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TORTOSA-2003
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QUAN TERRIBILIS EST LOCUS ISTE: NON EST ALIUD HIC NISI DOMUS
DEI ET PORTA COELI (Friso de la fachada de la iglesia de Sto. Domingo en Tortosa
mandada construir por el obispo dertosense el dominico Fr. Juan Izquierdo en 1585)
“El escorpión es un arácnido que se extiende por las regiones áridas del mundo
antiguo. La cola la forman una serie de cinco articulaciones prismáticas. Las tenazas, que
recuerdan las grandes patas del cangrejo, son órganos de combate y de información. La cola
termina en un aguijón curvo y agudo por medio del cual inyecta el veneno en la picadura.
Amigo de la oscuridad, busca oquedades bajo las piedras para escapar del resplandor del
sol. Poco sociable, expulsa al intruso que turba su soledad. Qué fulminante rapidez y cuánto
virtuosismo hay en su ataque. La rata misma a pesar de su fiereza sucumbe a sus golpes”
(De la película surrealista “La Edad de Oro” con guión de Buñuel-Dalí).
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PRÓLOGO
GENERAL A TODA LA OBRA
“Nunca quieres ‘agotar la verdad’. –Unas veces, por corrección. Otras –las más-, por
no darte un mal rato. Algunas, por no darlo. Y, siempre, por cobardía. Así, con este miedo a
ahondar, jamás serás hombre de criterio” (Camino, nº 33).
“La gente tiene una visión plana, pegada a tierra, de dos dimensiones. –Cuando
poseas la verdadera Fe obtendrás de Dios la verdadera dimensión: la altura y, con ella, el
relieve, el peso y el volumen” (Camino, nº 279).
La ciencia histórica necesita de la filosofía y de la verdadera Fe para no reducir toda
la realidad histórica a los aspectos que dicha disciplina capta según su método
(documentos, arqueología, numismática, etc.), evitando así el peligro de los
“reduccionismos”. Un ejemplo al respecto es la difusión de la moderna historiografía
científico-cartesiana-materialista presentada falsa y superficialmente como algo avalado por
el progreso científico.
Por otro lado, Darwin, Freud y Marx, que en nombre de la ciencia han mentido más
de lo que han hablado, negando a Dios en su método pseudocientífico se han cargado el
verdadero origen del hombre sobre la Tierra, su desarrollo y vicisitudes sobre ella y su
futura y victoriosa arribada a puerto.
Así Darwin defendió la teoría de la aparición del Hombre sobre la Tierra por
evolución mediante la mecanicista y materialista selección natural, negando así a Dios
Creador y Legislador; Freud con su también mecanicista visión del Hombre cae en un
reduccionismo que hace del instinto sexual la materia prima de toda su psique, cae en el
determinismo de la vida psicológica y por tanto de la historia del Hombre desconociendo su
libertad, y, por último, cae en el psicologismo que niega las dimensiones trascendentes de
la persona humana. En resumen, niega a Dios Redentor y Santificador. Y Marx piensa que
eliminando el sistema capitalista, se eliminará la contradicción entre la esencia social del
Hombre y su existencia real –clave de la alineación humana- y, recobrada por el
proletariado su conciencia real, el Hombre se encontraría a sí mismo, esencialmente
transformado, en el “paraíso socialista”. Así resuelve el misterio de la Historia y es
consciente de que efectivamente lo resuelve. De este modo Marx niega a Dios Consumador
de la Historia o la anakefalaiosis, es decir, la recapitulación cristológica del Universo,
defendida por S. Irineo en los primeros siglos del cristianismo.
Me propongo, pues, con este estudio histórico, dar “altura, relieve, peso y volumen”
al origen del Hombre sobre la Tierra que como trataré de demostrar se produjo aquí en
Tortosa; al desarrollo y vicisitudes de la Humanidad sobre la Tierra a lo largo de la Historia
en el que tuvo un protagonismo decisivo el Pueblo elegido por Dios (Israel y la Iglesia
Católica); y por último haré un estudio de la Orden Militar de S. Juan del Hospital, la cual
en Mirambel, pueblo fronterizo en la actualidad con la diócesis de Tortosa, profetizó en el
siglo XVI cómo se llevaría a cabo la victoria definitiva de Dios y el Hombre sobre el
Olimpo, mediante la plasmación en una casa de dicho pueblo de unas proféticas pinturas
escatológicas que todavía se conservan.
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Primera parte
DIOS CREADOR
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INTRODUCCIÓN
a la presente primera parte
Debo comenzar con una clarificación de conceptos que servirá para toda la obra pero
especialmente para esta primera parte.
Dios.- En esta obra cuando me refiero a Dios lo hago refiriéndome al ENS A SE (el
Ser por sí mismo) que descubrió el filósofo griego Aristóteles y al que siguió la Escolástica
medieval. Lo descubrió a través de las famosas cinco vías que demuestran la existencia de
Dios: el movimiento, la actividad, la generación y corrupción, la perfección y el orden.
También me refiero, con la Biblia en la mano, al QUE ES tal como se manifestó a Moisés
en la zarza ardiendo según nos cuenta Ex. 3, 14. Otros nombres de Dios que nos revela la
Biblia son Elyon, el “Dios altísimo”, que era el título de Dios como lo adoraba
Melquisedech y se encuentra en Nm, 24, 16 y en otras partes; Elohim significa la deidad
única y suprema: es adecuado para referencias cósmicas y mundiales (Gn. 1, 1); Jehová o
Yahvéh, que, estrictamente hablando es el único “nombre” de Dios ya que en el Génesis,
dondequiera que la palabra “nombre” está asociada con el ser divino, ese nombre es
Yahvéh, y en Ex. 3, 15 Dios afirma que “éste es mi nombre para siempre”. Yahvéh, por lo
tanto, en contraste con Elohim es un nombre propio, el nombre de una persona, aunque esa
Persona sea divina.
Con la palabra Dios me refiero también al DIOS UNO Y TRINO tal como nos lo
reveló Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre y nos lo han transmitido los Padres
de la Iglesia y el Magisterio dogmático de la Iglesia Católica ininterrumpidamente y en
todo el mundo a lo largo de 2000 años. Misterio que además han intentado explicar como
no absurdo ni contrario a la razón los teólogos en especial Santo Tomás de Aquino en su
Summa Theologica, Parte I, cuestiones de la 2 a la 43.
El Olimpo de los dioses.- Bajo este concepto catalogo a unos seres creados por Dios
antes de la Creación del mundo material y que son superiores en astucia y artería poderosa
a los hombres y que la Biblia y la Tradición cristiana han denominado bajo los conceptos
de ángeles y demonios. Estos seres al ser creados por Dios se le revelaron y quisieron ser
como Él. Como seres que poseen libre albedrío obedecen o no las órdenes de Dios según
esas órdenes vayan o no en beneficio del juego de sus propios intereses. Desde el pecado
original de Adán (Gn. 3) tienen poder sobre la Creación y sobre los humanos y están muy
unidos a Dios para conocer sus secretos y designios sobre el Hombre y la Creación. Se
arrogan para ellos el concepto de Dios queriendo que los hombres les rindan el culto que
sólo Dios se merece.
Viven mezclados con los humanos y se reencarnan de generación en generación. Su
centro de poder, como intentaré demostrar a lo largo de este libro, se encuentra en Tortosa y
su territorio. Hay entre ellos diversas jerarquías, pero los que detentan el poder más alto lo
hacen a través del sexo. Así ejercitan su dominio sobre la geología (terremotos, volcanes,
etc), sobre la meteorología (huracanes, lluvias, etc) y sobre la psique y soma de los
humanos (enfermedades, pasiones, etc) y sobre todo su principal objetivo es apartar a los
humanos del verdadero Dios Uno, Trino y Justiciero, por la cuenta que les trae.
El Hombre.- Es la cabeza de la Humanidad. Los dioses nunca permiten que el
Hombre de cada época sea conocido como tal públicamente. Así Diógenes de Sínope, el
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primer humorista de la Historia del que tenemos datos, en la época de los griegos iba a
pleno día con un candil encendido buscando a un hombre. Lógicamente se refería a que
buscaba al Hombre de su época, ocultado por el Olimpo al resto de la Humanidad.
Hubo una excepción, cual fue Adán, del que nos habla públicamente la Biblia aunque
los exegetas no aclaran si se trataba del primer cabeza de la Humanidad o del primer
humano. Reconociendo a Adán como primer cabeza de la Humanidad se resolvería la
cuestión de si poligenismo o si monogenismo, puesto que si era el primer cabeza quiere
decir que Dios creó ya desde el primer momento a muchos más humanos que formarían la
totalidad de la Humanidad.
También Jesucristo reveló la existencia del Hombre cuando se declaraba, aparte de
Hijo de Dios, Hijo del Hombre (Mt. 8, 20; 24, 30), título que, por desconocer la existencia
de un cabeza de la Humanidad en cada época, es un enigma para los exegetas de la Biblia.
Desde Adán hasta nuestros días la estrategia del Olimpo ha sido someter bajo su
dominio al cabeza de la Humanidad para así tener sometida a ésta en su totalidad y además
mantenerlo en el anonimato para que no se pueda defender ni que nadie pueda ayudarle.
Así cada palo que recibe el Hombre recae sobre el resto de la Humanidad y no hay nadie
que se atreva a aplicarle la justicia al Olimpo que sigue con esta política de generación en
generación.
Si alguien quiere profundizar más en estos tres conceptos puede consultar mi libro
“Telegramas desde el Olimpo”. Pero he creído conveniente explicarlos aquí para que se
comprendan mejor el resto de conceptos y datos que desgranaré a lo largo de esta obra.
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CAPÍTULO I
En los dos primeros capítulos del Génesis se nos narra la Creación del mundo y del
género humano por Dios. Los seres salen de la nada a la llamada de Dios, por orden
creciente de dignidad, hasta llegar al hombre, imagen de Dios y rey de la Creación. Lo que
hay que ver en este relato antropomórfico y bajo una forma propia de la época en que es
escrito, es una enseñanza revelada de valor permanente acerca de Dios, único, trascendente,
anterior al mundo y creador.
La noción de divina omnipotencia absoluta encuentra su única correspondencia
filosófica posible en el concepto de “creatio ex nihilo” (creación desde la nada). Aparece
este concepto en el Antiguo Testamento en un texto reciente, del siglo II a. C., en la
intervención de una madre de familia dando consejos a su hijo antes de morir: “Te suplico,
hijo, que mirando al cielo y a la tierra, y viendo todo lo que hay en ellos, sepas que Dios lo
ha hecho de la nada, y que lo mismo ocurre con la raza de los hombres” (II Mach. 7, 28).
Estos dos relatos del Génesis sobre la Creación son luminosos para entender la
Omnipotencia del Dios único y comprende la sabiduría que rezuman todas sus obras: “Y
vio Dios que lo que había hecho era bueno” (Gn. 1, 25); “Vio Dios todo cuanto había
hecho, y he aquí que estaba muy bien” (Gn. 1, 31).
El contenido de esta enseñanza histórico-religiosa del Génesis es que todo procede de
Dios, que todo lo que hay en el mundo ha tenido un comienzo absoluto por obra de Dios,
que con su omnipotencia les ha dado todo su ser sin contar con nada preexistente distinto, y
que todos los seres del mundo son, por lo mismo, contingentes, es decir, imposibles e
impensables sin la existencia primordial de un Ser personal, necesario y creador.
Así pues, según esta enseñanza bíblica es inaceptable la teoría del evolucionismo de
Darwin y de Spencer, elaborada con “teorías científicas” basadas en datos de la Biología y
la Paleontología y que niega la obra creadora de Dios en el origen del mundo y del hombre.
Tampoco es aceptable el evolucionismo postulado por el materialismo dialéctico de Marx y
Engels que arranca de la filosofía de Heguel y que ignora la diferencia entre espíritu y
materia: lo mayor (el espíritu) nunca puede proceder de lo menor (la materia). Esta teoría
del evolucionismo se enseña en la mayoría de los centros de enseñanza de España como si
fuera un dogma de fe científico.
Por lo que nos dice la Biblia, el mundo que había salido de las manos de Dios era
perfecto, lo cual quiere decir que sí existía la separación de las aguas de la tierra firme pero
no la separación, que existe hoy, de la tierra en continentes: todo el terreno de tierra firme
era uno, es decir, estaba unido. Tampoco existían las montañas y los ríos, que, al igual que
los continentes, separan las relaciones humanas. Así, según Job 15, 7-8, Adán y la primera
humanidad fueron creados por Dios antes de que se formaran los montes: “¿Eres tú, por
ventura, el primer nacido; viniste al mundo antes que los montes; has nacido tú el primero
de los hombres y fuiste dado a luz antes que los collados?”. Como he dicho tampoco
existían los cursos de los ríos tal como ahora los conocemos porque en Gn. 2, 6 se dice:
“Pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo”.
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Respecto a la creación del Hombre nos debemos fijar en que la Biblia dice:
“Hagamos al hombre a imagen nuestra” (Gn. 1, 26). Este plural puede indicar una
deliberación de Dios con su corte celestial, es decir, con el Olimpo: la traducción griega,
seguida por la Vulgata, del Salmo 8, 6, citado en Hb. 2, 7, así han entendido nuestro texto.
En esta deliberación entre Dios y el Olimpo es cuando los dioses debieron obtener permiso
de Dios para encarnarse en seres con cuerpo humano una vez aparecida la humanidad sobre
la tierra.
En este texto el término “hombre” debe entenderse como nombre colectivo, es decir,
la humanidad y de ahí el plural “y dominen en los peces del mar, en las aves del cielo...”
(Gn. 1, 26). Pero se refiere también a la singularidad de un hombre, Adán, que será la
primera cabeza de la humanidad creada, y que, como veremos en Gn. 2 Dios lo colocará a
él y a su mujer, Eva, en un lugar especial de la tierra (que entonces toda ella era un paraíso
para todos los humanos) para probar su fidelidad. En este capítulo 2º del Génesis aparece
Adán poniendo nombre a los animales (Gn. 2, 20) quedando así patente que él era el cabeza
de la humanidad y el rey de la Creación. Así se puede compaginar el poligenismo, que
propugna que a la vez que Dios creó a Adán también creó a muchos más humanos, con la
doctrina católica sentenciada en el Concilio II de Orange (a. 529), en el Concilio de Trento
y por Pablo VI, que afirma que el pecado original de Adán no sólo dañó a él, sino también a
su descendencia. Y yo preciso que dañó al resto de la humanidad de la que él era cabeza y a
todos los descendientes posteriores.
Profundizando teológicamente sobre la situación de Adán y de su primera humanidad
antes del pecado original debemos decir, siguiendo el Magisterio de la Iglesia, que fueron
constituidos en santidad y justicia. El Concilio Vaticano I enseñó que “Dios, por su infinita
bondad, ordenó al hombre a un fin sobrenatural, es decir, a participar bienes divinos que
exceden totalmente la inteligencia de la mente humana”. Ello quiere decir que, si Dios
destinó al hombre a un fin sobrenatural, elevó al primer hombre a un fin sobrenatural y con
él a toda la humanidad, ya que el hombre, en estado de naturaleza pura, no hubiera podido
alcanzar jamás ese fin sobrenatural consistente en la visión de Dios, contemplado y gozado
tal cual es en sí mismo. Además de este don sobrenatural Adán y la humanidad primera
poseían los dones preternaturales como la integridad, es decir, la ausencia de
concupiscencia; la inmortalidad; la impasibilidad o ausencia de sufrimientos y
enfermedades tanto físicas como morales; el dominio perfecto sobre los seres inferiores.
Además el Olimpo no tenía el más mínimo poder sobre la Creación y la humanidad. Y
todos estos dones eran también para sus descendientes.
Como ya he dicho, al principio de la Creación toda la tierra era un inmenso paraíso
pero Adán y Eva vivían en un lugar concreto de esta tierra en donde los colocó Dios para
probar su fidelidad: “...y en medio del Edén, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del
bien y del mal” (Gn. 2, 9).
Este árbol de la vida y de la ciencia del bien y del mal era la prueba puesta por Dios
prohibiéndoles que comieran de él. Este árbol significa y hace referencia al Olimpo ya que
si Adán se apareaba con los dioses se volvería como ellos cayendo bajo su dominio y
esclavitud. Por ello la tentación de los dioses, la serpiente, consistía en tentar a Adán para
que se hiciera autónomo moralmente no conformándose con su condición de criatura.
Así el Olimpo con artes sibilinas, cual la serpiente, dijo a Eva: “De ninguna manera
moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día que comiereis de él, se os abrirán los ojos y
seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” (Gn. 3, 4-5).
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CAPÍTULO II
Gn. 3, 6-7: “Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la
vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su
marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron los ojos, y se dieron cuenta de que
estaban desnudos; y cogiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores”.
Vemos en estos dos versículos del tercer capítulo del Génesis cómo Eva se dejó
seducir por el Olimpo y se apareó con un dios. En esto consistió el pecado original. Y luego
Eva hizo que Adán se apareara con el dios. Así el Olimpo le quitaba la corona de rey de la
creación a Adán, a toda la humanidad y a todos los descendientes. Y el Olimpo se convertía
entonces en rey despótico de la Creación.
El que Adán y Eva se apercibieran de que estaban desnudos era el despertar de la
concupiscencia, primera manifestación del desorden que el dominio del Olimpo sobre la
Creación introdujo a partir de entonces. Perdieron los dones sobrenaturales y
preternaturales.
Gn. 3, 15: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te
pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”.
En este versículo se ve cómo Dios abre la maravillosa guerra histórica entre el linaje
humano y el linaje olímpico y deja entrever la victoria final del último Hombre de la
historia y su humanidad cuando aquél y ésta aplastarán mediante la cirugía la fuente de la
seducción y del poder olímpico. Esto lo conseguirán mediante el ejemplo e intercesión de
una mujer, la Virgen María y de su Hijo, Jesucristo, el Mesías, la segunda Persona de la
Santísima Trinidad hecha hombre que redimió hace 2000 años a la humanidad del pecado
original y le devolvió la elevación al orden sobrenatural perdida por el pecado de Adán.
Este versículo es pues el primer destello de la salvación, el llamado por los exegetas el
“protoevangelio” y la prueba de que Dios no abandonó a los humanos en su desgracia.
Pero, repito, que la Virgen y su Hijo vencieron ciertamente al Olimpo pero no lo
sometieron totalmente. La victoria completa se realizará cuando el linaje humano corte de
raíz el árbol de la vida. Entonces resucitarán los muertos y la humanidad recobrará también
los dones preternaturales: la integridad, la inmortalidad, la impasibilidad, el dominio
perfecto sobre los seres inferiores y la ciencia infusa. Además podrá gozar de la dulce
presencia de la humanidad de Cristo y de su Madre, y se alimentará, saciándose sin
saciarse, con la Sagrada Eucaristía proporcionada por los nuevos jerarcas de la Iglesia
Católica Metahistórica, regida por el último Hombre convertido en el nuevo y definitivo
Papa.
Gn. 3, 22: “Y dijo Yahvéh Dios: ‘¡He aquí que el Hombre ha venido a ser como uno
de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora pues, cuidado, no alargue su mano
y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre’”.
Con esto el hagiógrafo quiere dar entender que ya que Adán había adquirido la
sabiduría de la corte celestial de Dios, éste decidió sacarlo de aquel lugar para que no se
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diese el caso de que Adán fuera seducido otra vez por el Olimpo y llegara a hacer un pacto
con éste de por vida y Dios se viera atado de pies y manos teniendo que tolerar para
siempre esta unión que separaría definitivamente a las criaturas humanas de su Creador.
Gn. 3, 24: “Y habiendo expulsado al Hombre, puso delante del jardín de Edén
querubines, y la llama de espada vibrante para guardar el camino del árbol de la vida”.
