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DERECHO CIVIL III

TEORÍA GENERAL DE LAS OBLIGACIONES


Aldo Molinari Valdés
Mónica Pérez Quintana

Raimundo Jara D.
Primer Semestre 2018

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Derecho Civil III
Clase 1. Miércoles 5/9/18

Teoría General de las Obligaciones


Introducción
Cuando uno hace un panorama general de esta teoría, estudiar esto importa todo el íter
obligacional.
Uno parte refiriéndose al concepto de obligación, luego las fuentes de la obligaciones, y luego las
clasificaciones de las obligaciones. Después, estudiaremos los efectos de las obligaciones, tema muy
relevante de esta catedra. ¿Qué clase de efectos puede tener las obligaciones? Pueden ser los
efectos de las obligaciones en el cumplimiento –en los que destaca la institución del pago efectivo
o solución, y además, destacan algunos sustitutivos del pago–; y pueden ser los efectos de las
obligaciones en el incumplimiento –destacando los remedios legales que la ley le da al acreedor
frente al incumplimiento del deudor, como el cumplimiento forzado de la obligación, la
indemnización de perjuicios, que puede ser determinada por la ley, por el juez, o por las partes–. Y
por último, este curso termina con la extinción del vínculo jurídico de las obligaciones –que destaca
prescripción extintiva y novación–.
Distinciones para llegar a un concepto de obligación.
Hay una distinción básica entre derecho objetivo y derecho subjetivo. El derecho objetivo es el
conjunto de normas y principios establecidos por el ordenamiento jurídico. El derecho subjetivo es
el conjunto de potestades o facultades que el ordenamiento jurídico les otorga a los particulares
para que regulen su esfera jurídica. El derecho subjetivo puede ser patrimonial o extra patrimonial.
El primero son aquellos que tienen una valoración pecuniaria, es decir, pueden ser avaluados en
dinero. Los extra patrimoniales no tienen una valoración pecuniaria, destacando principalmente el
derecho de familia.
En cuanto a los derechos subjetivos patrimoniales, se distinguen entre derechos reales o personales.
Los derechos reales, en virtud del art. 577 del CC, son aquellos que se ejercen respecto a una cosa.
El derecho real más relevante en materia civil es el dominio o propiedad. Los derechos personales
son aquellos que se ejercen respecto de una persona determinada, denominada deudor que, según
el Código Civil, es tal por el sólo hecho de suscribir obligaciones.
Diferencias entre derechos reales y derechos personales.
Las estructuras de estos derechos son distintos. En los reales hay una cosa y una persona, es decir,
hay un sujeto activo y la cosa; no hay sujeto pasivo determinado, no obstante la comunidad en
general, por eso es que es indeterminado. En cuantos a los derechos personales, se observan tres
cosas en su estructura: sujeto activo, acreedor; pasivo, deudor; y una prestación, que puede ser de
dar, hacer, o no hacer.
Cómo se protegen estos derechos. Los derechos reales se protegen por las acciones reales. En
cambio, los personales se protegen por las acciones personales. Y hay una diferencia fundamental
respecto a su estructura: la acción personal se dirige en contra del deudor; en cambio, la acción real
se ejerce en contra de cualquiera persona que haya afectado la cosa, y por cualquier persona que
tenga su poder sobre la cosa.

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El Código Civil enumera a los derechos reales en el art. 577: el dominio, el usufructo, la hipoteca, la
prenda, la herencia, uso habitación. Como el Código Civil los enumera, la doctrina dice que hay una
diferencia fundamental, en tanto los derechos reales son taxativos. Los derechos personales no
están enumerados. ¿Por qué? Porque emanan de la autonomía de la voluntad; las obligaciones de
las partes emanan de los contratos en virtud de la autonomía de las personas.
En cuanto al nacimiento de los derechos. Para que nazcan un derecho real requiere la concurrencia
de un título y de un modo.1 En cambio, un derecho personal nace de la suscripción del contrato.
En cuanto a su extinción. Los derechos reales dicen relación con situaciones jurídicas más o menos
estables en el tiempo. En cambio, las obligaciones se extinguen, en tanto las obligaciones se
contraen para morir; las obligaciones tienen una vida efímera. Y esto trae una consecuencia
fundamental entre ambas, que dicen relación con la prescripción extintiva. Si estamos en presencia
de un derecho real, como es el dominio, no basta con el plazo del tiempo para que se extingan las
obligaciones. Tratándose de los derechos personales, el paso del tiempo sí basta, ya que el sólo
trascurso del tiempo va a permitir la extinción de la obligaciones. Las acciones ordinarias personales
se extinguen por un plazo de 5 años, plazo que empieza a correr desde que la obligación se hace
exigible.
En materia de clasificación, tanto los derechos reales como personales se clasifican en muebles e
inmuebles, pero el criterio de clasificación es distinto en cada caso. Los derechos reales son muebles
cuando el derecho real recae sobre un bien mueble (valga la redundancia), y son inmuebles cuando
recae sobre un bien inmueble. En cuanto a los derechos personales, depende si la prestación es de
dar o es de hacer. Si es que la prestación es de dar –como la compraventa– cunado la cosa que se
da es mueble, el derecho personal es mueble; y si la cosa que se da es inmueble, el derecho es
inmueble. En cuanto a la prestación de hacer, en virtud de la ley, los hechos que se deben se reputan
muebles.
La doctrina española ha hecho un esfuerzo para sostener que las diferencias entre derechos reales
y personales no son tan claras como las que establece la doctrina tradicional. Existió un movimiento
doctrinario que criticó estas diferencias entre estos derechos, negando sus diferencias. Empero, hoy
en día, las doctrinas más acertadas, son aquellas que sostienen que los reales y personales son
distintas porque tienen distintos caracteres porque persiguen fines distintos. Pero con todo, hay
ciertas áreas –que son grises, en tanto no siempre las diferencias otorgan una división entre blanco
y negro– o hay ciertas diferencias que no son tan reales, que hacen más difícil distinguir si es que
estamos en presencia de un derecho real o de un derecho personal.
Clase 2. Viernes 7/9/18
Supongamos ciertos casos para poder ejemplificar y ver qué son estas áreas grises.
En primer lugar, supongamos un contrato de promesa de compraventa, por medio del cual, si se
cumplen ciertas condiciones, un parte promete comprar (María) y otra parte promete vender (Juan)
una determinada propiedad a un determinado precio. Suscriben el contrato, señalando la condición
que el contrato se suscribía tan pronto como la Municipalidad respetiva otorgara el certificado de
recepción definitiva de las obras. Y para adelantar un poco el tiempo –en tanto el Juan necesita plata
y María necesita la propiedad– anticiparon las prestaciones: Juan recibió el dinero y María recibió
la propiedad.

1
Diferencia entre contrato consensual y tradición.

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Pasa un tiempo, un año, y resulta que la Municipalidad respectiva no otorga el certificado de
recepción definitiva de las obras. Y esto significa que María y Juan no van a suscribir al contrato de
compraventa; es más, ni siquiera se llamaron por teléfono para ver qué es lo que va a pasar con esta
propiedad. En el intertanto, Juan le vende la propiedad a un tercero (Pedro). ¿Juan puede hacer
eso? ¿Puede vender la misma propiedad? O dicho de otra manera, ¿El hecho de que Juan suscribió
un contrato de promesa, infringe sus facultades de disposición? No, porque el contrato de promesa
de compraventa es un contrato en virtud del cual se obligan las partes (Juan y María) a hacer algo,
y por tanto, Juan no le transfirió el dominio a nadie. Así las cosas entonces, Juan le transfiere la
propiedad a Pedro, y este, siendo poco diligente, no investiga las condiciones de la propiedad, no
investiga si acaso la propiedad está vacía, pagando el precio Juan. Pero cuando llega a la propiedad,
se da cuenta que estaba María en esta. Frente a esto, ¿Qué es lo que Pedro podrá hacer para sacar
a Monserrat de su propiedad? Propiedad que le transfirió Juan, en tanto hicieron la tradición
mediante la inscripción de la propiedad en el Registro Conversador de Bienes Raíces (RCBR) a
nombre de Pedro. ¿Qué acción tiene Pedro para sacar a María de la propiedad? Uno podría decir
que procede una acción reivindicatoria (algunos sostienen esto). Pero en principio, el problema con
la acción reivindicatoria es que esta es básicamente la que tiene el dueño que no tiene la posesión
de la cosa. Pero tratándose de bienes raíces, la posesión es la posesión inscrita, y por lo tanto, el
dueño es poseedor en la medida que tenga la inscripción de la propiedad en el RCBR a su nombre,
y Pedro sí tiene inscrita la propiedad a su nombre. En consecuencia, no procedería la acción
reivindicatoria.
En realidad, lo que cabe es lo que se denomina acción de precario. Esta es una acción –regulada en
el art. 2195 del CC– que procede cuando otra persona está utilizando una cosa por mera tolerancia
e ignorancia del dueño y sin título alguno. Lo que ha ocurrido en la práctica cuando procede una
acción de precario, y siguiendo nuestro ejemplo, es que se le diría a María que tiene salir de la
propiedad porqué la está utilizando sin título alguno. ¿Es esto cierto? Había una promesa, por lo
que María podría decir que ella está usando la propiedad por una prestación anticipada que emana
del contrato de promesa de compraventa que suscribió con el profesor. Pero lo que estaría haciendo
María es oponiéndole el contrato de promesa a Pedro. En cuanto al efecto relativo de los contratos,
los contratos producen efectos para las partes contratantes y no para los terceros. Pero hay otro
efecto: el efecto expansivo, el efecto absoluto o reflejo de los contratos. ¿Y qué dice este efecto?
Que los contratos, como hechos jurídicos, deben ser respetados por cualquier persona; esto es lo
que va a hacer María, se defenderá por medio de esto, teniendo Pedro que respetar la situación
gracias al efecto expansivo de los contratos.
Cuando uno trae este tipo de casos a colación, en relación a la distinción de los derechos reales y
personales, siempre se dice que los derechos reales son absolutos, porque el sujeto pasivo es
indeterminado o bien, es toda la colectividad. ¿Por qué es toda la colectividad? Porque deben
respetar el derecho real del titular. Pero cuando uno analiza el efecto absoluto, reflejo o expansivo
de los contratos, la situación no es muy diversa. Lo cierto es que toda la comunidad también tiene
que respetar el contrato como hecho jurídico. Así como toda la comunidad debe respetar el dominio
como un hecho jurídico, también lo deben hacer con el contrato. Uno suele pasar estas cosas por
alto, pero en suma, hay caso en los cuales los derechos personales generan un efecto similar al de
los derechos reales, que es el efecto absoluto o expansivo de los contratos.
En segundo lugar, un ejemplo de áreas grises, ocurre con las llamadas obligaciones Propter Rem.
Estas son obligaciones de un sujeto pasivo ambulatorio. ¿Cuándo estamos en presencia de una
obligación propter rem? Cuando el sujeto pasivo –es decir, el deudor– va a cambiar. ¿Y quién es el
deudor de la obligación? Es normalmente aquel que tenga relación de propiedad o de posesión de

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la cosa. ¿Cuál será el caso más normal? Ejemplo de esto puede ser el pago de los gastos comunes
de un departamento. En suma, este tipo de obligación se trata de una obligación que grava la cosa.
El que sea propietario del departamento va a ser aquel que va a deber los gastos comunes. Por lo
tanto, con independencia de que la persona del propietario cambie, la obligación va a gravar a aquel
que sea propietario de la unidad (el departamento).
Ahora, ¿Qué tiene ver esto con la distinción de derechos reales y personales? Tradicionalmente se
dice que los derechos reales son absolutos. Y la acción que los ampara puede dirigirse en contra de
cualquier persona. ¿Por qué? Porque el titular del derecho real tiene el derecho de persecución,
pudiendo ejercer este en contra de quien sea que, en definitiva, tenga la cosa. Por eso es que en el
derecho real de hipoteca, si el deudor enajena la propiedad y alquilen la adquiere, la adquiere con
la hipoteca, porque esta es un derecho que grava la cosa, pudiendo el banco perseguirla respecto a
cualquier persona que la tenga, ya que es el titular del derecho real. Entonces, tradicionalmente se
dice que esto no pasa con los derechos personales, pero hay que tener cuidado, porque existen las
obligaciones propter rem, que se parecen mucho a los derechos reales, en el sentido de que va a ser
el deudor de esta obligación aquel que tenga una relación con la cosa.
En tercer lugar, existe lo que se denomina cargas reales. Estas son ciertas obligaciones que pueden
imponerse a un tercero en relación con un derecho real. Esto ocurre, por ejemplo, con el art. 823
inciso final del CC en materia de servidumbre.
La servidumbre es un gravamen que tiene un predio en beneficio de otro predio. Por ejemplo, una
servidumbre de paso; teniendo el predio dominante y el predio sirviente. Y la servidumbre es un
derecho real, ya que está contemplada en el art. 577 del CC que señala cuáles son los derechos
reales.
El inciso final del art. 823, señala que las servidumbres positivas imponen a veces al dueño del predio
sirviente la obligación de hacer algo, como la del artículo 842. Y este art. 842 se refiere a que debe
contribuir al cerramiento si es que es necesario. Entonces, en ese caso, podemos observar que hay
ciertas obligaciones que vienen aparejadas a quien tenga la calidad de sujeto pasivo del derecho
real de servidumbre. Es muy similar al caso de la obligación propter rem, porque hay una carga u
obligación que se le impone a un sujeto pasivo de un derecho real. Y en este caso –de la
servidumbre– está establecido por ley.
Más difíciles son los casos contractuales. Supongamos que está el predio 1 (dominante) y el predio
2 (sirviente). Lo que hay es una servidumbre de tránsito. Y supongamos que además de la
servidumbre de tránsito, en el contrato de servidumbre se estipula que el propietario del predio 2
se obliga a mantener limpio el camino (libre de plantas, de árboles, etc.). Es decir, tenemos el
derecho real de servidumbre, que grava el predio 2 en beneficio del predio 1, pero además las partes
estipulan en el contrato de servidumbre que el dueño del predio 2 debe mantener limpio el camino.
Pero el dueño del predio 2 se lo vende a María. ¿Tendrá María que respetar la servidumbre? Sí,
porque es un derecho real. ¿María tiene que ponerse a limpiar el camino? No, porque ella no
consintió en esa obligación, por lo que para ella esa obligación es inoponible.
¿Por qué este problema no se produce con el art. 823 inciso final? Porque en ese caso está
establecido por ley. Es la ley la que establece que, en caso de contribuir al cerramiento cuando hay
servidumbres, eso afecta al titular del derecho real de servidumbre. Pero en el caso anterior, lo que
se hizo es que las partes de común acuerdo incorporaron obligaciones que se le aplica al titular de
la servidumbre o al sujeto pasivo de esta. Y queda la duda si es que esto es oponible a un tercero
que compra la propiedad; no queda claro. Uno lo que podría decir es que la obligación de limpiar el

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camino venia en el pack del contrato de servidumbre; esto lo sostendría aquel que es titular de la
servidumbre, va a tratar de sostener que este es un caso de obligación propter rem. Pero la
obligación propter rem no está regulada en el Código Civil ya que es un desarrollo doctrinario, pero
que sí está reconocida por la jurisprudencia. Pero es un problema que en definitiva va a tener que
ser resuelto por un juez.
En cuarto lugar, estas áreas grises se ven, por ejemplo, en algunas disposiciones del Código Civil en
materia de contrato de arrendamiento. El art. 1962 del CC contiene ciertas disposiciones legales que
tienen por objeto proteger al arrendatario cuando el arrendador enajena la cosa. ¿La suscripción
del contrato de arrendamiento afecta las facultades del arrendador de poder vender y enajenar la
propiedad a un tercero? Sí. Pero supongamos que el arrendador vende una propiedad a un tercero.
¿Este está obligado a respetar el arrendamiento? Depende si es que el contrato de arrendamiento
consta o no por escritura pública. Y esto es lo que dice el art. 1962 del CC. Dice que si es que el
contrato de arrendamiento constaba por escritura pública, el adquirente tiene que respetar el
arrendamiento. E incluso, el mismo artículo señala que debe respetarlo el acreedor hipotecario si
es que ese arrendamiento –que constaba por escritura pública– fue inscrito en el RCBR antes que la
hipoteca. Este es el caso en que un banco decide rematar la propiedad, diciéndole al arrendatario
que se vaya de la propiedad. Pero este le va a mostrar el contrato de arrendamiento, que consta de
escritura pública inscrita en el RCBR antes que la hipoteca.
Concepto de obligación
Hay distintos conceptos que se pueden utilizar. Hay algunos que hablan de derecho personal o
crédito para referirse al sujeto activo del vínculo obligacional. Desde el punto de vista del sujeto
pasivo, se habla de deuda u obligación. Los dos primeros conceptos –derecho personal o crédito–
hacen referencia al acreedor. Y los dos segundos –deuda u obligación– hacen referencia al deudor.
¿Qué es una obligación? Es un vínculo jurídico2 entre partes determinadas, acreedor y deudor. Aquí
ya hay algo importante. Cabe señalar que el Código Civil contempla una figura llamada promesa de
recompensa por el hallazgo de una especie al parecer perdida, regulada en el art. 632. El típico
ejemplo de este caso es que un perro se “pierde” porque está arriba de un árbol. En este caso, hay
un deudor que es determinado (el dueño del perro, en tanto ofrece una recompensa por el hallazgo
del animal) pero el acreedor de esta obligación no está determinado. Y esto genera un problema,
porque uno diría que la obligación es un vínculo contractual ente partes determinadas (acreedor y
deudor), pero en el caso de esta figura, no es así, ya que el acreedor esta indeterminado. Algunos
autores, como el profesor Víctor Vial del Rio en su texto de obligaciones, señala que en realidad no
es importante si las obligaciones no están determinadas al tiempo en que se contraen, sino que lo
relevante es que estén determinadas al momento de cumplirlas. El profesor Molinari señala que la
solución es más simple, y que las partes pueden estar determinadas o pueden ser determinables. Y
lo cierto es que sí hay un deudor y un acreedor. El deudor está determinado en la persona a la que
se le perdió el perro que ofrece recompensa. Y el acreedor, es aquel que encontrará el perro, por lo
que no está determinado pero si es determinable, pero sí ha sido, de alguna manera, especificado
(aquel que encuentre el perro).
Sigamos con la definición. La obligación es un vínculo jurídico entre partes determinadas, en virtud
del cual una de ellas (la parte acreedora) puede exigirle a la otra (la parte deudora) la ejecución o
abstención de una determinada prestación.3 Falta algo muy relevante.

2
No un vínculo material como pasaba en el derecho romano, donde las partes se ataban las manos.
3
La ejecución es dar o hacer. La abstención es no hacer.

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Supongamos que una parte le presta 5 millones de pesos a otra porque esta necesitaba dinero.
¿Cómo se le garantiza a la parte acreedora que el deudor le va a devolver la plata? Los bancos les
prestan plata a las personas cuando son solventes, es decir, cuando el banco sabe que le van a
devolver la plata. ¿Cuál es la garantía, al final del día, de que el acreedor va recibir la plata del
deudor? Que el deudor tenga un patrimonio con ciertos bienes que puedan ser embargables.
Normalmente, cuando uno estudia el vínculo de obligación, hay que decir que este vínculo jurídico
se encuentra garantizado, en virtud del art. 2465 el CC, por la totalidad del patrimonio del deudor.
¿Por qué razón? Porque el acreedor tiene el derecho a embargar todos los bienes presentes y
futuros del deudor a excepción de los bienes inembargables (como la cama, los libros de la
profesión, etc.).
Este derecho del acreedor de poder embargar (perseguir) no sólo los bienes presentes del deudor
sino que los futuros, a excepción de los bienes inembargables –regulados en el Código de
Procedimiento Civil en relación a los juicios ejecutivos y señalados en el art. 1618 de CC– se
denomina tradicionalmente como el derecho de prenda general de los acreedores. Este es un muy
mal nombre, confunde siempre, porque se habla de prenda, pero no es una prenda en el sentido de
contrato de prenda. Por eso es que algunos autores, como el profesor Fernando Fueyo en su libro
de Cumplimiento e Incumplimiento de Obligaciones, sostiene que esto debería llamarse garantía
patrimonial universal; un nombre más técnico.
Entonces, la definición nos quedaría así. La obligaciones es un vínculo jurídico entre partes
determinadas, en virtud del cual una de ellas (la parte acreedora) puede exigirle a la otra (la parte
deudora) la ejecución o abstención de una determinada prestación, que se encuentra garantizada
por la totalidad del patrimonio del deudor, en tanto el acreedor tiene el derecho de embargar todos
los bienes presentes y futuros del deudor excepto los bienes inembargables.
Finalmente, y en relación al concepto de obligación, ¿Puede el acreedor meter preso al deudor que
no le paga? No; desde los tiempos de O’Higgins que no hay presión por deudas. Además, lo dice
específicamente el Pacto de San José de Costa Rica en su art. 7 N°7.4 Este dice que no se puede
privar de libertad personal a una persona por deudas civiles, con la sola excepción de la pensión de
alimentos.
Supongamos que un sujeto quiere instalar un cine, y para ese objetivo, contrata a una empresa de
seguridad para que instale puertas de seguridad, extintores, para que organice salidas de seguridad,
etc. A esta empresa se le paga 5 millones de pesos por ese trabajo. El sujeto que quiere instalar el
cine le pide la empresa que le dé facilidad de pago. La empresa le dice que tiene que pagar en 5
cheques de 1 millón cada uno. Llega la fecha para cobrar el cheque, la empresa de seguridad va al
banco y resulta que le dicen que no tiene fondo. El banco le pregunta si es que se lo protestan, y la
empresa dice que sí. Se hace una gestión civil, que es la notificación al deudor del protesto, y por
medio de esto, se hace una querella penal en contra del deudor por giro de cheque doloso. Y el
deudor intenta salir del país para arrancar, pero en el aeropuerto lo paran porque tiene orden de
arresto. Pero, ¿No era que en Chile no existe prisión por deuda? ¿Dónde queda el art. 7 N°7 del
Pacto de San José? ¿Qué va a hacer el abogado del dueño del cine que estaba arrancando? Va a
interponer un recurso de amparo, señalando que se ha violado el art. 7 N°7. ¿Tiene razón? No, ya
que en ese caso estamos en presencia de la comisión de un delito penal, que se llama giro doloso

4
Pato San José de Costa Rica. Artículo 7. Derecho a la Libertad Personal.
7. Nadie será detenido por deudas. Este principio no limita los mandatos de autoridad judicial competente
dictados por incumplimientos de deberes alimentarios.

7
de cheques, que es girar un cheque sin tener fondos suficientes de antemano o cuenta corriente
con fondos para poder responder. No hay orden de arresto por una acción civil sino que por una
acción penal, ya que estamos frente un delito llamado giro doloso de cheques.
Finalmente, existe en Chile la Ley 17.322 del año 1970 llamada ley sobre normas para la cobranza
judicial de cotizaciones, aportes y multad de las instituciones de seguridad social. Es una ley sobre
cobro de cotizaciones previsionales. Esta ley, en términos generales, dice que el juez puede decretar
arrestos en contra del empleador que no paga las cotizaciones previsionales. Aquí sí han habido
múltiples recursos de amparo, en este caso se ha dicho que la disposición de arresto por deuda de
cotizaciones previsionales es contraria al Pacto de San José de Costa Rica.
Clase 5. Lunes 24/9/18.
Último que vimos: análisis del concepto de obligación.
Fuentes de las obligaciones
¿De qué hablamos cuando hablamos de fuentes de las obligaciones? Jurídicamente, es lo que debe
ocurrir para que una persona quede en la situación jurídica de deudor. Y en general, cuando uno
hace referencia a las fuentes de las obligaciones, básicamente de lo que se habla en derecho civil
son de ciertos hechos jurídicos; o sea, ocurren ciertos hechos jurídicos que tiene la eficacia de poner
a una persona en una determinada situación jurídica. Es decir, hablamos de cuáles son los hechos
jurídicos que tienen la eficacia de dar lugar una relación jurídica y poner a una persona en la posición
de deudor, y a la otra en la posición de acreedor.
¿Cuáles son las fuentes de las obligaciones?
- Contrato
- Cuasicontrato
- Delito
- Cuasidelito
- Ley
Estas son las fuentes que en el derecho civil continental se ven y se saben que son. ¿Cómo se le
denominan en general a estas fuentes? Se le denominan summa divisio (suprema división).
En el derecho civil continental no existe mucho problema en responder que las fuentes de las
obligaciones son la summa divisio. ¿De dónde proviene esta summa divisio? Proviene del derecho
romano clásico. En este derecho, los romanos distinguían dos fuentes de las obligaciones; en
principio solo una, pero luego una segunda. Decían que las obligaciones nacen o bien de los
contratos o bien de los delitos. Esa fue la tipología dual propia del derecho romano clásico. Esta
clasificación bipartita o esta tipología dual propia del derecho romano clásico pasó o fue recogida
por Gayo, jurista romano que escribió las Institutas (150 d. C. aprox.). Las Institutas de Gayo decían
básicamente que en el derecho romano clásico existen dos fuentes de las obligaciones que son
reconocidas en este derecho: los contratos y los delitos. Pero –dijo Gayo en las Institutas–, existen
varias otras figuras de causas que nacen o generan obligaciones como en los contratos y como en
los delitos. En latín, el contrato se expresaba como quasi ex contractu; y el delito se expresaba como
quasi ex delicto. Gayo, con esto, quiere decir que hay otras figuras las cuales, dependiendo la
naturaleza, se le pueden aplicar las reglas o del contrato o del delito; pero no identifica estas figuras.
Luego, las Institutas de Gayo formaron a ser parte del Corpus Iuris Civilis. Y por tanto, este texto
legal decía, en materia de obligaciones, lo mismo que Gayo.

