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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

ESTUDIOS GENERALES

DOCENTE:
Aranda Vásquez Santos Williams

ALUMNO:
Alvarado Gutiérrez Juan

CURSO: Sociedad, cultura y ecología

TEMA: Desarrollo sostenible en el Perú

GRUPO: 29

2018
Trujillo-Perú
DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL PERÚ
¿Qué es el desarrollo sostenible y qué tan bueno es para el Perú?
El desarrollo sostenible es un término que trasciende lo meramente económico, pero
que, paradójicamente, al mismo tiempo tiene enteramente que ver con la economía de
un país o un conjunto de países. Consta, por un lado, de mantener en equilibrio los
aspectos ambiental, social y económico de un país, pero al mismo tiempo, se presenta
como un condicionante para un crecimiento económico y saludable.
¿De qué depende su equilibrio?
El equilibrio depende tres elementos: el crecimiento económico, el bienestar social y la
conservación ambiental.
Como se puede ver en el gráfico, la balanza se ubica al centro, donde se conjuga el
crecimiento económico, el bienestar social y la conservación ambiental. Asimismo, se
pueden observar también las distintas combinaciones que surgen de los tres elementos:
─Crecimiento económico + conservación ambiental = viable
─Conservación ambiental + bienestar social = soportable
─Bienestar social + crecimiento económico = equitativo
¿De quién depende mantener este equilibrio?
Está claro que no basta con cerrar el grifo mientras uno se jabona las manos. Se
necesitan acciones decididas por parte de los gobiernos y las empresas para enfrentar la
problemática del desarrollo sostenible y comprometerse por este y no por otro tipo de
rumbo. Acciones que estimulen la expansión económica a partir del bienestar social y la
no depredación de los recursos naturales.
¿Problema del nuevo siglo?
En el Perú el desarrollo sostenible ha sido una preocupación que ha venido recién con el
nuevo siglo, pero, claro, eso no significa que el problema no haya existido desde hace
mucho (o siempre). Hasta antes de aquello, pocas eran las acciones que hacía el Estado
en pos de la conservación ambiental y social, pues en lugar de solucionar ambas
problemáticas, creaba hoyos más profundos, ya sea cometiendo acciones violentas en
los lugares de la problemática social o privatizando las energéticas. Sin embargo, el
decir que es una preocupación que aparece en el Perú a partir del nuevo siglo (se
entiende, durante los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y el actual presidente,
Ollanta Humala) no significa que ahora se estén tomando las medidas justas. El
contexto económico en el que vive nuestro país hace difícil el adoptar medidas que se
ajusten a llevar un desarrollo sostenible adecuado.
Pero si nuestro país está creciendo y cada vez más
Esta es básicamente la pregunta que todos se hacen con respecto a este problema ¿Cómo
un contexto económico, un estado, un país en pleno auge puede dificultar políticas
sociales y ambientales? La respuesta es sencilla; desorden. En primer lugar, habría que
señalar que el crecimiento económico del Perú se debe en gran medida a la
liberalización del mercado nacional. Ello ha permitido la entrada de capitales
extranjeros e inversión que definitivamente ha favorecido al país. Pero es aquí también
donde nace el problema.
País con dueños (otros)
El crecimiento económico del país depende totalmente de las inversiones extranjeras, y
por ende, de sus intereses, que son en su mayoría; cerrados, siempre mirando a su
propia industria. Al empresario extranjero poco o nada le interesa que el Perú desarrolle
una industria nacional capaz de competir. Lo que le interesa es que le siga vendiendo
materia prima. Cada vez que surge una iniciativa coherente, que concuerde con los
intereses sociales y ambientales, esta debe someterse al juicio de los grandes poderes
económicos (llámense inversionistas), que obviamente decidirán por aquello que les
conviene, es decir, por continuar teniendo un poder casi absoluto. El Perú crece, es
cierto, pero atado de manos y de pies. Algo como lo que sucedió con la renovación de
contrato a Telefónica, en la que el Estado tuvo que ‘ignorar’ una deuda de más de 2
millones de soles, así como otras irregularidades, por no perder una inversión millonaria
por parte de la compañía española. Un crecimiento ficticio, falso, y por ello
seguramente, lastimosamente; fugaz.
Una sociedad en contra del desarrollo sostenible
Por otro lado está el modelo de consumo de la sociedad contemporánea. Se trata de un
modelo, que como ya dijimos, tiene como fin el consumo. Es decir, una sociedad que
nos educa para que orientemos nuestras vidas hacia la acumulación de dinero por y para
el consumo. Esto, como es lógico, genera un ritmo de necesidades productivas
vehementes, exorbitantes. Necesidades, que como ya intuimos, terminan depredando al
medioambiente (por la demasiada explotación de recursos) y empobreciendo a las
personas (por el excesivo e innecesario consumo). Pero, entiendan, este no es un
problema invisible. Ya antes se ha hablado de ello en una importante cumbre
internacional sobre desarrollo sustentable.
¿Conflicto ambiental o conflicto político?
Por último, como dice el presidente uruguayo José Mujica en su discurso; no es un
conflicto ambiental lo que está pasando, es un conflicto político, conflicto que consiste
en que los gobiernos decidan gobernar un mercado que ya no responde a los intereses de
la humanidad, sino a los intereses del mismo mercado.
Es decir que, por ejemplo; si a una empresa minera le conviene secar varias lagunas con
tal de acumular capital, esa es la ley, porque el marco económico es quien gobierna, y si
se va, morimos. Y si la población reclama, entonces el Estado declara un estado de
emergencia. Ese es el problema con un país tan entregado al mercado como éste, Perú
país que avanza pero con los pies doblados, con problemas graves, y con el riesgo de un
crecimiento que es sostenible más en el nombre que en la práctica.
PROPUESTAS PARA UN DESARROLLO SOSTENIBLE EN EL PERÚ
1. VEHICULIZAR UNA NUEVA CULTURA DEL AGUA
Todavía muchos municipios no han incorporado la Directiva Marco del Agua europea o
tienen pendiente lograr un buen estado ecológico de los ecosistemas acuáticos (ríos,
lagos, humedales y mar), respetando la clara estacionalidad en los regímenes hídricos
del municipio. Al mismo tiempo, hay que garantizar un suministro de agua de calidad
controlando y previniendo su demanda.