Con esto quiere explicarnos el autor sagrado que Dios permitió que el Olimpo, ahora
ya rey de la Creación, produjera un cataclismo universal, mediante el ejercicio de su poder,
que separó la tierra en continentes, que formó los pliegues de la corteza terrestre, es decir,
las cordilleras y montañas, que formó los ríos y que hizo por fin que los dioses tomaran el
control sobre la meteorología. Y todo ello lo hicieron, con el consentimiento de Dios, para
encastillarse en el lugar en donde habían logrado la victoria sobre el Hombre y que por ello
ese lugar se convertiría en centro geográfico de su poder hasta el fin del mundo. Ese lugar
era precisamente lo que hoy es el Maestrazgo, la plana castellonense hasta el Ebro y
posteriormente cuando emergió la zona de Tortosa del mar se trasladaron aquí. Así
rodearon esta zona con montañas y con el mar. Hicieron que este lugar estuviera situado en
un espacio más amplio rodeado por el mar y con una barrera de montañas en el istmo de esa
península, la ibérica, que la separaba del continente y con un río que defendía la zona del
resto de la península y la conectaba con el mar: el río Ebro.
Y todo esto lo hicieron para defenderse de las enemistades del linaje humano contra
ellos y para seguir seduciendo desde este escondrijo a las generaciones futuras como
veremos a lo largo de esta historia.
Así salieron ganando ellos pero también salió ganando Dios que hacía casi
inaccesible al linaje humano el árbol de la vida.
El resto de la historia es la continua guerra entre el Olimpo y el linaje humano
ayudado por Dios, una guerra admirable, que esto es lo que significa Mirambel en latín
(mirum bellum), pueblo del que ya hablaré en la tercera parte de esta obra, guerra en la que
todavía no se ha producido la batalla final.
Desde que Dios creó el mundo, con el posterior cataclismo por parte del Olimpo,
hasta nuestros días yo calculo que han transcurrido unos 6000 años. Sigo para esta cálculo
al historiador tortosino Francisco Martorell que en 1626 escribió la obra “Historia de la
antigua Hibera”. En su libro dice, refrendado por nueve historiadores más antiguos que él y
no tortosinos, que desde la creación del mundo hasta el diluvio universal pasaron unos 2000
años y otros 2000 años más, poco más o menos, hasta venida de Jesucristo. Sumando a
estos 4000 años los 2000 que hay hasta nuestros días, tendremos que los años que han
pasado desde la Creación hasta nuestros días son unos 6000 años. Detesto por tanto a esos
paleontólogos, geólogos y biólogos modernos, que influenciados por filosofías
evolucionistas, como los que en la actualidad desentierran huesos en Atapuerca, no tienen
ningún reparo ni pudor en colocar el inicio del mundo, de la vida y del hombre no ya a
decenas de miles años sino a millones de años. Creo que o bien se equivocan ellos o bien el
método científico que emplean no es el correcto. Y es que en el fondo les asusta la idea de
Dios Creador y por ello encomiendan al acaso y a las ciegas fuerzas de la naturaleza la
aparición de los planetas, de la tierra, de la vida y del hombre. Y para que les cuadren las
cuentas de esta su errónea filosofía tienen que colocar millones y millones de años para que
pudieran darse los procesos que debieron seguir las apariciones de la materia, de la vida y
del hombre tal como ahora los conocemos.
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En definitiva su visión plana, materialista, mecanicista y atea les ciega para estudiar
la realidad histórica y esto hace que no les salgan las cuentas, utilizando los millones de
años a capricho y más o menos según sea el “científico” que desarrolla la teoría de turno.
Adán y Eva, una vez asentados los montes y separados los continentes por los
océanos y mares aproximadamente como hoy los conocemos, se construyeron un barco y se
alejaron todo lo que pudieron del territorio ilercavón yendo a parar al otro extremo del
Mediterráneo en la zona que hoy denominamos Oriente Medio. Debe tenerse en cuenta que
ya desde un principio la humanidad ya conoció las artes y oficios básicos para sobrevivir en
el nuevo estado de cosas producido a consecuencia del pecado original. En este sentido
conocían la navegación, la confección de útiles para la caza, la agricultura, la construcción
de poblados y para uso doméstico. Y es que hay una infantil mentalidad muy extendida en
nuestros días que considera a la imbecilidad directamente proporcional a la antigüedad: a
mayor antigüedad, mayor imbecilidad.
No obstante en la tecnología sí ha habido una evolución y perfeccionamiento a lo
largo de la historia gracias al ingenio humano.
En Oriente Medio Adán y Eva, arrepentidos de su pecado y reconciliados con Dios,
tuvieron sus hijos. Entre ellos Caín a quien Dios puso una señal como nos dice Gn. 4, 15:
“Y Yahvéh puso una señal a Caín para que nadie que le encontrara le tocara”. Según la
Biblia cuando Dios marca a alguien lo hace con la cruz “tau” (T) como vemos en Ez. 9, 4:
“Pasa por la ciudad, recorre Jerusalén y pon una señal Tau en la frente a los que gimen y
lloran por todas las abominaciones que se cometen dentro de ella”. Ya me extenderé más
sobre la historia y simbolismo de esta señal más adelante. Por ahora anticipo que esa señal
significa la tala del árbol de la vida que se realizará al fin de los tiempos.
Y por último debo decir que después de Adán ya no aparecen en ningún lugar los
datos de sus sucesores como cabezas de la humanidad. Sus datos son celosamente
escondidos por el Olimpo a la historia y a la opinión pública de todos los tiempos. Hasta
incluso en la Biblia y en la Iglesia fundada por Cristo.
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CAPÍTULO III
amplio y caudaloso estuario hasta Tortosa, siendo así el Ebro la puerta que unía a Tortosa
con el Mediterráneo y con sus culturas.
Después que Adán y Eva emigraron a Oriente Medio aquí en Tortosa quedaron una
pléyade de humanos de los que nos dice la Biblia lo siguiente en Gn. 6, 1-2: “Cuando
comenzaron a multiplicarse los hombres sobre la tierra y tuvieron hijas, viendo los hijos de
Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre ellas por mujeres las que
bien quisieron”. Aquí debe entenderse por hijos de Dios a los dioses y por hijas de los
hombres a las hijas del linaje humano. Así pues hubo una mezcolanza entre el linaje
humano y el Olimpo. Y los que no quisieron pactar con los dioses tuvieron que emigrar o
murieron prematuramente.
Entonces el Olimpo con la colaboración de los humanos se dedicaron a fortificar
Tortosa para defender y proteger el árbol de la vida. Así construyeron una fortaleza y cuatro
túneles para que sirvieran de acceso secreto a los viajeros e inmigrantes, junto con los que
arribaban por mar, que querían comer del árbol de la vida y pactar con los dioses. Y a la
vez mantener la inaccesibilidad a Tortosa a los enemigos y curiosos.
Para recibir a los que llegaban por mar se construyeron a una y otra parte del río, de
forma equidistante, seis torres, tres en cada parte. Las dos primeras eran la de Amposta y su
correspondiente en la margen izquierda, la de la Candela, ambas en el mismo ostium del
Ebro. Un poco más arriba del río, la de la Carroba y su correspondiente, la de Campredó y
ya tocando a Tortosa, la de Vila-seca y su correspondiente de la Petja. Estas torres-vigía
servían para controlar el acceso de barcos a Tortosa. ¿Serían estas torres en donde
originalmente se colocaron las Columnas de Hércules? Dejo esta cuestión para otros
estudiosos.
Respecto a los túneles que construyeron aquellos primeros habitantes de Tortosa cabe
decir que han perdurado hasta el día de hoy pero duermen el sueño de la historia porque
aquí sigue mirándose con glacial indiferencia la arqueología y por ello no son manifiestos a
la opinión pública.
El primer túnel es el que va desde el castillo de la Zuda, cruzando por debajo del
Ebro, y sale en la zona que ocupó la antigua Hibera, que en opinión del que fuera alcalde de
Tortosa alrededor de 1910, D. Miguel Bau, estuvo emplazada en el territorio adyacente
entre el extremo norte del arrabal de Jesús (torre del Prior) y la llamada torre d’En Cordé.
Este túnel servía para recibir a los visitantes o “peregrinos” que querían aparearse con los
dioses y que procedían del centro de la península. El segundo túnel comunicaba el Castillo
con el barranco de S. Antonio, cruzando también por debajo el río después de haber pasado
bajo las calles de S. Blas, Cervantes, Estación del Ferrocarril para salir a la torre de Vila-
seca que se encontraba junto al puente de Alcánter sobre el barranco de S. Antonio cerca de
su desembocadura en el Ebro. Este túnel servía para recibir a los visitantes procedentes del
sur y este de la península. El tercero, el más largo, llegaba hasta el Coll del Alba y desde
allí se bifurca un ramal hasta la torre de Fullola y otro hasta la torre de Binaixarop. Por
éstos entraban los visitantes del norte de la península y de Europa. Estos tres túneles
descritos hasta ahora tienen una encrucijada común en algún lugar debajo de la actual
construcción de la catedral gótica que en tiempo de los romanos era un templo pagano. Y
por último el cuarto comunicaba la Zuda con la fortificación de Tenalles y llegaba hasta la
torre de Montañana, situada un poco más arriba de la capilla de los Reyes Magos. Servía
para recibir en la ciudad a los viajeros procedentes del noroeste peninsular.
Corrobora la existencia de los dos túneles que cruzan el Ebro por debajo de su cauce
el hecho de que hasta finales del siglo XIII de nuestra Era no se construyó el primer puente
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sobre el Ebro y aún éste fue de barcas, no habiendo existido jamás antes ninguna clase de
puente sobre el Ebro en su tramo bajo.
En opinión del egregio geólogo Mallada, “pocas comarcas como la de Tortosa hay en
la Península tan riscosas, tan agrias y tan penosas de recorrer en cualquier dirección que se
siga”. No obstante esto, los historiadores reconocen la importancia geoestratégica de
nuestra Comarca y el papel primario que hubo de desempeñar ya desde los más remotos
tiempos como final de ruta de las más diversas inmigraciones humanas. Esta situación
estratégica de Tortosa la podemos corroborar con un affaire relativamente reciente, es decir,
de principios del siglo XX. Es el siguiente. Los informes técnicos del Ministerio de
Defensa español coincidieron en 1915 con rara unanimidad en apreciar las insuperables
condiciones estratégicas naturales del Ebro en Tortosa correspondientes a las exigencias
que demanda una base naval de submarinos, aunque por razones desconocidas para mí
nunca se llegó a construir.
Por todo lo relatado hasta aquí, ya desde el principio de la humanidad, y así lo
confirma la historia, comenzó a divulgarse la especie entre todas las civilizaciones de la
tierra de que Tortosa era el fin del mundo porque a los que llegaban hasta aquí para comer
del árbol de la vida, se les terminaba la vida mundana y entraban en otra dimensión y en
otra dinámica.
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CAPÍTULO IV
El castigo del Diluvio sobre Oriente Medio. Túbal, nieto de Noé, aporta en
Tortosa para instalar en Iberia el monoteísmo o culto a Yahvéh.
También desde Oriente Medio llegaban naves a Tortosa para comer del árbol de la
vida. Así los dioses dejaban embarazadas a muchas mujeres del extremo opuesto del
Mediterráneo, las cuales cuando regresaban a su tierra daban a luz a titanes nacidos de la
unión de humanos y dioses. Esta nueva raza insolente de superhombres hizo que creciera la
perversidad y el ateísmo en la parte oriental del Mediterráneo.
Pero Dios, que quería hacer depositaria a esa región de sus promesas redentoras y
consumadoras, toleró que fuera inundada toda esa zona mediante un diluvio para limpiarla
de indeseables (Gn. 6-9), mas salvó a un resto que le había permanecido fiel: Noé y su
familia. Por eso el autor sagrado, sirviéndose de varias narraciones babilónicas sobre el
diluvio, es decir, del recuerdo de una o varias inundaciones desastrosas del valle del Tigris
y del Éufrates que la tradición había exagerado hasta darle dimensiones de cataclismo
universal, ha imbuido este recuerdo con una enseñanza eterna sobre la justicia y la
misericordia de Dios, sobre la malicia del Olimpo y la salvación concedida al justo Noé,
que realmente fue un personaje histórico no inventado por el hagiógrafo.
Después del diluvio Dios hizo un pacto con Noé y los suyos por generaciones
sempiternas (Gn. 9, 12).
Noé tenía tres hijos, Sem Cam y Jafet y según Gn. 10, 2-5 los hijos de Jafet
“poblaron las islas de las gentes en sus tierras”, es decir las islas y costas del fin del mundo,
Tortosa, para proclamar aquí las misericordias de Dios, para apartar a los humanos de las
“faldas maternales” de los dioses y para recordarles que, aunque zarandeados por las
insidias del Olimpo, es Dios el Creador del mundo y el que lo gobierna en última instancia
siendo así Señor del mundo y de la historia.
De este modo Túbal, su hijo Hibero o Iber que se instaló en la margen derecha del
río dándole el nombre de Iber y de Iberia a la península, y su sobrino Tarsis que se instaló
en la margen izquierda del Iber, llegaron y se instalaron en Tortosa formando una nueva
dinastía de reyes que, como he dicho, dieron nombre al Ebro, a la península ibérica y a la
Tarsis bíblica de la que trataré en el próximo capítulo.
De la venida histórica de Túbal y su familia a Tortosa son unánimes los historiadores
indígenas, desde Despuig hasta Vergés Paulí.
Esto escribía Despuig en 1557: “Casi todos cuantos han escrito de la población del
mundo después del diluvio universal de Noé, que son infinitos: Beroso, historiador
babilónico del s. III a. C., Manethon, escritor egipcio de la época de Ptolomeo I, Flavio
Josefo, historiador judío del s. I, Francisco Jiménez, obispo gerundense de Elna del s. XV,
Juan Rodrigo, arzobispo de Toledo en el s. XIII, San Jerónimo en el s. IV, San Isidoro de
Sevilla, autor de las Etimologías en el s. VII, todos ellos sin contradicción alguna afirman
que Túbal, quinto hijo de Jafet, tercer hijo que fuera del patriarca Noé, fue el primero que
vino a poblar en España y que en la entrada del Ebro edificó un pueblo notable y ya que no
se encuentra otro pueblo antiguo en toda esta ribera desde aquí hasta el mar sino el de
Tortosa, es de creer que éste fue el que edificó Túbal en la entrada del río Ebro. Yo tengo
19
Flavio Josefo, historiador judío del primer siglo de nuestra Era, escribió en sus
Antigüedades judaicas que “Túbal dio asiento o establecimiento a los Tubalitas que en
nuestra Edad se llaman Iberos”.
S. Jerónimo, antes del 392, insiste en que “por Túbal se entienden los Iberos
orientales o Españoles”, en su comentario al cap. XXVII del Profeta Ezequiel.
S. Isidoro de Sevilla en sus Etimologías, lib. XI, cap. 2º también identifica Iberi con
Hispani.
El P. Hervás en 1804 afirma que “la tradición hebrea uniforme y constante da un
fundamento irrefragable para afirmar que Túbal fue el patriarca de la nación española”
(Catálogo de las lenguas, T-IV, pag. 31).
Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, en 1247 dice que “no fue Túbal en persona
sino sus hijos o descendientes los que poblaron la ribera del Ebro” (De rebus Hispanis, lib.
I, cap. 1º).
Esteban de Corbera (+1635), autor de Cataluña ilustrada, dice que Túbal que
“levantó poblaciones en Tarragona y Tortosa y que de allí se fueron introduciendo y
apoderando los suyos en lo restante de España, fundando en ella un mismo Reino y
Señorío” (Cataluña ilustrada, pag. 141).
El P. Morcillo, muy conocido en la Tortosa de fines del siglo XVII por su obra Crisi
de Catalunya, publicada el año 1685, no sólo da como seguro que “fundó la ciudad de
Tortosa Ibero, Rey español, años del mundo criado 1961, 2000 antes de la humana
redención, nombrándola Ibera” sino que además afirma que Túbal vino con su familia a
establecerse por estas partes de España, y que a él se debe la cultura literaria de nuestra
tierra (Crisi de Catalunya, pag. 109).
El P. Masdeu afirma sin ambages que “dos familias, la de Túbal y la de su sobrino
Tarsis vinieron a poblar nuestra península. Los Tarsiano-íberos se establecieron por las
orillas del Ebro”. Dichos dos patriarcas “llegaron a nuestra península cerca de los años
2050 antes de la Era cristiana. Éste es el sistema que propuse y probé en la Historia de las
Españas Primitiva y Fenicia” (Historia crítica de España, T-XVI, pags. 62 y 210).
Julio Africano (s. III) hablando de las generaciones y poblaciones de los hijos y
nietos de Jafet, dice: “de Tarsis, los Iberos”.
Eusebio de Cesarea en su Chronicón griego afirma que “proceden de Tarsis, los
Iberos”.
En el Chronicón llamado Bárbaro por José Escalígeno, su autor escribía en el 384
que “los españoles y también los Tyrrhenos descienden de Tarsis, hijo de Javán”.
En el Chronicón Alexandrino, en el año 631, su autor conviene en que de Javán y de
Tarsis proceden los españoles, los íberos y los tyrrhenos.
A finales del siglo VII, formaba Jorge Sincelo su Cronografía y con vista de todos los
antiguos escribió que “de Tarsis se originan los íberos”.
Por último debo decir que coincidiendo con la llegada de Túbal y su familia a
Tortosa, época que los modernos historiadores llaman edad de Bronce, se produce “la
desaparición de los ídolos y amuletos, que se observa lo mismo en España que en las
Galias” (Menéndez y Pelayo, Heter. Esp., T-I, pags. 170-171).
A este respecto S. Agustín cuenta a los Iberos entre los pueblos que habían llegado a
elevarse, merced a las enseñanzas de sus sabios y filósofos (añado yo que merced a la
influencia de Túbal y sus descendientes), a la noción de un solo Dios, autor de lo creado,
incorpóreo, incorruptible (De Civitate Dei. Lib. VIII, cap. 9).
21
CAPÍTULO V
Bosch i Gimpera decía en 1932 que el problema de Tartessos es uno de los más
importantes y a la vez más oscuros de la historia occidental.
El famoso historiador alemán Schulten afirmaba en 1924 que Tartessos era la más
antigua ciudad de Occidente. La más antigua ciudad comercial y el primer centro cultural
de Occidente, emporio hespérico comparable a aquellos focos antiquísimos de la cultura
oriental: Babilonia y Nínive, Memfis y Tebas, Knossos y Faistos.
Schulten queriendo emular al descubridor de la ciudad de Troya quiso descubrir el
emplazamiento geográfico de la ciudad de Tartessos para pasar a la historia, pero la buscó
en el lugar equivocado, es decir, en Andalucía y lógicamente no la encontró.
Y es que Obermaier no concibe a Tartessos emplazada en los arenales y marismas del
Guadalquivir en donde no puede suponerse una ciudad en forma, todo lo más fue una
factoría o desembarcadero y almacén de géneros de los fenicios.
A juicio de Schulten y de los más modernos y aventajados exegetas bíblicos no cabe
duda de que la Tarsis bíblica y la Tartessos griega son una y la misma ciudad.
Estas son las citas bíblicas en que aparece el nombre de Tarsis, que como observó S.
Jerónimo es voz homónima que en la Biblia expresa y connota diversidad de cosas muy
desemejantes entre sí, pero, añado yo, que en el fondo coinciden en un mismo punto
geográfico como demostraré. Así se refiere a una piedra preciosa (por alusión a las que se
importarían de Tarsis); un nombre propio y personal; ciudad, reino o nación; símbolo de
grandeza y magnificencia; y la parte más occidental y remota de la tierra entonces
conocida. Son éstas: Gn. 10, 4; Ex. 28, 20; I Re. 10, 21-22; 22, 49; I Cro. 1, 7; II Cro. 9, 21;
Sal 48 (47), 8; Sal 72 (71), 10; Is. 2, 12-16; 23, 1-6; 60, 9; 66, 19; Jr. 10, 9; Ez. 27, 12; 38,
13; Jon. 1, 3; 4, 2.
