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Los incas tuvieron la noción del cuidado del medio ambiente lo cual les permitió
aprovechar racionalmente los recursos y conservar una armonía beneficiosa para todos
que se reflejó en aspectos como cuidado de la tierra, del agua y de las especies.
La sierra está constituida por una serie de cadenas montañosas que en su conjunto forman
la Cordillera de los Andes. Entre estas cadenas hay masetas altiplánicas, protegidas de los
vientos, bien irrigadas y de clima templado, que fueron aprovechadas para el
establecimiento por parte de diferentes culturas como Tiahuanaco y Huari.
La flora y fauna de la sierra determinada por la altura; mientras en las tierras bajas (hasta
2.500 metros) se cultivan verduras y frutas como las paltas, papayas, chirimoyas, lúcumas
o tunas, hacia los 3.500 metros predomina absolutamente el cultivo del maíz, además de
porotos y la cría de cuyes.
En las alturas empinadas sobre los 3.500 metros, por último, se practica la ganadería de
llamas y alpacas y se siembra una enorme variedad de papas.
La selva o ceja se extiende por todo el flanco oriental de los Andes entre los 400 y los
1.000 metros sobre el nivel del mar. Presenta altas temperaturas producto de su clima
subtropical, donde se desarrollan especialmente las plantaciones de coca, mandioca,
papaya, plátanos y ají. Entre la fauna hay monos, pavas, perdices, tortugas, hormigas con
abdómenes cargados de grasa y proteínas comestibles y una infinidad de aves.
Es preciso señalar que la población de esta inmensa área se las ingenió para adaptarse a
los distintos hábitats y sacar el mejor provecho a sus recursos. Desde la pesca en la orilla
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del mar hasta la ganadería auquénido en las alturas andinas, los hombres y mujeres se
vincularon a través de fluidos intercambios.
En ese contexto, los incas tuvieron el gran mérito de poner a disposición de pueblos muy
disímiles entre si una mayor variedad de productos alimenticios y de uso cotidiano,
aprovechando al máximo los recursos obtenidos en los diversos pisos ecológicos
Los incas cuidaron sus aves y fueron buenos ecologistas o defensores del medio ambiente,
como diríamos ahora. Hicieron también una red vial a través de todo el imperio desde
Ecuador hasta Mendoza, con epicentro en el Cuzco. El Altiplano y la Puna están llenos
de los “caminos del inca” que en muchos casos pasan por yacimientos mineros que ellos
descubrieron o explotaron. Los incas fueron grandes mineros y tuvieron una metalurgia
descollante. Pedro Cieza de León cuenta en 1535 que cuando llegó al Cuzco encontró un
galpón lleno de barretas de cobre que los incas usaban en las faenas mineras. Los incas
tenían un léxico abundante para designar los distintos minerales, herramientas, tipos de
labores y formas de beneficio.
Llamaban así “cori” al oro, “colqui” a la plata, “llimpi” al mercurio, “anta” al cobre,
“tacana” al sulfuro de plata, “soroche” al sulfuro de plomo argentífero, entre otros. El
orden en que utilizaron los metales en la región centro andina fue: primero, los minerales
preciosos oro y plata, además de cobre, y luego, los bronces en distintas aleaciones
arsenicales y estanníferas. Además, los incas adoraban los baños en las aguas termales
(Incachule, cerca de San Antonio de los Cobres, significa justamente “baños del inca”).
Las aguas eran lugares especiales de descanso y, por ello, los caminos incaicos las unían.
Los españoles, so pretexto, desconfiaron de los manantiales termales, aduciendo que las
aguas sulfuradas y su olor a azufre les recordaban el Averno.
Ahora bien, los españoles que conquistaron Perú encontraron un territorio feraz que había
sido transformado en un vergel por el hombre andino. Los incas y sus predecesores vivían
en armonía con la naturaleza, siguiendo claras pautas ecológicas en lo que a conservación
y manejo de los suelos y las aguas se refiere. Cuidaban celosamente el medio ambiente.
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Prueba de ello son las increíbles andenerías que se observan por doquier, cuando se
recorre el país.
Los andenes fueron la solución inteligente para poder desarrollar cultivos en las
escarpadas laderas montañosas. Los andenes consistían en un muro de piedra vertical y
el relleno del espacio entre este y la ladera del cerro hasta lograr una superficie horizontal.
