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Técnicas de

Movilización
del
Paciente
y
Cargas
para
Celadores y
Celadores
Conductores
TEMA 1: CUIDADOS GENERALES DEL PACIENTE.
IDENTIFICACIÓN DEL PACIENTE.

Vamos a ver diferentes aspectos:


1) Aspectos generales
2) Aspectos Psicológicos
3) Aspectos socio-profesionales

1) Aspectos generales.
Siempre nos va a llamar la atención el estado físico, esto nos permite clasificar al
enfermo en varias formas:
a) Enfermo capaz de valerse por si mismo, aparentemente goza de buen estado de
salud y no muestra problemas inmediatos. No necesita una atención de
urgencia.
b) Enfermo encamado, enfermo fatigado o un enfermo inválido, en estos casos su
patología es más importante y precisa de mayor atención.
c) Enfermos con síntomas de urgencias, estos enfermos son los inconscientes o
enfermos con múltiples fracturas. Se trata de una persona que necesita de un
tratamiento rápido.

El estado físico permite hacer un diagnostico acerca de la enfermedad de esa


persona. También influirán otros tipos de factores como el examen clínico, narración de
síntomas. En el examen clínico se incluyen: Análisis, radiografías, etc...

Dentro de la valoración del estado del enfermo nosotros debemos aportar los
últimos datos a la enfermera o al médico. Esos datos son invalideces, heridas que hayan
pasado desapercibida anteriormente.

2) Aspectos Psicológicos.

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Pueden llegarnos diferentes tipos de enfermos que se clasifican en 5 tipos diferentes
de comportamientos que son los siguientes:
a) Enfermos que no presentan problemas de ningún tipo en particular.
b) Enfermo ansioso que presenta un estado' de ansiedad, este es el caso mas frecuente
y las causas son las siguientes:
1) Suele ignorar la enfermedad que tiene.
2) No sabe las consecuencias que se pueden derivar de esa enfermedad.
3) Desconoce que es lo que le van hacer.
4) Este estado de ansiedad suele aumentar con el sufrimiento del enfermo
originando mal carácter.
c) El enfermo que puede llegar agitado, excitado o agresivo. Este estado es debido a
un estado de ansiedad por una reacción del enfermo contra su enfermedad,
enfermedad que provoca en el paciente esta agresividad.
d) Enfermo apático. Este enfermo es el típico despreocupado que no suele hacer caso
de su enfermedad.
e) Enfermo psiquiátrico.

El aspecto psicológico resulta de vital importancia ya que dependiendo de su estado de


ánimo se condiciona la relación del enfermo y del personal que lo atiende. Esta relación
puede llegar a modificarse llegando incluso a una perdida de confianza entre el enfermo y
el personal de enfermería.

3) Aspectos socio-profesionales.
Suelen quedar desatendidos por estar fuera de su alcance. Entre los problemas mas
frecuentes están los siguientes:
1) Coste de la enfermedad.
Aunque actualmente suele cubrir estos gastos la seguridad social el enfermo suele
preguntarse hasta donde llega este coste la S.S.
2) Ausencia al trabajo.
Al causar baja laboral produce en el enfermo una serie de preocupaciones que son las
siguientes:
- La indemnización que le pueda quedar.
- A personas que ocupan un puesto de responsabilidad importante no pueden
ausentarse durante mucho tiempo.

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3) Modificación que supone los hábitos normales de vida, de la familia, en definitiva
de relaciones particulares.
4) Problemas que pueden suponer para el futuro de esa persona debido a que tenga
que realizar TTos. de larga duración.
5) Problemas futuros en cuanto a la convalecencia en el periodo de recuperación que
podrá ser mas o menos rápido o lento.
6) Problemas futuros en cuanto a que debe realizar visitas periódicas y pruebas de
control.

Situación del enfermo en el hospital.


La situación sigue siendo de ansiedad y miedo creado por el ingreso en un medio
totalmente desconocido, por enfrentarse a unas personas que suelen impresionar (personal
sanitario) y porque supone una ruptura de su vida. Esta situación de miedo es provocada
porque piensan que son ingresados por que tienen una enfermedad grave.

Papel del auxiliar en el Hospital.


Se distinguen varios apartados:
* Profesión.
Debemos de sufrir un proceso de adaptación material en nuestra profesión,
acostumbrarnos a un trabajo de horario irregular. En ocasiones debemos trabajar en
servicios de urgencias donde los trabajos se hacen rápidamente y de formas precisa sin
tener contacto con el enfermo.
* Proceso de adaptación en relación con el enfermo con respecto a:
- La edad.( Ej. los ancianos son mas lentos en los movimientos).
- Estado de humor del paciente.
- Estado de gravedad de ese enfermo.
* Relación con el personal del hospital.
* Proceso de formación. (debemos seguir con una formación continuada).
* NOTA: Atender bien a los que están aprendiendo, dándole toda la información para que
los cuidados y atención al enfermo sean muy buenos.

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TEMA 2: APARATO LOCOMOTOR. MOVILIDAD FISIOLÓGICA

El aparato locomotor está constituido por los huesos, las articulaciones y os


músculos. El conjunto de todos los huesos del cuerpo constituye el esqueleto. Las
articulaciones son el modo de unión de los huesos. Los músculos, gracias a la propiedad de
contraerse que poseen, tienen la función de poner en movimiento los huesos y las
articulaciones.

ESQUELETO.
Para la descripción del esqueleto humano distinguiremos: cabeza, tronco y
extremidades.

Cabeza. La cabeza consta del cráneo y de la cara.


El cráneo está formado por ocho huesos: un frontal, dos parietales, dos temporales,
un occipital, un etmoides y un esfenoides. Estos huesos forman, todos ellos, una cavidad,
la cavidad craneana, en la cual está alojada la parte más noble del sistema nervioso: el
encéfalo. En la base del cráneo existen varios agujeros, destinados al paso de vasos y
nervios; por el de mayor tamaño, llamado occipital, sale del cráneo la médula espinal.

El esqueleto de la cara está constituido, de una parte, por un conjunto de huesos


inmóviles, soldados entre sí unos con otros, formando una masa ósea única, soldada a su
vez a la base del cráneo; y, por otra parte, por un solo hueso móvil, el maxilar inferior.

Los huesos inmóviles de la cara, juntamente con los de la base del cráneo, forman
una serie de cavidades, algunas de gran importancia por los órganos que alojan: fosas
orbitarias, fosas nasales. Alrededor de las fosas nasales hay en el esqueleto una serie de
cavidades, de configuración irregular, que comunican con dichas fosas nasales: son los
llamados senos paranasales (senos frontales, senos maxilares, senos etmoidales, senos
esfenoidales); como indica su nombre, se trata de oquedades que existen en los huesos de
la cara, en el etmoides, en el esfenoides y en el frontal.

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Tronco. El esqueleto del tronco lo constituyen la columna vertebral, el esternón y
las costillas.
La columna vertebral es el elemento más importante del esqueleto humano. En ella
se apoyan la cabeza y los demás huesos del tronco, y de ella parten las extremidades. Está
constituida por una serie de huesos, unidos mediante unas piezas fibrocartilaginosas; estos
huesos son las vértebras; las piezas fibrocartilaginosas que los unen se llaman discos
intervertebrales. Cada vértebra posee un agujero; el conjunto de agujeros de todas las
vértebras forma un conducto que comunica con la cavidad craneana por el agujero
occipital: en él se aloja la médula espinal.

La columna vertebral se divide en cinco regiones- cervical, dorsal, lumbar, sacra y


coccígea.

La región cervical está formada por siete vértebras. La región dorsal la constituyen
doce vértebras, en las cuales se articulan los doce pares de costillas. En la región lumbar
encontramos cinco vértebras. La región sacra está formada por cinco vértebras soldadas, las
cuales constituyen un solo hueso: el sacro. Y, finalmente, en la región coccígea existen cuatro
o cinco vértebras, también soldadas, formando un solo hueso, que se denomina cóccix.

El esternón es un hueso plano, situado en la parte anterior del tórax. Su forma


recuerda la de una espada de gladiador.

Partiendo de las vértebras dorsales y dirigiéndose hacia el esternón, existen, en cada lado,
doce huesos de forma arqueada: son las costillas. Las costillas se dividen en: verdaderas, falsas y
flotantes. Son costillas verdaderas los siete primeros pares; se caracterizan por llegar, por su parte
anterior, hasta el esternón. Son falsas los pares octavo, noveno y décimo; éstas no llegan hasta el
esternón, sino que, su extremidad anterior, se apoya en la séptima costilla. La extremidad anterior
de las flotantes queda libre, no se articula con ningún hueso; son flotantes los dos últimos pares.

Las vértebras dorsales, el esternón y los doce pares de costillas constituyen la


cavidad torácica, que, dada la configuración de las costillas, tiene el aspecto de una jaula.
Está destinada a alojar, fundamentalmente, los pulmones y el corazón.

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Extremidades. Se dividen en superiores e inferiores. En cada extremidad superior
se distinguen las siguientes partes: hombro, brazo, antebrazo y mano. La mano, a su vez, se
subdivide en carpo, metacarpo y dedos.
El hombro lo forman dos huesos: el omóplato y la clavícula. En el brazo existe un solo
hueso: el húmero. El antebrazo lo constituyen el cúbito y el radio. En el carpo encontramos
ocho pequeños huesecillos: escafoides, semilunar, piramidal, pisiforme, trapecio, trapezoide,
hueso grande y hueso ganchoso. El metacarpo lo forman los cinco huesos de la palma de la
mano llamados metacarpianos. Y los pequeños huesos de los dedos reciben el nombre de
falanges; cada dedo tiene e tres falanges, a excepción del pulgar que sólo tiene dos.

La extremidad inferior comprende las siguientes regiones: cadera, muslo, rodilla, pierna y
pie. En el pie, a semejanza de la mano, se distinguen también tres partes: tarso, metatarso y dedos.

Cada cadera está formada por un solo hueso: el coxal. Por detrás los coxales se
articulan con el sacro y por delante se articulan entre sí (articulación del pubis); ambos
coxales, junto con el sacro y el cóccix, forman la pelvis. En el muslo hay un solo hueso, el
fémur, que es el más largo del esqueleto. En la rodilla también existe un solo hueso, la
rótula. En la pierna encontramos la tibia y el peroné. En el tarso, parte posterior del pie, los
siete huesos tarsianos: astrágalo, calcáneo, escafoides, cuboides y las tres cuñas. En el
metatarso, los cinco huesos metatarsianos. Y en los dedos, las falanges. Como en la mano,
todos los dedos tienen tres falanges, menos el dedo gordo, que sólo tiene dos.

Forma y estructura de los huesos. Según su forma, los huesos se dividen en largos,
planos y cortos. En los huesos largos, una dimensión predomina sobre las otras dos; en los
planos, dos dimensiones predominan sobre la tercera; y en los cortos, las tres dimensiones
son semejantes. Son huesos largos, por ejemplo, el fémur, el húmero, el radio, el cúbito,
etc.; como ejemplo de huesos planos tenemos los que forman la bóveda craneana, los
coxales, etc.; son huesos cortos las vértebras, los huesos del carpo y del tarso, entre otros.
Todo hueso está rodeado por una membrana fibrosa, llamada periostio.

Si practicamos un corte medio a cualquier hueso, veremos que los huesos cortos están
formados por una capa periférica delgada, de sustancia ósea compacta, y que en el centro la
sustancia ósea adopta una estructura esponjosa. Los huesos planos están formados por dos
láminas periféricas de hueso compacto, entre las que existe una lámina media esponjosa. La

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estructura de los huesos largos es más compleja; en ellos debemos distinguir tres regiones: una
diáfisis y dos epífisis. La diáfisis es la parte larga del hueso; las epífisis son los dos extremos.
La estructura de las epífisis es semejante a la de los huesos cortos: sustancia esponjosa en el
centro, rodeada de una capa delgada de tejido óseo compacto. La diáfisis está formada sólo por
tejido compacto; pero este tejido compacto deja en el centro una cavidad: el canal medular.

El canal central de los huesos largos está lleno de tejido conjuntivo, que ocupa
también las cavidades que deja libre el tejido esponjoso. En ciertos huesos (esternón,
vértebras, costillas) este tejido conjuntivo tiene función hematopoyética: elabora células
sanguíneas (hematíes, leucocitos polinucleares y plaquetas).

ARTICULACIONES
Son la unión de dos o más huesos entre sí. Las articulaciones pueden ser de
superficies articulares, revestidas de cartílago, o de ligamentos. Según la amplitud de los
movimientos que permiten a los huesos que unen, se clasifican en: movibles o diartrosis,
semimovibles o anfiartrosis e inmóviles o sinartrosis.

Las diartrosis permiten amplios movimientos de los huesos que unen. Son diartrosis
las articulaciones del hombro, del codo, de la cadera, de la rodilla, etcétera.

Las anfiartrosis sólo permiten movimientos muy limitados. Como ejemplo tenemos
las articulaciones intervertebrales (que unen los cuerpos de las vértebras entre sí), la
articulación del pubis (que articula ambos coxales por su parte anterior).

Los huesos unidos por la sinartrosis son completamente inmóviles. Mediante este
tipo de unión se juntan los huesos de la cavidad craneana.

Estructura de las articulaciones. En las sinartrosis los huesos está unidos


directamente por un tejido fibroso.
En las anfiartrosis, entre las superficies óseas que forman la articulación existe un
disco fibrocartilaginoso.
Las diartrosis son de estructura mucho más compleja. En toda diartrosis debemos
estudiar los siguientes elementos: superficies articulares, fibrocartílagos de adaptación,
membrana y líquido sinovial, y ligamentos.

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En las diartrosis, las superficies óseas que constituyen la articulación están cubiertas de
un cartílago blanco y muy liso. Gracias a este cartílago, las superficies articulares se deslizan
en los movimientos de la articulación, sin que se produzcan roces ni dolores. La forma de las
superficies articulares corresponde a los movimientos que la articulación debe efectuar.

En algunas anfiartrosis, la adaptación entre las dos superficies óseas cubiertas de su cartílago
no es completa. En estos casos existen fibrocartílagos interpuestos entre ambas superficies articulares
que completan esta adaptación. Los conocidos meniscos de las rodillas, que con tanta frecuencia se
lesionan en la práctica del fútbol, son cartílagos que cumplen esta misión de adaptación.

Un manguito de tejido epitelial se inserta alrededor de las superficies articulares: es


la membrana sinovial. Este manguito, juntamente con las superficies óseas cubiertas de su
cartílago, convierte la articulación en una cavidad completamente cerrada. Esta cavidad
articular está llena de un líquido (líquido sinovial), segregado por la membrana sinovial,
que tiene por misión lubrificar las superficies articulares. Los cartílagos de adaptación,
cuando existen, están situados dentro de la cavidad articular.

Uniendo los extremos óseos que constituyen la articulación, existe una serie de
bandas fibrosas, que a veces configuran cordones muy gruesos y resistentes. Forman estas
bandas y estos cordones, respectivamente, la cápsula articular y los ligamentos articulares.
Estos elementos están situados por fuera dé la cavidad articular.

MÚSCULOS
Los músculos constituyen la parte activa del aparato locomotor. Los huesos y
articulaciones son elementos pasivos, que necesitan, para ponerse en movimiento, la contracción
muscular. Existen músculos que no se insertan en los huesos, sino que lo hacen en la piel;
ejemplo típico de ello lo tenemos en los músculos faciales, que, al contraerse, mueven los planos
cutáneos de la cara y producen en la misma las distintas expresiones de la mímica. También
existe tejido muscular en las vísceras: tubo digestivo, corazón, paredes vasculares, etcétera.
Según su forma, los músculos se dividen en fusiformes, planos y anulares. Los
fusiformes están constituidos por una masa muscular central, en forma de huso, de cuyos
extremos parten uno o más tendones; si tienen dos husos reciben el nombre de bíceps; si
tienen tres, el de tríceps; y si tienen cuatro, el de cuadriceps. En los músculos planos, la
inserción se realiza mediante láminas tendinosas, llamadas aponeurosis de inserción. En

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los músculos anulares las fibras musculares rodean un orificio o un conducto: orbicular de
los párpados, orbicular de los labios, esfínter anal, músculos del tubo digestivo, etcétera.

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El conjunto de todos los huesos del cuerpo constituye el esqueleto.

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Estructura de los músculos. Las células que constituyen el tejido muscular reciben
el nombre de fibras musculares. Se trata de células muy transformadas; su intensa
especialización funcional ha obligado a ello. Son de forma muy alargada, de ahí que sean
denominadas fibras, y en su protoplasma existen unas estructuras llamadas miofibrillas.

En los músculos las fibras musculares están agrupadas en pequeños haces, que a su
vez se agrupan entre sí formando haces de mayor tamaño. La agrupación de estos últimos
forma el músculo. Entre los haces musculares existe tejido conjuntivo que forma alrededor
del músculo una membrana que envuelve toda la masa muscular: la aponeurosis.

Los tendones están formados por tejido conjuntivo de naturaleza fibrosa; no poseen,
pues, fibras musculares y no son, por lo tanto, contráctiles. Sirven de elementos de inserción en
los músculos. No debemos confundir las aponeurosis de inserción, a las que nos hemos
referido anteriormente, con las aponeurosis que envuelven los músculos. Las primeras en
realidad no son aponeurosis: son simplemente tendones de inserción de estructura
membraniforme.

Existen dos clases de fibras musculares: fibras musculares lisas y fibras musculares
estriadas.

Las fibras musculares lisas poseen un solo núcleo y las miofibrillas de su


protoplasma son de composición homogénea.

Las fibras musculares estriadas son células muy largas, con muchos núcleos, y sus
miofibrillas, formadas por materiales heterogéneos, presentan fajas oscuras y claras alternadas.
La heterogeneidad de las miofibrillas es lo que da el aspecto estriado a estas fibras musculares.

El tejido muscular de fibra lisa constituye los músculos involuntarios o de la vida


vegetativa. Estos músculos no pueden ser contraídos voluntariamente; su control lo realiza
el sistema nervioso vegetativo. Son de esta naturaleza los músculos que encontramos en
todas las vísceras: tubo digestivo, útero, vías urinarias, bronquios, etcétera.

El tejido muscular de fibra estriada forma los músculos voluntarios o de la vida de


relación: musculatura esquelética (que se inserta en el esqueleto), musculatura de la cara,

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lengua, etc. Su contracción puede efectuarse bajo el mandato de la voluntad. La
musculatura estriada forma una gran parte del cuerpo humano; se calcula que en un sujeto
de unos 70 Kg. de peso su musculatura estriada alcanza unos 30 Kg., o sea, casi la mitad.

En el hombre, los músculos de fibra lisa, o involuntarios, son blancos, mientras que
los de fibra estriada, o voluntarios, son rojos. Pero el miocardio constituye una excepción a
esta regla: a pesar de ser de fibra estriada y de coloración roja, es de contracción
involuntaria.

Fisiología muscular. Las fibras musculares tienen dos propiedades fundamentales: la


excitabilidad y la contractibilidad. La excitabilidad es la propiedad que poseen de responder
a los estímulos; esta respuesta consiste en un acortamiento de las miofibrillas, acortamiento
que da lugar a una contracción. En las fibras lisas es toda la miofibrilla la que se acorta. En
las estriadas sólo sufren el acortamiento las fajas oscuras.

La contracción de todas las fibras de un músculo aproxima sus puntos de inserción,


con lo que se produce un movimiento. Todos los movimientos que tienen lugar en el
cuerpo humano son debidos a contracciones musculares. El efecto de la contracción
muscular dependerá, pues, de la dirección de las fibras musculares que se contraigan y de
las características de sus inserciones.

La contracción de los músculos anulares produce el cierre o disminución de la luz


de los orificios o conductos que rodean. La contracción del orbicular de los párpados cierra
los ojos, la del orbicular de los labios cierra la abertura bucal, la del esfinter del ano
incomunica la cavidad rectal con el exterior, etcétera.

La contracción de los músculos cutáneos de la cara, de estos músculos que se


insertan en la piel facial, produce los movimientos de la mímica. La expresión del rostro
dependerá de los músculos que entren en acción.

Los músculos esqueléticos, al contraerse, aproximan los huesos se insertan. Así, por
ejemplo, la contracción del bíceps, el músculo más importante del brazo, que se inserta por
arriba en el omóplato y por abajo en la parte interior del radio, flexiona la articulación del

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codo. Referente a la fuerza y al trabajo efectuados por la musculatura esquelético, son
aplicables las leyes de la palanca.

El estímulo fisiológico que excita y, por lo tanto, contrae los músculos, es el estímulo
nervioso. El músculo estriado desconectado del sistema nervioso es incapaz de contraerse. En
fisiología (con fines experimentales) y en medicina (con fines diagnósticos o terapéuticos)
podemos excitar los músculos directamente, o a través de su nervio, mediante corrientes
eléctricas; pero esto no constituye un estímulo fisiológico.

La energía del trabajo muscular procede fundamentalmente de la glucosa. Las reacciones


químicas que se producen en el músculo al consumirse ésta, dan lugar a trabajo mecánico
(contracción muscular) y a producción de calor. En estas reacciones se consume oxígeno.

La fuerza de un músculo depende de su desarrollo, y éste se halla en función del trabajo


que realiza: la función crea el órgano. Por esto, los sujetos que practican deportes, o que
efectúan trabajos que exigen esfuerzo muscular tienen la musculatura hipertrofiada.

El tono muscular. Los músculos, hasta en estado de reposo, tienen un cierto grado
de contracción permanente: esta contracción recibe el nombre de tono. Gracias al tono
muscular se fijan nuestras posturas. El tono muscular también es debido, como la
contracción muscular voluntaria, a un estímulo nervioso. Como veremos más adelante, una
serie de centros nerviosos tienen por misión regularla.

El tono muscular depende de la posición en que nos encontramos; los músculos


están mucho más relajados cuando nos hallamos echados que cuando estamos de pie; en la
posición erecta, la contracción adecuada, tónica de la musculatura esquelética, evita que se
flexionen nuestras extremidades inferiores y que el cuerpo pierda el equilibrio.

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TEMA 3: TRAUMATOLOGÍA Y URGENCIAS TRAUMÁTICAS.
TRAUMATISMOS

Se les podría definir como el efecto accidental e instantáneo (aunque no siempre


sea así) producido sobre los tejidos por agentes mecánicos, físicos o químicos. Los agentes
mecánicos dan origen a las lesiones conocidas con el nombre de contusiones y heridas;
mientras que los agentes físicos o químicos son los causantes de las quemaduras,
congelaciones o lesiones debidas al frío, electricidad, etcétera.

CONTUSIONES
Son múltiples los agentes que pueden actuar sobre el organismo, ocasionando las
lesiones antes citadas. Se va a tratar, en primer lugar, de las contusiones es decir, lesiones
en las que la piel conserva su integridad; se diferencian por ello de las heridas, en sus
diversos tipos, porque en éstas es condición indispensable la existencia de lesión cutánea.

Por el hecho de que en la contusión se conserve la integridad de la piel , no se debe


llegar a la conclusión de que siempre son lesiones de poca importancia; por el contrario,
bajo una piel indemne se pueden esconder las más diversas y graves lesiones, que afectan
al tejido óseo de una manera primordial.

