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Villamar
OCTUBRE/DICIEMBRE 2018
LATINOAMÉRICA
Los nuevos gobiernos
latinoamericanos
Latinoamérica Paraguay
Daniel Zovatto Marcos Pérez Talia
México Cuba
Denise Dresser Rafael Hernández
Gustavo A. Flores-Macías
Costa Rica
Colombia José Andrés Díaz González
Catalina Botero Perú
Michael J.Camilleri Joel Díaz Rodríguez
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Asuntos Internacionales
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Internacionales
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LATINOAMÉRICA
VOLUMEN DIECIOCHO, NÚMERO CUATRO 2018
Octubre/Diciembre 2018 i
El gobierno del bicentenario en Costa Rica 37
José Andrés Díaz González
Los resultados de las elecciones costarricenses de 2018 son producto de la fragmentación
del sistema de partidos y la desafección del electorado, que permitieron al segmento más
conservador influir en el desenlance de la primera ronda. El resultado final se expresa en
un poder ejecutivo débil, con poca capacidad de maniobra.
Elecciones en Paraguay 45
Marcos Pérez Talia
La historia política paraguaya guarda una estrecha relación con el Partido Colorado, que
desde 1947 ha gobernado al país casi ininterrumpidamente. En abril de 2018 se realizaron
las séptimas elecciones presidenciales de la era democrática, con un nuevo triunfo colorado
frente a la alianza de prácticamente toda la oposición.
Diálogo
ii F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Trump, Alemania y la Unión Europea 86
Zirahuén Villamar
En la primavera de 2018, Donald Trump anunció que impondría aranceles a la
importación de productos de acero y aluminio de la Unión Europea, una medida
unilateral, desproporcionada y contraria al espíritu de libre comercio que Estados
Unidos abanderó por décadas. En Alemania, la mayor economía de la Unión Europea,
la respuesta ha sido contundente.
Mundo
Reseñas 149
Abstracts 154
Foreign Affairs Latinoamérica busca ser un espacio para difundir las visiones del mundo
que se tienen en la región —y también las visiones de la región que se tienen en el mundo—
sin descuidar los principales temas del escenario internacional, atañan o no a Latinoamérica.
El contenido de los textos es responsabilidad exclusiva de sus autores.
iv F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Č
LATINOAMÉRICA
JORDI BACARIA COLOM Director
RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO y ROSSANA FUENTES-BERAIN Fundadores
gerardo R. valenzuela Subdirector Editorial
Junta Directiva
ALBERTO BAILLÈRES, ARTURO FERNÁNDEZ y ALEJANDRO HERNÁNDEZ Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM),
LEONEL FERNÁNDEZ Fundación Global Democracia y Desarrollo, PETER HAKIM Inter-American Dialogue,
FRANCISCO ROJAS ARAVENA University for Peace, jorge montaño, andrés rozental y luis rubio
Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi)
Consejo Editorial
CYNTHIA ARNSON5B#&-)(5(.,C5R5DAVID r. AYÓN5B)3)&5
,3')/(.5(#0,-#.3C5R5RAÚL BENÍTEZ (Universidad
#)(&5/.ĉ()'55
ï2#)C5R5ALLERT BROWN-GORT (University of California)
R5GUADALUPE GONZÁLEZ5B&5)&!#)55
ï2#)C5R5RAFAEL HERNÁNDEZ (Revista Temas)
R5JENNIFER JEFFS5B*((C5R5CLEMENCIA MUÑOZ5B(# 'C5R5VICTORIA MURILLO (Columbia University)
R5ROBERTO RUSSELL5B(#0,-#5),/.)5#5&&C5R5JOSÉ ANTONIO SANAHUJA (Fundación Carolina)
R5RICARDO SENNES5B(#0,-#5.ĉ7ã)5/&)C5R5BRIAN STEVENSON (Lakehead University)
R5ARLENE b. TICKNER5B(#0,-#5&5)-,#)C5R5DUNCAN WOOD5B#&-)(5(.,C5R5DANIEL ZOVATTO (Instituto
Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral)
Consejo de Redacción
JOSÉ RAMÓN BENITO, Rodrigo Chacón, RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO, isabel flores, ROSA MARGARITA GALÁN,
GABRIEL GOODLIFFE, ULISES GRANADOS, ATHANASIOS HRISTOULAS, MICHAEL LAYTON, MARÍA ISABEL LÓPEZ
SANTIBÁÑEZ, VALERIA MOY, OLGA PELLICER, JAMES ROBINSON, LAURA RUBIO, NATALIA SALTALAMACCHIA,
gema Santamaría, STÉPHAN SBERRO, iván r. sierra medel, SERGIO SILVA castañeda
y Christina Wagner Faegri
Equipo Editorial
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javier dávila y Ofelia gil Corrección de Estilo
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marisol cruz martínez Editora de Arte
ÁNGEL boligán corbo y darío castillejos Caricaturistas
Foreign Affairs Latinoamérica O se publica cuatro veces al año por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Domicilio
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Responsable de la publicación: Rafael Fernández de Castro. issn 1665-1707. Número de reserva de derecho al uso exclusivo del
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L
atinoamérica es siempre el objetivo de un movimiento. México necesita una coa-
central de la revista: ofrecerle al lición amplia y democrática que enfrente las
lector una perspectiva geopolítica causas profundas de la polarización política.
del mundo y de lo que sucede particu- Por su parte, Gustavo A. Flores-Macías ana-
larmente en la región. Así se explica este liza los factores del éxito de López Obrador y
número sobre los nuevos gobiernos lati- señala como esencial el ajuste pragmático de
noamericanos, el superciclo electoral de la estrategia del candidato ganador para capi-
2017 a 2019 y los cambios presidenciales talizar una coyuntura diferente de país. Su
y procesos electorales en curso. moderación respecto a la relación con Estados
Desde esta perspectiva regional, para Daniel Unidos y la respuesta a la corrupción que se
Zovatto es el momento de hacer un balance de compromete a combatir son elementos bási-
la transición democrática de Latinoamérica, ini- cos de su victoria. La conocida “marca AMLO”
ciada en República Dominicana hace 40 años, le dio la ventaja frente a los otros candida-
con la paradoja de que los avances de la de- tos, menos populares. Aunque la ambigüedad
mocracia conviven con profundas desigualda- de sus propuestas fue un acierto electoral, la
des. Como apunta el autor, el contexto polí- falta de detalles compromete las acciones de
tico actual es complejo y volátil, con gran gobierno del nuevo sexenio.