Tarsis en la Biblia, concretamente en Reyes, Crónicas, Isaías y Ezequiel, apela a
tierra muy lejana, símbolo o término de la navegación de la flota del Rey fenicio de Tiro,
Hiram, que tenía un tratado con el Rey Salomón (I Re. 9, 10-14), y como emporio
comercial que se proclama de ricas y extrañas mercancías.
Siendo para los judíos el país de Tarsis el más remoto de Occidente (el mare Rubrum
o en hebreo Suph, límite o fin, era para los hebreos el mar Mediterráneo: el mar rojo de los
infiernos y del fin del mundo), se explica que Jonás se embarcase en Jope para cruzar el
mare Rubrum y encaminarse a Tarsis (Jon. 1, 3; 4, 2) para no verse así en el embarazoso
compromiso de obedecer las órdenes de Dios, predicando la conversión a los incircuncisos
ninivitas. Huir “a facie Domini” es lo mismo que encaminarse al lugar opuesto, es decir, al
infierno, al fin del mundo, a Tarsis, a Tortosa. Los griegos para designar el infierno
empleaban la palabra “tartara” que proviene semánticamente de la de Tartessos.
El Rey David en el Salmo 72, 10, ve en lontananza a los soberanos de Tarsis y de las
islas, ofreciendo sus ricos dones al Prometido de Israel.
Después de Jeremías, alto silencio en la Biblia sobre la antes tan ponderada Tarsis.
Había sucumbido Tiro y con ella su dominio sobre el Tartesso; y como Tiro era la aliada de
23
los judíos y la que amparaba sus expediciones y su comercio con Tarsis, ni vuelven éstos
por el Tartesso, ni pueden tener noticias de él. Efectivamente la derrota de Tiro, profetizada
especialmente por Isaías y Ezequiel, se produce en el 673-668 a. C. y entonces es
constituida en provincia de Asiria y aquí la preponderancia comercial de los fenicios en
Tarsis recibió el golpe de gracia, es decir, perdieron las llaves del poder que les dejaba el
Olimpo Escorpión a cambio de aparearse con él.
Aparte de fin del mundo y de infierno Tarsis o Tartessos desde la antigüedad es
identificado como paraíso en la tierra. Tiene todo lo que el ser humano busca desde
siempre: la felicidad que se ha identificado, desde un punto de vista materialista, con la
riqueza y la longevidad. La riqueza mineral y ganadera, las fertilidad de sus tierras... hechos
que es difícil se den todos a un tiempo y en un mismo espacio geográfico, se conjugan en
Tartessos para proporcionar a sus gentes en general y a sus reyes en particular esa felicidad
material tan ansiada y que provoca el bienestar necesario para una larga vida.
A este respecto, también los Esenios, comunidad religiosa judía de estricta
observancia y fiel a Dios y a sus promesas y que vivía junto al Mar Muerto militando en
esperanzas apocalípticas en contra del Olimpo, consideraba que el Paraíso se encontraba en
una región occidental, en las islas de la divinidad, es decir, en Tartessos, pero a donde irían
después de muertos, nunca en vida.
Volviendo a los fenicios debemos decir que el motivo de su carrera comercial por el
Mediterráneo fue que al invadir los israelitas la Tierra Prometida después de ser liberados
por Moisés de la esclavitud de Egipto, unos 1450 a. C., los antiguos habitantes de esa tierra
se instalaron en la costa al norte de Israel comenzándose a llamar fenicios (hoy Líbano) y
como rebelión contra Dios que les había expulsado de su tierra, pactaron con el Olimpo
Escorpión instalado en Tarsis o Tartessos, el cual a cambio les dio las llaves de la
talasocracia.
Por todo ello nuestro río Ebro era tenido como término del mundo por los fenicios.
Pero ¿qué colonias dejaron en la ribera del Ebro? Ningún vestigio nos ha quedado. Ello
prueba que no quisieron o no les dejaron formar aquí nuevos establecimientos. Pero aunque
no colonizaron, lo cierto es que sí tuvieron relaciones y pactos con el Olimpo establecido en
Tortosa.
Es decir, que los fenicios, al igual que sus predecesores y sucesores en la
talasocracia buscaron en nuestra Tarsis o Tartessos aparearse con los dioses y éstos, dueños
directos de la península ibérica, a cambio les daban permiso para explotar las minas de
plata, cobre o estaño, que eran las riquezas que buscaban los fenicios y que se encontraban
en Andalucía. Para todo ello se instalaron en Ibiza desde donde acudían regularmente a
Tarsis para tratar con los dioses, creando además otros asentamientos a lo largo de la costa
sureste de la península.
De esto se deduce que por concomitancia algunos historiadores antiguos y modernos
hayan localizado Tarsis en Andalucía. Entre ellos se encuentra nuestro Enrique Bayerri que
ha concretado la localización de Tarsis en la provincia de Huelva, entre los ríos Odiel y
Tinto por ser de donde más probablemente sacaban los fenicios sus preciosos metales.
Queriendo rebelarse contra esta falsedad histórica, Joaquín Costa apunta la
posibilidad en sus Estudios ibéricos que los fenicios de Tarsis formaron en el actual
territorio valenciano, con el de Tortosa, una Tartesia oriental.
Pero quien realmente afirmó sin ambigüedades la realidad de que Tarsis es Tortosa
fue el investigador alemán Gustav Moritz Redslob, el cual en 1849 publicó en Hamburgo
una no breve monografía titulada “Tartessus” en la que intenta demostrar con argumentos
24
que sean creíbles a los historiadores modernistas la verdad de la que él estaba seguro: que
Tarsis o Tartessos había que localizarla en Tortosa. Pero, como ha hecho el Olimpo
Escorpión a lo largo de la historia, habían sido borradas por éste todas las pistas de sus
manejos con los fenicios y por ello la argumentación de Redslob se queda pobre ante las
grandes exigencias arqueológicas, documentales, numismáticas, etc. de la moderna
historiografía.
Éstos son sus argumentos muy resumidos:
1º.- Redslob afirma que del nombre Tartesso resultaron las dos pronunciaciones
Dertosa y Tortosa.
2º.- Establecimiento en la Tartesso-Tortosa de los fenicios, destacados de sus
factorías de Baleares.
3º.- La Sagrada Escritura menciona una piedra preciosa llamada piedra de Tarsis. No
parecía poderse llamar ni mármol, ni jaspe y por eso se llama sencillamente piedra de
Tarsis, una piedra enteramente singular y ninguna otra sino el llamado Jaspe de Tortosa que
se extrae de la Cantera de la Cinta.
4º.- Moneda hispano-romana en cuyo reverso se ven un pez y una espiga con la
inscripción Tartes. El pez y la espiga son los símbolos de la abundancia de pesca en Tortosa
y de su ubérrima agricultura.
5º.- Los periégetas no mencionaron en sus narraciones a Tartessos porque sólo
nombraban a los pueblos de la costa y Tortosa se encuentra escondida río arriba. Los
geógrafos antiguos se equivocaron al colocar a Tartessos al sur de Andalucía por haberse ya
perdido en su tiempo la verdadera noción primitiva de la situación de Tartessos.
Además de Redslob otros eruditos no pocos ni desdeñables, antes y después de él han
sostenido la misma identificación Tarsis-Tortosa.
Por otra parte de muy antiguo data, más de lo que podría suponerse, entre los que han
historiado sobre Tortosa, la identificación de Tarsis con Tortosa.
25
CAPÍTULO VI
La disputa por las llaves del árbol de la vida entre griegos, cartagineses y
romanos.
Muchos serían los griegos que al igual que Homero debieron viajar con las naves
fenicias hasta Sicania cuando los fenicios poseían el dominio del Mediterráneo, pero fue a
partir del siglo VI, en que se produjo la destrucción de Tiro y por tanto el fin del dominio
fenicio del Mar, cuando los griegos les sustituyeron en la posesión de las llaves del árbol de
la vida instalando sus colonias en las proximidades de la desembocadura del Ebro.
Ya hemos mencionado un nombre que daban los griegos a Tortosa: Sikane. Ahora
estudiaremos otros con los que intentaban aproximarse semánticamente al misterio de esta
ciudad y su territorio, habitáculo, desde la Creación del mundo, del Olimpo Escorpión.
El primero es el Gaya. El P. Risco dedujo que el nombre de Gaiaincolarum que
aparece en la Ora Marítima avienense aludía a los habitantes de Gaya que reputó el más
añejo nombre de la ciudad de Tortosa. El significado del griego Gaya es Gea, la
personificación de la Tierra, queriendo dar a entender los griegos que Tortosa era el centro
de la Tierra, era la Tierra misma. En la actualidad todavía se conserva en Tortosa el
apellido Gaya y en Roquetas, ciudad vecina, hay una calle con dicho nombre.
Otro nombre con que los griegos nombraban a Tortosa es el de Elaisa. Al respecto el
Dr. Adolf Schulten en una conferencia que pronunció en Tarragona en 1943 dijo que
Avieno llamaba al Ebro “Oleum flumen” lo que significa “río de aceite”. El problema de
esa denominación lo despejó sabiendo que “elaion”, aceite en griego, se parece al nombre
ibérico “Elaisos” y se comprende que el río tuvo como nombre “Elaisos” y su ciudad el de
Elaisa (Diario Español, 7 marzo 1943).
Nombre también relacionado con el aceite es el Pallaia, denominación del territorio
tortosino por Ptolomeo. Pallas era la diosa de la guerra, de la sabiduría, de las artes, pero
también significa olivo, aceite, aceituna. Además Oleum además de aceite significa en
sentido figurado palestra, lugar o paraje en donde se discute o controvierte sobre cualquier
asunto. Abundando en este tema debo decir que aquí en Tortosa cuando se dice que hay que
hablar sobre “l’asunto de l’oli” (el asunto del aceite) se quiere expresar que se entablará un
debate que no tendrá final.
Estrabón registra un Oleastrum en la margen derecha del Ebro junto a éste; pero
viene el siglo IV de nuestra Era y emerge de improviso un topónimo homónimo en la
margen izquierda.
Toda esta referencia al aceite respecto a Tortosa por parte de los griegos indica que
aquí es donde se discuten y en donde se cuecen desde siempre los interminables temas de la
vida y del mundo.
Otro nombre griego que nos descubre Tito Livio es el de Onusa: “Onusa ad Iberum”.
Deriva del griego “onos” que significa burro. Resulta que las cualidades del burro
concuerdan perfectamente con las del Olimpo Escorpión: firmeza, constancia, fortaleza,
paciencia, obstinación, dureza, valentía, animosidad, austeridad, etc. y... ¡un par de coces
cuando se le molesta!
Avieno en los vv 146 y ss. de su Ora Marítima habla de una región que se llama
Ofiusa y que Joaquín Costa dice que se refiere a nuestra comarca. Viene del griego “ofis”,
serpiente: país de las serpientes, lo cual nos remite al tercer capítulo del Génesis que nos
dice que es una serpiente la que tienta a Eva.
En el Itinerario de Antonio se hace mención de Sepelaci situándolo en nuestra región
ilercavónica. Deriva del griego “spelaion” o “sepelaion” que significa hondura,
concavidad, cueva. Y haciendo una concesión a la literatura nos evoca aquello de “La
cueva de Alibabá y los cuarenta ladrones”.
27
También Ptolomeo registró entre nuestras ciudades ilercavonias una que denominó
Theana, en griego, diosa.
Avieno dice que en nuestra costa, por la desembocadura del Ebro, se dilata la laguna
de los Nácaros o Nácares en cuyo centro surge una islita fértil en olivos y dedicada a
Minerva. “Nake” y “nakos” significa piel de oveja o vellón. Nos remite esto a la
apariencia externa de los dioses a la que se refiere Cristo cuando dice en Mt. 7, 15:
“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos con piel de oveja, pero por
dentro son lobos rapaces”.
Y por último Hemeroscopium, citada por primera vez en el Periplo masolita del siglo
VI precristiano, ha sido la ciudad que mayores sufragios ha tenido para ser adjudicada a la
Comarca tortosina. La voz “hemeroscopium” no es más que la apelativa griega equivalente
a la latina “specula”, y a la nuestra “atalaya”. Y es así, porque desde esta atalaya el Olimpo
divisa el mundo entero.
Cartago fue fundada por un grupo de descontentos políticos fenicios de Tiro en el
814 a. C. Desembarcaron en la costa norte de África, en Tunicia, cerca de Utica, factoría de
la propia Tiro y ocuparon un área de unos 50 km2. Éstos les ayudaron en la fundación de la
nueva ciudad (Kart-hagast). Hasta el siglo VI a. C. Cartago no debió distinguirse
especialmente de otras colonias fenicias en el Mediterráneo occidental. Sin embargo, puso
los cimientos de su expansión, pues a mediados del siglo VII fundó una colonia en Ibiza,
próxima a Tortosa por mar. El siglo siguiente, en que fue destruida la talasocracia fenicia
por los asirios, fue el de su transformación, comenzando a imponer su hegemonía sobre las
restantes ciudades fenicias de Occidente, luchando por disputar las llaves del árbol de la
vida a los griegos, gran peligro para sus mercados. En el 535 a. C. consiguieron derrotar a
los griegos en la batalla naval de Alalia, frente a las costas de Córcega.
Las largas luchas contra los griegos obligaron a los cartagineses a mantener un
ejército muy superior a lo que podía dar de sí la escasa demografía de su país. La solución
fue enrolar gran número de mercenarios norteafricanos y, sobre todo, de la península
ibérica.
Cabe atribuir a los cartagineses el descubrimiento, del que dejaron constancia para la
historia, de que la zona de la cuenca del río Guadalope, afluente del Ebro, el actual
Maestrazgo, perteneciente entonces y desde siempre a Ilercavonia, fue el más remoto y
primitivo habitáculo del Olimpo Escorpión antes de que la desembocadura del Ebro
emergiera de las aguas marinas para instalarse aquí definitivamente.
Por ello los cartagineses denominaron a la actual Cantavieja, Cartago Vetus, la Roca
Antigua para diferenciarla de Tortosa, la Roca Nueva. Así tenemos que desde entonces la
zona del Maestrazgo, tanto turolense como castellonense, es como la Monarquía
constitucional del Olimpo y Tortosa el Gobierno. O hablando en términos de mitología
griega podemos decir que el Maestrazgo es Zeus y Tortosa Pallas Atenea.
En el siglo VIII a. C. mientras en la Italia meridional y en Sicilia se implantaban las
colonias griegas, pareciendo como si toda Italia estuviese destinada a ser una Magna
Grecia, Rómulo y una caterva de fugitivos –uno y otros descendientes de los íberos que con
Sicano en el siglo XVII a. C. emigraron de Tortosa para recorrer el Mediterráneo
proclamando las “maravillas” del árbol de la vida y que finalmente se instalaron en Sicilia-
huían de Sicilia y se dirigieron al centro de la península itálica remontando con su flota el
río Tíber. El 21 de abril del año 752 a. C. según los cálculos de Catón, o el 753 según los
cálculos de Varrón, estos aventureros fugitivos, conocedores, “de visu” o bien por
referencias, de Tortosa encontraron un paraje idéntico a ésta y Rómulo decide fundar allí
28
una ciudad que, por estas características topográficas, tendría aspiraciones imperialistas. Y
es que esta nueva ciudad, que por llamarse su fundador Rómulo se denominaría Roma,
tenía siete colinas: Quirinal, Viminal, Esquilino, Capitolio, Palatino, Celio y Aventino.
Igual que Tortosa que también tiene siete colinas: Tenalles, Avançades de S. Joan, Bonete,
Baluarts del Sitjar, Fortí de Orleáns, Sector abaluartat del Temple y La Suda. Roma se
encuentra junto a un río, el Tíber, igual que Tortosa junto al Ebro y es similar la distancia
de ambas ciudades a los ostium de ambos ríos en el Mediterráneo. Roma tiene en frente de
la colina del Capitolio una isla en medio del río. También Tortosa tuvo hasta el
Renacimiento en frente de La Zuda la llamada isla de Génova.
Esta identidad topográfica de Roma con Tortosa fue la única razón de su fundación
porque mirado aquel lugar desde el punto de vista económico era poco o nada favorable.
Desde la primera colina, el Palatino, en donde iba a extenderse el barrio de cabañas de la
primitiva Roma se veía la llanura desolada, donde la malaria azotaba a la población hasta
hacer del Lacio un verdadero desierto; se veían las azules siluetas de los montes Albanos;
se veía el río perezoso torcer su curso para llegar al mar; se veían al norte las cumbres
nevadas, en pleno abril, de los Apeninos... todo muy bello, pero nada que pudiera tomarse
en lo material como promesa de gran fortuna. Allí no había minas ni bosques, no había una
población indígena con la que poder traficar, no era aquel lugar un vado único en el río ni
un lugar de portazgo. Sólo había una imagen de Pallas Atenea, la divinidad que habitaba la
colina del Palatino antes de establecerse allí una ciudad. Pallas Atenea era la helénica diosa
virgen y guerrera nacida directamente de la cabeza de Zeus siendo después de éste la más
importante deidad. Pallas es la diosa de la sabiduría, y en ella el dominio de las artes bélicas
es una faceta más del arte y del ingenio. Es también protectora de las artes y de la filosofía.
Así toda invención útil para el hombre se atribuye a la diosa: el arado, la rueca y el telar así
como el carro de guerra o la cuadriga.
Así aquellos pioneros del mayor imperio que ha conocido el Mediterráneo vieron
que todo coincidía en aquellos parajes con Tortosa, la capital del Olimpo Escorpión al que
aquella imagen de Pallas representaba.
No voy a extenderme aquí en la historia y desarrollo del Imperio Romano sino que
sólo aportaré la descripción de los litigios más importantes que tuvieron los romanos con
los cartagineses para apoderarse de las llaves del árbol de la vida y con ello poder llamar al
Mediterráneo, Mare Nostrum. Dichos litigios más importantes y decisivos tuvieron como
escenario nuestra Comarca tortosina.
La proyección de Roma en el mundo mediterráneo como primera potencia cobra un
especial significado a partir de la primera guerra púnica (262-241 a. C.), que cortó la que
hasta entonces había sido tradicional alianza con Cartago.
Con la segunda guerra púnica el punto de fricción entre Roma y Cartago pasa de
Sicilia a Hispania. En el 226 a. C. se estableció un tratado según el cual el límite de las
respectivas zonas de influencia se fijaba en el Ebro. Sagunto, ciudad protegida por Roma,
se encontraba en la zona de influencia cartaginesa y Aníbal la asedió en el 219. Un año
después Roma declaró la guerra. Aníbal entonces se dirigió con un gran ejército hacia
Italia. Dispuestos los romanos a hacer fracasar los planes del adversario ponen en ejecución
una habilísima maniobra. Consistió ésta en enviar a España un fuerte ejército que cerrara la
retirada de Aníbal y le impidiera el recibo de refuerzos. Así Cneo Scipión bien pronto se
hizo dueño incontestable de las costas catalanas, desde Ampurias hasta las bocas del Ebro y
cuando menos se esperaba apareció Asdrúbal en la orilla izquierda del Ebro. Éste, sin
embargo, viendo amenazada su retirada, no tuvo otro recurso que regresar al Ebro. Hubo
29
muchos escarceos bélicos en vísperas de la gran batalla naval del Ebro, que no fueron sino
tanteos que la prepararon y precipitaron en el 217. Precisa Tito Livio que las “dos naves
ligeras marsellesas enviadas a la descubierta, volvieron con la noticia de que la escuadra
cartaginesa estaba al ancla en la misma desembocadura del río Ebro, y que habían
establecido un campamento en la orilla”. Sería entre la torre próxima a Campredó y la de la
Carroba. Escipión se resolvió entonces a sorprender al enemigo púnico, cayendo sobre él de
improviso, con el fin de “llevar el terror a todos sus puertos”. Hay que precisar que en
aquellas kalendas las bocas del Ebro se han de suponer entre Amposta y un poco más abajo
de Campredó ya que no existía el Delta.