No todos los tejidos componentes de nuestro organismo tienen una resistencia igual
frente al agente traumático; muy al contrario, ofrecen diferencias, que vamos a considerar
de una manera esquemática. La piel, con sus capas de fibra colágenas elásticas, es muy
resistente, y ya hemos dicho cuántas veces debajo de una piel sana o de unos tegumentos
poco alterados se encuentran graves y hasta gravísimas lesiones.

El tejido celular subcutáneo (situado inmediatamente debajo de la piel) ofrece una


resistencia mucho menor, sobre todo en casos de espesa capa adiposa, ya que ésta se
desvitaliza con rapidez, dado que por su escasa circulación es atacada fácilmente por los
microbios. Esta acción se ve acrecentada por la facilidad y extensión con que, en el seno
del tejido celular subcutáneo, y debido a la sección de los vasos respectivos, se producen
derrames hemáticos o de linfa, favorecidos por la inmovilidad de los planos profundos con
respecto a la cubierta cutánea.

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Los músculos presentan poca resistencia mecánica, dada la facilidad con que se
disgregan sus fibras; la acción lesiva, más o menos intensa, está en relación muy directa
con las lesiones y riqueza de los vasos que los irrigan, y así tenemos que los músculos
cortos o segmentados, con varios vasos nutricios, ofrecen más resistencia a la contusión;
no ocurre igual con los músculos largos, en los que es posible ver a veces esfacelarse todo
un conjunto muscular. Además, debido a su composición, rica en proteínas e hidratos de
carbono, se convierten muy pronto en medio de cultivo ideal para los microbios. Ello es
especialmente temible en las lesiones que afectan a gruesas capas musculares cuando son
alcanzadas por gérmenes de tipo anaerobio, que pueden conducir a los más graves casos de
gangrenas gaseosas.

El tejido óseo tiene una resistencia mecánica menor de lo que aparentemente


debiera, puesto que a más dureza, más rigidez y menos flexibilidad. Esto explica la mayor
frecuencia de las fracturas en adultos que en niños, en casos comparativamente iguales,
debido a la mayor elasticidad del tejido óseo en los niños. La decalcificación, que
sobreviene con la edad en determinadas zonas, lo hace más sensible, y así, es de todos
conocida la fragilidad del cuello de fémur en los ancianos, preferentemente en mujeres, y
la relativa frecuencia de las fracturas del mismo.

El periostio, o tejido que recubre el hueso, es un elemento preservador y de


regeneración, hasta el punto de que fragmentos óseos que conserven una inserción perióstica se
regenerarán, en contra de lo que sucede con los fragmentos totalmente libres del mismo.

Los tendones tienen muy buena resistencia mecánica. El tejido nervioso central es
muy frágil; además, la célula nerviosa destruida no se regenera, lo que explica la
trascendencia de las lesiones que afectan a dicho tejido.

Condiciones distintas ofrece el sistema nervioso periférico, ya que está dotado de


una vaina protectora, el perineuro, y goza de una abundante vascularización.

En general, cuando una contusión es lo suficientemente importante para producir


lesiones, en la zona afectada se observan tres capas concéntricas, que de dentro a fuera son:
a) zona de necrosis total, que corresponde a la de máxima acción del agente vulnerante y
en la que todos los tejidos están irremediablemente desvitalizados; b) zona de penumbra,

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en la que la vida no está totalmente suprimida, y sus elementos son susceptibles de
regeneración, si se dan las condiciones favorables para ello; c) zona excéntrica, en que
paulatinamente vuelven a encontrarse la vitalidad y resistencia normales.

Aparte de lo dicho, los traumatismos mecánicos que actúan sobre una gran
superficie del cuerpo pueden dar lugar en los órganos internos a una alteración llamada
conmoción, cuyas características son la súbita aparición de los síntomas, la breve duración
de los mismos, la total regeneración a la normalidad y la falta de lesiones susceptibles de
demostrarse, ni aun con el microscopio.

En cuanto a la intensidad de las contusiones, podemos distinguir diversos grados.


Existe grado mínimo de contusión cuando no hay solución de continuidad de los tejidos
profundos; corresponde a las contusiones superficiales, tales como las originadas por una
bofetada, un golpe débil con un látigo o condiciones similares, y se caracteriza porque, en
la zona traumatizada, se produce un enrojecimiento, debido a la vasodilatación que
ocasiona la parálisis momentánea de los vasoconstrictores. A veces, la contusión de este
tipo va acompañada de un ligero grado de exudación vascular, produciéndose en la piel
una suave elevación, que pronto desaparece.

En las contusiones de primer grado sólo está afectado el tejido celular subcutáneo; los.
capilares se rompen y se produce un derrame superficial de sangre llamado equimosis, que
junto con el dolor es común a los diversos grados de su sintomatología. Al principio, la sangre
derramada presenta, a través de la piel, un color negro azulado, pero en los días siguientes, a
medida que su composición va sufriendo transformaciones, se hace de color verdoso, y luego
amarillento. Si la contusión es suficientemente extensa, además de los signos citados se
encuentra una paresia muscular pasajera. La extensión de las equimosis depende de la zona en
que se producen, pues hay regiones en que se hacen mucho más aparentes y alcanzan mayor
proporción, como ocurre en la zona de los párpados y el escroto. Además, hay equimosis que
aparecen inmediatamente en el lugar de la lesión; otras son de aparición tardía y su presencia
nos hace sospechar la existencia de lesiones más graves o profundas.

La contusión de segundo grado está condicionada por la aparición del derrame, que
puede ser sanguíneo, constituyendo el hematoma, o serosolinfático. Para que se forme el
hematoma o vulgar chichón, es preciso que se rompan vasos sanguíneos de mayor calibre que

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los que ocasionan la equimosis. La colección sanguínea se revela ya a la simple inspección,
pero además, como en su parte periférica se coagula, mientras que en el centro permanece
líquida o semilíquida, presenta a la palpación una sensación muy típica, como si de crepitación
de nieve se tratase. En la contusión de segundo grado existe, además, fluctuación, es decir, la
producción de una onda líquida al percutirla con el dedo. Por lo general, el hematoma suele
delimitarse bien, por formar una colección más o menos enquistada.

Por último, las contusiones de tercer grado son debidas a traumas intensos, que
ocasionan a veces grandes despegamientos; en ocasiones se complican con gangrena
inmediata de los tejidos. Bajo una piel de aspecto normal, hay aplastamiento de las partes
blandas, que quedan reducidas a una masa; se producen también fracturas múltiples de los
huesos, lesiones de músculos, vasos nerviosos, etc. A veces, la piel, aparentemente intacta
en un principio, acaba necrosándose, lo que da lugar a la apertura de una comunicación de
los tejidos con el exterior, tal como sucede en las heridas.

HERIDAS
Como ya se ha dicho, constituyen las heridas lesiones traumáticas en que el agente
vulnerante rompe la continuidad de la piel y abre los tejidos al exterior, con la posibilidad
inmediata de infección.

Hay diversas clases de heridas, según la causa que las determine: las heridas
punzantes son ocasionadas por un agente provisto de punta aguda, tales como espadas,
floretes, punzones, cuchillos muy afilados, clavos, etc. En los casos más leves, los tejidos
se separan al paso del objeto punzante y las lesiones son mínimas. Pero cuando la punta del
instrumento alcanza un órgano importante, tal como sucede con el corazón, un vaso
grande, el intestino, el bazo, etc., las apariencias superficiales son engañosas, ya que una
efracción mínima de la piel puede acompañarse de graves lesiones internas.

Otro factor que caracteriza este tipo a posibilidad de formación de trayectos


cerrados, pues la elasticidad de los tejidos cierra casi por completo el túnel de penetración.
Sin embargo, no impide el paso de los gérmenes arrastrados por el instrumento punzante,
que si conlleva gérmenes anaerobios, éstos encuentran entonces las condiciones ideales
para su reproducción y llegan a producir las más graves infecciones, tales como el temido
tétanos. Claro es que la mayoría de las veces esto no sucede así, pues la rutinaria

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protección con antibióticos, la escisión quirúrgica de la herida y la evitación consiguiente
de la infección secundaria por los gérmenes comunes de la supuración, eliminan toda
posible complicación.

La sintomatología de este tipo de heridas es, por lo general, simple: dolor, de no


mucha intensidad, escasa hemorragia y alguna reacción inflamatoria de vecindad. Esto no
reza para las heridas muy penetrantes, o bien las infectadas secundariamente, en que se
establece una sintomatología más o menos importante, según la región y el órgano
afectado.

Se denominan heridas incisas las producidas por agentes de bordes lisos y afilados,
como cuchillos, navajas, espadas, etc. Estas heridas son por lo común de poca profundidad,
a no ser que se combinen con la penetración, con lo que se convierten en heridas inciso-
punzantes, y aumenta su gravedad. También se denominan incisas las heridas ocasionadas
por el choque de agentes romos sobre los tegumentos que se apoyan en rebordes óseos: es
típica su localización en el borde de la ceja o en alguna región del cráneo. Sus bordes, sin
embargo, no son tan limpios ni tan afilados como en las incisas propiamente dichas –tal,
por ejemplo, el corte del bisturí–, sino que presentan ciertos deshilachamientos e
irregularidad que las aproximan a las heridas contusas.

Se producen éstas cuando una contusión de las ya estudiadas se complica con una
rotura de la piel: sus bordes son irregulares, están más o menos magullados, contaminados
por cuerpos extraños y manchados de diversas sustancias, tales como petróleo, grasas,
tierra, minerales, etc., dado que en la inmensa mayoría de los casos son heridas que se
producen en accidentes de trabajo o de circulación. A este grupo pertenecen también las
heridas de guerra. Suelen conllevar graves lesiones internas, machacamientos, fracturas, o
dislocación de los tejidos, lo que les confiere una especial gravedad.

Dentro de las heridas contusas podemos distinguir la simple (la más leve), la
estrellada y la producida por arrancamientos con desgarros, tales como las ocasionadas en
los accidentes industriales por correas de transmisión, hélices, etc., que van desde la
pérdida de un dedo hasta el arrancamiento de un miembro. Típica es (si bien cada vez
menos frecuente) la herida producida por el arrancamiento del cuero cabelludo, conocida

19
con el nombre de "Scalp" y motivada por la acción de una correa de transmisión sobre el
cabello de una mujer.

Se consideran las heridas como simples cuando no interesan más que los órganos
superficiales, y complicadas, cuando alcanzan órganos profundos o de importancia. Si la
herida penetra en una cavidad, se llama penetrante (ejemplo de ello es la herida articular,
en que el agente penetra en la cavidad de la articulación); se denomina perforante, si afecta
a los órganos contenidos en la cavidad, tales como las heridas de tórax que interesan el
pulmón o los vasos del mediastino, el corazón, etcétera.

Una última consideración de la clasificación de las heridas nos llevará a citar las
heridas por mordedura de hombre o animales, que deben considerarse como graves, ya
que, en primer lugar, lo son por arrancamiento, y por ello, contusas, y en segundo lugar en
ellas se inocula una gran cantidad de gérmenes que vivían en la cavidad bucal del agresor y
que adquieren una gran virulencia en los tejidos mortificados por la herida.

Un caso especial son las heridas por arma de fuego, cuyo estudio alargaría este
breve bosquejo.

Síntomas. Dada la variedad de heridas y sus tipos, hay multiplicidad de síntomas,


pero, en lo esencial, se dan tres elementos que en mayor o menor intensidad nunca faltan:
el dolor, la hemorragia (o linforragia) y la separación de los bordes de la herida.

Digamos ahora algunas palabras acerca de la fisiopatología de las heridas. Cada una
de ellas supone la formación de un hueco, con destrucción de tejidos que hay que rellenar.
Para ello es preciso que primero desaparezcan los materiales dañados gravemente, proceso
que constituye la fase desasimilativa o de destrucción, que nos conducirá a la tercera o de
cicatrización.

La cicatrización puede ser por primera o segunda intención. En el primer caso se


desarrolla, en apariencia, de un modo muy sencillo: los bordes de la herida se unen sin que
trasciendan al exterior los procesos internos. El ejemplo más corriente lo tenemos en lo que
ocurre en las heridas practicadas por el cirujano.

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En la cicatrización por segunda intención, propia de las heridas infectadas, el
proceso se desarrolla de una manera distinta, distinguiéndose perfectamente las citadas
fases de destrucción y de asimilación. La mayoría de las veces hay supuración, exudación
en abundancia y la cicatriz tarda bastante más tiempo en aparecer.

Tratamiento. Si se trata de heridas graves o infectadas, el tratamiento debe efectuarse


siempre por personal facultativo y en un medio idóneo (hospital, centro clínico, etc.). Se
persigue la supresión de las causas de infección mediante la eliminación de los materiales
destruidos o esfacelos y de los cuerpos extraños, la hemostasia o cohibición de la hemorragia,
la reconstrucción de los órganos dañados y la cicatrización, a ser posible por primera intención,
eliminando la infección. Ello no siempre se consigue, debido, por una parte, a que el herido
llega demasiado tarde a manos del médico. El plazo ideal no debe sobrepasar las seis horas
después de ser mayor, como en el caso de las heridas de la cara, muy vascularizadas y por ende
con gran resistencia a la infección, o bien menor, como ocurre con las heridas muy
contaminadas y la mayoría de las contusas. Por otra parte, tampoco será viable la cicatrización
por primera intención cuando la herida llegue con tal grado de destrucción y complejidad, o tan
contaminada y manchada de gérmenes y cuerpos extraños (en especial, las industriales y de
tráfico y las contusas graves), que no es posible se cumplan los postulados iniciales necesarios
y se debe esperar a la cicatrización por segunda intención.

FRACTURAS
Las fracturas son soluciones de continuidad de los huesos, ocasionadas por la acción
de un traumatismo, generalmente violento, que fuerza hasta su limite las condiciones de
resistencia del hueso. Más frecuentes en los hombres que en las mujeres, afectan también en
mayor proporción a adultos y viejos. Entre sus causas, las hay predisponentes y
determinantes. Las primeras son todas aquellas enfermedades de los huesos que afectan,
debilitándola, su resistencia a la agresión: es lo que en Medicina se llaman fracturas
espontáneas o patológicas, porque para que se produzcan basta que la fuerza del trauma sea
mínima, o incluso no exista. Tal es lo que ocurre en los pacientes de tumores de los huesos,
en el raquitismo, en la osteomalacia, en ciertos casos de tuberculosis o de sífilis ósea y en
determinadas afecciones o enfermedades congénitas de los huesos.

Como causas determinantes, señalemos las violencias exteriores en su más amplio


sentido: golpes, caídas, atropellos (cada día más en auge), accidentes industriales o de

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trabajo; y en menor frecuencia, las violentas contracciones musculares. Estas fuerzas
externas, actuando sobre la elasticidad del hueso (que, como se ha dicho, es mayor en los
niños y disminuye en los adultos) por mecanismos de flexión, presión, separación, tracción
o deslizamiento lateral vencen la citada elasticidad y producen la fractura. El mecanismo
más frecuente es el de flexión, que suele producirse por la acción de dos fuerzas opuestas,
una que sujeta el hueso y otra que tiende a flexionarlo o doblarlo: una vez vencida la
resistencia ósea, se produce la fractura, por lo general en dos fragmentos.

La fractura por deslizamiento o por mecanismo de tijera se da en los casos en que


actúan dos fuerzas opuestas, pero cuyas trayectorias no llegan a encontrarse: son fracturas
directas, es decir, producidas en el punto donde actúa la fuerza, y de dirección transversal.
La fractura por compresión se debe a que a la aproximación, de los fragmentos se añade,
como fuerza mixta, la de flexión: son las fracturas también llamadas por "telescopage"
debido a que parece como si se tratara de la partes de un telescopio que se introducen una
en la otra. Por último, las fracturas por torsión se producen al estar fijado el hueso por un
sitio, mientras que, en el otro, tiene lugar un movimiento de rotación.

Se dice que las fracturas son completas cuando interesan todo el espesor del hueso.
Se las denomina incompletas cuando hay alguna capa que resiste, que suele ser el periostio,
tal como sucede con relativa frecuencia en los niños.

Por su forma, las fracturas pueden ser transversales, oblicuas, enclavadas, con
varios fragmentos (conminutas) o con formación de esquirlas o astillas. Muy importante es
la diferenciación entre fracturas cerradas, en que no hay rotura de la piel, y abiertas, en que
la piel está rota, poniendo el foco fracturario en comunicación con el exterior y dando paso
a las múltiples complicaciones a que puede llevarnos la infección de la herida y del hueso.

Es raro que los fragmentos óseos rotos conserven su posición primitiva; lo corriente
es que exista una desviación de los mismos, determinada por la acción de los grupos
musculares que se insertan en los huesos, así como por el nivel en que éstos se rompen.
Esta desviación puede adoptar diversas formas: lateral, angular, longitudinal (con
separación o alargamiento) y rotatoria, en que uno de los fragmentos, sin variar su
dirección, gira sobre su eje.

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Síntomas. Aparte de las fracturas patológicas, que suelen ser indoloras, su primera
manifestación puede ser la caída del sujeto al suelo. La fractura viene señalada por un chasquido,
al que sigue inmediatamente el dolor, que nunca falta, a no ser en la excepción mencionada. Este
dolor es vivo, preciso, limitado al foco de la fractura, y puede explorarse suavemente llevando la
mano desde la periferia o región más alejada al foco que sospechamos. La deformidad del
miembro, cuando existe, que es casi siempre, reviste gran valor como signo diagnóstico; hay
algunas tan típicas, que la simple inspección del miembro ya nos revela la lesión.

Existe igualmente la llamada impotencia funcional, que consiste en la incapacidad


del enfermo para mover por sí mismo el miembro fracturado, y tiene tanto más valor
diagnóstico cuanto mayor tiempo persista. En este sentido es característica la imposibilidad
de levantar activamente el talón en las fracturas del cuello del fémur. No obstante, este
signo puede faltar en las fracturas incompletas o en las que exista enclavamiento de los
fragmentos, tal como sucede en algunos casos de fracturas del húmero.

La movilidad anormal es otro signo prácticamente exploración para comprobarlo


requiere gran cuidado, no sólo para no aumentar el dolor, sino también, y lo que es más
importante, para no agravar las lesiones que la desviación de los fragmentos haya podido
producir en las partes blandas (músculos, vasos, nervios) que rodean el hueso. También
deben tenerse en cuenta las equimosis o morados, de aparición inmediata cuando los
huesos son superficiales. En caso contrario, su manifestación es más tardía.

Desviaciones de las fracturas: 1) desviación angular; 2 y 3) desviación lateral; 4)


desviación lateral y acortamiento; 5) desviación longitudinal por mecanismo de tracción; 6)
fractura por impactación “en telescopio”; 7) fractura por rotación.

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Desviaciones de las fracturas: 1 y 2) fracturas transversales causadas generalmente por
acción directa; 3) fractura oblicua; 4 y 5) fractura espiraloidea; 6) fractura intercondilea
de fémur: mecanismo raro.

El mejor recurso de que se dispone para el diagnóstico cierto e indoloro de una


fractura es la exploración por rayos X o radiológica, que no sólo nos revela y aclara los
casos de duda, sino que aporta datos inestimables, como son el nivel de la misma, la
existencia de desviación de los fragmentos, clase de ésta, mecanismo de producción
muchas veces, extensión, etc. Deben hacerse como mínimo dos radiografías,
perpendiculares entre sí; en algunos casos, son precisas posiciones especiales.

En las fracturas abiertas o complicadas, el diagnóstico queda establecido con sólo


observar el caso. Se producen, en general, por la acción de un agente traumático que obra
de fuera adentro, abriendo la piel y produciendo una herida en cuyo fondo está el hueso, o
incluso éste puede exteriorizarse, con el terrible peligro de infección, hemorragia, etc., que
ello significa. En algunos casos, tal como ocurre en las fracturas de la pierna, el enfermo, al
tratar de ponerse en pie, hace que uno de los fragmentos afilados de la misma abra la piel
de dentro afuera; en estos casos, si se acude a tiempo y se aplica el tratamiento oportuno en
la forma correcta, los peligros son menores que los antes citados.

Tratamiento. Ante una fractura de alguna extremidad, tres son los objetivos
primordiales que deben perseguirse: primero, salvar la vida del paciente; segundo, salvar la
extremidad, y tercero, salvar la función.
En general, el tratamiento de estas lesiones descansa sobre los siguientes principios
fundamentales. En primer lugar, reducción correcta de los fragmentos, anulando todas sus

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desviaciones. Seguidamente, inmovilización de los mismos en esta posición correcta,
utilizando los medios más idóneos a nuestro alcance: férulas o tablillas (generalmente
como recurso provisional), el enyesado, la tracción continua, o la acción operatoria por
medio de variados mecanismos que constituyen en conjunto el llamado tratamiento por
osteosíntesis. Consiste éste en el empleo de diversos artificios, objetos metálicos, tales
como tornillos especiales, grapas, clavos, con los que se busca la contención de los
fragmentos que, dadas las especiales características de determinadas fracturas, no sería
posible realizar de otro modo. Mediante la osteosíntesis se consigue también una mayor
rapidez y fijación en la inmovilidad y la consolidación. No obstante, en la mayoría de los
casos, es el enyesado, en sus diversas modalidades, el medio más comúnmente usado en la
reducción y contención de los fragmentos fracturados.

Una vez conseguida la reducción y la inmovilización de los fragmentos, hay que


vigilar el curso de la fractura, ante la posibilidad de que se produzcan desviaciones
secundarias.

Los principios descritos,


válidos para las fracturas
cerradas, lo son igualmente para
las abiertas, siempre que lleguen
a manos del médico en el
transcurso de las primeras horas
desde su producción y que su
contaminación no sea muy
intensa. Normalmente, en estos
casos la limpieza quirúrgica de
la herida, que comprende no
sólo el tratamiento operatorio de
las partes blandas, sino también
la extirpación de aquellos
fragmentos óseos que, por Ejemplo de colocación de un torniquete en el brazo, para la
cohibición urgente de una hemorragia.
hallarse desprovistos de su
periostio, están destinados a la muerte o necrosis, permite la transformación de la fractura
abierta en una cerrada. Esto no es viable en la mayoría de los accidentes de circulación o

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en las fracturas de guerra, en que el grado de destrozo y de contaminación es tal, que no es
posible cerrar el foco de fractura, por la gran probabilidad de infección de la misma, lo que
obliga a reducir, inmovilizar, contener, pero no a cerrar el foco, sino a tratarlo como una
herida infectada, hasta conseguir la curación de la misma por segunda intención.

HEMORRAGIA TRAUMÁTICA
Prácticamente, no hay ningún traumatismo en que no se produzca hemorragia, de
mayor o menor gravedad. Desde las ligeras extravasaciones o equimosis, que existen en las
contusiones de primer grado, hasta las graves hemorragias internas de las contusiones de
tercer grado, pasando por la gran variedad de las hemorragias posibles en las heridas.

