Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
MATERIAL
POLÍTICA / CREACIÓN
Memoria del 1er presencial
3 y 4 de septiembre de 2010
Villa Warcalde, Córdoba
El presente documento recoge lo trabajado en el
primer presencial del Curso de Nacional de
Formación Política implementado por el Centro
MAPAS en 2010. Su desarrollo está compuesto de
notas y transcripciones de producciones, planteos
e intervenciones del encuentro. Se trata de un
insumo interno para el trabajo pedagógico.
Equipo MAPAS
En este momento, hay cosas que se mantienen y otras que cambian a la hora de
presentarnos. También hay referencias que faltan. Un dato interesante de los que
nos vamos encontrando en estos espacios es que es un momento de toma de
partido. Otras palabras que antes funcionaban para cerrar discusiones o evadirlas
están siendo cuestionadas. Es un momento en el país en que muchos grupos,
colectivos y personas están en un proceso de politización. Eso que antes era una
mala palabra es justamente lo que nos convoca hoy. Estas ruedas que hacemos
son, en buena medida, para volver a poner palabras que durante muchos años
estuvieron fuera de nuestras conversaciones. Al mismo tiempo entrecomillar y
cuestionar palabras que por muchos años nos contuvieron pero ahora nos ponen un
techo.
Nos encontramos en este país donde hay fuertes tomas de partido e inquietudes. Se
multiplican espacios de debate, formación y construcción política. Con los más
diversos formatos. En distintos lugares.
***
El ciclo tiene tres grandes bloques: política / creación, política / conflicto, política /
construcción. En realidad creación, conflicto y construcción son inseparables en
la acción. De todos modos vamos a aventurarnos a hacer un énfasis diferenciado en
cada instancia. Este primer encuentro, donde abordamos la política como creación,
es el más filosófico de la serie. Implica redefinir la forma de hacer y pensar política.
Sacudirse nociones del sentido común y otras formulaciones que nos vienen y
tomamos de distintos “lugares”; para ver la realidad que nos rodea en su plena
contingencia: atravesada por relaciones de poder, por decisiones y tomas de partido,
por conflictos.
En los últimos tiempos, hay claramente dos modelos, antagónicos. Pero también
están cruzados en momento. Qué modelo económico, cómo se van a distribuir los
medios de producción, para que realmente el sector popular pueda participar.
Toda acción es política, inclusive la antipolítica. Hay acciones que promueven que
se naturalicen las cosas. Hay un sistema antipolítico, poder económico concentrado,
industria, agronegocios, sector financiero, escuela, medios, iglesia, familia patriarcal.
Esas instituciones están fragmentadas, no todas la institución familia iglesia es tan
en bloque, está atravesada por distintitos pensamientos, etc. Pero son cosas
fragmentadas.
Ningún concepto de estos puede ser cerrado. Vale más quedarse con preguntas.
Pregunta tramposa: en cada lugar y en cada escala uno acaba pesando criterios
diferentes. En mi lugar de vida es una cosa, en Villa Warcalde es otra.
1. Estemos atentos a la calidad de las conversaciones. Ver qué implica que una
conversación tenga calidad. Eso sirve para pensar que toda la dinámica de la
sociedad para politizarse se mide, se cuaja o se juega en la calidad de las
conversaciones que podamos tener.
Otrora, se decía que esto era hacer “técnicas de educación popular”. Somos
bastantes críticos de esa tradición “clásica” pero sí reconocemos que hay ahí algo
valioso vinculado a poder trabajar con los emergentes y poder conceptualizar a partir
de lo que traemos, tomado como punto de partida. Ahí y con ese material se puede
construir un pensamiento colectivo. En política, ni siquiera podemos decir que hay
saberes políticos: porque lo que es un saber es porque ya se saboreó, es una
experiencia; pero la política es lo que va más allá de la experiencia, adviene.
Tampoco es un conocimiento sobre la política. Uno puede estudiar ciencia política,
pero no puede estudiar política. La política sólo es política en el momento en que es
un pensamiento. Tiene algo disruptivo. Aparece de la nada: exige una especie de
gesto filosófico original.
No por nada, en la tradición occidental, la política democrática aparece al mismo
tiempo que la filosofía. Estrictamente, en occidente, la política se empieza a pensar
en Grecia al mismo tiempo que la filosofía. Ahí hubo un núcleo.
