la lengua‖.
c. Éste podría recordarla si n demandarle mayor esfuerzo.
d. La función semántica permitiría su fácil recuperación.
e. Éste prescindiría de la red de significados que posee.

5. De lo referido en el texto, se puede inferir que el fenómeno ―en la punta de la


lengua‖ implica, sobre todo, una dificultad de orden:
a. Lexical
b. Semántico
c. Sintáctico
d. Gramatical
e. Fonológico

106
CUARTA UNIDAD

107
4. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN

4.1 EL PROCESAMIENTO

Los descubrimientos científicos nunca se aceptan al pie de la letra. El investigador es el


responsable del proceso que conduce a dichos descubrimientos: debe describir las
condiciones en que obtiene los datos, justificar los pasos analíticos seguidos y procurar en
todo momento que el proceso no sea tendencioso, en el sentido de favorecer cierta clase de
hallazgos en detrimento de otros. Es necesario que el proceso sea explícito para que otros
puedan evaluar su labor, reproducir dicho proceso o restringir sus hallazgos.

La red de pasos analíticos mediante los cuales se procesa información se denomina


―proyecto o diseño de la investigación‖. Este diseño da cuenta de la manera en que se
obtienen los datos y de lo que se hace con ellos en el curso del análisis, y proporciona
instrucciones a otras personas acerca de lo que deben hacer si pretenden reproducir los
resultados. Todo informe de investigación debe contener una descripción del proyecto de
investigación.

En el caso del análisis de contenido, el proyecto o diseño de investigación en su conjunto


debe adecuarse al contexto del cual provienen los datos o con respecto al cual se analizan
éstos. Los proyectos de investigación para el análisis de contenido tienen que ser sensibles
al contexto. Debe existir alguna correspondencia, explícita o implícita, entre el
procedimiento analítico y las propiedades pertinentes del contexto.

Los proyectos de investigación para el análisis de contenido tienden a ser de naturaleza


secuencial. En ellos, cada paso sigue a uno anterior, y las decisiones sobre su
procedimiento determinado no se toman (ni se consideran) según el resultado del
procedimiento siguiente.

Podemos distinguir tres tipos de proyectos: los proyectos para evaluar, los proyectos para
poner a prueba la posibilidad de sustituir y los proyectos para poner a prueba hipótesis.
Estos últimos consisten en comparar los resultados de un análisis de contenido con datos
obtenidos de manera independiente y con datos sobre fenómenos no inferidos mediante la
técnica.

Componentes del análisis de contenido

1. Formulación de los datos

Un dato es una unidad de información registrada en un medio duradero, que se distingue de


otros datos, puede analizarse mediante técnicas explícitas y es pertinente con respecto a un
problema determinado. Los datos no son hechos absolutos.

108
Los datos deben transportar información, en el sentido de suministrar el nexo entre las
fuentes de información y las formas simbólicas espontáneas, por un lado, y las teorías,
modelos y conocimientos concernientes a su contexto, por el otro. Los datos deben ser
representativos de fenómenos reales.

La necesidad de registrar los datos en un medio duradero se desprende de la


reproducibilidad. Sólo los registros con cierto grado de perdurabilidad son reanalizables. El
sonido de la voz humana se desvanece poco después de emitida y no puede, por lo tanto,
considerarse como un dato. Con el fin de someterla a un análisis de contenido, el habla
humana debe aparecer escrita o, al menos, registrada en cinta magnetofónica.

La necesidad de que los datos sean analizables mediante técnicas explícitas los relaciona
con la capacidad analítica del investigador. Pocos años atrás, la palabra escrita no podía
considerarse un dato, ya que requería intérpretes humanos para conferirle sentido. Con el
advenimiento de los procesadores de datos lingüísticos, tanto las palabras sueltas, como las
frases, párrafos, capítulos y libros enteros son aceptados como datos. Una tendencia
permanente de la historia de la ciencia es someter un número creciente de fenómenos a la
medición y el análisis.

En el análisis de contenido, los datos emergen por lo general a partir de formas simbólicas
complejas, enunciadas en un lenguaje espontáneo. Las historietas, apuntes privados, obras
literarias, telenovelas, anuncios publicitarios, filmes, discursos políticos, documentos
históricos, interacciones en pequeños grupos, entrevistas o acontecimientos sonoros, tienen
cada cual su propia sintaxis y semántica, y rara vez es posible analizar estos fenómenos en
su manifestación original. En el interior de estas formas no estructuradas deben cumplirse
los siguientes requisitos:

- Los fenómenos de interés deben distinguirse y dividirse en unidades de análisis


separadas, lo cual plantea el problema de la determinación de las unidades.
- Estas unidades pueden presentarse en una cantidad tan grande que no permita un
manejo fácil, lo cual plantea el problema del muestreo de una porción más
pequeña a partir de todas las unidades posibles.
- Cada unidad debe codificarse y describirse en forma analizables, lo cual plantea
problemas de registro.

Determinación de las unidades

La primera tarea de toda investigación consiste en decidir qué se ha de observar y registrar,


y lo que a partir de ese momento será considerado un dato. Hay buenas razones para utilizar
el plural ―datos‖ en lugar del singular, ya que toda investigación abarca una multitud de
unidades portadoras de información. La determinación de las unidades comprende su
definición, su separación teniendo en cuenta sus respectivos límites y su identificación para
el subsiguiente análisis.

109
Tipos de unidades de análisis

a. Unidades de muestreo

Son aquellas porciones de la realidad observada o de la secuencia de expresiones de la


lengua fuente que se consideran independientes unas de otras. Aquí ―independientes‖ es
sinónimo de no relacionadas, no ligadas entre sí, no ordenadas o libres, de modo que la
inclusión o exclusión de una unidad de muestreo cualquiera como dato en un análisis carece
de consecuencias lógicas o empíricas en lo que se refiere a las relaciones entre otras
unidades.

Puede servirnos de ejemplo un discurso político. Si el oyente común reacciona frente a él


de una manera holística o total, diciendo que el orador le gusta o le disgusta, que atrae o no
su simpatía, para el analista político, en cambio, el discurso aborda varias cuestiones
separadas. Puede, entonces, dividirlo y, haciendo caso omiso de las conexiones entre esas
partes, sondear los detalles estructurales de algunas de ellas o de todas con el fin de poner
de relieve las actitudes o las pautas de razonamiento del orador. Un lingüista, por el
contrario, probablemente dividirá el discurso en frases. Como no hay reglas gramaticales
que consideren una construcción frasal dependiente de otra, no verá la necesidad de
considerar unidades mayores que la frase. Para él, el conjunto de frases contiene toda la
información pertinente para explorar la actuación lingüística del orador. Por otra parte, un
programa de ordenador que se aplique al cómputo de palabras, al dejar de lado su posición
sintáctica, determinará las unidades del texto de un modo que resultará inútil para el
lingüista. Análogamente, el analista político considerará de escaso interés el conjunto de
frases establecidas por el lingüista, ya que sus conocimientos proceden de la organización
semántica y retórica del discurso, que es ignorada por el lingüista al determinar sus
unidades.

b. Unidades de registro

Las unidades de registro se describen por separado y pueden considerarse partes de una
unidad de muestreo que es posible analizar de forma aislada. Aunque las unidades de
muestreo tienden a poseer límites físicamente discernibles, las distinciones entre las
unidades, en cambio, son el resultado de un trabajo descriptivo. Holsti (1969) define una
unidad de registro como ―el segmento específico de contenido que se caracteriza al situarlo
en una categoría determinada‖. Las dependencias que podrían existir dentro de las
unidades de muestreo se mantienen en la descripción individual de su unidad de registro.

Una costumbre habitual en el análisis es definir estructuralmente unidades más amplias. En


dichas definiciones, debe ser posible identificar una cierta estructura entre las unidades
menores para que la unidad más amplia sea admisible con vistas al análisis. Un buen

110
ejemplo es el esquema llamado ―acción-actor-objetivo‖, donde cada uno de éstos puede
caracterizarse de forma individual y, por lo tanto, analizarse separadamente, pero los tres
deben coocurrir en una unidad de registro si la meta es analizar las coocurrencias que se
producen entre las unidades.

c. Unidades de contexto

Las unidades de contexto fijan límites a la información contextual que puede incorporarse a
la descripción de una unidad de registro. Demarcan aquella porción del material simbólico
que debe examinarse para caracterizar las unidades de registro. En un estudio, los autores
solicitaron a los sujetos que juzgaran de qué manera se evaluaban símbolos del tipo
―democracia‖, utilizando como unidades de contexto una frase, un párrafo, tres frases y un
artículo completo. Aunque en general los cuatro métodos coincidieron entre sí en cuanto a
la dirección de la orientación (favorable, neutral, desfavorable), difirieron en cuanto a su
intensidad. A medida que aumentaba el tamaño del contexto, disminuía significativamente
el número de evaluaciones neutrales.

En conclusión, las unidades se distinguen de acuerdo con la función que desempeñan en el


análisis. Las unidades de muestreo interesan para el muestreo y sirven de base para los
estudios de tipo estadístico. Las unidades de registro, en su conjunto, son portadoras de la
información dentro de las unidades de muestreo y sirven de base para el análisis. Y las
unidades de contexto se refieren al proceso de descripción de las unidades de registro.

PROCEDIMIENTOS PARA DEFINIR LAS UNIDADES

Pese a las diferencias funcionales que existen entre ellos, la mayoría de los análisis aplican
uno o más de cinco procedimientos distintos para fijar e identificar estas unidades:

1. Unidades físicas

Algunas unidades parecen tan obvias que casi no vale la pena dedicarles atención especial:
un libro, un informe financiero, un tema tratado por un periódico o un póster, son todas
ellas unidades físicamente determinadas, y si parecen obvias es porque el límite del
mensaje o enunciado que contienen coincide con el límite del medio por el cual se trasmite.

Aun cuando los sucesos sean continuos o el flujo de las expresiones de la lengua fuente
muestre pocos límites naturales, pueden imponérseles divisiones físicas. Las unidades
físicas dividen un medio de acuerdo con el tiempo, la longitud, el tamaño o el volumen, y
no de acuerdo con la información que trasmiten.

2. Unidades sintácticas

111
Las unidades y elementos sintácticos son ―naturales‖ en relación con la gramática de un
determinado medio de información. No exigen emitir juicios sobre el significado. La
palabra es la unidad más pequeña de los documentos escritos, y en lo que concierne a la
fiabilidad, la más segura.

Unidades sintácticas de medios no verbales son los espectáculos de televisión, los diálogos
en las obras teatrales, cada una de las noticias que se trasmiten en una emisión radiofónica
o los planos en los filmes. Reconocer las unidades sintácticas requiere familiaridad con el
medio.

3. Unidades referenciales

Las unidades pueden definirse a partir de determinados objetos, sucesos, personas, actos,
países o ideas a los que se refiere una expresión. De esta manera al presidente de Perú
puede ser aludido llamándole simplemente ―él‖ (cuando el contexto establece
inequívocamente de quién se trata), o el ocupante de la casa de gobierno entre 1985 y
1990‖. Todas estas expresiones designan a la misma persona, aunque de manera distinta, y
poco importa que la referencia abarque una palabra o muchas, que sea directa o indirecta.

Las unidades referenciales son indispensables cuando se trata de cerciorarse del modo en
que se describe un fenómeno existente.