Por tanto, y ya desde un principio, distinguiremos la hemorragia interna e a externa, en


que vemos salir la sangre al exterior. En la primera, aparentemente no hay salida de sangre de
los vasos, pero en realidad se produce en las cavidades del organismo, constituyendo casos de
extrema gravedad. Ejemplo de hemorragias internas son las que ocurren en las contusiones
abdominales importantes, en que puede haber roturas de órganos muy vascularizados, tales
como el hígado, el bazo, o el riñón, que obligan a rápidas intervenciones quirúrgicas si se
quiere salvar la vida del enfermo. Hay circunstancias que favorecen la aparición de tales
hemorragias internas, tales como la existencia de alteraciones importantes en los mecanismos
de coagulación de la sangre, cuyo ejemplo más típico es la hemofilia. Igualmente,
enfermedades ya existentes, tales como el paludismo crónico, que afecta al bazo, enormemente
aumentado de tamaño y de extrema fragilidad en esta enfermedad, hacen temible una mínima
contusión a su nivel, por la rotura del órgano y consecutiva y gravísima hemorragia interna. El
hígado es otro de los órganos abdominales que pueden romperse con más facilidad en
determinadas enfermedades, o incluso sano, si la fuerza del traumatismo es lo bastante intensa;
lo mismo podemos decir del riñón. Otro tipo de hemorragias internas, que aún no ha sido lo
suficientemente valorado por el público ni incluso por los médicos, es el producido en algunos
tipos de fracturas.

Las hemorragias arteriales se caracterizan por la gran cantidad de sangre vertida,


su color rojo vivo y su salida a oleadas en sincronismo con el pulso. Su gravedad está en
relación directa, según se ha dicho, con el calibre del vaso afectado por la herida.
Las hemorragias graves, de no causar la muerte, nos ofrecen el conocido cuadro
clínico de la anemia aguda, que se distingue por la palidez marmórea del herido, la rapidez

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del pulso o taquicardia, la frialdad de las extremidades, el sudor frío, el descenso de la
presión arterial y de la temperatura corporal o hipotermia, la sed insaciable. Basta la
cohibición de la hemorragia y la reposición de la sangre perdida mediante una o varias
transfusiones, para que el cuadro cese.

Las hemorragias venosas son mas frecuentes que las arteriales debido a ¡a situación
superficial de muchas de las venas y porque su pared es más delicada que la de las arterias.
Si la herida es abierta al exterior, la sangre venosa sale como babeando y presenta un color
rojo oscuro. Las heridas de los grandes vasos del cuello o de las extremidades (venas
yugulares, venas femorales) pueden dar lugar a la muerte rápidamente.

En las venas es más fácil la hemostasia espontánea que en las arterias, por la menor
presión de la sangre, porque tienen válvulas y porque se cohíben con sólo el cambio de
posición del cuerpo, como ocurre en las extremidades: basta a veces para ello la elevación
de las mismas por encima del nivel del corazón, ayudada de un taponamiento. Pero en
cambio, existe en las venas la posibilidad de una grave complicación: la embolia gaseosa.
Esto puede ocurrir en las heridas de las venas del cuello o axila, en que la presión negativa
del tórax, en cada inspiración, favorece la entrada del aire. Si la cantidad de aire que llega a
penetrar es bastante grande, aparece el cuadro de la temida embolia gaseosa, con palidez
súbita, sensación de asfixia, respiración angustiosa, dilatación de la pupila, pulso muy bajo
y muy rápido, prácticamente incontable, convulsiones y muerte en algunos casos por
encontrarse el corazón vacío.

Las hemorragias capilares revisten por lo general poca importancia y se dan en


heridas superficiales. Ofrecen menos gravedad que las arteriales y venosas, y su cohibición
es fácil, bastando un simple taponamiento con un apósito compresivo.

Tratamiento. Consiste fundamentalmente en la detención de la salida de la sangre,


como primera providencia, y la sustitución de la misma a continuación.

En el caso de heridas arteriales o venosas de los miembros la solución de urgencia


es la aplicación de un torniquete o ligadura exterior entre el corazón y el vaso afectado. El
torniquete ha de estar lo suficientemente apretado para impedir que siga saliendo sangre,
cosa que a veces no puede evitarse, pues la simple compresión basta para detener la sangre

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venosa, pero no la arterial Debe colocarse además una sustancia blanda para evitar lesiones
secundarias de los vasos, que se harían irreversibles después de un cierto tiempo. Si por
cualquier circunstancia la asistencia médica se retrasa, se hace necesario aflojar el
torniquete periódicamente -cada hora u hora y media como máximo- para permitir que
llegue la sangre a las regiones situadas debajo del mismo.

En los casos en que por la situación de la herida, o por falta de medios, no pueda
colocarse el torniquete, no hay más solución que la compresión con los dedos del punto
inmediatamente superior al que sangra: en las heridas del cuello, comprimiendo la carótida
contra las vértebras del cuello; en la axila, hundiendo los dedos por encima de la clavícula;
en el muslo, apretando la arteria femoral, cuyo latido se percibe perfectamente, por encima
de la lesión; en la pierna, apretando digitalmente en la parte posterior de la rodilla o hueco
poplíteo, etcétera.

El tratamiento definitivo se aplicará en un centro médico y consistirá en la ligadura


de uno o varios vasos, o bien en la sutura de los mismos (procedimiento ideal), o en la
colocación de un injerto de materia plástica, como el llamado teflón, o de un injerto
formado con un trozo de vena. A continuación se practicarán las transfusiones necesarias
para la restitución del volumen de sangre perdida, que permita superar la gran
complicación de los traumatismos, el llamado shock traumático, del que no podemos
ocuparnos aquí.

QUEMADURAS
Son lesiones producidas a nivel de los tejidos por la acción del calor en sus diversas
formas: calor irradiado, como el que despide un horno; por líquidos o sustancias
semilíquidas en ebullición, tales como el agua, la gasolina, el éter, los alquitranes, etc.; por
contacto de sustancias a un alto grado de temperatura, tal como un hierro al rojo; calor de
gases incandescentes, que producen sobre todo quemaduras en las vías respiratorias
etcétera

Otro tipo de quemaduras son las ocasionadas por sustancias químicas, tales como
los ácidos o álcalis (lejías), que pueden actuar sobre la superficie exterior del cuerpo o bien
sobre el interior, al ser ingeridas accidental o voluntariamente (intento de suicidio). Son
distintas también las quemaduras producidas por la acción de la corriente eléctrica, que se

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estudia más adelante, las debidas a irradiaciones, tales como las que se observan en
medicina a causa de los rayos X o del radium; finalmente, desde el año 1945, se estudia la
acción de la bomba atómica como causa de quemaduras, precisamente de las más graves.

La gravedad de las quemaduras la dan dos factores: la profundidad y la extensión,


esta última de mucha mayor importancia que la primera. La profundidad depende del grado
de intensidad térmica o temperatura en que se encuentra el factor agresivo, del tiempo en
que el objeto caliente ha estado en contacto con el cuerpo y de la zona afectada, ya que las
mucosas son más sensibles que la piel. Dentro de ésta, según la localización, existen
también diversos grados de sensibilización.

El pronóstico de una quemadura depende sobre todo de su extensión; según ello, se


admiten que son benignas las quemaduras que afectan al 10% o menos de la superficie
corporal; de esta cifra al 30%, son graves; y a partir del 50%, son prácticamente mortales.

Según la intensidad de la lesión, las quemaduras se dividen en tres grados. En las


quemaduras de primer grado se produce el eritema o enrojecimiento, a causa de un
aumento de la circulación de la sangre por la acción vasodilatadora del sol o del objeto
caliente. Ejemplo típico son los eritemas producidos por la acción del sol en las playas o
alta montaña. En los individuos que sufren repetidas veces estas quemaduras se producen
unas manchas permanentes, tales como las que se ven en las mujeres que pasan mucho
tiempo junto al brasero, y que se llaman livedo reticularis.

En las quemaduras de segundo grado se pueden distinguir dos subgrupos. El


primero comprende aquéllas que afectan sólo a la capa más superficial de la piel
(epidermis), sin llegar a la llamada capa germinativa; la restitución a la normalidad en este
caso tiene lugar de un modo total y sin formación de cicatriz. Si la quemadura afecta
también a la capa germinativa, la reparación se hace a base de los folículos pilosos y de las
glándulas sebáceas y del sudor, produciéndose una cicatriz plana. Si la lesión alcanza todas
las capas de la piel, la cicatrización se realiza por el ya conocido proceso de segunda
intención, con formación de tejido de granulación, recubierto después por células que van
desde la periferia al centro, dando lugar a cicatrices retráctiles (es decir, que retraen los
tejidos). Ello aumenta la gravedad de este tipo de quemaduras, sobre todo si están situadas
cerca de orificios naturales como la boca, los ojos, el cuello, las axilas y los pliegues de

29
flexión de las extremidades, lo que obliga muchas veces a realizar intervenciones
secundarias para tratar de curar o paliar las consecuencias de esa cicatrización anormal.

El dato clínico que caracteriza todas estas clases de quemaduras de segundo grado
es la aparición de las llamadas flictenas, bolsas formadas por la epidermis levantada por el
líquido que se extrasvasa de los capilares destruidos. Pueden permanecer integras y llegar a
absorberse, pero lo más corriente es que se rompan y den lugar a una de las complicaciones
más temibles de las quemaduras: la infección. Otro signo típico de esta clase de lesiones
térmicas es el dolor intenso, ya que están afectadas y al descubierto grandes formaciones
nerviosas. También debe tenerse en cuenta la exudación, que mancha los apósitos y es
campo de cultivo para la infección, así como origen de pérdida de sustancias
indispensables al organismo, tales como agua, sales, electrólitos, etc., pérdida que
constituye el síndrome (o conjunto de síntomas) que se observa en los quemados graves y
que puede llevarles a la muerte.

Epidermis

Dermis

Capa
subcutánea

Tejido muscular

Superficie
ósea

Clasificación de la profundidad de las quemaduras, según Dupuytren: 1) piel (epidermis); 2) piel


(epidermis y dermis); 3) tejido celular subcutáneo; 4) tejido muscular; 5 y 6) tejido muscular y
óseo.

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En cuanto a las quemaduras de tercer grado, su intensidad es tal, que la
carbonización puede llegar hasta el hueso. Se caracterizan por la formación de la llamada
escara, constituida por la mortificación de todos los tejidos de la piel; el área de las
quemaduras aparece oscura, dura al tacto, y no suele existir dolor, por la destrucción de los
elementos nerviosos. La escara se va delimitando espontáneamente y sus límites se
perciben ya definidos alrededor de la segunda semana. Al cabo de cuatro o cinco semanas,
la escara se elimina y aparece en el fondo el tejido de granulación, que va llenando el
hueco dejado, y la epitelización se realiza en la forma concéntrica descrita antes, a menos
que, debido a la duración del proceso y a la debilitación del enfermo, se detenga el curso
curativo, apareciendo entonces úlceras permanentes.

Tratamiento. Todo sujeto afecta de quemaduras pasa por varias fases. En primer
lugar aparece la reacción inmediata, en la que puede morir por la extensión del dolor y del
shock que sufre (muerte por shock inmediato). La fase de alteraciones de tejidos y órganos,
que no podemos estudiar detalladamente aquí, se caracteriza por la presencia de anemia,
pérdida grade de líquidos y electrólitos, pérdida de compuestos nitrogenados esenciales
para la infección, trastornos del riñón y del hígado, etc., que conduce a la muerte por shock
secundario. Existe una tercera fase de complicaciones y una última de recuperación.

Por tanto, el tratamiento se ha de dirigir a luchar contra cada una de estas fases, y a
su vez, se dividirá en general y local. Los dos son importantes y, según en qué grado y
extensión de la quemadura, el tratamiento general será fundamental, mientras que en la
mayoría de los casos es la combinación de ambos lo que proporcionará la curación. Sólo
diremos que las quemaduras de primer grado curan bien al aire libre, calmando el dolor al
principio con compresas de alcohol o sumergiendo el miembro o la parte quemada en agua
helada.

En las de segundo grado, el tratamiento local ha de hacerse en un quirófano, de la


forma más estéril posible, evitando como sea la infección, que a pesar de todo casi siempre
se presenta, y luchando con transfusiones de sangre, suero y plasma, contra las diversas
secuelas que pueden aparecer. Es obligado en la mayoría de los casos el uso de injertos de
piel, bien del propio paciente, en cuyo caso son definitivos, bien de otras personas, en
cuyas ocasiones sólo son temporales, pues su eliminación es segura en un plazo más o

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menos largo; pero mientras tanto han preservado al quemado de complicaciones, lo que
permitirá alcanzar más tarde la curación del mismo.

Citaremos, finalmente, que en las quemaduras de tercer grado, con formación de


escara, la tendencia actual es acelerar el desprendimiento de la misma por la combinación
de medios quirúrgicos y biológicos (fermentos), para aplicar cuanto antes el injerto
definitivo.

En las quemaduras por ingestión de sustancias ácidas, se intentará neutralizarlas lo


antes posible mediante lavados de estómago con productos alcalinos débiles, tales como
agua jabonosa en abundancia, encargándose el médico del tratamiento de las graves
complicaciones que puedan derivarse. Si la ingestión ha sido de lejía, se neutralizará
igualmente con un ácido débil, como el vinagre en pequeña concentración, y será también
el facultativo quien se encargue del caso lo antes posible. Tanto uno como otro tipo de
quemaduras pueden revestir extrema gravedad y determinar la muerte por sofocación, por
shock, por perforación de órganos digestivos, o por las complicaciones secundarias debidas
a la retracción de los tejidos, que a veces obligarán a practicar las más graves
intervenciones plásticas.

CONGELACIONES
Se denominan así las lesiones determinadas por la acción del frío (temperaturas por
debajo o cerca de los 0 grados), que pueden actuar de una manera instantánea o más
frecuentemente en forma prolongada. Los conocimientos en este tipo de lesiones han sido
proporcionados, en su mayoría, por la experiencia obtenida en los conflictos armados,
desde la campaña de Napoleón en Rusia hasta las dos guerras mundiales.

Ello ha permitido conocer que no sólo el frío es el causante de las lesiones. Más aún
en condiciones experimentales se conservan células cutáneas a cientos de grados de
temperatura bajo cero, con recuperación de la vitalidad de las mismas. Parece como si la
rapidez en la congelación impidiera la acción y alteración de los mecanismos vasculares y
nerviosos. Prueba de ello es que la sintomatología y la gravedad de los congelados tiene
lugar en el periodo de descongelación.

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Sea como sea, el frío puede actuar en tres formas principales: por exposición al aire
a muy baja temperatura, por inmersión en agua o líquidos fríos, o por contacto con cuerpos
a muy baja temperatura. A su vez, esta acción del frío puede ser general, sobre todo el
cuerpo, o local, dando lugar en el primer caso a la muerte por congelación y en el segundo,
a las diversas congelaciones locales con gangrena.

Como ya hemos apuntado, no es sólo el frío el que ocasiona estas lesiones. Junto a
él actúan otros factores que aumentan su acción. Uno de ellos es la humedad; otro el aire,
que arrastra por convección la capa de calor que rodea el cuerpo y favorece la aparición de
lesiones en condiciones térmicas que normalmente no basarían para ello. Permanecer
inmóvil, cubierto el cuerpo de ropas húmedas, o llevar prendas demasiado apretadas, como
ligas, cinturones, etc., son también factores coadyuvantes. No debemos olvidar tampoco el
importante papel que desempeña el estado físico y psíquico, de decaimiento, del sujeto.
Intervienen igualmente factores tóxicos como el alcohol, que si bien al principio parece
favorecer el calentamiento, esto se consigue a base de una dilatación vascular, con lo que
aumenta la pérdida calórica.

El frío actúa más gravemente por la acción de líquidos helados, y así se ha


comprobado que pilotos marinos sumergidos o empapados por aguas semiheladas, apenas
han sobrevivido en ocasiones 20 minutos después de la sumersión.

En la congelación general, el individuo reacciona al principio mediante


contracciones musculares, que aumentan el gasto de energía: si persiste la acción
congelante, agravada además por el viento y la humedad, el sujeto se encontrará cada vez
más agotado, sus movimientos voluntarios se entorpecerán, sentirá sensación de dolor y
picazón en las extremidades, seguida de una insensibilidad e imposibilidad de moverse
cada vez mayor, con tendencia irresistible al sueño. De no recibir auxilio a tiempo, esta
sensación se hará cada vez más intensa, el individuo cederá a la misma y la muerte se
producirá fatalmente, siendo su causa última el paro cardiaco por fibrilación ventricular.

Veamos brevemente las dos fases por las que pasa el congelado: la de acción del
frío y la de descongelación. En la fase de enfriamiento, si éste es rápido, los tejidos
presentan, generalmente en zonas limitadas, un color blanco, de dureza cristalina: los
síntomas son escasos o nulos, pasando inadvertida en este momento la lesión. Si la

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congelación es gradual, la piel suele aparecer cianótica (es decir, de color violeta), pálida o
del color de la cera, con sensación de frío hiriente, doloroso, a la que sigue el
adormecimiento y la anestesia completa.

La fase de descongelación permite clasificar las congelaciones, al igual que las


quemaduras, en tres grados. El primer grado, denominado sabañón común o eritema
pernio, afecta con mayor frecuencia a las mujeres y se localiza en dedos, nariz y orejas;
además de los pasos repetidos del frío al calor, en este tipo de congelaciones se asocian
determinadas insuficiencias de las glándulas de secreción interna femeninas. Suelen
revestir poca importancia, a no ser que se agrieten y se infecten, originando entonces dolor
vivo e impotencia funcional.

Las congelaciones de segundo grado se caracterizan por la aparición de ampollas o


flictenas; al cesar el efecto de frío, la región afectada se pone caliente, roja, con una
hinchazón o edema progresivo, y finalmente se observan las características flictenas. Puede
haber anestesia, pero lo común es que se experimenten dolores violentos de tipo
neurológico.

En las congelaciones de tercer grado, la normalización de la temperatura no trae el


restablecimiento de la circulación, pues se ha producido una obstrucción de los vasos o
trombosis, cuyo final es la aparición de la gangrena seca o húmeda. Puede haber derrames
locales de líquidos de la sangre, cuya reabsorción origina la gangrena seca, en la que los
tejidos aparecen como momificados; si estos derrames se infectan, tiene lugar la gangrena
húmeda, con abundante supuración. Ello puede conducir a la pérdida total o fragmentaria
de miembros.

Pero no todo acaba aquí. En los miembros que han sufrido una congelación, grave,
quedan para siempre serias alteraciones; la piel se queda como eritematosa, cianótica, dura,
con frialdad local, hipersensibilidad al frío, disminución de la resistencia mecánica y fácil
ulceración crónica. El congelado sufre dolores, y si ha sido necesario amputarle, la piel del
muñón es sensible, dolorosa y se rompe con facilidad; las pruebas clínicas demuestran
graves alteraciones en la circulación de la sangre.

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Tratamiento. En las congelaciones de primer grado (sabañones), el tratamiento será
más bien preventivo, evitando la exposición, de las regiones afectadas, al frío, así como el
uso de toda ropa apretada, y fortaleciendo al sujeto con vitaminas, hormonas, etcétera.

En cuanto a as congelaciones de segundo y tercer grado en período agudo, deben


ser siempre tratadas por el médico, quien procederá a la elevación de los miembros por
encima del corazón, por medio de férulas (tablillas apropiadas) acolchadas, para fortalecer
la circulación de retorno. Respecto a la descongelación hay tratadistas partidarios de la
descongelación rápida, mientras que otros consideran más eficaz efectuarla a la
temperatura ambiente de una habitación, a 21 o 22 grados. No se frotará con hielo, pues así
se destruirían las ampollas, y se facilitaría el paso a la infección. Si las hay, o se rompen, se
procurará mediante antibióticos y curas repetidas la asepsia de las mismas; también es
posible la obtención de una costra por la exposición al aire libre, bajo artificios que eviten
la caída de polvo o sustancias contaminantes.

En cuanto a las partes gangrenadas, todas los tratadistas están de acuerdo en esperar
la delimitación natural de las lesiones, para después actuar el cirujano sobre las mismas.
Conseguida la cicatrización, que como ya hemos dicho suele ser imperfecta, se tratará con
radiaciones de ondas cortas, de radioterapia; se protegerán los puntos más débiles y se
harán infiltraciones de novocaína o se practicarán intervenciones quirúrgicas destinadas a
suprimir los espasmos reflejos y aumentar la circulación colateral de la sangre.

ELECTROCUCIÓN
Se aplica este nombre a las lesiones determinadas por el paso de la corriente
eléctrica a través del organismo; son lesiones que dependen de la clase de corriente, de su
voltaje, del estado físico del individuo y de otros factores personales.

Por lo que se refiere a la clase de corriente, parece ser que son más peligrosas las
corrientes alternas que las continuas, debido a que las primeras producen un espasmo o
contractura de los músculos, que renuevan así su contacto con la corriente. Se consideran
de alto voltaje las corrientes superiores a los 1000 voltios; si son muy altas (de varios
millares, como los conductores de alta tensión), producen la muerte por acción específica y
por las lesiones accidentales y secundarias sufridas por el individuo al ser despedido éste
de lugares altos. Pero el mayor porcentaje de gravedad y lesiones lo dan las corrientes de

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bajo voltaje (de 110-120), siendo el ejemplo más conocido el de la bañera, al asir con la
mano húmeda un artefacto eléctrico mal aislado.

El estado del individuo, sobre todo de su piel, determina el mayor o menor efecto
en el paso de la corriente: la piel seca, sucia, engrasada, callosa, ofrece más resistencia al
paso de la corriente, que la fina, húmeda o transpirada; el calzado seco y de goma en
contacto con tierra es el más aislante, mientras que el húmedo y claveteado resulta el más
peligroso.

Parece indudable que hay factores personales, no bien conocidos, que intervienen
sobre el efecto de la electricidad; los profesionales resisten choques que harían daño a
personas profanas; estar esperando la descarga parece ser que disminuye el efecto de la
misma; los estados de debilidad orgánica la acentúan.

No cabe duda de que la acción de la electricidad sobre los tejidos esta en relación
con la resistencia que éstos ofrecen a su paso; así son afectados en orden creciente el
hueso, el tejido adiposo, los músculos, los tendones, la piel, los vasos y nervios. La mayor
conductibilidad de estos últimos explica la aparición de lesiones a distancia.

En la sintomatología, hay dos tipos de fenómenos:


a) Generales, definidos naturalmente por el cuadro del shock, que lleva a la muerte
por estas causas: por fibrilación ventricular debida a parálisis respiratoria aislada causada
por la tetanización de los músculos; la causada por combinación de fibrilación por parálisis
circulatoria y la causada por parálisis del centro respiratorio. Hay también una "muerte
retardada" debida al estado de un shock crónico, o secundario, semejante al de los
quemados, con extravasación de líquidos, deshidratación, lesiones renales, etcétera.

b) Lesiones locales, debidas a la acción del calor, que puede ir de un extremo a otro
de la escala estudiada, y de la corriente en sí: en el punto de entrada y salida hay las marcas
eléctricas, en forma más o menos irradiada, superficiales, o bien llegando hasta un grado
de profundidad que provoca la gangrena de la parte afectada. En general, presentan un
aspecto característico: zonas de color gris amarillento, algo deprimidas, secas, indoloras.
Sin inflamación. A su alrededor, y dentro de un plazo de 24 a 3 6 horas, se forma un rodete
rojo de hiperemia (aumento de la cantidad de sangre) y edema. Cuando hay necrosis, la

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evolución de la misma es muy lenta y la delimitación se hace con dificultad. Como
trastornos secundarios se citan hemorragias, a veces graves, atribuibles a la fragilidad
arterial, y parálisis, debida a la acción de la electricidad sobre los troncos nerviosos.

