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¿Para qué sirve el Derecho concursal?

La enorme crisis económica de 2008 conllevó que muchas empresas se vieran abocadas a procesos
de cierre o de reestructuración de deuda. Situación que se extendió a un importante número de
personas físicas, bien a resultas de fianzas prestadas a sus sociedades, bien de simples particulares
o consumidores que por la pérdida de su puesto de trabajo se vieron en la imposibilidad de hacer
frente al cumplimiento de las obligaciones que se tenían asumidas.

El Derecho concursal trata de dar solución a las situaciones de insolvencia tanto empresarial como
personal, regulando los acuerdos entre el deudor y sus acreedores, si ello es posible, o, en caso de
no serlo, procediendo a una regulación ordenada.

Esta rama del derecho mercantil, regula tanto el procedimiento judicial del concurso de
acreedores en sede judicial, como instrumentos que persiguen solucionar que el deudor, empresa
o particular, puedan evitar verse abocado a la vía judicial, mediante los acuerdos extrajudiciales de
pagos o los acuerdos de refinanciación.

Procedimientos todos ellos que persiguen tanto que el perjuicio a los acreedores sea el mínimo
posible, como lograr soluciones de viabilidad y continuidad para el deudor, por considerar qué si
ello es posible, se incrementan las posibilidades de cobro de los acreedores, al margen que se
reduce el deterioro del tejido económico y empresarial de la sociedad.

Si bien la figura más conocida por el público no experto es la figura del concurso de acreedores, lo
cierto es que el acuerdo extrajudicial de pagos o los acuerdos de refinanciación son instituciones
que planteadas a tiempo logran evitar los riesgos, dificultades y costes que se derivan de un
procedimiento judicial de concurso de acreedores.

La toma de la decisión en el tiempo adecuado, junto con una exhaustiva preparación de las
medidas a adoptar, tanto en sede judicial como extrajudicial, son los dos factores que más inciden
en el éxito. Puede afirmarse que la fase previa en la que se estudiará la situación real del deudor y
se diseñarán las actuaciones a plantear, junto con la forma y manera de hacerlo, es la parte más
importante del proceso que, en gran medida, determinará el resultado final.

La situación de insolvencia conlleva, por sí misma, un alto grado de incertidumbre y un elevado


nivel de riesgo sobre el desenlace final. Por ello, es preciso conjugar una elevada preparación
técnica en lo jurídico con un conocimiento del mundo empresarial y financiero. Es el conjunto de
ambos factores el que permitirá anticipar los problemas que se plantearán tanto desde la óptica
jurídica como de negocio y encontrar la mejor solución de entre las posibles.

Si bien, hasta fechas muy recientes la práctica concursal estaba limitada a las sociedades
mercantiles y empresarios individuales, actualmente el legislador ha tomado conciencia del
problema del endeudamiento del particular, de manera que el derecho concursal contempla
soluciones específicas para este tipo de situaciones en las que, incluso, se contempla la
condonación de la deuda no cubierta.

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