Esta batalla en aguas terminales del Ebro no fue un mero episodio de la lucha entre
las dos grandes potencias contendientes, sino el golpe fatal decisivo que determinó el
hundimiento definitivo de Cartago y aseguró para lo sucesivo la hegemonía prepotente de
Roma. Así la tercera guerra púnica fue un paseo militar por parte de Roma.
Entonces Roma pactó con el Olimpo Escorpión. Roma recibía las llaves de la
talasocracia y el Olimpo recibía de Roma 600 años de “paz y orden”, la pax romana, y
además el aséptico y funcional nombre de Dertosa.
30
Segunda parte
DIOS REDENTOR
31
INTRODUCCIÓN
a la presente segunda parte
También los Esenios recibían una unción que estaba estrechamente unida a la
signación con la señal de la cruz, “sphragis”, signo taw hebreo que significaba el nombre de
Dios y que llevan los elegidos en la frente.
Respecto a la cruz tau egipcia, que proviene de la cultura hebrea, es más explícita
puesto que tiene una forma cóncava en la parte superior. Así el trazo vertical simboliza los
principios generadores del Olimpo, la parte cóncava significa el órgano genital femenino y
el sacro masculino, y el trazo horizontal explicita la separación radical entre el Olimpo y el
linaje humano, que se producirá al final de los tiempos.
Los Padres de la Iglesia también emplearon el signo tau como símbolo de la
redención definitiva. Así lo vemos en la Epístola de San Bernabé IX, 8, y en Tertuliano IX,
4, en que dice “species crucis quam pontendebat futuram in frontibus nostris”, es decir, en
las “frentes” de los dioses.
También la cruz tau aparece en diversas escenas de las pinturas de las catacumbas
romanas ya desde el siglo II, ora en táseras, ora en el áncora, ya sobrepuesta al Cordero, ya
al lado del Buen Pastor.
Imitando la tau existieron báculos de obispos antes del siglo IX. Y la iconografía nos
presenta al ermitaño egipcio, San Antonio Abad, del siglo IV, sosteniendo con una mano la
cruz tau. De ahí que se le denomine también cruz de San Antonio. Los antoninos en 1191
llevaban en el hábito la cruz antoniana, en forma de tau.
En la Edad Media los miniaturistas solían pintar en los Misales la crucifixión en la
“T” capital, especialmente en la que comienza el Canon romano de la Misa Te igitur.
Los Valdenses, fundados por Pedro Valdo, contemporáneo de San Francisco de Asís,
llegaron a declarar como dogma de fe que la cruz de Cristo tenía forma de “T”. En
Jerusalén una Orden caballeresca que tomó parte en la Segunda Cruzada era conocida como
Orden de la Tau y sus miembros llevaban ese signo en el cuello de la capa.
Durante la inauguración del Concilio IV de Letrán (1215), el Papa Inocencio III
predicó sobre Ezequiel 9 y llamó a todos los cristianos a venerar el signo tau. San Francisco
de Asís que participó en ese Concilio en calidad de superior general de su Orden aprobada
por la Iglesia, se tomó muy en serio la invitación de Inocencio III, pues, según sus
contemporáneos y sus primeros biógrafos, amaba y veneraba la Tau “porque representa la
cruz y significa una verdadera penitencia”, y añado yo, penitencia para los dioses. En sus
conversaciones y predicaciones la recomendaba a menudo, y la dibujaba en forma de firma
en todas sus cartas y escritos. En el Eremitorio de La Verna se conserva un bastón usado
por él, con la punta en forma de T. En Fontecolombo, en la capilla de la Magdalena, se
descubrió no hace mucho una tau roja pintada en la pared, que algunos atribuyen al santo.
La tau es el emblema del Sacro Convento de Asís en donde se encuentran representaciones
de la misma de todos los siglos.
En la sede arzobispal de Tarragona, por influencia de los Templarios, que también
usaron la tau, ésta se halla como emblema en muchos escudos y blasones.
Por último debo señalar que desde la Reforma protestante en el siglo XVI hasta
nuestros días, pasando por la Ilustración, se arrinconó dicho símbolo al ámbito clandestino
de ciertas sociedades secretas. Pero hay una excepción. Se trata del original arquitecto
catalán, Antoni Gaudí (1852-1926), para el que la originalidad consistía en retornar a los
orígenes. Gaudí adopta el símbolo tau en sus construcciones en el momento en que
descompone la cruz de las seis direcciones en cada uno de sus elementos geométricos
constitutivos: dos taus para la expansión en superficie y una flecha para la dirección
ascendente-descendente.
33
CAPÍTULO I
Por todo ello la Virgen María es Madre de Dios, porque es Madre de Jesucristo que
es verdadero Dios, pero vino a ser su Madre únicamente por obra y gracia del Espíritu
Santo. Además María permaneció siempre Virgen: antes, durante y después del parto.
Creo que padeció bajo el poder de Poncio Pilato: fue crucificado, muerto y
sepultado y que resucitó al tercer día.
Para redimir al mundo con su preciosa sangre padeció bajo Poncio Pilato, murió en la
Cruz y fue sepultado.
Jesucristo murió en cuanto hombre, porque en cuanto Dios no podía padecer ni
morir. El suplicio de la cruz era el más cruel y afrentoso de todos los suplicios. Poncio
Pilato, gobernador romano de Judea había reconocido la inocencia del Salvador, mas cedió
vilmente a las amenazas del pueblo de Jerusalén (que había sido arteramente manipulado
por un puñado de indeseables –nota mía-) y fue crucificado en el monte Calvario aunque
hubiera podido librarse de las manos de los judíos y de Pilato. A la muerte de Jesús se
oscureció el sol, se estremeció la tierra, abrieron se los sepulcros y muchos muertos
resucitaron. El cuerpo de Cristo fue sepultado en un sepulcro nuevo, cavado en la peña del
monte, no lejos del lugar donde lo habían crucificado. En la muerte de Jesucristo, la
divinidad no se separó ni del cuerpo ni del alma, sino solamente el alma se separó del
cuerpo. Y al tercer día resucitó uniéndose de nuevo su alma a su cuerpo para no separarse
jamás. Jesucristo quiso dilatar hasta el tercer día su propia resurrección para mostrar con
evidencia que verdaderamente había muerto. Esta resurrección fue diferente a la de los
otros muertos resucitados porque Jesucristo resucitó por su propia virtud y los demás
fueron resucitados por virtud de Dios.
CAPÍTULO II
que, según nos cuentan los Evangelios, Santiago era el más impetuoso de los Apóstoles. Ya
Jesús le había puesto el sobrenombre de “Boanerge” o “hijo del trueno” (Mc. 3, 17) por su
modo de reaccionar ante la oposición. Por ejemplo, cuando en una aldea de samaritanos no
quisieron recibir al Maestro, Santiago dijo: “Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego
del cielo y los consuma?” (Lc. 9, 51 ss). En otra ocasión él y su hermano Juan se
presentaron ante Jesús pidiendo los dos primeros puestos en el Reino (Mt. 20, 20-28; Mc.
10, 35-45).
Pues bien, llegó a Tortosa y aquí los dioses, mezclados entre la gente y disfrazados
de personas honradas y abiertas al Evangelio, le escucharon con avidez y pronto se
convirtieron. Santiago y sus discípulos bautizaron a los conversos y ordenó el Apóstol a
algunos presbíteros entre los que se “colaron” varios dioses. Una vez conseguida la
“potestas” del Orden sacerdotal debieron hablar secretamente con el brazo secular romano
para que expulsaran violentamente a Santiago y a sus discípulos de la ciudad.
Encontrándose Santiago en Zaragoza, a orillas del Ebro, y junto a unas obras de un
palacio que estaban construyendo los romanos con bloques y columnas de “piedra de
Tarsis” (jaspe de Tortosa) alguien le informó que los presbíteros que había ordenado en
Tortosa eran dioses camuflados de creyentes. Entonces Santiago se indignó y se derrumbó
ante la magnitud y trascendencia de la estafa de la que había sido víctima. Fue entonces
cuando la Virgen María, que todavía vivía en la tierra, se le apareció en carne mortal para
reconfortarle, y posándose encima de uno de aquellos pilares de jaspe de Tortosa le dio a
entender con aquel gesto que ella estaba por encima de la piedra de Tarsis. Y al final
supongo que le diría, aunque con otras palabras, lo siguiente: “Tranquilo, Santi, que yo me
cago en “TODO” y hay más días que longanizas”. Hoy en día todavía puede comprobarse
cómo el pilar que se venera en la Basílica de la Virgen del Pilar de Zaragoza es de jaspe de
Tortosa, al igual que el que reviste las paredes de su Capilla y las de la Capilla de la Virgen
de la Cinta de Tortosa. Pero ya hablaré más ampliamente en otro capítulo sobre el jaspe de
Tortosa.
Santiago pidió a sus discípulos antes de morir como última voluntad que lo llevaran a
enterrar al extremo de la tierra, es decir, a Tortosa, como acto de protesta contra el Olimpo
Escorpión. Pero poco antes Décimo Junio Bruto, gobernador de la Galia Cisalpina y
asesino de César Augusto, por medio de un pacto con el Olimpo manipuló la situación
geográfica del fin del mundo colocándolo oficialmente para todo el Imperio romano en
Galicia (Finisterre). Los discípulos del Apóstol fueron así engañados y trasladaron los
restos de Santiago a Galicia en donde permanecieron ocultos hasta que en el siglo IX
fueron descubiertos milagrosamente y así comenzó en Santiago de Compostela el culto al
Apóstol hasta nuestros días. El Olimpo Escorpión evitó con esta estratagema que dichos
restos fueran enterrados en Tortosa y así conservó su escondrijo oculto a los ojos del
mundo y de la historia.
También vino a Tortosa el Apóstol San Pablo para colocar en ella un obispo. Debo
aclarar que la palabra obispo viene del griego “episcopos” que significa inspector y espía.
Y con esta intención lo puso San Pablo en Tortosa habiendo sido informado por Santiago
de la estafa que le habían hecho los dioses de esta ciudad. Así nos cuenta el hecho de la
venida de San Pablo a Tortosa el historiador tortosino Martorell en 1626: “La común
opinión (conforme los dichos autores) es que, antes de llegar S. Pablo a Tarragona llegó a
Tortosa, y dicen Mariana y Vasseo que predicando en Tortosa, dejó en ella por obispo a S.
Rufo su discípulo e hijo del Cirineo que había ayudado a Cristo a llevar la cruz; y que fue el
primer obispo de aquella ciudad lo afirma también Morales diciendo que en Tortosa se hace
38
solemne fiesta de este santo, y que se lee así en el Breviario viejo de aquel Obispado. Fray
Jerónimo Román escribe que en la Iglesia de Tortosa tienen a este santo por Patrón”
(Historia de la Santa Cinta, cap. II, pag. 9).
Sobre la venida de S. Pablo a España, y por consiguiente a Tortosa, la noticia bíblica
que tenemos es directamente paulina: “...no tengo ya campo de acción en esas regiones (de
Jerusalén al Ilírico) y como hace muchos años que siento muchas ganas de haceros una
visita, de paso para España... Por el momento me dirijo a Jerusalén... Concluido este asunto
y entregado el producto de la colecta, saldré para España, pasando por vuestra ciudad...”
(Rm. 15, 23-28). La carta fue escrita entre los años 57-58. La visita a Jerusalén modificó
sus planes ya que fue enviado preso a Roma (Act. 21, 27-40) previa estancia en Cesárea
entre el 59-60. La estancia en Roma debió abarcar los años 60-62 puesto que S. Lucas dice
que estuvo dos años enteros (Act. 28, 30). San Pablo quedó libre entre el 62 y 63 y vuelto a
ser apresado y ejecutado bajo Nerón entre el 64 y el 67. En este espacio de tiempo fue
cuando vino a España.
Sobre los avatares que han sufrido los restos mortales de S. Rufo no existe
documentación alguna, pero me atrevo a aventurar la siguiente hipótesis que yo tengo por
cierta.
El cuerpo de S. Rufo fue enterrado en Tortosa al morir y fue venerado en ella por los
cristianos durante las dominaciones romana y visigoda, pero al hacerse cargo de la ciudad
los moros entre el 712 y el 718 (de la fecha exacta no consta cosa cierta documentalmente)
éstos sembraron entre sus habitantes el terror pánico y el desorden más desbordado
destruyendo los símbolos y objetos de veneración cristianos, aunque la Iglesia, y dentro de
ella el Olimpo Escorpión, pactó con los invasores una capitulación más o menos honrosa
sobre promesa de que tolerarían y respetarían la religión y culto exterior de los sometidos y
así los dioses continuaron su vida olímpica durante toda la dominación árabe.
Pues bien, días antes de que los moros entraran a saco en la ciudad unos piadosos
cristianos debieron trasladar secretamente su tesoro más preciado, cual eran las reliquias de
S. Rufo, a una ciudad segura y cristiana como era entonces Aviñón, en Francia, en donde
desde entonces recibieron culto las reliquias del santo.
Sabedor Ramón Berenguer IV de que los restos mortales de S. Rufo que se veneraban
en Aviñón procedían de Tortosa, al ser reconquistada ésta en el 1148, hizo la elección de
Obispo de Tortosa en la persona de Gaufrido, Abad precisamente del Monasterio de S.
Rufo, de Aviñón, para que éste, junto con los demás canónigos regulares que se trajo de
dicha iglesia, trajeran consigo a Tortosa al menos parte de las reliquias del santo y el
impulso renovador de su devoción. Y así prosiguió aquí el culto a S. Rufo, primer obispo
de Tortosa, cuyas reliquias se veneraban aquí en el siglo XVII según nos cuenta Martorell:
“Entre las reliquias que esta santa Iglesia tiene en dos cofrecitos estaba una quijada de S.
Rufo, con su rótulo de pergamino, y envuelta en un pedazo de tafetán azul y oro muy
antiguo y ahora está en un relicario. Esta reliquia y otros pedacitos que hay dentro de
dichos cofrecitos y en algunos altares de esta Iglesia” (Historia de la Santa Cinta, cap. III,
pag. 13).
Sin embargo 22 años después de que Martorell escribiera esto desaparecieron dichas
reliquias. Así nos lo explica el Dr. Ramón O’Callaghan, canónigo de esta catedral, en 1886:
“Este misal, y la reliquia de S. Rufo, es de creer que se perdieron a la entrada de las tropas
francesas el 12 de julio del año 1648, día en que se robaron muchas alhajas y reliquias”
(Anales de Tortosa, T-I, pag. 75).
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Durante todo el siglo XIV los Papas fijan su residencia en Aviñón precisamente por
la relación que tenía esta ciudad con Tortosa, ya que ambas ciudades compartían las
reliquias de S. Rufo, primer obispo de Tortosa, sede del Olimpo Escorpión.
El 28 de septiembre de 1394 era elegido Papa, en el cónclave celebrado en Aviñón,
D. Pedro de Luna, el cual con el nombre de Benedicto XIII trasladó sin ambigüedades la
sede del Papado a la diócesis de Tortosa, instalándose en Peñíscola, población equidistante
de Zeus (el Maestrazgo) y de Pallas Atenea (Tortosa). Lógicamente terminó mal pero ha
sido el Papa más osado, valiente y clarividente de toda la historia del Papado después de S.
Pedro.
Otro hecho papal de estas características es el que protagonizó Adriano de Utrech,
preceptor del Emperador Carlos V, cuando siendo obispo de Tortosa fue elegido Papa el 9
de enero de 1522. Nos lo cuenta Manuel Beguer: “pocos días antes de expirar, viéndose en
trance de muerte confirió a su amigo y confidente don Guillermo de Hincfort el obispado
de Tortosa que había retenido para sí después de su elevación al solio pontificio” (El
Pontífice Adriano de Utrech, obispo de Tortosa, pag. 21). Es decir que Adriano VI se puede
decir que era Papa de Tortosa. También terminó mal pues su pontificado sólo duró un año,
ocho meses y seis días.
Continuando con el tema de este capítulo debemos decir que ciertamente los
Apóstoles estaban intrigados con lo que pasaba en Tortosa desde que Santiago les informó
de lo que le ocurrió en esta ciudad. Así también nos consta que vinieron a ella el mismísimo
Príncipe de los Apóstoles, S. Pedro, acompañado de S. Juan Evangelista. El día 12 de
octubre de 1783 resonó en las bóvedas de la Catedral de Tortosa la nunca hasta entonces
divulgada noticia de haber el Apóstol S. Pedro visitado esta ciudad, acompañado de S. Juan
Evangelista, y predicado en ella el Evangelio de Jesucristo en el año 50 de nuestra Era.
El valiente orador que tal afirmación hizo desde la cátedra sagrada fue el R. P.
Maestro Fr. Mathías Miguel, de la Orden de los Mínimos, en el sermón de la Santa Cinta,
cuya festividad entonces se celebraba aún en el segundo domingo de octubre. El Sermón
panegírico entonces predicado se publicó, pocos meses después, en la misma ciudad de
Tortosa, el año 1784.
Conocedor el orador de esta verdad histórica y no habiendo pruebas documentales a
que asirse optó por argumentar con pruebas falsas, que fueron rebatidas por el Prior Mayor
de la Catedral. Los argumentos aducidos por el orador se referían a la Tortosa de Siria.
Yo, al igual que dicho predicador, también estoy seguro de que S. Pedro visitó
Tortosa porque ya en el año 416 el Papa Inocencio I afirmó solemnemente que S. Pedro
visitó y fundó iglesias en Italia, África, España, Sicilia y las islas.
Ya dije que las islas en el lenguaje bíblico y eclesial de aquella época significaba
Tortosa y sus doce demarcaciones. Además si S. Pedro vino a España fue para visitar
Tortosa y ver con sus propios ojos el “misterio” de esta iglesia, de la que tenía referencias
por Santiago.
Por último, desconozco si los “siete varones apostólicos”, ordenados en Roma por S.
Pedro, vinieron a Tortosa pero lo supongo puesto que fueron enviados a predicar el
Evangelio en España. Aquí en Tortosa debieron ser expulsados rápidamente por el brazo
secular romano y luego se desparramarían por toda la geografía española. De que vinieron a
España son testimonio varios manuscritos del siglo X cuyo texto original se remonta
posiblemente a una redacción de los siglos VIII o IX. El moderno historiador García
Villada sigue manteniendo la fundamental historicidad del relato.
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CAPÍTULO III
No quiero entrar en los pormenores de los numerosos avatares por los que ha
transcurrido Tortosa y el mundo desde la Redención de Nuestro Señor Jesucristo. En primer
lugar por la falta de documentación ya que los romanos se cargaron los escritos de los
primeros cristianos, los visigodos arrianos arremetieron contra los documentos de los
cristianos post-constantinianos, los moros destrozaron el legado de los visigodos
convertidos al cristianismo y los reconquistadores cristianos arruinaron la cultura
musulmana, aunque sí existe documentación desde la reconquista pero ésta está
celosamente guardada en los archivos de la Catedral y vedada al hombre de la calle y
además en el Vaticano hay archivos que son secretos. En segundo lugar porque estos dos
mil años ya han sido historiados por otros historiadores aunque no exhaustivamente por la
referida ocultación y destrucción de pruebas por parte del Olimpo Escorpión. Sin embargo,
sí me referiré a cuatro hechos históricos que mostrarán, a modo de ejemplo, la idiosincrasia
y el protagonismo pivotante que ha tenido Tortosa, fiel a sus ancestrales raíces, a lo largo
de estos dos mil años últimos en el concierto español y me atrevo a decir que mundial.
El primer hecho es que la conversión al catolicismo por parte de los visigodos
arrianos tiene su causa histórica en Tortosa.
Los visigodos que gobernaban en España desde la caída del Imperio romano, en el
414 se adhieren a la herética secta arriana comenzando por sus monarcas. Pues bien, no es
hasta el 581 que el Olimpo no comienza a plantearse la conversión al catolicismo de los
visigodos. El motivo fue porque en esa fecha el rey Leovigildo coloca en Tortosa a un
obispo arriano, un hombre cortesano de su máxima confianza que se llamaba Frisclo.