Hay que aplicar medidas de ahorro, eficiencia y reutilización. Hay que establecer planes
de utilización eficiente y de ahorro de agua, así como de reutilización de las aguas
residuales.
Entre otras medidas es importante no olvidar:
- El fomento de usos de los recursos locales (por ejemplo pozos).
- Planes para la utilización de las aguas pluviales.
- Normativas de uso del agua en jardinería e impulsar la xerojardinería o con poca
agua.
- Sensibilizar y educar a la ciudadanía dando ejemplo como administración local en el
ahorro y reutilización del agua
2. IMPULSAR UNA GESTIÓN INTEGRAL DE LOS RESIDUOS
Una buena gestión de los residuos no es recoger las basuras simplemente sino impulsar
iniciativas de participación ciudadana y prevención en origen -sobre todo de envases y
embalajes.
Si se disponen de plantas de tratamiento y de gestión de residuos, estas deben someterse
a una constante mejora respecto a la protección del entorno; y sobretodo hay que
minimizar y valorizar los residuos antes de destinarlos a tratamientos finalistas
(depósitos controlados e incineradores).
Hay que reconocer que para cambiar de hábitos colectivos y reducir la cantidad de
residuos hay que establecer programas de sensibilización no solo destinados a los
ciudadanos, sino también a las empresas, los establecimientos comerciales, etc. Una
medida clave es potenciar el consumo cercano, ecológico y responsable.
En cuanto al tratamiento de los residuos, primero hay que impulsar la minimización y la
separación en origen y la recogida selectiva en todos los ámbitos por parte de todos los
actores (fabricantes, distribuidores, ciudadanos y administraciones). Los puntos verdes
o áreas de acopio de productos de especial toxicidad son imprescindible.
Fomentar la cooperación intermunicipal en la gestión de los residuos, mediante la
transferencia mutua de conocimientos y experiencias así como el establecimiento de
mancomunidades, consorcios y equipamientos públicos compartidos, tanto en materia
de reducción como de recogida selectiva, reciclaje, reutilización y recuperación. Sólo de
este modo se puede avanzar en la gestión directa de los servicios municipales.
3. PREVENIR LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA Y DEL CAMBIO
CLIMÁTICO
Garantizar una buena calidad del aire exige impulsar un nuevo modelo de gestión
urbana (planificación urbanística, transporte, energía, consumo...), basado en la
implicación de todos los agentes políticos, sociales y económicos.
Cuando se dan episodios críticos de contaminación porqué las condiciones
meteorológicas propician situaciones de mayor incremento de contaminantes
atmosféricos, hay que articular medidas de reducción de la movilidad y de las
principales fuentes de contaminación atmosférica en el municipio.
Aceptar el cambio climático implica favorecer el cumplimiento del Protocolo de Kyoto
sobre la reducción de emisión de CO2 en la atmósfera como base para contribuir a la
prevención del calentamiento global.
Una mejor calidad atmosférica también exige intervenir en:
- la reducción del ruido y de las vibraciones, ya sea con la información que aportan los
mapas de capacidad acústica o por los datos en tiempo real;
- desincentivar la generación de ruidos nocturnos, especialmente, en el ámbito vecinal;
- la reducción de la contaminación lumínica, electromagnética y de los olores.
4. IMPLANTAR UNA NUEVA CULTURA ENERGÉTICA
El mundo local no puede ser ajeno a un nuevo modelo energético sostenible basado en
el compromiso de una actuación que implique un cambio ético en la sociedad. Un
modelo de gestionar lo público que mejore la contención de la demanda y promueva la
eficiencia, la eficacia y el ahorro energético.
Las necesidades municipales pueden satisfacerse a partir de actuaciones innovadoras,
explotando todas las posibilidades que ofrecen las energías renovables y las tecnologías
que permiten la reducción de los combustibles fósiles. No se puede olvidar tampoco el
fomento de la edificación sostenible y la promoción de ordenanzas solares.
Los municipios pueden impulsar una gestión del ciclo energético adquiriendo redes de
transporte, gestionando instalaciones productoras, fomentando la generación más
descentralizada de energía y minimizar las pérdidas generadas por la distribución.
El autoconsumo con energías renovables es una alternativa que la ciudadanía podría
abrazar con más fuerza si la administración municipal lo avalara, lo facilitara e hiciera
pedagogía sobre el mismo. En los edificios plurifamiliares, el autoconsumo fotovoltaico
para los servicios comunes podría ahorrar muchas emisiones de gases de efecto
invernadero.
El municipio es la administración mejor preparada para combatir la pobreza energética.
Para ello hay que acompañar a la población de riesgo a que disponga de un suministro
eléctrico adaptado a sus necesidades y no a lo que las comercializadoras consiguen con
su insaciable y perversa picaresca.
5. FAVORECER LA MOVILIDAD SOSTENIBLE
Hay que diseñar la movilidad sostenible en términos de accesibilidad y de equidad. Para
ello hay que fomentar políticas públicas y privadas que garanticen a todas las personas
el derecho a acceder a las actividades cotidianas con medios de trasnporte sostenibles y
seguros.