La construcción se hacía levantando paredes verticales de piedra, rellenando luego el
espacio vacío con cascajo, en la parte inferior, y tierra, en la superior. Los muros de
contención tenían un frente que, en muchos casos, era de piedra labrada y que demuestra
un esmerado trabajo de cantería.
Los andenes respetaban las curvas de nivel, siguiendo un riguroso trazado geométrico.
Ello prueba, por un lado, que manejaban técnicas topográficas y, por otro, que tenían claro
el problema de la erosión. La erosión es, precisamente, uno de los flagelos de los suelos
cultivables del hombre moderno. Además, el sistema de regadío, con el agua bajando
gravitatoriamente desde un andén superior a otro inferior, permite ver cuán ajustados
estaban los mecanismos de irrigación.
En este sentido, son dignos de apreciar los trabajos de canales, algunos de varias decenas
de kilómetros de longitud, que les permitían llevar agua desde las vertientes en las
montañas a lejanos sembradíos. Maravilla todavía observar la ligera pendiente de los
canales, las obras de arte para sortear escollos, el frenado y acelerado del agua según las
circunstancias, que prueba los acabados conocimientos de las ciencias hidráulicas con que
contaban los antiguos pueblos peruanos. A ello debe sumarse los trabajos de captación de
agua subterránea o las excavaciones (cochas) para acercar los cultivos al nivel freático,
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todo lo cual se observa en regiones áridas. Los pueblos andinos alcanzaron un alto grado
de desarrollo en cuestiones agrícolas y prueba de ello son el millón de hectáreas de
andenería que dejaron a la posteridad y de las cuales se aprovecha actualmente una
mínima parte.
En verdad, impresiona pensar en la cantidad de energía humana que fue necesaria para
llevar adelante las obras, lo cual fue posible por el empleo organizado de la mano de obra,
llamado “matan”. Los incas y sus predecesores fueron excelentes ingenieros, geólogos,
arquitectos, agrónomos e hidráulicos, con ideas ecológicas claras, cuya ciencia debería
hoy recuperarse en orden a salvar miles de años de experiencia empírica.
La historia ambiental del Perú comienza con la destrucción del sistema incaico de
agricultura en terrazas
Los incas tenían respeto por el equilibrio ecológico: manejaban las tierras que sembraban
sin degradar los recursos naturales por medio de abonos naturales, alimentaban todo un
Imperio sin necesidad de depredar los suelos. Las franjas fértiles de suelo eran contadas
entre tanta diversidad de relieves y ambientes (la costa, la sierra, la puna y regiones de
montaña), pero ellos complementaban la actividad mediante canales hidráulicos que no
tenían nada que envidiar a los conocidos en Creta y Roma unos cuantos siglos antes.
Vivían en comunidades interconectadas unas con otras y autosuficientes.
Sin duda, la intromisión de los conquistadores europeos fue el medio propicio para traer
al Nuevo Mundo otros valores y cosmovisiones que veían al ambiente como un enemigo,
como algo que también debían dominar, así que se dedicaron a extraer de él todo lo que
pudieron. Deforestación, mal uso de la tierra, y aniquilación de la mano de obra indígena
mediante enfermedades y malos tratos, fueron los resultados de tales prácticas.
saladeros y curtiembres que contaminaban las aguas que tomaban, y que se acumulaban
con otros residuos en las calles. La gente salía de sus casas con pañoletas para no sentir
el mal olor.
ÉPOCA REPUBLICANA
Se inicia oficialmente el 28 de julio de 1821, día en el que José de San Martín proclamó
la Independencia del Perú en Lima, la capital del hasta entonces Virreinato del Perú y
cierra dicho periodo en 1842, cuando se inicia un Periodo de Anarquía, sucedida tras la
derrota y muerte en Bolivia del presidente Agustín Gamarra.
