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http://the-steam-engine.blogspot.com/2014/02/el-tiempo-en-sus-manos-time-machine-1960.html
Según los historiadores son varias las revoluciones que han trasformado a la escritura, a
la lectura y a los libros a lo largo de los siglos desde ese lejano siglo V a. C. de los griegos.
La invención del libro fue una gran revolución cultural. Claro que la escritura y, por
supuesto, su lectura, se desarrollaron muchos siglos antes que el libro, pero sus usos y
utilidades estaban relacionados con otras actividades diferentes a la producción, a la
conservación y a la divulgación del conocimiento y del saber o a la de proporcionar placer
estético. Como dije antes, esta revolución sólo se presentó cuando los escritores y
comerciantes griegos descubrieron que con la publicación de sus escritos y la venta de sus
libros, sus usos y utilidades serían mayores y lucrativas. Como para pensar en Karl Marx.
Sin embargo, otra explicación puede ser igualmente iluminadora. Yuval Noah Harari
explica en su libro Homo Deus el por qué el invento de la escritura y del dinero por parte
de los sumerios significó superar las limitaciones del cerebro para procesar datos:
“Este obstáculo se eliminó finalmente hace unos cinco mil años, cuando los
sumerios inventaron a la vez la escritura y el dinero. Estos hermanos siameses
(nacidos de los mismos progenitores en la misma época y en el mismo lugar)
quebraron las limitaciones del cerebro humano para procesar datos. La escritura y
el dinero hicieron posible empezar a recaudar impuestos a centenares de miles de
personas, organizar burocracias complejas y establecer reinos extensos”.
(Yuval Noah Harari, Homo Deus, Parte II, Homo sapiens da sentido al mundo, 4.
Los narradores).
Harari también propone un interesante modelo de la evolución en el procesamiento de
datos que recomiendo leer. Ver en particular, en su libro Homo Deus, el capítulo 11, La
religión de los datos.
Hay que considerar que la revolución sumeria tendría que esperar más de dos mil
quinientos años hasta el invento de los griegos para que se convirtiera el negocio de la
escritura, de la lectura y de los libros en una mayor evolución en la generación y
procesamiento de información, conocimiento y saberes. Porque en la revolución de los
griegos se combinan una serie de elementos y circunstancias que trasformarán el
desarrollo de la cultura, la civilización y la humanidad hasta ahora. Pues, a diferencia de la
sumeria, fue más allá de la solución a las meras necesidades cotidianas de la economía
doméstica, de las actividades del gobierno y de la conservación del culto y asuntos de las
religiones. Además, el invento de los griegos fue más universal, porque, por un lado, su
materia eran las creaciones de la imaginación y el pensamiento y, por el otro, estaba al
alcance de todos. Y, para completar el cuadro, hizo de la escritura, la lectura y los libros, un
negocio y un mercado de un producto por si mismo, el que, además, era en buena parte
intangible.
Lo que hay que destacar es que hasta el siglo V a. C., todavía predominaban en la vida
cotidiana la comunicación y la memoria oral, por lo que en Grecia, en primer lugar, se dio
el cambio de la trasmisión de saberes de forma oral a la escritura como forma de
comunicación, conservación y almacenamiento de la información y de los saberes por
medio de la escritura y en los rollos de papiros y pergaminos, lo que significó, no solo un
cambio económico, social, político, cultural, etc., sino también una evolución y
trasformación para el funcionamiento del cerebro. Otro punto es es el desarrollo de los
alfabetos a partir de los sonidos de la voz y de allí a su escritura, pero ese es otro tema
relacionado.
Como lo propuso Eric A. Havelock en su libro, Prefacio a Platón, la revolución griega
revolución supuso que en la trasmisión de la cultura se pasara del oído al ojo como el
sentido predominante en la adquisición de conocimientos y saberes. Y, en consecuencia, el
que la civilización comenzara a formar a sus ciudadanos en la habilidad de la escritura y la
lectura, para que de allí se desarrollara un amplio mercado de escritores que quisieran
escribir libros y de muchos lectores que quisieran comprarlos.
Lo otro a tener en cuenta y que ha sido importante hasta la actualidad, son las formas
como los lectores realizan su lectura. Una, la lectura en voz alta, para sí mismo o para
otros. Dos, la lectura silenciosa y visual, esa que según San Agustín le impactó cuando veía
leer a San Ambrosio, pero de la que existen testimonios ya desde la Grecia del siglo V a. C.,
tal y como lo explica el neurocientífico Antonio Damasio en la cita anterior.
Pero, además de la historia y las reflexiones de la filosofía y las ciencias sociales sobre la
escritura y la lectura, en los últimos tiempos han sido los neurocientíficos los que se han
propuesto descubrir ese maravilloso y complejo mecanismo evolutivo y cerebral que ha
hecho del Homo sapiens lo que ahora es y, más asombroso, en lo que podría llegar a ser.
