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ULTIMAS HORAS DEL' IMPERIO


1 '

,
[LOS TRAIDORES DE LOSTRAIDORES]

"
EN PRENSA
,

EL nrp ER10 Y LOS HIP EIU ALES


POR EL GENERAL '

L.E.oNARDO MARQUEZ

MANIFIESTO QUE DIRIGE ..,\ LA NACiÓN MEXI-


,CANA: Las ejecuciones de Tacubaya el I 1 de
Abril de r859. -La ocupación d e fondos mexi-
canos por el gob ie rno 'reina nte en 1860.,- L a In-
tervención y e l , partido imperialista. - Por qué
no regresé ' á Querétaro en auxilio del Ernp era-
I dor.~Los defensores del general Miramón. -
REFUTACIÓN AL LIBELO DEL GENERAL DE BRI-
GADA DON MANUEL RAMÍREZ DE AR ELLANO, PU-
BI:..ICADO EN PARIS EL 30 DE DICIEMBRE DE 1868,
BAJO EL EPÍGRAFE DE UL TI~I AS HORAS DEL IM-
PERIO.--Elautor. -Mi misión en T ur q uía.-Mir a -
món y mi carrera milit ar.-Mis c onsej os a l Ern-
peradorv---Lo de San L orenz?-Sitio y ocup a -
ción de M éxico.e-e- C ómo me . escapé de ca e r en ,
manos de los republicanos, etc., etc. -Pról~ go
y notas de Angel P ala. '
, .
/

PRECIO DEL EJEMPLAR, RÚSTICA, ..... $> 1.5°

, PARA PEDIDOS:
ANGEL POLA, MÉXICO, CALLE DE TA CUI3A, N. 25"

Ning ún p edido podrá s ervirs e s i n el'


pª~o ª~t~9jpadQ d~ ~~ Importe,
Ú~TIMA~ H~RA~ DEL IMPERI~ I '

- ~-

rLOS TRAIDORES DE LOS TRAIDORES]


pon

MANUEL RAMíREZ
.........- ,
DE ARELLANO
\
j efe üe la ar t íller:a imperial en el sitio
ele Quel'étal'o

REVISION y NOTAS
DE

A.N""GEL PQLA.

MÉXICO
F. V ÁZQUEZ, EDITOR, 'CALLE DE T ACUBA, NÚf'!. 25

Ig 0 3
BOGOTA
.'
LI BRERIA COLOMBIANA
"

Asegurada la propiedad de esta obra conform e á la ley

.J

l.,
, I

\ ,

ENTl\E LOS REPROBOS'

EL AUTOR

Traidor á su patria y traidor á su partido


-
.E lj o de agosto de 1860, á los últimos
disparos de la batalla de Sil ao, el comandan- r

te Pilar Marroq uín, á la cabeza de sus Chi-


nacos, á q uienes 'den ominab a Cosacos el 'g e-
neral Draga, persegu ía á un derrotado, jinete
en un hermoso caballo dorado: E n un po-
trero del rancho de Aguas Bue nas, á fa iz-
quierda y retaguardia de la línea de batalla,
encont rá ndose sin sa lida, se tiró de l caballo ,
ganó una cerca y se puso fU,era del alcance
de su s perseguidores, dejando el sombrero,
que era de cartera. Si los Chinacos no le
dispararon un solo tiro, fué p or no matar el
caballo, obj eto de s u codicia. C ua ndo el ani-
mal y. el so mb re ro fuero n 'e x hibidos entre la
fuerza liberal, se oyó á un a esta exclamación:
-¡Ese caballo y ,e se sombre ro sonde Mi-
ramón'
VI '

y en efect o, tales prendas eran del valien-


te militar reaccionari o, en quien Marroquín
I no"pensó siqui era al perseguirl e.
La noticia de la derrota de Miramón se
supo luego en México, y t res personas de su
familia salieron ,hasta Cuautitlán á encon-
trarle.Venían
,
con Miramón. , su comandante
general de artillería Manuel Ramírez de Are-
llano y su ayudante el comandante Antonio
Castelán. Una de entre aq uellas tres perso-
nas, la más interesada en la vida y suerte de
Míramón, no se explicaba cómo había sido
'el desastre, sino cuando objetó:
- ¿Y tu famosa ar'tillería?1
, ~jDe nada nos sirvió! -prorrumpió Cas-
telán tornando la voz de su jefe.
¿Prueba esto que Arellano no era militar?
Conocia el arte y la ciencia de la guerra. Ha-
, .bia hecho una brillante carrera eh el Colegio
Militar, donde se distinguió entre sus con-
discípulos y se hizo querer de ' sus maestros.
A una cla sisima inteligencia unía prodigiosa
m emoria, facilidad de palabra y dominio de
la recitación. No 'era aplicado, pero una ojea-
. da al texto. bastábale para asimilarse bien la
materia. Era siempre uno de "Ios prime ros
puntos en la cátedra. Franco y gran con-
versador, 'se gan aba las voluntades.
"- L e hacíamos leer hasta coplas callej eras;
y lo hacía tan bien, qu e no s hací a reir, cu an-
. Vil

do no llorar-s-refiérenos el general coronel


Ignacio Salas.'
Nac i ó -en la ciudad ele México el 20 de
septiembre de 183 '1. Su padre, el general de
brigada Domingo Rarnirez de .A rella no, for-
.m ó parte CId ;Ejército Trigarante, consuma-
dor de la independencia; y defendió á Chu-
r ub usco en 1847., Ascendió á gener9-1 ,~ fec-
\ '

tivo por ' su . comportamiento en Guayrnas .


cuando ' el conde Raousset, á la cabeza de sus
aventureros franceses , intentó apoderarse de .
aquel puerto el 13 de junio de - 185 4 . Fué
gobernador y comandante mi litar del estado
de Sonora.
, Manu el Ramírez de Arellano salió del Co -
legio \Militar 'con el carácter de oficial de la
Plana Mayor Facultati va de A rt ille ría. Es-
tudió en compañía de Mi guel Miramón, Ju~
lio Cervantes, Sóstenes Rocha y L eandro
Valle. ' Siempre est uvo ~li gado con ellos por
una franca amistad, no obstante sus contra-
rias opiniones, que les colocó en opuestos-
campos. Su amistad con Míramón rayó en
fraternidad y sólamente la-rompió la m ue rte.
Estuvo en la defensa del Castillo de Cha-
pultepec, como alumno del Colegio Militar,
y cayó prisionero.
. Su saber se revelaba por su domini o de las
matemáticas, la ordenanza del ej ército, la re-
g láme ntacióll de maniobras de infanterí a, ca-
I
VIIl

ballería y a rtilleria, la documentación militar,


el dibujo, la física, la mecánica, la fortificación
pasajera y permanente y la construcci ón de
materiales de guerra.
El general Antonio Corona, gobernador y
comandante militar de Veracruz, le nombró
su secretario particular, y tuvo' tal confianza
en sus aptitudes, que firmaba, sin enterarse,
cuanto escrito le ponía i -la vista.
Ocupó el puesto de secretario de la direc-
.cíón general de artillería.
Muchas veces trató de inducir á Mirarn ón.
.á que proclamase las Leyes de Reforma, en '
sentido moderado, haciéndole ve r que con
este paso asentaría s u poder y ganaría pres-
tigio en tre los liberales.
- T e. digo esto-le hablaba Arellano-
porque esta situación no sólo se ha de sos-
tener á cañonazos. Tu estrella militar tien e
que eclipsarse.
Mandaba el batallón de artillería -de mon-
taña, en 1859 , cuando el se ñor Ramón Guz-
mán se le present ó con la propuesta de q ue
si las fuerzas de Miramón se pronunciaban
por la Constituci ón de 1857, loe daría 4op oO
pesos y la banda de ge ne ra l el go bierno de
Juárez. En el acto de hecho el compromi so
formal , recibiría 2 0,000 pesos y el res to lite- ,
go de cumplida su palab ra. La ent rev ista
para tratar de ~ ~s te delicado as unto se ve rifi-
IX
r , I . '

'ca en la casa número S de la 4:: calle del Re-


I
lox. Aceptada la pr op~l esta por A re lla no,
puso al tanto de ella á M ira rnó n y con s u en-
tero acu erdo obró. - .
- D e esta manera-s-dij o Arellano á Mira-"
/ I

món, q ue era presidente de la República- .


descubriremos el foco de "la conspiración y
lo destruiremos de raíz, hacién donos de más
armas y municiones.
~fectuarían el mo vimiento los capitanes '
Pioquinto Cla vería y Patric,io Rodríguez, des-
armando á la guardia de la Ciudadela y pro-
claman,do á Juárez.
Don R amón Gu zmán puso en manos' de
Arellano los 2 0,0 00 pesos ajustados y éste
hizo su papel de protagonista en la comedia
á las mil maravillas, cu y o acto final fué la v
aprehen sión de ' los tres farsa ntes mi litares,
quienes entraron po r una p ue rta de la p ri-
sión y saliero n por otra. Caído el telón, Are-
llano preguntó á Miramón:
- y ahora, ¿qu é hag o con el dinero?
Miramón le contestó :
"- E so se t e queda á tí. I

Y Arellano, sin el meno r es crúp ulo, se em-


bolsó los 2 0 ,000 peso s.
Cuando vino la I nterve nción , la defendió
con las armas en la mano en Michoacá n y
est uvo á punto de ser fusilado en la batalla
que ab rió las puertas a l Imperio en aq ue l
x
Estado . Bajo s u tienda de ca mpa ña t radujo
del francés al cast ellano las obras del a rte de
la gu erra indi sp ensabl es para la ed ucac ión
de la juventud militar y de los ofi ciales de
las diversas armas. «Nuestros trab ajos-di ce
- 'obtu vieron grandes elogios del E . Sr. Ma-
riscal Bazaine, cu ~ndo gozamos el ~ o no r de
presentárselos, y a un se dignó ofrecernos S.
E ., qu e les prestaría todo s u ap oyo cerca de
S. M. E l vivo 'deseo de mostrarlos al E rnpe -
rador. inos hizo ped ir a l E. Sr. Mari scal 13a -
zaine un me s de licencia, para ve nir á esta
capital con el objeto.s
Tras de la Intervención llegó el Imperio,
'y Arella no lo defendió con s u espada, su p lu-
ma y su palabra, en la cree ncia de q ue s u
·, sostén era patriótico. . La mejor loa del Im -
perio él la pronunció en Morelia.
Con esto y todo, en I 86 5 se le acusó de
presentación de doc ume ntos fals os para se r
clasificado militarmente y de irrespetuoso
por haber pub1icado el foll eto L a ley de 12
de Octubre último sobre responsabiiidcd minis-
terial y U /l a acusación oficia l contra el E. Sr.
Ministro de la, Guerra D. J uan de D ios Pesa.
E n este 'folleto decía cosas como éstas:
«La fi rmeza qu e S. E. ha demostrado pa-
ra hacer dorm ir e~te negoc io, ha ce honor á
s u en ergía.
«Se procu r ó arrebatarnos el mando que
XI
ejercíamos, para 'd árseloal Teniente Co'ronel
D. Ignacio de la Peza, sobrino de S.. E. Para
llegar á este fin; se apeló á los medios repro-
·bad os de cargarnos cantidades que no ha-
bíamos recibido, y de declarar nulas las ór-
denes por escrito del General en Jefe.
«Las consideraciones que nos prodigaba el
_ ilustre General D. Antonio' Corona, siendo
ministro de ,la Guerra, el participio-que con-
tra nu estra voluntad nos cIaba dicho señor en
' el despacho dealgunos negocios, lo cual he-
ría el amor propi o del E . Sr. Peza,: y tal vez
las instancias qu e aq ue l General nos hi zo pa- ,
ra qu e, á pesa r de nuestra juventud, nos en-
cargáram os' de la O ficia lía .M ay o r, qu e en-
tonces servía el act ual E. S r. Min istro, y\cuyo
'p uesto no quisimos ac eptar, son las únicas
fuentes de los resentimie nto s cIe S. E .»
El consejo de g ue rra q ue lejuzgó, se corn-.
ponía de los "ex - gene ra les M iñó n, I gl esias,
O ba ndo, Galindo y Zava la. F ué abs ue lto
unánimemente del ca rg o de falsedad y sen-
tenciado á tres años de prisión por el de irres-
petuoso. El mismo se defendió y co n maes-
t ría tal, que su. al egato lla mó la atención .de '.
los jurisconsultos. S u pena fué co nm utada
en dep ortación á Y ucatán , el e la c ual el Em-
perado r le indu lt ó espo ntánea me nte. á los
c ua t ro meses.
Cumplida s u condena, atac ó al Imperio
. XII

desde los escaños de la defensa en los conse-


jos de guerra, donde su palabra erudita y
convincente solicitábanla los procesados.
Desocupada. la República por el ejército
francés, Arellano, como al principio de la In-
tervención y el Imperio; entró de lleno á fi-
gurar en la política y marchó con Mirarnón
á hacer la campaña contra la República, has-
ta el sitio de Q~ eretaro, donde los traidores
expiaron sus culpas.
A rella no hace mucho mérito de su adhe-
. -
sión y se rvicios a l Imperio y de su 'escapada
á la caída de la plaza, afirmando qu e" debido
I á su 'arrojo y desafiando peligros sin .cuento,
evitó caer en manos de los republicanos' y
, salir de aquella
, ciudad, atravesar un camino
difícil. llegar á Tacubaya y pen etrar en el si-
tio de México.
. Pues bien: Rarnirez de A re llano, no sóla-
mente traici onó á 'su patria, defendiendo la
'I ntervención y el Imperio; sino que tambi én
traicionó al I mpe rio Y- á su Emperador. No
I

es cierto que haya escapado de Queréta ro


gracias á su sagacida d .Y a udacia : se salvó
gracias al ge nera l José Mo ntesinos (1). que
le escondió, yal ge ne ra l Mariano Esco bedo,
qu e le d ió un a ca rta pa ra el general Porfirio
D iaz, á q uien se le presentó en Tacubaya,
poni en do en sus propias manos la carta' de
(1) ~nt~'eyis~a con el general Julio M. Cervantes,
XIII

' E scobed o (r). A rellano, á s u llegada á Ta-


cubaya, buscaba al gene ra l F ra nci sco V élez;
mas no habiéndo le hallado, se le cond ujo
ante el g-eneral ,Díaz, q uien di ó orden su a
9-y u da n~e Bucheli para que le pasara de la
, línea rep ub licana.iresg uardado de to do peli-
g ro. Debía entra r en México á condición de
'informar con verdad sobre la caída ,de Q ue-
ré taro y la pri sión de Maximiliano, Miramón
'_y Mejía. Entró 'po r San. Cosme, p unto del
general Manuel D iaz de la Vega; pero una
vez adentro, en lugar de cumpli r el solemne
co mpromiso, cuya paga fúé su salvación, trai-
cionó á su s prote cto res Montesinos y E sco-
bedo, dando en p lena junta de m iuist ros.jire-
sidida por el general L eo nardo M árquez, la
no ticia de que Maximiliano habia roto el 'si-
tio, derrotado á las fue rzas re pub licanas y
venia-en camino para au x ilia r á México,
Ocupada esta ciudad po r el gene ra l Diaz,
Arellano se escondió en una cervecería de
San A~tonio A bad y después e!1 una casa de
la calle de la A lhóndiga, qu e habitaban ofi-
ciales republicanos de Sinaloa. Allí le visi-
taban su madre y los licenci ados R am írez
Borbollón y Joaquín A lca lde, co n q uienes so -
lía cen ar y jugar a l t res illo (2).
(1) ' E ntrevista con el ge nera l Porfirio D íaz. '
(2 ) E ntrevista eón el ' doctor J uan Ramí rez de Arella-
Hl.J, su hermano.
XIV

En noviembre de 1867, partió á Europa. Sa-


lió de la ciudad á plena luz en traje de coche- -
ro, en cuyo oficio estuvo ensayándose para
salir con- bien. En la hacienda de Q uintani-
lla se le rompió el carruaje y fué á dar con
el señor Atenógenes Moreno; Rijo del gene-
ral José de la Lu z Moreno. La fortuna le
amparó y siguió su camino á Veracruz.xlon-
de le esperaba el capi tán Patricio Rod ríguez,
su ayudante en Querétaro, con su equipaj e.
A punto de embarcarse, dirigió este telegra-
ma al pe riodista Francisco Za rco, su impla-
cable enemigo político:
"En este vapor. . . se va fugado el ge-
neral Man uel Ramírez de Arellano, que fun -
gió dé director de artillería durante el Impe-
rio ." .
'A rribó á F rancia y sufrió penalidades y
estrecheces en Paris, no obstante la ayuda _
pecuniaria que le sit uaba n religiosamente s us
hermanos. Cuando éstas parecían no tener
alivio, aquel, don Ramón Guzmán, á q uien
engañó con vileza, le abrió sus bolsillos (1).
Aquí publicó en francés su libro Ult/mas
horas del Imperio; con ayuda, nada más en
la corrección del idioma, de G. H ugelmann,
I sie ndo hasta las C onside raciones del traduc-

[l] Confesión del mismo Are llano en carlas á su fa-


milia.
xv
tor, q LÍe están en el comienzo, del mismo
h rellano. [ 1 ]. \
De'París pasó á Roma, doneie vivió del so -
corro de algunas personasJ una de ellas do-
ña Manuela Forbes, ele la familia Barran, da -
ma-que fué modelo ele caridad -cristiana, toda
su vida. '
Mitigaba su nostalgía escribiendo d,os li-
o

bros, que ·se titu larían La ciencia deJa gueria , ,


é Historia ,del Imp erio de. Ma;¡:i¡¡:zJlz"alzo. o

Agobiado por una fiebre romana, un sas-


tre, ·amigo suy~, Valentino Vacchi, le con-
d ujo á San Marino; en seguida pasó á Rimini, -
donde, exacerbada su enfermedad, entró en
el Hospital Civil; pero dejemos la palabra,
para saber cómo fué su agonía, á la Herma-
na Bonelli, superiora de las hijas de la Cari-. ,
dad, que le cerró los ojos:
HE I día .3 de octubre de 1877, entró en este
Hospital el señor 'don Manuel Ramirez ele
Are llano, como abandonádo y debilitado por
la enfermedad que 1'0 agobiaba, pero con s u
espíritu bastante tranquilo [2]. En su larga
[ r] Así lo afirma en carta escrita á uno de sus herma-
nos.
[2] Ratifica la autenticidad de este rel ato la carta qu e
sigue, cuya traducci ón al castellan o, así como la de aquél,
deb ernos á don A ntoiú o del Sordo, profesor ele italiano
en el Conservatorio Nacional de M úsica y De cla ma ción :
" R imini, abril 11 de r87S.-Respetable scñon -s-Lacar-
ta que se encuentra á espaldas es subscrita po r la Herma-
2
XVI

Y dolorosa enfermedad, que lo atormentaba,


no se le vió jamás molesto impaciente; más
ó

bien siempre resignado á la Voluntad Divi-


na.-De vez en cuando 'expresaba la g rande
, pena que tenía por su lejana familia, y decía:
¡Ay, pobres .h ij os míos! después volvía' á to-
o mar su calma acostumbrada. Le gustaba qu e
le hablasen de la Sma. Virgen, ha cia la cual te -
nía mucha devoción. Tenía: siempre bajo de
su almohada un estuche que contenía la ima-
gen de la Dolorosa, más una medalla de la
Purísima, que llevaba la fecha del 8' 'd e di-
ciembre de 1875-, en cuyo día" decía, había
-recibido la Comunión de las manos del Sto:

na Bonelli, superiora de las hijas de la Caridad que se en-


cuentran en este Hospital, en el cual fué recibido el muy
querido señor general Ram írez de Arellano. La carta ma-
I nifiesta la pura ve:dad, particularmente en lo que se trata
del dinero dejado por el difun to .-Par~ honra del general
y con suelo pe su entera familia, puedo asegurar que en to-
da su enfermedad, y mu y particularmente en las últimas
horas de su vida, dicho señor conservó sentimientos muy
vivos y edificantes de piedad y fé. Dispuse que en su mis-
ma recámara se levantara un altar para celebrar la misa,
como ardientemente deseaba el enfermo, pero no alcanzó
el tiempo para e~to. -Que se consuelen sus parientes , que
se acuerden de él sus buenos amigos; el general ha muerto
como ferviente cat ólico, ha mu erto como vivió; su nombre
es una lección, su mu erte un ejemplo, su fin una gloria. - .
T odos debemo s aprovec har de esto con la ayuda de Jesús,
,como yo pr ometo hacerlo para siempre.- Su Dvmo. ser-
vidor ,en Jesús.-Ltds Rafael Za mpe/ti, Obispo de R,i-
mini."
,
~~ -

x v rf
( "
Padre -Pi ó Noveno; después un curso dé ,Ejer-
ciclos Espirituales. $ e mostraba muy agra-
decido por lb~ cuidados que .se le hacían; y .
\
á cada pequeño servicio correspondía con ·
sinc,eras gracias. E n su enfermedad) tuvo al- ,
gún' intervalo de mejora) y entonces se con-
solaba con la esperanza de volver á ver á su
amada familia', 'M irando, despu és, que la en":'
fe ~'medad ,p rog resaba siempre más, pidió una
junta de médicos, y por tanto se llamaron
tres 'facu ltat ivos, quienes exa~inando la en-
fermedad, la encontraron muy adelantada
para poder poner 'alg ún remedio; todaví~ re-
.cetaron
I
algunas medicinas, que fueron ,
lue-
go suministradas, pero que para nada sirvie-
ron.
"Después de esto, él comprendió que no \ '
podía esperar una mejoría, y se dispuso á re-
cibir los últimos auxilios de nuestra Santa
Religión, lo que se verificó el día 7 de di-
ciembre, I Hizo su confesión á muy respeta-o
ble sacerdote, ' con verdaderas muestras de ,
arrepentimiento; después quiso que el Ca'pe-,
llán le hiciera alguna lectura espiritual, :q ue
le sirviera de preparación á la Santa Cornu- (, '

. nión. A ' la mañana siguiente, se hizo leer


\ '
los .actos preparatorios, y después pidió que
se le leyesen Ios actos ,de gracias; en una pa..:
labra"comulgó con tanta devoción, que lla,-
mó laatención de todos aquellos q ue lo cir-
XVIII

cundabarí. Pasó todo el resto del día, como


.
de costumbre.
"Al obscurecer tuvo profundo s ueño, des-
pertándose á cada rato, y hablando de cosas
religiosas, sobre todo parecía gozaba hablan-
do de la Santísima Virgen, tanto q4e quiso
contar minuciosamente la historia de la apa-
rición de la Santísima Vi ~gen de Guadalupe
y la tierna devoción que para Ella.tienenlos
me xicanos. Esta historia la contó con mu -
cho trabajo, por el cansancio de la enferrne- .
dad; le ,aconsejamos de dejarla, porq.ue se
, cansaba , mucho, y á pesar ' de esto seguía
hablando con tanto éxtasis que nos arreba-
taba. ¡Ha sido su último discurso!
"A las seis y media de la mañana del día
1 o perdió el habla, mas no los sentidos; des-
pués le fué suministrada la Extremaunción,
que recibió con perfecto conocimiento y ver-
dadera devoción. Teníaen s us manos un Cru-
cifijo, y dé rato en rato lo acercaba á la bo -
ca, besándolo con ternura; estuvo ' después,
cerc<;L de tres horas, sin conocimiento, y á las
doce y cu arenta y cinco minutos expiró, en-
tregando su bcll~ alma á D ios Bendito (1).

(1) En el nombre de Di os y as í se a.- El que subscribe


declara y ate stig üe á qui en toca, que el señor don Manuel
Ram írez de Arcl la uo ha mu erto en est e Hospit al Civi l 'el
día 10 de diciembre de 1877, á las 1 2 Y tres cuartos p. m .,
con tod os los Sacramentos que nuestra Santísima Relig i ón
XIX
"Ml¡cho se .h izo para que'le fuesen tributa-
dos los honores militares , pero nada se pudo
obtcnerxpues no se' encontraron documentos
bastante auténticos. Le fueron prestados los
últimos servicios por ' la servidumbre de' la
casa, que llevaron el cadáver" á la iglesia,
2. donde se "le cantó una misa, y después fué
transportado al cementerio, _en cuyo lugar
se le hizo levantar una pequeña tumba .p or
el señor 'V alent ino Vacchi, expresamente ó
á propósito; y este' señor retiró el dinero y
los efectos pertenecientes al difunto. Es -pre-
ciso tener presente qu e en el curso de la en-
ferrnedad el señor Arellano hi zo muchos
g astos en ves t idos y otras cosas."
Ramirez de Arellano estaba á punto de
regresar á M éxicc.jierdonado de sus graves
faltas por el presidente de la República, 'g e-
ne ra l Díaz. Iba a re cibir el dine ro para s u
,
Católica confiere á los enferm os, .h abi éndose confe sado y.
comul gad o el d ía ocho de di ciembre, cons agrado á la I n-
maculada Concepción, y en la mañan a del dí a ·1 0 recibió
,
el Sacrame nto de los Sagrados \
Olees con Bendición Pa-.
pal, tod o -con mu cha fé y c1evoción . -E n el día siguiente
. se ha celebrado por su alma un decente Oficio, después y
se ha lle vado el cadáver al cementeri o púb lico" deposi-
'tándolo en el sitio pa ra él comprado por un amigo suyo
de San Ma rino .c-.Tanto puedo cert ificar y en confirma-
- ción s ubsc ribo el present e ~ n el Hosp ital ele R imini, hoy,
abril 10 ele 1878.- .D r. P étlr(l G'illliane'lli, Ca pellá n' de l . '
Hospi tal.-Un selló que dic e: Parroq uia de Santa Ma r ía
(le la N ieve.
xx
retorno, que sus hermanos le enviaban; mas
cuando llegó, había expirado el proscrito in-
fortunado,
En su abandonada tumba, llamada á efes-
aparecer próximamente, por las obras de en-
sanche, que se hacen en el cementerio, se lee
este epitafio:

AQUÍ

DUERME EL SUEÑO ETERNO

MAN U E L RAM IREZ A R EL.L A N O

DESTERRA DO ME XICA NO

GE NE RAL DEL PR I ME R I MPE RIO

QUE

CON EXTRAÑ0 .VALOR

PRIVADO DEI.. BE;SO DE SU S DEUDOS

Á LA ED AD DE 45 AÑOS

CONS UMI D O POR UNA LENTA ENFERMED AD

R IN DIÓ SU A L MA AL H AC EDOR

~L 10 ,D E DIC¡EMB RE DE 18 77. (1)

en Debern os est os elatos a l Có nsul do n En rique A n - :


gelin i y la tradu cción de ellos al inteli ge nte liter at o do n
E nriq ue Fcrná udc z Granados.
XXI
l '

EL' LIBRO

Los traidores de los traidores

El general Manuel Ramíréz de Arellano


murió en el Señor;..pero creemos qu e la ab-
solución que le dió su confesor, al cerrar los
ojos, n ó es válida como católica, ni menos .
como cristiana; porque teniendo en la punta'
de la lengua su pesado mortal más nefando,
no lo confesó.
-Padre-debía haber dicho para entrar
en el descanso eterno-e-acúsome de que he .
escrito un libro titulado Ultimas ltorasdci Int-
1\' ' . ,

perio, en el que yo soy también pecador de


lo mismo qll~ abomino.
Mas .n o ha sido así: en este libro hermoso,
en que hay sinceridad y vehemencia, el au -
. tal' vela su s faltas g raves con la maestría que
le d~n su talento ysu. pasión. ' '
Este, libro vive , todavía la vida. intens a que
le trajo al mundo. Su lect ura entristece ó ale-
gra, hace despreciar ú odiar, hace cruel ó hu-
maniza; pero no 'infunde en el á nimo la con-
mis eradón ·pa ra esos des graciados réprobos,
culpables de traic ión á la patria; qu e el au tor
retrata á ras go s. ·
X XII

Leonardo Márquez, Tomás Mejía, Seve-


ro del Castillo, Santiago Vidaurri, Quiroga, -
Ramón Méndez, Sil verio Ramírez, Tomás
O 'Horán, son figuras antipáticas, en quienes
ni por asomo ~ay gratitud á la patria.
, El Emperador, con sus veleidades é hipo-
'cresias, y Bazaine, con sus malas ent rañ as,
asomaron también en esta escena para ser más
odiados. \
Treinta y seis años no han bastado paraapa-
g ár siquiera el rescoldo de las cenizas del
Imperio.
A -tres me xicanos se les debe el Imperio
de Max imiliano: á don José María Gutiérrez
de Estrada, presidente de la diputación me-
x icana que fué á Miramar á ofrecerle el tro-
no ; al general Juan N. A lmonte, alma de las
revoluciones del partido clerical y con sejero
y guía del invasor ejército francés; y á don
Pelagio A ntonio de L abastida y Dá val os. A r-
zobispo de México, qu é tentó con una acción
impura en las T ullerías á Napoleó n Ill y lla-
mó "enviados del cielo para reparar todas las
ruinas y est ragos de México, á Maximiliano
y Carlota. "
El primero de estos perversos m exicanos
fué centralista en I 83 I, federalista en I 834, Y
trajo, despu és de cuatro a ño s de c? lTe rías por
E u ropa, la idea ele implanta r una: mon arqu ía
constitu ciona l ejercida por un p ríncipe ex -
X XIII

tranj ero; sin em ba rgo de proclamar, .corn o


Chateaubriand, qu e la república .representa-
ti va se rá el es tado futuro. del ¡mundo y que
casi le parecí a tod aví a tiránico aún el más' li-
bre de ros gob iern os conocidos. (1 )
El segundo, sie ndo ministro.de g ue rra en
la época de B usta ma nte ; combatió á los libe- ,-
. ral es; mas Jueg o que vislumb ró el triunfo de
éstos, pasóse á su s filas.
No mb rado m inistroen.Francia, po r Pare-
des, permaneció en V e racr uz so pretexto de
no poder e mba rca rse po r, no haber buque;
pero la verdad ,era que es ta ba ent endiéndose
, co n el gobernador del E sta do para derrocar
á Pa red es.
,
',
, Fué amigo y protegido de Santa Anna, y •.
.
lu ego l~no de su s may ores enemigos.
H echa la' paz con los E stados Unidos, se
propuso como candidato á la pr esidencia:
Cuando est uvo en Mad rid , as í qu e vió que
M ira mó n era bien recibido por e l a lto clero
y tenía conferenci as se cre tas con el g'a binete
ü 'Do n nell-Posada, el c ual pretend ía po ne rle
á la. cab eza del r égimen di ctatorial qu e pro- '
ye cta ba impon er á Méxic o, ent rá ronle celos
y partió á París, donde, unido al Arzobispo

( 1) Carta dirigida al E XiliO , 5,'/". P residcn t« de la R e· ,


p úblim sobrc la ll (~{·e.sitlf/{1 di' bnscar en trn n COll t)¿'u'ióll el
po sible re.l!Iedio de los rn nlcs qu c ar¡lfrj all á la Nef úí'/¡Ú l )' .
I

up ill iOl{es del. auto» acerca de/ lltislllo asiuuo, pál;' 39' .
XXIV

Labastida, dió ser á la candidatura de Ma xi- ,


mi1iano.
Fué amigo de J uárez, durante su gobierno
en Oaxaca, y escribió y dedicó al Estado en
1852 su libro JWanual de guerrillas para la
guardia nacional del Estado libre y soberano
de Oaxaca, Ó sean Breues instrucciones para
el seruicio de los puestos avanzados de Ca1tZ-
paña, compiladas de los mejores autores. Juá-
rez mandó imprimir competente núm ero de,
ejemplares y los distribuyó entre las tropas
y los pueblos amagados de la invasión ex-
tranjera.
Entre los elementos de su carácter, sobre-
• salía la venganza (1 ).
[ rJ E l Sr. Gab riel Be nít ez, ilustre dip lomático par a-
guayo, con cuy a am istad nos ho nramos, ha ceesta des crip-
ción, que no carece de interés por haber sido test igo-de los
su cesos refere ntes á México en F rancia:
" ¿Qué pue do decirle , señor Pala, de sus compatr iotas los
gen erales Mira m ón y Almonte, y los Señ ores H ida lgo y
Gutiérrez, que usted no co nozca históric ame nte mejor
'que yo?
"Sin emb argo le diré que yo cono cí al ge neral Almon te
como Ministro elel gob ierno republicano ele México en
Francia, y al señor H idalgo como representante diplomá-
tico en París , del invasor extranjero. Creo que posterior-
me nte el ge nera l Almonte se hizo mon arq uista, y formó
parte dé la Comisión de mex icanos que fué á ofrecer la co-
ron a im perial al pr ín cipe Maximiliano de Aust ria. Ambos,
Almonte é Hidalgo, tuvieron fácil acceso en las Tullerias,
sobre todo el último. La bella Emperatriz Eugenia [que
decía, e'e.sl tna g u t'l'reJ le tra taba con mucho favor; pero
xx v
E l tercero empleó toda s u vida en fomen-
tar las dise nsio nes , de rrochando el di nero de
la 'Ig les ia, sin importarl e la pa z y el p rogreso \ '

de México , ni á ~a mism a pa tria. .Cuando no


pudo diri g ir á Maximi liano en su po lític a,
o ,

s uministró 'dinero y obligó á muchos sa ce r-


do te s ti q ue engrosase n las filas de los des-
o \ '

content os.
Estos t res: Gutiérrez de Est rada, Alrnon-
te y Labas t ida ,debían for ma r un triu nvir ato
que serviría de transició n entre el gobierno . \

repu bl icano y la monarq uía a ustriaca. Los


, t resse acord aron de Maximiliano para ele-
varlo al trono y p usieron su candidatura ba-
jo el ampa ro de L uis Bonaparte. '
y los tres ellos, á po co de llega r la I nter-
" entre 10 5 representa n tes diplomáticos y los nacionales d e , !
las R epúblicas Americanas no gozaban de 'n inguna co nsi ~ 1I
deraci ón,
¡'No pod ía se r' de otro macla, por el aborrecible ro l q UQ
j uga ban . Lo s franc eses no les apr eciaban tampoco por el
mism o motivo. Llegaron á se r má s descon ce ptuad os toda-
vía, á medida que la campaña militar y la in flue n cia de la
Francia en Mé xico le de bilitaban , con motivo de la acti tu d
de E stad os Unidos. '
"Vd. sabrá que la campaña mi litar contra Mé xico fué
an tipáti ca en F ra nc ia. E n la prensa ye n el Pa rlame nto de
aquella g ran Naci ón, fu é m uy combatida la políti ca de Na-
poleón 1 u. Los notables oradores Thiers, J ulio Favre, Emi -
lio Ollivier, P icarrl 1: otros, la atacaban con en ergía. De ma -
nera qu e la de cad en cia del prestigio del Sob era no franc és
empezó CO l) la g ue rra de Mé xico, y acabó en la catástrofe d~ \
Sedan." I
XXVI

vención, SU primera obra, la v'olvieron las es-


paldas y la minaron' con su conducta de dis-
cordias, porque Fo rey deslizó en su mani-
fiestoá la nación mexi cana, el 12 de junio de
1 &63, " q ue el Emperador vería con placer,
fuera posible al gobierno proclamar la.liber-
tad de cultos, este g ran principio de las so-
ciedades .modernas." .
Según confesión de los imperiales, de la
. flor de la monarquía, todo fué una serie de trai-
ciones durante la Intervención y el Imperio.
E l general A gustín Pradillo, " q ue tu vo la
fortuna de qu e sin ser príncipe, est uviese 'al
lado de Maximilian o desde los p rime ros días
de s u llegada á México, obte nien do progre-
sivamente su afecto y corifianza," "dice qu e
N apoleón traici on ó á lo pactado y á la obra
en- qu e tanta parte tení a, aba ndonando la em-
presa, retirando su ejército y entregando sin
defensa las principales ciudades de México á
las tropas republican as (1). ,
E l íicenciado Ignac io A lva rez, llam ad o ero-
nista de Su Majestad por los mism os im pe .
1

ria!es, dice .juzgand» á Napo león y á Ma x i-


miliano con motivo de la convención firma -
,. da en el Palacio de Mira ma r,: y concertad a
anteriorme nte por am bos en las . Tull er ías :
( 1) 1]rrL1'illliliallo y los últim os .\'lfCr'SOS dd. l iJl!'<
' rio en.
QUC1'étar o y .1l fl:x ico, por Ig nacio de I ~ Peza y AgwÚi n pm o
-

d illu, páS's . I ~ 5 y 137-


I XXVII

"Los' dos Empe ra do res, j uga ron con la suer-


,te de un p ueblo y faltaron á sus m ás g randes
y solemnes comp ro misos, co ntrayéndose una
responsabi lidad in mensa."
a
E l-ma riscal Bazaine, q uien Maximi líano
colmó de honores y le regaló el palacio de .
Buenavista, el día ' ele su matrimonio con la
señorita Josef~ )~eña y Az¿~r<l:te, fué el segun - ' ,
do g ran t raido r: propuso armas, equipo yves-
tuario, á' p recios ínfimos,.al ' g eneral Porfirio ,
Díaz, que no quiso compra rlos, _porque, .'no
obstante lo b!Ijo de su p recio, estaba seguro
de poderlos obtener á otro a únm ás bajo, co-
mo sucedió: pues los declaró contrabando ele
g uerra y los persig uió, ofreciendo un ta nt o', '
por cient o á los denu nciantes, con la más p le-
na garantía d~ sigilo (1). '
Pero hay más, se gún Arno l? de T.hiers ,
el Mariscal Bazaine t rató con los se ñores Ma -
, lo, Montes y Rincón, para que el' 1 2 de 'sep-
t iembre de 1866, á las dos de la mañana, hi-
cierariuna manifestaci ón popular contra el
I mperio, fin de destronar á Maximiliano y
á

proclamar dictador á aquél; y en 2 2 de oc-


tubre del mismo añ?, á las cinco de la tar-
de, entregó al ·Cónsul d e México .en Viena "
do s órdenes contra el te soro franc és, pagade-
ras ~1~ Paris, ele los fon do s secretos p ues tos
l -

el) E ntrevista CO_11 él ge{le ral Porfirio Diaz,


XXVIII

á su disposición, el 21 de dici embre, y de las


cuales una de 2 0, 0 00 franco s, marcada A, 2
era para H ergsfeld, y la otra marcada A,5 pa-
ra el coronel austriaco Kodol ich, haciendo
el valor de am bas let ras 25°,00,0 francos: pa-
ga de estos dos personajes para que por su
influencia, sus consejos y todos los medios
posibles, lograsen la abdicación y marcha de
Maximiliano á Europa. Pero habiendo fra-
casado el complot, Bazaine puso un cable
- -g ra ma para que las libranzas no fuesen pa-
gadas.
Según el licenciado Ignacio A lvarez, ellla-
mado cronista de Su Majestad, .don Joaquín
Velázquez de León, ministro sin cartera del
Imperio, traicionó, firmando el tratado secre-
to de Miramar; y el general Almonte, tam-
bién, porque se declaró en favor de las leyes
de Reforma, durante la Regencia. Adem ás,
~ste y el general José Mariano de Salas trai-
cionaron al Arzobispo Labastida, expidien-
do" como miembros de la Regencia, el de-
creto en que se preven ía la circulación de los
pagarés otorgados por los bienes d ~ la Igle-
SIa.
Almonte traicionaba también sus convic-
ciones: desde hacía mucho tiempo había ex-
presado . esta opinión ac erca del estableci-
miento de una.monarquía en México , trayen -
do un pr! nc ipe ext ra njero, en una nota q ue,
, .
, , "X ! X

con el carácter de ministro de la, gu e rr~, diri -


gió , el 2 2 de oct ubre de ~ 840, al general.Ga-
briel Valencia , jefe entonces de p lana mayor
de l ej ército: " de. cuy o precioso bien (habla-
ba entonces de la 'i ndep endencia) quedaría-
'. - '

mos privados
,
sí, lo que es imposible, llegas
. eá
tener efecto el anti-nacional proyecto ,de es -
ta blecer en .n uest ro país. una m onarquía re-
gida por un príncipe extranjero que, para sos-
tenerse, necesitaría traer,consigo un ejército,
contra el cual combatirían de nuevo los me- ,
x icanos, para volver al go ce de su indepen-
dencia y de la libertad que han adqui rido al
precio de tantos sacrificios: cuyo hecho no
sería d ud oso, porque si el héroe de Iguala
. con todos sus títulos á la grat it ud nacional
corrió una suerte desgraciada en el memora-
ble Padilla, con cuánta más razón debe creer-
se que sería p eor la de cualquier otro. Puede,
pues, asegurarse que Méx ico jamás se rá pa-
cificado, re gido po r ning ún monarca, y espe-
cialmente si fue re extranjero."
. El general Miguel Miramón, q ue se le tie-,
ne por el servidor más leal del Imperio , t ra i-
cionóá Maximiliano, no sólo entrando en in-
.teligencia con los liberales (1), sino tratando
de aprovechar todas las circunstancias para

(1) l11axz'm z'lia n o, E mp era dor de .1Jl éxico, su vida ysu.


m uerte, pág. 101.
xxx
proclamarse p residente ([) y hasta intentar,
la noche del 21 de abril de 1867, aprehender
al Emperador (2), porque le importaba poco
á éste y el Imperio. .
El general Tomás Mejia, otro de los jefes
jeles al Imperio, t rató de escapar del sitio de
Q uerétaro, disfrazándose de indio (3). Cuan-
- do la contienda. en la Cruz, el 14 de marzo,
estando el Emperador en un 'p unto de peli-
gro, prorrumpió, supl icándole se hiciese á un
lado: "Considere Vuestra Majestad que si le
matan, todos nos pelearemos entre nosotros
por la presidencia" (4).
El general Ramón Méndez, otro jefe fic!
al Imperio, en la imposibi lidad, por' sus cri-
menes, de entenderse con el partido republi-
cano, se unió al general Mejía y otros jefes,
para ver de q ué manera se capitulaba. Y tan-
to éste como aq uél, al pesar .1as consecuen-
cias de la discordia que reinaba, se .fi ng ieron
enfermos.
E l general Sí lverio Rarnirez, sopretexto

(1) Afirmación del general imperial Ramón Mé ndez,


(2) F élix 'de Salm Sal rn, 1J1is .l/1elllorias sobre Queré-
taro y Jll axiillilia no, pág. 134.
(3) Proceso abi erto a l gen eral Escobed o por su Infor-
- me al Supremo Gobierno , en el que fueron secretario el
Lic. J osé Olm ed o y Lama, y escribiente el capit án I ~ En- .
rique San do val.
(4) .l/l is 1J1elllorias sobre Quú élaro y 111axim ilia llo, por
Félix de Salm Salm , pti"g. 63.
XXXI

de un' ataqu e contra los' sitiadores, tratóde


en tregar un punto de la p laza de Quer étaro
a l genera l Ramón Corona ( 1).
A los generales de brigada Francisco Ca-
sanova y Man uel Escobar se les separó de '
s us líneas, por desconfianza de su lealtad (2).
E l coman dan te Ca rlos Adame est uvo p re.=-
so é incomunicado por esta r en re lación con
los rep ublicanos.
La Gendarmería en masa, con su s oficiales
y jefe, estuvo tambié'n presa, por igual causa.
Los fracas os contínuos para salir con bien
de Q uerétaro, los atrib uye el p ríncipe de Salm
á malignidad de Mi ramón. "Antig uamente,
dice, Márq uez era el espírit u maligno del E m- '
pe rador; esta ve z lo era Miramón: el prime -
ro de éstos es 'un traidór vil; el segu ñdo pa-
gó con s u sangre, al mismo tiempo qu e la
del Emperado r; y mientras no haya pr ueb ;:ts
de lo contrario, cr eer emos que Miramón, a un - ' ,
\

que completamente poseido de ambición per-


sonal,.estaba más bien ciego por sus propias
ilusiones y llevado por' su ligereza, de inten-
to engañaba a l E mpe rador y le ac onsejab a
mal, co n el fin de elevarse co n la caída de
éste" (3).

( 1) ilfaximiliallo, E mp era dor de i11éxho, su 'lIida y su


muer/e, pág. 101. '
( 2) L a Toma de Querétaro, por Miguel Ló pcz, pá'g. I t .
.(3) Salm, obra citad a, pág. 145.
UI
X XXII

Y en estas recriminaciones á Mi ramón, no


contam os su salida al campo rep ublicano,
donde conferenció co n el general Rocha.
Dentro el m ismo sitiohabia-imperiales que
'inform aban espontáneamente de cuanto acon-
tecía á los sitiadores. U no de ellos era el clac"
tor Vicente Licea.
Mas no sólo se traicionaban los traidores
1'
entre sí en Q uerétaro, también se traiciona-
ban en Mé xico: el ge neral Tomás O'Horán
ofrecía al general 'P orfi rio Díaz la e ntrega de
, la,plaza y d,el genera l Leonardo Márquez,
Este entendíase muy bien con don ] uan
joséBaz,' el célebre liberal rojo., 'q ue le,tuvo
, escondido en su casa y despistaba á la poli':'
cía para que no diera.con aquél. Más aún, la .
Is~ñora su esposa, de grandes virtudes, fué la "
a utora de la carta de recomendación q ue
Márquez presentó en Veracruz á don ] orge .
de la Serna, para ser p ro tegido y para que
es caparacon buen éxito en 1 867 ~ .
, Don N icol ás de la Portilla, M inistro de la
Guerra de )\~ axim ili a n?, tenía un sa lvo-con-
d ucto 'para salir de la: ci udad y enten derse
con lo s re)? ub licanos (1).
1,

( 1) Como plena ratificación de lo .que afirmamo s acer-


ca de la per versidad de los traidores, publicamos esta her -
mosfsirna carta elel general P orfirio D íaz, cuyo tono hay
'1 ¡
qué explicarse porsu.estad o de ánim o en aquella época.de
revueÍtassin tregua y en que la integridad de la patria yel
, , - \'.
xxxrt r,
E'as mismas tfop~S áustria.c~s, se,gt'ln e1 ge'.
ne r~l Agustrn ·Pradillo, traiciona ban al Im- . r

perio, cele Bra


, nd o tratados
, ó- coriveriios pOli
,

'med ia ci ón del 'bar ón de, L ago. '


Durante el sitio de México, fuer ónju zga-
dos por delito de t ra ición -el tenient e Bo ur -
, ron -y los s ubtenientes Certa ín y Caret o

sosteni miento (k la Re pública eran la bandera del partido


li beral:
" \
"Guadalupe Hidalgo, lJ1áyo,3 de-I867 . -!-Mi que rid ?
amigo.-:-Mientras'.que sitiaba á P uebla, supe que Márquez
aba ndonaba México para. ma rchar contra mí con cinco mil.
ho mbres. Os confieso que -me v í aH igicl~ pad tomar algún,
partido. ¿Qué debí a yo h acer? ¿Levantar el sitio y ma rchar
al en cuentrode ,JyIárquez, espera r -su venida, óbien .dar in -
mediata men te el asálto? Es to últi mo .fu é mi resolución.
1, ," E l suceso favorec ió la impetuo~i<lad cl e nu estras tropa s, .

que , aunque poco aguerridas, asalta ron . con gran valor las
. I
- , posiciones de los imperialistas, sin hacer caso del-fuego hu-
·trido. de fusilería y de las granadas de ma no qu e.séles lan -
zaban de 1; alto de las casasy de los balcones. . 'Cuando
los atrincher amientos fuero n lomados, los soldados de la
_ guarn ición qu e se habían refugiado en el interior de las casas,
-temieron ser atacados"por retaguardia, 'abandonaron sus es- -,
condites y fueron hec hos prisioneros. 'L'as alturas d,e los '
alrededores estaban aun ocupadas-por el enemigoj-pero su
guarn ición capit~l1ó poco después. . " "
l ' -
I " Des de luego pude ma rchar al enc uentro de Má rquez,
Con la ayuda: de una división de caballer ía mandada por
el general Guadarrama, y destacada del ejército de Esco .
•-,1 ¡ •

hed o, lo derroté com pletamente.


"La 'derrota de Márquez
, t tuvo lugar ello de. abri l, ani- :
versario del dí a en que 'el austriaco había acepta do 'la cd-
ron a de México, en 1863. -Había' resuelto atacar inmedia:'
. . I

I
XXXIV

Manuel Domenech, capellán de l ejército


'o '
francés e n México y director de la prensa en
el gabinete de Maximiliano, afi rma qu e el
clero traicionab a al E mperador, y q ue á su
ve z el Emperador t raicionab a al clero, reco-
noci~ndo las leyes de Reforma y buscando la
amistad de Juárez,

tá!nent e á México, y aun me puse en marcha con intéu-


ci ón ele lijar mi cuart elgenera l en Tacubaya, pero el gene-
ra l Escobedo llamó la división de Guadarrama, y me v í
obligado á cambiar mis plan es y establecerme aquí. Poco o

-tiernpo después .de mi llegada, el padre Fi scher, confesor


ele Maximi liauo , vino á hacerme prop osiciones inacepta-
bles, ql;le rech acé in mediatam ente . E n seguicl a la princesa
prusiana Sa lm Salm, mujer de un ayudante de campo de
Maximiliano, vino á verme ¡:ara pedirme un salvo -conduc-
to; á fin, según decí a, de volver á Querétaro á exponer á
Maximiliano la situación de México y persuadirlo de que
se rind iese Querétaro. Igualmente rechacé esta propo si-
ción, pues, para habl aros fra ncamente, yo no tenía confian-
za en sus resultados.
"Antes de mi llegada frente á Mé xico , Portilla, que se
hacía llamar mini stro de guerra, ofreció pone r la ciudad
en mis manos, con tal de que le diese garantías de seguri-
dad personal. Por otra parte, O' Harán me hacía la mism a
oferta, añad iendo que si le garantizaba la vida y le daba un
pasaporte para el extranjero, me en tregaría á Márquez. (Los
malvados siempre se traicionan, aun estando á la vista los
I
uno s de los otros).
o

«Actualmente nu estras baterías están establecidas á 2 0 0


metros de las fortificaciones enemigas, y continuamo s nu es-
tros trabajos de zapa, de man era. que caiga prontamente en
nuestro poder la capital de la República, ya sea por un
asalto, ya por una capitulació n .
«En el int erior de la ciudad no hay violencias ni extor -
XL~V /

Hay q ue reconoc~r q ue, d~das ta nt a 'i nfi-


dencia y ma lig nidad, Maximiliano, agobiado
p ~r un a en fermedad secreta, contraída en s u
j uventud tempestuosa, q ue le h abía h echo
perder s u virilidad; Maxim iliano, para salvar-
se de los efectos de las dis cordias en t re sus
mism os parti da rios, de q uienes de sconfiaba
más qu e de los mis mos re p ub licanos, sus
enemigos, se encontró en la necesid , ad. de en-
tregar la plaza de Querétaro.

siones á. que no haya re currido Márquez para hacerse de


dinero y. pa ra atunentar 'su ejército. Lo s comerciantes ex-
tranj eros han cerrado sus establec imie nto s, y están act ual-
mente baj o la pro tección de sus mini str os res pectivos, .que .
han pro testado contra los act os de Márquez. Lo s diarios
• '( I

de ayer anuncian que éste último debe expedir una nueva


orden muy rigurosa contra los com erciantes. E l cuerpo di-
plomático , parece estar de seoso de' dejar la ciudad y reti -
rarse á T acubaya. Natura lment e, yo no reconoceré á sus
miembros como funcionario s oficiales, sino como s imples
particul ares .
~' EI gen eral Ba zaine me ha mandado. ofre cer, antes cl~
su salida, por medi o ele un tercero, entregarme las ciuda-
" de s 'ocupadas por los franceses, y tambié;l á Ma xim iliano,
á M árquez, á Mira rn ón, etc., con tal que accediera á un a
proposición quc me hacía y que-rechac é porq ue .no ];1 creí ~
mu y honrosa. Otra J1l'oposición tam bién se me ha hecho '
por el intermeel iario de Bazain e, para la compra ele . 6,000
fusiles y 4 millon es ele cáps ulas. Si lo hu biera , de seado,
también me habría vendido cañ ones y pólvora, pe ro yo re -
hu sé aceptar estas pr oposiciones. La in terven ción.y sus re -
sultados nos han abi erto los ojos, y en lo el e ad ela nte ~~ re
mas más prud crites al trat ar con las poten cias ele E uropa, ~
y especia lm ente con la Francia.-Po/fi riu D iaz:'
XXXVI

, ' ¿Y de quién debía valerse sino de su ami-


go y 'c om'p ad re, el coronel Miguel 'L ópez, á
quien "el E~perador, dice el príncipe de
Salm, confiaba cosas que no debía" [ 1].
' U no de estos grand~~ traidores, tal vez ,el
más ' renombrado, José ~arí<: Gutiérrez de
Estrada, falleció en' Europa dos mese? an -
tes d e l fusilamiento de Maximiliano , ha-
( biendo' dado este sabio consejo, desde 1840,
á los políticos mexicanos de la época: "Sí
esta nación, por su co r(~ edad, ,se entrega
.sin para~ á contínuos desórdenes; si se halla
, condenada á 'vivir t odavía por mucho tiern-
P? en tan peligrosa infancia, es preciso con-
venir en que se necesita de un tutor ó pe-
," dagogo, que armado de competente autori-
dad y poder, ponga término ásemeja ntees-
tado ele cosas, y le haga entrar en el camino
deladiscreción, de'u1on or y de la virtud (2)."

(Í ) En la obra El CCJli.!ral .11f ig llel llJi ralllóJl, que son


sus memoria" se lee' en el 2~' lomo, pág. 141, edición de
El Tiempo, dia rio conservad or y ad mira dor in condicional
elel valien te militar imp erial ;
«Mil'aínó n deploraba ten er como jefe á ~n príncipe' dé-
bil qu e en la int imid ad prestaba oídos á los consejos de
uncoronel tan ignorante como López, y ten er que comba -
, tir en un ejército cuyo jefe ele estado mayor era M árq u ez,
su e nemigo mortal . )' verse 'obligado luch ar un a vez más'
á

co n M én dez, hombre extrao rdi na riamente env idios o, 1'10 '


obstante .sus L~ri J l antes cua lidad es militares.n
(2) Ca rta citada, pág. 72,
xxx vn
, ,

MAXIMILIANO

Como entregó la plaza .de Qu erétaro I

La Histori a es concisa y seca en su ense..


.ña nza de la ocupaci ón de Q ue réta'~·o, no ob s-
tante ser ésta un ' p unto capital, cu yos de ta-
lles ,deja rían men os duda en el ánimo sobre
la traició n de Max imilia no q ueIa duda que
deja l~ lectur a dél s uceso narrado en g16b o.
D icen los autores de H istoría, los q ue más
. , I

dicen: qu e el coronel Miguel López salió del


sitio la noc he del 14 de may o y que en la
madrugada d~l 15 -cnt reg ó la, plaza por el
punto de la Cruz . '
, E s, pu~ s , <;le importancia para la- H istoria
saber en deta lle .el hecho, referido p or las ,
mi sm as personas qu e jugaron pap el p rinc i-
pal e n la escena; sa be r por qu é, á qu é h ora,
cóm o y por dónde salió López; en qu é p unto
preciso y lín ea de los republicanos fué á dar;
con quién habl ó primero", q ué dijo, có mo se
. le internó' en tre la tropa enemiga, cómoha-
bló con el ge neral Mariano E sco be clo, q ué
tiempo duró la ent revista y dón de fu é, cómo
regresó - á la ciudad , q ué hizo Escobedo 'in-
medi atamente despu és, á q u ~ ho ra y ·cómo
XXXVIII

López ~vo lvi ó á salir para cntr~gar la plaza,


su encuentro con el general V élez, el avance
de éste, su entrada en la Cruz y sus m~)Vi­
mientas y órdenes en el <rampo imperial.
N uestra labor es de repórter, pero . cTee -
mas que es una contribución á la Historia:
en-ésta los detalles explican los hechos y no
el talento, ni la erudición, ni el arte literario
del autor.
A los generales Julio M. Cervantes y Fran-
cisco A. V élez se debe e~te glorioso he -
cho de armas. Su discreción y valor, á veces
rayano en temeridad, que pone empeño en
deslucir el partido retrógado, .constit uy en el
punto brillante en su hoja de servicios. Por
él son acreedores á la gratitud nacional. El
porvenir les hará justicia en el desarrollo de
este suceso y no se olvidará que por la Re-
pública y la patria ofreci~ron su vida, la cual
llegó á pender á ratos hasta de cualquiera
cosa.

Entrevista con el general Julio M. Cervantes

-En-el mes de marzo de 1867, no recuer-


do si á fines, las primeras posiciones que ocu-
pé, fueron en el Cimatario. Mandaba enton-
ces el ge ne ral Ré gu les; miento, el general
Corona; pe~'o , antes del famoso 27, nos reti-
XXXIX ,

raron. Algunos días después, me , mandar01~


poner á las ¡ó rdenes del general Rocha, que
mandaba la 1 ~ División del Ejército del N or- ' /
te. OClIJ2aba yo, con la Brigada de San Luis,
que se componía de los batallones 3?, 4? Y
S? del Estado, la margen, izquierda del río
; que divide laciudad de Querétáro, en lo' que
, , \
se llama La Otra Banda. Mi posición era la
, Casa de, Matanza y el Panteón clausur~do de
San Miguel,estando siempre dentro este pe -
rímetro y parte de 10 que se llama Molino de
'S an Antonio. A1lí estuvo mi , c ~lartel generaL
Pocos días después de estar en esta posición,
, el general Paz , Comandante Gen eral de Arti-
llería, fué á revisar los trabajos, tanto en el
Panteón como en los demás puntos. Se hizo
preciso atrincherar la Casa de Matanza y le-
vantar, entre una pequ eñ a llanura.Ta Casa
de Mat anza y San Mi gu el, una trinchera que
pudiera ponernos al ab rigo de golpes de ma-
no, construy endo, ade más, un reducto bajo
mi dirección. Una vezque el general Paz me
indicó qu e el general E scobe do habí a pen- ~
sado nombrarme Comandante M ilitar del Es-
tado y que quería sabe r si esta ba yo confo r-
me, contesté que si: primero, por la ' distin -
ción ' honrosa que se me hacía , y segun-
dó porque, como e ra yo so ldado, tenía que
obe decer. Y allí recibí el nom brami ento de '
l ás man os del ge neral Esc óbedo. E ste norn -
XL
brarniento se quemó también entre los pape-
les de que hablé á usted. Reconocía por ori-
gen los antecedentes de conocimiento que
ya tenía de la po sici ón de Querétaro, por mi
'estancia allí; puesto que, tanto en San Juan
del Río como en la capital del Estado, había
, . servido y conocía al go de -la localidad. Y a
con el nombramiento que se me diera, me
ocupé en procurar los medios para inquirir
lo qu e pasaba en el interior, á fin de . que no
nos
\
faltaran noticias, y entonces con mayor
' ámpl~t u d poder desarrollar mis investiga-
cienes ysab~.r cómo se manejaban esos se-
ñores y evitar g olpe s de mano: A ese efecto,
/ pude hacerme de un señ or 'que se llamaba
Juan
, Sánchez, alias Camote, y éste, aunqu e
hombre burdo, pero de conciencia, hacía to-
. da clase de sacrificios y daba informes, á ve'-
ces inexactos, otras ve rídicos, P?rque su in- -
teligencia no le ayudaba; además servía pa ra
ponernos de acu erdo Lic~a y yo ; pu es Licea
estaba más interiori zado, porque vivía en ~l
corazón del I mpe rio y tenía infinidad de ami-
gos (1).

( 1) Fé lix de Salm Salm, encarga do por Maximiljano


de escribir la historia del sitio ele Querétaro,' dice en illis
j)felllor ias sobre Quer éta ro J' iliaxillliliallo, pág ina 15 2 , .
tradu cción ele Ed uardo Gibbon y Cárdenas:
«Notamos que se hacían contraseñas de las diversas azo-
teas de la ciudad, y más tar de oímos decir qu e habí a or-
XLI
, .
.-,-Gene ral, ¿qu é, este Licea e ra el médico,
qu e, en compañia de o t ros .i h izo la autopsia ,
de Maximiliano?
- S í, y 'e ra mu y bi en-con ocid o en ,Q ue ré-
ta ro: no era t onto, había p res tado servicios
'al Impe rio y est o le dab a oc asión de estay al
,tanto de todo lo q ue pasaba, y él me p ropor-
cio
, . naba algunas no t icias.
'" - ,V , ¿dónde se veían ustedes?
- Celeb rába mos nuestras entrevistas en
una casa que se conocía con el nombre de l
:-r~orreón, Juan S ánch ez sa lía y nos en con-
trábamos en-este p unto.mediando u nos alfar-
fares. A lgunas veces penetraba y o hasta don-
de , élI estaba, O t ras,. intentab a que Licea, sa-
liera ó _H ilarión F rías y Soto; pero no sierrt -
pre po día.conseguirse. porque el mieditis qu e
. t • .

tenían no les dejaba much o t iem po para e llo .


A sí adqu irimos las noticias más p recisas y ve -
níamos resistiendo los golpe s que nds prepa-
raban. Cuandose nos indicabaq uesaldría una
columna por lugar determinado, se aglome -
raba PO I; allí nu estra tr?pa y aq uella e nc oritr á-
base co n una masa itiexp uguable, y con esto
fracasaba su intento. Por fin, el día r 3 dé ma-
yo em la noche hablé co n J uan Sánchez y me

gan !zaclo el ene migo en la ciud ad un siste ma, perfecto de '


espio naje. 1 labia un esco nd ite de estos espías ce rca',cle ' ,l a
Cruz en las casas oc upa da s ya por el enemigo. A ún oficia -
les liberales en tra je de paisan os ha bía n es ta do e n la C ruz,»
info rmó del movimiento qu e se notaba en la
plaza y de qu e tres columnas sald ría n el 15
en la madrugada, que fu é cuando ocupamos
la plaza referida. Me afirmaba que sal drían
tales ó cuales columnas, ,sin saber natural-
mente si su idea era la de la ruptura del siti o,
concretándose á estas palabras:-Van á sali r,
una por el camino de Celaya; la otra por laCa-
ñada,que es la más grande,la más numerosa;
y la tercera, por el camino de M é~ico. Al te-.
ner yo conocimiento de todo esto, daba c,uen-
ta inmediatamente alcuartel general, que to- -
maba su s disposiciones, que y o conocía. y
nos' organi zábamos para recibir el ataque. E l
, día 14, poco antes de las seis de la tarde, más ó
men os , 'se presentó Mi guel López, dando la
señal de parlamento, con un pañuel o blanco
enarbolado en la punta de s u espada.
, - ¿R ecuerda ust ed el punto p reciso por
,donde López salió?
-Debe haber sido esto ent re la call e de La
Espada y los alfalfares , probablemente cer-
ca de la casita del T orreón; vino at ravesando
/ r-

parte de la siemb ra, po r el alfalfar, á venir á


t rope zar con el p ues to avanzado mío.
-¿y "q ui én era el jefe de la avanzada?
- El s ubteniente Concepción S oberanes
á las órdenes de l ten iente ü lguí n.
- L ópez, COl1l,Ó us ted se ha servido decir- ,
' me, sa lió como á las seis de la tarde; ¿de
·X LlIi

n1 ~nera qu e hab ia bastante lu z?,¿E ra todavía


de día?
~I n d udabl ern ente.
- . ¿Qué le dijo López á Soberanes?
.- Q ue quería hablar con el jefe de la li-
ne á; y, faltando éste, con el jefe inmediato.
y fué cuando lo metió hasta mi presencia.
Yo estaba en el cuartito ; de la esq uina del
Molino, que me servía de cuartel gen era.!.
,
En esos momentos estaba comiendo con los
.
coroneles Carlos F ue ro, J uan L ópez, el j.efe
de mi E stado Mayor E va risto D ávalos y
• .1 ,

otros jefes, cuando llegó Soberanes con el


hombre este. L e reprendí por tal - impr u-
dencia.
- ¿Y qué le dijo á usted?
- ¿Q uién es ustedr-s-le p regunté.-E1 co -
ronel Mig~eI López,me contestó, del Regi-
miento de la E mpe rat riz. Traigo una misión .
-Dígame cu ál es.- -No puedo decir nad a,:
hasta q ue no me pongan en presencia del ge-
neral Escobed o. - .
'Entonces le ordené á Dávalos que fuera á
- avisarle al general Escobedo, que un jefe de
las fuerzas impe riales acab ab a de sa lir ele la
plaza y traía una misión c erca de él; que si
se lo mandaba ó lo reten ía.
>

- En ese intervalo, ¿López platicó . con


usted?
~No recuerd o si atravesamos algunas pa -
labras. '
- ¿Vestía uniforme? -
- Sí; s u t raje de militar. •
--¿Se le notaba inquietud? ¿Tenía miedo?
- N o, nada: estaba tan tranquilo que ni le
conmovió siq uiera el recibimiento duro y
cruel. que le hice: no le ofrecí una silla, ni
q ué comer. Obraba yocon la g rosería pro-
r ia, con el encono qu e había entre un parti-
do y otro. No se inmutó po r nada de eso .
. L legópor fin IT1i comisionado y me .dijo
que la orden del general era, que retuviera
yo á ese ho mb re hasta q ue viniera. A poco
. llegó á caballo con Un ordenanza, se ape ó y
n;e dijo:-¿Quién es ese jefe?-Dice que es
el coronel Miguel López, jefe del Regimien-
to de la Emperatriz.
Ento nces salió L ópez y saludó con mucho
respeto al general Escobedo; se quitó el ke-
pío Esto se ria como á las seis de la tarde.-
¿Qué desea usted>, preguntó el general E s-
cobedo á López.-Deseo hablar reservada-
mente con usted, contestó López. Y se me-
tieron en el cuartito y nosotros nos retira-
mos á cierta distancia.
- ¿Q ué tiempo habla,rían?
- Como un 'c ua rto de hora.
Una vez que hablaron y sali eron del cuar-
t ito , López le daba la mano al gene ra l E sco- .
XLV

bedo, pero se la rehusó, diciendo.-c-Acom-


pañen á es te hombre; que lo saq u,en de la .ií-' "

nea e ón las formalidades necesarias; sin.ca u-


sarle algún. mal (1).
Se-le vendaron los ojos á López, para- -vol-
, I

ver á la ci udad; mas la parte visible, donde


est~ba: el reducto, ya había tenido oportuni-
dad de obse rvarla -á su
entrada; de manera

(1) Sabemos por un 'altísimo personaje que López sali? I


de las filas republ icanas acompañado de l general Ju lio M.
'Cervantes, quien recibi ó esta orden . del general E. scob édo:
- Vaya usted con ese hombre I
á ver si es cierta la' mi-
si ón que tra e.
I
El gel,l eral Cervantes, en compañía de L ópez, entró en
. el sitio por un a puerta 'de la Cruz y penetró en el Conven-
to, donde suLió al piso alt o, en que habitaba .Ma ximiliano .
1 •

Cuando llegaron á las ,habitaciones de éste , L ópez dijo al .'


general Cervantes que espe ra ra un momento.
- ¿Y si me reconocen r-s-pregunt ó el general Cervantes.
. - N o tenga usted cuidado-dijo Ló pez.
. El general 'Cerva¡;tes iba vestido de militar I y su ' traje
fácilmente podí a confundirse con el de muchos jefes im-
. períales. , .
Transcurrido un instante, apareció López con el Empe-
rado~', quien, después de.escuchar á L ópez que l'e decía al-
go al oído, h abló así, con'voz natural.xlirigi éndose al gene -
ral Cervantes.> ,
. - Perfectamep.te autorizado, perfectamente . autori zado.
Había ya obscurecido cuando el genera l Cervantes vol-
vió á su ¡:>unto. 1

Al general Cervantes, invocándole su honor, le hemos '


preguntado ace rca de :este su ceso, de verd ad er~ impo rtan~
cia para la ' I-Iist?ria, y ha gu ardado silencio, pero sin lle-
garlo. ' .
XL VI

lq ue hasta salió sobrando esta precaución. E n


seg uida me dij o el general Escobedo:-Esté
usted prevenido y listo para cualquiera cir-
cunstancia que pueda sobrevenir. Ya le man-
daré órdenes.
--General, cuando usted sacó á 'L ópez
fuera de su línea,' ¿hablar~)ll algo?
-~ Ha.b l a m os unas cuantas palabras.
--¿No le dijo á usted si la situación del
ejército imperial era muy se r-ia? ¿Si se habían
acabado 'Sus elementos de defensa? ¿Si había
perdido la moral?
-No.
-¿Le ' habló algo del Emperador?
, - N o.
~ --¿Guardó secreto ac erca de 10 que habló
con elgeneral Escobedo?
' - Ind udablemente, porque hubiera sido
tanto como confesar á lo que iba y él se ne-
.gó á decírmelo' desde un principio.
Siguiendo nuestro relato, manifestaré á
usted, que de spués de este suceso, me puse á
reconcentrar mis tropas, para ponerlas en dis -
posición de marchar. Inmediatamente, entre
otras disposiciones, se dió la de que si se
oían unos tiros, se dispararan cañonazos so-
bre el Cerro delas Campanas y las Cruces,
para protejer, por lo que pudiera su ceder:
Sin haber oído muy bien , al día sig uiente, .
temprano, dispuse que se t iraran algunos ca-
I
XLVII

ñonazos 'Y recibí 1uego la orde~ de ma¡:ch~r


hacia el Cerro de las, Campanas. Y así se ve-
rificó. C uando llegu é, Maximiliano había en -
,tregado su espada á Escobedo; V éle z, entra-
do en la Cruz; y las tropas, penetrado en el
centro de la plaza. Después se procedió al l
cateo.-
--H ay un hecho m uy importante que de-
be usted conocer: la salida deMiramón para
conferenciar con el general Sóstenes Rocha. -
-' No conozco los p reliminares que hubo
pa ra ponerse de acuerdo Miramón, y R ocha;
pero sí sé que en el puente cercano á La Otra
Ba nda fué do nde se verificó la conferencia,
á la que estuvimos .presentes Montesinos-
y yo. I

- ¿F ué de noche?
. - F ué por la tarde, en pleno caserío. Mu-
tuam ente se hicieron prop?'siciones:- - V ente
con nosotros, decía Rocha á Miramón.--
V en ga usted á 'n uest ro partido y, ent re nos-
otros, todos usted es y los del Colegi o en-
'cont rarán amigos y compañ eros, decía Mi-
ra mó n á R ocha, á quien tr~taba con respeto
y consideración. ,
- General, ¿ust ed había sido también con-
discípulo de Miramón?
, - ,
, - s 1, seno r. _

- ¿D e q uién pa rt ió la iniciat iva para la en-


t revista?
¡V
X L VI II
,
--Creo qVe fué motivada por Rocha y au-
torizada por el "general Escobedo. Sucedía
frecu entem ente esto : qu e siempre qu e Mira-
món Rocha estaba n en alg ún punto, don -
ó

de había tropas del ejército del No rte, no era


atacado éste : era resp etad o. Pero vol viendo á
la conferencia, diré ust ed , qu e no t uvo resul -
á

tado de nin guna es pecie: en nada qu edaron.