Como primer auxilio a la persona electrocutada se debe ante todo apartarla la fuente
de energía, bien por el cierre del interruptor si lo hay, bien por un palo o cualquier otro
objeto apropiado, manteniéndose el socorrista aislado y obrando con toda prudencia para
no convertirse en víctima a su vez. Por ello, nunca debe tocar con su mano al
electrocutado. A continuación, si se observa una parálisis respiratoria, pero hay latidos, se
practicará la respiración artificial, uno de cuyos mejores métodos es el de boca a boca, del
que hablaremos más adelante. Si hay fibrilación ventricular, la muerte será prácticamente
inevitable a menos que llegue a tiempo a un centro preparado con los aparatos necesarios.
En su sustitución, se podrá hacer el masaje cardíaco externo.

Localmente, como no sabemos cuál va a ser la evolución de las lesiones, se optará


por la expectación; inmovilizando la zona afectada, se aplicará un apósito compresivo seco
y estéril, esperando a que se defina el surco de delimitación para qué pueda actuar el
cirujano. La gangrena, caso de producirse, requiere la amputación.

HIDROCUCIÓN
Con este nombre conocemos los accidentes que pueden producirse al sumergirse el
cuerpo en el agua, independientemente las más de las veces de su temperatura, y que
pueden llevar desde un síndrome de asfixia más o menos completa, hasta la muerte, bien se
consume ésta de manera rápida, o bien de un modo más o menos lento, encontrándonos
entonces frente a la clásica muerte por ahogamiento.

La hidrocución propiamente dicha no comprende aquellas lesiones traumáticas,


rápidamente mortales, o de graves consecuencias, producidas por el choque del cuerpo, o
más frecuentemente de la cabeza o cuello, en el fondo de la piscina, lago, etc. Tal ocurre
con la posible fractura de cráneo, o la simple conmoción cerebral, que originaría una
pérdida repentina del conocimiento, que en otras circunstancias podría ser leve, pero que al
impedir al individuo nadar, conduce a la muerte por asfixia. Igual ocurre con los saltos
desde trampolines o superficies elevadas, en que se fracturan o luxan (salen de su sitio) las
primeras vértebras del cuello, con la consiguiente parálisis inmediata o muerte instantánea,

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al cizallar entre los fragmentos vertebrales partes esenciales de la médula espinal. En esta
región se sitúa el bulbo raquídeo, donde se localizan la inmensa mayoría de los centros
vitales, tales como el respiratorio y el circulatorio.

En la hidrocución hemos de considerar particularmente la fenomenología


rápidamente mortal causada por la entrada brusca en el agua, fría por lo general, en
ausencia de las lesiones traumáticas que acabamos de citar. Estas muertes, precedidas o
seguidas inmediatamente tras el contacto con el agua de una parálisis cardiocirculatoria, se
pretenden explicar por la acción de unos reflejos nacidos a nivel del bulbo carotídeo, que
ocasionarían una inhibición brusca del centro respiratorio, seguida o producida
simultáneamente a un paro cardíaco, por este mismo mecanismo neurovegetativo.

La muerte más típica en los accidentes en el agua es la debida al ahogamiento, o


muerte por asfixia. Al principio, el individuo intenta no respirar, mecanismo de defensa
que sólo puede mantener breves instantes, dependiendo de la capacidad respiratoria de la
persona. Inmediatamente, sigue la ingestión en las vías digestivas de gran cantidad de
agua, que pasa a continuación a las vías respiratorias, produciendo el encharcamiento de
los pulmones, con el consiguiente déficit en el suministro de oxígeno a la sangre y la
defunción por asfixia. El proceso evoluciona de distinta manera, según sea el agua
ingerida. Si es dulce, como su tensión superficial es menor que la de la sangre tiene lugar
una inundación de las porciones más pequeñas de los pulmones o alvéolos pulmonares
debido a la exudación del contenido de la sangre en los capilares sanguíneos que la aportan
al interior del alvéolo, penetrando el agua en la intimidad de la sangre. Si es agua sala a, el
proceso se produce a la inversa, por la concentración salina de este tipo de agua, pero el
resultado final es el mismo. Al cabo de unos tres minutos de no llegar sangre oxigenada al
cerebro, se producen lesiones irremediables en las células nerviosas, que van a convertir la
muerte aparente en que nos encontramos al ahogado, en muerte real, sobre todo si se ha
asociado una parálisis o fibrilación cardiaca.

Respiración artificial. Por tanto, frente a un presunto ahogado, una vez fuera agua,
lo primero que hay que hacer es la limpieza de las vías respiratorias, que estarán ocupadas
por cuerpos extraños: algas, restos de vómitos, etc.; acto seguido se procurará vaciar el
agua que ocupa sus vías respiratorias y digestivas, e inmediatamente se practicará la
respiración artificial, bien por la compresión y expansión alternativas de la caja torácica o

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por el método de boca a boca. En el primer caso, coloca al individuo boca abajo, con la
cabeza inclinada hacia un lado y los brazos doblados hacia adentro, de modo que las
manos, superpuestas, queden debajo de la mejilla. El socorrista se sitúa arrodillado sobre
una o ambas piernas, frente a la cabeza del accidentado, pero sin que sus rodillas toquen
los antebrazos de este último. Seguidamente, coloca las manos (con los pulgares
ligeramente separados y dirigidos hacia adentro, y el resto de los dedos también separados
y dirigidos hacia abajo y afuera) sobre la espalda, a la altura de la axila. El socorrista
presiona entonces el dorso de la víctima y se inclina hacia adelante hasta que sus brazos
queden en posición casi vertical. Transcurridos unos instantes cesa en su presión y toma
los brazos del accidentado, un poco por encima del codo, al mismo tiempo que se inclina
hacia atrás, de modo que aquéllos (los brazos) se proyectan hacia adelante, facilitando la
expansión del tórax. A continuación, vuelve a la posición inicial y repite la operación, a un
ritmo aproximado de diez expansiones por minuto.

El método de boca a boca, o de boca a nariz, consiste, como su nombre indica, en


insuflar nuestro aire al ahogado, bien sea sólo por la boca, bien por boca o nariz, o por ésta
únicamente, para lo que es condición indispensable, como ya se ha dicho, la limpieza de
las vías respiratorias del accidentado. A continuación, se le coloca boca arriba y, asiéndole
con una mano del cogote, se le levanta el cuello, con la cabeza echada hacia atrás, mientras
que con la otra mano se le sostiene por la frente y se tira de la barbilla hacia arriba,
sujetándole el maxilar inferior para impedir el desplazamiento de la lengua hacia atrás.
Seguidamente, apoyando herméticamente nuestra boca sobre la del accidentado, se le
insufla aire, bien sólo por la boca (en tal caso se le tapona la nariz) o por boca y nariz, o
sólo por esta última. Se puede interponer un pañuelo limpio entre ambas bocas, o usar, si
existe, como debiera en todos los centros en que se practica la natación, alguno de los
múltiples aparatos para hacer más fácil y efectiva la respiración artificial por este método,
que es el mejor de todos. Por otra parte, el ritmo seguido debe ser de unas diez o doce
veces por minuto mientras que una segunda persona debe practicar el masaje cardíaco, para
ayudar a la sangre a llegar a los centros cerebrales.

Recuperado el enfermo en su respiración y circulación, debe trasladársela a un


centro hospitalario, donde pueda ser tratado debidamente.

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URGENCIAS TRAUMÁTICAS. SOCORRISMO. PRIMEROS AUXILIOS
En realidad, a lo largo de este capítulo se ha pasado someramente revista a la
mayoría de las urgencias traumáticas y se ha indicado alguna norma para su tratamiento
inmediato.

Desde hace algunos años se va introduciendo en España de forma paulatina la


teoría y la práctica del Socorrismo, o medios al alcance del profano para atender de
primera intención a los accidentados, procurando que lleguen al médico en las mejores
condiciones posibles y evitando sobre todo que esfuerzos llenos de buena voluntad, pero
también de ignorancia, agraven aún más las lesiones motivadas por el accidente. Se
exponen a continuación algunas normas de primeros auxilios en casos de accidente. Se
exponen a continuación algunas normas de primeros auxilios en casos de accidentes de
circulación (los más frecuentes hoy). La víctima no debe sacarse del coche de cualquier
manera, a menos que las circunstancias (el fuego) así lo exijan. Como posiblemente habrá
fracturas, conviene hacer una inmovilización provisional de las mismas, aún dentro del
vehículo. Para el caso del miembro superior, se intentará fijarlo al cuerpo, ya que el mismo
tórax del individuo sirve de férula. Un pañuelo doblado en forma triangular, o el borde de
la chaqueta del herido doblado sobre sí mismo, puede bastar. Sí se trata de un miembro
inferior, debe unirse una pierna con otra, por medio de cinturones, corbatas, etc. Entonces
se procurará sacar al herido en la forma menos traumática posible. Pero hay que tener en
cuenta el grave peligro que revisten las fracturas de columna vertebral; si se saca al
accidentado aumentando aún más su curvatura, su flexión, nos exponemos a que algún
fragmento de la fractura se desplace hacia atrás, produciendo lesiones de la médula espinal,
que pueden acarrear la parálisis definitiva de los miembros inferiores; o si la fractura o
luxación es alta, a nivel del cuello, a que muera por parálisis debido a la sección del bulbo
o a una parálisis irreversible de las extremidades. De ahí que estos heridos deban sacarse
de lado, con el cuello sostenido por otra persona, en posición de extensión, y depositados
en el suelo, bien boca abajo o buen de lado, para prevenir el peligro mencionado, más el
del vómito en los individuos que hayan quedado inconscientes. Tampoco se intentará
reducir las fracturas, pues el profano al querer enmendarlas, aumentará con seguridad, las
lesiones; si son abiertas, debe limitarse a cubrirlas con una tela lo más limpia posible, o
apósito de cura, caso de que haya algún botiquín disponible, inmovilizándolas a
continuación. Hay que procurar que la inmovilización comprenda la articulación superior y
la inferior al sitio de la rotura.

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En cuanto al traslado, lo más lógico es depositar al herido fuera de la carretera, bien
envuelto y protegido contra el frío, esperando el medio de evacuación idóneo (ambulancia,
helicóptero), en lugar de trasladarlo en malas condiciones en cualquier clase de vehículo,
desprovisto de las mínimas condiciones, cosa que aumentaría los peligros y efectos del
accidente. En caso excepcional, puede recurrirse a un camión, en su caja, inmovilizando lo
más posible al herido. Más vale esperar unos minutos, que agravar las lesiones. De ahí que
se persiga con ahínco la instalación en todas las carreteras de teléfonos en conexión con
centros de socorro, separados como máximo 10 km, para así llevar el auxilio eficaz al
accidentado cuanto antes y a cargo de personal especializado y dotado de instrumental
necesario.

Si hay quemaduras asociadas, se envolverán en un paño lo más limpio posible sin


hacer nada más; ni pomadas grasas ni limpieza de vesículas o flictenas, que no harán sino
facilitar la infección. Si se cuenta con medios apropiados, se deberá iniciar la profilaxis
antitetánica y se inyectará un antibiótico de amplia acción. Si suministra al herido algún
calmante tipo morfina, ello se indicará, junto con la hora de su aplicación, de modo bien
visible en una nota que pueda ser fácilmente localizada en el centro asistencial a donde se
le conduzca. Las mismas precauciones hay que tomar si la hemorragia obliga a la
colocación de un torniquete. Finalmente, si hay cese aparente o real de la respiración, se
practicará la respiración artificial, y en su caso, el masaje cardíaco externo. Sobre la
primera, ya hemos expuesto más arriba las condiciones para su realización, y sobre el
segundo, se dan a continuación algunas indicaciones: debe iniciarse con un golpe brusco,
como una palmada fuerte sobre la región precardial, con lo que a veces se pone en marcha
la víscera cardiaca. A continuación, colocando al enfermo sobre una superficie dura y
plana (el suelo, una tabla), se apoyará la mano izquierda sobre el final del esternón,
mientras que con la derecha se darán fuertes y breves impulsos y a un ritmo de 40 a 60 por
minuto, alternándolos con la respiración boca a boca que efectuará otra persona: tres o
cuatro impulsos sobre el corazón, seguidos de una insuflación de aire. Es vital realizar esta
operación hasta que llegue la ambulancia, dotada de aparatos para realizarla
mecánicamente, junto con personal experto que rápidamente tomará las medidas que el
caso aconseje, como transfusiones de plasma y suero, lucha definitiva contra la
hemorragia, iniciación de la lucha contra el shock, etcétera.

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TEMA 4: TRANSPORTE Y MOVILIZACIÓN DEL ENFERMO.

TRANSPORTE Y MOVILIZACIÓN DEL ENFERMO


El transporte del enfermo o accidentado varía según estemos en el medio
hospitalario, en el domicilio o en la calle.
Hay que tener en cuenta varios factores:
1) El estado en que se encuentra la persona accidentada o enferma.
2) Las personas que van a realizar el transporte.
3) Medios de que se dispone para efectuar el traslado o transporte del paciente.

Si el proceso no es grave o el paciente puede andar, puede bastar una persona que sirva
de apoyo al paciente, haciendo pasar uno de los brazos del enfermo por encima del cuello y
hombros del que lo transporta. De esta manera, el que ayuda al enfermo tiene un brazo libre,
con el que sujeta al paciente, mientras que con la otra mano sujeta el brazo opuesto del
enfermo.

Si la persona no puede andar, puede ser trasladada entre dos personas sentándola
sobre las manos entrecruzadas de los transportadores (a la silla la reina). Igualmente puede
hacerse el traslado del enfermo sentado en una silla, o bien improvisando una camilla con
sábanas o ropas grandes y fuertes, donde se depositará el enfermo, y se traslada cogiendo
las sábanas o ropas por cuatro puntos extremos de las mismas.

Si es posible se utilizarán camillas especiales para el traslado de los enfermos, que


es el procedimiento más habitual, tanto- para los traslados de pacientes desde su domicilio
al hospital como para el traslado del enfermo dentro del hospital, en los casos de que las
camas del mismo no fueran móviles.

Antes del traslado del paciente hay que conocer la gravedad de las lesiones que
presenta. Si se sospechan fracturas graves (columna vertebral), no deben ser movilizados
sin que un experto dirija la maniobra.

Las hemorragias deben ser cohibidas-antes de iniciar el transporte y movilización


del enfermo.

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Forma de entrelazar los brazos entre dos personas para movilizar al paciente

El transporte en el medio hospitalario se realiza en la propia cama del enfermo.


Solamente cuando va al quirófano se cambiará de su propia cama al tablero de la cama
quirúrgica (mesa de operaciones) que espera al paciente a la entrada de la zona quirúrgica.
El cambio de una a otra cama se efectuará suavemente entre dos personas, deslizando el
cuerpo del paciente y dejándolo perfectamente acomodado en la cama quirúrgica. El
transporte de los enfermos a grandes distancias debe hacerse en ambulancia
.
MOVILIZACIÓN DEL ENFERMO: IMPORTANCIA Y CUIDADOS
Uno de los mayores problemas que supone la hospitalización, con la consiguiente
permanencia en cama, es la inmovilidad a que se somete al paciente. Esto produce atrofia
muscular (por inactividad), pérdida del tono vascular (con posibles mareos al levantarse),
enlentecimiento de la circulación sanguínea (que puede coagularse dentro de los vasos y
taponarlos, dejando sin llegada de sangre todos los tejidos adonde iba), formación de
úlceras en los puntos de apoyo continuo, etc.

Una cierta actividad corporal tiene efectos beneficiosos sobre los aparatos
respiratorio circulatorio, digestión, tono muscular, etc., aparte de evitar las complicaciones
antes reseñadas. Por ello, hoy día se practica la movilización temprana de operados y
fracturados. Los movimientos pueden ser:
1) Activos.- Los realiza el propio paciente. Se harán en la cama (parcial, de los
miembros en que sea posible) o con el paciente levantado (total, con pequeños
paseos).
2) Pasivos.- Son los que realiza el auxiliar, la enfermera o el fisioterapeuta para
impedir la atrofia de un grupo muscular o para evitar retracciones y
anquilosis (pérdida de movilidad).

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COLOCACIÓN DEL ENFERMO EN DECÚBITO LATERAL
Este cambio de postura lo realiza el auxiliar, por indicación médica, como medida de
prevención de escaras. Otras veces se hace para poder cambiar la ropa de la cama del
paciente.

Se retira primero la ropa de la cama que cubre al enfermo, llevándola doblada hacia
los pies. El auxiliar se coloca entonces hacia el lado al que queremos volver al paciente. Le
coge la mano contraria (la más alejada) y la trae para él, sobre el pecho del enfermo. Se
flexiona suavemente después la pierna de ese lado. Por último, pasa una de sus manos por
detrás del hombro contrario, y la otra, por debajo de la cadera del mismo lado, atrayéndola
suavemente hasta dejarle sobre el costado y mirando hacia él.

La postura puede mantenerse con el apoyo de almohadas a lo largo del cuerpo del
paciente.

Forma de colocar al paciente en posición decúbito lateral.

INCORPORAR AL ENFERMO EN LA CAMA


Se coloca el brazo debajo de los hombros del enfermo, sosteniéndole cabeza y
cuello. Se le colocan almohadones tras la espalda hasta conseguir un apoyo cómodo.

MOVER AL ENFERMO HACIA ARRIBA EN LA CAMA


El enfermo resbala frecuentemente hacia los pies de la cama, además de que las
sábanas se arrugan y de que la presión continuada sobre las mismas zonas del cuerpo

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produce en el enfermo una sensación de incomodidad. Todo esto hace que, con frecuencia,
solicite del auxiliar su ayuda para este cambio de posición.

Lo primero que se hace es retirar toda la ropa superior de la cama, doblándola hacia
los pies, quitando a su vez las almohadas, que se colocan sobre una silla. Se aprovecha
ahora para arreglar el hule y la entremetida, estirando la sábana inferior y remetiéndola
convenientemente. Se vuelven a colocar, una vez sacudidas, las almohadas.

Si el enfermo puede ayudarse, se apoyará y hará fuerza sobre los talones o incluso se
agarrará a los barrotes de la cama, mientras el auxiliar le coloca una mano por debajo de los
hombros y otra por debajo de las caderas y le empuja hacia el cabecero. El paciente puede
pasar, si estamos en el lado izquierdo de la cama, su brazo izquierdo bajo la axila derecha del
auxiliar, cogiendo en esa posición su hombro, el cual le sirve de apoyo en su empuje hacia
arriba.

Si el enfermo no puede colaborar, se necesitan dos personas, una a cada lado. Se


retira la ropa de la cama de la parte superior y las almohadas y se flexionan ligeramente las
piernas del paciente. Se pasa un brazo bajo los hombros, y el otro, por debajo de las
caderas, al tiempo que lo hace la persona que ayuda al otro lado, de modo que unan sus
manos, agarrándose fuertemente de las muñecas. Se levanta y se lleva así, entre las dos, el
paciente hacia la parte superior de la cama.

Incorporar al enfermo hacia arriba

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SENTAR AL ENFERMO EN EL BORDE DE LA CAMA
En el caso de que se vaya a levantar al enfermo por primera vez, se tendrá gran
cuidado en no dejarle solo ni un instante. Se tomará pulso y tensión arterial antes de
moverlo y se vigilará el aspecto de su cara. Ya mencionamos las complicaciones de la
inmovilidad prolongada, y ahora, al cambiar de posición al paciente, es cuando pueden
manifestarse marcos y vértigos por falta de adaptación. Los movimientos serán suaves,
para no pasar bruscamente del decúbito supino a la postura erguida.

El auxiliar se coloca hacia el lado de


la cama en donde queremos sentar al
enfermo. Introduce un brazo por debajo de
los hombros y el otro lo pasa por debajo de
las rodillas, bien directamente o,
generalmente, más cómodo, llevando la
mano por encima de las piernas del enfermo
e introduciéndola ahora en el hueco de las
rodillas flexionadas. Mientras se sujeta con el
primer brazo, se realiza un giro de las piernas
del paciente hacia nosotros con el segundo.
Queda así el enfermo con las piernas
colgando, sentado sobre el borde de la cama,
momento en el que tendremos que revisar
pulso y coloración de la cara. Coge la bata
del armario y cubre con ella la espalda del Incorporación al paciente para ayudarle a sentarse
en el borde de la cama
paciente.

AYUDAR AL PACIENTE A SENTARSE EN UNA SILLA.


Colocar la silla o el sillón al lado de la cama y recubrir con una manta el respaldo y
el asiento.

Nos colocamos junto al enfermo y pasamos el brazo más próximo a él alrededor de


su cintura, cogiéndole por detrás, La otra mano se coloca bajo la axila del lado contiguo a
nosotros, actuando de apoyo a manera de una muleta. Se actúa ahora con ambos brazos,

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ayudando a ponerle en pie, pero lentamente, sin movimientos bruscos, observando sus
reacciones y preguntando si se marea.

Sin soltarle, le hace girar hacia la silla y te ayuda a sentarse en ella, procurando que
quede bien acomodado. Arropa al enfermo, plegando la manta que habíamos colocado
previamente sobre él.

Se le toma el pulso, comprobando que se encuentra bien.


Mientras el enfermo está sentado en la silla, se aprovecha para arreglar o cambiar la
ropa de cama.

El paciente no permanecerá, durante los primeros días, mucho tiempo sentado.


Habrá que volverle a la cama, siguiendo una técnica igual, pero de realización inversa a la
anterior. Hay que, tener en cuenta que, si el paciente está muy incapacitado y puede
colaborar muy escasamente, se necesitarán dos personas para levantarle, colocarle en la
silla y volverle después a la cama.

COLOCAR AL PACIENTE EN LA SILLA DE RUEDAS


Habrá que proceder como en el caso anterior, actuando una o dos personas según el
grado de inmovilidad del enfermo.

El paciente se vestirá igualmente con bata y zapatillas y se le envolverá con una


manta, si es preciso, colocándola alrededor de su cuerpo o sobre la silla.

Habrá que tener la precaución de frenar la silla de ruedas e incluso que la sujete otra
persona mientras le sentamos. Se coloca el apoyapiés levantado, para mayor descanso del
paciente.

PASAR AL ENFERMO DE LA CAMA A LA CAMILLA, Y VICEVERSA


A no ser que el paciente pueda trasladarse con poca o ninguna ayuda, se necesitarán
dos personas. Se le retira la ropa de cama que le cubre, doblándola hacia los pies. Se saca
la entremetida, a ambos lados de la cama.

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Se coloca la camilla junto a la cama, procurando que queden ambas a la misma
altura. Nos colocamos ahora en el lado externo de la camilla, inclinando nuestro cuerpo y
alcanzando el extremo de la entremetida de ese lado. La persona que nos ayuda se coloca
hacia el cabecero de la cama del paciente, sosteniéndole por debajo de los, hombros. El
auxiliar tira de la entremetida hacia sí, desplazándose sobre ella el enfermo, al tiempo que
su ayudante facilita la labor, elevando y atrayendo al paciente hacia la camilla. Una vez
instalado, se le arropa con una sábana, manta y colcha.

Para volver al enfermo de la camilla a la cama se actúa con una técnica semejante,-
pero estando nosotros en el lado libre de la cama (no contiguo a la camilla), y la persona
que nos ayuda, incorporando al paciente, desde el otro lado, sujetándole desde la altura del
cabecero de la camilla y llevándole hacia la cama.