4. Unidades proposicionales (y núcleos de significado)

El uso exclusivo de unidades referenciales implica que el lenguaje de datos reconoce


simplemente los objetos y sus atributos: no aborda todas las complejidades de la lengua
natural. Una manera de establecer unidades algo más complejas es exigir que posean
determinada estructura: quién-hace-qué-en qué condiciones. Esta forma de establecer los
núcleos de significado de una frase compleja dividiéndola en unidades proposicionales es la
base para evaluar el análisis de aseveraciones.

Holsti instruyó a los codificadores para que editaran y reformularan los documentos
políticos teniendo en cuanta un marco de referencia de la acción que contenía las siguientes
unidades:

- El sujeto que percibe y los modificadores incorporados.


- El sujeto que percibe, distinto del autor del documento, y los modificadores
incorporados.
- Lo percibido y los modificadores incorporados.
- La acción y los modificadores incorporados.
- El objeto sobre el cual se actúa (distinto del actor-objetivo) y el modificador
incorporado.
- El verbo auxiliar modificador

112
- El objetivo y los modificadores incorporados.

5. Unidades temáticas

Las unidades temáticas se identifican por su correspondencia con una definición estructural
particular del contenido de los relatos, explicaciones o interpretaciones. Se distinguen entre
sí sobre bases conceptuales, y del resto del material irrelevante por poseer las propiedades
estructurales deseadas.

Las unidades temáticas exigen una profunda comprensión de la lengua fuente, con todos
sus matices de significado y contenido. Aunque a menudo los lectores corrientes pueden
reconocer fácilmente los temas, no les es tan fácil, por lo general, identificarlos de manera
fiable. Aunque para juzgar qué clase de unidades son las más significativas es importante
tener en cuenta el propósito de la investigación, puede que para muchos análisis de
contenido las unidades temáticas sean las preferibles; no obstante, a raíz de la larga serie de
operaciones cognitivas que conlleva su identificación, incluso los observadores mejor
entrenados pueden perderse con facilidad. Por lo tanto, habitualmente, el análisis de
contenido evita las unidades temáticas, o, a lo sumo, las utiliza para circunscribir el confuso
universo del cual se extraen la muestra o las unidades proposicionales.

En lo referente a la determinación de las unidades, puede establecerse como recomendación


general la siguiente: debe apuntarse a las unidades que sean empíricamente más
significativas y productivas, que puedan identificarse de manera eficiente y fiable, y que
satisfagan los requisitos de las técnicas disponibles. Esto suele exigir transigencia en
numerosos aspectos. A veces simplemente implica desprenderse de la información poco
fiable estableciendo unidades proposicionales en lugar de temáticas, o referenciales en
lugar de proposicionales.

113
4.2 EL ANÁLISIS

El Análisis consiste en estudiar o investigar la información evaluada con la finalidad de


adquirir el conocimiento de su significado dentro del marco de la situación que se está
estudiando o en función de las necesidades del usuario.

Pasos

Esta etapa del procesamiento comprende los pasos siguientes:

- El análisis propiamente dicho.


- La integración
- La interpretación

(1) El análisis propiamente dicho

Este paso consiste en descomponer la información en sus elementos que tengan sentido en
relación con la situación en estudio o con las necesidades del usuario y establecer sus
interrelaciones desde dicha perspectiva, con la finalidad de contar con elementos de juicio
para comprender la información y deducir, más adelante, su significado.

El análisis propiamente dicho se efectúa realizando un examen minucioso de los elementos


de la información para determinar el grado en que coinciden, se complementan o
contradicen, estableciendo sus relaciones. Estas relaciones son más importantes que los
elementos mismos considerados separadamente.

El procedimiento para realizar el análisis propiamente dicho exige:

a. Descomponer la información que se está analizando en tantos elementos con unidad de


sentido como sea pertinente.
b. Someter cada elemento desagregado a un examen acucioso para precisar si coincide, se
complementa o contradice con los otros elementos, con la finalidad de comprenderlo y
precisar su significado dentro de la información.

En este paso debe tenerse presente que el significado de los hechos es muy importante. Los
hechos, por sí solos normalmente expresan muy poco sobre su significado, por lo que es
necesario desagregarlos, relacionar los elementos entre sí para comprenderlos y precisar su
significado.

(2) La Integración

La integración consiste en ensamblar los elementos desagregados en el análisis


propiamente dicho y cruzar con la información confirmada afín disponible, para plantear
hipótesis sobre el significado de la información, dentro del marco de la situación existente o
de las necesidades del usuario.

114
La integración exige:

a. Ensamblar los elementos desagregados en el análisis propiamente dicho.


b. Cruzar la información ensamblada con la información confirmada afín disponible.
c. Plantear las hipótesis que muestren los posibles significados de la información.

Ensamblar los elementos desagregados significa juntar todos los elementos pertinentes para
formar un conjunto unificado.

Cruzar la información ensamblada con la información confirmada afín disponible significa


establecer las interrelaciones entre ambas con el objeto de encontrar aspectos que apoyen o
nieguen la información que se está procesando. Durante estas interrelaciones puede surgir
la necesidad de realizar una comparación crítica que consiste en cotejar dos o más
informaciones contradictorias sobre un mismo aspecto concreto y llegar a una conclusión
aceptable mediante el razonamiento lógico.

Plantear hipótesis significa expresar en cada una el posible significado de la información


que se está procesando en relación con la situación en estudio o con los requerimientos del
usuario.

Esta integración puede ser un proceso mental muy breve o muy extenso en función de la
naturaleza o características de la información. La integración, particularmente en el
planteamiento de hipótesis sobre el significado de la información, requiere de un buen
juicio y profundo conocimiento de los antecedentes esenciales de la situación en estudio.
En el planteamiento de las hipótesis, el analista debe evitar caer en opiniones preconcebidas
o hipótesis basadas únicamente en sus experiencias o preferencias personales.

Cualquiera sea el número de hipótesis sobre el significado de la información, todas deben


ser comprobadas. Para ello, es necesario previamente determinar las indicaciones que
racionalmente deberían existir para que la hipótesis pudiera ser considerada válida. La
comprobación de las hipótesis consistirá, entonces, en verificar la existencia o no de las
indicaciones, dentro de los límites de tiempo y medios disponibles. Acto seguido, después
de haber comprobado todas las hipótesis, el analista, empleando su razonamiento lógico,
debe realizar una comparación entre las hipótesis para determinar aquella que es la más
adecuada como expresión del significado de la información y que será considerada a partir
de ese momento como válida.

3. La Interpretación

La interpretación consiste en deducir el significado obtenido en el paso anterior, en relación


con la situación en estudio o con los requerimientos del usuario, así como, de ser posible,
predecir su desarrollo.

El análisis propiamente dicho y la integración han servido para conocer la información no


sólo internamente por medio de las interrelaciones entre sus elementos componentes y
externamente por intermedio del cruzamiento con otras informaciones confirmadas, sino
también para vislumbrar cómo la información encaja dentro de la situación general sobre la
115
cual se han planteado hipótesis o posibles respuestas a la pregunta: ¿qué significado tiene
esta información con relación a la situación general o a la necesidad del usuario?

Los pasos, análisis propiamente dicho e integración son una ayuda que contribuye a la
interpretación. El significado obtenido en la integración se complementa con su significado
deducido en la interpretación. La interpretación debe expresarse en forma clara, precisa y
concisa.

a. El análisis morfológico

Es una de las técnicas del análisis de informaciones. Consiste en interpretar los aspectos
externos más significativos con que se ha editado las mismas. En el caso de los medios
gráficos: dimensiones, tamaño de los caracteres tipográficos empleados, ubicación dentro del
ejemplar o dentro de las páginas. En cuanto a radio y televisión, los elementos a tomar en
cuenta serán: tiempo que se les dedica (minutos y segundos), momento o programa en el que
se difunden, ubicación que ocupan durante el programa, cantidad de veces que se reitera la
noticia, personaje que emite la información, presencia o no de imágenes ilustrativas, presencia
o no de antecedentes de archivo, trasmisión editada o en vivo.

Es empleado para evaluar informaciones en poco tiempo. Su principal ventaja práctica radica
en su capacidad de permitir una aproximación valedera al contenido de mensajes en corto
plazo.

b. El análisis de contenido

Técnica de investigación de textos orales, escritos, audiovisuales. Su finalidad es descubrir y


determinar los aspectos significativos del mensaje y, especialmente, establecer su contenido
ideopolítico y su intencionalidad inferir su probable impacto sobre el auditorio y "la respuesta
de éste".

1. El contenido ideopolítico responde a una determinada forma de concebir la realidad y


la sociedad (sistemas de reglas semánticas).

2. La intencionalidad está vinculada con la actitud adoptada por los destinadores en cada
contexto y cada coyuntura en que se producen y difunden los mensajes.

El Análisis de Contenido no se limita al examen del mensaje, sino a los componentes del
proceso de la información: Destinador – Grupo de Poder - comunicador - mensaje - medio -
destinatario - intención - respuesta.

* ¿Quién dice qué?


* ¿Por qué?
* ¿Para qué?
* ¿Con qué efectos?

116
Aplicaciones:

1. Inferencias del contenido del mensaje:


a. Determinar las tendencias de los mensajes.
b. Determinar el papel de los medios de información en el proceso de modelación
de la opinión pública.
c. Descubrir los contenidos ideológicos de los mensajes.
d. Detectar técnicas de propaganda.
e. Medir el nivel de legibilidad y comprensión de los materiales de información.
f. Descubrir aspectos estilísticos y su correspondencia con el contenido de los
mensajes.

2. Inferencias acerca del emisor/destinador.


a. Identificar la intencionalidad del destinador.
b. Determinar el estado síquico del destinador.
c. Detectar alianzas enmascaradas.

3. Inferencias acerca del blanco auditorio.


a. Conocer actitudes, intereses y valores de diversos grupos poblacionales.
b. Detectar cambios en los temas de interés para la población.
c. Medir las respuestas del blanco y la variación de conductas y actitudes debidas
a los mensajes emitidos con anterioridad.

4.3 MÉTODOS DE ANÁLISIS DE CONTENIDO

1. EL MÉTODO GRAMATICAL

La gramática generativa y transformacional considera a la lengua o idioma como una


estructura sistémica de signos lingüísticos, es decir, como un código. Es sistémico en la
medida que cada elemento de su estructura es fijo y ocupa un lugar significativo que ancla los
sentidos del discurso.

Según esta propuesta, el análisis gramatical lleva a fórmulas, aseveraciones y operaciones que
pueden generar los patrones gramaticales de nuevas emisiones. El patrón es una cualidad de
las cosas que nos son familiares y las cosas familiares son comparables.

Nuestro enfoque es taxonómico. Plantea tres procedimientos:

a. A nivel de palabra. La palabra es una estructura sistémica de letras, tildes y diéresis. Posee
una estructura morfológica-significativa constituida por lexemas y morfemas,
comúnmente llamados prefijo, raíz, sufijo. Al analizar una palabra en un texto es necesario
corroborar su corrección y propiedad y verificar si refiere el objeto pertinente. Para ello es
necesario recurrir al triángulo de Ullmann. Luego, es necesario verificar su denotación y
connotación (en el DRAE) y comparar patrones lexicales fonético-semánticos: homofonía,
paronimia, sinonimia, y antonimia.