Esto tiene que ver con la distinción entre la política y lo político. No son lo mismo
¿Cuál es la diferencia? Todo es político pero casi nada es política. Toda la realidad
social está constituida por lo político: atravesada por el conflicto, el poder, la
hegemonía, el antagonismo, la contingencia. Es decir, todo está atravesado por las
relaciones de fuerza. Pero la política aparece cuando se levantan unas voces y
aparecen unas conciencias y un preguntarse que mete el dedo en la yaga, pregunta
por eso y plantea “esto no necesariamente tiene que ser así, vamos a hacer una
acción conciente y colectiva para formarnos nuestras propias leyes”. Es el gran
gesto de los griegos: “Los dioses están, pero no hay verdad revelada, nosotros nos
vamos a dar nuestras propias leyes”. Es una gran herencia. No es la única, pero es
quizás la principal que tenemos: construir un “nosotros” que decide que hacer con
las cosas. Y sin eliminar a los dioses, si no poniéndolos en su lugar. Incluso, los
griegos tenían tan claros que todos podían decidir que sorteaban y no elegía ni
votaban. Decían “todos podemos”. No necesitaban el consenso de la mayoría; todos
podían conducir la asamblea. Si estuviéramos en otras instancias podríamos hacer
referencias a otras culturas y otras civilizaciones, pero para nuestra herencia ahí
aparece nuestra definición de la política: un momento en que un conjunto decide
“nosotros vamos a plantearnos nuestras preguntas y vamos a darnos nuestras
propias leyes”.
Uno podría decir que lo político es lo que traemos y la política es lo que llevamos. Es
un poco desfasado en un par de cosas, pero sirve como criterio pedagógico. Aún
aquellas cosas sobre las que tenemos mayores certezas, las podemos considerar
como algo “cuajado”. Y que lo traemos acá para decirnos: “¿Estas son las preguntas
que queremos hacer? ¿Estas son las respuestas que nos queremos plantear? ¿O
podemos hacer otras?” La política empieza cuando uno se hace esas preguntas y
pone en riesgo las respuestas que tiene.
También nos podríamos preguntar en qué medida nuestro país viene de lo político y
está invitado, vamos haciendo un proceso a asumir la política. Uno podría fechar
Se dice en esta etapa que las demandas y reclamos de los grupos han sido
escuchados. Estamos de acuerdo con eso. Pero es necesario ahí agregar una más
para pensar en términos políticos la cuestión: no hay sujeto a priori o “sujeto
principal”. Es una fórmula que nos encontramos mucho. A veces aparece bajo
nombres como “organizaciones sociales”, “movimientos sociales”, “la comunidad”, “la
gente”.
Distintas formulaciones según la matriz ideológica. La mayoría de las veces hay ahí
una suposición de que la política comienza cuando se escucha a cierto actor
predeterminado y al hacerlo se realiza una especie de voluntad general. Desde
nuestro lado, el vicio puede ser hacia el lugar de las organizaciones sociales:
suponer que esta etapa es buena porque nosotros –que “somos los buenos”– fuimos
escuchados y entonces se realizan nuestras maravillosas propuestas. Algo de eso
hay, pero no solamente. Una parte de los avances que vivimos tienen que ver, por
ejemplo, con las organizaciones sociales. Pero sólo una parte, no es sólo eso.
Incluso, en no poca medida los cambios que hemos vivido vinieron de arriba y no de
abajo, aunque no nos guste.
Pensar que lo que pasa es “bueno” porque nos escucharon a nosotros aborta una
parte de nuestro pensamiento complejo sobre la política. Lo que funciona ahí es un
pensamiento moral autocentrado. Si la cosa es interesante es porque irrumpe algo o
alguien que modifica las relaciones de fuerza. Y no porque aparezca un sujeto
preconstituido.
En algún punto vale decir también que no hay una identidad predeterminada.
Solemos sentir demasiado cariño por concepto de identidad. Por ejemplo, la gracia
que puedan tener las organizaciones sociales en esta etapa es en la medida que
puedan abandonar su identidad. Lo bueno que se va logrando en algún punto está
siendo con nuestra identidad, pero también a pesar de nuestra identidad. En todo
caso, hay que ver los nuevos núcleos de identidad que se pueden construir. Ver
que identidad no es necesariamente un concepto productivo políticamente. La gracia
política del momento es ir más allá “las organizaciones sociales”, “el pueblo”, “las
bases”. No importa que sea como movimiento obrero, organización campesina, red
barrial. La política se da cuando hay alguien que dice “no importa lo que yo soy
originalmente, lo que apuesto ser”. Lo nuevo, lo que rompe.
Lo bueno no es que se escuche lo que somos si no que queramos ser otra cosa.
Hay, por ejemplo, un excelente discurso del presidente de Ecuador, Rafael Correa,
hablándoles a los indígenas. Les advertía que cierta forma de defender sólo lo
indígena, iba contra las posibilidades políticas del pueblo ecuatoriano. Acá puede
pasar lo mismo. Incluso con otras reivindicaciones, como la de matrimonio
igualitario, hay que ponerles algún límite. (En realidad, lo interesante del movimiento
gay es que pone en cuestión su identidad de movimiento. Pasa de luchar por el
reconocimiento de la diferencia a exigir ser igual. Incluso con muchos debates al
interior del movimiento).