Sin embargo, para el historiador Jorge Basadre el punto de partida del nacimiento de la
República del Perú, sería, sensu stricto, la instalación del Primer Congreso Constituyente
del Perú, que se da el 20 de septiembre de 1822.1
A este período de veinte años, Jorge Basadre ha denominado como la Época Fundacional
de la República o la Iniciación de la República, pues fue una etapa en el que el Perú no
solo se libró de la dominación española y definió su sistema de gobierno, sino que
consolidó su espacio territorial, repeliendo los intentos de países vecinos de fracturar su
integridad:
• Por el Norte, librando una guerra con La Gran Colombia, país que reclamaba los
territorios de Tumbes, Jaén y Maynas (1828-1829). Esta guerra culminó sin que hubiera
un vencedor y se mantuvo la situación territorial previa. Disuelta la Gran Colombia en
1830, esta dio pase a tres países, con dos de los cuales, Ecuador y Nueva
Granada(Colombia), limitó desde entonces el Perú. Desde un inicio, la diplomacia
peruana rechazó con firmeza las pretensiones del Ecuador, país que entre 1841 y 1842,
trató de resucitar el reclamo bolivariano de Tumbes, Jaén y Maynas.
• Por el Sur, con Bolivia, país que en 1836, tras una guerra sangrienta, instauró la
Confederación Perú-Boliviana, que aunque su propósito era federar al Perú y Bolivia,
contradictoriamente conspiraba contra la unidad peruana, al dividir al Perú en dos
entidades geopolíticas: El Estado Sud-Peruano y el Estado Nor-Peruano. La
Confederación se disolvió en 1839, tras una guerra victoriosa desatada por los
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restauradores peruanos, aliados con los chilenos. Nuevamente, el Perú (unido) y Bolivia
volvieron a ser estados separados. Poco después, en 1841, ocurrió la guerra entre ambos
países, como secuela del conflicto anterior. El Perú, tras invadir Bolivia, sufrió la derrota
de Ingavi y se vio a la vez invadido por los bolivianos, pero estos fueron rechazados por
el pueblo peruano del sur organizado en guerrillas. Finalmente, se firmó en 1842 la paz
entre ambos países, que nunca más volvieron a enfrentarse en conflicto bélico. Se cerró
así una época crucial para la integridad territorial del Perú, en la que el sur peruano estuvo,
en diversas ocasiones, a punto de quedar anexado a Bolivia. Décadas después, se alzaría
otra amenaza para el Perú desde el sur: el expansionismo chileno.
El Estado peruano era el dueño de depósitos de guano de las islas del litoral y el primer
interesado en sacarle provecho a este recurso natural. Para lograr este objetivo buscó
asociarse con el capital privado, peruano y extranjero. De esta manera, el Estado aportaba
el recurso y los empresarios privados el capital necesario.
El Estado, a lo largo del periodo 1840 a 1875, siguió buscando obtener una proporción
mayor del valor total del guano vendido y decidió cambiar de sistema de explotación por
segunda vez. El sistema de venta que mayor tiempo permaneció activo (1847 a 1869) fue
el de consignaciones. Este sistema era un acuerdo entre el Estado y empresarios peruanos
como Francisco Quirós o Manuel Pardo y extranjeros como los británicos Gibbs o Grace.
En este sistema se les otorgaba la explotación del guano durante un tiempo a cambio de
un porcentaje que variaba entre el 35 y el 45 %. El consignatario se encargaba de todo el
proceso de explotación, exportación y venta del guano. El Estado recibía una porción del
ingreso líquido después de producida la venta. El problema era que el Estado necesitaba
efectivo y no podía esperar hasta el reparto de ingresos. Por esta razón los consignatarios
se convirtieron en los mayores prestamistas del Estado cobrándole entre el 4 y 13% de
interés.
Perú se convirtió en el primer exportador mundial de guano. Entre 1840 y 1880, el nivel
de las exportaciones alcanzó los 11 millones de toneladas, que fueron vendidos en Europa
y Norteamérica por un estimado de 750 millones de pesos. Los ingresos generados por la
venta del guano se convirtieron en la principal fuente de ingresos fiscales, los cuales
aumentaron considerablemente.
Es sólo con la segunda elección de Ramón Castilla en 1854 que la República Peruana
encuentra una relativa paz interior y puede organizar su vida política y económica.