Efectivamente, cuando murió Leovigildo en el 586, su sucesor e hijo, Recaredo, convocó el
8 de mayo del 589 el Concilio nacional III de Toledo, en el que se convierten al catolicismo
los visigodos y ocho de sus obispos, entre los se cuenta Frisclo. El obispo católico de
Tortosa, Julián, que había sido desterrado, vuelve a su sede junto con el recién convertido
Frisclo. Ambos serán en adelante obispos de Tortosa. A cambio de esto el Olimpo obtiene
de la monarquía visigoda la cruel persecución de los judíos, sus más acérrimos y
ancestrales enemigos, provocando que éstos negocien con los musulmanes su entrada en
España en el 711 para dominarla.
El segundo hecho del que quiero dejar constancia es que uno de los nombres con que
los moros denominaban a Tortosa era el de Tortuosa (Hist. de Tortosa y su Comarca, T-II,
pag. 119). Proveniente dicho calificativo del adjetivo latino “tortuosus-a-um” significa una
cosa que tiene vueltas y rodeos, una cosa solapada, cautelosa, retorcida, sinuosa,
complicada. ¿No son éstas las cualidades de la serpiente, que nos remontaría al relato
bíblico del Paraíso Terrenal?
El tercer hecho es una Carta en papel, que se conserva en el Archivo Municipal de
Tortosa, del Rey Fernando el Católico, dada en Granada a 2 de enero de 1492, avalada con
su firma y la de su Secretario Coloma, por la que comunica a las “autoridades” de Tortosa
la conquista y toma de Granada, último bastión moro en la Península. Lo cual es una prueba
fehaciente de que los Reyes Católicos seguían las directrices del “PODER” tortosino en su
política de Reconquista. Al igual que otra dada en Granada a 31 de marzo del mismo año
por la que el Rey D. Fernando manda expulsar a los Judíos de sus Reinos.
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Y, por último, un hecho relativamente reciente, pues ocurrió en los años 20 del siglo
pasado cual fue la trama del golpe de estado protagonizado por D. Miguel Primo de Rivera
y en el que como veremos por la sucesión de fechas Tortosa tuvo papel decisivo.
Primo de Rivera fue nombrado Capitán General de Valencia en julio de 1919, y poco
después de Madrid. En mayo de 1922 se le destinó a la de Barcelona. Ocupando este cargo
visitó el 7 y 8 de noviembre del mismo año Tortosa. Todo esto después del año fatídico
cual fue el 1921: el 8 de marzo es asesinado el Presidente del Gobierno, Eduardo Dato; el
30 de julio estalla el desastre de Annual que provocó 12.000 bajas en el Ejército español;
también en este año el sistema canovista entró en franca agonía puesto que el terrorismo era
un hecho familiar y diario en las calles de cualquier ciudad española, el problema obrero,
acuciante, y por último Barcelona era centro de un catalanismo burgués y conservador y
sede de un endémico pistolerismo.
Teniendo a la vista este desastroso panorama visita Tortosa, como ya he dicho. En
primer lugar debo decir que de esta visita me enteré de pura casualidad puesto que ni
Bayerri la menciona en su Historia de Tortosa ni ningún otro historiador. Luego he ido
atando cabos de aquí de allá y me enterado de la fecha de la visita, lo cual me ha dado pie a
poder consultar la noticia en la prensa local de la época. Además en el periódico que he
consultado nunca llama al General con su nombre propio sino que sólo habla del Capitán
General de Cataluña o del Marqués de Estella.
CORREO DE TORTOSA (Diario católico de avisos y noticias), 4ª Época, Año I, nº
153, martes, 7 noviembre 1922: CRÓNICA.- Tortosa ha dado hoy una prueba bizarrísima
de alta virtud hospitalaria, de bien entendido civismo y de afecto cariñoso y de entusiasmo
por el Ejército, brazo de la patria, hoy encarnado en el excelentísimo señor Capitán general
de Cataluña, huésped ilustre de nuestra ciudad. Se le ha tributado un recibimiento
verdaderamente triunfal. El andén de la estación estaba literalmente tomado por inmensa
muchedumbre. A la llegada del tren la música de una compañía de Almansa ha ejecutado la
Marcha Real. El señor Alcalde, don Antonio de Ramón, ha hecho las presentaciones y acto
seguido el Capitán general se ha trasladado en automóvil a la residencia señorial de D.
Diego de León, donde se aposenta.
CORREO DE TORTOSA, miércoles, 8 noviembre 1922: EL CAPITÁN GENERAL
EN TORTOSA.- El general vino acompañado del general gobernador de Tarragona don
Maximiliano Soler, ayudantes de su excelencia, teniente coronel don Rafael de Bastida,
comandante de E. M. don José Clemente Herrero y el ayudante de campo don Narciso
Martín. También vinieron con S. E. el jefe de E. M. de la 8ª división teniente coronel don
Eusebio Rubio, el comandante de ingenieros de la provincia teniente coronel don José Fons
y el señor coronel del regimiento de Almansa don Eduardo García Fuente.
(Nota mía: me he enterado por otros conductos que lo primero que visitó el General
fue las industrias metalúrgicas Sales en Ferrerías en donde se fabricaba maquinaria de
guerra). Visitó Roquetas y el Observatorio del Ebro. De regreso a su alojamiento hubo una
recepción al Ayuntamiento, Cabildo y Clero Catedral, Comunidades Religiosas, Juzgados y
Curia, Juez y Fiscal Municipales, elemento militar, Somatén con el cabo de distrito, Cruz
Roja, Cámara de Comercio, Industria y Navegación y Cámara Agrícola, Federación
Agrícola del Ebro, Comunidad de Regantes, Gremios, Diputados y exdiputados
provinciales, jefes de partidos políticos, Colegios de Abogados y Procuradores, Cronista de
la ciudad, comisión de padres de soldados de cuota y otras personalidades, que hicieron se
prolongase el solemne acto durante dos horas. Después de una cena oficial en que estaban
de invitados entre otros el Alcalde de la ciudad y el Deán del Cabildo en representación del
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abrir un boquete y que la luz de Dios penetrara en las oscuras e inhumanas naves de esta
inmensa catedral.
Al hablar de esto me vienen a la mente tantos laicos, religiosos y jerarcas de la
Iglesia pertenecientes al linaje humano que han dado el callo para apoyar a Dios y al
Hombre en este “mirum bellum” contra la corte celestial y de las tinieblas. A todos ellos
desde estas pobres páginas quiero rendirles mi más sentido homenaje. Alguien se extrañará
hoy en día de que hable de jerarcas de la Iglesia que han pertenecido al linaje humano. Pues
sí, los ha habido muchos y muy buenos. Mas hoy en día los dioses han logrado copar todas
las plazas porque han llegado a un refinamiento tal en sus malas artes que no dejan que se
cuele ningún ser humano dentro de la jerarquía de la Iglesia. Por eso ha llegado a tal grado
el dominio casi absoluto de la jerarquía de la Iglesia por parte de los dioses en todo el
mundo y en todas las confesiones creyentes en el sacramento del Orden, que sólo quedo yo
como ser humano que ha recibido el Orden sacerdotal, y al que llegué después de sortear
enormes trampas y adversidades. Visto con la perspectiva histórica de mis 25 años de
sacerdocio puedo afirmar que llegué a él milagrosamente.
Por todo ello yo no voy contra la Iglesia fundada por Cristo, a la que seré fiel hasta
las últimas consecuencias, sino que voy contra la corrupción existente en ella y que ha sido
producida por la férrea dictadura impuesta en ella por el Olimpo, hasta el punto que hoy en
día cabe preguntarse: ¿queda algo en la llamada Iglesia Católica de la primigenia doctrina,
disciplina y liturgia establecidas por Cristo y difundidas por los doce Apóstoles?
Respecto a la doctrina no queda nada. Únicamente el vocero del Vaticano en sus
numerosos escritos y viajes dice alguna sensatez pero lo hace por exigencias de su guión
teatral.
En cuanto a la disciplina reina un desmadre entre los jerarcas de la Iglesia como no lo
ha conocido jamás la historia. Todos quieren mandar y que nadie les mande, aplicando la
ley del embudo: lo estrecho para las ovejas y lo ancho para los pastores.
Sólo me fijaré a este respecto en un estudio sobre la vida sexual del clero realizado
por mi paisano Pepe Rodríguez en el que entre otras cosas dice: “Del comportamiento
hipócrita que caracteriza la actividad pública del episcopado católico, destaca el férreo
encubrimiento de las actividades sexuales del clero... a pesar de que el Código de Derecho
Canónico ordena penas hasta la suspensión a divinis (expulsión) en los casos graves. El
patente y patético encubrimiento del ordenamiento jurídico por parte de la propia jerarquía
eclesiástica tiene un claro fundamento implícito: si se aplicara la ley canónica vigente a
todos los sacerdotes sacrílegos, tendría que expulsar del ejercicio ministerial a la inmensa
mayoría de ellos” (La vida sexual del clero, pag. 101).
Además en este libro Pepe Rodríguez expone multitud de escándalos sexuales del
clero español. De casi toda España, incluido un pueblecito de Teruel, menos de la Diócesis
de Tortosa y ciudad, cuando Pepe conoce esta ciudad mejor que cualquier otra de España
porque, aunque él vive en Barcelona, tiene aquí sus padres, hermanos y amigos, colabora
habitualmente con un semanario tortosino y visita esta ciudad con frecuencia. ¿A qué se
debe esta laguna en el estudio de Pepe Rodríguez?
Sea lo que fuere, el caso es que el sexo de los ángeles continúa siendo un misterio, en
pleno siglo XXI, en el Maestrazgo, en la Diócesis de Tortosa y en el Opus Dei. Esto sólo
puede ser por dos razones. La primera es porque los curas de estas tres entidades vivan la
continencia perfecta, cosa que no me creo ni yo que soy oficialmente el más tonto de este
pueblo; y la segunda es porque haya un pacto de silencio entre el Olimpo y la sociedad civil
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como consecuencia del miedo y del fatalismo o por comunión de bastardos, rastreros e
inconfesables intereses.
Por último, respecto al tema litúrgico, que es importantísimo dentro de la Iglesia
porque “lex orandi, lex credendi”, aquí sólo quedaron en pie después del Concilio Vaticano
II las palabras de la Consagración en la Misa y algunas oraciones litúrgicas que indican que
la Iglesia desde los tiempos apostólicos siempre ha considerado provisional su peregrinaje
por el mundo y la historia, como por ejemplo la oración de post-comunión de la fiesta de la
Asunción de la Virgen que dice así: “Concédenos, te pedimos, recibidos los sacramentos de
salud, que por los méritos y la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, subida al
cielo, lleguemos a la gloria de la resurrección”. Y estas dos cosas no las cambiaron porque
no pudieron, pero todo lo demás, litúrgicamente hablando, lo pusieron “patas arriba” como
fruto de las presiones del clero y de las Conferencias Episcopales, que seguían las
directrices del Cardenal Tarancón, ordenado en Tortosa, y con la connivencia del Papado
que se plegó a esta política de hechos consumados.
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CAPÍTULO IV
Al intento de narrar los hechos que dieron a luz a la más bella tradición tortosina, por
la cual la Madre de Dios, dándonos prueba de paternal cariño, nos confió el Cíngulo que
ceñía su cuerpo virginal, mi pluma, ante la evocación de tal prodigio, “se seca” y recurre a
un capítulo de Francisco Martorell, escrito en el año 1626 y que él transcribe a su vez del
Breviario antiguo de la Catedral de Tortosa:
“Había en la ciudad de Tortosa un clérigo muy virtuoso, temeroso de Dios, de buena
conciencia y muy devoto de Nuestra Señora. Éste se levantó –una vez entre otra- a la media
noche para ir a la iglesia a rezar maitines, como otras veces acostumbraba, y llevado
milagrosamente a las puertas de la Seo oyó cantar el “Te-Deum laudamus”. Causóle tristeza
el ver había faltado al principio de los maitines, y así, entrando por la iglesia decía entre sí
mismo: ¡Ay, pobre de mí, que el mucho dormir ha sido causa de que no he oído las
campanas y por eso he venido tarde! Pero maravillome mucho que hoy hemos de rezar de
feria y siento que en la iglesia hacen oficio solemne cantando el “Te-Deum laudamus”. En
tanto que decía entre sí estas cosas, vio grandísima claridad y que desde la capilla mayor
hasta la puerta estaban muchos ángeles, ordenados a dos coros, vestidos con ropas blancas
y con cirios blancos encendidos en las manos. Quedó de esto admirado y turbado y más
cuando vio que con señas le mandaron se fuese para ellos y se pusiese en orden y dándole
una vela le hicieron ir hacia el Altar. Obedeció el sacerdote a los ángeles, subiéndose al
altar, a cuyo lado estaba sentada una señora en solio y con corona de reina sobre su cabeza.
Tenía a sus lados don hombres ancianos y como asistentes. La cual, mirando al sacerdote,
le llamó y preguntando si la conocía, el clérigo le respondió: Aunque sospecho, señora,
quién sois, no me determino del todo. Y ella le dijo: Yo soy la Madre de Dios, a la cual tú
sirves, y estos dos hombres que me están al lado son los príncipes de los Apóstoles y el que
está a la mano derecha es el Apóstol San Pedro, Vicario de Jesucristo, y el que a la
izquierda, San Pablo, Doctor de las gentes...
“Entonces, el clérigo, arrodillándose dijo: ¡Oh, Santísima Virgen, Madre de Nuestro
Señor Jesucristo y Señora mía! ¿De dónde me viene a mí, indigno sacerdote y pecador, que
aún viviendo en esta vida corporal, merezca veros, siendo Vos la Reina del cielo?
“Levántate, no temas, dijo la Madre de Dios, porque siempre me has servido sin
cansarte, has merecido verme en vida y estar aquí entre los coros de los ángeles. Y por
cuanto esta iglesia está edificada a honra de mi Hijo y mía, y vosotros los de Tortosa tenéis
gran cuidado de venerarme y servirme, en prenda del amor que os tengo os doy esta cinta
de que voy ceñida, hecha por mis propias manos, y os la dejo sobre este altar. Darás
relación de todo lo que has visto y yo te he dicho al obispo de la ciudad, al clero y a todo el
pueblo.
“Díjole, entonces, el buen sacerdote: Señora, como yo estoy aquí solo, será posible
que aunque les diga lo que mandáis, no me creerán. Respondióle la piadosísima Madre de
Dios: Aquí tenéis por testigo al Monje mayor que está en el coro, que lo ve todo, y
entrambos haréis lo que os digo.
“Y dicho esto, desapareció la visión y como luego se hallase el buen clérigo en el
cementerio de la iglesia y acercándose a las puertas de ella las viese cerradas, y volviéndose
a su casa hallase también cerrada la puerta de ella, echó de ver claramente que Dios le había
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llevado fuera de su casa y que todas las cosas que había visto eran verdaderas y llamando a
su puerta se la abrió la criada de su hermana, que estaba con él, la cual, pidiéndole de dónde
venía, se espantó de cómo había salido de casa. La hermana del clérigo, sabiendo su
santidad, le hizo señal que callase.
“Entrando el buen clérigo en su casa comenzó consigo mismo a escudriñar todo lo
que había visto y oído, diciendo: Como yo sea sacerdote inútil y grande pecador, ¿por qué
causa he merecido esta noche ver a María Santísima y tantas maravillas?
“Y estando diciendo esto entre sí mismo, oyó la campana que tañía a maitines a
media noche, y fuese a la Seo con presteza y estando ya abiertas las puertas por los
ministros de ella entró presto y llamó al Monje mayor diciéndole: ¿Habéis visto las cosas
que han acaecido poco ha en esta santa iglesia? Respondió el monje: Sí, señor. Entonces el
dicho monje encendió cirios en el altar y acercándose los dos a él, vieron la Cinta que
María Santísima había dejado en él.
“Acabados los maitines, el clérigo y el Monje mayor contaron a los canónigos y
clérigos que estaban allí las cosas que les habían sucedido. Fueron todos al altar con muy
grande devoción para ver la Santa Cinta, la cual vista, quedaron maravillados de tan grande
favor y se fueron muy alegres.
“Llegado el día dieron razón de lo que había pasado aquella noche al obispo, y sabida
una merced tan grande, fue a la catedral y convocando en ella a toda la ciudad, hizo que el
clérigo y el Monje mayor refiriesen lo que habían visto. Dijéronlo y enseñaron la Santa
Cinta al pueblo. El obispo mandó que se hiciera una procesión por la ciudad, llevando el
precioso Cinto en ella, y así lo hicieron cantando himnos y motetes con grandísima
devoción. Fue tan grande el contento de toda la ciudad, que es bien cierto que no hubo
chico ni grande que de razón fuese, que no siguiese la procesión. Volvió a la catedral, dio la
bendición el obispo con la santa reliquia en las manos y cerróla en el Sagrario. El mismo
obispo mandó también que en cada año se celebrase fiesta a la Cinta de la Madre de Dios, y
fue fiesta de precepto como el día de Navidad” (Historia de la Santa Cinta, Francisco
Martorell, cap. 13, pags. 93-94).
La entrega de la Santa Cinta a Tortosa por parte de la Madre de Dios se produjo el 18
de diciembre de 1178. Sabemos que tuvo lugar en la fiesta de la Anunciación y en aquel
tiempo dicha fiesta, por disposición del Concilio Toledano X celebrado en el 656, se
celebraba el 18 de diciembre y lo dispuso así porque aunque el día 25 de marzo se verificó
este Misterio, como ese día siempre es cuaresma o semana santa, se creyó conveniente
trasladarlo. Respecto a que fue en 1178 se prueba porque consta en documentos y piedras
que fue el 28 de noviembre de 1178 cuando, con asistencia de los Reyes de Aragón-Condes
de Barcelona, Alfonso y Sancha, fue consagrada la primera catedral después de la
reconquista cristiana de Tortosa. Y ha sido constante en los autores y tradición locales la
idea de que la donación de la Cinta a la Catedral de Tortosa por la Santísima Virgen fue el
gesto agradecido de la Madre al amor de los hijos tortosinos que, muy pocos años después
de la reconquista y a muy pocos kilómetros de la peligrosa frontera mora, erigieron, en sólo
veinte años una Catedral dedicada a su nombre y devoción. Y si es cierto, como lo afirman
los Santos Padres, que la bondad de la Madre de Dios hace que nunca dilate sus favores,
parece que la dádiva debió ser inmediatamente después de haberse concluido y consagrado
el templo, es decir, en 1178.
En 1853 con motivo del embarazo de la Reina doña Isabel II la Santa Cinta fue
trasladada a Madrid. Los Reyes quisieron mejorar el Relicario. Para ello tuvieron que
sacarla de él y al efecto, poniéndola el Patriarca de las Indias en una bandeja de plata la
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adoraron todos, y después la examinaron con atención SS. MM., los altos empleados de
Palacio y algunas Damas de honor. Según la relación de aquel acto, del que se levantó acta,
unos creyeron que la Santa Cinta es de seda, otros que de pita, otros de lino, y hasta hubo
algunos que dijeron ser de algodón; resultando en conjunto que no se supo asegurar de qué
materia es.
El documento más antiguo que se conserva en Tortosa sobre la existencia de la Cinta
es un inventario del año 1347 en el que se dice que el Monje mayor tiene, en una caja de
madera pintada, una Cinta, la cual se dice ser de Santa María... También dice dicho
inventario que existen manuscritos relatando el hecho milagroso de la entrega de la Cinta
por parte de la Virgen.
En la pasada guerra civil de 1936-1939 el Relicario Mayor (tiempo atrás se dividió la
Cinta y se colocó un pedazo pequeño en un relicario para ser llevado a los enfermos, siendo
éste el que se recuperó después de la guerra y el que actualmente se venera en Tortosa) fue
robado por los rojos y junto con otros tesoros de otros templos de España fue embarcado en
el vapor “Vita” y dicen que desembarcó en México, en donde supongo sería presa de
marchantes de arte sin escrúpulos y no se ha vuelto a saber nada más de él.