Hay que fomentar propuestas y pactos para que los desplazamientos cotidianos
laborales y escolares, sobretodo, provoquen los mínimos impactos posibles y se
garantice la eficacia y la eficiencia. Promover un modelo urbano compacto, integrado y
multifuncional lo facilita.
Priorizar los medios más equitativos y sostenibles (ir a pie y en bicicleta o
en transporte público) no es complejo ni caro cuando se toman las medidas en términos
de análisis respecto a los recursos individuales (tiempo invertido) o colectivos
(energéticos); o de recursos privados (precio del billete) o públicos (coste de las
infraestructuras) utilizadas.
6. FOMENTAR EL CONSUMO RESPONSABLE Y LA PRODUCCIÓN
ECOLÓGICA
Los ayuntamientos como administración de referencia y cercana a la ciudadanía puede
apostar por una economía más sostenible, por medio de un ciclo productivo de bienes y
servicios ecológicos, aplicando la mejor tecnología disponible y un consumo
responsable.

En la gestión de los servicios municipales se puede incorporar el concepto de ecología


de servicios, cuantificando y minimizando el impacto ambiental asociado al ciclo de
vida de los mismos. Se pueden promover modelos de consumo respetuosos con el
medio a través de la ambientalización de los pliegos de condiciones de los concursos y
de las compras públicas. Los ayuntamientos pueden impulsar la contratación ecológica
de bienes y servicios (con certificación ecológica, de comercio justo y que permita una
compra ambientalmente correcta), con la intención de influir sobre los mercados y
modificar los hábitos comerciales y la comunicación que manipula a los ciudadanos.
7. CONSERVACIÓN Y MEJORA DE LA BIODIVERSIDAD
Los espacios con valores naturales juegan un papel clave en la conservación de la
biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas a la vez que estructuran el territorio.
Estos espacios verdes son imprescindibles para una buena calidad de vida de la
ciudadanía.