incertidumbre y polarización. En la región, Catalina Botero y Michael Camilleri
solamente Uruguay es considerado una “de- abordan la nueva presidencia de Colombia
mocracia plena”, once países pertenecen al de Iván Duque, confrontado desde el pri-
grupo de las “democracias imperfectas”, cinco mer día con las políticas de su predece-
son considerados regímenes híbridos (Bolivia, sor Juan Manuel Santos. Mientras llega el
Guatemala, Haití, Honduras y Nicaragua) y momento de evaluar los logros económicos
dos son calificados como autoritarios (Cuba de la anterior presidencia (la disminución de
y Venezuela, que en 2018 descendió a esta la pobreza, la mejora de la infraestructura y,
categoría). sobre todo, el proceso de paz con las Fuerzas
Dos artículos abordan los resultados de Armadas Revolucionaras de Colombia), tanto
las elecciones en México y la contunden- los aliados más importantes de Duque como
cia de la victoria de Andrés Manuel López sus más radicales oponentes ven ya una
Obrador, que obtuvo el 53% de los votos. Colombia diferente y desean el regreso a las
Denise Dresser presenta un análisis retros- políticas de derecha aplicadas entre 2002 y
pectivo de los fracasos de los gobiernos ante- 2010. Por otra parte, la oposición se encuentra
riores, en particular el de Enrique Peña dividida entre el centro, que apoya el proceso
Nieto, que no fueron capaces de resolver los de paz, y la izquierda del líder Gustavo Petro,
problemas de corrupción y violencia que afli- que canalizó la frustración popular por la des-
gen a México, ni la desigualdad ni la concen- igualdad, la exclusión social y la corrupción.
tración de la riqueza ni el escaso crecimiento Los retos que enfrenta la nueva presiden-
económico. En este contexto, López Obrador cia son enormes: la distribución de la tierra,
vii
el combate al tráfico de drogas y la corrup- Rafael Hernández explica detallada-
ción. Las soluciones políticas no pueden ser mente la esperada transición de Cuba y
extremas, aunque el presidente Duque se verá los cambios políticos que ni se inician ni
impelido por su propio partido y por la opo- concluyen con las elecciones de abril de
sición, y tendrá dificultades para encontrar el 2018. Ciertamente es una transición com-
camino entre las tensiones. pleja, como complejas son las institucio-
El gobierno de Costa Rica es el tema nes de poder en Cuba, y resulta difícil
que aborda José Andrés Díaz González. Las anticipar su evolución. Hernández exa-
elecciones costarricenses fueron comple- mina el gran cambio que se produjo en la
jas porque el país tiene un sistema de parti- IX Legislatura de la Asamblea Nacional del
dos políticos cada vez más fragmentado, lo Poder Popular, el legado del VI Congreso
que explica el resultado imprevisto de que que es el concepto de descentralización,
el candidato con la menor intención de voto, sin el cual las reformas económicas no ten-
Carlos Alvarado Quesada, se haya alzado con drán éxito, y la reforma de la Constitución,
la victoria en segunda ronda. Este cambio que deberá ser sometida a referendo.
en el balotaje se debe al voto conservador y Asimismo, insiste en que no debe vincu-
al avance de los grupos evangélicos, que cre- larse la transición con el estamento militar.
cen a costa de los católicos. La gobernanza En Perú no hubo elecciones, pero el país
será complicada, porque el ganador Partido vivió una crisis de gobierno que se saldó
Acción Ciudadana no tiene suficiente fuerza con la renuncia del presidente Pedro Pablo
legislativa para impulsar sus políticas y se Kuczynski. Joel Díaz Rodríguez repasa las
enfrenta a una sociedad fragmentada que, a causas de la renuncia y las posibles reformas
pesar de apoyar la democracia, es proclive al a favor de la transparencia y en contra de la
autoritarismo, lo que dificulta el diálogo y la corrupción que deberá acometer el nuevo
conformación de acuerdos. presidente Martín Vizcarra, que se compro-
La historia política de Paraguay se carac- metió a ejercer un nuevo estilo de gobierno,
teriza por la permanencia en el poder del aunque deberá negociar con un Congreso
Partido Colorado, con una sola interrupción dominado por el fujimorismo.
entre 2008 y 2013. Las séptimas elecciones En Diálogo Ñ abordamos un tema cen-
presidenciales de la era democrática, cele- tral de las relaciones internacionales y el
bradas en abril de 2018, otorgaron de nuevo comercio, que es la guerra comercial iniciada
la presidencia al Partido Colorado. Marcos por el presidente Donald Trump, siguiendo
Pérez Talia explica las causas de este domi- los grandes ejes del conflicto arancelario en
nio de los colorados que, además, obtuvie- Norteamérica, China y la Unión Europea,
ron gubernaturas y un importante número de con especial atención en Alemania.
escaños en el Congreso. El Partido Colorado Valeria Mendiola y Valeria Moy describen
tiene dos facciones bien diferenciadas: una las cinco batallas comerciales emprendidas
liderada por el presidente Mario Abdo por Trump, la última referida a la renego-
Benítez y otra, por el expresidente Horacio ciación del Tratado de Libre Comercio de
Cartes. Con el presidente Abdo Benítez, a América del Norte (TLCAN). Al cierre de la
pesar de las facciones, se asegura la continui- edición, aún no se tiene el texto final con los
dad de las políticas conservadoras del anterior detalles de esta nueva versión del Tratado. No
gobierno. obstante, las autoras analizan algunos puntos
viii
generales, como el controvertido sector auto- las políticas arancelarias de Trump con-
motor, con el aumento de origen al 75% y los tra la Unión Europea. Finalmente, después
salarios a 16 dólares la hora para el 40% y el de 2 meses de cargar aranceles, se llegó a un
45% de la industria, lo cual tendrá un efecto acuerdo entre Estados Unidos y la Unión
importante en México. La cláusula de termi- Europea.
