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Derecha e Izquierda son designaciones que se refieren a una sociedad política en crisis. En los
regímenes tradicionales las mismas eran inexistentes, por lo menos si eran tomadas en su
significado actual; en los mismos podía haber una oposición, aunque no revolucionaria, esto es
que pusiera en jaque al sistema, sino lealista y de algún modo funcional: así en Inglaterra se
pudo hablar de una His Majesty's most loyal, es decir de una "lealísima oposición a su
Majestad". Las cosas han cambiado luego de la aparición de los movimientos subversivos en los
tiempos más recientes, y se sabe que en su origen la Izquierda y la Derecha se definieron en
base al lugar ocupado respectivamente en el parlamento por parte de los partidos opuestos.
De acuerdo a los planos, la Derecha asume significados diferentes. Existe una Derecha
económica de base capitalista no privada de legitimación si la misma no prevarica y si su
antítesis es el socialismo y el marxismo.
En cuanto a una Derecha política la misma en rigor adquiere su pleno significado si existe
una monarquía en un Estado orgánico: tal como ha sucedido sobre todo en la Europa central,
en parte también en la Inglaterra conservadora.
De cualquier modo, al afirmar que una Derecha no debe estar caracterizada por un
conservadorismo estático quiere decirse que deben más bien existir ciertos valores o ciertas
ideas-base operando como un firme terreno, pero que a los mismos deben dárseles diferentes
expresiones, adecuadas al desarrollo de los tiempos, para no dejarse sobrepasar, para retomar,
controlar e incorporar todo aquello que se va manifestando a medida que las situaciones
varían. Éste es el único sentido en el cual un hombre de Derecha puede concebir el "progreso";
no se trata del simple movimiento hacia delante, como demasiadas veces se piensa sobre todo
entre las izquierdas; de una "fuga hacia delante" ha podido hablar al respecto con razón
Bernanos ("où fuyez-vous en avant, imbécils?"). El "progresismo" es una quimera extraña a
toda posición de Derecha. También lo es porque en una consideración general del curso de la
historia, con referencia a los valores espirituales, no a los materiales, a las conquistas técnicas,
etc., el hombre de Derecha es llevado a reconocer un descenso, no un progreso y un verdadero
ascenso. Los desarrollos de la sociedad actual no pueden sino confirmar esta convicción.
Nuevamente nos vemos obligados a referirnos en vez a una continuidad dinástica, siempre y
cuando, considerando un régimen monárquico, se tenga al menos en vista lo que ha sido
denominado como el "constitucionalismo autoritario", es decir un poder no puramente
representativo, sino también activo y regulador, sobre el plano de aquel "decisionismo" del cual
ya hablaron De Maistre y Donoso Cortés, con referencia a decisiones que constituyen la
extrema instancia, con todas las responsabilidades que se le vinculan y que son asumidas en
persona, cuando nos encontramos ante la necesidad de una intervención directa porque el
orden existente ha entrado en crisis o nuevas fuerzas urgen sobre la escena política.
Con esto creemos que las posiciones propias del hombre de la Derecha quedan esclarecidas en
forma suficiente.