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Y CULTURAL
PLAN LECTOR
CIPRIANO TORRES GUERRA
2015
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INTRODUCCIÓN
- La investigación realizada por UNESCO refiere que Perú ocupa uno de los últimos
lugares en índice de lectoría entre los países de América Latina.
- Ocho (8) de cada diez (10) estudiantes peruanos no comprenden lo que leen.
La lectura es una actividad poco desarrollada en los jóvenes, a pesar de que ellos mismos
reconocen sus carencias en comprensión de textos y las implicancias que tiene dicha falta
de competencias en los resultados de sus aprendizajes.
Leer es más que descifrar el significado de las palabras o ubicar ideas principales en un
texto escrito, es un proceso continuo que dura toda la vida y que se desarrolla de acuerdo
con los variados tipos de textos y con los distintos propósitos que el lector se plantea.
Diversos especialistas han identificado posibles razones del cambio en la manera de pensar
y de organizar la información en los jóvenes de hoy. Algunos planteamientos son los
siguientes:
b) Asistimos a una nueva manera de ser y de pensar, una nueva cultura que presenta
dos maneras de ver el mundo: una intuitiva, dominada por los sentidos y la
afectividad en que se piensa por medio de imágenes-esquemas de manera global,
analógica sensorial y afectiva, y otra, deductiva, dominada por el concepto en la que
el discurso se presenta en forma encadenada y articulada de manera secuencial,
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analítica e inferencial (Babín y Kouloumdjian. Nuevos modos de comprender.
Madrid Ediciones, S.M.).
Este plan de lectura involucra la participación de los estudiantes del Sistema a Distancia y
los títulos y autores de los libros son escogidos por los estudiantes teniendo en cuenta que
los costes estén a su alcance y que sus contenidos tengan relación con el sílabo de la
asignatura y se adapten a los valores que propugna la comunidad educativa garcilasina.
El Plan Lector se constituye así en la estrategia didáctica para fomentar el hábito de la
lectura de obras importantes que contribuyan a complementar el bagaje cultural y
realimentar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
1. Los estudiantes deben saber usar las estrategias de lectura para analizar, sintetizar,
emitir juicios sobre los contenidos de las informaciones que ofrecen los medios, así
como crear textos originales y bien sustentados.
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acción, así como la recreación del tema; todas programadas por el tutor de la asignatura a
efecto de la supervisión, el control y la evaluación oportuna.
Hay la necesidad de ligar la lectura al uso de los nuevos medios que proporciona la
tecnología, teniendo en cuenta que ésta ha convertido a la lectura en la llave de la sociedad
de la información y la comunicación y en uno de los requisitos básicos para lograr un
aprendizaje significativo.
He dividido el libro en cuatro unidades. En la primera, desarrollo los temas que son
presupuestos, como: el lenguaje, la lengua, sus funciones, propósitos y algunas cuestiones
lingüísticas. En la segunda unidad, trato sobre el texto, los tipos de textos, los signos
lingüísticos, así como su estructura de expresión y contenido. El tema principal del libro: la
lectura, está tratada en la tercera unidad, así como la comprensión de los textos a través de
estrategias de lectura. En la cuarta unidad, trato el tema del análisis de textos tanto
expositivos como narrativos.
El autor.
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PRIMERA UNIDAD
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1. PRESUPUESTOS
1.1 EL LENGUAJE
Hombre se define como animal racional. Razón, en griego, se dice logos (legein) cuyo
significado es lenguaje. Entonces, el hombre es racional porque posee lenguaje. Al poseerlo
es capaz de aprehender (apropiarse) y de expresar la realidad.
El hombre, como tal, se presenta como el ser para el que él mismo y el mundo pueden
constituir problemas, el ser que es capaz de interpretarse a sí mismo y de interpretar el
mundo, que se pregunta por su propio destino y por el sentido del ser de las cosas y del ser
en general, ello porque el preguntarse sólo es posible y sólo se hace posible mediante
el lenguaje.
El lenguaje, en todas sus formas, debe considerarse como fenómeno que es esencialmente
práctico enérgeia. Esto significa que el lenguaje en general ha de entenderse y
definirse como producción (creación) lingüística, no simplemente como totalidad de lo ya
producido.
En un sentido más amplio, lenguaje es un sistema de signos y de reglas que organizan esos
signos. Los signos son objetos que refieren a otros objetos. Por ejemplo: el humo, las luces
del semáforo, la paloma, el dibujo (icono), la palabra hablada o escrita. Tanto los signos
naturales como los artificiales se dan sólo desde la perspectiva del hombre. El hombre será
más sabio si codifica más lenguajes: audiovisuales (visoaudiales), mediáticos, informáticos,
lógicos, simbólicos. Por eso, las lenguas (los idiomas) se concretan en lenguajes
codificados por el hombre pragmáticamente para su uso en comunidad.
El ser humano posee dos cerebros, por lo tanto, dos lenguajes. El hemisferio cerebral
izquierdo es especializado en la traducción de la percepción de la realidad a
representaciones lógicas, semánticas, fonéticas, y entre sus funciones entra todo cuanto se
relaciona con el lenguaje. Por eso se llama también hemisferio verbal. Mientras que el
hemisferio cerebral derecho está desarrollado para la comprensión unitaria-holística de
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nuestras configuraciones y estructuras. Sus funciones coinciden con la de los procesos
primarios y su lenguaje es arcaico y poco desarrollado. En el hemisferio cerebral izquierdo
se localiza el área de la sintaxis —o de Broca—, encargada de establecer las relaciones
sintagmáticas, y el área de la semántica —o de Wernicke—, encargada de las relaciones
paradigmáticas.
Debido a las características viso-espaciales del hemisferio derecho es que podemos correr y
bailar sin tropezarnos con los objetos que nos rodean. El hemisferio izquierdo, con su
organización temporo-secuencial, nos permite analizar los detalles y las partes. Por esto, se
dice que el hemisferio izquierdo ve 123 árboles mientras que el derecho ve un bosque. El
izquierdo ve una nariz, una boca, unos ojos, y el derecho, una cara. Por estas características
es que el hemisferio derecho puede reconocer las caras y su contenido emocional. Por
ejemplo, es frecuente que se diga que lo importante no es lo que se dijo, sino cómo se dijo:
son las inflexiones que nos permiten conocer las intenciones. Estos datos sugieren que
también, desde el punto de vista cerebral, hay una diferencia neta entre los procesos que
determinan la actividad gramatical y aquellos que regulan la actuación pragmática.
Si queremos saber qué es el lenguaje y cómo funciona tenemos que asomarnos a lo que
sabemos sobre la organización de la actividad del cerebro (procesos mentales), desde el
almacenamiento de la información hasta la deducción de inferencias complejas. Los
procesos gramaticales tienen lugar en un nivel autónomo que funciona de acuerdo con sus
propios principios, mientras que los procesos inferenciales parecen ser comunes a todos los
miembros de la especie humana. Los mecanismos gramaticales difieren considerablemente
de una lengua a otra.
Hoy suele admitirse que el aparato cerebral está constituido por un conjunto estructurado de
sistemas diferentes: trasmisores sensoriales, sistemas de entrada (percepción visual,
auditiva, gramática) y sistemas centrales (memoria, razonamiento, decisión, asociación,
atención). Cada uno de estos tipos de unidad tiene propiedades empíricas diferentes. Cada
sistema acepta sólo cierta clase de datos, es decir, las representaciones que vienen en un
determinado formato. Además, cada uno tiene una forma propia y específica de representar
esta información y de procesarla.
Los trasmisores sensoriales recogen la información que procede del exterior y la envían a
los sistemas de entrada. Éstos son sistemas deductivos altamente especializados en el
procesamiento de diferentes tipos de informaciones que elaboran los datos que aportan los
trasmisores sensoriales de acuerdo con sus principios y que forman nuestra representación
del carácter y el orden de las cosas.
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El hemisferio cerebral izquierdo es el que coordina la capacidad para hablar y el pensar en
palabras. Es el que nos permite escuchar y analizar la lengua oral y escrita, el que elabora el
razonamiento analítico y matemático y el que procesa y expresa la información.
Las áreas propuestas para el procesamiento del habla, la escucha, la lectura, la escritura se
localizan de modo principal en las cisuras de Silvio y de Rolando o en torno a ellas. Las
rutas neurales que se consideran implicadas en el procesamiento de la lengua son:
(1) Producción del habla. Se piensa que la estructura básica de la emisión se genera en el
área de Wernicke y se envía al área de Broca para su codificación. El programa motor
pasa entonces al área motora adyacente que rige a los órganos de articulación.
(2) Lectura en voz alta. La forma escrita se recibe primero en el córtex visual y luego se
trasmite, vía giro angular, al área de Wernicke, donde es asociada con una
representación auditiva. La estructura de la emisión se envía después al área de Broca.
(3) Comprensión del habla. Las señales llegan al córtex auditivo desde el oído y se
trasfieren al área adyacente de Wernicke, donde se interpretan.
1.4 LA LENGUA
Las lenguas son objeto de la lingüística. Cada lengua puede expresar lo mismo que
cualquier otra, aunque mediante categorías diversas y con distintos medios de expresión. R.
Jakobson señala que las lenguas se distinguen unas de otras, no por lo que pueden decir,
sino por lo que deben decir. Las lenguas muestran una considerable unidad con su propia
historia, y, a este respecto, son incluso las más constantes y firmes de todas las tradiciones
históricas. En ningún otro dominio de la cultura sobrevive el pasado tanto como en la
lengua, porque contiene el resultado de un pensamiento reflexivo (de una interpretación),
por eso se constituye en elemento esencial por excelencia para hacer nación.
La lengua es un código (estructura sistémica) de signos lingüísticos que usa una comunidad
para entenderse, es decir, una estructura fija y exacta y su entendimiento y actuación
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dependerá del uso riguroso, lógico y responsable y de respeto al código por parte de la
comunidad a la que sirve.
Para que exista una lengua se requiere ciertos factores de índole fisiológica (el organismo
tiene que ser capaz de emitir sonidos), de índole gramatical (el discurso tiene que poseer
una estructura) y de índole semántica (es imprescindible que la mente pueda entender lo
que habla).
La lengua puede ser estudiada según su uso o su estructura. El uso se relaciona con otros
campos, como la literatura, la comunicación, la información, la enseñanza de idiomas, la
sociología, la ciencia política y la sicología. Los estudios sobre el uso de la lengua tratan
sobre lo que dicen las personas, lo que piensan de lo que dicen y lo que significa aquello
que escriben o que hablan para comunicarse. Todo ello incluye el análisis de los
contenidos, la crítica literaria, el estudio de los cambios lingüísticos y los factores sociales
que determinan los comportamientos lingüísticos de los miembros de una comunidad
idiomática. También se aborda el estudio de los efectos de la lengua en la conducta
humana. Para la crítica literaria, la lengua está integrada por palabras que, adecuadamente
ordenadas, producen una emoción o un racionamiento. Para la lexicografía, es el conjunto
de palabras que poseen un significado, un origen y una historia. Por último, se puede
entender la lengua como la forma en que las palabras se seleccionan y combinan, proceso
inherente a los individuos, a los grupos o a los géneros literarios.
Cuando una lengua sufre trasformaciones sustanciales tanto en su estructura fonética como
en su léxico, puede llegar a convertirse en otra lengua. Lo que caracteriza a la lengua es un
continuo crecimiento y evolución en todos los aspectos, en tanto que expresión viva de la
naturaleza y la cultura de los seres humanos.
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Desde pequeños percibimos el modelo sonoro e intentamos reproducirlo, imitamos sonidos,
palabras y las diferentes formas morfosintácticas hasta llegar a una correcta utilización del
código.
Uno nace preparado para adquirir cualquier lengua, es decir, llegamos al mundo dotados de
una compleja maquinaria lingüística que viene incluida por lo menos primariamente
en nuestra constitución biológica básica. Dicho de otro modo: la lengua es innata.
Actualmente, se sostiene que las lenguas son connaturales al hombre (genético). Esto quiere
decir que el hombre cuando nace viene equipado para hablar una lengua. Por eso,
sostenemos que a hablar no se enseña ni se aprende. La escritura, sin embargo, es un
invento del hombre (cultural), por tanto, ésta si se enseña y se aprende.
Según esta propuesta, los hombres vienen al mundo con una gramática universal
incorporada chip verbal que consiste en una especie de procesador para adquirir en
poco tiempo un número finito de palabras con las cuales se elaboran combinaciones
infinitas.
Así como los perros vienen al mundo para latir o ladrar, los seres humanos han venido
equipados para hablar. Basta que estén expuestos a una lengua para que al poco tiempo
empiecen a balbucear, luego a formar palabras y finalmente a construir complicadas
oraciones. Hasta ahora no se ha comprobado, sin embargo, que las facultades lingüísticas se
trasmiten genéticamente de manera independiente. No se ha encontrado un órgano
especializado del lenguaje ni un gen de la gramática. Lo que sí se ha podido comprobar es
que si el área de Broca ha sufrido algún daño o deterioro hay trastornos sintácticos o
incapacidad de construir oraciones o enunciados; así mismo, si hay lesión en el área de
Wernicke sólo se dicen disparates. En ambos casos se producen afasias sintácticas y
semánticas. En setiembre de 1999, se identificó a DYX3, un nuevo gen relacionado con
la dislexia y que fue localizado en el cromosoma dos del hemisferio cerebral izquierdo.
La ciencia actual tiende ver al hombre como un ente que habla, con una tendencia a unir
pensamiento y lengua y a estudiar las funciones intelectuales humanas desde esta relación
provocando la aparición y desarrollo de disciplinas muy diferentes (lingüística, semiótica,
sicología cognitiva, informática, filosofía de la mente, etc.).
El racionalismo, esa visión según la cual la razón abstracta y la lógica propia de la ciencia
eran las lenguas humanas por excelencia, ha sido sustituido por el estudio de las lenguas
cotidianas del ―mundo de la vida‖ (Husserl). En el desarrollo de la vida práctica, la ciencia
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aparece como una forma más de lengua, aunque no la primera ni la más importante. El
habla es más amplia que la ciencia, llega a todos los ámbitos convirtiéndose en la actividad
racional más específicamente humana.
¿Por qué habla el hombre? La causa de la lengua está en que el ser humano conoce, tiene
inteligencia: la lengua es vehículo y expresión del pensamiento, lo manifiesta porque lo
incorpora dentro de sí. Podría decirse que el pensamiento es la forma de la lengua, y que
ambos no son separables. Un hablar sin pensamiento no comunica nada, son ruidos
incoherentes. Un pensamiento que no se puede dar a conocer no ha llegado al nivel de la
racionalidad. Entender el significado de una palabra es conocer. El significado
comprendido de la palabra es conocimiento. Comprender una palabra es saber qué
significa, y saber qué significa es saber usarla, es decir, emplearla al hablar. Hablar y
pensar se dan a la vez. No se puede hablar sin pensar.
Las operaciones del conocimiento intelectual, que la lengua se encarga de expresar, son:
(a) El pensar acontece como operación y permanece y crece como hábito. El pensar que
nace como operación es el pensar operativo y el que permanece forma los hábitos
intelectuales.
(b) El pensar operativo es episódico: las operaciones pueden realizarse o no, y cuando se
realizan tienen lugar y ya está, se detienen; no se conoce con ellas más que lo ya
conocido.
(c) Las operaciones del pensar son tres y se ordenan jerárquicamente de la inferior a la
superior: la primera es la abstracción o simple aprehensión, mediante la cual se
obtienen los conceptos. Esta obtención de los conceptos se realiza mediante una luz
intelectual que el hombre tiene y que se proyecta sobre las imágenes elaboradas por la
imaginación, de las cuales abstrae el concepto. La segunda operación es el juicio que
tiene lugar cuando se reúnen y conectan entre sí los conceptos dando lugar a las
proposiciones. La tercera operación se llama razonamiento o razón y consiste en un
encadenamiento de proposiciones lógicamente conectadas.
(d) Los hábitos del pensamiento que adquirimos después de realizar las operaciones
anteriores son varios. Los más importantes son la ciencia y la sabiduría y consisten en
hábitos de determinados saberes teóricos o prácticos.
(e) El conocimiento intelectual puede ser teórico y práctico. El primero se refiere a la
ciencia; el segundo, a la acción práctica.
Ahora bien, ¿cuáles son las características del pensamiento? Si prestamos atención a los
rasgos del pensamiento, podremos adivinar los rasgos del ser que piensa:
(1) Infinitud. Porque: (a) no está abierto a una zona determinada de seres, sino a todos: el
alcance posible del pensamiento es toda la realidad, (b) no hay un pensamiento último
después del cual ya no se pueda pensar nada; es decir, el pensamiento es insaturable:
por mucho que piense, siempre puede pensar otra cosa.
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(2) Alteridad. El hombre puede captar la realidad no sólo en relación a su estado orgánico,
como hace el animal, sino en sí misma, como cosa independiente de él, como algo otro,
en su alteridad.
(3) Mundanidad. En el hombre hay un horizonte dentro del cual se pueden captar muchos
objetos. El conocimiento intelectual nos abre un mundo. El conocer humano no es de
entes aislados, sino que contextualiza, capta totalidades de sentido.
(4) Reflexividad. Condición de mi captación de un mundo es la captación de un centro
receptor desde donde se percibe ese mundo. El sujeto inteligente se conoce a sí mismo
como sujeto, como yo.
(5) Inmaterialidad. Puede ser entendida a partir de la distinción entre movimientos
transitivos y perfectos: hay procesos en los cuales se da siempre una falta de
simultaneidad entre la acción y su término; pero hay procesos en los cuales el inicio es
simultáneo con el resultado.
(6) Unión con la sensibilidad. El pensamiento no funciona al margen de la sensibilidad y
del conocimiento sensible: ―no se piensa nada que antes no haya pasado por los
sentidos‖. O bien, no hay conceptos sin aprehensión de la sensibilidad. Una vez
obtenidos los conceptos, el pensamiento elabora juicios y razonamientos.
(7) Universalidad. El pensamiento capta lo común a muchos objetos, capta universales, es
decir, conceptos generales. Lo racional es lo universal, lo común a muchos.
O mejor dicho, los que hablamos castellano no hacemos ciencia. El peruano, por ejemplo es
torpe en el manejo del idioma, por ello es incapaz de teorizar, de filosofar. Usa signos del
idioma que no sirven o entorpecen el discernimiento lógico-proposicional que exige toda
investigación científica. Así, las hipótesis —las tesis— en las universidades, no son
formuladas científicamente, no tanto por la incapacidad de referencia y de pensamiento
coherente, sino por el desconocimiento de que hay signos —palabras, tonemas— en el
castellano que son de uso exclusivo del habla oral —para decir estupideces— y no de la
escrita.
Por consiguiente, no hay textos de ciencia en castellano o si hay son pocos o son
traducciones dudosas. Mario Bunge, en ―La Lengua Internacional‖, sostiene que ―El inglés
no es sólo la lengua franca de la cultura superior y de los negocios internacionales [...] A
muchos les disgusta este predominio de la lengua inglesa. Lo atribuyen, con razón, al
poderío económico y político, primero, de Gran Bretaña y, más tarde de los EE.UU. Pero
esto no basta: el inglés no sería hoy la lengua internacional si los EE.UU. no se hubiera
puesto a la cabeza de la ciencia y de la técnica‖.
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b. El castellano sí sirve para la literatura.
Sin embargo, el castellano es un instrumento ideal para el arte. De ahí que las mejores obras
de los literatos de habla castellana hayan sido traducidas a otros idiomas —inclusive al
inglés—. Es que el castellano posee elementos morfológicos de su código para cada
especialidad: para la ciencia, el sustantivo y el verbo y alguno que otro conector lógico, y
para el arte (literatura), los determinantes, los adjetivos, los adverbios, los relativos, las
preposiciones, las conjunciones y las formas pronominales.
Las lenguas, si sirven para hacer ciencia, también sirven para hacer literatura. La literatura
es un arte plástico que mediante palabras se fabrican mundos de ficción, realmaravillosos.
La literatura es hecha por hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas las edades
para hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas las edades.
El colombiano Gabriel García Márquez escribió Cien años de soledad para los 400 millones
de castellanohablantes, pero al haber sido traducida a otros idiomas, su alcance artístico se
ha ensanchado, se ha mundializado.
Si aceptamos que hay una literatura infantil tenemos que aceptar también que hay una
literatura joven o adulta y si aceptamos que hay una literatura femenina, entonces debe
haber una literatura masculina, y si éstas tuvieran los dos sexos (pene, vagina) podríamos
aceptar también una literatura hermafrodita —eso sí no podemos aceptar una literatura
homosexual—. ¿O, sí?
Para entender la literatura escrita para niños bastará referir la dedicatoria que le hace
Antoine De Saint-Exupery a León Werth cuando era un niño, en El Principito: ―Pido
perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor [...] Tengo otra
excusa: esta persona mayor es capaz de entenderlo todo, has los libros para niños‖.
Y si aún queda algo por entender, debemos agregar que El Principito es, en apariencia, el
libro más fácil y sencillo que hasta entonces se había publicado, pero a la vez el más
profundo. Sólo en apariencia es un cuento para niños. En realidad es la historia de un niño
escrita para adultos, o si se quiere, una vuelta atrás, un retorno a la infancia. Si todos los
libros para niños fueran como El Principito, la literatura estaría cumpliendo a cabalidad su
papel: un niño aprehende su realidad con su propia filosofía, su propia lógica.
En cuanto a la literatura hecha —escrita— por mujeres hay matices de discrimen, una
especie de marginación de la literatura escrita por mujeres —no de mujeres—. Poetisa, por
ejemplo, es una palabra derivada del griego que ha sido deformada por discrimen o por una
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sensibilidad mal aplicada. Lo cierto es que hay un escaso aporte de la mujer a la literatura
—hay menos mujeres que hacen literatura en relación a los hombres—, porque éstos tienen
un potencial creativo, pero las mujeres manejan mejor el lenguaje de las ciencias. (1)
Ella considera que decir poesía o novela femenina implica una marca negativa porque el
adjetivo está devaluado. ―En la conciencia popular una poetisa nunca será tan buena como
un poeta‖, y este tipo de diferencias a nivel de lenguaje son más perjudiciales en el español
y, en general, en todas las lenguas romances porque distingue el género.
Primera Cuestión. El hombre es un animal racional. Razón viene de logos; logos, de legein.
Logos y legein, en castellano, significan LENGUAJE. Entonces, el hombre sólo es racional
porque posee lenguaje, y con él y en él, aprehende, abstrae y refiere su mundo y su
realidad.
Segunda Cuestión. Lenguaje es un sistema de signos y símbolos que el hombre usa para
comunicarse (según Cassirer, el hombre es un animal simbólico: todo lo percibe y abstrae
por símbolos). Lengua es un sistema de símbolos que usa una comunidad determinada
(Idioma sería la lengua realizada en una sociedad).
Tercera Cuestión. Los lenguajes (incluido los idiomas) son objeto de estudio de la ciencia
Semiótica, y las lenguas (los idiomas), de la Lingüística. Por consiguiente, los lenguajes y
las lenguas son objetos científicos, y los postulados que de ellos surgen, son también
científicos.
Cuarta Cuestión. El idioma Castellano, así como los otros idiomas, evoluciona (gramática,
sintaxis, semántica), pero también muere. La muerte del castellano ya está vaticinado: ya no
hay objetos inventados por castellanohablantes para ponerles sus referentes-nombres en
este idioma, y lo que es apocalíptico: ya no se hace ciencia con el idioma castellano.
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cual nos sitúa en un lugar de obsolescencia de prácticamente 500 años. (Cinco siglos sin
generar ideas novedosas, sin hallazgos científicos, sin avances técnicos, capaces de cambiar
nuestra realidad). Esto ha generado que nuestros graduados sean tan desmañados en el
empleo de las palabras, de la sintaxis, de la semántica, que carecen del equipo mental
necesario para el pensamiento lógico y su expresión racional.
Octava Cuestión. Las lenguas naturales son altamente imperfectas, y que, por tanto, no
sirven como metalenguaje de las especulaciones filosóficas y científicas. Toda materia que
pretenda elaborar un discurso teórico coherente deberá crear y definir con precisión un
lenguaje inequívoco, que no se preste a la ambigüedad, la vaguedad o las malas
interpretaciones que propicia tan a menudo nuestro lenguaje corriente. En Perú, todos los
discursos —la constitución, las leyes, los tratados, los textos oficiales— son escritos con
lenguaje corriente, ordinario. Esta nuestra incapacidad de escribir textos y de organizar
información (teorizar) con lenguaje científico ha servido para que la UNESCO nos declare
―analfabetos funcionales‖.
Novena Cuestión. Una Facultad existe en una universidad porque hay una ciencia que le
sirve de soporte. Según este presupuesto, las facultades de Educación —las Escuelas de
Lengua y Literatura— no existirían, porque ni la Educación ni la Literatura son ciencias. En
las universidades se hace ciencia. Con mucho atrevimiento, podríamos crear facultades de
Arte.
Décima Cuestión. Para explicar la octava cuestión, podríamos decir que existe la Paideía (o
Pedagogía) que se ocupa del proceso de formación del adolescente (país, paidós). Werner
Jaeger (1946) extiende el significado del término a toda la formación del hombre. El
Profesorado y la Docencia son disciplinas científicas (o profesiones) que necesitan ser
explicadas. Así mismo, las disciplinas de la Enseñanza. Debemos aclarar que no se puede
ser profesor de Educación, menos de Literatura.
Undécima Cuestión. Educar atañe a los valores. Los valores no se enseñan, se aprenden. La
Educación es inherente al hombre, como al animal, los instintos. La Educación es parte de
su cultura. Los profesores no educan; conducen aptitudes, competencias y evalúan y miden
actitudes y actuaciones.
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Decimotercera Cuestión. La Literatura es un arte. Como tal, no se puede enseñar. Ni
siquiera sirve como asignatura porque no hay contenido que lo pueda sustentar ni mucho
menos método para enseñar ni evaluar. No sabemos cómo hacen los ―profesores de
Literatura‖ para medir una asignatura llamada Literatura Española (?): ¿de qué siglo?, ¿para
qué sirve?, y ¿cómo se mide?
(a) Del Alumno: Escoge esta área o especialidad porque odia la matemática (los más). Éstos
son los que van a fracasar, porque el lenguaje y la lengua son lógicos. El lenguaje está
ubicado en el hemisferio cerebral izquierdo y el arte (la Literatura), en el derecho.
(b) Del Profesor: En las universidades se debe formar Profesores de Lenguaje o Lingüistas
o Semiólogos, y en la facultad de Arte, Profesores de Literatura o Literatos; pero no
profesores de Lengua y Literatura.
(c) De los Textos: En Perú no se produce textos de calidad. Escasos son los textos en los
que se teoriza la realidad nacional con cierto grado de cientificidad, pero éstos están
deficientemente redactados.
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2. La profesora de inicial que le enseña a malescribir.
Los niños vienen ―fabricados‖ con el mejor equipo mental para el pensamiento lógico y la
expresión oral.