-Véngase usted con no sotro s, con el Impe-
rio , rep etía Miramón á R ocha. - Pásate á
nuestro partido; no es posible qu e pu eda
triunfar en nu estro país el Imperi o: l~ rech aza
el mayor número ele ge ntes, no hay simpa-
tías para él, contestab a á s u vez R ocha . y la
despedida fué un ab razo; sin p ron osticar qu é
era lo qu e iba á su cede r.
--¿Algún otro jefe de los imperiales lleg ó
;Í salir de la plaza y habla r con al guno de
ustedes?
-Excepto M iram ón y Ló pe z, al menos
qu e y o sepa, ningún otro.
_:...y usted , ¿volvió á ve r ;Í lVI ira món?
·- T omada la pl aza y CIada la orde n de que
~ nadie penetrara en ella, y o, con el carácter
de Comandante Mi lita r, me encargué de la
direcci ón 'de todo: mandé captura r á los jefes
y oficiales q ue faltaban Y' hacer el cateo de
al gunas casas; en, fin, lo q ue en estos casos
se necesita hacer. No había del Co leg io si no
a l,g u~os . El general Escob edo se habia q ue7
' X LI X

c1ac1¿ fuera y mai1dado q ue He-varan á Maxi-


m iliano á la Cl~ UZ, y á algunos otros jefes. Yo
mal~ a é hacer la requis ición de todos estos ca-
balleros. Antes me d iero n aviso de q ue en-la
casa del doctor Licea había a lg unos prófu -
g os, co n unas mulas de q ue los imperi al es se
servían. Mo nté á caballo y encontré allí á un
centinela y el cabo de un-batallón "ap ostados;
les pregu nté qué hacían y me contestaron:
- Señ or, es tamos al cuidado de es tos impe-
- \ -
ria listas qu e mataron mías m ulas para co mer.
E l do cto)" Licea, á-qu ien no .hab ia visto, sa-
lió á sa ludarme y desp ués de su isaludo ca -
riñoso me djjo:- Aquí ti ene usted una re u-
nión de amigos.-Veré qu é reunión es esa,
'le c6ntesté. H ab ía algunos jefes y .oficíales.
Entré en la sa la, y salió la hermana de L i-
cea á sa ludarme, d iciéndome:-Pase usted. I

Me encontré á Escobar y otros, todos enel


mayor desórde n, algunos con los bigotes re-
cortados: como unos cincuenta sesenta -ini-
ó

periales. Se me acercó el ayudante Segur a , '


hablándome de es ta manera:- Dicen que por
aquí anda Miramón.-Si ustedes' lo t ien en, l~i-­
ce observar á la se fiori ta. jocúlten lo bajo tres
sitios de.tierra.v-c No está aqui, ni ha venido,
ni lo conoc emos, dijo ella .-Bueno :si lo q uie-
ren sa lva r, oc últenlo de una manera qu e no
podamos dar con él. E sto lo estaba yo dici en -
~ o precisamente en la w j?1p<l pief:q ~iQ nS~1 ~)
L

encont raba Mirarnón. L uego dije CLl coro-


ne l Refugio González:-¿Ya ha bía usted da -
do cue nta de es te enc ierro que tiene aq uí?
Se q uedaron Miramón y algunos otros, mon-
té á cab all o y m e fui . Estando en la casa
.de u n seño r Mar roq uín, ad icto al Imperio,
t omand o chocolate, recibí una carta de Mi -
ra món en q ue me decía: "H e sido descu -
bierto; estoy herido. T e empeño mi palab ra
de no fugarme." Esa carta la mandé al ge -
neral Escobedo, que' me la devolvió eh se-
guida, co n esta nota de su puño y l et ra al
ma rgen : "Q ueda p risionero bajo la resp on-
sabilidad de l coronel Cervan tes:"
. E nto nces regresé á la casa de Licea 'y ha-
bl é á Miramón:-Pero hombre, ¿qué pa só?
Siempre se te habia dicho el resultado.-Na-
da, co ntestó, con . .. y. m uchachos ni á ba-
ñarse., . . y con t ra idores, menos. Y de -
jándole un ce ntinela, le ma nifesté:- Hago.
esto, no porque te vayas á fugar, no; sino
po rq ue p udiera venir -gente de poca con side-
ración; hago esto, para qu e te evite s dis gus-
tos. No seguí hablándole, porque era una im -
pruden cia. . ese hombre es taba tan trem en da-
mente excitado, que hubi era sido una cruel -
dad. En la casa de Marroquín , a l li acérseme
algunas preguntas so b re M irarnó n, había y o
d icl1o:-Si ust ed es q uieren ayudar ele a lgúri
mogo á' Mirarnón, si tienen este deseo, está
LI

en la casa de Licea. A sí 'dije por si preten -


dían mandarle au xili os de a lg ú n gétiero. ,
A l día siguiente recibí orden dé E scobedo
para pasar á otra parte á Miramón.-,- Hay ,
orden de que se te pase á Capuchinas., orden
, I • \
á la 'q ue no puedo oponerme en manera al -
guna, le dije; así es que mandaré que te lle-
ven con toda,clase de consideraciones. .
, En la celda qu e ocup ó Miramón en Capu-
chinas, se le puso la misma cama que ~saba
en casa del doctor Licea, y siguieron curán-
dole los mismos médicos, hasta que se res-
tab leció . Yana vo lví á verle, sino' el día del :..
consejó g e g uerra, qu e se v e r ific ó en el Tea- I

tro .Iturbide.
Ei Emperador no concurrió ; lo mi'smo Me- '
jía, que se' encont raba enfermo. M ira mó n fué
el único. Estaba en el pórtico en un asiento,
echado para atrás, e ntre una valla de soldad os.
Entré á saludarle.- Hombre, dile al orejón,
¡'n e dijo.que qué placer tiene en estarno~ ator-
mentando; ¿para q ué consejos de guerra y to -
das estas tonterías? Más valía que de una vez
nos mataran y qu e se acabara así este mitote.
-' - N o creo qu e te fusilen , le advertí.-Si no
nos fusilaran, serían mu y . . . . ¡Ay de uste-
des si no nos fusilan!
- General, ¿de manera qu e á Mirámón no
se le notaba sobresalto, ni menos n1ied~? '
-Tenía su ~s a ng re entera; puede. qu e yo
!JI!

esté en estos momentos mi s excitado, al rcla-


tar esto, q ue él en aq ue llos instan tes.-H om-
br e, le dije, no creo esto, porque me parece
q ue ust ed es no vo lverá n á las andadas, ni
tam p oco nos otro s.- N o vo lveremos, hab ló,
porq ue nos han de matar. - ¿N o se te ofre ce
na da? ¿no q uieres alguna cosa?- · No.
. N os despedi mos y no le vo lví á ve r más,
ni el día del fus ilamiento.
-¿A Maximiliano lo vió usted antes del
consejo de g ue rra?
-Uno de t antos días, no me ac uerdo cuál
(yo no .
participaba del deseo I
de conocerle)
po rq ue me repugnaba el homb re, su pasado
de sa ngre y de iniq uidades con nosotros); un
día de tantos, al pregu ntarle a l médico R íva-
den ei racómos eguía M iram ón ,me dijo: -Y al
t udesco, ¿no qu iere vd. verlo?-No tengo cu -
riosid ad. Sin embargo, arrastrado por Riva-
de nei ra , pasé á do nde se en co ntraba. Estaba
rec ostad o' en un catre de metal. Después d~
q ue habló con el doctor Basch, se dirigió á
mí con m ucha ur banidad. E l méd ico de no -
so t ros le dijo:-Voy á presentar á usted, Si- .
re, al General ele la plaza. Y yo, con esa vu l-
g aridad, le dí la mano; y él me :,la' dió á su
ve z, quiso que no . Me encontré con una mi-
ra da m uy 'd ulce; era hombre muy ed ucado.
Se incorporó un poco y me habló asir-e-Me
llama mu choIa atención en México, y m uy
particularmente en las t ropas liber ales, la
juventud de la may or parte ele s us. princi-
I

pal es jefes. ¿Cu ántos años tien e usted?--Ten-


go ve int isiete años, le respondí.---: Pues 'me
parece poca edad para un puesto tan impor-
I tante, como el qu e está á su cargo; un pues-
to tan dificil, no .concuerda con su juventud.
--Señor, -h ay que ten er en cuenta las conti-
nuas reyertas de la N ación, que ha estado er;'
continua lucha para conquistar su autono-
mia. .y ha tenido, por lo mismo, qu e hacerse
ele hombres q ue le hacían falta.-Eso no se
ve en Europa. ¿Qué gra do tiene ustedr-»-Soy
c61~onel. -En mi país ape nas se ría usted ca-
I pitán.-. .S ire, elij o uno'de los qu e allí estaban,
no habiamos dado á usted de inte nto una no-
ticia cruel; pero hay necesidad de que Su
Majestad la sepa. .
y con esa m isma d ulzu ra ate ndió lo qu e
se le manifestaba. E ra en efect o un h ombre \
insinuante y pe ligroso por su fineza y 's u b ue-
na educac i ón, y con m odales exquisitos y
manera amable.- ¿Q ué te neis qu e decir me?
preguntó.- Pues, Sire,. .. dijo el ot ro, ha- .
ciendo muy bien un pap el cómico, rod ando- -
sele las lá grimas. ~ Bien, bien, ¿qu.é pasa?
-S~l Majestad ......la . E mperatriz, ha mu erto.
Se comp re ndi ó el esfuerzo t remendo q ue
el E mpe rador hi zo: Luego pro rrumpió: [D ios
LI V
me ha protegido! Era lo único que me liga-
ba á la tierra [y a pu edo morir!
y diri gi éndose á mí, com o si nad a se le
h ubiese dicho, contin uó: - D ecía yo á usted
que en Europa;es imposible ve r militares ocu-
pando la cla se de puestos qu e usted dese m-
peña á la edad que cu enta.
- General, ¿así le habló después ,de recibir
tan t remenda noticia?
- Sí, se ñor, así: con toda esa energía, con
esa serenidad estoica: Era lo único que me
'at aba á la tierra. [Puedo morir á la liora que
g usten! ,._
Yo me conmoví. Se lo dijeron par;¡, tran-
lO quilizarle; fué la idea de ellos , que no se fue-
o ra al otro lado con el pensamiento de que
dejaba á Carldta. D espués me de sp edí de él
y se levantó con mucha atención. No lo vo l-
ví á ver, ni concurrí á su ejecución.
- ¿Podría usted de cirme al go acerca de la
. conducta observada por el doctor Licea, des - .
pués de la ejecución?
- A ntes deseo referir á usted un inciden-
te, del que me acuerdo en estos mom entos.
Terminado el consej o, lo sentenciaron á m ue r-
te, y entonces intervino la princesa Salm Salm
á fin de conseguir que Maximilia no se fuga-
ra. H ubo un pasaje ent re ella y el coron el
Mig ue l Palacios, que p robab lem ente no ha- o
br á llegado á co no cimiento de usted. U no
.
r.v .
de tantos días q uc la p rincesa de Salm es - ,
tuvo á de man dar grac ia á Escobedo, se' hizo
acompañ ar de Palac ios. - ' Coronel, hág'a me
- \ '
ust ed favor 'de aco mpañar me; no hay más qu e '
un a cua d ra, dij o la p rincesa. L legaron á la
puerta del Hote l de D iligencias . Ya habi a pa-
sado lo del g iro .-Acompáñe me usted á mi
.cua rto,habló la princesa en las puertas del Ho-
t el. A l lle gar al cu arto, prorrumpió Palacios: ,
- H asta aq uí, señora.-Voy á pasar, habló
ella. Y saca nd o una lla ve, hiz o qu e ent rara
el Co ronel , y apen as lo había hecho, cerró
violentame nte y ec hó llave.- ¿Para qué cie - / "

rra usted , seño ra? p reguntó Palac ios. -Q u,~e­


ro, dijo la princesa, que habl emos por últi-
ma vez: ¿no es ba st ante el dinero q ue se le'
ofrece á ust ed par a q ue sa lve á Maxim ilia no ?
E ra un a s uma fabulosa, al menos en aq üe-
llos tiempos.
-¿Cómo q ué cantidad sería?
-Unos cien mil pesos. E l coron el Pala-
cios res pondió á la princesa:- Yo, señora, '
soy soldado y necesito c umpl ir con m is de-
beres.-Con cien mil pesos en E uropa, ¿q ué
ne ces ita usted? arguyó la princesa.c-vTal vez
na? a; pero no p uedo, ni debo obsequiar sus
in dic aci on es.-¿ N o le basta usted el dinero?
\
H ubo un a pau sa y lu eg o p rorr umpió la
p rincesas-e-.Pues, coron el . . .aqui estoy yo !
Esto decia la 'p rincesa muy nerviosa, qui -
INI

t ánd ose viol entamente el traje. Era not abl e


- 'como herm osura, y hábil también. Palacios
le manifest ó:--Señora, me pon e ust ed eh una
posición dificilísima; sin embargo, no puedo
acceder, y aun cuando quede en ridícu lo, co -
mo hombre, si no abre usted la p uerta, sal- .
go al balcón y doy voces .-Es usted un mal
caballero, exclamó indignada .ella; es usted
un hombre indi gno . . ..
y dijo otras frases de enojo, de despecho;
en fin lo q ue sucede en. estos difícil es casos..
Los primeros que supimos este incidente, -,
fuimos Escobedo y yo. Palacios salió del
Hotel de Diligencias y ella se quedó enoja-
dísima (r). RicardoVillanueva, que era ayu-
dante de Escobedo, sabí a mu y bien toda esta
escena; pues conocía el francés y el ing lés.
- y volviendo, general, á lo del do cto r
Licea, ¿recuerda usted algo?
- Ejécutado Maximiliano, se recogió el ca-
dáver, colocándole en un ataud y se le llevó
á la iglesia de las Capuchinas, para se r em-
balsamado. Para esto se comision ar on á Ri -
vadene ira, jefe del cuerpo médico del Ejé r-
.cito, á .L icea y otros mé dic os. L os embalsa-
mamientos en aquella época no eran tan per-
fectos corno ahora. H abía nece sidad d e la ex-
(1) L o anterior fué trasmiti do de viva voz por Pa lacios
al gene ral E scobedo y al ge neral Cerva ntes, qn e en ese
momen to se en contra ba en cl cua rtel general.
LVII
,
tracción de las entrañas, de lo que .se encar-
_ gó L icea , teniendo mu y buen c uida d o de;
g.lIar?arlas, así com o todo lo demás que' im-'
portaba algún mérito en .lo de .adelante: Co-
menzó por vender parte de la barba de Max i-
milianc. Hacia también degradantes especu-
laciones, humedeciendo pañuelos de las per-
sonas que iban á tributar su s últimas demos-
traciones de respeto yaclmiraci ón al Empe-
.rador, mediante una Ó dos 'onzas de oro .'Em~
papaba los pañuelos con sangre y á nadie le
regalaba nada. ¡Conducta verdaderamente re-
prochable! El comercio áque me refie ro , duró
no s é.cuántos días ; pero Liceasiguió esta cla-
sede tráfico. ya no con la sangre, sino con las
barbas de1Emperador. Y cu ando éstas se ha-
bían acabado, entonces es peculó en mayor
escala, aunque más groseramente: quitaba
las cerdas á un caballo alazán que tenía, ven-
diéndolas á peso, á-peseta, á corno caía el
postor. La rop a con q ue fué ejecutado, 'el
anillo nupcial: todo lo recogió. El coronel
Doria, me parece, se quedó con al g o, qu e
, I
ent regó de spu és al M inisterio ele R elaciones.
- No sé por qué conducto, pero el ca so es que
el señor L erdo supo t od o es to y en tonces me
puso una comunicación, orde n án d ome q ue
indagara este asunto, que p rocurase quitar
esas cosas y . que recogiera t odo y 1'0 man-
dara á Relaciones, porque en ve rdadeste era
LYJII

un <tet o asqu eroso. Rem ití hasta la ruascari-


,lla de Maxirnilia no , la qu e procuré fu era bien
empacada" con obj eto de qu e no p udiera des-
trozarse. Con excepción del ani llo nupcial,
mandé camiseta, calzoncillos, botas; to do él
Rehciones .
-¿Recogió usted algunos documentos?
- L icea tuvo muy buen cuidado de g ua r-
darlos.
- ¿ D e ~iram ón recogió usted al guna
cosa?
- D e M ira món también se recojió alg o y
se mandó , todo. D espués me. entrega ron el
cadáver del Emperador, encaj onado , para
1 '
que estuviera á disposición del gobiern o. L o
tenía y o en un entresuelo del palacio del E s-
tado; y fué tan mal embalsamado que al poco
tiempo comenzó á descomponerse, á tal gra-
do que la cara se llenó poco á poco desubs-
ta ncias verdosas iba desfigurándose el hom-
é

bre. A llí lo iba á ver todo el que qu ería, hasta


que orden ó e l Gobi erno qu e se mandara; y
fué traido en un carro por una persona q ue
tenía un a partida con mul as. El du eño se op o-
nia; pero , de spués de ve nce r al gu nas di fi -
cultades, se consiguió que acce diera. Y esto
se hizo, porque había su excitació n en Q ue-
rétaro, población demasiad o fan ática.
- y con Licea, ¿qu é p asó ?
- ,Se le p ro cesó, y creo que fué casti gado.
j

. ' Lrx. ,
- y al coronel Mig uel L ópez, ¿le volvió
usted á ver? , I

- No rec uerdo bien q ue día; per9 de l die-


ciseis al veinte d ~ mayo le dí su pasaporte.
- ¿y á Yablonskyi :
" - A los dos se les di ó su pasaporte.
- GeneraL ¿recu erda usted al gún otro iri-
cidente curioso, como e l de Pa lacios, que me I "

ha referid o? I

- T eng o recuerdos de otro incidente 'd,e-


mas iado curioso. U no I
ele tantos días del
.
mes
deab ril, en esa t rinchera de que le hehablado '
á usted, qu e atravesa ba desde la Casa de Ma- ,
ta nza al panteón , h abi a va rios centinelas, y
un a tarde tocaba la música del batall ón Jos
Can grejos, e n son de bu rla a l enemigo. Se
enojaron los de la Cru z y empezaro n á dis-
parar a lgunas granad,as sobre nosotros. Una
de tantas cayó de tal manera, co mo á dos ó .-.
tres pasos del ce ntine la Dam ián Carrnona ,
que, al re ventar, un o de los cascos le hi zo
ped azos el fusil. Ca n110 1~a: si n moverse de su - \0 .___ \
,
punto , impasi ble; g ritó , perm an eci endo de t) <-
pie como si nada hubi era aco nte cido r-s-Cabo ,- TI
cua rto, es toy desarmado. ' 1 C. 71
Yo me enco ntraba en- el Panteo nc ito y el f~1 r: '- 1
com andan te fué á da rme parte: ,H a caído una S ''-"
~'
g ra na da, ha reventad o y hech o pedazos el fu- , ~ ',-\ 1' )
sil de un ce nt inela, q uien, sin abandonar 'su ( )1 • ,

p uesto, g ritó: " Cab b cuarto, estoy desarma-


LX

do. " Y se le ha dado otro fusil, y continúa


en s u g uardia.
Se dió cu enta del s uceso a l Cuartel Ge ne-
ral, qu e orde nó el as ce nso de Carmona á- ca-
I '
bo , luego á sargento segundo y en segu ida
á sargento primero. DonJuin (r ), go be rnado r
de San Luis Potosí, hi zo con es te motivo
g ran alhar aca: ab rió una g ran subscrición de
dinero ent re los vecinos prominentes, com-
pró un a c ~r ona y se le compusieron ver sos
'0.1 soldado. Más tarde se di ó orde n de que
-forrnaran t odas las tropas y que se ent rega-
ra á Carmona t odo aq uello, haciéndole de-
mostracion es de afecto y rec onocimiento por
su V9-10r, Y se le coronó por añadid ura. E l
. seño r Presidente mandó qu e se le diera ab -
so luta libertad y se le regalara una regular
cantidad de dinero, pero con la condición de
que comprara un a casa en San Mig uel Mix-
q uitic, 'q ue era su pueblo, pa ra qu e se reti-
rara del servicio. E n presencia de cu atro mil
<5 cinco mil homb res , se le ovacionó mate -
, rialment e.
En la pl aza se levantó un templete, for--
ma ron tod as las t rop as y desfilaron an te Ca r-
mona, ' lleván dose á efecto la ent rega de los
obje tos y lo demás de que he hablado á us-
t ed. Ca rmona era un inelio ele un va lo r en-
te rame nte estoico.
LXI

- , S~ñor gene rá l. ¿volvió usted á ve r .des-


pués á Ca rmona?
--Ultimamente, estando en San Lu is, t u -
ve opo rt unidad de ve rle:' vivía -en San 'ÑIi-
guel, rodeado .de m uchos hij os, en 'la casa
que le mandó comprar el se ñor Juárez .
D eseo 'recorda r un h echo mu y merito-
"rio, q ue no sé por qué ha olvidado la -H isto -
ria, señor Po la,-habló el g eneral Cervantes
para terminar;-un hech o mu y digno de re -
. ' .
cordación, y es q ue, c uando carecíamos más
.'
de parque, cua nd o cualquiera sa lida, del ene-
migo hubiese bastado para destrozarnos, el ,
coronel Agustín Lozano, en tonces ayuda nte
de l general E scobedo, vino de Q uerétaro á
México, al cuartel del g~neral Diaz, por par-
que. Salió con un p uñado de so ldados, atra -
vesó una línea extensa peligrosísima de l ene-
m igo, haciendo jornadas sob reh umanas y ju-
gando el todo por el todo. Cumplió/m uy bien
su comis~ón; pero cuando regresó, arrojaba
sangre. ¡

y nosotros agregamos también para ter-


minar, q ue el sitio y la ocupación de Queré-
taró res altan más en mérito, si.,se tiene en
cuen ta .que el ejército rep ub licano que podía
hacer fre nte al imperial, e ra en n úmero casi
la mita d de éste; la dem ás trop a sit iadora era,
ge nte indiscipl inada, mal a rm ada y sin mu -
niciones, 10- cual gente
J , ' .
á la, meno r embestida

L XJI

del ene mIgo daba lu ego las es paldas, y en


grado tal , qu e cierta ve z un grueso de ella
no paró sino hast a Celay a. Pero tenia una
virtud: hacía bulto ante el pel ig ro, mu chas
vecés sin pan y sin pegar los ojos, por so lo
amor á la patria y el deb er de defender á la
R epública, cu ya a lma era Juárez.

Entrevista con el general Francisco Vélez

E l 14 de Mayo, á las ocho de la noche,.el


ge ne ra l Mariano Escobe do se . presentó en
los bañosde Paté al ge ne ra l F ra ncisco V élez.
-¿Conoce ust ed á' M ig ue l L óp ez?-pre-
g untó Escobe do á V élez.
- Sí, señ or; le con ozc o-e-c ontest ó V élez.
-¿Qué fe puede usted ten er de es te hom-
bre? .
- N ing u na, se ño r.
- y de 'los de a de ntro, ¿á cu ál le me rece
usted
. confianza?.
- Ninguno, se ño r.
- ¿P or qué?
- Sencillam ente por se r enemigo y es ta r
al frente de nosotros.
- Pues López me ha venido á ve r, de par-
te de Max imi liano , para la oc upación de la
C ruz,' y usted es el designado' por mí para
e l mando de esta op eración, para lo cua l le
LXIII

doy d~s batallones, que son S up remos Po-


deres y , Nuevo León. A las cuatro 'de la
-m a ñana ha de venir Ló pez, para conducir
\.á usted con estas tropas. Sitúese en la línea
de Arce, que está frente á la Cruz, y' allí es-
pere á López; y en lo demás usted sabrá có- .
mo se arregla este negocio,
- T odo se hará como usted me indica y
espero que quedará complacido, siempre q~e
esto. no envuelva alguna traición por parte de
los imperialistas; pero, perrnitame usted que
le haga alguna observación. \
-Dig'a usted. .
\
- ¿Por q~lé, señor, se ha fijado usted en mí ,
-cuando tiene usted ses enta generales de más
confianza por ser lib~rales probados; mi en-
-tras ,q ue yo soy ñ uevo en este ,partido?
-¿Tiene usted miedo?
-Si, señor, lo tengo; pero un miedo dis-
tinto delque usted cr ee. ' /
-¿Cuál es?
-Que si esta operación fracasa, por cual-
quier motivo, ó po r ser una celada, que há-
bilmente nos pone el enemigo, todos dirán'
que yo fui á entregar la situación , po r ser los
imperialistas amigos míos de ayer, y usted
reportará el epíteto de tonto por habe rme es-
cogido 'á mí, sabiendo esto. L a idea de pere"' ~_
cer ~n la demanda, nada me hace; sí el que
mis hijos reporten el anatema de traidores.
y
i.xrv,
- -Pues usted va .
-' -- Pues iré.
Un jefe liberal, que tuvo noticia de laco-
misión tan delícadisima qu e iba á de sempe-
ñar el general V élez, hizo v~r á éste que
co rría inmenso peligro su vida, porque qui-
"
zás era una celada del enemigo, para apode-
rarse de él, á su presentaci ón en el /p unto.
- , Tengo que cumplir la orden que se m e
1 ha dado-s-manifestó el genef~l V élez-s-aun-
que me maten; de lo contrario , aquí mema-
,tarían también po r· insubordinado.
¡ . - A las cuatro de la mañana, prevenida "la
. tropa que debía marchar ' á-la s órd enes de
V élez, aparecieron en la dirección de la Cr uz;
entre lasemiobscuridad, dosbultos que avan-
zaban hacia Paté . E ran el coronel' L ópez.y el"
teniente coronel Antonio Yablonsky. V élez
tomó del brazo á López, que iba muy borra -
cho, ycomenzóel avance tasi de puntillas, si n
hacer el ~enor r uido y procurando no hablar,
sinomuy ámedia voz, cuandc-era en absoluto
, necesario, D escendiero n la pe ndi ente que da
al lecho del río y lu ego ascendi eron para al-
canza r el punto que debía se r en tregado.
V élez iba. á la cab eza con L ópez, reco men-o
dando á ~ada paso g uardar el mayor silen-
cio para que no se perdiera todo. L a misión
qu e iba á cumplir' era cu estión de"vid~l Ó' de
muerte para el Imperio. V élez se posesionó
1,

LXV ' l.

por complet o de s u importante papel: daba


un paso y se vo lvía á los s uyo ~ \para r eite-
rarles silencio y q ue se avanzara co n el cu er-.
?o inclinado; y el arma casi en tierra, para
::¡ue no se percibie ran los b ultos por el ene-
migo. A punto de ll~gar á la b recha, donde.
debía entrar V é le~, había un montón de t ie-
rra derrumbada del fuerte', d ificil de salvar.
Vélez lo hizo casi á gatas, asiéndose de aq uí
X de allá, al tanteo , hasta q ue lleg ó á la
brecha, en la qu e tropezó con 'el centinela,
que vestía: sarape rojo y somb rero de petate.
Dormía de pié con el arma al braz o, re clina-
do contra el mur o. A s us piés había otros
soldados, vestidos lo mismo, q ue dormían
también. V élez asió fuerte de l cuello al cen->
tinela y despert ándole, díjole que si habla-
ba una palab ra, le mataría en el a cto. En es -
te ~upremo momento estaba adentro só lo co n
L ópez, En seguida empezó á darlesla mano..
uno por uno, á los jefes y oficiales rep ub li-
canos, y aún á'Ios soldados para q ue subie-
Tan y entraran' e.n elboq uete, t~rna l1do á re-·.
petirles que guardaran silencio, que obrasen
con .prudencia, porque si no todo se perde-
ría, siendo .ellos las primeras víctimas. Cuan-o
do todos estuvieron adentro, V élez mandó -
la primera noticia ~ Esco bedo, y Yablonsky,. .
luego de escuchar en secreto algo de López,
desapareció .corno por escotillón.
},X VI

- V amos adelante-dijo L ópez á ' Vélez.


'-'-No, no vamos adelante--contestó V élez.
---=-A ntes de ir adelante me releva usted to-
dos los puntos imperiales, queest án á reta-
guardia, con tropas mías.
-No hay necesidad.
-No le p reg unto á usted si hay nece si-
dad ó no . Que me releve usted los puntos.
o _ Le repito' á usted qu e no hay necesidad.
-Basta de observaciones-exclamó ya in-
cómodo Vélez; - haga usted To que se le
manda.
. -Es que yo mando aquí-contestó con
énfasis López. ,
Todos los que estaban con el general Vé-
lez se' le acercaron, y abrazándole, decíanle
suplicantes á media voz:
. -Pancho, Panchito: ¡estamos perdidos!
Se desprendió de ellos y habló en voz más
alta:
-El que no esté á gusto puede largarse
inmediatamente. El camino está expedito.
y sin acabar de deci r esto, metió su pis-
tola por la cara á L ópez, y asiéndole del tra-
je, por ,el pecho , diól e un fuerte golpe en la
. "frente con el cañ ón, y prorrumpi ó:
-Mandaría usted aye r . . . Lo qu e es
ahora yo mando.
-No, mi ge ne ral - dijo Lópe z - usted
manda. F ué una equivocación.
LXV~I
; ,

Relevados los puestos, de sde ese momento'


el general Vé lez avan zó co n más desconfianza.
Al en trar en la huerta, V élez despachó á
otro ayudante para participar al gener~l Es- . ,
'.
cobedo el lugar en qu e se encontraban.
-Dígale u's ted-habló Vélez-e-que Que-
rétaro es ya nues tro. . 1 '

-¿Por qu é?-exc1am ó el ayudante.


-Porq ue tenemos ocupado el punto,prip- . "
cipal.
Los soldados imperiales iban sie ndo 'des-
armados, apartados de sus p untos y condu-
cidos á un lugar bajo la custo dia de centine-
las de vista.
Los ayudantes de Escobedo partían de
prisa á cada avance principal, para ponerle-al
tanto. . ,
A l llegar' al convento, el general V élez y
López subieron. Recorriendo los cor redores
altos, vieron una habi taci ón, por cuy as p uer-
tas, apenas abiertas, salía una ráfaga de lu z
débil. López tentó á V élez:
- A sómese usted.
Apenas V élez hubo aso rnádose . T.. ópez sa-
tisfecho le preguntó:
-¿Qué ve usted?
V élez contestó: I

- V eo á Maximiliano.
E l E mperador peinábase la barba frente I

á un espejo de tocadory vestía un sobretodo· .


LXVIII

·de color de haba. El y las tre~ Ó. cuatro per-


, sanas que .le hacían compañia, entre ellas el
general Agustín' Pradillo, daban. las espaldas.
Volvieron á la huerta.ya en disposición de
ocupar las alturas.
- ¿Q ué ya sabe todo esto el E.mperador~
' ' :::'-' p l;eg untó Vélez á López,
- D esde hace rato está enterado de todo
.yhastasabe que estamos aquí-contestó Ló-
pez. .
-Pero, ¿cómo?-tornó á preguntar Véiez,
no explicándose como podí'a saberlo el Em-
operador, cuando López no se le había ~es­
.prendido un momento para nada.
- Se lo mandé decir conYablonsky, desde
que entramos 'e n la brecha. '
V élez continuó expidiendo con diligencia
disposiciones pa ra asegurar bien la Cruz.
~na de ellas fué que Margain 'm archase vio-
lentamente á San Francisco y qu e, al pose-
sionarse de las alturas, echase á vuelo las
campanas. Al rato sona ron éstas y -ernpez ó
I
á oirse un rum or qu e iba en creciente, y vo-
ces, y carreras, y g ritos, y d ispa ros : era qu e
u no -y ot ro ejército habían d ád óse cuenta de
, la situación.
E ntonces se dest acó e~ la hu erta, ente - .
ram ente so la, la im pon en te y nobl e fi gura
del gene ral Escobed o. Ava nzó h acia V élez,
y dió lc un fuer te ab razo hasta levan tarle.

I
LXIX

A la .vez , por el' lado opuesto, aparecía el


general 'Paz, que caminaba con paso indeci-
so ; com o dudando de si Vélez seria' de los
suyos ó del enemigo. Respir ó, lueg o que Vé.-
tez le gritó: . I

- - Corra usted y vo ltee esa batería para la


plaza.'
El primer 'jefe imperial que se p resent ó en
la Cruz á ver qué acontecía, fué el general
de brigada Manuel M. de Escobar, q ue tro-
pezó con V élez á la entrada del Convento .
- ¡Panchito! ¿ q ué, tú eres? ¿qué haces?
¿qué, eres nuestro p risionero? '
-- N o, general , contestóle V élez. Usted lo
es mío. Pase usted.
Escobar, sin explicarse aquello, pasó aÚu-
gar en que los imperiales iban siendo reco~
gidos y asegurados. !

Cuando había amanecido, apareció el Em- • 1

perador con su séquito, en tre el cual figura- /


baL ópez, Bajaban de sus habitaciones del
convento y ' se encaminaban al cerro de las
a
Ca mpanas. El Emperador divisó V élez y
le saludó quitándose el soníbrero con esa
elegancia y maj estad que le era n muy pecu-
¡

liares.
y V élez dijo en voz alta:
-Señor L ópez, en-seguida se me.prese n-
ta ust ed. ' ... . .
Ló pez hi zo un, a de m án de asentim ien to y
"
LXX

prosiguió tlargo trecho en compañia del Em-


perador, hasta. el h~tel del Aguiia Roja. .
'C uando todo había terminado, V élez reci-
bió un recado del general Miguel Miramón
para que pasase-á verle á la casa del doctor
Vicente Licea.
- H ermano, ¿cómo te va?-fué el saludo
de V élez al entrar en el cuarto donde estaba
en cam~ Miramón, .
-. - ¡Me has. . '.! ¿No? Ya ves: aquí me
tienes herido. jdijo Miramón. .
, ~No; tu destino. ¿Éri qué puedo servir-
te? Ordena.
-' -Como .e s seguro que ~e fusilen, te re-
comiendo á mis hijos. ¡Siento mucho morir
" en estas circunstancias!
- ¡Y a ves como todavía sirvo para algo!
y dijo esto V élcz, p orque cuando se ap~r~
tó del partido conservador para engrosar las
filas del liberal, Miramón, Arellano y otros
jefes dijeron que hacían de cuenta que con ,
V élez no perdían á nadie, porque ya no se r-
vía para' nada.
V élez habl ó á E scobedo:
I

-En cambio de lo qU,e he hecho, s uplico


á usted conceda la vida á Miramón, Se lo
"

pido en recompensa de mi s servicios, si al -


. g unos he hech o.
Escobe cIo co ntestó:
-. N o .pende de mí el pe rdó n, sino de l Su-
LXXI

p rerno Gobierno. Diríjase usted al ,s eP-.or Ju á-


\ I
rezo
Bien se sabeque J uárez fuéinflexible para
el castigo de Maxim iliano, 'Miram ón y Mejia;
\ '
La frase "a ho ra ó nunca" es una solemne
mentira. Tras la energia del Benemérit o no
se vió entonces sombra de sugestión.' Debió-
, se el aj usticiamiento de estos tres h'Offibres á
que pers~nificaban el Imperio, y J uárez que-
ría el anonadamiento del Imperio.
Ese 'm ismo día de la victoria, de paso ,V é - .

lez por el dep artamento dond e estaban pre-


so s el Emperador, Castillo, Salm Salrn y otros
jefes , aqu él p reg un tó le :
-Gen eral , ¿sabe ust ed qu é ha pasado con
Miramón?
-'-- Está herido en u n carrillo , - contestó
V élez. l .

, -¿Q.ué, pudiera usted decirnos.s í tambi én


él nos traicion arí a? '
-Usted es quien mejor deb e sab erlo.
El /Emper ad or se p llso rojo -de vergüen za
y guardó silencio oprobio so , viniendo á t ie-
rra' toda su majest ad.
México, Oct ub re 30 de 190 3.

A NGEL PO LA:

,.
I
GO!iSIDERH.GIOJ{ES OEIt TIVIOUGTOR (1)
. ,
Deseoso de iniciarme en las peripecias de
un drama, cuyo desenlace había previsto an -
tes de la partida á México 'd e los jóvenes ar-
"ch iduq ues de Austria, acabo de traducir la
' p rimera serie de las ULTI MAS HO RAS DEL I M-
PERIO. E sta obra es debida á la pluma del
.general Arellano, uno de los últimos defen-
sores del augusto mártir de Q uerétaro. E i
triste recuerdo del Imperio efímero de Max i-
miliano 1, no se rá extinguido en el lago de
sa ngre que la tierra me xicana no consume
r "
a un.
E l. pensamiento de la expe dición fra ncesa
en M éxico y del establecimient o de un Im-
peri o en el paí s qu e domina el golfo, donde-
debe dirimirse, antes de poco, ent re lat inos
y an glosaj on es , la g ran cues tió n de la s u-
pre macía universal, pe rd urará como un o de
los más g randes qu e hayan sid o conceb idos
en el sig lo; y cu anto .mejor se con ozcan Ías
cau sas qu e lo han hecho fracasar, tanto más

( 1) Estas/con .idera cioues . ale n á luz por pr imer a vez


en' cast ellan o. '
, '
L XXIII

se ntiráse ac recer el d ésprecio ó l~' .p iedad'


para la mayor parte de los hombres encarga- I
dos de reálizarlo. . - , '
~ \ . ...

De cualqu ier modo,Jos actos de -esos ho m-


b res no son un argumento contra el pensa-
miento, vencido en apariencia. La pruebaes I

que hoy, para toda la gente seria, es preciso -",


ó que la ra za latina trabaje de nuevo en rea-
lizarlo ó que renuncie para siempre, á su in-
, re los pueblos d'e que f~é en otro
. fluencía sob
tiempo el iniciador. .
De todas las regiones americanas, México
es la más rica y fértil. Hace seis años, como ,
ho y, los recuerdos del pasado, las lecciones ,
del presente y los peligros del po rvenir, ó im-
ponían á este país la restau ración del gobier-
no monárquico ó al me nos el eje rcicio de una
dictadura dilatada y capaz de someter ' de
una vez á inst ituciones reg ulares á las pobla-
. ciones devastadas por la -anarq~ía . .'
Por lo demás, el se ntimiento mon árqu ico
absoluto está de tal modo .arraigado entre las
difer entes razas, cu y os descendi entes p ueblan -
todavía el vasto territorio de N ueva España,
que ci~cuenta año s de lu chas revoluciona-
) I

rías no han sido suficien tes para quebrantarlo.


En M éxic o, las ,instit uciones moná rq uicas -
se pier de n en la noch e ele los tiem pos:. ,fI a-
cien do á un lado sus orígenes misteriosos,
con vien e seguir el progreso ,ele s u inf uencia

- - - - - - _. -j
LXXIV

sobre olas poblaciones que han ocupado su -


cesivamente este país, desde la primera de las I

grandes emigraciones, de la región norte del


Anáhuac hacia la planicie central de la cor-
dillera de los Andes, y comprobar que el go-
biernode uno solo ha prevalecido siempre
entre ellas.
Los toltecas se detuvieron primero en la
planicie de ,q ue acabamos de haBlar. Allí
construyeron numerosas ciudades, de lascua-
les los siglos han respetado algunas, y cuyas
ruinas, en su mayor parte, causan todavía ad-
miración y asombro. Reyes hereditarios go -
bernaron siempre esta nación, destruida más
tarde pOl: la g uerra , la peste y el hambre.
Los chichimecas, venidos también del nor-
o te y causa principal de la destrucción de los
toltecás, corrieron igual suerte, .percsiem-
pre obedeciendo á la ley de uno solo, forta-
lecida por la herencia. En fin, lle garon los
aztecas} cuyas excepciona les condiciones fisi-
I
sas y morales y cuya índole g ue rre ra y aven-
J urera debían colocarles' en po sici ón de ano-
nadar ab sorber p ro nto á las poblaci ones á
ó

cuyo se no habían llegado, igualmente de l


norte, en busca de refugio contra la miseria.
F ué.en el pintoresco valle de México, en
las célebres ribe ras del lago de Texco co, don -
de los aztecas se esta bleciero n. A llí fueron
sometidos desde luego á las leyes duras qu e
LXXV
les impusieron las naciones' cuya hospitali -
dad habían implorado. Pero bien pronto, obe-
-deciendo á su naturaleza emp rende dora, y
. sinti éndose llamados para grandes destinos,
entraron en lucha con ellas y no tardaron en
triunfar. Como los romanos, fundaron ,un
mismo imperio, aliándose sucesivamente con
los vencidos, que absorbían en seguida; y,
,ccuando los. españoles llegaron á México, de
que hicieron pronto la más rica de sus colo-
nias, encontraron en Moctezuma al deseen-
diente h ereditario de los soberanos 'a bsolu-
tos, bajo cuyo cetro los aztecas no habían
dejado de existir y prosperar.
N unca, pues, las razas nativas han cana-
I
cido y querido conocer otra forma política
que la de la monarquía absoluta -de la dic-
ó

tadura, que es exactamente la misma cos a,


Después del reinado de Carlos V , que pu-
do añadir á sus numerosas coronas la del
Nuevo Mundo, des afiando así al sol qu e des-
aparecía una hora de sus Estados, hasta el
reinado de Fernando V II, en que la ru ind ad
y traición de sus generales le despojaron de
esta corona.por instigación de Inglaterra, Mé-
xi co ha sido gobernado por sesenta y dos
virreyes, que el gobierno español envió allí.
La sangre europea, al mezclarse con la qu e
corría en las venas de las razas indias del
Anáhuac, modificó profundamente el carác-
/

L ~\"X: Vi

ter', las idea s rc!i g-iosas, los usos y las cos-


tumbres de lo s habitantes de México; pero
el sistema colonial de los españoles, lejos de.
debilitar su respeto y obediencia pasiva al
poder soberano, no hizo -más que aumentar-
. los y acabó por ahogar en s u espiritu hasta
la idea misma de la lib ertad, tal cual la com-
prenden los pueblos anglosajones.
. Iturbide, soldada de fortuna, cuya carrera
, fué tan brillante como sus antecedentes, con-
quistó 'la independencia de México; mas ape-
/
nas/ el nuevo Estado entró, el año 182 J , en
la g ran 'fa milia de las naciones árbitras de sí
mismas, afirm,ó sus tendencias monárquicas
y ofreció la corona á .la casa de los Bo rbones,
entonces reinante en España. N o se compren:'
de 'cómo esta casa rehu só aceptarla, cuan-
do se sabía los medios á que recurrió Ingla-
1
terra para debilitar en el mundo la influen-
cia de las naciones latinas. La sublevación
de Riego fué un desquite del pavor infundido,
á la corte de Isabel por la invencible Armada.
Ante, esta repulsa, la R egencia, que habí a
gobernado el país desde la proclamación de
la Independencia, cedió el lugar al Imperio
del lib ertador mismo, qu e fué aclamado con
ei nombre de Agustín 1. ¿Qué otro testimo-
nio más palpable podríase inv ocar 'pa ra es-
tablecer las verdade ras te ndencias de los me-
x icanos ; al día sig uiente todavía de su ma-
i.xx vrt
n uríiisi ón del domini o españo l>. Las d i'visio:.
- . \

nes de partidos, 10 $ odios fomentados por u,l~a


lucha de once años, las ambiciones persona-
, I j,

les no satisfechas, las aspiraciones impacien-


tes de los segundos 'd el nuevo Emperador, ~ , \

que' malquistab an s u trono y rompían en sus


manos el cetro que acababa de empuñar, prue-
ban que nada es tan difícil comoimp~ner por
soberano á unanación á aquel que ha creci-
do ' de ciudadano sencillo entre sus hijos, que
no pueden manifestar tendencias republica-
nas en un pueblo, el cual desde el día en que
\

Iturbide debi ó abdicar en Tacubaya, no ha


dejado, al contrario, de tender al re stablecí-
miento de un poder enérgico y fue rte. Santa
Anna no sost uv o la República, después de
la muerte . de Iturbide, sino por temor á la
suerte que le cupo al L ibertador, cuya sangre
vertida -debi a se r de mal agüe ro á 19- instítu-
ción manchada
I
en ella. El nuevo amo, q ue
debía un día preciars e del título de A lteza
Ser énisima, no se dió cuenta entonces de la
obra que consumaba, puesto que la co mba- .
tió más tarde él mismo en sus resultad os; pe -
ro á partir desd e el dí a de su tri unfo, Méxi-. -'
. ca fué lanzado hacia 'la pendiente fatal del
abismo.tanto por la mano de los Estados U ni-
dos, corno por la de la anarquia interiorjque
alimentaron constantement e con sus s übsi-
dios y p rotecciones ocultas. e
r.xxvnr
Gracias á-los esfuerzos de los Estados Uni-
do s en el Nu evo Mundo y á los de In glaterra
en el anti guo México, fué convertido, á la
muerte de Iturbide, en una liza, en la cual las
ambiciones personales, los intereses más des -
precíables y los más op ues tosá los de la vie-
ja Europa, los instintos politicos menos hon-
rosos, no dejaron de tomar por juguete á la
mayoría de los habitantes honrados y pací -
ficos, explotada audazmente desde entonces
'en beneficio de minorías riva les y tu rbulen-
tas. La acción de estas minorías ha desmo-
ralizado á una sociedad, entreg~da al desor-
den y al pillaje, al extinguir en ella, una por
una, todas las esperanzas concebidas en la
felicidad pública y al paralizar 10 b ensayos in-
tentados muchas veces con el fin de liber-
tarla.
De 1821 á 186 1, las rebeliones sucesivas
de sus generales y sus presidentes, los nuos '
contra los otros, han impuesto á 'la naéión
me xicana, teniendo en cuenta el imperio de
Iturbide , la república federal, la república
unitaria y la dictadura, bajo la administra-
ción de dos regent es, de un gobierno pro-:.
visional, de -un emperador y de cinc uenta y
dos presidentes ó dictadores investidos por
orden sucesivo, directamente, en-el ínterin ó
á intervalos, de poder sup remo.
Pe ro en el se no de este caos perpet uo, re-
;J
Lx..XIX

sultado de un ensayo imposible de institu-


ciones para las que el país n o estaba prepa-
rado, la mayorí a de los mexicanos ha protes-
tado siempre y ha intentado repetidas vec,es
. una resta u ración monárquica,en relación con
sus costumbres , La población pacífica y sen-
sata sabía bien que esta restauración podía
só lame nte hacerla g ozar de la libertad , tal
cu ál la comprenden los pueblos "Iatinos , y .
preservar la indep endencia nacional de los
ataqu es de que h a esta do amenazada siem~ '
pre, desde s u ori gen, por un vecino tan en-
vidioso como potente.
El genio de Chatea ub riand no podía des- -
conocer las te ndencias de ias antiguas colo-
nias españolas y sobre todo de qu é importan-
cia era para la Europa lat ina la restauración
deseada ardientem ente por Nueva España y
las provincias argent inas. La diplomacia fran-
cesa, inspirada por él en 1823, hi zo esfue rzos
reales 'para induci r á la corte de E sp añ a á
compartir á este respecto la opinión de F ran-
cia. Sí' ell a hubiese podid o salir feli z en s u
empresa, no sólam ente los int ereses de'la E u-
ropa latina en el ,N uevo Mundo y los de las
poblaciones latinas de A mérica se hubieran I

salvado, sino España no habría te nido que


atravesar des de en tonces las crisis de q ue pe-
rece rá quizá á s u vez. F ernando V'II se 'opu -
so co n pe rs iste nc ia á los p royectos del g ran··
VI
\

< LX.XX ¡ I

de escritor. Inglaterra notenia agentes á ce n-


I
tenares en ~adrid"Barcelonay el Escorial pa-
ra impedir que una reciprocidad de la Euro-
I pa continental no pusiera obstáculo, en Amé-
rica, á esta libertad de comercio, en cuyo
no~b;e tantas' naciones han estado por ella y
están aún hoy condenadas á -sucu rnb ir en la
anarquía.
. , Se puede tener idea de la fuerza de las ten-
dencías monárquicas de los me xicanos, le-
" yendo atentamente la obra.que don José Hi-
dalgo publicó con el título de Notas para ser-
uirá la Itistoria de los:p ro)lectos de r estaura-
.ción 11'l-01l-ál'q~tica en 111'/:X1(;0. El 'aut or, antiguo
ministro plenipotenciario de México en la
corte de F rancia, desempeña un gran papel
_en losacontecirnientos queprecedieron al ad-
venimiento de Maximiliano. Su autoridad en·
la materia eS,pues, indiscutible. He aquí: ade-
'más, hechos y fechas.
En 1827, 'el padre Arenas, que fu é pasado
por las armas con su s cómplices clericales,
intenta la .restau raci ón del poder de los es-
pañoles. E n la misma época, de Ville1e, su-
cesorde Chateaubriand, insist e, bajo u na for-
ma nu eva con F ernando VII, y apoya cerca
de este sob erano la ca ndidat ura del infante
. . -i

do n.F rancisco ele Pau la a l tron o ele Mocte zu-


I '
ma, hacien do p resente que bastaba para q ue
t~Wferél b. 4tJn éxito, qu~, respondiese á las as .
~ • ~ 1 l . ~t' '. • • .! . J •
L XXX I

piraciones d~ Méx ico, ex p resadas claramen- '


, .
te en el tratado de Córdoba y el plan de Igua-
la. El ministro inglés Canning despierta en
. I

el espíritu de F ern ando .V II un senti!l1iento


de envidia , cu ya explosión impide que ter-
míne la obra de Villele, y obliga á Ca rlos X
- á renunciar deltodo á los proyectos de Fr~n ­
cía, por deferencia a l monarca español.
En l. 840, Gutiérrez Estrada, mexicano ilus-
tre, patriota desinteresado , q ue ha consagra-
do toda su vida y t odasu intelig encia altriun- .
fo de una idea justa, propone al presidente
B ustamante est udiar oficialme nte -la cuestión
de saber si era inoportuno convocar .una
asamblea que deci~iera ent re la conservación
I '
de las instituciones republicanas ó el restable-
cimiento de las "inst it uci o nes moná rq uicas, y
para que, en este último caso, ,
se llamase
. al.
trono áun principe. extranjero. S e comprende
de que ~odo esta p roposición debió ser ac ogi-
da por los hombres investido s del poder. Gu-
tiérrezEstrada hallóse ob ligado á expat riar-
se , pero lle vaba consig o, el a lma de su país.
Siempre en aumento la anarq uía, el ge ne -
ral Paredes, la primera intel igencia mi litar de
México , se subleva en 1845 co nt ra el siste -
I

ma de gobierno ento nces en vigor. E levado


á la presid en cia , se ocupa, con apoyo del p ue -
. blo conservador, en p reparar en e l 'e xt erior
y. el interior IR- deseada restauración , Alq-

4
,1 , LXXXII
, -
mán, cuyo genio como político é historiador
, es incontestable, combate en esta época, en
el periódico El Tiempo, por el triunfo de la
idea monárquica; pero la Europa latina se
olvida t odavía de sí misma: Paredes cae y la
invasión
, . de los Estados Unidos hace .irnpo-
sib le la elevación al trono del hermano poli- .
tico de la reina de E spaña, el infante don En-
riqu e, candidato entonces de los me xicanos.
El partido qu e acababa de vender á los Es-
tados Unidos, por un plato de lentejas,más
de la mitad de l territorio nacional, cedió lue-
go 'el poder al general Santa Auna. E ste ge-
. neral, investido de au toridad dictatorial y au -
to rizad o ampliamente par a dar al g obierno
la for ma política q ue juzgase más convenien-
te, hace cuanto pu ed e po r restaurar la mo-
narq uía y confía esta vez oficialmente á Gu -
/ ' t i ~ !' re z E st rada el arreglo de las ne gociacio-
nes , q ue se frustran á con secuencia de la re-
vo lución española, de la g ue rra de Crimea y
en fin de la -n ueva caíd a de Santa A nna. .
A l gob ierno em anado de la revolu ción de
Ayutla s ucede , en 1858, la ad ministració n
de Z uloaga, que soli cita inmediatamente el
apoyo de Europ a, yen particular el de F ran-
cia , pa ra conso lidar el orden en México . E l
goq ierno fran cés exige la interve nción de In,-
g later ra y .-105 Estados Un idos, á la vez q ue
la suy a; España se obstina en su indiferencia,
¡ ,XXX III

sin pensar qu e po r ella 'será cas·tigacia tem-,


prano ó tarde con la p érdida de la isla de Cu 2 .
ba; y Zuloaga s ucumbe ante la anarquía.
El Gobierno provisional de Almonte de-
claró el año 1862, en ~ O rizaba, que el presi-,
dente Miramó n había solicitado igualmente'
la intervención de Europa. ~iramón desmin-
tió categóricamente esta afirmación, desde los
Estados Unidos, donde se. encontraba enton-
ces, y desafió la Regencia á publicar, los do-
á

cumentos oficiales sobre los que se apoyaba


para emitir se mejante especie, qu e debían es-
taren México. Los documentos no se pu-
blicaron. Es verdad, sin embargo, que bajo
la presidencia de Miramón, el ge neral Aln~on- _
te, su representante en Parí s, encomendó-á .
varios escritores, cu yas opiniones eran con-
formes á las suyas, publica r artículos y folle-
tos acerca de la necesidad de una interven-
ción europea en Méx ico .
La idea de un a restauración mo nárqui ca
había recorri do las div ersas fases que acaba-
mos de referir, cuando los excesos y las vio-
lencias del gobierno de Juárez pusieron en
fin á Francia, Inglaterra y Espa ña en la im-
posibilidad de retroceder p or más tiempo an-
te el propósito de, una expedición. La Con-
I

vención de Londres fué firm ada; mas, .antes


de tratar de este asunto , es necesario de cir
algunas palabras sobre el carácter dist intivo
LXxXIv
de los partidos 'que han dominado sucesiva-
mente en Méxi co, de sde la proclamación de
su independencia.
J'g nórase por completo,en Europa las co n-
diciones de existencia 'Y la naturaleza de es-
, I
tos partidos. Su designación no tendría para
nosotros el significada que tiene para ellos. La
oposición ha emp leado con provecho nuestra
ignorancia á este respecto para satisfacer sus
pasiones egoistas en perjuicio de nuestros in-
tereses; pero la verdad es que la poca ate n-
ción prestada 'al est udio de la historia de los
"suc ésos acaecidos ~ntre los pueblos hispano
. 'americanos, es .causa de que nuestros orado-
res y publicistas más ilustres desbarren cuan-
do se ocupan, en_la tribuna ó la prensa" en
las cuestiones que tienen relación con aqué-
llos. Por esto la opinión pública ha sid o ex-
traviada en estos últimos ti~mpos; y los go-
biernos, 'cu ya tendencia fatal es hoy obede-
cer al impulso de las ma sas, en vez de irnpo-
nerlesla su ya , obran en contrario á los de-
rechos y los inter~ses de Occidente, cu antas
veces se levanta ent re nosotros el espantajo
de la pretendida democracia americana.
Si los hombres qu e perso nifican en Méxi-
co el partido conservad or, vivieran en Euro-
pa, es evidente que nu estros partidos más ,
'ava nzados tendrían por m uy ho nroso verlos
figurar en s us filas. Amigos sin ceros de la
'LXX X V

independencia -individ ual, qu e es la libertad


propiamente dicha , -está n- acost umbrados á f
ejercer .t odas las prácticas, sin haberse ent re -
gado nunca, contodoeso , al culto de la uto-
I

pía. En cuanto .á la a udaz minoría; denorni-


nada liberal, no sabría tener nada. de común
aun con aquellos de nuestros conciudadanos
que se han dej ado llevar de los más grandes .
excesos demagógicos. J ulio F avre no admi-
tiría un instante que se estableciera la rrie-
nor comparación entre él y ciertos jefes de -, \

esta mino ría , si hubiera estado en p ósici ón de


conocerles y ap rec iarles. A gentes en su rna-
yor parte de los Esta dos Unidos, no asp iran
á la libertad, sino á la absorción de su país;
y como saben bien qu e ésta só lo será po sible
cuando él ya no exi sta mo ral mente, !10 per~
donan medio para bast ardeado, entregándo- . I
lo para ell o á tod os los h orrores de 'la gue-
rra civil.
Los do s partidos, ad mitiendo qu e el se- -
gundo mer ece ser así llamado, su rg:ieron ta-
les desde que estalló e n México 'la insurrec-
, ción contrael dominio español. El preten dido
partido liberal ensay ó conqui star la indepen-
dencia, cuya proclamación fué el fi n co nstante
de las intrigas a nglo-sajonas, pero retardó die z
años .su conquista.. E l part ido conservador
fué el que; bajo la dirección de Iturb ide, 'la
selló con su sa ng re, tras- alg unos mes es de
L XXXVI

luchas heroicas y leales; habiéndose intenta-


do desde entonces, por todos los medios, arre-
batarle el precio.
La independencia de Mé xi co, conquistada
y regularizada por los conservadoresno po-
día ser un peligro para los intereses latinos.
La nueva naci ón, entrada en posesión de sí
misma, ocupaba una sit uación geográfica ma-
ravillosa. Dominaba . los dos mares. Las es-
taciones son en México una eterna primave-
ra. La riqueza fab ulosa de sus entrañas la ha
co locado en posición' de proveer de oro al
resto del mun do . Su vas ta extensió n permi -
o tía á las po blaciones occidentales de Europa
\ el enviarle su demasía; y he aquí j ustamente
lo qu e Inglater ra luego y los Estados Uni-
pos después quisieron impedir á toda costa,
y de lb q ue ' Francia se habría preocupado
incesantemente si su gobierno fuera digno de
la misión que se ha hecho cargo de cumplir
en el mundo.
LosEstados Unidos tuvie ron sólo un pen-
samiento, desde que Mé xi co se hizo indepen-
diente: hacerle teatro de una incesante anar-
quía , fomentar con este objeto discusiones
sin término, armar á los partidos y subven -
cionarlos, apoderarse de todas las partes de
su territorio y llegar así, por el dominio de
todo el continente americano, á imponer más '
¡

tard e s u voluntad á los dem ás continentes.


LX XX¡' I II
¡

El primer embaj ador qu e enviaron los .E s-


tad os Unidos cerca de l gobierno mexicano ,
tuvo por verdadera misión, no representar á
su país, sino sembrar en México el ge rmen
de la 'discordia civil á fue rza de dinero, la
creación de sociedades secretas, cu yo vasto
y disolven~e sistema no tardé. en ert-Jolver á
la joven nación. Las esperé}.nzas concebidas
fueron pronto colmadas'. Los pueblos entu-
siastas llegan á ser rápidame~1te los mejores
instrumentos de su pérdida, cuando sólidas
.,
ins tituciones no los protegen contra ..·sí mis-
mos. La agl:icultura, la industria, el com er-
cio, las cien cias., las artes, la polit ica', las cos -
t umbres y hasta las pasiones, fueron pronta -
mente atacados de consu nción , fomentada
po r la perfidia. Fuerza interior.prestigio ex :
'terior: todo fué anonadado; y, cuando los ma- /
les del cuerpo soci al me x icano hubieron lle-
gado á su co lmo, la Unión A mericana exten-
'd ió su mano colosal , qu e reti; ó llena de la
:m ayor parte del territorio de la nación, trai-
cionada por -la fort una y abandonada por idio-
o tismo de la E uropa ,const it ucional.
. Esto no bastaba á la ambición de los Es-
tados Unidos . A pe nas terminad a la 'g uer ra,
q ue había costado á M éxi co tan inmenso Sa-
crifici o, el partido liberal, á instigación ge la
Casa Blanca, reanudó s u obra con singu lar
au da cia; pero fué hasta 1855, despu és de la
LXXXVII{

revolución de Ayutla, cuando pudo, luego


de haber derribado á S anta Anna, llevar, de
nuevo al colmo la anarquía' y las desgracias
de su patria. Los liberales tomaron empeño
en extralimitar los excesos de la Revolución
francesa, cuya causa sublime eran incapaces
de comprender. D ejaron que agentes á suel-
do de los E stados Unidos in vadiesen la ad-
ministración ,y el ejérci to, contrariaron de
frente todas la? tradiciones, hirieron todas las
creencias, mancillaron las costumbres', per- '
virtieron los usos, imaginaron y decretaron
liria Constitución, que no podía aplicarse un
solo día, pero cuya forma y principios disol-
ventes han servido de pretexto, durante once
años, consecutivos, á actos odiosos que han
hecho correr torrentes de sangre y de lágri-
mas.
. Mientras q ue los agentes de los Estados
Unidos empeñábanse, por aversión á Euro-
pa, en acabar s~ ob ra demoledora, el partido
conservador llega un instante á separar del
poder ~ su s ad versa rios. Pero á éstos les
.bastaba\.
dar avi so á la U nión Ame ricana pa-
ra recibir recursos en numerario, a rmas y
homb res. A sí' no tardaron eIJ. ganar terreno,
y los co nse rvadores permanecieron comba-
tiendo. '
E ntonces la demag ogi a mexicana realizó
lo que los Estad ~s U nidos habia nle orde na-
1, LXX XI X
. -
.do emprender co n el nombre de R eforma. Se
trataba de la ejec uci ón de Ull vast o proyecto l.

de reg enera ció n; q ue debí~ rematar en-reali r:


dad en la venta y la disipación
, '
inmediata de
los inmensos bienes de manos muertas, cuyo
producto, administrado regularmente, h abría .
podido servir de base para la creaci ón' de l
crédit o público mexican o y la consolidación
de un estado de cosas floreciente. -
Como un reto nu evo y más insultante aún
q ue t od os loslanzados precedentemente á la
Europa latina,_ seis' mes es desp ués de esta '
venta, cuyo prod ucto ponía á la disposición
de Juárez' la totalidad de las riquezas, de que
sus predecesores no habían p od ido nunca dis-
p<;mer, el g qbi erno liberal mexicano hizo ban- "' ,

carrota y decidió suspender dura nte dos años


el pa g o' de los ' intereses de la deuda extran-
'jera. Por otra parte, el band idaje tomaba en
México, con respecto á los europeos, p ro-,_
porciones extraordinarias: era n públicam en-
te asesinad os sin qu e se p udiera obten er nin-
guna clase de sat isfacción; los ministros ple-
ni1?otenciarios no tenían más que abandonar
un país, donde er an objeto de desprecio mal
disimu lado.
La hora había llegado, pues, pa ra E uropa.,
de intervenir y persistir eI1 su intervenci ón,
hasta que un g obierno só lido le h ubi ere ga-

rantid?, después de la partida de .sus ejerc í-
xc
tos y s us flotas, que la Unión Americana no
proseguiría resueltamente en su obra. Elin-
terés y el honor imponían una ley imperiosa
de obrar en este sentido á Francia, Inglate-
rra y España, aisladas ó unidas, como les im-
ponían una ley, en la misma época, proteger
abiertamente áJefferson Davis, para ocasio-
nar el desmembramiento de los Estados Uni-
dos. He dicho más arriba que la Convención
de Londres fué firmada. Nadie ignora cómo
Inglaterra demandó su ejecución. Lo que
.h oy acontece en España, es el resultado ló-
glco de las· revistas pasadas en Nueva York,
en honor del general cumplimentado por su
gobierno católico, que, al desertar de la cau-
sa de Europa, puso en manos de los yankees
las llaves de la Habana. Y sin embargo, cuán
grande era el pensamiento de la interven-
'c i ón , sobre todo si se la subordinaba á las
consideraciones que no podian escapar á la
previsión de una política profunda.
Decidida una vez la intervenci ón, era 111-
dudable que la mayoría sana y conservado-
ra de los mexicanos aprovecharía la ocasión
para libertarse de la anarquía y constituir en
fin sobre bases duraderas el gobierno del pais.
Era igualm 1nte lógico y natural que esta ma-
yoría contase al menos con el' apoyo moral
de la inter~ención europea para alcanzar un
resultado, qu e protegería por siempre á Mé-
XC I

xi co contra la ab sorción de que estaba ame -


nazado por los E stados .U nidos.
A hora, bi en , irripe dida esta absorción, el
pod er del coloso tenia en adelante f limi tes,
en cuya conquista E ur opa debía ayudar á
t oda costa á los mexicanos, pu esto que las -,
consecu encias de este¡tri unfo del derecho no
podían dejar de ser la sa lvag uardia de n ues-
t ros intereses en el N uevo M undo, la pre-
ponde rancia del ,comercio .maritimo ent re
am bos conti ne ntes para la ra za latina y fi-
na lme nte la regene rac ión de un pu eblo ami -
go, al q ue co locarían pronto en primer ran- '
g o los elem en to s de q ue p ue de disponer so-
bre su suelo, el día en que est uv ie ra en po-
sición de ut iliza rlos.
E ra especialme nte la idea de impon er lí-
mites al desarroll o de la Unión A mericana,
lo qu e de bía decidir á E uropa á ob rar en
este sen tido. La g uerra civil, .d e q ue -era'
teat ro los E stados U nidos, hab laba con elo-
cu encia á la raz a lat ina y le advertía sobre
I

lo que d ebía es pe ra r de 'e sos E sta dos cua n-


do fuesen los d ue ños ab sol ut os del N uevo
Mundo. Dos m illo nes de soldados levanta-
do s é improvisados en a lg unos meses; un
gasto cuotidiano de diei á q uince millon es
ele fra ncos, soste nido sin pen u ria ap a re nte
d urante m uc ho s añ os, ¿no eran hech os -bas-
tan te elocuentes par a inqu ieta rn os y hace r-
XCI[
nos comprender cuán ciegos hemos sido al
dejar á Ía Unión Americana cuadruplicar 'e n
medio siglo el número de sus habitantes,
• I
duplicar su territorio por la adquisición de
la Luisiana, aumentarlo todavía por la ce-
siÓI1 de las dos F loridas y la absorción de
fa mitad del territorio mexicano, amenazar
en fin á las Antillas, sin exigirle gara~tías
contra este des envolvimiento extraordinario?
Cuando el coloso anglo- sajón domine á
.los istmos que sepa ran ambos océanos, las
Antillas y el golfo de México; cuando haya
, llegado á bastarse á si mismo explotando
las producciones de estas ricas comarcas con
la ayuda de la industria, para la cual una
emigración contínua le lle va incesantemen-
te secretos, monopolizará el oro y la plata,
absorberá el comercio del Asia, arrojará en
el m ~r los últimos restos de los hi spano-
americanos y , en llegando á aliarse con Ru-
sia, d ictará leyes al universo: Ahora bien,
con un pu eblo qu e se des arrolla intelectual
y físicamente de man era tan inu sitad a, esta
perspectiva, de inftuen cia y poder abs ol utos
no sabrá. se r alejada. D entro de algunos años,
, cuando se haya realizado, la hi storia dirá
s i el pe nsam iento de conjurar estos males,
, 'unido a l deseo ' de vengar .nuest ros co m-
á

patriotas desp ojad os y ases inados , á la vez


9.ue de ay ud ar un p ueblo di&,no de int er és
á
xorrr
. pa ra ,q ue recupere su puesto en la sociedad,
no era grande, úti l y bueno. .
Apenas las fuerzas aliada.s hubieron He-,
gado á territorio me xicano, fueron paraliza- -
f das por causas, que enumeraremos más tarde
en otro lugar, como si una maldición eterna '
pesara sobre este desgraciado pais. El hábil
Doblado, ministro de ' Juárez,' sacando de
las circunstancias y de los hombres todo el
partido posible, ocas ionó la ruptura de la
Convención de L on dres por las mismas ma-
no s de aq uellos q ue, ~ s tab a n encargados de
su eje cución. Reembarcadas las tropa~ de
Inglaterra y España, F ra ncia permaneció so- "·
la frente á una sit uación, que, aunqu e no s~­
perior á s u ca rácter, ni á su va lor, de cupli-
caba sus dificultad es la dist ancia mmensa
que separa ambos océanos. :
I ,

' Se sabe como nuestro ejército prosiguió


en la empresa rege ne ra dora q ue tenía la mi-
sión de llevar á cabo. Detenido un instante
por los azares de la g ue rra en s u marcha
hacia México, la continuó bien pronto vic-
toriosamente; y desde que las g ue r~illas de'
Juárez fueron derrotadas en P ueb la, nues-
tras tropas recibie ron coronas y manifesta-
ciones de reconocimiento.
de las pobl
'
aciones
.
que crey éronse ' ento nces libert adas de los
horrores de la g uerra civi l,
Se ha visto como en el moment o rrp$n:-g
4.CI V ' .-

en que las priucipales.potencias-europeas de- ·


cidiéronse á intervenir en México, el partí- .
, ' do conservador pensaba, como siempre, en
obtener provecho d~ una intervención, si se '
verificaba para restaurar la monarquía: D es-
de que fué decidida, los agentes de este par-
tido, 'q uese ~ nco n t rab a n en Europa, forma-
ron .el proyecto de ofrecer la corona al du-
.. , q ue ele M ódena; ,p roposi,ciones semejantes
hicieron .ála h ermana del rey de España, la
infanta doña Josefa, en interés, de su p rimo-
g énito, que acababa de entrar en la, escue la
militar de Segovia, dando las más brillantes
\ "

espera nzas; mas, no habiendo podido tener


b uen éxito por ningu no de estos dos lados,
pensaron en el archiduque Maximiliano de
A us tria, cuyos anteced entes y reputación pa-
... I
-recialesá la altura de la misi ón qu e se tra-
taba de hacerle aceptar: E l gobierno francés,
con afirmar y todo que no qu eri a imponer
instituciones, ni un so bera no á Méx ico, ten ía,
sin embarg o, simpatías por la idea de ve r
elevar un t ro no en favor de este candidato.
H a ré en ot ra parte , según los doc umen tos
más auténti cos, el relato de las relaciones
personales que se estab leci eron enton ces en-' ,
tre el em pe ra dor y l a emperat riz de los fran-
ce~es y los j6ve nes ,a:t;chidu q ues. He leído
,en M iramar cartas preciosas y he sido au-
t orizado para tom ar copia ele ellas, qu e 'no

--
xcv--
dejan duda alguna sobre la pa rte de' respon-
sab ilidad que res ulta á todos en la dirección
,dada más tarde á la política int er ior de Mé-
x ico por el nuevo sobera no.
Una vez ocupada la capita l po r las tropas \
francesas y las re gulares mex ican as, aliadas
á la Intervención, fué p roclamado el Impe-
rio por la ma yoría inmensa de los habitan-
tes y sob re todo por 10 más es cog}do de los
habitantes de todos los rangos y todas fas
clases; pero se sabe que el 'A rchid uqu e puso ,
por 'condición exp resa de su aceptación, q ue.
fue ra electo por la mayoría de la naci ón y
no solamente por la de los habitantes de '
México ó de las provincias sit uadas entre--
esta ciudad y V eracruz. Los éjércitos franco-
m~xicanos penetraron de seg uida en el in-
' terior ?el paí s, de que oc uparon las nueve-
décimas partes. L a acogida que recibieron '
es tá p resente en la memoria de nuestros ofi-
ciales, cuyas palabras ate stiguan el recono-
cimiento de que eran objeto. Maxim iliano 1
obtuvo tantos sufragios com o ninguno de
los poderes anteriores al su y o reunió desde,
que México conquistó su ind ependencia.
, E ntonces, y sólamente entonces , el archi-
duqu e aceptó la corona de ma nera definiti-
va. Salvó los ma res co n su j ~ ve n \c o m p a~e -.
ra, después de ha be r testificado en las Tu --
Heri as qu e se alejaba de acuerdo ton Napo- .
VIl _
XCVI

- león' 'lI I y, en ' R oma, q ue partía contando .


con las ' be ndi ciones de l jefe' de . la 'Iglesia.
.
D esembarcó en las playas de su nueva pa-
tria, que recorrió de Veracruz á México,
I • baj o a rcos triunfales, á las aclamaciones en-
tusiastas de los habitantes, cuya alegría ra -
. -yaba en delirio. En los viajes que poco tiem-
po des pu és emprendió á otras provincias, se
c onvenció de que igual 'ent usiasmo reinaba,
inspirado por las mismas esperanzas.
N un ca la regeneración de un pueblo había
.sido emp rendida en condiciones tan felices
y bajo auspicios tan favorables. Nunca tan-
t os elementos de éxito habí an sido puesto s
á dis posición de un príncipe. N unca nación
al g u na consumida' por la anarquía habíase
prestado con mejor voluntad á la obra de
su salvación. N unca, en fin, una emp resa ,
de las pr oporciones colosale s de la Inter-
vención france sa y habiendo debido frustrar-
se po r tantos obstáculos, rué conducida á la
mitad de s u tarea con mayor fortuna y fa-
cilidad. U 11 poco de tacto, una marcha po-
líti ca conforme á la lógica del pasado, cier-
ta dosis de abnegación, algún agradeci mien- '
to á los hombres, buena fé, energía y cons-
. tancia ba staban para coronar la obra. Mél:s
¡ay! he mos llegad o , al mome nto en que . la
es trella de los destinos de Max imiliano y
de l nuevo Imperio, habiendo alcanzado el
r

-
XCVII I

'"
zenit, va á de scender al horizonte, os curecido
de pronto por las n ubes 'q ue la t raición ác u-
mu la, y á desaparecer por fin _bajo el velo
sangriento del Cerro de las Campanas,
¿Por qu é ha acontecido esto? ¿Q uién ha
ex ting uido el gran pensamiento -con cebido?
¿Q ué mano más fuerte que la vo luntad de
to do un puebl o ha derribado el trono edifi-
cado por él? ¿Có m o es que el ídolo de una
nación ha po dido sucumbir en su ' mismo
suelo, á los golpes de sus enemigos? ¿Quién
ha he ch o surg ir tod os los males para M é-
I
xico, de un acontecimiento q ue le prometía , I
t od os los bi enes? ¿Qué serie de faltas ha
podid o comprom eter, no por muy largos
años, sino para sie mp re, la causa de la" raza
latina en A mér ica? Sería preci so, para con-
testa r todas est as preguntas, arra nca r á mu -
ch os hombres,' q ue viven entre nosotros; el
secreto de su conducta pasa.? a; pero se pu e-
de, al menos, contestarlas en parte, revelan-
do ciertos acontecimientos ignorados aún
de la historia y q ue son" la llave de otros
q ue han perman ecido hasta hoy tan enig-
mát icos -co mo ilóg icos para todos los hom-
bres serios.
Cada cosa en su lugar: c umplamos desde
Luego con la menos penosa para . nuestros
sentimientos.
A m en udo en la vida, privada de los mo-
XCVIII

narcas es preciso buscar el móvil de su vida


pública. Los derechos de primogenitura y la
predilec ción eterna en gendraron profunda y
secreta antipatía entre. los archiduques. de
A ustria, Francisco José y Maximiliano. Es-
ta: anti patía debía ejercer grande y funesta in-
fluencia, no sólamente sobre su porvenir, si-
; nq sobre el de l m undo. La princesa 'S ofía,
madre de lós dos ar chiduques, amaba en ex-
ceso á Maximiliano,: cuya naturaleza sim pá-
tica, intelige nte y henchida siempre de arr an-
ques superiores á su edad, hablaba al cora-
.zón de la m ujer. H ubiérase dicho por eso
que leía ella en la frente de l niño la sa ngrien -
ta profecía de l destino. I

l. . U na do ble ab dicación hizo pasar la cor o-


na austriaca á la cabeza del príncipe, qu e pa-
ra defenderla no debía combatir en Sadowa ;
. sino, al contrario, confiar á de Beust, des pués
de esta batalla, el cuidado de apresurar en
E uropa la ru ina de las ideas aléan zadas en
. Querétaro por las balas que han dest rozado
el pe cho de su hefrnano. F ra ncisco José, ele-
vado á la dignidad de Emperador, Max imi-
liana adquiria derechos eventuales á la coro-
na. Desde entonces la .antipatía que dividía"
á los dos hermanos, revistió formas visible s
en las' diversas condiciones en que iban á 's er
colocados por los acontecimientos. El Em-
perador de Austria parecía afecto á la carre-
XCIX
" ,

ra mjlitar; Maximiliano la desdeñó por la ma-


rina. El Empe rador de Austria obedecía to·
davia á las tradicio~es de su familia; l\!Íax i-
mi liano, y esto debía ser causa de su pérdida,
afectó un lib eralismo exagerado, capaz de
insp irar inquietudes al soberano , cuyo pres-
ti g io disminuía, tanto como~ hería los senti-
mientos de su hermano. Todos los actos de
Maximiliano parecían dictados por una ver-
dadera oposición sistemática á Francisco Jo-
sé. Reconocí, des de mi arribo á M ira ma r, los
estragos op era dos en e l alma g enerosa del
archi d uq ue po r ti c on vicción en que estaba
de s u superioridad sob re su he rmano y po r
el deseo que te nía de hacerla 'cono cer, em-
pleando justam ente para 'esto el ú nic o medio
p ropio pa ra ca usa rle su pérdid a. Y lo que
. hacía irreparables esos estrag os, es que altas
influe ncias exteriores desenvol vían en e l ar-
chid uq ue la con vicción , la cual corrobo ró el
t iempo, de qu e los príncipes buscan fuera de
su conciencia y s u fe los eleme ntos de su vo-
lu ntad , es decir, qu e rec onocen de muy bue-
na fe qu e no tienen nin guna razó n dé ser, '
Esta con vicci ón es tá destinada quizás á faci-
litar el tránsito de un orden de cosas repro-
b ado á otro, cu yas bases es tán por hall arse
aú n; mas, de ~ eg u ro, ella p rec ipitará del tro-
o no á todos los soberanos que la div ida n', A de-
más, esnot orio que si la superioridad inte~
" e
lectual ó el ma);'oró menor liberalis mo po-
día n ser erigidos en derecho de a dve nimient o
al poder, aquel qu e hubiera de rribado la vís-
. , pera á un soberano, á t ít ulo de más intel i-
ge nte y más liberal , debería ced er mañ ana .
el lu gar á otro, porque la inteligencia y el
liberalismo no tienen límites conocidos. E s -
tas son ins ensatece s, cu y o m onopolio pa ga rá
mu y: caro la sociedad moderna y Slue de bía n
co star la vida á Maximiliano .
Se afirma qu e el E mpe ra dor de A us tri a,
por su parte, buscaba la ocasión de alejar de
sí á su herman o, de s ue rte que la elevación
de éste ú ltimo al trono de Mé xico ten ía la.
I ,
doble ventaja de colmar las as pirac io nes del
uno, al ofrecer a l otro la op ort unidad de de s-
e mba razars e ' de un rival peligroso. Así, el.
permiso de aceptar
,
lal corona
.
de Mo ctezurna
fué pronto concedido á Max imiliano, pero á,
condición cl ~ que renunciarla á sus de rech os
.event uales al gobierno de A us tria. Esta re-
nunci a" rué consa grada por ,el pacto de fami -
lia firm ado en M irarna r, pa cto que llegó á ser
el motivo de la r uptura co mpleta 'entre am-
bo s hermanos. En efecto, desde su llegada
á Méx ico, el pri mer cu idado de Maxi m iliano.
fué protestar contra ese pacto, basánd ose so -
bre lo qu e Francisco José hab ía co m unicado'
al R eischsra rt h. He aq uí de q u é comentarios,
acompañó su protesta: "Sin du da a lguna h u-
el l '
' ~ , - I

b iese sid o más pruden te, escribió, que el Em- -


¡ . perador de Austria cubriese con velo- más.
1 espeso todo lo ' que ha tratado e~l el últ imo-
con venio, arrancado á su hermano en un mo-
mento supremo; porq ue es preciso nó 'per -
der de vista que, ,
por su iniciativa . le fué
I
ofre-
ciclo el t rono de México <;11 archiduque Maxi-
mi liano."
Animado de semejantes sentimiento s] el':
nuevo Emperador no podía estar preoc upa-
do más que por el deseo de aumentar en E u-
ropa su popularidad, siguiendo en México
una política diametralmente opuesta á la de
. su hermano en el gobierno de su país. , E l.
trono de lVIoctezuma era sólo un escal ónqu e
le aprox imaba al tr ono de los Hapsburg6.
,A sí, p uso ta l persistencia 'en la marcha que
se había impues to, que ~que llos que no es -
taban al corriente de los móviles secretos de
su condu cta, pu sieron en d uda la p areza de.
sus intenciones.
El programa del partido á cu ya cabeza se'
encontraba. Ju ár éz" había ens angre ntado á.
Méxi co durante diez años consecutivos. L a
nación , deseosa de protesta r contra eS,e pro-
grama y de restablecer l a a ut orida d sobre
bases inquebrantables, no podí a haber elect o.
á Maximiliano co n el único y peregrino firb
de substituir á Juárez por un ar chidu qu e ex-
tranjero, para proseguir una -política idénti.-
ca
, ca á ~a ' del presidente liberal , porq~le el sen-
timi ento nacional habría: dado la preferencia
al jefe mexicano, en s ~ aplicación. Ma ximí-
liana, desde.su a rri bo á México, determinó-
se ené rg icamente en favor de la 'política j ua-
,
r ista , El nombramiento.
de su ' ministerio no
p u do dejar duda alguna á los conservadores
acerca de los actos de que iban á ser las víc-
timas, así como sus ideas. Por lo tanto, ya
se podía prever el término fatal del naciente
.
;lmpen o. ,
"
,
Lk presidencia del ministerio impe rial fué
·d ada á R amirez, hombre erudito, ab ogad o
-i lu st re , a rq ueólog o distinguido; pero qu e ha-
, ibia perdido todo su presti gio y estaba en rea-
lidad muerto políticamente desde la presi-
-d e ñci a de Arista, cuyo gabil1;ete dirigió. A de-
m ás. R amírez pertenecía ostensiblemente al
, p árti do liberal y acababa de rehu sar el sen-
t arse entre los m iembros de la j unta de nO-1
.tables,
.
que había proclamado el imperio enI
'favor ele Maximiliano. Sus colegas de mi nis- ,
'te rio eran trán sfu gas del mi sm o partido, y al-
g u nos h ombres nul os de sde todos con ceptos.
'E l nuevo E m per ador, as í rodea do de sus
.enemigos, traic ion ado sin cesar por aque llos
-cuyas disp osicion es le impelían cada dia al
a bismo, obede ciendo á la lógica fatal de s us
des ig nios , procedió á la anulación' del partí-
-d o co nse rvador, el so lo, sin embargo , que le
r
cnr
'habia coronado, el .solo q ue podía sa lvarle ,
el so lo, cuyos jefes principales de bían 1110rir
por él. Es te partido recibió.ipo r úni ca rec o rn-
pensa de su adhesión, el desprecio de l Sobe-
rano, q uien, á veces también, aprovechó to -
das las ocasiones para cu b rirle de ridículo.
El E mpe ra do r y la E mperat riz, en s us co n-
ve rsa ciones partic ulares y su corresponden-
cia oficia l, no se reprimían para I tratar de
cang rejos á los hombres (r) entre q uienes njn-
guno retroc ed ió desp ués, cu ando se trató de
Ve rter su sangre. A hora b ien, este epíteto in-
j urioso era el mismo de que se servían los
j ua ristas para; cal ifica r á los conservadores.
N o só lame nte t od o lo q ue había sido hecho
po r los ult ra liberales fué ratificado, sino se
fué más allá que ell os; y, mientras q ue se de -
databa legales todos los act os de la' adminis-
tración anárq u ica, rehusábase este harta r á
la administración de Miramón, reconocido co-
mo presidente por México y todos los go-
biernos e uropeos. .
E l ejército conservador había prestado ser-
vicios inmensos á la .I nt e rve nc i ón . Unaper-
se cución, tan encarnizada como inj usta, lle-

[ 1] No deb e 01vidarse, para estimar estas preciosas


afirmaciones, qne el mismo. A rel la úo es el autor, como ya
lo he mos di cho, ele estas Consideraciones, en cuya correc-
ción franc esa puso únicamente la mano Hugelmann. [ N o-
ta de A . P.]
CI V
vóse á cabo contra los generales de este ejé r-
J
cito y sus más distinguidosoficialés en tod os
g rados.- Miramón, Márquez, A rellano- entre
otros, fueron condenados á un destierro mal
disimulado, ó á pri sión. El clero no tuvo con-
cesión alguna; el cr-édito público fué ab an-
donado á sí mismo y los liberales tránsfugas
pudieron dejar á la ventura los millones del
empréstito franc és, qu e los traidores de otro
g énero y de otro país no habían podido di-
v idirse entre sí. A sí fué como-el Emperador
Maximiliano, descarriado por las doctri nas
de las escu elas alemanas más exageradas qu e
hayan surgido del sistema de Kant, creía lle-
na r la misión monárquica qu e hab ía acepta-
do y hacía de bu ena fe todo lo qu e era pre-
ciso para s ucu mbir como Luis XVI, entre-
g ando para siempre á su paí s adop tivo á los ,
horrores , de que hab ía contraid o el deber de
libertarle. E n vez' de dominar po r encima de
las exi gen cias ex clus ivas d e los partidos, no
era. ya en rea lida d sin o el instrumento de la
minada demagógic a qu e deb ía herirle, y de
- la cu al apr esurab a el t riunfo abrie ndo de par
en par las pu ertas de los pa lacios imperiales
á los dese rto res aparentes de la cau sa de J u á-
rezo E nt re tanto, las tropas de éste último,
a rma das, p rotegidas po r los Estados Uni dos, _
fa:Vorecidas por las disposiciones -delgo b icr-
no de Maxirniliano, concent raban y aumen-
cv
tab~l]. sus fuerzas, sentían crecer sus espera n-
zas y preparábanse á tom~r de nuevo la ,'ofen-
siva, el día en que sus aliados de 'la 'Uni ón
A mericana ocasionaran extra ño pánico por,
su intervención, de la cual alguna ve z es c ~i ­
biré la historia.
Los abogados O rtega y 'V áz q uez, defe~s 6­
res de Maxim iliano ante el 1c'onsejo de gu e-
- rra que le con~ e nó, expres ában se así á pro-
pósito de la política del .soberano: " Este no
só lo tole r~, sino que mostró una decidida in-
clinación, amparó y protegió á s_us adve rsa-
rios polít icos, partidarios d~ las institu ciones
rep ublicanas." Pero entonces, infortunado,
¿con qu-é de recho osa ste, por ,t u presencia en
el trono, co nt ra riar de fre nte estas institucio-
nes y esto s hombres? ¡Ay! Esta' es una pre- ·
_ g unta que sería preciso por desgracia dirig ir
á la mayor parte de los soberanos de E uro -
pa, cuya conducta es, una p rotesta contin ua
cont ra la existencia de s u corona, qu ienes,
'éncargados po r la P rovidencia ó la acl ama-
ción de los pueblos de f-egir los de stinos de
las naci on es, hacer: todo lo que es n~ ce sa r i o
para apresu ra r la llegada del catacli smo, ql~e
debe anonad a r' t odo.
Los prop ósi to s de los Estados U nidos res-
pe cto á la evacuación de México por las
tropas francesas, eran admi rablemente se -
cunda dos por los ministros de Maxim il iano,
CY l

,enca rgados de procurar pretextos para la


re nuncia de F rancia, No se reprimian para
da r á entender que, no teníamos otro dere-
cho qu e el de enviar millones á México y
sacrifi car á nuestros hijos 'en la defensa de
un tron o combatido más eficazmente por'los
que lo rodeaba!} qu e por las guerrillas ,re-
publicanas, Por eso los abogados de Maxí- -
mi liano dijeron más tarde en su defen sa:
" L legado á México, todos sus esfuerzos se
dirig,ieron á. disminuir la influencia ,franc esa
ha sta donde era posible, supuestas las exi-
gencias especiales de su posición. " Por eso
.se púdo ind ucir al desgraciado príncipe á
de cla ra r e n su s discursos oficial es y sus con-
versacio nes, cuando nuestro ejército ab an-
donó s u Imperio, qu e se felicitaba de estar
lib re al fin de la influencia extranjera.
Cu ando fué decidida la intervención fran -
cesa , el g obier'no de Napoleón III, recono-
ciendoque la barrer a mássegura que había
qu e opo ne r á la invasión de los E stados "
U nidos , era 'la col oni zación de S onora y la -
explota ción de las riq ueza s fabu losas de esta
pr ovincia.Jiabia estipulado su cesión á Fran-
cia ' con el ge neral A lmonte y más tarde con
la R egencia de este ge ne ral, ó al menos el
p rivilegio de exp lotarla en cond iciones que ,
per mitiera n al nu evo Imperio cubrir su s gas-
tos é indemnizarn os de los nuestros . Un
I
\ .
CVIl
tratado h abía sido también aprobado; .pero
Maximilia no, siempre preocupado por co ri-
servar inta cto su prestigio á vista de s us '
,e nem ig os, rehu só ratificarlo. He aquí, por
lo demás, cómo sus defen sores se expresa-
rón .acerca de este asunto ante el consejo de '
g uer ra, desn aturali zando la importancia y 'el
fin del tratado, as í como e l origen de la re- ,
solución tomada p or el Emperador de per- ,
manecer en México, d espu és de la re t irada .
de nu est ras tropas : "No es menos falso el
p e hab er sido ins tr umento de 'los franceses.
L uis N apoleón 'exigía que en el tratado de
M ira mar se inclu yera un art ículo , en el q ue
se ratifi caran. todos los :actos de la llama-
da Regencia. E l obj eto de esa estipulación
era que quedara ratifi cado un tratado con- ,
cluido entre el ministro diplomático francés
y la llamada Reg enc ia, qu e importaba la
pérdida de S onora para la nación y su ad-
quisición por el gobierno franc és. El 'A r-
chiduque, desp ués de h aber aceptado. la co -
rona, declaró que dejarí a más bien de venir
á M éxic o que firm~r t~l estip ulación; y de
hecho, el tratado de Miramar se redactó sin
contenerla. Llegado á Méxi co, uno de sus
primeros actos fué destituir á do n José Mi -
g uel A rroy o, que se había prestado á firm ar
con el ministro francés el t ra tado relat ivo á
Soñara, habiendo tenid o nuest ro de fend ido
cvrir
sobre esa materia diversas contestaciones su -
m ámente desagradables con Mr. Montholon,
que le enagenaron completamente la buena
vol untad ele los franceses . .
:' U na de las principales causas ' que en
Oriz ába lo ob ligaron á tomar' la resolución
, depermanecer en el país, fué que se le pre-
se ntaron datas que le hicieron creer que ha-
, 1 I •

bía un a combinación entre el gobierno de


.
los Estados Unidos y el gobie,nlO ' francés ,
para imponer. á la nación. mexicana un go-
biern o contrario á su ' vo luntad. Tan lejos
as í estuvo nLiestro defendido de ser instru-
m,ento ciego de la intervención frar:cesa. "
130n Migu~l Arroyoprotestó contra la aser-
ción: re lativa á Sonora y declaró que se tra-
tapa únicamente de explotar sus minas. En
cuanto a l pretendido acuerdo, entre el go-
bierno francés y el de los Estados Unidos,
el tiempo 'se ha encargado de probar que
los Estados U nidos no han ofrecido á este
respectó más satisfacción á Francia, que ~ru­
sia para todo lo que se le ha dejado ejec u-
tar de contrario á la causa latina en E u-
ropa.
' A h ora no quiero examinar si la falta de
ejecución de las estipulaciones de la Con-,
vención de Miramar, á causa de la ' política ,
in;~rio'r ~~gl;lida, por Maximiliano, imponía
. á Francia el deber de ceder á las amenazas
\ '
---'~~---....----------
, ,

CE ,

de la Unión. Americana y dejar el ' drama


comenzado á que tuviera su desenlace en
Querétaro. Por mi parte creo todo "lo con-
\ trario, y contin úo en la . narración de los
a co nte cimientos.
L~ inesperada marcha política del Impe-
rio naci ente as egu ró brevemente la pacifica-
ci ón de las provinci as. Un movimiento ge-
neral de reacción: respondi ó á las faltas in-
I . .

creibles del gQbierno imperial; y desde qu e


co men z ó la de socupación del territorio por '
e l. ejército franc és, las tropas republicanas ,
recuperand o su ent usiasmo, se posesionaron
su cesiva me nte de las poblacion es , qu e im -
pe día defende r la desorganización del ejér..,
cito nacional. Entonces Maxirn iliano pensó
en abandonar á México, sin ren uncia r, sin
embargo, á la corona. Co n es te objeto se diri-
g ió á Orizaba, ciudad sit uada al oriente del
país, á cuarenta' leguas de Veracruz, cornu -
nicó su resolución á la casa de Austria y es -
peró respuesta. La archiduquesa Sofía, su
madre, fué encargada, por Francisco Jose,
de contestar á su herrnano. : que si volvía
á Europa en estas condiciones, le sería pro-
hibida la ent~ada .e n territo rio a ust riaco. ¡Y
se dice que faltan asuntos para una trage-
-dia, e n nuestra época!
Antes de su partida á Orizaba y quizás
.aleccio nado al fin por los aconteci mientos
r
ex
sobre la insensatez de , sus tendencias libera-
les y la mayor menor eficacia de los con- "
ó

sejos que recibiera, Maximiliano tentó ta r-


díamente una evolución' política, nombrando
un gabinete conservador. Desde que cono-
ció la resoILlció ~~ de la casa de Austria, lla-
mó cerca de sí á los miembres de este gab i-
nete y al consejo de estado, para saber si de-
bía, á su parecer, ceder el puesto ó conser-
va rlo. La opinión unánime fué que debía con-
servarlo. Maximíl iano sometióseá ella y , tor- .
nando á ~ e r el digno heredero de sus ab ue-
los, entró enMéxico, de donde no volvería
á salir, sino para ir , á Querétaro á reco ger
la palma del heroísmo y el martirio.
Mexicanos de autoridad por su abnega-
ción y carácter, sostienen que el Imperio
podía salvarse todavía en este moment o.
El reducido ejército conservador habíase re-
, constituido con premura. Por desgracia, co -
mo expiación de sus errore~ que le impuso
la Providencia, Maximiliano no pudo pedir
su salvación más que á los hombres qu e su
gobiern9 había perseguido con tanta pasión
como injusticia, Miramón, M árq uez y Are-
llano recibieron y aceptaron la misión difí-
cil de sostener al Emperador en el instante
supremo. Dos de entre ellos, 'abnegados y
leales á Maxirniliano y colocados por él á la
cabeza de las tropas sitiadas en Querétaro,
C'X.l
. '

d irigieron con valor una defensa, q ue de


pronto pareci ó imposible, y retardaron pa r -
dos meses lacaida del desgraciado S ob era-
no . El te rcero, el general Má rq uez, se oc,u-
-pó, segú n pa rece, en la ingratitud, cuando
h abía sido col mado de favores en los 'd ias
felices del I mperio, y preparó de antemano,
para vengarse, la enorme tra ición , que en-
t regó Maxim iliano á sus verdu go s. -
Este .libro ha 'sid o escrito para hacer
.
CG -

nocer al m undo la nat uraleza, los detalles y


las pruebas de esta traici ón. N o pe rtenece
á la m ultitud de esas p ub licacion es de ac-
t ua lidad, escritas sincriterio, sin autoridad ,
sin co nciencia de los hechos, que, in me dia-
t amente des pués de la caida de Maxim ilia-
n o, han invadido la p ren sa con perj uicio de
la justicia y la verdad. Las mentiras, las
a n écdotas ap ócrifas, los erro res han así usur-
pado la misión de la historia y ex t raviad o la
opinión sob re uno de los más g raves acon-
tecimientos de l siglo di ez y nu eve. ' Es tiern-
P? de substituir esas pub licacion es con es -
critos serios capaces de destruir el efecto de
J uicios equi vocado s Ó apasion ad os, de res-
t it uir á los acontecimientos su crono logía,
d e co locar en su época ve rdade ra á los ac-
t ores del drama mexicano y h acer ico n ocer ,
e n fi n, to da la verdad, po r- cruel qu é 'pueda '
s er para m uchas gentes.
V Il!