Las identidades son algo así como lugares, aldeas, en los que nos sentimos
seguros. El tema es como las ponemos, por ejemplo, con la “aldea” más grande que
es el país (si es que “aldeas” se trata, ya que no es una metáfora adecuada para lo
que estamos discutiendo). Es decir cómo es la relación de las identidades cuanto
tenemos que ver en una escala mayor, una identidad política mayor. La política nos
tensiona a dejar de estar seguros en nuestra aldea.
La lucha desde las identidades, desde lo local, desde las demandas particulares,
nos han traído hasta acá. La pregunta que hay que plantarse es, de acá en más,
para ir por más igualdad, ¿cuánto nos sirven? No se trata de decir que las
identidades no sirven, interrogarlas sobre en qué medida sirven.
En otro extremo, si se exacerban las identidades particulares corremos el riesgo de
terminar en el planteo de Alfredo De Angelis: cada pueblo cultiva su propia soja, se
hace sus propias escuelas, ayuda a sus propios pobres, en nombre de una identidad
rural en este caso.
Hay un concepto de identidad reaccionario que a veces tiene coloridos “progres” que
para ser asumido políticamente tiene que ser puesto en cuestión.
Una formula arriesgada de esto tienen que ver con decir: en política hay elección no
identidad. La política tiene su centro en la decisión.
En nuestros espacios (muy formateados por los ’90) viene habiendo una apología de
las “raíces”. Los seres humanos no tienen raíces, tienen piernas. El derecho a
elegir prima por el derecho a las raíces.
Todavía falta. Claro que sí. Pero el “todavía falta”, puede ser una forma de
abortismo político. Si todavía falta no es porque no se haya eso lo suficiente. El tema
es que en política no hay “todo” predeterminado. Lo que está mal en el planteo es
que ya está predeterminado el todo que habría que cubrir. Ubiquemos donde
En política no hay todo. El todo nunca va a ser. Por ejemplo, es algo típico del
Movimiento campesino que no adscriben a una decisión hasta que no hayan
consultado con todos los paisanos y lo acuerden entre todos. Es una típica forma
abortiva de decisiones, en todas las instituciones. Conclusión: nunca se toma
ninguna decisión.
Algo que circula en el discurso militante es esto de los dos modelos. Por un lado,
valoramos el discurso militante. De la misma manera, decimos que además de tener
un discurso militante, necesitamos tener un discurso de políticos. Hay mucho más
que dos modelos. Pero, en algún punto, nosotros para volver a la militancia que
tenga componente político tenemos que decir que no hay nada más que dos
modelos, hay mucho más que eso. Y hay que organizar la interpelación en muchas
más preguntas, con muchos más matices, para hacer un discurso que interpele de
manera efectiva.
Es difícil renunciar a las pequeñas conquistas. Entonces, ¿se pueden hacer grandes
conquistas sin renunciar a las pequeñas? O, a la hora de las grandes conquistas,
¿qué hacemos con las pequeñas? Se puede plasmar un eje que para grandes
conquistas hay que usar las pequeñas pero también es necesario trascenderlas. Y
trascenderlas a veces es renunciar. Las conquistas son un paso para dar otro paso.
Todo el abanico de preguntas que tenemos para hacernos es sobre qué pasa con el
Estado cuando el campo popular se va estructurando y como ese nuevo diálogo que
tiene una fuertísima historia en Argentina y la asunción del Estado con el campo
popular y del campo popular con el Estado. Es la historia centralmente del
peronismo.
Hay una palabra con mucha historia. Es nuestro viejo gran enemigo en las fórmulas:
lo malo es el sistema. Antes se habrá dicho: “El sistema es opresor, es explotador”.
Ahora, se dice que el sistema es anti-político. Tanto antes como ahora es cierto.
Una conclusión fácil sería decir que el sistema es algo externo a nosotros, es malo.
Pero, no llegar a descubrir el punto donde nosotros somos también esa máquina,
donde estamos atravesados, y no sólo somos víctimas de un sistema sino que en un
punto somos militantes de la anti-política, sabiéndolo o no.
La anti-política lo que hace es evitar una y otra vez que aquello que vemos como
realidad muestre su característica de construcción política. O sea, naturaliza lo
político. La política es el darse cuenta y lo político es la política hecha por otros y
que se naturaliza. Lo que hace la anti-política es centrar nuestra atención como si el
poder lo tuvieran los político y el Estado. Esa es su gran estrategia.
Acumular, trepar y joder al otro: ¿se va a poder hacer política sin hacer eso?
Acumular, confrontar con otro, por lo tanto joderlo y trepar son constitutivos de
cualquier construcción de poder. Es diferente la discusión moral o familiar sobre eso
de esta discusión política sobre eso. Y allí donde hay política, hay que trepar, hay
que joder al otro y hay que acumular. Esto no quiere decir que en la política no hay
ética. Ver cómo distinguimos las instancias: la familiar, la cercana, la moral.