Este equipo empieza a deteriorarse cuando debe escribir lo que piensa. La profesora
malogra, deteriora —a veces, destroza— ese equipo mental que lo que le enseña va contra
su natural lógica, porque a las profesoras de inicial no les enseñan a enseñar el manejo del
código idiomático, por consiguiente ésta sólo lo enseña —a sus alumnos— en su peculiar
manera de hablar y en su pobreza lexical. Así, el alumno es formado en lenguaje al tamaño
de su profesora. Y su deficiencia se ensancha porque lo hace como le enseñaron a ella, y
quizá peor. Por eso, cuando adultos, sólo escriben disparates.
El lenguaje es un sistema de todos los signos naturales y artificiales que el hombre, como
ser racional, usa para apropiarse de su mundo. La lengua es una estructura sistémica de
signos lingüísticos que el hombre inventa, codifica y convencionaliza para comunicarse,
para hacer ciencia y también arte. La literatura, en cambio, es un arte bello que refiere
mundos irreales o de ficción recurriendo a procedimientos plásticos, tropos o figuras de
dicción y de pensamiento, pero carentes de lógica y de actuaciones realizativas.
Concluyo la idea afirmando que el lenguaje es lógico (ciencia); la literatura, ilógica (arte), y
la lengua idioma, sólo una manera de referir y de sistematizar un lenguaje. A los
peruanos sólo nos enseñan a hablar y ―malescribir‖ una lengua. El lenguaje, su quehacer y
su poder, no es completamente extraño. Y aun la enseñanza del castellano es deficiente, por
eso decimos cada estupidez. Al ser enseñado y aprendido como instrumento bello —
retórico, poético, figurado— todo lo referimos en forma figurada tanto sus nombres como
sus significados. Así los nombres y los objetos son bellos. La literatura no sirve para
resolver problemas de gobierno ni de la sociedad.
Con la literatura ha ocurrido algo paradójico: ―por culpa de la literatura, los peruanos
vivimos un Perú de ficción, irreal o realmaravilloso‖.
La literatura nos ha hecho mucho daño. Pido perdón a los literatos por esta blasfemia. La
literatura es un arte bello, mientras que el lenguaje es un objeto matemático, lógico. Los
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peruanos no podemos establecer este deslinde: no está en nuestro esquema mental, porque
desde niños hemos percibido y referido la realidad sólo con figuras retóricas, eufónicas y
con sentido figurado, nunca con significados convencionales o del código idiomático.
Todo lo que decimos está cargado de retórica. Todo lo que vivimos está impregnado de
poesía. En Perú, todo es bello: los textos oficiales (constituciones, leyes, tratados, textos
escolares), los artículos periodísticos, los mensajes publicitarios y aun la Historia y el
Derecho.
Por la literatura, los peruanos somos adjetivos: construimos frases pleonásticas. Colocamos
los adjetivos sin sintaxis ni lógica. Somos desesperadamente redundantes: no nos basta una
palabra, siempre le agregamos algo que es obvio. Para el peruano lo adjetivo es más
importante que lo sustantivo: así los cargos, los grados, las jerarquías son más importantes
que sus nombres, y por un fenómeno de antonomasia han personalizado las instituciones,
los objetos, las cosas.
Colocamos los adjetivos sin sintaxis ni lógica. Somos redundantes: no nos basta una
palabra. Siempre le agregamos algo que es obvio. No nos es suficiente decir: ven. Tenemos
que decir: ven para acá /ven pacá/. A las inscripciones las llamamos: matrícula abierta. Y
en hemorragia de sangre, de qué va a ser, pues. Somos anfibológicos, amantes del doble
sentido: No tome pura agua, tome agua pura. Se puede estar bien mal, o en todo caso,
defendiendo la patria del enemigo.
El eufemismo cucufato es otra característica que nos distingue. Aquí las mujeres se
olvidaron de parir: dan a luz —se enchufan, prenden y alumbran—. El escusado no es ya el
lugar donde uno va a cagar: es un baño, y hay de damas y de caballeros. Cagar es ahora
hacer el dos o bajar de peso, y bajar de peso, también es adelgazar. Unos se limpian los pies
para entrar, pero entran con los zapatos sucios. A la grosería la hemos convertido en lisura.
Los nombres de las partes de nuestro cuerpo son groseros para personas de oídos vírgenes
(lea, de educación remilgada). Por eso, al inocente pene o carajo, le dicen pipí.
A tanto llega nuestra ignorancia en la lectura del arte que cualquiera que escribe un libro es
un literato: escritor, en Perú, es sinónimo de literato. Así, creemos, por ejemplo, que
Hernando de Soto es un literato porque ha escrito varios libros, y en las manos de un
peruano, ―El Misterio del Capital‖ o ―El Otro Sendero‖ son libros de literatura, tan igual o
mejor que ―La fiesta del chivo‖ o ―La guerra del fin del mundo‖ de Mario Vargas Llosa.
Nuestra existencia está saturada de literatura y nada de ciencia. Desde que nacemos, en
nuestras primeras experiencias de la lectura-escritura siempre habrá una profesora que nos
cuenta cuentos y nos lo seguirán contando, la mamá, la empleada o alguien que siempre nos
cuenta cuentos. En la escuela primaria y secundaria, —inclusive en la universidad— la
mayoría de los profesores nos cuentan cuentos. Ahí tienen el resultado: todos son
narradores de cuentos: los políticos, los periodistas, los abogados, los historiadores, los
sociólogos. Por esta razón, en Perú, nadie respeta la sintaxis castellana o por lo menos la
lógica. Cada quien escribe a su albedrío o a tenor de sus fenómenos mentales (escribe como
habla) y no entiende sino sobreentiende.
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5. Desconocimiento de la denotación y la connotación.
Los peruanos no sabemos denotar, esto es, no conocemos las definiciones etimológicas y
lexicográficas de las palabras. Sólo sabemos una o dos connotaciones y de éstas las
figuradas —o de uso común— y a veces las erradas, como en el caso de pendejo o de tomar
que ninguna significa lo que nosotros significamos (pendejo: vivo, sabido; tomar: beber,
chupar). Por eso, cuando escribimos, nuestras frases carecen de isomorfismo.
En el caso de los diccionarios impresos en Perú, llámense, Bruño, Coquito, Navarrete, y los
famosos de Bolsillo o Escolares, sólo sirven para introducirnos en el circuito circular de los
sinónimos de igual significado.
Lo cierto es que el peruano, sobre todo el niño, usa el peor diccionario, de esos impresos
para alumnos de primaria —total, para primaria, cualquier cosa—.
Perú, como mercado, es el basurero del mundo. Lo que no les compran las naciones
desarrolladas, lo compramos los peruanos. Adquirimos un diccionario porque es barato o
porque nos lo venden con facilidades de pago, o porque simplemente son bonitos y
voluminosos y sirven para adornar los estantes.
Los peruanos no sabemos leer el DRAE. Por eso creemos, por ejemplo, que la palabra
relievar ha sido ―aceptado‖ por la Academia. La Academia, en la Vigésima Segunda
Edición, refiere relevar como hacer de relieve algo, pero también relievar. tr. Bol., Col. y
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Perú. relevar (|| hacer de relieve algo). Esto no significa que la Academia la haya aceptado,
sino que hace alusión a que en esos países lo usan de esa manera. Pero lo correcto es
relevar.
Todo estaba bien inclusive aceptar este absurdo si no hubiesen elitizado las Ciencias y
estigmatizado las Letras. Lo cierto es que en Ciencias colocaron a la matemática, la física,
la química, y con ellas, a los ―científicos‖: matemáticos, médicos, químicos, ingenieros, y
en Letras, a la historia, la geografía, la lingüística, el derecho, la literatura, y con ellas a los
―letrados‖: abogados, profesores, historiadores, sociólogos, literatos.
Bacon decía que ―poder es saber‖ y esto es cierto en la medida que se convierte en una
amenaza continua para los poderosos. Por eso, todo aquel que ostenta poder, desea
controlar la cantidad y la calidad y la distribución de la información conocimiento
dentro de sus dominios.
Toffler define el poder político como ―poder deliberado sobre las personas‖. Por eso, el
metalenguaje que genera el poder se convierte en una especie de non plus ultra de la
política y que por más razón asista a quien reclama sus derechos, la violencia, la fuerza,
hacen que éste desista de ellos y luego se corrompa.
Estamos gobernados por gente muy ignorante, que no se recata de serlo, o por aviesos
malintencionados, que valiéndose de nuestra ignorancia, nos manipulan mediante el
lenguaje.
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9. El profesor de lengua y literatura está mal equipado con lenguaje.
Los profesores de lengua —castellano— y literatura son de esos ―aunque sea estudia para
profesor‖.
Estos profesores fueron y son fabricados con el mismo molde que utilizaba Nebrija en
1492. El producto: profesores papepipopú o emeamaemeama, memorizadores y
paporreteros. Su competencia ni siquiera se puede someter a prueba. Su bastardez es rayana
con la cojudez: son asesinos del lenguaje y, por consiguiente, de los peruanos.
Así, con todas las taras y deficiencias es la máxima autoridad, y el alumno le obedece al pie
de la letra; en la mayoría de los casos para aprobar la asignatura y evitar así su venganza.
Pero, lo que más preocupa es que el profesor peor equipado con lenguaje, enseña en la
Escuela Primaria.
La universidad no le dota con las gramáticas modernas, menos, con las últimas filosofías
del lenguaje. La Semiótica les es ajena a todos. La mayoría trabaja con la gramática
tradicional (Nebrija, 1492), algunos lo hacen con la gramática estructural (Saussure, 1917),
y casi nadie, con la gramática generativa o transformacional.
El texto oficial —y el informal— es una suerte de valor agregado extrínseco (de adorno),
porque intrínsecamente no cumple su papel. Los extranjeros son caros, y por lo tanto,
ajenos a muchos profesores, y los nacionales —hechos en Perú— carecen todos de
isomorfismo, esto es, que refieren objetos que no pertenecen a nuestra realidad. No tiene
correlación entre expresión y contenido.
Con estos textos, el muchacho es educado hacia una realidad inexistente y que cuando
adulto, tenga que resolver sus problemas sociales, no puede —no tiene competencia— y,
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contrariamente, acepta la vejación, el sufrimiento, la injusticia y se declara siempre
conforme y satisfecho.
Los textos peruanos refieren falsedades. Educan al niño en una falsa realidad, le llenan la
cabeza de lugares comunes, actitudes retrógradas y acríticas.
Los ―genios‖ de la educación peruana y los autores de textos de enseñanza para niños creen
que éstos sólo tienen capacidad para leer literatura: cuentos y poemas bonitos, historietas.
Para estos autores, un niño no tiene competencia para leer textos científicos. Esto es una
paradoja: un niño normal, como son todos los niños peruanos hasta antes de ingresar en una
escuela a la edad de 6 años, tiene capacidad para leer cualquier tipo de texto, es más a esa
edad tiene su disco duro con rutas o autopistas lógicas y racionales. Contrariamente, es
racional hacerles leer textos científicos y posteriormente, los textos literarios.
Pero, lo que más nos ha perjudicado es el mal o no manejo de las analogías, tanto de
sinonimia como de antonimia. Aquí ya no caben nombres para tantos dislates. Para cojudos
los peruanos, dijo alguien, y es verdad.
Desde chicos nos han enseñado que los sinónimos son palabras de igual o parecido
significado, pero lo que ha quedado grabado en nuestra memoria es que son iguales. De ahí
que creemos que al colocar un sinónimo a una palabra cualquiera, ésta es auténtica y
genuina -en su significado- a la anterior (lo hacen, supuestamente, para no repetir). Hoy,
sabemos que no hay una sinonimia perfecta y que no hay dos palabras que signifiquen lo
mismo.
Confunden, por ejemplo, pendejo con cojudo. Creen que son antónimos y en realidad son
sinónimos. Porque pendejo significa, tonto, opa, ido, cojudo. Pendejo, sólo para los
peruanos significa, ―vivo‖, perspicaz, sabido.
Quizá no sea ofensivo decir: Lima siempre digna, endilgando el adjetivo digno —que es
exclusivamente para personas— a una ciudad por tener las calles limpias y los puentes
sobre el zanjón bien pintados. Qué carajo, aquí sólo las cosas son dignas; las personas, no.
Sí ofende confundir país con nación. Y que nación sólo aparezca en el título de los
mensajes de los presidentes, pero que en el interior sólo se refieran a país, quiere decir al
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territorio. Lo mismo ocurre con patria. Patria es un sentimiento, por lo tanto, un intangible.
No tiene límites: va con el hombre y constituye su idiosincrasia.
Las autoridades en cuestiones idiomáticas se han abocado a diferenciar los sinónimos para
su manejo exacto y correcto. Para ello es necesaria la concurrencia de las nuevas ciencias
como la pragmática, la pregnancia semántica modulada, la semiótica, disciplinas que nos
son negadas.
Los peruanos sólo hemos usado diccionarios comerciales. Éstos, por ser pequeños, sólo
refieren uno o dos significados connotativos (de preferencia de uso en el país de su
edición), pero como no son impresos en Perú, no contienen significados peruanos. Además,
estos significados connotativos no definen el vocablo —el significado de una palabra está
en lo que el hombre hace con ella, no lo que dice acerca de ella—, sino que a veces es un
sinónimo o un significado fig., fam., es decir, figurado o familiar. Por eso los peruanos
somos palabra, no significado y todo lo referimos sólo con connotaciones figuradas.
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SEGUNDA UNIDAD
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2.1 EL TEXTO
El texto es una estructura coherente de signos que el destinador produce para fines
comunicativos o informativos. La teoría del texto estudia el fenómeno de texto en un
sentido más amplio a la luz de la comunicación humana: comprende la lingüística del texto
y la pragmática del texto. Para nuestra asignatura, todo objeto se constituye en texto: desde
una envoltura de una golosina hasta un gesto involuntario de impaciencia por una visita
inoportuna o no deseada.
¿Qué es un signo? El signo es un objeto material: el humo es signo del fuego; el semáforo
en verde es un signo de paso libre; la paloma blanca es signo de paz. Como podemos
observar, un signo es un objeto que refiere a otro objeto. También es un intermediario entre
la persona que lo interpreta (intérprete) y el objeto al que el signo refiere.
El hombre de campo interpreta como signos fenómenos del ambiente que para el hombre de
la ciudad pasan desapercibidos; es decir, no son signos para él. La interpretación es un
proceso por el cual el intérprete toma a un objeto como signo de algo.
La interpretación determina que el signo actúe como tal porque permite referir (relacionar)
al signo con el objeto al que el signo remite, porque el signo se asocia a una idea o
pensamiento o porque el signo actúa como un estímulo que provoca ciertas conductas en el
intérprete: sin interpretación no hay signo o hay interpretación sólo cuando se comprende el
signo.
Hay signos que no tienen denotado, como los sustantivos abstractos: ―hada‖, ―la
corrupción‖, etc. Otros signos tienen un solo denotado, como los nombres propios: Carlo
Magno, Juan Pérez. También puede constituir el denotado un conjunto de individuos:
alumno, libro, ciudad. Pero hay signos de los que no se puede especificar su denotado con
suficiente precisión. Por ejemplo, un asiento con respaldar y brazos, pero sin tapizado ¿es
una silla o un sillón?, los signos ―mucho‖, ―montón‖ tampoco pueden aplicarse con
precisión. La denotación de un signo se determina por su aplicación, pero no siempre es
posible precisar el denotado de los signos.
No basta con reunir algunos signos para obtener un texto. Hace falta establecer las
relaciones entre esos signos –por ejemplo, en una frase o secuencia de signos–, la relación
entre los signos y sus significados y también la vinculación con los usuarios de esos signos.
Quien emita un mensaje lo hará respetando esas relaciones y, entonces, el destinatario del
mensaje podrá comprenderlo –decodificarlo– ateniéndose a esas mismas relaciones.
Es probable que no sólo nuestra formación académica, sino nuestra simple ubicación como
seres con sentido común nos diga que la historia no existe a nivel de los acontecimientos
mismos, que se trata de una mera convención, que es una abstracción, pues siempre es
percibida y contada por alguien, no existe en sí.
Sin embargo, y a veces como consecuencia de esa misma formación académica, solemos
perder el sentido común y, al ejercitar la investigación, nos envolvemos en un mundo de
palabras que terminamos por idolatrar olvidándonos de que su razón de ser estribaba en la
predicación científica respecto a la realidad asumida como objeto de estudio.
La lingüística nos ha enseñado que el sentido del signo lingüístico es arbitrario, y por
haberlo repetido tanto, hemos terminado por creerlo tan ciegamente que olvidamos que esa
característica de la arbitrariedad del signo lingüístico es válida para el signo lingüístico
pretextual, pero no lo es, en modo alguno, para el signo inserto en un texto dado. En este
caso, el signo lingüístico no sólo es motivado, sino que obedece a precisas instrucciones
contenidas en el texto mismo.
Pero esta licencia que acaso sea válida en nuestro quehacer cotidiano, no podemos
permitírnosla en el discurso científico, donde debemos tener permanentemente presente que
nuestra conceptualización científica es siempre una abstracción metódica y por lo tanto
arbitraria. Y que, sin embargo, cuando enfrentamos un texto los signos de éste sí son
motivados, aunque no lo sean pretextualmente.
Cuando se trata de analizar un texto, conviene no olvidar que los signos organizados tienen
su sentido inmanente que no depende del pienso. Confundir, en una perspectiva científica
del análisis textual lo arbitrario con lo motivado, equivaldría a suplir lo que un texto dice
por el pienso.
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Estimamos que la precisión de este significado debe estar precedida por la comprensión de
que la primera cosa que un texto dice, lo dice a través del modo en que está hecho y que
consecuentemente es imprescindible tomar en consideración que toda aproximación a un
relato no supone simplemente seguir su historia lineal. Todo relato obliga al investigador a
asistir al hilo narrativo en su desentrañarse estructural y funcional y, paralelamente, obliga
al analista a proyectar permanentemente esa horizontalidad narrativa sobre un eje ausente,
aquel que da precisamente sentido final a las relaciones horizontales.
Todas estas precisiones teóricas nos permiten comprender que el autor de un texto dado no
puede ni debe confundirse con el narrador de ese relato; que los signos de ese narrador son
inmanentes al relato y por lo tanto susceptibles de un análisis semiótico y que, finalmente,
quien habla (en el relato) no es quien escribe (en la vida) y quien escribe no es quien existe.
Cuando en un análisis textual observamos una casi obsesiva búsqueda del fondo del texto
vehiculizado a través de la forma, no sólo estamos negando la indisolubilidad entre nombre
y sentido –entre los elementos estructurales de todo signo lingüístico–, sino estamos
propiciando la confusión entre lo arbitrario de nuestro discurso científico y lo motivado del
texto que analizamos.
Estas explicaciones unilaterales del fondo de los mensajes suelen llevar peligrosamente al
olvido de las formas que son concebidas como la cara externa o el ropaje del fondo y no
como el eje o principio regulador de la existencia misma del signo. Los análisis del fondo
pueden, por lo tanto, no sólo descuidar aspectos fundamentales de un discurso, sino caer en
explicaciones hechas desde universales a los cuales se suele pretender adscribir un discurso.
Debemos entender, entonces, que las palabras de un texto sólo adquieren valor si las
introducimos en una clase de palabras y por ende en la estructura existente en el mismo
texto. De allí que la palabra sea un intercambiador entre el sistema y el acto, entre la
estructura y el acontecimiento; por una parte depende de la estructura; por otra, del acto y
del acontecimiento. He aquí el objetivo de nuestro análisis del discurso verbal, no
perdiendo de vista la palabra ―sentido‖ que señala el lugar donde hay que preguntarse por la
textualidad de ese texto.
Determinar el sentido del discurso verbal implicará, entonces, el valor que dichas palabras
adquieren en el texto, en relación con las otras palabras que las acompañan, en función del
sistema de relaciones subyacentes al discurso: las palabras de un texto no se han juntado
por casualidad, sino para la búsqueda de un sentido y que, por tanto, dicho sentido no
debemos buscarlo en el diccionario o en el código general de la lengua, sino en el código de
ese discurso.
La semiótica estudia los sistemas de signos de una sociedad. Desde esta perspectiva, la
semiótica es una disciplina que puede y debe ocuparse de toda la cultura. Es decir, que en
toda sociedad los sistemas de signos pueden ser entendidos desde una perspectiva
comunicativa con lo cual, deliberadamente, queremos poner énfasis en la concepción de
estos sistemas de signos que, en tanto vehículos de información, garantizan las relaciones
entre los miembros de una sociedad.
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Así, pues, las sociedades codifican sus experiencias comunitarias, en tanto cultura, en
estructuras semióticas expresadas en sistemas sígnicos; estructuran, para sus miembros, un
sistema educativo y emplean signos para garantizar el cumplimiento de esta función. En
este contexto, la pragmática ha puesto particular énfasis en el papel que cumplen signos de
esta naturaleza en el seno de la vida social y en la relación existente entre estos signos y sus
usuarios.
Si leemos los sistemas de signos generados por un organismo social en orden a su tarea
educativa, advertimos que estos signos están orientados a situar a los miembros de una
comunidad en un espacio y un tiempo determinados a reconocer sus intereses comunitarios
y a operar de acuerdo con ellos. Este comportamiento semiótico de los sistemas sígnicos
educativos permitirá al individuo orientarse en una determinada situación y, en este
sentido, los signos ofrecerán al usuario huellas o instrucciones sobre cómo ese individuo
puede dominar y ordenar la extrema complejidad de datos primarios disponibles en una
situación que está en suspenso de manera que le sea posible una conducta y un actuar con
sentido.
Los sistemas sígnicos textuales constituyen el discurso oficial educativo que la sociedad
propone formalmente a sus miembros. Hablar de texto, entonces, nos sitúa ante el universo
de la escuela, del libro, de los procesos lectivos, en ese universo de sistemas sígnicos que,
aun cuando no participe de una misma naturaleza, tiene como denominador común el ser la
propuesta oficial.
Pero, los valores educativos de una sociedad no sólo se trasmiten a través de la textualidad,
sino a través de lo que denominamos sistemas parasitarios. Desde la perspectiva
comunicativa, y tomando en cuenta como referencia el funcionamiento de la textualidad,
los medios de información, el discurso religioso, el discurso político, la crítica y –aun
eventualmente un sistema sígnico opositor al texto–, constituyen sistemas parasitarios.
Ahora bien, cuando el texto propuesto por una sociedad a sus individuos responde a las
exigencias de orientar, proveer de herramientas y poseer una telia definida, los sistemas
parasitarios funcionan como redundantes respecto a él. Redundantes en tanto confirmación
de los valores oficialmente propuestos o como factores que a través de la realimentación
(feedback) permiten demostrar la permeabilidad del sistema textual o contribuir a su
mejoramiento (nótese que el término sistema parasitario no implica una calificación moral,
sino da cuenta de un organismo que se desarrolla a partir y en referencia a otro organismo).
Desde esta perspectiva, podemos establecer que entre el texto y los sistemas parasitarios se
plantean tres tipos de relación: cooperativa, competitiva y simbiótica. La relación será
cooperativa cuando la conducta de un sistema parasitario implica cumplir con los mismos
objetivos del sistema textual; competitiva, si el sistema parasitario implica obstaculización
respecto a la finalidad textual, y simbiótica, si el sistema parasitario no opera
conductualmente ni de modo cooperativo ni de modo competitivo respecto al texto.
Cuando el sistema sígnico textual es sano los sistemas parasitarios colaboran con el texto.
En tal sentido, cuando en una sociedad el texto tiene claramente marcada su finalidad,
ofrece las herramientas para cumplirla y permite operar sobre los objetos, los sistemas
parasitarios (discurso político, medios de información) funcionan como redundantes
respecto al texto, se convierten en una compleja red de elementos iterativos respecto al
texto. Así, por ejemplo, una parte de la prensa puede repetir constantemente lo que el texto
ya manifiesta, mientras que otra puede discutirlo e, incluso, denunciarlo hasta llegar al
escándalo público que comprometería elementos fundamentales de esa sociedad: cuestionar
la figura misma de un presidente, por ejemplo.
Cuando el sistema textual es patológico se puede observar que los sistemas parasitarios
cooperativos pierden teleología social, esto es, pierden la articulación redundante entre
ellos que caracteriza su comportamiento cuando el texto es sano. En lo que se refiere a los
sistemas parasitarios competitivos pueden convertirse en alternativos, es decir, adquirir la
categoría de contratexto. En ese sentido, los sistemas competitivos operan análogamente a
como opera la contrainformación: tiene peso cuando trabaja sobre la definición de los
puntos débiles del poder.
El contratexto es, entonces, un sistema sígnico que, ante una situación patológica, puede
convertirse en alternativa textual, es decir, de reemplazo del texto. De allí que cuando el
texto es patológico todos los sistemas parasitarios pueden convertirse en contratextuales,
con la diferencia de que unos (cooperativos) asumen el papel educativo oficial con las
características de inarticulación señaladas, mientras que cualquier sistema de origen
competitivo puede convertirse en contratexto alternativo cuya conversión en texto
dependerá de la relación entre la afirmación de su propia salud y la patología del sistema
matriz o texto.
Así, en el marco de una sociedad signada por un texto patológico, cualquier sistema
competitivo semióticamente sano tiene posibilidades de convertirse en texto. En la medida
en que la presencia de un grupo evidencia una ruptura en las comunicaciones que la
sociedad peruana establece oficialmente respecto a sus individuos, en tanto que cualquier
29
sistema competitivo puede convertirse en contratextual ante un texto patológico, es preciso
entender la naturaleza y estructura del modo particular de comunicación que ha dejado de
funcionar.
En líneas generales, existen dos tipos de textos: expositivos y narrativos. Los textos
expositivos tienen como objetivo tratar de comunicar información a los lectores, mientras
que los textos narrativos sirven para entretener. Los textos narrativos son más fáciles de
leer que los textos expositivos. Los textos expositivos pueden plantear mayores dificultades
que la comprensión de textos narrativos.
En cuanto a las narrativas, Trabasso y Nickels (1992) demuestran cómo el desarrollo del
conocimiento de eventos, en el procesamiento de textos narrativos, avanza desde una
comprensión descriptiva a un tipo de comprensión basada en la explicación. Esta
progresión es posible por el desarrollo gradual de la habilidad para reconocer la
multiplicidad de causas que dan lugar a un evento y organizarlas en una red.
El plano sicológico es el que permite comprender las emociones de los personajes a través
del establecimiento de relaciones entre los objetivos de estos personajes, los intentos por
cumplirlos y los resultados obtenidos. Otra de las causas es procesar la causalidad cuando
las causas no se encuentran implícitas en los textos, por lo que es necesario inferirlas. En
las narraciones, cuando a estas dificultades se suma una estructura episódica compleja, el
proceso de comprensión se dificulta, tal como sucede en los relatos de ficción que cuentan
con varios episodios vinculados por un objetivo ordenado a un problema que no suele
explicarse antes de cada episodio.