-- --~. -----
D esaparecidos Max imiliano y Miramón,
el g en eral Arellano e,s el único que está en
posición de revelar, con el carácter de h is-
toriador, las 'ca usas secret as que produjeron
la ca ída de su S oberano, y de dar á los su -
cesos su fisonomía verdadera. La posición.
militar ele este joven ge ne ral; la ' importan-
.cia del papel que representó en el ejército,
. elel que rué director supremo; la importan - '
cia ele los t rabajos que emp rendió pa ra que
/ la resistenc i~ de 'la plaza sitiada pu diese lle-
(
g ar á ser pos ible; su categoría de m iembro
y secretario de l consejo de guerra que ase-
gu ró las g raneles res o luciones to madas por
el E mp era do r, durante el sitio; la estima del
S obera no , de qu ien fué entonces el confi -
dente más íntimo; la estreéha ami stad que
no ha dejado de uni rle á Mirarnón, desp ués
ele su salida del Colegio Mi lita r; y la parte
que tomó en los as untos de este ge neral y
. ¡

los de l E mpe ra do r, so n 'ot ras t~nta s circu ns-


tancias á las cu ales deb e el .gene ral Arella-
no ser el a lma d e la defensa de Queréta ro y
h aber ad q uiridoe l con oc imiento de los he -
chos más se cre tos y la propi edad de tos do -
cu mentos preciosos, que p ublica rá s ucesiva-
mente co n los es t ud ios qu e se g uirá n al pre-
sente. Su ca pacidad extraordinaria, la repu -
tación cientifica de qu e goza, comp leta n s us
CXl lI

títulos pa ra qu e merezca la atención sena


de l lector.
A fuer za de au dacia y -g rac ias a un a s~l er­
te extraordinari a, es te g ene ra l esc apó m ila -
gr o~am ente del s uplicio. d espués de la oc.u-
I p ación .de la plaza de Q ue ré ta ro . Tuv o en
.se guida la intrepidez y la feli cidad de poder
llega r á M éxi co baj o disfraz y pe net ra r ~n
sus m ur os, á pesar de la pres encia de los re - , I

p ub licanos. A llí tuvo noticias .de la conduc-


ta de Márq uez y fué testig o de sus últimos
a ctos, lo qu e le pu so al alcance de da rse cuen-
ta perfectamen te d~ to do lo que h ab iahech o
e l traid or des de el d ía en qu e h abía aba ndo -
nad o á Q ue ré taro ~o n la m isión de vo lver
aprisa á la .cabeza de fuerzas capaces de ha-
cer .ret roceder á las de Escobedo. E l gene- -'

ral Arellano', comprendi end o la impo rtancia


de su s .revelaciones, no ha perdo nado nada
pa ra precisar su a lcance , aco mpañándo las de
pr ue bas irrecu sables é ind ispe nsab les, sobre
todo pa ra familiariza r a l público con la id ea
de u na trai ción apenas so sp echada, De las
. .
páginas que van á segui r se escapar án to-
rrentes de luz, con cuya ayuda será fácil im-
pe dir el cri men de s ubstraerse al anatema
universal. Se puede de h oy en ade lante co-
nocer y señala r á todos 10 5 q ue fuero n t ra i-
dores y aban do na ro n a l Soberano. 'Suced e
lo mismo co n aque llos qu e fueron traido res
I
CXIV .

á la humanidad en este gran desastre de Ia


raza lati na? No me atrevo á de cirlo todavía;
pero, en todo ,caso, ó mucho me engaño 6
nos aproximamos á una hora terrible, cuya
marcha en el cu adrant e de los siglos s ólo á
Dios pertenece ha cerla avanzar 6 retroceder.
Oct ub re 25 de 1868 .

G. HUGELM A N N•

..
• I

INTRO DUCCION \
.
S i alg ún día la cas a de A ust ria ó la a ugu s-
ta E mperatriz Ca rlota p ueden ocupa rse en
.rendir á la memoria de l 'E mperador Maxi-
miliano los ho menaje s qu e merece, c~'eemos .
q ue les será indi spensab le recoger el informe
ele los generales (1) Y las act as: de los consejos
(1) Habiendo re husado el cónsul de Austria en la Ha-
bana y el mini stro de esa potenc ia en los E stados - Unidos,
al comandante R odríguez [ a J, poseedor de esos do cumen-.
tos, los medios necesario para ir á Europa, con el objeto de
pon er á d isp osi ci ón de l a fami lia del E mperador Maximi - '
liano esos preciosos man uscritos, el señor Ro dríg uez tu vo
que de mora rse en Cuba, adonde murió el 16 de Diciem -
br e de 1867.
Sería dep lorab le que á esos document os cupiere la mis-
ma sue rte que la de los archivos secretos de que se di ó

(a) Pa tricio R odrígue z, ayud ante ele entera con fianza


ele Are lJano . D ías antes ele qu e part iera éste á Veracru z,
en cam ino para Europa, R od ríg uez le precedió, llev ándo- "
se consigo el equipaje y un legajo de papeles im portant es'
acerca del Imper io. I

Arella no vi ó morir de fieb re amarilla en la H aban a á


Rodrí g uez.
E ste Rodrígue z, con el comandante Pioquinto Clave -
rí a, adiestrados por A rellan o, como se ha leido, desempe -
ñaron buen papel en la come dia eJ el pro nunciamiento de la
Ciuda dela, en pro ele la Re pública, cua ndo el gobierno
de Miramón, y la cual comedia prod ujo veint e mil pesos
á Arellano. -(h'¡'ta dc A. P.)
CX VI

de guerra, sob re loscllales está basada la


acusación terrible y fundada qu e dirijimos
hoy co ntra el h omb re que t uvo la triste sa -
tisfacción de 'consuma r la ruina de su patria,
y de entreg ar un Soberano á la ven ganza de
sus enemigos.
E sos documentos
, justificativos, que son a l
cue nta en la Opin ión iVá~ io ll al del 28 de Febre ro de 1868,
en estos términos : "El padre F ischer , am igo y confesor de
" M3:xirhiliano, ha 's alido de Mé xico. Un di ario americano
"asegura que, poc os dí as antes de su salida, vendió por
"tres mil pesos, al gobierno de l pres id en te Ju áre z, varios
','pa peles secre tos qu e le hab ía con fiado Maxi mili an o."
Casi' al mismo tiempo que los di ario s de lo s E sta dos
Unidos d aban es ta noticia, E i Siglo X I X de Mé xico pú -
blicab a un os ap u ntes 6 not as biogr áficas sobre un gran nú-
m ero de me xic anos, not as calumniosas que suponía ha be r
sid o encontradas en la se cre taría del E mpera dor. Es muy
extr añ o que los republican os no hu biese n dado con ese li -
bro ; sino Oc1lO me ses después de su entrada en Palaci?, y'
ql;le no tuviesen antes noticias de su exi sten cia (b ).

[b] L o que el a utor llama notas cal umni osas es el li-


br otitulado L os traidores p iutados p or sí m ism os, cuy a au-
tenticidad está comprobada por el doc umen to siguie nte: .
" Secretarí a de E stado y del Despacho de R elaciones
E xteri ores. -E l infrascrito, Oficial Mayo r de los Mini ste -
rios de Re lac iones Exteriores y Gobern ación, certifica que
lo qu e sigue está tomado de un libro q ue dejó D. F er -
n an do Max irnilia no de I-Iapsb urg o, en las piezas del .Pala-
cio :N"ac iona l en qu e estaba su Secretar ía particul ar: qu e
la parte en español de di cho libro está fielm en te cop iada
y la parte en fra ncés correctamente trad ucida.
" México, D iciembre 24de 1867. -i\Ianuel Azpiro z."
Este docum en to oficial precede al tex to ' de l libr o" en
q ue se juzga dura, pe ro im parcialmente, al ge neral Migue l
Miram ón, am igo ínti mo de Are l1 ano, y á- éste: por lo cual
le llama notas calumniosa s. [ .!V ot a de A , f'. ]
. '
• C X. V. Il

mismo tie mpo u n testimonio dela conducta ,..


heroica de M aximiliano y un nu evo título de
, g loria para .su cas ?-, fueron perdido s por el'
-Emperador 'la noch e misma de la traición,
que le hi zo caer en manos de los sol dado s 'de
Juá rez. P or fort una, el co man da nte Rod ri-
g ue z, q ue los habiaescrito con su p ro pia ma-
no , log ró sal var un ejemplar de 'cada docu - , '
"
mento , La fa mi lia ' im per ial, de A ust ria, les
tendría ya, si la mu erte no h ubiera sorp ren -,
d ido en su ca mino á ese va liente -ofi cial.
Para q ue la opinión pública déá nuestra
nar rac ión su va lor posit ivo , debemos de cla-
ra r q ue he mos s ido am ig os de l gene ra l Má r- '
q uez hasta el día en q ue ya no nos fué posi-
b le du dar de su t ra ición; que nos ha pre di-
. gado, que nos pro diga a ún elogios 110 me -
re cidos, por los cu ales le estábamos antes
profunda me nte reconocidos, Hemos se ntido .
el mayor dóla r, cuando su s ac tos nos re d u-'
jeron á la d ura extremidad de rasgar el ve-
lo con que creía poderla cub rir; pe ro era pre-
ciso hace r conocer toda la verdad.
Envueltos por cas ua lidad en su venganza ,
v,íct imas del ostracismo, s ufr imos hoy,en país
ext ra njero, las fun estas consecuencias de s u
triunfo. Sin emba rg o, al escribi r este libro,
hemos apartado 'lejos de nosotros t oda pasión
y to do od io. Te niendo qu e dar cuenta ton
co lores débi les, de hechos infam es y se nt í-
CX VIII

rriientos bastard os, nuestro estilo ha tenido


. q ue revestirse de 19s reflejos p álidos y tristes
de los aconteti mientos. El lector tendrá q ue
deplo rar con nosotros la profunda verdad que
encierran estas páginas .dolorosas -y que re-
conocer la t rai ción de n uestro antiguo com-
pa ñero de armas , q ue q uedará demasiado
clara y manifiesta.
Como mexicanos, no tenemos vergüenza,
porque nuest ra hermosa patria ofrezca al
m un do, en un a épo ca tan so lemne 'para su
h istoria, losno mbres de Márquez y de L ó-
pez. L a t raición es cosmopolita. N o perte-
nece á tal óá cua l p ueb lo. 'E s de todos los
.países; ha manchado los anales de todas las .
naciones.
Por dos seres viles, condenados al rernor-
dimíento, i cu ánt os hombres leales, fieles á
s u Soberano en las angustias del infortunio,
supieron olvidar el desprecio y las humilla-
ciones co n q ue se res había hecho sufrir cuan-
do estaba en -medio de la prosperidad! Por
causa de dos píca ros , el mundo ad r:-1ira á un
ejército, perseguido, destruido y que, sin em-
bargo', h a combatido heroicamente para sal-
var al E mperado r. Desgraciado ha sta el he- .
roismo, no po r eso dejab a de pro digar su
sangre, su valor y su inteli.gencia. E n ' fin,
corno cont raste á la perversidad de dos mons-
tru os de ingratitud, ¿nó se vieron ge nerales
------~-------------P- I.'-

CXIX

lle nos de corazón, s umidos en el destierro


por el rencor de los hombres ó de 16s parti-
dos, correr á la hora suprem,a para poner a l
servicio del augusto Maximiliano s us ' espa-
das , sus brazos y sus cabezas? E l país,q ue ·
p ro d uce h ombr es tan generosos" de be co lo-
carse alto en la estimación del mundo, au n- ' ,

q ue 'esté devorado p.or la: ana rq uía. Por es o


tenemos como una dicha h;:¡b~rvisto la prime -
ra luz sobre su suelo privileg iad o, y con gus-
I ' .
/ to consagramos hoy un pensamiento de amor
á esa patria infortunada, haciendo votos ar-
dientes po r su felicidad fut ura'.

París, á 22 de Marzo de 1868.

, 1,

EL GENERAL M. R . DE 'ARELLANO.

BANCO DE LA EPUBl/CA
BlBlIOTEU LU IS-ANGCl ARANG .....
el .,. , ~\'JA('I( ".
l' ...
ULTI NfAS HORA S DEL 'IMPERIO

L a verdadera causa de la .caída del Imperio


Mexicano es desconocida. - La traición d e
López fué una de las con secu en cia s de Ta
del general Márquez.- ·Origen de este libro.

La causa principa l del des enlace, q ue de una


man era san g rienta terminó el dra ma trágico del
Imp erio de Maxi miliano, es generalmente deseo-
no cida y casi ignorada de la op inión pública, tan -
to en el Antig uo como en el Nuev o Mundo.
Favorec idas por las espesas tiniebl as en Rue
es tá envu elta la ve rcla cl.Ja tra ici ón y la venganza
se des cubren ellas mismas y se pon en en exhibi-
ción sin sonrojar se. Se lisonj ean en vano con fIue
los hechos acabar án por p erd er p ara siemp re su
verdadera fisonomia. De la escena final de la he-
m ica defens a de Q ue r éta ro , ad on de el E mpe ra-
do r Maximiliano adquirió una gloria militar q ue .
nad a pued e e mpa ñar, no se co noce sino la tra i-
ció n de }jlnez, de ese rlesgrac iado , cuyo nom-
b re , trist emente célebre, no podrá pronunciarse
entre to clos l os pueblos civilizados sino con . una
2
expresi ón de horror (a). Pero esa traic ión tan te -
rr ible co mo ines pe rada , no es sino uno de los re-
sultados de la del general Márqucz , ve rdadera
causa de la ca ída del Imperio, y más que nad ie'

[á] El coro ne l Miguel López se ha reivindicado del


todo del dictad o de traidor Ma xirnilia no, su amigo y
á

compad re, y aparece abara en la conciencia de la Nación


como un marti r de su cariño, grati tud y lealt ad éste . Te- á

n ía banda fe en la justicia que le harí a el porvenir y por


esto escr ibía en su de fen sa tit ulada La Toma de Queré-
ta ro, (lue vió la luz el 13 de Noviembre de 1867 :
"Elltre tan to, levanto mi fren te muy alt a pa ra decir á
-(1 ' . (. -,
m is 'a cusadores y al mundo todo, QUE TENGO EN MI r o -
v/m:UNA PRUEBA SOLEMNE, I R R ECUS ABL E, SAGRADA,
I (JI
,

'J
I

l e
l

_
" "

;
DE
. (!I!/ JNOCEN.CIA, que ~l,ofdebo ('{p oner á las h ablillas .mlga -
, • res; p cr(l que p r esentaré donde)' cuando sea cotructticntc,
y ante ella tendráu qu e descubrirse con resp eto )' confes ar
'm i ino cencia cuantos Itastll' ah or'a 1(1 hall atacado, llev aJl-
l
Ldo su insolmda h asta supo ne;' 'que el Emperador mismo
1Il1/ acusaba . .Mientras ese .momerílo llega, .no volveré á
escr ibir n i. una línea má s."
1. . ., •

E se, ~ !lsiG\c) o .mo mento .llegó ya, pero de spués d e trece


, añ
,~~
os de ,.dormi r el sueño eterno el coronel Miguel L ópcz:
falleció de neumon ía el 26 de Ab ril de 1891 en la casa
n úmero 1 c1'e la I~ calÍc de Hidalgo . ¡ .

Ila pr ueba sole mne es un docu mento de puñ o y letra


de Max imiliano, que dice:
"Mi querido .coronel L ópez.s-s.Os recomend am os guar -
da r ).)l:o{undo ,~ j gi lo sobre la com}sióH qP~ para,el ge neral
E scobedo os en cargamos, pues si se,clivulgaqued ar á man -
cillado nuestro honor.- ' ¡
Vu estro 1,
afectísil{lo- Maximilia-
no."
: E stá escri to este' doc um en to cn , Ull q. tira ele pa pe!'. E l
corone l L ópcz 10 guardaba cui.Iadosrune nté en una g a\'e
ta secreta de la estantería desu despacho y ,fuí yo un a ele
.Ias plii1l1cras pers~ma s qu e lo con oció.
' ....
o
r esponsable ante la histori a de la muerte ele Maxi-
milian o. La sang re elel infortunad o príncipe g ri-
tar á siempre co ntra él y caerá sobre s u memo-
ria, co rno cae sob re el verdugo sobre el asesi-
ó

no la sangre de las víc timas que inmolan.


A fines ele J unio ele 1887, el coronel López puso en ma-
nos elel ge neral E scobedo, solicitu d ele és te , el do cu-
á

me nto, prev io recibo que firmamos, por h ab erlo qu eri do


así el in ter esad o, el Lic. I gn acio M . A ltamira no, el ge-
n eral José Mo ntesinos y yo. E l recibo está en po der de la
famil i ~ del coro ne l López, q ue reside en la ciud ad ele P úe-
bla,
Un h ech o sing ula r h a aco nte cid o, despu és de 36 año s
transcurridos de la en trega de la pl aza de Qu erétaro P Oi:
Maxi rniliano: la Junta ele autén ticas d el Minist er io de
G uerr a acaba ele decla rar por un animi dad que el elocu-
mento es fal si fi cad o; pe ro uno de los voc ales de la Jun ta ,
el más ilustrado y compete nte, el general J esú s Lalan ne ,
afirma con acopio for mi dabl e de pruebas que el falsi fica -
dor fué el mismo Maximi lia no, quie n ahora apa rece, no
sólo como trai dor á su partido, sino que también como
'traidor á su amigo más cariñ oso y grato y su partidario
á

más leal: al cor onel M igue l López.


Componen la Junta ele a uté nti cas los generales, de di-
visión, Ignacio E scudero; ele bri gada, J esús Lalanne, Do-
roteo Lóp ez y A lbe rto E scoba r; bri ga llier Ignacio Salas;
corone les, Gustav o Ma ffs y R afael D ávila, y mayor A n -
drés Matees. La Junta, al hacer esa el cclaración , estuvo
presid ida por el general Be rnardo Reyes, cua nelo era Mi -
n istro de Gu erra.
No se comprende e l interé s y la festinaci ón co n que el
ge ne ral R eyes obró en este caso para a meng ua r la [;'/ :111 -
cleza de la Pa tria, del prirticl o liberal y de Ju árcz, y 1:1 me-
moria de un o de los -jefes más pr estigiosos de l Ej ército,
ele! gene ra l Mariano E sco be clo, q uien res pe tó y agasajó
á

en vicia. [¡Vola de A . P. ] .
4
C uando nos resolvimos á escribir la hist oria de
la defensa de Querétaro, para cumplir los último s
des eos del Emp erador y del gene ral Miramón,
para rendir al mismo tiemp o un homenaj e á la ve r -
dad, nos propusimos g uarda r un silenci o abs olu-
to sobre los acontecimi entos que derrocaron el
trono de México, hasta el momento en que pudié-
ramo s som eter el conjunto á la opinión pública
en un cuadro completo , ilustraclo con pru ebas au-
ténticas y s olemnes, cuya existencia todavía es
ignorada de todos; p ero qu e con una previsión
laudable el Emp erador Maximiliano legó á la pos -
o teridad. E sa s pruebas a testig uan qu e ese prín-
cip e, al caer del t rono, supo elevars e más alto que
antes de hab er tenido q ue sufrir la ven ganza de
sus enemigos.
Márquez, emb arc ado con toda s eguridad en
Veracruz por Porfirio Diaz, durante la p erman en-
cia de este último en ese pu erto para organiza r
la ex p edición á Yu catán, ha fingido evadirse (a);
ad emás, ha as egurado falsamente que pos eía ca r -

[ a] Re specto esto, accediendo á súplica que le hici-


á

mos, nos ha di cho lo que sigue el general D . Porfirio D íaz:


"Si bien yo me encontra ba en Veracruz cuando se em-
barcó M árquez, esto no lo supe sino cuatro año s desp ués,
que me -lo refirió D . Jorge de la Sern a, al decirme que él
rué quien protegió su viaje."
E l ge neral D . Jesús Lalaune afirma lo 9.ue sigue acerca
del mismo punto:
"M á rguez se embarcó con toda seguridad en Veracruz,
no por Porfirio D iaz, sino por D . Jorge de la Serna, han-
quera y come rciant e, en cuya casa se ha bía refugiado
Márquez, por ser entonces el señor de la Sern a el jefe de l
5
tas de Maximilian o, que le orclenaban no volv er
á Querétaro y mantener la capital (1). . Estas
dos circunstancias nos obligan á romp er inme-
diatamente el silencio para bosquejar rápidamen-
te la historia de la traición de Márquez. E se es el
principal y verdadero obj eto de este libro.
partido liberal en aquel puerto. Esto me lo dijo su misma
familia ."
Según datos que hemos recogido de fuente fidedigna,
Márquez se escondió en la casa de un anciano, cuya fir-
meza de ide as conse rvadoras estaba á toda prueba. Már -
que z vivía á la caída de la plaza de México, en la calle de
la Acequia, casa de Loper ena. Allí llegó, el últ imo d ía
del Imperio, y le dijo á su madre, á quien adoraba como
ít Dios: '
- Mach-e, acabó tod o; aq uí estoy: échame tu bendición.
El día que se publicó el decreto que rezaba que todo el
que ocultase á alguno de los ge nera les imperialistas, no
siendo padre, hijo ó herma no, sufriría la pen a de seis me-
ses á dos año s de prisi ón; entonces se aterrorizó la perso-
na que ocultaba á Má rq uez y le dijo:
-Señor, ¿qué hago?
- N o tenga usted cuidado; no lo comprometeré, H á-
game usted favor de ir por Pe ralvilla á ver cómo se en-
cuentra aqu ello.
Con esto, el an cian o vi ó abiertas las puer tas del cielo y
observ ó por allí gra n movimiento de trauscuntes y supo
que había soldados en la iglesia de los Ange les, porque la
policía buscaba á Márquez, El anc iano dió la noticia á és-
te, quie n en la noch e,. no teniendo confian za más que en

(1) Car tas de la H ab ana nos h an dado á con ocer esta


nueva torpeza de M árq uez, H emos sab ido, adem ás, que
el aboga do Lacunza iba á escribir un manifiesto por orden
suya . Como López in tent ó ju stifi carse ante la opinión pú-
blica, no sería ex tra ño que M árqu ez le imitase.

.....
G

11

La traición del general lVIárquez 'f u é una ven-


ganza premeditada .-Influjo de este gene-
ral d urante la Interven ción fr a n ces a. -Im -
pcr tancia d e su t r iunfo en M or elia.

Parn mejor ap reciar el hecho horrible, cuyos


det alles va mos á revela r, es necesario q ue recor-
de mos algunas de las circ uns tancias p re liminares
q u'C motivar on la venganza del gene ral Má rque z,
D urante ocho mes es ob ed eció al se ntimient o qu e
le imp ulsab a á tr aicion ar, prepara ndo un plan,
p uesto desp ués en ejecución con una sa ngre fría
y una fi rmeza qu e es pa ntan.
su fam ilia, dej ó su escondrijo ye n compañ ía ele su mad re
y sus he rmanas, con quienes iba de l bra zo, se dirigió á una
casa de la calle de San Migue l, la cual había sido alq ui-
lada de ant eman o por una tercera pe rsona para exclu sivo
escon drijo ele Márquez.
E n la calle topa ro n con tropa y Márquez impasible con-
tinu ó su cam ino.
De spués de seis mese s, cierta tar de, á las cuatro, salió
ele la ciud ad, disfrazad o elearriero . Le acompaña ba un in-
el ividu ¿ . E n la calza da de la Vi lla ele Guadalu pe se en -
contraron con cuatro solda dos, á quienes apare ntaron no
hacerles caso. Transcurridos algun os día s de camino, una
ma ña na , á punto de llegar á una gran barra nca, vieron ve-
ni r tropa dcl otro ,lado.El aC<:)ll1pañante de Márquez, asus-
tado, indican do un a vereda, prorrumpió.
-Nos desviaremos por aquí.
7
1
D espu és de la r up tura de la c ~nv ~n cl o,n de"
Londres ,' el goUie rno fran c és r esolvi ó int erv enir
solo en México. S us fuerzas, q ue ha bían p éll't 2
tr ado hasta Puebla, 'se vieron '¿bligaaas á retroce-
der - ha s ta O rízaba á consecuencia del desa stre
qu e sufrieron el 5 de Mayo de '1862 ell el at~qGe

y Má rquez elijo :
-- No, de n inguna manera, porque ya nos viero n . 'Ah ~-
ra ' no h ay más que seguir /adela nte . ,..(, ,.
'1-a 'tropa y Má rquez se cruzar~n ' en' el fond o de la h!l-
" I
rran ca , Adiós, am igos-pasaban dic ie ndo uno que otro
soldado á Márquez y su acompañante. Y los <1ds ell os iHdn
. • , . l '"
con testando: adiós, amIgo .
Arsu llegada á Veracruz, á la ún a' de la tar de; ele'sl)üés"
ele diecis éis dí as ele penalidades sin cuento, Mtu:quez 'se
le pre sentó á Don Jorge de la Serna, quien afort~i1ada.
me nte se encontraba solo en su tienda, porque los depen-
die ntes ha bían ido á comer. Márquez, todavía en traje de
arr iero , le saludó y pu so en sus man:o's un a ~artitá de ~ ie r-
ta señorona' de México. 1,

Cuando el Sr. de la Serna leyó el nombre de Márq~lC z,


quedóse de spa vorido, mirando de piés á cabeza dI' ar riero.
- Pero, ¿usted es -el-general i\1á!'ll l1ez?--le pregu ntó. '
,- Sí, se ñor-conte stó Márquez. ' J
l' ' I

- Oiga usted-le dijo el Sr. de la Serna, viendo llar to-


dos lJd05, para cerciorarse de que aun no llegaba nadie-e-
yo no puedo tenerle aqu i; pero, ¿cono ce usted 'á la fa-
mi lia .:t * ~,(. ? 1 t j"

- Si, señor.
- ¿T iene usted confi anza en ella?
- Sí, se ñor.
-P ues vi ve allí en frente. Vam
,
os allá. I
Má rqucz estuvo en un a pieza en la c¡ ue nó entra ba mas
, o . í J I

que de cuando en cuando llll O de los miembros de la fa-


milia de la casa, para ver qué se le a lrecia.
8
del fu ~rte de Guadalup e. E l g eneral ele Lorenc ez
acababa de dirigir ese movimiento ele re tirada,
cuando Márquez se declaró por la Intervención
francesa, al fren te ele tres mil hombres de tro pas
conservadoras (a); Ese paso decisivo ejerció
g ran de influjo sobre el des tino futuro de México.

E l general Porfirio D íaz, á su arribo Veracruz, fué


á

festejado
I
y ovacionaelo en la casa .de don Jorge de la Ser-
na. Márq uez, pues; fué testigo auditi vo de la gran mani-
festació n popular que se le hizo al caudillo del 2 de Abril .
,T rans curridos algunos días , mandó comprar un traje
azul
,
y unI sombrer

o corri ente y, se rasur ó. Serían las cin -
ca de la tarde, cuando salió de la casa, en compañía de
un~ persona, el~ direcc ión al muelle. A poco andar, vieron
venir á un grupo ele gen te .
,- ¿Qué hace mos?--le preguntó su acompañante.

[ a] D ice el general J osé María Cebos en su Ma nifies-


to á la R epública Mexicana, el año 1862:
"Márquez, sin examinar los propó sitos ele Almon te, sin
apoyarse en , segu ri ~ades que salvaran, cuando menos, su
nombre ante la nación, y cuidándose bien poco del deco-
ro de su patria, corre como fugitivo á .ponerse al lad o de
los france ses rechazados en Puebla, trayendo con engaño
dos brigadas de caballería, cuya formación nada le debía.
"Aun me quedaban fieles algunos cue rpos de esa arma
que po pudo arro llar el Sr. Már quez, y toda la infan tería ,
art illería y trenes acantonados en Chietla."
Esto aconteció en Atlixco el 12 de Mayo de 1862.
M árquez en esta ocasión dijo á Cobos:-Solo cleseo la
salva ción de mi pat ria.
y Coba s le contestó:-Es muy' singula r ir á buscar la
salvac ión de la patria al lado de sus invasores y á las ór- .
den es de Almonte, súbdito de Maximiliano, [¡Vota de
A .P.]
9
Hasta entonces el país se hab ía abs tenido de to-
mar parte en esa empresa regeneradora; p er o
desd e el momento en q ué Má rquez y sus trop as
ace ptar on la Inte rvención, és ta adq uirió una g ran
fuerza moral y el porvenir fué preparado seg ún
los deseos de la mayoría de la Nación. Cuando el
cue rpo ex pedicionario pene tró nu evamente e n el
int eri or, la Inte rvenc ión .fué ace p tada y el Imp erio

--Segui r adelante . Creo que son unos m uchachos -e-di-


jo Márquez,
Codeándose con el grupo de gente pasaron Má rquez y
su aco mpañante .
En el mue lle, in minente fué el pe ligro y asombrosa la
s a n gr~ fría de M ár quez. H abí a paseantes y mi litares, so -
b resalien do la figura de l ge neral D íaz. Márquez pa só co -
mo á qui nce pasos de éste, que, rod eaclo de jefes y oficia-
les, en tre ellos el ge neral Ala torre, con versaba con don
Jo rge de la Sern a, con interé s sumo , acerca de-la contra-
ta de una embarcación y d e su capacidad, su tseg uridad y
velocidad y de las reformas que pod ía hac érsele para que
se conduje ra él ma yor número de soldados á Yuca t án.
M árq ue z no se embarcó de pr onto, para no in fundir
sospech as. Pase óse un momento; se le indicó sigilosamen-
te cua l era la lancha que d ebía ll evarle ha sta el bu qu e en
que tomaría pasaj e; y de spués, transcurridos unos minutos
que fueron siglos, se metió en la la ncha, la cual h ízose lue-
go á la m ar, sin que n adie, ma s qu e su acompañan te y don
J orge de la Serna, sup iera que ese día el general Márquez
se alejaba de México.
Tenía pensado partir á la H aban a; pero la llegada ele
la s tropas republic anas á Veracruz le cam biaro n de pr opó -
sito y tu vo que tomar pasaje para N ueva York.
Su. salvación l a debió úni cam ent e á la im pasibilidad
pa sm osa que le acompañó siempre durante su vida m ili-
ta r y de cuya bondad ab usó. [N o/a de A . P].
10
proclamado, y, al mismo tiempo, hombres de to-
dos 103 colores políticos se agruparon alred edor
de l nu evo orden de cosas. Así} pues) el g en er al
Márq uez ejerció un influjo ex traordinario á favo r
de la Intervención fra ncesa y sobre su resultado
inmediato, que fué el restablecimiento de la mo-
narquía.
E l cuerpo expedicionario, consid erablemente
aum ent ad o, avan zó primero hasta la capital de
México ) adonde se proclamó el Imperio. A1Z"Ull0 S
dias\ desp ués, el general Bazaine ernprenslió sus
operaciones militares en el interior del' pa ís.
El centro estaba comp uesto de tropas fran ce-
sas; "los fl ancos , el e tr opas mexican as á las órde-
o nes de los genera les Márq uez y Mejía. El prim e-
ro ocupó á Morelia, punto sobre el cual el gen e-
ral U raga dirig ió un cuerpo de"tropas consider a-
ble, y adon de poco faltó al na ciente Imp eri o me-
xicano para desaparecer ante el impulso de las
armas re publicanas vigorosamen te lanzadas con-
tra esa plaza el 1 8de Diciembre de 1863. Már-
c¡uez rechazó con va lor el choqu e del enemigo;
salió herido en el combate, pero conjuró el pe ligro
Cjue amenazaba derrocar el nuevo tron o al día si-
g uien te á aq uel en q ue se había erigido (a).

[ a] He aquí uno de los parte s acerca de esa acción y


en el cual hay alguna que otra ine xactitu d:
" Pre fectura Política de Michoacán.- Morelia, 18 ele
Dic iembre de 1863.-Desde el d ía I I del actual comen -
zuron á rec ibirse noticias de que los enem igos del orde n
tra taban ele atacar esta plaza, sirviendo de apoyo á la ve-
racidad ele tale s anunci os la mar cha ele diversas fuerzas y
11

111

P r im er error p olít ico d e M a x imilia n o.- E l Mi-


nisterio se ocupa en s a t isfacer venganzas.-
Se encarga a l g eneral Márqu ez una misión
en el exterior .

Seis mes es habí an pasado ap en as, despu és de


la memorabl e defensa de Morelia , cuando Maxi-
miliano hizo s u en trada s olemne en México, acla-
mado con entusiasmo p or una soc iedad desqui-
ciada , como el r egen erad or qu e iba á libertarla
de la anarquía. Entonces fué cuando s e cometió
un error, cuyos resultados fueron des as trosos, pe -
por diferentes puntos h acia esta Ciudad . Inmediatamente
d icté por mi parte las providencias que creí oportunas, po-
niendo exploradores y ma nd ando extr aordinarios con los
avisos respecti vos al Exmo . Sr. Ge ne ral Bnzai ne , Las no -
ticias continuaron recibién dose con alguna var iedad y en-
tre tan to se d ió publicid ad á. la disposición del E xmo. Sr.
Gene ral Baznine , declara ndo vigentes las prevenciones del
libro cuarto, título segund o, del Código Militar Franc és,
rela tivo á. conspira dores y tr astorn adores del orden p úbli -
ca . P or fin el 16 se pl:d o ya creer que la plaza sería ata-
cada , y el E xm o.,Sr: Gen era l D . Leonardo M árquez hi zo
la declara ción de sitio propio del caso, aunque manifes-
tú nd ornc (¡ue con ti nuara en el eje rcic io de la pr efectura.
E l mismo (lía los en emigos lan zaron algunos tir os de ca-
Mm; pero esto duró un cor to tiem po: aye r lo hicieron ya
en mayor número, sin du da para recon ocer el estado dela
pla za, con tinuando así durante la noch e y avista dos por
12
ro cuya causa debe atribuirse al espíritu ilustra-
do de l Soberano) á sus buenas intenciones y á la
falsa idea que le hizo conside ra r á sus enemigos
de aquel mome nto co mo los futuros partidarios
del go bie rno imperial. Este error fué el nombra-
mien to de un ministerio liberal Ca).
los cuatro vientos; de tod o 10 cual se mandó aviso p or ex-
tra ordinario al Ex mo. Sr. General Bazaine; hoy tJ las seis
ele la mañana acometieron en nú mero mayo r de ocho mil
hombres á las órdenes, según se sabe, de Uraga, Dobla-
do, Negrete, T a pia, Iglesias Berrioz ábal, R égules; Alva-
rez, Miranda, Caamaño y otros, ele una manera tan 'vio-
lenta, denodada y tenaz por todo el ám bito de la ciud ad,

[ aJ E l M inisterio, considerado como liberal por el par-


tido conservad or, fué el siguient e: Jo sé Fernando Ramí -
re z, Nego cios Extranjeros y Marina; Peelro Escude ro y
Echan ove, Justicia; Luis R obles Pe zuela, Fomento; Ju an
de D. Pe za, Gue rra; Jo sé M a r ía Cort és Esparza, Gober-
nación; Manuel Siliceo, Instrucción P ública; :M. de Cas-
tillo, Hacienda.
E l L ic. Igna cio Alvarez, en su obra Es tudios sobre la
Histo ria General de Mé xico, t. V I , pág. 316, dic e, refirién -
dose al nombramiento de los cuatro primeros Ministros :
"Pues ya con estos nombram ientos se vi ó que el E mpe-
rador hacía completa exclu sión del parti do con servador ,
entregándose en las manos de l liberal moderad o, que es
el peor de cua ntos cír culos políticos puede haber. Forma-
ba también parte de l gab inete el Sr. Velázquez de L eón,
cuya debilidad lo había hech o ya hacer traición á los sa -
nos principios, pre stándose á firmar el tratado secreto de
Miramar."
E l Lic. Alvarez asegura acerca elel Sr.. Sil íceo, en par-
ticu lar, q ue se le habían sorprend ido unas carlas, que de- .
mostraban su con niv encia con D. Benito ju árez, [ l\Jota
de A. Po]
1~

Los hombres q ue formaron ese gabine te , subie-


ron al p od er an imad os p or p asion es pol íticas y
aún por odios p ersonales. Verdaderos e ne rn i-
gas del Imp eri o, si no del Emp erador, conspira-
r on sobre las g radas del trono y prepararon la
caída desde el prim er día de su nombramiento.

que á las dos h ora s mu ch os pisaban ya la plaza; pero á la


vez fué tan vigoros a, tan nobl e y tan entusiasta la resisten-
cia de los defen sores de ella y tan heroico el valor y de-
nuedo de los jefe s, sie ndo el prim ero el E xmo . Sr. Ge ne -
r al D. L eon ard o M árquez, quien en persona hizo frent e á
la impet uosa multitud, y muy digno s de elogio los Sres .
Gene rales Mo ntenegro y Gutiérrez y otros, que no men -
ciono por no tener tie mpo, que en un insta nte fueron arro -
jados, dejand o mu cho s mu ertos y herid os, pri sioneros en
número consider able, y alg unos que voluntariamente se
pa saron á nu estr as fi las, victorean do el orde n. I gualmen-
te corrieron los que ata caban por los demás pun tos sin
h aber penetrado á la pla za, de mane ra qu e en dos horas
se obt uvo un triunfo espléndi do, en que además se quita-
ro n al ene migo -algunas piezas de monta ña de 22 qu e te-
ní a de esa clase, uni das á 3 baterías de grueso calibre si-
tu adas al Po niente, Sur y Norte, y con las que protegió
su v iole nto ataque en gruesas columnas. Desde esa hora
h asta las dos de la tarde, se continuó un fuego sordo y
lento, y á dicha hora se retiraron los ene migos .
"Ahora que son las siete de la noche au n no se acaba de
levant ar el camp o, y por lo mismo no es posible de cir con
exactitud el número d e muert os, her idos y prisioneros he-
chos al ene migo, ni de las arm as recogidas; y solo sé qu e
son mu chos, estando de los prisioneros ciento y tan tos en
la cá rcel de or den del Ex mo . Sr. Gene ral Márq uez. De
part e de los defen sores de la pla za t enem os qu e lamentar
la pérdid a de alg unos ofi ciales y de poca tropa.
" Según noticia de los explora dores, los enemigos van en
14
Por eso vimos desp ués que, cuando el ilustr e des-
ce ndiente de los Hapsburgos se lanzó s in titubear
en medio de peligros .inmensos, los que le ha bían
perdido, abandonaro n á México, junto con los ba -
gajes del ejé r c!to franc és.
El gobierno, enco ntrá ndose en man os de los
en emigos del E mperador, comenzó á dictar medi -
das políti cas, cuya consecuencia debí a se r el de-
rro camiento del tr ono. Alejado Maximiliano de
s us ve r dader os amigo s, todavía faltaba pri varle
del apoyo de las fuerzas regulares que, co rno la
opinión pú blica, sirv en para el so stenimiento de
~odos los gob ie r ~lOs del mundo.

com pleta fuga tirando las armas por las hacien das del
trán sito, yse di ce que Iué muer to el Ge neral Ig lesias y h e-
rid o Ur uga, T apia y Be rr ioz ábal .
"En medio de tan glorioso triun fo, tenemos el dolor de
que el E xmo. Sr. General D. Leonardo Má rquez, despué s
de ha ber arrojado de la plaza á los invasores y estan do en
la azotea de su casa en observación, recibió una heri da de
bala de fusil en el carrillo derecho, calificada de grave y
no mort al.
" Para la de fensa hubo que erogar algunos gastos de im-
portan cia en p ólvor a, plomo, Cápsul as, exploradores, vi-
gías, e tc., de lo cua l daré cuenta al Min ister io respectivo
para su aprobación, supuesta la nece sidad que lo ex igía y
el objeto de su destino .
"Ya ma neJé extraordinario ele las ocurrencias habidas
hoy, y también lo hizo el Ex mo. Sr. General Ba zaine; y
ah ora lo comunico á V. S. pnra su conocimient o y justa
satisfacc ión de la Re pública del Imperio.- E I pre fecto
políti co, Genera l j osü DE UGARTE.-Scíior Subsecretario
del E stado y, del D espach o de Gobernación. - México . "
-[N ota de A. P.]
15
E l p equeño ejército imperial, comp uesto de tro-
pas co nservadoras que habían comba tido al go-
b ie nio de J u ár ez antes de la In te rvención, necesi-
-taba una r eforma juiciosa. F u é destruido hasta
donde las circunstancias lo p ermitiero n. Un cm-
pleadocivil, D. J uan Peza, sin más anteceden tes
_ q u ~ los de hab er sido infiel á to dos los gobiernos
ante rio res, vendiendo los secretos del gabine te q ue
se le co nfiaban como emp leado de una de las se-
creta rías de Estado, sin talentos p olíticos, milita-
r es ó administrativos, sin mérito s y sin conoci-
mientos de ninguna clase, había sido nomb rado
Ministro de la G uerra. Parapetado con su cate-
g oría, se empeñó en satisfacer sus pasiones y so-
bre to do en ejercer venganzas pe rso nales y mez -
quinas (a). Una de las primeras med idas tom adas
por es te ministro impr ovisado fué enviar al ex-
terior, con pretextos ridícul os de misiones q ue
debían des empeñar, á los ge ne rales Miramón y
Márq uez (L).
\

[a] Para valorar este desah ogo del autor, hay que te-
ner en cuenta que en 1865 .fu é ac usa do de faltas de res-
peto al Ministro de la Guerr a D. Juan de .D ios Pe za y de
h aber presen tad o documen tos falsos para sufrir la clasifi-
cación militar. E l acusa do fué absuelto por unanimidad
del cargo de presentación de documentos falsos, á la vez
que sentenciado á tres años de simple prisión en una for-
taleza, la cual pe na conmutó el general Peza en deporta-
ci ón.á Yucatán y de la que á poco le indu lt ó Ma ximilia no.
[N ota de A.P.]
[ l.>] 'Ian r idículas y [útiles era n j uzgadas por el públ ico
las mi sion es qué iban á desemp eñar, Mir am ón en Berlin I

y M árquez en Turquía, que L a, Orquesta del 14 de Ene-


16
L a lealtad y el valor con los cuales el primero
de eso s gene rales, ex-pr esidente de la Repú blica,
term inó s u' carre ra política, sacrificando su vida,
proclaman b astante alto cu án injusta fué hu des-
co nfianza de que fué víctima en el moment o en
q ue 'reso lvió r econo cer el Impe rio . S in embar-
go ) se podía co n alg ún fundam ento , no creer
qu e fuese ente ramente adi ct o al nue vo orden el e
cosas, pu esto qu e no había s ervido á la Interven-

r o de 1865 publicó una caricatura á este t espec lo¡ mu y ce-


lebrad a. Lo s-dos ge ne rales famosos a pa recen de traj e ta-
lar, ca da un q con su va ra de Sa n J osé, e n p eregri na ci ón.
M ira mó n va a delan te asiend o co n la der ec ha u na pauta
e n qu e ~e lee: lA. B. C. D . F ., etc., y. atrás ca m ina Tvl ár -
q ue z. Al p ie de la ca rica tu ra h ay este verso:

Van en p ereg rin ación


D os iiustrcs Se ñorones,
Uno Fll busca de in strucción
Y el otro con instrucciones.

Seg ún el ge ne ra l Má rqu ez, la orden qu e se le dió par a


ir á T urquía, no p odí a dej ar e n é l la menorim presión de
d esag rad o; a l co ntra rio, con sid er ó muy h onrosa' su m isión
ce rca el el Gran S ultán, para interpr etar lo m ás ex a ctam en-
te posibleel magnífi co pen sa mi en to de Maxim iliano: q ue
e ra 'cumplir con el de ber, com o n ación ca tólica que era
M é xico, ,cle m an d ar un alto fun cion ar io que la re prese n-
ta ra.
E l agracia uo desplegó tan fin o tacto rlip tollláti(o cerca
ele la S ubli me P ue rta qu e M a ximi liuuo le llam ó e l dipl o -
m át ico m exi can o m ás acti vo; el Gran Sultán 'le con de co -
ró co n el G ra n Cordó n de la Orde n I mpe rial T urc a ' del
M ed jidi é, y el Patr iarca de j erusalem co n I a Gran Cruz
d el Santo Se pul cr o. [N ota de A . P.]
ti
ci ón. Pero dudar de M árq uez y añadir ú la iJ1-
consecuencia, la ironía de confia rle una misió n en
Oriente, es pe cialme nte relativa á los Santos Lu-
gares, e ra he rir la hiena de una man era tan im-
á

p r ude nte como cru el y p eligrosa; era p rivar al


Impe rio y á la Inter vención de l so ldado más ad ic-
to al uno y á la otra p or hec hos ico uo cidos; era
aniq uilar á un homb r e á q uien los co mpromisos,
las antiguas opinion es y lo s s ervicios pres tados
designaban naturalm ente com o la pri mera es pada
del régim en imp erial. Los funestos consejeros de
Maxim iliano le persuadieron ele qu e esos destie-
rros simulad os eran ind isp ensabl es [,)a;-a la salva-
ción de México; por consig uiente ) los hechos pos -
te rio res fuer on acaeciendo ' en co nformidad co n
los deseos de una camari ila de conspirado res , ,
enemig os de las instituciones mo nárq uicas, que
no eran otros sino los mismos ministros . '
Miramón y Márquez salieron de s u patria. 'No
debían vol ver más ti ella, el prim ero, sino para
sellar con su sang re su fidelidad al Empe rado r; el
segundo , para satisfacer la más baja y más cr uel
de las ve nganzas, traicionando á Maximiliano y
--'1 ose a. 1 ~ er 1e sac
regoclJélI1C ,1
n'fiica
I '
r.

a
18

IV
D eca d en cia del Imperio.-Miramón y M á r quez
vuelven á su patria.- Situación é influjo d e
l os dos generales .

Los buenos tiempos del Imperio pasaron rápi-


damente. El gabinete que había minado él tro-
no fué despedido por el Soberano. - Reconocien-
do, p ero demasiado tard e, el error que hab ía co-
metido, Maximiliano llamó al fin á su lado á sus
- verdaderos amigo s y á s us sinceros partid ario s .
con el obje to de salir con ellos de la situación más
difídl y peligrosa.
En ~s e momento, el ejército francés se conc en-
traba ' ya. Los r epublicanos ocup aban sucesi va-
mente, sin ningún esfu erzo, los lugares más impor-
tantes del país, abandonados po r el cuerpo expe-
dicionario ó por las p equeñasguarnicion es impe-
riales mexicanas, dema~íado débil es para mante-
nerse en ellos. Entonc es es cua ndo el valiente ge-
ner al Mirarnón, llevad o por su fat al des tino; dejó
la ,Europa, llegó á México y o freció su leal espa-
da al E mperador. Márquez, llamad o por el go-
bierno, volvió á México en co mpañía de l que de-
bía ser una. de las víctimas de s u futura venganza.
Al pres entarse en O rizaba, los dos ge nerale~
ocupaban ostensiblemente ig uales posiciones;
p~ro su influjo en el ca rácter de Maximiliano y
19
sobre la mente de sus ministros es taba lejos de
ser el mismo. Al primero se le aceptaba, por-
q ue las circ unstancias exigía n el apoyo pode roso
de su presti gio militar y de su va lor heroico en los
campos de batalla. Al segundo s e le cons ide raba
co.mo el hom bre de la si tuación y co rno el más
leal defens or del vacilante Imp eri o. E sta última
opinión estab a fundad a sobre la co nstancia co n
la cual Má r q uez había sostenido durante to da la
g ue rra civil los principios co nse rvado res. Es tos
preced entes decidiero n á Ma ximiliano él enc argar
á Mira món de la ca mpaña de l inte rior y á darle el
mando de los depa r tamen tos q ue se extienden
desde Jalisc o has ta Sonora , mientras q ue Márq uez
recibió el mando de los de G uanajuato, Q ueré ta-
ro y Méx ico, así como de las provincias sit uadas
al ori ente de la ca p ita l. Márqu ez fué no mbrado al
mismo tiempo co nsejero privado pa ra todos los
asu ntos re lativos á la guerra, y el E mperado r le
re tuvo á su lad o dura nte varios dias en Orizaba,
E l hombre vengativo hahía llegado al fi n al lu-
gar que a mbicionaba para satisfacer su sed de
ve nganza , y para traicionar impuneme nte él su So -
bera no , su pa tr ia, sus am igos y el ejé rc ito .
20

v
R etrato del g eneral Márqu ez.-Su_s sangui na -
rios a ntecedentes.-Asesi natos d e T a cub a -
ya.-Asesinato de Ocampo.-Fu silamiento
d e Valle.-Su d eslealtad.

Para co mprender bien la larga serie de hechos


q ue constituyeron la venganza y la tra ición de l
general Márquez , es preciso conocer p rimero á
es te hombre funesto y r ecordar alg unos de los
rasgos más pronunciados de su carácter, exce p-
cionalmente cruel ysang uinario.
Márquez, el hombre de dos caras, ha llegado á
la eda d en que co mienza la vejez: de corta es ta-
tura, mal -prop or cionado, sin aire militar; posee,
s in embarg o, toela la vivacidad y toda la actividad
que comunica al cuerpo una alma atormentada por
fuertes pasiones. Su fisonomía es repugnante, su
mirada inq uiet a y escr uta do ra. Su crá neo ofr ece
no tabl es depresion es en los puntos qu e se consi-
de ra n co mo s itio orc1 inario de la bond ad , de la
generosidad, y un g ran desarrollo en los luga res
adonde se localizan el oc1io y la audacia . Egoísta ,
avaro y vengativo, es al mismo tiemp o enérg i- '
ca, resu elto y valiente hasta la temeridad. Militar
por vo cación, con más prá cti ca 'q ueciencia.iarnan-:
te del peligro, qu e ve co n desprecio, profesa un
grande r espe to por el espíritu de su bo rdinac ión y .
21
de resigna ción . S in valor moral, siempre elude to-
da r es po nsabilida d q ue p ue da am ena za rle", p ara
hacerla reca er sobre s us inferiores. Alaba las
ideas.del q ue ma nda, tr a ta ú s us s ub ordinados co n
. dureza y exije .de ellos un r esp e to ú la discipli na
ta n severo como humi llan te. Iras cib le y chanc e-
ro, g-rosero 'a fa ble, según le insp iren s u temp e-
ó

rame nto ó s u ca r áct er, s e le tem e Ó se le abo -


rrece; pero nunca s e le ha a mado .
Durante la g uer ra civil conq uistó una triste ce-
leb rid ad sacrifica nd o un gTan núme ro el e s us e ne -
migos po líticos. E l i r de Ab ril de ] 859 fué cua n-
do hizo comp ren de r á su p atria, p or la primera
vez , de cuanto era capaz si se trataba el e de rra-
mar sa úg re .
D espués de haber obte nido ese día la victoria
en Tacubaya sobre el ejérc ito liberal de Dego lla-
do, obtuvo de l presiden te Mirarn ón la orrlcn pa ra
fusilar á los soldados del go bierno q ue se hab ía n
p asado al en emig o; p ero ab usó de esa o rde n, d e
tal modo qu e hizo asesinar en las tinieblas de la
noche, sin form a alg una de proceso y aun sin ve -
rificar la identidad de las personas, á milita r es, á
ciudadan os , d e los cuales muchos e ran médi cos ,
y aún hasta niños. D esd e ento nces fué apellida do
el L eopardo, por alusió n á su nombre de L eo -
nardo y á s us instintos fero ces (a) .
[ a] D. Fran cisco Zarco en un a. hoja sue lta quc pub licó
en Abril de r8 59 hace esta revela c i ón:
" L os cincuenta y tres cad áveres qu edaron am ontona -
dos unos sob re otros, insep ultos y entera men te desnu dos,
porq uc los soldados los despojaron de cuanto ten ían y de
. . . "
22
Cuando Miramón se disponía á salir para re ci-
bir la muerte en el cerro de las Campanas, esc ri-
bióá su defensor, el licenciado J áuregui, una car-
ta de adiós, en la c ual se enc uentra confi rma da y
condenada la infamia de las horribles ejecuciones '
de T acubaya. Hé aquí textualmente los términos
en los cuales esta ilustre víctima dirige su adió s al
mundo, á la 'hora en que las pasiones se apagan
ante la e te rnida d, que arroja sobre Márquez el
anatema por la sangre con que había manchado
su s manos y su frente :
' (Q uiero hablar á Vmd. de T acubaya, es cribía
Mirarnónen su prisión de las Cap uchinas. 'JI erá
Vmd . tal vez una ord en de ejec ución firmad a po r
mí. Esta orden era sólo aplic able á mis oficiales;
pero de ningún modo á los médicos y aú n men os
á los simples ciudadanos.. En el mom ento en q ue
me dispongo á comparece. ante Dios, le ha g o á
usted esta declaración (1)."
El g obiern o de Miramón cay ó en diciem bre

to
paso saquearon algunas casas. Las madres, las esposas ,
los hermanos, los hijos de las víctim as, acud ieron al lugar
del trágico acontecimiento, recla mar on á sus deud os para
enterrarlos, y se les negó este últim o y tristísimo cons uelo.
HA los dos día s, los cadáve res fueron echados en carre-
tas que los conduj eron á una barran ca, donde se les arro -
j ó y dond e permane cen insep ultos.

( r) Es ta cart a, fechada el r 6 de J unio, d íaseñalado


para la ejec ución el e Max imiliano y ele Miramón, fué ,i m-
pr esa ypubli cada en Querétaro con la defensa que e~ l i-
cenci ado jáuregu i .presen tó á favor de ese general ante el
consejo de guerra.
23
de , J 860.- Márquez continuó combatiendo al gOQ
bierno de J uárezba j o las órdenes del general
Zuloaga, á quien reconocía como presidente. E l
licenciado D . Melchor Ocampo había sido minis-
tro de Jllá rez, cuando se publicaron las leyes de
Reforma. Liberal de buena fé, de convicciones
profundas, hombre honrado y de grandes talen-
tos, se había ' separado del ministerio tan luego
como había triunfad o s u partido, y vivía r etirado
de la política en su haci enda de Pomoca , adonde
se o cup áb a el). ha cer prosp er ar su ' modesta for-
tuna. Márqu ezenvió en 1861 un piquete de tro-
pas para ap re he nderle en su propi a casa, como
se hizo en efe cto. T an luego co mo le tuvo en
su poder, pidió al gene ra l Zuloa ga la orden pa-
ra: fusilarle. La orden le fu é rehu sada. E ntonces
Márquez r ecurrió á tina v erdadera infamia, que
hizo más odio so aún el as esinato del ilust re' me-
xicano. Ocampo, en e fecto , p udo haber sido fa-
tal á su patria p or la exa gerac ión ele sus ideas
p olíticas, pero sus cualiclacles elevadas le hacían
digno de respe to.
S u aprehens ión hab ía ten ido lugar casi al mis-
mo tiempo q ue la del gu errillero Ugalde, famos o

"En el- camino un cad áver cayó de' la carreta, se rom -


pió el crán eo contra las piedras y abrió la boca. .. . . En-
ton ces un oficial le disparó un pistoleta zo.
"Márqucz colocó entre sus sicarios á los heridos, para
que sus ayes y S\ \S clam ores reco rdaran al pueblo que el
triu nfad or era h ombre sin entra ñas, era la hiena , el tigre,
ul alltrpp Maf:{p de T acubaya!" [ N ota de A. P.]
" ' . .,
24
ban ~i do que desh onró aún la misma bandera ba-
jo la cual preten día co mbat ir.
Z uloa ga consintió en qu e se fusilara á est e
fa ccios o, y dió á Má nquez las órd en es necesarias.
Cuando e:;l hombre sapguin ario es tuvo ya autori-
zado papa pa sar por las armas al bandido Ugalde ,
previno á la g uar dia qt1l: vigilaba á O carnpo que,
cuando uno de sus oflciales de ordenesfuese á dar
avisopara jusilar al p risioner o, al ex-ministr o de
JUárez era d quim dcbiall ej ecutar (a). As í fué as e-
sin ad o un hombre tan notabl e p or sus 'talentos
como po_r .la ene rgía de s u ca rácter. S atisfech os

Ca] E n una entrevista que tuve con el general Féli x


Zuloagaisob re esta tragedia aca ecida cerca de T epeji del
Rí o, en .la hacienda de Caltengo, me dijo lo r¡ue cópio á
continuación a,l pie de la let ra :- "Márq uez se separó de
la casa en que es tába mos, casa del comerciante Pied ad
T rcjo, y ordenó al coron el A n tonio A nd rade, jefe de su
estad o mayor, que dij era á T aboad a que por ord en mía
fusilara al pri sionero. Leía yo todaví a sentado á la mesa
la co rresponde ncia de Juáre z, que se le había recogido á
Ugalc.1 e, cuando ,ll eg 6 Andrade y avi só á Márquez que es-
taba cum plida la orden : q Uft el preso estaba fusilado.
-Pero ¿r¡ué preso?-preguntó con hipocresía Márquez ,
- P ues. . . el se ñor Ocampo-s-respondi ó An dradc.
Me levant é ind ignado; ma ndé llamar á Taboada y or -
de né que An dra d c y é l fueran inm ed iatamente encausa -
do s; lo cual no se verificó, por el se ñor M árq uez : y esto
me con fi rmó en In idea. ele quc la ll nrnnda equivocaci ón
.era el e ac uerdo co n él."
.
Pa ra má s d.etall es vé ase el tom o TÍ (le las obras
. ' com -
pl et ns ele Mc lchor Ocampo, 1 úg iua s CX I V )' CXV. [1V"O-
, I
. la tic A , P. ]
25
los ins tintos feroces 'de Márq uez, éste se discul-
pó con Zul'oaga, haciendo pasar la muerte de
Ocampo, COI~o un error fata l co metido por aque-
llos á q uienes él había trans mitirlo la orüen relati -
va: al g ue rr ille ro Ugalde ( 1).
J uárez envió nuevas tropas para perseguir al
asesino de Ocampo.ibajo el manelo ele Va lle. Las
fuerzas ele Márquez , m uy superiores en núme ro,
p usieron en fuga á las ele l joven gcn eml re publi-
cano, qu e combatió heroicam ente antes ele s u-
cumbir. D ispersados los juaristas, Va lle fuéhe -
, '

(1) A la buena am istad del 'general Zulonga debemos


' los d etall es horribles de este crim en, de l cual nos ha ha-
blado aú n en el mes de Febrero d e este año, d ura nte nues-
tra permanencia en la Habana.
E l hecho sig uien te que tuvo iugar en presencia nuestra,
no carece de -i nteré s. En 1864 , de tránsito varia s veces por
la hacienda de O campo en com pa ñía d e Má rq uez, el asesi-
no sabore aba aún con placer la sa ngré de su víctima, des-
pués de h ab er trascurr id o varios años. Cada Vez que pasa-
ba por la haci enda de Pornoca, se de ten ía para almorzar
ó pa sar la noche; y dormía en el cuarto de O campo!!! [a]

[ a] E n el año de 1901 est uve en la haciendad e Pateo,


que rué de la pr opied ad de D . Me lchor Ocampo, y su ad -
mi nistrador, Man uel , lVI . Aran zub ia, ca pitán á las órde-
ne s de l general Márc¡uez en tiemp o de l ' 1mperio, me refi-
rió que éste se ntía cie rto pla cer indefi nible en hospedarse
en la haciend a, donde llegó á dorm ir e n la misma recá-
mara d e su víctima, la cua l recámara ha sta en tonces se
con servaba tal cual la h abía deja do el gra n reformador.
y má s aún, me contaba el Sr. Aran zubia, que acababa d e
ofrecerl e el generai Má rquez que iría á la hacienda á. pa-
sar un a larga temporada.
E l, general Márqu cz manifestó alguna vez, al trat ársele
el e este punto. .
- En las haciend as el e D . Gc r6n imo E lizondo y D . Ma-
teo E chaiz, cerc anas á la del se ñor O campo, sí solía yo pGr~
26
cho prisionero por la caballería qu e perseguía á
sus soldados y traído en presencia de Márqu ez,
Este dió orden de fusilarle inmediatamente sin
consideración alguna á su valor, ni á los pri nci-
pios del der echo de gentes (1).
T ales son los asesinatos más notables com et i-
dos por el traidor en el espacio de algunos me-
ses, y en una de las épocas en qu e ha hecho un
papel importante en la g uerra civil.
A esos asesinatos es preciso añadir los que ha

noctar, porque estos se ñores, que eran bu en os liberales,


fue ron mu y amigos mí os. Y lo eran tanto, que si ah ora vi-
vieran, all á estaría con ello s. Considérese que D . Ce-
rónimo me llevó á matricular cuand o iba yo á estud iar pa-
ra abo gado: porque yo iba á ser abogado; pero vino la
guerra y ya fuí militar. El señ or E lizando era la visita
má s constante en mi casa.
-Este seño r El izon do- preguntósele- ¿ fué el m ismo
que esc ribió á usted, de Ma ravatío, luego de haber sido
aprehendido Oc ampo, para que usted le salvara la vid a?
y el general M árquez contestó, como recuperando más
vida y tom ando más interés:
- Su carta no la re cibí; pero si yo la hubiera recibido,
créasem e, el señor Ocampo no hu biera sido fus ilado: lo
hu biera yo salvad o de cua lquiera manera y yo en perso-
na hubi ese id o con él y se lo hub iera entrega do al se ñor
Elizondo. [N ota de A . P.J

(1) No debernos l,asar en sile ncio un rasgo no table de


la sangre fría de Va lle. Cua nd o se le avi só que iba á se r
fusilado e~ el cam po de batall a, dij o á un ayuda nte:
-¿Quién me ha mandad o fusilar?
- El ge nera l Márquez - respondió el oficial.
-Hace bien, dijo Va Ue.- La misma sue rte le h ubiera
cabido si hu biese ca ído en mi poder. .
Algunos minut os de spu és el joven ge neral repu blicano
moría con much o val or á los veintiocho años no cumpli-
dos,
27
com etido de g entes de menor importancia políti-
ca ó militar, y los que ejecutó él mismo, cuando
era aún subalterno.
A propósito de su fidelidad á los hombres del
poder, citaremos un hecho aislado bastante elo-
cuente por sí s ólo. Mirarnón le recomendó al go-
bierno para que se le diesen las funciones de ge·
neral de brigada efectivo, y más tarde le conce-
dió el grado de general de división. A pesar de
que esos actos debieron haber despertado en él
sentimientos de gratitud hacia el joven presiden-
te, á quien debía haber ascendido á la más ele-
vada gerarquía militar, Márquez quiso rebelarse
contra su bienhechor en el momento en qu e la
administración de és te e ra combatida con mayor
fuerza po r las tropas liberales . D espués contare-
mos estos últimos actos, ap oyándolos con el tes-
timonio mismo del ge nera l Miram ón (1).

(J) Véase el Cap ítulo VI I.


28

VI
Promesas hechas por Márquez á M ir a m ón al
abrirse la campaña del irrtcrior---Derrota de
San .Jacinto. - P edidos que hizo Miramón
para reparar ese desastre. -Rasgo p rincipal
del carácter de Maximiliano. -Consecuen-
cias de él. -Márquez aprovecha la derrota
de San .Ja c.i n t o para activar su venganza.· -
El M i n ist er io se opone á la partida de Maxi-
milíano para Querétaro. - M árqu ez engaña
al Emperador so bre los elementos necesa-
rios para hacer la campaña.i-Bngaña t a m-
bién al ministerio s obre la s itu a ción militar
de los republicanos .

.La r elación qu e con tien en estas páginas lúg-u-


bres, así preparada, es tiemp o de qu e sigamos
la trai ción en todas sus maquinaciones las más
secretas para confundirla 'con la publicación de
pru ebas auténticas y co ncluye ntes.
Maximiliano habí a resuel to qu ed arse en Oriza-
ha hasta el mes cIe feb re ro cIe 1867; Márquez se
fué á México en cIiciembre cIel año anterior. Po-
co tiemp o después cI e su llegacIa á la capital, Mi-
ram ón sa lía de ella sin más fuer zas que 400 hom-
bres y dos piezas de ca mpaña, pa ra to mar el mano'
do cI e las diversas tropas q ue se conce ntraba nen .
<;1 interior cIel pa ís! de spués cIe haber. abandona-
29
do las importantes plazas del oeste y elel norte.
Múrquez prometi ó á Miramó n enviarle pronta-
mente los auxilios de que pudies e necesitar, pero
nun ca cumplió su promesa.
El Imperio se ve nía abajo con una rapidez es -
pantosa; las tr op as era n p re sa de la miseria y de
la desmoralizaci ón, co nsecuencias de varias re ti-
r adas inoportunas y de la .d eserci ón que sin cesar
disminuía sus filas. En tan penosas circunstancias,
Mirarnó n s e propuso suplir, co n el prestigio de s~
nombre y co n su audac ia, los elementos qu e le
faltaban. Con ese objeto empre ndió la cal!J paíla
p erfectam ente co mbina da de Zacatecas , y tomó
á viva fuerza la plaza de este nombre. El gene-
ral Cas tillo al frente de una división com puesta de
infantería, de. ca ba llería y de artillería, debía ocu-
par simultáneam ente á San L uis P otosí; pero no
dió siqui era un solo paso , y las tro pas republica-
nas se con centraron sobre Zacate cas, adonde Mi-
ramón tuvo qu e r eti rarse , en presencia de la in-
mensa sup erioridad num éri ca del ene mig o. La
derro ta de San Jacinto, resultado de esta retirad a
forzosa, tuvo lugar el 1~ de febrero de 1867.
Mientras qu e es tos aco ntec imientos desgracia-
dos su cedían , Maximiliano se trasladaba de O ri-
za ba á México, la cual abando naba entonces el
mari s cal Bazaine con los últimos cuerp os fran ce-
ses q ue debían eva cuar el país.
Al volve r á Q uer é ta ro, des p u és de su derrota,
Miramó n pidió á México q ue se le envias e una bri-
gada y q ue s e dies e orcl en á Méndez de unirse á
él co n las tr op as de Michoacá n. Co ntaba re unir
30
as í 8 ,000 hombres, con los cuales habría tomado
la iniciativa y salvado el Imp eri o en br eve tiempo.
Uno de los rasg os carac terísticos ele Maximi-
liana era la desconfi anza de sus propi as opiniones
y la docilidad , as í como la bu ena fé co n la cual
adop taba las inspiracion es de los o tr os , cuando
las s upo nía hijas de la lealt ad y del honor. Esta
fué la ca usa de su ruin a y lo qu e le precipitó de
una situac ión favorable á las co mplica ciones de
todo g énero en q lle se encontr aro n los nego cios,
cuando des pidió á su primer ministeri o, y lo que le
co ndujo desp ués al cerro de las Campanas . D u-
ra nte este último p erí odo, la voluntad de Márqu ez
fuéornnipo te nte, y más de una vez , sus opinio-
nes prevalecieron sobr e las de Maximiliano y 'de
s us genera les, co rno s e ve rá después ( r) .
La derrot a de Miramón y los pedidos c¡u e ha -
cía al g obiern o para r eparar el desa stre, cuyo ori-
gen p rocedía de ca usas q ue su intelig encia mili-
tar no po cJ ía preveer, presentaron al funest o co n-
sejero del Empe ra do r la ocas ión de da r un g ra n
paso en el camino de su veng anza , inspirándole
la idea de ir p ersonalmente á pon erse al frente de
las tro pas que Mirarnó n des eaba co nce ntra r en
Q ue r étaro (2).

