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NEUROCIENCIA 123

El estudio del cerebro para un verdadero equilibrio de desarrollo cognitivo

Definitivamente, con el transcurrir de los años y los avances dantescos de la ciencia, fueron
surgiendo nuevos términos que buscan explicar con mayor profundidad aquella máquina tan
maravillosa –y muy compleja a la vez, que es el ser humano. Pero no de su totalidad en general,
sino de uno de sus órganos más importantes, el cual es el cerebro y no únicamente desde el punto
de vista biológico sino desde un lado cognitivo. El cerebro es uno de los primeros órganos que se
forma desde que el hombre es concebido, de ahí su importancia para un desarrollo integral del
hombre.

Mientras que la anatomía estudia su esencia netamente biológica, la neurociencia o ciencia del
cerebro humano, abarca su estudio desde diversos puntos de vista pero sobretodo de su relación
cerebro-aprendizaje. De acuerdo al Dr. Medrano Osorio, la neurociencia determina un rol muy
importante dentro del proceso educativo, ayudando a mejorar el proceso de enseñanza-
aprendizaje. Demostrando así que su desarrollo es vital para comprender al ser humano en las
diferentes facetas de su vida, surgiendo así la terminología Neuroplasticidad, que es la capacidad
de adaptación al medio y de su modificación continua de actuación.

La neurociencia y sus aportes educativos

Si bien es cierto, el cerebro asimila mejor los aprendizajes hasta los 5 años aprox. Uno en teoría
nunca deja de aprender. Incluso hasta de adultos, uno aprende algo nuevo cada día, ya sea por
una motivación intrínseca o extrínseca, o simplemente por una especie de deseo insaciable de
saber. Tal como lo describe Elkhonon Goldberg: en el cerebro se producen nacimientos de
millones de neuronas – responsables de nuestros aprendizajes- que a lo largo de la vida mueren
por no darles “utilidad”, pero aquellas que sobreviven son las que consolidan todos los
aprendizajes que ya hemos adquirido. Pero, si mueren algunas significa que estamos frente a un
déficit de neuronas. Definitivamente no, debido a la neurogenesis, que es la capacidad generativa
de nuevas neuronas durante toda la vida, el cual fue planteado en su libro “La Paradoja de la
sabiduría”.

Así mismo, Hermann Von Helmholtz señala que no es pura casualidad que los axones (cola de las
neuronas) produzcan “electricidad” al estar en contacto una de otras, sino que al producirse esto
da lugar al intercambio de mensajes de un extremo a otro. Entonces no hablamos de casualidad
sino de causalidad. Hoy en día estamos frente a cambios acelerados debido al avance de las
tecnologías, que surge la necesidad de buscar nuevas formas de generar situaciones de
aprendizajes que vayan acorde con los nuevos retos que este siglo requiere en educación. Porque
todo recae precisamente en el estudio del cerebro y sólo a partir de su conocimiento (y de todos
los procesos que se dan lugar ahí) y funcionalidad sabremos como facilitar y conducir el proceso
de aprendizaje que en nuestros tiempos es una tarea demandante.
¿Cómo lograr un aprendizaje óptimo si no conocemos el comportamiento de nuestro cerebro?

Dentro del campo educativo, se dice mucho que hoy en día los escolares no estudian como antes
lo hacían. Pues si bien es cierto, antes no existía tantas “distracciones” que hoy si vemos o que el
sistema de castigo no es tan rígido como antes lo era. Que ellos están físicamente presentes en
aulas pero no su concentración con ellos. Esto no es del todo así. Todo ser humano es un mundo
distinto que aprende de un modo diferente. Entonces, por qué no obtenemos resultados
alentadores o por qué su deserción temprana sin antes haber terminado siquiera la secundaria. Lo
que sucede es simple: como docentes solo buscamos transmitir conocimientos “nuevos” o
aquellos que aun la vida no le tiene preparado aún.