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Durante la Edad Media, surgen los glosadores y comentaristas del derecho romano clásico,
fundamentalmente a través del Corpus Iuris Civilis. Y lo que hacen –los glosadores y comentaristas–
básicamente es traducir, incluyendo algunas veces comentario o sistematizando materias. Existe
un jurista de esta época llamado Teófilo. Este –no se sabe si por razones de querer haber
sistematizado la materia o simplemente porque se equivocó–, cuando estaba glosando, estaba
traduciendo al griego las Institutas del Corpus Iuris Civilis. Lo que hizo fue invertir los términos. Tomo
el “ex” y los puso adelante, pasando la expresión de quasi ex contractus a ex quasi contractus (así
también el caso de los delitos). Con lo cual, la referencia de Gayo perdió sentido. A partir de
entonces, se empezó a entender que las fuentes de las obligaciones no eran sólo los contratos y los
delitos, sino que también otras varias fuentes de causas, como los cuasicontratos y los cuasidelitos.
Entonces, ahora las fuentes de las obligaciones ya no son dos sino cuatro: contrato, delito,
cuasicontrato y cuasidelito. Este hecho, se denomina “la paráfrasis de Teófilo”, cuya significación es
el cambio de sentido a las palabras.
El trabajo de Teófilo fue recogido por la escuela racionalista francesa, entre cuyos exponentes
destaca Jean Domat. Y ellos –la escuela racionalista francesa–, agregan la ley como fuentes de las
obligaciones. Luego tenemos entonces, cinco fuentes de las obligaciones: contrato, delito,
cuasicontrato, cuasidelito y la ley. Luego de incorporar la ley, el trabajo de la escuela racionalista
francesa, pasa al Código Civil francés (arts. 1101 y 1170 del Code).
Y de ahí, lo toma Andrés Bello y lo plasma en el artículo 1437 de nuestro Código Civil. Este, es un
artículo muy relevante.
A esta clasificación –que podríamos llamarla una clasificación tradicional de las fuentes de las
obligaciones–, se le hacen una serie de críticas. A la summa divisio de las fuentes de las obligaciones
se le hace una serie de críticas.
La primera crítica, es que esta clasificación –la famosa summa divisio–, es obscura en cuanto al
origen del cuasicontrato o del cuasidelito, ya que estos no se deben más que a la paráfrasis de
Teófilo. Mostrémoslo con un ejemplo práctico. El Código Civil chileno, ¿regula los cuasi contrato? Si,
si los regula. Lo que hace el Código Civil chileno es regular –en su artículo 2285– tres cuasicontratos
distintos: la agencia oficiosa, la comunidad y el pago de lo no debido. Y el Código Civil en su artículo
2284 lo que hace es definir la figura del cuasicontrato.5 Si uno lee este artículo, que se refiere a las
obligaciones que se contraen sin convención, uno puede definir al cuasicontrato como un hecho
voluntario, lícito y no convencional que engendra obligaciones.
Ejemplifiquemos ahora con la figura del pago de lo no debido. Lo que dice el Código Civil es que si
una persona le hace un pago a otra persona, y ese pago no tiene por fundamento ni aun una
obligación meramente natural (art. 2297 del CC),6 esa persona que paga tiene derecho a repetir.

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Art. 2284. Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una
de las partes. Las que nacen de la ley se expresan en ella. Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un
cuasicontrato.
Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un cuasidelito.
En este título se trata solamente de los cuasicontratos.
6
Sabemos la diferencia entre las obligaciones civiles o perfectas y naturales, la vimos en Derecho Civil I. Las
primeras son aquellas, perfectas, en que el acreedor tiene el derecho de exigir el cumplimiento al deudor. Las
segundas son aquellas, imperfectas, en que el acreedor no tiene el derecho exigir el cumplimiento al deudor,
pero si el deudor la cumple voluntariamente, el acreedor tiene derecho a retener, no hay pago de lo no debido.

9
Supongamos que Juan antes de su muerte hace un testamento solemne abierto (la regla general es
que sea solemne cerrado). En este, le impuso a su hijo Diego una obligación, un legado, de pagarle
a María una suma de 50 millones de pesos que debe ser atribuida a la parte que Juan puede
libremente disponer (cuarto de libre disposición). María fue su pareja de facto (polola) y le tenía
mucho cariño. Resulta que antes de morir Juan tiene una discusión con María. Juan se enoja, y le
dice que ya no le va a dejar el legado de 50 millones. Hace otro testamento que revoca al anterior.
Diego lo desconoce, Juan se muere, y María pide los 50 millones de pesos. Diego le paga. Tiempo
después, Diego, descubre la existencia del nuevo testamento y se da cuenta que pago lo que no
debió, y como se trata de una obligación ni aun meramente natural, en virtud del art. 2297 del CC,
puede repetir. Aquí hay un cuasicontrato, que es el pago de lo no debido, que resulta obligada María
a restituir. Esa obligación que emana del cuasicontrato para María, ¿es de verdad un hecho
voluntario? ¿María voluntariamente va a restituir los 55 millones de pesos? Como todo en la vida,
hay dos opciones: que María este de buena fe o de mala fe. ¿Qué significa que este de mala fe?
Significa que sabía que el testamento abierto había sido revocado por la discusiones que tuvo con
Juan antes de morir, y cuando Diego le pago el monto de dinero, no dijo nada. ¿María tiene intención
de resituar? Obvio que no, si está de mala fe. Malamente, podría decir que su obligación nace de su
voluntad, porque no es así. La otra opción es que este de buena fe, es decir, que no sabía o que no
tenía idea que Juan había revocado el testamento y ella también creyó –en su conciencia7– que
cuando Diego le pago los 50 millones estaba cumpliendo con su obligación. Entonces, si María está
de buena fe, ¿tiene intención de restituir? Tampoco. Entonces, el Código Civil que el cuasicontrato
es un hecho voluntario lícito, pero en realidad no es así, porque no hay voluntad. En verdad, de
donde nace es en la ley. Hay algo que repugna esta situación, ya que hay alguien que está reteniendo
una cantidad de dinero grande que no le corresponde. La ley repugna esto para evitar el
enriquecimiento injusto.
Con este análisis, nos damos cuenta que para todas las figuras del cuasicontrato, el resultado es el
mismo. En el caso de la agencia oficiosa, hay un gestor, quien le hace la gestión de los negocios
ajenos al gestionado sin que medie un mandato. El Código Civil dice que la gestión de negocios
ajenos es cuasicontrato porque es posible que el gestionado quede obligado para con el gestor;
aunque también puede ser a la inversa. Entonces, si el gestor administró bien los negocios, cuando
llegue la otra parte, esta está obligada a indemnizar al gestor. Pero en realidad, esta obligación de
indemnizar, no nace de la voluntad del interesado o del gestionado. Pero es repugnante, hay algo
inmoral si es que no se le indemniza al gestor, porque habría también un enriquecimiento injusto.
Lo mismo pasa con el cuasicontrato de la comunidad.
En suma, el cuasicontrato no fue una figura voluntaria propiamente tal, sino que fue un enredo o
un afán de sistematizar por parte de Teófilo, esta materia. La obligación, en suma, no emana de la
voluntad sino que de la ley, que repugna una determinada situación (enriquecimiento sin causa).
También, no es un hecho lícito, ya que no es lícito que alguien se enriquezca injustamente, sin una
causa, y por lo mismo, la ley dispone ciertas obligaciones.
En definitiva, cuando uno quiere definir al cuasicontrato lo uno que queda del art. 2284 es que es
un hecho no convencional que engendra obligaciones.

7
Cabe recordar que la forma en que el Código Civil, en su artículo 706, define la buena fe posesoria, lo hace
de manera muy subjetiva. Por eso es que hablamos de conciencia.

10
Segunda crítica. Se dice que en ciertos casos esta clasifican es inútil. La doctrina cuestiona la
importancia práctica de distinguir entre un delito y cuasi delito civil, si en ambos caso la obligación
es la misma: indemnizar perjuicios. 8
Tercera critica, se suele encontrar en la doctrina que esta clasificación es falsa en cuanto a la ley
como fuente de la obligación. Esto –dice esta crítica–, porque la ley siempre es fuente mediata o
inmediata de cualquier obligación. Sostienen que esto es así incluso en el caso de los contratos,
conforme a lo que dispone el art. 1545 del CC, según el cual todo contrato legalmente celebrado es
ley para las partes. Empero, la crítica también es discutible. Es cierto que en algunos casos la ley es
directa e inmediata de las obligaciones, como ocurre con la obligación alimenticia o con la obligación
tributaria, que son obligaciones que nacen al margen completamente de la voluntad.
Cuarta crítica. Se dice que esta summa divisio es asistemática. Y esto porque lo que ocurre es que la
obligación nace o de la voluntad o bien, nace de la ley. Por eso, cuestionan el sentido tiene toda esta
sistematización de los glosadores de la Edad Media, si las obligaciones hoy nacen o de la voluntad
de las personas o de la ley que impone obligaciones.
Ahora bien, más allá de todas las críticas, hay una clasificación de las fuentes de las obligaciones que
al profesor Molinari le gusta para esta materia, ya que es una clasificación un poco más moderna de
las fuentes de las obligaciones, teniendo en cuenta todas las críticas que se le hacen a la summa
divisio. Esta es una clasificación de un jurista español llamado Antonio Hernández Gil. Él sostiene
que efectivamente las obligaciones nacen o de la voluntad o de la ley, pero también con ciertos
matices intermedios. Es posible, en primer lugar, que las obligación nazcan (1) de la voluntad con
cooperación de la norma legal; es decir, la fuente de la obligación es el hecho voluntario de una
persona pero evidentemente lo que hay es una normativa legal que reglamenta y establece los
efectos de esa obligación. (2) nacen de la ley pero a partir de un presupuesto de voluntad. En el caso
del (1) son todas aquellas obligaciones que son contractuales (delitos). En el caso del (2) ocurre por
ejemplo en los contratos dirigidos, es decir, aquellos cuyo contenido la ley dirige o establece ciertas
cláusulas mínimas (salario justo, por ejemplo). (3) las obligaciones que nacen derechamente de la
ley, y el jurista español dentro de ella menciona, por ejemplo, los contratos forzosos, que son
aquellos que la ley obliga a celebrar. Este sería el Seguro Obligatorio de Accidentes Personales
(SOAP), si es que uno tiene un auto; la responsabilidad estricta u objetiva; y todos los casos de
enriquecimiento sin causa.
En suma, como conclusión, como estudiantes de esta Facultad cuando se nos pregunte por las
fuentes daremos como respuesta: la trilogía de artículos que en Chile establecen las fuentes de las
obligaciones, vale decir, artículos 1437, 2284 y 578; pero también, hay que tener en cuenta la
clasificación que hace el español Antonio Hernández Gil.
En materia de obligaciones en Chile también ha habido mucha discusión acerca de si las fuentes de
las obligaciones que están mencionadas en el art. 1437 son o no taxativas. Es decir, si es que acaso
hay otras fuentes de las obligaciones. Ahí, la doctrina moderna menciona la figura del
enriquecimiento sin causa, a la cual no nos vamos a referir porque forma parte del primer control
de lectura. Este tema es tan difícil y amplio que incluso se podría hacer un curso semestral referido
exclusivamente a esta materia.
Otra figura que se menciona es la declaración unilateral de voluntad (DUV). Para estos efectos, a
modo de ejemplo, hay que recordar que durante el año 2015 el señor Leonardo Farkas apareció en

8
No obstante hay autores que se han esforzado para diferencia delito y cuasi delito en materia de
responsabilidad, que dice relación con la previsibilidad.

11
las redes sociales haciendo un concurso para que la gente postulara a los 10 mejores trabajadores
de Chile. Y en virtud de este concurso, los 10 ganadores se iban a llevar un premio de 50 millones
de pesos. La idea era que la gente postule a aquellas personas que creían que eran los mejores
trabajadores por alguna razón. Al final, se eligieron 10 trabajadores, pero luego se suma 1 más. La
pregunta es, cuando Farkas propone este concurso y dice que él va a premiar a 10 o 11 trabajadores
por una suma de 50 millones de pesos y lo publica en las redes, ¿Aquello que Farkas dijo constituye
o no una obligación, en los términos que esa obligación puede ser perseguida compulsivamente en
el caso de que Farkas se arrepienta? Farkas crea ciertas expectativas al público general, en tanto los
10 elegidos van a ganar 50 millones. Con este ejemplo, vemos que la fuente de la obligación no es
tan claro.
Este es el problema que plantea la declaración unilateral de voluntad. ¿Es posible que una persona
se obligue por su pura o mera declaración sin una contraparte que acepte el derecho personal
correlativo? Dicho de otra manera. ¿Es posible que un acto jurídico unilateral de origen a una
obligación, y por tanto, que una persona se obligue con una simple declaración?
Clase 6. Miércoles 26/9/18
Si uno analiza la doctrina clásica en Chile, se suele sostener que esto no es posible, y que la DUV no
es una fuente de la obligación reconocida por el art. 1437 del CC. La razón por la cual consideran
esto, es porque el concepto de obligación necesariamente implica la concurrencia de partes
determinadas –acreedor y deudor; frente un crédito siempre hay un derecho personal–. La
obligación dice relación con un vínculo jurídico. Agregan además que nadie puede adquirir derechos
sino es por su consentimiento. Si la DUV permite obligar a una persona, podría permitir también
terminar el vínculo de la obligación, cuestión que no tiene mucho sentido. Esta es básicamente la
mayor crítica que se le hace a esta postura.
Ahora, la doctrina más moderna, en general, está de acuerdo en que la DUV sí constituye una fuente
de la obligación. Y la verdad es que en el Código Civil hay buenos argumentos para sostener que sí
ha sido recogida la DUV.
En primer lugar, porque si vemos el art. 1437 del CC, este dice que las obligaciones “nacen ya de un
hecho voluntario de la persona que se obliga”. Además, el art. 578 dice “que por un hecho suyo ha
contraído una obligación correlativa”. Mediante estos artículos se puede sostener que la DUV
constituye fuente de obligaciones.
En segundo lugar, el Código Civil también conoce casos de promesas unilaterales de voluntad.
Ejemplo de esto es el art. 632 que establece la promesa de la recompensa.
De conformidad al art. 99 el Código de Comercio la oferta, cuando el ofrente se obliga a no disponer
del objeto del contrato o bien se obliga a esperar la aceptación del destinario de la oferta, constituye
un caso de DUV como fuente de la obligación.
Algunos van más allá, y dicen que la figura que regula el art. 1449 del CC –llamada la estipulación a
favor de un tercero– demuestra la DUV como fuente general de la obligación. Este es el caso en que
A y B celebran un contrato del que resulta beneficiado C. Las obligaciones que se contraigan en favor
de C constituyen una DUV, porque C no está dentro de la convención. Algunos citan la estipulación
a favor de un tercero como una excepción al efecto relativo de los contratos. Pero no es una
excepción a esto, ya que la estipulación que es en favor del tercero, no genera para él ninguna
obligación, sólo la adquiere. Si no se cumple la obligación, él no puede demandar la resolución del
contrato, porque no es parte. Sólo tiene derecho al cumplimiento forzado de la obligación.

12
Además, se dice que no cabe ninguna duda que en general la emisión de títulos de crédito al
portador constituye una DUV. Los títulos de crédito son los cheques o los pagarés, por ejemplo. Y al
portador, significa que puede ser cobrado por cualquier persona, es decir, por aquel que lo porta al
momento del cobro; se deja en blanco el cheque, se tacha el “a la orden”.
Con todo, podemos encontrar opiniones en la doctrina para todos los lados. La doctrina más
moderna que acepta a la DUV –estando superada ya la discusión–, discute la extensión que se le
debe dar a la DUV como fuente. Esto es, si se va a aceptar la DUV sólo en aquellos casos en que el
legislador la haya contemplado o la contempla, en aquellos caso que la ley le da un referente o
respaldo a la DUV; o bien, va a ser una fuente normativa general de obligaciones, como ocurre con
los contratos
Aquellos que estiman que debiese admitirse la DUV como fuente en términos generales, dicen que
deberían concurrir ciertas circunstancias para que esto se acepte. Se sostiene que debe a haber (i)
una justa causa para obligarse de esta manera; (ii) necesidad de proteger la apariencia y la confianza
creada por esta; y (iii) siempre y cuando no se atente contra la seguridad del crédito, o sea, no se
esté efectuando una DUV en perjuicio de otros acreedores.9
Finalmente, ¿Qué ha dicho la jurisprudencia? Hay un fallo de la Corte Suprema del caso Banco BICE
v. sociedades Inmobiliaria e inversiones El Pellín Lmtda. y otros. Este caso se trata de una relación
comercial que tiene el Banco BICE con un grupo de empresas. El banco le ha otorgado ciertos
créditos de manera directa a una de estas compañías; esta es la sociedad Inversiones Villarrica
Lmtda. Lo que han hecho es suscribir en realidad una especie de garantía mediante un documento
–fechado el 18 de octubre 1996– en que todas las otras sociedades del grupo empresial señalan que
en el caso de incumplimiento de oblgaciones y compromisos establecidos en el mismo documento,
se obligaban a pagar todas las deudas directas o indirectas que una de las sociedades –la sociedad
Inversiones Villarrica Lmtda.– mantenga con el Banco BICE. Asi lo dispone el fallo:
“Como fundamento de su acción señala que consta en el documento fechado el 18 de octubre de
1996, que las demandadas en el caso de no cumplimiento de las obligaciones y compromisos
establecidos en el mismo documento, se obligaron a pagar todas las deudas directas e indirectas que
la sociedad Inversiones Villarrica Limitada, mantenga con el Banco Bice”.

Es decir, constituyeron una especie de obligación solidaria –comúnmente se llama aval en materia
de derecho comercial– a través de esta carta. Inversiones Villarrica no le pagó la banco, y este
demandó a todos.
Lo que dicen las sociedades demandas que, por lo demás, es un descoco, es lo siguiente:
“Décimo: Que las demandadas han procedido a contestar la demanda en forma separada, la
sociedad Inversiones Las Espalderas se defiende diciendo que no se obligó a pagar los créditos que
reclama el demandante, siendo el documento que sirve de título a la demanda, que consiste en una
simple carta remitida por los demandados por sí y en representación de Inversiones Villarrica Ltda.
al Banco, no constando en el mismo un contrato o convención de ninguna especie.
(…)
Que en el caso de autos, no hay título que justifique una sentencia de condena, por cuanto la
carta citada no es fuente de obligaciones, sino solo se podría llegar a considerar una simple

9
Cuando uno tiene muchas deudas, la ley establece en orden las deudas, llamada prelación de créditos. Hay
algunos acreedores que son preferentes o privilegiados y hay otros que son valistas. Estos últimos se
satisfacen en virtud de quien llega primero, por lo que esto sí podría perjudicar al acreedor. Esto se debería
evitar.

13
declaración unilateral de buena voluntad. Que la declaración unilateral no puede confundirse con el
contrato unilateral, pues la convención exige el consentimiento de ambas partes aún cuando solo
una de ellas se obligue, siendo que el acto carece de causa para generar obligaciones a su
representada”.

Indudablemente, suscribieron una carta que se obligaban a pagar. Por eso es que una de las razones
por las cuales la doctrina moderna acepta la existencia la DUV como fuente de las obligaciones, es
para proteger esta apariencia de que efectivamente existía la obligación. O sea, la actitud que hace
una parte de que va a cumplir con ciertas cosas.
Sin embargo, el juez de primera instancia lo que dice es:
“Vigésimo: Que siguiendo con el razonamiento señalado precedentemente, obviamente no nos
encontramos frente a un delito ni un cuasidelito civil, desde que la carta suscrita no resulta ser un
hecho ilícito en si, sino que precisamente es lo contrario, una manifestación que no se encuentra
prohibida por la ley.
Vigésimo primero: Que, no encontrándose bajo ninguna de las fuentes anteriormente tratadas,
preciso es determinar si la carta se puede enmarcar en la última fuente de obligaciones que
menciona el artículo 1437 del Código Civil.
Vigésimo segundo: Que en este orden de cosas, la carta constituye una declaración unilateral de los
comparecientes, demandados en esta causa, mediante la cual se comprometen a dar cumplimiento
a determinados compromisos, señalando que en caso de no cumplimiento de ellos, deberán pagar
tanto las deudas directas como indirectas de otra sociedad.
Vigésimo tercero: Que la declaración unilateral de voluntad como fuente generadora de
obligaciones, supone que una persona puede por su sola voluntad transformarse en deudor, sin que
intervenga la voluntad de la otra, es decir, el acreedor, por cuanto si el acreedor toma parte en la
generación de la obligación, habría contrato, siendo que en la declaración unilateral de voluntad,
ella sola coloca al declarante en la situación jurídica de ser un deudor. Sin perjuicio de ellos, es de
todos modos necesaria la intervención del acreedor aceptando su derecho, ya que nadie puede ser
obligado a adquirir un derecho contra su voluntad, no obstante que la obligación nace desde el
momento mismo en que ha sido creada por la voluntad unilateral de quien se obliga”.

Y agrega:
“Vigésimo: Que siguiendo con el razonamiento señalado precedentemente, obviamente no nos
encontramos frente a un delito ni un cuasidelito civil, desde que la carta suscrita no resulta ser un
hecho ilícito en sí, sino que precisamente es lo contrario, una manifestación que no se encuentra
prohibida por la ley.

Vigésimo primero: Que, no encontrándose bajo ninguna de las fuentes anteriormente tratadas,
preciso es determinar si la carta se puede enmarcar en la última fuente de obligaciones que
menciona el artículo 1437 del Código Civil.

Vigésimo segundo: Que en este orden de cosas, la carta constituye una declaración unilateral de los
comparecientes, demandados en esta causa, mediante la cual se comprometen a dar cumplimiento
a determinados compromisos, señalando que en caso de no cumplimiento de ellos, deberán pagar
tanto las deudas directas como indirectas de otra sociedad.

Vigésimo tercero: Que la declaración unilateral de voluntad como fuente generadora de


obligaciones, supone que una persona puede por su sola voluntad transformarse en deudor, sin que
intervenga la voluntad de la otra, es decir, el acreedor, por cuanto si el acreedor toma parte en la
generación de la obligación, habría contrato, siendo que en la declaración unilateral de voluntad,
ella sola coloca al declarante en la situación jurídica de ser un deudor. Sin perjuicio de ellos, es de
todos modos necesaria la intervención del acreedor aceptando su derecho, ya que nadie puede ser

14
obligado a adquirir un derecho contra su voluntad, no obstante que la obligación nace desde el
momento mismo en que ha sido creada por la voluntad unilateral de quien se obliga”.