(1 ) Véan se los Capí tulos X y XI.


(2 ) Du rante el sitio de Q ueré laro, el E mpe rado r declaró
varias veces al gen eral M iramó n y á nosotros, al ha blar
de la tra ició n de M árqu cz, á la cual no dá ba mos eré,dilo,-
qu e és te le h abía ind icado, co mo ún ico med io de salva -
ción, el tomar el mando del ejé rcito.
31
Má rquez pen sab a q ue Maxirniliano, a lejado de
la capit al, exp uesto á las eventualidades de la
campa ña, pe rece ría s in eluda en la primera derro-
ta q ue s ufriesen s us- tropas, aun cuando las co -
sas no lleg-asen ú esa fatal ex tre midad, emplea ndo
co ntra el S ob eran o el inmen so poder que le había
co nfiado , y man teni éndole s iempre ba jo el influjo
de s us pérfidos co nsejos.
El minist erio co mba tió la r esolu ción inspirada
á Maximiliano, co mo la má s tem erari a y la menos
co nve nient e de las qu e de bía tomar; pero le rué
imposible poner obstáculos. E l cons ejo de Már-
q uez fué inmediatament e seg-uido. E l E mpe rad or
s e pu so en marc ha para Q ue rétaro, á la ca beza
de una co lumna comp ues ta de I ,2 0 0 homb res y de
una batería de a rt illería de campaña. Fué va rias
veces atacado durante s u viaj e por las nume rosas
par tida s de guerrilleros q ue ab und aban en todas
partes del p aís. Para decidir á Maximiliano á aban-
do na r la capi tal co n elemen tos tan insuficientes,
co mo los qce lleva ba , Márqu ez le hizo creer que
hab ía organizado, antes de sa lir de México, la
próxima salida de un convo y compuesto de tr o-
pas, de ar tillería, ele municio ne s, dinero; -en fi n,
de tod o lo q ue es necesari o para entra r seria-
mente en campaña.
Cuando M árqu ez vió á Maximiliano en Q ueré-
taro, es decir, en la orilla de la tumba , s e apre-
suró á eng añar al gobierno tratand o ele p ersua-
dir al minist erio ele q ue la situación era b uena,
q ue el ene migo no es taba organizad o ni en bri-
gadas ni en division es, como le habían dicho al
32
Emp erador, yqu e su s fuerzas s e reducían á pat-
tidas de g ue rr:illeros q ue ni siquiera reco nocían á
Juárez por centro com un, etc . Tal es, en
efecto, el resu men de su carta confidencial al Pre -
side nte de l Cons ejo de Ministros , L ares. En esa
ca r ta , fechada el 19 de febrero de 1867, ex po -
nía las p re tendidas ve ntajas de es te viaje tem era-
rio y funesto , diciendo á Lares: "No puede Vmd.
figurars e, querido amigo, todas las ventajas qu e
hemos obtenido con es ta exp edición del Empe-
ra dor. Su Majes tad ha p odido ver personalmente
que no hay palabra de 'l'erdad sobre .lo que se le ha
dicJw respe cto de la situación del país. Lo que
pres entaban al E mpe rado r co mo otras tantas b ri-
g adas y division es del ejérc ito j uaris ta, obrando
de co ncierto y obedeciendo á ese centro com ún,
no s e comp one, su Majestad lo ha vis to, sino de
miserables par tidas ele ma lhechores que trabajan
p or s u propi<:t c uen ta , que arruinan á las poblacio-
nes sin r econoce r centro alguno, y á qui en es muy
poco importa Benito Juárez. L ejos de estar uni-
cIas esas gentes, viven en completa an arquía, se
hacen la gu e rra los unos á los otros, é incapac es
de batirse, huy en al prim er tiro de nuestras tr o -
pas, sea cual fuere el núm ero."
E l? fi n, combatiendo siempre las jui ciosas ob-
servaciones del ministerio sobre la p eligrosa e m-
presa de Maximiliano , M árqu ez añadi ó:
"Hoy ha sido sin duda un g ran día p ara elEm-
l ' •
p erador y para todos los qu e a man á nues tra-pa-
tria, y esto , co n tanta más ra zón, cuanto qu e se
BR
había presentado á su Majestad (iu c el 'p o r ve nir
sería ele lo más sombrío." ( 1)
L as partidas de miso ,'lúles malltecllOJes pronto
iban á s a lir á Q ue rétaro y á México en núm ero
de 5 0.00 0 hombr e s. A hora bi en, M árq uez lo
sabía mu y bi en. He aqu í p or q ué escribía es ta
c a r ta qu e r evela una traición calculada co n an tici -

(1) M árquez tUYO la aud ac ia ele publicar esta carta e n


el número 1'.' d el B ole/llt de No tici as, di ari o d e Quer é-
taro [ a J.

[ a] El B old íll de l V"uticias, que se publicó en la ciu d ad


ele Q uerétaro .d uran te el s itio, no fué di ari o; ve ía la lu z
t res veces ca da sem ana , si n' perjui cio de los ex traordina-
r ios , cuancl o lo ex igía la importa ncia cle las not icias. E l
nú me ro va lía se is ce ntavos en la li br e rí a de l se ño r Ca stro,
calle del I-I ospi ta l.
E l objeto d e esta publica ción fu é le va ntar el es píritu el e
las tropas imperial istas p u blica ndo noti cias rabas en que
el I mperio apare c ía fuert e y vi ctori oso po r tod a la Rep ú-
blica. E l pr in cipal re dactor era D . M anuel R amíre z d e
A re \lano , quien no tenía escr úpulos en in sertarla s, corn o
ésta:
"En los mom entos m ism os en qu e el EXIllO. , Sr. gene -
ral D . M ig uel Miram ón a tacaba hoy el ce rr o de San Gre -
gario, y cua n do ya había tom ad o con su s tr opas las pri -
m eras pos icio nes (le! e nem igo, recibió S. M. el E m pe ra do r
notici as oficia les indudables de la pr óxima lle gada á es-
é

ta plaza de l E xmo. Sr. general D . L eonard o Márqu e z con


el ejérci to de su m ando, tr asm itidas po r el vali ente y leal
sarge nto de Caza dores Guadalnpe V al en cia, qu e a pr ol'e -
chó la ocasión de pene trar á n uestra línea co n los p liego s
d e q ue era portador.
"El Soberano se traslad ó en el acto d e la C ruz á la pla -
za de San Fra nci sco y m an d ó suspendier a inmed iatamen-
te su ata que el Exmo. Sr. general Mi ramón, por conve -
.n ir as í a l pl an de d efen sa de esta plaza . J
" Lo qu e se co m unic a al ejército imperi al pa ra su co no-
cimiento .- EI J efe de' Es ta do Mayor ge ne ral Severo elel
Cas tíll o."-Vcase el B oletin di! Noticias, del sábad o 4 de
Mayo de 18 67. [N ota de A . Po ]
3
34
paclOn. Es , pu es, lógico decir qu e se ha bía dado
un gran paso en la vía en q ue se deseaba enca-
minar al desgraciad o Maximiliano para qu e su-
cumbiese. La víct ima es ta ba ya en el lugar del
sacrificio; no había ya sino es cog er los medios de
consumarl o.

VII
.El general Márquez trata de sembrar la dis-
'cor d ia entre el Emperador y Miramón. -
P r et end e priv a r a l E m p erad or de la coopera-
ción d e este g eneral.-Miramón se muestra
ofendido por esa manera de obrar.-Maximi-
liano d eclara que IYIárqu ez es eljefe del ejér-
cito.~C ontestacion ~s desagradables ocasio-
nada s por este incidente ent re M a x im ilia n o
y M ir a m ón .- N u ev os ataques contra este
g en eral.

M árquez, explotando la mala impres ión q ue


h abí a ca usado á Maximiliano el desastre sufrido
p or Mirarn ón, se aplicó sin tregu a á inspirar al
E mpe rador una des co nfianza p rofunda hacia el
gene ra l, cuya espada podía, mejor qu e la de cual-
q uier otro, salvar al Imperio 'de los peligros q ue
le amenazaban. El traidor q uería aniq uilar el
único apoyo poderoso que que da ba al tro no ' en
ese momento s upremo. Co n ese obj eto, obtu-
·vo q ue el Emperador expidiese en San J uan del
R ío, á doce leguas de Querétaro, 'una or den del
35
dia, fechada el 17 de feb rero, orga nizando el
ejército que iba ú concentra rse en esa plaza. Por
esa nue va o r'g'a n i z ~c i(¡ n , Márq uez se daba el do -
ble c a'r ácter de jefe del Es tado Mayo r General
y de comandante en jefe del segundo cue rp o,
dejando al mismo tiempo á Mirarn ón sin tropas ,
pu es las q ue es te genetal tenía, pasaban á las
órdenes de Márquez y de Mejía.
Grande tu é el descontento de Mirarn ón cua ndo
sup o la situ ación que s e le r es ervab a, a unq ue en"
tonces ign orabá el verdade ro y secr e to objeto
q ue se p roponian ob tene r con un pro ceder tan
ex traño como co ntrario á la ló gica , al bu en s en-
tido y á la justicia, E sta distribución deplorable
de los man dos del ejérc ito , acons ejada por Már-
qu ez, ofrecía tantos inconv eni entes q ue, p oco
tiempo de spués, fué ne cesa rio modificarl a de tal
modo qu e no le qu edó sino el nombramiento de
jefe del E stado Mayor. Esta posición le era ne-
cesaria para alcanza r el resultado q ue buscaba.
Maximiliano, deseando que l a voz de l tr aidor
tu~v.ies e aún más fuerza y pres tigio qu e laque le
daban ya sus impo rt an tes funciones cerca de él,
qu e era el j e fe del ejército , de claró en una con-
fere ncia qu e tuvo lugar el 2 2 de febre ro yen cu-
yo seno se discutió el p lan de campaña, que el ge-
neral Márquez mandaba las tropas; qu e el E mpe-
r ad a r no e ra soldado sino marino. Mir a m ón sintió
un vivo desp ech o al sab er qu e se subo rdinaba á
M árquez: S u dignidad y su amor p ro pio qu eda-
ron cruelmente heridos. Dirigió inmed iat am ente
al-Emperador una carta, en la cual le decía q ue por
fidelidad á s u persona y por patr iotismo, tomaría
part e en la prim e ra batalla que se die ra á las tro-
pas rep ublica nas ; pero (¡L1 e después de esa batalla
p edí a se r r eleva do desd e luego del man do del
cu erpo de ejérci to de infantería , p ues s us a nte ce -
dentes y s u dign idad no le per mitían servir á las
ó rde ne s de Márque z.
Max imiliano co ntes tó á la ca rta de Mirarnó n,
qu e el gene ral Márq uez me recía s u co nfianza en
calidad de jefe. del E stado Mayo r; co rno él,' Mi-
ramón la merecí a para el im port ánt e mando que-
le había confiado. El E mpe rado r termin ab a 'r eco ~
mondando al 'valiente gene ra l diese en lo futur o
más pruebas de subordinación, y adq uirir así mo-
tivos para obtener nu evas distin cion es.
Una segunda carta diri gid a .po r: 'Mira m ón al
Emperador puso té rmino á este incide nte . , L os
párrafos' siguientes harán comprende r bastante lo
qu e se ha dicho so bre es te pu nto. .
"Tal vez mi carta anterior no ha sido inter-
pretada en el ve rdadero sen tido q ue .q uise da r á
mi pensamiento, y por es ta r az ón me int eresa
ex p licarla nu evam en te á vuestra Majestad , .
"Decí a q ue , des de el mom ento en q ue' el ge-
neral M árq uez ha sid o design ado p ara ejercer
el mando del ejérc ito , no po día q uedar bajo s us
órden es; y q ue únicam ente po r fidelidad á vues-
tra Majestad, conservarí a el mando-del cu erpo de
infantería para t omar par te en la primera batalla;
·" L as graves razones q ue ten go para ob rar así,
son tan públicas, que me p arecía inútil ihdicarlas;
p ero des eoso de .q ue no se me ac use de insub r-
¡~ 7

dinado, cuando soy el primero en obedecer, me


encu entno en la necesidad de expone rlas á vu es-
tra Majes tad (1).
"El general Má rq ue z ha sido hecho g en eral de
brigada por r ec om endación mia. D esp ués, sien -
do yo jefe del Estado, ' aprovech é la primera o ca-
sión qu e se me pres entó p<lra eleva rle al rango
supremo del ejér cito. Este general, en cambio
de esa conduc ta , a tentó p ro clamar presidente al
g ener al Santa-Anna , des cono ciendo el poder que
yo tenía y o bligá ndo me á ir personalmente á
la ~é1.pital de l Es ta do 'de Jalisco, para destituirle
y para ha cerl e vo lve r á México, adond e le hice
someter á un juicio ;
¡" E l g en eral M árqu ez, habiendo estado siem -
pre á mis órdene s, nunc a p o dr é co nsiderarle co-
rno mi sup eri or. Preferiría retira rme á la vida
privada, más bien q ue r ecibir un g olpe tan duro,
que heriría mortalmente mi dignidad, mi amor
propio, y es ta ría en
op osición con todos mis an-
teced entes.
"Vu estra Majestad me dice q ue es ~ g ene ral ha
I , '
merecido su confianza en ca lida d 'de jefe del Es -
tad o May or, co rno yo la he merecid o en el impor-
I '
tante mando qu e me 'ha sido ci ado. S i es así, nada
. , ti I ,

I ,
(1) E la car la y la pri mera que M iramón dirigió á M axi
mil iano, fue ro n de nuestr a red acción; el borrador fu é en-
contrado entre los papeles que perdim os en Querétaro; los
r edac tores del peri ódico La Orotrest á, de México, la pu-
blicaron como documento hi stór ico en el núm ero ,3 de In
tercera época.
38
ten g o qu e añadir; el jefe del Es tado Mayor no
es superior mío, sino simple me nte' el intermedia-
rio po r el cual recibolas órdenes de vuestra Ma-
jestad.
" S e mejan te prueba de co nfianza en nada me
lastima; pero no ha sido lo mismo cuando he oi-
do de la boca misma de vuestra Majestad, que el
genera l Márquez era el general en jefe del ejér-
cito."
Las relaciones del Soberano y del primero <le
s us genera les, habien do lleg aclo á esa extre mi-
da d crí tica, Márq uez co ntinuó excita ndo en el es -
píritu de Maximiliano la desconfianza á Mirarn ón.
E ntr e mil pruebas de las bajas intrig as que fue-
, r on urdidas por el ven gati vo jefe de l Estad o Ma-
yo r, me b astará cita r una sola.
Por orden del general Má r q uez, Are llano o r-
ganizó el ejército co nfor me á la orden 4el dia,
del 10 de Marzo de 1867. Esta organización
termina da, el fatal co nsejero de l Emperador dió
curso á una resolución de Maxi miliano , q ue fué
com unicada á los cuerpos y que no era otra si-
no la más solemne desaprobación de la conduc-
ta de Mirarnón, desde la apertura de la campaña, El
ejército se admi ró al ver ta l medida; pe ro el ge-
neral q ue así se hería, devoró en silencio la hu-
millación impu es ta á su amor p rop io y á esa fide-
lidad q ue iba á conducirle al suplicio.
Márquez se mos tró infatigable en el cumpli-
mie nto ele s u ing rata tarea. La, co nstanc ia, la
ac tividad, co n las cuales la lle ve'> á cabo, de rn ues-
trap á la par una vasta capacidad para el ma l,
39
una profunda sagacidad y un corazón extraordina-
riarnente pervertido.
Habiendo así log rado sembrar la zizaña entre
el Soberano y el m ás fiel de s us servido re s, Már-
c¡ ucz continuó la p ersecución del obje to oc ulto
q ue deseaba alcanzar p or todas las vías p osibles.
Después se verá qu e también capitaneab a otras
íntrigas, además de las que hemos revelad o y
que ellas eran aún más eficac es p ar a el triunfo
completo de s us pasion es, tan monstruosas como
sangumanas.

VIII

Solicitud presentada por el co manda nte ge-


neral de la artillería para comen zar la cam-
paña.-Fuerza del ej érci t o imperial y falta
d e l os elementos necesa rios.> FortificaCión
d e Querétaro.-Márquez deja al ,ejército in-
d efenso y prepara la der rota.

T an luego co mo Arellano s upo, por los infor-


mes del comandante del p arqu e, q ue el general
Márq uez no h ábia tr aido de Méxi co, ni municion es ,
ni cá ps ulas de g-ue rra, ni es topillas fulminant es ,
ni nada, en fin, de lo qu e se nec esit ab a absolu ta-
mente para entrar en campaña, se dirigió al jefe
del Es tado Mayo r y le hizo natal' la falta qu e se
babia com e tido )abando nando a ntes de proveerse,
Ú la ~ar ital , donde había todos los útiles de g;qe -
40
rra en abundancia (l). A las ob servaciones del
jefe de la a rt illería , r esp ondi ó M ár q ue z, q ue el
co nvoy prometido trae ría cuantas provisio nes pu-
dieran desearse. AreJlano pidió ento nces dos
h a te rías de campa ña, do s millone s de cáp sula s de
g uerra, ve inte mil estopines fulminan tes, moldes
p ara halas y cinco mil cartuchos de cañón. Inú-
til es decir qu e nun ca r ecibi ó nad a de lo q ue ha-
b ía p edi do.
Poco tiem po despu és el e la llegada de Maxirni-
liano á Q ueré ta ro , el g ene ral Ménd ez vino á unir-
se con s u brigacl a al ejérc ito imperial, qu e s e ele-
vó enton ces al to tal de nueve mil hombres y cua-
renta piezas de ar tillería. Merced á las disposi-
ciones tomadas p or el jefe del Estado Mayor,
es tas tropas no contab an co n un solo peso para
su manu ten ción; y su parqu e ape nas alcanza ba á

la mitad de lo que el r eglamento fij a para entrar


en campaña, aunque Are llano, aprovechando al-
g una pólvora y proyectiles de San Luis y de Mo-
o

relia, había impro visad o la may or parte de esas


municion es ' alma cenadas.
Antes de que el general M árq uez hubi era sido
no mb rado je fe de Es tado Mayo r, Arellano 'llena-

(1) T enemos en nu estro pod er los document os oficia-


les que prueban cuanto de cimos. Los l ími tes de esta obra
nos impiden publicarl os; pero los haremos conocer al pu-
blicar nu estra historia especial de la defensa de Queré-
ta ro [ aJ.

[ a] E l autor ten ía come nzada esta obra y estaba á pun -


to de volver á Méx ico, cuando le so rprend iól a muert e en
R im ini, Italia. [N ota de A . P.]
4l
ba es as funcion es en Q ue ré taro desd e el desas-
tre d e San J a cinto , al mism o tiempo qu e las de
c o ma ndante de ar tillería , que es ta b a ejerc iendo
d esd e q ue e ntró e n ca mpaña. H abiendo r esu el to e l
gene ra l Mira m ón vo lver á to mar la o fens iva con-
tra los republican os, t an luego com o hubies e reu-
nido los e leme nto s ne cesarios, era imp ortante for-
tificar á Que ré ta ro p ara p on er á esta ciud ad al
ab rig o de un golpe de man o del enemigo.
En con secu en cia, A rellano había da'do orden a l
g eneral' Reyes , co mandante el e ingeni eros , para
que trazase un p ro yecto de fortifi ca ción de la pla-
za , bajo el s up ue s to de q ue no p odría s er de -
fe ndida p o r una guarnición de más de mil hom -
bres y una: bate ría, y de qu e no tendr ía . que opo-
ne r sino una r es iste nc ia de quince días, tiemp o
más qu e su fi ciente para r ecibir au xilios de Méxi-
ca .
O bligado Arellano á ab ando nar sus ' funcion es
de .jefe de Estado Mayor á Má rq uez, és te, q ue
había co nc ebiclo el plan de ten e r a l ejé rcito en
Q ue ré ta ro , hizo ejecuta r el proy ec to, q ue eq ui-
va lía á cl ejar la plaza ind e fen sa , pues to qu e no se
ha bía tra ta do s ino de fo r tificac iones p asaje ras, in-
capaces de proteg er a l ejército. L a co mb ina ción
de l tr aidor fué co rona da por el éxito. Las tropas
r ep ubli can as es tab an ya ante la plaza q ue iban it
sitiar, c uando e l gene ral Mirarn ón, conver tido en
simple s ub te niente de zapad or es , se oc up aba a ún
en co ns truir una fortifi ca ción pasajera en el ce -
rro de las Campanas. D es p ués, du rante el s itio
de Q ue ré taro , se ejecuta ro n tr ab ajo s semeja ntes
42
sobre una línea de ocho kilómetros, línea de la
cual muchos puntos fueron fortificados bajo el
fuego de los sitiadores. Entonces fué cuanelo
se hizo necesario resistir á pe cho descubierto á
una serie de ataques, que la falta ele tiempo y ele los
elementos necesarios á la el e va ción de -tan vasta
línea hacían imposibles aún. El ejército colocado
en una situación horrible, sin dinero y sin muni-
cion es para una batalla co mún, sin fortificar la
plaza, porque tenían la intención de retenerle en
Querétaro, para ha cerle su cumbir ahí y derrocar
así al Imperio, no fallaba sino pri varle de víveres
para hacerle toda resistencia imposible. Con ~? te
obj eto, el pérfid o jefe de Estado Mayor no al-
mac enó provisión de b oca alguna, aunque las ri-
cas haci endas de los alred ed ores de Querétaro es -
tu viesen llenas de g rano, del cual se aprovecha-
r on los republicanos para sitiar la plaza con ma -
yor comodidad. As í es co mo el es píritu de ve n-
. ganza y de traición preparaba el golpe de muer-
te, ~ os reservamos para más tarde dar las pru e- .
bas auténticas de todo cuanto hem os dicho. ( I)

(1) Véase el Capüulo XV III.


1"
43

JX

Márquez asegura que el ejé rcito imperial to-


mará la iniciativa contra los republicanos.-
'B aj o este pretexto ev it a preparar la defen-
sa.-La op in ión de los otros generales estaba
d e a cuerdo con sus res oluciones.-Se decide
t omar la ofensiva; pero el general Márquez
s eopone .-Venta jas obtenidas por l a ' trai-
ción. - .Mir~ m ó l1 a taca á lVIárquez con moti-
v o d el estado en que había puesto al ejército
imperia l. - M á r quez no puede defenderse c--
Fundamentos d e l a opinión d e Miramón.

Márc¡uez había aconseja do ú Maxirniliano a b an-


donar á México para tom ar la o fensiva contra las
tropas r ep ub licanas . E n s u carta al je fe de l mi-
nisterio, q ue ya hem os citado, deci a sobre es te
punto: "El gene ra l M éndez, co n cerca de 5,000
hombres tan agu errid os como famosos , ha lleg a-
do hoy á Celay a , y es ta rá mañana en el cuart e l
ge ner al. Co n ese ejé rc ito y los otros c ue rp os q ue
deben r eunirs e ahí, co mpo ndre mo s una fuerz a á
la cual el' en emi g o no p o drá r esistir. Q uiera Di os
cegarle has ta el punto de qu e nos haga fre nte.
Po dre mos entonces, co mo ele costumbre, darle
una buena lección; pero aún en el caso de q ue n o
q uisiese es pera rnos , co mbina remos n ues tros mo -
vim ientos el e una man era co nvenie nte para a lcan -
zar el resulta do des eado: la p acifica ci ón -del pa í~ ,
y la destrucc ión' de s us ene Illig;os."
44
, F undá ndose so b re la necesidad de e mprende r
prontam ente las o pe ra cio nes co ntra los r epubli-
canos, el ven gativo je fe de l Estado Mayor no fo r-
tificaba á Quer éta r o, no ac op iaba víve res, no ha -
cía n,ad a ele lo q ue previene n las re gla s clel arte
militar para preparar la de fensa de una p laza, que
va á sostener un sitio. Como Q uerétaro, á causa
de s u posición top ográfica, n o pu e de d efenders e
contra fuerzas respeta bles, do mina da co rno es tá
por cordi lleras de montañas, excepto al oeste; por
do nde se eleva e l peq ue ño cerro de las Ca mpa-
nas, frente al cual se extiencle un pintoresco va-
Ile, 'y como Max imiliano y sus principale s gene-
r ales ten ían la int en ción ele salir de. la plaza en
busca del ene migo, n o había observa ció n alg una
que hacer sobre esa falta de p reparativos y s o-
b re una defensa , qu e ni un simple cadete hu biera
intentado hacer en una plaza tan des ven tajos a-
mente situada co mo" Queréta ro. Ahí fué, sin e m-
bargo, ad onde se encerró a l Emperador -y s u, pe -
q ue ño ejé rcito. Dado es te nuev o paso en el ca-
mino de la ve nganza, fué resuelto, sin e mba rg o ,
en una co nferencia r¡ue tuvier on Maxirniliano y
s us gene rales, el día 22 el e febre ro de r867, que
e l. ejército imp erial sald ría de la p laza el 26 del
mis mo mes y tomaría la iniciativa contra los re.
pub licanos qu e s e en contraban aún lejos de Que-
rétaro, ' co n el ob jeto el e batidos en detalle. En-
ton c es fu ~ cu and o Múrqu ez influyó s ecretam ente
en .e l E mperado r para qu e esa sa lida no se e fec -
tuase, a unqu e hab ía sido r esu e lta , y que no s e
pensara nun ca en defender la plaza. Doce días
45
despü és del que había sido designad o para qu e el
ejé rc ito imp erial tom ase la iniciativa, es decir, el 6
de 'Ma rzo, las tropas republicanas se concentra-
ban delante de Q ue ré ta r o e n .n úme r o de :15,O UO
hombres. La venganza y la traición marchaban,
pues, á pasos ,agigantados hacia su completo
triunfo. El enemigo s e había r eunido, y el ejé rc i-
to imperial estaba al fin paralizado, sin prepara-
tivos de defensa, sin municion es para resistir un
sitio, sin víve res ; sin forrajes, sin dinero y sin
fortificaciones.
Un cons ejo de g"ue r ra es tuvo á punto de des-
truir las nu evas intrigas de Márquez, de qu e , s e
hablará después. Miramón, qu e entonce s', lo mis-
mo que el E mperador y Are1lano , sospecha ba to-
do, meno s la traición del jefe del E stado Mayor,
censuró la conducta de este último, atribuy éndola
á una inep cia incomprensible, y manifestando á
Maximiliano qu e s e había cometido una falta mili-
tar dejando á las tr op as enem ig-as conce ntrarse al-
rededor de la ciud ad. Márquez , r econ ocien do q ue
se compr ometí a así el inmenso prestigio de que
g ozaba á los ojos del Emp e rador, y la alta idea
que ese S ob erano tenía de su ex pe riencia de la
guerra, p erdió su san gn~ fría de co stumbre, y, de-
s eando combatir la opinión de Mirarn ón, r esp on-
dió en estos términos á Maxirnilian o:
"Señor, mi opinión está ya form ada, p ero creo
co nveniente hacer algunas explicac ione s pr elimi-
na res para rectificar la qu e aca ba de emitirse. Nin-
guna falta se 'ha cometido a quí contra las regl'as
del a rte , solamente cuando se ha qu erid o ir á ata-
46
car al enem igo en det alle, no e ra ya posible ha-
cerlo ."
H abi en do Má rq uez a cabado de hablar , Mira -
món tomó la palabra y dirigiéndose al Emp era-
dor, qu e presidía el. co nsejo, refutó en estos tér -
minos el discurso el el traidor: "Señor, dijo: ha r é
á vuestra Maje stad Una decl aración importante.
El 22 del último mes, su Majestad nos biza r eunir,
y ento nce s fué r esu elt o qu e saliésemos de Q ueré-
taro el 2 6 del mismo mes, con el objeto de co m-
batir al en emig o p arcialm ente. Nad a seh izo por
razones que ignoro, p ero el resultado inmediato
de esta inercia ha sid o qu e las tropas disidentes
se han concentrad o al frente de nosotros. Ha ha-
bido, pu es, una falta cometida cont ra las r eglas
del arte militar." (r)
Miramón tenía r azón. D el 2 6 de febr ero, dia
fija do para la sa lida dé! ejército imperial, al' 6 de
marzo, momento en q ue es te ejér cito s e vió alfren-
te del r epublicano, s e habían pasado doce dias en
la inacción . Ese tiemp o hubi era sid o más que
sufici ente para tom ar la iniciativa, pues entonce s
las líneas de o peracion es del ene migo , que tenían
á Querétaro p or obj etivo, ofrecían un desarrollo
de cerca de cincu en ta legu as. Ante la r ép lica de
una de las futuras víctimas que atribuían su trai-

(1 ) Las pal abras de Má rque z y las de Miramón, que he- .


mos reproducido, están tomadas textualmente del acta del
consejo de guerra que tuvo efecto , el 1 0 de marz o de
1867, y firmada por el Emperad or Maximiliano, Miramón , '
M árquez, Mej ía, Vidaurri, E scobar, Castillo, Mé ndez y
Arellano ,
47
ción á la in ep cia, M árqu e z no tuvo una -sola pal a-
bra qu e co ntes tar, p ero le b ast ó compre nde r qu e
nadie sosp echaba aún el m óvil de s u conducta.
A pe~ar de la evidencia que comienzan á pre-
sentar los hechos, pronto nos será fácil . inistrar
pruebas más palpables aún de la oposición que
el terrible jefe del Estado Mayor puso en obra
para impedir el ataqu e de los r epubli canos por
ehpequeño ejército del Emp erador.
Sin embargo, el velo con que se quería cubrir
la infamia, es tá r asgado en gran parte; vamos á
concluir nuestra obra, aunque la relación que nos
queda por hacer, ex cite el horror del más indife-
rente de nuestros lect ores .

x
Para consumar su traición, M á r qu ez aconse-
ja una retirada.-Imposibilidad de ese mo-
vímíento.v-La d errot a del ejército im peria l
en caso de retirada era completa.-M a xi-
miliano r eh u s a seguir el consejo de M ár-
quez y cit a un-consejo d e guerra, que opin a
por la ofensiva y r ech a za l a idea de una r e-
tirada.-L a opinión que el general M árquez ' _
sostenía en público era d iferen t e á l a qu e
exponía secretamente al E mpera d or.

Maximiliano y sus tropas s e enco ntraba n sin


medios de 'defensa, en pr es encia de un enemigo
tres veces superior en númer o. El ejér cito re-
publicano tenía además á su disposición ' todos
48
los recursos del país, que, con excep ción de las
ciudades de M éxico, P ueb la y Veracruz, ocupaba
entera me nte , E l día, pues, hab ía lleg ado para
que la traición consumase s u obra, haciendo su-
cumbir vergonzosam ente á Maximiliano y s u ejér-
cito, en una fuga sin combate, y privándoles aún
de la gl oria militar qu e debían obtener luchando
h eroica mente para salir de la situación en la que
se les había sumi do c on todo des ig nio y. por ven"
ga nz ~ .

Nada conv enía más para alcanzar ese resulta-


.d o , sino aconsejar á Max imiliano que se retiras e
á la capital, es decir, abandonar á un ejército su-
, I

per ior en n úme ro, y sin quema r un solo cartu-


cho , la déb il plaza, en la cual, gracias á esfuer-
zos ex traordinarios de va lo r y ele inteligencia, se
po día aún int entar una de fensa heróica.
, Por otro lado , el mexicano, á q uien se ha ce sol-
dado por la fue rza, cuando es necesario r e cluta r
Ó a umentar el ejé rcito , por su naturaleza, es ca-
paz de todo, excepto á b atirse e n r et irada, ope-
ración militar de las más difíciles, y que rio puede
emp r enders e sino después de una larga práctica,
con una instrucci ón completa y obedeciendo á
un a severa disciplina. El so ldado mexicano va le
por diez, cuando se trata de tomar la ofensiva ó
de defender una plaz a; p ero no es lo mismo cuan-
do se, trata de quedars e á la defensiva ó de com-
batir á campo abierto. Mira món, el primer gene~
ral del país, poseía , el secreto de aumentar el.
valor de sus tropas, ,p ~ r o á , condición de tomar
atrevidamente la ofensiva, conforme á su car ác-
49
ter. Así es que, siempre, con dos tr es mil hom-
ó

bres batió á doce ó quince mil ene migo s. So-


lamente que cuando este mism o general ha vis-
to fallar sus combinacion es militar es po r la im-
pericia de los que debían secun darlas , es r a ro el
que no haya sido derro ta do p or s us advers arios
que le han alcanzado durante su r eti rada . De los
tres desastres que tuvo en su b rillante carrera
militar, dos, el de S ilao y el de San jacinto, tu-
vieron lugar durante un a r etirada; el b rillante
éxito que obtuvo en Zacatecas alg unos días an-
tes, no pudo ni aun atenuar los efectos de la últi-
1I
ma de esas de r rotas. Márq ue z aco nsejaba á Maxi- I
I
miliano ab andonar á Q ue ré ta ro el ro de marzo,
cuando ya los r epublicanos habían operado su
circunvalación de la plaza, hacía cinco días . Sa-
bía ,q ue el ejército de est os últimos era tr es ve -
ces más numeroso q ue el de los imp er iales, y
que, entre otras ventajas, contaba con 8 ,000 ca-
ballos. Estaba persuadido, merced á su lar ga
ex p eriencia, que sus tropas s erí an der ro tadas
. antes de que pudies en form arse en co lumna fue-
ra de la plaza, á causa del esp aci o de tiempo ne -
cesario para ha cer salir 9,000 homb res y más de
100' carros de útiles y artillería. Má rq uez sabía

todo eso y, sin embargo, invita ba á Maxirniliano


para que diese un paso más hacia el abis mo.
El cálculo del tr aidor era tan to más justo, cuan-
to que 'la desventajosa p osición de Q uerétaro y
la situaci ón del en emigo obligaban al ejército ' a
retirarse ó por el planío qu e es tá al oeste de la
ciudad, -ó por las montañas q ue s e elevan en las
. i
50
otras direcciones . En el primer cas c.la nume-
rosa caballería r epublicana bastaba p'ara acabar
con el ejército imp erial; en el segundo, la infante-
ría ene miga ocupaba posi ciones ventajosas para
derrotarl e completamente. D e to dos modos, su-
poni end o qu e las tropas de Maxirniliano hubi esen
podido salir de la plaz a y aú n p erderla de vis ta,
como tenian qu e r ecorrer L!na distancia de ses en -
ta legu as, sig uien do el ca mino r eal qu e va s er-
penteando en medi o de un terreno muy qu ebra-
do, la caballerí a r epublicana , dirigiéndose .po r las
cue rdas de los arcos del ca mino de retirada, s e
hubi era enco ntra do siemp re en po sición de at a-
ca r, en un mom ento dad o, en un p, unto se ñala-
do, co mbinando su ac ción co n la de las tro p as
q ue hubieran perseguid o á los imperi ales po r la
r etagu ar dia. L a derrot a era , pu es, el único resul-
tado q ue podían produ cir los co nsejos del hom-
bre q ue babi a cria do , con tanto es mero, una si-
tuaci ón tan difícil. Por fortuna e l E mpe rador,
q ue siempre ac ogia favo rable mente las opi nio-
nes de Márq uez , titub eó ante la idea de .sucurn-
bir sin gloria, empañand o el brillo de su nomb r e,
y r eh usó retirarse. Por prim era vez r euni ó.up con.-,
sejo de gu erra co n el. obj et o de decidir 19 q ue
convenía hacer, en la situac ión en que se encon -
traba el ejército i?1perial frente al r.epu blican9"
L a mayoría de los generales decidió, qu e debía
esp erarse dos dias has ta. q ue llegase el genera l
Olvera , qu e debí a venir de las sierras vec!nas ' á
Q Llf'~é taro , al frent e de algunas fuerzas . Despu és .
:'1 ~ F0 m.~r'i},.Ia: Rf~qs.~.vfl; c;ontr~ (;I eoemjgq· . E~ tQ,.
51
consta en el acta de la discusión, la cual terminó
con estas palabras de Maximiliano : "La mayoría
de esta r eun}ón está de acuerdo para atacar al ene-
migo , y es precisamente la opini ón q ue he ex pre-
sado al gene ra l Miramó n un cuarto de hora antes
de que nos encon tráse mos aq uí. Sólo no estamos
ac orde" so bre los meclios q ue deben emplearse
para tomar la o fensiva. Voy á emitir una ' opi-
nión contra r ia, hasta cierto punto, á la qu e han ma-
nifestad o los gener a les Mej ía y Mé ndez. Hay
ciertos mom ent os , co mo los ac tuales, en que la
suerte de los imperios deb e dejarse al az ar de una
batalla. T riunfare mos seguramente , p ero aún
cuando sucumbiés emos, sería con honor. P or
otra parte, un simple movimiento de nuestro lado ,
que indiqu e nuest ra iniciativa , baj ará la moral del
enemigo y le hará compr ende r q ue en torn o mío
están los mejor es g enerales del país" (1).
E sta o pinión de Max irnilia no, franca y llena de
bu en sentido, era la única que pu do salvar al ejér-
cito de la ruina á que caminaba. S in emb argo,
~ l influjo de Márquez era aún su perior á todo; el
traido r, jefe de l Estado Mayor, tenía la astucia su-
ficiente para no compro me te rse de lan te de los de-
más g enerales, cuando se discutían he chos de esa
naturaleza. E n su pres en cia, op inab a co n la ma-
yoría, seguro co mo estaba de q ue todo cuanto ella
resolvies e, se ría aniquila do por el influjo s ecreto
que ejercía en la men te de Maxirniliano Por es o
nun ca se co nsig uió tomar la iniciativa , á p esar de

(J) A<;l~ ~ ~1 consejo de g13A~E8 ~ ÓE~t:tt REPUBL/CA


.fJIBLlO TECA LUIS-ANGEL ARANGO '
'\ fi 't f ".--.. ,'- ,. rry ' T
-ry
;)~

la convicción del Emperador y ele las resolucio-


nes de sus g enerales; por eso Maximiliano dió or-
den á los jefes de infantería, caballería, artillería
y al de l E stado Mayor, que reemplazó á Márq uez-,
de consignar en el inform e qu e le dirigi ero n el
I4 de may o sobre el estad o de la plaza, qu e los
consejos .de ese traidor habian sido funestos de s-
de su llegada á Qu erétaro, y que-él fu;; el qu e en
el momento en q ue 10 5 r epublican o" tomaron la
ofensi va, se opuso con p ersistencia él que fueran
(

atacados por el ejér cito imperial.


Más adelante se enc ontra rán las prueb as autén-
ticas de todo esto (I). P or ah ora baste s aber qu e
el plan de veng anza concebido por M árq uez quedó
mom entáneamente bu rlado. No pudo ob tene r qu e
Maximiliano y s u ejército s ucumbiese n sin gloria
en una retirada imp osible , desas tr os a y cobar de.
E sta circ unstancia le o bligó á combinar nuevas
infamias para log rar su objet o.

~ ni Véase el 'Capítul~ XVII,


53

XI

Astucia con la cual traicionaba Márquez. ~


Aconseja al Emperador establecerse en uno
de los puntos más peligrosos de la línea de
defensa .-Paralelo entre la traición de Már-
quez y la de L ópezo--T'ac íf ídades que tenía
el primero p ara traicionar.-Márquez se opo -
ne á que el convento de la Cruz se fo rtifique
bien. - -Terrible co mbinación formada por él
para hacer que la plaza cayese en poder de
los republicanos en el mome nto en que la
atacaron.--Ce rtidumbre que t enía del éxito
de su plan.--Extr aña escena qu e pasó entre
el Emp erador y Márqu ez.-- Mi ramón des-
truye el hor rible plan d e Márq u ez y salva
la , plaza el 14 d e M a l'zo .--Pr u E:b a s de l a
existencia d e ese plan de v en g a n z a .

No habi end o p odid o a rra ncar ft Maximiliano la


r esolu ción de hu ir co n s us tr o pas y expo ne rle as í
á s er der rotado en un cuarto el e ho ra , Má r qu ez
bu s có e nto nces un mo do d e alcanza r s u objeto
por medi o de un nu e vo plan tan horribl e en s u
concepció n como seg uro en cua nto á s us res ul-
ta dos.
E l E mperado r y s us fieles s ervidores creían
qu e M árqu cz e ra p erfe ct am ente leal. Les trai-
ciona ba , pu es , con unaimpunidad segura, y des-
arrollando una astucia maravillosa . Adem ás, nun-
M
ca se sirvió de medios v ulgares. Obedeciendo á
sus fatales inspiracion es , tocaba con tacto y á
p ropósito los r esortes de las pasiones de sus víc-
timas futuras ó de lo s ho mbres cuya coop eración
le parecía n ecesa ria. De esta ma nera, per día á
las unas y obligaba á los o tros á ser virle sin que
conocieran ellos mismos q ueno eran sino sus ins -
trum entos.
Ya era una falta es table ce r un cuarte l g eneral
sobre uno de los p untOs de la línea de defen sa,
como el ce rro de las Campanas.
Es contrario á las reglas del arte qu e ' un sim-
pl e 'ge ner a l en je fe de Un ejército se sitúe en los
fuga res más pelig nosos. Ahora bi en ; en este ca-
so , se trataba del hombre qu e, a l mand o militar,
reunía el carácter de j e fe del E s ta do , y es to en
Uno de esos momentos supremos en qu e su ex is-
tencia estaba iden tificada, á la de l Imp erio. Esta
falta tomaba ta les proporcion es , q ue parecía un
acto de verdadera locura. P ero Maxim iliano no
soñaba sino con la gloria , y viénd ose rod eado el e
las notabilidad es militares del p aís, cuyo valor
e ra pro verbial, s e lanzab a al p eligro co n esa se-
r enidad de qu e dió tantas , pru ebas al ejé rc ito . El
traidor no tenía , pu es. inec esidad de a tiza r ta n no-
bl e pasión p ara co nd ucir á s u víctima al ab is mo.
EL proye cto ele r etirada una 'v e z b url ado, Má r-
qu ez, en s u elevada p os ició n y en medi o de s u in- o
flujo, tenía mil expedien tes á s u disp osi ción para
hacer q ue Q lleré taro s uc umb iesevsin r ecurrir Ú'
los medi os torp es de q ue, Ló pcz se sirvió des-
pués. L e bastaba impedir q ue se le sospechase
55
de traició n. Salir en persona para intro ducir en
seguirla al enem igo en la linea fortificada, es un
medio bueno para vulga r es mise rables, mas no
para los grandes malvados.
Por otro lado, M árq uez tr aicion ab a para sabe -
;ear 'el 'place r de ve r regada la sangre de Maxi-
miliario y de Mira rnó n q ue odiaba, y al mism o tiem-
po para satisface r su fre né tica sed de venganza.
Ped ía dos víc timas; Lópcz no quiso sino un po-
co de oro. La diferencia de las dos traiciones p¡-o-
viene esen cialmen te de l o rigen y de los fi nes qu e
les fueron propios . Para comprar á Márqu ez, to -
das l~s riquezas de l mundo h ubie ran sido ins ufi-
cie ntes; lejos de eso, sacrificaba s u ca rrera, su r e-
p uta ción milita r, su fama de valien te capitá n y s us
espera nza s; es decir, el pasado y el porvenir. La
recompensa de L ópez no podí a pasar de la dá-
diva de unos c uantos sacos de pes os, lo q ue s e
ofrece á todo ho mbr e de su clas e, sacado de la
hez de la so ciedad y elevado por la casualida d á
un pues to inmerecid o, aunqu e s ecundario (a). T a-
les so n las ca usas por las c uales una y otra trai-
ción difier en tanto en tre sí.

[ a] Migu el L ópez sirv ió al Im peri o desd e que Ma xi-


miliario y Carlota pisaron tierra mexican a; pu es que el es-
cuadrón de la Guardia Imperi al escoltó el coch e que los
traía, de Vera cru z á Mé xico, caba lgan do á la derecha de
ello s el coronel del cuerp o, qu e lo era aquél.
Desde ese día el coron el Ló pez fué el el e tod as las con-
fianzas' ele Mnximi liano. L as mejores pru eba s so n los he-
chos, y nadie ignoi'a 10 que hiz~ éste por aquél y lo que
aq uél hizo por éste. [N ota de A . P.]
56
S i el ejército imp erial se quedaba en Queréta-
r o, el mom ento llegaría e h qu e s erí a: atacado; en-
tonces la voz de l jefe del E stado Mayor tendría
tal fuerza , qu e le bastaría una so la palabra para
hacer s ucumbir la plaza. E l éx ito par ecía infali..
bl e y es tuvo á p~nto de r ealizarse. Para obte-
nerlo era neces ario co me nzar trabajos prepal:a -
to rios . E l primero y más importante e ra persLJa"-
dir al E mpe rado r á qu e abandonase el punto más
fuerte de la línea de ' defensa improvisada, que
e ra el cerro de las Ca mpanas, para fijarse en un
punto más p eligroso , cuya elec ción p udie se as e"
g llrarIe el éxito de l nu evo plan. Se trataría de s..
pués de entregarle á los republicanos. Coneste
,o bjet q, el ho mbre q ue dirigía la g uer ra , inspiró
á Maximiliano la idea de cambiar su cuartel g e- ,
neral de ese ce rro , último punto tomado más tar-
de p or el ene migo , después de, la tr aición de Ló..
p ez, para tran sport arlo al convento de la C ruz,
situado en la ex tre mida d oriental de la plaza, en
la dirección en qu e el ene migo a glomeraba ya
grande s masas, ,hacia el 12 ele marz o. .Maxirn iiia -
no se cam bió, en efecto, del uno al otro de los
p untos indicados, en la mañ ana del 13. E l con -
vento de la Cruz, un a de las llaves de la ci udad,
no estaba conve niente me nte fortificado y apenas
presen taba alg uno s trabajos de defens a , pues
M árq uez se los había enc omendado á un oficial
qu e no e ra del cuerpo cle ing eni eros . E l men or
de los defectos de la fortificación del convento ele
la Cruz, en vís peras de l ata q ue del enemigo, era"
el de no ofrecer ningún trabajo de defensa fren -
57
fe al ejército de Escob ed o, mientras qu e ya ofre-
cía algunos en el interior ele la plaz a.. Establ eci-
do elc uar te l g-ene n tl en la C ruz, fué preciso r eco-
na cer co n cuidado la posición y oc upa l-se en a bril-
tron eras en las pared es construidas de] lado por
dond e deb ía tener efecto el ataque, ejecutando á
la vez algunos otros trabajos pasajeros, pu es es -
taba muy limitad o el tiempo. Este reco no cimien-
to filé hecho por Maximiliano, ac ompa ñado de
M ánquez , ele Mirarnón y de Arellano . E : extremo
(?ri ente . de la plaza de la Cn lz j qu e era la parte
de la plaza más a vanz ada en dir ección del ca mpo
de los r epublicanos, s e termina por una especie
de panteón que conduce á una capilla, que domi-
na al gra~ ja rdín por el cual López debía intro-
ducir al enem igo en la madru gada del 15 de ma-
yo . Este jardín es tá co ntig uo, por el lado más es-
trecho. al co nve nto de qu e forma parte. No era
necesario po seer g randes es tud ios militares, sin o
una ligera dosis de sentido co mún para co mp ren -
der qu e el pan teón deb ía ser oc upa do y fortifi ca-
do; pu es sin eso, oc upá nd ole el ene migo, los el e-
fensores del jardín deb ían ser dominad os y ba-
tidos p or la ret aguardia.
P erdid o el jardín, el ene migo entraría fácilmen-
te en el convento y de ,ahí á la plaza. El pan teón
podía así volverse en man os de un asaltante de
alguna r esolución , no solament e la llave de la po -
sición, sino de la plaza misma. El E mpe rador,
Miramón y Are llano fueron de op inión unánime
sobre la necesidad de ponerle en estad o de defen -
sa. ¿Pero q ué' valía la opini ón de Maximiliano, la
'os
de los comandantes de la infantería y artillería an-
te la omnip otencia del jefe de l Estado Mayor?
Este se opuso con ' toda, la en ergía de su ca rac-
ter tenaz á qu ~ s e hiciese lo qu e es to rbab a par -
te.. de su plan. L es opuso razones qu e no exis-
tían, y el fata l panteón quedó sin defensa alguna,
'es pe rando á qu e el sitiador se dignase ocuparlo
asaltándolo.
A las 'diez de la mañana del diasiguiente, es de-
. cir, el 14 de marzo, el ej érc it ó republicano 'r orn-
pió el fuego de su artillería sob re el con vento de
la Cr uz y sobre las líneas del ~orte de la p laza ,
preparándose al asalto en esas direcciones. Las
co lumnas republicanas no se hicieron esperar mu-
cho, y media hora desp?éscomenzaban él-a taq ue .
D esd e que el cañón del enemigo se hizo oir,
Mirarn ón, ese g enio militar qu e parecía dichoso
en medio .de las batallas, s e presentó en el cuar-
te l general para tomar las órden es de Maxirniliá-
no, quien le dió carta blanca, fiándos e en su in-
telig en cia y su valor. El valiente general partió al
punto , después de habe r prevenido al 'E mper a -
dor qu e ib a á es tab lece rse -al Cerro de las Cam-
pana s, terren o ma g'nífico de o bs ervación C}u e le
permi tía trasp ortarse prontamente al p unto do n-
desu pr es en cia se hicies e necesaria. E l fue go
pronto' s e hizo gen eral sobre los dos frentes ata-
cado s del' norte y del es te. Maxi rniliano tr anq ui-
lo 'y a fa ble s e paseaba en la plaz a de la Cruz, en
medi o el e una lluvia de balas y el e p royec tiles
. de artillería, con versand o familiarm en te 'con Mar-
qu ez y Arellano. E l genera l Mira m'ón acababa de
59
partir par<i. el cerro de las Campanas, cuando el
ataque tomó proporciones considerables. Enton-
CF.S pasó, e ntre Márquez y el Emp erador, en la

misma plaza de la CnIZ, una esce na qu e, eh un mo-


mento sem ejante, pareció ext.raña, pero de natu-
raleza á ha cer extrem ecer, cuando es tá uno con-
vencido de la fero cidad del que fué héro e de ella.
De repente las lágrimas saltaron á los ojos de
M árquez, la expresión de su cara demostraba una
alegría falsa y repulsiva, más horrible aún por la
contracción del carrillo izquierdo , adonde las s e-
ñal es de la herida r ec ibida en Morelia estaban aún
profundamente grahadas.
- ¿Q ué tiene Vrnd., general?- le dijo el Em-
perador con voz suave y llena de afe cto.
-Nada, señor- respondió M árq uezr-í-sino qu e
soy muy clichoso !
Maxirniliano, es e sob eran o que desafiaba el p e-
ligro con tanta tem eridad y qu e debía so úreirse al
ver el suplicio, estab a dotado de una exq uisita se n-
sibilidad. Como toda alma g rande y gen e ro~a, la
e moc ión se a po deraba fácilmente de él. Atrib u-
y endo á un sentimien to entusias ta de adh esión el
secreto movimiento que a cababa de traicion ar el
pensamiento d el jefe del Es tado Mayor, el E m-
p erador dejó esc a par lágrimas de g r<t titud , y, es -
trechando á Má rq uez entre sus b razos, le dijo, ca -
si sin pod er articular, estas palab ras: "Tiene us-
ted razón de esta r co nte nto, g en enllj p ues hoy es
c uando salva re mos la ind ep enden cia d e nuestra
herm os a patria." E l des graciado estrechaba so -
bre s u corazón, e n s eñ al de paz, á su prop io ase-
60
sin o. En realidad , el traidor no había llorado si.
no. el e gozo , crey end o qu e s u venganza iba á co n-
su ma rs e a lg'unos ins tantes desp ués . S us sanguina-
rias pasion es comprimidas en el Oriente, durante
dos años en te ros, saboreaban como conq uistado
ya el triunfo de q ue tenían sed, y qu e más tarde
debían, al fin, ob te ner. Hé aq uí lo que pasabas
E l genera l Márquez estaba s eguro de q ue los
repu bli can os ocuparían el panteón de la Cr uz tan
pronto co mo se lanza sen al asalto; y qu e, co mo
hem os demo s trado, era posible, pene trarían ,fú-
cilmente en la p laza. Esa no era aún sino una
parte de su horrible combinación y aún la men os
importante. T raicionar só lam ente sobre uno de
los fr entes atacado s, e ra sub or dinar el éxito del
co mbate á va rias eventualida des, mientras q ue e l
r es ulta do era infalibl e, si se ofrecían do s ocasio-
nes favo ra b les á los asaltantes. Nada, p ues, po -
día salvar la p laza, si la primera ocasión, prepara ..
da así, Márq uez disponía la segunda para qu e se
ofre ciese por si sola en uno de esos mom entos
c ríticos qu e pre ced en á un asalto. Con este fin,
ha bía ciado orden pa ra qu e las tropas de la se-
g unda división s e r epleg asen ha cia la Cruz, c uan-
do lle g ase la op or tunida d. Haremos notar qu e se
había conyenido en que las tropas de es ta se-
gu nda división defendi eran la parte principal del
fre nte por el nor te. Fueron allí situadas por el
ge ne ral Miramón ta n luego como notó en e l campo
r epublican o movimien to q ue ind icaba un ataque
pró ximo,
As í p odrían hab er teniclo efecto desde ent ón-
'1
61
ces las tristes es cen as qu e pasaron el 15 de ma-
1
yo, cuando el traidor L ópez introdujo al ene mi-
\ go en el centro de la plaza. Efectivamente, el
panteón fué tomado al principio de la acci ón, co-
mo debía esp erars e, y la infantería qu e ocupaba
el jardín fué derrotada por los r epubli can os qu e
s e mantu vieron allí po r lar g o tiempo. E l valor de
los soldados imp eri ales y la circ uns tancia prov i-
clencial qu e impidi ó la entrada de los' asaltantes
por el frente del norte, qu e ib a á aba ndo na r la
división de Cas tillo, salvaron únicam ente la pla-
za. Sin emba rgo , el panteón , una ve z to mado, y
la línea del norte ab ando na da, co mo debía ser-
lo, s egún la: or den de M árqu ez, los asaltante s , sin
es fue rz o alg uno y marchand o únicam ente ad elan-
te hacia el centro de la plaza! la hubieran al p un-
to ocupado con 12 Ó 15 ,0 0 0 hombres.
En es e caso , la'> trop as imp eriales q ue se en-
contraban en el co nve nt o y en la plaza de la
Cr uz, hubi eran qu eclado aisladas y hubi eran sido
a tacadas p or todos lados á un tiem po.' Mira rn ón,
q ue se encon traba 'al oes te, es decir, al lado
op ues to sobr e el- cerro de las Ca mpanas, con una
batería y un p uñado ele hombres , habría sido ata-
cado por' la retaguar dia, y la ca ballería situa da al
sur, fuera de la pla za , en el llano que s e exti en-
de al pie del Cirnata rio, no pudiendo ca rgar, se '
hubiera p r ob ab lem ente r e tir ado ha cia México. ien
el mom1 ento
.
de la rendición de los dos úni cos
punto s qu e q ue daba n en p oder de las tr op as'im- '
periales. Ahora bien, esa re ndición no se hubie -
ra hecho esp e:élr s!no ,a!g unos ¡pinu"tos: ' '
62
loCómo pudo fallar ese plan infame tan bien
combinado y eje cutado tan á tiempo' Porque el
general Miramón, al ' pr es entarse en el con vento
de la Cruz, p ara r ecibi r las órde ne s de Maxirnilia-
no, s upo q ue Márq ue z había dad o la o rde n fatal;
y sin ha ce r observaciones , corri ó á la linea del
no ntequ e Cas tillo aba ndo naba ya'. Al llegará
,e lla, man dó ú es te g eoer:al se .q uedara en su pri-
mera po sición , sin hacer caso de lo que Márq uez
le hubi ese mandado hacer. El tr aidor , jefe del
Es tado Mayor , en el mom ento en. q ue ,dér rama-
ha lágrimas de gozo ,.en el q ue saboreaba: la ven-
ganza q ue creía com ple ta , ignoraba q ue Mirarnón
aca ba ba de coarta r los e fec tos y.hacer fallar. po r
aq uella vez E\US horri bles designi os.
Para qu e la execraci ón universal pe rsiga al in-
fam e; para q ue los hombres lan cen sobre él el
anatema y el des precio, basta apoya r con docu-
men tos pú b licos y oficiales, la certeza de la exis-
te ncia de la co mbinación q ue acabamo s de expo-
ne r, y q ue es taba basada simplemen te sobre
esto s dos hechos : aban do nar sin de fensa el pan-
teón del convento de la Cruz y re tirar la segun-
da división de la línea del norte, al p rin cipio del
a ta que . E n lo conce rn iente al primero de estos
hech os , lqs dos ejércitos, imperial y republicano ,
han sido 'tes tig os de él; en c uanto al segundo,
es tá co mprobado e n el infor me de': Miram ón al
Emperad or so bre la defen sa de Q ue rétaro, in-
forme escrito el 1 4. ele ma rzo de 1867' Héaquí
los pánrafos de est~ notable documeI'},to que de~"
., , .' J;. ;. 1
I

nen relaciónecon el: . - . .. . . .. . .


63
" Ap en as acababa el cuerpo bajo mis órde ne s
de hacer el cambio de frente que había indicarlo,
cuando el fuego de la artillería enemiga, dirigido
sobre la Cruz, anunció el principio elel a taque .
Sin pérdida de tiempo, me dirigí entonces hacia-el
cuartel general para tener la honra ele recibir las
órdenes de su Majestad . Entonces supe que el g'e-
nerai, jeje de! Estado jJlla)lor, ltabia ordenado que
la segunda división se replegase sobre e! conuento
de la Cruz.
" L a actitud de l enemigo, ya co ncentrado á las
diez de la mañana, al nor te y al oriente de la
ciudad, me ob ligó á vo lve r al cerro ele las Cam-
pa na s, lo qu e hice, pasando p or la línea q ue oc u-
paba la segunda .divisi ón. Al lleg ar á esa línea,
co mprendí que si el movimiento de retir ada sobre
la Cruz se efectuaba conforme á la orden dada por
el jeje de! Estado Mayor, el enemigo entraria 'al
punto en la plaza; )J, en consecuencia, p revine al ge-
neral Castillo que p ermaneciese con su diuisiát: en
los puntos que ocupaba, hasta el momento en que le
diera lluevas ór denes."
Después, contando los serv icios hechos por la
segunda división, y apoyándos e en los hechos
principales, contenidos en el inform e de Cas tillo,
Miramón añade esto:
"Como á las diez y media de la mañana el ene:-
,migo cargó con brío en varia s columnas las bri-,
gadas de los generales don S ilve rio Ramírez y
don F edro Valdés; en es e mom ento la s itua ci ón
de I~~ tropase ra bp.stantc difícil, según me ,dijo
~J g,ener al C as tillo; la lipea 9u,e cub rían hab ía sf~
114
do abandonada con motivo de la retirada sobre
el fuerte de la Cruz, hecha por una orden emana-
da del E stado May or G en eral. S in la actividad
que desplegaron los dos g ene rales qu e acabo de
nombrar, para ocupar nuevam ente la línea, el ene-
migo hubiera p enetrado en ella, pu es una de las
columnas lleg ó hasta haberse apod erado de uno
de los parapetos, ad onde rué he cha pri sion era
po r el 7° de línea. " (r)
Ta les fueron las circ uns ta ncias ex trao rd inarias
qu e retardaron por dos me ses más la venganz a
de M ár q uez,
L a traición tomaba nu eva energía co n es as mis-
mas co ntra riedade s. Burla do el prim er plan , s u
a uto r no desmayó, sin o q ue , por el co ntra rio , se
o cup ó con más empeño en log rar s us fines.

(1) Márquez se guard ó bien de publ,icar e~e i,nf9~me en .


Quer étaro; pero Ma ximili ano lo envi ó por cas~alidad , á ,
Mé xico, adonde se publicó en el nú m. 37 del .diario La
llni4n , el 30 de Marzo de 1867. "
XII
P111n que se formó para atacar á, los r epublrca-
nos e117 de Marzo.--Combinación de Már -
quez para fruetrarlo.i--Bnga ñado el Empera-
dor ordena á Miramón'que suspenda el ata-
que. - P r ofu n d o despecho de Miramón. ~
Falsedad de la causa sobre la cual se funda -
ron par a hacer suspender el ataque. - M én -
dez cooperaba, sin saberlo, al triunfo de l a
traición d e Márquez.-Causas de esta con-
ducta.

Habiendo sido r ech azado el ejército republi-


cano en su for midab le 'a ta q ue de l 14 de marzo, y
el consej o de g ue r ra del día JO habiendo decidi-
do qu e el ejército imperial tomaría la iniciativa,
después de esperar dos dias la llegada del gene-
ral Olvera, Miramón insistió mu ch o con Maximi-
liana para ha cerle ac eptar un plan de a ta q ue de-
cisivo. Logró vencer la enérg ica oposición de l
jefe del Estado Mayor, así como el grande influjo
que ejercía so b r e el ca r ácter del Emperador, y
obtuvo la autoriza ción necesar ia para obrar.
L a situación en qu e se en con traban los defen-
sores de la p laza y los sitia dores, no podía ser más
favorable para r esolver la cues tión. Las tropas
imp eriales, llenas de entusiasmo y tr iunfantes él
14 de marzo, es pera ban con arelar el mo me nto
I , ,
que ponelríafin á los sufrimien tos de l ejér cito.
5
66
tos republicanos, rec hazados en su prim er ata-
q ue, no hab ían aún cubier to la línea del sur, y
contando ap enas las dos terceras partes de la
fuerza efectiva que tuvieron más tar de, hubieran
sid o fácilmente de rro tadas en vir tud de la vigoro -
sa é inesperada salida que proponía Mirarnón.
E n co nsecuencia, se dieron las órdenes nece-
sarias, para atacar al amanecer del día 17 el ce -
rro de San G rega rio, que domina á Q uerétaro
por el norte, y adonde se encontraba el grueso
del ejército ene migo . Batidos los republicanos
en ese p unto, la vic toria era com pleta.
E l. plan de ataque combinado ent re Miramón y
Arellano , r espon día á todas las' ex igencias del
a rte, y o frecía , ade más , tod as las pro babilidades
q ue p ueden ob tenerse en la guerra, co mo garan-
tía. de triunfo.
Las tro pas de bía n salir secret ament e de la pla-
z~ antes de l amanecer, para empezar, al romper
el día, el ataque de la posición enemiga; la segun-
da1 división de infante ría man da da po r Cas tillo y
establecida fre nte al cerro de San G regario, de -
bía dejar la línea de defensa y las piezas de mon -
taña, subir al cerro, hacien do una marcha ligera-
mente diagonal sobre su derecha, para amenazar
á la.vez el frente y la izquierda de los r epu blica-
nos, Méndez, 'con la brigada que mandab a, dejan-
do s us cañones en la plaza de la Cr uz, habría ocu-
pado la línea de defensa abandonada por Casti-
llo, p ara servir de reserva á este último y para
pr oteger, si era necesario, su re tirada. Ese era
el ataque simulado. El verdadero debía hacerlo
67
Mirarn ón, qu e s;-¡ldrí~' ele la "plaza ' por los " lIano~ '
qu e la se pa ra n de las alturas de S a n Gregario ;
que defendían los r epublican os y del c el~m de las
Campanas ocupado parlas tropas imp eriales. :LVIi-
ramón debía voltear la p osici ón del enemig o po ~
la derecha; y atacarlo por la retaguardia. Una
batería de diei y ocho piezas de campañ a! apoya-
da por la reserva de' Mirarn ón, protegía el ata-
qu e, r ompien do un fueg o muy vivo co nt ra el Ce-
rro ele San G regorio, al mismo 'tiempo qu e la ba-
tería ele las Ca mpanas, S i la ca ballería r epublica-
na se pres entaba, la reserva y ~as diez y ocho pie- '
zas colocadas e n el llano la re chazarían. S e había
, "
igualmente g arantizado la seguridad de "la plaza,
que nada ten ía q ue temer por el oes te ni, por' el
norte, 'p or q ue fre nte á esas líneas s e conc entra-
rían los cinco mil hombres qu e debían atacar r
al
cerro ele San G re gar io. Al es te , el convento de
la Cruz qu ed aba r~forzado y bien defendido'; al
sur, no habia en emigo. Max irniliano debía, en fin,
es ta ble ce r su cuar tel g en eral, en Iel cerro de las
Campanas, mientras qu e Miramón atacaría. Para
comprender bi en tod o lo (qu d este va liente gene-
ral habría hech o el 17 de marzo, si la traición no
se 'hub iese a tr aves"ado por medio con el obj eto
de qu e e"¡ é'xito fuese imp osible; para esta r bi en
convencido de q ue, ese día, se arrancó la victo ria,
basta saber qu e cua re nta dias despu és, el 27 de
ab ril, el triunfo so bre el ~j érci to repu blicano, no
sie ndo ya p osibl e p or haber sido reforzado con
diez 6 do ce mil hombres; lás ti-opas imp e riales es-
tando ya cIesm oralizad as por un largo sitio y por
68
el r et ardo del gene ral Má rq uez, q ue no volvía de
México para soco rre r la plaz a, y r edu cidas ya á un
núm ero e fec tivo de cinco mil hombres; en medio
de es tas circ uns tanc ias tan desventajosas, Mira-
món, co n dos mil so lda dos , en una hora de tiempo,
salió á bu sc ar y puso en ruga, en la p osición de l
Cimatari o, á más de diez mil hombres y les quitó
ve intiuna piezas de ar tillería. E l des tino impla-
cable le espe raba en e l ce rro de las Ca mpanas,
lug ar ele s u s uplicio: ni el valor, ni la inteligen cia. .
ni la lealtad bast an para sepa ra r s us go lpes .
E l plan de ataque que acabamos de desc ribi r, .
una vez adoptado por Maxi rniliano, y su eje cu- ·
ción fij ada para la mañana del 17 de marzo, to- ·
da via .le qu edaban á Má rq uez medios de frus-·
trarle, p ersu adi do co rno es ta ba de q ue s u ven-
ganza iba á escapársele.
Hé aqui lo q ue pasó durante ese dia fata l. Mira-
món salió de la plaza co n las trop as qu e de bían
expresamente atacar el ce rro de San Gregario;
la batería de diez y ocho piezas y la reserva á
q ue servían de apoyo , se situaron en el punto con-
ve nido ; y Maximilian o, ac ompañado de Márq uez
y Arellano, se tr asla dó de l convento de la Cruz
al cer ro de las Campanas. La división de Casti-
llo no dejó su línea, porq ue Méndez no vino á re-
levaría. Este último, según sus palabras, no eje-
cutó á tiempo las órdenes que había recibido"
porque el jefe del Estado Mayor no había rele-
va do la brigada de reserva á. su debido tiempo,
y la cual estab a de servicio elesde el dia an te rior:
Eran 'las cinco de la mañana. La luz cr ~pus -

69
cular anunciab a la proxuna llegada del día. El
Emp erador acababa de llegar al ce r ro de las
Campanas. Miramón , ' aleg r e, acariciaba en su
mente la es pe ranza de la victoria, ign orando aún
que sus órden es habían sido desobedecidas. F or-
mó sus columnas al pie de San Gregorio y se
disp onía á lanz arlas sobre el enemigo, cuand o
Méndez, en lugar ele es tar en su p uesto, se pre-
sentó en el cerro de las Campanas. S u caballo
estaba extenuad o de cansancio. En cuanto á él,
llen o de emoción , no pud o decir, presentánd ose
á Maximiliano, sino: " Señor, el enemigo entra en '
la plaza del lado de la Cruz, y mi brigada no ha
podido oc upa r su pu esto. Ya es de día y es im-
po sible qu e pueda col ocarla útilmente sobre la
linea de l general Castillo para el ataq ue; adem ás,
señor , la plaza va á s er tomada."
- ¿Q ué debemos hacer? - p reguntó con viva-
cida d Ma ximiliano á M árquez.
- y olve d inmedia tam ente de dond e venís, con-
testó éste, y dad orde n al general Miram ón de r e-
plegarse en seguida, pu es ya no es p osib le q ue
a tague .
L os hech os siguie'ro n á las palabras, sin un se-
g undo de int erru pción , E l Emp erad or ab an do n ó
el cer ro de las Campanas en compañía de Ar ella -
no , ent ró en Q uerétaro y se detuvo en la plaza
ele San F ra ncisco, situada en el centrp de la ciu-
dad . Méndez vo lvió hacia su brigada, q ue hab ía
dejado en una el e las calles el e la ciudad, y oper ó
un a co ntra marcha hacia la Cr uz. Para as egurar el
éxito c!~ ?H nueva intrig-a1 y sin quererse fiar de su
70

,
ayud ante,
¡
Márqu éz partir) á to da brida á buI scar
á Mira rn ón par:a trans m i t~rle personalmente la or -
de n de suspend er el a~aque y r etirarse á la pla-
za. Cuando el traidor llegó al lugar á dond e el
va liente j efe de la infantería organizaba sus co-
lumn ~s, el a taq ue iba á tener lugar cinco ~ inuto s
despu és. Mira rnó n , sorp re ndido ya de n u~ Ca sti-
llo ño pudi es e mov ers e frente al enemig o, porqu e
M éridez no le relevaba, supo co n mayor sorpresa
aún la entra da de los republican os en la Cruz ; no
dió cr édito á¡ esa noticia; p ero es ta ba 'obligado
p or la orden de Maxi rniliano, co municada por el
j ~fe de l Esta do Mayor, á r et irars e al p unto. En-
vainando la es pa da, ar rojó con cólera s u som-
brero, é hizo ejecuta r á sus tropas la orden que
se hab ía arra ncado al S ob erano por la traición.
L a vict oria acabab:=t de so nre ir á Mira rnó n; Már-
q ue.z la alejaba de su rival en el mom ento en que
éste iba á apoderar~e de ella.
f' Aho ra bien! ,e l enemigo no había te nido el pen-

samiento de introducirse en la plaza p or ning ún


p unto, y sobre todo go r la ,Cruz" adonde fué ac -
cesorio, en la ho ra sup re ma, que Lóp ez le g uia-
se , para q ue pudiese p en etrar ; tan sólido as í era
el edi ficio. '
Las fuerzas r e publicanas, durante los . prime-
rosd ías qu e sig'uieron al ataque del 14 de ma r -
zo, á co nsecuencia de l cual ha bían sido recha za- .
das, se encon traban en una sit uac ión de las más
I

difíciles, .falt ándoles has ta las municiones . .Lej os


de pod er te ntar entonces un mov imien to cual-
,(¡uie r,:, estaban profundam ente c1 csorg-aqi ~ ac1asi
71
Y no habiendo sospechado los movimientos pre-
paratorios del ataqu e, se quedaron confundidas '
cuando llegó el día, viendo esa concentración qu e
ni sospechaban , ni comp re ndían, á ca usa de las
esp esas c¿lumnas de 'p olvo que 'levántaban los
cu erpos imperial es , en las diversas dire cciones
que esas tropas debían seguir para recuperar 's us
puestos respectivos sobre la línea de defensa . En '
fin, todas lasfuerzas salidas de la pla za habían
vue Ito á en trar , cuando los sitiadores dispararon el
primer tiro de cañón. La noticia dada al Ernpe-
I
ra da r por Méndez , qu e el ene mig o ocupaba la pla-
za, era, pu es , enteramente falsa;' pero no se pudo ,
de sg ra cia damente , rectificar hasta que Ma~imi­
liana en tró de vuelta en Q ueré taro y cuando el ata-
que, qu e debió tener lugar en circ uns tanc ias fa-
vo rable s , estaba suspendido. Es po r consig'uien-
te incontestable qu e los r epubli canos habían sido
hábilm ente salvados po r el jefe del E stado Ma-
yor, que, habiéndose cuidado bien de r elevar á
tiempo la parte de la b rigad a de 'r ederva , de ser-
vicie; el día 1 6, había imp edido á Méndéz lleg ar
á tiempo para p ermitir á Castillo qu e comenzase :
,¡ " l' 1
el falso ataque po r el fren te que s e le había encar-
gado .
A de más de es o, Márquez es ta ba de ac uerdo
co n Ménc1 ez, no par a tr aicionar , pu es Méndez fué
siempre incapaz de tal infamia , sino para evi tar
el a ta q ue. IvIéndez opinaba siempre po r la de:
ó

fensiva ó por la reti rad a. Ya 10 he mos dicho, Má r-


qu czexpl o taba las pasiones de los o tros, les obli-
vaba
A '
á se rv ir de ins trum
'
ento de s u ven gan za sin
72
qu e éstos tuviere n la menor sospecha del papel
que se les hacía desempeña r.
Méndez, después de abandonar á Michoacán,
había llegado á Querétaro profundamente des-
moralizado. Propuso al Emperador dirigirse in-
mediatamente á Veracruz, a bd icar allí y abando-
na r el país. Esos consejos extraños fue ron re-
c haz ados por Max imiliano . Mén dez secundaba las
ideas de Márquez desde el punto de vista defen-
sivo , ó en lo tocan te á una reti rada, fuese sobre
México ó á las montañas vecinas. El desgraciado
ig noraba que ob ra ndo as í era el instrumento de
su ' p ropia mue r te. Su desmoralización llegó á ta l
p unto que le hizo bajar en el favor imp erial, pues
Maximiliano , co n motivo de es a desmoralización,
se veía obligado á tratarle con una dureza muy
aje na á s u ca rácter.
Aún es ta vez la traición triunfó de los obs ta -
c ulos que iban á paralizar s us es fuerzos; pudo
continuar su marcha, y, aún más, se a rregló de
mane ra que la intriga, qu e venimos conta ndo, fue-
ra más fec unda en r esu ltados de sastrosos, co mo
lo probaremos e n el c urso el e es ta triste, pero
verídica na rración .
XIII
Ca u sa s p or las cuales se qu it ó á ilY.Iéndez el
mando d e la brigada"d e reserva.s- V en gan ci-
ta de Márquez.--Miramón y ArelJan o se r e-
t iran.--Márquez propone ot r a vez la r etira-
da .-Mejía y Méndez le ap oyan. v-Bl Empe-
r a d or se de cide á ella. - - M ir a món y Arella-
n o trabajan para d is u a d irl e. --M ir amón se
opon e inútilmente.