He aquí lo que dice el neurocientífico Stanislas Dehaene:
“En completa oposición con el modelo de la ciencia social estándar, según el cual
la cultura se pasea gratuitamente por un cerebro-pizarra en blanco, la lectura
demuestra que la cultura y la organización cerebral están ligadas
inextricablemente. A lo largo de su larga historia cultural, los seres humanos
descubrieron poco a poco que podían reutilizar sus sistemas visuales como medio
sustituto de entrada de la lengua, y llegaron así a la lectura y a la escritura.
También voy a discutir brevemente cómo otros rasgos culturales humanos
importantes podrían someterse a un análisis similar. La matemática, el arte, la
música y la religión también pueden considerarse dispositivos evolucionados,
moldeados por siglos de evolución cultural, que han invadido nuestros cerebros de
primates.
(Stanislas Dehaene, El cerebro lector: Últimas noticias de las neurociencias
sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia, Buenos Aires: Siglo
Veintiuno Editores, 2014, p. 23.
El apocalipsis digital
Ahora, propongo que las grandes revoluciones de la escritura, la lectura y los libros son:
la primera, el paso de lo oral a lo escrito; la segunda y la que se está sucediendo en la
actualidad, es el paso de lo escrito a lo digital. En otras palabras y de acuerdo a lo dicho
atrás, del oído a los ojos y, ahora, de los ojos al cerebro.
Llegará el momento en el que toda trasmisión de información y de comunicación de
productos del pensamiento y de la imaginación se realizará de cerebro a cerebro o de
dispositivo digital a cerebro y viceversa y nuestra memoria se ampliará con dispositivos
exocerebrales, al igual que nuestra capacidad de procesamiento de información en
circuitos que van de individuo a individuo y de estos a colectivos de individuos dispersos
por el mundo, así como a dispositivos de procesamiento y almacenamiento de información
masivos. De alguna manera nos convertiremos en los ciborgs de los que habla ya la ciencia
ficción y con los que los científicos ya realizan algunos experimentos.
Pero también son dos las revoluciones en cuanto al formato del libro. La primera, a
finales de la edad antigua y principios de la edad cristiana, cuando se introdujo el formato
de códice para remplazar a los rollos por el formato que que perdura hasta ahora cuando se
está iniciando la segunda revolución en el cambio de formato de los libros del códice al
dispositivo digital, un cambio aun en transición.
Para 1984, cuando William Gibson publicó su novela Neuromante, tanto la ciencia como
la ciencia ficción ya hablaban de los ciborgs, término acuñado por Manfred E. Clynes y
Nathan S. Kline desde 1960 y ya era aceptado en todos los ámbitos. Sin embargo, la
novedad en la novela de William Gibson no era la posibilidad de que se desarrollaran ese
tipo de seres compuestos de organismo y máquina, sino la posibilidad de conectar a los
humanos con los aparatos cibernéticos en el ciberespacio, la existencia de una red de
conexiones y la existencia de una matriz. Es en la novela de William Gibson que se utiliza
por primera vez el concepto de ciberespacio y que él mismo se encargó de definir:
«El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por
billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se
enseña altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la
información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano.
Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la
mente, conglomerados y constelaciones de información. Como las luces de una
ciudad que se aleja... » (William Gibson, Neuromante, )
Diez años después, en una entrevista, el mismo autor agregó:
“[El ciberespacio] es una metáfora que nos permite comprender ese lugar en el
que, desde aproximadamente la Segunda Guerra Mundial, venimos haciendo
crecientemente muchas de las cosas que consideramos civilización [...] cuando la
gente usa Internet, es cuando está más obviamente navegando en el ciberespacio.
Al usar Internet entras a un territorio en el cual la geografía ya no existe (Josefsson,
1994. La traducción es mía)” (Citado en: Neuromante: el futuro que llegó, Israel
Alatorre Cuevas).
Ilustración del comic sobre la novela de William Gibson, Neuronate. Los dos personajes protagónicos: el
haker Case y la asesina Molly.
http://cinemania.elmundo.es/noticias/tim-miller-deadpool-nuevo-director-al-asalto-neuromante/
Ya estamos en los primeros pasos de ese escenario de ciencia ficción creado por William
Gibson. El negocio de la escritura y de la lectura ya está en el ciberespacio, solo que la
conexión cerebral a esa matriz aun está pendiente de los avances científicos y los
desarrollos tecnológicos que la harán posible.
Como están las cosas, ya pasamos la mayor parte del tiempo de vigilia conectados al
ciberespacio que en este momento ofrece la internet y sus aplicaciones a todos y cada uno
de los propietarios y usuarios de los nuevos dispositivos tecnológicos, pero con la
inconsciencia o la indiferencia al hecho de que ya no estamos conectados e interactuando
con otras personas, sino con Inteligencias Artificiales y siendo mediados por ellas, las que,
se supone cumplen nuestras ordenes y disposiciones y anticipan y satisfacen nuestras
necesidades materiales y afectivas, pero que en realidad disponen de nuestras emociones,
deseos, sentimientos, imaginación, pensamientos y anhelos en función de una directriz o
matriz que, también, se supone es controlada por algunas personas y con algunos fines
altruistas, pero que en realidad están evolucionando con una supuesta pero desconocida
finalidad.
Las profecías