Mientras somos analistas críticos hacemos política sin clientelismo, sin trepar, sin
poder. Entonces, cuando estamos en la resistencia, vamos por la nueva política,
pero cuando hay que hacerla, cuando hay que gobernar y ganar elecciones, hay que
aliarse con este y con el otro y es el fin de la pureza. En hacer real, hay un conceder.
Creación para la acción colectiva. ¿Qué quiere decir? Primero, para la acción, no
para el análisis. Y colectiva, como lo es una realidad compleja de 40 millones de
personas entre las cuales encontraremos tantos para gobernar o para ser
gobernados, como santos. Es para la concreción, para la crudeza de lo limitado.
Ojalá fuera lo colectivo de todos nosotros. Pero ha dos problemas, uno son todos los
demás sectores populares, y están los otros. Por ejemplo, hay gente que se imagina
que hacer un país nacional y popular es hacer un país sin empresarios y sin medios
de comunicación.
Sin duda la matriz religiosa está muy fuertemente en su versión antigua y en sus
versiones recientes. Y también están las versiones secularizadas. Da mandatos e
incluso a veces permea la política social. La política social que todavía está
atravesada por el paradigma de lo pequeño: micro crédito, micro emprendimiento,
micro ciudadanos. Hay algo que viene en ese mandato que las mayorías populares
están llamadas a una ciudadanía menor.
Así como ahora estamos diciendo tematicemos la alegría como cuestión política,
hace tres o cuatro años discutíamos tematicemos el alivio como logro. Porque
apenas era un alivio. Ese alivio era un dato político fundamental. ¿Qué significa
comprender el proceso de alivio que vivimos? ¿Qué significa asumir los atisbos de
alegría que se viven? ¿Cómo se transforma eso en entusiasmo político? ¿Cómo
diferenciamos la euforia del entusiasmo? La euforia está bien, pero necesitamos un
crudo entusiasmo. O sea, una alegría que se traduzca no en una mega euforia
superficial, sino en un entusiasmo que nos lleve por apuestas políticas ciertas.
Por un lado hay que dialogar; sin embargo, vamos a recordar qué hacen todos los
que predican el diálogo en la esfera pública argentina y qué significa eso: Grondona,
la Iglesia, Cobos. Hay algo de la acción política que significa romper el diálogo. Unos
Intervención participante: si te sentás a dialogar con otro, tiene que haber una
transformación y a veces tenemos miedo de transformarnos en eso, nos cuesta
mucho sentarnos a dialogar con eso que no queremos ser, tenemos miedo a
resignar, tiene que ver con la ética.
¿Cómo tomamos esos riesgos? En la medida que vamos tomando forma política
pasamos a ser otros. Y pasamos a tener quizás algunas de esas cosas feas que
tienen los que hoy día llamamos, los políticos. Y los primeros que nos van a señalar
van a ser nuestros compañeros y hay que pagar ese costo. Cuando se le señala al
que se politiza que traicionó, en realidad es cierto, pero no en el sentido ético, sino
en el sentido político. Traicionó en el hecho de que nosotros siempre tenemos que
estar en organizaciones horizontales, en espacios pequeños, en los lugares de
resistencia, nunca en el Estado, ni con plata. Para politizarse hay que traicionar eso.
Pero no es una traición ética, es una traición política a la inercia.
Este es un momento donde todos nosotros nos vamos trasformando en ese otro que
es una generación adulta en términos políticos. Es un momento de llegar a la
adultez. Nos ha tocado la oportunidad de entrar a una fase de adultez política. Es
cruda la adultez. Pero, es interesante y se puede ser político y feliz. Podemos vivir
un tipo de felicidad personal y colectiva, asumiendo ese crudo desafío que nos
plantea el conflicto político tal cual se presenta en la Argentina hoy.
1
La política no es un dominio aparte de la realidad.
2
La política no es algo de otros.
Hay formulas muy arraigadas que, incluso en momentos históricos como el actual,
plantean que la política es cosa de otros y no de nosotros. Muchas veces hay
actores que hace política insistiendo que vienen de otro lado (por ejemplo: “venimos
3
La política no es sólo cosa de los políticos.
Decir que la política es cosa de los políticos nos pone a nosotros en el lugar de no
políticos. Todos los actores sociales están involucrados, explícita o implícitamente,
en política. Cuando eso se evade, en nombre de que “la política es cuestión de los
políticos” se cargan las tintas sobre el dirigente y el político “profesional”, dándole vía
libre a otros actores políticos. Por ejemplo, la iglesia católica, los medios de
comunicación, las empresas tienen “agencia” política y participan del escenario de
relaciones de fuerza y de poder. Es necesario prestar atención especialmente a los
que tienen el poder económico concentrado. Ver cómo hacen política los actores
económicos.