Trataré ahora el tema de Cristóbal Colón y su devoción a la Virgen de la Cinta de
Tortosa, siendo ésta una prueba más del hecho totalmente cierto para mí de que Colón era
tortosino. Salvador de Madariaga en su libro “Vida del Muy Magnífico Señor Don
Cristóbal Colón” sugería la posibilidad de que el Descubridor fuera judío y originario de
Tortosa, tanto porque en sus escritos la nombra varias veces, como porque aquí, dice, era
frecuente el apellido Colom y además, en aquella época Tortosa era un importante centro
de actividad marinera (pags. 97-98).
Enrique Bayerri en su libro “Colón tal cual fue”, también defiende la tesis de un
Colón tortosino, basado en el conocimiento que Colón tenía de nuestra tierra y también en
que en su tiempo existía frente a Tortosa una isla en medio del río Ebro que se llamaba isla
de Génova (actual Ferrerías) porque Ramón Berenguer IV la donó a los genoveses como
pago a su ayuda en la reconquista de Tortosa. Y continúa Bayerri que si Colón era genovés,
pero no de la Génova italiana, entonces es que era de la Génova tortosina, aportando
pruebas de la existencia aquí del apellido Colom o Colomé. Y para ello nos dice Bayerri:
“De tal isla de Génova se conserva uno de los primeros Censos de población de principios
del siglo XIV. Allí se nombran muchos vecinos Colom de apellido, con la cuantía de lo que
pagaban de Contribución. Se añade a veces a tal apellido el calificativo étnico de jueu
(judío)”.
Pero lo que nos llama la atención son las propias palabras y hechos de Colón: Por
ejemplo, cuando retornaba de su primer viaje nos dice (por medio de su Cronista fray Las
Casas que sabemos utilizó su Diario) que sufrió un fuerte temporal: “Vino una grande y
súbita turbada o golpe de tempestad que le rompió todas las velas, por lo que se vido él y
todos los suyos en gran peligro de perderse...” y en esta tribulación pidió auxilio a Santa
María de la Cinta. Dice al respecto Manuel Bestratén: “Pensamos que en un momento de
tanta gravedad es cuando afloran los pensamientos más íntimos y se escapan del alma las
vivencias y recuerdos más entrañables, siendo sin duda, la devoción de Colón a Sta. Mª de
la Cinta la que llevaría inculcada en su corazón desde pequeño” (Cristóbal Colom i la seva
devoció a Sta. Mª de la Cinta de Tortosa, La Veu del Baix Ebre, nº 2006, pag. 8).
Que esta devoción fuera a la Virgen de la Cinta de Huelva como nos dice el Cronista,
no es creíble ya que el Almirante estuvo en Huelva sólo de paso en el año 1484 y la Virgen
de la Cinta tenía allí un pequeño oratorio de la cual devoción tenemos antecedentes que
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provenía del Milagro de Tortosa, puesto que mandó construir dicho oratorio Pedro de Luna,
sobrino del Papa Luna, cuando en 1403 encontrándose como Administrador de la Diócesis
de Tortosa le llegó el nombramiento de Arzobispo de Sevilla a cuyo arzobispado pertenecía
entonces Huelva. El actual Santuario es de construcción posterior y por un Breve del Papa
León X, en el año 1525, se autorizó a celebrar Misa. Aquel oratorio construido por Pedro
de Luna era un sencillo “humilladero” de tres metros de largo por tres de alto.
Como ya dije la fiesta de la Virgen de la Cinta se celebraba en su Aniversario, es
decir, en el 18 de diciembre. No obstante, como consecuencia precisamente de la petición
de socorro que hizo Cristóbal Colón a la Cinta, el Obispo de Tortosa, Alfonso de Aragón, y
el Cabildo acordaron el 14-XII-1508 (dos años después de la muerte de Colón) “instituir la
fiesta de la Santa Cinta para que se celebrara a perpetuidad el segundo domingo de
octubre...” coincidiendo poco más o menos con el 12 de octubre, fecha del Descubrimiento
de América. Reconocían con esta actuación la identificación de Sta. Mª de la Cinta,
invocada por el Almirante, con la Santa María del Milagro ocurrido en Tortosa a finales del
siglo XII.
Ahora trataré de las estrechas relaciones que han existido entre los Reyes
reconquistadores y de España con Tortosa a través de la Virgen de la Cinta. El 18 de
diciembre de 1274 se encuentra en Tortosa con toda su familia Alfonso X el Sabio para
celebrar la fiesta de la Cinta. Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, el 18 de diciembre de
1495, Aniversario del Milagro, se encontraban en Tortosa y el 3 de enero del nuevo año
confirman el casamiento de sus hijos D. Juan con Margarita y Dª Juana con Felipe el
Hermoso en el vecino pueblo de Ulldecona. Además leemos en la “Testamentaría de Isabel
la Católica” que la Reina guardaba en su casa como objetos muy preciados los siguientes:
-“Una tabla pequeña con la imagen de Ntra. Sra. de la Cinta”.
-“Cuatro cintas las dos de seda negra é oro hilado y las otras dos de seda blanca é oro
hilado”.
-“Una rueca de las de Tortosa”.
-“El libro ‘Lámpara de Príncipes’, de Abu Bakr ‘Al Turtusí’”.
-“El Libro que han de mantener los ‘Caballeros de Banda’, esto es, los ‘Estatutos de
la Orden fundada por Alfonso X el Sabio’ llamada ‘Orden Militar de Santa María’”
conocida como Orden de la Banda que recuerda las medidas de la Cinta: 12 palmos de larga
por uno de ancha.
El Rey Felipe II el 18 de diciembre de 1585 también visitó Tortosa para honrar a la
Virgen de la Cinta en su Aniversario, aunque la fiesta ya había sido trasladada.
A partir del reinado de Felipe IV en que éste pide al Obispo y cabildo de Tortosa que
sea trasladada a su Palacio el Relicario de la Santa Cinta para que proteja el parto de su
esposa en carta dada en Madrid a 15 de septiembre de 1629, “esta piadosísima petición de
la Santa Cinta para los partos de las Reinas de España, que empezó en el reinado de Felipe
IV, hasta el presente año que estamos, de 1826, se ha llevado a la Corte para el dicho fin 43
veces y dudo si son 45” (Manuscrito de don Vicente Pinyol Osset, escrito en el 1826). Esta
tradición duró hasta el nacimiento de Alfonso XIII como puede comprobarse en una carta
fechada en Madrid, el 8 de mayo de 1886 y transcrita en Los Debates, diario tortosino, de
13 abril 1907.
Voy a continuar este capítulo exponiendo la expansión de la Piedra de Tarsis o jaspe
de Tortosa en las construcciones de la Era cristiana en que siguió apreciándose como
símbolo del Olimpo Escorpión.
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CAPÍTULO V
(1) Una media docena de curas diocesanos fundaron por iniciativa de D. Joaquín Monrós,
(sacerdote numerario que venía de Barcelona y que fue el que pidió permiso a D. Joaquín
Blanch, encargado de la Diócesis en sede vacante) el Opus Dei de Tortosa. Entre ellos el
primero fue Isaías Riba que ha seguido de cerca mi carrera eclesiástica desde 1965.
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Tercera parte
DIOS CONSUMADOR
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INTRODUCCIÓN
a la presente tercera parte
CAPÍTULO I
pero con la condición de levantar dicha ermita con las mismas dimensiones que tenía antes
de ser derribada y que fuese costeada por el pueblo. Y así se hizo. Entonces esa ermita pasó
a ser la iglesia del Hospital construido por los Sanjuanistas y hoy es la iglesia del convento,
y sigue dedicada a Santa Catalina y además a San Agustín.
Voy a hacer ahora una breve incursión en la historia de los Sanjuanistas por su
relación de 500 años con Mirambel.
A lo largo de la historia los católicos que se han tomado en serio su santa fe han sido
aislados por el Olimpo, y además ellos mismos se han aislado para defenderse de los
enemigos de su santa fe, pero ese aislamiento no les ha hecho perder su expansiva
catolicidad escatológica.
Por otro lado vemos que los católicos que se han tomado en serio su fe se han
preocupado también por la salud de su cuerpo y de la de sus semejantes, creando oasis en
medio de los desiertos de las enfermedades, como son los hospitales, pero esto lo han hecho
con la mirada puesta en la definitiva redención de esos cuerpos que tendrá lugar al final de
los tiempos, y también como acto de reacción frente a la muerte a que nos somete el
“Príncipe de este mundo”.
Así, hacia el año 1048 unos mercaderes italianos católicos de Amalfi, establecidos en
Jerusalén, fundaron un hospital para que sirviera de hospedería y refugio a los peregrinos
que acudían a la ciudad, y lo sometieron a la alta tutela de los monjes benedictinos. Téngase
en cuenta que las actividades de beneficencia de los monasterios benedictinos y
cistercienses precedieron a la fundación de los Canónigos regulares, que adscritos a los
cabildos catedralicios, eran responsables de la “hospitalitas” en su más amplia acepción
social: peregrinos y viajeros, enfermos, madres grávidas, ancianos y niños abandonados.
Los seglares contribuían con la fundación de hospicios en lugares estratégicos: puentes,
bosques, puertos de montaña, y con sus dádivas.
Pues bien, aquel establecimiento de Jerusalén fue puesto bajo la advocación de San
Juan el Limosnero, el cual en el año 410 había fundado un hospital en Alejandría, de la que
había sido patriarca.
En la época de la Primera Cruzada (organizada por Pedro el Ermitaño y aprobada por
el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont-Ferrrand), que duró desde 1096 hasta 1100, y
siendo prepósito del hospital San Gerardo Tenque, éste funda la Orden de Caballeros de
San Juan de Jerusalén, desvinculándose de la tutela benedictina. Fue precisamente Gerardo
quien aconsejó a los europeos sobre la conquista de Jerusalén y, por consiguiente, para
liberar a los Santos Lugares de la tiranía del Islam. De este modo aquel hospital añadía a su
servicio humanitario la defensa armada de la fe.
Fue con el segundo Maestro de la Orden, Raimundo Puy (1120-1160) cuando
codifican su regla según el espíritu de San Agustín. También con Raimundo de Puy el
patronazgo pasa de San Juan el Limosnero a San Juan Bautista, sin olvidar a su discípulo
San Juan Evangelista, el Águila de Patmos. Éste, solo frente al mar, en el desierto de la isla
de Patmos, discípulo predilecto del Señor y único de ellos que le acompañó junto a la cruz,
escribió el Apocalipsis, que aún sigue pendiente sobre el Olimpo con sus tremendos
anuncios que deberán cumplirse inexorablemente según el criterio sabio, santo y justiciero
de Dios y llevado a la práctica por el linaje humano.
Tras la caída de San Juan de Acre en 1291 la Orden del Hospital tomó un carácter
más marcadamente militar. En 1306 el corsario genovés Vignolo de Vignoli ocupó para la
Orden la isla de Rodas y allí estableció su sede Guillermo de Villaret en 1310. En 1522 la
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pierden a manos del Turco y en 1530 el Emperador Carlos V les da la isla de Malta, en
cuyas aguas siglos antes había naufragado San Pablo. En 1798 Napoleón conquistó Malta,
siendo este acontecimiento el principio del fin de la Orden en todo el mundo.
Cuando fue suprimida la Orden del Temple en 1312 los bienes radicados en el reino
de Valencia, incluso los de los Sanjuanistas, fueron adjudicados, con el beneplácito del
Papa, a la Orden de Montesa que Jaime II había fundado; pero los que estaban dentro del
reino de Aragón y Principado de Cataluña pasaron a la Orden del Hospital.
Los Hospitalarios ya estaban establecidos principalmente en Cataluña, y en Amposta
residía el Gran Castellán como Gran Maestre o primer Jerarca de la provincia que ellos
formaban junto con todo el reino de Aragón.
El Castellán de Amposta se hizo cargo de las Baylías de Cantavieja, a la que
pertenecía Mirambel, y también de las de Aliaga y Castellote, y de cuanto perteneció a los
Templarios, y puso en Cantavieja un Bayle o Comendador que la administrase en su
nombre, lo mismo que en Aliaga y Castellote.
En 1318 el Gran Castellán de Amposta confirma los privilegios que los Maestres del
Temple habían concedido a la Baylía de Cantavieja.
Alrededor de 1420 los Caballeros Hospitalarios habían trasladado la sede de la
Castellanía de Amposta a Zaragoza sin abandonar el título de Castellanía de Amposta.
En 1319 ya hay Gran Prior de Cataluña separándose de la Castellanía de Amposta la
cual conservará los pueblos catalanes que se encuentran en la margen derecha del Ebro
como Miravet, Amposta, Ulldecona, etc., incluyendo a Tortosa que se encontraba en la
izquierda. Pero los máximos mandatarios de la Castellanía de Amposta tenían que ser
siempre aragoneses.
Y para finalizar este capítulo haré una referencia a la historia de la rama femenina de
los Hospitalarios, las monjas sanjuanistas, que fundaron un convento de vida contemplativa
en la Rápita, próxima a Tortosa.
La Rápita de los Alfaques, antes de la Reconquista de Tortosa en 1148 por el Conde
Berenguer IV, era un torreón con una casa de oración y contemplación en donde los
Alfaquíes solían tener sus contemplaciones (Rápita, Rábita, Rábida, Rabat=”casa de
oración”).
El Conde Berenguer tras la Reconquista de Tortosa otorgó a los Hospitalarios el
castillo de Amposta con todas sus tierras hasta el mar, exceptuando el territorio y edificio
de la Rápita que, a causa de una promesa anterior realizada por su padre, donó al Abad
Benedictino de S. Cugat del Vallés, con el encargo expreso de difundir la devoción a Santa
María de la Rápita.
Al cabo de un siglo, en 1260, abandonaron dicho convento por causas desconocidas y
lo vendieron a los Sanjuanistas Hospitalarios. A partir de este momento surge la idea de
instalar en la Rápita un convento de Damas Sanjuanistas que sería el tercero de la Orden
después del de Sijena (1193) y del de Algaire (1212). Y así en 1290 se instala en la Rápita
el nuevo convento femenino bajo la regla de S. Agustín y de la Orden del Hospital.
En 1420, al abandonar Amposta los Sanjuanistas, las monjas quedan desamparadas y
a merced de las razzias que los piratas musulmanes hacían a nuestras costas. Así decidieron
trasladar su monasterio a la vecina y episcopal ciudad de Tortosa obtenida la licencia del
Castellán de Amposta en 1579. Primeramente se instalaron en un convento medio derruido
y que había sido abandonado por los Padres Trinitarios en el barrio de Remolinos ya que
éstos se habían construido uno nuevo en Ferrerías, convento de San Blas.
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CAPÍTULO II
La Orden Militar de San Juan del Hospital y las familias nobles de los Pastor y
Aliaga en Mirambel.
Es escasa por no decir nula la información de los historiadores locales sobre hechos
destacados, cotidianos o anecdóticos acerca de los 500 años de estancia de los Hospitalarios
en Mirambel. No obstante existe la información mínima e imprescindible para que a los
historiadores del siglo XXI no se les diera pie para hacer cábalas del tipo siguiente: “Los
Sanjuanistas fueron unos extraterrestres que aterrizaron en Mirambel a principios del siglo
XIV con un platillo volante y cogiendo el mismo tipo de transporte se marcharon del
pueblo cinco siglos después”.
Por tanto sabemos de ellos que se hicieron cargo de Mirambel en el año 1312, una vez
suprimida la Orden del Temple. Que se marcharon en 1812, después de ser conquistada por
Napoleón su sede central, la isla de Malta, en 1798, y después de ser aprobada la
afrancesada Constitución de las Cortes de Cádiz. Que construyeron en el pueblo su Hospital
adosado a la reconstruida iglesia de Santa Catalina y que se instalaron en la Casa-Castillo
construida por los templarios y que se encuentra junto al templo parroquial. Y como
anécdota sabemos que los Sanjuanistas no dejaban pasar por delante de su residencia los
cortejos fúnebres. Y poco más. Por tanto tendré que “bucear” en la historia comparando
datos. De pasada diré que la Casa-Castillo no fue destruida por ningún ejército, forma
habitual por la que son destruidos los castillos, sino por un marchante de vigas de madera
hace ahora unos cuarenta y cinco años. También hay quien dice que se derrumbó sola hace
unos 50 años.
Como constatación de esta oscurantista desinformación de la que hablaba más arriba
aportaré dos testimonios de sendos historiadores locales que dan fe de ello. El primero es
José Altaba (Gorreta), cura e hijo de Mirambel, que en su libro “Cantavieja y su Baylía”
dice lo siguiente: “La dominicatura de los Sanjuanistas sobre Cantavieja y su Baylía
perdura nada menos que desde 1312 a 1812, la nimiedad de 500 años; es una omisión
inexplicable que haya caído en el olvido este aspecto importantísimo de la historia local,
que ni de palabra ni por escrito haya quedado una tradición o una historia sobre una etapa
tan larga y tan interesante para nuestros pueblos. Se ha escrito y se sabe de las guerras
carlistas por su resonancia nacional, pero es común la ignorancia sobre esta institución de
San Juan del Hospital, que indudablemente es la que ha dejado más profundas huellas en la
vida de los hombres y costumbres de nuestros pueblos” (pag. 92).
En 1992 otro cura llamado Pascual Martínez Calvo, natural de Segura de Baños
(Teruel) en su obra de dos volúmenes “Historia de Castellote y la Comarca” le carga el
muerto de la desinformación a los mismos Sanjuanistas: “Estaban más preocupados de
dejar constancia de las guerras y de los reyes que de prestar atención a los pueblos, a su
desarrollo local y cultural” (T-I, pag. 179).
Hay que decir, sin embargo, a favor de los Sanjuanistas que su poder material estuvo
siempre al servicio del espíritu ejerciendo una política efectiva y de no ostentación. Los
Sanjuanistas, poco amantes de la ostentación del poder, por virtud cristiana y por
escarmiento de lo que les pasó a los Templarios, utilizaban los medios materiales y el poder
político no como un fin en sí mismo sino como medio imprescindible para llevar a cabo su
misión trascendente: la salud del alma y del cuerpo con ambiciones católicas, es decir,
universales, escatológicas y permanentes. Así vemos que en el Capítulo General celebrado
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en Acre en 1278 la siguiente norma: “Los colores blanco, negro y rojo serán los colores
propios de los “freyres”; pero de “color seda”, pero no ornatos de oro y plata en armaduras,
pues importan gastos que no deben ellos permitirse”. En el Capítulo de 1325 se prohibió
que ningún Freyre llevase ropa que costase más de dos florines la cana, excepto cuando le
fuese regalada. En el de 1337 se prohibía exhibir armas o utensilios de oro o plata.
Finalmente se dispuso en el Capítulo de 1366 que el comportamiento de los “freyres” había
de ser en todas cosas honesto. El ornato excesivo como el lujo en el vestir siempre estuvo
prohibido. Quien desee más pormenores y el texto completo de los estatutos o
disposiciones más importantes de los Capítulos de la Orden, lea a Miret y Sans, en “Cases
de Templers y Hospitalers”, pags. 362-364.
En definitiva podemos decir que los Hospitalarios eran molestos al Olimpo y éste se
encargó de que no nos quedaran huellas de su paso por Mirambel en donde los
Hospitalarios dieron en el blanco al Olimpo con las pinturas escatológicas de la Casa
Costeras, como explicaré más adelante.
Sin detenerme en explicitar cuál era la función del Comendador regular, la del
Comendador de la Orden, la del Bayle, etc., sólo diré que los Sanjuanistas, siguiendo su
política de gobernar en donde estaban asentados sin hacer ostentación de ese poder,
procuraron rodearse en Mirambel de familias nobles de su “misma cuerda”. Y la primera
fue la de los Pastor que construyeron su palacio junto al templo parroquial en la calle del
Chamizo oscuro. Se encuentra su escudo de armas en una pared que hay entre el Chamizo y
la calle de S. Roque, y está constituido por cinco castillos con la siguiente leyenda: Arma de
la casa infanzona de Pastor del Cabezo.