TRASLADAR AL ENFERMO EN CAMILLA O SILLA DE RUEDAS


Habrá que seguir una serie de normas elementales:
- Llevarle siempre bien abrigado, sin exponerle a corrientes de aire y sin detenerse en
lugares donde las haya.
- Transportarle sujetando la silla o camilla desde la cabeza, de modo que avancen
los pies. De ese modo la cabeza va protegida y, en caso de tropezar con algún
obstáculo, no la expondremos a que se golpee.
- No detenerse inútilmente, para hablar o hacer algún encargo. El transporte se hará
lo más breve posible, aunque sin correr.
- Se esperará en el departamento adonde se haya llevado el enfermo, salvo en el caso
de que la exploración vaya a ser muy prolongada. Después le llevará a su
habitación en la misma forma y le acomodará en su cama.

SUJECIÓN DEL PACIENTE


Cuando un enfermo se encuentre agitado o al menos sin conciencia plena de sus
actos se puede proceder a sujetarlo a la cama, por medio de correas. Se evita así que el
paciente al moverse pueda dañarse, que desconecte los aparatos que le tengamos aplicados
y sobre todo los sueros intravenosos, que habitualmente van inyectados en venas del
antebrazo o de la flexura del codo.

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AYUDA EN LA MARCHA
Siguiendo la tónica actual de movilizar prontamente al enfermo después de una
operación fractura u otro tipo de enfermedad cualquiera, el Auxiliar Sanitario tendrá que
prestar ayuda al paciente cuando éste inicie sus primeros pasos, aún no plenamente
restablecido, por indicación del médico.

Esta ayuda se refiere especialmente a enfermos con fracturas de miembros


inferiores (a los que se les coloca un yeso), para que comiencen a caminar lo antes posible;
en pacientes con parálisis, iniciando así su rehabilitación; en ancianos, venciendo de ese
modo su tendencia a quedar encamados.

Los que sufren fractura en miembros inferiores llevan colocado un yeso


denominado de marcha que les cubre hasta el pie, dejando habitualmente al aire los dedos
y el talón. Se procurará que den pequeños paseos, evitando las complicaciones de la
inmovilización, que ya conocemos. Practican de ese modo una gimnasia muscular evitando
la atrofia y facilitando la rehabilitación posterior de las articulaciones afectadas por la
escayola.

El Auxiliar Sanitario ayudará al enfermo a abandonar la cama, a apoyar el miembro


enyesado en el suelo, le proporcionará las muletas y bastones necesarios y permanecerá a su
lado. dando confianza y, sirviendo de sujeción si es preciso durante los primeros pasos del
paciente.

Se procurará que el enfermo no se fatigue, y tras el paseo se le acompaña a la cama,


se comprueba si hay rotura del yeso o irritación de la piel por rozamiento y se practica
prevención de úlceras de talón con el masaje de la zona si éste queda al aire en el yeso y
roza en el suelo al caminar.

En el caso de los paralizados, la rehabilitación corresponde a un departamento


especial del hospital. El Auxiliar Sanitario es, sin embargo, el encargado de levantar al
paciente, de llevarle al servicio de rehabilitación (si es preciso en silla de ruedas) y de
reintegrarlo a su habitación y acostarlo convenientemente. Su misión se completa con
masajes y con apoyo moral al enfermo, alentándole e infundiéndole confianza en su
proceso de rehabilitación. En los ancianos es conveniente nuestra insistencia para

49
levantarles y que practiquen pequeños paseos. Como hemos dicho, tienen tendencia, a
permanecer en cama y su inmovilización lleva a las grandes consecuencias reseñadas,
incluso más acentuadas aún, en razón de su edad. La descalcificación (pérdida de calcio en
los huesos), atrofia muscular y formación de trombos (sangre coagulada) en las venas se
producen en los ancianos con gran rapidez, provocando aún más dificultad para su
movilización y, por tanto, más resistencia a levantarse, agravando el problema de estos
enfermos.

El Auxiliar Sanitario tratará de convencerles con amabilidad de la necesidad que,


en beneficio de su salud, tienen de abandonar la cama periódicamente y caminar, sin
cansancio, todo lo que les sea posible.

PREPARACIÓN DEL ENFERMO PARA LA EXPLORACIÓN MÉDICA.


Ya hemos hecho referencia en capítulos anteriores a la preparación del enfermo
para realizar las exploraciones médicas de los pacientes. Aquí nos vamos a referir a la
preparación del enfermo quirúrgico.

Si bien las intervenciones quirúrgicas son muy variadas, hay una serie de cuidados
que son comunes para todas y a ellas vamos a referirnos.

50
TEMA 5: MOVILIDAD E INMOVILIDAD

La capacidad de moverse libremente, sin dificultad, de forma rítmica y voluntaria,


es fundamental en la vida. Necesitamos movernos para conseguir alimentos y agua, para
protegernos de los golpes y satisfacer otras necesidades básicas. La movilidad es vital para
la autonomía e independencia de la persona. Una persona inmovilizada es tan vulnerable y
dependiente como un niño.

La salud y el estado físico se pueden definir en términos de capacidad de


movimiento ya que el equilibrio mental y la eficacia de las funciones corporales depende
en gran medida del grado de movilidad.

Además, el movimiento es indispensable para el buen funcionamiento de huesos y


músculos.

La capacidad de movimiento también influye en la autoestima y la autoimagen,


componentes esenciales del concepto que cada uno tiene de si mismo. Para la mayoría de
las personas, la autoestima depende del sentimiento de independencia y del hecho de
saberse útiles y necesarios para otras personas.

El movimiento coordinado de todas las partes del cuerpo y, la alineación corporal


adecuada favorecen el funcionamiento correcto de los diferentes sistemas del organismo,
encargados del mantenimiento de las funciones vitales. Poder moverse libremente es
esencial para llevar a cabo un gran numero de actividades cotidianas que cada persona
realiza y que le son imprescindibles para adaptarse al medio y relacionarse con su entorno
y con los demás individuos. La necesidad de movimiento incluye no solamente el caminar,
sentarse, acostarse o mantener una postura, sino también los gestos y las expresiones
faciales necesarias para la comunicación.

La movilidad está determinada por el estado y correcta coordinación de los


sistemas musculoesqueléticos y nervioso. La alteración de cualquiera de estas estructuras
puede modificar parcial o totalmente los aspectos relacionados con los mecanismos

51
corporales, referidos a la alineación corporal, a la coordinación de los movimientos y al
equilibrio necesario para mantener la estabilidad.

La postura o alineación corporal habitual del individuo puede influir de forma


considerable en la morfología y tamaño del tórax y del abdomen, dificultando la respiración
normal y alterando la posición y presión que se ejerce sobre diferentes órganos del cuerpo.
Del mismo modo la alineación corporal influye en el equilibrio y la estabilidad, ya que la
posición que adopte el individuo determina la distribución del peso y la presión.

La coordinación de movimientos corporales depende del sistema nervioso el cual


asegura las contracciones musculares. La alteración de este sistema provocara
incoordinación.

FACTORES QUE INFLUYEN EN LA MOVILIDAD


Existe un gran número de factores que pueden influir en la mecánica corporal.
Pueden ser biológicos, psicológicos o socioculturales, y todos ellos pueden afectar tanto a
la postura que adopte el individuo y a su coordinación de movimientos como al equilibrio
que le permite mantener la estabilidad.

Factores biológicos
Entre los factores biológicos que pueden influir en la mecánica corporal, y por lo tanto en
los movimientos, destacan la edad, el embarazo, la nutrición, el ejercicio físico y la enfermedad.

La edad
La postura o la alineación corporal en un individuo se modifica a medida que
transcurren los años. En los niños aumenta progresivamente el equilibrio y la coordinación de
movimientos en tanto avanza su crecimiento y desarrollo. Si no se corrigen las posturas
defectuosas que se adoptan durante la infancia, pueden provocar alteraciones en la edad adulta.
Con el envejecimiento, las modificaciones que sufren los cartílagos y los huesos pueden
originar cifosis y otras alteraciones que dificulten el movimiento.

El embarazo
En las mujeres embarazadas se modifica la alineación corporal y el equilibrio
debido al aumento del peso que hace variar el centro de gravedad del organismo. Aparece

52
normalmente una lordosis, con el consiguiente dolor de espalda- Estos trastornos pueden
agravarse si la mujer embarazada utiliza calzado inadecuado.

La nutrición
La nutrición puede igualmente afectar a la mecánica corporal. En un estado de
desnutrición, los músculos están debilitados y dificultan la correcta alineación corporal; al
individuo le resulta difícil mantener el cuerpo erecto. Los casos graves de desnutrición,
aunque son poco frecuentes, pueden dar lugar a una lordosis debido al esfuerzo que debe
realizarse para mantener el equilibrio si el abdomen está abultado.

Por otro lado, las personas obesas presentan una modificación del centro de
gravedad, que conlleva una cifosis torácica y una alteración de las articulaciones por
sobrecarga, al mismo tiempo que disminuye considerablemente su actividad, por la fatiga
que supone realizar determinados ejercicios.

El ejercicio físico
Además de las ventajas que supone para la mecánica corporal, influye también en el
funcionalismo de los diversos órganos, debido a que el ejercicio:
1. Mejora la circulación sanguínea, especialmente el retorno venoso.
2. Asegura una mayor expansión pulmonar al tener que inhalarse el oxígeno
suplementario que el organismo necesite durante el esfuerzo.
3. Aumenta el tono muscular del tracto gastrointestinal, favoreciendo la digestión y la
eliminación fecal, al mismo tiempo que aumenta el apetito.
4. Favorece la eliminación de los productos de desecho metabólico a través de la
orina, al aumentar la irrigación sanguínea de los riñones.
5. Actúa sobre el metabolismo tanto en su fase anabólica corno catabólica, con el fin
de obtener energía.

A pesar de los efectos beneficiosos del ejercicio, hay que tener en cuenta que la
fatiga extrema puede influir en la alineación corporal. Cuando el individuo se siente
fatigado, ya sea física o psicológicamente, los hombros bajan, el cuello se flexiona y como
consecuencia se produce una cierta cifosis en la columna torácica.

53
La enfermedad
Es evidente que cualquier enfermedad que afecte al sistema nervioso o al
musculoesquelético influirá en la capacidad del individuo para moverse, permanecer activo
o adoptar determinadas postura. No obstante, hay que tener en cuenta que además de las
alteraciones musculoesqueléticas o nerviosas, cualquier enfermedad que padezca el
individuo limitará en mayor o menor grado su actividad. En algunos casos será debido al
miedo a moverse por el dolor que provoque el movimiento, corno sería el caso de un
paciente intervenido quirúrgicamente. En otros casos, la reducción de la actividad se debe
a la necesidad de permanecer en reposo durante el transcurso de una enfermedad aguda,
como por ejemplo tras un infarto de miocardio.

Factores emocionales
Cada persona manifiesta sus emociones y sus sentimientos por medio de la postura
y de los gestos u otras actividades físicas. Los movimientos que realiza un individuo, ya
sea de forma consciente o inconsciente, reflejan claramente sus impulsos psicológicos
internos o la falta de ellos. No obstante algunas emociones, como el miedo, pueden
disminuir de forma considerable los movimientos y la actividad del individuo.

Los valores que cada persona concede a la postura corporal también influyen de manera
importante en esta necesidad. Un individuo alto, sobre todo joven, que no valore su estatura o
que se sienta acomplejado por ser más alto que sus compañeros adoptará una mala postura; su
alineación corporal no será la correcta, ya que intentaré encorvarse para resultar más bajo. Por el
contrario, una persona que conceda importancia a la alineación corporal que considere que la
postura correcta beneficia el estado de salud por su influencia sobre los distintos órganos del
cuerpo, mantendrá intencionada mente una buena alineación corporal.

Factores socioculturales.
Patrones culturales
La cultura entendida como tradiciones, costumbres y modas puede determinar el
ritmo de la actividad diaria y la realización de deportes específicos ligados a ella. Algunas
culturas conceden mayor importancia a la actividad física que otras.

Por otra parte, los valores culturales y las creencias de un individuo pueden
motivarle a que realice ejercicio físico, con el fin de mantenerse en forma, conseguir

54
niveles adecuados de relajación, etc. La importancia de la actividad con respecto a la salud
es algo que el niño aprende muy pronto de las personas que le rodean. Mientras algunos
niños practican deportes en las escuelas y sus familias les animan a que jueguen al aire
libre, en otros niños las actividades que se potencian son más sedentarias, como los juegos
de mesa, ver la televisión, etc.

Actividad laboral
La realización de ejercicio físico y el mantenimiento de determinadas posturas tiene
una relación evidente con el trabajo o la profesión que desempeña cada individuo.

Las posturas incorrectas que se adoptan de forma continuada durante las horas de
trabajo pueden provocar alteraciones permanentes en la alineación corporal. En este
sentido, es importante que en las escuelas se enseñe a los niños a mantener una postura
correcta mientras permanecen sentados.

También deben valorarse las características de los objetos relacionados con la


mecánica corporal que utiliza habitualmente el individuo durante las horas de trabajo. Las
sillas, los bancos, las mesas, los escritorios, etc., deben proyectarse y seleccionarse de
forma que favorezcan la buena postura del estudiante y del trabajador.

La vivienda
El tipo y la situación de la vivienda pueden influir de forma notable en la actividad
que desarrolla un individuo. Una vivienda situada en un piso alto y que no disponga de
ascensor puede favorecer la actividad en aquellas personas que no tienen problemas de
movilización; en individuos con ocupaciones muy sedentarias, subir las escaleras a menudo
es el único ejercicio físico que realizan. Por el contrario, en personas ancianas limita mucho
sus movimientos, ya que presentan mayores problemas para subir y bajar escaleras,
dificultando de esta forma la posibilidad de dar un paseo diario.

El interior de la vivienda debe acondicionarse de manera que haya espacio


suficiente para proporcionar libertad de movimientos.

55
Política social
Generalmente las grandes ciudades, y de forma especial los barrios más
deprimidos, poseen una infraestructura insuficiente en cuanto a parques y jardines,
iluminación adecuada de las calles, pavimentos en buen estado, etc., todo lo cual dificulta
que los ancianos y los niños pueden andar y realizar actividades que les resultarían
beneficiosas.

Por otro lado, las Administraciones no contemplan suficientemente la necesidad de


modificación y adaptación de las ciudades a las necesidades particulares de desplazamiento
que presentan aquellas personas que sufren una disminución física.

GRADOS DE INMOVILIDAD
El grado de inmovilidad es variable. Los pacientes inconscientes suelen presentar
inmovilidad total. A veces la inmovilidad es parcial (fractura de pierna). Algunas personas
reducen su nivel de actividad por motivos de salud. Las personas que se quedan fácilmente
sin respiración no deben subir escaleras muy altas. Se utiliza el termino "reposo en cama"
para describir el grado de inmovilidad de una persona. Para muchos "reposo total en cama"
significa que el paciente debe guardar cama y no levantarse para nada; por el contrario
"reposo en cama” significa que sí que se puede levantar para ir al baño. Hay que saber el
significado exacto que se da a estos términos en el lugar donde se trabaja.

BENEFICIOS DEL REPOSO EN CAMA


• Reduce las necesidades de Oxígeno de las células del cuerpo a causa del reducido
metabolismo secundario a la reducción de la actividad.
• Dirige las reservas de energía hacia el proceso de curación más que hacia la
actividad.
• Reduce el dolor en algunos casos, disminuyendo así la necesidad de analgésicos.

Los problemas que el reposo en cama pueden producir dependen de la duración del
periodo, del estado de salud del paciente y de su estado sensorial. Uno de los problemas
más corrientes son las úlceras por presión. A los pacientes encamados y a todos los que se
encuentran inmovilizados, se les debe valorar continuamente para determinar posibles
problemas.

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RESPUESTAS FISIOLÓGICAS A LA INMOVILIDAD:
La inmovilidad influye sobre muchos sistemas corporales y sus consecuencias
dependen en gran medida de los factores de riesgo descritos anteriormente.

CAMBIOS MUSCULOESQUELÉTICOS
La inactividad física provoca una importante disminución de la fuerza muscular.
Hay estudios que demuestran que la permanencia en cama durante una semana puede
ocasionar una perdida de fuerza muscular del 20% y un 20% más en cada semana sucesiva.

Cuando las fibras de los músculos no se contraen con la frecuencia a la que obliga
la actividad física, se registra una disminución de la masa muscular o atrofia muscular. La
atrofia muscular es consecuencia de la disminución de la fuerza muscular y la resistencia
física.

La osteoporosis por desuso: Durante los periodos de inmovilidad los hueso pierden
mas calcio de lo normal, resultando una importante reducción de la masa ósea. La
desmineralización ósea comienza al segundo o tercer día de inmovilización. Los huesos, se
vuelven porosos y quebradizos y se fracturan con facilidad. En el proceso de
desmineralización no influye la cantidad de calcio ingerida en la dieta. La
desmineralización de los huesos afecta a su vez a otros sistemas del organismo,
principalmente por la excesiva cantidad de calcio que pierden los huesos y que produce
hipercalcemia leve, hipercaluria importante y formación de depósitos de calcio sobre los
tejidos lesionados. Los complementos dietéticos de calcio contribuyen a incrementar este
problema.

Cuando las articulaciones no se mueven normalmente se produce fibrosis (aumento


del tejido fibroso conectivo) y anquilosis (fijación) la articulación se vuelve rígida y
dolorosa. Con el tiempo la articulación puede quedar deformada de forma irreversible y
anquilosada. Los músculos que la recubren pueden sufrir un acortamiento de longitud o
contractura.

La atrofia muscular, la perdida de fuerza muscular y la falta de resistencia física


pueden dificultar la coordinación muscular de las extremidades superiores e inferiores. Los

57
problemas de coordinación motora entorpecen la realización de las actividades de la vida
diaria y pueden influir en el equilibrio y la marcha.

CAMBIOS CARDIOVASCULARES
La hipotensión ortostática (postural) es una secuela habitual de la inmovilización.
Cuando una persona sin problemas de movilidad se incorpora desde una posición
horizontal a una vertical, se produce una vasoconstricción automática de los vasos
sanguíneos de la mitad inferior del cuerpo, debido a la actividad del sistema nervioso
simpático. La vasoconstricción evita que la sangre quede detenida en las piernas y
mantiene eficazmente la P.A central para asegurar una adecuada perfusión al corazón y al
cerebro. La inmovilidad prolongada anula este reflejo. Cuando la persona inmovilizada
intenta ponerse de pie este mecanismo de vasoconstricción no funciona adecuadamente, la
sangre permanece en las extremidades inferiores y la P.A. central cae. La perfusión
cerebral se ve gravemente comprometida y la persona experimenta somnolencia o
atontamiento pudiendo llegar a desmayarse.

Los músculos esqueléticos de las personas activas se contraen con el movimiento,


comprimiendo los vasos sanguíneos de tales músculos y ayudando a bombear sangre de
vuelta hacia el corazón, para contrarrestar la fuerza de gravedad. En las personas que están
inmovilizadas, los músculos esqueléticos dejan de colaborar en el bombeo de retorno
sanguíneo al corazón para vencer la gravedad. La sangre estancada en las venas provoca su
dilatación y congestión. Las válvulas de las venas pierden su capacidad de evitar el reflujo
y estancamiento sanguíneo. Este fenómeno se conoce como válvulas incompetentes. Esto
provoca edemas que es más frecuente en aquellas partes que quedan por debajo del nivel
del corazón y se mantienen en tal posición.

El edema dificulta aún más el retorno venoso al corazón, provocando mayor


estancamiento venoso y más edema. Los tejidos edematososos producen molestias y son
más susceptibles de lesiones que los tejidos sanos.

En el desarrollo de una tromboflebitis (coágulo adherido a la pared de una vena


inflamada) participan tres factores que se conocen como la triada de Virchow: el retorno
venoso defectuoso, la hipercoagulabilidad de la sangre y las lesiones en las paredes de las
venas.

58
Aunque no se ha demostrado claramente que la inmovilidad prolongada hace más
lento el retorno venoso, es un factor de gran importancia en los ancianos inmovilizados con
parálisis, enfermedades cardíacas o que se han operado recientemente. La
hipercoagulabilidad debida a una disfunción del mecanismo de coagulación o a la
disminución del volumen sanguíneo puede deberse a: a) formación de placas
arteriosclerótica a causa de la edad o b) presión prolongada sobre una pierna debido al mal
alineamiento corporal y a la inmovilidad.

Un trombo puede resultar muy peligroso cuando se desprende de la pared de la


vena y entre en el torrente sanguíneo formando un émbolo. Los émbolos grandes que
entran en la corriente pulmonar pueden ocluir las venas que riegan los pulmones e infartar
zonas del pulmón. Si la zona infartada es amplia, la función pulmonar puede verse
seriamente afectada e incluso puede sobrevenir la muerte. Los émbolos que pasan a las
venas coronarias o al corazón pueden tener consecuencias igualmente peligrosas.

CAMBIOS RESPIRATORIOS
Los pacientes inmovilizados que se hallan en posición supina, la ventilación de los
pulmones queda alterada. La cama ejerce presión sobre el cuerpo y dificulta el movimiento
del pecho. Los órganos abdominales empujan el diafragma restringiendo aún más la
movilidad pectoral y dificultando la expansión total de los pulmones.

La circulación sanguínea pulmonar también resulta alterada debido a la posición


supina, sobre todo por los efectos de la gravedad. Las zonas pulmonares se ventilan menos
eficazmente y la sangre tiende a estancarse allí. Como resultado se reduce el intercambio
gaseoso. La mala oxigenación y la retención de dióxido de carbono en la sangre puede
predisponer al individuo a padecer acidosis respiratoria, que puede ser mortal si no se
resuelve la situación.

La fuerza de la gravedad y la inactividad influyen en las secreciones mucosas, que


tienden a acumularse en las zonas dependientes de los alvéolos.

Los mecanismos de la tos también resultan afectados y el paciente no es capaz de


expulsar las mucosidades de los bronquios.

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CAMBIOS METABÓLICOS Y NUTRICIONALES
En los pacientes inmovilizados, el metabolismo disminuye ya que las necesidades
energéticas del organismo son menores. La motilidad gastrointestinal y las secreciones de
diversas glándulas digestivas también se reducen.

En una persona activa existe un equilibrio entre la síntesis de proteínas


(anabolismo) y su consumo (catabolismo). La inmovilidad provoca un gran desequilibrio y
el catabolismo supera al anabolismo. Aparece anorexia (falta de apetito) y puede llegarse a
la desnutrición.

La hipoproteinuria (niveles anormalmente bajo en el plasma sanguíneo circulante) si es


aguda puede alterar las presiones de líquidos corporales, haciendo que pase liquido de las zonas
vasculares a las intersticiales. Como consecuencia se produce edema en las partes del cuerpo
dependientes. Como resultado directo de la inmovilidad se produce un equilibrio negativo de
calcio. Los huesos pierden mas cantidad de calcio de la que el organismo puede reponer.

CAMBIOS URINARIOS Y ENDOCRINOS


La inmovilidad provoca diuresis (aumento de la excreción de orina), especialmente en
las primeras fases, debido a un incremento temporal del volumen de sangre circulante y del
flujo renal que inhiben la hormona antidiurética (ADH). Más tarde, la producción de orina
generalmente disminuye y la orina esta más concentrada. Esto se debe en parte al estrés de la
inmovilidad y en parte a la enfermedad que la ha provocado.