117
b. A nivel de frase. La frase o enunciado es una estructura sistémica de palabras y de signos
de puntuación. El patrón que proponemos es el corte dicotómico binario entre sintagma
nominal y sintagma verbal. Luego, es necesario cortar paquetes de palabras con contenidos
significativos como: complementos, aposiciones, objetos directos e indirectos,
circunstanciales. Finalmente, debemos identificar las funciones: quien-hace-qué-en qué
condiciones para establecer las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas.

c. A nivel de párrafo. El párrafo es una estructura sistémica de frases (cláusulas, períodos)


que tratan de un mismo asunto. El análisis de un párrafo consiste en cortar las frases que lo
conforman, etiquetarlas de acuerdo con patrones taxonómicos: copulativas, clausulares,
proposicionales, etc., luego reconocer su afinidad frasal, así como su conexión lógica.
Finalmente, extractar la idea principal.

Cómo analizar una palabra

Para analizar una palabra hay que conocerla. Conocer una palabra implica:

(a) Verificar si la palabra corresponde al objeto designado. Para saber si es la palabra


apropiada, hay que contrastarla con el triángulo de Ullmann.

Según Saussure todo signo es biplánico (diádico), es decir que tiene dos planos: el
significante y el significado. El significante es el sonido de la palabra, la imagen acústica, el
nombre o palabra con que designamos al objeto. El significado, en cambio, es el objeto
mental, idea o concepto que la mente quiere expresar.

Cuando un oyente escucha la palabra bar-co, ha captado la imagen acústica y su mente lo


comprende porque piensa en el concepto mental de barco. La imagen acústica se hace
signo lingüístico porque se asocia a un objeto mental.

En el proceso semántico del signo lingüístico hay un tercer elemento que es el objeto real,
la realidad existente, el Referente, la cosa. Aparece así el triángulo semiótico:

SIGNIFICADO
Objeto mental
concepto

.........................................................................................

SIGNIFICANTE REFERENTE
Imagen acústica Objeto real
palabra cosa

118
La línea de rayas (horizontal) indica que no hay una relación directa entre el referente y el
significante, o sea entre el objeto real y su denominación o palabra. Si esta relación fuera
directa todos los hablantes tendríamos un mismo idioma.

Pero no sólo no es así, sino que dentro de un mismo idioma un referente que hace relación a
un objeto mental puede tener varios significantes.

De esta forma cuando decimos barco, buque, nave, navío, bajel, con cada uno de estos
significantes o imágenes acústicas, estamos refiriéndonos a un mismo objeto mental, el cual
responde a un determinado objeto real.

Otro aspecto diferente es que puede haber muchos otros significantes que responden a objetos
mentales diferentes, porque los objetos reales son diversos. Comprobémoslo en diversos
semantemas referidos a embarcaciones:

Balsa, bote, lancha, yate, canoa, balandro, falúa, chalupa, pequepeque, chalana, góndola,
piragua, nao, galera, galeón, carabela, pesquero, mercante, trasatlántico, fragata, corbeta,
acorazado, destructor, crucero, dragaminas, submarino, portaaviones.

Puede comprobarse que aunque no hay relación directa entre significante y referente, sí se
da una relación significante-significado y significado-referente.

(b) Manejar sus significados denotativos y connotativos. Esto es, saber su étimo (denotación):
absorber (del lat. absorbere, que absorbe). Ejercer atracción sobre un fluido... y sus
acepciones (connotación) ||2. Dominante, que trata de imponer su voluntad a los demás.
||3. Consumir enteramente. ||4. Dicho de una entidad política o comercial: asumir,
incorporar a otra. ||5. Atraer a sí, cautivar.

vídeo. (del ingl. video, y éste del lat. video, yo veo). Denota: Sistema de grabación y
reproducción de imágenes... Connota: ||2. Grabación hecha en vídeo. ||3. Aparato que
graba y reproduce mediante cintas magnéticas...

Los peruanos, por un fenómeno de antonomasia, sólo conocemos algunas connotaciones,


pero nos hemos preocupado por tergiversar los significados creándoles sentidos a veces
paradójicos y contrafácticos. Por ejemplo, pendejo denota: pelo del pubis, y connota: ||2.
Persona medrosa y pusilánime. ||3. Persona tonta, sonsa, estúpida. ||4. Persona licenciosa.
||5. Especie de muérdago. Sin embargo, para nosotros, pendejo significa (sentido) sabido,
astuto, perspicaz.

(c) Reconocer sus elementos morfológicos: lexemas y morfemas. Por ejemplo, la palabra
idiosincrasia porta los siguientes elementos: idio- prefijo que significa propio, sin- prefijo
que significa con, y –crasia raíz que significa carácter, temperamento. Entonces,
idiosincrasia significa ―con temperamento propio‖. El DRAE define idiosincrasia como
―rasgos, temperamento, distintivos y propios de un individuo o de una colectividad
particular‖.

119
(d) Saber las funciones que desempeñan en la frase o enunciado, como: determinantes,
sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones, conjunciones, relativos, formas
pronominales y conectores lógicos.

2. EL MÉTODO SEMIÓTICO

La semiótica estudia tanto los sistemas de signos (sus reglas de combinación) como el
sentido producido con la utilización de dichos signos al interior de los diferentes discursos.

Los principales postulados que emplea la semiótica son:

a. ISOMORFISMO

El sentido producido en un texto puede ser sometido a la segmentación biplánica planteada


por la lingüística, es decir, establecer la relación diádica entre significante y significado o
entre expresión y contenido.

La expresión está referida en una estructura horizontal (sintagmática) en donde las palabras
se alínean unas tras otras y cada una adquiere su valor porque está en relación con la que la
precede y con la que le sigue hasta conseguir formar un conjunto expresivo.

El contenido, en cambio, se refiere a la relación vertical (paradigmática) que hay entre una
palabra y otras mutuamente sustituibles. Las palabras de un mismo paradigma son a un
tiempo símiles y disímiles, tienen algún elemento común, relacionable, pero a la vez algún
otro elemento que las hace diferentes.

El isomorfismo es la identidad formal de dos o más estructuras, reconocible por la


homologación entre las redes relacionales que las constituyen: se homologa femas-semas,
fonemas-sememas, sílabas-enunciados semánticos y se establece una relación indisoluble
entre nombre y sentido, significante y significado, imagen acústica y concepto.

Analicemos la frase: Susy asea su oso. Descomponemos en palabras, éstas en sílabas, y


éstas en sus fonemas constitutivos: /sa/ /se/ /so/ /si/ /su/. Cada uno de estos fonemas está
tipificado por determinados rasgos distintivos fonológicos /femas/, por ejemplo /u/: vocal
semicerrada posterior. Los fonemas dan lugar a las sílabas: /Su/, /sy/, y las sílabas
realizadas constituyen los lexemas: /Susy/, /asea/, /su/, /oso/.

En el plano del contenido, encontramos el lexema /asear/ al interior de enunciados como:


a. Aseo personal.
b. Asearon Lima...
c. Asea su oso.
d. Asear la cama.
e. /Limpiar la ciudad/

/limpiar/, quitar la suciedad de una cosa.


a. Limpiar un sitio de mosquitos: /purificar/, /desembarazar/
b. Me limpiaron el reloj: /hurtar/
120
c. Me limpiaron: /perder en el juego/, /ganar en el juego/

Enunciados en los que se producen los sememas:


a. /limpieza/, /arreglo/
b. /hurto/
c. /perdedor/.

b. INMANENCIA /TRASCENDENCIA

Para el análisis de un texto hay dos posibilidades: o bien se considera la estructura del
sentido producida en sí misma (estructura inmanente) o bien se considera las condiciones
en las cuales ese sentido es producido (estructura trascendente).

Con la inmanencia podemos describir el texto en su contexto gramatical (sintáctico), es


decir, las relaciones estructurales existentes entre los diferentes elementos del plano del
contenido, prescindiendo de quiénes intervienen en el discurso y de la situación social. Con
la trascendencia tendremos en cuenta la situación en se profiere, la condición social de los
interlocutores, la imagen que se hace cada uno de ellos de sí mismo y del otro, a través de
las marcas lingüísticas que dejan en el discurso.

Existen diversos grados de inmanencia y de trascendencia, puesto que todo texto se produce
en condiciones concretas que es necesario tener en cuenta para la descripción correcta del
sentido. Así, por ejemplo, con el texto:

Antonio lava la mula,


la mula le da una patada.
Ay, ¡mi mano!
Toma, pásate la pomada.
(en Picaflor, libro de iniciación a la lectura. Santillana)

Comprendemos cuán errada es la concepción de que los niños se ejercitan en la articulación


de los sonidos para más adelante utilizarlos en la articulación de las palabras.

c. NIVELES DE PERTINENCIA

El análisis semiótico sostiene la necesidad de establecer claramente los puntos de vista


desde los cuales se aborda el análisis: a estas perspectivas diversas se denominan niveles de
pertinencia.

Desde un nivel de pertinencia, ―padre‖ se opone a ―madre‖, desde otro nivel, ―padre‖ se
opone a ―hijo‖. El punto de vista que determina el nivel de pertinencia no surge nunca del
objeto, sino que es aportado por el sujeto, y como el sujeto es siempre un sujeto social, el
punto de vista desde el cual se analizan los objetos está socialmente comprometido.

121
Lecturas de sistemas textuales

Cada nivel de pertinencia permite detectar diversos sistemas de significación al interior de


cada texto. Estos sistemas de significación generan las estructuras textuales. Un texto no se
agota, entonces, con una sola lectura, ya que un cambio en el nivel de pertinencia da lugar
a nuevas lecturas.

Las diferentes lecturas estarán determinadas por las diversas condiciones históricas en que
se consume un texto. Esto nos obliga a distinguir entre una gramática de la producción del
significado y las diferentes gramáticas de reconocimiento que permiten su lectura, es decir
entre el conjunto de relaciones que definen la distancia entre las condiciones sociales bajo
las cuales un texto ha sido producido y las condiciones bajo las cuales dicho texto es
reconocido.

Cada método permite dar cuenta de una dimensión del significado desprendiéndolo de los
significantes que lo producen. La eficacia de este desprendimiento depende del rigor
científico del método y de la forma en que se analice los elementos del texto.

Los metalenguajes

A excepción de los textos científicos, los demás textos están referidos con lenguaje
corriente. En tales casos es necesario formalizar un discurso descriptivo acudiendo a
determinadas simbologías o a metalenguajes. Así, para designar el término opuesto de /paz/
el metalenguaje dispone del término /guerra/; en cambio, para designar el término opuesto
de /calidad/ el metalenguaje no dispone de una palabra en el lenguaje natural y necesita
acudir a fórmulas como /no-calidad/. El nivel de pertinencia adoptado se encargará de
definir el estatuto semántico del término en su uso metalingüístico.

El dispositivo que resulta de la aplicación de tales operaciones es el cuadrado semiótico.