nación del Tratado, en la que Estados Unidos Iniciamos la sección Mundo con una
no quería ceder, se ha quedado en una cláu- entrevista con la académica y diplomática
sula de revisión a los 6 años que asegura una mexicana Olga Pellicer, en la que explica
vida de 16 años y confiere más seguridad a las cómo entró al mundo de la diplomacia desde
inversiones. Al próximo gobierno de México la academia y cómo su experiencia diplomá-
le toca aplicar las nuevas reglas del TLCAN. tica ha sido clave para su tarea docente y de
México no logrará aprovechar los beneficios investigación. La entrevistada opina sobre la
del Tratado si no se hacen cambios radicales actualidad de algunos de los temas interna-
en la regulación que faciliten la inversión y el cionales en los que ha trabajado y sobre los
crecimiento de empresas productivas, si no retos de política exterior que se le plantean a
se respeta el Estado de derecho y si deja de la nueva presidencia de México.
invertirse en capital físico y humano. Stephen Kotkin reflexiona acerca del
Sobre China escribe Yuanyuan Fang. futuro del liberalismo y de las democra-
China no es el único país con el que Estados cias, y del antagonismo de Estados Unidos y
Unidos tiene un déficit comercial, aunque China, que a pesar de ser un régimen auto-
se ha incrementado con la producción de ritario ha sabido enfrentar la meritocracia a
computadoras y teléfonos celulares. En repre- la corrupción y la competencia a la incom-
salia por la imposición de aranceles por parte petencia. Por su parte, las democracias con-
de Estados Unidos, China gravó 545 bie- solidadas han caído en disfunciones internas
nes, sobre todo agrícolas, de productores y y han pasado por alto los efectos económicos y
exportadores estadounidenses. Esta situación sociales negativos derivados de la globaliza-
creada por Trump es una oportunidad para ción, que afectan a los ciudadanos de sus pro-
que China forje alianzas con otras víctimas de pias periferias. Para comprender el mundo
su agresiva política comercial, como Rusia y del mañana hay que voltear a ver el pasado, y
la Unión Europea, y asuma el liderazgo para el escenario geopolítico de hoy recuerda a la
mantener el sistema vigente y la estabilidad década de 1970 e, incluso, a la de 1920.
de la economía mundial. Con cierto optimismo, Daniel Deudney y
Zirahuén Villamar explica la respuesta de G. John Ikenberry abundan en las contradic-
la Unión Europea y de Alemania a la estra- ciones que supone el avance del iliberalismo,
tegia de Washington de imponer aranceles a la autocracia, el nacionalismo y el proteccio-
los productos de acero y aluminio. Aunque nismo, sin que China y Rusia se encaminen
Alemania no puede negociar ni adoptar medi- rápidamente hacia la democracia ni apoyen
das unilaterales, ya que la política comer- el orden mundial liberal. En todo el mundo
cial es facultad de la Unión Europea y de surge una nueva mentalidad nacionalista que
sus veintiocho miembros en conjunto, su considera a las instituciones internacionales y
cuantioso superávit comercial con Estados a la globalización como amenazas a la sobera-
Unidos, muy concentrado en el estraté- nía y a la identidad nacionales; sin embargo,
gico sector automotor, ha sido la causa de va en contra de la experiencia histórica su-
ix
poner que las democracias liberales no van a Estos cambios pondrán a prueba el sistema
saber resolver los problemas. Hoy, no es rea- internacional en formas nuevas e imprede-
lista pensar que unos pocos años de demago- cibles. Es posible que las respuestas que se
gia nacionalista revertirán el liberalismo. El den a los efectos del cambio climático ten-
orden liberal tal vez está perdiendo a su prin- gan mayores consecuencias que los efectos
cipal promotor, pero sus puntales van más mismos. La naciente combinación de acuer-
allá del liderazgo ejercido desde el Despacho dos internacionales y redes de organizacio-
Oval. Es pronto para enterrar al liberalismo. nes y personas dedicadas a resolver problemas
Para Robin Varghese, el marxismo no solo específicos ofrece la mejor opción para evitar
no está pasado de moda, sino que es funda- cambios climáticos catastróficos.
mental para discernir el mundo actual. Karl Celeste A. Wallander destaca en su artícu-
Marx se equivocó al considerar que el Estado lo que, en la Organización del Tratado del
era una herramienta de la clase capitalista y Atlántico Norte (OTAN), la democracia libe-
subestimó el poder de la acción colectiva para ral está en riesgo no solo entre los nue-
reformar el capitalismo como hizo la social- vos miembros de la alianza, sino también
democracia. En cambio, su teoría económica entre los que la crearon, aunque sus inte-
sigue vigente y aún es aplicable a, por ejem- grantes no siempre tuvieron democracias
plo, la presión sobre los empresarios para liberales. Muchos están desarticulando las
acumular capital en las condiciones de com- instituciones y prácticas de la democracia
petencia del mercado, la competencia para liberal, y las cosas podrían empeorar si los
reducir salarios, la introducción de la tec- demagogos autócratas aprovechan los temo-
nología para suprimir puestos de trabajo (lo res populistas para conseguir influencia polí-
que deja desempleada o subempleada perma- tica en otros Estados miembros. Hoy, la
nentemente a una parte de la población) y la mayor amenaza para la OTAN es, de hecho,
repartición inequitativa de la plusvalía deri- Estados Unidos, pero como igualmente Rusia
vada de la concentración de empresas. No es vuelve a ser una amenaza, la alianza está en
necesario aceptar la teoría de Marx de que peligro; por eso, la fuerza vinculante de las
el comunismo es inevitable para reconocer la instituciones y valores democráticos liberales
utilidad de su análisis de la situación actual es fundamental para su funcionamiento, en
de desigualdad creciente y disminución de la particular en operaciones militares en las que
movilidad social. no ha sido atacado directamente un miembro
El cambio climático es abordado por y no es de aplicación automática el artículo 5.
