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Lección
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Lucas 18:29, 30, última parte; Alza Tus Ojos, pág. 38, Testimonios para la Iglesia, tomo 1, pág. 161
5
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que,
5 en la regeneración, cuando el Hijo del
Hombre se siente en el trono de su
gloria, vosotros que me habéis seguido
también os sentaréis sobre doce tronos,
para juzgar a las doce tribus de Israel.
Comed y bebed a mi mesa’” –es decir,
ser admitido en la cercana comunión
conmigo, es la posición de honor de
aquellos que son colocados cerca del
rey. Los fieles a Cristo deberán
ministrar, bajo su autoridad, los
asuntos de su reino espiritual. ‘Y Jesús
EL QUE SIEMBRA COSECHARÁ
de la vida venidera.
Debemos vivir para el mundo venidero. Frustra
tanto vivir una vida azarosa y sin sentido.
Necesitamos un objetivo en la vida; debemos vivir
con un propósito en vista. Dios nos ayude a ser
sacrificados, a no preocuparnos de nosotros
mismos, a olvidarnos más de nosotros y de nuestros
intereses egoístas; y hacer el bien, no por la honra
que esperamos recibir aquí, sino porque ese es el
objetivo de nuestra vida y porque satisface el
propósito de nuestra existencia. Oremos cada día a
Dios para que extirpe de nosotros el egoísmo
Marcos 10:29, 30; Nuestra Elevada Vocación, pág. 193, Cada Día con Dios, pág. 278
7
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid,
7 benditos de mi Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde la fundación del mundo.
Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio,
ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre,
son las que Dios ha preparado para los que le aman.
Las almas degradadas y esclavizadas por Satanás
han de ser redimidas por el Evangelio para participar
de la libertad gloriosa de los hijos de Dios. El
propósito de Dios no es únicamente librarnos del
sufrimiento que es consecuencia inevitable del
pecado, sino salvarnos del pecado mismo. El alma
corrompida y deformada debe ser limpiada y
transformada para ser vestida con ‘la luz de Jehová
nuestro Dios’. Debemos ser ‘hechos conformes a la
imagen de su Hijo’. ‘Cosas que ojo no vio, ni oído
oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las
DONES MARAVILLOSOS