Este dispositivo permite generar, a partir de una unidad de significación, su término
contradictorio, por negación, y su término contrario por implicación:

paz guerra

no paz

Las mismas operaciones pueden darse desde el término contrario:

paz guerra

no guerra

122
La con conclusión lógica es que los términos primitivos /paz/ /guerra/ se presuponen
mutuamente, cerrando de esta suerte el cuadrado semiótico:

paz guerra

no guerra no paz

El cuadrado regula sintaxis fundamental. Las operaciones sintácticas fundamentales son la


negación y la aserción: la negación relaciona los términos contradictorios; la aserción, los
términos contrarios.

d. ROLES ACTANCIALES

No se puede hablar sin narrar, por lo tanto, la narración es constitutiva de todo discurso. El
inteligible humano se da porque alguien narra -o cuenta- a alguien algo de las cosas. Una
frase o un enunciado aparece como un espectáculo construido desde una posición hacia otra
posición. Decir es relatar y escuchar es realizar el relato: reconocer en él su sentido. Así, si
alguien nos pregunta acerca de un filme que acabamos de ver o de una novela que
acabamos de leer, recurrimos básicamente a la articulación del componente narrativo. Por
ejemplo, con relación a El Señor de los Anillos (El retorno del Rey), diremos:

―Este filme trata acerca del recorrido de Frodo a través


de las tierras de Mordor, buscando destruir el anillo maligno.
Mientras tanto, Sauron se ha recuperado de su derrota
en el abismo de Helm y esta vez está dispuesto a cobrarse la
revancha. Reúne a 200 mil soldados (orcos) con el único
fin de erradicar el último resabio de humanidad que queda
en la Tierra Media: el esplendoroso reino de Gondor.
Los hombres de Gondor están desmoralizados. Han vivido
durante siglos bajo el gobierno de senescales, aguardando
la llegada de su rey. Aragorn, el verdadero heredero del
trono de Gondor, había mostrado poco interés en reclamar
sus derechos reales. Y así, mientras en los campos de
Pelennor, la batalla final se desata, en toda su horrenda
dimensión, hacia el este, dos hobbits emprenden el
tortuoso ascenso de una montaña (Monte del Destino). Al
final, logran destruir el anillo‖.

Todo ocurre como si la identidad del relato fuera independiente de la manifestación verbal
o fílmica que la conduce hasta nosotros. Al momento del análisis habrá que distinguir
necesariamente el nivel de la manifestación textual del nivel construido teóricamente. No
podemos estudiar el discurso sin hacer referencia a la instancia de la enunciación que lo
desencadena y que orienta su sentido. La enunciación se entiende a partir de dos posiciones
actanciales (sujeto) entre las que discurre un objeto-enunciado. Al interior de este objeto se
123
reproducen de nuevo las posiciones sujeto/objeto. La semiótica trata de dar la
representación de ello en forma de enunciados constituidos por funciones
(relaciones/operaciones) y por actantes (sujetos y objetos).

Sujeto y objeto, entonces, son dos posiciones actanciales originarias de la narratividad.


Sujeto es: puesto hacia abajo-atrás-adentro; objeto es: puesto delante-de (puesto: posición).
Una posición no tiene sentido, no es, sin la otra. No hay sujeto sin objeto, pues sólo llega a
serlo en tanto ―algo que vale para él‖ es puesto delante suyo. Igualmente, cualquier cosa
adquiere la categoría de objeto desde el momento que está en la mira de alguien.

La predicación es la relación entre estas dos posiciones. A partir de la oposición modal


hacer vs. ser entendemos que hay dos formas básicas de la predicación: la funcional y la
calificativa. Igualmente, entendemos que hay dos maneras de ser actante: sujeto u objeto.
En el argumento, por ejemplo, de ―El mundo es ancho y ajeno‖ podemos descubrir estos
dos tipos de sememas: comunidad, comuneros, jueces, terratenientes, tierras, son algunas
de las manifestaciones discursivas llamadas actantes, y entre las acciones narradas
(denominadas predicados) están: luchar, defenderse, atacar, controlar, sobornar,
desalojar, refugiarse.

El actante, a medida que va efectuando su recorrido narrativo, puede ir uniéndose a cierto


número de roles actanciales que irá definiéndose en función de la posición del actante
dentro del recorrido narrativo. De esta manera, el actante-sujeto, por ejemplo, estará
sucesivamente dotado de modalidades tales como las del querer-hacer, saber-hacer, poder-
hacer; en estos casos, el sujeto asumirá los roles actanciales de sujeto según el querer,
según el saber o según el poder-hacer: roles actanciales que señalan otros tantos hitos en la
adquisición de su competencia modal (previa a su performance). Desde el punto de vista
paradigmático, los roles actanciales pueden ser considerados como una categoría:
constituyen, en efecto, un paradigma cuyos elementos se definen por la posición que
ocupen en el recorrido narrativo.

Un rol actancial es la forma en que un actante ejecuta su actancia: las diversas formas de
ser sujeto, objeto, destinador, destinatario, ayudante, oponente. El estatuto actancial define
al actante en un momento dado del recorrido narrativo teniendo en cuenta la totalidad de su
recorrido anterior; el rol actancial, en cambio, es el excedente que se añade, en un momento
determinado del recorrido, a lo que constituye ya el actante una vez configurada la
progresión sintagmática del discurso.

Definidos así los roles actanciales, morfológicamente (por su contenido modal) y


sintácticamente (por la posición del actante), dependen de la sintaxis narrativa de
superficie. Asociados a uno o a varios roles temáticos (que estructuran el componente
semántico del discurso), permiten, al unirse con éstos, la constitución de los actores (como
lugares de convergencia y de vertimiento de las estructuras narrativas y discursivas).

El actante puede concebirse como el que realiza o el que sufre el acto, independiente de
cualquier otra determinación. Los actantes son los seres o las cosas que, por cualquier razón
y de una manera u otra —incluso a título de simples figurantes y del modo más pasivo—,
participan en el proceso.
124
El concepto de actante tiene mayor extensión, sobre todo en semiótica literaria, que el
término personaje y, también, que el de dramatis persona, pues no solo comprende a los
seres humanos sino también a los animales, los objetos, los conceptos. Además, el término
personaje permanece ambiguo por corresponder también en parte al concepto de actor (en
el que puede realizarse un sincretismo de actantes) definido como la figura o el lugar vacío
en que se vierten las formas sintácticas y las formas semánticas.

Tipológicamente, cabe distinguir dentro del discurso enunciado: (a) los actantes de la
comunicación (o de la enunciación): el narrador y el narrativo, y también el interlocutor y el
interlocutario que participan en el diálogo, (b) los actantes de la narración (o del
enunciado): sujeto/objeto, destinador/destinatario; desde el punto de vista gramatical, se
opondrán aquí los actantes sintácticos inscritos en un programa narrativo dado, tales como
el sujeto de estado y el sujeto de hacer, y los actantes funcionales (o sintagmáticos), que
comprenden los roles actanciales de un recorrido narrativo determinando. En relación con
las dos dimensiones reconocidas en los discursos, se distinguirán, por ejemplo, los sujetos
pragmáticos y los sujetos cognoscitivos (estos últimos aparecen ya sea en sincretismo con
los sujetos pragmáticos, ya como actores autónomos —en el caso del informador— o
reconocibles al menos, como posiciones implícitas en el actante observador).

Actor, sin embargo, es el lugar de convergencia y de vertimiento de los dos componentes, el


sintáctico y el semántico. Un lexema, para ser considerado actor, debe ser portador, por lo
menos, de un rol actancial y un rol temático.

TEXTOS PARA ANALIZAR

Texto 1

Peruanos en peligro

Difíciles son las condiciones en que vive la inmensa mayoría de los peruanos residentes en
el exterior, sobre todo tratándose de estudiantes que viajan lejos del Perú en busca de una
profesión que les permita, después, abrir puertas para acceder a trabajos mejor remunerados
de los que podrían aspirar en caso de quedarse en el Perú.
Tal interés por viajar al extranjero va, sin embargo, de la mano con la incertidumbre y el
peligro, que en algunos lugares más que en otros tiene el signo de la xenofobia que
practican grupos nacionalistas extremos que incluyen a los ―skin heads‖ o ―cabezas
rapadas‖ de evidente filiación nacionalsocialista.
Son los xenófobos los que atacan a nuestros estudiantes con especial rigor en la llamada
Europa oriental, como lo confirma el reciente ataque al joven Enrique Angeles Hurtado,
muerto a manos de los ―cabezas rapadas‖ en Rusia.
El Estado peruano tiene, ante las amenazas que acechan a nuestros compatriotas, la tarea de
brindar auxilio y asistencia, mas también el compromiso de efectuar tareas de prevención.

125
Tratándose de estudiantes se necesita informar, en forma permanente e incluso antes de su
salida del Perú, respecto a los daños que podrían sufrirse y las áreas donde existe mayor
probabilidad de producirse maltratos o agresiones. Se necesita reportes permanentes sobre
los peligros que acechan.
Después de lo acontecido con Enrique Ángeles, se habla de repatriar a nuestros estudiantes
de Vorónezh –donde ocurrió el crimen- y se menciona la entrega de una nota de protesta a
la Federación Rusa, junto a un censo para determinar las carencias y necesidades de los
jóvenes universitarios peruanos en el extranjero.
Necesarias, las medidas antes mencionadas son una reacción ante los hechos y no soslayan
el hecho de que se debe adoptar acciones conducentes a proteger a nuestros compatriotas
para que no sufran daños que después debemos lamentar.
No debemos olvidar que el Estado se proyecta hacia donde se encuentren sus intereses, y
que los intereses del Perú pasan sin duda por la protección de la vida, integridad y
desarrollo de nuestros compatriotas, incluidos los que se encuentran en el exterior. No
basta, pues, con reaccionar ante los acontecimientos porque lo mejor es prevenirlos.

Texto 2

Cuidado con sendero


Francisco Diez-Canseco Távara
La situación del terrorismo en el Perú ha saltado a los medios de comunicación como
consecuencia de las recientes acciones de Sendero Luminoso en el Valle del Río Apurímac-
Ene y, muy alejado de esa zona, en Ambo, Huánuco. En la práctica, el gobierno debe poner
las barbas en remojo más que por estos hechos por otros, menos espectaculares pero mucho
más graves.
En efecto, tal como lo revela el Informe periódico que sobre el tema emite el Consejo por la
Paz, se ha detectado que alrededor de 800 empleados y profesores que trabajan en el
Ministerio de Educación han tenido o tienen vínculos con el terrorismo. De ellos, alrededor
de 38 estarían requisitoriados.
Se estima, además, que un 40 por ciento de los 981 excarcelados desde el 2003 se ha
reincorporado a las filas de dicho grupo terrorista considerado como uno de los más
sanguinarios del mundo, pero que ahora, para usar el verbo de Mauricio Mulder en otra
dirección, ha ―dulcificado‖ su acción variando su estrategia para darle un cariz más
próximo a los sectores populares e incentivar la infiltración en los diversos estamentos del
Estado, como se puede apreciar en el caso del Ministerio de Educación.
Podemos apreciar, así, una nueva orientación senderista, tanto en el campo como en la
ciudad. Estrategia a cuya ejecución ha contribuido, sin duda, una Comisión de la Verdad y
la Reconciliación –que tal ―reconciliación‖- poblada de marxistas de café que, entre sus
sesgadas conclusiones, califica a Sendero Luminoso como ―partido político‖ dando pie para

126
que el abogado de Abimael Guzmán reclame para éste la condición de ―prisionero de
guerra‖.
Y qué decir del benevolente tratamiento que reciben Guzmán e Iparraguirre en la Sala
Penal Nacional que integran Pablo Talavera y Jimena Cayo, por comparación con el trato
que se da a los policías acusados de violaciones de los Derechos Humanos que, en muchos
casos, tienen que viajar desde provincias con la suya, en un Ministerio del Interior que no
paga viáticos ni traslados desde hace muchos años por falta de fondos.
El gran beneficiario de esta crisis generalizada del Estado es, evidentemente, el grupo
terrorista Sendero Luminoso, que, ya sabemos, es un "partido político‖ para la Comisión de
la Verdad.