Castilla abolió definitivamente la esclavitud y la pena de muerte y estableció políticas de
promoción de extracción y exportación de fertilizantes naturales (guano de islas) que
inician una era de prosperidad en el país. Los primeros ferrocarriles y el alumbrado a gas
llegan al Perú en este período. Durante un intermedio José Rufino Echenique fue
presidente del Perú. Durante el segundo gobierno de Castilla se promulgaron las
Constituciones de 1856 (Liberal) y la Constitución de 1860 (Conservadora) y
reorganizaron los servicios postales y la carrera pública. En 1862, Castilla entregó el
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La Reconstrucción Nacional fue un periodo posterior a la Guerra del Pacífico entre las
guerras civiles de 1884 a 1885 y 1894 a 1895, donde la República Peruana inicia su
resurgimiento económico, político y social. Algunos autores lo ubican de 1883 (firma del
Tratado de Ancón) a 1895 (inicio del gobierno constitucional de Nicolás de Piérola), que
coincide con el periodo del Segundo Militarismo; otros lo extienden hasta 1919 (inicio
del Oncenio de Leguía).
La Guerra del Pacífico terminó completando la destrucción que se había iniciado con la
crisis económica de la década de 1870. En 1879, el sistema bancario peruano estaba
quebrado y la agricultura, la minería y el comercio apenas sobrevivían. Al terminar la
pesadilla de la guerra y de la ocupación, el país seguía viviendo. Pero era un país exangüe,
amputado, dolorido. La situación económica del país luego de la guerra fue bastante
precaria: el país sentía la necesidad de afrontar un futuro de reconstrucción en todos sus
aspectos.
El Perú había perdido sus principales recursos naturales, sus principales industrias
productivas, el comercio se había contraído, las principales vías de comunicación
colapsadas o destruidas, una inflación incontenible y sobre todo, una enorme deuda
externa con los acreedores ingleses, la cual sobrepasaba los cincuenta millones de libras
esterlinas, lo que hacía imposible que el Perú pudiese recibir nuevos créditos
internacionales.
Sin embargo, en estos años van a aparecer nuevos recursos económicos que van a permitir
acelerar la recuperación económica del país. Se inició la explotación del caucho en la
selva y el petróleo en la costa norte. La explotación de ambos recursos naturales está
vinculada al fenómeno de la segunda revolución industrial, la cual tuvo en el boom del
automóvil a su máximo exponente. Asimismo, se inició en estos años el lento
resurgimiento de la actividad agroindustrial del azúcar y del algodón en la costa norte del
país.
República Aristocrática
minería y las finanzas, por medio del Partido Civil. El término fue acuñado por el
historiador Jorge Basadre.
El periodo comienza con el ascenso al poder del político y abogado arequipeño Nicolás
de Piérola lo que marca el inicio de una sucesión de gobiernos elegidos
democráticamente, hasta el golpe de Augusto B. Leguía en 1919. La única interrupción
de esta sucesión se produce en 1914 cuando, debido a diferencias entre el Partido Civil y
Guillermo Billingurst, el general Óscar R. Benavides da un golpe de Estado para convocar
a elecciones generales. Es el periodo más largo de sucesión democrática en la historia del
Perú e inicia la historia republicana de este país en el siglo XX. A grandes rasgos, las
características de este periodo son las siguientes
La situación colonial del país continúo luego de la independencia pero esta vez ya no
dependiendo de España sino a través de la dependencia del capital europeo y
norteamericano, y es particularmente durante la República Aristocrática en que la
dependencia al capital norteamericano se empieza a forja. La República Aristocrática es
el periodo de la historia del Perú comprendido entre los años 1899 a 1919 caracterizado
por la sucesión de gobiernos dirigidos por la élite política y económica del país, marcado
por la alianza entre las elites política y económica para poder gobernar el Perú, eliminando
cualquier otro tipo de propuesta política que no proviniera de este consenso.
estabilidad política desde 1895 hasta 1899, año en que transfiere el poder a los civilistas
quienes lo toman hasta 1919, ya que durante el periodo de Piérola, estos habían logrado
ocupar los puestos públicos estratégicos como el Aparato Electoral lo que les permitió
manipular las elecciones, permitiendo la derrota de los demócratas.
Los políticos siempre representan a algún grupo de poder económico, lo que no fue la
excepción durante este periodo. El consenso político entre los partidos civilistas y
demócratas representaban los intereses económicos de los hacendados azucareros de la
costa, los industriales, los comerciantes, las élites terratenientes de la sierra y otros. Cuyo
objetivo era favorecer las inversiones y controlar a las masas.