4
La política no es cuestión de buenos y malos.
Hay una fuerte tendencia que trae a la política, una y otra vez, la cuestión de la
moral. Aborda a la política desde el binarismo del bien y el mal al tiempo que evalúa
a la política desde la óptica de los valores. Funciona en versiones conservadoras y
también están las versiones progresistas. Incluso tiene sus versiones utopistas.
Fórmula Walt Disney nosotros somos los buenos y los otros son los malos. Trae
calificativos morales al ámbito de la política. Esto no quiere decir que cualquier
práctica vale. Pero sí quiere decir que lo que juzgamos no es si nos cae simpático, lo
que juzgamos es qué hace, para qué sirve y qué intereses defiende.
5
La política no es cuestión de pureza.
6
La política no es desinteresada.
En política, siempre hay intereses de por medio. Muchas veces se niega esto al
descalificar a la política porque hay “negocios” o “negociados” (término más
despectivo aún). Sin embrago, en política siempre hay “negocio”. Es por eso que se
hace necesario suspender los abordajes “morales”: la pregunta es cómo nos
metemos nosotros en el negocio. Cuando se descalifica a la política desde este
putno de vista, lo que se hace es construir una exhortación que nos dice que
“nosotros no nos metamos en negocios”. En realidad lo que está en juego en el
llamado negocio son intereses. Y, en la medida en que nosotros queramos defender
nuestros intereses, tenemos que meternos en “negocios”.
Se trata de evitar el tema del negocio como pura descalificación. Y ver qué tipo de
negocio, a quién beneficia, cuánto y con qué calidad, con qué reglas de juego… Hay
que ser capaces de “hacer negocio” en los dos sentidos de la frase: por un lado,
saber tomar y conceder; y por otro lado, lograr cosas concretas que sean un “buen
negocio”.
Los compromisos también están en juego. A veces construir compromisos tiene que
ver con negociar y, además, el compromiso que hace falta no sólo para llevar
adelante una política, sino para construir actores, tiene que ver con hacer que la
propuesta que uno genera sea negocio para el otro. Negocio en términos de
resultados, y negocios subjetivos, hasta negocio psicológico. Si uno quiere sumar a
otros a la propuesta tiene que ser negocio en términos de que le entusiasme, de que
le sirva para su día a día.
7
Sacudirse las definiciones escolares de la política.
Romper con las definiciones escolares que suelen responder al “deber ser”. A veces,
la educación y la escuela tienen una tendencia a generar ciudadanos obedientes. Es
como una doble contradicción de la escuela: por un lado, habilita para entrar a la
vida pública, construye ciudadanos; pero, por otro lado –y sobre todo la escuela que
está atrapada con formulaciones antiguas o de los años ´90, de ideologías
conservadoras– reproduce ciertas estructuras relacionadas con la obediencia y el
orden.
Está también en el ámbito escolar la concepción –que permean todas las miradas de
la realidad– de la sociedad como una gran familia. Eso, tiene que ver con la fuerte
hegemonía cultural católica (dicho rápidamente, la idea de que los individuos forman
familias, las familias forman barrios, los barrios forman comunidades y éstas forman
la Nación). Tan efectiva es esta manera de pensar que no importa todo político, sin
importar su “signo”, la tiene que poner a circular para ganar legitimidad. Son
definiciones que, por supuesto, trascienden la escuela.
8
Sacudirse las definiciones de los medios de comunicación sobre la política.
Mucho de lo que decimos sobre la política de las cosas que decimos sobre la política
son las que escuchamos en la tele y la radio. Los medios de comunicación y el
periodismo en particular son muy anti-políticos porque defienden los negocios de
otros. No sólo en el editorialista, sino por ejemplo, en los noticieros, el movilero. Es
interesante ver como se relacionan con las definiciones escolares. Lo que hay que
9
Deshacerse de las interpretaciones del sentido común “callejero”.
10
Correrse de la idea que pone primero la armonía social, la paz y el orden.
11
Desnaturalizar la demonización y las valoraciones negativas del Estado.
Es necesario poder ver también qué es y cómo funciona el Estado. Sobre todo
y más que nada: ver cómo el Estado está atravesado por la política y lo
político. El Estado sigue los intereses de quienes lo conducen. En cierta forma es
posible afirmar “el Estado es de todos”, siempre y cuando se recuerde que está
conducido por aquellos que elegimos. Necesitamos generar una idea de qué es el
Estado, cómo funciona, para qué sirve, quiénes están al frente del Estado, cómo se
llega, para qué sirvió en cada etapa del país… Muchas veces, a nivel cotidiano, en
las organizaciones sociales, por ejemplo, se dice que es “pura burocracia”. Resurge
muy fácilmente en estos tiempos la idea de que hay que “arreglarse solos”, hacer
autogestión. Eso nos deja arrinconados y sin la principal herramienta de acción
política de los trabajadores que es tener un Estado que trabaje a favor de sus
intereses.