Texto 3

EE.UU. atribuye al Tercer Mundo calentamiento global del planeta


Luis Tuninetti, director Eco Sitio
El informe que realizó EE.UU. a través de la NASA resulta patético, culpar a los pobres y
a los países del tercer mundo por todos los cataclismos ambientales, parece ser una
constante en el gobierno de Bush, sin mencionar el espionaje que se realiza a grupos
ambientalistas del país y del mundo.
Hace algunos meses científicos han detectado que los hielos del Ártico se están calentando
con el doble de rapidez que el resto del planeta, todo debido al cambio climático que se ha
desencadenado sobre el planeta, principalmente causado por la emisión descontrolada de
dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, sumada a ala mayor actividad
electromagnética del sol. Esto no sería nada nuevo para la comunidad científica, pero este
grupo de científicos agrega un dato por lo menos peculiar, y es que el hollín también
tendría un impacto significativo en el Ártico. Las partículas de hollín calientan el aire y
oscurecen la superficie del hielo en el Ártico, lo que hace que absorba mejor los rayos de
sol con las lógicas consecuencias que trae para el planeta, más calentamiento.
Lo increíble es que la NASA, en un informe realizado, ha detectado que este problema no
es desencadenado por el primer mundo, sino que en un porcentaje superior al 60% es culpa
de los incendios de vegetación en todo el mundo y por la quema de leña en el sur de Asia.
El informe agrega que la India es la mayor responsable del hollín que llega a Groenlandia.
La nota señala que ―A pesar de que el sur de Asia es el mayor emisor del mundo de sus
chimeneas industriales que ningún otro lugar del mundo, esto se queda pequeño frente al
humo de millones de fuegos de cocina. La conclusión de esta investigación es que el efecto
del hollín sobre el cambio climático es 10 veces mayor que los gases de efecto
invernadero...‖
Sin llegar a negar los datos estadísticos que indica el informe, existen otras variables a
analizar.

127
Actualmente, nadie sensato puede negar los hechos que muestran el aumento de
temperatura de la Tierra, que ocasiona cambios en la distribución de plantas y las
migraciones de animales o que funde parte del hielo del planeta. Más allá de lo que señalan
algunos científicos sobre el incremento de las tormentas solares y sus efectos
electromagnéticos que agravan la situación, hay quienes todavía porfían la existencia del
problema o incluso que si existiera no tendría consecuencias graves para los ecosistemas y
la humanidad.
Las proyecciones que realizan los científicos indican que las regiones más afectadas serán
los países pobres o en vías de desarrollo, aunque los últimos hechos acaecidos en EE.UU.
como ―Katrina‖ también estarían dando un indicio de que los efectos se sentirán en todas
partes.
Estados Unidos, el país más rico del mundo, es el que más emite –y por un amplio margen-
gases que contribuyen al efecto invernadero, cuando se firmó el Protocolo de Kioto en
1997, la potencia del norte se comprometió a reducir sus emisiones en un 6%, luego se
retiró y hoy no solo no han bajado, sino que se han incrementado en un 15%, con respecto a
los niveles de 1990.
EE.UU. emite el 36% de las emisiones de gases efecto invernadero, pero no pueden
ratificar el protocolo de Kioto porque perjudicaba la economía de su país, y no se exigía a
las naciones en vías de desarrollo que redujeran sus emisiones, dicho por el propio Bush.
La solución: optar por la ―conciencia de los empresarios‖ para que redujeran por voluntad
propia las emisiones y no imponer metas; la realidad fue que pasó de emitir 5.000 millones
de toneladas de CO2 a casi 6.000 millones, toda una ―conciencia‖.
Definido por los científicos como ―cataclismo ambiental‖, la turbera (yacimiento de la
turba, un material de origen vegetal que constituye la primera etapa en la transformación de
un vegetal a un mineral, específicamente al carbón. Este proceso demora siglos) más
grande del mundo se está derritiendo en Siberia, con un área de un millón de metros
cuadrados, ocupa el mismo espacio de Francia y Alemania juntos, y de derretirse podría
liberar miles de millones de toneladas de gas metano a la atmósfera en poco tiempo. El gas
metano es otro de los gases efecto invernadero con la diferencia de que tiene una intensidad
20 veces mayor al dióxido de carbono.
Lo trágico de la turbera de Siberia es que su derretimiento, y por consecuencia, la
liberación de metano es irreversible. ―No importa lo que hagamos, el proceso de
descongelamiento ya se inició‖, indicaron científicos rusos.
¿El motivo del derretimiento? El calentamiento de Siberia por una combinación entre
cambios climáticos generados por el ser humano, un fenómeno natural denominado
oscilación ártica y el calentamiento del suelo cuando el hielo se derrite.
―Veremos más inundaciones y sequías en distintas partes del mundo, aparte del
calentamiento progresivo de la tierra en general, la biodiversidad se verá reducida ya que
muchos animales y plantas no podrán adaptarse a las nuevas temperaturas. Es en líneas
generales, un cataclismo ecológico‖, indicó la profesora Marquand en el informe.

128
Retomando lo mencionado al comienzo del artículo, el informe que realizó EE.UU. a través
de la NASA resulta patético. Culpar a los pobres y a países del tercer mundo por todos los
cataclismos ambientales, parece ser una constante en el gobierno de Bush, sin mencionar el
espionaje que se realiza a grupos ambientalistas del país y del mundo.
La falta de autocrítica, el desinterés y hasta la desidia con que actúa Bush con respecto al
cambio climático, no merecen otra cosa que el rechazo más enfático de todo el mundo. Pero
la ―economía más avanzada del mundo‖ no parece estar muy interesada en estos temas,
probablemente asistiremos como espectadores (o no) a otra invasión, que no será por el
petróleo o intereses políticos, sino por recursos naturales más básicos.
Texto 4

Un Estado eficiente y al servicio de la sociedad


Francisco Miró Quesada Rada

La necesidad de reformar el Estado Peruano es imperiosa y urgente. Está en la agenda de la


presidenta del Consejo de Ministros. Todos los sectores, tanto sociales como políticos,
concuerdan con esta urgencia.

Para hacer la reforma, en primer lugar, se tiene que precisar qué se entiende por Estado,
porque si creemos que esta debe reducirse a lo meramente administrativo, vamos a caer en
los mismos errores que se cometieron con otros intentos de cambio. El Estado no es solo
los órganos de gobierno, las instituciones que lo componen ni su burocracia, somos todos
los peruanos. Lo que debe perseguirse como meta principal es un Estado que esté al
servicio de la sociedad, sea transparente y eficiente. Tradicionalmente el Estado Peruano es
autoritario en su estructura y funcionamiento, excluyente y lejano. Estos tres factores tienen
antecedentes históricos que se remontan a la Colonia. La herencia colonial ha dejado como
resultado un estado autoritario.

El caudillismo ha sido otro factor negativo, porque privilegia el voluntarismo del líder y
gesta en su entorno una elite política y social, afectando de esta manera el desarrollo de las
instituciones democráticas y, finalmente, se debe considerar el denominado ―péndulo del
poder‖ que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y todo el siglo XX impidió la
consolidación de la democracia en nuestra sociedad.

Por consiguiente, un Estado distinto tiene que ser fundamentalmente democrático, no solo
en su organización sino en su proceder. Igualmente, debe ser inclusivo, es decir, integrar a
los peruanos en los procesos políticos, económicos y en la construcción de nuestra
sociedad. La exclusión social es el resultado de la marginación que se mantiene en la
actualidad.

Si logramos construir un Estado democrático e incluyente, se podrá erradicar la brecha


existente entre este y la sociedad civil, la que hace rato no se siente identificada con el
Estado vigente. En otros términos, el Estado no es representativo de la diversidad de
intereses y de las expresiones culturales que hay en nuestra sociedad. Como dice el
conocido sociólogo francés Alain Touraine: ―Si la democracia supone reconocimiento del

129
otro como sujeto, la cultura democrática es la que señala a las instituciones políticas como
lugar principal de este reconocimiento del otro‖.

La integración social en el Perú es muy baja, igualmente lo es la distribución del poder. El


Estado Peruano no ha podido superar las limitaciones impuestas por un orden social injusto
del que él mismo es un resultado. No puede haber inclusión social sin participación.

Por eso, cuando se den los primeros pasos para la reforma anunciada, se debe escuchar las
propuestas de todos los sectores sociales. Es a partir de sus aportes que se podrá sentar las
bases reales de un Estado fuerte que garantice los derechos ciudadanos y sea fiel expresión
de intereses diversos. El nuevo Estado, resultado de la reforma, tendrá que ser
auténticamente democrático, empoderar al ciudadano, que no excluya ni margine, por ende
próximo a las aspiraciones plurales del pueblo peruano.

Texto 5
Efectos perversos de reformas sectoriales

¿Qué pasa si se adopta una política sectorial o unilateral de desarrollo? Empiezo con una
anécdota. Hace unos 25 años estando en Francia, charlé con un médico que acababa de
venir de Asia. Me dice de pronto: ¿usted sabe quién fue uno de los más grandes criminales
de la historia? No. Mi compatriota Louis Pasteur. ¿Cómo, Louis Pasteur, el descubridor de
los microbios y el inventor de la pasteurización? Sí. ¿Cómo puede decir usted que un
benefactor de la humanidad es un gran criminal? Muy sencillo: porque ha aumentado la
longevidad y ha disminuido la morbilidad. Debido a eso estamos sufriendo una explosión
demográfica.
El progreso sanitario tuvo, pues, lo que los sociólogos llaman un ―efecto perverso‖. Al
mejorar la salud se alarga la vida. Y, si la tasa de natalidad no baja y la producción no sube,
la gente se acumula, lo que hace caer el nivel de vida y, eventualmente, también la salud.
¿Tenía razón mi interlocutor francés? Por supuesto que no.
El médico de mi anécdota tendría que haber dicho: Lo que pasa es que, desgraciadamente,
las obras sanitarias, la vacunación y la pasteurización no fueron acompañadas de medidas
económicas y culturales, que permitieran controlar la tasa de nacimientos. Ése es un
ejemplo de ―efecto perverso‖ de una medida unilateral, de una medida sectorial.
No basta mejorar los hospitales y aumentar su número. Hay que hacer que la gente no
necesite ir con frecuencia a los hospitales. Hay que disminuir el número de enfermos en
lugar de aumentar la capacidad de los hospitales. Hay que hacer medicina preventiva. En
general, hay que diseñar y poner en práctica políticas sociales preventivas, en lugar de
esperar resignadamente la explosión y prepararse para auxiliar a sus víctimas. Y para
prevenir el desastre hay que planificar de alguna manera.
Estamos yendo a tontas y a locas. En este momento la proyección demográfica para el año
2050 oscila entre 10 mil millones y 15 mil millones de habitantes. En cualquiera de los
casos, es un número excesivo, porque la capacidad portante (carrying capacity) de la Tierra
no es tanta. Más aún, está disminuyendo a causa de la desertificación y la deforestación.

130
Los desiertos están ganando, hay cada vez menos tierra cultivable y, al mismo tiempo, cada
vez más gente.
Mario Bunge.