El hombre es un constante ser evolutivo, por eso su complejidad de comportamiento. Y conocer el


funcionamiento de su cerebro es imprescindible dentro del proceso cognoscitivo. Los escolares
están sujetos a dichos cambios de forma constante y el no reconocerlos juega en contra de los
educadores. Dada la analogía, el escolar es como una máquina, ¿no funcionaría mejor si
conociéramos a detalle cada una de sus partes? Y si es así, por que la forma o modelos de
enseñanza no garantizan el objetivo esperado. Sólo si se valora que a partir del reconocimiento de
las partes de dicha “máquina” recién ahí estaremos frente a un aprovechamiento máximo del ser.
Esto traducido en educación, es que los escolares reconozcan su propio cerebro como motor de su
aprendizaje y que con la ayuda del docente se logre focalizar su atención a través de la motivación
y demás recursos posibles. Así como el conductor está seguro de marchar sobre ruedas, el
estudiante lo estará si logra asimilar que su comportamiento influye decisivamente en la
adquisición de sus aprendizajes.

Párrafos anteriores señalaba que uno de los declives de la situación educativa actual es la
tecnología, mejor dicho su utilización distorsionada. Hoy visto desde una perspectiva diferente es
un aliado para el estudiante si es que el docente contribuye positivamente en su empleo. Distarlos
de esta nueva era tecnológica es retrocederlos años luces porque es inevitable que su
desenvolvimiento se de en espacios virtuales. Y con la edad que tienen, su cerebro esta más
dispuesto a aprender y a asimilarlo de forma más oportuna siempre y cuando se tenga en cuenta
sus experiencias previas. Frente a ello, Koizumi, señala que el cerebro está predispuesto a
aprender eficazmente si se tiene en cuenta la experiencia como factor clave para modelar de
alguna manera al cerebro, es decir, potencializando las competencias con las que ya cuenta el
individuo garantizando así un sinfín de sinapsis productivos a lo largo de su vida dando lugar así a
aprendizajes permanentes. Pero solo algunas perdurarán por siempre si es que se las estimula
adecuadamente mientras que otras se debilitaran o simplemente desaparecerán.

La neurociencia provee información básica para la toma de decisiones en estrategias de trabajo


dentro del aula y considera que es una de las dimensiones fundamentales para alcanzar un
proceso pedagógico pertinente y significativo. Ya que cuanto mejor sean los ambientes para
aprender, mejor será el aprendizaje. Ante ello, es inevitable tener en cuenta también el estado
anímico de los estudiantes porque es una forma de conocer su emocionalidad frente al
aprendizaje. Asimismo, el estudiante logra aprender dentro de su entorno cultural porque debido
a la interacción con sus semejantes fortalece o perjudica sus procesos mentales (inherentes en
todo ser humano) que se desarrollan en su cerebro tales como codificar, almacenar, retraer e
integrar nueva información con la ya almacenada. A esto se le llama aprendizaje relacional.

Entonces, no sólo basta con dejar todo en manos del docente y mucho más si éste tiene como
responsabilidad generar capacidades en el estudiante para un desarrollo pleno y armonioso entre
sociedad y medio ambiente. De hecho, exigir que el docente lo logre sin un correcto desarrollo
profesional, los resultados no serían lo esperado. Es por eso la importancia del estudio de la
neurociencia como un recurso valioso de orientación o reorientación de metodologías y materias a
enseñar porque les provee de herramientas fundamentales para entender cómo aprenden los
estudiantes, así generar un aprendizaje significativo entre la teoría y la práctica.

¿Somos lo que comemos?

Es sin duda más que una metáfora popular. Somos lo que comemos y por ende nuestro
comportamiento y desenvolvimiento -sobretodo académico- será de acuerdo a nuestra
alimentación. Cabe resaltar que comer no es lo mismo que alimentarse. De ella depende la
importancia de la calidad y las consecuencias en los sistemas del cuerpo humano si la alimentación
no es adecuada y oportuna.