En suma, en este caso, el juez de primera instancia rechaza la existencia de la DUV como fuente de
la obligación, y le da la razón a los descocados.
Esta sentencia del juez de primera instancia que rechaza la demanda del Banco BICE es acogida por
la Corte de Apelaciones de Santiago, y revocada por la Corte Suprema, a través de un recurso de
casación en el fondo por infraccion al art. 1437 del CC. Así lo dispone el fallo.
“En efecto, la declaración unilateral de voluntad, conocida también como promesa unilateral,
forma parte de aquellas fuentes voluntarias de obligaciones, en que el deudor se obliga, sea con
acuerdo del acreedor, en cuyo caso se estará en presencia de un contrato, o bien por su sola voluntad
que lo transforma en deudor, sin intervención de la de otro. Se autoimpone por su sola voluntad a
satisfacer una obligación que no puede negarse a cumplirla una vez aceptada por el acreedor,
ampliando de esta forma la esfera jurídica de éste; no es necesario entonces, la voluntad del tercero
para el nacimiento de la obligación, puesto que ella solo requiere la voluntad de aquel que se obliga.
No estamos en presencia de una obligación nacida de la oferta seguida de la aceptación que
hace irrevocable la primera, como postula la doctrina clásica, sino que en un acto que hace surgir la
obligación con cargo exclusivo a la voluntad del declarante, sin que el beneficiario manifieste su
aceptación.
Décimo: Que en el caso específico que nos ocupa, no cabe duda que el contenido de la carta en
análisis se encuadra, en un sentido amplio, dentro del concepto de hecho voluntario a que se refiere
el artículo 1437 del Código de Bello y que reúne los requisitos del artículo 1445 del cuerpo normativo
citado.
(…)
Undécimo: Que a mayor abundamiento, no puede dejar de advertirse en la actualidad la
existencia de un sinnúmero de operaciones mercantiles que escapan a la teoría clásica de los
contratos, que pretenden afianzar o reforzar comercialmente una operación, con la finalidad, entre
tantas, de contribuir al mejor posicionamiento de una parte ante la otra, y que de acuerdo a su
destino, podrán contener estipulaciones con carácter vinculantes, dependiendo de la existencia de
obligaciones entre sus cláusulas, en cuyo caso, se apartan de las cartas de intención propiamente
dichas o de declaración de buena voluntad y constituyen ya sea declaraciones unilaterales de
voluntad, precontratos o bien contratos definitivos, debiendo ceñirse las obligaciones, en el primer
caso, a las disposiciones de quienes las hayan otorgado, con respeto al orden público y a derechos
de terceros, según las reglas generales aplicables a los contratos”.

En conclusión, a partir del año 2003 ya en la jurisprudencia existe una sentencia que reconoce
claramente que la DUV constituye una fuente general de las obligaciones, al igual que un contrato.
Clasificación de obligaciones
El primer criterio para clasificar las obligaciones es atendiendo a la sanción o eficacia. En virtud de
este criterio, las obligaciones se clasifican en obligaciones civiles o naturales.
Las obligaciones civiles son aquellas en que la ley le confiere acción al acreedor para exigirle al
deudor el cumplimento de la obligación. En realidad, el acreedor dispone –en las obligaciones civiles
o perfectas– de un mecanismo eficaz para exigirle al deudor que cumpla. La regla general, es que
las obligaciones que se contraen son civiles o perfectas.

15
Cunado las obligaciones son naturales, en ellas el acreedor no dispone de un mecanismo eficaz para
poder exigirle al deudor al cumplineto de la obligacoin; no tiene acción para exigirle.10 Y además, en
las obligaciones naturales el deudor puede pagar voluntariamente y, si es que así lo hace, el
acreedor puede retener, no habiendo pago de lo no debido. Este efecto se llama solutio retentio.
¿Por qué razón hay ciertas obligaciones que son naturales? Porque esta es una obligación a la que
algo el pasó, algo ocurrió.
El Código Civil contempla esta clasificación en su art. 1470. Ahí define cuales son las obligaciones
civiles o naturales y menciona a cuatro tipos de obligaciones naturales. Cuatro tipos que la doctrina
suele clasificar en dos grupos (N°1 con el N°3; y el N°2 con el N°4):
- El primer grupo se denomina obligaciones naturales que emanan de contratos anulables o
rescindibles.
- El segundo grupo son las obligaciones naturales que emanan de obligaciones civiles
degeneradas o desvirtuadas.
Por lo tanto, el principio básico para que exista una obligación natural dice relación con que tiene
que haber o pudo haber existido una obligación civil. ¿Qué pasó? ¿Se rescindió o se desvirtuó?
Primer grupo (anulables o rescindibles)
1470 N°1. Las contraídas por personas que, teniendo juicio y discernimiento, son sin embargo
incapaces de obligarse según las leyes. ¿Quiénes son estos sujetos? El Código Civil pone como
ejemplo al menor adulto. Aquí no cabe duda alguna que, en primer lugar, estos son los casos de
obligaciones que son contraídas por un menor adulto. Por lo tanto, si un menor adulto contrae una
obligación, esa obligación va a quedar dentro del primer grupo; es una obligación natural que emana
de un contrato anulable o rescbidble
Ahora, ¿Se incorpora o no, dentro de este numeral primero otro incapaz relativo que no sea el
menor adulto? ¿Está el prodigo interdicto contemplado dentro el número 1 del art. 1470 del CC? El
profesor Alessandri dice que no estarían contemplados los pródigos interdictos, porque –según él–
este numeral se refiere a los que tienen suficiente juicio y discernimiento para obligarse, y él
sostiene que el prodigo interdicto carecería de suficiente juicio y discernimiento en la
administración de sus bienes. En la opinión del profesor Molinari –y en la opinión de la mayoría–, sí
están contemplados los pródigos interdictos en este caso porque, de lo contrario, ¿Qué pasaría con
las obligaciones del pródigo interdicto? Hay dos soluciones. O son civiles y perfectas o ni siquiera
engendran obligaciones naturales. ¿Y los actos de quiénes no engendran siquiera obligaciones
naturales? Los actos de los absolutamente incapaces. Por lo tanto, si nosotros dijéramos que el
pródigo interdicto no está contemplado en el art. 1470 N°1 del CC, entonces llegaríamos a una
solución absurda, porque sus obligaciones deberían ser entones civiles y perfectas. Y sin son civiles
o perfectas, ¿Para qué existe la interdicción? Y si, además, no engendran ni aun obligaciones
naturales, ¿Por qué el legislador lo califica como incapaz relativo y no como incapaz absoluto?
Está claro además que el N°1 del art. 1470 del CC sólo incluye los incapaces relativos y no a los
incapaces absolutos. Y dentro de los incapaces relativos hay discusión entre Alessandri y la mayoría.

10
En realidad, sí tiene acción pero esta puede ser enervada por el deudor, esto significa que el acreedor
demanda al deudor para que le pague, y el deudor pone una excepción que deja sin efecto la acción del
acreedor.

16
1470 N°3. Las que emanan de actos que les faltan las solemnidades que la ley prescribe o exige para
que produzcan efectos de obligaciones civiles. O sea, estamos hablando que no se cumplió con una
solemnidad de validez.11 Si se ejecuta un acto respecto del cual para la validez del mismo, la ley
prescribe el cumplimiento de una solemnidad y no se cumple, entonces ese acto y las obligaciones
que engendra son naturales. Y el ejemplo que pone el Código Civil es de pagar un legado que ha sido
impuesto por un testamento que no se ha otorgado en la forma debida. El testamento requiere
como solemnidad de validez la presencia de dos testigos hábiles. Por lo tanto, si no concurre el
número de testigos o algunos de ellos no es hábil, el testamento adolece de vicio de nulidad
abosluta.
Como en este caso el legislador utiliza la palabra “actos” –y además pone de ejemplo un
tetsamento– se ha generado cierta discusión respecto si la expresión “actos” se refiere solo a actos
jurídicos unilaterales o incluye también a los actos jurídicos bilaterales. Alessandri dice que sólo se
refiere a los actos jurídicos unilaterales, señalando que el Código Civil usa la expresión acto o
contrato o convención para distinguir entre un acto jurídico unilateral y uno bilateral. La mayoría de
la doctrina dice que no importa si el legislador uso la palabra acto, ya que de igual forma se refiere
a los actos jurídicos bilaterales.
Ejemplo de esto es el requisito de validez del contrato de donación: la insinuación de la donación.12
Si no se cumple con esta insinuación, el contrato adolece de un vicio de nulidad absoluta.
Segundo grupo (degeneradas o desvirtuadas)
1470 N°2. Las obligaciones civiles extinguidas por la prescripción. La prescripción es una doble
institución regulada por el Código Civil: como prescripción adquisitiva –es decir, como modo de
adquirir derechos ajenos por poseerlos un determinado plazo de tiempo y concurriendo los demás
requisitos legales– o bien, como prescripción extintiva –es decir, como modo de extinguir un
derecho por no ejercer ciertas acciones por un periodo de tiempo determinado y concurriendo
también los demás requisitos legales–. En realidad, respecto a esta última la obligación se extingue
como civil, subsiste como natural; no es que se extinga la obligación en sí.
1470 N°4. Las que no han sido reconocidas en juicio por falta de prueba. Este último numeral, el
cuarto, supone el hecho de que el acreedor demando al deudor el cumplimiento de la obligación, y
no pudo en el juicio probar la existencia de esa obligación. Y la sentencia rechaza la demanda por la

11
Porque si fuera una solemnidad de existencia, un acto que no cumple con este tipo de solemnidades sería
inexistente, y en consecuencia, no engendrarían ni aun una obligación meramente natural. Se trata por
tanto, de incumplimiento de las solemnidades de validez.
12
En Chile el contrato de donación es solemne, el cual debe cumplir con una solemnidad de validez llamada
la insinuación de la donación. Esta es un procedimiento judicial en el cual cuando alguien quiere donar parte
de sus bienes tiene que pedirle autorización al juez, ya que en Chile no existe absoluta libertad para testar, y
por lo tanto, si no existiera el trámite de la insinuación de las donaciones podrían vulnerarse las asignaciones
forzosas por medio de donaciones. Lo que el juez debe hacer es verificar que la donación no exceda de una
cuarta parte del patrimonio del donante, porque la cuarta parte es de libre disposición. Además, la insinuación
de la donación no solo tiene por objeto proteger la asignación forzosa sino que también tiene por objeto la
protección de los intereses fiscales, ya que el juez va a ordenar que se paguen el impuesto correspondiente a
la donación. En suma, la insinuación de la donación tiene un doble objetivo.

17
precisa razón –no por otra– de que no pudo el acreedor probar el incumplimiento en el juicio. Esto
tiene relación con las formalidades por vía de prueba.13
Una de las dificultades más grandes en esta materia dice relación con determinar desde qué
momento una obligación debe ser considerada como obligación natural. Es un problema nada fácil
de resolver. Lo cierto es que existen dos posibilidades: desde que se ha contraído o desde que haya
una sentencia judicial. Ahora, ¿Cuál sentencia judicial? En el N°1, la sentencia que declara la nulidad
del incapaz relativo. En el caso del N°3, la sentencia que declara la nulidad del acto que no cumple
con las solemnidades de validez. En el caso del N°2, la sentencia que declara la prescripción extintiva.
Y en el caso del N°4, la sentencia que rechaza la acción intentada por el acreedor.
Clase 8. Lunes 1/10/18
¿Desde que momento en específico una obligación es natural? Tanto la doctrina como nuestra
jurisprudencia han discutido –y siguen discutiendo hasta el día de hoy, porque hay fallos muy
contradictorios respecto a esta materia– el momento desde el cual una obligación debe entenderse
como natural.
La discusión se produce porque en algunos de los numerales del art. 1470 del CC es posible observar
dos momentos diferentes a partir de los cuales la obligación podría ser natural.
Primer grupo.
En en el caso del N°1, existen dos posibilidades. La primera, desde que las obligaciones son
contraídas. Y la segunda, la obligación puede ser natural no desde el momento en que fue contraída
sino que es natural con la sentencia judicial. ¿Con qué sentencia? La sentencia judicial que declara
la nulidad relativa –si es que se contrajo una obligación con un incapaces relativo–.
Luego tenemos el caso del N°3, y la situación es bastante similar. En este caso, la obligación es
natural: uno, desde que se contraen las obligaciones, por que es el momento en que se suscribe el

13
La formalidad por vía de prueba es probar una obligación en juicio. Son ciertos requisitos que se le exigen
a ciertos contratos consensuales con el objeto de poder probar las obligaciones de este contrato en un juicio.
Por ejemplo, que el contrato de trabajo conste por escrito, cuestión contemplada en el artículo 9 del Código
del Trabajo. Aquí la ley lo que busca es que las partes puedan probar fácilmente sus obligaciones en el juicio.
Pongamos dos ejemplos:
(1) El Código Civil dispone en los artículos 1708 y 170913 que todo acto o contrato que contenga la
entrega o promesa de una cosa que valga más de dos unidades tributarias debe constar por escrito.
Esta exigencia no constituye que el contrato consensual sea solemne sino que es una formalidad
como medio de prueba para un juicio. ¿Y si no se cumple esta formalidad? No será admisible la
prueba de testigos; esa es la sanción que establece el Código Civil. Cuestión que no es menor ya que
no se podrá probar una obligación, es decir, hay imposibilidad de probar la prueba y se rechaza la
demanda.
(2) La ley 18.010 del año 1981 sobre operación de crédito de dinero, la cual está contemplada en el
apéndice del Código Civil, regula los intereses, que son aquellos frutos que el dinero produce día a
día. Y el principio que establece esta ley en su artículo 12 es que la gratuidad no se presume en las
operaciones de crédito de dinero.13Es decir, la operación va a producir intereses aunque las partes
nada digan; esto sería un elemento de la naturaleza. Pero el artículo 14 de esta misma ley establece
que si las partes quieren renunciar al interés de la operación de crédito, esta debe constar por escrito,
y en caso de que no sea así será ineficaz en el juicio.

18
acto. O bien –dos–, desde el momento en que una sentencia judicial declara la nulidad absoluta
(porque dice relación con los requisitos de validez).
Segundo grupo.
En el caso del N°2, ¿Desde cuándo podría ser el primer momento en que esta obligación se considere
natural? Desde el cumplimiento del plazo de prescripción extintiva o bien, desde que se dicta
sentencia judicial que declara la prescripción extintiva.
Y en el caso del N°4, ¿Habra discusión acerca del momento? ¿Cuál sería el primer momento? Aquí
no hay discusión, porque de acuerdo al tenor o al caso, sólo es posible desde que haya sentencia
judicial. ¿Qué sentencia judicial? La que rechaza la acción por falta de prueba.
Ahora bien, como decíamos, existen argumentos contradictorios tanto en la doctrina como en la
jurisprudencia para sostener una u otra posición.
Por ejemplo, en doctrina se ha sostenido que en realidad las obligaciones naturales en los casos de
los numerales 1 y 3 deberían ser tales desde el momento en que han sido contraídas. Y en el caso
de los numerales 2 y 4, desde el cumplimiento del plazo por variadas razones. Hay algunos que dicen
que si uno analiza el art. 1470 del CC, y el lenguaje de este artículo que utiliza Andrés Bello, lo que
este artículo dice es “las contraídas” o “las que proceden de actos”. Lo que significa que las que son
contraídas o las que proceden de actos es porque estas obligaciones eran naturales desde que
fueron contraídas o desde que se generaron aquellos actos de los cuales emanaron esas
obligaciones, sin necesidad todavía de que existiera una sentencia judicial.
Distinto será el caso de la prescripción, porque como estas son degeneradas o desvirtuadas,
nacieron como civiles, pero insisten en que bastaría simplemente en que se cumpla el plazo sin
necesidad de que haya una sentencia judicial, siguiendo el mismo principio de los casos anteriores.
Ahora, también hay otros argumentos. El art. 1471 del CC dice que el rechazo de la acción judicial
intentada en contra del naturalmente obligado no extingue la obligación natural. Esta disposición
del Código Civil nos da a entender que esta es una obligación que existía como natural antes que
esa sentencia que rechaza la acción de ese acreedor. La doctrina lo utiliza para interpretar que la
obligación es natural desde antes de que se intentara esa acción.
Otro argumento dice relación con el art. 2375 N°1 del CC, que se refiere al contrato de fianza, por
lo que habla de la acción de reembolso que tiene el fiador en contra del duedor, cuando el fiador le
paga la deuda. Hay ciertos casos en los cuales el fiador no va a tener acción de reembolso en contra
del deudor. ¿Cuándo? El numeral primero dice cuando la obligaiocn es puramente natural y no se
ha validado por ratificación o por el transcurso del tiempo. Da a entender como conclusión, que
todavía no ha habido una sentencia judicial. Porque si hubiese habido, entonces ese acto o contrato
no podría sanearse por ratificación o por el transcurso del tiempo.
La fianza es un contrato que se celebra entre una persona –que se llama fiador –y otra –que se llama
acreedor de un deudor– La fianza es un contrato exclusivo entre el fiador y el acreedor, en el cual el
duedor no es parte. Por ese contrato, el fiador se obliga para con el acreedor, la prestación del
deudor si este no la cumple en todo o en parte. Esta es la fianza civil. El fiador es, por tanto, un
deudor subsidiario. Y tiene en contra del deudor una acción de reembolso –que es una acción
personal–. Porque si el deudor no le paga al acreedor, este podrá dirigirse contra el fiador, y si el
fiador le paga, entonces extingue la obligación con el acreedor, pero el fiador va a tener una acción
de reembolso en contra del deudor.

19
Ahora, el 2375 N°1 nos dice que hay ciertos caso en los cuales el fiador no va a contar con esa acion
de reembolso en contra del deudor. ¿Cuándo? Básicamente, cuando esta obligación es natural.
Cuando la obligación es natural y no se ha validado por una ratificación, en el evento que sea una
obligación que emana de un acto rescindible o bien por el transcurso del tiempo, y en el evento de
que sea un acto de nulidad absoluta o relativa.
Otra parte de la docrina y también de la jurisprudencia considera que esta solución es errada. Dentro
de ellos está, por ejemplo, el profesor Alessandri. Dice que en realidad para que una obligación sea
natural, se requiere siempre de una sentencia judicial. El art. 2394 del CC que regula la prescripción
extintiva, dice que uno de los requisitos de la prescripción extintiva es que hay que alegarla; el juez
no puede declararla de oficio. Ergo, si hay que alegarla para que la prescripición extintiva opere con
sus efectos, se requiere de una sentencia judicial. Antes, el deudor que paga o que cumple una
obligación una vez que se ha cumplido el plazo de prescripción extintiva pero no se ha alegado, lo
único que hace es rencunciar a la alegación de dicha prescripción, y así lo regula el Código Civil en
el art. 2395.
Al profesor Molinari, el problema le parece que está mal planteado. Y por eso es que durante
muchos años la doctrina y la jurisprudencia se han enfrentado en ambas posiciones y no han
observado que lo que en verdad hay que hacer acá es replantear el problema. Más allá de toda esta
discusión –para la cual hay argumentos para sostener ambas posiciones–, lo cierto es que en la vida
práctica los problemas jurídicos sólo se presentan cuando hay una sentencien judicial de por medio,
y no antes. ¿Y esto por qué? Porque hay algo que no observa bien la doctrina cuando se produce
esta discusión. ¿Cuál es el efecto que producen las obligaciones naturales de que tanto se habla?
Solutio retentio, que significa que se puede retener lo que se haya dado o pagado en razón de ella.
¿Este efecto, se produce en las obligaiocnes civiles o perfectas? Sí. Convengamos entonces que este
efecto se produce tanto en las obligaciones naturales como civiles. Desde el punto de vista del
acreedor que recibe un pago, poco le importa a él si el deudor cumple una obligación civil o natural.
¿Cuándo se va a producir el problema de una obligación civil o natural? cuando el que pago la
obligación, quiera repetir. Cuando el deudor que pago la obligación quiera repetir. Pero para ese
entonces, ya va a haber una sentencia judicial.
Expliquemos esto con dos ejemplos.
Primer ejemplo relativo al N°1 del art. 1470 del CC. Supongamos que se suscribe un contrato de
compraventa por medio del cual un menor adulto, Juanito, compra una moto. Evidentemente,
tenemos un contrato que adolece de un vicio de nulidad relativa, porque Juanito compareció por sí
solo sin autorización ni representación. De se contrato de compraventa surge una obligación para
Juanito. ¿Cuál? La de pagar el precio. Entonces, es posible que se haga a Juanito la tradición de la
moto y que él pague el precio; no habiendo ningún problema en ambos casos. El problema ocurre
cuando Juanito no pague el precio. Porque si no paga, lo van a demandar. Lo que van a demandar
es el cumplimiento forzado de la obligación (CFO). Entonces, el vendedor demanda el CFO. ¿Y qué
es lo que va a hacer Juanito? Se va a defender. ¿Cómo? Deduce una excepción perentoria de nulidad
relativa del acto o contrato. Y sólo la puede demandar Juanito porque la regla que establece el
Código Civil es que la nulidad relativa la pueden demandar todos aquellos en cuyo beneficio la ley
la ha establecido sobre herederos y cesionarios. Entonces, lo que el juez debe hacer es declarar la
nulidad relativa. Y supongamos que eso ocurre.
Supongamos que luego de dictada la sentencia, le remuerde la conciencia al niño. Y va y paga la
moto. Y al día siguiente se despierta y se da cuenta que fue un estúpido, ya que tenía sentencia a su
favor. Y va y dice que le devuelvan el dinero. Pero le dicen que no, porque el vendedor tiene derecho

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a retener aun cuando se trate de una obligación meramente natural. Y como dijimos, al acreedor no
le interesa si el deudor estaba cumpliendo una obligación civil o natural, ya que de igual forma va a
tener el derecho a retener en ambos casos. Por lo tanto, los problemas se producen luego de dictada
una sentencia judicial.
Segundo ejemplo relativo al N°2 del art. 1470 del CC. Hagamos el mismo ejemplo pero con la
prescripción extintiva. Supongamos que se celebró un contrato de mutuo entre Pedro y María, en
el cual Pedro le presta 5 millones de pesos a María. Estipulan que el 2 de octubre del año 2013 esta
obligación se hace exigible. El contrato lo suscriben el 2 de enero del mimso año. Si se cumple el
plazo de prescripción, que sería el 2 de octubre del 2018 –o sea, 5 años de prescripción ordinaria
desde que la obligación se hizo exigible-. Luego de esta fecha, lo que ocurre es que Pedro entabla
una acción en contra de María para que le restituya la plata que le prestó. Entonces, en ese caso, si
María paga voluntariamente, ¿Importa si la obligación es o natural? Da lo mismo, porque en ambos
casos Pedro va a tener derecho a retener. El problema ocurre si demandada que sea María por parte
de Pedro, ella se defiende oponiendo como excepción perentoria la prescripción extintiva. Y el juez
la acoge. ¿Qué es lo que declara? Declara que esa acción esta prescrita, es decir, falla a favor de
María. Pero luego a ella le remuerde la conciencia, queriendo devolver la plata. Pero luego se da
cuenta que fue una estúpida, y la pide de vuelta. Ahí Pedro le va a decir que la obligación que
cumplió es natural, y ahí él está en el derecho de retener. Esto demuestra, una vez más, que la
discusión se da luego de una sentencia judicial.
En resumen, existe una tremenda discusión doctrinaria y jurisprudencial para determinar el
momento en que la obligación pasa a ser natural. Y existen argumentos para un lado como para el
otro.
Efectos que producen las obligaciones naturales.
Primer efecto.
Ya sabemos el efecto más relevante: da a derecho retener lo que se haya dado o pagado en rázon
de ella; este el efecto solutio retentio. Lo que significa que la obligación natural legitima o le da causa
a un pago, que a su vez significa que si lo que se está pagando es una obligación natural, ese pago
no debe ser calificado como pago de lo no debido. Y esto es evidente, porque aquel que cumple una
obligación natural no está donando sino que esta pagando lo que debe. Esta es la razón del art. 2297
del CC.
Para que se produzca este efecto –efecto solutio retentio–, dice la doctrina que se deben cumplir
tres requisitos.
El primero es que el pago debe haber sido hecho voluntariamente por el deudor. Este es un requisito
que está en el inciso final del art. 1470 del CC. ¿Qué significa que el pago haya sido hecho
voluntariamente? Algunos dicen que una opción es que signifique que el pago esté exento de vicios,
o sea, que esté exento de error, fuerza y dolo. Otros dicen que no, porque eso es un requisito de
todos los actos jurídicos. El legislador si dijo esto es por algo más. Y para esto –para que se produzca
el efecto solutio retentio– es necesario probar que el deudor tenía conocimiento o sabía que estaba
cumpliendo con una obligación natural. Es decir, que el acreedor no le podía exigir el cumplimiento,
pero el deudor igual es un buen ciudadano o buena persona y cumplió con esa obligación. Ahora,
¿Qué es lo que pasa si es que hay un error? Supongamos, por ejemplo, que el deudor creía que el
plazo de prescripción extintiva era de 7 años contados desde que la obligación se hizo exigible. El
deudor fue donde sus abogados y les pregunta cuál es el plazo de prescripción. Y le dicen que es de
7 años contados desde que la obligación se hizo exigible. Entonces, el deudor piensa que, para

