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1 Spinoza, B.; Ética, Traducción de Vidal Peña, Alianza Editorial, Madrid, 1987(Libro I, proposición XVI)
2 Ibidem, p. 99
3 Ibidem, (Libro II, proposición XI)
4 Ibidem, (Libro II, proposición XIII)
5 Ibidem, (Libro II, proposición VII)
afecciones experimentadas en el cuerpo son consideradas por el alma, que conserva la
idea de aquel cuerpo afectante como existente en acto, aunque los tales no existan ni
estén presentes, lo que constituirá una especie de huella mnémica6. Por lo tanto, el
alma humana no conoce al cuerpo de manera inmediata, sino por medio de las
afecciones que este recibe. Las imágenes que el alma guarda de las afecciones pasadas
son representaciones que, concatenadas, constituyen la memoria. Al recibir
simultáneamente varias afecciones de cuerpos exteriores se genera una relación entre
ambos, de manera que, al recordar uno inmediatamente se recordará el otro. De esta
forma se constituye el imaginario, a traves de los vestigios que dejan las afecciones en
el cuerpo y que son ligados por mas que no guarden semejanza entre sí 7. Las ideas
provocadas por las afecciones de los cuerpos exteriores no implican necesariamente el
conocimiento adecuado de dichos cuerpos 8 ; el alma no tiene un conocimiento
adecuado de las causas de aquello que imagina, dado que puede imaginar en acto
algún objeto inexistente, por lo cual el conocimiento que tenga de aquellas ideas no
será claro y distinto, sino confuso.9
Ahora bien, por otra parte existen nociones comunes a todos los hombres, y son
percibidas por todos ellos adecuadamente, es decir, clara y distintamente. Dichas
nociones pertenecen a todos los cuerpos, y se dan igualmente en la parte y en el todo.
Son ideas que se encuentran en Dios de manera necesaria, y por lo tanto, son
adecuadas. Al ser afectado el cuerpo humano por otro cuerpo exterior, en virtud de lo
que tiene en común con este, la idea formada por el alma será necesariamente
Sin embargo, las nociones comunes no deben confundirse con las nociones
universales. Estas últimas son formadas a través de la multiplicidad de imágenes
similares que tiene el alma, que al coexistir simultáneamente desbordan a la
imaginación, llevándola a predicar a través de una sola idea, infinitos seres singulares
de características semejantes. No obstante, estas nociones varían de hombre a hombre,
dependiendo de la magnitud por la que estos hayan sido afectados por las cosas, la
representación que se harán del universal.11 Por tanto, las nociones universales, deben
incluirse dentro del primer género de conocimiento.
Aunque el segundo género de conocimiento nos permite tener la idea de una cosa
y tener conclusiones sin correr riesgos de errar, dicho conocimiento “...no constituye
por sí mismo un medio para adquirir nuestra perfección.”12 Para esto precisaremos
de una intuición directa de la causa, que sera dada por el tercer género de
conocimiento, a saber, la ciencia intuitiva.