Joshua Busby. La alteración del clima en la Dada la proliferación de miembros problemá-
Tierra exigirá mayor atención y recursos, y ticos, la OTAN debe ponderar si adopta una
tendrá más influencia en la economía mundial regla similar a la de “mayoría calificada” de la
y en las relaciones internacionales que otras Unión Europea para su gobernanza interna.
fuerzas visibles del mundo actual. El cam- Los artículos contenidos en este número
bio climático es más aterrador por sus efec- presentan un denominador común: el interés
tos geopolíticos, resultado de los trastornos por los avances democráticos en Latino-
socioeconómicos derivados de la elevación del américa y la preocupación por el futuro de la
nivel de los mares, del agotamiento de las tie- globalización y sus consecuencias, ya sea por
rras de cultivo y de las tormentas e inundacio- el incremento del iliberalismo en las demo-
nes que dejarán inhabitables algunos países. cracias occidentales, la amenaza rusa o el
x
papel que van a desempeñar las nuevas poten- Mientras tanto, en el ámbito regional lati-
cias emergentes, como China, que compi- noamericano, los problemas en Nicaragua y
ten con Estados Unidos y todavía están lejos Venezuela se agravan y la diáspora provoca
de alcanzar y compartir las reglas democrá- tensiones con los países vecinos que reci-
ticas. Sin embargo, hay cierto optimismo en ben a los emigrantes y refugiados. Para pro-
cuanto a las ventajas del liberalismo en las blemas concretos deberían surgir soluciones
relaciones internacionales y la posibilidad de específicas regionales; de lo contrario, es difí-
llegar a acuerdos para solucionar los proble- cil compartir el optimismo de las soluciones
mas mundiales, como el cambio climático, el generales.
libre comercio y los conflictos territoriales. JORDI BACARIA COLOM
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Los nuevos gobiernos
latinoamericanos
Democracia
y gobernabilidad
en Latinoamérica
Daniel Zovatto
L
atinoamérica celebra en 2018 el cuadragésimo aniversario del inicio de su
tercera ola democratizadora. El proceso de transición, que comenzó en Repú-
blica Dominicana en 1978, se fue extendiendo por etapas sucesivas a la región
andina, Centroamérica y al Cono Sur y, finalmente, a Chile y Nicaragua en 1990.
Este 2018 constituye un momento oportuno para tomarle el pulso político a la
región y efectuar un balance del estado de la democracia y de la gobernabilidad en
Latinoamérica, debido a que, además de la conmemoración de los 40 años de la ola
democrática, América Latina celebrará elecciones presidenciales en quince de los die-
cinueve países de la región en el plazo de 3 años (de 2017 a 2019).
Nuestro balance se asienta en dos precisiones preliminares. La primera, la necesi-
dad de efectuar un análisis equilibrado del proceso de democratización en la región.
Un balance alejado tanto de una visión pesimista como de una mirada simplista y
autocomplaciente, que muestre al mismo tiempo los avances logrados durante
estos 40 años, pero también las fallas y retos que hoy enfrentan las democracias
latinoamericanas.
La segunda precisión se refiere a la necesidad de tener presente la heterogenei-
dad estructural de Latinoamérica. La región es una, pero múltiple y diversa a la vez,
ya que, como veremos, hay diferencias importantes con respecto a la calidad de las
democracias en los diecinueve países que agrupa.
En nuestros días, la situación política de Latinoamérica es radicalmente diferente
a la de hace tan solo 4 décadas. De un repaso histórico se desprende que, a mediados
DANIEL ZOVATTO es Director Regional para América Latina y el Caribe del Instituto Inter-
nacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional). Es doctor en
Derecho Internacional por la Universidad Complutense de Madrid, y en Gobierno y Adminis-
tración Pública por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, y es maestro
en Políticas Públicas por la Harvard University. Es investigador principal no residente en la
Brookings Institution y es miembro del Consejo Asesor del Programa para América Latina
del Woodrow Wilson International Center for Scholars. Es autor de más de cien artículos
académicos así como de cuarenta libros sobre temas de elecciones, democracia y goberna-
bilidad en Latinoamérica. Sígalo en Twitter en @Zovatto55.
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Democracia y gobernabilidad en Latinoamérica
de 1970, solo en Colombia, Costa Rica y Venezuela se votaba con regularidad a las
autoridades en elecciones libres. En los demás países, sus sociedades padecían una
estructura autoritaria o dictatorial o, como en el caso de México, un sistema de par-
tido hegemónico.
Hoy, por el contrario, y pese a todas sus carencias y déficits, la democracia es la
forma mayoritaria de gobierno en la región. Este fenómeno resulta de tanta trascen-
dencia que podemos afirmar que, desde hace 40 años, Latinoamérica vive el proceso
de democratización o redemocratización (según el país) más largo, extenso y pro-
fundo de toda su historia.
En efecto, la región puede mostrar, por primera vez, 40 años de gobiernos demo-
cráticos, lo cual, si se considera nuestra historia, no es poca cosa. Sin embargo, la democra-
cia en Latinoamérica presenta una paradoja: sus avances conviven con importantes
niveles de pobreza, persisten profundas desigualdades y en muchos países las insti-
tuciones son débiles y se vive con altos niveles de corrupción y de inseguridad, todo
lo cual repercute en la calidad de la democracia y en la integridad de las elecciones.
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Daniel Zovatto
4 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Democracia y gobernabilidad en Latinoamérica
coincide con la poca confianza en las elecciones, en los organismos electorales y en las
principales instituciones de la democracia representativa, en especial los congresos y
los partidos políticos.
Como apunta Bernard Manin, el patrón de la “democracia de partidos” ha decli-
nado con el auge de nuevos modos de hacer política, debido a los cambios operados
en las sociedades y en la cultura por la fuerte presencia de los medios de comunica-
ción, la tecnología y las redes sociales. Esta marcada debilidad de los partidos polí-
ticos los ha llevado a que pierdan su posición central en el espacio público y se vean
sustituidos o amenazados por candidatos independientes que, fuera de todo cauce
disciplinario y programático partidista, ejercen una carrera política autónoma. Como
consecuencia, en varios países observamos el tránsito de una democracia de partidos
a una democracia de candidatos.