21
ahorrarse un problema, lo mejor es pagar. Entonces va y paga la obligación. Pero luego se da cuenta
que el plazo de la prescripción extintiva era de 5 años, y que por lo tanto su acreedor no disponía
de acción para exigir su cumplimiento, o al menos el plazo de prescripción estaba extinguido. ¿Podrá
pedir repetición? Sí, porque este error es un error de derecho, y esto lo ampara el art. 2297 del. Si
el error es de hecho, se podría alegar.
Segundo requisito. Además la doctrina dice que es necesario que el pago sea hecho por quien tiene
facultades de administración, y en particular, poder de disposición. Dentro de las facultades de
administración están las de conservación y de disposición. Algunos pueden solo conservar el auto,
y otros pueden venderlo y enajenarlo.
Tercer requisito, debe cumplir con los requisitos generales de todo pago.
Segundo efecto de las obligaciones naturales.
Las obligaciones naturales pueden ser novadas. O sea, la novación opera respecto de las
obligaciones naturales. ¿Cómo regula el Código Civil la novación? Como un modo de extinguir las
obligaciones. ¿Y en que consiste? Es la sustitución de una nueva obligación a otra anterior que se
extingue. Uno de los requisitos para que opere la novación, es que ambas obligaciones, tanto la
sustituida como la que sustituye, sean válidas a lo menos naturalmente –dice el Código Civil–. Por
lo tanto, las obligaciones pueden ser novadas, y puede novarse natural por natural, o natural por
civil, dependiendo de los hechos. Lo importante es que las obligaciones naturales pueden ser
novadas porque es pagar una obligación con otra obligación; eso es novar.
Tercer efecto.
En virtud del art. 1472 del CC, las obligaciones naturales pueden ser caucionadas. En el art. 46 del
CC se define a la caución como toda obligación que se contrae para la seguridad de otra obligación
propia o ajena. O sea, es una garantía. ¿Cómo cuáles? La hipoteca (garantía real), la fianza (garantía
personal), la prenda (real) y la cláusula penal (personal).
Entonces, el art. 1472 lo que dice es que las obligaciones naturales pueden ser caucionadas pero
sólo cuando esas cauciones son constituidas por terceros. ¿Por qué sólo cuando son constituidas
por terceros? En el caso de la fianza y en la cláusula penal, obvio que sí, porque siempre el fiador y
casi siempre en la cláusula penal aquel que se sujeta a la pena, es un tercero. Pero no es así en el
caso de las prendas y las hipotecas. El legislador esta pensando que las prendas y la hipotecas que
constituye una persona sobre un bien propio para garantizar una obligación natural ajena, valen.
Entonces como decíamos, en virtud de este artículo, ¿Por qué sólo cuando son constituidas por
terceros las obligaciones naturales pueden ser caucionadas? Porque lo accesorio sigue la suerte de
lo principal. Aplicando este principio, resulta que si el acreedor no tiene acción principal para
dirigirse en contra del deudor, tampoco va a tener acción para exigir al deudor el cumpliemiento de
lo acesorrio. En otras palabras, si el acreedor no tiene acción para exigir al deudor que cumpla la
obligación principal porque es natural, y si ese mismo deudor constituye una obligación accesoria,
tampoco puede tener acción en contra del deudor por la obligación accesoria.
Clase 9. Miércoles 3/10/18
Tal vez el Código Civil podría haber establecido una regla distinta, pero esa es la regla en el Código
Civil chileno. Ahora, adicionalmente se requiere otro requisito adicional –valga la redundancia– que
hace que este problema sea todavía mas complejo. ¿Cuál problema? El problema si son o no eficaces
las cauciones que se otorguen sobre obligaciones naturales.

22
El contrato de fianza establece especialmente que es posible que el fiador afiance una obligación
natural. Esto lo dice el Código Civil. Pero, dice que si el fiador hace esto, este no cuenta con dos
grandes derechos. Esto lo dice los arts. 2375 N°1 y 2358 N°3 del CC. Si alguien se hace fiador de una
obligación natural entonces ese fiador no va a gozar de (1) beneficio de excusión. Esto quiere decir
que como el fiador es un deudor subsidario, la ley le otorga un beneficio para excusarse si lo
pesiguen a él primero. O sea, si el acreedor persigue al fiador directamente, le dice que, antes de
cobrarle él, que le cobre al deudor. Y si no pasa nada, recién ahí que lo persiga. Ese beneficio de
excusión no lo va a tener cuando fianza una obligación natural. Tampoco va a contar con (2) acción
de reembolso. Normalmente, el fiador que paga por el duedor, podrá darse la vuelta y cobrarle al
deudor lo que pago por él. Pero en este caso no va a poder cobrarle, porque afianzo una obligación
nautural.
Entonces partiendo de la base que el Código Civil dice que es posible afianzar una obligación natural,
y en ese caso el fiador no va a contar con dos importantes acciones, no cabe duda que el Código
Civil considera que existe la fianza de una obligación natural. Pero con todo, es necesario aplicar acá
lo que ya hemos aprendido respecto del momento en el cual una obligación pasa a ser natural. Es
decir, para que la caución de una obligación natural sea eficaz, no sólo debe ser constituida por un
tercero, sino que además se debe hacer un análisis sobre cuál es el momento en que la obligación
se hace natural. Esto es complejo porque no hay acuerdo sobre esto. La doctrina y jurisprudencia
discuten sobre esto.
Volvamos al caso de Pedro y María. Recordemos que suscribieron contrato de mutuo. Pedro presta
5 millones de pesos a María, suscribiendo el contrato el 2 de enero de 2013, y el 2 de octubre de
2018 la obligación se hace exigible. Esta obligación es exigible hasta que se cumpla el plazo de
precepción. Entonces no cabe duda alguna, que la obligación que tiene María de restituir esta plata
durante todo este plazo de tiempo es civil. Supongamos que cuando suscribieron el contrato, Pedro
le dijo a María que le presta la plata pero con una garantía. María le trae un fiador. Y por lo tanto,
incorporamos a esta figura jurídica el fiador. Este celebra un contrato con Pedro, y el fiador se obliga
a cumplir en todo o en parte la obligación de María, si esta no cumple. Sin embargo, lo que ocurre
es que si en octubre 2018 opera el plazo de prescripción extintiva de la obligación principal
(obligación civil entre octubre de 2013 y octubre de 2018, luego opera el plazo), entonces el
acreedor tampoco le va a poder cobrar al fiador. Porque si Pedro fue negligente y no le cobró en
esos 5 años a María y operó el plazo de prescripción extintiva, la obligación degeneró, se volvió
natural. ¿Y la fianza? La fianza también. Por lo tanto, no puede ni cobrar la obligaron principal ni
tampoco tiene la acción de cobrarle al fiador (acción accesoria). ¿Por qué? Porque lo accesorio sigue
siempre la suerte de lo principal.
¿Cuándo sería entonces eficaz la fianza de una obligación natural? Cuando lo que se afianza es
directamente la obligación natural. En el ejemplo, en cambio, lo que se afianzo fue una obligación
civil que degenero, y por eso la fianza también. Pero es posible que se afiance directamente o
derechamente una obligación natural. Y si pasa esto, esa fianza o cualquier caución que se otorge
es civil. ¿Y eso cuándo va a ocurrir? Siempre y en todo caso que ya se hubiese dictado la sentencia
judicial, porque nadie duda que en cualquiera de los casos del art. 1470 CC hay una obligación
natural después de la sentencia judicial; nadie discute eso. Por lo tanto, luego de esa sentencia, la
fianza o caución es eficaz.
Ahora, ¿Qué pasa si la fianza se constituye antes de que existe sentencia judicial? O sea, se
constituye la fianza una vez que Juanito ya compró la moto, y antes que se dicte la sentencia judicial,
se constituye una fianza sobre esa obligación. O bien, en el caso del segundo ejemplo (Pedro v.
María), se constituye la fianza una vez que se ha cumplido el plazo –octubre de 2018– pero antes

23
que se dicte sentencia. ¿Qué pasa en esos casos? El acreedor le va a tratar de cobrar al fiador
(dejamos de lado al deudor). Pero el fiador le va a decir que la caución no es eficaz, porque no ha
habido sentencia judicial. El acreedor le va a responder que la caución es eficaz desde que se contrae
la obligación. El problema está entonces en que cada vez que se constituye una fianza o caución
sobre una obligación natural antes de la sentencia, va a haber discusión acerca de cuál es el
momento en que la obligación es natural. El fiador va a tender a decir que la caución no es eficaz,
porque fue sobre una obligación civil que degenero. Pero el acreedor va a decir que la caución fue
constituida cunado fue contraída la obligación.
Con todo, finalmente, en la vida práctica lo que se va a tener que hacer es que, cuando el fiador es
demandado por el acreedor, va a ser necesario analizar si el fiador puede o no oponer la excepción
respectiva.
Supongamos que Juanito tiene fiador, su tío. Lo que va a ocurrir, es que Diego demanda al tío. ¿El
tío va a poder oponer qué excepción? La de nulidad relativa del acto o contrato que celebró Juanito.
Pero no puede, porque la nulidad relativa la pueden demandar todos aquellos en cuyo beneficio la
ley la ha establecido sobre los herederos o cesionarios. Pero podría oponer nulidad absoluta por el
N°3 del art. 1470. ¿Quién puede hacer valer la nulidad absoluta? Cualquier persona que tenga un
interés patrimonial, actual y directo.
Ahora bien, ¿se puede convertir una obligación natural en civil? Algunos autores dicen que sí, con
la novación. Pero no necesariamente, porque esta es la sustitución de una nueva obligación por otra
anterior. Por lo tanto, no es que la obligación natural en el fondo se convierta en civil. Lo que pasa
es que se vuelve a acordar una nueva estipulación que paga la obligación natural. Esa obligación
natural se extingue por el pago. ¿Qué pago? El pago que se hace con otra obligación. Por lo tanto,
no es cierto cuando los autores dicen que la novación es una forma de convertir una obligación
natural en civil.
¿Podrían las partes –acreedor y deudor de una obligación natural– suscribir un convenio para
acordar que de ahora en más esa obligación no es natural sino que civil, y por lo tanto el acreedor
va tener acción para perseguir al deudor y que el deudor renuncia en definitiva a alegar que esa
obligación es natural? Sí, pero hay que distinguir.
En el caso del N°1 del art. 1470 del CC, este convenio importaría suscribirlo con el menor
debidamente autorizado o representado. Y este convenio importaría la renuncia a alegar la nulidad
relativa. ¿Y es posible que las partes, en virtud de la autonomía de la voluntad, renuncien al
saneamiento de la nulidad relativa, que se sanea o por el tiempo o por ratificación? Entonces, este
convenio sería básicamente la ratificación de la obligación del acto rescindible, y por tanto, sanea el
vicio. Y por eso que la obligación vuelve a ser civil.
¿Pero en el caso del N°3? No, porque sólo se sanea por el paso del tiempo. Este convenio sería
invalidado, ineficaz. La nulidad absoluta no es renunciable.
¿En el caso del N°2? Equivaldría a la renuncia de hacer valer la prescripción extintiva. Esta renuncia
a alegar la prescripción es válida una vez que ha sido cumplido el plazo. Esto está regulado por los
arts. 2493 y ss. del CC.
¿Y en el caso del N°4? Es la renuncia a hacer valer la cosa juzgada. Y también es valido.
Por lo tanto, se podría renunciar validamente en el caso de los numerales uno, dos y cuatro. En el
caso del numeral tercero no.

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Finalemente, ¿son taxativas las obligaciones naturales? ¿Las únicas obligaciones son sólo aquellas
que establece el art. 1470 del CC? La doctrina no está de acuerdo. Algunos dicen que no, que no son
las únicas las del art. 1470, habiendo otros casos.
Señalan que, primero, esto lo refrenda la propia redacción del art. 1470 porque utiliza la expresión
“tales son”. Entonces los numerales 1 al 4 sólo constituyen ejemplos de obligaciones naturales, y no
los únicos.
Segundo, hay otras situaciones de obligaciones naturales reguladas en el Código Civil. El primer caso
es en el caso de los esponsales. De acuerdo al art. 99 del CC, es la promesa del matrimonio
mutuamente aceptada; un acuerdo de voluntades para contraer matrimonio. El problema pasa
cuando una parte no quiere cumplir la promesa. La ley establece que el incumplimiento de esta
promesa es un hecho privado que la ley deja enteramente a la conciencia de los contratantes. Por
tanto, esto significa que no hay remedios legales frente al incumplimiento de la promesa de
esponsales Pero el Código Civil establece la posibilidad teórica de que se establezca una multa para
el evento de la infracción de los esponsales. La ley dice que si se produce la infracción de los
esponsales, esa multa no es perseguible o exigible, pero si el deudor la paga, el otro tiene derecho
a retenerla.
El segundo caso son los casos que mencionan los arts. 2260 y 2263 del CC relativos a deudas
contraídas en juegos de destreza intelectual. El Código Civil clasifica los juegos en juegos de azar y
juegos de destreza. En los juegos de destreza, están los de destreza física e intelectual. Y estos
últimos son aquellos en que predominan el intelecto por sobre la fuerza física. Deudas contraídas
por juego ajedrez, por ejemplo. Y los de destreza física, las carreras de caballo, por ejemplo.
Entonces, las deudas contraídas por destreza física son civiles o perfectas, producen tanto acción
como excepción. En cambio, las deudas contraídas en juegos de destreza intelectual, sólo dan el
derecho a retener, no dan acción para exigir cumplimiento.
El tercer caso es el del art. 2208 del CC dentro del mutuo, en relación al art. 15 de la ley 18.010 del
año 1981 –ley sobre operaciones de crédito y de dinero–. Si se pagan intereses que no han sido
estipulados, el deudor que los pagó no los puede exigir de vuelta, y el acreedor tiene derecho a
retenerlos, no hay pago de lo debido.
Y el cuarto caso, dice relación con el art. 1468 del CC, que dice que no podrá repetirse lo que se haya
pagado en razón de un objeto o causa ilícita a sabiendas.
Clase 10. Miércoles 10/10/18
Segunda clasificación de obligaciones. Desde el punto de vista de su objeto, se clasifican en
obligaciones de dar, hacer y no hacer.
A esta clasificación se le pueden agregar todavía dos tipos más: las obligaciones de entregar y las
obligaciones de restituir.
Lo cierto es que esta constituye una de las clasificaciones más relevantes de las obligaciones,
básicamente por los efectos que producen las obligaicones de acuerdo a la prestación.
Obligaciones de dar.
La doctrina las define como aquellas en las cuales el deudor se encuentra en la obligación de hacer
tradición que posibilita o permite la transferencia de la propiedad o la constitución de derechos

25
reales concurrentes sobre la cosa distintos al dominio, pero no que necesariamente lo haga. Pero
que al menos esa tradición permita la adquisición de la posesión pacifica y útil de la cosa.
Algunos otros autores, en cambio, dicen que la obligación de dar es la obligación de hacer la
transferencia de la propiedad. Esto lo dice René Abeliuk, por ejemplo.
Y la distinción ente ambas doctrinas no es menor.
Supongamos que Juan y Diego celebran un contrato de comodato. En virtud de este préstamo de
uso, Juan –comodante– le entrega al comodatario –Diego– un vehículo. Después de un tiempo, y
por cualquier razón, Diego decide vender ese vehículo a María, celebrando un contrato de
compraventa en cual Diego comparece en calidad de comodatario-vendedor y María en calidad de
compradora. Pactan el precio en 5 millones de pesos, María lo paga, y ambas partes cumplen con
obligaciones. Juan le dice a Diego que le devuelva el vehículo porque el plazo del comodato se
terminó, le pide que se lo restituya. Pero Diego le dice que se lo vendió a María. Entonces va Juan
donde María y le dice que se lo devuelva. Evidentemente, frente a esto, se produce un conflicto de
intereses. María luego de revisar la situación, se da cuenta que efectivamente Diego no era el dueño
del vehículo, sino que el dueño del vehículo era Juan. Y por lo tanto, ella entiende que lo que celebró
era una compraventa de cosa ajena, que menciona como válida el art. 1815 del CC. Pero el problema
es que esta compraventa es inoponible al verdadero dueño, Juan. Además, María no es dueña del
vehículo, ella sabe que no puede ser dueña. Ella está en calidad jurídica de poseedora. Tiene la
esperanza de adquirir ya no por tradición sino que por medio de la prescripción adiquisitiva. Lo que
pasa es que ella esperaba que por medio del contrato de compraventa que celebró con Diego se iba
a hacer dueña del vehículo, pero está metida en un enredo. Pero su abogado le dice que, no
obstante la venta de la cosa ajena es válida, ella no es dueña sino poseedora y puede tal vez adquirir
el dominio por prescripción adquisitiva, pero que si Juan la demanda –por medio de una acción
reivindicatoria– podría perder la cosa. Entonces, el abogado le recomienda que demande a Diego la
resolución del contrato con indemnización de los perjuicios, porque estima que se ha infringido una
obligación contractual –en tanto esperaba ser dueña por el contrato de compraventa suscrito con
él–. ¿Qué podría contestar Diego? Que sí cumplió con su obligación. Dirá que es improcedente
porque si cumplió con su obligación de dar, que es la obligación de hacer la tradición del vehículo,
que posibilite o permita la transferencia del dominio o, a lo menos, la posesión pacífica y útil de la
cosa. Por lo tanto, él dirá que su obligación está cumplida. Esto significa que María no puede
demandar la resolución del contrato con indemnización de perjuicios. Más aun, porque el Código
Civil contempla un remedio para estos efectos. María tendrá que esperar a que sea perturbada
judicialmente en su posesión –esto es, que Juan le notifique una acción reivindicatoria–para que
recién en ese momento se cite a evicción, porque este es el remedio que establece el Código Civil
especialmente para estos efectos.14

14
Es en este tipo de ocasiones que cobra importancia el saneamiento de la evicción. El saneamiento de la
evicción es una obligación que le corresponde al vendedor de una cosa cuando el comprador es despojado o
perturbado en todo o en parte; es decir, el vendedor debe amparar al comprador en el dominio y uso de la
cosa. Hay evicción cuando por sentencia judicial se ha despojado al comprador de la cosa que compró, en
virtud de un derecho que pertenecía a un tercero.
En virtud de nuestro ejemplo, el efecto del saneamiento de la evicción es doble. (1) El vendedor (Diego) debe
defender al comprador (María). Diego está obligado a defenderlo, en la medida en que las partes no hayan
renunciado. Una forma de renuncia seria si María dice “el auto no te lo compro a $5 millones sino que te lo
compro a $3 millones”. Y Diego responde: “perfecto, pero no respondo por saneamiento de la evicción”. Esto

26
En la solución de un conflicto como este, tiene especial relevancia detemrinar cuál es el contenido
de la obligación de dar. Porque si este es simplemente la tradición que posibilite o permita la
transferencia del dominio o a lo menos la adquisición de la posesión pacífica y útil de la cosa,
entonces, cuando se produce la venta de la cosa ajena, no hay incumplimiento de la obligación.
Ahora, si el comprador fuese luego perturbado en su posesión porque un tercero interpone en su
contra acciones judiciales respecto de derechos que reclama sobre la cosa, habrá que citar a evicción
al vendedor para que lo defienda en juicio. Pero la obligación de dar no está incumplida.
En cambio, si se entiende que la obligación de dar es la obligación de transferir la propiedad,
entonces tendrémos que concluir que cada vez que estemos en presencia de una compraventa de
cosa ajena, el vendedor nunca va a poder cumplir con su obligación de dar. Y si siempre en una
compraventa de cosa ajena la obligación de dar va a hacer incumplida, entonces el comrpador podrá
demandar la resolución del contrato con indemnización de perjuicios.
Entonces, las discusiones respecto al contenido de la obligación de dar tienen una tremenda
relevancia práctica. Y nuestra jurisprudencia –particularmente la Corte Suprema y la mayoría de la
doctrina y jurisprudencia– se han manifestado por la posición de sostener que el contenido de la
obligación de dar es el de hacer tradición, y no de transferir el dominio. De manera tal, que nuestra
Corte Suprema ha rechazado en estos casos las demandas que tiene por objeto remediar
incumplimiento contractual. O sea, si se ha interpuesto una demanda de resolución del contrato
con indemnización de perjuicios, la jurisprudencia mayoritaria la ha rechazado. Ha dicho que es
improcedente que en un caso como este se demande tales cosas porque no hay incumplimiento de
la obligación dar. En estos casos, lo que debe hacer el comprador es tratar de adquirir el dominio de
la cosa mediante la prescripción adquisitiva, y si es perturbado, está en sus derechos de citar a
evicción al vendedor.
Un fallo de la Corte Suprema dilucida lo anterior.
Hay un caso llamado “Toro Mancilla v. Banco Santander”. Es un caso en Valdivia en el cual el Banco
Santander se adjudica un terreno agrícola después de haberse sacado a remate, y lo vendió. Y lo
adquirió este el señor Toro Mancilla. Y lo que ocurrió es que después de haber efectuado no sólo la
tradición a través de la inscripición en el RCBR sino después de haber empleado también la entrega
material del terreno respecto de lo cual se dejaba constancia en la escritura de que se había recibido
a entera satisfacción del comprador. Pero después, uno vez que está instalado en el predio el
comprador, este –el demandante– dijo que tuvo noticias de terceras personas que, invocando
ciertos títulos y documentos, alegaban tener derechos de dominio sobre el predio, a lo que siguieron
vías de hehco (empezaron a hostigar a los trabajadores, bloqueos de caminos al interior del
inmueble, etc.). Y a eso siguió no sólo vías de hecho sino que comenzaron las acciones judiciales.
Por tanto, fue el comprador objeto de varias acciones judiciales, tanto civiles como penales,
interpuestas por terceros.
Lo que hace Toro Mancilla es demandar al Banco Santander. Este señor dice:
“Al momento de ser enajenado el predio a su parte, éste no pertenecía al demandado, al menos
no en la individualización indicada en la escritura correspondiente, sino que antes había sido objeto
de sucesivos loteo por parte de los legítimos y anteriores dueños, dando lugar a una serie de nuevos
predios resultantes;
(…)

sería un tipo de renuncia. (2) Si el juez dicta a favor de Juan, Diego tiene la obligación de indemnizar los
perjuicios a María.

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En suma, afirmó que el demandado procedió con negligencia al momento de transferir un predio
ajeno, causando a su parte perjuicios directos e indirectos, los que puntualiza en los rubros de daño
emergente, lucro cesante y daño moral, por la suma total de $1.233.912.000.”

