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Lazzaro Felice: Miedo al lobo

9/10

Se dice que la directora Alice Rohrwacher, responsable de Happy as Lazzaro (o Lazzaro Felice) basó
su guion en la historia real de una aldea apartada del mundo y esclavizada por “La Reina del Tabaco”.
Esta idea que parece sacada de un cuento medieval, se va repitiendo de distintas formas durante el
filme. Happy as Lazzaro es un cuento acerca de una porción de la humanidad a través del tiempo,
una que pese al avance de la historia, vive la injusticia de manera permanente.

Lazzaro es un joven que vive junto a otros habitantes de Inviolata, una aldea que no tiene
comunicación con el mundo exterior salvo el establecido por la Marquesa de Luna, propietaria del
lugar, y su capataz. Quienes viven ahí deben trabajar en la extracción de tabaco a cambio de enseres
entregados por el capataz, que además los mantiene engañados con una deuda que deben pagar y
que jamás termina. Las mujeres, hombres y niños que viven ahí se encuentran a merced de la
Marquesa, quien sella sus destinos a su voluntad. “Sufren, pero no lo saben” dice ella cuando es
cuestionada. En medio de todo, Lazzaro vive entre el trabajo, las conversaciones con la comunidad
y los días que pasan uno a uno sin grandes variaciones.

El primer gran quiebre en la vida de Lazzaro se da con la llegada de Tancredi, el hijo de la Marquesa,
que se traslada a Inviolata y establece una relación con Lazzaro que finalmente llevará al
descubrimiento del engaño y la liberación de la aldea. Es en ese punto, en donde la historia muta
para convertirse en una gran muestra de cómo la realidad y lo onírico pueden ir de la mano para
hablar de los temas que nos aquejan.

Los habitantes de Inviolata logran salir de la aldea, pero siguen dentro de su dinámica patronal
frente a un sistema que no logra acogerlos, básicamente parias y refugiados en su territorio, a
quienes se les niega la posibilidad de poder integrarse. Ellos son “el otro” que tanto hemos visto
antes en el cine, y que en esta película están retratados con una asimilación acerca de su lugar en el
mundo junto a extranjeros y obreros agrícolas que caen en la misma explotación antes impuesta
por parte de la Marquesa. La reflexión de sus personajes está llena de sentido al momento en que
una de sus protagonistas devela lo que parece ser el hilo conductor de la historia; tenemos miedo
del otro porque no queremos entenderlo.

La forma en la que se filma esa diferencia tiene mucho de lo que hemos visto en el cine del
neorrealismo, con largos planos mostrando y escudriñando los escenarios que vamos viendo.
Rorhwasher elige al personaje de Lazzaro para hablarnos de un mundo en decadencia, que no
parece mejorar con el tiempo y que encarna los dolores del pasado del resto de los personajes. Hay
un trazo documental en su obra, desde la decisión del uso del color y la cámara, pasando por la
forma en la que exhibe esas injusticias cotidianas a las que nos enfrentamos. Nuestro protagonista
tiene de hecho, muy pocos diálogos, porque es a la vez espectador al igual que nosotros. Hay una
decisión interesante, porque Lazzaro es aparentemente un personaje sin grandes contradicciones,
pero es ahí donde genera una barrera por la cual no podemos acceder a sus motivaciones más
importantes. Lazzaro es la tabla rasa, sin maldad y sin deseo, siendo esa la condición que le permite
pararse al costado de la historia.

Hay un momento particular en el filme, en el que los aldeanos deben enfrentarse nuevamente a
Tancredi. Ya viejo y sin fortuna, recibe la caridad de los habitantes de Inviolata, quienes se dan
tiempo para ponerse en sus zapatos, dejando atrás la actitud servil. Las grandes acciones de Happy
as Lazzaro tienen que ver con cómo nuestros personajes practican la empatía, siendo la falta de
esta la que nos lleva también a los grandes conflictos.

Sin pretender ser una película aleccionadora, nos deja con ideas a propósito del estado actual de las
cosas, del mundo y de cómo avanzamos dejando a otros atrás. El miedo al lobo sigue presente en la
actualidad y Happy as Lazzaro nos lo recuerda con gran maestría.

Nota: 9/10

Dirección: Alice Rohrwacher. Duración: 125 min. Producción: Carlo Cresto-Dina. Fotografía: Hélène
Louvart. Actuación: Adriano Tardiolo, Luca Chikovani, Alba Rohrwacher .País: Italia, Suiza, Francia,
Alemania. 2018 (125 min)

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