La fuerza de la gravedad desempeña un papel en el vaciado de los riñones y la vejiga


en las personas que gozan de una movilidad normal. La posición supina, la fuerza de gravedad
impide el vaciado de orina de los riñones y de la vejiga. Si el paciente esta en posición supina,
la orina tiene que subir hacía arriba, venciendo la fuerza de la gravedad, para ser excretada por
los riñones o la vejiga, además el vaciado no es tan completo y tras unos días de reposo en
cama se puede producir estasis urinaria (estancamiento).

Una persona inmovilizada puede sufrir retención urinaria, distensión de la vejiga y


en algunos casos Incontinencia urinaria (micción involuntaria) El bajo tono muscular de la
vejiga urinaria inhibe su capacidad para vaciarse totalmente y la persona inmovilizada no
puede relajar los músculos perineales lo suficiente para orinar.

60
La incomodidad de utilizar una cuña, el embarazo y la falta de intimida que implica su
uso, así como la postura tan poco natural que hay que adoptar, no combinan haciendo que el
paciente le resulte difícil relajar los músculos perineales para que la orina pueda salir.

Cuando la micción resulta imposible la vejiga se distiende, cuando la distensión es


importante puede producirse un “goteo” de orina involuntario, que no alivia la distensión,
ya que la orina estancada permanece en la vejiga. La orina estancada constituye un
excelente medio de cultivo bacteriano.

El aparato urinario normalmente estéril puede resultar contaminado por una mala
higiene personal, por una sonda urinaria y ocasionalmente por el reflujo urinario. El reflujo
hace que la orina contaminada en caso de distensión de vejiga vuelve a la pelvis renal
contaminando también esta.

CAMBIOS EN LA ELIMINACIÓN FECAL


El estreñimiento es un problema frecuente en las personas inmovilizadas. Debido a
la producción de adrenalina, el peristaltismo y la motilidad del colon se hallan deprimidos
y los esfínteres se hallan más frecuentemente constreñidos.

La debilidad musculoesquelética general afecta a los músculos abdominales y


perineales que participan en la defecación.

Cuando las heces se endurecen mucho su expulsión resulta más difícil. La persona
inmovilizada puede carecer de fuerza para expulsarlas. Tampoco facilita la expulsión la posición
antinatural que supone el empleo de cuña en la cama. La perdida de intimidad y la dependencia de
otras personas puede hacer que el individuo posponga o ignore la necesidad de evacuar y esto
puede llegar a inhibir la necesidad y debilitar el reflejo de defecación. Cuanto más tiempo
permanece la masa fecal en el colon, más agua pierde, endureciéndose progresivamente y
dificultando su expulsión. Si además se reduce la ingesta de líquidos o existe deshidratación, el
organismo puede intentar compensarlo tomando mas liquido del colon.

El estreñimiento agudo aparece a menudo acompañado de dolor de cabeza, distensión


abdominal, malestar, nauseas y mareos y todo ello hace disminuir el apetito. Si los esfuerzos

61
para expulsar las heces endurecidas resultan infructuosos, puede formarse un fecaloma,
pudiéndose provocar una obstrucción mecánica del colon total o parcial.

CAMBIOS TEGUMENTARIOS
La piel puede atrofiarse como resultado de la inmovilidad prolongada. Es decir, que
hay una perdida de elasticidad (pérdida de turgencia). Otra consecuencia habitual pero no
inevitable es la formación de úlceras por decúbito.

CAMBIOS EN LA FUNCIÓN MENTAL


• Disminución de la motivación para aprender y resolver problemas.
• Disminución de la percepción de tiempo y espacio.
• Aumento de la sensación de impotencia.
• Disminución de la capacidad de tomar decisiones, concentrarse o adaptarse.
• Incapacidad para dormir.

VALORACIÓN DE LA MOVILIDAD E INMOVILIDAD


Es extremadamente importante obtener y registrar los datos básicos de
valoración poco después de que el paciente este inmovilizado por primera vez estos
datos básicos sirven como estándares contra los que se comparan todos los datos recogidos
durante el periodo de inmovilización. Para obtener los datos sobre los problemas de
movilidad de un paciente se valora:

1.- El grado de movilidad de las articulaciones.


Cuando se valora el movimiento de las articulaciones, pedir al paciente que mueva
las partes seleccionadas. La cantidad de movimiento se puede medir con un goniómetro, es
un dispositivo que mide el ángulo de la articulación en grados. Cuando el paciente mueve
la articulación se debe valorar
a) El grado de movimiento de la articulación
b) Cualquier molestia que manifieste el paciente
c) Hinchazón o enrojecimiento de las articulaciones
d) El desarrollo muscular asociado a cada articulación y el tamaño relativo y
simetría de los músculos de cada lado del cuerpo
e) La tolerancia al movimiento.

62
2.- Problemas de la inmovilidad (incluidas las áreas de presión)
Al recoger datos relativos a la inmovilidad se usan los métodos de valoración de la
inspección, palpación y auscultación; se comprueban los datos de las pruebas de laboratorio, y se
hacen mediciones, incluyendo el peso corporal, ingesta de líquidos y diuresis.

La responsabilidad de enfermería es prevenir las complicaciones de la inmovilidad


por tanto hay que identificar los pacientes en riesgo de desarrollar tales complicaciones
antes de que surjan los problemas.
Los pacientes en riesgo incluyen:
a) Los que están mal nutridos
b) Los que tienen disminuida la sensibilidad del dolor, temperatura o presión
c) Los que tienen problemas cardiovasculares, pulmonares o neuromusculares.
d) Los que están inconscientes.

3.- Las actividades de la vida diaria:


Las actividades de la vida diaria (A.V.D.) son las tareas de la vida diaria
(alimentarse, bañarse etc) Varias escalas ayudan a los enfermeros a valorar las capacidades
del paciente y a definir el grado de capacidades funcionales de cada una de las diez áreas:
Alimentación, Vestido; Baño, Uso del retrete, Lograr la continencia urinaria, lograr la
continencia intestinal Deambular, Usar una silla de rueda. Trasladarse (de la cama a la
silla, dentro y fuera del baño, dentro y fuera del conche) Comunicarse.

Una escala de clasificación aplicada a estas áreas puede incluir las puntuaciones de
dependencia (independiente, parcialmente dependiente y totalmente dependiente) y
una indicación de como se logran las AVD (por la familia, amigos, centros o mediante el
uso de equipo especializado). Donde existen problemas, hay que determinar la naturaleza
exacta de la ayuda requerida y su frecuencia.

4.- Tolerancia a la actividad


Mediante la determinación del nivel de actividad adecuado para cada paciente, el
enfermero puede calcular si tendrá la fuerza y resistencia necesarias para participar en
actividades que requieren un gasto similar de energía. Esta valoración también es útil para
ir aumentando el grado de independencia de las personas discapacitadas y es fundamental

63
para pacientes con enfermedades cardiovasculares o respiratorias y para los que han estado
inmovilizados durante periodos prolongados.

Las medidas más eficaces para predecir la tolerancia a la actividad son: la


valoración del ritmo cardiaco, de la fuerza y el ritmo, especialmente en pacientes con
problemas cardiacos. También es necesario conocer la T.A. Los datos de valoración se
recogen registrando el ritmo cardiaco:
1) En reposo
2) Durante la actividad
3) Inmediatamente después de que finalice la actividad.
4) A intervalos de 3,5 y 10 minutos una vez que ha cesado la actividad.

Se deberá interrumpir la actividad inmediatamente si aparece cualquier de los


siguientes síntomas:
1. El ritmo cardíaco excede en 20 pulsaciones por minuto al ritmo basal (solamente en
pacientes cardíacos)
2. El ritmo cardiaco pasa de ser regular a irregular.
3. El pulso de debilita
4. Aparece dolor en el pecho.

En pacientes con problemas respiratorios, valorar ritmo respiratorio, profundidad y


frecuencia de las respiraciones a intervalos de 3,5 y 10 min.

PLANIFICACION DE LOS CUIDADOS


Dependiendo de qué diagnósticos de enfermería se hayan identificado. La
enfermera y el paciente establecen objetivos y actuaciones de enfermería para lograrlos. El
objetivo general de los pacientes inmovilizados es estar libre de complicaciones asociadas
a la inmovilidad.

Cuando se planifican las actuaciones de enfermería, hay que tener en cuenta dos
aspectos de los cuidados: estrategias de prevención y estrategias de tratamiento de las
complicaciones existentes (p ej. escaras). Las actuaciones pueden incluir:
1. Fomentar las actividades para soportar el peso (deambulación precoz si es posible).
2. Programar ejercicios de respiración profunda y de toser

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3. Colocar y cambiar de postura al paciente según una programación
4. Darle un programa de ejercicios, (isotónicos, isométricos o pasivos) para mantener
la fuerza muscular y la movilidad de las articulaciones.
5. Fomentar la independencia para realizar las actividades de la vida diaria
6. Dar una adecuada ingesta de alimentos y líquidos
7. Mantener limpia y seca la piel del paciente
8. Ponerle aparatos mecánicos (p ej. colchones especiales) para almohadillar las
prominencias óseas.
9. Planificar actividades estimulantes

CRITERIOS DE RESULTADOS (pacientes con problemas de inmovilidad reales o


potenciales)
El paciente:

Mantiene la función musculoesquelética normal Mantiene el patrón nutricional y de líquidos


• Demuestra el grado de movilidad normal en adecuado
todas las articulaciones. • Mantiene el peso básico.
• Realiza ejercicios isotónicos (y/o isométricos) • Tiene valores normales de proteínas en suero.
según se le enseñó cada 4 horas en las Tiene una turgencia tisular adecuada.
articulaciones específicas. • Tiene una ingesta y diuresis equilibrada.
• Mantiene la masa muscular y fuerza básicas.
Participa activamente en las actividades de Mantiene el patrón normal de eliminación
autocuidado sin cansarse. • Orina el menos 1500 ml al día.
• Se mueve con seguridad desde la posición de • Tiene la orina ácida.
tumbado a la de sentado o de pie sin efectos • No tiene signos de retención urinaria, infección
adversos. ni cálculos renales.
• Se queda de pie al lado de la cama durante 3 • Evacua una deposición formada y semisólida al
minutos dos veces al día. menos cada 2 o 3 días.
• Permanece libre de signos de fecalomas.
Tiene las mínimas alteraciones cardiovasculares
• Mantiene las constantes vitales básicas. Mantiene el tegumento intacto
• Indica signos de flujo venoso adecuado • Tiene una piel limpia intacta y bien hidratada.
(ausencia de edema, dolor de pantorrillas, • Está libre de signos de presión (validez,
inflamación, distensión venosa. cambios en la enrojecimiento, aumento del calor o dolor)
piel). sobre las áreas de presión.

Mantiene la función respiratoria normal Mantiene la función psicosocial normal


• Hace cinco respiraciones profundas y tose cada • Participa activamente de las decisiones sobre
hora que está despierto. los cuidados.
• Tiene sonidos respiratorios normales a la • Desarrolla formas de vencer el aburrimiento.
auscultación. • Expresa las preocupaciones y sentimientos.
• Mantiene la expansión normal del tórax. • Acepta ayuda de los demás.
• No experimenta dolor torácico, fiebre, ni otros
signos respiratorios indicativos de infección
pulmonar, embolia o atelectasia.

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EJECUCION DE LOS CUIDADOS
A) Para prevenir las complicaciones musculoesqueléticas de la inmovilidad y restablecer esta
función tras un periodo prolongado de inmovilidad incapacitante:

1.- Hacer cambios posturales


• Manteniendo buen alineamiento corporal en todas. las posiciones
• Haciendo ejercicios de extensión de las caderas y las rodillas que son especialmente
vulnerables a las contracturas por flexión
• Estableciendo un plan de cambios posturales cada dos horas
• La ropa de cama no debe estar muy ajustada para no restringir movimientos
• Evitar colocar almohadas u otras cosas sobre la cama que también puedan dificultar
el movimiento
2.- Actividades de soporte de peso
• Que el paciente se levante y empiece a andar lo antes posible después de una
operación o de un periodo de inmovilidad:
o incorporarse en la cama
o sentarse en el borde de la cama
o comenzar a andar con asistencia
o aumentar las distancias progresivamente
3.- Independencia para realizar las actividades de la vida diaria
• Animar a los pacientes a que recobren su autonomía personal
• Enseñar a los pacientes a reconocer los signos y síntomas de intolerancia a la actividad
(fatiga, mareo, dolor en pecho, sudoración) y saber que debe interrumpir la actividad
en caso de que aparezca.
4.- Ejercicios
Existe una serie de tipos de ejercicios, la elección apropiada para un paciente depende
de la salud y fuerza de la persona y del propósito de realizarlo.
• Ejercicios activos o isotónicos, se llevan a cabo por parte del paciente, quien
proporciona la energía para mover partes del cuerpo Sirve para aumentar y mantener
el tono muscular y mantener la movilidad articular y proporciona otros efectos en el
organismo
• Ejercicios pasivos: son aquellos en los que la energía requerida para mover la parte
del cuerpo la proporciona la enfermera, mediante un equipo mecánico o el paciente

66
hacia una actividad afectada. Estos ejercicios sólo mantienen la movilidad articular, al
no contraerse los músculos, no previene la atrofia muscular
• Ejercicios activos asistidos: los lleva a cabo el paciente con alguna ayuda de la
enfermera. El paciente mueve tan lejos como pueda y la enfermera lo mueve hasta
completar el resto del grado de movimiento. Fortalece la función normal del músculo.
• Ejercicios isométricos o estáticos: No hay movimiento articular y la longitud del
músculo no se altera. El paciente aumenta conscientemente la tensión del músculo sin
mover la articulación, manteniendo la tensión varios segundos y relajándose después.
Mantiene la fuerza del músculo y así previene la atrofia; pero no afecta a la movilidad
articular.
• Ejercicios de resistencia: contracción del músculo contra una fuerza oponente.
Aumenta el tamaño, fuerza y poder del músculo y la movilidad.

B) Para prevenir las complicaciones cardiovasculares:


* Movimiento y ejercicios:
Son muy importantes los movimientos y ejercicios de todo tipo, ambulación precoz,
ejercicios activos de cualquier clase (especialmente lo que implican las piernas), actividades
de la vida diaria y los cambio posturales en cama. Estas actividades hacen disminuir el ritmo
cardíaco y mejoran la resistencia, estimulan el sistema nervioso simpático para que restaure la
vasoconstricción periférica al hacer cambios posturales, mejoran el tono muscular con lo que
se reduce o evita el riesgo de edema, y previene la formación de trombos y émbolos.
* Riesgo de la maniobra de Valsava: la maniobra de Valsava incrementa, el estrés sobre el corazón en
los pacientes inmovilizados. La enfermera debe enseñarles a no hacer inspiraciones profundas ni
contener la respiración antes de moverse o incorporarse en la cama.
* Recuperación de la vasoconstricción periférica mediante la adopción de posturas verticales
* Medias elásticas: Ayudan a prevenir la hipotensión ortostática, el estancamiento de sangre
en las piernas, el edema y la formación de trombos, a la vez que mejora el retorno venoso al
corazón.
Se deben poner después de haber estado tumbado en la cama con las piernas
ligeramente elevadas durante 20 min. Se quitan dos veces al día en periodos de 20 a 30 min.
que se aprovechan para lavar e hidratar la piel.

C) Para prevenir las complicaciones respiratorias: Las acciones de enfermería se centran en


mejorar la expansión alveolar, prevenir el estancamiento de las secreciones respiratorias,
67
mantener abiertas las vías respiratorias y facilitar el adecuado intercambio gaseoso en los
alvéolos.
• Ejercicios de respiración profunda y tos
• Ejercicios de respiración diafragmática-abdominal
• Cambios posturales y ejercicios.
- drenaje postural
- técnicas de percusión y vibración torácica

D) Metabolismo y Nutrición
* Dieta rica en proteínas, calorías y fibra.
Las proteínas son necesarias para restaurar las reservas de proteínas que quedan vacías y
favorecen la recuperación de los tejidos. Las reservas calóricas quedan vacías por la anorexia y
por la misma inmovilidad. La fibra es necesaria para prevenir o solucionar el problema de
estreñimiento que con frecuencia aparece unido a la inmovilidad.
* Suplementos de vitaminas y minerales:
* Soporte de peso y ejercicio
* Suplementos dietéticos parenterales y enterales (cuando el paciente no pueda comer)

E) Sistema urinario y endocrino:


• Cambios posturales frecuentes porque reducen la cantidad de orina acumulada en los
riñones y en la vejiga y ayudan a que el vaciamiento de ambos sea total en cada
micción.
• Aumento de la hidratación. Una ingesta elevada de líquidos aumenta el volumen de orina
que pasa a los riñones y vejiga, reduce el estancamiento de orina y mitiga los riesgos de
formación de cálculos renales y de infecciones en tracto urinario. Sin embargo la ingesta de
líquidos puede acrecentar las posibilidades de retención urinaria y distensión de la vejiga.
Hay que medir la ingesta de líquidos y la cantidad de orina excretada, y la frecuencia y
cantidad de las micciones para valorar esta posible complicación
• La higiene perineal: Es importante la higiene perineal para prevenir infecciones del aparato
urinaria La limpieza cuidadosa de la zona perineal desde delante hacia atrás después de cada
micción y la higiene personal con agua y jabón al menos dos veces al día reduce el riesgo de
infección de vejiga.
• Postura y relajación para la micción

68
• Sondaje urinario: Cuando no es posible la micción normal y la vejiga se halla
distendida, será necesario el sondaje antes de que la distensión se agrave y llegue a
producir lesiones.
• Prevención de la incontinencia de orina
• Prevención de las complicaciones de eliminación fecal
- Movimientos y ejercicios para mejorar el tono y la fuerza de los músculos
abdominales y perineales que intervienen en la defecación. Al mejorar el tono
muscular favorece el peristaltismo. Dieta rica en fibras.

69
TEMA 6: PRINCIPIOS DE MECÁNICA CORPORAL PARA LA
CORRECTA MANIPULACIÓN DE CARGAS.

MOVIMIENTOS A REALIZAR CON LOS ENFERMOS.

CONSIDERACIONES:
Reflexionar antes de actuar.
- Motivar al enfermo para que colabore al máximo.
- Nunca se debe escoger un movimiento que invalide al enfermo, ni por razones de
eficacia mal entendida (ganar tiempo).
- Nos debemos situar en cada movimiento, según el estado del enfermo, las
circunstancias que lo rodean, los medios de que disponemos, y adoptar las técnicas
más convenientes de acuerdo a las características antropométricas de quien las realiza.
- Clasificaremos los movimientos de acuerdo al grado de dependencia del enfermo:
Enfermo dependiente total.
Enfermo semidependiente.
Enfermo autónomo.

EJEMPLO DE LA SECUENCIA DE UN MOVIMIENTO.

Espalda recta.
Piernas flexionadas
Carga cerca del cuerpo
Presas consistentes
Pies separados. Uno en
dirección del movimiento.
Contrapeso del cuerpo
Utilización de apoyos.

70
DE LA CAMA A LA SILLA
Enfermo Semidependiente
Pasos a realizar:
- Saludar al enfermo.
- Dar al enfermo un argumento para motivarlo a realizar el cambio de postura.
- Explicar al enfermo los movimientos que vamos a realizar y pedirle expresamente su
colaboración.
- Ayudar al enfermo a ponerse en posición, para iniciar el movimiento (Decúbito
supino).
- Dos puntos de contacto para ayudar a mover al enfermo: una mano en la espalda y otra
debajo de las rodillas.
- Pies separados, uno más adelantado.
- Ayudar al enfermo a que gire y se siente al borde de la cama.
- Ponerle los zapatos y ayudarle a ponerse en pie.
- Flexionar las piernas y bloquear la pierna del enfermo con tu pierna utilizando la
rodilla y el pie.
- Rodear su tórax con vuestros brazos. El enfermo se apoyará con una mano en el
hombro de la enfermera y con la otra en el borde de la cama y después en el brazo del
sillón.
- Al sentarlo utilizar el contrapeso de nuestro cuerpo.
- Acomodar al enfermo y preguntarle si está bien.

71
DECUBITO LATERAL INCORPORACIÓN EN LA CAMA
Enfermo dependiente Enfermo dependiente
Cambio de posición decúbito supino Presa consistente
a decúbito lateral.

Colocación de la cuña
Espalda recta

Cuando una pierna no


se puede flexionar.

72
DESPLAZAMIENTO LONGITUDINAL

ENFERMO DEPENDIENTE Desplazamiento hacia la cabecera de la cama, con


el enfermo decúbito supino.
Apoyo en la cabecera de la cama
Fuerza con la pierna flexionada

Desplazamiento hacia la cabecera de la cama, con el enfermo incorporado.


Levantar el peso con el hombro.
Fuerza con la pierna flexionada.

73
DE LA CAMA A LA SILLA
Enfermo dependiente

DE LA CAMA A LA SILLA
Enfermo dependiente que se puede sentar

Cama con la cabecera incorporada.


Presa consistente con los brazos.

Soportar el peso con el hombro apoyando


la otra mano en la cama.

La espalda
completamente vertical

Apoyo en la silla y flexionar las piernas

74
75
LEVANTAR DEL SUELO.
Enfermo dependiente.

Enfermo caído Sujetar al enfermo con una


No precipitarse y buscar ayuda presa por debajo de las axilas

Bloqueo de las piernas del enfermo


entre las de los cuidadores.

ENFERMO SEMIDEPENDIENTE
Explicar al enfermo los movimientos que vamos a realizar
SENTAR AL BORDE DE LA CAMA

76
Agarre en forma de abrazo Pie en dirección al movimiento
DE LA CAMA A LA SILLA
Enfermo semidependiente

Acercar al máximo el peso a


nuestro cuerpo
Piernas flexionadas
Buena fijación de la pierna
eje de giro

Detalle de fijación de la pierna

77
TEMA 7: MEDIOS MECÁNICOS

Enfermo dependiente

Utiliza siempre los


medios mecánicos, tu
espalda te lo agradecerá
y el enfermo también

Levantar la cabecera de la cama, con la manivela, para facilitar la incorporación del enfermo.

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ARTICULACIÓN DE LA CAMA
Enfermo dependiente.

Bajar la cabecera y subir los pies de la cama,


con la manivela, para facilitar el desplazamiento
hacia la cabecera de la cama.

TRAPECIO Y DESLIZADORES

Enfermo dependiente

Enfermo semidependiente
Paso de la camilla a la Colocación de la cuña con la ayuda del
paciente cama por desplazamiento

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DESLIZADOR Y TABURETE
Enfermo semidependiente

Una tabla lisa facilita el desplazamiento Un taburete


de la cama a la silla facilita la subida a una cama alta

TRAPECIO Y POLIPASTO EN EL BAÑO

Enfermo semidependiente. Trapecio

Enfermo semidependiente o
dependiente. Polipasto

80
TABURETE Y ASAS EN EL BAÑO.
Enfermo semidependiente.

Elevador de taza Asa con diferentes puntos de agarre

Accesorios en el baño para facilitar


el paso de la silla a la bañera por
deslizamiento

GRUAS.
Enfermo dependiente
Traslado al WC

Levantar del suelo

Para el baño

81
GRUAS
Enfermo dependiente

Levantamiento y traslado horizontal.