Esa es la suma de dinero que demanda el señor Toro Mancilla al Banco Santander.
Entonces el Banco contestó la demanda diciéndole al juez que la rechace. Primero, porque el Banco
señala no entender cual es el incumplimiento que se le esta imputando. Segundo, porque demanda
indemnización de perjuicios directa y de forma autónoma, siendo que esta –en virtud del art. 1489
del CC– debe ir en conjunto o con el cumplimiento forzado de la obligación o con la resolución del
contrato. Además, el Banco señala que esto no es un problema de incumplimiento contractual sino
que es un problema de deslinde del predio.
El juez de primera instancia acoge la demanda señalando que sí hubo incumplimiento contractual,
fijando también indemnización de perjuicios por un monto de 413 millones de pesos. Después, este
caso pasa por la Corte de Apelaciones de Valdivia, revocando el fallo de primera instancia, por lo
que rechaza la demanda. Luego el demandante se va de casación en la forma y en el fondo en contra
de la sentencia de la Corte de Apelaciones de Valdivia ante la Corte Suprema. Y esta, desecha el
recurso de casación en el fondo y en la forma, y confirma el fallo apelado.
La Corte Surema dice que si uno analiza los hechos del caso, no sólo hay una inscripción a favor del
señor Toro Mancilla en el RCBR sino que es un hehco de la causa que el predio fue materialmente
entregado al comporador a su entera satisfacción. Eso es algo que se decía en el contrato. La Corte
señala:
“A mediados del año 2001, el comprador comenzó a observar cómo las noticias de terceros que
alegaban derechos sobre el predio, se transformaban en actos, ocupándose distintos sectores del
inmueble y derivando en acciones judiciales, situaciones que el actor liga al incumplimiento de sus
obligaciones contractuales con el banco, lo que llevó a su vez al inicio de los correspondientes juicios
ejecutivos.”

Luego la Corte Suprema hace el siguiente razonamiento:


“El Código habla de entrega o tradición y ciertamente la entrega que sigue a la compraventa es
una verdadera tradición porque va precedida de un título traslaticio de dominio, como lo es la
compraventa, la que supone la intención de transferir el dominio. Y en ello reside justamente la
importancia de la tradición, porque a diferencia de lo que ocurre en el derecho francés en el nuestro,
que sigue en esta parte las aguas del Derecho Romano, la compraventa no transfiere el dominio sino
que de ella nacen sólo derechos personales, adquiriendo el comprador el dominio únicamente una
vez que se haya efectuado la tradición.
(…)
La premisa propuesta engarza con el contenido de la obligación del vendedor y específicamente
apunta a la interrogante de si el vendedor, mediante la entrega, es obligado o no a hacer dueño de
la cosa al comprador. La respuesta doctrinaria es categórica: el vendedor está obligado a dar al
comprador la posesión tranquila y pacífica de la cosa vendida, tanto legal como material, pero no a
transferir el dominio. Esta inferencia emana de la correlación entre el artículo 1.824 y los artículos
1.815 y 724, todos del Código Civil. El artículo 1.815 dispone que pueden venderse las cosas ajenas.
Si estuviera obligado a proporcionar el dominio de la cosa al comprador, podría vender únicamente
aquéllas sobre las cuales tuviera un derecho de propiedad, ya que no puede transferir el dominio el
que no lo tiene.”

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Por lo tanto, la Corte adopta la posición de decir que la obligación de dar es la de hacer tradición
que permita la adquisición de la posesión pacífica y útil de la cosa, pero no la transferencia de la
propiedad, y confirma además la improcedencia de la demanda del señor Toro Mancilla.
Para cerrar este tema, cabe señalar que la doctrina moderna del Derecho Civil no esta tan conforme
con esta solución. Y dicen que en el caso de Toro Mancilla la Corte Suprema podría haber llegado a
una solución diversa. Lo interesante del caso dice relación con el voto disidente del ministro Sergio
Muñoz. Para fundamentar una posición distinta, el fundamento debe servir para sostener que
cuando uno celebra un contrato de compraventa, no transferir el dominio es un incumplimiento
contractual.
Esto queda firmado hoy en dia por el profesro Iñigo de la Maza, quien tiene un artículo que se refiere
a los remedios en materia de contratos de compraventa, y sobre todo cuando se produce un
cumplimiento imperfecto de las obligaciones de un contrato de compraventa, señalando que este
–caso Toro Mancilla v. Banco Santan– sería el caso.
Dice que en este caso hay un hecho que la Corte no observa bien. Y es que el predio había sido
comprado básicamente para desarrollar ciertos proyectos agrícolas y apícolas, y el Banco tenía
conocimiento de esta situación, ya que el señor Toro Mancilla era cliente del Banco, pidiéndole
financiamiento al Banco para pagar precisamente la compraventa de esta propiedad. Y para
mostrarle la viabilidad del proyecto, le había mostrado que iba a hacer en la propiedad estas labores
agrícolas y apícolas. En suma, el profesor de la Maza señala que está claro que lo él –señor Toro
Mancilla– adquirió en virtud el contrato de compraventa no resultó para el fin por el que compró,
ya que no pudo cumplir con sus proyectos por el hostigamiento, bloqueos etc. Sostiene que en un
caso como este, uno podría entender que sí existían por parte del comprador, al momento de
celebrar el contrato de compraventa, la expectativa de que se hicera dueño. Por lo tanto, tal vez la
Corte podría haber llegado a una solución distinta. Porque el principio de buena fe dice que los
contratos no sólo obligan a lo que en ellos se dice sino a lo que también se entiende pertenecer al
contrato. En consecuencia, si se compra al Banco y este sabe que se compra para dicho objetivo, y
luego esta compra no sirva para tall objetivo, es obvio que el Banco entonces no le transfirió una
cosa útil para los fines que conformaban parte de un contrato, y que el Banco sabía las razones por
las cuales se estaba comprando. En ese caso, se podría demandar un incumplimiento contractual y
debería ser respetado.
Una solución que hubiera simplificado más las cosas, hubiera sido incorporar una cláusula al
contrato, por medio de la cual se digiera expresamente que al hacer la tradición, se obliga a
transferir la propiedad. Eso se conoce como cláusula dominical. O si al menos se hubiese estipulado
lo que se conoce como representación y garantía, es decir, que el comprador declarara que él de
buena fe es dueño del predio.
Ahora bien, en relación con las obligaciones de dar, en general, ¿De dónde emanan? ¿Por qué un
sujeto puede quedar en la situación de hacer la tradición? Por regla general, emanan de los
contratos que constituyen títulos traslaticios de la propiedad. ¿Cómo cuáles? La compraventa, la
permuta, el mutuo, la donación, el depósito irregular etc.
Obligación de hacer
Es aquella en la cual el deudor se obliga a ejecutar un hecho cualquiera, que no sea la tradición. Son
muy comunes en los denominados contratos de prestación de servicios.

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Una cuestión que es tremendamente relevante es que las obligaciones de hacer son, en general –
no siempre–, obligaciones de medios. Estas son aquellas en las cuales el deudor se obliga a ejecutar
cierta actividad con un determinado grado de diligencia. Se obliga a ejecutar una actividad, no a
producir un resultado. Si yo voy al médico, y el médico me da un tratamiento para poder mejorarme,
y yo no me sano, luego no podré decir que el contrato esta incumplido, ya que el médico se
defenderá diciendo que su obligación es una obligación de medio o de actividad. Ahora, no siempre
los contratos de médicos y otros son siempre de medios. Hay algunos casos que son contratos con
obligaciones de resultado, como el caso en que me contraten par hace un escrito; me obligo por el
resultado.
Obligaciones de no hacer.
Aquellos en las cuales el deudor se obliga a una abstención de ejecutar un determinado hecho. O
sea, el objeto de la obligación es una abstención.
Y existen algunas obligaciones de no hacer relevantes que han producido discusiones en la doctrina
y en la jurisprudencia. Uno es por ejemplo con la obligación de no competencia. En un contrato se
incluye una cláusula en virtud de la cual una de la partes señala que si se produce la terminación de
ese contrato, esa parte se obliga a no competir en el mismo rubro por dos años después de la
celebración del contrato. Estas cláusulas han generado debate respecto a si son o no válidas.
Nuestra jurisprudencia ha dado ciertos parámetros para poder determinar si una cláusula de no
competir es válida (tiene que haber sido convenida en términos razonables, en un determinado
lugar geográfico, en un determinado tiempo, etc.).
Hay otras cláusulas conocidas como las cláusulas de no enajenar, por medio de la cual un sujeto se
obliga a no transferir la propiedad de un objeto a un tercero. Son muy comunes en los mutuos
hipetacarios. El banco otorga financiamiento a una persona para que compre la propiedad, y le
impone una cláusula de no enajenar. Y también ha dado lugar tremendas discusiones sobre si estas
cláusulas son o no válidas.
La infracción de una obligación de no hacer se traduce en la indemnización de perjuicios si no puede
deshacerse los hechos en contravención. Si yo tenía una cláusula de no enajenar y enajené a un
tercero, probablemente la venta va quedar firme pero voy a tener un incumplimiento contractual.
Los bancos en estos casos ejecutan una cláusula llamada aceleración. Aceleran el cobro del todo el
crédito.
Clase 11. Viernes 12/10/18. Camilo Cornejo. Prelación de Crédito (pedir material).
Clase 12. Miércoles 17/10/18
Obligaciones de entregar.
Que son aquellas en las cuales el deudor se encuentra en la necesidad de hacer el simple traspaso
material de la cosa, permitiendo que el que la reciba tenga la mera tenencia. Y a partir de esta
definición de obligaciones de entregar, podemos señalar tres situaciones:
- Situación jurídica de propiedad o de dueño
- Situación jurídica de aquel que es poseedor
- Situación jurídica del mero tenedor
Para llegar a la primera situación, se requiere un título traslaticio de la propiedad y un modo. Para
llegar a la segunda situación, se requiere un título posesorio, que son los mismos modos de adquirir,

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porque se supone que los modos deben tener alguna doble virtud: permitir la adquisición del
dominio y la adquisición la posesión; eso significa que la posesión y el dominio andan de la mano.
Pero es posible que por alguna razón, cada uno ande por su lado. Para llegar a la tercera situación,
se requiere un título de mera tenencia, que por regla general es el contrato de arrendamiento, la
prenda (cuando produce desplazamiento; hoy la mayoría son sin desplazamiento).
Si estamos parados en un edifico, y miramos a la calle, y un amigo de nosotros le está entregando
a otra persona un objeto (un libro, por ejemplo), y vemos esta escena, ¿Cómo sabemos si esa
entrega que se está efectuando, es una entrega que le va a permitir a la persona que recibe el
dominio, o al menos posesión, o la mera tenencia? Porque de afuera, lo único que se ve es una
mera entrega. ¿Cómo saber si esa entrega dejo a la persona que recibió en la situación jurídica de
propietario poseedor o tenedor? Lo que hay que indicar acá es el título, porque si se entrega está
precedida por un titilo traslaticio de la propiedad, es evidente que la entrega va a cumplir con la
intención de transferir el dominio. En cambio, si esta entrega está precedida por un título de mera
tenencia, esa entrega es un simple traspaso material.
Entendiendo lo que dijimos de la obligación de entregar, una cuestión que discute la doctrina es
básicamente respecto a cuál es el estatuto jurídico que se le debe aplicar a la obligación de entregar.
Porque el Código Civil clasifica las obligaciones como de dar, hacer o no hacer, pero ahora tenemos
de entregar. Entonces, o le aplicamos el estatuto jurídico o de las obligaciones de dar o de hacer. En
principio, uno podría pensar que se le debería aplicar el estatuto de las obligaciones de hacer. Pero
eso no es así. El Código Civil asimila las obligaciones de entregar a las obligaciones de dar, y por lo
tanto a las obligaciones de entregar, se les aplica el estatuto jurídico de las obligaciones de dar. Y
esto se puede demostrar en el Código Civil.
El art. 580 del CC dice que la acción que tiene el comprador para que se le entregue la finca
comprada es inmueble. Por el contrario, resulta que el Código Civil dice específicamente que los
hechos que se deben –obligaciones de hacer– se reputan muebles (art. 581). Entonces, si fuese
verdad que la obligación de entregar se asimila a la de hacer, entonces no es posible que la acción
del comprado para que entregue la finca comprada sea inmueble, debería decir que es mueble.
En segundo lugar, el art. 1548 del CC dice que la obligación de dar contiene a la de entregar.
Entonces, ¿Qué es lo que dice el Código Civil? Que cuando la obligación es de dar, y el deudor se
obliga a hacer tradición, además se obliga a entregar materialmente.
La cuestión es evidente cuando se trata de bienes muebles. ¿Por qué es evidente? Porque la forma
más común de hacer tradición es por la entrega material de la cosa, entonces es evidente ahí que la
obligación de dar implica indudablemente la de entregar. De hecho, no se puede cumplir la
obligación de una cosa mueble si no es entregándola. Pero tratándose de bienes raíces, se puede
observar con mayor claridad. Porque la tradición es con la inscripción de la escritura pública en el
Registro Conservador de Bienes Raíces. Pero en ese caso, el vendedor no cumple con la obligación
de entregar con la inscripción de la escritura pública sino que también se necesita que se entregue
la cosa materialmente a quien la compra.
Y por último, hay una tercera razón, y es que de acuerdo con el Código de Procedimiento Civil, las
reglas del juicio para la ejecución de una obligación de dar son las mismas que se aplican para las
obligaciones de entregar.
Finalmente, como si fuera poco, están las obligaciones de restituir. ¿Qué son? Son aquellas que
imponen al deudor la necesidad de tener que devolver una cosa que ha recibido previamente, por
regla general, bajo un título de mera tenencia. O sea, estamos hablando de un comodatario, de un

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depositario, de un acreedor prendario (en caso de una prenda con desplazamiento), etc. Ahora, ¿Es
posible que el título no sea de mera tenencia y sea traslaticio de la propiedad? Sí. ¿En qué casos?
En el caso del mutuo, por una cuestión evidente. ¿Sobre qué cosas recae el mutuo? Sobre cosas
fungibles. Y también podría ser en el caso de un depósito irregular.
Cuarta clasificación. Clasificación de las obligaciones desde el punto de vista de la pluralidad de
partes o los sujetos que intervienen. Las obligaciones se califican en obligaciones de sujeto único o
singular y en obligaciones de sujeto múltiple o plural. Las primeras, constituyen la forma más sencilla
de obligarse. ¿Por qué razón? Porque hay sólo un acreedor y un deudor. Las segundas, dentro de
ellas, tenemos tres tipos de obligaciones de sujeto múltiple o plural:
- (1) Las obligaciones simplemente conjuntas o mancomunadas
- (2) Las obligaciones solidarias
- (3) Las obligaciones indivisibles
Cuando hablamos de estas de estas últimas, veremos que desde el punto de vista del objeto o de la
prestación, las obligaciones también se pueden clasificar como divisibles o indivisibles. Estamos
hablando de indivisibilidad no desde el punto de vista del objeto de la obligación, sino que habíamos
desde el punto de vista de la pluralidad de sujetos, lo que quiere decir que esta obligación la tienen
o que exigir todos juntos o que cumplir todos juntos.
(1) Simplemente conjuntas o mancomunadas. Como son obligaciones de sujeto múltiples, suponen
la existencia de varios acreedores y de varios deudores y la existencia de un objeto divisible. Y lo
relevante, es que cada acreedor solo puede exigirle al deudor su parte o cuota de la deuda. Y cada
deudor, sólo está obligado a pagar su cuota o parte del crédito. Por ejemplo, supongamos que
tenemos dos acreedores y tres deudores, y la deuda es de 900 pesos. Entonces, por lo dicho, parece
evidente que cada acreedor tiene derecho a exigir 450 pesos cada uno. Y que cada deudor solo
cumple esta obligación pagando 300 pesos. Esto, porque es una obligación simplemente conjunta o
mancomunada, la cual constituye la regla general en obligaciones con pluralidad de sujetos. Los
efectos que produce son siete:
- Cada acreedor sólo tiene derecho a exigir su parte o cueta del crédito, y no más.
- Cada deudor sólo está obligado a su parte o cuota de la deuda, y no más. Esto significa que
si un deudor paga más que su cuota, entonces hay un pago de lo no debido y por tanto,
tiene derecho a restituir.
- Ahora, por regla general, salvo que las partes o la ley disponga otra cosa, las cuotas entre
los codeudores mancomunados son siempre iguales. Esa cuota que es siempre igual se
denomina cuota viril o semi igual.
- El pago por el cual un deudor extingue su obligación, no aprovecha o beneficia a los otros
deudores. Y lo que se dice del pago, se dice del resto de los modos de extinguir las
obligaciones. O sea, esto quiere decir por ejemplo, que si el acreedor demanda a un deudor,
y este opone una excepción de nulidad, y el juez declara la nulidad de la obligación o la del
contrato, esa declaración de nulidad sólo afecta al deudor
- La interrupción de la prescripción –que se da mediante al notificación de la demanda– que
beneficia a un acreedor.
- La insolvencia que puede afectar a uno de los deudores –alguno que está en situación
patrimonial en que el pasivo es más que su activo– no va a gravar a los otros deudores. Es
decir, los otros deudores no tienen por qué hacerse cargo de la deuda del deudor
insolvente.

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- Los efectos que producen las obligaciones que son simplemente conjuntas o
mancomunadas, revelan que hay tantas obligaciones como acreedores y deudores
vinculados.
(2) Obligaciones solidarias. Son también obligaciones de sujeto múltiple. Ocurre que tenemos varios
acreedores o varios deudores o bien, varios acreedores y deudores a la vez. Con objeto divisible,
que se establecio o por al convención la ley o nos euqe.. Escuchar esto. Cada acreedor puede recibir
no sólo la parte o cuota del crédito sino la totalidad de la deuda. Y cada deudor no se encuentra
obligado a su parte o cuota de la deuda, sino que a la totalidad del crédito. Y por eso, el deudor que
cumple con su obligación, la extingue también para los otros deudores. Esto genera una interesante
situación entre codeudores.
La solidaridad puede ser
- Activa. Muchos acreedores y un solo deudor.
- Pasiva. Muchos deudores y un solo acreedor. Esta constituye una verdadera garantía para
el acreedor, porque si el profesor Molinari pacta solidaridad con nosotros, le da a él la
seguridad que le van a pagar, porque en caso de no cumplir, le va a cobrar al deudor que
tiene más plata –es decir al deudor más solvente– la totalidad del crédito. Cuando la
solidaridad es pasiva, y se demanda al más solvente, este deudor va a demandar a todos los
demás deudores para que contribuyan al pago de la obligación.
- Mixta. Muchos acreedores y deudores a la vez.
Las fuentes de la solidaridad son:
La convención, el testamento y la ley.
La convención es la regla general, es decir, que la solidaridad se pacte en un contrato. Es aquí cuando
el art. 1511 del CC dice que para que se pacte solidaridad, se requiere una manifestación expresa
de la voluntad.
El testamento también constituye una fuente de solidaridad. Y el testador puede imponer tanto
solidaridad pasiva como solidaridad activa. Supongamos que el testador convivió los últimos 10 años
de vida con una pareja de facto, sin haber celebrado ni acuerdo de unión civil ni matrimonio. Él
estaba sólo separado de hecho con su ex pareja, y resulta que para poder proteger a su conviviente
y al hijo que tuvo con ella, le impone a los herederos un legado de dinero, es decir, la obligación de
pagar un suma de dinero. Y le puede imponer esa obligación como solidaria, lo que significa que la
conviviente puede pedir el pago a cualquiera de ellos.
La ley también es fuente de solidaridad. Es muy común en materia de solidaridad pasiva; en muchos
casos el Código Civil y otras disposiciones legales imponen solidaridad pasiva. En materia de
responsabilidad civil extracontractual –art. 2317 del CC–, cuando el delito o cuasidelito civil ha sido
cometido por varios, o sea, cuando estemos hablando de varios coautores, entonces en ese caso la
obligación de indemnizar perjuicios es solidaria. En materia de ley del tránsito también la ley impone
solidaridad pasiva, entre el dueño del vehículo y el que maneja. Respecto de solidaridad activa, el
profesor no conoce ningún caso de solidaridad activa que sea impuesto por la ley.
Efectos que producen la solidaridad pasiva.
Ya sabemos qué es. Lo que vamos a estudiar son los efectos que producen las obligaciones solidarias
cuando hay solidaridad pasiva.

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Primero, los efectos entre el acreedor y los deudores. Para luego ver los efectos entre deudores
(una vez que se cumpla el pago, o haya habido nulidad, compensación o cualquier modo de extinguir
las obligaciones).
Efectos de la solidaridad pasiva entre el acreedor y el deudor.
¿Qué es lo que puede hacer el acreedor? Supongamos que la obligación se hizo exigible. En virtud
del art. 1514, el acreedor podría demandar al conjunto de los deudores o a un deudor por el total o
por su cuota. Ahora, si había pactado solidaridad el acreedor y demanda al deudor por la cuota,
podría haber renuncia a la solidaridad. Si el acreedor demanda al deudor y sólo lo demanda por la
cuota, y después demanda a un segundo deudor por la totalidad, este le va decir que no procede la
demanda, porque ya demandó al primero por su cuota, por lo que le podría decir que ha renunciado
a la solidaridad.
El acreedor también puede demandar al deudor por el total del crédito, y que reciba un pago de
cuota. Esto se podría dar sólo con el consentimiento del acreedor. Y si es que el acreedor acepta,
cuidado, porque también en este caso podría entenderse que ha renunciado a la solidaridad.
Adicionalmente, es posible que el deudor demandado adopte un actitud distinta, es decir que no
pague, y que se defienda. Esta defensa se va a traducir procesalmente en una excepción perentoria.
Ahora, el deudor demandado puede poner tres tipos de excepciones: excepciones reales,
personales y mixtas. Las excepciones reales son aquellas que son inherentes a la naturaleza de la
obligación. Eso significa que cualquier deudor la puede oponer porque son naturales a la obligación;
son excepciones comunes. Las excepciones personales son aquellas que no son inherentes a la
naturaleza de la obligación sino que dicen relación con una condición personal o particular de un
deudor afectado. Eso significa que la personal sólo la va a poder oponer el deudor afectado por esa
condición personal o particular. Por ejemplo, si es incapaz. Las excepciones mixtas pueden oponerse
de una u otra manera.
Clase 15. Miércoles 24/10/18
Veamos casos para entender esto.
Plazo pendiente. El Código Civil nos dice que el hecho de que una obligación sea solidaria no impide
que la obligación sea pura y simple para algunos de los codeudores solidarios, y que esa obligación
esté sujeta a modalidad para algunos otros. No altera lo que se denomina unidad en la prestación.
Si existen plazos distintos, la pregunta es: ¿Qué clase de excepción es el plazo? Si el pazo beneficia
a todos los codeudores solidarios, la excepción de plazo es real. ¿Por qué? Porque es común. Pero
como la obligan solidaria puede estar sujeta a plazos diversos, entonces en ese caso, cuando hay
plazos distintos entre los codeudores solidarios, la excepción de plazo es personal. Por lo tanto,
básicamente dependerá de qué plazo ha convenido ese acreedor con ese deudor.
Pago. Evidentemente, si el codeudor solidario demandado paga el total de la deuda, y luego el
acreedor demanda a uno de los otros codeudores solidarios, estos otros van a poder oponer la
excepción de pago, porque en ese caso la excepción de pago es real. ¿Qué ocurriría si ese codeudor
solidario pagara sólo una parte de la deuda? Podría en ese evento oponerse la excepción de pago
como real, para que se descuente la parte o cuota que ya se ha pagado.
Transacción (art. 2446 del CC). Si se suscribe un contrato de transacción con uno de los deudores,
¿Por esa trepanación pueden los otros codeudores beneficiarse del contrato de transacción que ha
sido suscrito entre el acreedor con uno de los codeudores solidarios? No, porque los otros no son