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2. El conocimiento de la estructura textual. En el caso de las narraciones, el esquema
narrativo consiste en un conjunto de expectativas acerca de los componentes que
tiene que tener toda historia y de las relaciones entre ellos: permite codificar la
información de la lectura y facilita la recuperación de la información de la memoria
cuando resulta necesario hacerlo. En los textos expositivos, la estructura textual
especifica las conexiones lógicas entre ideas y la subordinación de unas en relación
con otras. En las estructuras expositivas, la estructura secuencial se explica a partir
de su similitud con la estructura narrativa. Por el contrario, las estructuras de
descripción y comparación resultan más difíciles de comprender.
3. El conocimiento del vocabulario. Para comprender un texto, una persona debe
conocer entre el 90% y el 95% de las palabras que lo forman. Esto permitiría
obtener el significado global del texto a la vez que inferir correctamente el
significado posible de las palabras poco familiares. Las investigaciones han
demostrado que la comprensión decae cuando se eliminan pistas que pueden servir
para activar el conocimiento previo, aunque los textos no presenten vocabulario
complejo o poco frecuente y tengan una estructura común.
4. Las habilidades inferenciales. Son útiles para construir la coherencia textual. Si
bien, cierta información de los textos está conectada explícitamente, los buenos
lectores también construyen inferencias causales entre información que de otro
modo estaría desconectada, y, por lo tanto, no resultaría comprensible.
El signo lingüístico es pues una entidad síquica de dos caras basada en el fenómeno de la
―asociación‖ que vincula los hechos de conciencia (conceptos) con las llamadas imágenes
acústicas que le sirven de expresión: ambos elementos están íntimamente unidos y se
reclaman recíprocamente.
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En esta relación, De Saussure usa ―signo‖ para designar la combinación del concepto y de
la imagen acústica: al concepto lo llama significado, y a la imagen acústica, significante.
Estos conceptos se relacionan y corresponden como las caras de una moneda, pero nos e
trata de una simple adición de dos elementos, sino que ellos están íntimamente fusionados.
a. Arbitrariedad
b. Linealidad
c. Inmutabilidad
― El carácter arbitrario del signo. Por ser arbitrario, el signo no conoce otro sustento que el
de la tradición y por fundarse en la tradición es inmutable.
― En la multiplicidad de los signos que constituyen una lengua. Un sistema de lengua está
formado por innumerables signos lingüísticos, de ahí que sea imposible reemplazarlos
unos por otros.
― En el carácter complejo del sistema. El sistema de una lengua es tan complejo que un
cambio en él requeriría la intervención de especialistas.
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―En la inercia colectiva a las innovaciones. El colectivo que habla una lengua actúa como
un factor de conservación. Si decimos ―lapicero‖ y ―borrador‖, es porque antes de
nosotros siempre se ha dicho así.
d. Mutabilidad
El signo lingüístico es mutable: cambia con el tiempo. Debido al carácter arbitrario del
signo, pueden operarse cambios y alteraciones en el significante que conducen a un
desplazamiento de las relaciones entre significado y significante.
(2) La segunda articulación. Cada unidad de la primera articulación presenta una forma
fonética y una significación y puede ser analizada en unidades más pequeñas
portadoras de sentido (fonemas) que se disponen también sucesivamente. El
conjunto /camino/ se analiza desde la sucesión de seis unidades (femas)) /c/ /a/ /m/
/i/ /n/ /o/, cada una de las cuales permite distinguir ―camino‖ de otras unidades
como: lamino, comino, canino, camilo.
Cada unidad de la segunda articulación puede aparecer en otras combinaciones. Así /c/
aparece en /casa/ o en /cola/; /m/ aparece en /mano/ o en /mono/.
2.4 EL SIGNIFICADO
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El significado de los signos lingüísticos es una definición intensional. Definición
Intensional o definición por intensión consiste en las propiedades compartidas por todos los
miembros de la clase. Así, en el caso de caballo podemos decir que el significado es animal
equino que relincha. Definición extensional o por extensión reúne a los miembros de la
clase por ostensión o por enumeración. La clase de objetos conectados con ―caballo‖ es la
clase formada por los animales que relinchan.
Los signos léxicos admiten paráfrasis (interpretación) como definiciones intensionales; los
gramaticales se definen funcionalmente, es decir, por medio de comentarios propios del
nivel de metalenguaje. Definición lexicográfica (definición por lexema): todo lexema posee
un significado definible por el diccionario. Definición gramatical: definición como
elemento de una lengua por combinación. Ejemplo, Persona. Individuo de la especie
humana. ||2. Hombre o mujer cuyo nombre se ignora o se omite... ||7. Sujeto de derecho. ||
Persona no grata. || Primera persona. || Persona natural / persona jurídica. || de persona a
persona. || en persona. || hacer de persona. (Art. 1. La defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado.)
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No siempre hay una correspondencia biunívoca entre los elementos del código en el
habla real: coloquial, ordinaria, periodística y literaria. Contamos siempre con la
posibilidad que de haya una cierta separación entre lo que se dice (los significados literales)
y lo que se quiere decir (la intención comunicativa subyacente). Por esto existen frases
como: leer entre líneas, diferencia entre el espíritu y la letra de un texto; cuando dije
aquello, lo que quería decir, en realidad, era...
c. Significado y significación
Cada uno de los rasgos sémicos, o semas, que definen el significado de un signo está
determinado por los semas que lo rodean y de los cuales se diferencia. Así, el castellano
establece una diferencia entre rata y ratón y los desglosa en dos campos diferentes: el
campo de las ratas (animales grandes y repugnantes) y el campo de los ratones o pericotes
(animales pequeños y casi simpáticos).
El sema está, pues, definido por su valor diferencial. Se distingue y se entiende un rasgo
sémico en cuanto se percibe su relación con otro sema. Esta relación puede ser de
semejanza o de contraste. Más aún, semejanza y oposición concurren a la configuración de
35
cada sema. La relación de semejanza permite ver su mutua conexión en el sistema; la
relación de oposición lo diferencia del sema más cercano que contribuye a su definición.
/Masculinidad/ y /feminidad/ se concretan en el eje de la sexualidad, pero se diferencian por
ocupar posiciones extremas en ese eje. Se denomina eje sémico a esta relación de doble
orientación entre las unidades mínimas de la significación. El eje sémico constituye la
estructura elemental de la significación. En la lengua, como en todo sistema semiológico,
lo que distingue a un signo es todo lo que lo constituye. La diferencia es lo que hace la
característica, como hace el valor y la unidad. La captación de un sema obliga siempre a la
inteligencia y comprensión del sema o rasgo sémico que se le opone: entendemos la
condición de /blanco/ por oposición al rasgo de /negro/, el concepto de /poco/ por oposición
al de /mucho/.
e. Niveles de significación
Por medio de los signos se puede aludir a la realidad de dos formas diferentes: en forma
directa, inmediata, y en forma indirecta, secundaria. La forma directa da origen a la
denotación, forma de significación en virtud de la cual la lengua designa los objetos de la
realidad; la forma indirecta produce la connotación, forma de significación por la que el
lenguaje alude a los valores atribuidos a los objetos designados. (1)
36
clasificar los objetos del mundo. Cada sociedad elabora sus propias clasificaciones de
acuerdo con las necesidades que tiene que resolver. Los niveles de connotación son cada
vez más latentes, mientras que la denotación constituye el sentido patente del mensaje.
2.5 EL SENTIDO
Sentido, define el DRAE: ||5. Modo particular de entender algo, o juicio que se hace de
ello. ||6. Inteligencia o conocimiento con que se ejecutan algunas cosas. Leer con sentido.
||8. Significación cabal de una proposición o cláusula. Esta proposición no tiene sentido. ||9.
Cada una de las distintas acepciones de las palabras. Este vocablo tiene varios sentidos.
||10. Cada una de las interpretaciones que puede admitir un escrito, cláusula o proposición.
La Sagrada Escritura tiene varios sentidos. ||. acomodaticio. m. Inteligencia espiritual y
mística que se da a algunas palabras de la Escritura, aplicándolas a personas y cosas
distintas de las que se dijeron en su riguroso y literal significado.
Para la semiótica, el sentido es un significado fuera del código de una lengua, pero que al
igual que éste está estructurado por relaciones sintácticas y semánticas, es decir por semas y
lexemas. Los semas son las unidades mínimas de sentido. Para que un sema sea inteligible
debe aparecer en oposición con otros semas del mismo nivel. En los discursos concretos
aparece generalmente uno solo de los términos opuestos, el cual es entendido únicamente
en relación con el término ausente.
Los semas no tienen una existencia individual y aislada, sino que se dan al interior de las
estructuras semánticas de los términos objeto, los lexemas. El lexema es concebido como
un modelo virtual de la organización del sentido y de sus posibilidades contextuales.
Greimas dice que el lexema es el punto de manifestación y de encuentro de semas
provenientes de categorías y de sistemas sémicos diferentes y que mantienen entre sí
relaciones jerárquicas.
El sentido indica la actitud, el estilo, la expresión del sujeto que se muestra. El significado o
referencia, apunta al encadenamiento lógico del discurso. El sentido, que es emergente,
cambiante, espontáneo, se aviene mejor con el pensamiento abierto. El encadenamiento
lógico, en cambio, es más propio del pensamiento constituido. El primero se adecua a la
expectativa del sujeto latinoamericano; el segundo parece convenir más con el pensamiento
37
formado el europeo. La inserción del hombre en una sociedad es la fuente del sentido y lo
que hace que el lenguaje filosófico sea una forma de lo simbólico. Por ello, en vez de
analizar solamente el texto en sí y el sentido en relación con el texto, se propone conocer la
sociedad en que se inscribe el sentido y conocer el sentido que orienta el texto, también
desplazarse más hacia el sujeto de la idea que hacia la idea misma; lo cual vendría a ser un
reconocimiento del significante.
El discurso científico se define como una secuencia de enunciados que expresa un conjunto
coherente de proposiciones. El discurso científico tiene características que lo diferencian
específicamente de cualquier otro. Pero aun este discurso especialmente riguroso está sujeto
a ciertas condiciones que se encuentran también en el decir cotidiano, literario, académico,
periodístico, político o religioso.
Existe un esfuerzo renovado por ―objetivizar‖ el lenguaje científico. Leriche —un teórico
de la medicina— dice que si se quiere definir la enfermedad hay que deshumanizarla: hay
que olvidarse de que la sede de la enfermedad es un hombre. Cuanto más racional y
científico se pretende un lenguaje, más parco, alejado de toda emotividad y aséptico debe
ser. En el discurso no deberá entrar el azar, no deberán irrumpir los instintos, se deberá
excluir el humor.
Foucault dice que ―las palabras son siempre una violencia que se les hace a las cosas‖. No
debemos creer, entonces, que si pudiéramos realmente eliminar los sistemas de exclusión
lograríamos recrear la realidad con las palabras. Tampoco tenemos pruebas de que el
mundo sea cómplice de nuestro conocimiento y se deje atrapar por él. Ni siquiera podemos
saber si la realidad tiene correlatos absolutos con nuestra razón como para que ésta nos dé
totalmente cuenta de ella.
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Texto 1. LOS NIÑOS MENTIROSOS
Umberto Eco
Hacer una crítica al texto de enseñanza implica un esfuerzo de desarraigamiento: requiere que
se lea y relea una página en donde se difunden ideas que estamos acostumbrados a considerar
"normales" y "buenas", y entonces nos preguntamos: "¿Pero es propiamente así?",
condicionados como estamos por nuestros antiguos textos de enseñanza: releer los nuevos
libros significa tener la capacidad y el coraje de decir: "El Rey está desnudo". Un acto de
claridad que, como en el cuento de Anderson, el niño no puede hacer, debemos en
conclusión, hacerlo nosotros.
La antología que proponemos parece haber sido elaborada para poner en dificultades al
lector. Tomados uno por uno los capítulos, que procuran condensar toda la esencia de la
enseñanza difundida por los textos, parecen representar otras muchas e indiscutibles formas
de educación inspirada en los Principios Fundamentales más Respetables.
Los textos de enseñanza hablan de los pobres, del trabajo, de los héroes y de la patria, de la
importancia y seriedad de la escuela, de la variedad de razas y pueblos que viven en la tierra,
de la familia, de la religión, de la vida cívica, de la historia humana, del lenguaje, de la
ciencia, de la técnica, del dinero y de la caridad. No se refieren en definitiva a los problemas
reales que el muchacho, cuando sea adulto, tendrá que enfrentar y sobre los cuales tendrá que
tomar una posición.
Esta antología tiende en cambio a demostrar, con la pura evidencia del contenido comentado
al mínimo (y al máximo introducido con un título malicioso), que estos problemas son
presentados en una forma falsa, risible y grotesca... Que por medio de ellos el muchacho es
educado hacia una realidad inexistente... Que cuando los problemas, y la respuesta que viene
dada, conciernen a la vida real, ellos son propuestos y resueltos en modo de educar un
pequeño esclavo, preparado a aceptar la vejación, el sufrimiento, la injusticia y a declararse
siempre conforme y satisfecho. En resumen, los textos dicen mentiras, educar al muchacho
en una falsa realidad, le llenan la cabeza de lugares comunes, actitudes retrógradas y acríticas.
39
Lo peor es que hacen esta obra de mistificación, atendiendo los más comunes clichés de
pedagogía represiva del siglo XVIII, ya sea por indolencia o incapacidad de los ejecutores.
Quiero decir que la lucha contra los textos está más allá de cualquier corriente ideológica que
tenga sentido en el mundo que vivimos: puede ser sostenida por el liberal como por el
demócrata, por el comunista como el social-cristiano, por el creyente y el dudoso; porque la
realidad educativa que estos textos proponen existía desde antes que nacieran estas ideologías
y estas corrientes políticas, antes de la revolución francesa, antes de la revolución industrial,
antes del descubrimiento de América, antes -en una palabra- del nacimiento del mundo
moderno. Cierto es que, una vez dicho esto, se puede reconocer en estos textos el instrumento
más adecuado de una sociedad autoritaria y posesiva, para formar súbditos, hombres de
cuello blanco, masa solitaria integrante de cualquier categoría, seres de una sola dimensión,
masa regresivas de los tiempos gutenberianos. Estos textos sirven de manual para pequeños
consumidores acríticos, para miembros de la mayoría silenciosa, para seres administrados,
para líderes retardatarios que le dan una limosna al pobre y que agitan masas de trabajadores
con la sonrisa en los labios y la moneda que los prostituye en la mano. Pero el modo con el
cual son formados, a lo largo de las páginas, los pequeños y desgraciados súbditos de una
sociedad inhumana destinada a la explotación y al aprovechamiento, se asemeja al método
más futurista y tecnológico con el cual tentaría de formarlos la más aguerrida sociedad
neocapitalista: el modelo propuesto es todavía un universo paleocapitalista, en el cual el rico
es el rey malo de un cuento infantil y el pobre es "Oliver Twist".
Planticas, retoños, ráfagas de viento, casitas pequeñas pequeñitas, tiernas flores, ardillitas,
perritos, pajaritos, etc.: es el universo lingüístico e imaginativo que es presentado a los
muchachos como la "realidad contemporánea".
Si se toma cualquier libro, puede suceder que la confirmación no sea inmediata. No todas las
frases son igualmente risibles, con una lectura rápida ciertas páginas parecen aceptables...
Solamente leyendo con atención, releyendo y poniendo en correlación las varias páginas es
que aparece el método pedagógico arcaico y regresivo: y es por esto que, con la presente
antología, se quiso acelerar el proceso de claridad y conciencia del lector pensante,
responsable (y esperamos) padre de una pequeño estudiante. Como todas las antologías
polémicas también ésta es maligna, pedante, evidencia la frase incriminada entre otras diez...
Alguien podría objetar que el procedimiento no rinde justicia a muchos de los textos, cuyos
autores, puede ser, se hayan esforzado para incluir cosas que ellos juzgan de
"Revolucionarias", quizás arriesgando el rechazo por parte de tantos maestros, temerosos y
atemorizados. Si también fuera así, se necesita decir que el muchacho no sólo lee estas cosas,
lee el libro en su conjunto, y lo lee frase por frase, y ciertas frases se le imprimen en la mente
con la nitidez de los recuerdos imborrables -y bien lo sabemos nosotros mismos si evocamos
los recuerdos más marcados de nuestros días estudiantiles-. Pensemos, entonces, por un
momento, en un ser humano cuyos recuerdos fundamentales están constituidos por las
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enseñanzas recogidas en esta antología, la cual refleja en modo absolutamente exacto el tono
medio de los libros de enseñanza.
Se nos permita entonces de todo modo, y sobre todo, de pensar que ninguno de estos autores
ha tentado renovar una práctica educativa. Militan en favor de estos textos dos hechos: ante
todo, y como se podrá ver, cada texto se rehace periódicamente y arrastra capítulos y frases
que parecen que se vuelven obligatorios, considerados como los "non plus ultra" de la
producción pedagógica disponible; en segundo lugar se notará, viendo el índice final de los
textos citados, que cada editor de costumbre publica más de un texto para el mismo fin y
entonces los mismos autores entran a formar parte de los diversos "coktails" de
colaboradores, o también puede que firmen uno, dos o tres libros. Ninguno de ellos nos
parece entonces haber dedicado su vida a inventar el libro de texto ideal. Ellos han compilado
simplemente, para llegar a ser una fuente de demanda de un mercado floreciente, y han
producido estos dos o tres textos, variando la oferta según la variación de la demanda. La
base comercial de los textos parece que nos explica esa testaruda idea conservadora, que
frecuentemente es explícito fascismo de estas obras.
Nos repugna creer que por parte de todos estos autores (o compiladores), entre los cuales
encontramos nombres que no se pueden calificar de desconocidos e innobles, exista el
proyecto definido de hacer pedagogía "ultra" y de crear manuales, como de hecho ocurre,
para jóvenes fanáticos y por añadidura estúpidos. Probablemente el autor toma en cuenta,
más que el mercado de compra -el cual no es libre-, el mercado de la complacencia y busca
acercarse a los deseos del maestro promedio y del director dictador. Confirmación no alegre
porque si absuelve a los autores (en el plano intelectual no en el ético), condena la mayoría de
nuestros educadores.
Se debe entonces pensar que, para contentar la mayoría promedio, para no causar
desaprobaciones, para no chocar con susceptibilidades, para gustar a todos, se busque
mantener el texto en el nivel de la objetividad, de la no crítica, de la idiotez respetable. El
resultado, independientemente de las intenciones del autor (sobre las cuales no queremos
pronunciar otras críticas), visible y objetivo es presentado por esta antología. De este modo
sólo tiene un fin y una sola inspiración: que muchos lo lean, sería como si se tratara cosas
agradables, inofensivas y que muestren a los amigos y que se reciten sus páginas a alta voz en
la noche, en cambio de mirar la televisión. Pero por si acaso los lectores son padres y tienen
hijos que vana a la escuela, que desde este momento entran en crisis, sean aplastados por la
indignación y empiecen a controlar los textos escolares de sus hijos, y que con ellos los
relean y que los empujen a discutirlos con sus compañeros y con el maestro, en modo que la
mediocridad venga día a día puesta en cuestionamiento. Y tal vez, algunos de los autores
empiecen a sentir vergüenza, si el rayo de sus intereses culturales le permite llegar hasta este
libro.
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La aspiración máxima sería que "Los niños mentirosos" se convirtiera en el único texto de
enseñanza aceptado en las escuelas: en el cual por lo menos, los niños se educarán para
reconocer y juzgar las mentiras que se les quiere dar a ellos. Pero se trata de algo imposible,
porque la línea pedagógica más aceptada y que parece prevalecer hoy en los educadores
responsables es que "no existan más libros de enseñanza". El problema no es hacer textos
"mejores": el problema es de crear bibliotecas bien acondicionadas para alumnos y
enseñantes y que nazca una disposición hacia la realidad y que la adquisición de nociones
verdaderamente útiles suceda por medio de una libre exploración del mundo, por medio de la
lectura de periódicos, de los mismos cuentecitos (¿y por qué no?, leídos y criticados), de la
publicidad, del resumen de la vida cotidiana de los mismos alumnos... Están ya apareciendo
ejemplares de textos hechos por los mismos alumnos, que entrevistan personas, que buscan
interpretar los acontecimientos más importantes del día, que van hacia el descubrimiento del
mundo que los rodea, con el lápiz, con el papel, con la máquina fotográfica, con el grabador...
Esta es la línea que fue sostenida por la Muestra de Reggio Emilia, que originó la idea para
esta antología. Marisa Bonazzi, una de las organizadoras de la Muestra, ponía a cada texto
incriminado una contrainformación destinada a establecer la realidad de los hechos y a
evidenciar las mentiras que, disfrazadas con flores, pajaritos, viejitas canosas, venía dada al
muchacho. En este libro se redujo al mínimo la parte de cuestionamiento del texto. A
excepción de algún comentario, algún resumen interpretativo cuando el texto era muy largo,
y a excepción de los títulos polémicos, se prefirió dejar al lector la libertad y la
responsabilidad de localizar la mistificación (por otra parte tan evidente) y de sacar sus
conclusiones.
Una crítica sobre la ideología de los textos de enseñanza se tendrá que trasformar en una
acusación a la cultura nacional. Pero nuestra antología no tiene pretensiones tan vastas.
Fueron publicados ya en estos últimos tiempos varios libros sobre la ideología de los textos
de enseñanza, tanto sobre la escuela primaria como sobre el ciclo básico, y muchos estudios
se están desarrollando sobre estos temas en varias universidades.
ACTIVIDADES
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Texto 2. COMUNICACIÓN CONTRA INFORMACIÓN
Ignacio Ramonet
Como ejemplo del futuro comunicacional se cita con frecuencia el éxito (real) de Internet,
una red mundial de microordenadores que dialogan entre ellos gracias a la generalización
de los módems. Nacido en Estados Unidos en 1969, y adoptado muy rápidamente por la
comunidad científica y universitaria internacional, Internet constituye efectivamente un
modelo de convivialidad telemática, amenazado cada vez más por los apetitos económicos
que se ciernen sobre los cerca de 100 millones de usuarios conectados, maravillados
habitantes de un ciberespacio inmaterial.
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En el gran esquema industrial concebido por los patronos de las empresas de
entretenimiento, puede constatarse ya que la información se considera antes que nada como
una mercancía, y que este carácter predomina ampliamente respecto a la misión
fundamental de los media: aclarar y enriquecer el debate democrático.
A este respecto dos ejemplos recientes han mostrado cómo la sobreinformación no significa
siempre buena información: el asunto Diana y el affaire Clinton-Lewinsky.
Lo que se produjo en el momento del accidente mortal de Diana fue una especie de
cortocircuito mediático. El personaje de folletín, de telenovela, accede de repente al estatus
de personalidad digna de la prensa seria y de referencia.
El segundo se produjo en enero de 1998, con motivo de las pretendidas relaciones entre el
presidente de Estados Unidos con una ex becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, que
se convirtieron de repente en un tema mediático planetario, desencadenando una crisis de
locura comunicaciones incontrolada.
Todo empezó cuando un tal Matt Drudge envió a su servidor Internet el contenido de las
conversaciones telefónicas grabadas por la amiga-denunciadora de Lewinsky, Linda Tripp.
La revista Newsweek había dudado en difundir dichas conversaciones, tomándose tiempo
para verificar la información. Pero Matt Drudge no albergó ninguna duda. Y la irrupción de
la historia en la esfera de Internet volvió completamente loca a la prensa (escrita) que,
queriendo hacerse de nuevo con este asunto-choque se decidió a publicar cualquier cosa,
lanzándose desesperadamente a la caza del scoop, con un solo objetivo: no dejarse ganar la
mano por Internet.
Algún día se escribirá que el asunto Clinton-Lewinsky ha significado para Internet lo que el
asesinato de John Kennedy fue para la televisión: el acontecimiento fundador de un nuevo
media de información (y no ya únicamente de distracción).
[...] Vemos así que, en la era de la información virtual, únicamente una guerra real puede
salvar del acoso informacional. Una era en la que dos parámetros ejercen una influencia
determinante sobre la información: el mimetismo mediático y la hiperemoción.
El mimetismo es la fiebre que se apodera súbitamente de los media (con todos los soportes
confundidos en él) y que les impulsa, con la más absoluta urgencia, a precipitarse para
44
cubrir un acontecimiento (de cualquier naturaleza) bajo el pretexto de que otros conceden a
dicho acontecimiento una gran importancia.
[...] Hasta hace poco informar era, de alguna manera, proporcionar no sólo la descripción
precisa —y verificada— de un hecho, un acontecimiento, sino también aportar un conjunto
de parámetros contextuales que permitieran al lector comprender su significado profundo.
Era responder a cuestiones básicas: ¿quién ha hecho qué?, ¿con qué medios?, ¿dónde?, ¿por
qué?, ¿cuáles son las consecuencias?
Todo esto ha cambiado completamente bajo la influencia de la televisión, que hoy ocupa en
la jerarquía de los medios de comunicación un lugar dominante y está expandiendo su
modelo.
Hay otro concepto que también ha cambiado: el de la actualidad ¿Qué es hoy la actualidad?
¿Qué acontecimientos hay que destacar en el maremágnum de hechos que ocurren en todo
el mundo? ¿En función de qué criterios hay que hacer la elección? También aquí es
determinante la influencia de la televisión, puesto que es ella, con el impacto de sus
imágenes, la que impone la elección y obliga nolens volens a la prensa a seguirla. La
televisión construye la actualidad, provoca el shock emocional y condena prácticamente al
silencio y a la indiferencia a los hechos que carecen de imágenes... En el nuevo orden de los
media las palabras, o los textos, no valen lo que las imágenes.
45
En fin, información y comunicación tienden a confundirse. Los periodistas siguen creyendo
que son los únicos que producen información, cuando toda la sociedad se ha puesto
frenéticamente a hacer lo mismo.
Informarse sigue siendo una actividad productiva, imposible de realizar sin esfuerzo y que
exige una verdadera movilización intelectual.
“Serán necesarios largos años, escribe Václav Havel, antes de que los valores que se
apoyan en la verdad y la autenticidad morales se impongan y se lleven por delante al
cinismo político; pero, al final, siempre acaban venciendo”. Ésta debe ser también la
paciente apuesta del verdadero periodismo.
ACTIVIDADES
En verdad parece justo y necesario proclamar que la democracia es la forma menos mala de
gobernarse los pueblos. Y aún sería más proclamable si, para que marche, no fuera preciso
atravesar cada poco una campaña electoral, esa dantesca ―selva selvaggia e aspra e forte/
que nel pensier rinova la paura‖.
Hasta ese final, sin embargo, la selva verbal es áspera. El hablar bondadoso y bronquial de
una candidata, por ejemplo, que afirma no ser mediática, aunque la acusan de serlo por
hacerse notar tanto en transistores y pantallas. Era de temer: se fue indulgente con
semejante adjetivo, la Academia le expidió pasaporte y ya anda por ahí campando
dementemente: se puede ser mediático.
El vocablo empezó a viajar por el mundo hispano hacia 1993, diez años después de nacer
en Francia, con su significado de origen: ―concerniente a los medios o transmitido por
ellos‖. Y su éxito fue vasto y basto: plataforma, revolución, imperio, universo..., todo podía
ser mediático; pero no las personas. Había estrellas de las ondas: ¿quién no añora a la
vibrante doña Pilar Rahola, que hace pocos años se le aparecía a uno apenas abría el
transistor? Y en efecto, un periódico de Barcelona, en 1994, la llamaba figura mediática.