131
PALABRAS ANÁLOGAS

Para vivir en el mundo de hoy y para progresar


dentro de la sociedad es preciso contar con
una buena competencia lingüística.

Una lengua es capaz de servir a las necesidades de expresión de todos sus hablantes. Este
hecho no quiere decir que toda esa potencia esté de hecho en cada hablante. Cada uno posee
una parcela de su lengua, suficiente para lo que necesita a diario. Pero esa parcela es la que le
han dado su entorno social y su educación.

La analogía escribal, fonética y semántica agrupa a los vocablos en: homófonos, de igual
sonido (heces, eses; beses, veces); parónimos, de parecido sonido (actitud, aptitud; prejuicio,
perjuicio); sinónimos, de parecido significado (país, nación, patria, estado, gobierno);
homónimos, de igual escritura (todas las palabras son polisémicas), y antónimos, de
significado opuesto, contrario (paz, guerra; marido, mujer).

Una de las propiedades fundamentales que caracteriza el uso adecuado de una lengua es la
facilidad de poder elegir entre diversas voces aquella que mejor se ajusta a la idea que
queremos comunicar y en el momento de la lectura decodificarla con propiedad y corrección.

HOMÓFONOS

a preposición.
ha verbo haber.
ah interjección.

abitar sujetar con bitas.


habitar morar, residir.

ablando verbo ablandar.


hablando verbo hablar.

abría verbo abrir.


habría verbo haber.

abrasar quemar, producir brasas.


abrazar strechar con los brazos.

acerbo áspero, amargo; desapacible, cruel.


acervo montón de cosas menudas.

ala miembro del que las aves o insectos se sirven para volar.
hala verbo halar. sirve para llamar.

aré verbo arar.


haré verbo hacer.
132
arte expresión de belleza; habilidad para hacer una cosa.
harte verbo hartar, saciar.

as que sobresale; carta de la baraja.


has del verbo haber.
haz porción atada de leña, mieses; del verbo hacer.

asar exponer al fuego, en seco, un manjar crudo para que se torne comestible.
azar casualidad, caso fortuito.

acechar observar, vigilar cautelosamente.


asechar poner artificios para hacer daño; emboscar.

acecinar salar las carnes y secarlas al humo y al aire.


asesinar matar con premeditación o alevosamente.

asiendo del verbo asir, coger.


haciendo del verbo hacer.

asta lanza; cuerno; palo de bandera.


hasta que expresa el término o cantidad a que debe llegar una cosa; aun.

ay exclamación de dolor o pena.


hay verbo haber.

aya ama, nodriza, persona encargada de la crianza de un niño.


haya verbo haber; árbol.

bacante mujer de fiestas bacanales.


vacante libre, sin ocupación.

bacilar relativo al bacilo.


vacilar estar una persona poco decidida para hacer algo; oscilar, titubeo.

bacilo microbio en forma de bastoncillo; bacteria.


vacilo del v. vacilar; tambalear, titubeo.

bale acción de balar.


vale documento canjeable por dinero u otra cosa.

barón título nobiliario.


varón del género masculino.

basar fundamentar algo; apoyar con argumentos una teoría, opinión.


bazar tienda de diversas mercancías.

baso del verbo basar; fundamentar.


133
vaso recipiente; pieza cóncava capaz de contener alguna cosa.

bate del verbo batir; palo de béisbol.


vate poeta.

basta hilván cosido a puntadas grandes; interjección de desagrado.


vasta amplia, extensa.

bastos palo de la baraja.


vastos amplios, extensos; espacio muy grande.

bello hermoso, lindo.


vello pelo corto y suave.

beses del verbo besar.


veces plural de vez.

bidente de dos dientes.


vidente profeta.

bienes propiedad, riqueza, utilidades, beneficios.


vienes del verbo venir.

billa carambola de billar.


villa casa de recreo situada aisladamente en el campo.

bobina carrete para devanar o arrollar en él hilos, alambres, etc.


bovina relativo al ganado vacuno.

bocear mover los labios las bestias.


vocear dar voces o gritos.

bolada oportunidad inesperada y favorable.


volada del verbo volar; junto a, cerca de.

bota calzado; pequeño recipiente de cuero para echar vino.


vota verbo votar, sufragar.

brasero pieza metálica con lumbre.


bracero trabajador, peón, jornalero.

cabe del verbo caber.


cave del verbo cavar.

cabo extremo de una cosa; fin, asunto, especie.


cavo del verbo cavar.

134
casa edificio para habitar, morada.
caza acción de cazar.

cauce lecho de los ríos o arroyos; acequia.


cause del verbo causar.

cebo comida para engordar o atraer animales.


sebo grasa sólida de los animales.

ceda del verbo ceder.


seda hebra finísima producida por el gusano de seda.
zeda última letra del alfabeto español.

cegar perder la vista.


segar cortar hierbas.

cerrar interceptar la entrada o salida; concluir.


serrar cortar con la sierra; aserrar.

cesión renuncia de algo a favor de otro.


sesión junta o reunión de concilio, congreso.

ceno del verbo cenar.


seno concavidad, regazo.
xeno extranjero.

cepa parte del tronco junto a la raíz; tronco de la vid.


sepa del verbo saber.

cien número.
sien parte de la cabeza junto a la frente.

ciervo animal.
siervo esclavo, criado.

cima cumbre, cúspide, pináculo.


sima abismo, hoyo muy profundo.

cita reunión, entrevista.


sita situada.

corbeta embarcación ligera de guerra parecida a la fragata.


corveta movimiento del caballo que camina con los brazos en el aire.

cocer cocinar, hervir.


coser unir con aguja e hilo; hacer labores de aguja.

135
concejo ayuntamiento, corporación municipal.
consejo parecer que se da o se toma, reunión; cuerpo consultivo en las compañías.

desecho residuo después de escogido lo mejor; lo que se deja de usar.


deshecho acción de deshacer, destruir algo.

e conjunción.
he verbo haber.

echo verbo echar.


hecho verbo hacer; obra, suceso.

encausar guiar.
encauzar dar cauce a un río.

enceres de encerar, aplicar cera.


enseres utensilios, muebles.

errar vagar; equivocarse.


herrar poner herraduras.

faces plural de faz.


fases etapas.

grabar trazar una figura, caracteres; registrar sonidos.


gravar imponer gravamen, cargar.

grabe acción de grabar.


grave que pesa; serio, peligroso; dícese del sonido hueco y bajo.

hierba planta blanda cuyas partes aéreas mueren cada año, pasto.
hierva del verbo hervir.

ice verbo izar.


hice verbo hacer.

incipiente inicial, que empieza.


insipiente ignorante, falto de juicio.

intención determinación o propósito; inclinación voluntaria hacia un fin.


intensión intensidad.

laso cansado, sin fuerza, sin ánimo.


lazo atadura o nudo de adorno.

lisa plano, igual, sin asperezas; pez, sencillo, claro, natural.


liza campo para lidiar, pelear; combate, riña
136
losa piedra llana y de poco grosor (loseta)
loza barro muy fino, barnizado, del que están hechas las vajillas.

masa mezcla; volumen.


maza arma antigua.

meces del verbo mecer.


meses plural de mes.

montarás futuro verbo montar.


montaraz criado en los montes; salvaje.

ojear mirar con atención.


hojear pasar las hojas de un libro leyendo de prisa.

ola onda de gran magnitud en la superficie del agua agitada.


hola llamamiento o saludo.

ora verbo orar.


hora período de tiempo.

peces plural de pez.


peses del verbo pesar.

poso sedimento de un líquido; del verbo posar.


pozo hoyo que se hace en la tierra para encontrar agua.

pretencioso vanidoso, presumido, presuntuoso; que pretende ser más.


pretensioso que tiene ambiciones.

rasa raleza de un tejido; llano, alto y despejado en medio del monte.


raza casta o calidad de linaje.

rebelar sublevar; alzarse contra la autoridad legítima.


revelar descubrir un secreto; aparecer.

recabar solicitar, conseguir.


recavar volver a cavar.

reces del verbo rezar.


reses plural de res (animal).

reciente nuevo, acabado de hacer o suceder.


resiente del verbo resentir.

rehusar rechazar.
reusar volver a usar.
137
ribera orilla de un mar o río.
rivera pequeño arroyo, cauce de río.

risa verbo reír.


riza verbo rizar; ensortijado.

rosa flor.
roza del verbo rozar.

sabia que tiene grandes conocimientos de varias materias.


savia jugo que nutre las plantas.

sebero viene de sebo.


severo carece de indulgencia, riguroso, exigente, estricto.

silba acción de silbar.


silva composición poética.

sumo de sumar; supremo, máximo.


zumo líquido que se extrae de los vegetales o frutas.

tasa acción de tasar; medida, regla.


taza vasija pequeña con asa; pilón de fuente.

tubo pieza hueca por lo general cilíndrica.


tuvo del verbo tener.

verás verbo ver; realidad.


veraz que dice siempre la verdad.

ves del verbo ver.


vez ocasión.

yerro falta o error cometido por ignorancia.


hierro metal dúctil, maleable y muy tenaz.

PARÓNIMOS

abjurar retractarse, desdecirse


adjurar suplicar, rogar

absolver perdonar, liberar


absorber embeber, chupar

absceso acumulación de pus en los tejidos


acceso entrada, arrebato
138
área medida de superficie, espacio
aria composición musical para una sola voz

actitud postura, actuación


aptitud suficiencia, capacidad

aprender adquirir, saber


aprehender asir, prender

bienal que dura dos años, que sucede cada dos años
venial leve

bursátil relativo a la bolsa de valores


versátil voluble

cardenal prelado católico, equimosis


cardinal principal, numeral

carabela embarcación
calavera caja ósea del cráneo

conclusión fin
concusión malversación, extorsión

colisión choque, oposición


colusión de coludir, complicidad

causal razón de una cosa, referente a


casual imprevisto, casualidad

cemento cal hidráulica


cimiento parte del edificio

competer incumbir, pertenecer


competir rivalizar, contender

concesión dar, otorgar


concisión brevedad

descenso bajada
disenso no estar de acuerdo, discordia

diferencia variedad entre cosas


deferencia muestra de respeto

examine de examinar, inquirir


exánime desmayo, sin señales de vida
139
especie grupo, conjunto de características comunes
especia sazón, condimento

flagrante en el instante de delinquir


fragante perfumado, que despide fragancia

fluvial relativo a los ríos


pluvial relativo a la lluvia

habito de habitar
hábito vestido, costumbre

hoyo cavidad, hueco, hondonada


hollo de hollar, pisar con los pies

infligir producir un daño, imponer un castigo


infringir quebrantar leyes, convenios

lapso curso de un espacio de tiempo


laxo sin la tensión debida, relajado, flojo
laso cansado, sin fuerza, sin ánimo

lívido amoratado, pálido


libido deseo sexual

perjuicio daño, mal


prejuicio juicio anticipado

raya de rayar (hacer rayas)


ralla de rallar (desmenuzar una cosa)

respecto razón, relación de una cosa con otra


respeto atención, deferencia

revólver arma de fuego


revolver menear algo, registrar, enredar.