Crisis europea
Pero este periodo no solo estuvo caracterizado por el consenso político sino también por
la crisis económica que golpeó Europa entre 1892 -1895, lo que produjo en el Perú la
reducción de las inversiones extranjeras, así como el aumento de las Inversiones
Nacionales. Lo que produjo que los exportadores pudieran estar listos para exportar una
vez que Europa salió de la crisis en 1895 y empezara a demandar productos como el
azúcar, lana, algodón, café, cobre, zinc, plomo. Los exportadores también se vieron
beneficiados por el tipo de cambio favorable al contarse con una divisa fuerte. Este boom
exportador permitió que las ganancias se reinvirtieran para modernizar las plantas
exportadoras.
Reformas iniciales
El Gobierno de Piérola llevó a cabo una serie de políticas económicas y fiscales: una de
las más importantes fue poner barreras arancelarias a los productos importados de tal
forma de fomentar la industrialización por sustitución de importaciones. Otra medida para
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incentivar el comercio hacia el interior del país fue la de caminos, por la que movilizó a
los nativos de las comunidades aledañas.
En el plano tributario, “eliminó” el Tributo Indígena con el fin de dejar sin rentas a las
Juntas Departamentales que simpatizaban con Cáceres, su enemigo político. Esto no
significa que eliminó la carga tributaria al indígena, pues por el contrario, ellos fueron
afectados usando el impuesto a la sal lo que originó las protestas de los campesinos que
fue reprimida violentamente causando muchas muertes.
Las Fuerzas Armadas habían sido desde el inicio de la república el estado mismo, la guerra
con Chile y el Perú.
La exclusión y la opresión
Sumado a ello, Piérola continuó con la política de Cáceres respecto a los hacendados de
las regiones del Perú, uniéndose a ellos para restaurar las relaciones jerárquicas de
autoridad que se habían destruido durante la guerra. Usando la represión y la exclusión si
las clases subalternas no lo aceptaban.
La minería
La minería en la sierra revivió después de la guerra, con el impulso que la minería de plata
de Casapalca explotada por empresarios de la zona desde 1880, y siguió con el
descubrimiento de nuevas minas en Morococha en el año 1890. Pero en 1892, dos hechos
ocurren: primero, la caída internacional del precio de la plata y luego la suspensión de la
acuñación de la monedas de plata en el país, hizo de que las ganancias de los empresarios
mineros de plata cayera. Por la misma época se inicia el boom internacional del cobre que
algunos empresarios locales empiezan a explotar. Alrededor de 1893 se terminó de
construir el tren de La Oroya, lo que hará más accesible las minas de Morococha y Cerro
de Pasco, y permitirá que las inversiones norteamericanas ingresen y compren a precios
muy altos la mayoría de minas e incluso la fundición de Casapalca. Estas inversiones
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norteamericanas estaban financieramente a la par del estado peruano y muy por encima
de los mineros peruanos.
Cuando las minas eran explotadas por los empresarios locales el dinero producto de las
utilidades se reinvertía en la región en la producción agraria y en el comercio de la región.
Impulsando incluso el cultivo del café en la ceja de selva peruana. Cuando llegan los
norteamericanos las utilidades no regresan pero a pesar de eso queda suficientemente
dinero para generar producción y comercio, originando la creación de una nueva élite
regional en el centro del Perú, conformada por mineros, hacendados y comerciantes.
La situación en la sierra sur tiene un tinte diferente debido a la exportación de lana hacía
Gran Bretaña. Estas exportaciones se habían duplicado entre el periodo de 1885 – 1895 y
1920 pasando de 2624 toneladas métricas de lana a 5286. Existían dos tipos de lanas: las
de baja calidad producidas por los hacendados en gran escala, y las de alta calidad que
provenían del altiplano y que se vendían a comerciantes arequipeños. Formando una
economía de producción e intercambio entre los campesinos, comerciantes y hacendados.
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Por otro lado en la costa norte, el azúcar era el primero de los productos peruanos de
exportación ya desde antes de la guerra, el ingreso de nuevos inversionistas permitió
revivir esta industria. De los antiguos hacendados algunos sobreviven y algunos venden
por quiebra. Durante la república aristocrática existieron 2 booms: el primero en 1890, en
el que las ventas crecieron en 83%, y el segundo en 1914- durante la Primera Guerra
Mundial- en el que las ventas crecieron en 77%.