Resuelto Maximiliano á co mb ati r glo riosamen-


te, resolvió separar á Mén dez, cu yas ideas l úgu -
bres y de desm oraliza ción podían ser con tagio-
sas. Esta r esolu ción se a fi rmó co n moti vo del
error en qu e le había hech o cae r Méndez , dán -
do le la noti cia falsa q ue le ob lig ó á vo lve r á la
plaza en la mañana del 17 de marzo, y á"manda r
á Mir arn ón qu e susp endi es e el ataq ue de las al -
turas de S an Gregari o. Márquez necesitaba , por
su lado, que el Empe ra do l-, es tuvies e só lo ba jo su
influjo; y era de desears e, por las razon es qu e
daremos, qu e Ménclez es tuviese á la ca beza de
un nuevo mando E l mism o día ," Ménd ez dej ó la
b rigada ele r es erva pa ra pasar á las órdenes de
Miramón con el mando el e la prirn era división de
infantería. L óp ez fué el qu e le r eemplazó en la
r eserva, y así fueron prep ar ados por la ca s uali-
dad los acontecimientos del r 5 de mayo. Para
qu e l\'I énde z pudies e tomar pos esión de s u nue-
vo mando, " Má rq uez despoj ó a l q'ue le ej e r c ía y
74
cambió igualmente á los dos g enerales de las bri-
gadas que c orripon ían la prim era división de la
infantería. Así fué com o los g en erales Casanova,
Escobar, Herrera y Lazada, oficialmente reco-
mendados por Mirarnón, fueron r ecomp ensados
por su conducta durante la defensa del día r 4:s e
les quitaba el mando qu e hab ían ejercido con tan-
ta lealtad; se les dejaba en re ces o; se les' ha cía
perder, en fin, sin ra zón alguna, todo su prestigio
en el ejérci to, qu e no podía de sp ués ju zgar favo-
rablem ente á hombres s eparados de sus ' tropas
frente al en emigo.
.~ ?- destitución de Casanova e ra una ve ngan za
de Márquez, que .q uer ía ca stig arle ,p or hab er si-
, do comandante general de México, c uan do Mira-
rnón p uso preso al terrible jefe del Es ta do Mayor ,
por haber qu erido r ebelarse contra s u gob ierno.
As í era como Má rqu e z, al ca bo de sie te a ños , ha-
cía 'pag ar bi en cafo á .Casanova la casualidad q ue
le,había hecho juez suy o y había p ermitid o que
fuese, entonces comanda nte militar de la capital.
En cuanto á Escobar, Herre ra y L a zada, Már-
qu ez les destitu ía simplem ente porqu e e ran ami-
gos de Mirarn ón, y p orq ue con ellos e ra imposi-
ble foment ar la ana rq uía en tre las, tro pas. Desea..
ba tambi én que tan inju stas disposiciones o fe n -
dieran á Mirarnón, s obre t od o cua ndo p uso á s us
órd enes ,al general Méndez, q ue e ra ostensible-
mente r es ponsa b le ,de hab er, co mo se ha dicho,
frustrad o el ataqu e de San G r ego rio, .
D espués .de los fat ales a co ntecimientos del 1.7
de marzo y e n vista del des fallecimiento Cj ll C ca u-
75
saron, Mirarnón y Arellano forma ro n l ~ r esolu-
ción de hacerse á un lado, de no to ma r iniciativa
alguna en la dirección ele léi. guerra, ele limitarse
só lo á obedecer y á dejar, q ue los aco ntecimien -
to~ se e ncendiesen. En esa m ente q ued aron has-
ta el 20 del ·mismo mes; día en ,q ue Max irniliano
llam ó á Arellano al co nsejo, en cuyo seno ;s e ,tra-,
tó alfin de tornar una gran r esolu ción.' .
Así fué como es e general pudo entonces, sin
pensarlo, retardar los efectos de la traición, q ue
ya se rego cijaba, creyendo que s u tr iunfo defini -
tivo sería inevitable en algunas horas . .
E l g eneral Márquez , habi endo ob ten ido evi tar
el ataque del 17 de marzo , s e aplicaba ahora á
co nseg uir el res ultado final q ue des eaba ardien-
te mente: bu scaba un nuevo mod o de ob rar sobre
el carác ter de Maxirniliano , para instigarle á la
retirada, q ue , según él, debí a ser seguida de una
de rrota indefec tible.
Fiel á su sistema ele hacer servir las pasiones
de sus víctimas al éxito de sus proyectos, y no -.
tanda que Mejía es taba tan «lesrnora lizado como
l\féndez , M árquez obtuvo q ue uno y ot ro, qu e
g ozaban aún de cier to p restig io con el Ernp era -
dor, apoyasen su plan y aun á qu e el prim ero
propusiese a ba ndona r la plaz a después ele hab er
clavado los cañ on es é inutiliz ado el tren.
Maximiliano, luchando p or un laelo con sus
ideas de glori a y de dig nidael, qu e le acons ejaban
comb a tir valientem ente á favor de una.causa gran7
el e, y P (W otro lado con la influ en cia qu e debían
eje rce r en s u espíritu consejo s .cplCno po día co n-
76
siclerar hijos del temor, la ve nganza ó la traición,
sino , al contrario, por el patriotis mo, la expe-
rien cia y la lealtad, s e dejó llevar una ve z más
hasta el b ord e del abismo en que Márq uez que-
ría precipitarl e. F ue apartado de él nuevamente
por su noble ambición, por la r ectitud de su j ui-
cioy los consejos de Arellano. Esto va á resul-
tar de documentos secretos, cuya existencia no
pu ede hoy pon erse en duda por nadie.
Al día sig uiente en q ue Miramón debí a r enu n-
ciar á su ataque c(;mtraSan Greg ario , la ·v é~ gan ­
za continuó haciendo progres os, q ue qu ed ar on se -
cretos hasta el 2 0 de mar zo. Márquez pud o de-
cidir á Maximiliano á r etirars e. á México , pe r-
s uadiénd ole que ese pa r tido era natural; co mo si
2 5 ,0 0 C> r epublicanos no hubiesen entonces ro dea-
do á Querét aro p or todas partes, excep to el sur,
donde las montañas se o ponían á la salida de l tren
de las tropas imperi ales. Notemos, a d em ás, qu e
esos 2 5, 0 0 0 hombres pos eían ya 8 ,000 caballos
y una num eros a a rtillería .
L a fatal r etirad a fué r esuelta, el E mperador
mism o; para as egura r la e jecución, dió co noci-
miento de ella, entre o tras medi das, el 18 de mar-
zo, al ministr o de la g uerra en México . L e orde-
nó qu e dispus ies e en los alrededo res ele la capital
el ca mpa me nto p ara- el ejército,' teniendo cuida do
de qu e en el centro de él q uedase la tiend a im-
p erial , pu es S. M. no pensaba alojars e en pa lacio
ni en ningun a ot ra pa rt e de la ciudad (1).
( 1) Ignorába mos la existenc ia de esa car a, que nos rué
revelada más tarde en la Habana por el digno general
77
Dos días tras curri eron y fueron empleados en
hacer secre tos prep arati vos y en sufrir diversa s
vacilaciones . Por fin lleg'ó el 20 de marzo, y con
él pareceqlle había llegado para e\ traidor , el
instante de consumar la más cru el de las vengan-
zas, quien sin notarlo, levantó la punta del velo
ton que ocultaba sus ten ebrosas maquinaciones.
Arellano mandaba la ar tillería , y era preciso co-
municarle las determinaciones tomadas para ase -
gurar la marcha ele todo el material de gu erra
que es taba á s us ó rde ne s. E l jefe del Estad o
Mayor g en eral tuvo qu e doblegarse ante esta ne-
cesidad inevitable: previno, por consiguiente , al
comandante general de la artillería, que tomase
las medidas más oportunas para que el parque y
las piezas salies en de la plaza en la tarde del ex-
presado día. Ar ellano recibió esta órden eh las
primeras horas de la mañana , y aunque con sen-
timiento, es ta ba en el deb er suyo ejecutarla: á
las tres de la tarde todo es taba listo para la mar,
chao Esta vez se iba á llegar á un extremo fat al,
es decir, se iba á solicitar una derrota inevitable,
procurada p or una fuga qu e se int entaba dis fra-
zar con el nombre de retirada. Arellano se dir i-
gió al alojamiento del general Miramón para pro-
nosticarle cual sería el triste desenlace de la cam-
paña antes de q ue terminase el día. Impuesto Mi-

Portilla, mini stro que fué de la gu erra , durante la perma-


nencia del Emperador en Querét aro.
T uvimos despué s la confirm aci ón de este hecho en Vie-
na , ele boca del Sr. D. Luis Blasio, ex -secretario del Em-
.p erad or, que Iu é quien la escribió.-1V. del A.
~8
ramón de lo c¡u e pasaba, no quiso cree r qu e una
determina ci ón se mejante y que iba á ten er tan
funestos r esult ad os) se hubi ese tomado sin con-
sultar la o pinión de los jef es de la infantería y de
la artillería. Repetidas veces, el joven y valiente
general exclam ó, interrogando á su amigo, res-
p ecto á la noticia qu e le había dad o:
- ¿E stás loco, ó te burlas de mí~
Conven cido al fin de la ve rdad, y mirando ' qu e
las horas se deslizab an con an gustios a rapidez,
r esolvieron ambos tocar' e! último recurso para
conjurar e l peli gro que amenazaba al ejército' si-
tiado. Juntos se diri gieron al alojamiento del Em-
perador, para hacerle ver que la ,r etirada haci a
México era absolutamente imposible, en la situa-
ción que guardaban los dos ejércitos.
Miram ón fué el primero qu e en el convento de
la Cruz habló al Emperador en el sentido que se
había con venido. P ero todo fué inútil) todas las
razones exp ues tas por e! ge neral en contra de la
retirada, y todos los consejos dados para que el
ejér cito saliese de la situación en que s e le había
colocado, con tra la op inión de los más expertos
g en erales, no pudieron convencer al 'E mperador,
que se mostró inflexible y declaró termin ante-
mente: «q ~e la retirada era un ne g ocio r esu elto.»
El generál Miramón salió del con vento de la Cruz
dolorosamente conmovido, por la idea de que la
ruin a de! ejército imp erial era de todo punto ine-
vitable. El haber el E mperador llamado á Are -'
llano para ' ten er con él una confere ncia, la since-
ridad de las palabras de éste y el resultado final
79
q ue tuvo aqué lla, retarda ron el triU1~ fb de la trai-
ci ón, qu e debía hab ers e co ns uma d o el zodemar-
zo de 1867, Y se 10gTó, por fin, r omper la trama
urdii:la por el jefe de Es ta do Mayo r.

XIV
Conferencia del E mp erad or ?on ~rellan o. -'"
Sus resultados.- Maximíliano con voca un
cons ej o de g ue rra, para d eterminar el par-
, tido que se debe t omar. - S e r esu elve' la
continuaci ón-de l a d efensa y el hacer ve-
nir de M éx ico, para Qu erétaro, 11,n ejército
auxiliar.

Lr.ego qu e Arellano es tuvo en presencia del


Emperador, és te le pidió su opinión acerca de la
re tirada y sobre lo 'q ue s ería más conveniente
hacer con los trenes , si deshace rs e de ellos ó
llevarlos consigo. E l Emp erador conocía muy
bien' la fra nqu eza y la ene rgía con q ue ordina-
riam ente s e expre sa ba el ho mbre que t en ía en
su presenc ia, y por lo mismo le advir tió" qu e en
esta vez , mejor que en n'inguna otra, deseaba <::0- _
nacer la exp resión sincera de sus ideas. -y que es-
peraba que así lo hiciese en el seno de la verda-
deraa';nistad. Dispensado el comandante de la
artillería de todas las pre cauciones oratorias que
debilitarían la fuerza de' la verdad y estimulad o
tanto por la bondad del Emperador , cuanto por
la magnitud y las consecu encias probables del
hecho qu e se intentaba consumar, respondió ver-
80
ha lmente en los términos de la co municac ión que
ad elan te se co pia, qu e él dirigió en la no che del
mism o día al E mperado r, q uien deseaba ten er
consignados po r es crito las o pinione s y los corn-
promisos qu e con él se co ntra ían, si por fin se
decidía qu e el ej ército imp erial q ue dase entrega-
do á sus p ropi os r ec ursos.
H é aq uí la comunicación ,
"Señor:
"T eng o el honor de p resen taros po r escrito
el juici o qu e he form ad o res pecto de la r et irada
que hoy habíamos de hab er ve rifica dovy a cerca
de la cual Vues tra Majes tad , siempre muy bonda-
doso , se dign ó consultarm e para de te rminar la
mejor manera de ejecutarla. S i se tra tase de
r etirarnos sin q ue el enemigo estuviese á la vista,
mi humilde opinió n se uniría á la de aquellos que
proponen á Vuestra Majes t~d , en estas circuns-
ta ncias, obrar en ese ~entido. , E n es te caso, aun-
q ue la moral del ejército se relajase, esta des-
.
ve ntaja qu edaría co mpensada co n el aum ento de .
tropas y de materi al de g ue rra q ue ten dr íamos,
trasportando el teatro de la lucha á los alrede-
dores de la capital, donde a bun dan los recurso s
de tod o géne ro. Mas la experiencia nos tiene
de mostrado q ue este movimiento difícil y peli-
groso no e~ posible efectuarlo con nuestras tro-
pas r ecien temente organizadas, co n la falta de
mo ral q ue se no ta en nuestros so ldados, y, lo .
q ue es más, con el enemigo al frente, como lo
te ne mos. Bajo ta les ausp icios , la re tirada es el
p rimer paso q ue damos hacia la derrota.
81
"Actualmente, y por clesgracia, se trata de una
cuestión más grave que la sim~le retirada á la
vista del en emigo, operación en .ver dad imposi-
ble por sí misma. Estamos en una plaza doble -
mente cercada, ya por la cadena de mon tañas
q ue la dominan, ya p or un ejército numérica-
mente muy superior al nuestro, aunque inferior á
és te en inteligencia y en disciplina militar. Es
cierto que al oeste de la ciud ad no hay monta-
ñas, p ero allí es tá el en emigo. T ambién es ve r-
dad que el sur está libre ele las tropas republi-
ca nas, pero ele este lado tenemos el cerro del
Cirnatario, que hace imposible el paso de los
trenes y de la artillería. No se trata, p ues, de
una simple r etirada,co mo impropiamente se ha
q uer ido llamar el tem erario movimiento q ue tra-
tamos de ejecutar, sino de la r uptura de un sitio,
op eración q ue no puede tener bu en éxito, sino
salvando la artillería y los trenes , y que es de
tod o punto imposible si s e abandonan estos dos
elementos de fuerza . E n es te cas o causaríamos
la desmoraliza ción del ejé rc ito, y la r etirada, des-
de el prim er día, se con vertiría en una fuga . de -
sastrosa, si, co mo es p osible, los 7 Ú 8 .000 ca -
b allos, qu e tiene el enemigo, se mueven en p er-
sec ución nuestra.
"Por tod os estos motivos, tengo el honor de
manifestar á vues tra Majest ad, en tiemp o toda-
vía oportun o, qu e la r etirada co n todos nuestros
tr enes me parece mala! y p eor aún si los ab ando-
nam os. Ignoro ciertamente, s eñor , có mo s e ha
propuesto á Vuestra Majestad q ue adop te una
p
82
resolución tan peli grosa, tanto para su gloria co-
mo para el triunfo de nuestra causa. En mi con-
cepto, después elel desastre de San Jacinto, no
habia más que adoptar uno entr e dos planes de
campaña, concentrar el ejército en esta plaza,
ó

como ya se hizo, y tomar inmediatam ente la ini-


ciativa para batir al ene migo en detal, ó traspor-
tar el teatro de la guerra á México, haci endo que
el general Mirarnón y las tropas de Michoac án
se mue van en dir ección de la capital, pro curando
cubrir la línea qu e s e extiende desd e ésta ha sta
Veracruz, Pu esto qu e por razones qu e no me es
dado comprender, se nos obliga á defendernos
en una plaza tan poco militar y sin elementos de
ninguna especie, mi opinión será siempre que
ataquemos resueltamente al enemigo para evitar
una de estas dos consecuencias: Ó el a bandono
ele Querétaro ó una defensa prolongada.
"Tengo la convicción Íntima de q ue el ataq ue
del día 17 nos hubi era valido el triunfo, sin el r e-
tardo del gene ral Ménelez, y sin la noti cia q ue él
dió á Vuestra Majestad, de qu e el ene migo había
p enetrado en la plaza. Como las circunstancias
no han cambiado toda vía, es tiempo de r ecurrir
á es te medi o, que indudablemente dará la victo -
ria al ejército imp eri al.
"Igno~and o aún, si la junta de gene ra les deci-
dirá la continuaci ón de la defensa de la p laza , y
temiend o los de sastrosos resultados si ésta es
aband onada, te ngo el hon or de propo ne r á Vues -
tra Majestad qu e dé el marido del ejé rci to al ge-
neral Mirarn ón gu~~~ fw~ca r~ ~ ¡ enemi&"o de ~!n~
t •~ . • • : ¡; ..• . ' 1 •
83
manera decisiva: De esta medida podrá resultar
la derrota del ejércit o imp eri al, p er otambi én la
sufrirá si p or fin abando na esta plaz a.
"Como no se había pensado en defender á
Querétaro, sino qu e) al contrario, se había r esuel-
to abandonarle para marchar en b usca de l ene-
migo, y despu és se opinó por tornar la iniciativa
y batirse en fin en r etir ada , esta variación en
nuestros planes nos ha hecho p erder un tiem po
precioso . No ha habi do tiempo p ara r emediar
el mal causado po r el g en eral M árq ue z, qui en no
hizo venir de México las municiones neces arias
par a to da la campaña, y el r esultad o ha sido que
nos ha dejado sin una cápsula , sin un bo ta - fuego
y sin un grano de pólvora. Po r desgracia, en el
co merc io local de es ta plaza no hay plom o ni
salitre. S in embargo, y o podré suplir ,es ta falta
de metal utilizando las cañerías q ue conducen el
agua á esta ciuda d y qu e 'ahora están inútiles, las
tinas de los es ta blec imient os d~ b añ os, el material
de las imp rentas y de las diferentes cons truccio-
nes que de zinc y antim onio hay en Q ue ré taro (1 ).
"Me comprometo , p ues" sol emn emente, ante

(1 ) Cuando dirig imos esta com unicación al E mpera-


dor, ign orábamos que el tea tro estu viese cub ierto de hoj as
de plomo . Después que M árquez mar chó para Mé xico, tu-
vimo s no ticia de esta circ unsta ncia verd ade ramente pro vi-
dencia l. Gracias á ell a, la pla za no sucumbió por fal ta de
mu nic iones, y de spués de cuarenta y cuatro días, dura nte
los cuales se fund iero n d iar iam ente 8 0 0 ki logramos de plo-
mo, no se habí a arrancad o, al te rminar el sitio, sino la mi >
tad dela cubierta del menc ionado ed ifi cio ,
84
V uestra Majestad y ante el ejército entero, á ha-
cer lo qu e vos llamais milagros , es decir, á im-
provisar una fábrica de pólvora, una sa litrerí a,
una fundición ele proyectiles de bronce y una fá-
brica de cápsulas de cartón, para suplir co n ellos
las cápsulas comun es. E st os nuevos estableci-
mientos, agregados á los ta ller es el e repar ación
de ar-tillería y ma teri as inflamables , qu e ten g o. ya
formad os, ba starán, lo aseguro,á Vuestra Majes -
tad, para so stene r la de fensa durante ve inte días,
tiemp o s uficiente par a q ue el ejé rc ito au xiliar
ve nga de M éxica ( 1)."
D espu és de hab er es cuchado es tas razones
qu e le ·fueron expu estas ve rbalmente por Are -
llano, el Emp erad or s e rind ió á la evide ncia, y
co nfesó á s u co ma ndante g ene ral de artill ería
q ue el genera l M árque z era el q ue insi st ía ob s ti-
nadamente en la r etirada, y aunq ue de esta mis-
ma opi nión eran Mén dez y Mejía , ambos eliferí an
en cuanto al mod o de realiza r es te proy ecto; qu e
el g eneral Mira rn ón le ha bía indicado una r es olu -
ción, la cual, a unq ue diferente ele la de los demás,
estaba de acuerdo co n la o pinión q ue él (el Em -
perado r) s e había formado.

(1) E n lugar el e veinte días, la plaza se sos tuvo cincuen -


ta . y cuatro , des pués ele la partid a de M árquez; y el 14 d e
mayo , vísper a de la traición de L ópez, las muni ciones de
la tropa y deIa artílle ría, unidas á las ex iste ncías del pa r-
que gen eral, seg ún la relación del coman dante [ relación
qu e con servamo s original] , constaban ele lo s íguiente:
514, 140 cartuchos con bala para arm as port átiles, y 5.4 74
para ca ñones y obuses.-q: del 4 .
85
Teniendo , pu es, el E mpera d or c?noclmlento
de cinco opinione s diversas, r esol vió no adoptar
ninguna sin el a cu erdo de una junta de gen era-
les. Are llano co nside raba este medi o como p e-
I

ligroso, P?rque . sup onía que todas esas opinio-


nes no eran francas, y .t ernía que fundiéndose és-
tas, en la dis cusión, en una sola, la retirada fuese
inevitable. Manifestó es te pensami ento al Emp e-
rador, y éste le contestó:-" Estoy p ersuadido de
que la junta de gene ra les producirá un e fec to
contrario al q ue t eméis." Eran las cuatro de la
tarde 'cuand o terminó la con ferencia entre el Em-
perador y Arellano , y á esa hora M árqu ez y
Ménd ez se ocupaban activamente en losprepa:-
rativos de la marcha qu e había de emprenders e
dos horas de spués. No ha bía, po r consigui ente,
que perde r tiempo. El Em p erador dió las órde-
nes con ven ientes para qu e s e le pres entas en in-
mediatam ente los gene rales q ue habí an de for-
mar la junta. Márq uez ig noraba la confere ncia
del com and ante d ~ art illería co n el Emp erador,
y tenía la ce rtidumb re de qu e en las prim eras ho-
ras de 1« noch e r eali zaría s u ven ganza. G ran de
fué por lo tanto su so rpr esa cuando, al es tar r e u-
nidos los g ene rales , el E mp erado r les dijo:
- " S eñ ores, cinco opiniones difere ntes se me
han exp uesto hoy ac erca del partido qu e ten e-
mos qu e tomar en la situación p re sente. E l Co -
mandante general de ar tillería, sec re tario de este
consejo de g ue rr a, os las comuni ca rá . No he qu e-
ri eloaceptar ningun a de ellas , porque sig uiendo
la march a qu e me he trazad o, des de qu e en Ori-
80
zaba los consejos de E stado y de Ministros de-
cidieron qu e perman eciese á la cabeza del Impe
) rio, os he r eunido para q ue sin preo cup aros por
mi persona y no teni endo pres ente, .sino el bien
general y la sal va ción de México , pro,pongais las
medidas qu e s ean más oportunas para llegar á
este fin tan importante. La opinión que mani-
festeis sobre el estado actual del ejército y so-
bre los azares de la gue rra, s erá a ceptada por
mí sin vacilar é inm ediatam ente utilizada. D e-
seando que la discusión de tan g rave asu nto sea
ente ramente libre, he r esuelto qu e se verifi que
sin mi pres enci a. Por consigui ente os dejamos
solos, 'en cargándoos s ólarne nteq ue en tan delica-
da cuestión resolváis co nfor me á las inspiracio-
nes de vues tra co ncienc ia y tenien do pres ent e el
honor del ejército y el de México ( r). "
El consejo de g ue rra fué presidido por el ge-
neral Mirarn ón. Arellano abrió la disc usión, ha-
blando en los términos siguientes:
"Señores, he aquí la .exp osici ón de las cinco
opinion es qu e se le han manif estado á su Majes-
tad el Emp erad or: la prim era consiste en batirs e
en r etirada, llevand o co nsigo la artillería y los
tren es; la segunda es, qu e se salve el ejérc ito cla-
vancIo las .piezas y abandonan do to do el material
de g ue rra, lo mismo q ue los medios de traspor -

[r] E~te discurso del Emperad or y los ext ractos si-


guientes está n tom ~c1os textualmente el e los documentos .
respectivos firmad os por S. M. y por los ge nera les , Mira -
món , M árquez, Me jía, Vidaurri, Mé ridez, Castillo y Are-
lIan o .~N: del A .
87
te; la tercera tien e por obje to la continuación de
la defensa co n todas las tropas; la c uarta se in-
clina él. fraccion ar el ejé rcito en dos partes igua-
les, ocupand o la una en la defensa ele la plaza,
mientras qu e la o tra marcha él. México en busca
de r efu erzos p ara oblig a r al ene mig o á q ue le-
vante el siti o; la quinta se limita á conservar una
reserva e nca rgada de salvar la importante p er- _
sana del Emp erador en caso de un desastre, y
nomb rar g-e ne ra l en jefe del ejé rc ito á uno de sus
g en eral es, para que ataqu e al g r ueso del ene-
migo.
" D e estas diferentes op iniones, una es la mía,
y estoy en el deb er de apoy arla, expo nie nd o al
consejo las ra zon es q ue he tenido para hac erla
cono ce r al E mperado r. H abi én dom e S. M. pre-
g untado ~q ué p ensaba ele una re tira da con toda
la artillería y los tr en es , el a bandono para ve -
ó

rificarla de tod o el material de gu erra? tu ve el


honor de decir á S. M. q ue el primer partido
me parecía ma lo y el segundo peor, porque am-
b os tendrían p or r esultado introducir la co nfusión
en tre nos otr os, de smoralizar las tropas y p er-
de rn os irre medi abl emente. E n caso de qu e fué-
se mos impul sados á admitir la reti rada como úni-
co medi o ele salvaci ón, so b r e todo cla vando la
artillería, me parecía, com o ya lo había mani fes-
tado al Emperado r, q ue e ra preferible dejar una
rese rva pa ra salvar la imp ortan te pers ona de
S. M. y dar el man do de l ejérci to á uno de nu es -
tros ge ner~l e s más au torizad os, para q ue se en -
carg dse de ata car al e ne migo de una manera de.
88
cisiva., De este modo, si la derrota tenía lllgar,
sería después que hubiésemos hecho todo lo
posible por la salvación del país y del ejército, y
no buscada por nosotros mismos como un acto
voluntario."
¡Cosa extraña! ningún general opinó por la te-
meraria retirada, á la cual se había impulsado al
desgraciado Emperador, sirviéndose para ello
de infames y groseras intrigas. Ni aun se ex-
presó siquiera la idea de recurnir á esta última
medida. Los autores de tan cobarde . opinión
votaron porque se continuase la defensa de la
plaza.
Méndez, que no tenía el cinismo de Márquez,
y que era incapaz de opinar en público de una
manera diferente de como babía opinado delante
del Emperador, dijo: que no teniendo opinión
particular sobre la cuestión que se trataba, se
adhería á la de la mayoría.
El general Mejía se expresó de esta manera:
- " Opino porque se continúe la defensa . Si más
tarde el enemigo proporciona una oportunidad
para batirlo, debernos aprovecharla; y esp ere-
mos, si es posible, los refuerzos que nos v engan
de México."
Inmediatamente después de Mejía, el vengati-
vo jefe de Estado Mayor tomó la palabra y dijo
con sorprendente laconismo: -"Subscribo en to-
das sus partes la opinión que acaba de ser ex-
presada."
Se resolvió, pues, unánimemente, que se cori-
tinuase la defensa de Querétaro. Terminada la
89
disc usi ón, el E mpe ra do r se pres en té) en el lugar
donde es ta ba r e unido el co nsejo, é imp ues to del
r es ultad o de ella, habló en los té r minos si-
g uien tes:
" S eñ ores: Con ver dadero placer r atifico todo
lo qu e hab éis r es uelto ; mis des eos y mis espe-
ranzas es ta ban de ac uerdo con v~es tra re solu-
ció n, p ero p ensando en qu e tal ye z ado p ta ría is el
part ido de la r etirada, y en pres enc ia de la p ro -
mesa q ue os tenía hec ha de adoptar r esuelta-
mente vuestra opinión, hepasad o d?s lh o ra~ de
ve rda de r a agonía. A ho ra, no sólo. adopto la idea
_de continuar la de fensa de la plaz a, sino q ue me
a dhie ro á los p untos s ec undarios qu e se han ori-
gina do por alg unas opiniones particulares ."
Va rios ele es t¿~ puntos secundarios fueron
aprobados des de lueg o p or el Em perador. E l
más importante era q ue saliesen de Méx ico r e-
fue rzos para s o co rre r la plaza. As í fué como
Arellano r e ta r d ó por dos mes es, y sin ten er co -
no cimie nto de ello, el tr iunfo comple to de una
veng anza, c uya ex is te ncia le era descono cida.
Este día , el 2 U de marz o, la I traició n se vió b ur-
lad a sin es pe rarlo; p er o co n tocio, la gran de in-
fluencia de la pe rfidia y Ia s cir cun stancias que
ella intencionalmente hab ía hecho na cer, man tu-
viero n en las manos del tra ido r los me dios infali-
b les de lleg ar al triunfo que des eab a obtener.

_ _J
90

xv
Al Emperador le corresponde el del echo de
nombrar al general que había de salir en
busca de l os recursos que la plaza necesi-
taba. - M á r qu e z. mirando que sus p royec-
tos de traición habían fracasado, fo rma otro
para consumarla. -Aconseja al Emperador
que le nombre para el desempeño de la m i-
sión.-Le aconseja la destitución de l os m i-
nistros conservadores.- N u evo ministerio.-
I n ú t il previsión del Emperador.-Profundo
secreto en cuanto á la p art i d a de M á rqu ez.
- P od er es que le son conferidos.-Sale d e la
plaza de Qu er étar o.-An t es de s u salida es
condecorado con la medalla de bron ce d el
mérito mtlrtar v--Beneaci ón que causó en el
ejército la partida del general M árqu ez.

D et erminado po r el co nsejo de generales qu e


de México se r ian llevad as las tropas aux iliar es)
al E mpe rado r toc ab a tomar las mecli das conv e-
nientes. pa ra ap licar este .medio sal vador. D es-
graciadamente , Maximiliano nada hací a en su crí-
tica' situ ación sin los co nsejo s de su jefe de Es-
tado May or. En el es tado en q ue se encontraban
los as untos de la guerra) no había un momento
q ue perder: el r eta rdo de algunas horas podía ser
la ca usa ele la sa lvación ó el e Ia ruina del ejé rcito y.
de l Imperio. Habiendo la junta de generales des-
echado la funesta idea de abandonar la plaza, e l
91
E mperador permane ció, co mo antes, som etido á
la exclusiva infl uencia del gene ra l M ár q ue z. Es-
te, qu e había vistodes hec ha su tr ama, aprovechó
h ábilmenteIa nuev a op ortunida d qu e s e le pre-
sentaba para lleg ar de una manera infalib le á su
obj eto, si no inmedi at am ente, com o estuvo á pun-
to ' de hacerlo, sí co n certidumbre. Oon este fin,
pro puso al Emp erado r qu e él iría á buscar los r e-
curs os qu e,se necesit ab an para obli gar á las fu er-
,zas republicanas á levantar el sitio; cuando para
es to hubi era bastado dar órden es, por medio de
un ofi cial su b altern o, al leal y honr ado ministro
de la g ue rra, -gener al Portilla (a) .
Márq uez levant ó ante el E mperador to dos los
obstá culos q ue le fué posible imagin ar en tan di-
fíciles circuns tancias, para as egu rar su posición
en caso de q ue, á p es ar de s u p erfi dia, las armas
imperiales llegas en á' 1 triunfar
[
en Q uerétar o. Acon-
s ejó á ,S . M. qu e destituyes e los ministros con-
á

s ervado re s qu e formaban el gab inete (b). Estos


I
[ a]- Cuando el Emperador resolvióse á que un jefe vi -
niese á Méxi co pam llevar auxilio, dijo:
- Yo no te ngo confianza mas que en tres person as: en
usted (dirigién dose á M iram ón ), ó en usted (dirigiénd ose
á Má rq uez), 6 en rri í. Us ted irá, agr~g ó , indicando á M ár-
qu ez. [ l\Tota de A. P. ]
(b) T an de cisiva era la influencia del gener,al M árq ue z
cer ca del Emperador, que confiesa él mismo esto: I

"Siempre me dió S" M. pru ebas de la ma yor d istinc ió n,


confia nza J; ap recio, que aumentándose todos los dí as, has-
ta el grado de de legar en mí roda su autoridad, n ornbrán -
dome una vez su L ugar Teniente, con facultades omnímo-
da s, y dos oca siones, por medio de decretos ,Sobera nos,
92
hombres, llen os de lealtad y de abnegación ha-
bían hecho en bien de la patria y del Sobera no,
el inmenso sacrificio el e pon erse al fre nte de los
negocios, cuand o la situación del Imp erio es ta ba
ya irremediablem ente co mpro metida , y esto lo
hicieron de sp ués de haber sido despreciad os y
humillad os durante dos larg os años (a). E n pre-
se ncia de tal es tado de cosas tan peligrosa s, y
del mal, no era posible salir sino p or leales y he-
róicos esfu erzos; los hombres más eminentes de l
partido conservad or habían jugado su ca beza co n
mil p ro babilidade s de perd erla, despu és "de la po-
lítica que se había seguido durante el Imp erio,
p~ Jítica q ue había llevado la cosa pública al esta-
do en que la encontró el ministerio qu e ento nces
funcionaba; el destituir á éste , era tanto como

Regente del I mperio y Gene ral en J efe de todo el ejér cito


del paí s, excitaron la envidi~ de alma s peque ñas que toda-
vía hoy domin arlas por la ira y por el des pecho me ha cen
un a guer ra encarn izada, calumni ánd ome y des prestigián -
dom e, que es el único recurso que les queda." Refu'Iación
hecha por el g enera ! tle diuisiár: Le~llardo IIfárquez a! Ií-
bdo de! g enera! de brigada '¡¡on .IIlanue! Ramírez de Are-
!!ano, p ubtict7i!o en París e! JO de diciembre de I868, baj o
elepígrafe de U!timas f:loras de! Imperio, páginas 14 y
15 . [ N ota de A . P.]
(a) A de más de l abate Domenec h, mu y'all egado al Impe-
rio, el Lic. Ign acio Alvarez, á quien el ca pell án de Max i-
mili an o, el P. Aguirre , llam aba Cronista de S. M., dice
que al partido conservad or nadi e lo irritaba más que el
mismo Ma ximil iano, no sólo de palabr a en' muchos ele sus
actos, sino principalment e de he ch o. "
Maxiinil inno llegó á estar tan decepci onad o del partido
93
arrancar al país su última es perar;¡za de salvaci ón,
Bastaba tan sólo esta medida para que el trono
se hundiese, imp elido de una parte por el torbe-
llino espantoso de 13. re volución, y de la otra, por-
que se le privaba de su único apoyo.
Fué puesto á la cabeza del nuevo ministerio
, I

D. S antiago Vida ur ri, ho mbre leal q ue algún tiem-


po despu és había de ser otra ele las víctimas sa-
crificad as á la trai ci ón y á la ve nganza ( 1). S ólo dos
mierribros del ministerio anterior co ns ervaron sus
carteras:. el ministro de la gu erra, g ene r al Porti":'
lIa, y García Ag uirre, qu e p erm an eci ó e n Queré-
J taro. Por un exceso de precaución fuero? agre-
gado s á la misión que se . le enco mendó á Már -
q uez , D. Sant iag o Vidaur ri, q ue p a r tió co n él, y
co nservado r, que cierta vez, recordand o el reci bimiento
rumboso que le h izo al ll egar á Mé xico, prorr ump ió con
dejo de am ar gura h ond a, a nte los L ics. Sep úl veda y E s-
cobar:- ¡T odo fué farsa! [.N ota de A. P.J
[ lJ D on Santiago Vidaurri fué h allado en la casa nú :
mer o 6 el e la calle del Corazón de J esús ó Sa n Camilo, ha-
bitación d el se ño r Do n San tiago W rig ht.
En los útimos d ías d el s itio (~ c Méx ico, cir cul ando te-
mor es púb licos m uy fundad os de que hu biese un saq ueo ,
tanto por la excitación qu e en los á nimos pred ominaba ,
como por los moti nes que el pueblo ham b rie nto in ten tab a
á cad a paso, el señor K Ba rro ns, teni en do int er eses que
re sg uardar, invitó al se ñor \ Vrig ht y á otros amigos pa ra
que le aco mpa ña sen á velar todas las noch es.
A ntes de las do s de la m añ ana d el d ía 2 [ de ju nio, en -
contrándose el señor \Vrig ht en cas a del señor Ba rrons,
como las no ch es a n ter iores, pre sentóse á. busca rle un nor-
teamerican o ll amado \Varens Taylor , s uplicándole de par-
t e de otro norteam erican o, de nombre Jorge Ba ns, ambos
94
el general P ortilla, cuyo nom bramiento como mi-
nistro de la g uerra fué esp ecialmente confirmado.
La lealtad con q ue es tos clos p ersonajes se ma-
nejaron, re vela el tacto con q ue fueron elegidos ;
la facilidad con q ue Márquez los núlificó, p rueba ,
por otra parte, la insuficiencia elel medio emp lea-
do y que á juicio del Emp erador había de servir
para la salvación co mún.
cono cidos del señ or Wright, más por relaci ones de nego-
cios que dé ami stad, que fuese á ve r á éste último un mo-
men to, para un asunto muy urgente. D irigióse el señor
W right con T aylor al call ejón de Sa nta Cla ra , .donde vi-
vía don J orge Bans , y allí ambos le dijero n "que ·tenían
un amigo, á quien estimaban mu cho; que era emp leado
de .las oficinas de Palacio; que su familia estaba ausent e y
que tem iend o por su seg uridad perso na l, había ido á re-
fugiarse con ellos para qu e lo escond iera n, cosa que no po-
dí an hacer porque T aylor vivía en un hotel, y Bans no
podía aloja rlo en la casa que ha bitaba, porque siendo pro-
piedad de Almonte, podría ser que la ata casen los libera-
les, al ocupar la ciudad. Q ue por tal moti vo suplica ban al
señor W right que le oculta ra en su casa, dos ó tres día s,
mientras arreg laban la manera de sacarle de la capital. "
E l señor W right, qu e abrigaba sen timiento s generosos
y se encontraba siempre dispue sto á favor ecer á cualquie-
ra q ue lo ne cesitase, avínose de buena voluntad á pre star
aq uel servicio. Enton ces don Jorge Bans llam ó al indivi-
duo de quien se trataba, y que no era otro que don San-
tiago Vidaurri, y se lo presentó con el nombre de don Pe -
dro Va ldés. Este en gaño efectuóse fácilmente. pues siendo
el señor W right agric ultor, con stantemente se hallaba fue-
ra de Mé xico; sobre todo en aquella época había perma-
necid o desde 1860, tres añ os en la haci end a del Cebadal,
uno en T ulancingo y tres en los Llanos de Apam, de don-
de h abía llegad o poco antes de comenzar el sitio, por lo
\ . ... • ~ I • '. ~ l '. . , \ • .r • I , )
95
Para mej or apr ove char el terrible jefe de Es-
tado Mayor la nueva vía q ue le abría n las cir-
cunstancias en la r ealiz aci ón de su venganza,
hizo creer al Emp erador qu e e r~ de absoluta ne-
cesidad que aún los mismos g ene rales del ejér-
cito imperial ignor3s en su marcha á México; ele
cual ni él, ni su famili a (a) con ocí an per sonalmente á nin-
guno de los hombres públicos del impe rio.

**"-
Inmediatamente, como no había tiempo que perder, por -
que la plaza estaba entrega da desde la víspera ( 2 0 de ju-
nio) y se es pera ba la entrada de las fuer zas liberales de un
momento á otro, entrada que com en zó á efectua rse luego
qu e amaneci ó e l dí a 21, el se ñor \Vright, acompañad o de
T aylo r, con duj o al su puesto do n P edro Va ldés á su casa,
d onde llegar on á las tres de la mañan a.
A pe nado el se ñor W rig ht porque no se creyera en casa
del se ño r Ba rr ons, que se habí a retirad o en los momentos
en que efectiva men te podí a h ab er pe ligro, introd ujo á su
h uésp ed en la sala, avisó violen tamente á su esposa y sus
hijos, que si tardaba en vol ver, aten dieran al señor, á.qu ien
había aloja do, y salió co-n T aylor, separándose en el za -
guán.
La señ ora de Wright d irigióse á la sala para ofrecer una
cam a á su hu ésped ; pero al llegar, vió por un a ran ura de
la pu ert a que éste se había acostado en un so fá y que en
aquel momento apagaba la luz.
E l señor Wright reg resó á las siet e y med ia de la ma ña-
na, despu és de haber pres enciado la entrada de las pri me-
ras trop as liberal es; fué á saludar al huésped, le present ó
á su familia y le in vitó á pasar al come do r para de say u-

(a) L as siguientes personas cons tituía n la fami lia del.


señor Wrigth: señora E ula lia Go nzá lez, su esposa, y se-
r
p,qrHí!1) L aurea na, Carolina, Yirp inia E nriqueta, sus hij as.
96
esta manera, y so pretexto de una vigorosa re -
serva, evi taba el qu e se hiciesen al Emp erador
observaciones que pudiesen entorpecer el logro
de sus planes. Ninguna combinación fij ó Már quez
antes de su partida r especto á su vuelta y al mo-
do de 'obrar sobre los sitiadores, ni indicó ta rn-

nar; pero él rehusó, suplicando que se le sirviera allí el de-


sayuno, y encargand o encarec idame nte que no supiese n
los criados su pre sencia en la casa . Hí zose así, y de sde
aquel día quedó establecido mandar á los criados á la ca -
lle mientras las señoras le servían la comida y arreglaban
la pieza que ocu paba, y que él mismo eligió á su gust l ' ,
siendo ésta la úlLima recámara, que sólo ten ía una puerta
de comu nic ación y un balcón para la calle. Aquella pieza
qu ed ó compl etam ent e inco municada, se g uardó la más ab -
soluta reserva; y, no obstante, el, alojado, que se mostraba
en extremo at ento y agradecid o, encargaba á cada mo-
mento n uevas precauc iones , que á veces llegaron á parecer
exageradas á la fami lia, tratándose de un emplead o insig-
nificante en polít ica, CI mo aparent aba se rlo aqu él.
Todos los días le visitaba Taylor , y dos vece s fué acom-
pañado de Bans. El señor W right le veía muy ra ra vez;
pues ocupado en la imp ortación de unas seg ado ras nort e-
americanas y habi endo su frido gra n tra storn o sus nego-
cios durante el sitio, esta ba [{lera de la casa la mayor par -
te del tiempo.
Pasaron así ocho d ías; cua ndo una mañan a, desp ués ele
mandar á los criados á la calle, como se hacía todos Jos
días, y de avisar al hu ésped para que pasase á li s otras
piezas, mien t;-as se aseaba y ventilaba la suya, las señ oras,
al en trar en ésta, vieron en la esc upidera ceni zas de pap e-
les quemados y cer ca de ella , debajo de la sobr ecam a, U1~
pequeño papel, que, seg ún parecía, se había caído de la
esc upidera, librándo se del fuego, y que.decía: "Luz A . de
Má rquez, suplica al se ñor Ge ne ral Vidaurriten ga la borí-
97
POC? los 'm ec1io's que 'deber ían adoptarse para ,
qu e simult áhearn ente obrasen,la g~larniclón de la
plaza y las tr opas auxiliare s.
.Como era natural" exigió del Emperador pode-
res omnímodos para' obra r en México, con el fin
aparente de poder triunfar con 'más {acilidad de
. ' -
dad de pasar á esta su casa á la tarde á las cuatro.-Ju-
nio 5 de r867." .

.x--**
La señ or a de Wright y sus hijos alarm áronse al leer-es-
te re cado, pero nad a dij eron al hu ésp ed. Luego que' llega
el señor W right, s u esposa le av isó de lo ocurricIo , rogándo-
le encarecidame nte que no se exp usiera á un a desg rac ia;
que fuera á ver á Ban s y Taylor para preguntarles qué sig-
nificaba aqu éll o, y ver qué disp onían. E l se ñor Wright en :
cen tró juntos á T aylor y Bans en la casa de este últi mo, en
el callejó n el e Santa Clara, y dici éndoles qu e su fnmili a .es-
taba te me rosa de que aquel señ or fue se Viclaur ri, por el
recad o qu e habí an en conlra do , ambos contestaron qu e sí
er a él. 'y disculp áron se de haberle ocultado su nom bre,
dici éndole: " que te miero n que , si sab ía quién era, no
querría ad mitirle en su casa; que, ade más, corn o él sabía,
habían pensado ten erle all í só lo dos tres días y llevárse-
ó

lo á Nuevo León , cosa q ue se-les h abí a fruslrado, porque


no co ntaban con qu e los liberal es no dejaran la lín ea ele
forti ficacion es y eje rcieran la estricta vigila nc ia qu e eje r-
cían, pa ra qu e nadi e saliera de la ciuda d, sin ser recono-
cid o. Que ya qu e la casualidad le habí a de scubierto el
in c ógnito, se aleg raban de ell o, para qu e así gl~a rdara ma -
yor pr eca uci ón."
E l se ño r Wright les contest ó que hablan hech o m uy
ma l en e ngañ a rle , pues lo mism o lo habrí a oc ultado con '
un nombre qu e con otro , y que ningún moti vo lo obliga-
7
98
todos los obstáculos que se opusiesen á la reali-
zación de su encargo excepcional y ur gente. Ma-
ximiliano le elió con este fin el nombramiento ele
, lugarteniente del Imperio. Abusando hasta el
último extremo de la buena fe-del Príncipe y de
la confianza ilimitada que en él había depositado,

ría nU,nca á faltar al . deber de humanidad de salvar la vi-


da de un hombre, fuer a qui en fuese. Iguales palabras di- _
jo á Vidaurri, al regr esar á su casa y contarle lo ocurrido,
añ adiend o: "Mis opiniones son liberales, pues siendo ame -
ricano de los Es tados Unidos del No rte, mam é la leche
ele la 'Ii bertad; pero en estos casos las opiniones no afectan
en nada á los ind ivi d~lOs; tengo un rositivo gusto en pres-
tar á usted.mis servicios en cuanto me sea. posible: en mi
casa es usted para mí tan sagrado como mi padre, y mi
familia y yo estamos compl etamente á su? ordenes."
. Vidaurri le contestó con fer-:ientes frases de agradec i-
miento; excusóse también por ha ber ocult ado su nom bre
y le dijo: " que la Providencia lo había lleva do en medio
de su desgracia al seno de una famili a tan fina y tan bon -
dadosa como la de él. "
A ' partir de aquel momento, mostr óse más 'franco y ex-
pan sivo con la familia, y tanto en las pocas conv ersaci o-
nes que con el señor \Vright solía ten er, como en las muy
frecu ent es qu e con su esposfL é hijas tenía, tra taba de dis-
cul parse, á los ojos de ellos, de sus cambios de política,
alegando incon secuencias de ju áre z. Una vez añadió:-
Sin embargo, si D . Benito me cogiera, me destrozaría con
sus propias uñ as, antes de perd onarme.
Cua ndo habl aba de Maxirnilia no, mani festaba por él un
afecto deCiclido y las lágrimas ,asomaban á sus ojos, y ex-
cla ma ba :
- ¡Un h ombre tan hermoso y ta n buen o! ¡<[ué f~ vor ~l:J
le pidió nun ca qu e no con cedi era! .
A prop ósito del drama de 'Qu eré taro, decía:
l ' • ¡ • I • .,
99
- Márquez arregló las cosas de' manera que el de ..
creto, que lo inves tía de ta les func iones, de bía dé
expresar q ue él tenía q ue norm,ar s u conduc ta 'á
las ó rdenes verbales q ue ha bía recibido. D e esta
man era preparaba su nu eva tra ma', á fin de cu-
b rir su tr aición co n un velo misterioso, particu-

- M aximiliano fué mártir de In. incertidumbre: todos


los que lo rodeaban, con justicia ó sin ell a. ilo hacían des-
confia r de uno s y otros; pero, sobre tod o, M árq ue z, lo hacía
de sconfiar de to dos no sotros. A mí m e había comi sionado
Maxi miliano para venir de Querétaro como lugarteniente
del Imperio, á llevar á los au striacos y otr os refuerzos de
In. capital; pero, acabando de conferen ciar conmigo, le lía-
bló M árquez, N o sé lo que le diría; pero Maximiliano,
mu y mortificado, me dijo que había ten ido que nombrar
luga rteni en te á M árq uez, y qu e yo le acompañar ía como
au~iliar. Yo acaté su orden y partimos. Después de ha-
ber camin ad o cuatro leguas y.Márque z, qu e venía tac iturno
y sombrío, se apeó del caba llo; yo lo im ité, y andando el
uno al lado de l otro, dijo de rep ente, como contestando á
su pensamien to:
- " Creerá Ma ximi liano que me he olvidado de que me .
mandó á Constantino pla.' ,- Yo la miré asombrado; nada
dije ; pero de sde ese momento v í muert~ al E mperador.
En efecto, lle gamos aquí; re unimos ' los au xilio s que te-
n íamos ord en de ll evar á Querétaro; pero Márquez se apo - I
deró de ellos y por más que le insté y por más que tuve
con él serias discusiones, se fué á at acar á Puebla , por que
su plan era dar tiempo á qu e fusil ar an ~ Ma ximili an o en
Q ueré taro. Cuando de sp ués de su de rrota en aquella ex -
pedición y sitiado aquí, h izo repicar las. cam pa ~1 as an un-
ciando qu e había re cibido noti cias el e qu e el E mpera dor
habí a roto el sitio de Q ue r étaro y ven ia en auxilio de M é-
xico, al comunicamos á O'Borán, á Irib arr én y á mí la
n9~~ei ~, yo le dije que . eso podía, ~q~t~rse~os ~ los otros,
100
larmente para cuando el Emperador dejase de
exis tir.
. Inves tido de este poder inmenso , sin for~ar
combinació n alg una para su vuelta, llevan do con -
sigo.una .escolta ele 1,3°0 hombres, qu e cercena-
ba del ejército imperial, que apepas era de 8,000
I '

pero no 6. mí, que h abía dejado á Maximiliano y á sus


.fuerzas comiendo caballo. T rató de sostener su dicho to-
davía; mas, poco despué s, nos citó á junta ynos confesó .
que Ma ximilia no, Miramón y Mejía habían sido fusilados;
que la situ ación de aquí era de sesperada; consultó nues -
tra s opiniones sobre lo que creyé semos con ven ien te hacer,
y oídas, nos ofreció d ispo~e r lonecesario para in tentar un
ataque, buscando la salida, y concluyó d iciéndonos:-"O
ju ntos n<?s salvamos ó ju nt os perecemos." A las dos h oras
de esta promesa se había escondido, y ninguno de noso-
tros volvió á saber de ~ l. Lo s derríá s imitaron su ejemplo
y yo tome mi pa rtid o. E spere á que llegara la noche; lla-
mé á rrii hijo J !,1dalecio y á Ql~iroga, á quien' quiero como
á hij o, nos :re un imos los tres en un salón de Palac io y les
dije : - ~ mí n ó me cogen aquí como á ratón en rato nera;
lo que creo que debemos hacer es reunir 'la caballer ía de
I Q uiroga, ponernos á su frente, y él nos matan salimos.-
ó

Los dos sig uieron mi, -parecer, y habiendo con venido en


que la caballería se alistara en el patio de atrás de Pala-
cio, quedé esperando que me avisaran, cuando estuviera
lista. E ran las doce de la noche. Ocurri óserne entre tan-
todividir en tre s partes, para darles á mi hijo y Q uiroga,
.unas on zas de oro -que llevaba en la cintura . ry con tal ob -
j eto me quité.las pistolas y el cinturó n, puse todo sobre la
me sa, junto á mi sombrero, e iba f¡ 'sacar el' din ero, en el
momento que llegó Taylor muy apurado, di cién dome qu e
me había bu scad o por ' tod as parl es y qu e si esta ba yo lo-
co p ara p~rman ecer al lí, cuando el enemigo esta ba á las
pue rtas . Le dije l¿ que esperaba, .y él me contestó que ha"
191
soldados, -Y acompañado de Vidaurri y (h:~' Qui~o J
ga, lino de nuestros más va lientes jefes, sa lió
Márguez de Q ueré ta ro el 22 ~le marzo, i la me-
dia noche, ' dejando á sus víctimas -decididas á p e-
. recer y en es pera de-los r ecursos que debía de
llevarles.

b ía entrado po r el patio de atrás d e Palacio y que no llabía -


nadie. Yo le repliqué; y para con vencerme, mehizo bajar,
y efectivamente, estaba solo . No sé por qué, mi hijo y Qui-
raga hicieron esa 'felonía conmigo; pu es si no aprob aban r
la sali da, debían habérmelo dicho; y si se fueron, deján-
dome, no pu ed o cr eer en tanta in gratitud.

***
La fam il ia le convenci ó sobre este último pun to, mos-
.tr án dol e unperi ódi có, en que estaba men cion ad o, entre
.las tropas prisioneras, la caballería de Quiroga.
- E l pobre de T aylor, afligid o por mi"situación - conti-
nuó V idaurr i- me d ijo :-Esfo es un a barbarida d; vén ga-
se usted conmigo, Ó dentro de u nos ~omentos está usted
perc1ido. -L e dij e que ib a á traer mi s cosas que habí a d e-
)r jado en la mesa; y entonce s subió corr iendo; pero sólo h a-
lló mis pistolas. Sin duda algún criado de P alacio se tomó
el cinturón con el di ne ro y mi-sombr ero. De allí IJ1e lle vó
Taylor á casa de Bans, y él me pres tó el somb rero con qu e
vine acá y. que no me sirve, porque está muy grande .
E stas con versacion es con la fami lia er an frec ue n tes, pues
el señor W right, teniendo qu e estar ausente con stan teme n-
°te, encargaba á la fami lia que fue ra á platicar con Vi dau,
rri, pues, aunqu e se le habían puesto en su pie za varios li-
bros, decía que debí a fastidi arse mucho; de man era qu e
en sus ex pansiones hablaba con ternura d e su famili a, ha-
cía co nti nuos recuer dos de un a hij a P ude ncia na, casad a
en Londres, de una »~ "¡t- 5; ra~Esie¡.n re agregaba:
- U 1-\ 1 '-- U I Li t: f'LI let:
BIBLlG TECA LUIS-ANGEL ARANGO
CA AL CIO
~ ' - - __
!IIIlIÍ
, 102
, E n recompensa .de haber hecho salir al Emp e-
rador de México, de no haber p e-rmitido qu e el
ejérc ito imp eri al hubies e tomado la iniciati va y
dejado qu e el enemigo se concentrase; en pre-
mio de no haber fortificado la plaza -de Qu eréta-
r o, ni alm acen~do en ella, víveres y forrajes, por

- Si Dios me sa lva, me voy con mi hija y jamás vuelvo


-
á mezclarme en la política. r

Al día sig uiente de haberse descubierto quien era, fué


.T aylor acomp añado de Bans, dic iéndole est~ último " que
iba á despedirse d e él, 'Pues .ten ía que emprender un viaje
de pocos días, y qu e ,á su vuelta verían qu é arregla ba n."
Las señoras de la .casa, qu e se enco ntraban en la pie za de
Vidaurri, c:lando ellos llegaron, iban á retirarse, pero él no
lo pe rm iti ó. Po r esto tu vieron oca sió n de oír qu e pre gun-.
tó T aylor con su ma inquietud si no había logrado de scu-
bri r el parader o de Ind aleci o y Q uiroga, y que és te le con-
testó que r.o. T aylor siguió visitando la casa diariam ente,
y la se ño ra \ Vright, que vi vía en COnstante sobresalto, no
so lo por V idau rri, sino por su esposQ, co n m otivo de ha-
ber se publ icad o U11 decreto en el qu e se decía qu e " los que
o cultasen en sus casas á los servidores del Imperio, ser ían
castigados con pena que no bajase de seis meses de prisión
ó no pa sa se ,de dos años. de presidio , quedan do eximidos
l o~ que esco ndieren al padre, al hij o, al herm ano ó al
cónyuge. "

**.¡,.
L a se ño ra Wright, deci mos, á quien Vidaurri había con-
tud¿ que T aylor era su am igo in timo de sd e hací a J 4 años;
que le tenía mucho ca riño y grati tud, porque habiendo de -
sertado en ca mpaña, le había sa lvado la vida, al ir á fusi-
Iársele; que casi siempre h ab ía vivid o á su la cio, y que duo,
ran te el sitio 'no se separa ba de él, comenzó á temer seria-
me nte po r aq uellas visitas, hi zo que su esposo le hi ciera
é
103 .
• f. '
la honra de hab er entregad() en p oder de losce-
publi canos los . recursos 'qu;e existían á imnedi a-
. I
-cio ñes de aquella ciudad, haber procurado que
'el Emp erador y el general .Miram ón se desavi-
niesen,hab er aconsejado la 'r etirada 'que as egu-
raba la derrota, y, en fin, por'hab er intentado en-

ver que escribiera su 'amigo con sobre al señor Wright, .


á

en vez de ir personalmente, porque era muy fácil que, -si-


,guiéndole, se de scubriera á Vidaurri. Taylor contestó " que
eso no ,era posible ; que nadie podía fijarse en él y que cam-
biaría sombrero." Vidaurri opin ó 10 mismo y dijo, " que
el único temor que ' había abrigado, era el de 11n cateo ge-
neral en los primeros días, pero que no habiendo .sucedi-
do, ya no i1abía peligro." .Aldía siguiente fué Taylor, corno
de costumbre , y cua ndo se fué y entró la señ? ra \'Vright,
Vid aurri le dijo:
- ';rengo una aflicción mu y grande: ya desc:lbri óTay-
lar, porque lo mandaron llamar, d ónd e está n Indalecio y
, Quiroga. E st án en casa ele unas mujeres de la peor clase; ,
no tienen din ero, y ellas les amenazan con entregarlos, si \
no les dan c1 0~ mil pesos, qu e nie mandan pedir, y que yo
no puedo mandarles, porque, como usted s8;be, me rob a-
ron lo qu e tenía [a].
La s eñora le dijo , "clue sentía que su esposo tampoco
pudiese disponer de aquella cantidad; pues como ya lo ha-
bla.platicado, I:~nía que reci bir algunas cantida des de los
Llanos ydel int erior, por segadoras, pero h asta que se ven-
cier an los pla zos."
, Vidaurri añadió:- " Bans tiene din ero mío, per? quién ,

- [a] De bemos advertir que todo cu ant o decía: T aylor,


era una tram a de mentiras ur did as para lograr su propó-
sito de robar á Vida urr i, á su hijo In da lecio y Quiroga .
Cuando nos' ocupemos en la salvación ele estos dos, 'la
cual es tado peripecias, aparecerá más repugn ante la figu -
ra ele Taylor. . I '
, ,.
. 104 .
trrgar la plaza al ejército sitiador, al comenzar el
ataque del día 14, Márquez recibía, antes de par-
tir para México , donde iba á con sumar su traición,
la medalla de bronce del mérito militar, condeco-.
ración qu e el Emperador se enorgullecía de po-
...
sabe ;;i llegará pronto. Tengo dinero en otras partes, pero
mandarlo . pedir, tal vez sería entregarme, y, ¡mientras mi
I
pobre hijo y Quiroga no sé qué harán!"
, 1

***
La señora, compadecida y ap enada, le dijo, "que ~o úni-
co que podía ofrecerle era la casa; que le dijera á Taylor
que si podían salirse, se fueran á reunir con él."
Vid aurri, en extremo conmovido, dió las gracias á la se -
ñora y' repitió s1;1 frase de siempre:- " Si Dios quiere que
me salve, verán ustedes' que nó s~y ingrato."
Cuando Vidaurri dijo lo anterior á Taylor, éste le con-
testó, "que era imposible que Quiroga' Indalecio se eva-
é

dieran de la casa, porque los vi~laban, y que lo peor era


que ya no querían do s mil, sino cinco mil pesos; que como
ni él mismo sabía dónde se hallaría Ban s, porque había
ido á recorrer varias poblaciones del E stado de Veracruz,
no ha~ía más remedio sino que le dieran una orden par a
otra persona, si no quería que se perdieran sus hij os ."
Vidaurri se negó á ello, dici endo, "que dar aquella or-
den, .era perderse, porque no le inspiraba confianza la per-
sona á quien tendría que dirigida." .
Taylor le contradijo y pareció disgustarse.
Cuando la señora Wright contó á su esposo 10 que pa .
saba, éste entró á ver á Vidaurri y le dijo, "que estaba pa .
reciéndol e extra ña la conducta de Taylor, por la insisten cia
con que pedía la orden." Y aún agregó:-"¿ No cre e us-
ted, señor, que puede hacern os una traición?"
Al oír aquello, Vidaurri contestó casi indignado:
105
\ ,
nen ,en su pecho, y 1 ~1 q ue no conce día SIOO por
acciones brillantes y excepc ionales .
La 'noticia de Iq sa licla de M árq uez Í)?-ra Méxi~ ·
-c o prod ujo- el efecto de l ray o en el ejército y
particularmente en el general Mira m ón. L a op i-
nión p ública p revee frec uen te mente lo q ue p ue -

--" N o, señor, eso no: me debe la vida; es'mi .amigo des-


d e ha ce catorce año s; daría su vida por mí. Lo único que
yo sospecho es que tiene algún compro miso, por que es muy
calavera, y que quier e esedi nero para él, Si fuera mi hijo
el que lo necesitara, me escribiría."
A pesac del mal efe cto qu e le había causado, qu e se d u-
dase de su amigo ínt imo, el señor Wright le hi zo, ver to -
da vía:-"En fin, si usted tiene algún recelo, si no ,se cree
usted seg uro aq uí, díganos qué debemos h acer; podemos
llevar á usted dis fra zado á donde indique, con una barba
postiza y ropa, que lo haga pare cer grueso ."

***
Vidaurri le contestó decidid amente 'que no; que ,s e creía
, muy seguro en su casa, y que n o tuviera temor ninguno
por par~e de Taylor. Sin em bargo, el seño r vVright ru~ á
ver.á su peluquero y compró un a barba postiza, manifes-
tándole que iban á hacer sus hija s un a comedia, y cuand o
volvió p0r la noche se la llevó á Vidaurri y le explicó que.
la había comprado por si algo ~e of~ecía. Vidaurri le di ó
las gr acias sonriend o, y la guardó en el tocador. Esta liar-
ba 'fu é hallada por la pol icia, al prenderle .
L o que acabamos de narrar pasaba el día 5 de julio.
E l día 6 por la tarde, después el e la visita ele Taylor, al
llevarle la señ ora el chocolate, le 'lió mu y triste, y le dijo:
- Qu é le parece , qué imprudent e Taylor: sigue exigién-
dome los cinco mil pesos.
La señora volvió á manifestar tem ores, y él volvió re - á

\
106
de :,uceder en el p or veni r . A pesar de las fingi
das esperanzas qu e tocios estaban obli gados á
manifestar en alta voz, un presentimi ento secreto
á todos les de cía que Márquez DO había de vo l-
v er. El tiempo ha demostrado cuán fund ados fu e-
r on es tos te mores (1).

ferir, "que Taylor lo quería mucho, que era su ami go de


ca torce años y. le debía la vida."
El día 7 fu é T aylo r, á las once de la mañana; la s seño-
ras le condujeron á la pie za de Vi daurri, y habiendo n e-
gado inmediatamente después de él una familia que ib a á
visitarl as, pasaro n á la sala. A l sonar las doce, CQn:o era
la hora en que su huésped acostumbraba comer, una de
ellas fué á la cocina, mandó á las cri adas á la calle, "y, al
d irigirse ásu pieza, pa ra ser virle la com ida, se det uvo , por ·
que re cordó que ailí estaba Taylor. Oyó que ambos dis-
putaban y que V ídaurri; que, siempre precavido, habl aba
quedo, en aq uellos mom entos levantaba irritado la voz.
N o pudo percibir nada de lo que se decía, porque casi al _
mismo tiempo abrióse la puerta y salió Taylor, prorrum-
piendo an tes d e cerrar:
- N o ex trañe usted' que no venga en algu nos d ías, por-
qu e estoy mu y malo. .
E staba agitado, y su preocupación era tal , que pasó j un-
to á la señorita, quien, temerosa de que cre yeran que estaba
escuchando, se había sentado en una cam a, y no la 'lió.

(I) CUándo el Emperador se con ven ció de la trai ción


de M árquez y en la cual no creíamos ent onces, se nos re -
firió que e1?- la mañana del 23 de marzo y cuando la pa r -
tida de aq uel general fu é con ocid a, L ópez, el favo rito, d i-
rigió á S. M . las sig uient es pa labras : "Señor, el general
M árquez va á traicionar á V uest ra Majestad ." L a ver dad
de aquel proverbi o español: J U'Z,!jtlm os (Í los demás jJú
nosotr os mismos, estaba plenamente ju stificada. ~ .LV: del A .:
XVI
Marcha del general Márquez para México. -
El Emperador le autoriza para conservar ó
abandonar la capital.-Decreta á su llegada
un pr éstamo forzoso , fracciona las tropas', y
en lugar de socorrer á Querétaro, se dir íge
a Puebla, sabiendo muy bien que Queréta-
r o no podía sosteilerse.-Elige el camino m ás .
largo al dirigirse á P u eb la con el fin de qu e
Querétaro sucumba dur ante su marcha.' ":Se
detiene en San L or en zo, y espera que los r e-
publicanos, vencedores en P u eb l a , marchen
sobre él , y se hace derrotar. -Már quez es el
primer o que huye del campo de batalla y
contribuye conesto á la d ispersión de ,s u s
tropas .-El ministro de la g uer ra m a n ifiesta
el deseo de someterlo á un co nsejo de guerra.
- Vid a u r r i y ·Quiroga no consiguen de Már -
quez que envíe recurs os á Querétaro. - V i-
daurri e nvía al E mperador 1 5 0, 0 0 0 pesos,
pero Márqu ez se g u a rda la libranza. -La
derrota d e S a n L oren zo a se g ura á M á r qu ez
el 'triunfo d e su ven g a n za.

P rotegido po r las s ombras de la noche y p or


su escolta de caballer ía salió el traido r ele Qú<:-
r étaro, y merced á las marchas forzad as q ue e je·

Al salir, se encontró con las demás señoras, que volvían


de acompañar á las visitas que acababan de irse, y colér i-
co todavía, en vez' de de spedirse dánd oles la man o, como
acostumbra ba hacerl o, sólo dijo:
- Bu enas tar des.
l· •

108 ·
cutó atraves ando la sierra, log ró entrar en Méxi- ....
ca el 29 de marzo.
E n la situac ión difícil q ue el traidor había cria- -
do, lo q ue importaba sobre todo era salvar á
Q uer étaro , donde se encontraba el Emperador
\ '.
identifi cado con el Imperio. A Márq uez se le ha-

. y baj ó precipitadamen te la escalera . La s seño ras atrio


buyeron aq uéllo á distra~ción. Vidaurri no dijo nada; co-
mió poco y se acostó, lo mismo que tod os los días, á dor-
mir la siesta. Mome ntos desp ués llegó el señor W right, y
al sentarse á la mesa dijo á su esposa, "que al venir había
enco ntrado á Taylor y le había dicho que, corno casi en
todo el día no estaba en su casa , al día siguiente, á las siete
de 'la mañana, iría á desayunar con él, ante s de que saliera,
para ha blarle de un negocio." El señor Wright encargó
que esa hora estuviera listo el desayuno; y ent onces la
á

. señorita, que había oído á T aylor despedirse de Vidaurri,


contó lo que h abía pasado, parec ién doles á todo s rara la
contradicción de haber dicho primero que no iría en algu-
nos días, y lu ego que iría al día sigu ien te. Terminada la'
com ida; el señor W rig ht quiso in formarse de ésto con Vi·
da urri; pero t~clavía no se levantaba. Como era domingo
y no tení a queh acer, salió con su esposa y una de sus hi-
jas a visitar ú' una hermana, que estaba enferma, apla zan.
do para la noch e la conferencia con Viclauni; pero éste , á
las siete, tomó chocolate y se acostó, di ciendo que no que·
ría nada más, porque se sentía algo mal del pecho, por lo
que, al llegar el señor Wright á las nueve, no pudo h a-
blarle .

-x. *·x-

Al d ía siguiente, 8 de julio, á las seis de la mañana,


todos dormían en la casa, excepto la señora, que , por en-
contra rse amagado su esposo desde días antes de una ne u-
ra lgía, se había levantado para ponerle uua friega, y una .

L ---'-_~~~~~'__"~~~
\
109
bía autorizado par':l que .ab andonase la capital ó
dejase en ella gua~n i ción, seg ún qu e el 'núme-
ro de tro pas qu e. co ntuvie ra, fues e ó no sufi-
.cie nte para fra ccionarl as, sin reducir por esto los
r ecursos q ue de bía mandar á Q uer é ta ro. Méxi-
co conteníaycuando llegó Márquez, de diez á do-
ce mil hombr es de las tres armas .

de sus hijas, que acostumbrab a levantarse mu y tem prano.


A poco oyó ésta qu e llamaban á la puerta de la antesala,
y, al abrir, se en contró con el' general F ranc isco Vá zque z
Ald ama, jefe de policí a en aquel tiem po, y tr einta hombres
que subía n tras él la escalera, todos con pistola en mano.
E l ge neral V ázque z dij o á Ia señorita, qu e casi des falle-
cida de terror no pod ía habl,ar ni mo verse:
-Vengo á que se me entreg ue la casa , porque voy á
catear.
A la vez que otro jefe le decía:
- E ntrégueme usted sus pistolas .
Al de cir és to, ha bían penetrado ya en la sala y la prime-
ra recámara, don de do rmían otras hijas del S~ñOl: \':right;
y al verlas despertarse espantadas, el genera l d ij o á los sú-
yos:
- Son se ñoritas; re tíren se.
y preguntó á la joven qu e 'se habí a levantado, señala n -
do la puerta siguiente:
- ¿Qu é pieza es esta ?
-La recám ara de mi mamá-contestó la joven .
- T enga usted la bond ad de prevenirl a '1ue voy á pa -
sa r.
La señorita ' abrió la puerta, y, á la vista de la pol icía,
mientras el seño r W right se se ntaba sobresa ltado en la I

cama, la se ñora ocurr ió á la puerta de la recám ar a de Vi-


daurri, ll amó pre ci p itad am e'~ te , dicien do fuera ele sí:
- j E scón da se usted, señor!
Vidaurri que esta ba ya levantado y se encontraba le-
110
I

Inmediatamente que 'éste llegó á la capital, im-


puso un préstamo forzoso de 500,000 pesos Y
tuvo el tiempo suficiente para hacerlo efectivo.
Aunque sabía muy bien que la situación del E m-
perador era sumamente ang ust iosa y ' que, aun
hacien do esfuerzos her óicos, Queréta ro apenas

yen do en las poe sías de Heredia la oda "A la Relig ión, "
dejó el libro abierto, señalad o con los an teojos, abrió, y al
encontrarse con la policía, cerró violentamente, atrancan-
do la puerta. '
El genera l Vá zquez, al ver esto, dijo:
- Señora, tenga usted la bondad de hacer ab ri r la
p uerta .
Pero en el mismo momento volvió á abrir V idaurri y
g ritó :
- Señ or Wright, mis pistolas!
E l general Vá zq uez se interpuso como para impedi r que
se acercar~ el señor W right, y un grupo de policías 10 ro-
dearon junto á su cama, de la cual acababa de bajarse. Las
pisto las no estaban en poder .ele su dueño, po rque miran-
do la señora que la s tenía sob re la mesita en que se le ser -
vía la comida y que estorbaban, le manifestó días antes
que iba á gua rdarlas, y las puso en un ropero de la recá-
mara inmedia ta. .A l ver Vidaurri qu e el señ or Wright no
po día atenderl o, se volv ió alt ivam en te al general Vázque~,
entabla nelo ambo s el siguiente d iálogo :
- ¿Q uién es usted?
- E l General Vázquez es el que lo pre nde á usted .
- y ¿por qu é?
- Por tra idor.
- Yo no soy asesino; no he asesina do á nad ie.
,E n aq uel momento el ge neral V ázq uez orde nó en voz
alta:
- Una cuer da, y si no la hay en la. casa, nu e la vaya!1
I j 1 \ l. \
á comprar, ' J
111
podría sostenerse dur ante los quince veinte días
ó

qu <:.- s e habían calculad~para la llegada de los re-


fuerzos, Márquez fra ccionó las tropas, y en lugar
de dirigirse con ellas á Q ue ré taro , salió de Méxi-
co el 30 de marzo, llevánd ose 5,000 hombres, y
march ó sobre Puebla con el pretexto de socorrer

Un policía éort,ó un a en qu e los criad os colgaban su ro-


lB en la azoteh uela , T ra ída que fu é, los policías se echa-
ro n so bre el preso, arrojándole so bre un sofá, y com o tra-,
tase de resistir, ~l gen eral Vá zquez le di ó un golp~ en la
cabeza con la cula ta de la pistola. Una vez suje to, le ata-
r~n un extremo de la cu erda al pie derech o, y con ' el otro
e xtremo le ataron los brazos para atrás, hasta unírselos los
dos sobre la espalda. -Las' señoritas de la casa ro dearon
a l se ñor V ázqu ez llorando é implorando su misericordia,
y hubo un momento en que éste , conmovido , ex clamó:
- D éjenl o. , .
Pero une' de los que le am arraban con testó: .
- ¡Q ué déjenl o! Así sufrieron los de las cortes marcia-
les.
Duran te este suplicio Vidaurr i sólo dijo:
- Estoy enfer mo; me estoy mur iendo; pa ra qué este tor-.
ment o, ¿no me va n á asesinar? Señor Váz quez, ¿no tiene
usted corazón? no es uste d humano?
A lo que el genera l V ázquez contes tó: .
- Si no soy humano, ¿qué soy?
Cuando Vidaurri estuvo amarrado, dos poli cías queda-
ron con él, y los demás se dir igieron á la pieza siguien te,
donde el señor Wright h abía perman ecido vigilado . por
otros . Ento nce s su esposa y sus hij as, locas de dolor al
'ver .que su padre iba á correr la mism a suerte, se arrojaron
á los pi és de l gen eral, quien co mpade cido las calm ó di-
cié ndo les :
-No se aflijan, señoritas; no se aflijan; no me lle vo á
su pad~e :
112
á es ta plaza, sitiada entonces por el general Por-
firio Díaz (a).
El nuevo lugarteniente del Imperio sabía
perfectamente que, por culpa suya, las tropas si-
tiadas en Querétaro carecían de pólvora, de
plomo, de proyectiles y de cápsulas; no ignoraba
y dirigiéndose á él, le preguntó , cómo se llamaba y si
no tenía bonos ó papeles del Imperio, rehusando las lla-
ves que le entregaba la señora para q!.!e mandara registrar
los roperos, y pidiendo sólo las pistolas, que le fueron en -
tregadas. En seg uida dij o al señor Wright:
- Usted, señor,no tiene nada que tem er, no ha hecho
mas que cumplir con su deber de caballero; yo, en su lu -
gar, hubiera hecho lo mismo. Se queda usted en su casa;
sólo que, como pueden ofrecerse algu nas inform aciones,
¿me da usted su palabra de presentarse si lo llaman ? .

(a) Una prueba de que Márquez obró con forme á ins-


truccione s del Emperador, en este caso, es el· fragmento
que sigu e de una carta del mini stro de guerra Portilla al
.general Manuel NOl'i~ga, com andante de la 3~ división del
segundo cuerpo de ejército, en Puebla:
"A S. M, el E mperador, de qui~n tenemos pr ósperas no-
ticias, he dado conocimien to de lo que pasa por ese rum -
bo, y una d ivisión ' de las tropas que con sigo tiene, estará
muy pronto en auxilio de Puebla para perseguir á los que
la sitian. "
La carta está fech ada el 16 de mar zo, siete días antes de
qu e Márquez saliera de Q uerétaro .
U na carta de Márquez; de fecha muy posteri or, dirigida
al mismo general Nor iega, quie n indudablemen te se en-
contraba inq uieto por su situac ión, dice:
" N. o ten ga Vd, cuidado resp ecto de Puebla , porque yo
estoy pen dien te de esa ciudad y cualquiera qu e sea su fuer -
za, puede contar con toda la que aq uí hay, que estará pron -
~ a para auxiliarle ." [Nota de A. P.] , .
113
que cada disparo de cañón era una .pérdida irre-
paráble en el parque de los imp erialistas. E l co m-
prornisovcon traído por R amír ez Arellano para
suplir esta falta de municion es, p or me dios im-
provisados, se había j uzg-ado irrealizable en se-
mejantes circ uns tancias , y en todos ca so s insufi-"

Prometido esto, di ó orden de partir, de spid ién dose de


la fami lia, á quien dijo "que perdonaran el mal rato que
les había dado; pero que así habia tenido que obrar en
cum pli miento de Sil deber. " ,
Traj eron entonces á Vidau rri, y al pasar por la rec áma-
r; do nde ~staba la fam ilia, la señora qu iso echarle só'b re
los hombros un abrigo, pero uno ele los qu e le con ducían
lo impidió, hablando:
- Que se moje; así sufrieron los de las cortes ma rc iales.
E l día estaba nu blado y ll ovía . Otra de las señoritas le
dijo que cómo había de ir sin sombrero, á lo que él con -
testó refiriéndose al sombrero de Bans, que no había vuel -
to á usar,
· ·-No lo tengo, ni me pe rmitirían Ios señores buscarlo .
E ntonces el señor Wright tom ó de un perc hero que te-
nía cerca un sombrero y se lo puso . Vidaurri le di ó las
gracias y se despidi ó diciendo:
- Adiós, señ or don Santiago; mil grac ias por todo s
los favores qu e me h a hech~. Yo no po dré recompensar-
los, pero D ios se los paga rá. A diós, niñas, mil gracias por
todo.
Cuando todo s hubieron partido, la s per sonas de la fami -
1ia quedaron atóni tas y sin dars e cuenta de nada. Algún
tiempo después, el señor \Vright fué el primero que habl ó
pregun tándose cóm o se había descubi erto aqu éll o. . Ocu-
rrió sele entonces que se habían realizado los temores de su
esposa, con moti vo de las frecuentes visitas ele T aylor. R e-
cord ó que éste de bía haber iclo á tomar el desayuno con
8
li4
cien te co n los elementos q ue tenía á s u disposi-
ción. Po r co nsiguiente, era preciso q ue, á los '
pocos días de la sa lida de Márquez, la plaza su-
cu mbiese.
Halagado con esperanza tan lisonjera y á fi n de
aseg urar mejor el resultado que esperaba el lu-

él, Y que siendo ya las ocho y no habiendo llegado, lo ha-


brían seguido y aprehendido an tes que ~ Vidaurri, y por
eso no se había presentado. En el estado de excitación en
que estaba, mandó traer un coc he, y no sabiendo en qué
hotel viv ía T aylor, se dirigió á la casa de Bans, aunque sa -
bía que estaba ausente, para informarse con el portero.
So rprendiese cuando és te le dij o :"que no sabía; pero ,que
si qu erí a ver al se ñor, subiera, porqu e all í esta ba." Mayor
fu é su sorpresa cuando vi ó entonces se ntados á la mesa
almorz an do, .n o .s ólo á Taylor, sino á Baps ta mbién, y to -
das aqu~llas impresion es se convirtieron en furor cuando,
sin fijarse siquiera en saludarlos, les dij o que acababan de
lle varse presj) á V ida urr i, y en vez de asustarse, los dos
se ' quedaro n impasibles y Taylor le contestó con la ma-
yor calma:
- D éje1o usted; se h a perdido por miserable.
Al oir aq ue llas palabras, la ind ign aci ón del señor Wright
no tuvo límites: les dijo que ya compren día la venta que
habian he cho; les echó en cara su cobardía, su traición, su
infamia; y siempre que recordaba este terr ible episodio,
decía que se alegraba de no haber tenido en ese momen-
to una pis tola, porque se habría conver tido en asesino ma-
tándole s á"los dos . A todo esto, Taylor no contestó nada,
y Bans sólo ,ex presó:
_ y á mi qu é tiene usted que decirme: yo sólo fui á ver-
lo 'á la casa de usted tres veces, y después he estado fuera .
-Usted, le di jo el señor Wright, es el jesu ita que ha
dirigido la escena tras de la cortina; per o nos veremos des-.
pu és,
110 ,
,gart~ni ente de l Imperio, no se limitó á dirigirse
sobre P uebla, en lug a r de marchar hacia Queré-
taro, sino q ue, h~bi endo dos caminos que condu-
cen á la p rimera de esta s ciudades, el uno ,dir ecto
por Río F río, :Y el otro mucho más, larg o, que
pasa por los Llanos de Apam, es c ogió éste últi- '. 1

mo. para hacer más' dila tada su mar cha.- (a) .