Sería como buscar una aguja en un pajar el intentar seguir paso a paso los
movimientos concretos que se dieron a nivel local, nacional e internacional para que esas
familias en general y la de los Pastor en particular, fueran aupadas para ser colocadas en
Mirambel, pero intentaré cotejar datos para que otros investigadores, siguiendo estas pistas,
puedan hacer un estudio más completo. Intentaré pues descubrir la procedencia de los
Pastor y el origen de su noble linaje.
El Rey de Aragón Ramiro II, el Monje (1134-1137) fue elegido por los nobles para
impedir que se hiciera efectivo el testamento de su hermano Alfonso, pese a que era monje
y obispo. Previa la pertinente dispensa por parte de Roma, se casó con Inés de Poitiers de la
que nació su heredera Petronila. Y después que Ramiro gestionó el matrimonio de su hija
con el Conde Ramón Berenguer IV, en 1137 se volvió al convento.
Pues bien, dicho Rey otorgó en 1136 un privilegio a los de Uncastillo, población de
la comarca de las Cinco Villas perteneciente a Zaragoza y colindante con Navarra, a los que
declara francos e ingenuos por haberle apoyado contra Arnal de Lastun y otros rebeldes, los
cuales habían matado a cuarenta de los suyos. Gozaron de este privilegio los Infanzones
Pastor que vinieron a Mirambel, los cuales tenían su palacio y jurisdicción en la Villa de
Uncastillo en algunos tiempos, conforme consta en su Carta Ejecutoria.
Puesto que Uncastillo y Calatayud pertenecían a los Sanjuanistas creo que el
“cerebro” que montó toda la trama para colocar a los Pastor en Mirambel fue Fray Juan
Fernández de Heredia. Nacido éste a principios del siglo XIV en Munégreba, lugar de la
Comunidad Sanjuanista de Calatayud, D. Juan ya era caballero de la Orden del Hospital en
1328. En 1338 le nombra Pedro IV de Aragón consejero suyo, atreviéndose algunos
historiadores a afirmar que Fray Juan fue “el verdadero soberano de Aragón”, afirmación
un poco aventurada porque el Rey Pedro IV no se dejaba gobernar por nadie. Fue
nombrado en 1346 Castellán de Amposta, habiendo renunciado al Baylaje de Cantavieja
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que desempeñaba hasta la fecha. A partir de 1354 no pocos años tuvo su residencia en
Francia, habitualmente en Aviñón. Estando en Roma en septiembre de 1377, le notificaron
su elección como Gran Maestre de la Orden. Antes había ocupado los Prioratos de Castilla
y León, el de San Gil en la Provenza y el de Cataluña. Como nota curiosa diré que hizo
muchas traducciones, pero entre ellas una es muy sugerente por el título: “Secreta
secretorum” que atribuye a Aristóteles.
Pues bien, por todo lo dicho se desprende que este Caballero conocía perfectamente
los entresijos del poder en Aragón, los manejos curiales del Papa en Aviñón ya que en
1394, dos años antes de su muerte, es elegido Papa el candidato de Pedro IV de Aragón, el
Papa Luna, y conocía por tanto el “misterio Ilercavonia”, la situación estratégica de
Mirambel y a la familia Pastor, que llega a esta población por aquellos años.
Cada cual que saque las conclusiones que quiera pero creo que está bastante clara la
magna maniobra política de Juan Fernández para colocar a los Pastor en Mirambel y que
denota su importancia estratégica como bastión colindante en la misma frontera con los
dominios del Olimpo Escorpión.
Ahora trataré sobre la llegada de otra de las familias nobles, los Aliaga, a Mirambel.
Afirmo sin miedo a equivocarme que la construcción del palacio de los Aliaga en Mirambel
es del primer tercio del siglo XVI en contra de los historiadores locales que la sitúan a
finales de dicho siglo y lo voy a probar.
1º.- La primera prueba es que las Agustinas ermitañas se instalan en el pueblo en
1564 en el edificio del Hospital, convirtiéndose desde entonces en convento de clausura. La
gestión diplomática de la venida de las monjas fue obra de los Aliaga ya que la fundadora
Sor Violante Castellví, procedente del convento de Ntra. Sra. de la Esperanza de Valencia y
natural de la misma, era sobrina de los hermanos Aliaga: D. Francisco, el primero que
según los historiadores locales vivió en Mirambel a finales del XVI; el Ilmo. Sr. Juan
Isidoro que sería más tarde Arzobispo de Valencia y autor del “Quijote de Avellaneda” tan
discutido y combatido por Cervantes; y Fray Luis, Provincial de Tierra Santa y visitador de
la provincia de los Dominicos en Portugal, y al que Felipe III nombró su confesor en 1608 e
Inquisidor General de España habiendo renunciado al Arzobispado de Toledo. Por tanto los
Aliaga tenían que estar en Mirambel por lo menos antes de 1564.
2º.- La segunda prueba que retrasa la datación de la construcción del palacio de
Aliaga al primer tercio del siglo XVI es que dicho palacio al igual que su coetáneo de la
Casa de los Julianes en la calle Mayor son de estilo renacentista napolitano y son coetáneos
porque tienen el mismo empedrado en el vestíbulo.
Pues bien, la Casa de los Julianes ya debería estar construida años antes de la venida
de las monjas ya que fueron los mecenas oficiales para la adecuación material del hospital
en convento y además una hija o sobrina nacida en Mirambel fue de las primeras
vocaciones que ingresaron en él ya que tomó el hábito en 1569 llegando a ser la cuarta
Superiora del convento. La prueba de su mecenazgo al convento es que figura su escudo en
una capilla que hoy es la sacristía y que está situada en la base de la torre, y dedicada a la
Virgen de la Consolación.
3º.- La tercera prueba es la procedencia del estilo renacentista-napolitano de
Mirambel. Ese estilo debió ser traído por algún Aliaga cortesano del rey de Aragón
Fernando II, que pasó grandes períodos de su reinado en Nápoles, retirándose
definitivamente a sus dominios aragoneses en 1505 a la muerte de su esposa Isabel la
Católica. El que algún Aliaga fuera cortesano de Fernando II lo prueba el hecho de que los
Aliaga recibieron de dicho Rey en 1487 el título de Duques.
61
Debió ser, por tanto, unos años después de la retirada del Rey Fernando a sus
dominios de Aragón en 1505 cuando también un Aliaga, perfectamente informado de la
política internacional y culto, aparte de ser conocedor y colaborador de la Orden
Sanjuanista, quien decidió instalar un palacio en la frontera con el Olimpo Escorpión y en
el corazón del Maestrazgo (Zeus), según la política en la que estaban metidos los
Sanjuanistas desde hacía años y que a finales del XVI darían la gran espantada al Olimpo
con las pinturas que luego explicaré.
62
CAPÍTULO III
la de San Benito, y prevalece desde que la adoptan los canónigos regulares, los dominicos,
etc.
¿Por qué llegan a Mirambel las Agustinas y no las Sanjuanistas? Aparte de que las
Damas Sanjuanistas adoptaron también desde un principio la misma regla de San Agustín
creo que el que se instalaran en Mirambel las Agustinas fue por razones coyunturales como
ya he explicado en el capítulo anterior. Cabe destacar aquí el gran afecto y devoción que
tenía la Orden del Hospital por San Agustín bajo cuya regla también estaban desde casi el
inicio de su Orden.
Por otra parte es curiosa la tendencia que tiene la Edad Media hacia el Norte de
África y concretamente hacia la desembocadura del Nilo, hacia Alejandría y hacia los
santos norteafricanos como San Agustín, San Antonio Abad, etc. Téngase en cuenta que la
Séptima Cruzada (1248-1254) organizada por Inocencio IV llegó a conquistar Damieta, a
15 kilómetros de la desembocadura del Nilo, a la derecha de su brazo oriental. Hasta
incluso en 1451 Alfonso el Magnánimo intenta enviar una Cruzada para conquistar otra vez
la desembocadura del Nilo.
También quiero dejar constancia sobre una tradición oral que existe en Mirambel
sobre sus monjas. En cierta ocasión un personaje importante sentenció que con el tiempo
Mirambel se convertiría en un zarzal y que sería abandonado por todos sus habitantes. El
pueblo junto con las monjas se alarmó y cuentan que entonces se apareció San Agustín a
una de las monjas asegurándole que eso no ocurriría mientras permaneciesen sus hijas en
Mirambel. Pues bien, en 1980 las monjas abandonaron el pueblo después de haberles
“calentado la cabeza” un cura agustino que se las llevó a Benicasim. Pero aquí las monjas
mantuvieron el título del convento: Convento de Mirambel.
Imágenes que se veneraban en su iglesia antes de la guerra civil de 1936: Santa
Catalina, San Agustín, la Purísima, varios santos de la Orden y San Blas. Había también
otros retablos góticos y gastadas inscripciones. Hoy el convento se ha convertido en un
“laboratorio” de beneficencia en que un cura agustino estudia el comportamiento de
personas con dificultades para adaptarse al sistema para así adentrarse mejor en el enigma
del Hombre actual y la iglesia ha pasado al culto parroquial.
Llegado hasta aquí el lector se preguntará qué tiene que ver todo esto con Miguel
Servet. Pues yo le respondo que tiene que ver con el conjunto de la obra y especialmente
con esta tercera parte de Dios Consumador y además porque de las ilustraciones de la
Biblia que publicó Servet en Lyón en el 1541 ó 1542 sacaron los Sanjuanistas las pinturas
que luego plasmaron en la Casa de los Bayles de Mirambel.
Así define a Miguel Servet (1511-1553), Menéndez Pelayo en su obra “Historia de
los Heterodoxos Españoles”: “Teólogo reformista, predecesor de la moderna exégesis
racionalista, filósofo panteísta, médico, descubridor de la circulación de la sangre,
geógrafo, editor de Tolomeo, astrólogo perseguido por la Universidad de París, hebraizante
y helenista, estudiante vagabundo, controversista incansable, a la vez que soñador místico,
la historia de su vida y opiniones excede a la más complicada novela” (Libro IV, cap. 6º,
pag. 872).
Nació en Tudela en el reino de Navarra pero sus padres radicaban en Villanueva de
Sijena y así por más que él naciera casualmente en Tudela se consideraba aragonés de
origen y navarro de nacimiento. Aprendió en España el latín, el griego y el hebreo y en
1528 fue enviado por su padre, notario de Villanueva de Sijena, a Tolosa para que
aprendiera leyes. Allí más que a estudiar a Justiniano se dio a la lectura de la Biblia y se
contagió de la doctrina del libre examen, pero aun sin ser ortodoxo tampoco se hizo
64
luterano, ni anabaptista sino heresiarca sui generis, con aires de reformador y profeta.
Estuvo refugiado durante un tiempo en la protestante Basilea pero bien pronto se alarmaron
contra él los teólogos protestantes. Después de publicar allí De Trinitatis Erroribus y De
iustitia regni Christi et de charitate claro es que Servet no podía vivir tranquilo entre los
protestantes de Alemania y Suiza. Llegó a tal punto la saña contra Servet que hasta Bucero,
que pasaba por tolerante, dijo desde el púlpito de Estrasburgo que “Servet merecía que le
arrancaran las entrañas” (Carta de Calvino a Sulzer, 1553).
Determinó pues entrar en Francia donde era desconocido y además se cambió el
nombre por el de Michel de Villeneuve. Y en París ya no volvió a oírse hablar del hereje
Miguel Servet durante cerca de veintiún años. Allí para ganarse la vida se hace corrector de
imprenta y los hermanos Trechsel, de Lyón, le mandan preparar una nueva edición de
Tolomeo y en uno de sus escolios sobre España afirma certeramente: “sus habitantes son de
buena disposición para las ciencias, pero estudian poco y mal y cuando son semidoctos se
creen ya doctísimos, por lo que es mucho más fácil encontrar un español sabio fuera de su
tierra que en España. Forman grandes proyectos, pero no los realizan, y en la conversación
se deleitan en sutilezas y sofisterías. Tienen poco gusto por las letras, imprimen pocos
libros y suelen valerse de los que les vienen de Francia. El pueblo tiene muchas costumbres
bárbaras, heredadas de los moros. Las mujeres se pintan la cara con albayalde y minio y no
beben vino. Es gente muy templada y sobria la española, pero la más supersticiosa de la
tierra. Son muy valientes en el campo, sufridores de trabajos, y por sus viajes y
descubrimientos han extendido su nombre por toda la superficie de la tierra”.
Por entonces (1535) hizo amistad con un médico de Lyón llamado Sinforiano
Champier y recibió de él las primeras lecciones de medicina. Lleno de entusiasmo por la
medicina pasó Servet a continuar sus estudios a la escuela de París en 1536. Tuvo entre sus
maestros al famoso anatómico Juan Günther, de Andernach, y por condiscípulo a Andrés
Vesalio, el padre de la anatomía moderna y que llegó a ser el médico personal de Carlos V
y después de Felipe II. Günther, Servet y Vesalio formaron un equipo pionero en la
disección de cadáveres y mediante este método revolucionario para su época abrieron los
caminos para estudiar la anatomía interna del cuerpo humano. Así Servet se doctoró en
medicina y comenzó a ejercer su profesión con mucho crédito, llegando a ser médico
personal de Pedro Paulmier, arzobispo de Viena del Delfinado. Además se dio con nuevo
fervor a los estudios astrológicos y comenzó a leer matemáticas. En 1937 publicó un
excelente tratado de terapéutica con el título de Syruporum universa ratio que logró en once
años cinco ediciones. Pero su gran descubrimiento no aparece hasta 1553 en su libro
Christianismi retitutio en el que al tratar del Espíritu Santo describe la pequeña circulación
de la sangre o circulación pulmonar. En 1541 ó 1542 publica en Lyón la Biblia latina con
escolios y notas del propio Servet que tienden a dar un sentido material e histórico a las
profecías mesiánicas. De los grabados de esta Biblia será de donde copiarán los
Sanjuanistas de Mirambel las pinturas de la Casa de los Bayles o Costeras. El 6 de abril de
1553 es encarcelado en Francia por la Inquisición por su obra Christianismi restitutio, que
publicó clandestinamente, y al día siguiente se escapó de la cárcel. Anduvo errante más de
cuatro meses por el Delfinado y la Bresse hasta que su mala suerte, o su ignorancia de la
tierra que pisaba, le llevó a Ginebra el 13 de agosto. Era domingo, y Servet, por una
obcecación increíble o por no excitar las sospechas de sus huéspedes, fue por la tarde al
templo en que predicaba Calvino. Éste le reconoció al momento, le delató al síndico y
aquella misma tarde le hizo prender. Fue juzgado y el 26 de octubre se dio la sentencia de
65
muerte en hoguera contra Servet y al día siguiente se hacía efectiva la ejecución en la colina
de Champel que domina las encantadas riberas del lago de Ginebra.
Su pensamiento.- En Christianismi restitutio dice Servet la siguiente frase: “voy a
explicar los principios de las cosas, ocultos a los mayores filósofos”. Esto indica que
Miguel iba a por todas y que se consideraba flotando por encima de “TODO”.
En su teología considera que Dios es lo Uno, la simplicidad perfecta y que por otra
parte está el mundo material, lo que llamamos la naturaleza. Y entre uno y otro se encuentra
el Nous, el mundo de las ideas al que le da el nombre de “Cristo”, y que penetra el mundo
material por medio del Alma universal que él llama “Espíritu Santo”. Es decir, que Servet
hace 450 años quiso plasmar la teoría que yo intento explicitar: Dios, el Olimpo (Nous) y el
Hombre (la naturaleza). Pero al querer verter Servet su teoría en conceptos estrictamente
teológicos y filosóficos cae en una maraña de contradicciones como cuando niega a veces
la Trinidad de Personas en Dios y por otra parte ataca a los antitrinitarios diciendo que su
Dios no puede ser el Dios personal y vivo, acto purísimo, sino sólo un ente de razón, un
flatus vocis. También cayó en una especie de pancristianismo.
Abundando en la coincidencia de su teoría con la mía afirma también en
Christianismi restitutio que “los ángeles, envidiosos de que el hombre, hecho de tierra,
fuera exaltado sobre ellos, se rebelaron contra Dios y arrastraron luego en su caída al
hombre mediante el pecado original”. Y pone el mismo remedio que yo contra el Olimpo
también en la obra citada: “Restitución del reino celeste, después de romper la cautividad
de la antigua Babilonia, y destrucción total del Anticristo con todos sus secuaces”. Y en
otra parte dice: “cortar las siete cabezas de la bestia, simbolizadas en las siete colinas”.
Respecto a su descubrimiento médico de la circulación de la sangre cabe decir que
desde Servet la medicina toma un cariz escatológico ya que sus descubrimientos y los de su
equipo en el campo de la anatomía sentaron las bases de la cirugía moderna en cuyo altar
serán sacrificadas las “raíces” del poder de los dioses del Olimpo. Por ello afirmó Servet,
en un curso de astrología que dio en el colegio de los Lombardos de París, que “eran
ignorantes los médicos que no estudiaban astrología”, lo cual no lo llevaron bien los de
París que acusaron a Servet “como sospechoso de mala doctrina”, primero ante el
Inquisidor y luego ante el Parlamento de París.
Para finalizar repetiré que Servet fue quemado en la hoguera acusado de hereje por el
protestante Calvino en un juicio en el que Miguel pidió un abogado defensor que conociera
las costumbres del país y no se le concedió. Hoy en día Miguel Serveto Reves, como se
llamaba realmente, no habría sido quemado en una hoguera sino que sería confinado en un
centro psiquiátrico en donde lo atontarían con fármacos por motivos de higiene
democrática.
66
CAPÍTULO IV
meditado programa y además son intuitivamente proféticas de lo que ocurriría varios siglos
después de su fecha de plasmación. El ideólogo, fruto de una visión profética, como he
dicho, describe por medio de escenas bíblicas la trilogía del fin de los tiempos, es decir,
cómo serán las relaciones de los tres últimos Hombres o Bayles de la Historia con el
Olimpo. Los tres Hombres son representados por tres personajes bíblicos del pueblo judío:
José, David y Sansón. Y el Olimpo es representado por tres mujeres que no son israelitas
sino extranjeras (la mujer del egipcio Putifar, la mujer de Urías el jeteo, y la filistea Dalila)
que representan las sinuosidades femeninas del Olimpo que es un extranjero o, como
diríamos hoy en día, un extraterrestre.
1.- La época “roja” (1835-1914).- Es la representada en el primer paño en que José
simboliza al primer Hombre de la trilogía final. Se trata de Giuseppe Sarto, el cual no se
contaminó con el mundo y sus placeres sino que con mirada escrutadora vio aproximarse la
catástrofe espiritual del mundo moderno, esa amarga decepción, especialmente en los
ambientes cultos. Intuyó que una fe aparente, es decir, una fe que no se apoye en la
revelación divina, sino que arraigue en un terreno puramente humano, para muchísimos se
disolvería en ateísmo. Entrevió igualmente el destino fatal de una ciencia que, contra la
naturaleza y con voluntaria limitación, se cerraría el paso a la Verdad y al Bien absolutos,
dejando así al hombre sin Dios, de frente a la oscuridad invencible en que yacería para él
todo ser, solamente una posición de angustia o de arrogancia. Ante esta visión que tuvo, el
“Faraón” lo colocó en el Vaticano para que ejerciendo de Papa lograra amortiguar esta
avalancha de basura culta y organizada que se precipitaría sobre la humanidad.
2.- La época “azul”(1902-1975).- El segundo paño representa al segundo Hombre de
la trilogía, es decir, a Mons. Escrivá de Balaguer, el cual, al igual que el rey David, sí se
contaminó con el mundo al que, decía, había que amar apasionadamente y además se
consideraba a sí mismo “un pobre pecador que ama con locura a Jesucristo” y por ello se
confesaba dos o tres veces por semana. Durante su “reinado” se produjeron dos guerras
mundiales, una de ellas atómica, se crearon organismos internacionales y se produjeron
revoluciones políticas y culturales en todo el planeta, cumpliéndose así las oscuras
profecías de Giuseppe Sarto.