Esta crisis de credibilidad y legitimidad de los partidos (según Latinobarómetro,
solo el 15% de los latinoamericanos les tiene confianza) guarda estrecha relación
con la crisis de representación que afecta a la
mayoría de los países de Latinoamérica. La
frase más repetida en el Brasil posterior a los En varios países
juicios políticos fue “ellos no me represen- observamos el tránsito
tan”, lo que indica el profundo descontento de
los brasileños con la clase política. Un fenó- de una democracia de
meno similar tuvo lugar en Argentina a ini- partidos a una democracia
cios de 2001, con la frase “que se vayan todos”.
Y durante el actual superciclo electoral obser-
de candidatos.
vamos la irrupción de políticos contestatarios
que reniegan de la “vieja política”, algunos con notable éxito electoral como, entre
otros, Andrés Manuel López Obrador en México.
El concepto clave para analizar esta crisis de representación se encuentra en el dis-
tanciamiento que se ha producido entre los políticos y la ciudadanía. En otras pala-
bras, se perdió la confianza entre la gente y los líderes políticos. Hay una revolución
de expectativas y de demandas que, de no ser atendidas por el sistema político, pon-
drán en serios aprietos a los gobiernos y a las instituciones democráticas, y traerá más
conflictos sociales y crisis de gobernabilidad.
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Daniel Zovatto
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Democracia y gobernabilidad en Latinoamérica
No está clara aún la fuerza que tendrá el populismo (tan presente hoy en varias
partes del mundo) en este maratón electoral. En cambio, no hay duda de que las cla-
ses medias (más pragmáticas que ideologizadas y ubicadas mayoritariamente en el
centro político) cumplirán un papel clave. La falta de correspondencia entre el poco
crecimiento económico y una clase media que elevó su consumo en las últimas déca-
das, que tiene más poder y está más conectada gracias a las redes sociales y que es más
exigente respecto de sus demandas y expectativas, incide en la gran mayoría de las
campañas electorales.
Como escribe Moisés Naím acerca de la clase media (a la que califica como el
“huracán político” que está cambiando el mundo), si bien las consecuencias políticas
de su comportamiento electoral son imprevisi-
bles, el rechazo a la situación actual hace inevi-
table la irrupción de reacomodos políticos que
Las democracias
hasta hace poco eran inimaginables. La tensión latinoamericanas exhiben
entre esta nueva agenda de la clase media (car-
gada de ilusiones, demandas y expectativas) y
importantes fallas
el sentimiento de frustración y temor a perder y síntomas de fragilidad,
lo alcanzado o a no poder consumir y avanzar al
mismo ritmo de los últimos años, junto con la
además de serios desafíos.
insatisfacción por la poca calidad de los servicios
públicos, la inseguridad y los graves escándalos de corrupción ha generado malestar y
falta de confianza en las élites (políticas, empresariales y sindicales).
En efecto, la corrupción, la inseguridad y el desempleo son los tres principales
problemas para los latinoamericanos. En cuanto a la corrupción, en Brasil, epicen-
tro de la Operación Autolavado (Lava Jato) y del caso Odebrecht, el impacto en el
ámbito político y el empresarial ha sido profundo. Numerosos políticos de alto nivel
están presos o son investigados, mientras que Luiz Inácio Lula da Silva (quien sigue
liderando las encuestas desde la prisión) probablemente no podrá participar en la
próxima campaña electoral. El escándalo del Lava Jato tuvo un efecto de cascada y
destrozó el buen nombre de numerosos presidentes y expresidentes en Argentina,
Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú,
República Dominicana y Venezuela. Estos casos son prueba de la existencia de regí-
menes cleptócratas, es decir, de gobiernos que se organizan de manera colectiva, sis-
temática y deliberada para enriquecerse y utilizar este dinero para perpetuarse en
el poder. Como era de esperar, la mayoría de los países de la región (salvo los casos
de Chile y Uruguay, y en menor medida el de Costa Rica) volvieron a salir mal
evaluados en el reciente Índice de Percepción de la Corrupción 2018 que elabora
Transparencia Internacional.
¿Está girando Latinoamérica a la derecha? Es muy temprano para emitir un
juicio definitivo sobre este tema. Los resultados en Chile (Sebastián Piñera),
Honduras (Hernández) y Colombia (Iván Duque) parecieran reforzar el cam-
bio de tendencia política regional de la centroizquierda a la centroderecha ini-
ciado en 2015 y 2016 con las victorias de Mauricio Macri en Argentina (revalidado
Octubre/Diciembre 2018 7
Daniel Zovatto
REFLEXIÓN FINAL
Hay una oportunidad extraordinaria en 2018 para tomarle el pulso político a
Latinoamérica, identificar las principales tendencias del superciclo electoral y eva-
luar el estado de la democracia y la gobernabilidad de la región. Del análisis anterior
se desprende que América Latina ha constituido por primera vez, con sus luces y sus
sombras, una democracia de mínimos que ha durado 4 décadas. Sin embargo, exhibe
importantes fallas y síntomas de fragilidad, además de serios desafíos. Por eso, ahora
el reto es establecer una democracia de calidad, una democracia de ciudadanos y de
instituciones, incluyente, gobernable y sostenible.
La prioridad es avanzar en un doble frente. En el ámbito electoral, hay que forta-
lecer las instituciones, el Estado de derecho y la participación ciudadana. Es necesario
impulsar reformas políticas para contar con 1) partidos modernos y democráticos, con
financiamiento transparente y parlamentos legítimos, con capacidad para represen-
tar y encauzar las demandas sociales, complementados con mecanismos de participa-
ción ciudadana; 2) elecciones con integridad; 3) un poder judicial independiente, con
recursos adecuados para asegurar la plena vigencia del Estado de derecho y la seguri-
dad jurídica; 4) estrategias de combate a la corrupción y la impunidad, e 5) institucio-
nes y mecanismos de control que impidan el ejercicio abusivo del poder y aseguren la
transparencia y rendición de cuentas.
En el terreno socioeconómico, las reformas deben tener como objetivo la reduc-
ción de la pobreza y de la desigualdad, y la generación de empleo de calidad. Además,
deben ir dirigidas a atender las demandas de los sectores medios, convertidos en la
nueva cuestión social de la América Latina del siglo XXI. Estos sectores temen recaer
en la pobreza y presionan para que se pongan en marcha sólidas políticas públicas
de educación, salud, vivienda, seguridad y transporte. En el horizonte cada vez más
próximo, el envejecimiento de la población y la sostenibilidad de las pensiones se aso-
man como otros dos retos decisivos.