Allí mismo un presentador de televisión era denominado líder mediático.
Pero ellos no eran directamente mediáticos; nuestra candidata ha dado un paso más cuyo
triunfo auguro: también se es mediático por trabajar en los medios: ―vosotros los
mediáticos...‖ ronqueaba afónica la susodicha dirigiéndose a sus entrevistadores. No hay
duda de que este nombre gana en prestancia con el sinónimo esdrújulo: mediático o
mediática impone más que periodista.
Hay una áspera palabra que, en la actual campaña, ha chocado mucho: desagregación.
Felipe González la ha repetido y es, sin duda, un claro galicismo: se le ha reprochado, con
probable razón, que no empleara desintegración (disgregación o, más precisa aún y
medieval, destrucción). Y es que, en efecto, el ex presidente destila formación gala; una
temporada tuvo en vilo a nuestra lengua con su quota parte, la quote-part de nuestros
vecinos: lo que corresponde a cada implicado en un reparto de pagos o percepciones. Lo de
desagregar (y desagregación) –a la palabra sola aludo- es menos grave porque tiene
salvoconducto: está en el diccionario desde 1899 con el significado de ―separar, apartar una
cosa de otra‖, que es, justo, eso que se intenta hacer dentro de España. Ocurre, sin embargo,
que, siendo ya tan añejo el vocablo, no ha dejado huella escrita que yo alcance antes de
1980; Francisco Fernández Ordóñez, en su libro La España necesaria, habló de
desagregación social y de partidos; Fernando Arrabal la usaba en 1982 y, desde por
entonces, salpica textos de aquí y de América, incluidos, hace varios años, los del propio
líder socialista; pero no llamaba la atención.
Por último, el hablar de algunos políticos –no irrelevantes- ha confirmado en esas jornadas
tribunicias la vieja retórica llamada anáfora como maraca personal. Consiste, se sabe bien,
en repetir algo al principio de enunciados sucesivos: ―No venimos a pediros el voto sólo
para conseguir escaños; no venimos a pediros el voto sólo para gobernar; no venimos a
pediros el voto para amparar con él nuestros intereses personales. Venimos a pediros el voto
para servir a la sociedad, venimos a pediros el voto para hacer más clara y transparente la
política española, para limpiarla de podredumbre‖. Práctica de oratoria pobre, subterfugio
para vestir peponas desangeladas.
¿Eficaz? Sin duda. El auditorio, mecido por el valseo, se dispone al voto igual que el toro
bien trasteado al estoque. Hay otro recurso igualmente fértil para los susodichos mareantes;
es el contrario, la catáfora, con la cual se infla de repeticiones al final de las cláusulas:
―Nadie podrá poner en peligro nuestra libertad, ni amenazar nuestra libertad, y aún menos
arrebatarnos nuestra libertad‖. Ahora el vaivén es terminal, corajudo, eyaculante, y algo
como una centella recorre las vértebras correligionarias provocando delirio: ¿quién osaría
birlarnos la libertad? Son recursos de larga tradición retórica, pero hoy quedan como muy
antiguos, y añaden trazos indeseables al encefalograma.
Vocabulario
Estamos acostumbrados a la palabra Estado, de tal suerte que ya casi nadie se detiene a
pensar si está bien o mal empleada, porque se la aplica para todo. Oímos y leemos ―el
Estado determina la política nacional del ambiente‖, ―el Estado orienta el desarrollo del
país‖, ―el Estado está exonerado del pago de gastos judiciales‖, APRA insiste en que sus
militantes ingresen al Estado”, ―el Estado se hace la 'lipo' ‖, ―el Estado no puede seguir
siendo un monstruo descontrolado‖, al fin habrá un Estado exacto y eficiente‖, el Estado
como persona, como cosa, como lugar y el responsable de todo lo habido y por haber.
Y para colmo, hoy en Perú, todos quieren reformar el Estado, y algunos quieren hacerlo
reduciéndolo de tamaño. Pero ¿qué es, concretamente, qué significa ese vocablo? Estado,
en un sentido moderno, fue introducido por Maquiavelo, que al hablar de lo ―stato‖, lo
convierte en sustantivo abstracto con una significación similar a la de 'polis' para los
griegos y 'civitas' para los romanos, es decir, comunidad humana suficiente en sí, con
gobierno propio e independiente.
El autor define bien lo que es el Estado: somos todos los peruanos —dice—, pero
inmediatamente lo confunde con gobierno al otorgarle el papel de estar al servicio de la
49
sociedad, porque lo que debe perseguirse como meta principal no es un Estado, sino un
gobierno que esté al servicio de la sociedad, o sea, del Estado, y que además sea no
transparente, porque si no, no se vería, sino eficiente.
Si un autor como Miró Quesada tiene este tipo de confusiones, quizá debamos justificar la
deficiencia de los demás al usar el binomio Estado-gobierno. Lo cierto es que este uso
promiscuo y sin responsabilidad y a veces perverso se repite cada vez más, en todos los
discursos, de los políticos, de los catedráticos, de los periodistas, de la gente común y
corriente.
Los semiólogos solemos invocar una profusión de vocablos, pero siempre les atribuimos la
solemne precisión del lenguaje científico. Una de las palabras que merece este tipo de uso
es Estado porque aparece en documentos formales y cuya actuación realizativa es de
importancia para la vida en sociedad, como la Constitución. Sin embargo, los políticos nos
redactan una constitución cada diez años para proteger su poder con referentes
equivocados. En la Constitución de 1993, la palabra Estado aparece repetida noventa y
nueve veces y su uso sólo es apropiado y correcto en quince. Por lo tanto, es incorrecto e
inapropiado —confundido, generalmente, con gobierno— en ochenta y cuatro. Escriben,
por ejemplo:
situación de abandono‖.
Escriben:
Deben escribir:
Deben escribir:
Para la Corte Interamericana de Derechos Humanos existe tanto el Estado como el gobierno
y sanciona a ambos si las denuncias van con nombre propio. Así, por ejemplo, en el caso
Leonor La Rosa (1997) argumenta: The general inefficiency of the judicial system
persisted, and it remained subject to executive influence. It is widely believed that the
Government infringed on citizensa privacy rights. O lo que es lo mismo, en castellano, ―La
ineficacia general del Poder Judicial persiste y éste continúa estando sujeto a la influencia
del Ejecutivo. Existe una creencia generalizada de que el Gobierno vulneró los derechos de
privacidad de los ciudadanos‖. Aquí se refiere, pues, al papel del gobierno y su
responsabilidad.
En los casos de Castillo Petruzzi, Lori Berinson y Penal Castro Castro, por ejemplo, la
Corte sentencia al Estado peruano por ser él el sujeto (Estado) parte de la Convención
Americana:
To dismiss the first, second, fourth, fifth, sixth, seventh, eighth, ninth, and tenth
preliminary objections interposed by the Peruvian State. (Caso Castillo Petruzzi).
51
Y en las partes resolutivas de estas sentencias, la Corte siempre ordena: ―El Estado debe
adecuar su legislación interna a los estándares de la Convención Americana‖. Pero la Corte
sentencia en contra del Estado peruano, no por las malas actuaciones de los peruanos, sino
por las deficientes actuaciones del gobierno de turno.
Pienso que a tanto no puede llegar nuestro estado de ignorancia. Qué culpa tiene el Estado
de que sus legisladores sean tan perversos en redactar las leyes y que apliquen la pena de
Carcelería Perpetua por delito de Traición a la Patria a cuatro terroristas de origen chileno.
Pero no sólo los legisladores confunden este binomio lexical, sino todos quienes tienen la
oportunidad de referirse al tema o de escribir un texto en un medio de información. El
primer mensaje al Congreso de Alan García (2006) tenía como fin la reforma del Estado
como eje propulsor. Dijo que ―se espera que el Estado haga todo, pero se olvida muchas
veces que, en igual o mayor medida, los ciudadanos debemos poner nuestra parte‖.
También que ―el Estado asuma su rol promotor y regulador‖. Después de seis meses de
gobierno, reiteró: ―También para resistir las presiones del mismo partido donde existen
sectores radicales que aún sueñan con un Estado grande, clientelista y paternalista, y no les
interesa promover la iniciativa privada‖.
Como podemos apreciar, todos confunden Estado con gobierno, algunos por supina
ignorancia —semianalfabetos funcionales—, y los más por lobbies de la ignorancia: Al
Estado no se puede reformar; al gobierno, sí. Yo creo que vale la pena iniciar una campaña
en defensa del Estado, y por extensión, en defensa del lector.
Los peruanos somos contrahechos, ilógicos e irracionales porque los políticos nos trabajan
los más perversos ―lobbies de la ignorancia‖.
En 1993, los ―legisladores‖ del Congreso Constituyente Democrático (CCD) nos redactaron
una constitución basura que para entender lo que ordena hay que recurrir a una serie de
artilugios, como, por ejemplo, a la interpretación. Si una constitución se interpreta, sobre
todo por los políticos —quienes se han arrogado la potestad de hacerlo a su albedrío por
considerarlo su parcela y su dominio—, se les otorga el instrumento más eficaz para la
corrupción. Y en Perú, el corrupto no se hace: es genético.
Así, por ejemplo, el artículo 110° norma como únicos requisitos para ser presidente del
Ejecutivo: a) ser peruano por nacimiento, b) tener más de treinta y cinco años de edad al
momento de la postulación y c) gozar del derecho de sufragio. Y para congresista (art. 90°)
basta tener veinticinco años de edad. Con estos requisitos, los políticos pueden hacer lo que
les venga en gana. Con la nacionalidad, Vladimiro Montesinos —en Azángaro— convirtió
a un japonés (Alberto Fujimori) en peruano por nacimiento: son tan corruptos que son
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capaces hasta de actuar su peruanidad. En el caso de la edad, no sabemos qué mide. Lo que
sí sabemos es que a la edad de seis años —al ingresar en la escuela— a todos los peruanos
nos tullen el cerebro irreversiblemente que carecemos del equipo mental necesario para el
pensamiento lógico y la expresión racional. Sólo que los políticos recurren a su ignorancia
y a otros poderes —dinero, violencia, juego sucio, coimas, manejo de los medios de
información— para dominar a los más ignorantes.
Con esto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, de que para ser presidente del Estado
peruano no existe impedimento alguno: cualquiera puede ejercer el cargo, inclusive un
torpe mental, un enfermo, un sinvergüenza, un corrupto, un bastardo. Por esta razón, las
sociedades racionales legislan los requisitos para administrar un Estado, por ejemplo: la
idoneidad profesional, el código ético, el coeficiente intelectual, las competencias y las
actuaciones anteriores.
En cuanto al artículo 31° —o del sufragio— es un perfecto enrevesamiento y un ataque
frontal al uso escrito de un código idiomático. Demuestro esta deficiencia copiando sólo
dos de sus parágrafos:
Tienen derecho al voto los ciudadanos en goce de su capacidad civil.
El voto es personal, igual, libre, secreto y obligatorio hasta los setenta años.
Es facultativo después de esa edad.
Un derecho no puede ser un deber al mismo tiempo. Un derecho es algo que toda persona
posee. Es decir, algo que le corresponde porque posee una naturaleza racional, porque es
libre de hacer lo que su inteligencia o su razón descubre y porque es el único responsable
de sus acciones —actuaciones—.
53
electoral (ONPE) se arrogue la potestad de obligarnos a votar —con amenazas y con
multas— convirtiendo así nuestro derecho en un deber o en una obligación.
En consecuencia, las elecciones no pueden ser libres ni limpias ni justas, menos,
democráticas. Por eso denuncio a todos los involucrados, ante el Estado y los organismos
internacionales de Derechos Humanos, por conculcar el derecho de sufragio que nos
compete como ciudadanos.
Soy un ciudadano, y como tal, tengo derecho a sufragar y mi derecho a sufragar implica
que yo pueda hacer lo que mi inteligencia me dicte hacer o hasta donde no afecte los
derechos de los demás y esto incluye el hecho de sufragar o de no sufragar.
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Muchos dirán que esto es bizantino, ya que en la historia, y hasta en los billetes, está
registrado como el Perú, y que cambiarlo sería una utopía. Lo que pretendo es que, por lo
menos, por escrito lo usemos correcta y apropiadamente, aunque cuando hablen sigan
haciéndolo como hasta ahora: lo correcto es decir Perú.
• Texto expositivo de ensayo:
La palabra dinosaurio significa ―lagarto terrible‖. Como todos los lagartos, los
dinosaurios eran reptiles que nacían de huevos. Los huevos tenían una cáscara gruesa y
resistente. Los dinosaurios enterraban los huevos en la arena para mantenerlos
calientes. Una vez que nacían, las crías de los dinosaurios crecían rápidamente.
Algunos dinosaurios vivían en grupo y otros no. Los que vivían en grupos crecían en
manadas formadas por cientos de animales. Los dinosaurios más jóvenes y débiles
permanecían en el medio de la manada mientras que los dinosaurios que tenían cuernos
formaban un círculo alrededor de la manada. Los dinosaurios tenían músculos fuertes y
corrían muy rápido así que las manadas se trasladaban a gran velocidad.
Preguntas:
1. ¿Qué significa la palabra dinosaurio?………………………………………………...
2. ¿De dónde nacían los dinosaurios?...............................................................................
3. ¿Para qué servía que los huevos de los dinosaurios tuvieran una cáscara resistente?
………………………………………………………………………………………..
4. ¿Por qué los dinosaurios vivían en manadas?..............................................................
5. ¿Por qué los que tenían cuernos formaban un círculo alrededor de la manada?
……………………………………………………………………………………….
6. ¿Por qué las manadas se trasladaban a gran velocidad?
……………………………………………………………………………………….
Texto 1. MARISCAL
Beto Ortiz
Desnudos, escuálidos, hediondos, los quince niños que acabábamos de recoger en otras de
nuestras tantas redadas nocturnas, me saludaron con desgano desde el fondo de la poza
vacía donde los bañábamos: buenos días, señora Lily. No respondí. Estaba indignada,
porque esa mañana iban a llegar los representantes de la fundación alemana y si
encontraban tan despoblado nuestro albergue de menores, nos quitarían las donaciones de
inmediato. Maldita sea, ¿de dónde saco más pirañas? –pensé mientras abría la llave del
agua y dirigía el potente chorro de la manguera hacia esos vulgares cuerpos contrahechos,
plagados de costras, piojos, mugre y cicatrices. Estaba harta. Harta de alimentarlos, de
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rescatarlos cada vez que los arrestaban, de espulgarlos. Y estaba a punto de renunciar a este
condenado negocio cuando descubrí, erguida como una joven palmera, la figura de un
muchacho del que hacía tiempo me habían hablado: era el líder de una pandilla al que todos
llamaban el Mariscal.
Nunca antes me había ocurrido con un niño, pero la visión del cuerpo tierno del esbelto
Mariscal me paralizó. Su piel tensa y oscura, su amplio pecho, sus ojos de ave rapaz y,
sobre todo su miembro enorme e incircunciso generaban en mí un hechizo obsceno,
mientras él sonreía impávido y rebelde con esa media sonrisa con la que, horas más tarde,
se durmió en mi vientre, confundiendo las marcas de sus batallas con las de mis múltiples
cesáreas. Extenuado, luego de poseerme vorazmente como un pequeño fauno sobre la
alfombra de mi oficina que, juntos, convertíamos en un extenso prado hacia el cual —desde
ese día— corríamos en puntillas a encerrarnos apenas los demás chicos se dormían.
Desde ese día y, sin darme cuenta, mi preferencia por el Mariscal comenzó a hacerse
evidente para los demás chicos. Entonces, los celos y las burlas se pusieron a la orden del
día. Pero qué me importaba. Lo nombré mi asistente y eso le daba autoridad para impartir
órdenes al personal del albergue y mantener la disciplina entre sus compañeros. Y la ropa
de marca y el ostentoso reloj que ahora lucía no hacían sino acrecentar el legítimo odio que
empezó a generar con sus ínfulas y sus desplantes. Estoy creando un monstruo –pensé esa
noche en que lo vi reventarle la cabeza de un botellazo a otro niño que había osado decirle
en su cara ―Te crees mucho nomás porque eres su cachero de la tía‖. Pero no pude evitar
sentirme orgullosa de su bravura, como tampoco evité una sonrisa al escuchar aquel insulto
que tanto había ofendido a mi menudo amante: mi cachero.
Meses después comenzó el desastre. Ernesto, mi esposo y mis tres pequeños hijos
almorzábamos plácidamente en nuestra casa de playa cuando escuchamos un estallido de
cristales. Ernesto se puso de pie de un salto. Antes de que atinara a nada, el Mariscal entró
como una tromba. Lo miró a los ojos diciéndole: ―Viejo de mierda, Lily es mi mujer‖, y sin
dejar de mirarlo, se quitó lentamente la camiseta mostrando su pecho tatuado. Se la enrolló
en la mano izquierda y con la derecha cogió un cuchillo de la mesa y le gritó: ¡Pelea! Llama
a la Policía –me ordenó Ernesto, sacándome de esa mezcla de pánico y fascinación con que
contemplaba la escena. Fui al teléfono y obedecí la orden, tapándome un oído, pues el
Mariscal, que estaba ebrio y drogado, no cesaba de dar gritos, exasperado por la actitud
impasible de mi marido que se limitaba a mirarlo con desprecio.
56
Mis niños rompieron en llanto y llena de pavor corrí hacia ellos. Estaban temblando
mientras veían cómo el Mariscal, mordiéndose los labios, hundía con furia la filuda hoja del
cuchillo en su hermosa carne adolescente. El primer tajo le cruzó el pecho, partiendo en dos
la rosa con mi nombre. El segundo, el musculoso vientre. Y el tercero, cercenó las venas de
su brazo. La sangre brotaba incontenible y, al ver que nuestros hijos, aterrados, se
abrazaban a mí, Ernesto reaccionó, cogió una silla y, con un golpe furibundo, derribó al
Mariscal que, ya desarmado, quedó tendido en el parquet, inmóvil, mientras un charco
rojo iba creciendo lentamente en torno suyo. Durante largos minutos todo quedó estático.
Ernesto me miraba aturdido y yo veía desangrarse ese cuerpo de ángel endemoniado que
me había prodigado tanta dicha desconocida. En ese silencio atroz, en el que casi era
posible escuchar el fluir de la sangre enloquecida, irrumpió el ulular de la sirena de un
patrullero y, al oírla, el Mariscal se levantó como un felino y se abalanzó sobre Ernesto
que intentó en vano defenderse de aquel niño que sollozaba quedamente mientras le
pateaba el rostro, haciéndole trizas sus imperturbables gafas de intelectual. Quise gritarle:
¡corre, Mariscal, escapa!, pero ya los policías entraban por la puerta de atrás. Lo doblaron
en de un rodillazo, lo enmarrocaron y lo arrastraron de los pelos hasta el auto. Y como no
paraba de luchar, furioso, salpicándolo todo con su sangre, los agentes decidieron
encerrarlo en la maletera. Cuando el patrullero se alejaba, alcancé a oír que me decía, entre
gemidos: Lily, te quiero como mierda.
En los meses que siguieron, Ernesto dejó de hablarme. La necesidad de volver a tener
conmigo al Mariscal se transformó en una obsesión punzante. Entonces, tomé parte del
dinero del donativo alemán y se lo entregué a la correccional, consiguiendo así que lo
soltaran. Tomados de la mano como un hijo con su madre, parecíamos una familia radiante
y, esa noche, en el piso de mi oficina nos volvimos a amar como animales. Pero algo se
había quebrado. Cierto velado rencor se adivinaba en su mirada. Un rencor que, días
después, se convirtió en amenaza cuando, en la mitad de una madrugada, luego de una
semana en la que había retornado con su pandilla las calles, el Mariscal me dijo por el
teléfono: Cuida a tus hijos, conchetumadre, cuida a tu familia. ¿Qué chucha crees?, ¿que
conmigo te vas a jugar así? Ya te cagaste, vieja conchetumadre.
Aterrada, consciente de todo lo que el Mariscal era capaz de hacer, contraté guardaespaldas
armados y rodeé mi casa de cerco eléctrico y alarmas. Fueron pasando las semanas y nada
ocurría. Muy angustiado, Ernesto –que ya me había dicho que lo comprendía todo y me
perdonaba- había ofrecido una recompensa al serenazgo si lo atrapaban. Mientras tanto, yo
imaginaba al Mariscal, navaja en mano, esperando agazapado a que mis hijos salieran del
colegio. Creía verlo oculto debajo de mi auto, dentro del quiosco de periódicos o en el
uniforme naranja de los chiquillos que me cargaban las compras en el supermercado. Por
las noches, en sueños, mis labios secos recorrían sus cicatrices, volvía a sentir el perfume
ácido de sus muslos y me despertaba hundida en un pozo de miedo y de deseo. El miedo de
que nunca volviera por mí. El deseo de que vuelva un día y, desnudo y hermoso, me
asesine.
(Con ―Mariscal‖, Beto Ortiz obtuvo la segunda Mención Honrosa en el Cuento de las 1000
palabras, Caretas 1995)
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Texto 2. AL REVÉS
Pedro Félix Novoa Castillo
Con los ojos en las legañas y con la boca en el mal aliento, me levanté por la mañana
después de una larga y movida noche que me había dejado patas arriba. Un rictus de
aburrimiento me dibujó la boca y parte de la nariz, de inmediato un bostezo hizo lo demás
de mi rostro.
Recogí el periódico con las buenas nuevas y la leche fresca al pie de la puerta, y de refilón
hojeé el lácteo, sus natas y sus desventuras. Le agregué un poco de café al diario, y lo tomé
con toda la calma de saber que era domingo y de no ocurrir nada raro, continuaría siéndolo
todo el día.
Timbré, y el teléfono me tomó de una oreja. Una voz de mujer, entre arrepentida y estúpida,
rogaba: ―Iván, ¿vendrás?‖. Le respondí que sí, y le pregunté si el tipo con el que estaba
saliendo hace unos meses iba a estar. ―Claro, es mi pareja y la niña le está tomando cariño,
además…‖. El teléfono colgó. Inútil era seguir con la bocina en la mano. Me soltó.
Fui al baño para que el espejo me mirara. Pero renegó al hacerlo. Tuve que afeitarme y
bañarme para contentarlo. El cristal volvió a mirarme y le pareció que había mejorado, pero
aún le desagradaba mi olor natural. El desodorante reinventó mis axilas, y un perfume
barato reinventó mi piel. Una toalla me rodeó de la cintura para abajo, y me sacó de golpe
hasta mi cuarto. Una camisa, una trusa y un pantalón me vistieron rápidamente.
Era el maldito reloj de pulsera que los apuraba. El tictac corría con zapatillas de velocistas.
Una corbata comenzó a ahorcarme. Logré escapar gracias a unos zapatos que me llevaron
nuevamente a la sala.
La ventana me miró, y vio las pistas cruzando sus peatones en distintas direcciones y a los
postes orinando como siempre a sus perros preferidos.
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Al rato, la computadora me encendió. En la pantalla se pudo ver el cuento del dinosaurio,
que desde hace un par de días me venía escribiendo. De pronto, el timbre tocó a alguien
insistentemente en la puerta. Como era de esperarse, la puerta me vino a abrir.
Eran unos lapiceros que vendían a una mujer obesa y de aspecto lamentable. Dije que no
compraría nada, y la puerta me cerró de golpe. Después de esta abrupta interrupción, el
cuento en la computadora decidió seguir escribiéndome.
Cosas raras, todas boca abajo y patas arriba se leían allí acerca del dinosaurio. Cosas al
revés, como que los ojos estaban en las legañas, y la boca en el mal aliento. Y para poder
escribir estas últimas líneas tuve que dejar, por un momento, estar de cabeza.
Los himnos nacionales latinoamericanos son delirantes exaltaciones de las bellezas del
territorio nacional, de las virtudes de sus gentes, del etéreo concepto de patria (disfraz de la
idea de Estado-nación), de la bravura de sus hombres para defender la bandera nacional (en
Perú, la llaman pabellón), de ―morir por la patria‖ (o de entregar la vida por la patria).
Eso de morir por la patria parece una constante de todos los himnos, en una especie de
necrofilia, tal vez porque resulta difícil vivir por ella: por ejemplo, el himno guatemalteco
proclama que ―si mañana tu suelo sagrado lo amenaza invasión extranjera, libre al viento tu
hermosa bandera a vencer o a morir llamará‖; los cubanos también tienen su versión
guerrera: ―no temáis una muerte gloriosa, que morir por la patria es vivir‖; el himno
dominicano es tan viril que exalta ―al pueblo que, intrépido y fuerte, a la guerra a morir se
lanzó‖; el patriota guaraní grita ―paraguayos, república o muerte‖; los bolivianos juran
―morir antes de ver humillado de la patria el augusto pendón‖; el himno brasileño proclama
que ―un hijo de la patria no huye de la lucha, ni teme la propia muerte, así como los
argentinos cantan ―coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir‖, y los
patriotas chilenos proclaman guerreros: ―si pretende el cañón extranjero nuestros pueblos
osado invadir, desnudemos al punto el acero y sepamos vender o morir‖.
El caso del himno peruano es una exaltación (un grito) a la libertad y el porqué del deseo
ardiente de ser libres: ―somos libres, seámoslo siempre‖, ―largo tiempo el peruano oprimido
la ominosa cadena arrastró‖; ―libertad en sus costas se oyó‖, ―la humillada cerviz levantó‖;
―de los libres al grito sagrado, ―que escuchamos tres siglos de horror‖; para siempre
jurémosla libre‖, ―si humillada tres siglos gimió‖. Pero también resume nobles sentimientos
de venganza: ―nuestros brazos, hasta hoy desarmados, estén siempre cebando el cañón, que
algún día las playas de Iberia sentirán de su estruendo el terror‖.
Todos los himnos latinoamericanos reflejan, pues, la historia (su historia), los tiempos de
opresión de las colonias, las guerras de independencia y de cómo se construyeron los
nuevos Estados con el nombre de Repúblicas.
59
ACTIVIDADES
Había una vez un conejo que salía todos los días a pasear. Una noche muy oscura se alejó
demasiado y se perdió. De pronto, vio la entrada de una cueva y se metió en ella, pero resultó
ser la casa de un puma feroz. El puma se dio cuenta de que un animal había entrado y le puso
una pata encima. El conejo sintió la enorme pata sobre su lomo y empezó a temblar. Sin
embargo, tuvo una idea para salvar su vida. Como estaba oscuro y el puma no lo veía, gritó:
¿quién me agarró un dedo? Cuando escuchó lo que dijo el conejo, el puma salió disparando de
la cueva.
Preguntas:
Cuando una frase no contiene una información realizativa o concreta o cuando los
significados de las palabras no están en el diccionario o cuando no se actúa, se etiqueta
como frase basura. El problema que presenta la basura es que, a veces, palabras etiquetadas
con dicha categoría contienen una información para el entendimiento de la frase y por lo
tanto para la actuación —por demás ignorante y sumisa— por parte del destinatario.