3.- La época “amarilla” (1954 hasta el final).- A todo esto Sansón, el tercer Hombre
de la trilogía, se ha liado la manta a la cabeza y pasando de “TODO” y confiando solamente
en Dios y en su trabajo ha pasado a la acción. Pero Dalila, es decir, el Olimpo descubrió
que su poder radicaba en su mente. Por ello le cortó la cabellera, o sea, lo atontó con
“golpes baculares” y fármacos para que no pudiera pensar ni elevar su mente a Dios. Pero
el tercer Hombre no dejó de temer, amar e invocar a Dios y mediante la aplicación del
Proyecto GÉNESIS AMDG con la ayuda de Dios y del linaje humano destruirá
definitivamente al Olimpo, al grito de “muera yo con los filisteos”.
Esto en resumen es lo que quiso dejar para las futuras generaciones el artífice de
estas pinturas. Ahora estudiaremos las repercusiones o consecuencias que tuvieron estas
pinturas, terminadas en 1592, al nivel de los “espíritus de los aires” y a nivel político, en
Mirambel, en Aragón y España.
El Olimpo desde su atalaya se apercibió del gran calado histórico de las pinturas de
Mirambel y contraatacó brutalmente.
1.- Repercusiones en Mirambel:
a) Se instalan en la villa los Castellot, enemigos desde siempre de los Aliaga y de los
Sanjuanistas, construyendo a finales del XVI su casa-palacio en la misma plaza que los
Aliaga y del mismo estilo. Se hace eco en el siglo XX de la rivalidad de estas dos familias
69
Pío Baroja que así nos la describe en forma literaria en su obra “La Venta de Mirambel” en
1930: “Las dos casas oscuras, casi iguales, se yerguen en la plaza, una frente a otra, como
desafiándose. Quizá fueron construidas por familias rivales” (pag. 17).
Los Castellot toman las riendas del poder en el pueblo. Prueba de ello es que en la
gran epidemia que reinó en la villa en 1648, los que mangonean el asunto son los Castellot
que dejan para cuidar a los apestados una casa de la que aún quedan restos, situada entre la
fuente alta y la ermita de San Roque. Y los historiadores locales no mencionan para nada a
los Aliaga ni a los Hospitalarios, cuyo carisma fundacional era precisamente el atender a
los enfermos.
b) Los Castellot inician las obras para la construcción de un Ayuntamiento nuevo de
planta, fuera de la placeta y frente a la iglesia parroquial, para olvido oficial-histórico de las
pinturas, que como ya dije se encuentran en el ahora antiguo Ayuntamiento. Además para
borrar pistas de estas fechorías manipulan las fechas de inauguración del nuevo
Ayuntamiento colocando en la fachada la de 1583, cuando fue inaugurado en 1615.
También hicieron lo mismo colocando una fecha falsa en el alero de su palacio. Así
retrasando estas fechas antes del 1592, fecha de la terminación de las pinturas, desligaban
para la historia su llegada a Mirambel del hecho de las pinturas, siendo éstas la causa de su
llegada al pueblo para “poner orden” habiendo hecho un pacto con el Olimpo.
c) Cambian el escudo de Mirambel, es decir, que el típico escudo de la villa, de sabor
sanjuanista, con la cruz ancorada y el águila de San Juan Evangelista, es sustituido por una
torre y dos espejos.
d) A los Sanjuanistas, explícita o implícitamente, se les prohíbe celebrar misa en la
iglesia del pueblo, ya que en 1612 piden a Roma autorización para celebrar misa en su
Casa-Castillo, cosa a la que accede, por medio de una carta en pergamino con sello de
plomo, S.S. Paulo V.
2.- Repercusiones en su entorno:
El Olimpo no pudo atrapar ni liquidar a los protagonistas de las pinturas, pero el
“disparo” alcanzó de rebote y en círculos concéntricos a otras personas. Así por ejemplo:
a) Entre 1590 y 1592 las fricciones entre la monarquía y los aragoneses llegan al
punto culminante en los sucesos acaecidos tras la llegada de Antonio Pérez, antiguo
secretario del Rey, caído en desgracia y encarcelado, que había logrado huir de una prisión
castellana, siendo que su encarcelamiento no había sido por delitos contra la religión. Se
cortó la cabeza al Justicia de Aragón, Lanuza. Así lo refiere el cronista oficial: “La prisión
del Justicia, y del duque y del conde, antes atemorizó que alteró la ciudad: muchos se
escondían, sin saber por qué cosa, y parecíales que ninguno estaba libre suficientemente
con su conciencia...” “En el camino volvió a preguntar el Justicia la causa de su muerte:
respondióle su confesor que moría por sus pecados; replicó el Justicia, ‘lo digo por si puedo
disculpar a alguien’” (Lupercio Leonardo de Argensona, Cronista mayor del Reino). La
muerte del Justicia, máximo representante de los Fueros, ejecutado sin juicio previo, y los
acuerdos de las Cortes de Tarazona, en presencia de Felipe II, en 1592, lograron la
pacificación del territorio aragonés.
b) Pero no terminó ahí la cosa. En 1610 son expulsados de Aragón 60.000 moriscos
(todos) que ocupaban las tierras más fértiles del Reino, lo cual supuso un grave problema
para la economía aragonesa. A partir de entonces se multiplicaron las dificultades. Desde
1626 comienza la aportación a la Monarquía de cantidades de dinero superiores a las
posibilidades de Aragón. A partir de 1640 los aragoneses ingresaron en los “Tercios
Reales” enviados a Cataluña a reprimir un intento de sedición. Y suma y sigue.
70
CAPÍTULO V
Mi abuelo, Manuel Guimerá, fue alcalde de Mirambel desde julio de 1924 hasta julio
de 1929, durante la dictadura de Primo de Rivera. A mi entender lo más importante que
hizo en el pueblo durante su mandato fue el dedicar dos plazas y una calle a tres personajes
ilustres del pueblo por lo que voy a explicar.
Entroncando con la profecía de las pinturas de la casa Costeras, quiso dejar
constancia, en el pueblo y para las generaciones futuras, sobre los perfiles y trazos que
tendría el Tercer Hombre de la Trilogía del fin de los tiempos. Así dedicó la calle Mayor a
Agustín PASTOR Monforte. Con ello quería dar a entender que el Tercer Hombre sería un
Pastor de la Iglesia Católica. La Plaza del Portal de las Monjas la dedicó a Sor Consuelo
Roca, religiosa y maestra. Es decir, que el Tercer Hombre sería un contemplativo en medio
del mundo con la faceta de maestro. Y, por último, quiso indicar su característica principal,
la de médico cirujano. Para ello dedicó la antigua Plaza de Aliaga a D. Nicolás Ferrer y
Julbe. Nos detendremos en esta última Plaza.
El 8 de septiembre de 1927, fiesta de la Virgen de la Balma (lugar en donde
antiguamente se invocaba a la Virgen para la curación psicológica de personas con malos
espíritus) se dedicaba en Mirambel una plaza a D. Nicolás Ferrer y Julbe, fallecido en 1901,
hijo del pueblo y que fue gran médico cirujano, catedrático y rector de la Universidad de
Valencia, literato, historiador, hombre sabio y humanista y católico romano. Pondré más
adelante, sacado del Libro de Actas del Ayuntamiento, los preparativos de la fiesta y cómo
se costearon los gastos, además de otras obras que se hicieron en el pueblo en esa época.
Un detalle curioso es que la placa se colocó en la fachada de la casa natal del ilustre
cirujano que posteriormente fue la primera casa en donde Manuel y su hermano Ramón,
provenientes de La Mata, instalaron su primera tienda y en donde se casó mi abuelo y tuvo
su primera hija, mi tía Josefina. Entonces Ramón se instaló en Cantavieja casándose con
una hermana de mi abuela Antonia.
Mi abuelo era profundamente religioso. Lo demuestra su solicitud por las monjas del
convento a las que proveía de huevos haciendo una gira por las masías cuando aquéllos
iban baratos y las monjas los guardaban en cal viva y así se les conservaban por mucho
tiempo. Otra prueba de su religiosidad eran las romerías que hacía de vez en cuando en
carro de tracción animal con toda su familia al Santuario de la Virgen de la Balma en
Zorita, y que duraba varios días teniendo que pernoctar en la misma ermita. Téngase en
cuenta que era un viaje muy pesado porque no existía la carretera ni puentes y tenían que
cruzar por el medio del río.
Finalmente diré que el Olimpo también se apercibió de la gesta de mi abuelo
dedicando aquellas tres calles a los ilustres personajes ya citados y no se lo perdonaron. Era
asesinado por los rojos el 24 de enero de 1937 en Alcorisa previo juicio sumarísimo y sin
abogado defensor.
Ésta es la trascripción del Libro de Actas del Ayuntamiento para que el lector se haga
una idea sobre el estilo de gobernar de mi abuelo.
8-V-27: “La Comisión considerando justa la proposición del Sr. Presidente, acordó
por unanimidad que se haga público de que queda terminantemente prohibido el dejar andar
72
por las vías públicas los perros sin el bozal; y que a los infractores se les imponga el
máximo de multa que autorizan las vigentes ordenanzas municipales”.
“Que se lleven a cabo la reparación de la Casa Ayuntamiento y Hospital municipal;
reparación del tejado de la ermita de San Cristóbal y derruir la pared levantada sobre el
tejado de la ermita de San Martín ya que produce filtraciones de agua causando
desperfectos en el altar del Santo Cristo y del interior”.
15-V-27: “En vista de que el día 17 del corriente se celebran las bodas de plata de S.
M. el Rey D. Alfonso XIII, se acordó por unanimidad celebrar una misa en la iglesia
parroquial con asistencia del ayuntamiento en pleno, anunciar al vecindario que engalanen
sus casas y testimoniar al Sr. Presidente del Consejo de Ministros la adhesión al acto”.
29-V-27: “Se dio cuenta por lectura íntegra de la instancia dirigida a esta Alcaldía
por el Excmo. Sr. Alcalde de la Ciudad de Barcelona, y enterados de la misma, se acordó
por unanimidad, que se le conteste demostrándole la gratitud por su fina atención e
indicarle al propio tiempo que en esta localidad no existe objeto alguno que merezca ser
presentado en la Exposición”.
17-VII-27: “Se acordó por unanimidad autorizar al apoderado de este Ayuntamiento
D. Luis Gómez para que adquiera para este Municipio un cuadro de S. M. la Reina Dª
Victoria Eugenia en cuyo retrato ostenta las insignias de Alcaldesa”.
15-VIII-27: “El Sr. Presidente expuso que debía nombrar una comisión de vecinos en
la que incluyera a todas las clases sociales con el fin de que pudieran coadyuvar al fomento
y realización de cuantas obras sean necesarias en la localidad” (seguidamente la Comisión
municipal aprueba la lista de los nombres de treinta vecinos dada por el Presidente).
29-VIII-27: “Expone el Sr. Presidente la necesidad que existe de limpiar las calles de
la localidad ya que existen muchas piedras sueltas dificultando el buen tránsito; como
también dar un repaso al camino del Mas de Vallés para que los vehículos entren en el
pueblo con menos dificultad”.
12-IX-27: “Expuso el Sr. Presidente que D. Amado Ferrer le entregó quinientas
pesetas en metálico con el fin de que le dé el destino que más creyera conveniente, y
proponía que ya que con sola esta cantidad no se podía construir ninguna obra de las
necesarias en la localidad de las puramente necesarias, la cantidad donada era de parecer
ingresase en arcas municipales y con ellas se reintegrasen en parte los gastos ocasionados
con motivo del homenaje de D. Nicolás Ferrer y Julbe”.
26-IX-27: “Fueron acordados los pagos siguientes, con cargo al capítulo de
imprevistos: treinta y seis pesetas treinta céntimos a D. Juan G. Giol de Madrid por compra
de una placa esmaltada con la dedicatoria de Sor Consuelo. Cinco pesetas sesenta y cinco
céntimos a la Compañía de transportes de Morella por la conducción de la anterior placa
desde Madrid a Morella. Doce pesetas a D. Juan G. Giol de Madrid en concepto de una
placa esmaltada de 40x30 con la inscripción ‘Plaza de D. Nicolás Ferrer y Julbe’.
Setecientas treinta y siete pesetas cincuenta céntimos al Depositario de fondos municipales
bajo el concepto de lo abonado por el mismo con motivo del Homenaje a D. Nicolás Ferrer
y Julbe. Trescientas veinticinco pesetas a D. José Royo Sancho bajo el concepto de lo
contratado por tocar la Banda de Música de Iglesuela del Cid en esta localidad los días 7, 8
y 9 del corriente mes, con motivo del Homenaje a D. Nicolás Ferrer y Julbe”.
10-X-27: (Sobre la fiesta de la Paz con motivo de la terminación de la Guerra de
Marruecos) “Que se notifique al Ayuntamiento en pleno para que los días 12 y 13 asista en
corporación a cuantos actos religiosos se celebren en la localidad. Que conocedora de la
crítica situación financiera de este municipio en virtud de las obras realizadas en el año
73
gitanos. Éstos al comprobar que les había robado el trato rodearon a mi padre en un
descampado y luego él nos decía que nunca se había sentido más cerca de ser linchado.
Lo que más recuerdo de su vida profesional era el día en que castraba a los machos
jóvenes que traía de las ferias de Barbastro, Cederillas, Graus, Játiva o de Extremadura. Los
castraba un herrero de Roquetas al que por su baja estatura le llamábamos el “herrerico” y
luego ya en la cuadra les colocaba un manta en los lomos.
Recuerdo también que mi padre nunca me animó a entrar en el seminario para
hacerme cura pero tampoco se opuso, simplemente confió en mí y respetó mi libertad.
Únicamente le oí decir una vez que siempre cogíamos lo que se acababa: las caballerías
eran sustituidas por los tractores, la crisis postconciliar estaba acabando con los curas...
La crisis del negocio de las caballerías le produjo un gran desconcierto y cayó en
depresión y el médico del pueblo le recetó unos sedantes que le producían sueño. Y eso o
una repentina subida de azúcar fue lo que provocó que en la recta de Vinallop, viniendo de
Amposta, se durmiera y se empotrara contra un camión de la Central Lechera de Tortosa
falleciendo en el acto. No se le hizo autopsia por lo que nunca sabremos de qué murió.
Tenía 48 años y el accidente ocurrió el 16 de abril de 1973, Lunes de la Semana Santa.
De él nunca olvidaré tres sentencias que me repetía con frecuencia. Son éstas:
-“Cuánto sufre el que tiene conocimiento”.
-“La ignorancia es muy atrevida”.
-“Confía en Dios y no te menees, que ya verás lo que te pasará”.
¡Cuánta profunda teología y sentido común se esconden en estas sentencias!
Para finalizar este capítulo comentaré una afirmación que hace José Altaba en su
libro “Cantavieja y su Baylía”: “Mirambel se detuvo ya en el siglo XVI dentro de sus
muros, como dormido bajo sus laureles de aquella época de esplendor, tras la cual nada se
ha renovado” (pag. 176).
Esto no es cierto. Lo que pasó es que en 1592 el sol se puso en Mirambel, y así la
Edad Moderna con sus maléficas ideas en el campo filosófico y de costumbres no hizo
mella en el sentido común de sus habitantes, esperando que el nuevo amanecer de la
Historia se produjera por donde “Dios manda”, es decir, por el lado de los Sanjuanistas, que
llevados sobre las alas del Águila de Patmos, dejaron grabado con sangre y fuego en las
paredes de la casa Costeras de Mirambel cómo sería el nuevo amanecer.
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EPÍLOGO
Querido lector: si después de esta “mascletá” todavía sigues sordo, ciego y mudo, o
bien es porque eres tonto de remate, o bien porque todavía sigues poniendo una vela a Dios
y otra al diablo ya que no te fías plenamente de Dios, o bien es porque militas en las filas
del enemigo.
“Vuelve las espaldas al infame cuando susurra en tus oídos: ¿para qué complicarte la
vida?”.
“No tengas espíritu pueblerino.- Agranda tu corazón, hasta que sea universal,
‘católico’. No vueles como un ave de corral, cuando puedes subir como las águilas”.
“Crécete ante los obstáculos.- La gracia del Señor no te ha de faltar: ‘inter medium
montium pertransibunt aquae’.- ¡pasarás a través de los montes!”.
“¡Dios y audacia!- ‘Regnare Christum volumus’” (Camino, nº 6, 7, 11 y 12).
Y por último escuchemos al Maestro: “No penséis que he venido a poner paz en la
tierra; no vine a poner paz, sino espada” (Mt. 10, 34).
“Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se le hace
fuerza y sólo los violentos lo arrebatan” (Mt. 11, 12).
“Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, de ovejas y de palomas, y a los
cambistas sentados; y haciendo de cuerdas un azote, los arrojó a todos del templo... y les
dijo: Quitad de aquí todo eso y no hagáis de la casa de mi Padre una cueva de ladrones” (Jn.
2, 14, 16).
“Pues ahora el que tenga bolsa, tómela, e igualmente las alforjas, y el que no la tenga,
venda su manto y compre una espada” (Lc. 22, 36).
No quisiera finalizar este epílogo sin decir lo siguiente. Después de la aplicación del
Proyecto Génesis AMDG la humanidad y yo perdonaremos a los dioses y sus argonautas
como Cristo perdonó a sus enemigos que no eran otros que los dioses. Además hay que
tener en cuenta que Dios-Padre creó el Universo y el linaje humano para que en él muriera
Cristo su Hijo y redimir así a los dioses que encarnados en cuerpos humanos y desarmados
de sus fuentes de poder no tuvieran más remedio que someterse al infinito y abrasador
Amor de Cristo. Y así Dios Uno y Trino será todo en todos por toda la eternidad en la
Iglesia Metahistórica, la nueva y definitiva Jerusalén. Y por eso a la Virgen, su Madre, la
llamamos Reina y Señora de todo lo creado, incluidos los dioses y sus argonautas.
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BIBLIOGRAFÍA
Primera parte
Segunda parte
Tercera parte
ÍNDICE
Primera parte
DIOS CREADOR
Segunda parte
DIOS REDENTOR
Tercera parte
DIOS CONSUMADOR
Cap. I.- La antigua ermita de Santa Catalina Mártir en Mirambel. La Orden Militar
de San Juan del Hospital. El Monasterio de monjas sanjuanistas de la Rápita.
Cap. II.- La Orden Militar de San Juan del Hospital y las familias nobles de los
Pastor y los Aliaga en Mirambel.
Cap. III.- La religiosidad de los Sanjuanistas de Mirambel. El teólogo, médico,
astrólogo, matemático y geógrafo Miguel Servet.
Cap. IV.- Las pinturas de Mirambel.- Su escenario y protagonistas; las pinturas en sí;
y las consecuencias.
Cap. V.- Manuel y Abelardo Guimerá continuadores, entre otros muchos, del
espíritu de la Orden Militar del Hospital de Mirambel.
EPÍLOGO BREVE
Bibliografía.
AMDG
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CONTRAPORTADA
Tortosa sin ningún nombramiento canónico (17 años) y como párroco de La Galera desde
Ferrerías durante 5 años.
En 1989 publicó el libro “Telegramas desde el Olimpo” bajo pseudónimo.
En el 2002 abandonó definitivamente la disciplina eclesiástica optando por vivir su
sacerdocio al estilo de S. Pablo que no pertenecía a ninguna diócesis ni institución.
El presente libro trata de la historia de Tortosa enmarcada en tres conceptos
teológicos como son Dios Creador, Dios Redentor y Dios Consumador. El autor sostiene en
este libro que en Tortosa se han tomado y se toman decisiones de poder con repercusiones
nacionales e internacionales, intentando aportar datos históricos que avalen dicha teoría.
Por otra parte defiende que la Teología, la Mitología, la Política y los cambios sociales van
siempre unidos si se quiere ser históricamente honesto huyendo de toda dicotomía
cartesiana.