Para hacer la cama


a un enfermo con
tracción.

Levantamiento y traslado con el


enfermo incorporado.

82
GRUAS
Enfermo dependiente

Elevación de la cama para colocación de tacos.

Traslado al baño

83
OTROS MÉTODOS DE TRANSPORTE DE UN ENFERMO FUERA DEL ÁMBITO
HOSPITALARIO.

Transporte en brazos Método de apoyo de un accidentado que


puede caminar

RELAJACIÓN.
Los músculos que se hallan relativamente libres de tensión y en reposo se dice que
están relajados. La tensión se desarrolla en los músculos a medida que trabajan durante la
contracción, y esta tensión se reduce a un grado variable a medida que los músculos llegan al
reposo durante la relajación.
Las actitudes mentales, tales como el miedo, la angustia, la excitación, o simplemente
el paso previo al esfuerzo, producen un aumento generalizado de la tensión muscular que
sirve como preparación de los músculos para la acción rápida o potente.
Normalmente esta tensión, que se desarrolla para servir a un propósito útil, se relaja cuando
no es requerida durante algún tiempo, pero en algunos casos persiste y se convierte en habitual.
Son muy numerosas las personas que han adquirido el hábito de estar siempre en
tensión. Recelosos ante las dificultades de la vida, se encogen y viven en constante tensión. Es
un mal hábito. Es como creer que cerrando los ojos las cosas que no vemos no ocurren.
Frente a un hábito de tendencia instintiva hacia la tensión deberíamos oponer un
condicionamiento de tendencia instintiva a la distensión.
«Relájate eliminando las tensiones de tu musculatura. Tu espalda te lo agradecerá».

84
POSICIONES DEL CUERPO EN REPOSO.

1.- Tendido de espaldas (decúbito supino).


Colocar cojines de tamaño apropiado bajo la
cabeza y las rodillas y una toalla doblada
bajo la región lumbar.
Colocar los brazos en la posición más cómoda para el individuo. En la figura los brazos están
abducidos para mostrar el soporte bajo la zona lumbar.

2.- Tendido boca abajo (decúbito prono).


Colocar una almohada bajo las caderas y
otra bajo los tobillos. Los brazos deben
colocarse en posición cómoda y la cabeza
vuelta hacia un lado. Si los hombros conservan su flexibilidad, la posición en T invertida de
los brazos puede contribuir al relajamiento, aliviando la presión hacia abajo de la cintura
escapular (figura).

3.- Tendido de costado (decúbito lateral). La


pierna superior se flexiona y apoya en una o
más almohadas, de acuerdo con la anchura de
la pelvis, para evitar el giro de los segmentos
corporales. La cabeza también debe elevarse
para mantenerse en línea con la columna.
El brazo superior se coloca en posición para apoyar el tronco (figura). Puede obtenerse
más relajación colocando una almohada contra el tronco que sirva de apoyo al brazo superior
y evite la tendencia a rotar del tronco.

4.- Tendido de espaldas (decúbito supino)


con las caderas y las rodillas flexionadas en
ángulo recto sobre un taburete de superficie
mullida o con almohadas.
Colocar los brazos en posición de T
invertida (figura) o a los lados del cuerpo.

85
EJERCICIOS DE ESTIRAMIENTO DE LA MUSCULATURA DEL DORSO.

Tiéndase sobre la espalda, levante las piernas


y cójalas con las manos por debajo de las rodillas.
Tire lentamente de las rodillas lo más hacia la barbilla posible.
Póngase en cuclillas y
lentamente acerque la
cabeza lo más posible a las
rodillas.

POSICIONES DE DESCARGA DE LA COLUMNA.

86
MANIPULACIÓN DE OBJETOS.

AGACHARSE

PESOS FIJOS

LIGEROS

GIRO

87
ALCANZAR OBJETOS

LEVANTAR

COGER

SUJETAR

88
ALCANZAR OBJETOS

ALZARSE

AYUDAS

89
TRANSPORTAR OBJETOS

EMPUJAR

ARRASTRAR EMPUJAR

TIRAR EMPUJAR

90
TRANSPORTAR OBJETOS.

LIGEROS

COMO CARGA

91
TEMA 8: SALUD LABORAL. SEGURIDAD EN EL TRABAJO.

- MEDIO AMBIENTE DE TRABAJO


- SEGURIDAD EN EL TRABAJO
- PREVENCIÓN DE ACCIDENTES

EL MEDIO AMBIENTE DE TRABAJO


Medio ambiente es el lugar donde se desarrolla la vida de un grupo de seres vivos.
Está formado por la Atmósfera, el Suelo, el agua y las condiciones meteorológicas.

Medio ambiente de trabajo es el lugar en el que se realiza la actividad laboral de un


grupo de personas y todas las circunstancias que la rodean debe favorecer el trabajo y
contribuir a que sea grato y agradable para el individuo.

El ambiente de trabajo del celador es el hospital y debe reunir una serie de condiciones
que permitan:
- Que la relación entre el personal sea de cooperación y compañerismo.
- Que el enfermo se encuentre perfectamente atendido.
- Que no se produzcan accidentes.

Para conseguir estos fines el conjunto de personas que trabaja en un hospital deberá
formar un equipo ordenado, que colabore a todos los niveles para conseguir una perfecta
atención al enfermo.

El trabajo es más productivo cuando los miembros del equipo comparten un


entendimiento general, tanto a nivel psicológico como laboral. Por ello el auxiliar estará
siempre dispuesto a ayudar a los compañeros en su trabajo.

Factores que influyen en el trabajador.


El medio ambiente de trabajo está formado por todos los factores que influyen sobre el
bienestar y la salud del individuo. Pueden ser varios tipos:

92
Medio ambiente orgánico.
Formado por los factores que influyen sobre el bienestar fisiológico del individuo en el
desempeño de la actividad laboral. Pueden ser:
- Factores mecánicos: Son todos utensilios de trabajo, así como las instalaciones en que
se desarrolla éste.

Todo el instrumental, camas, camillas, mobiliarios... deberá estar conservado en


óptimas condiciones y ser el más adecuado para la actividad laboral, se vea facilitada por los
medios de trabajo y no al, contrario.

Ejemplo: la altura de la cama (con colchón incluido), deberá ser aproximadamente de


90 cm. para evitar el sobreesfuerzo del celador al mover la cama.

- Factores físicos:
Iluminación.
Existen ciertas áreas del Hospital en las que es indispensable que la iluminación sea
óptima para llevar a cabo el trabajo que se pretende. Éste es el caso de los quirófanos, salas de
exploración y de curas y, en general, todas las zonas en las que se tengan que realizar un
trabajo minucioso o una actividad visual que necesite concentración. La iluminación puede
ser artificial o natural. Ésta es preferible sobre la artificial.

Luz natural.
Se obtiene a través de las ventanas del hospital. Incide beneficiosamente sobre el
ánimo del enfermo y le pone en contacto con el mundo exterior. Por ello, todas las
habitaciones de los pacientes reciben este tipo de iluminación.

Luz artificial.
La luz eléctrica es un sustituto de la natural y debe intentar parecer lo más posible a
ella. Debe ser continua, no oscilante y uniforme. Se protegerá la fuente luminosa con una
pantalla para que la luz no incida directamente sobre la vista, con el fin de evitar
deslumbramientos.

93
En los pasillos, por razones económicas (mayor intensidad lumínica con menor gasto),
se suele utilizar tubos fluorescentes colocados paralelamente a dos o tres metros de distancia
entre sí.

Las habitaciones de los enfermos están dotadas de dos sistemas complementarios: una
luz directa que actúa sobre toda la sala y otra indirecta, que es utilizada para la lectura o como
luz de vigilancia durante la noche.

En las salas de exploración y de curas la iluminación es de mayor intensidad por el


tipo de trabajo que se realiza en ellas.

En los quirófanos se utiliza una lámpara especial compuesta por varios focos que
permite que la luz incida sobre el paciente al intervenir quirúrgicamente.

Existe un tipo de iluminación por baterías para los casos in que se producen cortes o
averías en el suministro eléctrico normal.

Humedad.
El organismo necesita desenvolverse en un ambiente con mas condiciones de humedad
determinadas. Ésta viene dada por la cantidad de vapor de agua disuelto en el aire.

Se mide en %, siendo los valores adecuados de humedad ambiental oscilan entre el


70% y el 80%.

El hospital cuenta con un sistema de acondicionamiento de aire para lograr que se


mantenga entre los niveles de humedad adecuados. 'Para aumentar están los humificadores,
que desprenden vapor de agua al aire y son utilizados frecuentemente en salas de pediatría.

Un ambiente muy húmedo impide la evaporación de sudor de la superficie corporal, y


favorece el desarrollo de bacterias, por tanto una atmósfera con poca humedad reseca las
mucosas.

94
Temperatura.
Un sistema de calefacción centralizada suministra calor a todo el edificio.
Normalmente, la caldera está ubicada en el exterior y el calor se transmite mediante agua, por
tuberías y radiadores, o a través del sistema de aire *acondicionado. Para poder regular el
calor, según las necesidades del paciente, existe en cada habitación o área un termostato
independiente. La temperatura suele oscilar entre 18º y 22º C.

Ruidos y vibraciones.
El hospital está aislado del exterior por un muro doble con cámara de aire intermedia
completado por ventanas con dos cristales y un espacio entre ambos. La ubicación en la
periferia de los centros urbanos y la prohibición de utilizar señales acústicas en las
proximidades de los hospitales son factores que colaboran también en el descanso del
enfermo.

La unidad de sonido es el decibelio (dB). Por encima de 80 dB se producen efectos


negativos en el organismo.

Radiaciones.
Para evitar la dispersión de radiaciones, desde los servicios de radiología y medicina
nuclear, las paredes y puertas de estos están recubiertas por dichas zonas bajo riesgo de
contaminación radiactiva.

- Factores químicos.
Son sustancias tóxicas o cáusticas que pueden producir lesiones y son utilizadas en la
práctica diaria. Destacan compuestos líquidos como los desinfectantes (lejía, formol, etc.). Su
manejo debe ser cuidadoso y utilizando medidas de aislamiento que impidan que los tóxicos
actúen directamente sobre la piel y las mucosas (guantes, mascarillas, etc.). Se utilizan
sustancias gaseosas para la desinfección ambiental de quirófanos y habitaciones. Para ello es
imprescindible el uso de mascarillas.

- Factores biológicos.
Son microorganismos que se transmiten en el hospital causando enfermedades
nosocomiales e infecciones hospitalarias. Los más peligrosos son los de género Serratia
pseudomona por crear resistencia a los antibióticos.

95
Las infecciones hospitalarias utilizan como mecanismo de transmisión al personal
sanitario, afectando sobre todo a los enfermos.

Medio ambiente psíquico.


Son las circunstancias psicológicas y emocionales que influyen en la capacidad laboral
del individuo. Algunas de las situaciones que inciden sobre el trabajador pueden ser:
- Actitud autoritaria por parte de otros colectivos o profesionales (ATS, médicos... que
no valoran convenientemente el trabajo del celador impidiendo la colaboración mutua.
- La rutina y monotonía en el trabajo diario sin posibilidades de realización personal.
- Los sistemas de trabajo establecidos cuando no permiten influencias innovadoras o
creativas para mejorar la calidad asistencial.

Medio ambiente Social.


Son las condiciones sociológicas que afectan al trabajador, tanto en su actividad
laboral corno en sus relaciones con la empresa. Pueden ser:
- Las razones económicas, que limitan la adquisición de material adecuado, por
ejemplo, la no utilización de jeringuillas desechables por carecer de presupuesto para
ello.
- Falta de preparación por parte del trabajador al no poseer un título adecuado para el
trabajo que realiza.

El medio ambiente y Riesgo de accidentes en el hospital.

Clasificación de los riesgos.


El riesgo profesional hospitalario podemos definirlo como una situación de peligro,
ligada al trabajo se dan en todas las profesiones, pero en el hospital pueden ser más graves.
Afectan tanto al personal coma al propio enfermo.

Algunos de los riesgos más frecuentes son:


- Lesiones de columna vertebral, por sobreesfuerzos (al mover a un paciente, ya sea
para trasladarlo o para realizar su higiene diaria).
- Fracturas, luxaciones y esguinces debidos a caídas personales (zuecos o suelos
deslizantes) o por objetos sobre la persona.

96
- Heridas por cortes con el instrumental (bisturí, tijeras 0 ampollas de vidrio).
- Incendios, explosiones de botellas de oxígeno, quemaduras con el bisturí eléctrico... A
estos accidentes de tipo general, se unen los riesgos que genera la propia actividad
sanitaria.
- Transmisión de infecciones hospitalarias por parte del Auxiliar a los enfermos.
Algunos de los gérmenes causantes son la Serratia y la y la Pseudomona.
- Posibilidad de enfermar al tratar con enfermedades infecciosas (tuberculosis, fiebres
tifoideas...)
- Contagio por manipulación incorrecta de las muestras para análisis (hepatitis B).
- Quemaduras o irritaciones dérmicas al manipular ácidos y sustancias tóxicas.
- Errores al administrar la medicación del enfermo u omisión de los deberes del auxiliar
(escasa por incorrecto aseo reiterado del enfermo).

Importancia de la seguridad en el hospital. .


En el hospital, como en cualquier institución, industria o medio, existe la posibilidad
de que se produzcan accidentes.

Accidente: todo suceso que ocurre de forma inesperada o involuntaria, no deseable y


que pueda poner en peligro la integridad o la vida del que lo padece.

Los accidentes ocurridos en cualquier trabajo producen pérdidas de mano de obra. Se


acompañan de grandes gastos y producen inseguridad en el resto de los trabajadores, por lo
que disminuye la calidad y cantidad de trabajo. En el hospital, además de tener en cuenta
todas las circunstancias que pueden ocurrir, se deben tener en cuenta la condición de los
clientes que atienden esa empresa, que son enfermos y por tanto más susceptibles de padecer
accidentes.

Los factores que pueden obstaculizar que los pacientes tomen precauciones ante los
accidentes pueden ser:
1) Edad de los enfermos: los ancianos tienen menor capacidad de reacción y
disminución de los reflejos para evitar el peligro.
Los niños se encuentran más expuestos qué ningún otro grupo de población a padecer
accidentes, dado que su conocimiento del peligro es limitado y esto le impide prever
los riesgos a los que se exponen.

97
2) Deficiencias sensoriales:
La percepción en los fallos por algunos de los sentidos (vista, oído, etc.) hace que
estos enfermos no conozcan completamente la situación con la que se enfrentan, lo
cual, les impide evitar el peligro.
3) Deficiencias en la movilidad y la motivilidad.
Este es el caso de paralíticos, enyesados... que no pueden desplaza se fácilmente para
alejarse del peligro o que pueden sufrir accidentes al estar alterada su capacidad de
movimientos.
4) Pacientes agitados y obnubilados:
Estos pacientes dado su bajo nivel de conciencia se producen accidentes.
5) Pacientes en el preoperatorio y postoperatorio:
El hecho de estar bajo los efectos de sedantes o anestesia hacen a estos pacientes ser
más susceptibles de sufrir accidentes.
6) Enfermos sometidos a técnicas diagnósticas o terapéuticas que entrañan peligro.
Pueden producirse accidentes por radiaciones de calor...

El hospital o centro de salud tiene la obligación de garantizar la seguridad de los


pacientes visitantes y empleados.

Se debe tener en cuenta que casi todos los accidentes pueden prevenirse y existe el
deber moral y muy profesional para hacerlo. Por otra parte el personal sanitario y no sanitario
debe hacer su trabajo con la mayor atención posible, dado que la mayoría de los accidentes se
producen por errores o descuidos.

Comités de seguridad.
Se crea un grupo de profesionales encargados de estas misiones:
- Recoger información de todos los accidentes que se produzcan y registrarlos.
- Analizar los accidentes y las circunstancias que los rodean.
- Inspección de las condiciones de trabajo, aparatos y equipos.
- Planificar mejoras técnicas de seguridad y dictar reglas de seguridad.

Para que funcionen perfectamente estos comités de seguridad y sean útiles es necesario la
colaboración de todo el personal del hospital o centro de salud, etc.

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Consistirá en:
- Informar de los riesgos que existen en' una determinada zona o en cualquier actividad.
- Comunicar (en algunos hospitales es obligatorio hacerlo por escrito) de todos los
accidentes que se produzcan y de las lesiones que emanen de ellos.

Prevención de accidentes.
Los encargados de la prevención de accidentes son los comités de seguridad y pueden
realizarla de múltiples formas, que se pueden esquematizar para su estudio en:
- Impartir cursillos de seguridad.
- Utilización de artefactos de seguridad.
- No manejar un aparato si se tiene duda.
- Iluminación uniforme.

Prevención de accidentes mecánicos.


1) Revestir los pisos de un material antideslizante.
2) Recoger inmediatamente cualquier líquido que se vierta sobre el piso. Sobre todo si se
trata de líquido graso.
3) Colocar una alfombra de goma en la bañera antes de que entre el enfermo.
4) Colocar espejos en las esquinas de los corredores que carezcan de visibilidad para
evitar choques.
5) Conducir las camillas desde la cabecera y lentamente, conservando la derecha de los
pasillos.
6) Utilizar el freno en la cama, camilla o silla de ruedas al levantar o sentar al enfermo.
7) Colocar correctamente las correas de las camillas al transportar al enfermo.
8) No dejar objetos en medio de la habitación. Introducir las banquetas debajo de la cama
después de usarlas.
9) No dejar solo a un paralítico o enfermo desvalido en una bañera o en una cama sin
colocar las rejas de seguridad. Proteger a los ancianos de todo el riesgo.
10) No levantar a un paciente pesado sin ayuda. Al movilizar a un paciente se debe
observar las normas sobre mecánica corporal, para evitar lesiones musculares.

99
Prevención de accidentes térmicos: Incendios.
Para evitar la aparición de incendios se deben seguir las siguientes normas:

1) Construcción del hospital a prueba de incendios. No utilizando materiales


combustibles.
2) Mantener el sistema de calefacción en buen estado.
3) No fumar donde exista un cartel prohibiéndose.
4) Mantenerlos dispositivos eléctricos en buenas condiciones.
5) Conocer la localización de salidas y escaleras de emergencia.

Prevención de accidentes de agentes biológicos.


Consiste en llevar a cabo todas las normas existentes a la atención del enfermo
contagioso, en cuanto a medidas de personal (bata, mascarilla, guantes y calzas).
Tratamiento de sus eliminaciones.
Vertido higiénico de basuras.
Incineración de los materiales contagiosos de desecho.

100
TEMA 9: DESARROLLO DE LAS APTITUDES Y MÉTODOS DE
TRABAJO.

I. - APTITUDES
- Desarrollo de la inteligencia práctica y de la habilidad.
- La vista, el oído, el olfato.
- Educación de los gestos.
- Educación del carácter.

II.- MÉTODOS DE TRABAJO


- Técnicas de adquisición y asimilación.

I. - APTITUDES
DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA PRACTICA Y DE LA HABILIDAD
Cada uno de nosotros posee un potencial de inteligencia; ésta facilita la facultad de
adaptación. El ejercicio, la práctica y la observación desarrollan nuestras posibilidades y crean
en nosotros reflejos que entrañan el ahorro de gestos, esfuerzos y cansancio. Esto es lo que se
define como “formación profesional”.

Formación del razonamiento y del juicio.- Debemos comprender en primer lugar lo


que nos dicen y las órdenes que debemos llevar a cabo.

La comprensión es la captación de las ideas; una orden dada por una enfermera debe
ser ejecutada de una manera precisa, sin precipitación; no se trata de hacer las cosas “a tontas
y a locas”.

La primera etapa es la comprensión, analizando cada palabra de la frase, releyéndolas,


matizando su significado. Después de la comprensión viene la reflexión, que es el análisis
lógico de la orden. Reflexionamos, es decir juzgamos si la orden dada es viable, si es lógica y
si nuestra interpretación no es errónea.

101
Ejemplo:
Creemos haber entendido: “levante al n.º 6”; comprendemos este aviso, cuya
expresión es clara.

Si resulta que el ocupante de la cama n.º 6 es un enfermo comatoso o inconsciente,


debemos deducir que esta orden no es lógica. Esto nos conduce a definir la palabra lógico; es
lógico lo que es razonable.

Si la cama del nº 10 está ocupada por un paciente que puede levantarse por sí mismo,
es probable que hayamos cometido un error de audición y de comprensión; la orden hacía
referencia a la cama nº 10. Deducimos que hemos recibido mal la orden y nos lo hacemos
confirmar; efectivamente la orden se referirá a la cama n.º 10.

Reflexionemos sobre las etapas de nuestro razonamiento que traduce nuestra


capacidad de comprensión (un torpe habría querido ejecutar la orden y habría fracasado ante
la imposibilidad).

Ante todo la comprensión de la orden, después la reflexión sobre su significado,


comparación entre lo que es posible (levantar a un convaleciente) y lo imposible (levantar a
un comatoso).

De ello resulta una deducción lógica: se trata de una mala interpretación que
solicitamos sea corregida.

Es evidente que todo acto, gesto, toda administración de medicamentos, entran en el


cuadro de la terapéutica, por lo que si son mal interpretados existe el riesgo de graves
consecuencias; la auxiliar de enfermera debe utilizar su buen criterio y lógica en la ejecución
de su profesión y saber medir, con sentido común la trascendencia de su papel y de sus actos.

Estas mismas cualidades deben intervenir en la observación el enfermo. Entre el


personal de enfermería, la auxiliar de enfermera es el elemento sanitario que está más
directamente en contacto con el enfermo; le corresponde observarlo y comunicar los frutos de
estas observaciones a la enfermera. Esta observación permanente, atenta, casi refleja, debe
estar entrenada hasta volverse inconsciente, y todos los sentidos deben participar en ella.

102
LA VISTA. LA AUDICIÓN. EL OLFATO
La percepción visual permite reparar en la actitud del enfermo en la cama, la
actividad, el comportamiento, la coloración de la cara, el ritmo respiratorio.

Por lo tanto el celador utilizando el razonamiento y la intuición puede observar por


ejemplo: “este enfermo parece cambiado, está alterado, tiene cara de cansado, su respiración
es anormal”, o “este enfermo no ha comido, ha descuidado su aseo”.

El menor síntoma anormal de la conducta del enfermo debe ser anotado y señalado.

La percepción auditiva exige igualmente un adiestramiento. Por supuesto no se trata


de que el celador “escuche los ruidos cardiacos”. No es preciso insistir en que cualquier ruido
que sobrepase lo normal, cualquier conversación en voz alta, la intensidad exagerada en el
tono de un transistor que incomode a los demás enfermos, deben ser percibidos y suprimidos.
La percepción auditiva sobre la que queremos insistir es aquella que tiene una incidencia
terapéutica.

Citemos algunos ejemplos:


Vigilancia de un operado recién salido del quirófano.– Ha sido colocado en
posición lateral para evitar la entrada de mucosidades en las vías respiratorias hasta que
despierte. La respiración debe ser regular, libre; un gorgoteo, estertores, una modificación del
ritmo respiratorio alertarán al celador, que sospechará la existencia de un obstáculo en la vía
respiratoria y actuará en consecuencia, avisando a la enfermera o al anestesista.