La frase basura es aquella que aparece con frecuencia en boca del político o en los textos
periodísticos de diarios ―chicha‖. El primero las usa con fines proselitistas, y el segundo,
por sensacionalismo. Es un lenguaje jergal —o esotérico—, fácil de usar. Están
estructuradas con palabras paja, es decir, accesorias o sin importancia; palabras que no
funcionan o son no realizativas, como: determinantes, preposiciones, algunos verbos,
algunos sustantivos, nexos, etc. El espectro nacional está saturado con este tipo de frases.
En Perú, sin excepción, todos los textos contienen códigos sucios. Por ejemplo:
a. En la Constitución de 1993
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Constitución, por definición, es la ley fundamental de la organización de un Estado. Pero,
gramaticalmente, es una estructura sistémica o un código de palabras, frases, párrafos.
Éstos deben reflejar una idea preconcebida relativa al quehacer nacional como hecho social
y susceptible de ser normado y reglamentado y en su redacción se debe establecer una
correspondencia biunívoca entre las palabras y sus significados o contenidos.
Una Constitución debe estar redactada: a) con referentes definidos, b) de acuerdo con el
código idiomático, tanto en su sintaxis como en su semántica, y c) cada artículo debe referir
una idea. Por consiguiente, un artículo debe estar estructurado en un solo párrafo.
Todo gobierno de un Estado está constituido por tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y
Judicial —en ese orden—. El único Poder que redacta una constitución o las leyes es el
Legislativo, porque ésa es su función. El hecho de que el Ejecutivo tenga poderes para
legislar es un absurdo —una estupidez— y, por tanto, una usurpación de funciones.
El Estado es la nación jurídica —con Constitución y con leyes—. Perú es un Estado desde
1821. El Estado Perú está constituido por tres elementos: a) la nación, que es la población,
el pueblo, la sociedad, es decir, los 28 millones de peruanos, b) el territorio, que abarca una
extensión de aproximadamente un millón 200 mil kilómetros cuadrados, y c) el gobierno,
que está conformado por los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
61
su independencia, pero que ahora ha adaptado un nombre propio que es Perú. Los
presidentes son de los Estados (de los nombres propios de los Estados). Sólo existe
presidente de Perú. El disparate puede haber sido racionalizado por no repetición del
nombre propio (Perú), supuestamente porque este estado se llamó anteriormente como
República del Perú, pero no es así.
En cuanto a ley, a los peruanos se nos ordena que hay que respetar u obedecer la ley, y
nosotros acatamos la orden —animalizados, bestializados, cosificados— creyendo que ésta
está escrita por seres omniscientes y racionales y no por analfabetos funcionales. Por eso,
una ley escrita por un peruano es siempre una mala ley, y por consiguiente no debemos
obedecerla menos respetarla. Nadie puede obligarnos a respetar una mala ley. Para que una
ley sea respetada debe ser redactada de acuerdo con el código idiomático y con significados
convencionales: y no se deben interpretar.
La palabra Ley aparece unas cien veces, desempeñando otras tantas funciones o con otras
tantas atribuciones de lo más disímiles, y en el esquema sintáctico como: sujeto activo y
pasivo (―La ley se deroga por otra ley‖, Art. 103, ―La ley puede establecer restricciones y
prohibiciones‖), como lugar (―previstas en la ley‖, ―contempladas en la ley‖, ―se establecen
en la ley‖), como agente (―regulados por la ley‖, establecidos por ley‖, ―declarada por
ley‖), como complemento (―con las limitaciones de ley‖, ―por vacío o deficiencia de la
ley‖, Art. 139), como objeto directo (―que señala la ley‖, ―que establece la ley‖, ―que
determine la ley‖).
En la Constitución hay tantos verbos de uso ordinario o coloquial que jamás podremos
medir su acción, como: ―El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la
Nación‖, ―el Estado promueve la creación‖, ―el Estado estimula la creación de riqueza‖, ―el
Estado brinda oportunidades de superación‖, ―el Estado puede establecer garantías‖, ―el
Estado garantiza la seguridad de la Nación‖, ―el Estado facilita y vigila la libre
competencia‖, ―el Estado combate y sanciona”, ―el Estado asegura los programas‖, ―el
62
Estado ejerce soberanía y jurisdicción‖, ―el Estado procura su evaluación‖, ―el Estado
orienta el desarrollo del país‖...
Por espacio, relaciono sólo las más disparatadas: ―El Presidente de la República se elige por
sufragio directo‖ (quiere decir él mismo. Por si acaso, el Estado elige a su presidente. En
otras latitudes elige formas de gobierno), ―Para ser elegido Presidente de la República se
requiere ser peruano por nacimiento‖ (no se refiere a los requisitos para postular, sino al
acto final, como si ya fuese elegido, y una vez hecho esto, qué es lo que él requiere para
desempeñar el cargo), ―Los tributos se crean, modifican y derogan‖ (ellos mismos), ―la ley
se deroga por otra ley‖ (el poder de la ley: entre ellas).
Anzilotti sostiene que ―la expresión tratados, sin otra indicación, se emplea para designar,
en general, los actos jurídicos internacionales bilaterales‖. Y agrega, ―... el acuerdo de
voluntades de dos o más Estados a los que el Derecho Internacional atribuye efectos
determinados‖.
Los tratados tienen por objeto primordial crear obligaciones entre las partes. Por lo que si
hay que interpretarlo, cuando uno de sus términos es ambiguo, debe preferirse el
significado menos oneroso para la parte que asume la obligación o el que menos afecte a la
soberanía territorial y personal de una de las partes o entrañe menos restricciones generales
para los signatarios.
63
centros de comercio—. Ha sido redactado con lenguaje ordinario, figurado y coloquial, lo
cual genera, obviamente, sentidos infinitos, y que las partes podrían interpretar a su
albedrío.
64
escapa a su formación lingüística de origen puramente literario —eufónico, eufemístico,
bello— y coloquial, y porque la mayoría de los ejemplos que trascribe en sus textos son
literarios.
Ésta es la razón, creemos, por la cual la autora incurre en errores –algunos verdaderos
disparates–:
Uso indebido del adjetivo Culta. El lenguaje ni la lengua ni el habla pueden ser cultos.
Culta no califica el habla, sino el nivel de uso. Culto es quien uso el habla.
Repetición de lo. Es redundante y cacofónico. Bastaba con decir: (o lo que debiera ser).
Dice ―Este libro reúne [...] ciento cincuenta y un artículos que se publicaron en dos diarios
limeños...‖ Un libro no reúne (sí contiene). Quien reúne es el escritor, y los artículos no se
pueden publicar: alguien los publica.
Dice ―... de quienes han tenido acceso a la educación superior”. Primero, es ordinario —y
hasta vulgar— decir educación superior porque la educación no tiene niveles. Segundo, No
todos los que tienen acceso a la enseñanza superior, manejan un nivel culto del idioma.
En cuanto a vosotros, la autora refiere que es un olvido —y que este olvido está reconocido
como rasgo culto del español de América (?)—. No creo que nadie reconozca el olvido. Y
no puede ser olvido si ella, en su papel de legisladora, recurra al vosotros, pero de una
manera espantosa, al tomar juramento a una persona que va a desempeñar una función
pública, y lo hace con el bendito ―Juráis por Dios y por la Patria‖. La autora no debe olvidar
—sobre todo ella— de que juráis es para vosotros, de que vosotros es un deíctico que
involucra a tú y todos los demás, y de que quien jura es solo una persona.
Y para rematarla, después del ―sí, juro‖ —de Ripley, en alguna oportunidad, alguien
respondió, ―sí juráis‖—, quien toma el juramento (o sea, usted) termina diciendo ―que si así
no lo hiciereis (vosotros) que Dios y la Patria os (vosotros) lo demande‖ (no dice que su
mamá, su perro, la plata o su club lo demande).
Por eso será que quienes juran en Perú lo hacen con tantas sandeces que son una afrenta y
una falta de respeto al Estado-nación. Es faltar al respeto jurar por su mamá, por su perro,
por un club de futbolistas. (Yo creo que Dios no es peruano, porque si lo fuera, ya hubiese
castigado a estos imbéciles por burlarse de Él y de la majestad del Estado). Los políticos
sólo pueden jurar por Dios —Ser Supremo— y por el Estado —entelequia de Nación—
porque ellos y sólo ellos les van a juzgar por sus malas o buenas acciones.
65
Lo que ocurre en Perú es que nadie sabe que vosotros es el plural de tú, y de que lo han
reemplazado incorrectamente por ustedes, de que ustedes lo usan, indistintamente, como
plural de tú y de usted y de que usted y ustedes concuerda con la tercera persona del verbo
y no con la segunda. Entonces, tratar a alguien de usted es tratarle de tercera persona.
Dice ―El objeto de estudio de este libro es la lengua culta, la lengua del libro y la del
periódico; la de la radio y la televisión; la de la cátedra, el debate y la conferencia, y
también la de la intimidad entre personas cultas‖. Los libros en Perú, en su mayoría, son de
literatura. Decir que la literatura es culta creo que es confundir, sobre todo, hoy que el nivel
de uso estético difiere mucho del culto porque, al decir de Mario Vargas Llosa, los pedos y
las gonorreas son estéticas, y los pedos y las gonorreas no creo que sean cultos.
El nivel de uso idiomático en los periódicos es una mezcla entre literario y coloquial, y en
la mayoría de los casos, popular y vulgar (como veremos en el Tema...)
66
Concluye la autora justificándose —quizá previendo la detección de tantos errores— que,
―Por su finalidad esencial —la divulgación del uso correcto del lenguaje— fue necesario
[...] ―aligerarlas de todo aparato erudito‖. Acepta la autora que correcto es sinónimo de
culto, pero como hay tantos errores en los textos, no llegan al nivel de uso culto.
La literatura no es lógica. Además, no se busca corrección ni lógica ni ceñirse al código
idiomático. En literatura se busca belleza, aunque sea con incorrecciones. Entonces, lo
literario no es lo culto.
Lo estético es bello, pero no culto.
Mario Vargas Llosa es un buen literato, no un científico. Mario Vargas Llosa es un buen
hacedor de arte, no de ciencia. Mario Vargas Llosa es un creador de figuras retóricas,
tropos, estructuras abstractas —realmaravillosas—, pero no puede escribir con lenguaje
científico, por lo tanto, no puede elaborar enunciados concretos o realizativos.
Pero, es sincero al reconocer su incompetencia. ―La verdad es que siempre trato de escribir
de la manera más desapasionada posible, pues sé que la cabeza caliente, las ideas claras y
una buena prosa son incompatibles, aunque sé también que no siempre lo consigo”.
El autor trató de escribir en forma desapasionada, pero no lo consiguió; trató de escribir con
la cabeza fría, pero lo hizo con la cabeza caliente; trató de escribir ideas claras, pero las ha
hecho con estructuras gramaticales abstractas (oraciones) y muchas de ellas con frases
trasnochadas y otras con figuras retóricas —propias de su experiencia y autoría—. Por lo
tanto, ―El lenguaje de la pasión‖ es un texto bello, plástico —literario—, y no como sería su
pretensión, un texto de ensayos —un texto científico—.
―La escribo con dificultad pero con inmenso placer, tratando de olvidar la sentencia de
Raimundo Lida: ―Los adjetivos se han hecho para no usarlos‖ (mandato que va contra mis
impulsos naturales)‖. (Piedra de toque)
El autor trató de olvidar la sentencia, pero no pudo. Todos los textos (47, más una nota del
autor), cada línea, cada frase, están preñados de adjetivos: ―... vivió en la controversia,
desatando a su alrededor adhesiones entusiastas o abjuraciones feroces”. ―... está
impregnada hasta las heces del siglo en que vivió, desgarrado por la confrontación
ideológica y las inquisiciones políticas, las guerrillas culturales y la vesania intelectual”.
Continúa, en Piedra de toque, ―Ella me sirve para sentirme inmerso en la vida de la calle y
de mi tiempo, en la historia haciéndose que es el reino del periodismo [...] El periodismo ha
sido la sombra de mi vocación literaria; la ha seguido, alimentado e impedido alejarse de la
realidad viva y actual, en un viaje puramente imaginario‖.
Si pues, imaginario, porque la realidad peruana es otra: las heces nos están tapando. Y si
para referir esta realidad excrementosa, lo haces con figuras retóricas —bellas, plásticas—
es como si estuviésemos echando perfume caro al excremento. Al final, el hedor del
excremento siempre prevalecerá y parece que ése es nuestro destino como nación: estamos
cubriendo toda la porquería con cosas bellas —con literatura y lenguaje periodístico—. Por
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eso, el lenguaje literario no sirve para cambiar o mejorar la sociedad, y el lenguaje
periodístico no refiere la realidad; contrariamente, la esconde.
e. En Ayuda para el Primer Mundo de Mario Vargas Llosa
Dice ―Y que muchos países subdesarrollados, debido a la infinita corrupción de sus clases
dirigentes, a la demencial dilapidación de sus recursos y a las insensatas políticas
económicas de sus gobiernos, se han convertido en unas máquinas...‖
Éste es un ejemplo típico de lo que un literato peruano hace con los sujetos referentes y
actuantes: los escamotea. Por un lado, los países no subdesarrollan y, por otro, los causantes
—culpables— de este no desarrollo de las naciones no son estas frases abstractas, sino sus
dirigentes y sus gobernantes.
El autor desciende en el nivel de uso del lenguaje —de literario a común o popular— al
referir los nombres propios anexándoles un miserable determinante: En el Zaire, que cubre
el Oriente (?), los pueblos del África, del Asia. Y escribe América Latina (con L
mayúscula) debiendo ser América latina.
Finalmente, El lenguaje de la pasión me hace recordar los textos de filosofía, sicología,
sociología que leímos en secundaria y hasta en la universidad —y que seguirán leyendo los
jóvenes de esta nueva generación—, creyendo que con eso aprendíamos los objetos de
estudio de esas ciencias o disciplinas científicas. Lo cierto es que sólo nos sirvió para
memorizar las vidas y las obras —resúmenes— de los grandes filósofos, sicólogos y
sociólogos con apellidos anglosajones, germanos, galos: nunca vimos —ni veremos— a un
Mamani ni a un Quispe.
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TERCERA UNIDAD
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3.1 LA LECTURA
1. Leer es obtener sentido a partir de un texto escrito y que en consecuencia el lector debe
procesar, como lenguaje, la información visual que le brinda el texto. El proceso se da
en ciclos: óptico, perceptivo, sintáctico y semántico. En este proceso participan algunos
sectores que posibilitan el intercambio de información entre el lector y el escritor, de
modo que en la comprensión intervienen, la información previa sobre el tema específico
y sobre el mundo en general; la competencia lingüística, los propósitos que se traza el
lector al leer –motivación, necesidad, interés, metas–; los sentimientos que se movilicen
a través de la lectura; la capacidad cognitiva y el uso eficiente de las estrategias de
lectura.
2. La lectura, como proceso de dar sentido, hay que comprenderla como una construcción
de significados a partir de la interacción entre el texto, el contexto y el lector.
3. La comprensión, al ser un proceso interactivo, exige que el lector sea un partícipe
permanente en diferentes niveles y procesos sin los cuales no es posible que se dé la
comprensión.
4. Desde un punto de vista transaccional el escritor construye un texto a través de
transacciones con él mismo a medida que se desarrolla y a medida que se expresa su
significado. El lector también construye un texto durante la lectura a través de
transacciones con el texto publicado y los esquemas del lector también son
trasformados en el proceso a través de la asimilación y la acomodación.
La lectura es una actividad humana que implica, en primer lugar, manejar la escritura de la
lengua nativa, luego reconocer las palabras, en su ortografía y semántica, así como las
combinaciones sintácticas y la comprensión de los contextos en los que se inscriben.
A pesar de que hay palabras que tienen valores semánticos denotativos y connotativos, la
frase es la mínima unidad lingüística con capacidad de realización (actitud), por eso las
unidades lingüísticas no están aisladas, sino agrupadas en estructuras sistémicas y lógicas.
La estructura lógica de un texto depende de cómo el escritor quiere presentar la
información.
Otros autores aseveran que el proceso de la lectura consta, básicamente, de cuatro pasos:
la visualización —un proceso discontinuo, ya que la mirada no se desliza de manera
continua sobre las palabras—, la fonación —la articulación oral, consciente o inconsciente,
a través de la cual la información pasa de la vista al habla—, la audición —la información
pasa al oído— y la cerebración —la información llega al cerebro y culmina el proceso de
comprensión—.
Existen diversas técnicas a la hora de iniciar una lectura, que permiten adaptar la forma de
leer al objetivo que desea alcanzar el lector. Generalmente, se busca maximizar
la velocidad o la comprensión del texto. Como estos objetivos son contrarios y se enfrentan
entre sí, la lectura ideal implica un equilibrio entre los dos.
La lectura ofrece muchas ventajas para quienes la toman como un hábito imprescindible en
sus vidas. Entre algunas de las riquezas que produce se encuentra, un enriquecimiento del
universo interno y de la comprensión de otras realidades, adquisición de conocimientos que
podrían servirnos, mejoramiento de nuestra capacidad comunicativa –sobre todo si se
realiza una lectura oral– y colaborar con el desarrollo de la capacidad de análisis,
resolución de problemas y asociaciones y una fuente de entretenimiento apto para todas las
edades, géneros y condición social. El secreto para apasionarse con la lectura reside en
saber encontrar aquello que se adapta a nuestros deseos, intereses y necesidades.
Para que la lectura sea provechosa es muy importante que previamente se conozca el
propósito de dicha actividad, cuál es la razón por la que deseamos leer. Una vez resuelto
esto, podemos buscar materiales que nos permitan alcanzar dicho objetivo y predisponernos
para una lectura satisfactoria.
Propósitos de lectura
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Es posible leer un texto de muchas maneras y con fines diversos, sin embargo, existen dos
formas elementales de lectura: la que realizamos cuando buscamos ideas generales y la que
hacemos cuando buscamos información específica.
Cuando leemos buscando ideas generales es importante identificar el tema. El título del
texto usualmente coincide con su tema. Una manera adecuada de llegar a las ideas
generales es identificar al texto con el título.
1. Leer para obtener las ideas generales de un texto o libro. Si el objeto de la lectura es
obtener una idea o las ideas generales de un texto o libro, no es necesario leer
minuciosamente. Se puede hacer a mayor velocidad fijando la atención sólo en los
encabezados y subtítulos, ideas generales, prólogo, introducción o los resúmenes
que aparecen en cada tema o unidad.
2. Leer para distinguir las ideas principales de un texto o libro. Si el objeto de leer es
seleccionar y estudiar las ideas principales, debe realizar una lectura minuciosa
guiándose por las notas al margen, los enunciados y recuadros que resaltan la
información más significativa de un texto.
3. Leer para evaluar críticamente un texto o libro. Las experiencias educativas
anteriores –su preparación académica previa– deben ayudarle a elaborar opiniones
sobre los hechos. Cuando lea puntos de vista distintos, sea imparcial y una vez que
conozca la consistencia de las ideas del autor, júzguelas o valórelas objetivamente.
Debe descubrir las influencias o implicaciones ideológicas que presenta, para
ponderar la validez y fundamentos de las tesis parciales. Lo importante es leer con
una actitud abierta. Cuando sea posible consulte al menos dos puntos de vista antes
de formarse una opinión definitiva sobre el tema.
4. Leer para hacer una lectura de estudio de un texto o libro. Este tipo de lectura es la
que el estudiante aplica con mayor frecuencia para aprender. Es una lectura lenta y
repetitiva, su objetivo es la de dominar lo que se está leyendo.
5. Leer para hacer una lectura ligera de un texto o libro. Este tipo de lectura es la que
generalmente las personas realizan para distraerse o evadir situaciones. Es muy
parecida a la lectura para distraerse.
La actitud es un aspecto fundamental de la lectura. El lector es protagonista y es el que
decide qué tipo de resultados se obtendrán de esa actividad. La concentración y el interés
son fundamentales para tener una lectura provechosa.
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Estrategias de lectura
Para comprender los textos escritos, los lectores pueden usar las siguientes estrategias:
1. Muestreo. Estrategia para procesar las letras y las palabras del texto rápidamente para
no sobrecargar el aparato perceptivo y, por tanto, reconocer instantáneamente las
palabras escritas para poder pensar mientras se lee –elaborar síntesis, análisis y demás
actividades cognitivas–.
2. Predicción. Estrategia que permite anticipar las palabras, eventos, ideas y situaciones
que el escritor planteará en el texto. Esta anticipación se fusiona con la estrategia
anterior, de modo que al muestrear se predice y al predecir, se muestrea.
3. Inferencia. Posibilita que el lector deduzca información no planteada explícitamente por
el escritor, pero que, sobre la base de los conocimientos previos y la competencia
lingüística, el lector podrá concluir.
4. Verificación. Estrategia con la cual el lector rechaza o confirma las hipótesis emitidas
durante la predicción y la inferencia.
5. Autocorrección. Estrategia con la cual el lector corrige equivocaciones cometidas ante
palabras o significados del texto. Cuando se está perdiendo la obtención de significado,
se ha muestreado erróneamente o se desea reconsiderar la información del texto, el
lector se devuelve en su lectura.
Tipos de Lectura
Lectura oral
La lectura oral, o en voz alta, es la que se practica cuando se articula el texto en voz alta,
sonoramente. Su objetivo puede ser que otras personas escuchen el contenido del texto.
Actualmente no es muy usado, sin embargo podemos mencionar algunos argumentos para
justificar su uso:
La lectura oral cumple una función social en muchos momentos de la vida, como por
ejemplo, para leer en familia o como grupo de amigos, para motivar el hábito de la lectura a
distintos grupos de personas, para acercar a la literatura a personas con discapacidad visual,
por propio placer, entre otras.
Lectura silenciosa
La opinión más generalizada es que la lectura silenciosa es más beneficiosa que la oral, sin
embargo depende de cada uno definir sus preferencias con relación a esta actividad.
Lectura superficial
Este tipo de lectura consiste en leer de forma rápida para saber de qué trata un texto. La
finalidad de este tipo de lectura es captar la idea general de los contenidos fundamentales
del texto, sin entrar en los detalles.
Por ejemplo, se utiliza la lectura superficial cuando se comienza a estudiar un tema por
primera vez y el objetivo es hacerse a una idea global del mismo.
Lectura selectiva
Esta lectura permite buscar datos o aspectos muy específicos de interés para el lector,
obviando el resto. Se trata de una lectura de búsqueda donde la vista pasa por el texto a
velocidad, como barriéndolo, sin leerlo en su totalidad en busca de un detalle concreto que
constituye la información que interesa.
74
Por ejemplo, se realiza una lectura selectiva cuando se busca el nombre de un hotel
determinado en una guía turística, la fecha de nacimiento de un personaje en una
enciclopedia, una fórmula en un libro de texto, el autor de una obra literaria concreta, un
capítulo en una tabla de contenido, etc.
Lectura de comprensión
Es el tipo de lectura que realiza el lector que no queda tranquilo hasta estar seguro de haber
entendido perfectamente todo el mensaje. Por ello es fundamental que el lector plantee
todas las preguntas lógicas posibles sobre el contenido del texto, tratando de obtener alguna
respuesta.
El ritmo de este tipo de lectura es lento y reposado propiciando la interiorización del tema.
A veces se utiliza este tipo de lectura tras una lectura superficial y el correspondiente
subrayado del texto.
Lectura de reflexión
La lectura de reflexión es quizás el tipo de lectura más exhaustivo pues exige un grado de
reflexión motivado por el pensamiento creativo del lector, generando así imágenes, ideas,
proyectos y mucho más enmarcados en la necesidad de crear nuevo conocimiento.
Podemos decir además que en este tipo de lectura lo que cuenta es la riqueza de las
reflexiones realizadas a lo largo del proceso.
Lectura crítica
Otro aspecto importante en esta lectura, es el contraste que se hace de lo leído con las
experiencias y conocimientos previos, evaluando lo que se sabe y lo que se lee precisando y
enriqueciendo los conceptos y las ideas.
Lectura recreativa
75
La lectura recreativa es la usada cuando se lee un libro por placer. Se suele realizar a la
velocidad que defina el lector y su propósito principal es entretenerse y dejar volar la
imaginación.
Por lo general este tipo de lectura se hace con novelas, poemas, ensayos, y escritos
similares, aunque cada lector es libre de definir lo que disfruta leer y lo que no.
Recomendaciones:
1. Antes de leer:
- Es necesario que te sientas motivado.
- Identifica el propósito de tu lectura, es decir, por qué o para qué lees.
- Planifica cómo leerás, en qué momento y cuánto tiempo.
- Lee el título, el índice y la introducción.
- Dale un vistazo a las ilustraciones y sus leyendas.
- Luego de ello, trata de plantearte una hipótesis sobre el texto.
2. Mientras lees:
- Pregúntate si logras entender lo que estás leyendo.
- Saca conclusiones de acuerdo con lo que lees.
- Puede ayudarte subrayar las ideas principales.
- Puedes tomar nota o resumir las ideas principales.
- No olvides leer las ilustraciones, mapas o cuadros.
- Consulta a otras personas ante tus dudas. Busca información en otros libros o en
Internet.
3. Después de leer:
- Identifica la idea principal.
- Elabora un resumen.
- Si no entendiste, pregúntate por qué no.
- No descartes volver a leer el texto.
76
3.2 EL DICCIONARIO
Las palabras son los principales instrumentos del escritor. Todo aquel que pretenda escribir
debe conocer (manejar) la palabra: su ortografía, su morfología, su semántica y sus
relaciones.
En el caso de los diccionarios impresos en Perú, llámense, Bruño, Coquito, Navarrete, y los
famosos de Bolsillo o Escolares, sólo sirven para introducirnos en el circuito circular de los
sinónimos de igual significado.
Lo cierto es que el peruano, sobre todo el niño, usa el peor diccionario, de esos impresos
para alumnos de primaria —total, para primaria, cualquier cosa—.
Perú, como mercado, es el basurero del mundo. Lo que no les compran las naciones
desarrolladas, lo compramos los peruanos. Adquirimos un diccionario porque es barato o
porque nos lo venden con facilidades de pago, o porque simplemente son bonitos y
voluminosos y sirven para adornar los estantes.
Para escribir correctamente una palabra es necesario enseñar el uso del Diccionario de la
Real Academia Española. El Diccionario vigente es el de la vigésima segunda edición de
2001.
77
hablantes cuya lengua materna es el español, quienes encontrarán en él recursos suficientes
para descifrar los mensajes que les lleguen.
1. Orden alfabético.
Las entradas están dispuestas de acuerdo con el orden latino internacional. Por acuerdo
del X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Madrid, 1994),
las voces que contienen las combinaciones ch y ll se sitúan en sus lugares
correspondientes dentro de c y l respectivamente, con un encabezamiento (CH, LL)
que recuerda su condición convencional de letras del alfabeto español.