Sin embargo, estas demandas sociales no podrán ser atendidas con las cifras actua-
les de crecimiento. Para disminuir la pobreza y la desigualdad, para crear empleo de
calidad y para atender las demandas de las clases medias, la región necesita crecer
8 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Democracia y gobernabilidad en Latinoamérica
Octubre/Diciembre 2018 9
¿Es posible salvar
a México?
El peligro y la promesa de López Obrador
Denise Dresser
E
n 2012, el futuro de México se veía prometedor. La elección de un presi-
dente guapo y joven, Enrique Peña Nieto, imbuía al país de una nueva
sensación de energía y determinación. De regreso en el poder, después de
un intervalo de 12 años, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) prometió
reinventarse y alejarse del autoritarismo corrupto que había practicado durante las
7 décadas que gobernó México. Mientras el país parecía llegar a un consenso sobre
las reformas estructurales por mucho tiempo diferidas, la prensa internacional
proclamaba el “momento de México”. De acuerdo con la portada de la revista
Time, Peña Nieto estaba “salvando a México” al abrir el sector energético a la in-
versión extranjera, combatir los monopolios, cambiar las arcaicas leyes laborales y
dejar en el pasado el nacionalismo y el capitalismo clientelista.
Sin embargo, apenas 6 años más tarde, una elección histórica expulsó al PRI
del poder y le dio una victoria aplastante a su peor enemigo, el líder antisistema
Andrés Manuel López Obrador, y su partido, el Movimiento Regeneración Nacional
(Morena). La elección fue una dura condena a Peña Nieto, a su agenda y al sistema
político y económico que ha imperado desde que el país comenzó su transición demo-
crática en 2000. Pese a las primeras promesas de reformas modernizadoras de Peña
Nieto, para 2018 ocho de cada diez votantes veían con malos ojos al PRI. La elección ca-
talizó el enojo popular por las expectativas económicas frustradas, la corrupción
rampante y una tasa de homicidios que hizo de México uno de los países más violen-
tos del hemisferio occidental.
Sin embargo, el voto fue algo más que un mero castigo al PRI por sus fallas. López
Obrador ganó porque se le percibió como un auténtico líder opositor: un político
insurgente que durante años —que incluyen los dos periodos previos en los que com-
pitió por la presidencia— ha criticado a las élites rapaces y a una transición demo-
crática fallida. No obstante, esta vez su mensaje en defensa “del pueblo” resonó en
segmentos más amplios del electorado mexicano, porque los males que había diag-
nosticado se volvieron cada vez más evidentes durante el gobierno de Peña Nieto.
La promesa de López Obrador de sacudir el sistema político nacional sedujo a
una población descontenta y ansiosa por un cambio de régimen. Sin embargo, aún no
está claro qué significará la “Cuarta Transformación” en la práctica. Hasta ahora, las
posiciones políticas del Presidente electo han sido vagas y su equipo carece de expe-
riencia. Enfrentar la tóxica combinación mexicana de una democracia truncada y un
capitalismo clientelista requerirá reformas sustantivas. Muchos ciudadanos tienen la
esperanza de que López Obrador vuelva al gobierno y a la economía mexicana autén-
ticamente inclusivos. Otros temen que haga retroceder al país al resucitar un gobierno
de partido dominante, incrementar el poder presidencial y reavivar el nacionalismo.
Ahora, hay un México polarizado que está atrapado entre dos fuerzas: el enojo contra
quienes han gobernado tan mal y el temor ante los que acaban de ser elegidos.
PROMESAS INCUMPLIDAS
Durante décadas, México ha sido azotado por los mismos problemas. Desde 1929
hasta 2000, el gobierno de un solo partido normalizó la corrupción y atrofió el desarro-
llo de las instituciones mexicanas. Incluso hoy, la economía del país genera una pro-
funda desigualdad, en donde la riqueza se concentra en las manos de unas pocas éli-
tes. El poder opera por medio del clientelismo y el soborno. No hay sistemas de
pesos y contrapesos adecuados para la rendición de cuentas de los gobernantes. Al
mismo tiempo, la proliferación del crimen organizado ha hecho de la violencia una
costumbre.
En la década de 1990, las élites políticas y los dirigentes de los partidos se enfoca-
ron en cambiar las reglas de la competencia electoral en México. Estos esfuerzos cul-
minaron en la victoria de Vicente Fox en las elecciones presidenciales de 2000. Fox,
un miembro del Partido de Acción Nacional (PAN), fue el primer candidato de la
oposición en derrotar al PRI. Su victoria terminó con el gobierno de partido único y
marcó la transición oficial del país hacia la democracia electoral.
Muchos creían que la derrota del PRI transformaría el sistema político y econó-
mico prevaleciente, pero no fue así. Los vicios asociados con el gobierno autoritario
persistieron, entre ellos, la corrupción y la falta de transparencia y rendición de cuen-
tas. Luego de la victoria de Fox, el sistema político mexicano se volvió un extraño
híbrido entre autoritarismo y democracia: un sistema que promovía la distribución
de poder entre los líderes de los partidos, pero hacía poco por garantizar la represen-
tación del ciudadano común.
Entre 2000 y 2012, la forma de gobernar del PAN se asemejó mucho a la del par-
tido que había remplazado. El clientelismo, la compra de votos y la corrupción conti-
nuaron. Como resultado, los ciudadanos comenzaron a perder la fe en el sistema en su
conjunto. De acuerdo con una encuesta del gobierno de 2011, solo el 4% de la pobla-
ción tenía una impresión favorable de los partidos políticos y únicamente el 10% creía
que los legisladores gobernaban en beneficio de sus electores.
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Denise Dresser
12 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
¿Es posible salvar a México?
se oponían a cambios más sustantivos que amenazaran con debilitar su poder. Como
resultado, cuando las reformas llegaron al Congreso, en donde se diseñaba la legis-
lación secundaria para aplicarlas, un sector legislativo captado por intereses particu-
lares introdujo nuevas reglas que diluyeron la posibilidad de un impacto profundo. La
camarilla de Peña Nieto defendió sus posiciones privilegiadas con el consenso tácito
de un gobierno que parecía más interesado en promover la aprobación de las refor-
mas que en hacer que se cumplieran.