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partes del contrato. Hay una limitación de hacer valer el contrato respecto de los otros codeudores
solidarios en virtud del efecto relativo de los contratos.
Novación. Esto significa que el acreedor demandó a un deudor, y lo que hicieron fue convenir en
una nueva obligación que iba a sustituir la antigua obligación, la cual queda extinguida. ¿Qué es lo
que ocurre con el resto de los codeudores? ¿Quedan obligados? No, quedan libres. No quedan
obligados del resultado de la novación a no ser que acepten esta nueva obligación. Esto porque la
novación, en realidad, cuando uno la analiza jurídicamente, en realidad el deudor que nova, paga.
Lo que pasa, es que paga una obligación por otra obligación, no sólo por él sino que también por el
resto de los codeudores.
Remisión. ¿Qué es la remisión? Es la condonación la deuda, o sea, es el perdón de la deuda. Lo que
ocurre es que el acreedor le remite, condona o perdona la deuda a uno de los codeudores solidarios.
Si después se arrepiente y lo demanda, podrá este codeudor oponer la excepción de remisión.
Ahora, ¿La podrán oponer las demás codeudores? Si, para que se descuente la parte o cuota del
crédito que fue perdonada al deudor condonado. Entonces, la remisión es una excepción mixta.
Compresión. ¿Qué supone la compensación? Supone que algunos de los codeudores solidarios es a
su vez acreedor del acreedor común. Entonces, opera la compensación como modo de extinguir las
obligaciones. La pregunta es: ¿Cuál de los codeudores solidarios puede oponer la excepción de
compensación? Sólo aquel que tenga la calidad de acreedor a su vez del acreedor común. En ese
sentido, esta excepción es personal ¿Cuándo es mixta? Cuando el acreedor a su vez es acreedor
común, y lo que se deben no alcanza sobrando una diferencia, la excepción es mixta. Si entre
acreedores se deben 300, y uno paga sólo 200, sobran 100, por lo que en ese caso la excepción es
mixta.
Confusión. Supone que se confunden en una misma persona las calidades de deudor y de acreedor.
¿Y cómo se podrá producir ese efecto? En los casos de sucesión por causa de muerte. Podría ser un
legado de crédito que el acreedor le dejó a uno de los deudores. Y si alega el crédito, se cofunden
las calidades de acreedor y deudor. Esto produce la extinción de la obligación. Luego se van a
producir otros efectos entre los deudores.
Imposibilidad de cumplimiento. De acuerdo al art. 1521, si la obligación se refiera a una cosa y esa
cosa perece por caso fortuito o fuerza mayor, la obligación se extingue para todos los codeudores
solidarios. Pero si la cosa perece o la obligación se hace imposible de cumplir por la culpa de uno de
los codeudores solidarios, entonces todos van a ser solidariamente obligados al precio de la cosa.
Se produce un fenómeno de subrogación legal: cosa por precio. Pero la acción para indemnizar
perjuicios sólo puede dirigirse en contra de aquel por cuya culpa pereció la cosa o se hizo imposible
el cumplimiento de la obligación.
Prescripción extintiva. Así como hay plazos distintos para algunos codeudores, también pueden
haber plazos de prescripción diferentes para cada codeudor. Ahora, ¿La prescripción extintiva que
beneficia a uno de los codeudores solidarios, beneficia a los otros, no obstante que se hayan
estipulado plazos diversos? El profesor cree que no.
Son ejemplos de sólo excepción personal la incapacidad relativa, beneficio de competencia, el error,
etc. La fuerza y el dolo –sólo porque la ley así lo dice– son excepciones personales.
Una de las cosas que ha producido más dificultad en la práctica son los problemas que dicen relación
con la cosa juzgada. Las sentencias judiciales que están firmes o ejecutoriadas producen el efecto
de cosa juzgada. Este produce la excepción de cosa juzgada y la acción de cumplimiento. Entonces,

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se ha dicho o se ha discuto si los codeudores solidarios que no han participado del proceso, pueden
o no beneficiarse del efecto de la cosa juzgada.
La solución pareciera ser distinguir qué fue lo que se discutió. O sea, cuál fue la excepción que en
definitiva acogió la sentencia. Si la sentencia acogió la nulidad por vicio del consentimiento, significa
que los otros codeudores no la pueden hacer valer porque fue una excepción personal. Ahora, ¿Qué
pasa con la acción de cumplimiento? Esto supone que el acreedor demanda a uno de los deudores
en un juicio ordinario, y por lo tnato ese proceso termina con cosa juzgada. Luego, el acreedor quiere
hacer valer esa sentencia firme y ejecutoriada en contra de algunos otros codeudores solidarios.
¿Puede hacerlo? Aquí, hay bastante discusión, pero la posición mayoritaria de la jurisprudencia es
que no, porque estos sujetos no participaron del proceso, y por tanto, no tuvieron la oportunidad
de defenderse. No obstante, el tema es bien discutible.
Efectos de la solidaridad pasiva entre codeudores solidarios.
Algunas consideraicones previas.
Primero. Los efectos de la solidaridad pasiva entre deudores se producen única y exclusivamente
cuando la obligación con el acreedor se ha extinguido.
Segundo. ¿Da lo mismo cómo se haya extinguido la obligación? No. Para que se produzcan efectos
entre codeudores solidarios se requiere que la obligación se extinga por el pago o con algún otro
modo de extinguir de las obligaciones que implique un sacrificio pecuniario o patrimonial (novación,
daciones de pago, etc.)
Tercero. Para poder comprender estos efectos, es necesario distinguir dos conceptos distintos: el
concepto de obligación a la deuda y el concepto de contribución a la deuda. El primero, dice relación
con la situación que se encuentran los codeudores solidarios para con el acreedor. Esto ya lo
sabemos: cada uno esta obligado al total. En cambio, en cuanto al concepto de contribución a la
deuda, lo que se nos dice es que entre los codeudores solidarios, cuando la obligación solidaria fue
extinguida por el pago que hizo uno de ellos, entonces tiene que producirse entre los codeudores
solidarios una suerte de ajustes de cuentas. Por lo tanto, cuando nos preguntamos por la
contribución a la deuda, estamos analizando la situación patrimonial en la que en definitiva va a
quedar cada codeudor solidario.
Una cuestión fundamental, es observar en primer lugar que no todos los codeudores solidarios
están en la misma situación. La ley distingue dos tipos de codeudores solidarios distintos. Cuando
las personas se obligan solidariamente, hay algunos codeudores solidarios a los cuales se les
denomina interesados y hay otros a los cuales se los denomina no interesados. Y el Código Civil tiene
una definición bien precisa de lo que se entiende por codeudor solidario interesado y no interesado.
Dice que interesado es básicamente aquel a quien le concernía el negocio para el cual se contrajo la
obligación. A los no interesados, no les concernía. ¿Y por qué se obligaron solidariamente? Para
cooperar, por ejemplo.
Resulta que uno de los deudores quiere poner un quiosco. Para esto, le pide al banco un préstamo.
El banco le va dar el préstamo con una condición: que le den una garantía. El deudor que quiere
hacer el quiosco trae a sus amigos como garantía, y todos suscriben una escritura de mutuo con el
banco y se obligan solidariamente a devolverle la plata al banco. Pero la ley sabe que no todos están
en la misma situación jurídica, hay algunos que son interesado, como el deudor que quiere poner el
quiosco; y hay otros que no son interesados, porque no les concernía el negocio, fueron para
cooperar con el amigo. Entonces, es lógico que el trámite jurídico sea distinto. Esto se traduce en

36
que los codeudores solidarios que no son interesados, se consideran fiadores (solo en sus
correlaciones entre codeudores). Esto significa que si quien paga la obligación fue un deudor no
interesado, ese no interesado va a poder exigirles a los otros interesados el total de la obligación. Y
para eso efectos, subiste la solidaridad. Si quien pago, en cambio, fue un interesado, este sólo tiene
acción para dirigirse contra los otros interesados sólo por la parte o cuota de la dueda que a cada
uno le correspone. Ahí no subsiste la solidaridad. Ahora, la pregunta es: ¿Si pagó el interesado,
puede dirigirse contra un no interesado? No, jamas. Esto porque el deudor que paga la deuda nunca
puede dirigirse contra su fiador. Si en este caso, quien paga es el duedor quiosquero, no hay efecto
entre los codedoures soldiarios.

37
Clase 3. Lunes 10/9/18. Mónica Pérez
Efecto de las obligaciones.
Según Alessandri Rodríguez los efectos de las obligaciones son los derechos que le asistían al
acreedor para poder perseguir el cumplimiento de todo o parte de la obligación, cuando el deudor
no cumpliera o estuviera en mora de cumplir.
La crítica a esta definición es que no considera que las obligaciones se pueden cumplir. La explicación
es que el origen de la definición está en el Código Civil de Andrés Bello. Este tiene un libro sobre el
incumplimiento, mientras que trata en otra parte su cumplimiento (pago).
Se debe tener en cuenta que a raíz de la obligación se genera un vínculo entre acreedor y deudor;
entre estos existe la fuerza obligatoria del vínculo, la cual estipula que el deudor debe cumplir y, en
caso que no lo haga, el acreedor puede exigir mediante una demanda el cumplimiento forzado de
la obligación.
También, a raíz de este vínculo, surge la responsabilidad del deudor. Antiguamente dicha
responsabilidad incluía a la persona misma del deudor, por lo que, por ejemplo, existía la prisión por
deuda. Actualmente dicha sanción no existe, pero aun así se pueden establecer ciertas medidas
penales por el incumplimiento (ley de insolvencia y emprendimiento, giro doloso de cheques, etc.).
La regla general, es que el deudor no responde con su persona sino que con su patrimonio. ¿Qué
significa esto? Que el deudor pone a disposición del acreedor algo muy importante, que es piedra
angular de nuestro derecho patrimonial: el derecho de prenda general (art. 2465 del CC). En virtud
de este, como vimos, el acreedor tiene el derecho que, más que de prenda, debería ser un derecho
de garantía general, que asegura al acreedor que, en caso que el deudor no cumpla, va a poder
perseguir ese cumplimiento sobre todos los bienes del deudor para que satisfaga completamente
la deuda, los interés –si es que proceden– y las costas. Y este derecho de prenda general tiene ciertas
características que emana del mismo art. 2465.
En primer lugar, el derecho de prenda general es un derecho general, es decir, es respecto de todos
los bienes presentes o futuros, sean muebles o raíces, salvo los inembargables.
En segundo lugar, es general porque no se ejerce respecto de bienes específicos. Y como no se ejerce
respecto de bienes específicos, el deudor, por este derecho, jamás pierde la administración de sus
bienes. No es sobre bienes determinados, entonces, el deudor siempre va poder seguir
administrando esos bienes, va a poder venderlos y comprar nuevos, etc. La gracia que ello tiene, es
que, en virtud de este derecho de prenda general, es que se produce una subrogación real de los
bienes del deudor, en los cuales unos bienes sustituyen a los otros. Y en definitiva, en caso que el
deudor incumpla su obligación, el acreedor va a poder perseguir los bienes. ¿Cuándo? Al tiempo del
incumplimiento. Esta subrogación real en que los bienes pasados son subrogados por los presentes,
es precisamente porque cuando se persiguen el cumplimiento de las obligaciones, es justamente
cuando el deudor incumple con su obligación.
Además, hay que tener en cuenta que, si bien este derecho de prenda general es universal, el mismo
art. 2465 establece ciertas excepciones y límites. El artículo dice que este derecho se ejerce sobre
todos los bienes del deudor, salvo los inembargables que menciona el art. 1618 del CC. Y además,
se van a excluir todos los bienes que pueden interpretarse como bienes separados del patrimonio.
Ejemplo de esto, cuando se acepta la herencia con beneficio de inventario, que significa que, cuando
los herederos aceptan una herencia –sabemos comprende todo el patrimonio, los bienes y las
deudas, tanto los activos como los pasivos–, aceptan los bienes y las deudas de forma limitada, en

38
tanto se acepta las deudas hasta el monto que reciben por ello, vale decir, los herederos no van a
cumplir obligaciones que excedan el monto de la herencia. Esto tiene por objeto precisamente
separar el patrimonio, vale decir, el derecho de prenda general que tienen los herederos sobre su
propio patrimonio, para que no se vaya a confundir con el derecho de prenda general que podrían
haber tenido los herederos del causante antes de morir. Otro ejemplo, es en todo tipo de sociedades
de responsabilidad limitada. Esto significa que los socios con responsabilidad limitada sólo
responden de las deudas hasta el monto de sus aportes en la sociedad. Y también, al mismo tiempo
tiene por objeto, que el patrimonio personal de los socios no responda de deudas sociales si es que
superan al momento aportado en la sociedad.
En tercer lugar, del derecho de prenda general, emanan todos los derechos que tiene el acreedor
para poder pagarse. Así, el art. 2469 del CC señala que existe el llamado principio de igualdad de los
acreedores. Esto quiere decir que todos los acreedores tienen el derecho a pagarse en todo el
patrimonio del deudor, salvo que existan causas de privilegios o, como dice el art. 2470 del CC,
hipotecas. O sea, la conclusión es que de este principio de igualdad se desprende que todos los
acreedores tiene el derecho de poder pagarse. Y si es que los bienes del deudor no son suficientes
para poder pagar la deuda, el pago va a ser a prorrata de las respectivas deudas, es decir, va a ser
proporcional a las respectivas deudas. Esto sucede cuando, por ejemplo, el patrimonio del deudor
es 100, y existen dos acreedores, donde a cada uno se le debe 100. ¿Cómo se reparte? 50 y 50,
porque, como es proporcionalmente, lo que importa es que a cada uno le debe corresponder la
mitad. En materia de quiebras y liquidaciones, esto es muy usual, ya que normalmente los bienes
de la empresa no dan abasto, por lo que se paga a prorrata¸ y va a ser el liquidador quien va a tener
que hacer los cálculos. El pago a prorrata cobra importancia cuando no existen acreedores
preferentes. Estos acreedores se denominan acreedores valistas, quienes siempre reciben su
reparto a prorrata.
A propósitos de los efectos en cuanto al cumplimento, en primer lugar vamos a revisar el pago, que
es el cumplimiento mismo de la obligación.
En segundo lugar, vamos a revisar el pago y todos sus equivalentes, es decir, todos los modos que,
si bien no son el cumplimento mismo de la obligación, se equiparan a este. Ejemplo de equivalentes
del pago es la conversación –en que existe acreedor y deudor, y ambos son deudores y acreedores
recíprocamente, y en consecuencia, sus obligaciones se extinguen hasta el monto de sus deudas–;
la confusión –cuando confluyen la calidad de acreedor y deudor, y las obligaciones se extinguen por
la confusión entre acreedor y deudor–; y las acciones pago –cuando se recibe una cosa distinta a la
que se debe y se entiende cumplida la obligación, pero de forma distinta a la que se ha pagado–.
En tercer lugar, veremos todas las medidas conservativas, que caben dentro del gran grupo de los
derechos auxiliares del acreedor. Estos son todos aquellos derechos a que asisten al acreedor para
poder perseguir el cumplimento de la obligación y poder mantener el patrimonio del deudor intacto,
y así poder seguir en él su cumplimiento. Ejemplo de medidas conservativas puede ser todas las
medidas cautelares del procedimiento civil, reguladas en el art. 290 del CPC.15 Hay otras medidas

15
Art. 290 (280) del CPC. Para asegurar el resultado de la acción, puede el demandante en cualquier estado
del juicio, aun cuando no esté contestada la demanda, pedir una o más de las siguientes medidas:
1a. El secuestro de la cosa que es objeto de la
demanda;
2a. El nombramiento de uno o más interventores;
3a. La retención de bienes determinados; y

39
conservativas que son menos usadas, que son cierta medidas conservativas que se enseñan en el
derecho sucesorio, como la guarda o aposición de sellos; o la conversión de un inventario solemne,
que son, en general, medidas que tienen por objeto mantener el patrimonio del causante intacto
hasta que los herederos puedan administrarlo, puedan hacerse cargo de la herencia.
En cuarto lugar, veremos la acción oblicua o subrogatoria. Y una acción muy importante, que es la
acción pauliana. Lo que persigue la acción pauliana o revocatoria es que se restituyan al patrimonio
del acreedor determinados bienes cuando fueron enajenados por el deudor en perjuicio del
acreedor; veremos más adelante que se tienen que cumplir ciertos requisitos. La acción pauliana es
muy usada. Existe la acción paulina civil y la acción que contempla la ley de insolvencia.
Finalmente, vamos a terminar hablando de los efectos que se pueden producir en cuanto al
incumplimiento de la obligación. Destaca principalmente la ejecución forzada, y en subsidio de esta,
la indemnización de perjuicios, que también se llama cumplimiento por equivalencia. Y también,
destaca la resolución del contrato, que se verá a propósito de la excepción de contrato no cumplido.
El Pago
Está regulado en los modos de extinguir las obligaciones, en los arts. 1567 y ss. del CC. El art. 1567
enumera cuáles son los modos de extinguir las obligaciones. En su numeral primero, menciona el
pago. Este pago, más que un modo de extinguir las obligaciones, es el cumplimiento mismo de la
obligación. Y la extinción de la obligación es más bien el efecto que se produce cuando se cumple
con la obligación, razón por la que se dice que la nomenclatura del Código Civil, respecto al pago, es
errada –al señalar que es un modo de extinguir obligaciones, y es por el efecto del pago que se
produce la extinción de la obligación–. El pago lo define el art. 1568 como la prestación de lo que se
debe. Los libros definen el pago como el cumplimiento de la obligación en la forma en que esta se
encuentra establecida. Esto quiere decir que existen otras maneras de dar la prestación pero no en
la forma que esta fue concebida, como por ejemplo, en la modalidad del pago que es la dación de
pago.
De esta definición, se pueden desprender determinadas características del pago.
En primer lugar, habla de la prestación. Y al hablar de prestación, se engloba el cumplimiento de
todo tipo de obligaciones de dar, hacer o no hacer. En consecuencia, aunque se tienda a pensar que
el pago se aplica sólo para entender cumplidas las obligaciones de dar (dar específicamente una
suma de dinero), el pago también es aplicable cuando se cumple todo tipo de obligaciones, incluidas
de hacer o no hacer. En suma, cuando el arrendador entrega el goce tranquilo pacífico de la cosa
arrendada al arrendatario, está pagando. Cuando se realiza una compraventa, y esta es de un auto,
paga el comprador una cantidad de dinero, y el vendedor paga también cuando entrega el auto (la
cosa). Cuando se le pide a un abogado que defiende en una causa, él paga precisamente
defendiendo la causa.
En segundo lugar, el pago es una convención. ¿Qué significa esto? Que hay un acuerdo de
voluntades entre el deudor y el acreedor. ¿Qué voluntad hay del deudor? Hay voluntad de
cumplimiento, de solver. Cuando se habla de pago, se habla de pago efectivo o solución. Solución
proviene del latín solvere, que significa desatar. Entonces, cuando el deudor cumple, lo que busca
es desatar o terminar desligado del cumplimiento de esa obligación. ¿Qué voluntad hay del

4a. La prohibición de celebrar actos o contratos


sobre bienes determinados.

40
acreedor? La voluntad de aceptar o recibir el pago, de lo contrario, procede el pago por
consignación. En este caso, la voluntad del acreedor no es que no exista, sino que se suple por la
voluntad del juez. Entonces, el pago por consignación es un procedimiento judicial en que el juez
decreta que se realice el depósito por la cantidad de dinero determinada en el tribunal. Se presenta
una solicitud al tribunal, señalando que se quiere realizar el pago, dictando el tribunal una sentencia
señalando que ese dinero se debe depositar a la cuenta corriente del tribunal, dándose luego ese
pago por suficiente. En suma, siempre tienen que concurrir la voluntad del acreedor y el deudor
para que ocurra el pago.
El deudor es el llamado solvens (latín), que es quien se quiere desligar de la obligación; es el que da
el pago. Y el accipiens (latín), es el acreedor, quien recibe el pago. Aquí, el art. 1572 del CC es el que
habla del solvens. Y, el que habla del accipiens, es el art. 1576 y ss. del CC.
¿Por qué el pago no es un contrato? Porque el contrato crea derechos y obligaciones, mientras que
el pago extingue derechos y obligaciones.
Sujetos del pago
Quién da el pago o quién puede hacer el pago
¿Quién por excelencia es la persona que tiene que pagar? El deudor mismo; incluimos en ello todos
los que representen al deudor, ya sea legal o convencionalmente, sus herederos y legatarios.
También puede ser que pague un tercero interesado –que pueden ser los codeudores solidarios
(aval) o subsidiarios– o bien, también es posible que pague alguien que es absolutamente ajeno que,
por ahora, lo llamaremos simplemente un tercero extraño.
Clase 4. Miércoles 12/9/18. Mónica Pérez
Tradicionalmente, se entendían los efectos de las obligaciones en relación a su incumplimiento. Y
eso precisamente se daba a propósito de una razón de texto legal. Nuestro Código Civil cuando habls
de los efectos de las obligaciones, habla de todos los efectos respecto del cumplimiento, y luego del
pago, que es el efecto de las obligaciones primigenio, es tratado en los modos de extinguir las
obligaciones. Cuando hablamos de cumplimiento es equivalente a decir pago o solución.
El efecto de las obligaciones en cuanto al cumplimiento, está el pago efectivo o solución y todo los
medios equivalentes a él. Esta es la dación del pago, la confusión, novación y compensación. Al
mismo tiempo, vamos a ver los efectos de las obligaciones en cuanto a los efectos auxiliares del
acreedor. Estos son todas aquellas medidas para mantener intacto el patrimonio del deudor, que es
en definitiva, mantener intacto el derecho de prenda general del acreedor para cobrar la deuda en
el patrimonio del deudor. Y luego, finalizaremos examinando los efectos de las obligaciones en
cuanto al incumplimiento, analizando el cumplimiento forzado de la obligación y la indemnización
de perjuicios.
Deben existir dos sujetos para que haya pago. Este es una convención, porque deben concurrir la
voluntad del solvens y la del accipiens. ¿Y por qué es una convención y no un contrato? Porque el
contrato es para crear derechos y obligaciones. Y en este caso –en el caso del pago– se extinguen
los derechos y obligaciones.
Solvens.
Es quien entrega el pago, quien paga o quien puede hacer el pago. El pago lo puede hacer el deudor
mismo, un tercero interesado y un tercero extraño.

41
Deudor mismo.
Obviamente, lo normal es que el deudor pague. Cuando hablamos de deudor también hablamos de
sus representantes legales y convencionales –mandatarios o diputados para el pago–. Ahora,
independiente de quien realice el pago, por los efectos de la representación, el art. 1448 del CC
señala que todos los actos que ejecute el representante en nombre del representado, es como si lo
hubiese hecho él mismo.
Tercero interesado.
Desde luego, no es el deudor directo de la obligación. Pero no obstante ello, él tiene interés que
esta deuda se extinga porque, en caso de que esa deuda no se extinga, él podría ser responsable.
¿Y quiénes entran dentro de este grupo? En primer lugar, el codeudor solidario. En segundo lugar,
el codeudor subsidiario o fiador. Y en tercer lugar, el poseedor de la finca hipotecada.
Cuando vimos clasificación de las obligaciones, una de estas son las obligaciones de sujetos
múltiples. Y la solidaridad puede ser solidaridad activa o pasiva. Sabemos qué son cada una de ellas.
Y nosotros como estamos hablando del codeudor solidario, nos enmarcamos en el caso de
solidaridad pasiva. Entonces, bajo este respecto tenemos siempre que pensar que existe una
obligación respecto de la cual existen varios obligados al pago, y uno de los derechos del acreedor
es aquel para cobrarle a cualquiera de esos deudores el total de la obligación.
Aquí puede ocurrir –en la solidaridad pasiva– que pague un deudor que sea un interesado o no
interesado. Esta distinción es sólo para los efectos de determinar no las relaciones entre deudores
y el acreedor, sino para determinar los efectos que se producen cuando hay un pago, y cómo se
regulan las relaciones internas entre los varios deudores. La regla general, es que cuando paga un
codeudor solidario no interesado en la deuda, va a poder repetir en contra de los demás codeudores
solidarios para que le paguen su aporte. Y si es que era un interesado en la deuda, también va a
poder perseguir a los demás pero deducida la parte que a él le corresponda –ya que como es un
tercero interesado, debe pagar su parte o cuota del crédito–.
Lo relevante, es que cuando un codeudor solidario paga, se produce un efecto importantísimo que
está en el art. 1610 N°3 del CC. Este artículo hay que tenerlo muy claro. Habla de la subrogación que
se produce por el sólo ministerio de la ley. ¿Y es una subrogación de qué? Mediante o por los efectos
de la subrogación, hay un tercero que le paga al acreedor y pasa a ocupar jurídicamente el lugar que
tenía ese acreedor con todos sus derechos y garantías para cobrarle al deudor. Y este artículo
además dice que es efectuada la subrogación por el ministerio de la ley aun en contra de la voluntad
del acreedor. Es decir, aunque el acreedor no quisiera que se produzca el efecto de la subrogación,
ese efecto se va a producir igual. En consecuencia, se va a entender que se extingue la obligación
entre el primitivo deudor y el acreedor, y ahora se va a formar –por efectos de la subrogación– un
nuevo vínculo entre este tercero que pagó y el deudor. Porque este tercero –dice la ley– tiene el
derecho a subrogarse en todos sus derechos para poder cobrar.
Es relevante tener claro que, es tan importante esta institución jurídica, que la enumeración del art.
1610 del CC es taxativa.
Entonces, tenemos que el art 1610 N°3 señala que se efectúa la subrogación por el sólo ministerio
de la ley, y aun en contra de la voluntad del acreedor, del que paga una deuda al que se le haya
obligado solidaria o subsidiariamente. Frente a esto, cabría preguntarse lo siguiente. ¿Existen otros
casos de subrogación legal? Sí, pero los más importantes son los que están en el art. 1610.