El proceso de aprendizaje en el ser humano es tan natural como parpadear que su desarrollo
puede ser alterado por diversos factores biológicos, pero principalmente por la alimentación. Así
como una buena gasolina es vital para un desempeño óptimo del motor, así lo son los nutrientes
para el cerebro. Básicamente nuestras neuronas solo necesitan de oxígeno y glucosa (tipo de
azúcar) para “sobrevivir”. Hablar de nutrición y aprendizaje es el mejor binomio para lograr un
buen proceso de enseñanza-aprendizaje que se da desde los primeros años de vida, incluso desde
su formación prenatal. De ahí los beneficios de una temprana asimilación de nutrientes para un
buen desarrollo intelectual del niño.

La relación entre el hambre y el aprendizaje es determinante en la edad escolar. ¿Cómo puede un


estudiante concentrarse si no ha tomado un buen desayuno? La primera comida es esencial para
proveer las energías necesarias para un desempeño garantizado. Es importante tener en cuenta
que lo que ocurre en una determinada etapa de la vida afecta a las etapas siguientes y lo que
sucede a una generación, por ende afectará a la siguiente.

¿Cómo aprende el cerebro?

El hombre nace con la mitad de neuronas que se formaron en los primeros meses de su desarrollo
gestal. De ahí en adelante la importancia de estimular y fortalecer aquellas que quedan durante
los primeros años de su infancia, porque se da lugar a una “poda” que clasifica sólo a aquellas que
le serán útiles a lo largo de su vida. Entonces, exponer a los niños a entornos enriquecidos y
estimulantes en este tiempo, permite aprovechar todos los períodos críticos del aprendizaje
cerebral. Sin caer en la hiperestimulación porque su cerebro no es capaz de asumir tal capacidad a
tan corta edad.

Ante ello ¿Qué es el aprendizaje? Pues bien, es el proceso a través del cual el hombre adquiere
nuevas habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del estudio, la
experiencia, la instrucción, el razonamiento y la observación. Y tiene en cuenta aspectos como la
motivación y la memoria.

La primera relacionada con el “querer aprender”, las ganas o la voluntad por adquirir algo nuevo
frente a lo desconocido. Mientras que la segunda en el “saber aprender”, que consiste en
contrastar lo aprendido anteriormente para consolidarlo en un nuevo aprendizaje permanente, es
aquí donde la memoria desempeña un rol importante. Hay que recordar que los conocimientos
aprendidos no deben de permanecer estáticos o pasivos porque a medida que estos son traídos al
quehacer diario nos garantizaran una mejor asimilación de lo aprendido. Convirtiéndose así en un
conocimiento activo.

Siempre se ha estigmatizado que uno es “inteligente” cuando domina nociones matemáticas y que
si el escolar no es capaz de dominarlas o siquiera entenderla entonces no será bueno en nada o
para nada. Todo lo contrario a lo que Howard Gardner propuso y que hoy ya es tomado en cuenta.
El ser humano puede desarrollar diferentes habilidades simplemente porque posee diversas
inteligencias –múltiples en muchos casos. Pero ¿Qué viene ser exactamente alguien inteligente?
La inteligencia es la capacidad de relacionar conocimientos que poseemos (previos) para resolver
una determinada situación. Y sí, una puede ser más inteligente que otra porque elige mejores
opciones que otros.

Para concluir, es necesario resaltar una vez más la importancia de la neurociencia dentro del
proceso enseñanza-aprendizaje. Para los docentes, la neurociencia posibilita un sinfín de
posibilidades de conocer mejor al estudiante a través del funcionamiento del órgano vital llamado
cerebro como para el estudiante, en comprender que es precisamente el quien se desenvolverá
eficaz o pobremente en la sociedad si es que no logra desarrollar competencias de interacción con
sus semejantes.

Lic. Erick ESTRADA MATIAS

II SEMESTRE – POST GRADO - UNCP

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