En las políticas de conservación de la biodiversidad hay que:


- Conservar el ámbito azul: la biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas
acuáticos continentales y litorales.
- Conservar los espacios verdes con valores naturales y favorecer su conectividad: la
biodiversidad y la funcionalidad de los ecosistemas terrestres mediante la protección de
zonas y el establecimiento de corredores ecológicos y vías verdes en red, como
inversión de futuro.
- Promover los espacios periurbanos y estimular biodiversidad urbana; planificar zonas
de horticultura urbana para cultivar alimentos de calidad, ecológicos y de kilómetro
cero, y establecer zonas de jardinería urbana en las que predominen las especies
autóctonas.
8. IMPLICAR A LAS EMPRESAS DEL TERRITORIO EN LAS PRÁCTICAS
DE RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA
La responsabilidad social aporta a las empresas beneficios en el funcionamiento interno
del negocio, ya que mejora la relación con el entorno y el modelo de competitividad de
la empresa en varios ámbitos:
- Aumenta la calidad de las relaciones laborales: en términos de contratación,
retribución, formación continuada, promoción y participación del trabajador; se
consigue una mejor captación y retención de talento, un buen clima laboral, una calidad
máxima de los productos y servicios y una mejor atención al cliente.
-Favorece la salud y la seguridad con la prevención de riesgos laborales desde un
sentido amplio -incorporando en ella los riesgos psicosociales, que permita una mejora
de la productividad y una reducción del absentismo; todo ello redunda en una mejor
imagen de la empresa y contribuye a la sensibilización del resto de las partes
interesadas.
-Mejora la reputación de la empresa en cuanto a transparencia y acción social; se
consigue la fidelización e implicación del cliente y se incrementa el prestigio comercial;
todo ello puede complementarse con acciones de patrocinio social hacia la sociedad.
Des de la administración pública hay que fomentar la responsabilidad ambiental de las
empresas dando cumplimiento a la legislación vigente y potenciando las herramientas y
los mecanismos voluntarios en materia ambiental, acompañando a las empresas en su
aplicación.

9. EDUCAR PARA EL CAMBIO HACIA LA SOSTENIBILIDAD


La sostenibilidad no es un concepto sino un modo de afrontar los diferentes ámbitos de
la vida. Hacerlo comprensible, y que permita la corresponsabilidad de todos los agentes
sociales hacia un modelo de desarrollo sostenible es una tarea en la que los municipios
pueden implicarse.

En muchas de las comunicaciones municipales se pueden aprovechar los


recursos informativos y divulgativos en diferentes soportes para acercar la
sostenibilidad a la ciudadanía. Hay que formar a los técnicos y políticos en el ámbito de
la gestión ambiental para de este modo poder impulsar mejores políticas locales
sostenibles.
10. VALIDAR POLÍTICAS PÚBLICAS DE DESARROLLO INTEGRAL Y
SOSTENIBLE DEL TERRITORIO DESDE LA PARTICIPACIÓN
Tradicionalmente el territorio se ha visto como un espacio para la especulación
urbanística, y en el que los sistemas naturales y culturales no eran más que realidades
que había que sortear, especialmente, si la legislación los protegía.
Aunque hoy puede considerarse una metodología anticuada las Agendas 21 promovidas
por Naciones Unidades siguen siendo un instrumento útil para la planificación
estratégica integral, municipal y supramunicipal ya que permite una visión territorial
sostenible. Esta visión sistémica del territorio y los nuevos conceptos impulsados por la
Unión Europea como son los servicios ecosistémicos municipales permiten la
integración de las políticas ambientales en los instrumentos de planificación,
asegurando la aplicación de la evaluación ambiental estratégica. Hay que promover los
planes estratégicos, los planes de ordenación urbanística municipal, los planes
territoriales sectoriales con criterios de sostenibilidad ambiental con la participación
ciudadana. De este modo se permite la neutralización de los excesos actuales o futuros
sobre el suelo urbanizable y se fomenta la vivienda asequible y de alquiler.
En la aplicación de la sostenibilidad resulta muy útil impulsar indicadores de
sostenibilidad territorial que permitan el análisis de la evolución de los diferentes
vectores ambientales. La llamada ciencia ciudadana o los tecnologías de obtención de
datos “Smart city” facilitan precisamente la implicación ciudadana a la hora de
implantar las políticas y instrumentos de planificación urbanística.
En las políticas urbanísticas municipales se pueden integrar los criterios de
sostenibilidad en la edificación y la construcción (controlando que se aplica el Código
Técnico de la Edificación en el caso de las viviendas) y promoviendo la rehabilitación
de edificios para el ahorro.
Hay que reforzar los procesos y las dinámicas de participación y compromiso social: no
sólo implicando a la ciudadanía (de forma individual o a través de entidades y
asociaciones), sino también reconociendo el esfuerzo que hacen los ciudadanos y
apoyando al tejido asociativo local.

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