12
Saber que la participación siempre es parcial, no es todo y los que participan
siempre defienden un interés.
Circula muy fuertemente la idea de que si participa lo suficiente todas las cosas van
a ser buenas. Y que todo lo malo sucede porque no se participa lo suficiente. Por
ejemplo, a las políticas sociales se les pide que sean participativas porque así van a
ser buenas. La idea de un participacionismo que aborta, que anula, que tiene la
fantasía de que se puede evitar el ejercicio del poder. Puede ser participacionismo,
horizontalismo, democratismo extremo. A veces toma el formato elegante de la
democracia participativa.
***
¿Cómo se sale de una cárcel perfecta? Pensando una cárcel más perfecta y
buscando, después, las diferencias.
Cada uno de estos mecanismos tiene sus brechas. Son brechas, por un lado,
conceptuales, de discurso, pero también y sobre todo son brechas que abre la
dinámica social concreta. Como la hegemonía de la antipolítica no es total, tenemos
que encontrar las brechas sobre las cuales trabajar.
Consigna
1. ejemplos
2. como funciona
3. qué brechas
Néstor: Hay algo que se reproduce de diálogo de sordos. Una mirada que tenemos
que revisar. Porque actúan unas valoraciones recíprocas que aún en el intento de
superar el tabique que separa lo reproducen. En cuanto a los partidos es importante
recuperar todo lo que tienen de grandes tradiciones históricas. Desde la extracción
más combativa de los partidos hay una mirada sobre las organizaciones sociales
como la periferia de la historia. Desde las organizaciones hay algo de oscuro en el
nudo de la política.
Teresita: Aquellos mecanismos que están funcionando que hacen que algo sea
funcional a determinados sectores.
Néstor:
Vamos armando una ronda donde hablamos como nos reconocemos en un estadio
general de la identidad que tiene que ver con generar una identidad política. Hay
algo de de construir una identidad, pero es una identidad distinta a una identidad
particular. Algo que funciona con una serie de préstamos y también de concesiones.
Y finalmente con una dinámica de reconocimiento recíproco y también con una
circulación. Una lógica de cómo identificarse en términos políticos que no es la
misma que otras.
Néstor:
Tres cosas distintas que parecen lo mismo:
1. Tomar partido
2. Partidos políticos con su formato jurídico y su tipo de práctica… Decimos que
son expulsivos ¿podemos decir
3. La forma partido. Siempre existe que la forma partido aunque no esté la
estructura partidaria. Por ejemplo, un gran diario puede asumir esa forma.
Néstor:
Es una acción transformadora pero también tiene que proveer un orden.
Ana:
Cuanto del discurso de los que venimos de las provincias. Está cristalizado y no se
dice explícitamente
Ana:- dejamos paz y armonía por la certeza de tener confianza en algunas cosas.
Marcial: cuando dicen los políticos, hay que participar hay que ver que tipo de
participación tenemos. Los partidos políticos ofrecen una participación solo para las
elecciones.
Ana: ¿De verdad creen que no participa la sociedad? Hay muchas clases de
participación, que quizás no es lo que nosotros nos gusta y preferimos no verlo.
También tenemos que pensar qué es lo que estamos proponiendo frente a eso. No
se trata de una sociedad achatada. Por ejemplo, en mi pueblo todos participan para
los santos. Yo no creo que las clases populares no tomen decisiones… hay roles
hay naturalizaciones y hay elecciones. Que sepan que tienen dos o tres certezas y
que las elijan.
- Sumar a la idea de Ana. Como no se genera por ahí el clic cuando existe un
mecanismo de construcción de discurso, de asignación de normas y
construcción de roles. La alienación de nuestra subjetividad es el no
problema, la no pregunta, la no duda. Estamos todos ahí. Desde doña rosa
hasta el académico en una identidad.
Néstor:
Alertarnos de ciertas fórmulas que provienen del mundo religioso y tienen que ver
con un espíritu redentor. Como si viniéramos de otro mundo y tratando de redimir a
un conjunto oscuro… “La gente de base con la que nosotros trabajamos”… ¿Qué
sería eso? Qué sería “la gente”, qué sería la “base”, qué sería “nosotros”. Hay algo
ahí en la forma… Algunos vendríamos a redimir… eso deberíamos analizarlo.
Porque aborta el pensamiento.
Ahí hay algo sobre como se construye políticamente que implica pensar donde nos
ponemos nosotros. Necesitamos sí una distancia que es la de la reflexividad y la
toma de riesgo. Pero necesitamos hacerlo desde un lugar que no sea la matriz de la
redención. Que pone al otro en lugar de víctima. Hay algo de ética política.