La postura dependentista
Jorge Basadre los describía así: El Partido Civilista expresión política de este grupo estaba
formado por: Grandes Propietarios Urbanos, Productores de Azúcar y Algodón, abogados
famosos, médicos notables, etc., que vivían en un mundo integrado por matrimonios entre
grupos familiares. Gilbert decía: «el núcleo de la élite es un grupo: Los 24 amigos quienes
se reunían en el Club Nacional a discutir el manejo nacional, formaron parte de este grupo
2 presidentes, 8 ministros de economía, los propietarios de los diarios, así como los
oligarcas del guano».
El modo de pensamiento y las ideas en este periodo, estaban marcadas por la perspectiva
elitista del gobierno, y por un marcado desprecio hacia las clases populares. Se pensaba
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que el gobierno debía ser de una élite exclusiva, poderosa, represiva y aristocrática, su
visión era europeizante tratando en lo posible de establecer parámetros de creación, de
gobierno, de educación, de moda y de estilos de vida y giros lingüísticos ingleses y
franceses principalmente, se sentían de este modo más cerca de Europa que del mismo
interior del Perú, pues vivían en las zonas más exclusivas de Lima centro de contacto del
Perú con el exterior, con escaso o nulo conocimiento de los padecimientos de los
trabajadores y obreros de sus fábricas, minas y haciendas de la costa y sierra del país.
Además, este periodo de la historia fue marcado por una poderosa imagen racista y
despreciativa hacia el elemento humano y cultural autóctono, a los que consideraban
bárbaros. De este modo la aristocracia peruana vivía de espaldas a los sectores populares
y culturales del país.
El Oncenio de Leguía fue la época del gobierno de Augusto Bernardino Leguía en el Perú,
entre 1919 y 1930. Se caracterizó por el desplazamiento del civilismo como fuerza
política predominante, el culto a la personalidad y un estilo de gobierno dictatorial y
populista. En lo económico se dio una apertura, considerada por algunos autores excesiva,
al capital extranjero, especialmente el estadounidense. Fortaleció al Estado, inició la
modernización del país y emprendió un vasto plan de obras públicas, financiadas
mediante empréstitos y cuyo fin inmediato fue festejar apoteósicamente el Centenario de
la Independencia del Perú en 1921. En el aspecto ideológico, se produjo el derrumbe de
los partidos tradicionales y el surgimiento de nuevas corrientes, como el aprismo y el
comunismo.
Leguía había ya sido presidente constitucional entre 1908 y 1912. Su segundo gobierno
iniciado en 1919 se prolongaría por once años, ya que, tras sendas reformas
constitucionales, se reeligió en 1924 y en 1929. Por eso se le conoce como el ONCENIO
y también como la «Patria Nueva».
En 1945, con el triunfo de la candidatura de José Luis Bustamante y Rivero del Frente
Democrático Nacional, el país se pronunciaba a favor de una alternativa que encarna el
aspirar a la reconciliación y al progreso nacional. Las negociaciones a partir de enero de
1945 entre Manuel Prado, Víctor Raúl Haya de la Torre y Óscar Benavides,
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El En su calidad de ministro, Odría insistió a Bustamante para que pusiera fuera de la ley
al APRA. Como el presidente rehusó a tal exigencia, el gabinete en pleno dimitió. Quedó
planteada así la crisis política, entre el gobierno y los militares. Estos, instigados por el
sector agro-minero exportador, tramaron un golpe de Estado. Por su parte, los apristas
planearon un golpe propio. Elementos del ala izquierda aprista se adelantaron y
fomentaron la rebelión de la marinería en el Callao, que fue aplastada sangrientamente
por el ejército, el día 3 de octubre de 1948. Inmediatamente tras la revuelta, Bustamante
declaró ilegal al Apra, pero el Ejército y la oligarquía consideran que se debería perseguir
activamente a los miembros del partido. Bustamante no estaba dispuesto a aplicar una
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represión generalizada; sin embargo, ya era muy tarde, la fallida revuelta del 3 de octubre
les dio excusa necesaria para llevar a cabo la conspiración. Los militares encabezados por
Odría apresuraron su golpe de estado.