42
Supongamos que hay un banco que financia con un crédito de consumo a Pedro, Juan y María, todos
ellos codeudores solidarios. Llega el momento en que tienen que pagar las cuotas, y ellos comienzan
a fallar en el cumplimiento de estas. Supongamos que Pedro era quien aparecía como aquel que
debería pagar directamente la cuota, ya además había firmado con María y Juan como codeudores
solidarios. Cunado Pedro deja de pagar, el banco los llama diciendo que tienen que pagar. Va a
cobrarle primero a Pedro, pero este está sin trabajo, por lo que no tiene dinero. Frente a esto, el
banco va a cobrarles a Juan y María. Pero se da cuenta de que Juan tampoco tiene dinero. Entonces,
el banco busca a María y ella sí tenía dinero. El banco ejecuta a María, y le cobra a ella el total. ¿Pero
no que eran tres deudores? Sí, pero eso no quiere decir que el banco está obligado a cobrarle un
tercio de la deuda a María. El banco le puede cobrar el total, y de inmediato. La deuda era de 3
millones de pesos, por lo que le cobra ese dinero a María. Como le entrega los tres millones al banco,
la deuda entre acreedor –el banco– y María se extingue –y como efecto de la subrogación legal–,
María pasa a ser la acreedora de Pedro y Juan. Y va a depender de si es que María era o no una
codeudora interesado o no interesada, el monto que va a poder perseguir en contra de Pedro y
Juan. Pero lo relevante es que ella se subroga en todos los derechos para cobrarles a ellos.
Lo importante de este efecto es que, como María pasa a ocupar jurídicamente el lugar del banco, si
este tenía cualquier garantía o privilegio, María ocupa el lugar del banco para cobrarles a Pedro y a
Juan.
Caso práctico.
Contextualización jurídica.
Quien puede recibir el pago –el accipiens- genera una serie de discusiones que se han dado en
nuestra jurisprudencia. ¿Por qué? Porque es muy relevante a quien se le hace el pago o es relevante
quien recibe el pago. Lo normal es que quien recibe el pago es el acreedor. Pero en esta materia
está el poseedor del crédito, regulado en el art. 1576 del CC, que establece que el pago hecho de
buena fe a la persona que está entonces en sesión del crédito, es válido aunque después aparece
que el crédito no le pertenece. Es decir, se le pagó a alguien que parecía ser el acreedor, y después
se da cuenta que en realidad no lo era. Y el Código Civil dice que, no obstante aquello, ese pago es
válido. De ahí el viejo adagio jurídico de que el que paga mal, paga dos veces.
Sentencia Corte Suprema Rol N°4313-2011 del día 8 de marzo de 2012
Caso “Sociedad Constructora Miramar con Inversiones Corza SA”.
Este juicio es sobre la acción de cobro de pesos. El demandante es la Constructora Miramar y el
demandado es Inversiones Corza SA. La constructora alega que Inversiones Corza le debe una
factura de 36 millones de pesos aproximadamente, ya que según la Constructora Miramar realizó
unas obras e Inversiones Corza no las pagó. Así lo dispone el fallo en su considerando segundo:
“SEGUNDO: Que en autos se ha intentado acción de cobro de pesos en contra de Sociedad
Inversad Corza S.A., solicitando que ésta última sea condenada a pagar a la demandante la suma de
$36.502.837, más los correspondientes reajustes, intereses y las costas de la causa.
Explica la actora que durante el año 2005 prestó servicios para la demandada consistentes en la
construcción de galpones metálicos en la ciudad de Coronel.
Agrega que la contraria pagó las diversas facturas que su parte emitió hasta que a mediados de
ese año dejó de hacerlo, aduciendo haberlas pagado a un tercero, lo que indudablemente no ha
producido el efecto de extinguir las obligaciones entre las partes y sólo constituye un pago de lo no
debido. Argumenta que, dadas las anteriores circunstancias, la contraria adeuda la suma antes
indicada, según el siguiente detalle: 1) Factura Nº 000016, del 26 de abril de 2005, correspondiente
a obra término de galpones metálicos y otros, por la suma de $16.042.382; 2) Factura Nº 000019,

43
del 11 de mayo de 2005, por la suma de $3.317.131; 3) Factura Nº 000022, del 24 de junio de 2005,
por la suma de $9.865.524 y 4) Factura Nº 000023, del 22 de julio de 2005, por la suma de
$7.277.800;”

La defensa de Inversiones Corza dice que sí le pago a la Constructora, pero a alguien que se hizo
pasar por el representante de esta, el señor Jorge Bonilla Briceño. Este había falsificado una escritura
pública. Entonces, este señor se hizo pasar por el representante de la Constructora Miramar para
poder recibir el pago de Inversiones Corza. Esta se defiende oponiendo una excepción de pago, ya
que señaló que ya le había pagado al señor Bonilla.
En el recurso de la casación en el fondo, la Corte Suprema analizó el art. 1576 del CC a propósito del
pago que se le hace al poseedor del crédito. ¿Cuál es el análisis que hace la Corte Suprema? La Corte
dice que aquí hay un poseedor del crédito, este era efectivamente el señor Bonilla, ya que él
aparentaba serlo. La Corte menciona una serie de circunstancias fácticas que hacen concluir que el
señor Bonilla sí era el representante. Él actuó frente a Inversiones orza como si hubiese sido el
acreedor mismo, ya que suscribió el contrato, actuó como coordinador en la obra, etc. Después,
además era el que se presentaba como la persona que podía cobrar la factura. La Corte señala esto
en su considerando décimo noveno:
“DÉCIMO NOVENO: Que, seguidamente, resulta, en definitiva, que la parte recurrente pretende,
por la vía de los reproches que formula en el primer apartado de su libelo, modificar el sustrato
fáctico sobre el cual corresponde a esta Corte resolver, desde que, según quedó consignado en el
motivo décimo quinto que precede, los jueces del mérito tuvieron por establecido, en virtud de las
facultades que le son propias y privativas, que el señor Bonilla estaba en posesión del crédito.
Postulado éste que no puede aceptarse de acuerdo con lo que se ha razonado en los motivos
precedentes.
A lo anterior debe agregarse que el principio de buena fe que rige las actuaciones de las partes
en materia de contratación, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 1546 del Código Civil, obliga
a mantener en los actos comerciales una conducta leal y coherente, apreciándose que con el
planteamiento formulado por la demandante se perjudica claramente la posición jurídica de la
demandada, cuya buena fe en la materialización del pago no ha sido desvirtuada y por el contrario,
aparece avalada por la circunstancia de haberse suscrito el contrato que vinculada contractualmente
a las partes, haber realizado labores en terreno como coordinador de la actora, y haber presentado
y entregado las facturas cuyo cobro se persigue, quien precisamente recibió el pago alegado, actuar
éste que aparecía aceptado y avalado por la sociedad demandante, desde que siguió emitiendo las
facturas sin reclamar la falta de pago de las anteriores.
En tal sentido dice el profesor Claro Solar: "La justicia exige que este pago sea válido; y esta
justicia es el derecho del deudor que tiene el derecho de pagar al acreedor; y si el verdadero acreedor
no se da a conocer; si deja tomar su lugar a un acreedor aparente, el deudor debe tener el derecho
de pagar al acreedor putativo". (Ob. Cit. pág. 79).
Lo reseñado hacía verosímil que el pago efectuado por la demandada era correcto y otorgaba a
él una apariencia de legitimidad, que un tercero de buena fe dificultosamente pudo poner en duda;”

Entonces, en definitiva la Corte lo que hace es reunir estas circunstancias de hecho, y señala que
todos esos hechos dan cuenta de la apariencia del señor Bonilla como supuesto representante. Y
como el art. 1576 del CC es una excepción a nuestro ordenamiento jurídico –en tanto generalmente
el que paga mal tiene derecho a repetir–, la Corte Suprema señala que por todas estas
consideraciones fácticas le obligan o le fuerza a que le reconozca a Inversiones Corza que estuvo de
buena fe. Por consiguiente, teniendo los requisitos necesarios para la aplicación del pago al
poseedor del crédito –a saber, (1) la posesión de crédito por el falso acreedor, y (2) la buena fe del
deudor– y tomando en consideración la teoría de la apariencia, se justifica la validez del pago.

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Clase 7. Viernes 28/9/18. Mónica Pérez.
El solvens puede ser: el deudor mismo, un tercero interesado y un tercero extraño. Los terceros
interesados pueden ser: codeudor solidario, codeudor subsidiario (fiador) y el tercer poseedor de la
finca hipotecada.
Tercero interesado.
Codeuda solidaria. ¿Por qué se podría producir un pago por parte de un deudor solidario, y cómo
operaría? Aquí hay un efecto muy importante establecido en el art. 1610 N°3 del CC. Lo relevante,
y la razón por la que estudiamos los efectos del pago en relación a un tercero interesado, es porque
este –quien no es deudor directo– le interesa que esa obligación sea cumplida porque puede ser
obligado a pagar en el caso de que el deudor principal no realice el pago. Además, pagando un
tercero interesado, se extingue la obligación existente entre el acreedor y deudor primitivo. ¿Y qué
es lo que ocurre? El tercero pasaba a ser el nuevo acreedor del deudor primitivo. Esto es por efecto
de la subrogación legal, establecida en el mencionado artículo 1610. ¿Cuál es la importancia de la
subrogación legal? Por medio de esta, se constituye un nuevo vínculo jurídico, entre este tercero
interesado –codeudor solidario– y el deudor primitivo. Y el codeudor solidario puede perseguir la
obligación del deudor primitivo gozando de todos los derechos, acciones, privilegios e hipotecas que
tenía la deuda original, en virtud del art. 1612 del CC. Luego, además, para los efectos de la codeuda
solidaria, estudiaremos que esta puede ser pagada por codeudores interesados y no interesados.
¿Cuál es la importancia de esto? La instancia que tiene es por cuanto tiene derecho a repetir ese
codeudor solidario que pagó en contra de los demás codeudores solidarios obligados. Cuando ese
codeudor solidario es interesado en al deuda, sólo va a poder cobrar en contra de los demás
codeudores solidarios la parte o cuota que le correspondía a los demás. Y cuando el pago se ha
hecho por un deudor solidario no interesado en la deuda, el derecho de poder repetir en contra de
los demás deudores solidarios va a ser sólo por el total. ¿Por qué? Porque como no estaba
interesado en la deuda, va a mirar esto como un simple fiador.
Fiador. Cuando existe una fianza, lo que existe es un deudor principal y un deudor subsidiario. Esto
significa que cuando el acreedor quiere cobrar la deuda, él está obligado a ir primero en contra del
deudor principal. Y en caso de que este no puede pagar, se puede dirigir al deudor subsidiario. Esta
es la regla general en el caso de la fianza.
El art. 1610 N°3 del CC es el que permite al fiador que paga subrogarse legalmente en todos los
derechos del acreedor a quien le está pagando. Es decir, es exactamente el mismo efecto que se
produce en materia de solidaridad. Ahora, la distinción es que además en el caso de la fianza,
existirían dos acciones; es decir, el fiador que paga tiene dos acciones para perseguir al deudor
original. En primer lugar, puede ejercer la acción subrogatoria para poder perseguir el pago
directamente (en el caso del art. 1610 N°3 del CC), pudiendo perseguir el cumplimiento gozando de
todos los derechos, acciones, privilegios e hipotecas que tiene la deuda original (o acreedor original).
Y además, en segundo lugar, puede ejercer la acción propia de la fianza. Esta permite al fiador poder
demandar por el pago de lo que él se hizo cargo más por los intereses y gastos que ha incurrido.
Tercer poseedor de la finca hipotecada. En primer lugar, ¿Cuándo puede ocurrir? Cuando una
persona da en garantía -hipoteca– un bien propio para garantizar una obligación ajena. Esto quiere
decir que se entrega una garantía real –la hipoteca– para garantizar una obligación respecto de la
cual el dueño que constituye la hipoteca no está obligado personalmente. Supongamos que existe
un contrato de compraventa, y existen dos inmuebles. María quiere comprar un inmueble. Y ella,
para comprárselo, suscribe un contrato de mutuo con garantía hipotecaria con un banco. Aquí la

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obligación es puramente personal desde que María suscribe el contrato de crédito con el banco, y
para que a María le otorguen el crédito, da como garantía el bien que ella está comprando. Esta es
la regla general. Pero supongamos que, por alguna razón, para el banco no le es suficiente la garantía
o la hipoteca sobre el inmueble sino que necesita otra garantía adicional. Entonces, María habla con
su padre –Juan– y le pide ayuda con el crédito hipotecaria. Y Juan, que es el dueño del otro inmueble,
constituye una hipoteca para garantizar este crédito que tiene María con el banco.
En este ejemplo, se da el caso del tercer poseedor de la finca hipotecaria. Se constituye una garantía
real –la hipoteca– para garantizar una obligación ajena respecto de la cual el constituyente de la
hipoteca no está obligado personalmente. Supongamos que efectivamente se cumple este ejemplo,
en que el banco ejecuta el crédito en contra de María, presiona el pago, y saca a remate el inmueble,
pero no resulta poder solventar toda la deuda. El banco, frente a esto, ejecuta la segunda hipoteca
sobre el inmueble de Juan, el papa de María. ¿Qué es lo que puede hacer él? El puede pagar como
un tercer poseedor de la finca hipotecada. Esto significa que le paga la deuda al banco, y se subroga
en todos los derechos del banco de poder repetir en contra de María, la deudora personal de la
deuda.
El otro caso en que se puede dar, es que se haya comprado un inmueble con hipoteca. Desde luego,
quien adquiere la propiedad hipotecada no se hace cargo de la deuda que tenía el banco con el
deudor original. Pero si es que le banco decide sacar a remate el inmueble, ese tercero que está
viviendo en la casa puede pagar (porque le gusta mucho la casa, por ejemplo). Y si paga, se subrogan
todos los derechos. Este caso lo señala el numeral segundo del art. 1610 del CC; lo menciona
expresamente. La misma regla se repite en el art. 2430 del mismo cuerpo legal, que es a propósito
de la hipoteca.
En suma, toda esta explicación es precisamente para distinguir que el hecho de constituir una
garantía real para garantizar una obligación ajena, jamás va a producir por sí solo que la persona
que constituye la hipoteca quede obligada personalmente.
Tercero extraño. En materia de pago, en general cuando a un deudor se le está cumpliendo una
obligación, por regla general, se le va a hacer indiferente quién lo hace en la medida en que ese
pago –el cumplimiento de esa obligación– se realice de manera íntegra, oportuna y en los mismos
términos en que fue convenida la prestación. Esta es la regla general. Por lo tanto, sí es posible que
pague un tercero extraño ala obligación. Ahora, esta regla en materia de pago no es la regla general
que nosotros tenemos en nuestro sistema de derecho privado en materia de derecho civil. Y esto
porque existe un principio en derecho civil llamado la no intromisión en negocios ajenos. Entonces,
¿Por qué un tercero va a entrometerse en una relación jurídica que no le compete? No obstante
esto, en materia el pago es indiferente respecto a este tercero extraño, por regla general, porque al
deudor siempre le va a convenir que le cumplan la obligación, independiente de quién lo hago. Pero,
obviamente, cunado esa obligación es de hacer –dice el Código Civil, en su art. 1572–, para ella se
ha tenido en cuenta la especial aptitud o talento del deudor. En ese caso, un tercero extraño amas
va a poder pagar por cuenta del deudor. Y además este artículo es claro y tajante en decir que jamás
se va a poder pagar una obligación en contra de la voluntad del acreedor, cuando se trate de una
obligación de hacer. En los otros casos, desde luego que sí. ¿En qué casos para una obligación se ha
tenido en cuenta la aptitud o talento del deudor? Para un pintor, por ejemplo.
Ahora bien, hay que distinguir tres casos en que el tercero extraño paga. Distinguimos estos tres
casos porque cada uno de ellos tiene efectos diferentes para que después ese tercero que paga
pueda o no recuperar o repetir en contra del deudor.

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El primero caso es el tercero extraño que paga con el consentimiento expreso o tácito del deudor.
El segundo caso es el tercero extraño que paga sin conocimiento del deudor. Y el tercer caso, es el
tercero extraño que paga en contra de la voluntad del deudor.
Primer caso. Está en el art. 1610 N°5 del CC. Esta norma señala que se subroga legalmente en todos
los derechos del acreedor al que le pagan, quien paga –el tercero extraño– con el consentimiento
expreso o tácito del deudor. ¿Cómo calificamos jurídicamente a esta persona que paga? Como un
represente, y más específicamente, como un mandatario. En materia de pago, el Código Civil habla
que esta persona es un diputado para el pago.
Ahora, parecería haber una contradicción, porque vimos el deudor puede pagar él mismo y sus
representantes y mandatarios. Entonces, ¿Cuál es la diferencia de esto con la diferencia del tercero
extraño? La diferencia es que cuando este tercero extraño paga se produce este caso de subrogación
legal, que busca determinar cuáles son los derechos que tendría este tercero extraño en contra del
deudor. Entonces, para que se produzca esta subrogación legal, tiene que necesariamente el
mandatario –el solvens– hacerlo con fondos propios. Y esto es del todo lógico, porque si el diputado
paga con fondos propios, lo que él necesita es que le devuelvan los fondos que él empleo para pagar
el cumplimiento de su mandato. En suma, en este caso el diputado para el pago va a tener la acción
subrogatoria del art. 1610 N°5, y además, va a tener la acción propia del mandato, que, en virtud
del art. 2158 N°4 del CC, va a perseguir en contra del mandante el reembolso de lo que empleo –el
mandatario– más los intereses corrientes; es una acción de reembolso. Además también, se produce
la subrogación legal si es que, luego de realizarse el pago, el deudor ratifica la actuación de este
tercero extraño.
Segundo caso. Está en el art. 2286 del CC. Se refiere directamente a una institución de nuestro
derecho llamado agencia oficiosa. La agencia oficiosa es un cuasicontrato en que alguien actúa por
cuenta y a nombre de otra persona, pero sin tener derecho a representarla. Estamos hablando de
tercero que paga sin conocimiento del deudor, sin tener derecho a representarlo, y en este caso el
pago va a tener efecto para extinguir la deuda entre acreedor y deudor. Pero luego cabe preguntarse
sobre qué va pasar con este pago que hizo el tercero. ¿Se le reembolsa? ¿Hay subrogación? No, no
hay subrogación legal en este caso, por el principio de no intromisión en negocios ajenos. Pero, sin
perjuicio de ello, siempre puede ocurrir una subrogación convencional del art. 1611 del CC. Esto
quiere decir que por un acto de autonomía de la voluntad, convencionalmente, el acreedor que
recibió el pago subroga voluntariamente a ese tercero en todos los derechos y acciones que la
corresponden como tal al acreedor. Entonces, ¿Qué acciones tiene este agente oficioso? No tiene
subrogación legal, sino que tiene subrogación convencional y tiene la acción propia de la agencia
oficiosa, es decir, que le reembolsen el dinero pagado o gastado; es una acción de rembolso.
Tercer caso. Si el deudor no quería pagar, el art. 1574 del CC señala que el que paga en contra de la
voluntad del deudor, no tiene el derecho a que el deudor le reembolse lo pagado. Es decir, aquí no
hay ninguna acción, no obstante de que siempre está la acción convencional del art. 1611. Sin
embargo, esto es en principio, porque hay una norma en materia de agencia oficiosa – el art. 2291
del CC– que dice que quien administra un negocio ajeno contra la expresa voluntad del interesado,
no tiene demanda contra él, pero agrega que no tiene demanda contra él sino en cuanto esa gestión
le haya sido efectivamente útil y existiere la utilidad al tiempo de la demanda.
Tenemos dos artículos que aparentemente se contradicen. Entonces, ¿Cómo interpretamos esto?
¿Cuál es la regla a aplicar? No tenemos voluntad, y frente a esto hay dos interpretaciones de la
doctrina. Una interpretación sería decir que el art. 1574 del CC es aplicable, y se aplica a todas
aquellas situaciones en la cuales el pago no haya sido útil. Vale decir, no hay acción de rembolso,

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pero si el pago fue útil, sí va a existir esta acción. El problema de interpretar el art. 1574 en relación
al art. 2291, es que estaríamos diciendo algo en contra de lo que establece el art. 1574, que no
establece excepciones. Este artículo no habla de pago útil o no, el que habla de eso es la norma a
propósito de agencia oficiosa del art. 2291. En suma, siendo formalistas –interpretando según la
letra literal del Código Civil– estaríamos diciendo algo que no señala el art. 1574. Otra interpretación
sería decir que este artículo es aplicable en todos aquellos casos en que se realice un pago por un
tercero extraño contra la voluntad de un deudor, y en consecuencia, no va a haber acción de
reembolso. Pero en el caso en que el pago se realice en el marco de una agencia oficiosa, y que ese
pago haya sido útil, sí habría acción de reembolso. ¿Cuándo ese pago es útil? Cuando el pago
efectivamente tienda a extinguir la obligación, por ejemplo. ¿Cuándo puede ser inútil? Cuando el
deudor tenía excepciones, como la excepción de contrato no cumplido; o había un vicio de nulidad,
por ejemplo.
¿Cuál es la interpretación que, en general, seria más de justicia? Siempre va a haber derecho a
reembolso cuando el pago haya sido efectivamente útil. De lo contrario, habría un enriquecimiento
sin causa.
Ahora vamos al accipiens. Recapitulemos un poco. Este es quien recibe el pago. Y es relevante quien
recibe el pago porque existe este adagio jurídico de que el que paga mal, paga dos veces. Esto quiere
decir que cuando se realice ante quien no tenía la facultad de percibirlo, va a tener como efecto que
no se extinga la obligación.
Entonces, ¿Quiénes pueden recibir el pago? El acreedor mismo, sus representantes y el poseedor
del crédito.
Pago que se realice al acreedor. ¿Siempre va a poder recibir el acreedor el pago? Hay ciertos caso
de excepción que el pago hecho a un acreedor es nulo. El art. 1578 del CC señala estos casos. No es
que exista una nulidad propiamente tal, sino que ese pago no va a tener como efecto la extinción
de la obligación. El primer caso es cuando se realice a un incapaz. El segundo caso es de embargo o
retención. Y el tercer caso es el concurso de acreedores.
Clase 13. Viernes 19/10/18. Mónica Pérez.
Accipiens. Es el acreedor. Cuando hablamos de acreedor hablamos de aquel que puede recibir el
pago. Esto está regulado a partir del art. 1676 del CC al art. 1586. Puede ser el acreedor mismo, sus
representantes, o el poseedor del crédito.
Acreedor mismo.
Cuando decimos que el accipiens es quien recibe el pago, -es decir, el acreedor–, hablamos que
puede ser:
- Él mismo, sus herederos, sus legatarios o el cesionario del crédito.
- Sus representantes
- El poseedor del crédito
¿Cuál es la diferencia entre los herederos y legatarios? Por un lado, los herederos son asignatarios
a título universal y por tanto, suceden al causante en todos sus derechos y obligaciones o en una
cuota de ellos. Y en consecuencia, ellos como son los acreedores de la personalidad del causante,
se entiende obviamente que si yo le pago a un heredero del acreedor, este es el acreedor mismo.
Por otro lado, los legatarios son sucesores a titulo singular, y ellos como suceden al causante
determinadas especies o géneros, ellos van a ser el acreedor para efectos del pago en la medida en