Néstor:
Aporte de crudo materialismo histórico, ver lo concreto….
No ver el ideal ver lo concreto…
Hernán:
Cuando planteábamos en nuestro grupo programas como o678 son programas de
alguna manera te permiten sentarte a descansar y digerir de otra manera la
información política.
Néstor:
Ni el mejor 678 va a tener la necesaria cuota de procacidad que Tinelli ofrece y hay
que ofrecer procacidad. La política no se hace nomás con la conciencia racional.
Hace falta una práctica política más profunda. Un poco necesitamos el cotillón y el
folclore de la militancia, pero también hace falta ir por más complejidad.
Hegemonía en griego significa el rey, entonces hegemonizar significa lo mismo que
reinar.
La hegemonía es cómo se construye en un espacio social la capacidad de que un
grupo social pueda capitalizar y, con una dosis de consenso importante, representar
como grupo particular los intereses de un grupo general.
El horizonte, el objetivo y la materia de la práctica política es construir una
hegemonía. Se refiere a la calidad y el horizonte político que debemos tener, que
desarrollamos en 12 puntos1:
1
El desarrollo completo puede encontrarse en el material Nº 1 de este curso o en www.mapas.org.ar
7. Lineal, literal, leal. ¿Qué significa no ser lineal, ni literales y no tener ideas
tan elementales de la lealtad? Por ejemplo: “Clarín miente”, es una frase lineal
que no alcanza para la construcción. No ser literal en el sentido de que no
basta con traer todo el folclore de consignas de ’73. Y sobre las ideas
inmediatas de lealtad, se refiere a no pensar la construcción a todo o nada.
10. Sujeto sujeto. No se puede esperar que haya un actor que nos salve del
trabajo de construir el sujeto que hace la transformación o la acción política.
Uno no puede esperar ese sujeto redentor que nos diga: “Por acá va la
transformación”. ¿Qué significa construir el actor?
11. Baila, juega, batalla. Es una crítica al exitismo y, al mismo tiempo, una
necesidad de fortalecer la mirada sobre la necesidad de hablar. Hay que estar
preparado para todas las contingencias porque hay que ir por más.
12. Costos. Nada evita los costos de una construcción. Entonces, ¿con qué se
paga la construcción política: costo subjetivo, costo material, costo de tiempo,
de aprendizaje…? ¿Cómo hacemos para generar una masa crítica,
entusiasmada, en el conjunto del campo popular, para que podamos pagar
ese costo? Por ejemplo, nada nos va a evitar que, en algún momento,
tengamos que desarmar las grandes organizaciones, instituciones o partidos,
para armar lo que hay que armar ahora.
David: Formarse políticamente tiene que ver con qué posicionamiento tiene uno
toma, también para asumir el poder. Tiene que ver con cual es el sentido de
formarse políticamente ¿Cuál es el saldo que nos queda a nosotros como
organizaciones? Ahí me parece que eso no está muy claro. Una pregunta que queda
abierta.
Comentarios:
En esto de recuperar las prácticas y de ver las vivencias… En las líneas de vida de
las personas o de los colectivos, ver poder descubrir que hay momentos, hay
oportunidades, hay quiebres de politización. Descubrir con qué tienen que ver esos
quiebres. Momentos en los que se pasa a otro estadio de politización individual y
colectiva. Por ejemplo: para la generación que ahora está en los 40, en el momento
de finalización de la formación secundaria y de comienzo de la universitaria. Ahí
hubo algo… Si uno revisa eso, puede ve cual son las zonas donde hay que
intervenir para que esas oportunidades de politización no se pierdan.
No sólo revisar las nociones de desarrollo si no ir más allá de ese paradigma. Todo
ese repertorio de cosas en sus distintas versiones pertenecen a un paradigma de
desarrollo.
Feno:
Importante la idea de construir una noción de Estado. Lo otro que es muy valioso y
destacable es la idea de asumir poder. Cuando imagina trayectos formativos en lo
político se plantea donde quiere que terminen esos procesos.
Situar la formación y ponerles objetivos puntos de inicio y de llegada, compromete.
Emprender la formación es emprender también lo nuevo. Uno cree que en cuanto a
la formación uno irrumpe y crea nuevas condiciones para volver a pensar lo que
necesitamos para el tiempo histórico. Un desafío a término para poder abordar lo
que queremos construir.
Juan:
Status quo… donde estamos y a donde queremos llegar. Hay una cuestión de la
clase trabajadora que estuvo media ausente en esta afirmación. La cuestión de la
fragmentación tiene que ver algo con eso. Tiene que ver con reconocernos como
trabajadores.
Fútbol como metáfora. El futbol pone a todo el pueblo como parte integral. Cunado
los de la cancha pueden articular es sólo porque los de afuera empujan. El placer es
Néstor: No sólo los actores se articulan, sino que se articulan las ideas, las
organizaciones, los sueños, las expectativas. La fiesta es lo que articula el tiempo.