• La reforma educativa (1972), dirigida por el General Alfredo Carpio Becerra. Esta
reforma, cuestionó la enseñanza oficial (basada en la imposición de los puntos de vista
de la élite) y la rigidez del sistema escolar imperante, se pretendía la reducción de las
diferencias sociales en la educación, contribuyendo en cambio, a largo plazo, a la
disminución de las calificaciones de los maestros (que en los años siguientes exigirían
crecientes privilegios al organizarse en sindicatos). Por otro lado, esta reforma creó en el
Perú la educación inicial y especial, así como también, el bachillerato público y la
enseñanza bilingüe para los quechua-hablantes, promoviendo la construcción de escuelas
en varias zonas del país. Los planteamientos de la Reforma Educativa fueron premiados
en su oportunidad por la Unesco.
El 5 de febrero de 1975 se produjo una huelga policial que generó revueltas y saqueos, en
el centro histórico de Lima, lo que creó malestar y precipitaría la caída de Velasco. Meses
después, ocurrió el Tacnazo, tras lo cual se hizo cargo del gobierno el general Francisco
Morales-Bermúdez, el 29 de agosto en 1975.
Segunda fase[editar]
Fruto del descontento social fueron dos paros generales convocados por sindicatos como
la CGTP. El primer paro se realizó el 19 de julio de 1977, reclamando una mejora de la
situación laboral y salarial, y el segundo en mayo del año siguiente, con un pliego de
reclamos algo más amplio
Era un programa similar al "Plan Inca", pero a diferencia de éste, el plan "Túpac Amaru"
guiaba las medidas contrarreformistas del gobierno de Francisco Morales-Bermúdez
La solución electoral
Ante esta presión es convocada una Asamblea Constituyente en 1978, presidida por
Víctor Raúl Haya de la Torre, líder histórico del APRA, la cual elaboró la Constitución
de 1979, que fue el punto culminante y el reflejo de las reformas y procesos de cambio
ocurridos a lo largo de estos años, instaurado, entre otras cosas.
El régimen militar finalizó con la convocatoria de las elecciones generales de 1980, en las
que salió vencedor Fernando Belaúnde Terry, quien asumió el mando, recuperando la
presidencia, el 28 de julio de ese año, con lo que se concretó el regreso de la democracia
y el fin de éste período.
A fines del gobierno militar los crecientes problemas con el pago de la deuda externa y la
ineficacia de la administración del Estado llevaron a la aparición de síntomas de crisis
económica y a incubar problemas sociales que en años posteriores irían en aumento.
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Terrorismo
Republica empresarial
También han sido involucrados tres ex presidentes regionales por recepción de coimas
(Félix Moreno, César Álvarez y Jorge Acurio, el primero con orden de comparecencia y
los dos últimos con prisión preventiva); la ex alcaldesa de Lima Susana Villarán
(investigada por recibir dinero ilícito en tres casos: la campaña del No a la Revocatoria,
su campaña para la reelección y por Rutas de Lima) con su ex Gerente Jose Miguel Castro;
el parlamentario andino Mariano González por las consultorías hechas a la Vía
Evitamiento del Cuzco; los dueños de las contratistas más grandes del Perú (Graña y
Montero, JJ Camet, ICGSSA, Obrainsa, etc.); funcionarios y ex ministros del Ministerio
de Transportes y Comunicaciones del gobierno de Toledo (por el caso de la Interoceánica)
y del gobierno aprista de 2006-2011 (por el caso del tramo 2 de la Línea 1 del Metro de
Lima); empresarios de la clase alta limeña como José Zaragozá (abogado), Gustavo
Salazar (presidente del club Regatas), Miguel Atala (ex presidente de Petro Perú), Gabriel
Prado (ex gerente de la caja Metropolitana), Susana de la Puente (Ex Embajadora de
Londres) y Ricardo Briceño (ex presidente de la CONFIEP); además de la lideresa del
partido Fuerza Popular Keiko Fujimori y otros miembros de la cúpula fujimorista (Jaime
Yoshiyama y Augusto Bedoya) que son investigados por financiar su campaña electoral
del 2011 con dínero ilícito.
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