Aunque no todas las reformas fracasaron —la energética, por ejemplo, estimuló la
inversión extranjera, y la de telecomunicaciones bajó las tarifas de los teléfonos celula-
res para los consumidores— sus modestos logros son insignificantes con respecto a lo
que se había prometido. Peña Nieto les aseguró a los mexicanos que elevaría la tasa de
crecimiento económico al 6% anual. En su lugar, el crecimiento ha sido en promedio
de solo el 1.3% anual. Mientras tanto, la desigualdad y la concentración de la riqueza
es cada vez mayor. De acuerdo con el economista Gerardo Esquivel, 10% de la pobla-
ción mexicana controla ahora más del 64% de la riqueza del país. En 2002, las fortu-
nas de los dieciséis mexicanos más ricos representaban el 2% del PIB; para 2014, esa
proporción se había elevado al 9%. Y las cuatro personas más ricas de México hicieron
sus fortunas en sectores regulados o controlados por el gobierno. México ahora ocupa
el séptimo lugar en el índice de The Economist de los países capitalistas, con capita-
lismo de cuates, detrás de Rusia, Malasia, Ucrania, Singapur, Hong Kong y Filipinas.
La sociedad mexicana está conformada como una pirámide. En la punta se encuen-
tra un puñado de rentistas que manipula el sistema para incrementar su riqueza per-
sonal, en vez de invertir en la economía o favorecer la innovación. Por otra parte,
en la base, están los 52 millones de mexicanos que viven por debajo de la línea de
pobreza, de los cuales 21 millones sobreviven con menos de 2 dólares diarios. Según
un informe de Oxfam de 2015, solo uno de cada cinco mexicanos no podía ser consi-
derado pobre o no vulnerable a la pobreza. Los sucesivos gobiernos reformistas han
sido incapaces de confrontar la persistencia de mercados manipulados y altamente
concentrados. El crecimiento es imposible si el Estado no puede asegurar la equidad,
regular los monopolios o garantizar la transparencia de las transacciones económicas.
Con el gobierno de Peña Nieto y los que le precedieron, el amiguismo reinante atro-
fió los esfuerzos reformistas. Incluso las buenas intenciones dieron malos resultados.
ES LA CORRUPCIÓN, ESTÚPIDO
En México, paradójicamente, más democracia ha significado más corrupción. La
transición democrática no detuvo la transferencia de riqueza pública a los bolsillos
privados; al contrario, exacerbó y normalizó esa práctica histórica. Aunque la teoría
democrática parece indicar que el pluralismo y la competencia política ayudan a com-
batir la corrupción, México demuestra que en ausencia de un Estado de derecho inci-
tan más la rapacidad.
En la incipiente democracia mexicana, la corrupción se ha propagado del poder
ejecutivo al legislativo, el judicial, los gobiernos estatales y locales, e incluso a los
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Denise Dresser
14 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
¿Es posible salvar a México?
élite política. Sin embargo, en México ni un solo político ni contratista ha sido impu-
tado, debido a la presión sobre las autoridades responsables de aplicar la ley que ejer-
cieron funcionarios de alto nivel, temerosos de que una investigación real perjudicara
al PRI. Lo que los medios de comunicación han denominado “un pacto de impuni-
dad” protege a la clase política más allá del partido o la ideología a la que pertenezca,
lo que debilita la confianza pública en las instituciones gubernamentales.
El ejemplo más duro de impunidad oficial es el caso de los 43 estudiantes de la
Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, que desaparecieron en
2014 y cuyo destino sigue siendo desconocido. Luego de que estallaran protestas
masivas por el incidente, el gobierno de Peña Nieto solicitó la asistencia de un grupo
independiente de expertos internacionales para revisar el caso. Sin embargo, cuando
los expertos comenzaron a manifestar sus dudas respecto del manejo gubernamen-
tal de la investigación, las autoridades les impidieron continuar con su labor y final-
mente los expulsaron del país.
ENTRA AMLO
En la campaña electoral de 2018, López Obrador se volvió el candidato alternativo
para la mayoría de los votantes, que se sentían frustrados con el estado actual de las
cosas. Décadas de corrupción y los errores del gobierno de Peña Nieto le permitie-
ron a López Obrador presentarse como el redentor de un sistema fundamentalmente
defectuoso.
Los resultados de las elecciones fueron una derrota aplastante para el PRI, que no
ganó una sola gubernatura de las nueve en competencia ni ninguno de los trescien-
tos distritos electorales federales. El partido perdió incluso en Atlacomulco, la ciudad
natal de Peña Nieto. El PRI ocupará el tercer lugar en el Congreso después de haberlo
dominado durante 89 años.
Para López Obrador los resultados fueron un triunfo. Morena obtuvo 53% de los
votos, contra 16% del PRI, y recibió 30 millones de votos, una cifra significativamente
mayor a los 15 millones que obtuvo Fox en 2000. El partido de López Obrador y sus
aliados en la coalición van a tener mayoría absoluta en el Congreso, con más de tres-
cientas curules de un total de quinientas y la mayoría en el Senado. Después de 24
años de dominio dividido, López Obrador gozará de un gobierno unificado, que ten-
drá la capacidad de aprobar leyes y presupuestos con muy poca oposición.
La victoria de López Obrador puede explicarse tanto por lo sucedido durante la
contienda como por lo que no sucedió durante los últimos 30 años. No hay duda de
que sus oponentes realizaron campañas desastrosas. Ricardo Anaya, el candidato
de la alianza de centroderecha y centroizquierda que se había forjado entre el PAN, el
Partido de la Revolución Democrática y el Movimiento Ciudadano, fue visto como
una persona inteligente pero demasiado parecida a un robot: alguien que podía conec-
tarse más fácilmente con los ejecutivos de Sillicon Valley que con sus insatisfechos
conciudadanos. Y nunca fue creíble como un auténtico líder de oposición transforma-
dor, dados los 12 años de gobierno panista previos. Mientras tanto, el candidato del
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Denise Dresser
PRI, José Antonio Meade, tuvo que pagar los platos rotos de la falta de popularidad
de Peña Nieto y la deslucida fama de su partido.