Genera núcleos de sentido que articula el tiempo disperso y la lucha dispersa. Nos
va tocar redoblar la lucha, pero al mismo tiempo, necesitamos celebrar los logros,
diseñar las fiestas o proponerlas, no nos puede ayudar a transcurrir ese tiempo
bisagra como va a ser este año, el siguiente y el próximo periodo.
Seba: darse la tarea de construir eso que nos une, esos denominadores comunes.
Por ejemplo, si uno quiere construir articulaciones entre los agricultores familiares y
los camioneros de Moyano, ese denominador está por construir. Hay que darse la
Participante:
Consigna: elaborar propuestas para la intervención en y desde políticas públicas.
Para la implementación veíamos tres grandes puntos:
-Elaborar estrategias
-Implementarlas
-Tener una fuerte representatividad y negociación de los actores intervinientes.
Consideramos importante el análisis de la crítica y de reconocimiento. Darle valor al
ensayo y error, mirándolo desde un lugar positivo.
Néstor: el tema del repertorio es ¿Qué tenemos para decir y hacer? La capacidad de
cantar muchas canciones y ponerles a todas su propia voz, pero sin que pierda su
esencia de procedencia. La mirada inversa es que, muchas veces, el campo popular
está fragmentado, y cómo la actual gestión que articula tiene un repertorio de
prácticas, de ser muy lineales, de ser muy literales en algunas cosas, y de tener el
concepto de lealtad muy duro, la idea es preguntar cómo renovamos ese repertorio.
Tenemos un repertorio limitado para pensar porque, por ejemplo, nos dicen políticas
públicas e inmediatamente pensamos en políticas sociales. Pero, esa es sólo una
parte. Nuestro repertorio de políticas públicas está acotado al modelo de políticas
focalizadas de los años ’90. Está, también, el repertorio de cómo hacemos
distinciones, por ejemplo, en el marco de cierta política de intervención con sectores
sociales empobrecidos, etc. para decir cómo hablamos de nosotros lo primero que
nos sale es decir que están los técnicos y los dirigentes. ¿Cómo intentamos otro
repertorio de distinciones? Si incorporamos otras distinciones en el repertorio,
podemos enriquecer las discusiones. Casi todo nuestro repertorio es de matriz
neoliberal, ahí tenemos que hacer algo.
Feno: una novedad importante de este tiempo histórico es que podemos estar
discutiendo cotidianamente más ideología, y lo segundo es que se le pudo dar
significado a la política pública. Veníamos con la privatización de la política. Estamos
muy diseñados con el neoliberalismo y, aun así, tenemos mejores diseños de
política pública que implementación. Tenemos mucho para andar ahí, en ese
trayecto. No es casual que la fragmentación y el vaciar de contenido muchas
palabras, fue en detrimento de políticas públicas donde se expresan los derechos
del pueblo.
Un ejemplo concreto de cómo volver a instalar una discusión, ideología, política
pública, es poder discutir el salario en la mesa del salario.
Néstor: Pensar la política pública y dentro de eso las políticas particulares, no sólo
como líneas de acción, sino como escenario de constitución de actores. Si uno mira
al pasado, la estrategia de política pública de Perón, respecto al trabajo, fue el
escenario de constitución de su fuerza política. No ver sólo el programa que baja,
Ubicar temporalmente reciente cuándo y cómo cuajaron los aspectos que se han
estado debatiendo sobre la anti-política
Por ejemplo:
Se trata de una propuesta para ver con densidad histórica el presente. Ver que no se
trata de fatalidades, que no son cosas que están en la cultura, que no se trata de
meros datos de la realidad, sino que han sido cosas reales que han ido cuajando e
institucionalizándose. Casi al punto de transformarse en puras verdades. Pero, toda
verdad es producida por un poder. Es una operación de poder que hace que algo
parezca verdadero, natural, objetivo, invisible o incuestionable.
Abordaje sincrónico: Ver el presente, viendo los actores sociales, los espacios
geográficos, las dinámicas institucionales, la dinámica actual de los sectores
Buscar en el eje del presente dónde están esas dinámicas. Localizarlas, ponerles
lugares, nombres, espacio/tiempos institucionales, organizativos, geográficos donde
reconocemos en el campo popular núcleos donde se va gestando un tipo de
construcción de poder político que esté a la altura de las circunstancias.
Romper cierto imaginario sobre cómo se relaciona lo local con lo nacional, lo micro y
lo macro, o lo local, lo provincial y lo nacional. Hay 3 maneras de pensarlo:
b. Son círculos distintos. Hay cosas que pasan en lo local, cosas que pasan en lo
medio, y cosas que pasan en lo nacional e interaccionan pero son esferas distintas.