SINÓNIMOS

abarrotar atestar, colmar, atiborrar


abatir vencer, rebajar, enervar
abdicar ceder, renunciar, dimitir
abogar interceder, mediar, defender
abominable detestable, execrable
abortar malparir, fracasar, frustrarse
abundante copioso
140
acaecer suceder, ocurrir, pasar
acepción sentido, significado
acicate estímulo, incentivo
aglomerar amontonar, juntar
ahuchar ahorrar, guardar
bagaje equipaje, impedimenta
badulaque tonto, tarugo, necio
bancarrota quiebra, desastre
baño inmersión, ablución, remojón
barrunto presentimiento, corazonada
bascosidad inmundicia, suciedad, porquería
bastardo ilegítimo, espurio, infame
beodo borracho, ebrio, embriagado
bisexual hermafrodita
burdo tosco, grosero, basto
burrada necedad, dislate, disparate
caco ladrón, ratero, sacre
cacha mango, anca, nalga, posaderas
cacharro bártulo, cachivache, chisme
cachivache trasto, bártulos, enseres
caduco decrépito, viejo, precario
canon regla, norma, precepto
caótico confuso, desordenado
capcioso artificioso, insidioso
cartapacio carpeta, portapliegos
casualidad azar, acaso, fortuito
cáustico mordaz, agresivo, incisivo
cesión renuncia, entrega, traspaso
cicatero tacaño, ruin, mezquino
circunspecto prudente, cuerdo, discreto
circunscribir limitar, ceñir, ajustar
cisma discordia, desavenencia, escisión
coadyuvar ayudar, secundar, asistir
coacción coerción, fuerza
chabacano grosero, ordinario, vulgar
chamba chiripa, suerte, casualidad
chanza broma, burla, guasa
chapucero desmañado, chafallón
chasco burla, broma, engaño
chuchería baratija, fruslería, friolera
chusco chistoso, gracioso, donoso
decantar propalar, ponderar, engrandecer
defección deserción, huida, abandono
deferencia consideración, respeto
deliberar examinar, discutir, debatir
demagogia electoralismo, populismo
denotar indicar, significar, señalar
141
denostar injuriar, insultar, ofender
derogar abolir, anular, suprimir
desidia negligencia, incuria, descuido
detentar usurpar
diligencia rapidez, prontitud, esmero
dimisión renuncia, abdicación, cesión
dirimir resolver, fallar, decidir
diseminar esparcir, desparramar
disgregar desagregar, disociar, dispersar
edil concejal, regidor
efímero pasajero, fugaz, breve
elucidar aclarar, dilucidar, explicar
embarazar estorbar, dificultar, entorpecer
emético vomitivo
emigrar trasmigrar, expatriarse
encubrir ocultar, esconder
encausar procesar, empapelar
enclenque enfermizo, canijo, débil
encomio alabanza, elogio
encono animadversión, rencor, saña
enervar debilitar, embotar
enrevesado enredado, intrincado, confuso
ensanchar extender, dilatar, ampliar
entuerto tuerto, agravio, desaguisado
envilecer degradar, rebajar, humillar
errata equivocación, incorrección, error
escrutar indagar, examinar, reconocer
exacerbar enfadar, irritar, enojar
execrar condenar, maldecir, imprecar
exento desembarazado, libre, dispensado
faccioso rebelde, sedicioso, sublevado
falacia engaño, mentira, ficción
fatídico funesto, aciago, nefasto
felonía traición, infamia, perfidia
ficticio fingido, falso, inventado
fláccido lacio, flojo, blando
flemático apático, lento, imperturbable
fraude trepa, engaño, timo
gazapo mentira, embuste, bola
gazmoño mojigato, timorato
gaznápiro palurdo, torpe, zoquete
gravamen carga, hipoteca, tributo
gresca bulla, vocerío, riña
hacinamiento aglomeración, amontonamiento
hebdomadario semanal, semanario
hecatombe sacrificio, matanza, inmolación
heder apestar, cansar, molestar
142
homosexual sodomita, pederasta, lesbiana
hostil adversario, contrario, enemigo
huraño arisco, esquivo
husmear olfatear, oler, indagar
idiosincrasia índole, temperamento, carácter
iglesia congregación, comunidad, secta
ilícito ilegal, clandestino
impoluto limpio, inmaculado
improperio insulto, injuria, denuesto
imputar atribuir, achacar
indeleble imborrable, inalterable
indigencia pobreza, miseria, estrechez
indulto perdón, remisión, amnistía
ineptitud incapacidad, inhabilidad
inextricable enmarañado, embrollado, enredado
infestar devastar, pillar, saquear
inhumar enterrar, sepultar, soterrar
injusticia iniquidad, ilegalidad, desafuero
inteligible comprensible, claro, legible
ínterin entretanto, mientras
jalar jamar, engullir, zampar, atracarse
jerga jerigonza, germanía
joder fornicar, copular, follar, jeringar, jorobar, fastidiar
júbilo alborozo, alegría, regocijo
juerga diversión, jarana, parranda
justipreciar tasar, estimar, evaluar
laconismo concisión, brevedad, sobriedad
ladrido latido, gañido
lascivia lujuria, liviandad, obscenidad
latente oculto, escondido, secreto
latrocinio hurto, robo, estafa
lato dilatado, extenso, amplio
laxitud flojera, atonía, distensión
lego seglar, ignorante, profano
lenidad blandura, suavidad
libidinoso lascivo, lúbrico, lujurioso
lisonja incienso, adulación, alabanza
lisura llaneza, franqueza, sinceridad
lívido amoratado, acardenalado, pálido
locuaz hablador, verboso
locución frase, expresión, giro, modo
luctuoso deplorable, triste, fúnebre, funesto
maestría arte, destreza, pericia
malbaratar malvender, disipar, derrochar
maledicencia murmuración
malhadado infeliz, desdichado
malversar defraudar, distraer
143
mancilla mancha, deshonra, afrenta
manejar usar, utilizar, emplear
marbete rótulo, etiqueta
marrar errar, fallar, equivocarse
mascullar barbotar, musitar
medrar crecer, desarrollarse, mejorar, florecer
medroso miedoso, tímido, cobarde, cagón
melifluo meloso, dulce, delicado
mendaz mentiroso, falso, fingido
menguar disminuir, decrecer, mermar
mentar nombrar, mencionar, aludir, citar
mesura gravedad, seriedad, compostura
meticuloso medroso, minucioso, escrupuloso
mezquino pobre, necesitado, avaro, miserable
misántropo huraño, arisco
mohín gesto, mueca
mojigato timorato, gazmoño, santurrón
morbo enfermedad, afección
mórbido blando, delicado, suave
mordaz cáustico, áspero, incisivo
morigerado templado, mesurado, sobrio
murria tristeza, abatimiento, malhumor
necedad inepcia, estupidez, disparate
nefando abominable, execrable, infame
nefasto triste, funesto, ominoso, aciago
negligencia descuido, desidia, incuria
nepotismo sobrinazgo
nimio prolijo, minucioso
noticia noción, idea, conocimiento, novedad, nueva
obcecación ofuscación, ceguera, obnubilación
óbice obstáculo, dificultad, estorbo
óbito muerte, defunción, fallecimiento
obituario necrología
obsceno impúdico, sicalíptico, lascivo, lúbrico
obstinación terquedad, porfía, testarudez
oliscar olfatear, inquirir, indagar
oneroso pesado, molesto, costoso
oprobio ignominia, deshonra, afrenta
ordinariez grosería, plebeyez, vulgaridad
orondo presumido, ufano, hinchado
pacato tímido, timorato, apocado
padrinazgo protección, favor, patrocinio, apoyo
palpable patente, claro, ostensible
palurdo tosco, grosero, zafio, paleto
parangonar cotejar, comparar
parco corto, escaso, sobrio
pasquín cartel
144
patochada disparate, sandez, zafiedad, grosería
peculiar propio, privativo, característico
peculio caudal, capital, hacienda
pecunia dinero, moneda
peliagudo dificultoso, difícil, arduo
pendejada ruindad, villanía, vileza
perentorio concluyente, decisivo, terminante
pernicioso malo, maligno, nocivo
perplejo vacilante, indeciso, incierto
persuasivo convincente, suasorio
pertenencia propiedad, dominio
pesquisa investigación, indagación, búsqueda
pinitos pasitos, tanteos, intentos
plagiar copiar, raptar
preámbulo prólogo, proemio, prefacio
prebenda sinecura, poltrona, enchufe
prescindir omitir, apartar
prescribir ordenar, mandar, disponer, recetar
presunción suposición, conjetura, sospecha
probidad integridad, honradez, rectitud
profuso abundante, copioso, exuberante
promiscuidad mezcla, confusión
propensión inclinación, tendencia
prosélito converso, neófito, adepto
proxenetismo alcahuetería, lenocinio
purpurado prelado, cardenal
quehacer trabajo, tarea, faena
quid esencia, razón, porqué
ralea especie, clase, calidad
ramplón tosco, vulgar, chabacano
rayano lindante, limítrofe, fronterizo
recusar rechazar, rehusar, declinar
redundancia exceso, sobra, demasía
regodearse complacerse, deleitarse
requisa r comisar, decomisar, incautar, confiscar
retrete evacuatorio, excusado
rumorear runrunear, susurrar
salvedad advertencia, observación
secuela consecuencia, resulta, efecto
sedicioso sublevado, rebelde, insurrecto, amotinado
sensatez prudencia, juicio, cordura
siniestro izquierdo, avieso, perverso
sobornable venal
solazarse recrearse, divertirse, esparcirse
sórdido sucio, impuro, indecente
subterfugio pretexto, evasiva
subrepticio oculto, furtivo, disimulado
145
subsidio socorro, auxilio, contribución
sucinto somero, breve, conciso, lacónico
taciturno callado, silencioso, pesaroso
tacha tilde, falta, defecto, mancha, mancilla
tendencia inclinación, propensión
transacción acomodo, arreglo, avenencia
transigencia tolerancia, consentimiento
trapisonda embrollo, enredo, lío, intriga
trasnochado anticuado, pasado de moda
tropelía exceso, vejación, abuso, desafuero
vehemencia ímpetu, ardor, fuego, pasión
versado instruido, perito, diestro
vetusto viejo, antiguo
vidente adivino, médium, profeta, augur, futurólogo
vilipendiar despreciar, denigrar, menospreciar
voluble inestable, versátil, tornadizo
yermo deshabitado, desierto, despoblado
zoquete tarugo, zopenco, tonto.