Modificación del tono de la voz.– Un enfermo que el día anterior tenía una voz clara
adquiere bruscamente un tono grave, una voz bitonal, dificultad de la elocución, un trastorno
del lenguaje. Se puede tratar de signos neurológicos, que deben ser comunicados con
prontitud.

También deben ser tenidos en cuenta los gemidos, lamentos y gritos en un enfermo
habitualmente pacífico.

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Ruido anormal, caída.– Un enfermo inconsciente, semicomatoso o paralizado puede
deslizarse o caer de la cama sin poderse levantar.
Un orinal o recipiente ha podido caerse y romperse.

La percepción olfativa también interviene tanto para captar el aliento alcohólico del
enfermo que bebe a escondidas, abastecido por visitas no advertidas o por cómplices. O el
aliento acetónico que huele a manzana de un diabético que ha roto el régimen; o el olor
fecaloide de ciertos vendajes o más simplemente sábanas manchadas por un enfermo que
sufre incontinencia; o de un viejo imposibilitado.

Todas estas percepciones finalmente son formas de detectar, que caracterizan “el
espíritu de observación”.

La observación se dirige hacia la actitud del paciente. Su posición en la cama, su


estado de agitación; o por el contrario su actitud inerte o pasividad inhabitual.

Sobre el comportamiento: gestos, palabras, aceptación o rechazo de los cuidados,


inquietud, desmoralización, agresividad.
Sobre el aspecto, la facies. - Cara colorada o excesivamente pálida.
Sobre las funciones fisiológicas. - La copa de orina, orina rara, abundante o de
coloración anormal.
Las heces. -Ausentes, frecuentes, diarreicas, sangrantes, fétidas, etc.

EDUCACIÓN DE LOS GESTOS


La obligación de cuidar a los enfermos a veces débiles, siempre inquietos o de
equilibrio fisiológico inestable, exige a la auxiliar de enfermera rapidez, precisión y
delicadeza en la ejecución. De ahí el interés de la educación del gesto.

El gesto es el acto físico mediante el cual se realizan: colocar para levantar, desplazar,
sostener, aliviar o sujetar.
Colocar una sábana, cambiar un travesero, poner un orinal.
El gesto debe ser preciso: sin duda, sin titubeo. Toda maniobra en falso agrava el
cansancio y el sufrimiento del enfermo.
El gesto debe ser rápido, pero llevado a cabo sin brusquedad.

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La rapidez acorta el tiempo de las molestias, pero no significa precipitación.
El gesto debe ser seguro, razonado y reflexionado

La destreza manual es la adquisición de todas estas cualidades, permitiendo su


realización como un reflejo condicionado.

El celador debe entrenarse en repetir los gestos de los cuidados para adquirir soltura.

La brutalidad, la brusquedad y la torpeza tienen como consecuencia el sufrimiento del


enfermo. Debe procurarse no oír “usted me hace daño”.

Debe imprimirse a los movimientos suavidad, delicadeza, armonía, sincronizarlos


perfectamente con la compañera cuando los cuidados se hagan entre dos y asegurarse de la
comprensión y de la cooperación de aquel que los sufre.

La educación de los gestos tiende a hacer adquirir:


El orden, la minuciosidad y el cuidado. Se desperdicia mucho tiempo cuando el
celador no tiene programado su plan de trabajo:
- un plan de trabajo significa economía de tiempo;
- el cuidado conlleva un orden y una economía de tiempo. "Un sitio para cada cosa y
una cosa para cada sitio."

Saber de una manera precisa dónde se encuentran las sábanas, los traveseros, las
almohadas, los instrumentos, vendajes.

Saber dónde se coloca la ropa sucia, sin manchar la ropa limpia y sin cambiarla de
sitio.

La minuciosidad en el lavado es indispensable. Seguir un orden, de un sentido al otro,


siempre el mismo.

El orden y la minuciosidad en los cuidados de limpieza son un ahorro de esfuerzos.

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Primero los orinales, los orinales planos, después los cambios higiénicos, los cuidados
a los enfermos, la limpieza en el mismo orden –asiento, cara, cabello; jabón, talco, alcohol,
compresas perfectamente ordenadas. No dudar en seguirlo.
No interrumpir un cuidado empezado, salvo en caso de urgencia.

LA EDUCACIÓN DEL CARÁCTER


La disciplina de los gestos, el método en el trabajo implican la educación del carácter
para obtener la mejor eficacia. La protesta injustificada de un enfermo que teme un
tratamiento, la agresividad hasta la insolencia de un paciente no deben indisponer al celador.
A ella se le ha confiado un ser que sufre. Debe comprenderle, ayudarle, ser “humana” en el
sentido más amplio de la palabra y saber dominar su contrariedad.

De la misma manera deberá dominar su repugnancia ante ciertos tratamientos íntimos


(ano contranatura), ciertos olores fétidos, aspectos repugnantes de ciertas úlceras.

Controlar también sus emociones frente re a ciertos sufrimientos, ciertas injusticias


familiares o sociales. El celador no es un juez de la vida, de sus contradicciones y sus
desórdenes. Su papel es ayudar, aliviar sin manifestarlo, sin que sus palabras o sus gestos
manifiesten opiniones o sentimientos.

Por lo tanto debe adaptarse a las está en un servicio de geriatría, de enfermos, niños o
adultos. Todo ser humano merece piedad o amor, su papel principal es actuar en
consecuencia.

Si su amabilidad, su rapidez de actuación, su abnegación no son reconocidos por los


pacientes contestatarios o exigentes, no revelará su contrariedad y continuará con
perseverancia cumpliendo la profesión que ha escogido. Por supuesto, las exigencias de la
profesión son poco compatibles con la vida familiar y está mal remunerada económicamente.

Llama la atención que la condición religiosa está notablemente ligada a la vida


hospitalaria; pero cada día hay menos religiosos...

Por otra parte, muchas personas laicas están influenciadas por ideas falsas propagadas
por los periódicos, la radio, el cine, los anuncios y los discursos demagógicos. El sacrificio

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perseverante, el desinterés, el buen criterio, la noción de lo que es posible o imposible y la
necesidad del esfuerzo son a menudo mostrados como vestigios de otra época. No es fácil
poner de acuerdo las necesidades de un hospital con las conveniencias de cada uno de los
miembros del personal. Sería necesario modificar los horarios, aumentar las remuneraciones y
multiplicar las ventajas materiales.

II.- MÉTODOS DE TRABAJO

No se estudian en un manual pero se adquieren cotidianamente en el trabajo, en un


servicio público o privado.

TÉCNICAS DE ADQUISICIÓN Y DE ASIMILACIÓN


Es inútil repetir que hay que saber leer un libro. Tanto en lo que se refiere al orden de
los capítulos, como en la utilización del índice alfabético de material y del vocabulario; hay
que esforzarse en retener, como recordatorio, los encabezamientos de los capítulos, las
palabras en caracteres gruesos, en cursiva, a través de las cuales el autor ha querido subrayar
sus ideas. El oyente que asiste a un curso oral debe saber tomar notas. No Se puede retener de
memoria todo lo que el conferenciante expone; las notas tomadas deben ser claras, breves,
fáciles de releer; por lo tanto escritas con cuidado, dejando márgenes para las omisiones. Se
señalarán los puntos principales sobre los que el conferenciante insiste y se evitará perderse
en lo accesorio.

El alumno debe comparar las notas tomadas con los apuntes e otros oyentes. Una vez
la clase haya terminado, cuando los apuntes sean releídos, escribirá en su casa los
encabezamientos de los capítulos o las referencias para facilitar el repaso.

Hacer fichas.– Puede suceder que varios conferenciantes aborden un mismo tema.
Ejemplo: un conferenciante hablando sobre camas, expondrá lo que es un colchón antiescaras;
otro conferenciante hablando sobre las cualidades de la piel completará nuestros
conocimientos sobre el masaje y la movilización en la prevención de las escaras.

Si se ha preparado una ficha:


ESCARAS: clasificada en la letra E, deberá incluir en esta ficha los datos recogidos en
las distintas clases, de está manera se agruparán todos los conceptos relativos a dicho tema.

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Esto nos lleva a considerar los métodos de búsqueda rápida de un dato o un
documento, tanto si se trata de buscarlo en un diccionario o en una biblioteca. Toda
clasificación se basa en una ordenación, la más corriente es por orden alfabético. Cuantas más
sean las fichas se deberán desdoblar y multiplicar las letras; la clasificación más simple A-B-
C, etc., será sustituida por una nueva clasificación utilizando dos letras:
A Ad Ag Am At
Ba Bi Bo Bu

La asociación de las dos letras está calculada por los especialistas en función a la
frecuencia de las palabras.

También se puede utilizar la clasificación por 3 o 4 letras.


Así están clasificadas las historias de los enfermos que deben ser archivadas después
de ser dados de alta y fácilmente localizadas en caso de ser solicitadas para un informe
médico o en el caso de un reingreso.

- Una utilización adecuada exige una lectura rápida y reflexiva. Algunos adolecen de
escasa claridad o de utilizar términos específicamente médicos.
De ahí la necesidad de que el celador conozca bien el léxico normal y el hospitalario.

El conocimiento de estos términos es útil para que el celador pueda realizar un informe
oral o escrito sobre las observaciones que haya podido obtener relacionadas con un enfermo;
para responder con precisión a las preguntas de la enfermera o para efectuar la transmisión de
las órdenes cuando sea remplazada por un compañero al término de su turno.

Ejemplo: En caso de escaras, algunos enfermos deben ser movilizados, es decir,


cambiarles de posición cada 2 horas, el celador que termina su turno debe informar no sólo de
la hora del último cuidado (masaje y movilización), sino también de la posición (decúbito
lateral derecho o izquierdo do, decúbito prono o supino).

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TEMA 10: LA CAMA.

I. -LA CAMA DEL ENFERMO.


- Emplazamiento de la cama.
- La cama del hospital.
- La cama metálica Dupont.
- La cama mecánica articulada.
- La cama ortopédica.
- La cama del parapléjico.
- Los accesorios de la cama.
- Los colchones.
- Ropa necesaria.

Emplazamiento de la cama.– La cama debe ser accesible desde tres lados, con el fin
de poder cuidar al enfermo desde derecha e izquierda, o de que dos enfermeras puedan
levantar, cada una desde un lado, al enfermo.

No se colocará nunca la cama debajo de una ventana o muy cerca de una puerta, pues
resultaría entonces demasiado difícil proteger al enfermo contra las corrientes de aire.

La fuente de luz no debe estar nunca delante de la cama, pues la luz recibida de lado es
menos fatigosa.

La cama de hospital es de tubos de hierro huecos, fácilmente lavable, fácil de


desinfectar, pintada de color claro y agradable a la vista, y de conservación fácil.

Las dimensiones están estudiadas para el bienestar del enfermo y la práctica de los
cuidados: 1,90 a 2 m de longitud, 0,80 a 0,90 m de anchura, altura sin colchón a 0,70 m,
quedando así el enfermo acostado a 0,80 m. La cama va provista a veces de ruedecitas (que
son bloqueables), lo cual la hace manejable y permite desplazarla (aspiración, oxígeno).

La cama va provista de un somier metálico de láminas o de muelles silenciosos, el


rechinamiento de los muelles molestaría el descanso de los enfermos y de los vecinos.

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La cama metálica, con dos tomos de manivela, está formada por un chasis de tubo de
acero, montado sobre unas ruedecitas que rodea la cama del enfermo; las partes anterior y
posterior de este chasis llevan cada tina un torno de manivela. Estos dos tornos están unidos
por una barra de acoplamiento, que lleva en cada uno de sus extremos un desembrague que se
acciona mediante un botón. La manivela se coloca indistintamente en uno o en otro torno. El
enfermo descansa sobre una hamaca rígida, formada por un marco de hierro con cinchas
transversales. Si se coloca la manivela en el torno del lado de la cabeza, se levanta al enfermo,
según la posición que se dé al botón de desembrague, sea por la cabeza y los pies al mismo
tiempo (posición horizontal), sea por la cabeza únicamente (posición declive, cabeza alta).

Colocando la manivela sobre el torno del lado de los pies, se levanta al enfermo bien
por la cabeza y los pies a la vez (posición horizontal), bien únicamente por los pies (posición
declive, cabeza baja).

Para aplicar los cuidados necesarios, se iza el cuadro hasta la altura conveniente. Se
deshace la cincha correspondiente a la región que se quiera curar. Se puede aprovechar el
momento para cambiar las sábanas, mantas, o cualquier ropa que tenga el enfermo.

La instalación puede hacerse con un marco de hierro y una hamaca de cinchas o una
hamaca de dril, para transportar al enfermo de la cama al sofá.

La cama mecánica. -En la cama mecánica articulada, el somier metálico está formado
por segmentos móviles. Se puede inclinar cada uno de los segmentos con la ayuda de una
manivela, considerando el segmento que corresponde a la cabeza, el que corresponde a la
espalda y la pelvis, y el que corresponde a las extremidades inferiores. Así el enfermo puede
colocarse en decúbito o en posición de Fowler (Fig. 1).

Fig. 1.– Cama articulada. Cambio de posición


del elemento inferior por cremallera móvil.
Los cuatro pies telescópicos de ajuste especial
permiten todas las posiciones longitudinales,
transversales, a alturas diferentes.

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La cama ortopédica de Judet.– Se utiliza para los sujetos que sufren fracturas o
parálisis de las extremidades.

Tiene un marco que sujeta varias varillas situadas por encima de la cama.
Estas varillas llevan poleas por las cuales pasan las cuerdas.
En uno de sus extremos, la cuerda lleva una cincha forrada que se fija al tobillo, por
ejemplo.
Por el otro extremo, la cuerda termina en una empuñadura al alcance del enfermo.
Si se hace tracción sobre esta empuñadura, se levanta el tobillo y la extremidad que
interese levantar.
El juego de las distintas cuerdas permite asegurar la reeducación y la movilización de
las extremidades.

La cama del parapléjico (fig. 2).

Fig. 2.- Cama de parapléjico. El plano de


reposo está constituido por elementos de
goma: bloques Dunlopillo de alvéolos
intercambiables. Moviéndolos se puede sacar
peso a un segmento determinado del cuerpo.
Un cuadro metálico rectangular pasa por
encima de la cama, con lo cual se puede
colgar un soporte regulable y una polea con
pesos para mecanoterapia. En Maury Rias,
Expansión Scientifique.

Accesorios de la cama.
Soporte, susceptible de adaptarse a la cabecera de la cama, para la administración de
líquido a perfusión, etc.

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Pupitre.- Respaldo regulable formado por un marco metálico o de madera con un
armazón o con cinchas; colocado a 45º, permite que el paciente encamado se siente en
posición de Fowler.

Barra de tracción.– Se pide muchas veces al enfermo para el lavado o para curarlo,
que se levante arqueándose. Algunos enfermos sólo pueden hacerlo con la condición de poder
agarrarse con las manos a algún punto de apoyo, tirando entonces con los brazos para poder
levantar el cuerpo. Así se coloca por encima de algunas camas una barra de tracción a la que
el enfermo debe poder agarrarse con las manos.

Banda de cuero que se ata a la barra superior del pie de la cama. Constituye una
ayuda para el enfermo.

Cuñas-tope.– Están siempre acolchadas; permiten colocar al enfermo en ciertas


posiciones e impiden que resbale.

Arco.– Para evitar el roce de la sábana con el cuerpo.

Rejas de seguridad para camas de niños.

Protector lateral (fig. 3).

Fig.3.– Cama metálica con barandilla lateral


amovible.

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Tablas almohadilladas: se colocan a los lados de la cama.

Centinelas de cama para pacientes agitados; bolsillos de polietileno hinchados de aire


y colocados a los lados.

Portacuña, soporte de bolsas urinarias, soporte de sueros (figs. 3 y 4).

Timbre.- El paciente deberá tener un timbre a su alcance. Si se encuentra aislado es


conveniente que disponga igualmente de una pera eléctrica que le permita encender una
lámpara detrás de él.

Fig.4.– Cama de ruedas con superficie articulada Fig.5.– Dispositivo con elementos amovibles
móvil y portabandeja.

Los colchones.- Los colchones pueden ser de crin, de lana, neumáticos, o


preferentemente de espuma de látex, sin que se hundan, ni demasiado blandos ni demasiado
duros. Se emplean todavía miraguano, fuco y salvado. El colchón va cubierto con una lona
sólida. Debe ir envuelto en una funda impermeable. En efecto, está destinado a que
numerosos pacientes lo utilicen durante el año, y entre estos pacientes algunos podrían
ensuciarlo si no estuviera protegido de esta manera, y entonces se deterioraría demasiado
aprisa por la acción de la humedad. En los hospitales se emplea, además, un hule para
protegerlo mejor. Cuando se hace la cama del enfermo en su ausencia y se airea el colchón, no
se le debe doblar nunca en dos, sino que se le dará la vuelta por completo. Debe también
evitarse doblar el colchón cuando se transporte para enviarlo a la desinfección. Debe ser
transportado plano sobre una camilla de ruedas.

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Para algunos enfermos existen unos colchones que orinal sin movilizarlos,
acondicionando un espacio vacío a nivel del asiento: colchón para incapacitados o
incontinentes (fig. 5). Este dispositivo se compone de cuatro elementos; se coloca sobre el
somier de una cama normal.

Colchón “alternating” o antiúlceras.- Dos motores silenciosos dirigen un


compresor-descompresor que hincha y deshincha alternativamente los dieciocho tubos
neumáticos que constituyen este colchón. Los tubos de número par se encuentran hinchados
cuando los tubos de número impar se encuentran deshinchados. Cada cuatro minutos, el ciclo
se invierta automáticamente.

El fin del colchón alternating es el de prevenir las complicaciones debidas a la


inmovilización.

Evita la presión, desplaza los puntos de apoyo y realiza un verdadero masaje continuo
(fig. 6).

Fig.6.– Colchón alternante

INSTALACIÓN DEL COLCHÓN ALTERNATING.– Colocar una tabla bajo el


colchón si éste no es de muelles.
- Colocar el alternating sobre una sábana o directamente sobre el colchón.
- Ribetear el alternating por sus dos extremos.
- Colocar el motor debajo de la cama, sobre un aislante.

114
- Conectar los dos tubos al motor.
- Conectar el motor al voltaje adecuado.
- Comprobar el buen funcionamiento del aparato (el colchón se hincha en 10 minutos).
- Colocar una sábana o ropa equivalente.
- Acabar de hacer la cama.

PRECAUCIONES QUE SE DEBEN TOMAR.- Durante la instalación:


- comprobar él buen estado del colchón;
- hinchar el colchón antes de acostar al enfermo encima;
- no se debe colocar más que un solo grosor de tejido entre el colchón y el paciente.

Durante la utilización: colocar un letrero para señalar su presencia;


- tener cuidado con los alfileres;
- comprobar su buen funcionamiento;
- no desconectarlo si el enfermo se encuentra acostado en él;
- comprobar si el enfermo presenta alergia a la goma.

Después de utilizarlo: lavarlo con agua y jabón, enjuagarlo, y después secarlo y guardarlo.

INDICACIONES. - Enfermos inertes.


- Paraplejías, hemiplejías.
- Poliomielitis, comas, mal de Pott, operados graves, fracturas (p.ej., del fémur y del
raquis).
- Intervenciones de neurocirugía, insuficiencias cardiacas, estados graves en cama.

El colchón alternating puede ser una ayuda preciosa para evitar las úlceras, pero no
puede reemplazar la prevención de las mismas.

Colchones de agua y almohadas de agua y de bolas de poliuretano.- Los colchones


de agua para el tratamiento o prevención de las escaras permiten repartir las presiones sobre
una gran superficie, reduciendo de esta manera los apoyos locales.

En cojines de materia plástica muy espesa y resistente, la mayoría de su volumen se


ocupa con bolas de poliuretano expandido, de un diámetro de 2 a 5 mm. La cantidad de agua

115
que se añade sólo representa el 10% de la cantidad de agua que se requiere para rellenar un
colchón de agua ordinario, o sea de 10-12 litros solamente, en lugar de los 100 litros en los
que no tienen bolas. Una cama puede estar equipada con 2 o 3 cojines (fig. 7). Estos cojines
se pondrán encima del colchón normal e irán cubiertos de una sábana. El agua para el
rellenado deberá colocarse a una temperatura de 30º; cuando el agua se enfría, las bolas, al ser
menos densas, se sitúan en la superficie del agua, formando una capa isotérmica que impide la
sensación de frío.

Fig. 7.– Cojines de agua y de bolas.

Cama fluidificada.- Se compone de una cuba metálica que contiene esferas de


cerámica muy pequeñas, que forman un polvo parecido a la arena, y a través de las cuales
circula una corriente de aire, imperceptible por el enfermo El paciente “flota” en una piscina
seca en un estado de verdadera ingravidez. La prevención de las escaras es absoluta, sea cual
sea el estado de desnutrición, de insuficiencia respiratoria y de peso del paciente. La
evolución de la escara se frena, igualmente, sea cual sea el grado alcanzado. La ventilación
disminuye la humedad y el calor locales, frena la infección sin llevar, al parecer, su
proliferación a distancia.

Se describen dos inconvenientes, para la cama “fluidificada”: su precio y su increíble


confort que tiene el riesgo de crear verdaderas dependencias.

CAMA Y LENCERÍA
Sábanas.- Las sábanas son de un tejido no rugoso, de tela de lino o de algodón, o de
mezcla, sin costura en el centro, de 3,15 por 2 m; se cambian desde el mismo momento en que
el enfermo las ensucia o incluso las moja para evitar que la piel se macere, Se coloca a
mentido debajo del asiento del enfermo una sábana pequeña (de tela suave al contacto, sin

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costura, de 2 m por 0,90 m). Esta sábana es más fácil de quitar que la sábana normal si se
ensucia, y si se la retira enseguida, se habrá protegido la sábana mayor.
Precisemos que cuando se quitan las sábanas, fundas de almohadas o (le cuadrantes
para enviarlas a la colada, se las pone en una bolsa cerrada.

Hules impermeables de 0,90 m por 1,50 m, para proteger la sábana inferior por
debajo.

Almohadas y cojines.- Las almohadas son de crin o de plumas. Es interesante


disponer de almohadas pequeñas que se utilizan como cojines para sostener al enfermo en
ciertas posiciones. Las fundas de las almohadas son de tela fina. San preferibles las fundas
con cintas en la abertura o las fundas de plástico a las fundas con botones. Existen también
almohadas de espuma de nilón o neumáticas.

Traveseros.- Pueden ser de crin, plumas o plástico con funda de protección.

Mantas.- Las mejores mantas son las de lana, lo cual permite que sean calientes y
ligeras a la vez; preferentemente de color claro para dar alegría a la habitación y para que la
más mínima suciedad resulte visible y puedan limpiarse fácilmente. Se recomienda la lana
blanca, La manta que quede entre la sábana superior y su reverso no debe estar nunca en
contacto con el enfermo. No se la debe dejar en el suelo cuando se hace la cama. Las mantas
de la cama no se utilizan para envolver al enfermo cuando se le transporta. Se emplean
entonces mantas de algodón blanco, llamadas mantas de baño, lavables. Las mantas llevan a
menudo la marca del servicio.

Cubrepiés o cubrecamas.- Son de un tejido fácilmente lavable. El cubrecama no se


debe colocar más que en camas no ocupadas, pero preparadas para recibir al enfermo.

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