\
Y volvi ~n.d ol es ·la espalda, sa lió ele la casa. Acaba do
apenas ele lle gar á. la suya, fué á buscarlo ,e l corone l Mac-
- mu ert te con el genera l J imón y el doctor Sowton. E l co -
ronel Macmuerttele dijo :
, ~ La colonia americana está alarmada porque circ~la
por la ciudad el r umor de que usted ha entregado á Vi·
daurri, y por eso no lo han lle vado á usted preso jun to con

(a ) E l coronel Becker, que tomó pa rte en la expedici ón


á Puebla, explica mejor que ninguno la "marcha larga y
lenta." en que tanto hace lilncapie Arellano, para qu itar
todo mérito á esa acción de armas . Así se expresa el co-
ronel Becker , cuyas palabra s son una respuesta;categórica:
"Hay dos caminos petr a ir á Puebla: por R ío Frí o y por
• I

los Ll ano s de Apam, Es te fué el elegido por dos razo nes:


I¡~ porque el 29 en la mañana, M árquez recibió i a noticia
de que el enemigo había 'h echo saltar el puente ele Tex-
melucan (esta noticia resultó falsa, pero la supimos más
tarde) y 2¡~ porque las únicas tropas capace.> de que poelía
d isponer M árquez era la caballe ría. E n la infantería ha-
bía apenas 500 soldados disciplinados. Nuestra superiori-
dad en la cab allerí a y la batería rayada que llevábamos,
nos permitían obtener provecho en caso de combates en la
llanura.
"La marcha' rué dificil: las mulas de una de las bate-
tedas no estaban amaestradas y por esto al sig uiente ,día
se hizo necesario un cir bueyes á ella." Véase Fin d' Em·
pire de Paul Gaulot, página 306.--[Nota de A. P.J
i16
No bas tándole esta elección para ' el cumpli-
miento de s us des eos , se puso en camino co n in-
creíble lentitud J, a unq ue no ig noraba que tres
días antes de su partida de la capital, "Puebla ha -
b ía su cumbido, empleó seis para cor r er en auxi-
-lio de los defenso res. Cuando
, alejó b astante de

él. .N osotros que somos am igos de usted y lo conocernos


perfectamente , antes de hablarle ni de saber cómo ha sido
el caso, hemos con testado que cua lq uiera, q ue ta l d iga;
miente; hemos respondido por usted, y hemos cítado á su
nombre á toda la coÍonia america na para esta tarde, á las
cuatro, en la Gran So ciedad; para que usted mismo.se vin-
di que. -

0.(_

**
Como es de comprenderse, la desesperación del señor
W right y de su famili a llegó al colmo, al verse víctimas,
en recompensa á una buena acción, de tan infame calum-
nia. En ese momento maldijeron la grac ia! (que com o.se
.verá de spués no fu é 'más que mo mentánea) que les había '
concedido el general Vázquez, dejando en su casa al se-
ñor Wright. Este fuera de sí, estuvo á punto de atentar
contra su vida; pero las lágrimas de su familia y las per-
s uaciones de aquello~ nobles amigos, á q uienes toda su vi-
da agradeció aq ue l fávor, lo calmaro n, y á las tre s y media
de la tarde se fué en coc he con ellos á la , Gran Sociedad .
L a colo nia americana era en aqu ella época nu merosa como
nunca, por la gran afluencia de confederados qu e la con-
clu sión de la guerra de los E stados Unidos ha bía traído á
México; por manera que cuando el señor Wright llegó ; el
localestaba pleno. H abía también varios mexicanos, y en -
tre ellos algunos policías de los que por la mañana habían
aprehendido á Vi daurri.
El señor Wright hi zo la narraci ón exacta de los hechos.
117 •
México á las tropas imperiales, en vez de ve ri-
ficar rápida mente una contrarnarcha so b re su base.
de op er acion es, para evi tar q ue el enemigovicto-
r ioso le corta\s e la retirada y le a tacase co n fuerzas
numerosas) hizo alto dura nte dos días en la hacien-
da de ' sa n Lorenzo, co n el fin ele dar tiempo á

que llevamos referidos, y se suscitó tal in dignación contra


Ba ns y Taylor, que h ubo indivi du os qu e los bu scaron pa-
ra matarlos; pero ya se habían esco nd ido ó fugado, por.
que 'nadie pud o hall arl os.
E l señor \Vright recibió los abrazos y las felicitaciones
de todos sus compatriotas; le ofreciero n ayudarle en cua l.
quiera consecuencia que sob rev iniera, y nombraron un a co-
misión para que viese al Cónsul americano, pidi éndole
que si el señor Wríght era perseg uido, le amparase corno
ciudadano am ericano. El Cónsul se negó á ell o, diciendo
que sent iría mucho que tuviese aq uel señor algo que sen -
tirjpero que n ada po d ía hacer por él, porque no debía ha.
berse me zclad o en las cuestiones política s del país. Se le
hizo ver qu e aq uéllo no era cuestión de política, sino de
humanidad; pero fué inútil.
Entre tanto, el se ñor W right , cua ndo con cluyó sll expli-
cació n, convino con los am igos antes citados en hacer to-
da s las gestiones posibles pa ra conse guir gue se le permi-
tiese ver á Vidaurr i, á quien suponía que se iba á juzgar ,
y pedir su testim oni o en todo lo qu e ha bía pasad o. Per o
apenas salió de la Gran So ciedad , re cibió la trist é n oticia:
- de que el pri sion ero acababa, de ser fusilado en la pla za de
Santo Domingo [ a]. De regreso á su casa, postrado por
las fatigas y las emociones, .y sin más alimento que un a ta-

[ a] F u é ajusticiado á la s cuatro y media de la tard e.


Manifestó vivo deseo de ver á su hijo; mas temiend o com-
prometerle, sintió grave pena y se le v i ó llorar. Sus últi-
ma s palabras fueron éstas .
- Deseo que mi sangre y la de los que es tá n de stinados
I ,
118
los vencedores para que l ó rodeasen en -la mala
. p osici ón euque voluntariamente se ' hab ía colo-
cado. Tan luego cornologt-ó este resultado, or-
/
denó que fuesen abandonados la artillería y los
tr en es, tir~ el dinero que llevaba; y como si es~
tas medidas no bastasen para desmoralizar::;' las

, ~a de te que sus ':l;ln igos le obligaron á tomar antes 'de sa -


lir, algo tranquilizado con su reivindi cación, comen zaba á
cenar, cuando llegó un jefe de la policía .de los que habían
/
asistido á la apreh en sión de Vidaurri, intimándole á que se
pre sentara con él en laDiputación, de orden del Goberna-
dor,don Juan José Baz ,

f " 1 .. ***
Desde aquél momento quedó preso, acusado por ocul-
ta ción qu e había efectuado en su casa, y por sospechas de
haber estado en connivencia con el ' Imperio. .El se ñor
Lerdo opinaba que se cumpliese el decreto'publicaclo día s
antes, penando al se ñor Wright, y el scñorjuárez,"que se le
condenase á 'dos año s de prisión. La libertad del pre so co-
rrió gran peligro. SÓlo pudo ~alvarle la valiosa influen -
cia del señor don Francisco! de P . Gochicoa, quien ge- ~
nerosamente le defendió en varias conferenci as que sobre
este asunto tuvó con el señor Presidente y con los minis-
tra s; el respetable te stimonio de los generales A ure liano
Rivera y Paulina Noriega, que cer tificaron que el acu sad o
había: pre stado servicios á la causa lib eral.. en viando aro

ah ora para ser fusilad os, sea la últi ma qu e se derram e en


mi patria; pero me tem o qu e n o sea así."
Los peri ódi cos de la época noticiaron que el. día ele la
aprehe nsión y el fusilamient o de Viclaur ri, "el ge ne roso y
valiente ciudada no Ge neral D íaz difirió u va tertulia fami-
liar qu e se verlficar ía en su casa , pa ra otro ella, por respe - '
to á la desventura y l a mu ert e."


119
tr opas, huyó el p rim ero del ca~po _d~ batalla sa-
crifi ca ndo á su venganza hasta la reputación que
de hombre valiente había adquirido. Entró, pu es,
en Méxic.o cIando la noticia ele que todo se había
perdido. POCllS horas después de su regreso á
la capital, las vo ces qu e había propalado fueron
completamente desmentidas por la
presencia de I

mas y comunicacion es por encar go de la señora Baz al ge-


neral R ivera, cua nd o se hall ab a en Ajusco, ma¡; ifestándo-
se siem pre adicto á la mism a causa en cualquiera parte de
la República don de se hallara, y la activid ad inte rés que
é

. de splegó en su defensa el señor L ic. Jo sé M . Calde rón,


personas toda s de qui en es la famil ia W right recibió muy
grandes y nunca olv idados favore s, así com o de l señor co -
\ .
ronel Sa ntiago Smith y su señora , de l señor Sa ntiago Lo h se
y de l se ñor obispo protestante Riley, La última circ unstan -
cia favorabl e que vino á determinar la libertad delseñor
W right, fué la cap tura de O'Horan, en la que, habiendo
acaeci do cuando ya los ánimos se hallaban más calmados,
se pe rm itió al pr isione ro- de fenderse y no se impuso pena
alguna á las pers onas que le habí an ocultado, en la' cual
se fund ó el Li c. Calderón para pedir la .absoluc.ión de su
defendido. I

Mi entras tod o esto pasaba, la señora \ Vright, para des-


men tir la s version es erróneas que circulaban en el vulgo ,
public ó desd e lu ego un r emi tido re velando los hech os, y
al dí a siguien te de haber aparecido, se pr esen tó en su ca -
sa la señora Juli a Os~llo con un recado del se ñor coron el
Ind al ecio Vidaurri, en que mandaba decir . á la señora
Wright que había visto el remitido publicad o por ella , re -
1atando la de sgraciada hi storia de su padre; que se h alla-
ba preso en el ex-conve nto de Regina, y por lo mismo .
imposibilitado para ir á dar á la. familia las gracias por la
protección clue h abí a dispen sad o á aq uel ser tan que rido
• i
pa ra éL
120
má s de .la mitad de las tropas q ue ha bía sacado;
y hab iendo sido reorganiza das durante- la de rro -
ta , fueron val ientemente co nd ucidas por el cor o -
nel de hú sa r es a ustro-mexicanos Khevenhuller 1
~

qui en se encargó del man do.en jefe de la divi-


sión, al sab er que "el lug arten iente del Imperio
hab ía huid o del camp o de batalla.
7(.

**
De spués se supo muy detalladamente la infamia de
Taylor, por el mismo hijo de Vidauni, Indalecio, quien
refirió que cuando se encontrab a el general en Palado; con
las onzas de oro sobre la mesa, estaba aún abajo Quiroga
y él en espe ra de su pad re, pa ra intentar con la caballería
un a salida de sesperada, en la cual ó se salvaban ó pere ·
cíal~ juntos; pero 'que T ayl or díjol es que ya el ge neral no
estaba, que habí a ido á esco nderse, y que lo mismo, según
su orden, hicieran ellos; para lo cual les ind icó determina-
¿lo lugar, don de lu ego les daría alca nce, con objeto, de-
cíales, de ponerles má s á sal vo. Por fin les manifestó que
estuvieran del tod o tranquilos y que iba á avisar al genera l
que no tuviera cuidad o; siend o de seguro entonces cuando
se llevó á Vidaurri y le robó el cint urón con el dinero,
porque á ellos les constaba que el Palac io esta!)a entera-
ment e solo. A los pocos d ías de tenerlos en su casa, co-
me nz ó á instarles para qu e le prestaran cinco mil pesos (la
misma ca ntidad que pedía á Vida ur ri), sólo que á ellos les
decía que era para entrar en sociedad en una lín ea de
carros.
Ellos le hici eron ver qu e en aquello s mom ent os no po-
dían, porq:le ni tenían aquella cantidad, ni debían que-
darse sin la que tenían, en circ unstan cias tan críticas; que
con tara con los cinc o mil pesos luego que pudieran salir de
la ciud ad. Parec ió con forma rse, pero á los dos día s nota -
ron que él 6 la mujer les habí an robad o, ~urante la noche;
. de sus vestidos, a lgunas onzas que tení an en el bolsil lo.'
121 . ~ 1 .\

An te un desastre de esta naturaleza y ac órn-


pa ñado de circunstancias tan vergonzosas, el ge-
neral P ortill a, ministro de la gu erra, con su leal-
tad y dignidad co no cidas, propuso á los ministros ;
que Márquez fuese sometido á un consejo de .gue-
rra como g ene ral que había sufrido una derrota.
J

Entonces temieron qu e cuando les robase el resto los


vendiera, y esperando la noche, antes de que él Uegara,
y cuando la mujer estaba sola, confiándose ele la suerte,
se embozaron en sus,sarapes y saliero n, diciendo á su guar-
diana que iban á da r un a vuelta .
De allí fueron á pedir asilo á una pob re lavandera que
est aba encargada de cuidarles su ropa, la cual los tu yo es-
cond idos hasta que, habi endo sabido el fusilami ento de su
padr e, se pr esentaron acogi éndose al indulto.
En cuanto á Ba ns, Vidaurri le había entrega do en cali-
dad de de pósit o cinc uenta mil pesos, del préstamo forzoso
impuesto á los capitalistas en los dias del sitio, y de los
cuales tocaron otros cincuenta mil á M árquez é igual can-
tidad á otro jefe imp erialista .
• -Por manera, agre gó el señor Vi da urri , q~e mi padre
mismo se mató, ponién dose en manos de los que tenían
interés en deshace rse de él. Bans, en combinaci ón con
Taylor, lo entregó para queda rse con los cin cuenta mil pe-
sos, simulando un viaje , para que el otr o viera de qué mo-
do le arranc aba mientras el din ero qu e pudiera ten er en
otra parte, y cua nd o viero n que n o habí a má s, lo entrega-
ron pa ra ga na r tambi én el pre cio de la denun cia. An tes
que á mi padre, deb ía n habern os vendido ' á Quirog a y á
mí , si no nos hemos esca pado tan á tie mpo . ¡QJle D ios los
perdone !

.¡(.
-**
Co mo epílogo de esta triste histor ia; cua ndo toci os los
prisioneros que se hall aban e n Perote y otras prisiones, fue-
ron puest ós en libert ad, el señor Ind alccio Vida urri logr ó
122
E l ministerio no ap oyó es ta proposición, que era,
,p or l o demás, ,casi irrealizable, puesto q ue el au-.
tor del desastre disponía en to nces de la fuerza
armada qu e 'estaba en la capi tal. Más tar de ve-
remos lo que le valiÓ al minist ro de la gllerr<i. es- -
" te acto de e ñergía,
Vida urriy Q uiroga, que no p odían es tar en-
gañados co mo el p úblico, r especto á la misión
q ~ e 'Ha l~í~ tra ído á ,México el lugartenien te del
Impe rio, le exig ían vivamente que volase sin re-
tardo, al auxilio de Q uerétaro con las pocas tro-
_p as q ue le q uedaban; pero Márquez se obstinó
en no obsequiar. es tas indicaciones. Has ta nega-
r on á p ro po ne rle q ue irían' ellos rñismos escolta-
dos po r alguna ca ballería , para llevar al ejército
impecial., cápsulas y plomo .de ,que' tant o necesi-
taban ; nad a pudo co nseguirse, ni la autorización
pa ra q ue Vidaurri y C¿uiroga obraran en el sen-
tido que prop onían , ni la r emisi ón d ~ recurs os al
ejé rci to sitiado en Q ueré taro. (a)

obtene r la licencia para exhumar el cadáver de su padre,


l' •
, ' que estaba enterrado en San Pablo, y fué á suplicar al se-
ñor Wr igllt que le prestara 'el último favor, acompañando
f
le á cumplir con este penoso deber.
E l señor Indalecio Vidaurri se desp idió de la fami lia,
rep itié ndo le sus agrad ecimien tos, y partió para su Estado,
ll eván dose consigo los fúnebres despo jos del' desgraciado
presidente del Conse jo de Minis tros de Maximilhno.-
[N ota de A : P.]

(a) V ielaurri h izo, ver á Márquez la necesidad de re-


gre sar á Queré laro en auxilio ele Maximilia no y el lugar- ,
, teniente puso á, disposición ele aquél, para satis!acer su de- "
123
D~ todos los ele men to s que eran indispdns a-' ,
bles á losheróicos solda dos q ue combatían bajo -
las .órdenes del Emperador, uno solo, ,e l dinero
podía 'r e mitirs e á Q ue r étar o sin ne cesidad de es -
colta., pu esto que e 1a posible mandarlo en ,libraq-
zas ; Vidaurri con este fin entregó á Márquez
(
150,000 pesos , Y si e s t~ cantidad hubiera llega-
, I
do oportunam ente, tal v'ez "el Emperador y su
ejérc ito se hubi eran salvado ,
, La pérdida de Q ue ré tar o tuvo poi- causa prin-
cipalla horrible mis eria y todos los males que de
ella se derivan en circunstancias .tan críticas, co-
m o las que resultan siempre de un~ defensa pro-
lon gada.
Bien s e g uar dó el lugarteniente del Imp erio de
remitir las libranzas á su destino, y las coI nservó
para sí, como ' lo probaremos al ocuparnos más { I

tarde en e l sitio de México.


La exp edi ción de Puebl a aseg uró á ' Márquez
el triunfo de su ven g an za. Habiéndose perdid o
todos los eleme ntos que sacó de la capital, ' con
excepción de to das las tropas q ue r eorganiz adas
seo , lo mej or ele armas y, municiones que habí a en la Ciu-
dad ela. La caball ería de Qu iroga debía ve rificar la ma r -
cha, pa ra lo cual orden óse á su jefe que se proveyera á
' entera voluntad de los cab allo s de lós ri cos de México,
los .cuales caball os val ían, el que' menos, 500 pesos. Ade -
más, se le h abilitó con 2 6 ,0 0 0 pesos. Sin emba rgo, arregla-
do ya todo, Q uirogá, tí la cabeza ele su flamante é int ré-
pida caballería, dijo que no h abía hallado punto alguno
por donde romper el sitio.
La
i fuert e suma, no re ingresó en la Tesorería! [Nota
de, A. P.J
12~

volvieron á México, y facilitado así el ' sitio de


esta plaza, era seguro que el Emperador
, ,
y sus
soldad()s habían de s úcumbirinfaliblemente, aun-
que hiciesen heróicos sacrificios. Aunque igno-
rado hasta hoy ese heroismo, muy digno es de
que la historia lo consigne en sus páginas con le.
tras de oro.
La derrota de Márquez en San Lorenzo y la -
dispersión de sus tropas, después de tan extraña
_derrota, debían ser y fueron seguidas del. sitio
de la, capital; pero, -antes de ocuparnos en -esto,
es preciso dar cuenta de los gloriosos y ter,ribles
acontecimientos de que: fué teatro Querétaro.
125

XVII
La separación del general Márquez hace po-
sible la defensa de QUérétaro.-Los republi-
canos reciben refuerzos.---' Ataque del 24 de
marzo.e-Tmprovísací ón de establecimientos
tie artillería.-Necesidad de estar á la defen-
siva hasta la vuelta de Márquez. - Salidas
en los días 2 2 de marzo, y 1 <! Y 2 4 de abril.
-Miramón y Arella n o proponen al Empe-
rador salir de l a plaza. -No es aceptada su I .-
proposición.-Junta de guerra de generales,"
verificada e1 19 de abril --Resoluciones de
la junt a, para ' continuar la defensa hasta el
r eg r es o de M á r qu ez .- - E l pueblo y el ejérci-
to se alim enta n con carne de caballo y mu- 1,

la¡- Miseria.- Ataque del Oimatarloc--Balt-


das en los días l ° y 3 de m ayo .--Ataque del
5 de mayo.- -Carta del Empera d or dirigida
á Márquez. - - N o sien d o p os ib l e por más
tiempo la defensa, se hace la proposición de
no sostener el sitio.

La partida de l antig uo jefe de Estado Mayor,


no fué sentida por nadie, ni tuvo influencia digna
de seraprec iacla r esp ecto á la ' heróica defensa
int en tada p or el ejérc ito imperial, en la 'ciudad
qu e después fué el teatr o de la gloria. y de l in-
fortunio. Imposible hubiera sido q ue la plaza se
sos tuviese, si la dirección de la g uerra hubiera
q ue dado entr e las manos de un hombre que me- ,
ditaba co ns tantemen te una terrible venganza, y
126
q ue para satisfacerla, traicionaDa sin descansar-
al Emp erador y á s us ' soldados.
Al otro clía de la partida
~ , de este , hombre fu-
nesto, el Emperador y el g eneral Miramón co-
menzaron á tratarse con menos frialdad. El Em -
perador hizo acÍemás .á Arellano el hono; de lIa_
ma nle dos ve ces á su consejo en unión de Mira- ,
món y del nuevo jefe de Estado Mayo r: El que
. esto, escribe había sido el primero en lamentar la
falta de completa arm oni~ entre los dos hombres
de la situación, y se empeñó tanto en volverlos
á r econcilian, cuanto Márquez se había empeña-
do en desunirlos. Muy fácilmente se cumplió con
esta misión.impuesta por el deber, las convicciones
Y' la m ás sinc era amistad. .Erapreciso, pues, que
aquellas dos almas grandes, leales .Y generosas,
se estrechasen íntimamente, T res días de spués \
de la' salida .de Márquezvel Emperador y Mira- ,
món se profesaban una .amistad .sincera -y que no
dejó de unirlos ni en el momento en que-cayeron
juntos co n, el pecho despedazado por las balas
republicanas.
Algunas horas después de la partida, del trai-
o· 1

dar, los sitiadores recibieron un refuerzo de . ..


19,000 hombres á las 'órdenes de Riv a Palacio y
I •
de ]iménez (a) . En <esta~ nuevas tropas, cuya

,J(a) "El General Ri va Palacio llegaba conparte de las


fuerzas .del prim er Dist rito del Es tado de México, com-
pue stas de mil cuatrocientos hombre s, una batería demon-
taña con poca dotación de mun iciones y alguna caballe-
.ria irregular; los infante s, aunque nuevos, present aban .
buena organización, y. quedaron acampados enla Cuesta ' "
127
llegad~ se s upo e n la plaza has ta el Idía siguiert-
, te, iba el tránsfug a Velez , g'enera l imperialista,
qui en mirando s eguro el triunfo d ~ los republica-
nos, desertó de su bandera sin ruborizarse 'y se
pas ó al cam po lib eral. El conocimiento de este
- he cho e s necesario pa ra ap reciar mejor la trai-
ción de L ópez, y sob re tod o, para exp licar cómo
han ,'p odido tomar ti lo seri o el pap el de héroe, 1
' q ue, en .la ocupación de Q ue rétar o, se atribuyó
á ' V élez, q uien fué víc tima de la rec hifla p ública,
cuando los acon tecimientos fueron bien co noc ido s.
Re forzadas las tro pas sitiado ra s a tac aro n la
plaza r esueltament e po r el lad o sur, el 24
de mar-
2 0 . Elvalor de Mirarn ón y el del ejér cito 'impe-
rial, conducido r ápidamente al .lugar del ' coinba- '
te, permitier on r epeler el a taque á pesar de la
falta de ob ras de defensa, q ue hacía difícil la r e-
sistencia, ' cornoya "lo habí a p revisto y prep ara do
el g eneral Márq uez.
El arroj o ele los repub licanos, en esta vez, fué
for midable yy hubo un momento en q ue la infan-
tería y la caballería imperiales fueron primero
rechazadas , y las columnas de l en emigo avanza- '
r on hasta la línea de defensa, pero Ar ellano,' diri-
giénd ose al principal lu.gar del combate, las ame-
, ,

de Ch ina, d on de se mun icion aron y ali staro n para que es-


tuviesen pron tos á com batir." R eseiía h istór ica de, 'la fo r-
mación y operaciones del cu erpo de ejército riel Norte, por
juan ele D ios Arias, .páginlJ, r64.
Riva Palacio ll egó á Querétaro al día siguient e ele ha-
be r roto el sitio M árquez, es decir, el día 23 de Marzo.-':'-'
[Nota de A . P.)
128
trall ó y las obligó á detenerse, batiéndose des-
pués en retirada (1),
Este asalto que puso á la plaza e:n el p eligro
de caer en manos de los sitiadores; una ve z r f'p e-
lidos victoriosamente, ocasionó q ue el sitio fuera
más rigoroso. De una p ~rte y de otra se em-
prendieron trabajos en toda la línea, y una s eri e
de combates, cuyo recu erdo será sie mpre g:lo ~
rioso para el Emperador, para Mira món y para
toda la tropa, com enzó inmediatam ente. Pres as
de miseria y de hambre las tropas imp eri ales ,
hicieron en aquel día prodigios de valor y die;
ron p r ueb as @e admirable abnegación.
En muy pocos días q uedaron establec idas las
fábricas de pó lvora y de salitre, las ca rb oneras,

(1) Obligados por la verdad hi stóri ca á vencer la re-


pugnan cia que sentimos para referir hechos personales que
no fueron á nu estro s ojos, sino el estri cto cump limient o
del deber, conocemos la n e ~e sidad de darles un a autor i-
dad indispensable citando testim oni os irrecusables.
Terminado el combate; volvimos á coloca rno s al lado
del Emperador, quien nossalud ó públicamente con el tí - ,
tulo de general , título que aun no teníam os. El mismo día
24 de marzo, el Soberano nos remitió el despa cho de este
empleo, en el teno r siguiente:
"Visto el valiente comportamiento y la grande activ idad
desplegada en -el servicio de su arm a por el coronel de ar -
tillería M a;lUel R amírez de A rella no, le nom bramos, etc.,
etc."
L os términ os lisonj eros en que este de spac ho est á con -
cebi do, se re fieren ta mbi én Ó, la cr eaci ón instan tánea de
los establecimientos de artillería , de que h abí am os habla-
do al Sobe rano en la conferencia de l dí a 2 0 de marzo.
129
las fundicion es de p royectiles , fra g uas , hornos y
capsuleria; entrar on en movimien to los taller es
indisp ensables para Úl r e pa rac i ón ele la artillería,
se co ns truyero n mold es para fundir proy ectiles
C1e dive rso calib re; co n es te fin, s e ar tillar on las
campa nas de las igles ias y la cubier ta del _tedio
del teatro, qu e, como hem os ~I ic h o ya, era el e
plomo , .Ias cáp sulas de met al qu e falt ab an co m-
plet amente, se s uplieron con o tras el e c ar t ón; s e
pro cur ó también r ep ara r las pi ezas de artiller ía,
las tizna das po r un fueg'o co ntinuo, s e r~ p araron ;
por últirn o.vlos rcañon es 'q ue en las sa lidas se too
maron al e ne m i g~ , lo mism o qu é millares de fu-
siles qu e se encontraban inutilizados y en dep ó-
sito , y qu e p or el' ejerc icio co ntínuo habían q ue-
dado inser vibles'. To das es tas o peraciones fué
preciso practi ca rlas sin los útiles y sin las rna-
. ,quinarias
....- tan indisp ensables en es ta clas e de
trabajos. .
Algun os cente nares de operarios s e oc uparo n
día y no ch, .
e en la ejecució n de estas obras, y
Arellano empleó tod os los medios extraorc1 ina-
-,

rios para ll e varla~ bien á .cab o, á pesar de las


circ unstancias terribles en q ue se encontraba la
plaza. D e es ta man era 'se log ró q ue provisional-
mente s e sa lvara la s ituaci ón , y se hub iera salva-
do de. una manera completa si Márq uez con tiem-
-p o hubi era mand ad o los recurso s que salió á so-
licitar. D espu és de la part ida el e es te g enera l, la
p equeña c1ivisi6n qu e p omp osamente era llárn ada
ejército imp er ial, q ue dó reduc ida á p oco menos
de 7 ,000 hombres ; mientras qu e el ejército ene-
9 ~
130
migo, qu e aumenta ba ca a día, llegó á co ntar
más de 3° ,000 co mba tientes . Ado ptada r esuelta-
mente, y como una medida salvad ora, la idea de
pe rmanecer en la plaza hasta la llegada de las
tropas auxi liares, ignorándose la conducta que
é

iba á s eguir el verdad ero autor de la situación


q ue g'uardaba el ejér cito imperial, éste tuvo qu e
atenerse á la defensiva, ejecutando salidas suc e-
siva s contra los sitiadores; p ero q ue fueron de
poca imp ortancia. Sin emb argo, en todas ellas
desplegó un va lo r y una int elig enci a ex tra ordi-
narios , y que en otras .condiciones hubiera bas-
'tado para de r ro tar á los r epublicanos y obligar-
los á levantar el sitio.
Cuando el curso de los a conte cimientos vino á
. probar que este medio, que s e creía de salvación,
lo había sido esencialm ente de ruina, se llegó .á
comprender cuán ·grandes hab ían sid o las p érdi-
das s ufridas por el ejército imperial. Sea por el
fuego del enemigo, s ea ' p or el tifo que se desa-
rrolló en tre las tropas, sea, en fin, por las malas
condicione~ higiénicas de la alimentac ión del sol-
dado, la miseria, la imperfección d'el s ervicio sa-
nitario, la hambre y la des erción; lo cierto es,
que, en el último p eríodo del sitio, el efectivo de
/ los defensores de Querétaro quedó reducido , á
1 5 ,0 0 0 hombres. P or ,co nsig uiente, los so brehu-
, manos esfuerzos hechos después de una prolon-
gada es p era para la salvación común, fueron del
todó impotentes, y lo fueron mucho más cuando
la desgraci a s e cebó en las tr opas imp eriales
hasta sus últimas .salidas.
I
f

13L
Habiendo el Emperador aprobado las opera-
ciones militares de Miram ón, es te vali ente g en e-
ral ejecutó é hizo ej ecutar admirabl es movirnien-
tos, que, ~e1 i c es ó desgraciados, siempre excitaron I '

Id. ad miración de imp er ialistas y r epub licanos, y


, ca usaron á és tos varias veces ta les pérdida s , qu e
creíamos inmine~te su derrota, hasta , obligarlos
á levantar el sitio. L a exis tencia militar de 'Mira -
rnón, sembrada de célebres acciones durante la
. guérra civi l, se eclipsó c!>mpletam ente ante los '
brillan te s hechos de armas de Querétaro: era un
meteoro qu e por última vez despleg-aba todo su
brillo para apag ar se _ en el sepulcro.
E l ejército. imperial, obligado á, estarse á la
defensiva hasta la vuelta tan deseada del traidor,
tomó con fre cuencia y á pesar suyo, una ofensi-
-va parcial, muy ventajosa en tales circ uns tancias,
Libre .el Em p erador de la funesta influencia de
Márq uez, y el jefe de la infantería (Miramón) no
teniendo ya que temer las intrigas con que el je-
fe d~l Es tado Mayor hacía s us op e raciones inú-
tiles , int entó, el día 22 de marzo, una salida al
oeste so bre las haciendas de la Congregación y
San Ju¿itiico, á la cabeza de mil quinientos hom -
bres apoyados con cuatro piezas de campaña: El
resulta?o de este hecho de armas fué que M ira-
m ón batió á la caballería enem iga, la obli g ó á
que se retirara de las haciendas, y les qu itó á los
si tiadores, caballos, vív eres y _forrajes que intro-
dujo enla plaza.
' Com ~ ya hemosdicho, el 2 4 del mismo mes,
los republicanos atacaron resue ltamen te la plaza
]32
de Q.l1erétar o con fuerzas numerosas; Miram ón
fué quien entonces dirigió la defensa, y los r epu -
blicanos fueron r echazados con una pérdida de
más de 500 hombres. .-
Ello de abril, Mirarnón salió de nuevo de la
plaza con I,5 0 0 infantes. SI,l objeto era sorpren-
, der la posición avanzada de los r epublicanos,
que ocupaban San S cbastidn; posición qu e es ta-
ba defendida por la iglesia fortificada de la Cruz
, del Cerrito. E ste movim iento, ejecutado con tod a
precisión, fué llevado á feliz éxito: se tomaron
entonces al enemigo do s obuses de mont aña;
pero la co lumna imperial, viéndose ac ometid a p or
numerosas fuerzas republicanas, tuvo qu e vo lve r
á entrar en la plaza.
Con el fin de expe ditar la salida de algunos
pli egos secret os que s e r emitían á Márquez, s e
dispuso p ar a la mañana del 1 1 de abr il una sa -
lida al este , al mando del corone l príncip e de
Salm Salm, á q uien -se le ordenó hicies e simp le-
mente una demostración sobre la garita de ¡Jfé·
xico. E l príncipe dirigió con valor' este ataque,
qu e nodi ó todos los .r esultados que se espera-
ban, pues la posición de los republican os en aq uel
lugar era m ás fuerte de lo que s e creía.
.L os veinte días que se juzgaban necesarios
para la. vuelta del gene ral Márquez, habí an trans-
currido, y no habiencl o re cibid o el E mpe ra dor
despacho alguno, sin embargo de que el jefe del
Estado Mayor le había prometido es cribirle tr es
veces ál día, le hizo indisp ensable rem ediar aquel
. estado de cosas tan ines perado 'como alarmante.
. 133
Con este fin, los g~ne~al es ' Miramón y' .Ar ella no,
el T 1 de ab ril, hicieron por escrito al Soberano
I la p roposición de salir d e la plaza á la cab eza de
1,000 caballos para obligar á Márquez á que s o-
corries e prontamente á Quer étaro, La exposi-
ción que s e pres entó decía as í: "Seiior. -La
dificil y penosa situación en qfte se encuentra V.
• t
Jlf. Y el ej ército,.tenia uio por causa única y prillc~-
pal el retardo de! gener al ¡J/fdrquez, impone á los
gene rales qu e -s uscriben el deh er de hablar 'á V.
M. con la' lealtad de caballeros y con la tranq ue- .
za de soldados. Al estado en que hemos llegado
por causa de errores pasados é ir remediaóles, la
p laza de Q ue ré ta ro , y con ella el Imp erio, la
p ersona de V. M. y nuestro valiente ejér cito no
podrán salvarse sin el au xilio de las tropas, qu e el,
gene ral Márq ue z no qui ere él no pu ede mandar
sobre el ene mig o qu e nos as edi a. -
"L legadas las cosas á tal ex tre midad, no es
posible esperar ' más, para· em p re nde r después
una retirada-imp osible, sobr e to do cuando s u rea-
liza ción no es sino un s ueño Ó el resu ltad o de un
de lirio, si se lle va al terren o ele la prácti ca ."
I I
E l p ensamiento qu e motivó .es ta ca rt a diri gida
al Emp e rador, se resumí a en las dos sig uientes
proposIc Iones:
. ¡, l a P ues to que el triunfo de las tropa s q ue

de fien de esta p laza , ex ige el violen to co ncurso


de una fuerza aux iliar , V. ¡11'. se dignani salir
COIl I , O O O caoaiios para obligar al gmeral i/1'dr-

(juez d que obre en el sciuido ya exp resado, batien-


134
\ . . ;"- .
do al ene migo qu e se encuentra sobre el camino'
de México.
" di!- Si V. M. n o cree con veniente su salida de
. esta"plaza; el general Mejía lo verificará, con la
fuerza ya dicha, y se .iráá r eunir con el g eneral
Márquez para obligarlo á que ejecute las árdenes
que por v: M. tiene ya recibidas. , .
"En cualesquiera de los dos casos , los gene -
ralesque tien en el honor de dirigirse á 'V. Mi.se
comprometen á . defender y conservar la plaza
hasta la llegada del e j ér cito 'a uxiliar , y en caso
de una desgracia, hasta que, sabiendo de una
manera positiva la derrota qu e pudiera sufrir ~
Márquez, s e vean obligados á romp er el sitio á
viva, fuerza' (1) . ,
Estas proposiciones tenían p or objeto un he-
.cho importante y qu e no s e consignó eh ellas
por escrito, porque se oponía, para hacerlo .as í,
el heroismo del Emp erador. El pensamiento qu e
ocultaban las.proposicion es, era ~I. de',salvar la
persona del Soberano, substray éndola de los pe-
ligrosos a:cont~cimientos qu e se preparab an por G
el r etardo. de Má rqu ez. O b tenido este r esultado,
no por es o dejaría de llegar el r efuerzo qu e se

(1) Habiendo encontrado los republicanos entre los


papeles que se perdieron en Q ueré taro la minuta sin firma
de esta comunicaci ón, la publi caron despu és los diar ios
ele Mé xico, entre otros El Globo el e 28 d~ Julio de 1867"
con el carácter de documen to hist órico. J:,os red actore s de
este periódico supusieron que, ade más de Mira m ón y Are-
llnn o. vhabí au firmad o di cha comun icac ión los generales
Mej ía, Castillo, Casanov a y Val el~s .
/
e spe r~ba , y en el caso co ntra rio se recibiría por
10 menos el aviso de qu e no se esperara ' y 'así
cesar ía el único mo tivo q ue se había tenido pre-
sente para defender la plaza con tanta obstina-
ción. Cuando s e lleg ase por últim o, á conocer la
conduc ta de l general Márquez, las tropas impe-
r iales r omperían el sitio s obre la marcha, evitan-
do de este mod o gran parte de los terribles
res ultados, qu e muy probablemente, más tarde,
habían de aniq uilarlas. Esta medida de salvación,
única .q ue pudies e tornars e en tales circunstan- .\

cias, se propuso 'al Emp erador, un mes 'antes de


qu e López entregase la pla za á los sitiadores.
. El 1 1 de ab ril, después del medio día y ·en el
seno, del C ons ejo, en el cua l itornab an parte dia -
riamente. el E mperador, Miram ón y Ar ellano, el
p rime r o contestó en los sigui entes términos la
co municación que . se le había dirigido pocas
horas ante s:
"Con verdad ero p lacer me he impuesto de
vues tras prop osicion es, y estoy decidido á no s e- .
para rme de Queré taro, porque si ha y glOI-ia en
p ermanecer aquí, r eclamo de ella la parte qu e
me toc a , y si po r desgracia llegamos á s uc umbir,
quiero tener' en el peligro co mún, también la par-
te que me corresponde. Sin embargo, co mo
vue stro pensamien to es b uen o, adopto la segun-
da proposición : el gene ral .Mejía, á q uien he vis-
to hoy, me ha ofrec ido qu e dentro de tres día~
ya podrá mon tar á ca ballo y partirá para.México,
inucstida de plenos poderes para destitlt-Ír á Már -
laG
quez y traernos los auxilios que 1/0S son illdispm -
sables." .
'P or desg racia , el gene ra l Mejía no lleg ó á sa-
I lir de la plaza. Mezquinas pasiones é intri gas,
q ue te nían po r ob jeto una capitulació n, aniquila-
ron el único medi o qu e q ueda b a p ara conjurarlos
p eli g ros de toda especie, de que nos hall ábamos
ce rcados y que al estallar, desenlazaro n por fin
la p en osa situación en qu e Márquez había pu esto
á las tro pas impe riales ..
Ocho días habían pasad o y el ge ne ral Mejía no
anunciaba el r establecimiento de s u salud. E l
E mpe rado r pensó ento nces en encargar el de -
sempeño de es ta nu eva misión, ó al gene ral Cas-
tillo, ó al gene ra l Moret y al corone l P ríncipe de
Salm Salmo Pero co mo el tiemp o p erdido en es -
tas va cilac iones hacía qu e la situac ión fuese cada
día más tira nte, el Emperador resolvió so me te r
es te grave as unto , lo mism o que la decisión so -
bre el ma yor tiemp o q ue aun p odría defenderse
la plaza, y otras c uestiones q ue se r eferían á esta
defens a, á una j unta de generales qu e se r euni ó
et' 19 de abril, bajo la presidencia -de Mil-amón,
y q ue adop tó , entre otras reso luciones, las si-
g uientes, qu e fueron ap ro badas p or el E mpera dor:
" 1 a. L a defensa de la plaza 'se pr oseguird. hasta

que se sepa: defi1litivamente si el general 1Ildrque«


la socorrérti ó no.

"4a. La plaza se defend erá hasta el comp leto


agotamiento de toda cla se el e auxi lios.
. .'.
137
I " 6<). La caball ería s e 'conse rvará en la plaza,
con excepfión de una pequ eña parte confi ada al .s
g en eral More t, al P ríncipe de S alm Salm y al
coronel Campos" (1).
D e esta man era qu edó desnatu'ra'lizado en su
ejecuci ón el pensami ento de salvar al Emperador
':i al ej ército ; p orqu e las p ersonas enca rg adas el e
r ealizarlo no tenían el car ácter necesario ni el po-
de r bastante p ara destituir á M árqu ez. S in em-
bargo, lasalida de los jefes , de que habla la 6~
resolución, podía s er provechosa á los sitiados,
' por lo men os en el s entido de qu e ellos trasmi-
I .
tirían las noti cias q ue el traidor se cuidaba de
mandar, con el fin de entreten er á los defe;sores
de Quer éta ro, con la es pe ra nza de un pronto so-
co rro . P e ro el destino, siempre sup erior á los
proyectos de l hombre, ec hó p or tierra el ,{¡Itimo
que se había formulado. La salid a del general
I
Moret, int entada en la no ch e del 21 de Abril, tu-
v'o un éxito de,sgraciado: los rep ublicanos r echa-
za ro n la caball erí a qu e formaba su esco lta . S óla-
mente el a~ldaz g ue rrillero Zarazúa logró pasar
p ~r entre su s línea s, á la ca beza de 50 cab allos.
Las desgraciad as tI-op as imp erial es, víc timas
de la má s co mpleta miseria , perm an ecí an en la
má s terrible inqui etud , pensando solam ente en la
vu(*a del genera l Már q uez . D esde el E mpera-
dO I- hasta el úl timo so lda do , todos sin excepción',

(r ) Ac ta de la junta de gue rra del 19 de ab ril de


_ 1867, fi rm ad a por Miram ón, Mejía, el ministro Care ta
Ag uirre, Gutié rrez, Va ld és, M éndez y Are lla no .
li:lS
~ontahan los días, las horas y los segundos. Era
preciso q ue .con tan larga esp era, la moral del
soldado se resinties e extraordinariam ente.
El p}leblo y los soldados ten íanhambre; pues
ya el' maíz y los efe ctos ele prim era necesidad se
habían, completamente consumido. Fué necesa-
r',9 buscar en la carne de caballo y después eh la
de mula uno de los alimentos más indispensables.
Con este fin s e mataron bastantes caballos de la
tropa y mulas de tiro de la artill ería. Esta medi-
da tuvo el dobl e efecto de prove er á las princi-
pal es nec esidades del pueblo y del ejército, yevi-
tar á los animales el torm ento de morir de ham-
bre" puesto que no había con qué alimentarlos
I por la falta completa de pasturas. Las mulas de
, ~
artillería, qu e aun es tab an vivas en .1a noche del
14- de mayo, llevaban varios días de no comer.
L a esc asez de -diner o también era extraordina-
ria, y co n sum a dificultad se ' co nse g uía diaria-
mente una parte de la cantidad ne cesaria p ara
pagar los cuerp os, y aún para es to, los oficiales
encargados de cons eguir -recursos, empl eaban
para ello medidas severas y peli grosas contra lag
pers onas acomodadas.
En el ejérc ito! q ue ni so spe chaba la tr aición
de qu e era víctima , el entusiasmo se ex tingu ía
g ra dualmente; y el E mperado r para sostenerl o en
su s so lda do s y revivir en ellos la moral perdida,
- tuvo q ue recurrir á to das las es tratagemas q ue
S0l1 p ermitida s en el derecho de gentes; con es te

fin, y confi ando en la prob abilid ad. de qu e el ge-


, neral M árqu ez ya es tar ía cerca. de Q u'eré tar o, el
139
nuev,o jefe de Estado Mayor daba autorizadas
con su firma y con su carácter' oficial noticias fal-
sas anunciando la lleg-ada de los auxilios tan lar-
go tiempo esperados. El Emperador Y'los gene-
rales Mirarnón y Arellano propagaban estas no-
ticias y garantizaban la exac titud de ellas para ,
obtener el r esultado propuesto, durante el último
período del siti o. El Emperador se vió obligado
á 'inventar el tex to de comunicaciones que fingía
haber' r ecibido de M árqu ez y de Vidaurri, y en
las cualeséstos le participaban qu e pronto esta-
rían sobre .las fuerzas sitiadoras, y le daban noti-
cia de la ot-ganizaci ón qu e habían dado á-sus tro-
pas.
Estas co municacion es fueron cer tifi cadas y pu-
blicadas p or el jefe de E stado May or para dar á
su contenido toda la fuerza de la ve rda d (1). Los
felices a contecimiento s que ellas anunc iaban, fue-
ron celebrad os con ,r epiqu es y salvas de artille-
da, la multitud aco gía esta de mos tración con en-
tusiasmo', logránd os e solamente así retardar los
inevitables efecto s de la tra ición y alimentar en
los corazones la 'esp eranza de qu e un des enla ce ,
favorabl e p ondría fin á la más terrible y ang us-
tiesa de las si tuac iones.
, Durante es te p eríod o, las salidas co ntra los si-
tiadores s e ve rifi ca ban siemp r e qu e s e pres enta-
ba una opo r tunida d, E l 24 de ab ril, los co roneles

(1) De orde n del E mperador se 'im primieron esta s co-


muni cacion es y notici as ralsas, esparcidas entre el pu eblo
y el ejército en diver sas oca siones,
140
Gayón y G onzá lez inten taron una de es tas ope-
• - I
raciones, el primero con 200 infantes y el se-
gu ndo con 300 caballos. L a infantería marchó
co n el fin de llamar la a te nc ión de! enemigo que
g uarnecía una tr inchera, mientras que la caballe-
r ía marc haba de flanco para cargar r ápidamente
sobre es tas fue rzas de los siti ador es. La guard ia
de la trin chera s e pus o en fuga, dejan do en el lu-
gar de la refriega una veintena de muertos 'y
otros tan tos heridos.
E l 26 ele ab ril, el.Emp erad or co mp re ndió cla-
ramen te la tr a ici ón de Má rq ucz . Había r eci.bido
en aquellos mom ent os no ticias pormenorizadas
acerca de los torcidos consejos q ue aq uél le da-
ba, y .de los proyectos po r él for mados y qu e
. eran igno rados de Miramón yArellano . P ersuadi -
do, pue s, el Em pe rador de la deslea ltad del hom-
bre q ue pre tendía sacrificarlo, ap robó un plan
prese ntado por Mira món para el ataque de la lí-
nea ene miga de l sur , establecida en la formida -
bl e p osi ción del Cima/ar io. Este plan co nsistía
en so rp render las obras avanzadas de! enemigo,
hechas con el fin de es trechar el sitio. S i se lo-
g raba es ta ve ntaja, Mira mó n asalta ría la posición
de l Cima/ario por la ex tre midad derecha de las
para lelas de es te frente de ataqu e hasta la altu-
ra de la prim era, y vo lviendo en seguida so bre
la. derecha ; ba tiría al enemigo por la r etag uardia.
Los republicanos desorganizados por e~ te punto.
s ufrirían otro ataq ue po r distinto fre nte, de tal
suerte , q ue el ene mig o batido así en.detal, la salio .
da proyectada tendríapor r esultado qu e 'aq uel le -
, iH
va ntara el sitio. Mira rnó n se encargaría dedirigir
'todas es tas operacio nes hasta s u término, rnieu -
- .tras q ue Castillo, estab I
lecié ndose co n 1 ,200 hOI11-
bres y una ba te ría de campaña a l es te' de la pla -
za, form aría una líne a de bata lla perpendicular
á las obras de defensa de este fren te, sobre las
cuales apoyaría su izq uierda, con el objeto de
impedir ;t los sitiadores el q ue co rriesen al Ci-
ma/ario.
"
A l rayar el alba clel día 27 de ab ril, Mira rnón
p uso en ejecución su pla n, tal co mo lo había co n-
cebido, y batió en una hora co n 2 ,'500 homb r es
á los 10,000 r ep ublican os q~e oc upaban el Ci~
matario, Poco tiernpole bastó para enseñorear-
se de aqu ella posición formidabl e y para apode-
rarse de 2 r p iezas de a rtiller ía, q ue mandó con-
du cir á la plaza. A Cas tillo no le fué posible es-
table cers e de la man era q ue se le ha bía indica-
do ; y los repub lica nos lanza ron un grueso de
5,0 0 0 homb r e s, q ue ocasionó g raves pérdidas al '
e jército i ~p eri al, y recobró la posición de do nde "
habían sido arrojadas las nume rosa'> tr o pas de Mi-
choacári y de Sinaloa. Los si tiadores tuv ie ron
, que vo lver á en trar en la .p laza diezmados por el
fueg o de l enemigo. Después de la salida del 27
de ab ril, se intentó otra a l es te, el 1.° de mayo,
por el co ro nel R odríguez, quien, á la cabeza de
dos batallones, se encargó de 'a tacar la Garita
de 111b:ico, después de que Arellano hubiese ba-
tid o en brecha la hacienda de Calleja, para faci-
litar el paso de la columna. El valiente coronel
Rodríguez recibió ~n este combate -un balazo en
1+2
I

el corazón , y , al ve rlo caer muerto, s us solda dos


se desorganizaron; ú los repu blicanos les fué en-
ton ces fácil r echazarl os y Mirarnón se vi ó obli-
gado á ordenar la reti ra da de las fuerzas á la
plaza.
• E l fatal r esultado que tuvieron todas estas ten -
tativas, era preciso neutralizarlo con un ataque
decisivo . Animado con la esperanza del triunfo)
Miramó n a tacó el 3 de mayo al g rueso del ejér-
cito sitiador, situado al norte sobre .e} Cerro de
San Pablo. El ataque en su pri ncipio fué feliz; ya
los imperialistas habí an 'tomado la pri mera posi-
ción del ene migo y una pida _ele ca mpañ a, cuanclo
, ,
s e desorganizaron al ver caer heridos, casi á un
mism? ,tiempo , al coron el S osaya( 1) Y á los tenien-
, tes corone les F ra nco y Ceballos. Desde este mo-
mento, los sitiadores lanzaron sus col u mna~ de re-
serva sobre los imp erialistas, á quiene s r echazar on
vigorosamen te, causá ndoles pérdidas se nsibles.
E l r esultad o de esta acción de bilitó de tal mane-
r a la moral de los soldados que les q uitó hasta la
. esperanza de tomar la ofensiva, y sólo 'hub ieran
r ecurrido á 'ella otra vez, para q ue term inase de -
finitivam ente s u penosa situación.
No se pasaba un so lo día sin que el Empera-
dor escribiese dos ó tres cartas al célebre Lugar-
teniente .del Imperio, exc itándole para que rerni-
"tiese á la p láza de Q uerétaro los r ecurs os de que
, habí a tan ur gente necesidad. Bas tará copiar, en-
. treesa multitud de cartas , la escrita en 7 de mayo,

( 1) 'E n el texto en francés se lee "colonel Sosa."


143
. \
p uesella basta para dar una idea .d e la situac ión
en q ue se ' enco n traba~l las tropas imp eriales.
H e aq uí la ca r ta:

'1 Mi qu erido g en eral Már q ue z:


"E l estado físico y. moral en qu e, después de
sesenta y cuatro días de sitio rigoroso, s e encuen-
tran nuestro ejérc ito y el p ue bl? de Q ueré taro,
ha ce qu e la defensa de la plaza s ea imp osibl e, .
por 'un p eríodo de tiempo más largo .
"Os remitim os juntos con la 'pr es ente. algunos
ejemplares de'los dec re tos que nos hemos visto
obligados á expedir; .y ellos os darán idea de la ,. \ '
p ~nosa situ ación qu e guardamos . '
. "E l bien de la Nación y del ejército, la salva -
ción de esta leal é importante ciudad exigen qu e
diariam en te no mandeis tres correos es coltados
por 25 -ó 50 cab allos, p ara q ue p uedan pen~trar '
en la plaza por sorpresa. Es de ab so luta nec esi-
dad que p or este medio nos. de is noticias de
vuestra aproximación , del día en que vuestras
tropas ataquen á los sitiadores, p or q ué puntos
y la dirección que seguiréis, lo mismo el ava nc e
que teng ais en vuestra marcha" E sta última par-
te -de nuestras ins truccion es es de la más alta im-
portancia, p orque nu es tra p erman encia en Q ue-
rétaro ya es casi imposible.
"Nues tro ejé rcito ha desplegado en su crítica
situación, y en espera de jos rec ursos que habíais
de mandar, un heroismo y un estoicismo sin ig ual;
ante, la patria y an te la historia sereis, pues, . el .
único responsable de las co nsecuenc ias que re-
144
s ulten ,de, vues tra tar da nza, qu e ya exce de ú to .-
do ilimite prudente.-MA XIMILIAN O " (1).
Pp r fin, a l lleg ar el JO de mayo , el ham bre ha -
bía hech o, tal es est r agos en e'l p.jér cito y la p o-
blaci ón, qu e ya se hizo imp osib le á cos ta de ta n
graneles. sacr ificios p rol on g ar la de~e. nsa de la
plaza, tan sólo para es perar q ue el tra ido r la so-
co rries e-con nu e vos a uxilios y pope,- té rmino it
lo s, mal es qu e había causado co n s u conduc ta.
E n p r esen cia ele semejante sj tuac ión, el E mpe ra-
dor, el e ac ue r do 'con Mirarnón y Arella no , resol -
vió intentar el último r ecurso, yen ve rdad su-
p remo , cua l e ra el de r omp er el sitio y a ba ndo na r
Quer étaro. E sta el etermin~ ci ó~ se to mó , te nien -
d o la cer teza de. q ue Márquez , desp ués' de cin-
cu enta y cua tro días , ya na iría soco r re r á los
á

si tia dos .

"
• I

(i) Esta carta rué redactada por AreIlano y, confor-


me á la voluntad del Em perad or, traducida á la clave con ~
venida, por su secretario D. Luis Blasio. '
X VIII. - f

El general Mejía promete armar al pueblo de


Querétaro, y se ·t r a sfier e por esto el r om p i-
miento del sitio para dentro de tres d íass->
El Emperador pide á los g enerales coman-
dantes de las tres armas u n a r ela ción a cer ca
del estado de la plaza.-Hace constarla con-
ducta del general M á r qu ez y la r es p on s a bi-
. Iidad que ha caído sobre él.--Se h acen pre-
parativos para s a lir el 14 d e m ayoo-- Petí-
ción de M én de z .--Tra ición de L óp ez .- -Par t e
que en la traición tomó el tránsfuga V ele z.
-El E m perador señala á Márqu ez como a l '
principa l t r aid or.

A las g¡"anCles ,dificultades co n q ue luchaba el


ejército imp e rial por la traición de M árq uez , s~
agr egaro n,otras despu és debidas á las circ uns -
tancias . Una de las principales fué e l dese o se-
creto q ue tenían los g enerales Mejía, Ménd ez y '
o tros de cap itular con los r epublicanos.
Mejía p erman eció la mayo r p arte de l tiem po
qu e dur0 el sitio, encerrado en una casa, po r mo-
tivo de la enfermedad q ue le aquejaba; M é nclez
tambi én hizo lo mismo) p ero, sin e mba rgo, tornó
parte hasta el 27 de ab ril en las p rinc ipa les ac-
ciones q ue se dieron durante el as ed io.
Tan luego como el g ene ra l Me jía s upo la re -
so lución q ue se hab ía tomad o para t ermina r la
de fe~s fl ele la plaza, se pres entó al ~ m p e racl o r l
lQ
, ,
146
decl arándole que ya es ta ba res tab lec ido de .sus
males, y le o freció levantar 8 ,000 hombres del
pueb lo en el es pacio de ve inticua tro ho ras, si se
. prescindía de la idea de abando nar Q ue rétaro .
L os o frecimien tos de es te gene ra l fueron has ta
asegurar g ue las trop as qu e él int entaba reclu tar
se p r es entar ían armadas. Mejía, es cie r to q u~ te-
nía g rande popularidad en la ciudad sitiada, y ?or
es to no se dudó un so lo ins ta nte que pudiese ar-
mar, si no en el nú me ro de combatientes q ue. él
prometía, sí, por lo men os, dos ó tres mil, q ue
bastarían para cubrir la línea de defensa, mien -
tras que to das las tropas imp eriales emprendían
un a ta q ue decisivo co ntra los sitiadores. No se
creyó, p or su p uesto, qu e el pu eblo se presenta -
se a rmado ; púo ex istían depositados en los al,
rnac enes 900 mosqu e tes de la caballería que ha -
cía el serv icio de infantería en las trinch e ra s, y •
. r , 500 fusiles repuestos, y c uya existe ncia de aro
ma me nto provenía del ins ervible que poseía la
p laza desd e antes del sit io, ele los num erosos sol -
dados del ejé rcito impe rial p uestos fue ra de com-
bate y de los tomados <tI enemig o. Se acep tó,
por consiguiente, la p rqpuesta de Mejía, y la sa-
lida que el Emp erador hab,ía r esuelto ejecuta r el
r 2 de mayo, se ap lazó para más tarde.
Pasadas las 24 horas que el general Mejía ha -
b ía p edido para pres entar su s miles el e hombres,
de claró es te g-e neral qu e a un/no le había sido po -
s ible comple ta r el núm ero p rom etido, pero qu e
efica zmente se ocupaba en ello. , D espu és de es -
perar o tras 48 horas, r es pondió lo mism o, y el
147
14 de ma yo declaró por fin qu e s ólo le' había 'si-
do posible reunir 1 60 hombres , Su objeto había.
sido de tene r á las ,trop as imperiales , p or .cua tro
I días , 'pa ra imposibilitar su salida y ob ligarlas á
capitular. P ero e l Emperador, Miram ón y Ar e-
llano; estando r esueltos á ha confiar en el ene-
mig.o, decidieron int I
entar la salida proy ectada en
la noche del mismo día. '
. L a horrible trai ción del gene ra l Márq uez iba
por fin á co ns umar se: el ejé rc ito imp erial iba .á
' desapar ece r á p esar de los sacrificios y de los
heroicos esfuerzos qu e había hecho para hacer;
triunfar la causa q ue defendía.
E n estos mom entos .s o l e m n e~ , el /E m per ador
qu iso que la his to ria' biciese co noce r alg ún día los ,
es fuerzos y los sacrificio.s que la tr aici ón había
es te riliza do, y q ue el mund o entero sup iese , á . -
quién había de hacerresp onsable de la ruina del
. Imp eri o y de los g ra nde s interes es q ue r epre-
s enta ba. . O rde nó con este fin que los tr es gene-
rales q ue te nían el man do de l ejé rcito y el nuevo
, jefe de Estado Mayo r le diesen p or esc rito una
relación sobre el es ta -lo en q ue se hallab a la pla-
za , y emiti es en su juicio ace rc a del partid o que
s ería co nvenient e adop ta r. En es te docum ento
que el Emp erad or es timaba más q ue su vida , los
cuatro generales traza ro n . á grandes r asgos la ,
his toria de la de fensa de Q ue r étaro, Se co nsig -
nar on en ,él las ca usas de la r espons abilidad q ue
el gene ral M árquez te nía en e l triste des en lac e
q!.!e se preparaba. .A I firma r dicho documento,
aun ignoraban .Mirarn ón, Mejía, Casti llo >' AreHfl.-
148
no la conducta del traidor, -desde s u salida de la
plaza. Los generales mencionados solam ente co-
nocían un hech o: el de no haoer socorrido á 'Qlte-
r etara durante los cincuenta y cuatr o días que ha-
bían pasado, desde que salió de . la ciudad sitiada
C01Z el filZ de regresar IlaJálldole recursos.

Es necesario r eproducir aquí algunos de los'


párrafos más imp ortantes ele esa relaci ón, vercla-
d éro monumento levantado á la gloria del E m-
perador y de su ejé rcito: en ella se enc uentran
confirmadas tod as las 'acusacion es que en esta
o bra se. han formul ado co ntra la tr aición.
- Al hablar ele las prim eras te n ta tivas hechas pa-
ra salvar al ejé rcito de la terribl e s it uación qu e
'g \larclaba en Qu eré taro, los ge ne ra les d ecían :
"Para juz g ar co n ex actitud acerc a de l es tado
, e n qu e actualmente nos enco nt ra mos , y resol ver
con acierto lo qu e conve nga hacer, es el e tod a
' necesidad diri gir una mirada retrosp ecti va ha cia
19S hechos anteri ores a l plan ele o pe rac iones tra-
zado al ejé rc ito para a fro nta r la situ a ción' po lí-
tica y militar de sd e fin ele febrero y principi o ele
marzo .
" Los malos co nsejos dad os por el jefe de Es-
taelo May or (1), desde q ue V. M. lIe j:(o á es ta ciu-
dad, y en los m o~ento s .en qu e el · ene migo se

(t ) Po r orden del Emperado r é inv itad o s por lo s ge -


>

n erales q ue hab ía n de 'firm ar la re la ci ón, no s encargamos


de ¡:edacta rla . Di scut iendo s u for ma, e n proye cto, la fra -
se a no ta da y la qu e di ce: "La ten az oposició n del general
M árquez {1 to do proyecto d e atacar al enemigo, " fueron
Üi9~ªqf\.¡<; POf ~~ f!l1P~ 'i}dor r~~Hi w,:; por ro ?~rpP l .
140
decidió' á. to mar la inicia tiva sobre '
n ue stras tr o-
pas , p ermi tieron á Jos juaristas efec tuar sin g ran- ,
_c1 ~s dificultades' la co nce ntrac i ón de s us, fuerzas ,
~ne d i da qu e debíam os hab er evitado á tod~ cos-
ta, bati énclolos en d etal ; : al aproximarse Q ue-
á

r étaro.
" L a tenaz oposición del genara! M árq,tez á todo
proyecto de atacar al ene'mi~o, influ yó en qu e s e
desprecia sela ocas ión favorable qu e se pres enta-
ba p a ~a batir al ene migo co n ente r a seguridad de .
hab er obtenido un éxito feliz; tal ve z de este ata-
qu e hubi era res ulta do nu estra s alvació n ; mas p or
- la oposición sis te má tica d e no a ta car , s é originó
la peligros a situació n ac tual y el ejé rc ito imp e -
rial s e vió obligado ádefende rs e en es ta plaza.
" Una vez , ado p tado el partido de la defensiva, "

y de l c u ~l hab ía de r esultar, como consecue nc ia


necesaria, el sitio de es ta ciuda d, el prim ero de
los .dos jefes de Es tado May o r, q ue V. M. ha t.e-
nido á su s ervicio, no se o cup ó en los .pr epara-
tivos qu e en caso s s e mejantes p re scribe el ar te
de la g ue rra . .No se a lma ce na r on vív eres ni p as~
turas ni, co mo lo exigía la defe nsa de la plaza ,
se co ns tr uyó un a so la fortific ación . Tampoco, s e
hizo apreci o ele co lec ta r de las ha ciend as, q ue
es tán situadas á 5 00 me tros de Queré ta ro , las
s emillas que hubi eran s ervido al ejército en s u
prolon g ada defensa, y qu e , por el co ntrario, s u-
po' utilizar el ene mig o para es tar b ien alhtste -
cido."
R esp ect o á las conse c uencias o rig inadas po r
la co nd uc ta de l g eneral M árq uez, á las r esolucio-
150
nes de la jun ta de g uerra de 20 de marzo y al
ob jeto de la misión qu e ll evó México el autor
á

de todas las e1esgrélcias del ejército, los cuatro


genera les se expresaban de la siguiente manera:
"Las faltas com et idas por el je fe de Estado
Mayo r hicier on q ue se considerase , desde el 2 0
de marzo,. como insostenible la situación en qu e
nos encontramos; caracteres débiles y pusiláni-
mes llegaron hast a .prop oner á V. M. unaretira-
da, y, en, caso de verificarla, clavar la artillería
y abandona r los trenes; las indicaciones en este
sent ido fuero n mucho más all:l, pues se q uería
q ue V. M. capitu lase con el enemigo.
"La energía y la dignidad de V. M. y ,su he -
, roica r esolución po r combatir en bien de la Na -
o ción, y su fe ,e n el triunfo de una causa, q ue es
la e1el o rden social y de la independencia de Mé-
xico, le aconsejaron sometiera la cuestión al exa-
men de un consejo de g uerra, que se verificaría
el mismo día 20 de mar zo, con la mayor inde-
pendencia, y en la aus encia de Vuestra Majestad.
"El consejo ele gue rra ' ~esolvió que se conti-
n uase la defensa de Querétaro con más ' vig or
que antes; que se fortificara la plaza con veni ente-
m ~nte ; q ue se creasen los es tablecimientos de
cons tru cción ,y de reparación del materi al de
/ g uerra' q ue había ofrecido improvisar el sus cri to
comandante general de artillería, co n el ob je to
de que el ejército tuviera las municiones ne cesa-
rias POl,- mucho tiemp o.
"También opinó el consejo de g uerra p orqu e
se hicies en fre cuente s salidas contra el enemigo,
151
Y muy particul arm ente, porque vinies e de Méxi-
co 'u n ejhcito au xiliar" abandonando la capital en
caso necesanio,
"Vuestra Majestad se dignó aprobar la opinión
del referido consejo, y nombró al general Mar.-
quez, jefe del Estado Mayor entonces, 'lugar te-
niente del Imperio , inve stido de amplios poderes
para obrar en México, á donde ,se dirigió el22 de
marzo, después de hab er abandonado esta plaza
con el general D. Santiago Vidaurri, nombrado
Ministro de H aciedda y Presidente del gabinete,
escoltado por 1,3 0 0 cab allos y encargado espe:
cialmerue jara regresar en auxilio de Querétaro
con el mayor ntimero de tropas qite p udiera reu-
nir, '
, A p\opósito del estado que guardaba la plaza,
y delos medios-que s e emplear on para defend er-
la, cuando sa lió el traidor, los g enerales se eJ&pre-
saron de la mane ra siguiente:
"Cuando sali ó. el g en eral M árq uez de está-pla -
za para regresar lo más pronto posib le en auxi-
lio ele Q ueré ta ro, es decir, .el 2 2 de marzo, rn u- "
chas per;sonas iuzgab~n p erdida la situación y e?-
tre ellas el mismo gene ral.
"Desde ento nce s la firmez a y el heroico valor
de Vuestra Majestad, los tr abajos del nuevo je fe
de Estado Mayo r gene ral, r esp ecto de la o rga-
nización, la paga de las tropas y ~u manutención;
los at aques elel gene ral co manda nte de la infan -,
terí a, co ntra el enemigo, ataques q ue destru ían
parcialm ente las fuerzas de este último, quitán-
dal e sus víve res ;y . sus forraj es, sost eniendo ' 1::>
, BANCO DE -LA REPUBUC
BIBLIOTECA LUIS-A GH ARANGO
vAC'1
152
moral, la discip lina y el entusiasmo de los defen-
so re s .de la p laza; los trabajos del director dc_ar-
tillería, lJue durante el sitio han proporcionado
la pó lvora, los proyectiles, las municiones y las
cápsulas, que tanto' necesitaban las tropas; todos
estos esfuerzos reunidos h'~m conservado la si-
tuación y neutralizado los fatales resultados de-
bidos á la imprevisión de l primer jefe del Estado
Mayor de Vues tra Majestad.
llE~ 20 de marzo, al decidirse el consejo de
guerra porque se continuase la defensa de Que -
.r étar o; y al confiar Vuestra Majestad, al gene1-ál
lJ1árquez, la importante misión de que regresara ~
, m a,uxilio de Querétarq, se creyó que bastarían
q uin~e ve inte días para da: ' feliz' término ~ la
ó

grande cuestión que está po r r esolverse.


. "Parecia que el destino reservaba al general
Márquez la gloriosa satisfacción de poner ust ter-
mino favorable al difícil estado de cosas que había
creado él mismo; mas no ha sido así por una fata -
lidad altamente deplorable .
."El ejército imperial, á cuya cabeza se en-
cuentra el más noble de los soberanos, ha soste-
nido setenta días de sitio; y desde hace cuarenta
y cinco días esperamos con ansia el auxilio que
/leberá traernos el gmeral }VIarques . . ..
, .. ...

~ IA ta c and o
audazmente al -enemigo, trabajando
sin cesar para proporcionar. la paga á las tropas..
extrayendo el salitre y carbonizando la madera .
153
para , hacer la pólvora, fun,di ~ndo las . campanas
, para transfo rmarlas é l proy ectiles de ar tillería,
a r rancando la cubie r ta del te ch o del teatro para
co nver tirl a en balas de fusil, fabricando las cáp-
s ulas con papel, reparando las piezas sin los ins -
trumentos ne cesa rios , faltando al soldado el pan,
maíz, café, aguardiente y aun la leña_para ca len-
tars e: he aq uí cómo s e ha sostenido la de fensa
de Querétaro más a llá de los límit es q ue las cir-
. cunstancias hab ían marcado. Mas es ta defensa
her oica , la p rimera e,le este g éúero" entre las
que se han verifica do en nuestro país, tenía un
objeto
, exclusivo ' qu e no se ha ' ob tenido: s e es -
peraba el auxilio del gene ral Márq uez , en cuyas
manos estaba la su erte de Vuestra Maj estad, la
del país, la del ejé rcito, desde e l mom ento en
que r ecibió p le nos poderes para sa lvar la situa-
ción que él mismo había creado. .
"Los subscritos g ene rales no llegarán al terre -
no de las justas acusaciones q ue cre en poder
form ular contra el antiguo j e fe de Estado Mayor
general de .Vu estra Maj esta d; la historia se en -
cargará de es ta ingratitud; más, convien e al he-
.r ois mo de Vu estra Majestad 'Y del ejército, q ue
se han sacrifi cado es tériÍmen te en Q ueré taro,
hacer cono cer al mundo qu e , sin elementos 'de
ninguna esp ecie Y- des pués de haber perdido á
sus mejores jefes, cin co mil soldados sostienen
ahora esta plaza , después de un sitio de sete nta
días, establecid o por tr einta 'mil hombres qu e
tienen á su disposición todos los elemento s del
país; que en este lmogo tiempo ¡tan transcurrido
154
eZ-Jlclte1lta JI I cuatro días esper ando e7Z ziauo al ge-
nerai iJ1drqltcz, quien dcbía regresar de 111éx ico
en el término de veinte días; y, e n fin, <qu e durante
la defensa de Qu erétaro, el enemigo ha .sido ata-
ca do frecu entemente por nu estras tropas, batido
en sus propias p osicion es, privad o de la mitad
del núm ero de sus pi ezas de artill ería y ar rojado
de nuestra extensa línea de defensa, ele la c~al
no ha podido forzar, ni ocupar a lgunos de sus
puntos. \

"La falta absoluta de ncti cias xlel gene ral


Márquez, que ni una sola comun icación Iza euuiado
en cincuenta y cuatro dtas, mientras que Vues tra
Majestad ha r ecibido , algunas de Irribanren, mi- I

riistro del Interior" ha sumergido á Vu estra Ma-


jestad y a l ejército en. una terrible duda, de sd e
el día en que salió este ge ne ral de la plaza. An-
te el hecllO de que no Iza socorrido éste general la
plazq, y teniendo en c ue nta las declara cion es de
los prisioneros hechos al ene mig o , quienes , ase -
guran qu e el g eneral Márquez permanec e aún ~ n
la cap ita l, (lo qu e es indud abl e), ha, lle gado el
mom ento de dar fin á. una de fensa mate rialm ente
imposible de so steners e ' por m ás tiempo, pu es
que el ejé rcito y el pu eblo 's on pres a del harn-
bre qu e clentro de po cos días se hará s entir co n
todos 's us horr ores, aniq uilando co n un solo gol-
pe la con stancia de la población y la moral del
soldado, de bilita das p or la miseri a, por el rig or
de la es ta ción dé [as a guas , q ue se han a de lan-
-,
tado es te año, y por las fati gas de toda es pecie
que hemos ve ncido desd e el 6 de marzo últim o.
155
,:'V ue's tra Majestad y torloel ej ército tienen de'.
. \

r echo á la nob le s atisfacción de ha b er colocado


muy 'a lto ~ I hono r 'de ías a rméis naciona le~, dand~
.al mundo e l ejemp lo deun he roís mo po ~o co -
rnún, de, un her oisrno capaz de las empresas 'mas
.a tre vidas , dirigidas por una vo luntad , enérgica y
un s en timiento de v e rda dero .patr iot ismo. L a in-
me~sa responsabilidad de los funes tos aco nteci-
mi entos que van á p recipitarse sobre México es
co mp letamente ex traña 'á V ues tra- Majestad y á
s u cons tante y va liente ejé rc ito."
T erminaron los gen ~ra les proponiendo al Em-
perador q ue a tac~ran r esueltamente á los repu-
b licanos y abandonaran la p laza, si esta opera-
ción no producía el e fe cto qu e se deseaba.
S e designó la no che de l 1 + de mayo , para
hacer un es fuerzo supremo en fav'or 'd e la salva- .
ción común y de la causa. sosten ida por ta ntos
me dios tan ' extrao rdinarios como estériles. Se
die ron a lgunas ór de nes para la ejecución de este
pensam iento militar de Mirarn ón, y' se h abía r e-
tirado de .la línea de defensa una parte de 13; ardo
lle ria, para es ta b lece r con ella una fuerte batería
encarga da de pro teger la salida de las tr opas ;
eran las ocho de la noche , y á las doc: se debía
hacer e l movimiento, que pondría fin á una situ a -
ción tan difícilcorn o inevitabl e.
D etenid o lo más .p osible e l ejército por Mejía ,
le había lleg a do su turno á Mendez. E l cor one l
R edonet y el gene ral Cas tillo fue ro n su s agentes
pa ra obten ~r de Maximi liano y Mirarn ón qu e di-
firiesen basta el día siguiente la salid a del ej.érci-
\
I

too Esperando qu e s e pres entara el tr aidor Ló -,


pez, qui en entonces se hallab a en el ca mpo re-
publican, o, oc upa do en la ven ta\ de la plaza, y
qui en hab ía sido . llamado varias vece s por ord en
del Emperador; desde las nueve has ta las once de
la noche, mom ento en qu e volvió {a), transcurríe-
ro n las horas necesarias para disponer la salida,
qu e por fin se diíerió hasta el.d ía siguiente, según
'los deseos 'de Mend ez, á quien ap oyaba Cas tillo.
Después de hab er. con venido, á las once de
la noche, todo lo que debía hacers e en la madru-
gada del 15, se despidi ó .del Emperad or de las
personas que se encontraban á su lac1o;Algunós .
instantes después, él ylos g en erale s q ue habían

Ca) Durante la ausencia del coro nel L ópez, en su aloja -


miento qued ó el teni ente coronel AMonio Yablousky, con
orde n de que dijera, cuando de parte del E mperador lla -
maran á aqu él: " que h ab íá ido á donde ya sabía."
Félix de Salm, en su libro l11is m emorias sobCe Queré-
tar~ y ll1áxillti!z:mzo,-dice en la página 1 ~7, después de
._referir que hubo un consejo ele guerra en la noche de l 14,
. á las die z, para tratar sobre el punto de ataque, al hac er
la salida:
" De spu és que se habían retirado los ge nerales, mand ó
é l Emperad or por L ópez y le condecoró con la me dall aal
valor. A causa de qu é ó por qué he chos, ha .sido para m í
un enigma."
Que en ese m oment o el E mperador y L ópez trataban de
la entrega de l ~ plaza, no cabe duda; pu es el mismísimo
Salm afirma en su.citado libr~, página 158:
" Cuando me hallaba sentado escribi en do en el cuarto
del' Emperad or, con su perrit o "King Charles el Ba by" so-
br e las piernas, entró L ópez y en un rincón dijo algo al
oído al E mperado r." [ N ota de A . P.]
157
a sis tido á. es ta últim a con ferencia , tomaban algún
descanso p ara prep ararse á las fa tig as elel día
siguiente, en el cual, de c ualq uiera maner-a, de-
bían ve rifica rse los aco nte cimiento s más notables.
La traició n del g en el-alMárqu ez tuvo ent?nces
por complemento la de Lóp ez, quien salió ele la
plaza se gunda vez, entrando después par<j. hacer
retirar de su ' línea las tropas que la cub r ían , des- .
ar mando á unos soldado s, ha ciendo que otros
I I '

- v oltearan las pi e za s qu e defendían la' entra da de


la Cruz, dando ór de nes á nombre del Emp erador
y co nduc iendo á los r e publi can os desde la lín ea
de defensa hasta el convento de S an ' Francisco ,
s itua do en medi o, de la ciuda d: e ntregó la plaza
á los sitiado res y co r onó la obra del ge ne ral
M árqu ez.
A la ho ra de la aurora , pu esto que entra ba en
e l plan de es ta traición el p ensarn ie ntó es túpido
ele que p erm an e ciera e n secre to , .s e hizo saber
a l E mp erador qu e el ene mig o había p en etrad o ,
en el cu artel g e ne ral, y co n es ta inten ción se _'le
dejó pa sar en me dio de los s oldad os re pu blic a-
nos y lleg ar al Cerro de las Campanas. Es ta ndo
Mir amón p or cas ualida d en la calle , y viéndose
rep ~ntin a m e nte en me dio de los e ne mig os , s e de -
fendió con arro jo y recib ió una herida e n la me -
jilla · (a). Las noticias de la traición de L ópez ,

(a ) Serí an las se is de la mañ an a, cuando M ira rn ón, en


ca mino al Co nvento d e la Cruz, dond e cre ía hallar á Ma -
x imiliano, di ó de fren te con un piq uete de tr opa republi-
G!\Pill ~ptr~ yuyo jefe y ~ l se \.irotr::itfPH (1, q~J{:rnp; fOP¡¡' ~R n
• . • .. { 1 I
158
de la herida del g enera l co manda nte de infante-
ría y de la ocupación del ce ntro de la plaza po r
el ene migo , del cerc o de las líneas de defensa so-
bre su frente y su ret agu ardia, se es pa rc iero n
r ápidam ente; todas es tas noticias tan g raves co -
mo inesp eradas produjeron un desorden, una co n-

sus pistola s. M irarn ón salió herido en la mejilla derecha,


y á su ayudan te Ord óñez se le creyó muer to.
Mi ra món, restañ án dose con su pañuelo la herida, entró
en la casa del do ctor Vicente L icea, quien despert ó pre-
guntándole:
- l Qu é ha pasado, señor? ¿En qué puedo ser út.il á
usted?
, " .
M irarn ón, sin pod er arti cular pal abra, ocupó la cam a del
doctor, A poco elijo: .
- Esto'y herido: hágame usted el favor de ex tra erme una
bala que tengo en la mejilla. '
E l proyectil, pequeñ o, se había incrustad o en la mand í-
bul a: entró y salió, astillando ligerament e el hue so max i-
lar. Al practi carse un reconocimient o en la herida, la pin -
za y el esfuerzo hecho por el doctor, para desprender la
esq uirla, produjeron dolor in tenso al ge neral, que suplicó
ya no se la ex traje ra.
'D espués un ofi~ial de ape llido Seg ura, al frente de una
escolta, pen etró en la casa á catearla , Se ace rcó á la cam a
del enfermo, le preguntó qui én era y cont estó impasible :
- E l gen eral Miguel Miramón ,
Al doctor L icea se le acu sa de ser el delator de M iram ón,
Un mexican o imperi al, emigrad o en la H abana, refi-
rió, el m es derli ciernbre -de r,s67, esto: . ,
, '' ' H erido Miram ón, dijo que ,le buscaran á un médico para
. que le ex traje se la bala de la cara, ~ I u e restañ ase la sangre
y curase, para ,ponerse á la cabeza de algú n reg imiento ri el
y salirse; rompi end o las filas ene migas, lI eva~do consigo á
s. l'4. ~a he~-id~ no era W¡W e : pero producía un ~ ¡lemO-
159 I• I

fusi ón y una desanimación ind éscriptibles. En m e-


dio .del fu eg-o de los so lda dos imp eriales, que in-
human amen te eran 'asesinados en las calles, de
las de mos traciones vic to riosas del enem igo y de
la dispe rsi ón de los sitiados, desapareció y fué
anonadado el pequeño cuerpode t-ro pas qu e d u-
I

rr agia consi derable; y para contenerla se solicitó mé dico .