2. Variantes preferidas.
Entre algunas variantes formales de ciertas palabras correspondientes al uso culto
general o propias de alguna zona geográfica concreta, la Academia expresa su
preferencia a través de dos vías distintas. Cuando el orden alfabético lo permite, se
disponen las variantes en el mismo lema, separadas por una conjunción disyuntiva; la
forma que aparece en primer lugar es la preferida y recomendada por la Academia, que,
sin embargo, acepta las consignadas a continuación. Así, en el artículo hemiplejia o
hemiplejía, la variante recomendada es hemiplejia, aunque también se considera
plenamente aceptable hemiplejía (de hecho, era la preferida en ediciones anteriores).
Cuando las variantes admitidas no pueden figurar en un mismo artículo por exigencias
del orden alfabético, la preferida por la Academia es la que lleva la definición directa;
las aceptadas, pero no preferidas, se definen mediante remisión a aquella. Así,
psicología, psicológico, psicólogo, definidas directamente, son las variantes
recomendadas; sicología, sicológico, sicólogo, definidas por remisión a sus
correspondientes antedichas, constan como admitidas, pero no se recomiendan.
3.1. A la cabeza de cada artículo aparece un lema escrito en letra negrita, que presenta
la unidad léxica buscada. En el ejemplo que sigue, el lema es repente:
78
Ven. posiblemente. || hablar de ~. fr. hablar de memoria. □ V. coplas de
~.
4. Acepciones.
Tanto las acepciones correspondientes al lema principal como las de una forma
compleja, aparecen numeradas si son más de una. El orden en que estas acepciones se
recogen en cada entrada responde a la aplicación sucesiva de varios criterios.
5. Definiciones.
relevar. (Del lat. relevare). tr. Hacer de relieve algo. ||2. Exonerar de un peso o
gravamen, de un empleo o cargo...
relievar. tr. Bol., Col. y Perú. relevar.
79
(Por si acaso, el hecho de que relievar aparezca en el diccionario no quiere decir que
es correcto; sólo que en esos países, comúnmente, se dice relievar; pero lo correcto es
relevar.)
PREGUNTAS
1. Qué palabra se debe buscar para encontrar el significado del vocablo abaleado tal como
se usa en la siguiente frase:
.......................................................................................................................................
.......................................................................................................................................
.......................................................................................................................................
2. Para denotar y connotar una frase, es necesario buscar la definición de uno de los
vocablos según el siguiente orden de preferencia: sustantivo, verbo, adjetivo, adverbio.
Denote y connote las siguientes expresiones:
a. Libertad de expresión.
.............................................................................................................................................
.............................................................................................................................................
..............
b. Libertad de prensa.
.............................................................................................................................................
.............................................................................................................................................
En la mesa del escritor, además del Diccionario de la Real Academia Española, no deben
faltar los otros diccionarios:
Este diccionario contiene las relaciones que se dan entre las palabras por su pertenencia a
los campos semánticos y a las familias léxicas, como sinónimos, antónimos o ideas afines.
Este diccionario tiene varias secciones. Las más importantes son: la alfabética y la
analógica.
80
Para ubicar un sinónimo de una palabra, primero se busca en la sección alfabética; luego el
vocablo de la definición de ésta que esté encabezado por un asterisco (*). Después se
busca en la sección analógica el término señalado con el asterisco: allí se halla la lista de
sinónimos.
Como su nombre lo indica, este diccionario nos absuelve las dudas que tenemos sobre
cuestiones fonéticas (acentuación, tildación), morfológicas (la correcta conjugación de los
verbos), sintácticas (tiempos y modos verbales) y léxicas (neologismos creados por el uso
corriente y periodístico). Por ejemplo, no se dice A nombre de la nación, sino En nombre
de la nación. Decimos De acuerdo a ley; debemos decir De acuerdo con la ley.
PREGUNTAS
a. Información ..............................................................................................................
b. Medios ..............................................................................................................
c. Espectador ..............................................................................................................
d. Trasmitir ..............................................................................................................
e. Prohibir ..............................................................................................................
...........................................................................................................................................
.................................................................................................................................................
ACTIVIDADES
81
A NOMBRE DEL PAIS / DESEO HACER HINCAPIE EN EL VIDEO DEL
EVENTO PROGRAMADO POR EL DIA DE LAS HABICHUELAS O JUDIAS /
COMUNMENTE LLAMADAS FRIJOLES / QUE SE CELEBRA EN LA
AMAZONIA / AUN SIENDO EL FESTEJO A UN GRANO / AUN NO ME
IMAGINO EL POR QUE ALGUNOS NO PUDIERON INGRESAR CON EL
CARNET QUE SE LOS OTORGO DE ACUERDO A LA RESOLUCION
VIGENTE / SINO CON EL DE EMERGENCIA.
Ahora, lea, siempre en voz alta, dando énfasis en las sílabas tónicas y bajando en las átonas.
La coherencia local se logra a través de establecer relaciones entre cláusulas mientras que la
coherencia global resulta de la relación de todas las unidades de información con uno o más
temas entrelazados.
82
Las representaciones mentales coherentes del texto en la MLP se forman por medio de un
proceso constructivo que implica la integración de ideas más allá de las frases, el
procesamiento de relaciones semánticas, la linearización implícita, la articulación entre
distintas partes del texto y la identificación de las relaciones implícitas que el texto sugiere,
es decir, la realización de inferencias.
Este ejemplo tomado de la literatura bien puede servirnos para introducir el tema del
analfabetismo funcional, una nueva categoría diferenciada del analfabetismo a secas.
Analfabeta es la persona que no sabe leer ni escribir (el 12,1% de los peruanos son
analfabetas según cifras del INEI). Analfabeta funcional es la persona que sí aprendió a leer
y escribir, pero que no entiende lo que lee. Leer, más que decodificar o descifrar lo que dice
la palabra escrita, consiste en comprender las ideas plasmadas en un texto.
Si bien antes el libro era la única fuente, tanto de información y conocimiento como de
entretenimiento, con la aparición de otros medios como el cine, la radio, la televisión e
Internet el consumo y las demandas han cambiado. El libro, la fuente más representativa de
la palabra escrita, ahora se halla en competencia con los recursos multimedia, aquellos que
apelan a las imágenes fijas o en movimiento, el sonido y, a veces, hasta la interactividad.
Sin embargo estas nuevas tecnologías no están reñidas con la lectura. En las fuentes
multimedia, al incluir imágenes, textos y audio, hay una interacción entre el texto y la
información que aparece en imágenes, lo cual puede favorecer la comprensión. Internet,
además, ayuda a los procesos mentales de conceptualización y categorización —el
hipertexto y los enlaces o links ayudan a que el navegante identifique cómo se organiza la
información—.
83
El analfabetismo funcional
Durante mucho tiempo se ha considerado al lenguaje y a las ciencias como algo separado y
diferente. Sin embargo, esto no es así, porque el hombre desde niño conceptualiza y
entiende los hechos y fenómenos de la naturaleza de manera espontánea, desde su
lenguaje cotidiano.
Este lenguaje cotidiano impide que el alumno pueda comprender los hechos y expresar su
pensamiento de manera adecuada.
Para enseñar ciencias es necesario desarrollar en el alumno los instrumentos suficientes que
le permitan comprenderla. Por esto, es necesario enseñar a leer en ciencias por dos razones:
para buscar información precisa o puntual sobre algún tema o aspecto y para aprender.
Es muy común ver que para trabajar esta disciplina, el docente plantea actividades del
siguiente tipo: observaciones, experiencias, visitas, etc., para iniciar en la comprensión de
los hechos y fenómenos científicos, y también otras en las cuales se plantean actividades en
que los alumnos han de desarrollar resúmenes, proyectos, etc., todo ello a partir de la
información contenida en el libro de texto.
84
El problema es que la mayoría de los alumnos tienen dificultad en la comprensión de los
textos científicos y se muestran desmotivados por la lectura de los mismos. Este problema
puede ser superado, si el profesor ayuda al estudiante a buscar estrategias que lo lleven a
comprender aquello que lee y que paralelamente le ayuden a interiorizar los conceptos que
se encuentran en dicho texto.
El vocabulario. Hay textos que poseen un vocabulario demasiado elevado para ser
leídos en primera instancia por los niños (en el momento inicial de la lectura).
También existen otros que utilizan un lenguaje muy simplista para facilitar la
lectura por parte del alumno, llevando a inducir errores o obstaculizar su
comprensión.
La estructura del texto. El texto científico al ser escueto y sintético resulta aburrido
para el lector, motivo por el cual muchas veces el docente prefiere cambiarlo por un
texto literario para explicar conceptos científicos.
La ausencia de referentes. Hay casos en que el lector no posee los conocimientos
previos necesarios como para comprender el texto.
Relación entre teoría y práctica. En algunos casos se utilizan textos donde aparece la
base experimental de las teorías, dando por supuesto que el alumno comprende los
aportes teóricos. En otros se explican varias experimentaciones en base a un modelo
teórico que no es conocido por el alumno. En ambos casos, los argumentos y las
explicaciones que se ofrecen son incomprensibles.
“... Tenía las piernas cazcorvas de los jinetes viejos y el modo de andar de los que
duermen con las espuelas puestas, y se le había formado alrededor del sieso un callo
escabroso como una penca de barbero, que le mereció el apodo honorable de Culo de
Fierro. Desde que empezaron las guerras de independencia había cabalgado dieciocho mil
leguas: más de dos veces la vuelta al mundo. Nadie desmintió nunca la leyenda de que
dormía cabalgando”.
(de El General en su Laberinto, Gabriel García Márquez)
85
textos poéticos, ya desde el mero objeto de la investigación, que no es un objeto
constituido.
Para captar la composición de un poema en verso o en prosa, hay que descubrir primero el
centro (idea general), ese centro desde el cual irradian temas que se cruzan y combinan en
una libertad muchas veces maravillosa.
Un texto literario puede ser analizado por su estructura o por su génesis. El término de
estructura se entiende en su sentido amplio, es decir, que la estructura no representa el todo
de un texto y que el análisis interno debe considerar todos los recursos del texto y no sólo
aquellos que son estrictamente de orden estructural. El componente genético puede
86
considerarse como sentido preconcebido, es decir, la finalidad intentada por el autor como
verdadero género.
La metáfora
¿Cómo es posible que no siempre haya coincidencia entre lo que decimos y lo que
queremos decir? Uno de los casos extremos de divergencia entre el significado literal y el
significado que se pretende comunicar lo constituyen algunos de los usos que la retórica
clásica ha catalogado tradicionalmente como figuras.
Una de las figuras más conocidas es la metáfora que suele definirse como la utilización de
una palabra para designar una realidad distinta a la que convencionalmente representa, es
decir, se trata del uso de un signo por otro. La metáfora está ligada a la lengua literaria,
pero también a nuestro lenguaje cotidiano.
Las corrientes contemporáneas sostienen que las metáforas se reconocen sin necesidad de
tener que recurrir a ningún contexto o situación particular ni a ningún supuesto sobre las
intenciones del escritor. Por ejemplo:
87
En estos dos enunciados el contexto resulta innecesario porque los propios significados
básicos de las palabras puestas en relación son los responsables de los valores metafóricos.
Hay signos que no tienen denotado, como los sustantivos abstractos: ―hada‖, ―la
corrupción‖, etc. Otros signos tienen un solo denotado, como los nombres propios: Carlo
Magno, Juan Pérez. También puede constituir el denotado un conjunto de individuos:
alumno, libro, ciudad. Pero hay signos de los que no se puede especificar su denotado con
suficiente precisión. Por ejemplo, un asiento con respaldar y brazos, pero sin tapizado ¿es
una silla o un sillón?, los signos ―mucho‖, ―montón‖ tampoco pueden aplicarse con
precisión. La denotación de un signo se determina por su aplicación, pero no siempre es
posible precisar el denotado de los signos.
Veamos el ejemplo:
Juan es un pirata.
Pese a que no hay incompatibilidad de rasgos entre Juan y pirata, puede ser una metáfora
(Juan es un ladrón/desalmado/aprovechado o que Juan reproduce productos sin autorización
del autor), y recibir, por tanto, una interpretación no lineal (esto es, diferente de Juan cruza
los mares y asalta a otros barcos para robarles). El mismo comportamiento puede
observarse cuando las metáforas tienen forma negativa: se pierde la incompatibilidad de
rasgos, pero no necesariamente el valor figurado:
Juan no es un lince.
Por otro lado, es dudoso que la base de las metáforas sean siempre los rasgos semánticos.
Para empezar, muchas metáforas se construyen, no propiedades semánticas de tipo
lingüístico, sino sobre connotaciones o sobre propiedades contingentes de los objetos
designados. Ejemplo:
a. Juan es un cerdo.
b. Juan es sucio / glotón.
Parece difícil que una teoría semántica admita que ser sucio o ser glotón son rasgos
semánticos inherentes de la palabra cerdo.
Otras veces las propiedades atribuidas al objeto metafórico pueden ir incluso en contra de
lo que el conocimiento real de los objetos permitiría predecir. Por ejemplo, el significado de
(a) se asocia habitualmente con (b):
Sin embargo, el hierro se caracteriza por ser un metal dúctil y maleable (deformable por
medios mecánicos en frío y que se puede laminar con facilidad): o sea, por ser flexible.
En muchas ocasiones uno de los términos que forma la metáfora carece de rasgos
semánticos: es lo que ocurre cuando uno de los elementos es un nombre propio. Puesto que
89
los nombres propios no tienen significado, es difícil suponer cómo podrían entrar en
conflicto sus rasgos semánticos con los de otra palabra. En las metáforas del tipo de:
La única colisión que se produce es la que deriva del supuesto natural de que Pedro es una
persona y África, un continente. Pero ser una persona o ser un continente no son rasgos
semánticos de los nombres propios en sí mismos, sino –en todo caso– característicos de las
entidades de la realidad por ellos designadas. De hecho, no supone ninguna contradicción el
dar el nombre de Pedro a una rata de laboratorio, o el de África a una persona.
Por lo que parece, no siempre hay una correspondencia entre la metáfora y la comparación
explícita. Dicho de otro modo, no hay equivalentes literales de las expresiones metafóricas.
En la mayoría de las ocasiones, las sugerencias y las imágenes que suscita una metáfora no
pueden reducirse a una única estructura comparativa, sino que resultan potencialmente
ilimitadas.
- Son restringidas: no se puede construir una metáfora sobre cualquiera de los sentidos en
que una cosa se asemeja a otra.
- Son sistemáticas: se pueden comunicar gracias a la existencia de un conjunto de
principios compartidos por el escritor y el lector.
En cuanto al primer aspecto, es fácil comprobar que las comparaciones explícitas presentan
mayores posibilidades que las metáforas. Se puede decir algo como (a) y se entiende
perfectamente; en cambio, es difícil encontrar una interpretación satisfactoria para (b):
90
TEXTOS PARA LEER Y COMPRENDER
TEXTO 1
El saber olvidar es tan importante como el recordar; así, también, el saber no-aprender es
también muy importante, aunque nosotros no nos demos cuenta de ello. En el fondo, hay
algo que está por debajo, y que es más profundo que la propia intención individual. Hay
personas que dicen: ―Yo no puedo tolerar la Gramática‖, y no dan razones; tales
intolerancias son alergias síquicas, homólogas a las determinadas por particularidades
bioquímicas. ―A mí se me indigesta la Historia‖, ―Yo no puedo con la Matemática‖, son
frases enteramente comparables con: ―A mí me indigestan los huevos‖. Pues si le
indigestan, déjelos estar. Hemos de respetar eso, siempre que no sea debido a un
circunstancial complejo autosugestivo. Ahí está precisamente la base de la orientación
profesional: que frente a determinado sector del no-aprendizaje específico, no tendamos a
forzar excesivamente al sujeto a una supercompensación, o a un intento de compensación
que le va a perturbar el resto de sus adaptaciones.
Considero que esas fallas de aprendizaje, cuando realmente se deben a una falla en la
integración de las aptitudes necesarias para hacerlo, deben ser respetadas.
Si el lector se diese cuenta del número de gente que han pasado por la escuela primaria sin
dificultades, y que sin embargo, luego, están desvalidas ante múltiples aspectos de la vida,
verán cómo no basta con meter, de fuera adentro, con programas pedagógicos cargados, un
conocimiento que es repugnado por la personalidad del sujeto.
Muy interesante es que logremos la máxima capacidad del aprendizaje, pero tanto o más
interesante es ver si realmente se debe imponer ese aprendizaje; es decir: elegir los
aprendizajes, y saber pedir un rendimiento solamente en el momento en que se requiera y
en la forma que se requiera. En esto estriba el verdadero mérito; no solamente en saber
91
enseñar, sino en saber lo que se ha de enseñar, y cuándo; en saber elegir y no querer
someter a todo el mundo, uniformemente, a un mismo ritmo; en no querer llegar a una
aptitud global, que se extienda artificialmente más allá del área vital en algunos sectores, y
no la cubra apenas en otros.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
1. En la primera parte del test hay un supuesto de un niño con dificultades en:
a. Geografía
b. Castellano
c. Historia
d. Dibujo
4. Si el lector se diese cuenta del número de gente que ha pasado por la escuela primaria
sin dificultades, y que sin embargo:
92
6. De no respetar la respuesta acertada del punto anterior, llegaríamos a la consideración:
a. Adultos problemas
b. Niños sicópatas
c. Adolescentes problemas
d. Niños problemas
7. El autor es:
TEXTO 2
LA VOZ HUMANA
La voz tiene especial significación en la oratoria. Una buena voz facilita la misión del
orador y le da un apoyo firme. Por lo general, se descuida en la vida cotidiana este aspecto
de la expresión oral y se disminuye así el interés de la conversación.
Para hablar en público, lo ideal sería satisfacer las cualidades que Quintiliano exigía: una
voz expedita, llena, suave, flexible, sana, dulce, amable, clara, limpia, penetrante y que no
dure en los oídos. Pero las cualidades vocales se traen desde el nacimiento. Habrá que
perfeccionar, pues, a partir de esas condiciones innatas, la calidad vocal. Lo principal es
darse cuenta de las virtudes o defectos de la propia voz, para aprovechar las primeras y
corregir, en lo posible, las segundas.
Hay tres elementos determinantes de la voz humana: el organismo el ambiente y la
personalidad. La parte orgánica condiciona la voz, pues ésta depende en gran parte de la
conformidad del aparato vocal y del estado físico general. El ambiente tiene también su
importancia, pues muchos hábitos elocutivos provienen de la imitación o del contagio,
como por ejemplo, la típica tonada o acento regional. Por último, la personalidad también
influye. La inteligencia, la entonación, la dicción, etc. revelan indudablemente el
temperamento, el carácter, el yo.
La voz humana tiene, como todo otro sonido, cualidades propias. Ellas son: tono, timbre,
cantidad e intensidad.
Tono es la altura musical de la voz. Según el tono, las voces humanas se clasifican en
agudas o graves. La escala de registros de altura permite clasificar a las voces masculinas,
por lo común en tres categorías: tenor, barítono y bajo. Existen también tipos de voces
intermedias. Desde el punto de vista oratorio, la mejor voz es la del barítono.
Timbre es el matiz personal de la voz. Es un fenómeno complejo y está determinado por el
tono fundamental y los armónicos o tonos secundarios. Por el timbre se reconoce a la
93
persona que habla, aun cuando no se perciba. Hay voces bien timbradas y agradables, mas
las hay también blancas, roncas y chillonas.
Cantidad es la duración del sonido. Según la cantidad, los sonidos pueden ser largos o
breves, con toda la gama intermedia de semilargos, semibreves, etc. La cantidad suele
depender, en general, de las características de cada idioma, de los hábitos lingüísticos de las
regiones o países, de la sicología del habitante, etc.
Intensidad es la mayor o menor fuerza con que se produce la voz. Hay voces fuertes y
voces débiles.
En fonética, se denomina acento al conjunto de los anteriores elementos, cuya combinación
especial en cada idioma, y aun en cada individuo, da a ese idioma o habla una característica
distinta del francés o del inglés, pero dentro del área lingüística del mismo castellano, hay
un acento argentino, uno mexicano, y así tantos como los países donde se habla. La
diferencia de acentos existe también entre zonas o provincias de un mismo país y aun entre
zonas de una misma ciudad.
Por último, los sonidos tienen una distinta escala de perceptibilidad o alcance. Hay sonidos
que por propia naturaleza se escuchan desde más lejos, como la vocal a, mientras que otros
se escuchan sólo a menor distancia, como la u. Las voces tienen también distinto alcance o
perceptibilidad, según las personas.
Cantidad de palabras: 570
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
...................................................................................................................................................
7. En fonética se denomina acento a:
a. La combinación de elementos de la voz humana
b. La mayor o menor fuerza con que se produce la voz
c. Los hábitos lingüísticos de las regiones o países
d. Las voces fuertes
TEXTO 3
¿Existe una guerra justa? Sobre esta cuestión gravita la sombra de un equívoco: como si se
discutiese si dos rectas paralelas son más pesadas que una raíz cuadrada. Trato de
comprender qué es lo que no funciona en el problema, y lo replanteo de otro modo.
Puesto que la violencia es mal, ¿existen casos en que una reacción violenta se justifica?
Nótese bien que justificable no significa justo y bueno: hay algo biológicamente injusto en
el hecho de cortar una pierna, pero en caso de gangrena se vuelve justificable.
Aun los sostenedores de la no violencia, en general consideran que hay violencias
justificables: hasta Jesús, frente al escándalo de los mercaderes en el templo, reaccionó de
manera un tanto brusca. No sólo las religiones reveladas sino también la moral natural nos
dicen que si alguien nos agrede o agrede a nuestros seres queridos, o a cualquier persona
inocente o indefensa, es natural que se reaccione violentamente hasta la eliminación del
peligro.
95
Y cuando se presenta la resistencia como modelo de violencia ―injusta‖ se quiere decir que,
frente a la presión ejercida por la violencia ajena, frente a una tiranía insostenible, la
rebelión de un pueblo se justifica. Para no dar lugar a dudas, se justifica que frente a la
agresividad de un dictador, la comunidad internacional reaccione violentamente.
El problema nace frente a la palabra guerra. Es una de esas palabras como ―átomo‖: la
utilizaba la filosofía griega y la utiliza la física contemporánea, pero con dos significados
distintos; en un tiempo era un corpúsculo indivisible y hoy es un conjunto de partículas.
Quien quiera leer a Demócrito en términos de física nuclear, o viceversa, no entendería
nada. Ahora bien, excepto el hecho de que en ambos casos han muerto personas, hay poco
en común entre las guerras púnicas y la Segunda Guerra Mundial.
Y hacia la mitad del este siglo se ha delineado un fenómeno guerra que, por extensión
territorial, resultados, posibilidades de control, reflejo sobre poblaciones vivientes de otras
partes del mundo, tiene muy poco en común con las campañas napoleónicas. En pocas
palabras, si en el pasado la justificable reacción violenta contra un prevaricador podía
asumir la forma de la guerra efectiva, hoy es una forma de violencia que no sirve para
contener al prevaricador, sino que, al contrario, le da ventaja.
En los últimos cuarenta y cinco años hemos asistido a otra forma del comportamiento
violento del presunto prevaricador (empleo estos términos prudenciales porque considero
que mi argumento podría ser aceptado tanto por EE.UU. como por la URSS.) que era la
guerra fría. Terrible, malvada, llena de violencia, amenazadora o expresa, partía del
concepto de que la guerra efectiva no habría dado ventaja alguna a los ―buenos‖.
La guerra fría fue el primer ejemplo de cómo el mundo se dio cuenta de que el concepto
guerra había cambiado y que una guerra moderna ya nada tiene que ver con los conflictos
clásicos, que veían finalmente a los vencidos por un lado y a los vencedores por el otro
(excepto pocos casos límite, como la victoria de Pirro).
Si me hubiesen preguntado qué forma de justa reacción violenta habría podido sustituir a la
guerra efectiva en el caso Saddam, habría respondido: un comportamiento ―frío‖ muy serio,
incluso despiadado, con escaramuzas de límites y un sistema de control —con legislación
de urgencia— por el cual todo industrial occidental que hubiera vendido a Saddam una sola
tachuela, terminase en la cárcel; en el término de un año, su tecnología de ofensa o defensa
resultarían totalmente obsoletas. Buen juicio, tardío sin embargo.
El buen juicio de siempre, y de mañana, nos dice que si alguien te ataca con un cuchillo,
tienes el derecho de responder al menos con el puño; pero si eres Superman y sabes que
dando un puñetazo lanzas al adversario a la luna, que el impacto provoca la desintegración
de nuestro satélite, que el sistema de la gravitación entra en tilt, que Marte choca con
Mercurio, y así por el estilo, entonces piensas un momento, incluso porque podría ocurrir
que la catástrofe gravitacional fuese exactamente lo que tu adversario quería. Y lo que
precisamente no deberías concederle.
Umberto Eco.
96
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
3. No sólo las religiones reveladas nos dicen que si alguien nos agrede es natural que se
reaccione violentamente, sino también:
a. La educación
b. La constitución
c. La moral natural
8. El buen juicio nos dice que si alguien te ataca con un cuchillo, tienes el derecho de:
a. Responder al menos con otro cuchillo
b. Responder al menos con el puño
c. Responder al menos con un arma blanca
d. Responder al menos con una denuncia
97
c. Como pensar en la justicia y la violencia
d. Cómo pensar en la justicia y la violencia
TEXTO 4
En febrero de 1924 en la universidad de Leipzig nació un mono. El mismo día, la mujer del
doctor Sven Brennan dio a luz un hijo varón. El doctor Brennan se llevó a casa el cachorro
de chimpancé y lo situó en la misma habitación de su hijo y empezó a educarlos
paralelamente. Esto significa que ambos sufrieron las mismas influencias, la misma
nutrición y de la misma manera el medio social era idéntico. Venciendo cierta lógica
repugnancia, el matrimonio hizo objeto a ambos bebés del mismo trato afectivo, y
comenzaron a vivir. Desde los nueve a los dieciocho meses el partido se empata.
Responden a los mismos test con similar acierto. La única diferencia es que el pequeño
mono es más hábil manualmente y el pequeño hombre mantiene más tiempo la atención
concentrada en el mismo objeto. Pero, de pronto, llega el momento en que el desarrollo del
mono se detiene y el del niño toma un nuevo impulso: el límite entre el hombre y la bestia,
el umbral del lenguaje. El chimpancé puede emitir sonidos, gritos de placer o dolor, pero
estos gestos vocales permanecen en el mono indisolublemente atados a la emoción y no
sabe emplearlos con independencia de la situación que los provoca.
El hombre independiza su mundo de sonidos de las circunstancias y hasta llega a crear las
circunstancias por medio de las palabras. Es en ese instante cuando el hombre descubre que
la información es una arma tremenda. Sucede que al nombrarlas conoce la señal, es decir, la
reacción condicionada a una situación, reconocida globalmente, pero imposible de ser
analizada en su detalle.
El hombre habla con palabras y la palabra tiene un único inalterable valor: la palabra es el
nombre de las cosas y las ideas; la información es el nombre de las situaciones, y esto los
torna en amos del mundo.
__________________________________
Tomado de Teoría de la Persuasión.
Autores: Alisyus Fenwich y Hugo Ezequiel Lezama
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
98
d) 1924
2. Hasta los dieciocho meses de vida ambos desarrollan iguales aptitudes, salvo que:
a) El niño habla y el mono, no.
b) El mono es más hábil manualmente y el niño se concentra mejor en un objeto.
c) El niño es mimado por sus padres lo que produce en él una sensible mejoría en su
desarrollo.
d) No hay ningún tipo de diferencias.