HOMÓNIMOS

abocar asir con la boca, acercar


aviso participación, advertencia
arrollar envolver en forma de rollo, atropellar
aspirar atraer el aire a los pulmones, deseo de llegar a algo
astro cuerpo celeste, actor reconocido
banco asiento, tabla de madera, establecimiento público, cardumen
bonito adjetivo, pez, lindo
botín conjunto de provisiones, calzado
cálculo operación matemática, piedra que se forma en el riñón
candor blancura, sencillez, inocencia
carpeta tapiz, cartera, cartapacio
cortar dividir, detener algo
cáncer enfermedad, signo del zodíaco
círculo club, circunferencia
copia exuberante, duplicado
cuadro cuadrado, rectángulo, marco, equipo de fútbol, (te cuadro)
dejo acción de dejar, acento o modo de hablar
destemplar desordenar, alterarse
diario correspondiente a todos los días, periódico
don obsequio, habilidad o gracia, tratamiento de respeto
ecuador país, línea imaginaria que divide la tierra
facultad actitud moral, ciencia, edificio en universidades
fuente manantial de agua, plato grande
haya del verbo haber, árbol, apellido, ciudad de Holanda
humor líquido del cuerpo, estado de ánimo
146
lira instrumento musical, moneda de Italia, constelación
lista tira (faja), catálogo, perspicaz
lima fruta, objeto para limar, ciudad de Perú
manzana conjunto aislado de casas, fruta
marco moneda de Alemania, borde de un cuadro
modelo representación en pequeño de una cosa, ejemplar, paradigma
orden colocación de las cosas, instituto religioso o militar, mandato
original extraño, único
panqueque postre, hombrera
para a un lado, detención
parecer dictamen, asemejarse
pegar adherir, golpe
período lapso, menstruación
polo extremo, prenda de vestir
polución contaminación, eyaculación
puesto arreglado, empleo
real verdadero, perteneciente a la realeza
recurso acción de recurrir, bienes
reponer volver a poner, recobrar la salud
tierra suelo, planeta
violar infringir una ley, forzar a hacer algo contra la voluntad

ANTÓNIMOS

aberración corrección
abominar estimar, apreciar
aborto éxito, logro
absolver condenar, inculpar
absorber repeler, expulsar
abstemio bebedor, borracho
abuchear elogiar, aplaudir
abyecto noble, bueno
acallar exaltar
acatamiento rebeldía, desobediencia
acopiar derrochar, esparcir
acreditar desacreditar, difamar, deshonrar
acuciar aplacar, sosegar
adecentar ensuciar, desordenar
advenedizo avezado, veterano
afectado natural, espontáneo
aflicción alegría, gozo
agallas cobardía
aglutinar separar, disgregar
ahínco desgana, apatía
alabancioso modesto, sencillo
alcornoque agudo, listo
alicaído alegre, optimista
147
altruismo egoísmo, interés
anarquía orden, gobierno
anónimo manifiesto, conocido
apañado inepto, torpe
apelar desistir, abandonar
apremio calma, lentitud
aprehender soltar, liberar
armisticio guerra, hostilidad
arre so
as perdedor, último, vencido
asimismo tampoco
atávico actual, espontáneo
aterido tibio, caliente
atestado vacío, desocupado
austeridad abundancia, despilfarro, desenfreno
azuzar contener, calmar
balbucir vocalizar, articular
bastardo legítimo, legal
bienhechor malhechor, rufián
bodrio exquisitez, delicia
boquiabierto indiferente
burdo refinado, educado
burrada sensatez, prudencia
cabecilla subordinado
cachaza brío, nerviosismo
cagón valiente, atrevido
capcioso claro, verdadero
cariacontecido contento, alegre
castrar vigorizar, fortalecer
catilinaria apología, alabanza
censurar aprobar, elogiar
cerebral emocional, apasionado
ceremonioso informal
chabacano elegante, fino, culto
chapucero meticuloso, habilidoso
chusco aburrido, serio
chusma elite
cicatero desprendido, generoso
civil rural, incivil, grosero; militar
coaccionar tolerar, permitir
cohibido desenvuelto
competencia ineptitud
compunción alegría, satisfacción
conato consumación
concatenación desconexión
conciso prolijo, extenso
confesar callar, silenciar
148
confinar liberar
confiscar devolver, restituir
congregar dispersar, disgregar
conjura lealtad, fidelidad
connatural adquirido
connotación denotación
constreñir liberar, exonerar
continencia lujuria
corruptela honestidad
corrupto íntegro, insobornable
cortapisa facilidad
cosmopolita provinciano
crápula virtuoso
crucial intrascendente, indiferente
cuco feo
cuerdo loco, chiflado
deambular instalarse
delator encubridor
democracia autocracia, dictadura
denostar alabar, ensalzar
depreciar encarecer, subir
derogar instituir, establecer
desahuciar consolar, ilusionar
desaliñado aseado, limpio
desaprensivo responsable, honrado
desazón sosiego, calma
desgana apetito, gana
desliz acierto, cuidado
despotismo democracia, liberalismo
dictatorial democrático, liberal
didáctico embrutecedor
diestro inexperto
difuminar precisar, perfilar
dilación anticipación
dilección animadversión, inquina
dilucidar oscurecer, liar
disciplina anarquía
discurrir parase, detenerse
disentir convenir, concordar
disidente adepto, partidario
dislate acierto
disuasión persuasión
educar malcriar, pervertir, viciar
efervescencia frialdad, tranquilidad
embarazo aborto
emergencia lentitud, parsimonia
eminencia vulgaridad, medianía
149
empírico teórico
enajenar comprar, adquirir
encarar eludir, sortear
encausar absolver
encauzar descarriar
encubrir descubrir, delatar
endeble sólido, fuerte
enfatizar atenuar
enrevesado claro, simple
entuerto desagravio, honra
envilecer ennoblecer, enaltecer
escrupuloso descuidado, abandonado
espurio legítimo
estúpido listo, espabilado
exabrupto delicadeza
exento obligado
exhumar inhumar, enterrar
expatriar repatriar
extravertido introvertido, retraído
faccioso dócil, sumiso
facultativo obligatorio, preceptivo
falacia verdad, autenticidad
falaz sincero, franco
fascismo democracia
faz envés, reverso
felonía lealtad, fidelidad
fidedigno falso, dudoso
filántropo misántropo, egoísta
fisiológico síquico, sicológico
funesto dichoso, feliz
fútil esencial, importante
gacho levantado, erecto
ganso diligente, hábil
gélido caliente
génesis fin
genérico específico, particular
gobernar obedecer, acatar
habitual insólito
halagar desdeñar
hastío agrado, interés
hedonismo espiritualidad, mortificación
heder perfumar, aromatizar
hermético evidente
heroicidad cobardía, pusilanimidad
heterodoxia ortodoxia
híbrido puro
hipertrofia hipotrofia, reducción
150
hirsuto liso, lacio
homosexual heterosexual
hostilidad acuerdo
iconoclasta tradicionalista
idiosincrasia generalidad, universalidad
ilegible inteligible
impenitente corregible
impericia destreza
ímpetu calma
implícito explícito
imprecación bendición
imprevisto esperado, sospechado
ímprobo fácil, ligero
impúdico púdico, recatado
imputar exculpar, disculpar
ínclito desconocido
incordiar agradar
indebido lícito
indemne dañado, perjudicado
indolente laborioso, activo
indulto castigo, condena
industrioso vago, inepto
inédito conocido, viejo
inexpugnable accesible
infringir cumplir, acatar
inhibir estimular, actuar
iniquidad bondad, equidad
inmigrar emigrar, irse
infundio verdad
inherente accidental
inminente remoto, lejano
inmune débil, vulnerable
instigar disuadir, desanimar
interino fijo, numerario
interpelar contestar, responder
intolerancia transigencia
intuición reflexión, examen
involución progreso
izar arriar
jamás siempre
jorobar agradar, distraer
juicio insensatez, imprudencia
justicia injusticia, arbitrariedad
lacónico locuaz, facundo
lacra virtud
lapidario pormenorizado, detallado
latente patente, expreso
151
lego enterado, ducho
lenocinio honestidad
leonino justo, imparcial
libelo calumnia, difamación
libertinaje virtud, moralidad
lícito ilícito
lince torpe, zote
lindar distanciar, alejar
litigar avenirse
loable censurable
lóbrego claro, alegre
lucidez ofuscación, simplicidad
maestría impericia, torpeza
malversar reponer
manido actual, original
mayúsculo minúsculo
mediato alejado
mediocridad magnífico, excelente
melindre sencillez, sobriedad
mentar omitir, olvidar
monopolizar competir
mordaz sincero, delicado
nato adquirido
nefando elogiable, honorable
neófito veterano
neurálgico secundario, intrascendente
nimio importante
nocivo positivo, inocuo
non par
obstar facilitar, posibilitar
oneroso liviano
osar temer
ostensible encubierto, oculto
paliar agravar, aumentar
palmario dudoso, equívoco
paradoja lógica
partidario oponente, enemigo
párvulo mayor
patético alegre
patochada acierto
pedestre fino
persuadir disuadir
perturbar sosegar, calmar
pervivir morir
pesimismo optimismo
pizpireta seria
plebeyo noble, distinguido
152
plúmbeo divertido, ameno
podredumbre moralidad
pormenorizar generalizar
posponer adelantar
postinero sencillo, humilde
preciarse avergonzarse
preeminente bajo
privativo público, general
proclive reacio
profano sacro
profusión escasez, carencia
proliferar disminuir, limitarse
prorrata totalidad
proscribir autorizar
provisional definitivo
pusilánime valiente
ralentizar acelerar
ramplón selecto
ras desigualdad
rebatir corroborar, confirmar
rebelde sumiso, dócil
rededor lejos, lejanía
refractario inflamable, combustible
refugiado repatriado
regodearse apenarse, compadecerse
relevar cargar, endosar
rémora facilidad, apoyo
rencilla concordia, amistad
reprender felicitar, alabar
reprobar alabar, aplaudir
reputación desprestigio, descrédito
requisa devolución, reintegro
rescisión confirmación, prórroga
reticente claro, directo, franco
retrógrado avanzado, progresista
sabotaje beneficio
saciedad hambre, necesidad
sadismo piedad, amor
salubridad insalubridad
sanción premio, recompensa
sanear ensuciar, infectar
sapiencia ignorancia
sazón agraz, imperfección
sedicioso pacífico
sediento harto, saciado
seducción repulsión, disuasión
sesudo irreflexivo, inmaduro, alocado
153
sibilino claro, preciso
sincretismo diversificación
sincronía diacronía
sinonimia antonimia
soberanía dependencia
sodomita heterosexual
solemne informal
soso sabroso, salado
súbdito gobernante
súbito lento, paulatino
subrepticio abierto, ostensible
suculento insípido
suficiente inepto, incapaz
suplente titular
susceptible confiado, seguro
sutileza tosquedad
tácito explícito
taciturno comunicativo, alegre
tacto torpeza
tangente separado, lejano
templanza desenfreno, lujuria
tergiversar aclarar, explicar
terrorismo paz
tino desacierto
tirantez cordialidad, relajación
tirria afecto, simpatía
todo nada
tónico átono
tornar irse
tozudo flexible, transigente
trajinar holgazanear
trasunto original, realidad
trillado original, nuevo
tregua porfía, insistencia
tronío humildad, sencillez
turbulento tranquilo
ubérrimo estéril, pobre
umbrío claro, luminoso
unánime dividido, disconforme
urgir aplazar, demorar
utopía realidad, materialidad
vacar trabajar
vacilar decidirse, asegurarse
vapulear mimar, acariciar
vastedad pequeñez, exigüidad
vejación elogio
venial mortal, importante
154
ventilar ocultar, esconder
veraz mentiroso, embustero
vernáculo extranjero, foráneo, extraño
versado novato, inexperto
vesania cordura
vesicante suavizante, calmante
vetustez juventud
veto acuerdo
vicisitud monotonía, inmutabilidad
vilipendio elogio
vindicativo generoso
vitalicio transitorio
vituperar alabar
vulgar selecto, especial, refinado
vulnerar cumplir, acatar
yermo fértil, sembrado, cultivado
yerro acierto
yuxtaponer separar, apartar
zaguero delantero, puntero
zamarrear mimar, acariciar
zángano trabajador, activo
zanjar entorpecer, complicar
zapar tapar, rellenar
zurdo diestro

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