Fué L icea, pero en vez de contener la hem orragia y ex trae r
violen ta me nte la ba la, d ilat ó la operac ión y m an d ó llam ar
á Escobedo para ,entregar' á M ira m óu, E ntre tant o, del
bolsi llo de la levita de este héroe ex trajo la cartera. ' en la
que había seis onzas de oro; se las guardó, y ent regó ál ~
E sco bedo la cartera con los papeles. Este , á pesa r dé ser
quien es, se indignó por hecho tan ind igno y tan feo, y de-
volvió á Mirarn ón su cartera; d iciéndole:
-':' General, aq uí tiene usted 5U cartera; le aseguro bajo
palabra ele honor cIue no he Ie ído sus pape les.
~ -P uede usteel leerlos- cuntestó Miramón~ -son pape les
ele fami lia y apunte s mios que no contienen secre tos; pero
por el Pl1so conozco que faltan seis on zas, que -dentro ha bía .
- Debe haberl as cogido Li cca-dijo Escobeelo--porque
tenia oro en la mano cuando me ent regó la c<uter,a: voy q.
hacer que las dev uelva,
- No-replicó Miram ón-v-si él las tiene, que las guarde
en pag o de lo 'q ue ha heclto con mieo,
Vi no á Méxi co Li cea; supo que el Alm irante austriaco
estaba recogiendo las prendas clue habían pertene cid o ' á
nue stro Soberano, y le pidi ó qu ince mil pesos por las' que
él tenía, El Almira nte con testó:
- Qu e me forme una lista de los objetos qu é sean y clel
precio en que los venda, y me la mande firmad a,
La formó y rem it ió Licea, y con ella e l Almirante se
present ó a l Go bierno , qu ien mand ó entregar las prendas
y poner,preso y procesar , como lad rón , ~ Licea. " [lVo/r7-
tk ,1· p ,J : '' .
lGO
ran te ' setenta días habí a defendido co n heroísmo
una plaza, q ue no pu do .tomarse, sino p0 r la: trai-
ción: alg unos instant es después, es taban prisio-
.- neros el Emp erad or y la mayor parte de su ejér-
cito, Los generales, j efes y oficial es que no es-
taban en las líneas , dormían en sus aloja mie ntos,
en .donde fueron desperta dos por el. ene migo.
Todo había te rminado el '15 de mayo, á las oc ho
"(le la m a~ana. S in em b~rgo, en esta ocasión no
hubo ej érc ito victorioso: el triunfo deja de mer e-
cereste no mbre , cua ndo no se conq uista por me-
I
dio delas ar mas , sino q ueseco mpr~ á precio de
I
o ro. E n ca mb io, existía destr onado un noble So-
berano, ~ millar es de pri sion e ros se hallab an ba-
jo el p ode r de sus ene migos .
Para q ue fuese más odioso este desenlace trá-
>
'gico, intervinie ro n en él la traició n, la de fe c ci ón
y la neg ra ingratitud; laIab oriosa intriga de l ge-
ne ral Márq uez fué co ncluida, no só lo po r el trai-
dor López, sino también po r el tránsfuga Ve lez ,
á q uien entregó aq uél la plaza en las p rimeras
horas de la madrugad a de l día 15. Habiá- p~rte­
necido Vé lez alejército imp erial; fué uno de los
gene rales nombrad os para r ec ibir á Maxirniliano
-c uando entró en Mé xico , E l E mperador leinvi t ó
á co mer lila vez en su co mpañía, y el tránsfuga,
en una época en q ue la más . leve irr eg ularidad
en la carrera milita r hacía p erd er la más brill ante
posición, r ec ib ió del Imp erio el favor el e qu e se le
r econ ociera co mo g ene ra lh siendo púb. ,lico y no-
torio qu e habi end o ingresado en el ej ército co n .
\ el g ra do de capitán, no tenía el ' despacho eJe .'
161 I

comandante, y m~cho menos el de teniente coro-


nel. 1Á. estas dis tinciones que realmen te no me-
recía, 'c orr es pondió pasándose al camp o r epu- .
blicano , al ver cla ramente que el Imperio s~ des-
quicia ba, procurando desempeñar el p rincipal
papel en la venta de Q uer étaro. '
Mas no es esto todo. Laplaza qu e la traicion
hizo sucumbir, debió ser sagrada para Vél ez, só -
lo p orque allí es ta ba Mira rnó n, s u mej or am igo,
su ' bienhechor, el q ue le había dado una carrera,
'e l q ue le había elevado á una altura qu e nunca'
.ocup a r á de nuevo. La protección q ue el Empe- _
radar dispensó al traidor L ópez, y qu e tanto
agrava s u infame conducta, es muy ins ignificante
sise co mp ara con la que Miramón acordó á V é -
lez; y, sil! emb ar g o , es te hombre debía a rras trar
a~ suplicio al ilustre general, c uya úni ca falta con-
sis tió en baber favor ecido á un se r indign o de
s u bon dad. [Tal fué la obra, tales los medios
que se emplea ron para realizarla! (1 )
-
(Í) ~n marzo de 1847 , cuando los norteamer ican os ata-
caron la plaza de Vcracru z, la ba ndera de l baluarte de Sa nta
Bárbar a cay ó repetidas veces por los pr oyectil es, y ot ras
tantas fué izada gracias á dos h ér oes: el capitán ele marina
Sebastiá n Holzinger y u n niño, ele doce años de edad,
subtenien te de la Guard ia Nacional de Orizaba , Ll egó vez
en qu e éste último, de rr ibada la bander a, la lev ant ase y
sostu viera con el bra zo tendido, fren te á las bater ía-. ene-
, miga s, mientras se tra ía una asta en que volve r á izarla.
L a facción de l subtenien te Sebasti án H e rn únd ez, su an te-
cesora e n el punto, duró vei nticu atro horas y d ej{¡ muerta
un a ter cer a part e de s u fuerza . .L a facció n del niño duró '
cuare nta y oc ho horas y no qu ed aron vivo s ma s que el ca-
u
162,
Poco tie9Po después de haber ca ído prisio-
nero Maxi rniliano, sup o lo que an tes ignoraba, es
decir, los principales hechos de la conducta del
general Márq uez. Entonces declaró solemne -
me nte al Embajador ele Austria en México S á
otros minis tros extranj eros, ~u e este general era

pitán, do s sargentos, un soldado y él, En este lugar un a


rec ia y contin ua llu via de ba las sembraba la muerte. N o
habí a hericlos.
Así que todo pareció perdido, .el niño se apoderó de la
bandera y la g uardó en su seno. Desp ués los prisioneros
'd esfilaron ante el general .vVinfield Scott, para recuper ar
su libertad. Cuando el niño pasó, se le de tu vo y pidió qu e
entreg ase la bandera,
~La entreg aré solamente con mi vid a,-dijo tocándose
~l pe cho.
, . El g~n,eral Scott, de spué s de es ta resp uesta, peroró á su
E stado May or, y se le ordenó al niño que continu ar a su
~narcha . Habíase alejado com o cin cuenta metros, cuando-
se le mandó llamar para preguntarle sí tenía rec ursos. Ma-
~ifestó que ninguno; entonces el ge ne ral Scott qu iso darle
un puñado de onza s de <;>ro, las cu ales re hu só dici endo:
- Y o no pued o recibir nada de los que vienen á de sga-
rrar á mi patria.
El gener al Scott, con movido profundamente, hi zo un
cariño al prision erito y con sn medi a lengua di óle á en -
tender que siguiera su camino .
D
I
espu és este mism o niñ o fué . cog ido pnslOnero en el
desastre de Cerro Gordo . T res días y tre si noches perma-
neci ó encerrado y olv idado en un cuartucho de un caserón
que ocupaban fuer zas nort eam eri can as. P?r más que llam ó
á la puer ta d uran te este tiempo, nadi e de los ene migo, se
aco rdó (le él, (luiel;, casi sin aliento s, pegab a la lengu a en
el piso hú medo, para a pagar su sed, sin encontrar consu e -
h 'Por II! ~ un J iu k abri ó la pri sión un soldado c n~ ll1\gq
163 ' J

el princip al t r aici or, Ío q ue el B'arón de Lago co-


municó oficialme nte él s u g:obierno en_so nota d e
25 dé junio de 1.8 67, 'qu e la le tra dic~ : "Por
á

otra p ar te, S u JJ1aj éstad el ElIlp en;zdor había se-


H,alado d míy á mú colegas, lal general, lVj'd~qftez
como el mayor traidor, qui en, d espu és de su sali-

y haciénd ole seña!',' por no hablar jota d e castellano, di óle


á ente nder qu e iba á ser pa sa do por la s armas, y le con -
d ujo, in di cándole que g ua rdase silencio, á u na ca ba lle r iza. "
'All í meti ó al niñ o en un cos tal, e ntre ,?espe rdicio.:; de ·pas.
turas y esti érco l, para oc ultarle de la vista de la guardia,
y l,uego se .ech ó el bulto en hombros y salió hacia un UlU-
ladar, donde vaciad o el costal, s urgió el prisione ro y que-
d ó salvo y libre.
Este valie nte de tan cortos años se Harria Franc isco A .
Vé lez, nacido en J al ap a el 24 de julio de r835, quien no
había ap rendido mas que este con sejo, de los propio s la-
bios de su tiern a ma dre : Pancho, hijo mío, no olvides nun-
ca esto que te digo: el qu e d e, ti se fíe, no lo engañes ,
Transcurrid o tiempo y anclando en la ca rre ra de las ar-
mas, vert ió s~ sangre en Ah ua lulco, por d ar la victoria , ese
día, como cuelga, al general Migu el lvIiramón .
Esa victoria: d eb i óse á la ciencia mil itar y el valor del
,géneral L eona rdo Márquez, quien hizo ver á M ir amó n,
que hasta rehusaba el ataq ue, que podía inv ertírsele la :
posición al ' enemi go.
_ La bal a qu e en esa batalla hirió al gene ral Vélez, pero
man ecetodavía alojada en su cue rpo.
Cier ta vez, caminan do 'entre los dos grande s 'volcanes
de P uebla , en co mpañía de Mi ra m ón y de J oaqu ín Casa-
r ín, les aprehen dió J U ~il Rui z, gu errillero ele Cha lco y de-
fensor del gobierno . V élez salvó á su. compa ñeros gr ac ias
á su sang re Irin. Esa vez se le puso el apellid o cI~ Mu ñoz
á Mira m ón -y pasó por s ubteniente.
:p;n la mañana que am;neci ó P \lebla pronunciad a por el
164
da de Qu erétaro; h~bía obrado en un s entido en-
tera mente opuesto á las instruccion es qu e había
recibido de l, Emperador, quien me manifestó que
"¡'
el g en eral M árquez no tenía autorización para
dir.igir:se sobre Puebla, y que, al contranio, había
recibido órd en es terminantes para r egresar á

mov imiento reaccionario que acaudilló el gen eral Orihue-


la" salieron del cuart el de Sa n J osé, con el objeto de sofo-
car dich o pron unciamiento, dos regimientos compuestos _
cad a uno de cua trocientos hombres, siendo el 2 que man-
daba el ge ne ral coro ne l Cayetano Montero, en cuyo regi-
mi en to servía el general I gn ac io M. E scudero, ' como'<te-
niente, y el re gimiento Lancer os de México; qu e mandaba
el coronei D omingo Sotomayor , y en el que servía como
seg undo ayudante el coron el I sidro R eyes.
- Es~s regimientos, que, en el dese mpeño de su com isión,
llegaron hasta la esquina de .la calle de Mercaderes, fueron
dispersad os por un metrallazo que á que ma rop a disparó
con un a sola pieza que tenía en la esquina de Mercaderes
el ge ne ralFrancisco A. V élez; que era entonces jefe de
la d ivisión de artillería.
En verdad esta vict oria la debi ó Mira mó n' á Vélez.
El I I de Abril de 1859, su acometida d ió la victoria á
Márqu ez, E n un momen to de in decisión, en lo más recio
ele la lucha, Má rquez le dij o, indicand o un callejó n por
donde se ganaba la posición culmi na nte del en emigo:
- Ahora, Pa nchito.
Después de la victoria, Vé lez se acercó á M árquez, y le
suplicó qu e concecl iera la vida á los prisioneros.
- ¿y usted qu i én es- le re plicó de spó ticamente Már,
quez- pa ra venir á pedi r me la vida de ellos?
- Señor, soy el Pan chi to de esta mañ an a.
Refi ere el genera l V élez que en seg uida los' vi ó ya muer-
tos. Estaban en lija Jos cad áveres. E l yrip1 erQ era el :le
I-A~c.flnQj
,)

,Q uerétaro con la g:uarnición de México y el di:.


nero ' qu e estaba depositad o en es a capita l, con
el objeto de pres,entar a l princip al ejérc ito de los
lib erales una batalla decisiva) cuyo éxito no po-
día ser dudoso .
"Después de haber esp er a do .ra unq ue en vano)
la vuelta del general Márquez , y desp ués de ha -

- Me parece que lo estoy viendo-e-cue nta el general V é -

lez- tenía un pantalón aju stado con una cenefa. ¡Aquello


, me ca usó horror!
El 26 de enero de 1867, aband onando á su esposa con
tres chiquitin es, en una ,casita de pOl" San Cosme, salió de
Mé xico, acompañado de su sirviente Ignacio,' y pernoctó
en Tlálpam. E l general O' Horan le recibió con los brazos
abiertos é hi zo que remudase caballo el sirviente.
El 2 de febr ero 'recibió en Huixquilucan una car ta de
R iva Palacio. E lr o, otra, en que le llamaba á Toluca.
El 7 batió á Taberaen las Cru ces y ob tuvo el triunfo
con indios que él había hecho sold ados. . '
E l. 12 llegó á Toluca y se encargó d ~l mando de la divi -
sión de la infantería : Cazadores, I?, 2? Y3? Ligeros y Caza-
dores de la Montaña. E l resto ele ese mes estuvo .enfermo.
El 16 de marzo salió rum bo al sitio de Querétaro y lle -
gó con su fue rza el 22.
El 2~4 atacó á Casa Blanca por orden ,de l general' Coro-
na , y fué rechazad o, perdiendo 8 0 0 hombres.
En mayo 15 tomó la Cruz, y el 25 vino á México con
300 caballos y ocho pie zas de batalla.
El. 30 llegó 'al cuartel general, en Tacubaya.
Entr ó en México el 21. .
Sus not as salientes de soldado han sido siempre : valor
y humanidad. \
Sus valimien tos notorios han hech o que oc upe al tos
pue stos públicos, en que nunca se le ha dejado de querer.
Alg una vez, com pelido por nu estros ruegos, nos ha dicho '
,
· 166
ber co mb atido felizmen¡te con un ejé r cito seis
veces más uu meroso , torn aron la reso lución de
abandon a r la ciuda d d(~ Q uen~taro, y dirigirse
sobre Méxi co. D ebían partir en la mad ru gada
del 15; ma s á las tres el e la mañ an a, el traido r
López,
, protegido hasta entonce s. del ~mp era .
dor, y comandante del convento "fortificado de la
Cruz; introduj o al ene mig o por es te punto, q ue
completam ente domina á Q ue ré t ~r o . "
El Emp erador dijo al abogado R iva Palacio!
'uno de s us defensores, y not abilidad r esp etabl e
en tr e los lib erales , y á todas las p ersonas qu e 10
visitaban en s u pri sión: " N o soy vetlgativo; ' debo
los males que me agobian á lJ1.qrquez y á L óp Cz:
Dios los juzgard" (1). O tr as ve ces excla ma ba :
" Yo perdonad d Lóp~z antes que á .i/tfárqitez.'·
y sin e mb argo, el desgraciaclo Maximilian o
/ .
ignoró los ac tos más infam es de la traición.
- Yo no he mat ado, ni he sido cruel, ni me he vengado
de nad ie, ni me he cogido naela.
En efécto, tiene por testimoni o los hechos:
,
Es te es el hombre en quien se. ocupa Arellano. [N O/a
-> P.J
(1) Debemos ha cer con star, en reivindicación del coro-
nel Migu el L ópez, qu e los Li cs.Eulalio.Maria Ortega, J esús
Maria Vá zquez, Ma riano R iva Palacio y Rafael Mart inc z
de la T orr e, de fensores de Ma ximiliano, no hac en la me-
nor menci ón , en sus defen sas, de aque l militar y su trai -
ción . y ' téngase presente q ue estos juri sconsult os notables
por su saber acudiero n ti. todos ,los medios posib les pa ra
salvar ti. su de fensa . i Es muy ex traño este silencio absolu-
to acerca de un hech o de tant a trascenden cia' para la sal-
,';ci{m del E mperad or! [ N ota de A. P. J .
I ¡(li \ .

XIX.
, ,
Arellano se escapa. d e los republicanosc-e-Bje-
cuci
, . ón d e , M éndez.-Arella
, n o ofrece sus ser-
vicios'á lVIaximilian o. - Se d irig e á M éxi co.-
E n t r a en Tacubaya.-Evade el rigor d el sitio
d e l a ca p it al y entra en ella,-Confirma l a s
falsas noticia s dadas p or Márquez r especto de I
la p r óxim a lleg a d a del Emperador á l a Capi-
t a l. -Marquez n o i gn or a b a los a conte cim íen-"
t os de Querétaro.-Conducta .de este g-ene ral.
durante el sitio de la Oapital. -Se desemb a -
r a za de los 'M in ist r os Vidaurri y Portilla.-
D ispone de 150,000 pesos que V idaurri env ía-
baal E m perador.--In creible extremo d e su
vengan z a contra Miramón. -Prodiga grados
y co n decor a ciones , - Conferencia de Márquez
y Arellano la noche del 14 d e j u n io. - E st r a t a -
g ema empleada para d ar val or al ejérci t o y al
pueblo. -Sensación p ública. -Ult imos deseos
de Márquez. -Fusilam i Emtos en Quer étaro.-
La v enganza s atisfecha d e Márquez pone fin
á la p enosa situación de l a Capital.

D espu és de hab er p ermanecido al iado de l Em -


perador hasta las once de la no che del día 14' de
mayol tratando de la susp ensión de l movi miento
dispuesto para hace r un es fuerz o decisivo qu e
pondría término á la crítica situación ele las tro- .
pas imp erial es, A re llano s e ocup ó en varios ne-
gocios de Maximiliano y Miram ón, neg o cios q ue
debió hab er tra tado po r esc rito ha sta las cuatro
1GB
. de la mañana .elel dia sigui ente) IS' ¡Cosa extra -
ordina ria) qu e da la medida completamente de la:
sorpresa causada á los sitiadores por la trai ción
de López: á las tres de la mañana comenzaron
las op eraciones para entr egar la pla za á los r e-
-
publicanos, 'y nada percibieron los qu e velaban
t • /

aquella noche en la ciudad!


T erminado lel trabajo urgente que ocupaba á:
Arellano, se había entregado al sueño durante las
tres horas que le quedaban.. trancurridas éstas ,
despertó en poder del en emigo. Informado efe
la traición de López, y sin p oder explicars e la
realidad de lo que pasaba, quedó hecho prisio-
nero por una guerrilla de Sinaloa. Convencido de
. que pagaría sin duda con su vida, su fidelidad á
una causa política y su adhesión al Emperador,
resolvió procurar su libertad personal. No sien-
do con ocido por el jefe de la guerrllla que le cap-
turó, y pasando cort}o un oficial de poca imp or-
tancia) le ofreció en cambio desu libertad) lo qu e
I estaba á su alcance (1).

( 1) Las guerras civiles traen consigo la escoria de la


sociedad, .y form an 'estas gavillas de vándalos que en-
cuentran la impunidad á la 'sombra , . ele una bandera po-
líti ca. Felizmente la gu errilla que me h izo prision ero, se
componía de bandidos de Sinaloa. El aspecto de su jefe
me inspir ó la iclea de ofrecerle mi reloj y die z onzas de
oro , si me dej aba en libertad, prometiéndole también que
le darí a 1,0 0 0 pesos si la noche siguiente me conducía
fuera de la plaza, ,E l jefe acept ó mi proposición sin vaci-
lar, y en cont ránd ome du eñ o ele mi libertad , me guardé
muy bien de cometer la impruden cia de ,espera r su re -
greso.
I
Hi9
E l destin o, q ue no había decretad o todavía su
muerte, p ermitió que el g uerrillero acep ta ra s us - \

proposicion es y s e contentar a co n r ecibir á tí t u -


'l o de r escate el val~r mezquin o qu e te~nía á 's u '
disposición , bajo c ualquiera form a (1) .
S ab ien'do qu e Ménde z y Are llano no es taban
enti-e los prision eros , los jefes rep ublicanos ex-
pidieron un decreto en qu e imp onían la p ena
de muerte, sin forma ción de causa, á todos los
imp erialist as q ue no se presentas en en ve inticua-
tr o horas y que fueran apreh endidos. Una larga'
ex periencia hab ía enseñado á Arellano qu e el
partido vencedor fusilaba sin co mpasión á los
prisioneros de g uerra y qu e jam ás te nía piedad
para los ven cidos; esta ex periencia le hizo des-
preciar las medidas sanguina rias q ue se dictaban
para disfrazar el as esinato, y p r efirió, co mo si en~"
pre, a band onarse al cap richo ele la fortuna. Mu-
cho hab ía avan zado la noch e del 18, c uando los r e -
pu blican os cap turaro n al gen eral Méndez, á qui en
fusilaron á las onc e de la ma ñana de l día sig uien-
te, despu és de haber identi fi cad o su p ers ona. La
ejec ución de Méndez se verificó enfre nte de lafa-
chada p rincipal de la casa misma dond e estaba
o culto Arellano.
Para as istir más cómodamente á la sangrien ta
escena de la ejecución, muchos jefes rep ub lica-
nos, 'entre ~llos Ugalele y much os g uerrilleros el e
r enomb re, p en etraro n en esta ca sa, .Y s e instala-
o

(1) Como se h a leido en el pro logo, la salvación .de .


A rellano d chi óse haber traicionado á su partid o.
á
170
ro n en ella, á dos Ó ,tr es pasos del hombre á
qui en q uerían sacrifi car por venganza política (.1 ).
L uego qu e le fué posi ble, Ar eIlano escribi ó á
M áximilian o , pidiénd ole sus órdenes, y manifes-
tán dole q ue estaba disp uesto á marchar á Méxi-
co, á Veracr uz á E uro pa; en fin: á cualquier
ó ó

o tro lugar en don de tuviera necesidad de sus se r-


vicios. E l ilus tre prision ero le contes tó - verbal-
mente qu e tratara 'd e aseg urar s u libertad , y qu e
de sp ués, en el extranjero, haría uso de s u buena
disposición (2). .
Cumplidos estos deb eres, ce rca de Maxirnilia-
no , Are llano se p uso á combatir tenazmente co n-
. \

( 1) E l ge neral Ramón Mé ndez, desp u és de la torn a de


la plaza de Querétaro por las fuer zas rep ublican as, el 15 de
mayo, se ocult ó en la casa letra E del callejón de Don
Bartolo, -donde' rué .capturado en las primeras hor as del
dí a 17 y conducido al ex-convento de Teresas, del cual
rué sacado dos horas de spué s para lle var lo á la prolonga-
ción de la calle de l Ceba da l, en la que fué ejecutado in me-
diatamen te.
El ge ne ral Mé ndez aplicó de sapiadadamente la terrible
ley de 3 de octubre ele 1865 á los gen erales J osé María
Arteaga y Carlos Salazar, sin qu e tuviesen conocimient o
de ella; la cual ley, según decía en circular reservada á los
jefes impe riales el ministro ele guerra, ge neral J uan ele Dio s
Peza, " se ha bí a dado, no para que quedara escrita, sino
pa ra que tuviera una aplicación inflexible inmediata."
é

Mé ndez .rué implacable en la comisión ele todo género


de crímenes. (Pi ola de A . P.)

(2) Las personas que gozaban de la intimidad ele Ma-


xi rn iliano, en tre otra s su secretario Blasio y su oficial de .
órdenes Pradillo, tuvi eron conocimiento ele mi carta.
lii
t ra la . facci ón enemiga que se c~eí::l seg ura de
qu e tarde tem prano le cond uciría a l últim o su-
ó

plicio. México y Veracruz e ran los únicos puntos


hacia dondepod ía diI~igirs e , á p esar de .qu e las
dos ciudades ya es taban siti adas podas r epubli-
canos. Eligió la primera, por ser la más pr óxima
á Querétaro. ry p or q ue ab rig a ba la esperanza de-
q ue se resolv ería el g ener al Má r q uez á hacer un ,
supremo y último esfue rzo para salvar la vida d e .
Maximiliano y la de Miram ón,': ,
Disfrazado cuida dos amen te , .salió. de .Quer éta-
\

ro Arellano, camin ó cincuenta leguas y atravesó


.las filas ~e los r ~publi c an os"qu e, es calona dos en
el ca mino, se dirigían ha cia la capital para eng r o -
sa r las tropas siti ad oras; r e"cor rió después un
cua r to de círculo de la. línea de circunvalación y
p en etr ó en el cuar tel ' g ener al ele T acub aya , en
p leno día . "L e pareció qu e este p unto, en raz ón
de los ri esg os q ue o fre cía , era el más . s eguro.
I .
Triunfó de las dificultades casi invencibles qu e
s ~ le p resentaban, p ues to qu e se trataba de en-
- I _

gaña¡- á los sitiad ores entrando en la capital, don- /

\ '
de nadie p en etraba sin a utorización ex p res á del
general en jefe ele los rep ublicanos . Q uince dias
emp leó en prep arar un expediente
. , qu e le ofr e-
ciese algunas probabilidades de b uen éx ito.
S upo el 14 de junio que ya se había r euni do
.
en Q ue ré taro el consejo de .
'g uerra para juz g ar
al E mperado r y á los gene rales Mejía y Miram ón.
No hab ía tiempo qu e p e rder; l~ noche de aqué l
mism o día fué tan so le mne y mem orable pa ra los
acusados, p uesto q ue entonces s e les pron unc ió ,
172
su se nte ncia de' muerte, corno para él, qu e co rría -
los mayores p eligros.
Disfrazad o dé vivand ero , salió de Tacubaya á
\ ,. la 'p uesta del sol, atravesó la línea de los 'sitiado-
res y se dirigió ha cia el punto qu e le pareció,
más conveniente. La fortuna le favoreció, y pu-
do pen ~trar en la plaza, por el lado del oes-te .
Ignorando lo que pasaba en México, se dispu-
SQ para obr ar conveni entemente en todos los ca-

sos posibles. Ap enas podía con cebir que, des-


pu és de un mes, casi se ign 6rasen en la capital
los acontecimientos qu e habían ' tenido lugar en
Q ue r éta r o. p or lo mismo, fu ~ g rande su sorpre-
sa cuando el general Tab era, comandante en jefe
. de las tropas de la cap ital, en la ansi edad en q ue
se encontraba, tuvo la imprudencia de pregun-
tarl e ante un~ numerosa reunión si era cierto qu e
se aproximaba el Emp erador. Ante la ide a de
dar el golpe de graci a ' ála moral de los imp eri a-
listas, y por el tem or de que s e pudiese conside-
rar com o el ver dade ro ,autor de la. pérdida de
México, contestó afirm ati vamente; entonces fué
conducido ante el general M ár q uez, co n quien
tuvo unaimp ortante co nfere ncia, qu e se prolon g ó
desde media noch e hasta las cuatro de la mañana.
No ignoraba Márq uez los acontecimientos de
Querétarc, y r especto de algun os tenia mejores
datos qu e el mism o Are llano , quien hab ía sido
testigo y ac to r. _S in embargo, despu és de hac er
qu e fueran derrotad as las tr opa s qu e co nducía
hacia Pu ebl a, y cond enados á perecer irrernisi-
bl e ~ ente Maximilian o y sus soldados, se p>rop llsQ
- , 173
M árque z, como si empre, alejar c ua lq uiera suposi-
ci ón r esp ecto de su infame conducta, haciendo ~
aparecer qu~ todos sucumbían p or faltas de Ios
defensores de, Querétaro,
-
sie ndo evidente - que \

éstos y el país enter o le debían su propia ruina."


P ocos dí~s después de la derrota de San Lo-
renzo, se presentaron fr ente á Méxi co - las tropas
republicanas. Márqu ez próseguía su plan de ven-
ganza, y llev ó su cr ue lda d hasta e l punto de ex - ·
\
poner la p opu losa capital á los horrores de un -
prolongado sitio, sin más obj eto qu e ~l d e Isa tis -
facer sus b árbaras pasiones.
D esde s u llegada á Méxi co, de dond e debía
saca r todas las tropas para auxiliar á los defen-
so res de Quer éta ro , había anuncia do que ~.Iebía
go b ernar como delegado del E mperado r , hasta
I
que éste vo lvie r a á la capital; adem ás , hi zo com-
prender á la población y al ejé rc ito qu e tení~ ór - '
clenes terminantes p ara defend er la capital á to-
do trance,
S iguiendo, co mo si empre , el camino que debía
c~n d uci rl~ á s u objeto oc ulto, p r ocedió en Méxi-
co como en Q ue ré ta ro, dej ando en poder de los
r epublicanos todos los e lementos qu e pudieran fa-
1 cilitar sus o peraci ónes , y particularm-ente los tre-
nes del ferro carril de Ap izaco, q ue les fueron de
grande utili dad p ~ra e l traspo r te de tropa s y ví-
veres. I -
-Atendiendo s ó lo á la p érdida de Q ue rétaro , y
co n 'e l fip de qu itar tod o presti gi o al go bie rn o
imp er ial, se aiJando nó á toda es pec ie ' de ; jo len-
cias contra ¡"os cap italistas, para. que le dieran el
J . ' ., ¡ L
174 •
dinero de qu e tenía tanta ne cesid ad .. Entre las
medid as qu e tomó y q ue r evelan una inereible de-
pravación de sentimiento s, la principal consistía
en enviar á los puntos más' p eligrosos de las li-
n e~s á los ricos 'que se hallaban en la imposibi-
dad de entregarle en num erario las fuertes can-
tidad es q ue les había asignado, al mismo tiemp o
qu e sitiaba á las familias, ocupando sus casas la
fuerza armad a impidiendo qu e tomaran alirnen-
é

,
, to algun o, hasta que entr egase n la suma pedida.
Para hacer estos medios más eficace s, hacía se-
parar á los niños de'sus nodrizas, impidi end o que
estos séres débil es pudiesen mamar, si no se ~ n ­
tr egaba él dinero qu e á sus padres se les había
' exig ido (1) .
, La presencia de los ministros Vidaurri y Por-
tilla, hombres leales, unidos p or Maximiliano á un
traidor, era un obstácul o qu e se op onía á sus pro -
ye ctos, y por es te) se de sembaraz ó de ellos con
"
la mayor facilidad. Nulifi có de tal man era al pri-
mero, qui en ocupaba el ele vado pu est o de Pr~si­
de'nte del Consejo y. Ministro de Hac ienda, q~e
le obligó á r e.tirar se á su ca sa, de do nde no "de-
bía salir, sino p ara marchar al ca da lso . D estitu yó
al segundo, alegando qu e sus funcion es eran in-
compa tibles con el es tado de sitio en qu e se ha-
llaba la /ciud ad. El día en q ue Már q uez alejó del
ministeri o de la g ue r ra al hon rado y leal general (2),

(1) La famili a el e R incó n G allardo fu é v íctim a de UIlO


el e esto s actos de barbarie.
(2 ) Traicionó al In¡perio y á Márquez, ofreciendo al .
--~ '~--------~---_. --:--- ,-----
175 \ .
I I I

" pues to que ocupaba por, vo luntad expresa y rei~


terada del Emperador, Portillapr esent ó su dirni-.'
I
sión, he rido por las medidas arbitra r ias de l lu,gar-
teni en te . del Impe rio. No podía éste ' perdona r
I q ue P or tilla hubiera teni do la int ención de suj e-
,
"tarlo á un consejo de g uerra, por la conduct a
que hab ía observado en la expedición á Pu ebla.
L a dimisión de Portilla terminaba con estas enér-
, \

gicas palabras:
"No me es posible des e rnpefiar el Ministe rio " '

de la Guer ra, decía Portilla, p uesto que se, me


ha qui tado el lib r e ejer cicio ele mis atr ib uciones.
E n consecu encia, pido á V. E. el p ermiso d,e re- "

nunciar este empleo , s up licá ndole, si encuen tna


co mpro me tida mi r esp onsabilidad, me haga com-
rare~er ante e l tri buna l r es pec tivo; mas si no pa -
recies e conveniente {¡ V. E. es ta última determi-
nación, le s uplico me co nfi e el pu esto militar en
q ue me crea útil. D eclaro al mismo' tiemp o d V
E . que en primer a ocasión haré uaier todos mis de-
r ec/tos de 111inistro de la Guerra, ahora ,ultr aja-
dos" (1 ). .
Hemos dicho q ut; la libranza de 15°,000 pesos,
enviada á Qu er étaro por el Ministro de H acien-
da, ha bia sid o g uardada por el tra ido r, que privó

general Díaz la entrega de la plaza d e México. Entrevis -


ta con el g enera ! Po rfi rio Díaz. (iVota de A . P.)

( 1) Duran te nu estra residen cia en la H abana, debimos


á la houd ud del ge ne raLP or tilla, de talles imp or ta ntes res-
pecto de la co nd uc ta del genera l Márq uez , un a co pia d e
lit 1"1:11 uncia del primer o y o tros d oc umentos i l~tE;r<:;s a.~l tes :
1'16
de esta man era á los defensores ~e es ta plaza
de un r ecurso importante, que por sí só lo hab ría
servido para salvar la situ ación. Efectivamente,
es ta libranza no lleg ó á su destino.
Cuando, el general M árquez pudo obrar sin te-
ner que r esponder ' de ' su infame conducta, se -
,
presentó al consejo de ministros , con la libranza
y otr,os pliegos, qu e según él habían qu edado ol -
vidados en la Administración de Correos. Como
estos pliegos corresp ondían á los dive rso s s e-
cre tarios ' de Estado, envió á ca da ministro los
que provenían «le s u departamento r esp ecti vo; y .
en presencia de los mi e~1br os del Co nsejo abrió
el suyo, q ue contenía por cCJsZtalidad la libran za
refe rida de 15°,000 p esos,. cantidad qu.e se hizo
pagar' por la casa de Barran (1).
, Triunfante la traición , después de la p érdida de
Q ue r éta ro , qu edaron en fin Maximiliano y Mira-
món á discreci ón de los hombres que debían sa-
criticarlos; la venganza de Márquez trasp asó en-
I tonc es los límites de lo qu e es po sib le imaginars e:
quiso pri var á s us 'víctimas del co ns uelo de l1 ~a
defeñsa eficaz y vigorosa . In capaz de s ufrir las
consecu en cias morales de s u condu ct a, no perrni-
,

(1) Es ta casa es mill onari a y una de las más conocielas


en Méxic,? E l hecho qu e acabo de relat ar Iu é públ ico.
El mismo ge nera l M árquez me lo refirió Id. noche el e mi
entrada en Mé xico . In útil es decir Cj ue este último atr io
bíu a á un a desgra ciad a casualidad el olvido de la adrni-
uistraci ón el e co rreos. Pa ra pro bar mejor su buen a fé,
M árquez era capaz de mand ar fusilar desd e el dir ector
has ta el último empleado de dicha oficina, '
'193 -
rnent ós hechos en los desiertos de oriente, á la
vista de las pirámides de E gipto, y tomando el
vino de los festines de Consta ntino pla._Nada¡ fal-
taba que ha cer, sino huir y buscar la soledad y el
¡ retiro para g oza r del sangriento y. horrible triunfo!
Márquez di ó fin á su obra, procurando entre- .
gar la plaza á los siti adores; el 19 de juniovdfa de
su triunfo , diri gió al gene ral en jefe de las' tropas
sitiadas, á los mini~tros y al consejo de Estado,
la sigui ente comunicación
I
,q ue era también la úl-
,

tima de sus infam es mentiras: "Supuesto que se


ha probad o qu e el Emp erador está prisionero, el
infras crito ce sa de ser el lugarteniente del Imp 6-
rio. -( Firmado , Márquez.)"
E n seguida se o cultó, abandonan do á s u pro-
pia su erte á los hombres é intereses comprome-
tid os p or su lealt ad á la causa qu e habí a hech o
per ecer ( 1). Los tIdens or es de México se , rin-
dieron á dis cre ci ón; las fuerzas de la Re púb lica
entraron triunfante s en la capital; nuevas víctimas
fueron inmol ad as; y su sang r e r ecay ó ento nces ,
en medio de las tiniebl as ; so b re Má r q uez, el ver-
dug o de Maximiliano y de Mirarnó n.

(1) Márquez se ocultó sin darm e algún aviso pa ra pro-


curar mi salv ación en medio de una pla za que se rend ía á
discreción, donde nin gún mando tení a, y cuando yo debía
ser el bla nco de l re ncor de los vencedores. La inconse-
cue ncia' de qu e fui victim a en el momento en que dab a al
lugarteni ente de l Imperio una nueva pru eba ,de mi lealtad
fu é tanto más gl'ave , cua nto que la víspera me arr eció el
mismo M árqucz que, en caso de ocultarse, me haría saber
inm ediatamen te esta re solución ,
13 .
194
¡Que la hum anidad ente ra se le vante para lan -
zar el anatema de des precio y excecraci ón sobre
el infame asesino! ¡Q ue su última maldición sea
para el cobarde traidor!

xx.
¿Tomó Márquez su venganza y consum ó su crí-
men de acuerdo conlosrepublicanos?-Loshe-
chos r esponden añrmabivamente.c-Defensa
de L óp ez.

Quedaría incomp leta la descripción de una de


las más horribles tr aiciones que pu ed e ofrecer -
nos la historia, si no se tratase de resolver esta
cu es tión qu e ha p ermanecid o en la ob sc uri da d.
¿Preparó Márquez su venganza y-consum ó su cri-
men de acuer do con los republicanos?
Tal vez nunca llegue á penetrar la luz de la
ver dad hasta el fondo de este enigma; la traición
s éguramente no ' ha dejado huell as ni pruebas ma-
teriales sobre este punto; pero felizmente' no hay
'" ne ce sid ad de co nde na r al asesino. Prob ado el
cr imen, corno 10 está, nada pierde de su ca rác ter,
suponiendo que la ejecución ha ya sido ó n o arre -
'glada de antemano, de acuerdo ~on los hombr es
de parti do r ep ub licano.
Mas si no pueden, pres entarse las pruebas es -
critas de es ta combinación, cuando s e co nsidera
' Ji! cond ucta ~nfaP1e del traidor Márquez, la GOn.-
195
ciencia es tá obli gada, .s in ¿ embargo, á responder-
de una man era afirmativa i la cues tión propues-
ta (1) Y los hechos mismos manifiestan .patente -
mente la manera con qu e s e ejec utó la venganza.
La cadena de funes tos acontecimien tos qu e
acabamos de r eferir, tien e por primer es labón el

(1) Ya desde 1867, estando en Mé xico el ge neral D íaz,


se tuvo empeño en desluc ir algun os de sus hechos de ar-
1
mas: como la toma de P ueb la, la derrota de Márquez en
San Loren zo y el sitio de Méx ico . Se dijo entonces, por
pura mira política y pa ra ' contra rrestar su crec iente pop u-
. larid ad, qu~ ya le imp elía al poder: qu e la victo ria ele P ue-
bl a elebíase en parte al gen eral Alatorre, que había toma-
elo Jalapa; que la derrota de Márquez en San Loren zo, á
la oportuna ayud a ele la c ah alle rí ~ del general C uadarra-
ma; que sin combatir había tomado Mé xico.
E l general Ma nuel González contes tó así estos cargos:
Al atorre tom ó J alapa cinco meses antes .del asalto de Pue-
bla, pero Al atorre era un o de los capitanes del gen eral
D íaz, envirtud de cu yas órd ene s obró sobre J alapa; la de -
rr ota de M árque z en 'San Lorenzo, la pro porcionó el gene-
ra l J esús Lala nn e, dispután dol e el paso al jefe reacciona-
rio, lo cual entorpeció su reti rada y dió lugar á que se le
alcanzase, sufriendo un descal ab ro; México se tomó al mes
y siete días, despu és de la ocupac ión ele Q uerétaro, y com-
batiendo, como lo prueban las víctimas innum erables de
amb os ejér citos, inmoladas 'tod av ía la víspera ele la re ndi -
ción.
y si esto no ba stara para pro ba r que no hubo in teli gen -
cias entre M árqu ez y el ge nera l D íaz, haría prueba plena,
la afirma ción que el au tor mismo hace en la página T89' de
que hubo matan zas en Puebl a, San Lo re nzo y Mé xico; y
en esta últim a ciuda d, hasta " dura nte los últ imos seis días
de lu cha sangrienta."
E l ge neral Gon zález ag regab a, en esa brrllante defensa el
196
regre~ó del general Márquez al territorio mexi-
cano , seg ún los deseos del E mperador; el último
consiste en su salida clandestina del país para re-
fugiarse en el ex tranjer o; el todo indica clara-
mente, q ue al regresar á su patria, impulsado po r la
venganza, estableció Márquez r elacion es secretas

su jefe y amigo: "el ge neral D íaz, asaltando á Puebla y


tomándola el memorable 2 de abril, cambió la faz de la
guerra, hi zo triunfar la 'R ep ública y le facilitó al distingui-
do gen er al E scobedo la gloria de llevar á feliz té rmino sus
operaciones militares sobre Quer étaro."
y terminaba: " no me creo con el mismo m éri to que el
hombre prodigioso, que empezó la lucha con un par de pis -
tolas y un criado, y que, al terminarla, contaba con más de
tre inta mil hombres, trescientos cañones y un tren, inm enso
de guerra."
E l ge neral González tuvo en el sitio de P uebla el man-
do de una man zana y rechazó un asalto de los franceses,
en que fu é herido de una pierna, y, sin embargo de que la
am bulancia quiso llevarle al ho spital, re husó y permanec ió
másde quince días sin moverse en la brecha, que practicó
el enemigo para asaltarle.
Ya también desde aq uel año, algunos, periódicos min is-
teriales emitían este juicio acerca del general D íaz como
gobern an te:
" Díaz, en la presid encia, e s t abl~cer í a el cesarismo, por-
que al fin es militar; mientras qu e Ju áre z, por ser paisano,
de ninguna manera inspira esos temores."
Y el Cor reo de M éxico le de fen dí a de esta man era: "En -
tendámonos . Cesarismo viene de Césa r; es el go hi er~o que
inició J ulio Cés ar y que esta bleció y pe rfeccion ó su sobri- ,
no Augu sto, fund ánd olo en una ap elación al p ueblo, que
ayud ad a el e la sorpresa y de ]a fuer za di óeste feliz resulta -
do; e l c ~ e rpo legisla tivo qu ed ó n ulificado bajo e1 1Je/o; las
ma&ist~a~llr'ts, qu~ íl:l1te's nombrab a el pueblo y ~J senado,
.I

co n los hombres de la Re p ública, o freci éndoles


derrib ~r el Imperio, co n la so la co ndic ión de la
ga rantía de su vida y de su lib ertad. E s ta pro -
posición debi ó ser ac eptada sin vacilar, }' enton-
I I
ces comenzó Márqu ez á de sar ro llar su ten ebroso
plan de venganza; si no hubiera existido una per-
fecta inteligencia entre los republicanos y el trai-
dor, los acontecimien tos n.? ·hab rían ofrecido es -
ta inexplicable s erie de coin cidencias, de conjetu-
r as casuales y de circ unsta ncias raras, tan singu-
lares co mo inexplicabl es.
A con secuen cia de este común acuerdo, Már-
I

qu ez conducía ,á Maximiliano .
á Q ueré tar o, con el /

fin de qu e en es te tiemp o, Porfiri o Díaz pudi es e


at.a,c ar á P uebla, q ue sin co ntar co n g randes ele-
mentos de de fensa , debía su cumbir naturalmen te,
lo qu e e!J. efecto s ucedió ; hacia que Maximiliano
.trasp or tas e su cuarte l gene ra l, del cerro de las
Campanas al conv ento de la Cruz, la víspera del
a taq ue dado á Q ueré taro por los, r epublican os ,
el día 14 de Marzo; y los asal tantes eligieron pa-
r a este ataqu e los dos fren tes, el del es te y 'el del
norte. E n el pri mero, el traidor había dejado li-
br e el Panteón, q ue era la llave de la posición de
la Cruz, así co mo és ta era la llave de la plaza.

fuero n desp ués daelas por el César, que humilló á los ma- _
gistrados hasta el papel ele em pleados; 'el imperio romano
quedó bajo las facultades extraordinarias. Díaz asp ira á se r
presiden te de un a Re pú blica constituciona l. E l pres ide nte
j u árez gobierna d ictatorialmente y pro cura la continuación
de ese siste ma: no sabemos si D íaz pensa rá alg una vez en
el cesarismo; pero sí exis te el juarismo." [J\Tota de A. P.]
198
So bre el fren te del norte, fac ilita ría al enemigo
la entrada, ordenand o á la 2.& división de infante-
ría -que 16 defendía, qu e se ret irara hasta la Cr uz.
D espués, ("1 jefe r epublicano desprend ió del
sitio de Qu erét ar o cuatro cinc o mil ca ballos que
ó

envió á una distancia de ochenta leguas, á fin de


qu e tom aran parte en la falsa derrota de San Lo-
r enzo (1); en ef.e cto, el jefe r ep ublican o no ·p udo
ordenar esta operación, si no hubi era sabido de
antemano que los sitiados p ermanecerían á la de-
fensi va, en esp era de los a uxilios que deberían
llegarles de México.
Por medi o ele una marcha larga y lenta, y per-
diendo dos días en S an L orenzo, dió el tiemp o
ne cesario á Porfirio Dí az para que tornara la pla-
_z a ele P uebla; mas á su ve z, el gene ra l en jefe de
los r epublican os le dejó huir, mientras sufrían una
derrota completa las tr opas imp eriales, qu e, sin
jefe, s e encontrab an á una grande distancia de
Méxic o (2).

[1] R elación del comandante en jefe republi can o de es-


ta caballería, dada á su regre so á Qu er étaro, el día 26 de
abril.
( 2) En una entrev ista, el ge neral Díaz se ha se rvido
decirno s lo que sigue acer ca ele este punto: " Ignoro el m ó-
vil que obligó ti. Márquez ti. ha cer su marcha tan len ta, aun -
que creo qu e h aya sido en vir tud de la noti cia que tuviera
de que Gua darrama -venía ti. su retagu ardia con cinco mil
caballos _y de que Leyva estaba con dos mi l hombres de las
tres armas en Tlalpam y Lalan ne con un os mi l, poco má s
6 meno s, en los Llanos de Apam; pero no es exacto que su
ta rd an za me hu biera facilitado _el asalto, pues, aun mar-
chando apr isa, ele todos mod os h abr ía anticipa do el asal-:
109
E stablec ido el SItIO de México , nunca .intent ó
Porfirio Díaz ,e l asalto de la plaza, á pesar de qu e
disponía de más elem entos de los q ue necesita-
ba, p ara te ner b uen éxito, y á pe~ar de q ue esto
le hubies e cos tado men os san gr e de la qu e era
nec es ari o derramar, evitando así á la ca pital los'

to; y si Má rquez pudo escaparse en el ataque que dí en Sa n


Loren zo porIa vía de San: Cris tóbal h asta 'I' excoco, fu é
porque aba ndonó tempra no el campo de combate, puesto
que lle gó á México en la tarde del mismo dí a y an tes de
la caída del sol, cuan do después, de las seis to davía no s
batiamo s en la Hacienda Blanca con Kevenhuller; : qu e
queJó sosteniendo la retirada hasta el siguiente día, qu e
entró'á Mé xico con lo poco que le quedó ele cab aller ía hú n -
gara )' polac a."
E l general J esús L ala nne nos refiere así este suceso:
"Márquez no pod ía efectuar su marcha en auxilio de Pue-
bla po r el cam ino de las diligencias, que es el má s cor to,
por estar inutilizado ; pu esto qu e se h abían roto dos puen-
tes y obstruidos los pasos más difí ciles, hac iendo corta-
duras, derrumbando grandes peñascos y formando abati-
das con los mayores ár boles . Por consig uiente, tenía que
tomar el camino de los L lanos de Ap am; ~ie n do su ma r-
cha de triple tiempo que el que hubiera ocupado en el ca -
mino directo.
"En cuanto á la acusac ión de que el general Porfirio
Díaz dejara huir á Márquez, cuando la derrota ele San L o..
ren zo 11asta Cuatlin chan , es simplemente absurda, puesto
que Márquez no estaba en su pod er.
"Márquéz, al separa rse de las fuer zas vencidas, hi zo lo
CJue Napoleón en la famo sa ret irad a-de Ru sia: abandonar
los restos de su ejé rcit o cuya moral se había perdido, pm:a
regr esar ·violentamente á París á preparar la defensa del
imperio franc és contra la invasión europea. M árquez, re -
gresa ndo viole ntame nte á M éxico en un a can oa rá pIid a,
·, .'
20,0
horribles sufrimientos que s upo. llevar en pacien-
cia.' Por su parte, el lugarteniente del Imperio
no atacó en detal á los sitiadores, aunque por su
' p osición de fectu osa fueran suscep tibles de ven -
cerse de esta manera ( 1).

qu e to rn ó en Texcoco, hi zo en cuat ro cinco h oras lo que


ó

los restos de su fuerza hici eron en cuarenta, pud ien do re-


parar sus bajas, aumentar sus fue rzas y defender á México
des de el I I de abril hasta el 29 de junio. " I

Pero hay también otro arg umento contra esta .decan ta-
da protección impar tida á Márquez por el ge neral D íaz;
n os lo da el conocido historiad o!" do n Antonio Garcia ~u­
bas, que fué testigo ocular de los sucesos acaecidos du ran-
te el sitio de México; I

- - Ante s y desp ués de la caída de la plaza, la opinión


-p ública era que si M árq uez ca ía pr isionero era aprehen -
ó

dido, irremisibl ement e sería pasad o por las ar mas. Mas se


"
me preguntará, ¿por que no lo fué? Porque se ocultó muy
'p
bien y no hubo quie n le den unciara: cosa que pas ó con
O'Horan y Vida ur ri, de quien hasta se creyó que' fuera
pe rdonado, porque sus.faltas, comparadas conlas de Má r-
quez, era n muy leves. ¡y, sin embargo, á Vidaurri se le
fusiló!
De,bemos-
h acer constar, como hec ho irrecusable, que
O'Horan se denunció él mismo, recurri endo á un jurisc ~n-
sulto que fu é magistra(~o, en la seguridad- de que no se le
ajusticia ría. (Nota de A. P. )

(1) El general Díaz no tomó la pla za por asalto, por·


qu e quiso evitar derramamien to de sangre y da ños in-epa.
rabies, y porque tenía la seg uridad plena de que se rendi-
ría temprano 6 tarde. Tal era esta seguridad en s~ ánimo,
que al ge ieral Tabera, con tra todos los prec eptos de la
guerra, le enseñópersonalmente algunos pun tos de las for-
ificaciones donde hasta había mercado, formado espon~ '
t
.N o aceptó P orfirio Díaz
201
los ofrecimientos qu e
, le hi~o el tr ánsfu ga O' Hot án, quien hubi~raciesea­
do ve nderle la ciudad de México, como el traidor
L ópez había vendido á Querétaro (1).' Mas Por- \
firio Díaz no pudo rehusar estos ofrecimientos,
sino porque otros compromisos secre~os le ga-
rantizaban por otro camino el mismo r esultado de
.la oferta' de O 'Horán (2).

táneamente po r gent e de las cercanías, que vendía en


abundancia toda clase de comestibles.- Vea usted -s-dijo
el general D íaz á T abera-c-aqu í tienen qu e comer mis sol-
dados sin moverse ele sus puestos. Estoy recién casado y
pued o esperar la salida de usted es hasta para cuando y o
tenga hijos.-(¡Il ota de A . .p;.)

(1) O'Hor án, con la esperan za de salvar su vida, alegó


este hecho en su defensa ante el con sejo de guerra que lo
ju zgó. S(glo XIX de México, nú m. 26, correspondiente
al 19 de Agosto de 1867.
(2) R especto á estos ofrecimientos, dice el general D íaz:
" L os 'ofrecimientos de O' H ar án, que me hizo en la víspe-
ra de la rendi ción de la pla za, no los acepté, entre otros
motivos , porque tenía la seg uridad de que ya no co ntaban
con municiones, ni de guerra, ni de boca, y también y or
igual seguridad práctica de que no podrí an sa lirse del si-
tio, pu esto que repetidas vec es lo habían int entado, y siem-
pre inútilment e."
A hora he aquí cómo O'Florán logró tener la entrev ista
con el.. general Díaz:
Cie rto día se le presentó al general D íaz el ingeniero
F rancisco P . Vera, qu e h ab ía salido del - sitio, ~ o n la co-
misión de manifestarl e que el ge ne ral O' Harán que ría ha -
blarle, para lo cual re mitía le una linternita de crist ales ro-
jo s, la qqe movería á de terminada hora de la noc he á corta
distancia ele las fortificaciones en la calzada de la Villa de

. \
202 \
_ Márquez supo las ejecuciones de Qu eré taro, al-
g unos mom ento s despu és ele q ue se hubi eron ve-
rificado; y el mismo día, di ó fin á la sanl;.rien ta
farsa del sitio, dispu esta com o todo lo demás, pa-
ra encubrir su horrible traición.
Establecidos los preliminar es de la rendición de

Guad alupe. El gen era l Díaz aceptó la entrev ista, y á la f


hora convenida, en compañ ía del general Francisco Z. Me-
na, se acerc ó al punto determinado hizo señas con la lin-
é

tern a. E n ese momento el enemigo h ízoles un a descarga;


el general D íaz desvió la luz de la lintern a, ga nó una ace-
quia y se reti ró en seguida. El ing eni ero Vera volvió á sa o
lir y manifestó al general D íaz, de parte de 0.' Horán, que
por una casualidad, á la hora de la cita, el general M ár-
quez se enco ntraba inspeccionando el pun to, que se había
apercibldo de las señas con la linterna y había ordenado
qu e se hiciera fuego; pero qu e esa noche sald ría el gen e-
ral O' Hor án. En efect o, cumplió éste su promesa y confe-
renció con el gen eral D íaz. O' Harán ofreció la entrega de
la plaza y de sus prin cipales jefes, con la condic ión de la
garantía de la vid a y de que á él, además, le d iera un pa-
saporte para salir fuera ele la República, bajo la promesa
de no inmi scuirse más en la políti ca elel país. El general
D íaz rehu só todo ofrecimi ento, ha ciendo ver á O'I-Iorán
que la tom a de la pla za ~ra indefectible. O' H orán insistió
en que el general Dí az le garantizase su vid a, torn ando á
. ofrecerle, que comenzando por Márquez, le entregaría á
tod os los jefes. E l gen eral D íaz, sereno y discreto, dióle
la mism a con testación que an tes: que no necesitaba de que
nadie le entrega ra la plaza de México, porque la situación
en que la hab ía colocado el ejército rep ublicano era tal, que
no podía resistir mucho tiemp o, y que no tenía facultad al-
guna para tratar con los infident es. E ntonces O'Horán,
como desesperado , le preguntó:
- ¿Que; tant o empe ñó tien e usted en Ill~ tarme?
203
México con el generai 'I'ab er a , y de sp ués de la
desa pa rición, ele M árq uez, no hubo ni una so la pa-
labra,
,
ni una s ola ex igencia
. de par te -dé l gabille-
te de Ju árez, ó de parte de Porfirio Dí az, res pec- ,
to á la person,a de Már q uez, á pesar de qu e e ra
odiado po r ambos par tidos , y principalmente, des- -
p ués de hab er come tido las últimas ex torsiones
y las últimas violencias. Se trat ab a nada men os
del hom bre , á cuya cabeza s e había pu esto .un pre-
, cio en otra ép oca, p or los mism os hom bres que
en es ta ocasión ni siq uie ra se acordaban de. que

E l general D íaz le contestó:


- N o es empeño: es qu e no puedo h acer ofre cimientos
de ningu na clase .
, Es ta entrevista la ratificó O' H orán el 18 de agosto ante
el consejo que le ju zgó por los de litos contrala indepen -
dencia, la patria y la pa z pú bli ca, h aciendo recalcar, como
. circun stan cia atenua nte: "que también quiso entregar la
plaza y á Márquez."
Su conducta contrasta con la del padre F ische r, quien,
al pre sentarse, al general D íaz en Tacubaya, le h abló así:
- Señor ge neral, vengo á ped irle la garantía de la vida
de S. M. el Emperador.
E l general D íaz le dijo :
- ¿Cómo viene usted á pedirme garantías para Ma xi -
miliano, si usted, como extranjero, está en el mism o caso
que él?
E l padre Fische r con testó :
- Ahora no le vengo á hablar de eso, sino de S. 1..-1. el
Emperador . D e mí , puede usted disponer como guste, que
es cosa muy sec undaria. _-
E l general D íaz nos h a manifestado que este ra sgo del
pad re Fi scher le cau só impresión de simpatía. [ j'lota dc ,
A. F. ]

\ .
204
existía en el mUl~do semejante hombre. Y todo
esto, cuando aun hum eaba la sangre de Maximi-
liana, de Mira rn ón, de Mejía y de Ménd ez, 'y en
los moment os en q ue esos mismos ho mbres se
disp onían p ara derrama r la sangre de Vida ur ri.
Ocupada 1:: capital, rendidos á disc reción sus
de fensores, fueron tr atados co mo prisioner-os de
guerra; , lo q ue fo rmó co ntraste con la cond ucta
observ ada con los homb r es en tregados en Que-
ré taro p<?r la traición Y para los cuales sólo se en-
contró la muerte ó l as galeras; aunq ue só lo tuvie-
sen q ue repro ch árseles ha ber tomado pa r te en
una de fensa heró ica Y única p or sus ' ~e ta Jl es en la
his tori a de las r evolucion es de México .
Ca ído el Imperio, la po licía re pub licana se ocu-
'p ó es pecialmente en proporcionar víc timas á la
venganz3¡ p olítica: bus ca~ a con fur or á Are llano,
Y después á Vida urri, L acunza , L ares , Q uiroga
-y otros imperialistas, cuyas responsabilidades reu-
nidas ha podían compararse á las que pesaban
sobre to dos los días de la vida de Márquez. Só-
lo de é l no se oc upaban los esb irros del poder,
bajo el pretex to de q ue ha bía: perdido su p résti-
, 'g io, Y de q ue se hab ía perdido él mismo en la
opinión de todos los parti dos; lo que por lo 'de-
más era cierto (I). En fin, algún tiempo despu és,

, [IJ I L ueg? qué fué ocupada la plaza de México, la po-


licía buscó con inusitado ahinco á Márquez: hizo pesqui ..
sas eh la iglesia ele los Ange les, en el panteón de S a n ~ a
Paula y el Carmen, donde se dijo que se ha llab a escondi-
do den,tro de un sepulcro. Se rum oró entonces que la po-
licía hab ía dado con un sepulcro vacío, en el que había
~05
cuando nec esitó Porfirio Díaz pa~ar á Veracruz
para arreglar la expedición destinada á Yucat án,
se encontró emb arc a do el traidor en este puerto,
como por milagro; lo qu e 'p us o á d esc~bierto la '
última, pero no menos significativa, de las coinci-
dencias y ex ttañez~s que resultaron, para no po-
der dudar del acuerdo secreto que debía haber
llevado á cabo Márqu ez, para satisfacer su' mons- '
truosa pasión de venganza.
Si exis tía este acuerdo, corno lo pru eban los he -
chos, hizo bien el partido r epublicano en acep-
ta r le.
E l derecho de gentes autoriza, no solam ente
p ara usa r de l~ traición en la g uerra, cuando aqué-
lla s e ofrece, sin o también para ob tenerla por
restos de com estibles y hu ell as de qu e algún viviente ha-
bía estado en él. Se repartieron con pro fusión retratos de
Márquez entre/las tropas apostad as en to da s las salidas y
en todos los caminos . L a prensa periódica se ocupaba de
continuo en pro palar espec ies acer ca de los pasos de M ár-
quez, las cuales er an seg uidas á menud o por la acción
del gobit;:rno pa ta ca er sobre el prófugo . Si se salvó, ya-lo
hemos dich o, d ebi ólo en par te á su pasmosa sangre fría an-
te todos los peligros qu e le acosaron á cada paso . ,
Pe ro el.l ector pensará. despué s de leer' este rela to: con
mayor ra zón es inexpl icable la fuga 'de M árq ue z. Así es,
en efecto; pero debe tenerse en cuen ta qu e don Ju an Jo sé
Baz, e l celeb érrimo liber al rojo, y su señora espos a, dama
de corazón m uy nobl e, pusiero n empeño decidido en sal-
va rle á todo trance. Már qu ez estu vo escond ido en la casa
del señal- Ba z, y éste despistab a á ' la misma polic ía ' para
qn e no le ha llase. La carta q ue el gran traid or pr esentó . á
don J orge de la Serna en Ve rac ruz, rué de d icha dist inguí -
clf\ se ~ or a . - [ No/(? de 11. P .]
206
cuantos medios s ean posibles, Si no hub o ac uer-
do, no 'dejar án por esto de conservar su odi oso
aspecto los crím en es de M árqu ez. L a más cu-
. I •
bí erta de las tr aiciones llega á ser notoria en pre-
sencia de los documentos, cuya existe ncia se ig-
noraba, ó por la publicidad ele las ve rgonzosa s
ac cion es ele qu e fueron testi go s millares de me-
xicanos y extranjeros. A la histo ria p ertenece
juzgarla en el fondo y no en la forma.
La conciencia.universal, qu e no hacía mas qu e
sospechar el crimen de M árqu ez, le conde na eles-
ele hoy como obra ele iniquidad y como una tris-
te pru eba de todo lo qu e es capa z el corazón h.u ~
.mano, cuanelo está de vorado por las p asi ones.
Paliclece la traición ele L ópez, elesele el mornen-
to en que se la co mpa r a co n la ele Márqu ez. Ló -
pez es 'un hombre des graciad o, qu e 'en virtud elela'
ley provid en cial, acabará sus días" ya bajo el pu -
ñal elel ases ino, ya en el cad also ele la deshonra ó
ya devorado por los, vicios . Este crimin al vulgar I
malelice á Dios y á la humanidad, cuya ex piación
cuenta en el' número de sus más p~nos os sufri-
mientos, el inevitable martirio de la de shonra.en
la vida y en el se pulcro; qu e deja p or herencia á
su ino cente hijo, al ser q ue más eleb e amar s u
corazón , un nombre cubierto de i~famia Yo: ele ver-
g üe nza(es te desgraciado , elecíamos, tien e el de-
r echocle ap elar elel jui cio q ue le infama y pedir
, justicia, exigir q ue consideren las circu ns tan cias '
atenuan tes de su falt a , y.esp erar, si no s u p erdón ,
al menos una prueba ele equ idad.
1"He traicion o
, \ ado á mi So e rano dirá este mi-
I
207
serable, ·he tr aicionado á mi b ienhechor y mis ami-
gos,' porque la obscuridad de mi origen, la mise-
ria de mis padres; y más aún, .mis malos instintos
no me han permitido cultivar mi intelig encia , co-
na cer mis de beres y moder ar mis vergonzosas
pasiones. Obligado po r el des tino á tornar el fu-
sil, la deplorable falta de ed ucación de que fuí víc-
tima y no causa, m,e arrojó á la carrera de l cri-
men, en la q ue ya, corrio simp le sargento, comen-
zaba á traicionar á mi patria, sublevando en una
g uerra nacional, la escolta del jefe del Estado, que
er a al mismo tiempo el camp eón ' de la 'Nación.
D estituido . de mi empleo, en' único castigo de mi '
crimen, que el tiempo había hecho casi olvidar,
(1) la re volución, alrededor de la cual se agrupan ,
tanto los hombres honrados como los criminales
. ¡

famosos, me abrió de nuevo la carrera, á la q ue

[ IJ L ópcz tra icionó ásu patria dura nte la i~vasión ame-


ricana [ 1847.J Nombrado Pre sidente de la Repúbl ica
el general Santa- A rma, infamó este crimen en la siguien -
te circu lar del Es tado Mayor del ejército, publicada ofi-
cialmente el 8 ele Julio de 1854:
"Su Alte za Sere nísima, el general Presidente, ha manda-
do que se expida un decreto excl uyendo del servicio al
subteniente del regimiento activo de Monterey, Miguel L ó-
pez, en ad elan te ex cluído pa ra siempre de las filas, y que
-11a merecido esta medida por su infame conducta en Te-
huacán, don de sublevó la escolta de S. E. el Preside nte, .
que mand aba la s fuerzas que operaban contra los Estados
Unidos.
" Se h ace saber.esta medida á todos los milita res que for -
man el ejército, para que se persuadan ele que si el Supre-
moGobierno reco mpensa á los buenos servidores qJle. se
208'
v ~ só lo fa~taba mi presencia para desho nrarla. S er-
ví de g uía á las tro pas extranjeras y resp ondí al
¡quién vive! de mis conciudadanos, facilitando su
de rro ta y la caída de P ueb la. Co nseguí qu e bri~ .
Hase en mi p ec ho la estre lla del honor. de donde
fué, arrancada más tarde, tan ign ominiosamente
como lo merecía por hab erl a manchado indigna-
mente, E l ilustr e Soberano que conocía mi pa-
s ada infamia (1), .q uiso sacarme par a siempre de
la miseria, de la abyección y de . la infam ia, ele-
vándome á una pos ición , que jamás me había a tre-
, vido á ambicionar: cometió para esto la g ra ve fal-
ta de concederme un g ra do, q ue no merecía; de
otorgarme unas co ndec oraciones , de darme dine- .
ro (2), de conc ede rme una amistad llena de aten-
cion es y de la q ue era indigno, á la vez por mi
nombre, mis mod ales, mi educac i6n y mi pasado.
u Cuando el des tino marcó la hora so lemne de

disting uen po r su patriotismo .ysul ealtad, castiga también


á los qu e son ind ignos de pertenecer á la gloriosa carrera
de .l as armas, etc., etc." : [ a]
/

[ 1] En el libro secreto de Ma ximiliano , publicado en el


Siglo .((iX de México; n úmero del d ía ' 3 de Enero de
1868, se encue ntra esta justa calificación; "López [ Miguel] ,
corone l elel regimiento de la Em pera triz qu e sirvió en las
contraguerrill as organizad as por los americanos [ ($47.J"
(2) Máx imiliano llevó su benevolencia hacia el traidor
L ópez ]lasta el gr ado de servir de pad rino á su hijo. Le re-
ga ló en esta ocasión una casa en Mé'x ico.
-, - - .
[ a] Po r m ás qu e hemos buscado en el periódico ofi-
cial de esa época la circula r á que el autor se re fiere, no la .
hemos podido ha llar . [Nota de 4. Po]
209 \
la prueba, el miedo, la s ed de oro, por el que ve n-
• , 1'"
dí mi prote ctor 'y con él á to dos s us defensores ,
á

meaconsejaron qu e hiciese el p'ap el qu e ,he des -


empeñado, el único dé que fui capaz y ' que era
preciso esper~r del antiguo traidor López, Sólo
por ~ s tas razones entregué Querétaro á los .r e -
p ub licanos, aprovechando el s ueñ.oy el ca nsancio
de los va lientes, 'con los que ~ e habían confun-
dido pasageramente el favor y los caprichos de la
fortuna; sólo por estas r~zones robé á mi protec-
tor ( J) Y le cal umnié en la tumba (2»)-cuando , man-
chado con su sangre, llegué á ser objeto del des-
precio universal,
,
.(1) Después de haber entregado la pla za al enemigo , el
miserable L ópez se ocupó en robar el e-quipaj e del Empe -
rador, de los generales y de Jos oficiales de l ejército. E ste
pillaj e, que tuvo lugar en pr esencia de varios millares de
testigos y ' del cua l tenemos pruebas que reser vamo s para'
otra -ocasi ón, fué revelado por el digno príncipe de Salm
Salm, en la refutación que ldnzó contra el traidor Lópe z y
que contiene este elocue nte apóstrofe: " Firialmente; ¡ cómo
os apr opiasteis los p~peles del E mpe ra dor )' otros obj etos,
como por ejemp lo el estuche de tocador de plata, _que entre
parénresisj amás ha.p arecido?"
El únic o objeto de valor que poseía Ma ximiliano en Que-
rétaro, era este estuche que robó L ópez,
(2) El trai eror L ópez hizo escribir á un abogado de Mé-
xico dos manifiestos redactado s sin tale nto y q ue cubrieron
de ridículo al hombre marcado ya con el sello de la in famia.
És tos malos escritos, pagados con oro de la traici ón ? se
pr oponí an alcanzar cuatro fines:
I? Hacer creer que Qu erétaro había sucumbido por la
fuerza de las armas republicanas.
2(? Pr esen tar como un héroe triunfan te-al trá nsfuga V élez,

14
210
" P e ro este " n sm nom b re, que cometí ayu-
c r rme
- dado por !lts circ uns tancias que preparó un s er
'más vil que yo, fué la escena fi nal de un dra ma
horrible, de una traición sin nombre, preparada,
proseguida y consumada sin mi participación.
"No privé á Miramón de los elementos que ne -
cesitaba para 'lle var á b ue n fin la ca mpaña d,el in-

3? Di sfra zar el robo.


4? Procurar la rehabilitación del traidor.
Para obtener este últi mo resultado, creyó muy se ncillo
ca] umn iar á Maxim ilia no, declarando que el traidor había
salido de la plaza por orden del Emperador, para solicitar
del general en jefe de los republicanos que se le dejase pasar
con su séquito.
No era;el E~perador, que se dej ósa crificar por la gloria
de s u nombre, un miserable de la espec ie del que le vendió,
para dejar así comprometidas las tropas que le habían sos-
tel~ido con tanto valor, lealtad y abnegación.
En cuanto á la huida, ya lo habíamos propuesto á Maxi-
mi liano, desde el 11 de abri l, con el ge ne ra l M irarn ón, pe ro
se rehusó . Si hu biera tenido esta in tención, se habría guar-
dado muy bien de servirse del traidor L ópez, de tan mal
pre stigio entre los republicanos; habría recurrido á alguno
de los generares que que rían capitular, entre otros á Mej ía,
que hab ía conced ido la vida otras veces al general en jefe
de los republican os, cuando éste Iué su pri sionero. Mejía
tenía, ad em ás, las ventajas de su pre stigio, de su carácter y
. de la estimación de los sitiadores. El Emperador, que no
ignoraba nin gu na de esta s circunstancias, le habría en car-
gado evidentemente el desempeño de la misión de ir al cam-
po en emigo, en caso de que hubi era tenid o resuelto en tra r
en arreglos,
E s faba , comp letamente falso, que Maximi liano hubiese
confiado semej ante misión al tra idor L ópez, y jamás, ni es-
te último, ni otro cualqui era, presentarían la credencial que

I
l· 211
te rior, co n el obj eto de qu e se le derrotase; no
acon sejé á Maxirniliano qu e parties e par a Q ue r é-
taro; no le e nga ñé con el plan proyectado , p ero
no e fectuado, de tomar la ofensiva; no ·m~ valí de
I
este pretexto para no arreglar los preparativos ' .
de defensa en Quer étaro; no detuve al ej ército
sin municiones, sin dinero , sin fortificacion es, sin ,
víver es .y sin forraj es; no procuré subsistencia fá-
cil á. los liberales, de jando llenas de granos las ' I
haci end as y posesi on es de los ~lre de do re s de la
plaza que iban á sitiar; no acons ejé la .retirada qu e
podía te rmina r en una derrota; no hic e tr ásp o r- _ '
tal' á la Cruz el cuarte l g en ~ral , del E mper ado r y
aún al mismo Emperador; no me disponía á en-
tregarla entonces alenemigo, oponiénd om e á que
habría debido llevar al campo de los republicanos y sin la
cual no hubier~ sido rec ibido y esc uchado como env iado
del E m perador.
Lo cierto es, que á las seis de la tarde del 14 de mayo,
recibió orden L ópez, para que1 estubiese listo á .las .
once y
media de la noche, para el movimiento qu e se iba á efec-
tuar. D esde las se is hasta la s once, es tuvo ocupado Maxi-
miliano, con M iramó n, Castillo, conm igo y el coronel Re -
donnet, y á las ocho comenzó el E mpe rado r á hacer b us-
caral traidor, que. pareci ó hasta la s once, porque estaba en
el campo republicano arreglan do la venta de la plaza. Maxi-
miliano solic itaba á L ópez, porque que ría sa ber .si estaban
los caballos d e la cab allería en es tado de resi stir aún el d ía
. . \
siguiente sin tomar forraje. La desapar ición de l traidor privó
al E mpera dor de este dato é im pidi ó el movimiento pr oyec-
tado para la noche. Con tra la volun ta d de M ir amó n y la
nu estra, y ta mbién con tra la de Maxim iliano, se difirió pa ra
el dí a sigu iente, según el d eseo que había expresado M én-
dez por·intermedio de Redonnet y apoyado por Castillo.
I I

212
se defendies e convenientemente este punto.im an-
da ndo ' q ue se retiraran las tropas que contenían á
los republicanos en la lí~ea del norte, para que
és tos p udieran entrar libremente en la plaza; .no
me aproveché de las graves circunstancias de es-
ta época para -herir cobardemente y.' á la sombra
de Maximillano, la dignidad y el amor propio del
valiente Mira món; no evité q ue se batiese á. los
republicanos el 17 de marzo; no abusé de la co-
.misi ón que se dió pa ra salvar á Q uerétaro; no en-
gañé á mis compatriotas; proclamándome lugar-
te niente de l Imperio, para gobernar. y no llevar á
Querétaro los r ecursos qu e podía conducir en -
q uince ó veinte dias; no fraccioné las tropas de la
capital para dar tiempo á los republicanos de
Q uerétaro, q~e estabanayudados por el hambre,
para que sucumbiesen los hombres , á qui enes ha-
bía jurado perde r; no simulé una derrota necesaria
. para consumar mi venganza; no imaginé el san-
griento's imulacro de un sitio.á la capital, á cuya
sombra, para salvar las apariencias y sin tener in-
tención de.semejante crimen, se de struyeron las
fortunas, se hizo. morir de miseria y de hambre á
tanta gente, y, en suma, se derramó tan ta y tan
generosa sangr e; no privé á ninguna de mis víc-
timas del co ns uelo de la defensa; no engañé' á tan -
tos hombres leales ni les obligué á comprom eter -
se á secundarrne con la esp eranza de sa lvar á sus
amigos yal Imp erio; no robé á los ricos, ni mar-
tiricé á las familias ,ino centes; no hice derramar
torrentes de san gre en Pu ebla , en S an L oren zo,
en Querétaro y en México) con el único obj eto de
213
satisfac er mi sed ele veng anza; no derroqué al Im-
,1perio, causanel ola ruina de den -mil familias y cu-
briendo de duelo á mi país. El as esino Márquez,
el odioso Márque z, el gran traidor Márquez, fué
quien preparó y consumó .esta s erie de crímenes
desconocidos" cuyas pruebas pueden estar ya re·
gistradas por los anal es del mundo. Cuando es-
tuvo terminado " todo es to, cuando la -situación hu-
bo llegado á su más deplorable extremidad, y
anunciado para su desenlace una catástrofe ho-
rrible, efectua da de un modo de otro, mis malas
ó

pasion es ,me impulsaron á servir de instrumento


á la s ec r eta tr aición de M ár q uez, y sólo conduje
á las víct imas a l suplicio qu e se 'les había prepa- - II
rada con malla pr ódiga.
HEl trai dor, cuyo crimen no puede compararse
al mio, había recibido educación, prose guía una
car r era, cuyas man chas sa ngrientas podían excu-
sars e p or el fanatismo político; tenía un nombre
ya cé lebre; se le pres en tab a un gran porvenir]
era el árbitro de la s uerte de Maxirniliano, de la '
del ejército y de la patria; y en fin, teniendo en
su s manos el poder y los medios q ue se le con- ,
fi aron, para salvar ó p erder para siempre á su '
Prínci pe y al ejército, se ,decidió libremente por ,
el segundo par tido. Y [s ólo mi nombre será des-
preciado del mundo! ¡se verá aún en el c uello de
este hombr e la insign ia , que dejarí a de ser la
del honor si pe r maneciese en s u pod er por más
tiempo!
¡'Si '1:-1 conc iencia universal (,:s f usta, si el juicio
, el e los ho mbr es es imparcial y severo , COlúO el de
/ 214
Dios, todo el género humá no proclamará de hoy
en adelante, q ue el traidor Má rquéz es más cul-
pable q ue el tr aidor López. D e cualq uiera mane-
ra, s u expiación será te r rible y espantosa ... _vi-
vid. en el futuro , p ero siempre ac ompa ña do de
es tas palabras del Señor, qu e atravesarán la his-
tor ia en su seguimiento :
"¡¡¡Cain, q ué has hecho de tu herman o!'!"