6. Cuando el hombre observa que puede crear circunstancias por medio de las
palabras, descubre:
a) que la información es una arma tremenda.
b) que la información es una arma relativa.
c) que la información no le sirve para nada.
d) que el razonamiento es importante.
TEXTO 5
La destreza en el uso del lenguaje se desarrolla con tanta rapidez y funciona tan sin
tropiezos que tendemos a tomar nuestras facultades lingüísticas como algo natural. La
mayoría de los niños de tres años pueden pronunciar oraciones gramaticales simples y
ejecutar órdenes sencillas. Casi todos los chicos de diez años en nuestra sociedad saben leer
99
y escribir en un nivel elemental, y la mayor parte de los adultos pueden leer una novela en
un día o escribir varias cartas en una tarde.
Nuestras potencialidades lingüísticas son aún más impresionantes. Trasladados a una
cultura extranjera, particularmente desde niños, podemos aprender fácilmente las frases
básicas de otro idioma, y todos nosotros, bilingües o no, somos capaces de dominar
diversos códigos relacionados con el lenguaje: el sistema numérico (arábigo o romano), la
notación musical, el alfabeto Morse o los logotipos familiares de distintos productos
comerciales.
La pérdida de diversas capacidades lingüísticas por un adulto, por lo demás normal, es un
hecho trágico, de consecuencias tan devastadoras como la ceguera, la sordera o la parálisis
(que a menudo la acompaña). Al estar privado de la posibilidad de comunicarse a través del
lenguaje y otros canales relacionados con éste, el individuo queda segregado del mundo de
los significados. La pérdida del lenguaje es bastante infrecuente en personas jóvenes, que
son menos susceptibles a muchas de las causas de las lesiones cerebrales, pero se vuelve
cada vez más común con el avance de la edad. Alrededor de un cuarto de millón de
individuos sufre deterioros lingüísticos cada año. El alcance y la duración de la incapacidad
lingüística varía mucho, pero un porcentaje significativo de los individuos afectados queda
con deficiencias permanentes. Los que sufren la pérdida del lenguaje como resultado de un
daño cerebral son víctimas de una extraña afección llamada afasia.
Los individuos afásicos no siempre son inmediatamente reconocibles. Un paciente a quien
entrevisté hace poco parecía perfectamente normal cuando entró en la habitación: contador
jubilado, de sesenta y dos años, bien vestido y de buen aspecto. Respondió a mis primeras
preguntas en forma apropiada y con una rapidez que sugería que no tenía ningún problema.
Sólo cuando le di la oportunidad de hablar un poco más se pusieron en evidencia la
intensidad y la índole de su afasia. Se llamaba Tomás Gómez y padecía un trastorno del
lenguaje relativamente común, denominado afasia de Wernicke. Los pacientes con este
trastorno no tienen ninguna dificultad para producir lenguaje; por el contrario, sus palabras
fluyen con demasiada libertad y a veces cuesta hacerlos callar. Tampoco tienen problemas
para producir las palabras que estructuran y modulan el lenguaje: ―si‖, ―y‖, ―de‖, etc. Pero
cuando tratan de emplear determinadas palabras que se refieren a personas, objetos, hechos,
propiedades (esto es, sustantivos, verbos, adjetivos), estos pacientes manifiestan una gran
dificultad. Como observé varias veces en el caso del señor Gómez, los afásicos suelen ser
incapaces de emitir las palabras exactas que quieren decir y emiten enunciados
incoherentes, casi carentes de sentido.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
1. El texto se centra en la afasia como:
a. El deterioro de una facultad natural en épocas tempranas.
b. La pérdida del lenguaje como resultado de daño cerebral.
c. Una forma de distorsión del lenguaje en su función verbal.
d. Un severo trastorno del habla producido por una parálisis.
e. Una enfermedad fácilmente reconocible por las personas.
100
a. Distorsionado
b. Discriminado
c. Separado
d. Generado
e. Violentado
7. El autor presenta las capacidades maravillosas del lenguaje humano con el fin de:
a. Rebatir viejas creencias sobre las causas de la afasia de Wernicke.
b. Establecer la diferencia esencial entre el hombre y los animales.
c. Ilustrar el terrible drama por el que pasan quienes sufren de afasia.
d. Analizar la facultad de lenguaje en términos puramente sintácticos.
e. Demostrar que el lenguaje humano es la esencia del simbolismo.
TEXTO 6
A una edad muy temprana los niños pueden identificar todo tipo de sonidos, incluso
aquellos que no forman parte de su entorno lingüístico. Si una hablante adulta de castellano
escucha los sonidos complejos de una lengua bantú, no será capaz de captar la diferencia
entre ellos, del mismo modo que cuando aprende inglés pasa un mal rato para distinguir las
vocales de esta lengua. De hecho, los niños en estado de balbuceo pueden producir sonidos
diferentes a los de la lengua a la que están expuestos, sin que importe su entorno
lingüístico. Sin embargo, con el tiempo, éstos se perderán inexorablemente. Ciertos
experimentos dan cuenta de esta habilidad del recién nacido para articular y reconocer
sonidos del habla diferentes. Estos experimentos no pueden ser intrusivos, de manera que
deben realizarse ingeniosamente. De esta manera, Eimas, Siqueland, Jusczyk, y otros
investigadores, le daban chupetes al bebé para grabar los patrones de succión. Esta técnica
experimental se basa en el descubrimiento de que cuando los bebés están sorprendidos
dejan de succionar y cuando se aburren vuelven a hacerlo. El experimentador pone una
cinta que repite, por ejemplo, una [p]; después de unas cuantas repeticiones el bebé se
aburre y empieza a succionar. Entonces cambia de repente de [p] a [b] y el bebé deja de
succionar, lo que indica que la ha reconocido como distinta de la [p]. La edad crítica para
este tipo de experimento discriminatorio es a menudo bastante menos de doce meses,
tiempo en el cual ya no son capaces de distinguir elementos que no se den en su entorno
lingüístico.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
1. El tema central del texto es:
a. La capacidad de los bebés para reconocer diversos sonidos a la luz de un
experimento ingenioso.
b. La distinción de sonidos de una lengua natural en personas adultas y en niños
menores de un año.
c. La incapacidad que posee un neonato para reconocer los sonidos que forman parte
de su lengua.
d. Los patrones de succión que permiten definir cuándo un niño se encuentra atento o
aburrido.
102
e. El diseño experimental que permite, a partir de los grados de succión en un niño de
cualquier edad, discriminar sonidos.
103
TEXTO 7
Blaise Pascal argumentó que, aunque no sabemos de modo seguro si Dios existe, lo
racional es apostar que sí existe. La razón es que, aun cuando la probabilidad de la
existencia de Dios fuera extremadamente pequeña, tal pequeñez sería compensada por la
gran ganancia que se obtendría, o sea, la gloria eterna. Dicho con otras palabras, la utilidad
esperada de creer es grande aun cuando la probabilidad en cuestión sea sumamente
pequeña. Este razonamiento contiene un supuesto que es a la vez científicamente falso,
filosóficamente confuso, moralmente dudoso y teológicamente blasfemo; esto es, que la
existencia de Dios es una cuestión de azar. En efecto, para empezar ninguna ciencia puede
calcular o medir la probabilidad de la existencia de Dios. En segundo lugar, el argumento
incluye la confusión entre la plausibilidad de una proposición y la probabilidad de un
hecho. Además, los creyentes religiosos honestos se muestran reticentes respecto a la
sugerencia de creer porque resulta conveniente. Y, por supuesto, los teólogos sostienen
que Dios no es ni mucho menos una criatura casual, sino que es el único ser necesario.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
1. Fundamentalmente, el texto trata acerca de:
a. La existencia divina como hecho firmemente establecido.
b. Lo inviable del proyecto de demostrar la existencia de Dios.
c. El dilema ético acusado por la apuesta de Blaise Pascal.
d. La contundente refutación del razonamiento de Pascal.
e. Pascal como un célebre hereje de la tradición cristiana.
104
5. Si la estadística pudiera calcular con precisión la probabilidad de la existencia de
Dios:
a. La teología empezaría el camino hacia la formalización de sus asertos.
b. Se confirmaría fehacientemente la tan cuestionada existencia de Dios.
c. Los matemáticos no tendrían más remedio que convertirse en creyentes.
d. Pascal se adheriría al escepticismo como postura con respecto a Dios.
e. La refutación de Pascal tendría que omitir las consideraciones científicas.
TEXTO 8
A juicio de Korial, un fenómeno íntimamente relacionado con la sensación de saber es un
desconcertante estado denominado tener algo ―en la punta de la lengua‖. Esta sensación,
que ofrece una excelente oportunidad para investigar los procesos vinculados a la selección
y producción de palabras, se refiere a la dificultad momentánea para ubicar una palabra,
perteneciente al léxico o vocabulario del sujeto, a la que se puede acceder en otros
momentos. La palabra que tiene esta sensación está segura de ―saber‖ la palabra buscada,
aunque no puede traerla a la mente en ese momento.
Esta experiencia parece indicar que la tarea de recuperar una palabra del vocabulario
mental implica algo más que una simple ojeada al mismo; además de identificar el concepto
adecuado para transmitir una idea, el hablante debe encontrar o elaborar una forma verbal
que denote este concepto. La dificultad de esta segunda fase es decisiva para precipitar la
sensación ―en la punta de la lengua‖. La red de significados continúa activada,
posibilitando el acceso a la información semántica sobre la palabra que se desea recordar,
pero al menos una información fonológica parece inaccesible.
PRUEBA DE COMPRENSIÓN:
105
2. Es incompatible con el texto afirmar que, durante el fenómeno ―en la punta de la
lengua‖.
a. Es posible el acceso de, al menos, una parte de la información fonológica.
b. Sólo se puede recordar las palabras que suenan igual a la palabra buscada.
c. El sujeto está seguro de ―saber‖ la palabra buscada, pero no la recuerda.
d. Se presentan de forma involuntaria las llamadas ―alternativas persistentes‖.
e. Es posible el acceso a la información semántica sobre la palabra buscada.
106
CUARTA UNIDAD
107
4. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN
4.1 EL PROCESAMIENTO
Podemos distinguir tres tipos de proyectos: los proyectos para evaluar, los proyectos para
poner a prueba la posibilidad de sustituir y los proyectos para poner a prueba hipótesis.
Estos últimos consisten en comparar los resultados de un análisis de contenido con datos
obtenidos de manera independiente y con datos sobre fenómenos no inferidos mediante la
técnica.
108
Los datos deben transportar información, en el sentido de suministrar el nexo entre las
fuentes de información y las formas simbólicas espontáneas, por un lado, y las teorías,
modelos y conocimientos concernientes a su contexto, por el otro. Los datos deben ser
representativos de fenómenos reales.
La necesidad de que los datos sean analizables mediante técnicas explícitas los relaciona
con la capacidad analítica del investigador. Pocos años atrás, la palabra escrita no podía
considerarse un dato, ya que requería intérpretes humanos para conferirle sentido. Con el
advenimiento de los procesadores de datos lingüísticos, tanto las palabras sueltas, como las
frases, párrafos, capítulos y libros enteros son aceptados como datos. Una tendencia
permanente de la historia de la ciencia es someter un número creciente de fenómenos a la
medición y el análisis.
En el análisis de contenido, los datos emergen por lo general a partir de formas simbólicas
complejas, enunciadas en un lenguaje espontáneo. Las historietas, apuntes privados, obras
literarias, telenovelas, anuncios publicitarios, filmes, discursos políticos, documentos
históricos, interacciones en pequeños grupos, entrevistas o acontecimientos sonoros, tienen
cada cual su propia sintaxis y semántica, y rara vez es posible analizar estos fenómenos en
su manifestación original. En el interior de estas formas no estructuradas deben cumplirse
los siguientes requisitos:
109
Tipos de unidades de análisis
a. Unidades de muestreo
b. Unidades de registro
Las unidades de registro se describen por separado y pueden considerarse partes de una
unidad de muestreo que es posible analizar de forma aislada. Aunque las unidades de
muestreo tienden a poseer límites físicamente discernibles, las distinciones entre las
unidades, en cambio, son el resultado de un trabajo descriptivo. Holsti (1969) define una
unidad de registro como ―el segmento específico de contenido que se caracteriza al situarlo
en una categoría determinada‖. Las dependencias que podrían existir dentro de las
unidades de muestreo se mantienen en la descripción individual de su unidad de registro.
110
ejemplo es el esquema llamado ―acción-actor-objetivo‖, donde cada uno de éstos puede
caracterizarse de forma individual y, por lo tanto, analizarse separadamente, pero los tres
deben coocurrir en una unidad de registro si la meta es analizar las coocurrencias que se
producen entre las unidades.
c. Unidades de contexto
Las unidades de contexto fijan límites a la información contextual que puede incorporarse a
la descripción de una unidad de registro. Demarcan aquella porción del material simbólico
que debe examinarse para caracterizar las unidades de registro. En un estudio, los autores
solicitaron a los sujetos que juzgaran de qué manera se evaluaban símbolos del tipo
―democracia‖, utilizando como unidades de contexto una frase, un párrafo, tres frases y un
artículo completo. Aunque en general los cuatro métodos coincidieron entre sí en cuanto a
la dirección de la orientación (favorable, neutral, desfavorable), difirieron en cuanto a su
intensidad. A medida que aumentaba el tamaño del contexto, disminuía significativamente
el número de evaluaciones neutrales.
Pese a las diferencias funcionales que existen entre ellos, la mayoría de los análisis aplican
uno o más de cinco procedimientos distintos para fijar e identificar estas unidades:
1. Unidades físicas
Algunas unidades parecen tan obvias que casi no vale la pena dedicarles atención especial:
un libro, un informe financiero, un tema tratado por un periódico o un póster, son todas
ellas unidades físicamente determinadas, y si parecen obvias es porque el límite del
mensaje o enunciado que contienen coincide con el límite del medio por el cual se trasmite.
Aun cuando los sucesos sean continuos o el flujo de las expresiones de la lengua fuente
muestre pocos límites naturales, pueden imponérseles divisiones físicas. Las unidades
físicas dividen un medio de acuerdo con el tiempo, la longitud, el tamaño o el volumen, y
no de acuerdo con la información que trasmiten.
2. Unidades sintácticas
111
Las unidades y elementos sintácticos son ―naturales‖ en relación con la gramática de un
determinado medio de información. No exigen emitir juicios sobre el significado. La
palabra es la unidad más pequeña de los documentos escritos, y en lo que concierne a la
fiabilidad, la más segura.
Unidades sintácticas de medios no verbales son los espectáculos de televisión, los diálogos
en las obras teatrales, cada una de las noticias que se trasmiten en una emisión radiofónica
o los planos en los filmes. Reconocer las unidades sintácticas requiere familiaridad con el
medio.
3. Unidades referenciales
Las unidades pueden definirse a partir de determinados objetos, sucesos, personas, actos,
países o ideas a los que se refiere una expresión. De esta manera al presidente de Perú
puede ser aludido llamándole simplemente ―él‖ (cuando el contexto establece
inequívocamente de quién se trata), o el ocupante de la casa de gobierno entre 1985 y
1990‖. Todas estas expresiones designan a la misma persona, aunque de manera distinta, y
poco importa que la referencia abarque una palabra o muchas, que sea directa o indirecta.
Las unidades referenciales son indispensables cuando se trata de cerciorarse del modo en
que se describe un fenómeno existente.
Holsti instruyó a los codificadores para que editaran y reformularan los documentos
políticos teniendo en cuanta un marco de referencia de la acción que contenía las siguientes
unidades:
112
- El objetivo y los modificadores incorporados.
5. Unidades temáticas
Las unidades temáticas se identifican por su correspondencia con una definición estructural
particular del contenido de los relatos, explicaciones o interpretaciones. Se distinguen entre
sí sobre bases conceptuales, y del resto del material irrelevante por poseer las propiedades
estructurales deseadas.
Las unidades temáticas exigen una profunda comprensión de la lengua fuente, con todos
sus matices de significado y contenido. Aunque a menudo los lectores corrientes pueden
reconocer fácilmente los temas, no les es tan fácil, por lo general, identificarlos de manera
fiable. Aunque para juzgar qué clase de unidades son las más significativas es importante
tener en cuenta el propósito de la investigación, puede que para muchos análisis de
contenido las unidades temáticas sean las preferibles; no obstante, a raíz de la larga serie de
operaciones cognitivas que conlleva su identificación, incluso los observadores mejor
entrenados pueden perderse con facilidad. Por lo tanto, habitualmente, el análisis de
contenido evita las unidades temáticas, o, a lo sumo, las utiliza para circunscribir el confuso
universo del cual se extraen la muestra o las unidades proposicionales.
113
4.2 EL ANÁLISIS
Pasos
Este paso consiste en descomponer la información en sus elementos que tengan sentido en
relación con la situación en estudio o con las necesidades del usuario y establecer sus
interrelaciones desde dicha perspectiva, con la finalidad de contar con elementos de juicio
para comprender la información y deducir, más adelante, su significado.
En este paso debe tenerse presente que el significado de los hechos es muy importante. Los
hechos, por sí solos normalmente expresan muy poco sobre su significado, por lo que es
necesario desagregarlos, relacionar los elementos entre sí para comprenderlos y precisar su
significado.
(2) La Integración
114
La integración exige:
Ensamblar los elementos desagregados significa juntar todos los elementos pertinentes para
formar un conjunto unificado.
Esta integración puede ser un proceso mental muy breve o muy extenso en función de la
naturaleza o características de la información. La integración, particularmente en el
planteamiento de hipótesis sobre el significado de la información, requiere de un buen
juicio y profundo conocimiento de los antecedentes esenciales de la situación en estudio.
En el planteamiento de las hipótesis, el analista debe evitar caer en opiniones preconcebidas
o hipótesis basadas únicamente en sus experiencias o preferencias personales.
3. La Interpretación
Los pasos, análisis propiamente dicho e integración son una ayuda que contribuye a la
interpretación. El significado obtenido en la integración se complementa con su significado
deducido en la interpretación. La interpretación debe expresarse en forma clara, precisa y
concisa.
a. El análisis morfológico
Es una de las técnicas del análisis de informaciones. Consiste en interpretar los aspectos
externos más significativos con que se ha editado las mismas. En el caso de los medios
gráficos: dimensiones, tamaño de los caracteres tipográficos empleados, ubicación dentro del
ejemplar o dentro de las páginas. En cuanto a radio y televisión, los elementos a tomar en
cuenta serán: tiempo que se les dedica (minutos y segundos), momento o programa en el que
se difunden, ubicación que ocupan durante el programa, cantidad de veces que se reitera la
noticia, personaje que emite la información, presencia o no de imágenes ilustrativas, presencia
o no de antecedentes de archivo, trasmisión editada o en vivo.
Es empleado para evaluar informaciones en poco tiempo. Su principal ventaja práctica radica
en su capacidad de permitir una aproximación valedera al contenido de mensajes en corto
plazo.
b. El análisis de contenido
2. La intencionalidad está vinculada con la actitud adoptada por los destinadores en cada
contexto y cada coyuntura en que se producen y difunden los mensajes.
El Análisis de Contenido no se limita al examen del mensaje, sino a los componentes del
proceso de la información: Destinador – Grupo de Poder - comunicador - mensaje - medio -
destinatario - intención - respuesta.
116
Aplicaciones:
1. EL MÉTODO GRAMATICAL
Según esta propuesta, el análisis gramatical lleva a fórmulas, aseveraciones y operaciones que
pueden generar los patrones gramaticales de nuevas emisiones. El patrón es una cualidad de
las cosas que nos son familiares y las cosas familiares son comparables.
a. A nivel de palabra. La palabra es una estructura sistémica de letras, tildes y diéresis. Posee
una estructura morfológica-significativa constituida por lexemas y morfemas,
comúnmente llamados prefijo, raíz, sufijo. Al analizar una palabra en un texto es necesario
corroborar su corrección y propiedad y verificar si refiere el objeto pertinente. Para ello es
necesario recurrir al triángulo de Ullmann. Luego, es necesario verificar su denotación y
connotación (en el DRAE) y comparar patrones lexicales fonético-semánticos: homofonía,
paronimia, sinonimia, y antonimia.
117
b. A nivel de frase. La frase o enunciado es una estructura sistémica de palabras y de signos
de puntuación. El patrón que proponemos es el corte dicotómico binario entre sintagma
nominal y sintagma verbal. Luego, es necesario cortar paquetes de palabras con contenidos
significativos como: complementos, aposiciones, objetos directos e indirectos,
circunstanciales. Finalmente, debemos identificar las funciones: quien-hace-qué-en qué
condiciones para establecer las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas.
Para analizar una palabra hay que conocerla. Conocer una palabra implica:
Según Saussure todo signo es biplánico (diádico), es decir que tiene dos planos: el
significante y el significado. El significante es el sonido de la palabra, la imagen acústica, el
nombre o palabra con que designamos al objeto. El significado, en cambio, es el objeto
mental, idea o concepto que la mente quiere expresar.
En el proceso semántico del signo lingüístico hay un tercer elemento que es el objeto real,
la realidad existente, el Referente, la cosa. Aparece así el triángulo semiótico:
SIGNIFICADO
Objeto mental
concepto
.........................................................................................
SIGNIFICANTE REFERENTE
Imagen acústica Objeto real
palabra cosa
118
La línea de rayas (horizontal) indica que no hay una relación directa entre el referente y el
significante, o sea entre el objeto real y su denominación o palabra. Si esta relación fuera
directa todos los hablantes tendríamos un mismo idioma.
Pero no sólo no es así, sino que dentro de un mismo idioma un referente que hace relación a
un objeto mental puede tener varios significantes.
De esta forma cuando decimos barco, buque, nave, navío, bajel, con cada uno de estos
significantes o imágenes acústicas, estamos refiriéndonos a un mismo objeto mental, el cual
responde a un determinado objeto real.
Otro aspecto diferente es que puede haber muchos otros significantes que responden a objetos
mentales diferentes, porque los objetos reales son diversos. Comprobémoslo en diversos
semantemas referidos a embarcaciones:
Balsa, bote, lancha, yate, canoa, balandro, falúa, chalupa, pequepeque, chalana, góndola,
piragua, nao, galera, galeón, carabela, pesquero, mercante, trasatlántico, fragata, corbeta,
acorazado, destructor, crucero, dragaminas, submarino, portaaviones.
Puede comprobarse que aunque no hay relación directa entre significante y referente, sí se
da una relación significante-significado y significado-referente.
(b) Manejar sus significados denotativos y connotativos. Esto es, saber su étimo (denotación):
absorber (del lat. absorbere, que absorbe). Ejercer atracción sobre un fluido... y sus
acepciones (connotación) ||2. Dominante, que trata de imponer su voluntad a los demás.
||3. Consumir enteramente. ||4. Dicho de una entidad política o comercial: asumir,
incorporar a otra. ||5. Atraer a sí, cautivar.
vídeo. (del ingl. video, y éste del lat. video, yo veo). Denota: Sistema de grabación y
reproducción de imágenes... Connota: ||2. Grabación hecha en vídeo. ||3. Aparato que
graba y reproduce mediante cintas magnéticas...
(c) Reconocer sus elementos morfológicos: lexemas y morfemas. Por ejemplo, la palabra
idiosincrasia porta los siguientes elementos: idio- prefijo que significa propio, sin- prefijo
que significa con, y –crasia raíz que significa carácter, temperamento. Entonces,
idiosincrasia significa ―con temperamento propio‖. El DRAE define idiosincrasia como
―rasgos, temperamento, distintivos y propios de un individuo o de una colectividad
particular‖.
119
(d) Saber las funciones que desempeñan en la frase o enunciado, como: determinantes,
sustantivos, adjetivos, verbos, adverbios, preposiciones, conjunciones, relativos, formas
pronominales y conectores lógicos.
2. EL MÉTODO SEMIÓTICO
La semiótica estudia tanto los sistemas de signos (sus reglas de combinación) como el
sentido producido con la utilización de dichos signos al interior de los diferentes discursos.
a. ISOMORFISMO
La expresión está referida en una estructura horizontal (sintagmática) en donde las palabras
se alínean unas tras otras y cada una adquiere su valor porque está en relación con la que la
precede y con la que le sigue hasta conseguir formar un conjunto expresivo.
El contenido, en cambio, se refiere a la relación vertical (paradigmática) que hay entre una
palabra y otras mutuamente sustituibles. Las palabras de un mismo paradigma son a un
tiempo símiles y disímiles, tienen algún elemento común, relacionable, pero a la vez algún
otro elemento que las hace diferentes.
b. INMANENCIA /TRASCENDENCIA
Para el análisis de un texto hay dos posibilidades: o bien se considera la estructura del
sentido producida en sí misma (estructura inmanente) o bien se considera las condiciones
en las cuales ese sentido es producido (estructura trascendente).
Existen diversos grados de inmanencia y de trascendencia, puesto que todo texto se produce
en condiciones concretas que es necesario tener en cuenta para la descripción correcta del
sentido. Así, por ejemplo, con el texto:
c. NIVELES DE PERTINENCIA
Desde un nivel de pertinencia, ―padre‖ se opone a ―madre‖, desde otro nivel, ―padre‖ se
opone a ―hijo‖. El punto de vista que determina el nivel de pertinencia no surge nunca del
objeto, sino que es aportado por el sujeto, y como el sujeto es siempre un sujeto social, el
punto de vista desde el cual se analizan los objetos está socialmente comprometido.
121
Lecturas de sistemas textuales
Las diferentes lecturas estarán determinadas por las diversas condiciones históricas en que
se consume un texto. Esto nos obliga a distinguir entre una gramática de la producción del
significado y las diferentes gramáticas de reconocimiento que permiten su lectura, es decir
entre el conjunto de relaciones que definen la distancia entre las condiciones sociales bajo
las cuales un texto ha sido producido y las condiciones bajo las cuales dicho texto es
reconocido.
Cada método permite dar cuenta de una dimensión del significado desprendiéndolo de los
significantes que lo producen. La eficacia de este desprendimiento depende del rigor
científico del método y de la forma en que se analice los elementos del texto.