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que esa cosa –que hayan adquirido por herencia de la persona difunta– haya generado alguna
situación jurídica que dé lugar a este pago.
La importancia de determinar quién es el acreedor dice relación con el viejo adagio jurídico de que
“el paga mal, paga dos veces”. Esto quiere decir que, quien recibe el pago, debe estar facultado para
recibirlo. Por regla general va a ser el acreedor. Empero, no siempre el acreedor va a estar facultado
para recibir el pago. Estos casos están enumerados en el art. 1578 del CC.
Análisis del art. 1578 del CC.
N°1. El acreedor es incapaz. La regla general para ejecutar un acto jurídico, es que los sujetos que
participan de él deben tener capacidad. En consecuencia, esta regla no es más que la aplicación de
la regla general. El pago es un acto jurídico bilateral, por lo que las partes deben tener plena
capacidad para realizar este acto jurídico. Y si el acreedor no tiene la capacidad, el pago va a ser
nulo. Pero este artículo establece como excepción cuando este pago haya sido en provecho del
acreedor –es decir cuando el pago lo haya beneficiado– conforme a las reglas del art. 1688 del CC
que establece que en general no da derecho a poder repetir en contra del incapaz, salvo que las
cosas entregadas –en virtud del acto jurídico– hayan sido necesarias para el incapaz o bien, no
siendo necesarias, subsistan y quiere retenerlas.
N°2. Retención o embargo. Todos los acreedores tienen un derecho de prenda general. En virtud de
este derecho, los acreedores pueden perseguir el pago de la obligación en todo el patrimonio del
deudor. Lo que puede hacer un acreedor –si tiene título ejecutivo– es demandar al deudor en un
juicio ejecutivo, y embargar los bienes hasta la concurrencia de su deuda para poder pagarse
respecto de ese crédito del cual es titular. Cuando se realice ese embargo, el efecto jurídico es que
esos bienes están sujetos a la regla del art. 1464 N°3 del CC, que establece que la enajenación de las
cosas embargadas adolece de objeto ilícito. En consecuencia, resulta lógico que el numeral 2 del art.
1578 del CC vuelva a repetir esa norma.
Ahora bien, en el caso de la retención, esta es una medida precautoria regulada en el art. 295 del
CPC.16 Este artículo señala que para poder asegurar el cumplimiento de una posible sentencia
favorable en el caso de un juicio, el demandante tiene el derecho de pedir una medida precautoria.
Y en el caso de la retención, se pide que se retengan ciertos bienes determinados que pertenecen
al deudor. Esta retención puede ser de cosas muebles, inmuebles o dineros. Y además, esta
retención de bienes puede tratarse de cosas que son del deudor pero que se encurta ya sea en
poder de él o de un tercero. Esto es relevante ya que esta medida precautoria es bastante utilizada
cuando el bien que se retiene es dinero. Aquí existe una norma en el art. 295 del CPC en su inciso
segundo, la cual establece que, cuando la retención se trate de dinero, el tribunal puede determinar
que para retener esos dineros, esos dineros serán retenidos en la cuenta corriente del tribunal.
Ejemplifiquemos. Supongamos que hay una empresa constructora que tiene una deuda de 1 millón
de pesos en contra de Juan. Y cuando la empresa busca demandar a Juan, averigua que tan solvente
es él. Realizado el dicom, se da cuenta que Juan no tiene ningún peso; no tiene auto, casa, y además,
la constructora supo que no tiene dinero ni siquiera en su cuenta corriente. ¿Qué hace la empresa
constructora frente a esto? Porque puede pensar que va a demandar a Juan, va a estar un año en
juicio, y a lo mejor cuando tenga su sentencia favorable –que diga que Juan debe pagar el millón de
pesos– no va a tener ningún bien sobre el cual pagarse. Entonces, le va a decir al tribunal que resulta

16
El art. 290 del CPC define lo que es una medida precautoria.

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procedente que se traiga una medida precautoria a su favor para que se asegure de que, en caso de
que tenga sentencia favorable, pueda pagarse sobre algún bien.
Resulta que Juan es un profesor particular de inglés. Él le hace clases a María, y en consecuencia,
tiene que pagarle por esas clases. Pero María es una estudiante, no recibe muchos ingresos y le dice
a Juan que le paga a fin de año el curso. Y ese total es de 1 millón de pesos. Entonces, Juan es
acreedor de María por ese millón de pesos. Frente a esto, la constructora se da cuenta de qué es lo
que se puede embargar o retener: el valor total de las clases.
La constructora le dice al tribunal que le dé una medida de precautoria de retención de crédito. Esta
consiste en que se manda retener ese pago de 1 millón de pesos de María. El tribunal concede esta
retención, y con una resolución judicial se va donde María y se le dice que el tribunal ha ordenado
una medida precautoria de retención de pago. En consecuencia, como dice el art. 1578 del CC –en
relación al art 1464 N°3–, cualquier pago que se realice a Juan, el pago va a ser nulo.
En esta situación, lo que el tribunal podría pedir es que esa cantidad de dinero, por ser tal, se
deposite la cuenta corriente del tribunal. Entonces, lo que hace María es depositar el millón de pesos
en la cuenta corriente del tribunal. ¿Qué efectos tiene esto para María? Una vez que entrega el
dinero, ella ya no se encuentra en mora de cumplir la obligación. Otra alternativa, sería que el
tribunal no diga nada o bien que ordene que el dinero se mande a retener en poder de María. Aquí,
la profesora Pérez discrepa con el profesor Molinari.
El libro de René Abeliuk señala que siempre que la retención de bienes es de dinero, se tiene que
hacer mediante al depósito a la cuenta corriente del tribunal. Y además, cita el art. 517 del COT.
Pero esta norma no es que sea explícita en decir que se trata de una obligación del tribunal de
decretarlo así. Ahora, en la práctica, los tribunales siempre hacen esto para la mayor protección de
la partes.
Para el profesor Molinari, no existe obligación de que se depositen los dineros en la cuenta corriente
del tribunal, porque perfectamente el tribunal podría ordenar que se tenga el pago en poder del
deudor –María– como depositario provisional y que en ese caso existen una serie de resguardos, ya
que una vez que se ha decretado el embargo, existe un delito de depositario alzado, que quiere
decir que si se disponen esos dineros por parte de María una vez decretado y notificado el embargo,
podría incurrir en una conducta criminal.
Para la profesora Pérez lo mejor es que se depositen los dineros en la cuenta corriente del tribunal,
ya que quien está reteniendo el dinero, queda a salvo de cualquier posibilidad de que se le impute
el delito.
N°3 Concurso de acreedores (el acreedor se encuentra en liquidación). Esto no es más que la
aplicación de las reglas generales de que , una vez que se declara la quiebra –hoy en virtud de la
nueva ley de quiebras,17 se habla de liquidación– cualquier pago tiene que hacerse al liquidador –el
antiguo síndico–. Es decir, una vez que se dicta la resolución judicial que declara la liquidación de
los bienes del deudor, cualquier pago se hace al liquidador.18
Representantes.

17
Ley 20.720 del año 2014.
18
El liquidador –ex síndico– es un auxiliar de la administración de justicia encargado de adminstrar todos los
bienes y deudas que pertenecen al deudor declarado en liquidación, y en consecuencia, pasa a ser como si
fuera el mismo deudor.

50
Cuando hablamos de representantes, hablamos de representes legales, judiciales y convencionales
o mandatarios (diputados para recibir el pago).
El art. 1579 del CC señala que el pago puede ser recibido legítimamente por una serie de sujetos
que nombra el artículo, y que en general son todos aquellos representantes que indique la ley –de
ahí su nombre de representantes legales–. Y señala algunos ejemplos: tutores y curadores por sus
respectivos representados, los albaceas que tuvieren este encargo especial o la tenencia de los
bienes del difunto, padres o madres que ejerzan la patria potestad, etc.
En el caso de los representares judiciales, hablamos de dos casos: del secuestre y del depositario
judicial.
El secuestro es una medida precautoria –que señala el art. 290 N°1 del CPC– Por medio de esta, lo
que se pide es que un bien pase a manos de un tercero; este bien tiene que ser el objeto del juicio
o de la demanda. Y el tercero pasa a tener la cosa, y la resguarda mientras sigue el juicio. El secuestre
es el tercero, es decir, quien tiene la cosa objeto del juicio.
Respecto al depositario judicial, en el juicio ejecutivo, cuando se embargan bienes, se tiene que
nombrar siempre un depositario. Siguiendo el ejemplo de la empresa constructora y Juan,
supongamos que Juan en realidad sí tenía algunos bienes. La constructora se da cuenta que en el
departamento de Juan hay una televisión, un computador, etc.; en suma, sí tenía bienes para poder
pagarse. Además, sí tenía título ejecutivo y, por medio de este, inicia –la constructora– un juicio
ejecutivo en que obtiene a su favor mandamiento de ejecución y embargo para poder embargarle
bienes a Juan. Va un receptor al departamento Juan y le pasa un inventario con todos los bienes que
van a embargarse. Ahora tiene que nombrarse un depositario, y por regla general este es el mismo
deudor. Este depositario judicial está facultado para poder recibir pagos a nombre del acreedor.
En cuanto a los representantes convencionales, el art. 1581 del CC habla de los pagos hechos al
diputado para recibir el pago. Siempre que estamos hablando de re prestantes convencionales o
mandatarios, en realidad, lo que estamos haciendo es aplicar propiamente la regulación del
mandato; aplicar las normas generales del mandato establecidas en los arts. 2116 y ss. del CC. Estos
mandatarios están tratado especialmente en las normas que regulan el pago. Y cuando hablamos
de mandatarios que reciben pago, hablamos de diputados para recibir el pago.
En suma, las normas de los arts. 1581 y ss. del CC no hacen más que reiterar la aplicación de las
normas generales del mandato, y además el art. 1580 habla de que pueden existir tres tipos de
mandatos:
- Mandato general
- Mandato especial
- Mandato específico
En el mandato general es existe un mandatario con un poder general para administrar todos los
bienes del acreedor. Tiene uno poder para poder recibir todos los pagos que tengan relación con el
giro para el cual se le dio.
En el mandato especial existe un mandatario con poder especial para la administración de un
negocio o los negocios en los que incide el pago.
Existen algunas reglas en materia de mandato, que además explican algunas situaciones. Por
ejemplo, se entiende siempre implícito que el mandato para vender, incluye el mandato para recibir
el precio. También, existe una norma específica que señala que el mandato que es otorgado a

51
alguien para poder presentar una demanda para el cobro de una deuda, no incluye la facultad de
perseguir el pago de ella. Esto no es más que reiteración del art. 7 del CPC, que señala que la facultad
para percibir es una facultad especial respecto de la cual se requiere un mandato especial.
El mandato específico es un simple mandato comunicado al deudor (así habla el Código Civil).
Poseedor del crédito.
El poseedor del crédito esta tratado en el art. 1576 inciso 2 del CC. El poseedor del crédito es a quien
se le ha realizado el pago de buena fe, y que después aparece no ser el acreedor.
Esta materia es muy importante porque es una de las pocas manifestaciones que tiene el Código
Civil de la teoría de la apariencia, y obviamente también manifestación del principio de buena fe.
Esto porque es el caso en que existe un acreedor que aparenta serlo, hay un deudor que de buena
fe paga –creyendo que le está pagando al acreedor correcto– y después aparece que este acreedor
no lo era. Entonces, esta norma lo que dice es que, afirmando la existencia de la teoría de la
apariencia, ese pago va a ser válido. En consecuencia, el verdadero acreedor no va a poder pedir
nuevamente a ese deudor que le pague; ese es el efecto. De ahí el señalado adagio el que paga mal,
paga dos veces.
En el caso que vimos –Bonilla v. Inversiones Corza–, recordemos que existía una sociedad de
inversiones y una constructora. En esta estaba el señor Bonilla que había falsificado una escritura
pública y se había hecho pasar por falso representante. El señor Bonilla le dice a inversiones que
tienen que pagar porque se hicieron una serie de construcciones. Demanda a inversiones para que
cumpla con el pago. Estos, oponen una excepción de pago y el tribunal la rechaza, desestimando la
demanda aplicando el art. 1576 del CC, señalando que el pago a este poseedor del crédito es un
pago que fue de buena fe –porque inversiones no sabía que el señor Bonilla había falsificado una
escritura pública y era falso representante– y en consecuencia, ese pago fue válido y se rechazó la
demanda.
Algo relevante respecto al acreedor aparente, es que este no sólo tiene que tener materialmente
un título que lo acredite como acreedor, no estamos hablando sólo del contrato. Sino que además
tiene que realizar actos que lleven a concluir al este deudor de buena fe de que en verdad la otra
parte es el acreedor. Este señor Bonilla siempre actúo como la verdadera persona a cargo de la
constructora, realizaba la inspección, iba a la obra, por lo que a inversiones le pareció del todo lógico
que el señor Bonilla era el verdadero acreedor. En consecuencia, no sólo se necesita un título sino
que también una apariencia.
Además –y una cuestión muy relevante–, se requiere la buena fe del deudor, no la del acreedor.
Clase 14. Lunes 22/10/18. Mónica Pérez
Los arts. 1583 al 1586 del CC señalan los casos especiales en los cuales se extingue la diputación
para recibir el pago. Esas normas no son más que la reiteración de las normas del mandato. En
consecuencia, es importante que tengamos en cuenta que, además de las causales reguladas en el
mandato propiamente tal, el Código Civil establece tres casos adicionales. El mandato se extingue,
además:
- Por muerte del mandatario. Esta causal no es más que la reiteración de las normas del
mandato. El mandato es un contrato intuito persona. Y en consecuencia, si se extingue por
la muerte del mandatario, los herederos del mandatario no van a poder recibir el pago en
nombre del acreedor, a menos que exista una disposición expresa que los faculte para ello.

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- Por revocación. Todo mandato puede extinguirse por revocación del mandante… Pero los
arts. 1584 y 1585 añaden dos reglas que se refieren al caso en que acreedor y deudor hayan
acordado que, quien puede recibir el pago, sea un tercero. Y en ese caso, el acreedor, o sea
el mandante, no va poder revocar a su arbitrio el mandato, porque acordó –con la voluntad
del deudor– que el pago podía recibirlo un tercero. Esto, en virtud del art. 1584. El art. 1585
aplica la misma razón, y se refiere al caso en que las partes hayan acordado que el pago lo
reciba o bien el acreedor o bien un tercero, con el consentimiento del deudor.
- Por inhabilidad. También es aplicación de las reglas generales. Puede ser por demencia o
interdicción, por haber hecho cesión de bienes o haberse trabado ejecución en todos ellos,
etc.
Otros aspectos del pago.
En primer lugar, las características del pago en cuanto a su objeto. Aquí, la doctrina realiza una
enumeración de tres características esenciales del pago en cuanto a su objeto: el pago tiene que ser
integro, indivisible, y además habla de una regla de identidad (tres “i”). Estas características las
desprenden a partir de lo que dice el art. 1569 del CC que señala que el pago debe hacerse bajo
todos los respectos al tenor de la obligación. ¿Qué significa esto?
En cuanto a la identidad, se refiere a que el acreedor no puede ser obligado a recibir una cosa
distinta a la que se le deba, ni aun a pretexto de ser de igual o mayor valor. O sea, hay que cumplir
la obligación tal cual fue convenida, por lo que el acreedor no estaría incumpliendo al no aceptar la
cosa si es distinta a la pactada.
Cabe precisar que el tenor de la obligación significa que la obligación se debe cumplir en la manera
en que fue pactada. Si fue pura simple, se cumple al momento en que las partes convienen cosa y
precio. Si fue a plazo, se cumple cuando pase ese plazo. Además, tenemos que tener en
consideración que la forma de cumplir la obligación va a depender de la naturaleza de las mismas.
Si es de hacer, se ejecuta el hecho. Si es de no hacer, él se abstiene (omisión). Y si es de dar, hay que
distinguir si es respecto de una especie o cuerpo cierto o de género. El art 1590 del CC es una regla
muy relevante que establece que cuando lo que se debe es una especie o cuerpo cierto, la cosa
puede ser entregada con todos los deterioros que corresponden a casos fortuitos o de fuerza mayor.
Y cuando se trata de una obligación de género, rige el art. 1509 del CC, que señala que el
cumplimiento del deudor es entregar cualquier individuo del género, con tal que sea de una calidad
a lo menos mediana.
En cuando a la indivisibilidad, está en los arts. 1570 y 1592 del CC. Significa –evidentemente– que el
pago no se puede dividir. Empero, salvo que las partes hayan acordado algo distinto o que la ley
permita que se pague en partes o cuotas. Ejemplo de esto es el caso de mancomunidad conjunta.
También ejemplo es el caso en que en una compraventa se paga una parte del precio, quedando
una parte insoluta, y se entiende que esta debe pagarse después.
Y por último, respecto a la integridad, el art. 1591 inciso segundo del CC establece que el pago de la
deuda incluye los intereses e indemnizaciones. Y el art. 1571 del mismo cuerpo legal dispone que se
incluyen también los gastos. O sea, si además el deudor incurrió en gastos al pagar, estos gastos son
a cargo del deudor si es que nada se ha pactado.
En segundo lugar, en cuanto a la época del pago, esta depende de la obligación misma, es decir,
dependiendo si la obligación es pura y simple o si está sujeta a plazo o condición. Hay obligaciones
que tienen plazos implícitos. Ejemplo de esto es el vestido de novia que, independiente de que no
se haya convenido plazo, se entiende que se debe entregar antes del matrimonio.

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En tercer lugar, relevante es el lugar del pago. Esto es porque si se ha establecido un lugar en la
convención para pagar, el deudor no está pagando sino lo hace en ese lugar. Lo mismo para el
acreedor, tampoco está obligado a recibir si es que no se hace en ese lugar convenido. Y en cuanto
al pago por consignación, se inicia en el lugar donde se estableció cumplir esta obligación. ¿Qué
pasa si es que las partes no estipularon lugar? primero, vamos a tener que distinguir si es que la
cosa es una especie o cuerpo cierto o género. Si la especie era un cuerpo cierto, se entiende que se
tiene que pagar en el lugar en donde esa especie o cuerpo cierto se encontraba al tiempo de
celebrarse el contrato. Esto, en virtud del art. 1588 del CC. En cualquier otro caso, este artículo dice
que el pago se tiene que hacer en el domicilio del deudor.
En cuarto lugar, las reglas de imputación del pago. Estas se revisan a partir de los arts. 1595 y ss. del
CC. La imputación es un conjunto de normas para determinar cuál de las obligaciones –de las varias
que existen– se van a entender cumplidas cuando se recibe un pago que es insuficiente ¿Cuándo
vamos a tener el problema de imputación del pago? Primero, cuando hayan varias obligaciones, una
misma naturaleza, entre un mismo acreedor y deudor, y obviamente, que el pago sea insuficiente,
porque osino no tendríamos para qué imputarlo. Cuando lo que se deba sea capital e interés, se
aplica la regla del art. 1595 según la cual primero se paga los intereses y luego el capital, salvo si se
ha pactado lo contrario. La segunda regla, si existen varias deudas, y nada se dijo al momento de
contraerse la obligación, el deudor puede imputar sin necesidad de que el acreedor haga nada, pero
tendrá que siempre seguir dos reglas. (1) La imputación deberá hacerse respecto de la obligación
devengada, de aquella que no lo está; (2) siempre que se preferirá la imputación para el pago íntegro
de una obligación.
Supongamos que tenemos a Juan, que vende verduras. Este le vende verduras al Jumbo, por lo este
le tiene que pagar a Juan. Y como Jumbo es una tremenda empresa, tiene una regla de facturación,
emitiendo Juan facturas cada 15 días por los productos dados. Y una vez que Jumbo recibe esa
factura, se hace exigible la obligación de pagar. Supongamos que hay tres facturas distintas: de 1
millón de pesos, de 3 millones y de 4 millones. Supongamos que Jumbo le paga 4 millones de pesos
–de un total de 8 millones–. Aquí, ¿Qué es lo que se genera? Hay que aplicar las reglas de
imputación. Aplicando estas, ¿Cuál factura se entiende cumplida? ¿La de 1 millón, la de 3 o de la de
4?o 3? La 4 millones. Pero si la de 1 y 2 millones se vencían el viernes pasado y la de 4 millones se
vence el jueves que viene, y estamos a lunes, se entienden cumplidas la factura de 1 y 2 millones
para no seguir y seguir acumulando interés.
Y el art. 1597 del CC dice que cuando no se puede aplicar este criterio porque las dos (facturas) son
idénticas, se elige la que el deudor eligiere.
El acreedor –cuando el deudor no ha hecho nada– también puede hacer la imputación en la carta
de pago. Este es un documento en el cual se recibe el pago.
Presunciones de pago.
¿Para qué se aplican? En general, se aplican cuando estamos hablando en materia de prueba. El art.
1698 del CC dice que corresponde probar las obligaciones con su extinción a quien alegue aquellas
o estas. Esto quiere decir que va a corresponder al deudor probar el pago. Se aplican algunas
presunciones de pago cuando, si nada se ha dicho, se paga el capital o si se han pagado los intereses
–porque el pago del capital presume el pago de los intereses (art. 1595 inciso dos)–. Otra regla
específica señala que cuando se trate de pagos periódicos, el recibo de pago respecto del último
periodo, se presume que se realizó el pago con anterioridad.

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Pago por consignación19. Es un procedimiento judicial voluntario que busca que el tribunal de por
suficiente el pago. Lo que busca es que el deudor no quede responsable para el cumplimiento de la
obligación. Esto tiene efectos importantes respecto de la mora, o en materia de los riesgos de la
cosa, o quien se tiene que hacer cargos de los daños, etc.
Pago por subrogación (modalidad del pago). Arts. 1608 y ss. del CC
Cuando hablamos de subrogación tenemos que entender que es una ficción jurídica. Esta, en
términos generales, puede tener lugar desde el punto de vista real o personal.
Cuando hablamos de una subrogación real, una cosa toma el lugar de la otra. O sea, una cosa
jurídicamente pasa a tomar el lugar de otra por medio de la ficción de subrogación.
Cuando hablamos de la subrogación personal –que es la subrogación de la que habla el art. 1608
del CC– una persona pasa por esta ficción jurídica a tomar el lugar de otra. El art. 1608 dice que la
subrogación es la transmisión de los derechos del acreedor a un tercero que le paga. El Código Civil
usa la palabra “transmisión”. En realidad, al parecer lo que el Código Civil quiere hacer es evocar el
efecto que se produce cuando el causante transmite a los herederos todos sus derechos y
obligaciones trasmisibles. Y lo que pasa es que los herederos pasan a tomar el lugar del causante.
Por los efectos de la subrogación, un tercero pasa a ocupar jurídicamente el lugar del acreedor
asumiendo todo el crédito con todos sus derechos acciones, privilegios, prendas e hipotecas.
Subrogación personal. Análisis del art. 1610.
El art. 1609 dice que la subrogación puede ser por el solo ministerio de la ley o por convención. Esta
es la primera clasificación.
El primer caso de subrogación legal es del acreedor que paga a otro acreedor de mejor derecho en
razón de un privilegio o de una hipoteca. ¿Qué significa que sea de mejor derecho? Vimos la
prelación de crédito. Cuando un deudor es insolvente, hay que aplicar las reglas de prelación de
crédito. Cuando hablamos de estas normas, siempre va a ser necesario aplicar cuando el patrimonio
del deudor sea insuficiente para pagar todas las obligaciones; ese es el único supuesto que nos sirve
para la prelación de crédito. Entonces, como existen varias obligaciones, y el deudor no puede
pagarlas todas, lo que hay que decidir es a quién se paga. Aquí hay que distinguir la existencia de 5
clases de acreedores:
- Los de primera clase. Estos son los del art. 2472 del CC. En gentil uno siempre nombra a los
trabajadores, pero hay que tener en cuenta que en cada clase de crédito existen, al mismo
tiempo, una enumeración, y dentro de esa misma enumeración, se paga de la manera en
que está establecida. Pero en general, son los trabajadores. En caso de liquidación, en
general los de primera clase son los impuestos que se deben al fisco.
- Los de segunda clase. Buen ejemplo: las prendas
- Los de tercera clase. La hipoteca
- La cuarta clase. Lo de los hijos sujetos a patria potestad
- Quinta clase. Lo más importantes, lo que gobiernan en las liquidaciones: estos son los
valistas.
¿Qué significa que un acreedor sea de mejor derecho? Esta lista da la respuesta.

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Nos van a dar un material para esto.

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