ÚLTIMAS PALABRAS
E l r etar do invol un tario q ue sufrieron la tr aduc-
ció n é imp r esió n de esta obra, escri ta desde el
mes de marzo últ~mo, dió tiempo al general Már-
quez para publicar un manifiesto, dirigido á la Na-
ción Mexicana, c on el objeto de justificarse de los
cargos que le imputa la o pinión universal, y que
so n los mismos q ue los que se le dirigen en esta
ob ra. I

E l autor de es ta memo ria lleva la hipocres ía,


la falsedad y el cinismo á un g rado tal, que en
honor de la ye r dad histórica, nuestro deber es
r efuta rlo, tarea muy sencilla de la q ue nos oCU- .
pa!?os en este mom ento, y qu e sirve de tema para
un vo lumen es pe cial, q ue publicaremos antes de
mucho. Po r ahora , nos ha parec ido indisp ensable
da r las sig uientes ex plicac iones:
Márq uez niega qn e él se a el a utor de los as e-
215 \
sinatosde Tacubaya, 'En apoyo de esta negativa
publica la orden qu e había recibido de Mirarnón,
para fusilar á los oficiales y jefes prisioneros (1)".
En lugar de s ervir de defensa al asesino la orden
en cuestión, es la prueba que le condena, porque
pasó por las armas á los generales, á los médicos, '

[1] E l II de abril de 1859, poco despu és d ~ la bata .


lla de Tacubaya , el teniente coronel Flores, ayudante de
campo de Miram ón, entonces 'presidente de la República,
entreg ó á Márquez, que iba entrando .en aquella Vill a, de
reg reso de haber acompañado un cor to tre cho del camino
de México á Miram ón, un pliego con el carácter de muy
urgente, que decía:
"General en Jefe del Ej ército Nacion a1. - Excmo. Se-
ñor.-En la misma tarde de ho y, y bajo la más estr ech a
res ponsa bilidad de V. E. , mandará sean pasad os por las
armas tod os los prisi oneros de las clases de jefes y oficia-
les, dándome parte del núm ero de los que les ha ya cabido
esta suerte. D ios y Ley. Méxi co, Abr il 11 de 1859.-ryIi-
ram ón. -Una rúbrica.-Excmo. Sr. General de División
en jefe del Ejé rcito de Operaciones, D . Leonardo Már-
qu ez.-Tacubaya."
El gen er al . l\Januel R amírez de Arellano dice en sus
Apull/es de la Ca ll1pafia de Orlen/e: " A las diez y media
de la mañan a del día 11 d e abr il, las salvas de ar tillería,
el repique de las ca mpanas, y el entusiasmo del pu eblo
que victoreaba al Supre mo Magistrado de la nación, amll~ ­
ciaro n á los habi tantes el e la Capitalsu in esperad o reg reso.
"En estos mom entos era derrotado en Tacubay a D . San-
tos Degollado por el. primer cuerpo ele ejé rcito que man -
, \
daba el ge neral D. Leonar do M árquez. E l Presidente mar-
chó á las loma s y presenció la dúp ersióll de «que/las chus-
mas, regr esan do después á la Capital en me dio de las acla-
mac icnes del pueb lo."
La orde n de Miram ón mandó re cogerl a don Beni to J uá,
216
á los ciudadanos y aún á los obreros del E stado;
atentados que dieron á estas ejecuciones el terri-
ble aspecto que tanto indignó al sentimiento pú- :
blico; y la protesta de Miramón, que consignamos
en la página 22 de esta obra, adquiere más fuer-
Z"a y verdad que1a que había recibido, por laúni -
ca circunstancia de que la escribió 'el ilustre ge-
neral después de su sentencia de muerte.
, Pretende Márquez que él ganó las batallas de
Ahualulco ,y San Joaquín, aunque Miramón era el
g eneral en jefe, y asistió á ellas; dice que este úl-
timo debió la banda azul á la primera de 'estas
" batallas, y á la segunda su elevación á la presi-
dencia. ' E n esto, como en 'las setenta y tres , pá-
ginas ,de la edición económica de que se compo-
ne ¡el manifiesto, no hay una palabra de ve r dad.
Desde el fondo de susepu1cro, responde Miramón
con l1na sonrisa desdeñosa, al pensamiento de q~le
se pueda acusarle de hab er despojado de una par-
te de sugloria militar al mismo hombre por el que
fué entregado en manos del epemigo que derra-
mó su san gre. En cuanto á nosot.('o~ , que trans-
ferimos 'para una ocasión más oportuna trat ar
de todas estas fals edades , nos contentaremos po r
hoy con decir dos pal abras sob re es te obje to . P a-
ra ser elevado al grado de general á los vein-

rez.v en 1861,_del -poder de la .se ñora Lu z Araujo de M ár-


que z, madre' del gen eral M árquez . E l licenci ado Mariano
Arriera, ju ez sép timo del ra mo criminal, qu e cumplió el
mandato del gO,bie rno ,extendió testi monio autorizado del
docum ento á dich a señora . De spués el m is mo gobierno [e
dió publicidad, [N ota de A . P.J
217
tiseis años, para ocupar él primer puesto en una
R epública ele ocho, millones ele habitante s.ien cu-
yo seno desempeñan Un gran papel 'ei va lor: y la
ambición persona l; para escribir, en fin, con la
punta de la espada un nomb re que ha llega do á
ser univ ersal, se' necesita algo m ás q ue usurpar,
I los servicios, de la r utina, y de la medioc rida d.
, Es preciso tener genio, y sobre todo, que se pre-
/
senten grandes ocasiones .p ara da rlo á con o ce r.
En otra ocasión recordar~mos á Márquez, cu án-
tas veces le sacó' Miramón de las situacionés di-
fíciles, y terminó e n una semana las campañas
que no había osado em prender Márquez, entre
o tras las de Guadalajara y de Colima. Finalm ~n­
te, no estab a el autor de l man ifiesto al lado de
Mirarnón, cuando la segunda defensa de Puebla,
en la prim er a 's or pr esa de Z'oiuca, en el puerto o

-de Carretas, en la Estancia, en Zacateeas, en el


Cimatario y en las otras cincuenta batallas q ue
fueron el p edestal de la gloria del joven presi-
o \

dente f~siladp en el Cerro de las Campanas.


No es verelad que Mirarn ón fué elevado al g ra-
do de gen eral. de división, g racias . á la ba ta lla de
Ahu alulc o, y á la presiden cia de la Repúbli ca, p or
su tr iunfo de S an J oaquín. T odos los mexicanos,
exce p to M árqu cz, sab en qu e por la primera de '
estas victorias , sólo le concedió el gobie rn o una
cruz conmemorativa y una espada de ho no r , y
qu e llegó al primer p uesto de la patria, como
s us tituto de Zu loaga, á q uien había r establecid o
e n el pod er, despu és de hab e r renunciado á la
pr esiden cia ele la R ep úblic a , q ue s e le ofreció
218
po r el.vo to de una junt a de no tables. Cuando á
p rop ósito de acontecimientos públicos y con te m-
porá neos, s e os a mentir de esta manera, dejamos
al bu en s entido del lector el cuidado de apreciar
la s uma de ve r da des , que se pue de n hab er co n-
sagra do al relato de líeohos secretos, q ue sólo
han podido ser co mpletamente conocidos del Ern-
'perador 'Maximiiiano , de Mir ámó n y de mí, cuyas
p ruebas auténticas s e ign oraban por la mayor
p arte, y q ue se sup onían perdidas para siempre.
Niega el gene ral Márquez qu e 'hubiera ido á
unirse á las tropas franc esas en Orizaba, cuando
ac ababan de r etirars e de P ueb la b ajo las órde-
nes del general de Lorencez. Asegura q ue iba á
, embarcarse para el ex tra njero , qu e prete ndiendo
. los rep ublicanos de ten erle en su camino, le obli-
garon á dar la acción de Barranca Seca, en la
que triunfó él, y q ue só lo le decidieron á perma -
necer en México las explicaciones .q ue le dieron
en O rizaba, el g-enera!' Almonte, el doc tor Mira n-
da y otros muchos mexicanos, co n -la convicció n
de q ue el país elegiría un gobierno entenarne nte
mexicano. "Ninguno, afirma, me hablóentónces?fe
"
m onarquía, y mucho menos aún de un pr!ndPe ex -
tranjero. . Al contrario, se me aseguró que cuando
IlegaseJZ á México , se convocaría á la naciár: par a
que declarase su voluntad y que se constituyese, se-
-gzt1l esta-voluntad, per o siempre como gobier no me-
.x icano. De manera que sólo estuve en la creencia
de que se trataba de cambiar el que existía, .con el
que llill.lJltllo p odía arreglarse; y camoiar la C Oll S -
1¿lució1l de 1857, que es la causa p orque se Iza .df!-
219
rramado tanta 'san/::-i-d: (Pcíg¿Jlas 24 y 25 del Ma-
uifiesto.
, S in quitar aq uí la calificac ión de inuasiá«, qu e
da Márq uez á la in te r venci ón fran cesa , y á la
pretensión qu e tien e de q ue habría podido ser
víctima de un engaño, el le ctor deb e saber q ue
comb a tió p or el invasor en S an Lorenzo y l en
P ueb la, y q ue después fué un o ' de los ~ no tables
q ue procl am aron la monarquía y q ue elig ieron
E mperad or á 'Maximiliano .
E s ta es l~ ve rdad: el ge ne ral Márq uez hacía la
g ue r ra al g obie rn o ele Ju árez , co mo co manda nte
en jefe ele las fuerzas cons e rvado ras , y recono-
cien do como presidente de la Rep ública a l gene -
ral Zuloaga. Már q uez di ó al presidente una no ti-
cia falsa, asegurándole que habia toma d o por fuer-
za la p laza de Teloloapam, p recisamente cuan-
do acababa de s er arrojado ele ella y obligadó á -

levantar el sitio. Z uloaga le destituyó de s u man-


do, ynornbró al general Coba s pa ra r e e rnplazar-.
lo , y éste to mo posesión de s u em ple o.' E n este
estado estaban las cosas, cuando se re tiró de P ue-
- b la el g~ n eral de Lorencez y vo lvió ~l O rizab a.
Márquez es tuvo en comunicaciones con A lrnon-
te , y és te contaba con' qu e asistirían las tropas .
conservado ras al ataq ue de is de Mayo, lo 'que
no tuvo luga r , y Almonte y el padre Miranda,
c uando vo lvieron los fr~n c es e s á O rizaba , die-
ron á Márquez, desde Amozoc y co n fecha 9
de mayo, las instru cciones para qu e s e unies en
las fuerza s e n c ues tión ;'\ las elel gene ral L oren-
cc z. E nto nces s ub lev ó Márquez las tr op as de
220 .
Zuloaga, que estaban e~ Izúcar, y se valió de un
_ay udante de Cobas para engaña r al general He-
rrán, que estaba en Atlixco con la caballería, y le
hizo moverse en dirección á Orizaba.
Las fuerzas de Juárez hicieron durante esta
marcha ls> qué debían, es decir, intentaronestor -
bar el paso á la caballería que iba al campo de
los franceses, y habrían alcanzado su objeto, sin
la llegada del 99 de línea, que á las órdenes del
comandante Lét évre, llegó á Barranca Seca y
decidió la victoria en favor de Márquez, que dió
pa,rte oficialmente al g en eral Almonte, del triun -
fo alcanzado! gracias á los auxilios que pidió á
los inuasores. .
¡

. Para rendir homenaje á la verdad,. diremos que


la acción de Barranca Seca estuvo diri gida en
realidad por el general H errán, recom endado en
esta ocasión por su valor en el parte resp ectivo
que dió Márquez el 23 de mayo de r862.
Los generales Zuloaga, Coba s y Benavides,
ab andonados por sus tropas, prosiguieron su mar-
I cha con la infantería hasta O rizaba , .y pasaron de
esta ' ciudad á Veraéruz, donde s e embarcaron
para la Habana. Cada uno de los dos prim eros pu-
blic ó un manifiesto en la isla de Cub a, r efiri endo
los princip ales hechos qu e hemos r elatad o á pro-
pósito del modo con que se unió Márquez á la
intervenci ón fran cesa, y califica ndo de traidor al
hombre qu e arrastra así á su patria por el ca-
mino fatal qu e debí a terminar en Q uerétaro.
l~n la ép oca de es tos acontecimientos, el Bo-
lelhz del ejé rcito mex icano q ue se .p ub lica ba. en .
·~ .
Orizabay qu e natLll-alment~ r ecibía ~ us inspira-
ciones del go biefno del gene ral Almonte , ex plicó
el 28 de junio po r q ué ca usa no con currieron las
tropas conservadoras al ataque del 5 de mayo, y
el modo con que s e unieron por fin á la int erven-
ción. Entonces no s e a tr ev ió Márquez á contes- '
tar una .sola .' pal abra á los g enerales Zuloaga y
Cobas, ni al. B oletí1/. del -ej ércitot pero después
de s eis años ha creído 'p o der "negar la veracidad
de hechos universalmente conoc idos.
Cuando p ublique mos la r efutación del manifies--
to del g eneral M árque z, publicaremos igualmen-
te los documentos oficial es á que hemos hecho
alusión. P or a hora nos basta apelar al honor de
los gene rales de L orencez; Almo nte, Zulo aga y
Herrá n, invit án doles á qu e nos desmi entan pú ...
blicarnen te, en el caso en que hayamos alt erado
en algo la ve r dad . . E n lo que concierne á la all-,
daz negativa de M árque z, con objeto de .la con- -
ducta qu e 'obse rvó con la intervención fran cesa
y de la 'c alificación q ue la da hoy, .tra t ándola de
invasión, c uando fué el primero en unirse á ella ,
arrastrando cons igo al ejérc ito y á la mayoría de
losmexicanos , s e deb e en cont rar la prueba pal-
pable de que con esta co nduc ta traicionó á su pa -
tria del mism o modo, q ue traicionó a l Imperio, '
c uando su caída. E s te hombre merece, p ues, la
calificac ión ele tr aidor, co n l a que los ju ari stas
de sign an injust amente á sus enemigos polí tico s.
Los mexi canos que tr abajar on en E uropa para
que se r estaura ra la 'monarquía en la patria de

.
Iturbide; los qu e, como nosotros , acep ta r on ' la '
, ,222
intervenci ón francesa, cuando fu ~ un hecho con-
sumado y sostuvieron lealmen te el Imperio, no
tien en en e fec to p or q ué ave rgonza rse 'd e su co n-
du cta, aunque el r esultad o q ue se obtuvo haya '
fallido todas las prom esa s y enga ñado t odas las
es pera nzas.
L a intervención de un país, en los negocios de
o tro país, co nsiderada desele el p unto ele vista
teórico, es un a te n t~?o co ntra el de rec ho de gen-
tes; p ero es lóg-ica, es co nve niente, cuan do se .
o

trata ele un p ue blo devo rado po r la anarquía -y .


amenaza do de muerte. por un vecino, poderoso,
que le ha despoj ado ya de más de la mitad de su "'-
an tigu o territorio: p or' un ene migo q ue cuenta
o

co n la alianza de una facción llamad a impr op ia-


ment e liber al; era patrióti co q ue .los bu enos me-
o xicanos acep tasen el único y último re medio de
to dos los q ue se han emplea do para co nquista r
, la salvación nacional. E n cu!'nto á nos otros q ue
sal vamo s p rovide ncialmente de la r uina del Im-
perio de Maximiliano, ca usada por la traición del
,general Márqu ez, dir emos siempre en a lta voz,
q ue acep ta mos la int erven ción fran cesa, porq ue
era imposible preveer sus fatales res ultados, y
q ue cuando cambió el E mperador la funes ta po-
líl,i ca d e -su gobierno , 10 sost uvimos, combatiendo
con tod a la energía de nuestro carácter ycon to-
das nu es ~ras facultades, contra el enemigo, qu e só-
lo le ve nció ayudado por dos traidores. Al hablar
de este modo, es toy en el destierro sin más for-
tuna que una conciencia tranquila, proscripto de
mi familia, so pena de muerte en mi patria por. la
223
"facción que la domina y a ún sin conservar l~ d úl-
ce "es pe ranza de q ue p ue da escapar México' á" los
,

horrib les "males q ue le devoran. E l gene ral Már-


qu e ~ , ig noran do q ue el Empe r,a dor Maximilian o
tuvo cui dado de 'hacer co ns tar, p or la voz a uto -
rizada de los generales comanda nte en jefe de l a~
tres armas del ejército y del jefe de s u estado
"mayor , q ue es te personaje creó la situación po r
la que s ucumbie ron los de fenso res de Q uerétaro
y q ue les perdió por no desemp eñar la comisión
q ue se, le encargó de ir á México, p ara lleva r un
"ejé rcito auxiliar, dice que no d ejó por esta co-
misión la p laza sitiada; sino, muy al co ntrario, por
la de conservar la capital. S uponiendo, como los
diarios de México, q ue la copia de la carta sin "
firma que dirigimos elr I de abril al Emperador,
en compañía de Mirarnó n, fué firmad a tam bién
por o tras personas, dice , q ue los
. generales
. .
que
propusieron á Max imiliano su salida de la plaza,
co n el ,obje to de obligarle á auxiliar á Q uerétaro,
ignoraban ó habían olvidado las verdaderas ins -
trucciones q ue recibiera.
Los comandantes de infantería y artillería, los
dos generales que dirigían la de fensa de la p la- t
za, es decir, Miramón y nosotros que eramos
miembro y secretario del consejo de guerrél;, y
representamos, el 20 de marzo, al Emperador en
el seno ele ese consejo, para informar á sus otros
miembros de las opiniones emitidas á Maximilia-
no, 'y que conservamos las actas originales, re-
dactadas por nosotros y firmadas por el consejo,
no ignoramos, ni hemos olvidado las instrucciones
224
yla co misión dadas al gene ra l traidor, q ue derri-
b ó el Imp erio p,ara eje rcer la más cruel de las
venganzas; y precisamente p or es ta razó n pro-
p usimos al Emperador el r emedio oportuno para _
todos los males q ue au guraba el re ta rdo del hom-
bre en cuyas manos es taba la sa lvación común,
Cap el fin de so ste ne r sus men tir as, reproduce
M ár qiiez' párrafos truncados ' de las ca rtas de Ma-
ximiliano, sistema muy c6 modo para hacer decir
or dinariamente á tod o el mund o 10 contrar io de
lo qu e se ha escrito; mutila igualmente dive rsos
documentos oficiales, y fund a en fin su principal
argum ent o, en el cambio de fec ha 'del decreto '
que le no mbraba Regente d el Imp erio, ejecutado
co n intenci ón y en la forma q ue vamos á explicar :
Cuando el JOde marzo resolvió el consejo de
los g en erales, q ue despu és de esperar dos dias la
'llegada á Q ueré taro elel general Olvera, el ejér-
cito imp erial tornaría la ofensiva co ntra los rep u-"
blicanos, IvIa;'imiliano quiso evitar las consecuen-
cias ele la faita ele gob ierno, en el caso ele que mu-
ri es e en la campaña, y el día r r de l mismo mes
nombró una r eg en cia, comp uesta de l presiden-
te de l co ns ejo de ministros L ates , de l presi-
den te del consejo "de estado Lacunza, y del ge-
neral Má rqu ez ( r ). Maximiliano firmó este de-

[ rJ No sab emos si cuando publicaron los republica-


n os este decreto, se come tió la falta de impresión de reem-
plazar la fecha de l 11 de mar zo por la del 11 de mayo ;
peroel general Márquez conoce tan bien como nosotros la
fecha de ese do cumento, inspirado á Maximi liano , C0I11 .0
todos los demás, por el mismo que le engañaba sin cesar ,
creta .en el Cerro de las Camp anas y lo refrendó
el Ministro García Aguirre, qu e reside actualtnen -
te en Madrid. ' . I
El dí a sig uie nte , es de cir, el 12 de marzo,
Maxirniliano firmó igualmente su ab dicación eq el
C erro de 'las Campanas', para el cas o de que s e
le hicies e p rision ero.
D estituid os los ministros Lares y Marín, á co n-
s e c ~ en cia de las intrig as de Márq ue z, el 20 de
marzo s~ nombró presidente de l g abine te á Vi-
dau rri , y ~ué necesario . modificar igualmente la
Reg·enc ia. Entonces firmó Maximiliano un nuevo
de cre to, no mb ra ndo miembro de la.Regencia á
Vida urri, en lugar de Lares, y dejando á IvIárquez
y Lacunza . E.I E mperado r fin nó este nuevo nom -
b ra mie nto el mism o día 20, en el cuartel general
de la Cruz, de Q ue ré ta ro, y lo refrendó igu al-
mente el minis tro Garda Ag·uirre.
C uando s e ve ndió la plaza, los papeles de Maxi-
m iliario cayeron en poder de los r epublican os , y
es tos' p ub licaron los decre tos aco mpañados del
ce rt ificado el el fiscald el pro ces o Aspiroz , hoy sub-
s ecre tario ele negocios extranjeros; y es tos docu- _
men ta s sirviero n pa ra acusar al Emperador, de
q ue te nía deseo ele prolongar' la g ue rra civil aún
e':l el caso el e prisión ó muerte. Los defensores
Ortega y. Váz q uez decla ra ron, en nombr e de l ilus -
A nte los tribun ales y ante la opinión pú blica, tan~o me-
re ce el tit ulo el e falsar io el qu e se sirve de docum ent os
falsos, como el que los ha falsificad o. Al recordar esta ac -
ció n ver gon zosa, no podem os menos que da r este nombre
al general M árquez.
15
226 .
tre acusado) que se había firmad o la abdicación,
previendo los .dos casos, qu e s e hab ía entregad o
á Márquez para que la hici ese llegar á man os del
presidente del consejo de estado) y que debía
,¡ hab erse publicado; lo qu e no se ve rificó y co m-
prometió m~s y má s la situa ción de Maximiliano.
Cree el general Márquez qu e después de la
mu erte del Emp erad or, pued e decir y hacer to d ~
10 qu e juzgu e co nveniente p ara su justificación ;
cambia la fecha 11 de marzo p or la de r 1 de
mayo, qu e fué p or casualidad el día en. q ue Maxi-
miliano, Miramón, Cas tillo y nosotros discutim os
la relación que habíamos redactado el d ía ante rio r
sobre la situa ción d>: la defen sa de Q ue r é taro ;
· refutando al barón de Lago, invoca el sig uiente
argumento: "Si el I I de may o, es decir, cuatro dias
· antes de la pÚdida de la p lazil.) me uomoraoa R e-
gente el Emperador, por la segunda vez, ¿cómo /Judo
designarme d los ministros extranje ros como e/ ma-
yor traidor?" Tanto cinism o y mala fé excitan ve r -
dade~am ente la may or indi gn a ción . -S in· e mbargo,
s emejante causa y e l nombre , cuyo hon or se tra -
, . taba de defender, son dign,os de es tos medios de
defensa.
A for tuna dame nte la p rev isión del E mpe rado r
legó la pru eba s ol emne de la traición, q ue ha ad-
· quirido nu evo valo r por el a udaz men tís delhom -
bre sob re qui en debe recae r la r espon sab ilida d
el e la ca ida cl eJ. I mp erio Mexicano. La opinión y
la historia sabrán muy b ien en IlH~ parte han de
b usc ar la ve rda d: entre el tes timoni o de los c ua tro
p rime ros. g e ~e ral es del ejército ) qu e re fie ren lo
227
hechos por orden de Maximiliano, y el de un ¡trai- '
. dor á-s u Soberan o y á s u .p atria.
.Terminaremos por ahora llamando la atención
.s obr e esta circuns tanc ia: qu e, no sa tisfecho el ge.-
neral 'Márq uez con s u trai ción, ha qu erido p¡-e-
sentarse al mund o co mo falsari ovseg ún acaba-
mos de demostrar.
D espu és de la publi cación de es te libro, se
pondrán á rucia pru eb a la -justi cia de F rancia y
el re nombre de la ' L egión de H onor. En efecto,
tendrán qu e se nte ncia r entre la r ehabilitación de
López y la degradación ' de M árquez , Yo, qu e
te ngo el o rg ullo de llevar en el p echo la.gloriosa
'insignia del hon or y q ue , p ara conse rvarla con to-
da su pureza, he hecho g rande s y costosos sacri-
fi cios, cuando la caída de l.Imp eri o, sirv iendo con
todala abnegación p osibl e á un gobiern o que en
s us días de prosperida d nos ha bía co lmado de in-
g ra titudes y~persec uci o nes , debi das á la ve nganza,
estoy ititimam ente co nvencid o de qu e el Empe-
rad or Na po leó n, s us ministros , el se nado, el cuer-
P,o legislativo , el co nsejo imperial de la or den,
la pre nsa y el sentimiento nacional de Fran cia,
se indignarán por nu es tr as revelac iones y harán
q ue la or den de la Legión de H onor, la primera
de las órde nes del mundo , no ab rig ue por más
tiempo en su seno á un tr aidor y falsario .
D IC IE MBRE 30 DE 1868.

l'

I .
~

,
-A P E N 'D I C E
, .

..

LOS IMPERIALES HECHOS PRISIONEROS
-.
EN- QUERÉT..A..RO

LISTA nominal d e los prisioneros hechos por


las fu erzas d e l a R epú b lica en la ocupación de '1

la p l a za de Qu eré taro, y verificada el 15 del


pres en t e m es, con e xpresión de-sus clases, des-
t ino y nacionalidad [lJ .

Aacarouo ua. i--Fernando Maximiliano, Jefe del ,


Ejército sitiado, austriaco.
GENERALES DE DIVISIÓN.- Tomás Mejía, J e-
fe del Cuerpo de Ejército de Ca ba llerí a. -Mig uel
Mirarnón, Jefe del Cuerpo de Ejército de' I~fan­
tería.
GENERALES' DE BRIGADA.-Severo del Casti- I

llo, Je fe del Estado Mayor G eneral del E jército. .


- Francisco Casanova, sin mando.-José María
Herrera y Lozada, Comandante del r ecint o inte-
rior.c-vSilverio Ramírez, preso incomun icad o.
é

- P ant aleón Moret, Ay udante del General Mlt·a~


món. -Many.el María Calvo, r eti ~ado después de
se rvir en la Cor te Marcial:- Pedro Va ldés, Jefe
de la 2~ D ivisión de Infan teria.c-e-Mauuel Escobar,
(1) E sta noticia porme norizada se sirvió ofrecérno sla e l~
testimonio ele afec to el general Mariano Escobeclo, quien
personnlrnente la puso en nue stras manos. [ j\.Tola de A . P .]
232
e nfermo y sin mand o.i--P eliciano Li cé a ga, J efe
de la 3. á línea ex te rio rv--'-Jos é María }¡Ilagaña, re -
tirado sin mando.
CORONELEs .-Mar.ano Mouterde, mandó pri-
mero una b rigada y des p ués la 2 .<1 Di \'isión. - Ma -
riano Reyes, In g eniero en J efe. - M anu el G uz-
mán; en ,e l Estado M ay or G en eraL - Príncip e de
S alm, mand ó una b rig-ada de Infantería, alemán y
ciudadano americano. - - Juan Ro dríg ue z, j efe del
L ° 'de línea.- - M anue l Alegre, Jefe de l Estado
Mayor de la Iq. fantería.- Ju an Ado lfo Ca rranza,
Jefe del Esta do M ay or del D epósito de Oficiales.
- J a se Mar ía Z apata, J efe del 15 ~ Batallón de li-
nea.-Ped ro A. Gonzá lez , J efe del R egimien to
de la E mpera triz. - Pedro O rrnaec hea. Ay udan te
del Empera dor.-Ign acio de la Pez a, J efe del
Batallón de Artilleria. -, F rancisco ' Red onét, Je-
fe '~ el 3 . 0 de lín ea. s-c.An to nio Día z, J efe del Regi-
miento Guardia Municipal de M éxico .e-Tgnacio
Garc ía, sin mando p articul ar. c-vZeferino Ro drí-
g uez, mando de una bateria- --Jvlariano Ve raza,
Presidente del Co nsejo de G ue r ra de l Es tado Ma-
y or del E jército. - Ma rcos Bar ragán, s uelto. -
To m ás Prieto, proveedor.
TENIENTES CORONELEs. - 'rrinidadMaría Gar-
Cía, en Ardllería.-Antonio M. de Ho r ta, Mayor de
órdenes de la ( .a brigada de la 2. <1 División. -Jo-
sé Almanza, Jefe delEscuaclrón de Ce laya.-Eme-
terio Maldonado , J efe del Escuadrón de la Barca.
- Mig uel Gutiérrez, 2~ Jefe ele la 3. a línea. -
Faus tino Va lderrey, J efe de l Ba ta llón p erm anen- ,
te de Querétaro.-Juan ~" Ayer, J efe del Bata-
'{ 233,
llón vo lunta r io ele- Q l1er é taro.- Ju an García R e:
, b ollo, eUCéll"g'ado de hospitales.e-Tí.rnes to Pitt-
ner, Co mandante de cazadores, . a ustriac o.s--R a-
m ón R. R qb les,Mayo r de la l. <\brigada :de la L a
División el e Infantería. -Manuel Alarc ón, ayudan-
.te de l General Vald és.v-T'elipe Vázquez, r anchero
elel Ba tallón de Ce laya. - P edrp Na varret e, man-
elo de una b atería. -Fl~an cisco Camp os, Mayor
.
ele órd enes ele la 2. D Br iga da, ele la 2. a Di visión
ele Iufante rfa. s--Ramó n Viva nco, agregado al cua-
dro de oficiales. e-sj uan Ye m a, s uelto.- Manuel
Irastolsa, proveedo r de Ca baller ía.c--D iego Te-
rrero s, presiden te ele la Cor te Marcial de San "
L uis (1 ). .
C OM A N D A N TES . -;- José Nav a, Ay udante del G e-

(1 ) E n est a lista n o figuran los tenientes coroneles Ma-


. n uel V . Escalante é I gn acio de A rreta y lo s comandantes
Ca simiro F rontana é Ignac io Sep úlve da, ni el en ton ces te- "

n ient e coronel Agustín P ra dillo, h oy general de bri gada,


In tendente de los Palacios N acional .y de Chapultepec y
di p utado al Congreso de la U nión , quie n decía en di ciem -
bre de 186 9, que tu vo la fort un a de estar al lad o .de Maxi-
mil ian o desde los primero s días de su llegada á M éxi co y
de ser el ún ico de los prime ros an tig uo s ser vidores de l E m-
-p erador que le acompañase en los días de prosp eridad y
en los últimos y ac iagos de Querétaro. " Todos los h abi -
tantes de esta ciudad-e-afirmaba-e-son testigos de la pa-
ternal deferencia co n que me veía S. M ."
E l gen eral Pradillo fu é .quien se presentó en el cerro de
San Gregario, en Q ueréta ro, cerc a de las ocho de la ma-
ñ ana d el mem orable día 15 deMayo de 1867, con' bande -
ra de pa rl am ento, al gen,era l Maria no Escobed o, signifi-
"c ánd ole : "que su Sobera no se re ndía sin con dición." (JI/o-
la de A. P.)

..
234
ne ra l Valdés .e-vllermenegildo Rojas, Mayo r del
Bata llón de Qu erétaro.-- Juan Oscuras, Mayor
del Regimiento de la E mpe ratriz. -Ernesto Mál-
burg, Mayor de húsares, aus triaco. - Victoria-
n o Monte ro , Yocal del Consejo de Guerra.- Jo:
sé María Vilchis, Jefe de' la sección topográ fica
del Cuartel" Ge neraL-Maceelonió Vic toria, suel-
to.- RaI1J6n Ro mero, suelto. i-c-Laureaño T orre-
blanca, Comandante del punto de la Parro quia.-
L uis Echeagaray, Mayor del 3? de Iínea.-Anto -
nio S alga do , Comandante de Ba te ría.- JoséLer-
ma , J efe de l Es cuadr ón d¿ Ix miqui lpan.i-c-Manuel
Mon tero, May or de cazadores del E mperador.
-. Máximo de Gorvitz, Ayudan te del General Mi-
r a rnón.e-c-Germán Medina , Mayor del Batallón de
Qtíerétaro .-Carlos Adame, su elto.s-c-Carlos Gu-
ti érr ez, Comanda nte del 2.° Regimiento ' de Ca -
ballería.- José Morko vic he, Ayudante del Gene-
ral Cas tillo, polaco. -Pedro L 6pez, Mayo r del
1 2 ? deInfante ría. e-e-Francisco Díaz Mar tinez , Ma -
I

yo r de l I. cl" Batallón de línea.- Mig uel de Gáver,


Ay uda nte del Cuerpo de Ejército de Infantería .
- R amón Viva nco, Mayo r de l Batallón de Queré-
taro. -Ladislaó Paulin, médico requ erido.- José
. Meza, Co ntador de Ho spitales Militares. - José
María H errera , May or el el Escuadrón de la Bar-
ca. -Mo desto Villafuerte , J efe del E scua? rón Va -
lle de México.v-Tgnacio Cabe llo, Jefe elel Escua-
drón de Querétaro .-Antonio P érez , Jefe de una
Co mpañ ía voluntaria de Qu erétaro. -Casto Ve- .
raza/ Ay uclante de l general Licéaga r - G odar do, .
conde de Pachta, Co;nandante del Escuadr ón del
235
4. 0 R,egimiento de Caballería, austriaco.- Juan
Ramírez , Mayor de Guardia Municipa l el e México.
- E ncarn ación R uiz ~Pas trana , Mayor d el 15' -~
José Ca rlos Arocena,agregado Artille riav--c-Mar-
á

cos Herrera, Instru ct or del Batallón .tirador es de


Mira món.-Luis Espinosa, P residente de la Co r-
te Marcial en Q ueré taro.-Félix Becerra , Coman- '.,
dante del Parque General.-F1oq l1into Clave ría ,
sue lto. '
CAPITANEs.-Edua rdo Q uisies, Ay uda nte del
Gene r al Are llano, francés.-- Librad o Górnez, suel-
to .-Ignacio Reguene r, en .el 4 0 Escua drón del
I . cr Regimiento de Caballería.-Anto nio Maya, I

de la 1 ~ Compañía, Ba tallón Caz adores del E mp e-


rador.- Jo sé M. Castro, Ayudan te de la Mayoría
Gene ral de Anillería.-Ernesto de Rone Ville,
de g endarm es , francés.-Francisco de P . Esca-
lante, en depó sito.-s-A ntonio Ramírez Aguilar,
de l I. er Escuadrón Regimiento de la E mpe ratr iz.
- Manuel Cár denas, s ue lto .- Pe dr o R., Rang el,
de la 3.a Compañía del a? Batallón ele línea.- Fl o-
rencio Arrnendaris , Comandante de la Co mpañía
p residial el e Durango. -Benigno Ló pez, 2. 0 Co -
mandante de la Comp a ñia presidi al de D urango.-
Ponciano Sá nc he z, Ayudante Mayor de l Regi-
miento de' la E mperatríz.- Mar iano Murillo, Co-
mandante de la Ba tería de la Campana.- L oren-
zo del Va lle, de la 2 . a Co mp~ñía del Batall ón de
línea. -J osé Uribe, ele la 4.. a Co mpañía del 14 de
linea.-Cados Va llarta, del 3. C 1' Batallón, 'R egi-
miento de la Emperatriz.-Mariano Díaz Maní-
nez , de la l .a Compadra, I . CI' Batallón ele línea.-

..
236
Hilario Lópcz, Ayu da nte Mayor del Batallón Qu e-
, rétaro.-Rúd rig·o Adalid, Mayor de ór-denes, bri-
gada r es erva. - J osé Ma ría Hurtado, I . n. Co mpa-
ñía del Esc uadrón Q uerétaro.-Pedro Castañe -
da, ele la 6.a Co mpa ñía de l ~. e r Batallón de línea .
- D o~ in go' Oj e el a, Co manda nte de l 2 ~ Escuad rón
del 4 ~ Regimiento.-Melchor Cá rdenas 2.°, el e!
4. 0 Escuadr~n de l 4. 0 Regim ie n to . ~ L u is Núñez,
de la 8.a Batería .- -Javiet- Cas tro, de la I. a Co m-
pañía, Batallón G uar d i~ Municipa l'ele México, fran -
cés.-Enriq ueMo re l, Pagadorde cazado res, fran-
cés .- P edro Vergara, de la 4. a Co mpa ñía, Ba ta llón
de Q ue ré taro. c-sjosé María Ro ld án, elel "3 . ~r Es -
cuadró n del 4.° Regi miento de Oaballería .- J osé
María R uiz, del Regimiento de la E mpe ra triz.-
Vice~te Ramírez, en depósito .-Guadalupe Ma-
g ar , de la Compa ñia g uarelia civil de H uichaparn,
- Lucas Ramíre z 2.°, de la Compañía g uardia civil
ele Hui chapam, S uGte niente.-Santiago Gre ler,
de la 2 . n. co mpañia elel Batallón cazadores. - Teófi-
lo Villa, del Regimiento de la f;: mperatriz.-Igna -
cio Salce do, Co rpo ración de' O ficia l~s de la es -
colta de l Empe rador.- J usto Zárate , Ayudante
del Gene ra lMo re t, - José J iménez, de l u .> Regi-
miento ele Caballer ía.- Juan Barrón, O ficial topo -
g ráfico elel E. M. General.-Agustín Terá n, en de- ,
p ósito.- Luis Mejía, ele la escolta del General Me-
jía. ---,Carl d S pundte, Teso rero de l 1 e l' Batalló n
de línea, aus triaco. -Vicente Navarrete, ele la es-
co lta de l General Mejía. - Justo Pé rez, en depósi -
to .-Eufemio Martínez , de la 2 . a Compañía ele,
cazadores. -Miguel Angel González, de la La
237
Comp añía del r4 Ba ta llón ele línea. -Manuel Agui-
lera, de la 3. a Co mpañía ' de l Ba tallón de Q ue - .
r étaro.-Jos é M. ~aría~j Ayudante d~l 'G eneral
Méndez.- Tomás Saenz, en el 4. 0 R e gimi en to , ,

p erman ente.- I-Iipólito Murillo , en dep ósita---Ei-


món A mado r, Ay udante Mayor de14,.o R egimien-
to.- An tonio Gonzá le z, Co mandante del 'Regi-
mien to ele M éxico .i--Antonio Arce, de la b atería
de la Cap illa . -~u is G. And rade, de la 4. a Co m-
pañía del 15.0-José Es trada, de la 3. a delr a,»
- J osé Ramón, del 2 .° Regimiento per mane nte.
- Migu el E spinosa, Segundo de Ar tillería.- José
Navarro, de la 3-'1. Co mpañía G ua r dia Municipal
ele Méxi co.-Paülino O lve ra, en d ep ósitb.- Ti-
moteo An drade, de la I.a Compa ñía, escuadrón
de la Ba rca. - J esús Garibay, Proveedor de la 1'.'7 .
Compañía. escua drón ele la Bar ca: - Antonio V i-
guan, Pagador del C uadro de O ficiales de M éxi-
co .-Mateo D elgadillo, en ~ epós ito. -Apo lo nio
A. Ve la rd e, Ayudante Mayo r elel 3. 0 de línea.-
J uan Rojo, s llelto.-Jos é Ma ría Espinela, ele la
3. a Comp añía del 12 ele líne a.-Marian o P . Ma l-
donado, s ue lto .- F ranc isco Moya, en depósio.-
Trinidad Fran co , E ncargado del D etall del R egi-
miento Ce laya.-:-F ranc isco Ledes ma, Co mand an-
te del a.v es cuadr ón del 4.0 Re g imiento.- Jo aquín
Magos, suelto.e-eBenito Zapata , Pagador del E.
M. G en eral del Ejército.- Eeluardo Paloski, Co-
mandante de l piqu ete ele húsar es, a ustriaco. -An-
tonio Garza, de la 8. a Compañía del 7~ de Iínea. -
Felipe Betanco ur t, 7. a ele Ingenieros.- Juan A ré-
chaga, elel 4. o Escuadrón del j . el' Cue rpo de Caba-
238
llería~-Til;)Urcio Macias; 2.° de l 2? Escuad ró n del
,4-0 R egimiento.- Nicasio Sagiedo , de la 4. a Com-
pañía del R egimiento G uar dia Municip al de Méxi-
co .-Fra nc isco Escalante, Pagador de l D ep ósito
de O ficiales .- J osé María L eñeros, de la S.a Com-
pañía del r. « Ba tallón de línea. - J osé Ga llardos',
2. a de Ingenieros.-J esús Ramirez, en de p ósito .
I

- T omás Castillo, Ay uda nt~ del General Va ldés.


- GuaclalLl p e Mora, de la 4. a Compañía del Ba-
tallón Mórelos.- José María Olivares, Ayudante
de la Proveeduría de la Ca ba llería.-Zacarías P é-
r ez, de la 4. a Compañía, 7. 0 de línea. -J uan Ca-
sillas, de la 2. a Compañía, 7. 0 de línea .-Igna-
cio Ba lles teros , Ayudante Mayor de órdenes elel
2. 0 de línea.-P,edro del Castillo, Ay uda nte Ma-
yo r de l 4.0 Regimiento .-Marcia l Ca rrasco, del
dep ósit o.-- F ran cisco Alvaradejo , Ay uda nte del
Gene ral Mejía.-Vic.ente Rico,.Ay udan te de l Ge-
.n eral M ejía.- Migu el A latriste, S.a.Com pañía del
3. 0 de línea. - E milio W urrnte, 2.° del Escuadrón
del 4.° Regimiento, aus triaco.v-e Agustín Moret,
Ayudante del Gene ral Valdés .~ Vicen te P rieto,
Ayudante del Gene ral Mejía. - R ó mulo A marillas,
de la 5. a Compa ñía de l 7. 0 Ratallón.-Félix Gu-
ti érre z, de la 6. a Compañía de l 7? Batallón.-Jo-
sé T ro ncoso, Ag regado al 5. 0 Batallón de línea.
-Vict or Palomino , Co mandan te de ex p loradores
de S an L uis.-Gumesindo O choa, ele la La Com-
pañía del 5~' de línea.-Reyes Martinez , r1 e la 5· a
Co mpañía de l 5. 0 ele línea.-Juan N. García, df.
la I.<1 Com pañía tirado res de Miramón.-Anto-
nio Sorica, de la 2. a Compañía tiradores de Mi-
239
¡,

ramon .s-c-Carlos Cas te l, de la 4. a Co mp añía tir a-


dores de Mira món- -c- Felip e Vilan o , de la. 3. a Com-
pa ñía tirad or es de Miramón.-· R afael Macín, de
I .
laó.« Co mpañía del y." de línea . -J uan Cris tman,
Ayudant e de la Briga da Q uir o/ga.- San tiag o Ri-
co, de la 5: a Co mpañía G uardia Munic ipal de Ca-
ballerí a.-Aug·us to Andra de , de la 2.a Compañía
G uardia Municipa1 de Caballería.-Fran cisc"o H e-
rrer os, de la 4. a Co mp añía del q. o el e línea. -Jo -
sé-de la L uz Ar pido , el e la 2 . a Co mpañía del Ba-
tallón de Ce Jaya .-Ramón Zapata, de la J. a Com-
p añí a del 2. 0 Ba ta ll ón ele línea. -T rinidael Cha-
go llano , C o mandante ele seguridad p ública ele
G uanajuato. -Ramún Mo ntes, Ay udante M ayor,
Ba ta llón Q ue ré tar o. - M anuel de S. J imén ez,
sue lto .- J esús . He rná n dez 2. 0 , 2. a Compa ñía elel
15 de línea . - J osé Merino y Alba, ele la Sa Co rn-
p afiia fija de Cel;w a .- E nrique Kra uvene tto, ele
la 6.a el el 2 . 0 Batallón de línea , a ustriaco .-Cel-
s o N. Ca mpos , agTegado á. Plana Mayo r.-Ama- .,
do Ji colt encalt , ele' la <) .a Co mpa ñía, dep ós ito de
r eem plazos del L er Batallón ele línea. - Felipe Bo-
cas , en de pósit o. -F elip e Varg'as, de la 4.a Co m-
pañía, Batallón de Ce1aya.- L uis Go nzaga Mira n-
da, 2. a el e Ingenieros. -Manuel Cas ta nares , A y u-
elan te el el G en eral M énc1 ez. - Vice nte Aren.al, ili-
mitad o.- Ig nacio Mur fel, en cl epósito .-Eduardo
L óp ez R uiz, s uelto .-J·ua n Rin cón, r]e la 2. a Co m-
. p ail ía de l 14 0 de ·1íne a.-Anto nio Ar ce 2.0 , de la
.~ . a Comp añía de l 5. 0 el e línea.
TENmNTEs.- T ra nq uilino T ello, de I ng enie-
f Os: -J osé M. E strada, ·cle la 2ª C o mp a ñía , ba-
,
240
tallón de Q uérétaro.- Julián Mantecón, de la 11\-
Comp añía ele Cazad ores. -Mat eo Villet, Ayu lan-
te elel Príncip e Salrn, fran cés.- Ramón de Porto
Ca rrero, R egimiento el e la Empera tr iz.c-vCarlos
G uzmá n, médico veterina rio, húsar es. -T eodoro
Q uinta na, Co mandante Compañ ía de Zapadores.
-'- Praxedis Gándara, de l cuadro oficia les, es-
, co lta del E rnperadorv-c-B las S i lva, de la 6a Corn -
¡bañía, 7~ Ba tallón de linea. -J osé Ma L ópez, ele
la za Co mpañía, tir ad ores de Mira mó n.-Anto nio
Alrnanza, ele la I:t Co mpa ñía , seguridad pública
de Q ue ré ta ro .-Cosme R ive ra, ele la 8'~ Co mpa -
ñía el el 14° Ba tallón ele línea. -Teoeloro P. San-
ta ~ r uz y Vald és, del 3er. ' Es c u ae~r ó n elel Regi-
mien,to de la E mpera triz.-Fra ncísco Es pinosa, de
la 4\~ Bate rí a .v-' J osé Yafi ez , elel 4-0 R eg'imiento ele
Caballe r ía.I Marcos J iménez, ele112 ° Escuadrón
c

elel 2 0 Regimiento .- José M. Va l-gas, en depó-


sito .-Lorenzo Díaz, de la 4:t Bateria.c-sjuau I-fi-
dal g o y Costill a , 2~ Ay uda nte ele la escolta de l
E mp érado r v-e-Cle me nte Ramos, daelo el e baja. -
J osé M. G uevara, elel Batallón vo luntari o de O ,u c -
r étar o. -An toni o F rancisco Razo, el el E scu adr ón
eleCelaya.e-dcefugio Medel, su elto.-Inés Ramo s,
agregado al Esc uad ró n de la Ba rc:r.- . nastasio
Escamilla, en dep ósi to del 1 2° ele línea.-l ' ran-
cisco Gó mez L ima, en el Estado Mayor Gene-
ral.-GerÓ nimo R évitia,: el e la 3 a Compañía ' del
2 0 Batallón de lín ea. - ' Juan Monti án, d e la 1 ~

Co mpañ ía del 14? de línea, allst ria co. -Lllis lVI;) -


cías.-Lorcnzo Iturl id e d(~ León, d e la 7 n C o m-
pañía del 2° Batallón ele línea.-Gregorío Lara, ,
241
del avEsc uadrón ~lel 4-f.1 Regimiento. - J esús Ro '
cha, de la y . Co mpa ñi á del 3-~ de Iinea.s-c Pedr'o
H erran¿, tesorero del, 3 °. de línea, francés.-
Manu el ~s tra da , del 4-? R egimiento.-José E. I •

Ekrrnan, de la 4 a Co mpañía, Batallón Cazadores


del Emperador, francés.-Angel Barberena, del
¡ ero escua dró n de l 4-0 Regimiento .- Pedr o Ord áz,
Ay udante de la mayoría de caballeria c-s- Ignacio
R osas; de la 4 a Co mpañía Guardia Municipal ele
México. -Peelro Padilla , Ayudante del General
Monterd e.-F élix Va llar ta, elel RegilJ.1iento de la
Empera triz. -Félix Franco n, 2 ° Ayudante de la
G uard ia Municipal ele México , franc és.e-e-Manuel
Perr usquia, de la Co mpañía ele S an Juan del Rio,
fra ncé-s. - Mariano P ro t, del 4° R egimiento de
Caballería , francés .- Juan Romero, del 40 'R eg i-
miento de Caballeria.- J ulio O rt iz, del Batallón
de Q uerétaro.- J . López S er ran o, del 9° Regi-
mi entoc-s-A d ri án O r tega, del Regimiento de la
E mpe ratriz.-Mariano Rodriguez, Ayud ante del
Batallón de Q ue ré taro .-Felipe Car asa, de la4 a
baterfa.-Juan T i Camp el, del 4 ~ R egimi ento de
ca ballería, a us triaco. -Ricot, tesorero de gen-
Idarmes, fran cés. - F rancisco Ro dríg uez, de la
4 a Compa ñía a ta llón Caz ad ores.-Emilio F ro im,
tes orero de l 2 ° de caballería, fran cés.- Félix
Nico lás, Kieffer de G endarmes, fran c és.s-c-Ad
.
olfo.
-Salvatierra G aribay, del E stad o Mayor G eneral.
- J esú s Moya, de la 4 a Compañía del 1 2 2 de línea.
- Juan Romo, de la 7 a del 7 ó Batallón de línea.
-Ro'mualdo G uerra, de la 8 a Batería.- Vicente
E spine la, del 4° ele Caballería .-Bruno Gar cía,
16


242
de l escuadró n de Ix rniquijpan.-Paz Barrios, de
la 4- a Ba tería.-Antonio To rr es , en de pósitc.e-«
.v
Fil órneno ald és, Ay udante del g uarcla parq ue.
- T eodeo Weber, de la 53. Ba tería, alemán.-
Vice nte Sitobosa, Ayuda nte de la Sección dé T o-
po grafía, au striaco. - T udencio Ke hlyg, del Re ·
gimiento de húsa res, a ustriaco .- -Teodoro Kehlyg ,
de l Regimiento ele húsares, aus t~iaco. - Pedro
Bá rcenas, agregado á la escolta del Empe rado r.
- -Carlos Dupretj s.Co rnpañía de Zapador es, fran-
cés.- José-M. Campos, de la escolta del E mpe -
r ador.c--D c rotec Bruton, de la 2 a Compañía del
Ier. Batallón.- F rancisco Mor ín, de l Escuadrón
de Duran go. -J esús So to , de la es colta del E m-
perado r. - Mar iano Nacio , de la 8 a Co mpañía
de l r,O de linea. s-c-Mannel Butrón, dela r: Compa-
ñía del rO de línea. - Mari ano Co rdero , del Es -
cuadrón de Durango. - José M. Mar t ínez, Ayu-
dante g ual-da parque. - Nican or Jiméne z, Ayu -
dante de l General Monterde. - L eandro Acéves,
2° Ay udan te del Escuadrón de la Ba rc a. -Félix
Martín ez, delR egimiento de Ce taya .-Pedro Cis -
neros, s uelto. - Mariano Vica rio, en de pósito. -
J uan Armendaris, agregado al Escuadrón de Du-
r an go.-J os é M. Navarrete , agregado al R egi-
miento de Ce laya. c-vPioq uinto Aguado , agregado
al R egimiento de Ce laya.-Ramón Basave, pa ga-
do r de l Escuadr ón de Taretan.-- Ro mualdo Rivas,
su pernu merari o en .el r el'. Regimiento. - Luis T.
No rv a, Teniente de la escolta de l E mperador.-
, Salustiano Maldonado, de la I3. Compañía del es - '
cuadrón de la Barca.-l\fatías Abrego, de la 3;). s,
243
del 12<:' de. línea.- L ujs 'Ar'e cbeg-a , en depósito .
- Manuel Villar, de la 5:1 bat eria.- S an tiag o O dia -
ga, en dep ósil o.- Lu z Mede l, de la 1 <1 Co mpañía
del 12 ° de línea.- ELig enio R uiz, ele la l a Co m-
pañía de l rO de líllea.- Pe dro Gonzá lez , ele ¡'a
\
1a Co mpañía del 2'? de línea. - Fran ciscá Ra-
mirez, el e la Co mpa ñía tir ad ores de Miram ón.-
Pedro Cárd enas, de la -3"' Co mpañía 'tirador es de
Mjramó I~.- Joaquín D. G uerre ro, 2~ Ayuda nte ,
tirado res ele 'Miramón. - 'S alvador Senil, de la
4 a Compañía tirado r es de Miramón.-Franc isco ,
Frecutz, Ayudante, Gene ral Miram ón. -T imoteo
de las Cabad as, agregado a l Batallón tir adores de
, \
Mira món.-J osé M. Be ltran, 2° Ayudante de l I SO
de Iínea. - Carl os Caro, de la 4 <1 Co mpañía de ls o
de línea...,-Gu stavo Banhac hte , de la 2 a Cornpa-
ñía del 5° de línea, belg a.- Vic ente Lara, sue lto'.
- Teó filo Veláz q uez, Ay uda nte de la Proveeduría.
-Anas ta~i o H urtado, agTegado a l 2 ° Regimien-'
to .-Florentino Urb ina, de la es colta de l E mp e-
r ad or. -\lertie Ma rio lt , Ayudante del G eneral
Mira mó n, fran cés .-F. M. Villas e ñor, Ay udante
Secreta rio del Comandante Gene ra l de Artillería.
Antonio Pevedilla, de arti llería. -Or uz de L eón, 9 u
Compañía del 7° de línea.- P e dr b Brazo, de la
Sa Compañía del 1°, de línea; españo l. - F rancis -
co de la Veg-a, 2 a Compañía del 7 od e línea.
- Manuel M. Molina, del fij o de Ce laya. -Juan
Barbosa, de la S" Compañía del 14° de línea.-
Nicanor Mondragón, de la 1 a Compañía del 14°
de línea.-Evaristo del Moral, de la 4 a Compañía
.
del Batalló~ de Ouerétaro.-Mannel
'--
Muñoz, de
, ,
244
la y Co mpañía e1 el 13atall(¡ n de Celaya.-Rafae í
Gonz ález, del 3er. esc ua dró n de) 80 Regimiento.
..::..Atan asio S án chez, de la 3::1. Co mp añ ía c1eJ Ba -
tallón c1 ~ Queré tarov-- J os é F igu eroa, de la J a
Co mp añía del 7° ele líne a.-----:Margari to Mendoza,
ele la 2::1. Co mpa ñía de l 5° ele Iínea. - Jesús D o
mí.ng uez,Ayuda nte de l Ge ne ral Castilló.-Doro -
te o Blan c o, 3 a Co mpañía del Ba ta llón ele Q ue réta-
, r o.- Juan Palanz arez, del a? el e Ca balle ría.- Juan
Palafa x, Ins tr uc to r de re empla zos .....:...Pedro Gen -
zá le z, s ue lto .- Manue l Estre lla, del c uadro ele
oficiales del Gene ral Vida ur ri. - Rafae l Ordaz,
ele la 4::1. Bat éria .v-Eug. C ha rden, P lana Mayo r-de l
3° de línea, fran c és.c-c C abr¡el Cab re ra, en depó-
s ito . ,
, SUB TENIENTEs .' -Carl~s L o e ve r, de l Ba ta llón
Cazadores , francés. -Eug eni o Valer, Instructor .
, elel 2° de Caballe ría, francés .- J uan Goveix , Ins-
tructor del 2° Bata llón de línea, fran cés. - José
S evenalle, del 4° Regimie nto , francés. -Carlos
"So me t, de la 2::1. Co mpañia G uar di~ Municipal de
México, fra ncés. -Pablo Primor, de la 3 a del Ba-
tallón Zapadores.-Alfonso Ma rié, de la 1 a Com-
p añ ía del Bata llón Cazadores, fran cés. - Pablo
G uillen, Depositario del 1° de línea, francés-
Antonio Camorí, de la 1 a Compañía de l Batallón
Cazadores, francés. -Carlos E loy, de la 9 11 Corn-
pañía del ad de línea, francés. -Maximiliano Susan,
de la 3::1. Batería, francés.- L~andro María García,
de la 2 11 Batería.-Jesús Martínez, de la 4 a Com-
pañía del, 1 2° de línea. -Pedro Villarreal,del Estado ,
Mayor General de lEjércitor-e-Casimirc Deponter,
245
de la 7aCo mpañíad e l 7od~ línea , fra ncés. -Rafael ,
G ue rrero, de la 1 aCo'~pañia ele¡' 1 2 0 de línea.-Ma-
nue l 'R. Ploves , ele la 2 a Co mpañia del 'Ba tallón
tir ad o r-es de Mira món . - : A mado r Sand óval, en
de pó sito.-A lejanelro O r tíz, del' R egimiento de la
E mperatriz.-Luis De pain .ide la 2 a Co mpañía
elel I4 ci el e línea, francés. ~Antonio Sá nc he z, de ,
la escolta elelE rnp erado r.c-dvlig uel Ca mp os, agre-
gado a l 1 4 0 de línea. -Sirrió n R ivera , del Bata-
llón G uardia Municipa l de Méx ico-Rafae ITor re s,
de la 8 a Co mpañía elel ' 4° de línea.-José L .
H errera, del ~ o R egimien to de Caballería.-Simón
Cavares, de la ,5 a Compañia elel 1 er . Ba tallón de "
línea. - Vi cente Va ldés, de la 5 a Co mpañía del
Ba tallón G uar elia Municipal de M éxico .c-i-Francis-
co Furi el, de la ,a Comp añía del '40 de línea, fran -
cés .- -Manuel Ga lla rdo, ag-reg"aelo al Regimiento ele
C elaya.-Pedr o D ehuere, de la 4 a Compa ñía, Ba-
ta llón de Caz adores , fra ncés. - Be rnabé H . de
Castillón, de la 6 a Compa ñía el ,e l 7 ° ele línea. - \
"- ~~-é l ix Ragllae, de la 3 a Ba teria, francés .-Ma-
riur Armiclie Roubaut , de la 2 a Compañía, Bata-
llón ele Cazadores, francés.--Pab lo Caballero, ele
ex p lo ra dores de México. v-c AntonioArredoudo, de
la 4 a Compa ñía del 3 o de línea. - J os é M. Agui- \
rre, de la 2<1. Co mpañía elel 3 0 de línea. -Adelaido
Cabr era, de la 3:l Compañía del 3° ele línea .-
Achille Schigo ro , depositario de Cazadores, fran-
cé s . -A l b ~ r to Hans J e turia, ele la 8 a Batería mix-
ta, au striaco. - J. M. Rom ero, el e la 6 a Co mp añía
del 1 0 de l í l1 e a . - Ma n~ o s La irs, de la 3<l.'I3ate ría,.
fran cés.- Victoriano Co rtés , del R egimi eJilO el e
246
la Eínp eratriz. c-sManu el Laya, ele la 8a Compa-
ñía elel 3° de línea.-Eleuterio Ramírez, de la Sa
Com pañía elel 3° ele línea. -Margarito de la Rosa,
ele la 1 a - Compañía del, 3«de línea .- J ulián Ar-
mendaris, de la Compañía presidial de Durango.
-;- S abás Orozco, agr egado al Batallón de Cela-
ya. -Jesús Osornio, supernumerario del Batallón
, Querétaro. - Eugenio E spinosa, de la Guardia
Civil de San Juan del Río .- Sa turnino Hernán-
dez, suelto. - Agustín Ve lasco, Sa Compañía del
14° de línea. -Rodolfo Artois , de la escolta del
Emperador, francés.-Marianod eICastillo, del 7°
de Caballería. - Ju an Ca mpuzano, suelto.c-vMa-
nuel Trujillo, del 70 R egimiento. -Andrés Aren-
-r ana, de la 3 a Compañía del 1 ° de línea. - An tonio
Reyes, del escuadrón ele T oluca .- -Lorenzo Mowr -
plie, de la 3 a Compañía del IS ° ele línea, fran-
eés.- J osé G. ·de Lima, ele la 4<1. Compañía de l
l0 de línea. -J esús Padilla, Depositario elel 2 ° -
Regimiento de eaballería.- L ueiano Moreno , ele
la Compañía presidial eleDuran go. - T eodoroDa- .
mian, de l 4° R egimiento ele Caball~ ría. - Teles-
foro Macias, del esc uadró n ele la Barea.- José
de la Luz Miot a, ele la 6.-" Co mpa ñía del 60 de
línea. - Francisco Rangel, D ep ositario. - F ra n-
cisco Enriquez , elel 8 0 R egimi ento. - E duardo
Trujillo; del R egimien to de la Emperatriz. -Sil-
verio Tovar..de la 3 a Co mpañ ía de l 7° ele línea.
-Mariano González, en elepósito. - Julio Sando -
val, en depósito.-Pra xedis Deloa n, en dep ósito.
~G us ta\fo de la F ora, en ' dep ósito, fJ-ancés.- .
Caye tano GorgéJn, ag regado al Regimiento de la
247 I

Emp eratriz.-Juan Confi ón, supernumerario del


1 2 ° de línea, fran cés.- Gabriel R. Xisoy, del
R egimiento ele la E mpe ra t riz, fr an cé s.-Emilio ,
Pepin, Tesorero elel 5° R egimi ento, ' fr ancés.- ,
Victor Nom el, Instructor del 5° R~gimiento, fran-
cés. - Manu el Osaita, el e la Compa ñía presi-
dial ele Duran go .-Rafael Rios, de la Compa-
ñía presidia] de Durango. s-cGuadalup e Tenorio;
suboficial del Regimiento de la Emperatriz. ,- .
Victor Esparza, Ayu elante de la Gendarmería. -
Rafael Aniaga, en dep ósito .-Fermín Boignier,
ele la 3 a Oomp añía ele Caeadore s. i--Mode sto Gon-
zález , de la 4<1. Co mpañía elel IS ° de lÍnea. -Pilar
Pérez, ele la 2:1 Co mpañía elel 7 0 de línea.-De-
, I

sielerio S. S alelaña, de la 1 :1 C ompañia elel 7° ele


línea.-L eopolclo Dreyster, Ayu dante de l Gene-
r al Mejia, a ustriaco. - Manuel P alacios , Mayor
de Maes tr an za .-Aelo lfo Chartón, de la 3<1. Com-
pañía, Batallón ele Celay a, fr ancés.- F rancisco
Jim en ez, su elto. - S ixto Heredia, ele la Co mpañía
ele G uanajua to .-Angel Maldo na do , elel 6° R egi-
miento de caballería.- Desiderio F lores; de la 2 a
Cornpafiia, Batallón ele Queré ta ro .-:- J os é M. Are -
llan o, en elep ós ito. - N estor Man zano, S ubayu -
elante del Batallón tirac1ores.-Blas R oelrígu ez, ele
la 2<1. Co mpañia elel Ba tallón tir aelores.- Gaspar
Unri, de la 2[1, Co mpa ñía del Ba tallón tiradores.
- - R i¿ardo R . G uerrero , suelto. - J osé M. Iniestra,
barb e ro del 1 e l' Batallón ele línea.-Manuel Hi-
, g llera ; de la 2<1. Co mpañía el el 5°Batallón de línea .
_.Juan Pala fa x) de la 4 a Compañía del 5 <1. Ba tallón
el línea.-José M. Seg ura , de la ae C omp aúí a de: l
o,


248
5° Batallón de línea. -G uaUalupe Salcedo , de la
, l a Compa ñia del sC? Batallón de línea..:....-T omás
León, de la 1 a Co mpañ ía del IS 0 Batallón de línea.
-Diego Carras co, de la la Comp añía del 5° Ba-
tall ónde Iínea.-C aureano Ag'uilar, de la Sa Com-
pañia del 5° Batallón de línea.-Juan Sán chez, de
la'3a Compañía de tirad ores de Miramón.- -Dionisio
H uer ta , S upe rn umerario de tiradores de Mira m()ll.
-Zacarí as D epl ace, en la P lana Mayo r del Bata -
llón de Cazadores , fran cés. - F ederi co Filialú, en
la Plana Mayor del Ba tallón de Ce laya, francés.
-Antonio Vignan, de la s- Co mpañía del Ba ta -
llón de Celaya, e'spaño l.-Ju'ln L ugevau, de la
1 a Co mpañía del Batallón ele Ce laya, fran cés.-

Juan Bo use sa nd, de la 2 a Co mpa ñía del Batallón


de Celaya, francés. -Adolfo Egrefe ull , Instruc-
tor del 1 ° de línea, fra ncés. - Gustavo de Lafond,
de la ~a Compañía GuardiaMunicipal, fran cés. -
L uis Ca nto, de la ~ a Compañía del J 4°. de línea.
F ra ncisco G ómez . del Regimiento de la Empe-
ratriz.s-cLcrenxo Chavez, 4 a Compañía, tiradores
ele M iramón. i--Dolores Aguilar, de l escuadró n de
Zamora.- Eu genio_Charelin, Instructo r del 3° ele
linea, fra ncés.- F rancisco Martínez, de la s a Com-
pañía elel 7° de línea.
EMPLEADOS CIVILES. - Manuel G. Agu irre, Mi-
y
nistro de instru~ción pública y cultos , encargado
de los Ministerios de Gobernación, Fomento y
Justicia.-Luis P.Blasio, escribiente del Empera -
dn r. - S::t.muel Bac h, doctor de l E mpe rador.-
Jóaquin Marunez, Je fe del C uer po Mé dico.-,
Manuel Castillo y Cos, empleado de Hacienda..
249
-D~:Hl~ingo Pasos, Com isario delEjérc ito ...-De 4

met rio Ortíz, emplea do.


CORONRL. ---':Juan U Lon. -Manuel D omínguez,
Prefecto. -
De la clase ele tropa se to maron oc ho mil ho rn-
bre s. : los q ue por disposició n 'del C. Gene ra l de
D ivisión Mariano Escoberlo en Jefe del E jé rc ito
de operaciones , se r efundier on en los varios Cuer-
pos que_lo componen, con excepción de los .fran-
ceses.austr iacos y belgas.-Querétaro, Mayo 24
de 186 7.- J. bíaz de León. --Escopia de su ori- ;
ginalque certifico.-Queré taro, Mayo 24 de 18p7'
J. C. Doria, secretario.

ca DE LA EPUnU
\BU TECA LUIS-. NGEl R
-! ,.-J--., r )'~(-....t'"" .:I r- _ . ,.
....1 . ¡
i .
~

IND I C E

P ÁGS. \
E NTRE LOS RÉPROBos.-EI au tor.- T raido r á su pa- '
tri a y traidor á su partido. ' . ' . . . . . . , v
E l Libro.- L os traidores de los trai dor es.. . . . XXI
111'a x l·m ilian o.- Cómo 'e ntregó -la pla za de Que ré-
taro. . . . . . . . . . . . . .. . . .. . XXXVII
En trev ista con el gene ral Julio M . Cervantes. . XXXVIII
E ntrevista con el ge neral Francisco A . Vé lez.. LXII
CONS IDERACIONES DELTRADUCTOR.. . . . . LXXII
I NTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . , . CXV
U LTIMAS HORAS DEL I MPERIO.-I. L a verdadera
caus 'l: de la caída del Imperi o Mexican o es desco-
nocida.- L a traició n de L ópez rué un a de las con -
secue ncia s de la del gen eral Már qu ez.-Origen de
este lib ro. . . '. . . . . . . . . . . . ., . .
n . La traici ón del genera l Már que z fué un a ven -
ganza premedit ada.-Influj o de este ge neral du -
ra nte la Inter ven ción fran cesa.c-Tmp ortan cia de
su' triunfo en Morclia .. . .. . . . .. . . . . 6
U I. P ri mer error polít ico ele Ma ximiliano .- E I Mi-
nisterio se ocupa en sa tisface r ven gan zas.-Se en -
carga al ge neral M árq uez un a misi ón .en el ex te-
rior . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
I V. Decadencia de l Imperi o. - Mira m ón y M ár-
qu ez vuelven á su pa tria .-Situa ción in fl ujo de
é

los dos genera les. . . . . . .. . . . . 18


V . Re trato del ge nc r:1.l M{lrque z.- Slls sang uiua rios
.anleccllentes,- Asesinalo;; ele Tacubay a--c-Asesi-
P ÁGS.
n ato de Ocampo. - F usilamiento de Vall c.-Su
deslealtad . . . . . . . . . . . . . . .. . , 20
VI. Promesas hechas por M árquez á Miram ón al
abrirse la cam paña del interiur.-Derr ota de San
Jacinto. - Pedidos que hizo Miramó n para repa-
rar ese desastre .-Rasgo principal de l carácter (le
Ma ximili an o. - Conse cuencias de él. - Márquez
aprovecha la derrota de San Jacint o para activar
su venganza.-El IvIi nisterio se opone á la partida
de Max imiiiano para Q uer éta ro. i-i-M ár qu ez e~ga­
ña al Emperad or sobre los elemen tos necesarios
para hac er la campaña .-Engaña también al Mi-
nisterio sobre la situación militar de los rep ubli-
canos. . . . . . . . . .. . . . . . . . . 28
VII'. El gen eral M árqu ez trata de sembrar la discor-
dia ent re el E mperador y Miram óu , - Pretende
privar ál Emperador ele la cooperación de este ge-
neni.l.-Miramón se mue stra ofendido por esta ma-
n era de obrar.-Maximiliano declara que Má rq uez
es el je fe del ejército.-Contestaciones desagrada-
bles ocasionadas por este inciclente entre Maximi-
liano y Miram ón. - . Nuevos ataq ues contra este
general , . ' " . . . . . 34
V III. Soli citu d presentada por el, comanda nte gen e-
ral ,de la artillería para comen zar la campaña.-
Fuerza del ejé rcito imperial y falta de los eleme n -
tos necesar ios.-Fortificación de Querétaro.- -M ár-
qu ez cleja al ejé rcito indefenso y prepara la. de-
rrota . . . . ., '- . .' . . .. . . . . . " 39
IX. Má rquez asegura que el ejército imperial toma-
rá la inici ativa con tra los republicanos.-Bajo este
pre texto eyita preparar la defensa. - L a opinión
de los otros gen erales estaba de acuer do con sus
resolu ciones. - Se de cide tomar la ofensiva; pero
el general M árquez se opone. - Ve ntajas .obteni-
das por.I a traición . - NI irnmón ataca á M árquez
con motivo del estado en lllle había puesto al .ej ér-
, PÁGS.
cito imperial. i-i-Márquez no pu ede rl e rencler~e , ~
Fu n'damell to~ de la opinión de Miramón. . . . . 43
X . Para consumar su trai ción, Má rq uez aconseja una -
ret irada.i--Tmposibi lidad ele ese movimiento.c--L a
derrota d el ejército imp erial en caso ele re tirada
era completa.- Maximiliano re husa seg uir el con-
sejo de M árquez y cita un con sejo ele guer ra, que
opina por la ofensiva y rechaza la id ea .de una re-
tiraela.-La -opini ón qu e el general Má rq uez sos -
tenía en púb lico era diferente á la que ex pon ía se-
cretament e al 'Em perador. . . . . . . . . . 47
XI. Astuc ia con la cual tra icionaba Márquez.-Acon-
seja al Emperador establecerse en un o ele los pun - ,
tos má s peligrosos ele la lín ea de elefensa .-Para-
lelo entre la traición ele M árquez y la de L ópe z.
- F acilidades que tení a el primero para traici;-
n arc-s-M árqu ez se opone á que el convento ele la
Cruz se fortifique bien.- Terrible combinación for-
mada por él para hacer qu e la plaza cayese en po-
eler ele los re publicanos eH; el momento en que la
atacaron.-Certidumbre que ten ía de l éxito de su
plan.-Extraiía escena qu ¡:: pasó entre el Empera-
dor y M árquez. - M iram ón destruye el l~orrible
plan de Márquez y salva la plaza el 14 de marzo.
- P ruebas de la existencia de ese plan -de ven -
gan za . . . . . . , . . . . . . . . . " 53
XII. Plan que se formó para atacar á los repub lica-
nos el 17 ele marzo.-Comb inación de M árquez
para frustr arlo.c-i-Engañado el Emperador ordena
á Miram6n que suspen da él ataque. - Profundo
de spec ho de M ir8,món.~Falseelad de la causa so-
bre la cual se .funelaron para hacer suspender el
ataque.-Mén dez cooperaba , sin saberlo, al triun -
fo de la trai ción de Márque z.- Causas de es ta con -
ducta . ' .' . . . . . . . . . . . . . . . . 65
X III. Ca usas por las cuales se quitó á Méndez el
mando de la brigada de r~serva . - Veng ancita de
PÁGS.
Márqucz.c-vMiramón y Arellano se reliran.-Már-
Cjuez pr OIJ0t:e olra vez la re tira da --c-Mej ía y Méu-
dez le apoyan .s-cE l E mp erador se decide á ella .
- Miramón y Arellano trabaj an para di suadirle.
- Miramón se opo ne inúlilmen te. . . . ; . . 73
X IV. Co nfer en cia del Emperad or con A rella no .-;
Sus res ultados .. . :. . . Maximiliano convoca un conse -
jo ele g uerra, para determinar el partido que se ele-
be tom ar.-Se resu el ve la con tinuació n de la de -
fen sa y elhacer venir de Méx ico, para Que ré taro,
un ejército auxiliar . . . . . . . . . . . . . . 79
XV. A l Emperador le corresponde el derecho de
nombrar al ge neral que había el e sali r en busca
ele los recursos qu e la pla za necesitaba. - Már-
quez, mira ndo que sus proyectos eletraición habían
fra casa do, forma otro pa ra consumarla.- A conse-
ja al E m perador qUE; le nombre para eldesempe-
ño de la misión .- L e aconseja la destituc ión de
los mi nistros con servadores. - N uevo Ministerio.
I nútil previs ión del Emperador.-Profundo secre-
to en cuanto á la partida de Márq ue z.-Pode res
,que le son confer idos. -Sale de la pla za de Que-
rét ar o. -Antes de su salida es condecorado con
la medalla de bronce d el mérito militar.-Sensa-
ci ón qu e cau só en el ejérci to la partida d el gene -
r al M árq uez . . . . , . . . . . . . . . . . . 90
XV I. Marc ha del gen eral Má rquez para México .-
El Emperad or le auto riza par a conse rva r ó aban -
d on ar la ca pital.-Decreta á su lle gad a un présta-
mo for zoso, fracciona las 'tropas, y en lugar de so-
co rre r á Q uerétaro, se dirige á P ueb la, sabiendo
muy bien que Q uerétaro no po d ía sostenerse.- E li-
ge el camino más largo al dirigirse á Puebla con el
fin de que Querétaro sucumba durante su marcha.
- Se detiene en Sa n Lorenzo, y espera que los re-
'publicanos, vence dores en P ue bla, marchen sobre
él, y se hace derrotar .- Márquez es el primero que
1°7

12 5

- 1

1"!J
l

-
PÁ GS .
E mperador seftala á M árq uez C0 l110 al principal
traid or. . . . .. . . . . . . . . . . " . . . 145
x:rX. Arellano se escap a de los r épubli canos .c-c-Eje-
cuci ón de Méndez.x-Ar elláno ofrece sus ser vicios
á Ma ximiliano.--Se dirige á Méx ico.i-- Tintra.en
Tacuhaya.- -Evade el rigor del sitio de la capital
y entra en ella.o-rConfirma las falsas noticias da-
daspor Márquez respecto de la próxima llegada
del Emperador á la capital.-TvIárquez no ignora c
ha los acontecimientos de r¿uerétaro.- Conducta
de este general durante el-sitio de la capital.- Se
de sembaraza de los Ministro s Vi daurr i y Portilla .
Dispone de 1 5 0 ,0 00 pesos que . Vidaurri en viaba
al Emperador.i-- Tncreib le extremo ele su vengan-
za contra Miramón. -Prodiga. gradó s y co rrde co-
raciones.e-eConferencia de M árquez y Arellano la
noche del 14 de junio. - Estratagema empleada
para' dar valor al ejército y al pu eblo. .s: Sens a -
, ción pública .-Ultimos deseos de Márquez.- -Fu-
silamientos en Querétaro.-La venganzasatisfe-
,
cha de Márquez pone fin á la penosa situación de
la ca pital -: . . . " . .. . . . . . . .. . . . r 67
XX. ¿To mó Márquez su venganza y consumó su cr i-
men de acuerdo con los republicanos?-Los he-
ches re sponden afirmativam en te .e-Defensa de L ó-
pez . . . . . ". . ,. 194
ULTIMAS P ALABRAS . . 214
ApÉNDICE . . . . . ". ', 229
L os im periale s he cho s prision eros en Q uerétaro.- -
Lista nornin al l de los .prisioneros hechos
. por las
fuerzas de la República en la ocupaci ón de la. pla-
za de Q uerétaro, y verificada el 15 del presente
mes , co~ expresi ón de sus clases, destino y n'acio-
naliclad . . " ; . . . . . . . . . . . 23 1

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