Los metalenguajes
A excepción de los textos científicos, los demás textos están referidos con lenguaje
corriente. En tales casos es necesario formalizar un discurso descriptivo acudiendo a
determinadas simbologías o a metalenguajes. Así, para designar el término opuesto de /paz/
el metalenguaje dispone del término /guerra/; en cambio, para designar el término opuesto
de /calidad/ el metalenguaje no dispone de una palabra en el lenguaje natural y necesita
acudir a fórmulas como /no-calidad/. El nivel de pertinencia adoptado se encargará de
definir el estatuto semántico del término en su uso metalingüístico.
paz guerra
no paz
paz guerra
no guerra
122
La con conclusión lógica es que los términos primitivos /paz/ /guerra/ se presuponen
mutuamente, cerrando de esta suerte el cuadrado semiótico:
paz guerra
no guerra no paz
d. ROLES ACTANCIALES
No se puede hablar sin narrar, por lo tanto, la narración es constitutiva de todo discurso. El
inteligible humano se da porque alguien narra -o cuenta- a alguien algo de las cosas. Una
frase o un enunciado aparece como un espectáculo construido desde una posición hacia otra
posición. Decir es relatar y escuchar es realizar el relato: reconocer en él su sentido. Así, si
alguien nos pregunta acerca de un filme que acabamos de ver o de una novela que
acabamos de leer, recurrimos básicamente a la articulación del componente narrativo. Por
ejemplo, con relación a El Señor de los Anillos (El retorno del Rey), diremos:
Todo ocurre como si la identidad del relato fuera independiente de la manifestación verbal
o fílmica que la conduce hasta nosotros. Al momento del análisis habrá que distinguir
necesariamente el nivel de la manifestación textual del nivel construido teóricamente. No
podemos estudiar el discurso sin hacer referencia a la instancia de la enunciación que lo
desencadena y que orienta su sentido. La enunciación se entiende a partir de dos posiciones
actanciales (sujeto) entre las que discurre un objeto-enunciado. Al interior de este objeto se
123
reproducen de nuevo las posiciones sujeto/objeto. La semiótica trata de dar la
representación de ello en forma de enunciados constituidos por funciones
(relaciones/operaciones) y por actantes (sujetos y objetos).
Un rol actancial es la forma en que un actante ejecuta su actancia: las diversas formas de
ser sujeto, objeto, destinador, destinatario, ayudante, oponente. El estatuto actancial define
al actante en un momento dado del recorrido narrativo teniendo en cuenta la totalidad de su
recorrido anterior; el rol actancial, en cambio, es el excedente que se añade, en un momento
determinado del recorrido, a lo que constituye ya el actante una vez configurada la
progresión sintagmática del discurso.
El actante puede concebirse como el que realiza o el que sufre el acto, independiente de
cualquier otra determinación. Los actantes son los seres o las cosas que, por cualquier razón
y de una manera u otra —incluso a título de simples figurantes y del modo más pasivo—,
participan en el proceso.
124
El concepto de actante tiene mayor extensión, sobre todo en semiótica literaria, que el
término personaje y, también, que el de dramatis persona, pues no solo comprende a los
seres humanos sino también a los animales, los objetos, los conceptos. Además, el término
personaje permanece ambiguo por corresponder también en parte al concepto de actor (en
el que puede realizarse un sincretismo de actantes) definido como la figura o el lugar vacío
en que se vierten las formas sintácticas y las formas semánticas.
Tipológicamente, cabe distinguir dentro del discurso enunciado: (a) los actantes de la
comunicación (o de la enunciación): el narrador y el narrativo, y también el interlocutor y el
interlocutario que participan en el diálogo, (b) los actantes de la narración (o del
enunciado): sujeto/objeto, destinador/destinatario; desde el punto de vista gramatical, se
opondrán aquí los actantes sintácticos inscritos en un programa narrativo dado, tales como
el sujeto de estado y el sujeto de hacer, y los actantes funcionales (o sintagmáticos), que
comprenden los roles actanciales de un recorrido narrativo determinando. En relación con
las dos dimensiones reconocidas en los discursos, se distinguirán, por ejemplo, los sujetos
pragmáticos y los sujetos cognoscitivos (estos últimos aparecen ya sea en sincretismo con
los sujetos pragmáticos, ya como actores autónomos —en el caso del informador— o
reconocibles al menos, como posiciones implícitas en el actante observador).
Texto 1
Peruanos en peligro
Difíciles son las condiciones en que vive la inmensa mayoría de los peruanos residentes en
el exterior, sobre todo tratándose de estudiantes que viajan lejos del Perú en busca de una
profesión que les permita, después, abrir puertas para acceder a trabajos mejor remunerados
de los que podrían aspirar en caso de quedarse en el Perú.
Tal interés por viajar al extranjero va, sin embargo, de la mano con la incertidumbre y el
peligro, que en algunos lugares más que en otros tiene el signo de la xenofobia que
practican grupos nacionalistas extremos que incluyen a los ―skin heads‖ o ―cabezas
rapadas‖ de evidente filiación nacionalsocialista.
Son los xenófobos los que atacan a nuestros estudiantes con especial rigor en la llamada
Europa oriental, como lo confirma el reciente ataque al joven Enrique Angeles Hurtado,
muerto a manos de los ―cabezas rapadas‖ en Rusia.
El Estado peruano tiene, ante las amenazas que acechan a nuestros compatriotas, la tarea de
brindar auxilio y asistencia, mas también el compromiso de efectuar tareas de prevención.
125
Tratándose de estudiantes se necesita informar, en forma permanente e incluso antes de su
salida del Perú, respecto a los daños que podrían sufrirse y las áreas donde existe mayor
probabilidad de producirse maltratos o agresiones. Se necesita reportes permanentes sobre
los peligros que acechan.
Después de lo acontecido con Enrique Ángeles, se habla de repatriar a nuestros estudiantes
de Vorónezh –donde ocurrió el crimen- y se menciona la entrega de una nota de protesta a
la Federación Rusa, junto a un censo para determinar las carencias y necesidades de los
jóvenes universitarios peruanos en el extranjero.
Necesarias, las medidas antes mencionadas son una reacción ante los hechos y no soslayan
el hecho de que se debe adoptar acciones conducentes a proteger a nuestros compatriotas
para que no sufran daños que después debemos lamentar.
No debemos olvidar que el Estado se proyecta hacia donde se encuentren sus intereses, y
que los intereses del Perú pasan sin duda por la protección de la vida, integridad y
desarrollo de nuestros compatriotas, incluidos los que se encuentran en el exterior. No
basta, pues, con reaccionar ante los acontecimientos porque lo mejor es prevenirlos.
Texto 2
126
que el abogado de Abimael Guzmán reclame para éste la condición de ―prisionero de
guerra‖.
Y qué decir del benevolente tratamiento que reciben Guzmán e Iparraguirre en la Sala
Penal Nacional que integran Pablo Talavera y Jimena Cayo, por comparación con el trato
que se da a los policías acusados de violaciones de los Derechos Humanos que, en muchos
casos, tienen que viajar desde provincias con la suya, en un Ministerio del Interior que no
paga viáticos ni traslados desde hace muchos años por falta de fondos.
El gran beneficiario de esta crisis generalizada del Estado es, evidentemente, el grupo
terrorista Sendero Luminoso, que, ya sabemos, es un "partido político‖ para la Comisión de
la Verdad.
Texto 3
127
Actualmente, nadie sensato puede negar los hechos que muestran el aumento de
temperatura de la Tierra, que ocasiona cambios en la distribución de plantas y las
migraciones de animales o que funde parte del hielo del planeta. Más allá de lo que señalan
algunos científicos sobre el incremento de las tormentas solares y sus efectos
electromagnéticos que agravan la situación, hay quienes todavía porfían la existencia del
problema o incluso que si existiera no tendría consecuencias graves para los ecosistemas y
la humanidad.
Las proyecciones que realizan los científicos indican que las regiones más afectadas serán
los países pobres o en vías de desarrollo, aunque los últimos hechos acaecidos en EE.UU.
como ―Katrina‖ también estarían dando un indicio de que los efectos se sentirán en todas
partes.
Estados Unidos, el país más rico del mundo, es el que más emite –y por un amplio margen-
gases que contribuyen al efecto invernadero, cuando se firmó el Protocolo de Kioto en
1997, la potencia del norte se comprometió a reducir sus emisiones en un 6%, luego se
retiró y hoy no solo no han bajado, sino que se han incrementado en un 15%, con respecto a
los niveles de 1990.
EE.UU. emite el 36% de las emisiones de gases efecto invernadero, pero no pueden
ratificar el protocolo de Kioto porque perjudicaba la economía de su país, y no se exigía a
las naciones en vías de desarrollo que redujeran sus emisiones, dicho por el propio Bush.
La solución: optar por la ―conciencia de los empresarios‖ para que redujeran por voluntad
propia las emisiones y no imponer metas; la realidad fue que pasó de emitir 5.000 millones
de toneladas de CO2 a casi 6.000 millones, toda una ―conciencia‖.
Definido por los científicos como ―cataclismo ambiental‖, la turbera (yacimiento de la
turba, un material de origen vegetal que constituye la primera etapa en la transformación de
un vegetal a un mineral, específicamente al carbón. Este proceso demora siglos) más
grande del mundo se está derritiendo en Siberia, con un área de un millón de metros
cuadrados, ocupa el mismo espacio de Francia y Alemania juntos, y de derretirse podría
liberar miles de millones de toneladas de gas metano a la atmósfera en poco tiempo. El gas
metano es otro de los gases efecto invernadero con la diferencia de que tiene una intensidad
20 veces mayor al dióxido de carbono.
Lo trágico de la turbera de Siberia es que su derretimiento, y por consecuencia, la
liberación de metano es irreversible. ―No importa lo que hagamos, el proceso de
descongelamiento ya se inició‖, indicaron científicos rusos.
¿El motivo del derretimiento? El calentamiento de Siberia por una combinación entre
cambios climáticos generados por el ser humano, un fenómeno natural denominado
oscilación ártica y el calentamiento del suelo cuando el hielo se derrite.
―Veremos más inundaciones y sequías en distintas partes del mundo, aparte del
calentamiento progresivo de la tierra en general, la biodiversidad se verá reducida ya que
muchos animales y plantas no podrán adaptarse a las nuevas temperaturas. Es en líneas
generales, un cataclismo ecológico‖, indicó la profesora Marquand en el informe.
128
Retomando lo mencionado al comienzo del artículo, el informe que realizó EE.UU. a través
de la NASA resulta patético. Culpar a los pobres y a países del tercer mundo por todos los
cataclismos ambientales, parece ser una constante en el gobierno de Bush, sin mencionar el
espionaje que se realiza a grupos ambientalistas del país y del mundo.
La falta de autocrítica, el desinterés y hasta la desidia con que actúa Bush con respecto al
cambio climático, no merecen otra cosa que el rechazo más enfático de todo el mundo. Pero
la ―economía más avanzada del mundo‖ no parece estar muy interesada en estos temas,
probablemente asistiremos como espectadores (o no) a otra invasión, que no será por el
petróleo o intereses políticos, sino por recursos naturales más básicos.
Texto 4
Para hacer la reforma, en primer lugar, se tiene que precisar qué se entiende por Estado,
porque si creemos que esta debe reducirse a lo meramente administrativo, vamos a caer en
los mismos errores que se cometieron con otros intentos de cambio. El Estado no es solo
los órganos de gobierno, las instituciones que lo componen ni su burocracia, somos todos
los peruanos. Lo que debe perseguirse como meta principal es un Estado que esté al
servicio de la sociedad, sea transparente y eficiente. Tradicionalmente el Estado Peruano es
autoritario en su estructura y funcionamiento, excluyente y lejano. Estos tres factores tienen
antecedentes históricos que se remontan a la Colonia. La herencia colonial ha dejado como
resultado un estado autoritario.
El caudillismo ha sido otro factor negativo, porque privilegia el voluntarismo del líder y
gesta en su entorno una elite política y social, afectando de esta manera el desarrollo de las
instituciones democráticas y, finalmente, se debe considerar el denominado ―péndulo del
poder‖ que a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y todo el siglo XX impidió la
consolidación de la democracia en nuestra sociedad.
Por consiguiente, un Estado distinto tiene que ser fundamentalmente democrático, no solo
en su organización sino en su proceder. Igualmente, debe ser inclusivo, es decir, integrar a
los peruanos en los procesos políticos, económicos y en la construcción de nuestra
sociedad. La exclusión social es el resultado de la marginación que se mantiene en la
actualidad.
129
otro como sujeto, la cultura democrática es la que señala a las instituciones políticas como
lugar principal de este reconocimiento del otro‖.
Por eso, cuando se den los primeros pasos para la reforma anunciada, se debe escuchar las
propuestas de todos los sectores sociales. Es a partir de sus aportes que se podrá sentar las
bases reales de un Estado fuerte que garantice los derechos ciudadanos y sea fiel expresión
de intereses diversos. El nuevo Estado, resultado de la reforma, tendrá que ser
auténticamente democrático, empoderar al ciudadano, que no excluya ni margine, por ende
próximo a las aspiraciones plurales del pueblo peruano.
Texto 5
Efectos perversos de reformas sectoriales
¿Qué pasa si se adopta una política sectorial o unilateral de desarrollo? Empiezo con una
anécdota. Hace unos 25 años estando en Francia, charlé con un médico que acababa de
venir de Asia. Me dice de pronto: ¿usted sabe quién fue uno de los más grandes criminales
de la historia? No. Mi compatriota Louis Pasteur. ¿Cómo, Louis Pasteur, el descubridor de
los microbios y el inventor de la pasteurización? Sí. ¿Cómo puede decir usted que un
benefactor de la humanidad es un gran criminal? Muy sencillo: porque ha aumentado la
longevidad y ha disminuido la morbilidad. Debido a eso estamos sufriendo una explosión
demográfica.
El progreso sanitario tuvo, pues, lo que los sociólogos llaman un ―efecto perverso‖. Al
mejorar la salud se alarga la vida. Y, si la tasa de natalidad no baja y la producción no sube,
la gente se acumula, lo que hace caer el nivel de vida y, eventualmente, también la salud.
¿Tenía razón mi interlocutor francés? Por supuesto que no.
El médico de mi anécdota tendría que haber dicho: Lo que pasa es que, desgraciadamente,
las obras sanitarias, la vacunación y la pasteurización no fueron acompañadas de medidas
económicas y culturales, que permitieran controlar la tasa de nacimientos. Ése es un
ejemplo de ―efecto perverso‖ de una medida unilateral, de una medida sectorial.
No basta mejorar los hospitales y aumentar su número. Hay que hacer que la gente no
necesite ir con frecuencia a los hospitales. Hay que disminuir el número de enfermos en
lugar de aumentar la capacidad de los hospitales. Hay que hacer medicina preventiva. En
general, hay que diseñar y poner en práctica políticas sociales preventivas, en lugar de
esperar resignadamente la explosión y prepararse para auxiliar a sus víctimas. Y para
prevenir el desastre hay que planificar de alguna manera.
Estamos yendo a tontas y a locas. En este momento la proyección demográfica para el año
2050 oscila entre 10 mil millones y 15 mil millones de habitantes. En cualquiera de los
casos, es un número excesivo, porque la capacidad portante (carrying capacity) de la Tierra
no es tanta. Más aún, está disminuyendo a causa de la desertificación y la deforestación.
130
Los desiertos están ganando, hay cada vez menos tierra cultivable y, al mismo tiempo, cada
vez más gente.
Mario Bunge.
131
PALABRAS ANÁLOGAS
Una lengua es capaz de servir a las necesidades de expresión de todos sus hablantes. Este
hecho no quiere decir que toda esa potencia esté de hecho en cada hablante. Cada uno posee
una parcela de su lengua, suficiente para lo que necesita a diario. Pero esa parcela es la que le
han dado su entorno social y su educación.
La analogía escribal, fonética y semántica agrupa a los vocablos en: homófonos, de igual
sonido (heces, eses; beses, veces); parónimos, de parecido sonido (actitud, aptitud; prejuicio,
perjuicio); sinónimos, de parecido significado (país, nación, patria, estado, gobierno);
homónimos, de igual escritura (todas las palabras son polisémicas), y antónimos, de
significado opuesto, contrario (paz, guerra; marido, mujer).
Una de las propiedades fundamentales que caracteriza el uso adecuado de una lengua es la
facilidad de poder elegir entre diversas voces aquella que mejor se ajusta a la idea que
queremos comunicar y en el momento de la lectura decodificarla con propiedad y corrección.
HOMÓFONOS
a preposición.
ha verbo haber.
ah interjección.
ala miembro del que las aves o insectos se sirven para volar.
hala verbo halar. sirve para llamar.
asar exponer al fuego, en seco, un manjar crudo para que se torne comestible.
azar casualidad, caso fortuito.
134
casa edificio para habitar, morada.
caza acción de cazar.
cien número.
sien parte de la cabeza junto a la frente.
ciervo animal.
siervo esclavo, criado.
135
concejo ayuntamiento, corporación municipal.
consejo parecer que se da o se toma, reunión; cuerpo consultivo en las compañías.
e conjunción.
he verbo haber.
encausar guiar.
encauzar dar cauce a un río.
hierba planta blanda cuyas partes aéreas mueren cada año, pasto.
hierva del verbo hervir.
rehusar rechazar.
reusar volver a usar.
137
ribera orilla de un mar o río.
rivera pequeño arroyo, cauce de río.
rosa flor.
roza del verbo rozar.
PARÓNIMOS
bienal que dura dos años, que sucede cada dos años
venial leve
carabela embarcación
calavera caja ósea del cráneo
conclusión fin
concusión malversación, extorsión
descenso bajada
disenso no estar de acuerdo, discordia
habito de habitar
hábito vestido, costumbre
SINÓNIMOS
HOMÓNIMOS
ANTÓNIMOS
aberración corrección
abominar estimar, apreciar
aborto éxito, logro
absolver condenar, inculpar
absorber repeler, expulsar
abstemio bebedor, borracho
abuchear elogiar, aplaudir
abyecto noble, bueno
acallar exaltar
acatamiento rebeldía, desobediencia
acopiar derrochar, esparcir
acreditar desacreditar, difamar, deshonrar
acuciar aplacar, sosegar
adecentar ensuciar, desordenar
advenedizo avezado, veterano
afectado natural, espontáneo
aflicción alegría, gozo
agallas cobardía
aglutinar separar, disgregar
ahínco desgana, apatía
alabancioso modesto, sencillo
alcornoque agudo, listo
alicaído alegre, optimista
147
altruismo egoísmo, interés
anarquía orden, gobierno
anónimo manifiesto, conocido
apañado inepto, torpe
apelar desistir, abandonar
apremio calma, lentitud
aprehender soltar, liberar
armisticio guerra, hostilidad
arre so
as perdedor, último, vencido
asimismo tampoco
atávico actual, espontáneo
aterido tibio, caliente
atestado vacío, desocupado
austeridad abundancia, despilfarro, desenfreno
azuzar contener, calmar
balbucir vocalizar, articular
bastardo legítimo, legal
bienhechor malhechor, rufián
bodrio exquisitez, delicia
boquiabierto indiferente
burdo refinado, educado
burrada sensatez, prudencia
cabecilla subordinado
cachaza brío, nerviosismo
cagón valiente, atrevido
capcioso claro, verdadero
cariacontecido contento, alegre
castrar vigorizar, fortalecer
catilinaria apología, alabanza
censurar aprobar, elogiar
cerebral emocional, apasionado
ceremonioso informal
chabacano elegante, fino, culto
chapucero meticuloso, habilidoso
chusco aburrido, serio
chusma elite
cicatero desprendido, generoso
civil rural, incivil, grosero; militar
coaccionar tolerar, permitir
cohibido desenvuelto
competencia ineptitud
compunción alegría, satisfacción
conato consumación
concatenación desconexión
conciso prolijo, extenso
confesar callar, silenciar
148
confinar liberar
confiscar devolver, restituir
congregar dispersar, disgregar
conjura lealtad, fidelidad
connatural adquirido
connotación denotación
constreñir liberar, exonerar
continencia lujuria
corruptela honestidad
corrupto íntegro, insobornable
cortapisa facilidad
cosmopolita provinciano
crápula virtuoso
crucial intrascendente, indiferente
cuco feo
cuerdo loco, chiflado
deambular instalarse
delator encubridor
democracia autocracia, dictadura
denostar alabar, ensalzar
depreciar encarecer, subir
derogar instituir, establecer
desahuciar consolar, ilusionar
desaliñado aseado, limpio
desaprensivo responsable, honrado
desazón sosiego, calma
desgana apetito, gana
desliz acierto, cuidado
despotismo democracia, liberalismo
dictatorial democrático, liberal
didáctico embrutecedor
diestro inexperto
difuminar precisar, perfilar
dilación anticipación
dilección animadversión, inquina
dilucidar oscurecer, liar
disciplina anarquía
discurrir parase, detenerse
disentir convenir, concordar
disidente adepto, partidario
dislate acierto
disuasión persuasión
educar malcriar, pervertir, viciar
efervescencia frialdad, tranquilidad
embarazo aborto
emergencia lentitud, parsimonia
eminencia vulgaridad, medianía
149
empírico teórico
enajenar comprar, adquirir
encarar eludir, sortear
encausar absolver
encauzar descarriar
encubrir descubrir, delatar
endeble sólido, fuerte
enfatizar atenuar
enrevesado claro, simple
entuerto desagravio, honra
envilecer ennoblecer, enaltecer
escrupuloso descuidado, abandonado
espurio legítimo
estúpido listo, espabilado
exabrupto delicadeza
exento obligado
exhumar inhumar, enterrar
expatriar repatriar
extravertido introvertido, retraído
faccioso dócil, sumiso
facultativo obligatorio, preceptivo
falacia verdad, autenticidad
falaz sincero, franco
fascismo democracia
faz envés, reverso
felonía lealtad, fidelidad
fidedigno falso, dudoso
filántropo misántropo, egoísta
fisiológico síquico, sicológico
funesto dichoso, feliz
fútil esencial, importante
gacho levantado, erecto
ganso diligente, hábil
gélido caliente
génesis fin
genérico específico, particular
gobernar obedecer, acatar
habitual insólito
halagar desdeñar
hastío agrado, interés
hedonismo espiritualidad, mortificación
heder perfumar, aromatizar
hermético evidente
heroicidad cobardía, pusilanimidad
heterodoxia ortodoxia
híbrido puro
hipertrofia hipotrofia, reducción
150
hirsuto liso, lacio
homosexual heterosexual
hostilidad acuerdo
iconoclasta tradicionalista
idiosincrasia generalidad, universalidad
ilegible inteligible
impenitente corregible
impericia destreza
ímpetu calma
implícito explícito
imprecación bendición
imprevisto esperado, sospechado
ímprobo fácil, ligero
impúdico púdico, recatado
imputar exculpar, disculpar
ínclito desconocido
incordiar agradar
indebido lícito
indemne dañado, perjudicado
indolente laborioso, activo
indulto castigo, condena
industrioso vago, inepto
inédito conocido, viejo
inexpugnable accesible
infringir cumplir, acatar
inhibir estimular, actuar
iniquidad bondad, equidad
inmigrar emigrar, irse
infundio verdad
inherente accidental
inminente remoto, lejano
inmune débil, vulnerable
instigar disuadir, desanimar
interino fijo, numerario
interpelar contestar, responder
intolerancia transigencia
intuición reflexión, examen
involución progreso
izar arriar
jamás siempre
jorobar agradar, distraer
juicio insensatez, imprudencia
justicia injusticia, arbitrariedad
lacónico locuaz, facundo
lacra virtud
lapidario pormenorizado, detallado
latente patente, expreso
151
lego enterado, ducho
lenocinio honestidad
leonino justo, imparcial
libelo calumnia, difamación
libertinaje virtud, moralidad
lícito ilícito
lince torpe, zote
lindar distanciar, alejar
litigar avenirse
loable censurable
lóbrego claro, alegre
lucidez ofuscación, simplicidad
maestría impericia, torpeza
malversar reponer
manido actual, original
mayúsculo minúsculo
mediato alejado
mediocridad magnífico, excelente
melindre sencillez, sobriedad
mentar omitir, olvidar
monopolizar competir
mordaz sincero, delicado
nato adquirido
nefando elogiable, honorable
neófito veterano
neurálgico secundario, intrascendente
nimio importante
nocivo positivo, inocuo
non par
obstar facilitar, posibilitar
oneroso liviano
osar temer
ostensible encubierto, oculto
paliar agravar, aumentar
palmario dudoso, equívoco
paradoja lógica
partidario oponente, enemigo
párvulo mayor
patético alegre
patochada acierto
pedestre fino
persuadir disuadir
perturbar sosegar, calmar
pervivir morir
pesimismo optimismo
pizpireta seria
plebeyo noble, distinguido
152
plúmbeo divertido, ameno
podredumbre moralidad
pormenorizar generalizar
posponer adelantar
postinero sencillo, humilde
preciarse avergonzarse
preeminente bajo
privativo público, general
proclive reacio
profano sacro
profusión escasez, carencia
proliferar disminuir, limitarse
prorrata totalidad
proscribir autorizar
provisional definitivo
pusilánime valiente
ralentizar acelerar
ramplón selecto
ras desigualdad
rebatir corroborar, confirmar
rebelde sumiso, dócil
rededor lejos, lejanía
refractario inflamable, combustible
refugiado repatriado
regodearse apenarse, compadecerse
relevar cargar, endosar
rémora facilidad, apoyo
rencilla concordia, amistad
reprender felicitar, alabar
reprobar alabar, aplaudir
reputación desprestigio, descrédito
requisa devolución, reintegro
rescisión confirmación, prórroga
reticente claro, directo, franco
retrógrado avanzado, progresista
sabotaje beneficio
saciedad hambre, necesidad
sadismo piedad, amor
salubridad insalubridad
sanción premio, recompensa
sanear ensuciar, infectar
sapiencia ignorancia
sazón agraz, imperfección
sedicioso pacífico
sediento harto, saciado
seducción repulsión, disuasión
sesudo irreflexivo, inmaduro, alocado
153
sibilino claro, preciso
sincretismo diversificación
sincronía diacronía
sinonimia antonimia
soberanía dependencia
sodomita heterosexual
solemne informal
soso sabroso, salado
súbdito gobernante
súbito lento, paulatino
subrepticio abierto, ostensible
suculento insípido
suficiente inepto, incapaz
suplente titular
susceptible confiado, seguro
sutileza tosquedad
tácito explícito
taciturno comunicativo, alegre
tacto torpeza
tangente separado, lejano
templanza desenfreno, lujuria
tergiversar aclarar, explicar
terrorismo paz
tino desacierto
tirantez cordialidad, relajación
tirria afecto, simpatía
todo nada
tónico átono
tornar irse
tozudo flexible, transigente
trajinar holgazanear
trasunto original, realidad
trillado original, nuevo
tregua porfía, insistencia
tronío humildad, sencillez
turbulento tranquilo
ubérrimo estéril, pobre
umbrío claro, luminoso
unánime dividido, disconforme
urgir aplazar, demorar
utopía realidad, materialidad
vacar trabajar
vacilar decidirse, asegurarse
vapulear mimar, acariciar
vastedad pequeñez, exigüidad
vejación elogio
venial mortal, importante
154
ventilar ocultar, esconder
veraz mentiroso, embustero
vernáculo extranjero, foráneo, extraño
versado novato, inexperto
vesania cordura
vesicante suavizante, calmante
vetustez juventud
veto acuerdo
vicisitud monotonía, inmutabilidad
vilipendio elogio
vindicativo generoso
vitalicio transitorio
vituperar alabar
vulgar selecto, especial, refinado
vulnerar cumplir, acatar
yermo fértil, sembrado, cultivado
yerro acierto
yuxtaponer separar, apartar
zaguero delantero, puntero
zamarrear mimar, acariciar
zángano trabajador, activo
zanjar entorpecer, complicar
zapar tapar, rellenar
zurdo diestro
155