Por otro lado, López Obrador reunió un equipo de colaboradores moderados que
atemperaron sus impulsos estridentes y explicaron sus políticas de manera que pare-
cieran más aceptables y menos radicales. Morena transitó del purismo al pragmatismo
y creó una coalición amplia, multiclasista e ideológicamente ambigua que fue capaz de
captar tanto a los evangélicos conservadores como a los activistas cívicos progresistas.
La demonización de México por parte del presidente estadounidense Donald Trump
también ayudó a López Obrador, cuya marca nacionalista hizo eco entre quienes se
sentían ofendidos por las diatribas de Trump y las tibias respuestas de Peña Nieto.
López Obrador también ganó terreno defendiendo la industria del petróleo frente a
las reformas energéticas que muchos consideraban que solo favorecían a los inversio-
nistas extranjeros y sus aliados internos.
Con todo, algo más profundo yace en la base de esta reconfiguración política. El
mensaje y la personalidad de López Obrador no han cambiado desde que se volvió
líder de la oposición en 2006. Sin embargo, lo que parecía radical en 2006 se sintió
necesario en 2018. Lo que una vez provocó temor ahora generó esperanza. La mayo-
ría del electorado apoyó a López Obrador porque su crudo diagnóstico correspondía
a la violencia, la corrupción y la inseguridad que los mexicanos comunes experimen-
taban día con día.
Los miembros de la clase gobernante tradicional de México no entendieron que
arremeter contra López Obrador acusándolo de populista no impediría que alcanzara
la presidencia; en su lugar, debieron haberse enfocado en las injusticias que él explo-
taba. No obstante, hicieron muy poco por volver el sistema económico más inclusivo
o el sistema político más representativo. El ascenso de López Obrador es la conse-
cuencia predecible de una modernización fallida. Las codiciosas elites antidemocráti-
cas deberían haberlo visto venir.
16 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
¿Es posible salvar a México?
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Denise Dresser
simplemente remplazará un partido que no rinde cuentas, por otro similar. Algunos
de los críticos de López Obrador han advertido que podría convertir a México en otra
Venezuela, en donde el líder autoritario Nicolás Maduro ha desmantelado las insti-
tuciones democráticas y llevado al Estado a la bancarrota, con lo que tiene a la socie-
dad al borde del colapso. No obstante, el riesgo real para México no es que se vuelva
otra Venezuela; es simplemente que continúe siendo el mismo México de siempre.
Con el fin de evitar este resultado, López Obrador haría bien en adoptar un nuevo
enfoque cuando asuma el poder el 1 de diciembre de 2018. El elemento central de
su agenda debería ser el establecimiento de una fiscalía general autónoma con auto-
ridad para investigar y llevar a juicio los casos de corrupción en los más altos niveles.
Además, debería promover que se aprobara una legislación, actualmente detenida en
el Congreso, que hiciera que el Sistema Nacional Anticorrupción fuera totalmente
operable. También debería nombrar un zar anticorrupción y garantizar que el cargo
tuviera poder suficiente. Por último, López Obrador debería repensar la guerra con-
tra las drogas, regresar gradualmente a los militares a los cuarteles y, como mínimo,
legalizar la mariguana para usos medicinales y recreativos, lo que reduciría las ganan-
cias de que gozan los cárteles.
México solo va a experimentar un cambio realmente significativo si sus nuevos
líderes se enfocan en fortalecer el Estado de derecho. El mayor error que podría
cometer López Obrador sería restarle legitimidad a la democracia apoyándose en
referendos y centralizando el poder en su propio cargo. Buena parte del cambio posi-
tivo que México ha experimentado desde 2000 fue resultado de la presión desde
abajo, fomentada por una sociedad civil cada vez más enérgica y demandante. El
futuro del país no depende de un hombre ni de un movimiento. México necesita una
coalición amplia y prodemocrática que enfrente las causas profundas de su polari-
zación política: la ausencia de instituciones capaces de proporcionar transparencia,
rendición de cuentas y métodos sistémicos de pesos y contrapesos. El pueblo mexi-
cano necesita ejercer presión sobre López Obrador para que cumpla sus audaces pro-
mesas por la ruta democrática. El novelista mexicano Juan Rulfo una vez escribió:
“Hacía tantos años que no alzaba la cara, que me olvidé del cielo”. Si los mexicanos no
alzamos la cara y demandamos más, quienes gobiernan tampoco lo harán.
18 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
La elección
de López Obrador
Cómo llegamos y hacia dónde vamos
Gustavo A. Flores-Macías
E
l 1 de julio de 2018 se realizaron en México elecciones para presidente de
la República, gobernadores de nueve estados, cientos de presidentes muni-
cipales, así como diputados y senadores del Congreso de la Unión y de
veintisiete congresos estatales. El triunfo de la coalición Juntos Haremos Historia,
encabezada por el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), fue contun-
dente en todos los niveles. Su candidato a la presidencia, Andrés Manuel López
Obrador, obtuvo el 53% de los votos. La coalición también alcanzó mayoría de
escaños en el Senado y de curules en la Cámara de Diputados, y las gubernaturas
de Chiapas, Ciudad de México, Morelos, Tabasco y Veracruz, además de la mayo-
ría en diecinueve congresos locales.
La primera victoria de un candidato de izquierda en la vida democrática del país,
el número de votos por Morena y la debacle de los partidos tradicionales han dado pie
a que las elecciones se consideren históricas. La última vez que un candidato a la pre-
sidencia superó el 50% de la votación fue en 1982, cuando ganó Miguel de la Madrid.
Además, desde 1994 ningún partido había logrado la mayoría en ambas cámaras del
Congreso. Es la primera vez en la historia del México democrático que un proyecto
político recibe tanto apoyo en un proceso electoral.
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Gustavo A. Flores-Macías
20 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
La elección de López Obrador
llegar a la presidencia. En vez de los lemas de campaña advirtiendo que “Por el bien
de todos, primero los pobres”, o resaltando su “Honestidad valiente”, en esta campaña
los mensajes fueron más generales para llegar a una variedad de públicos. Como en
las encuestas disfrutaba una ventaja de al menos 10% por encima de su rival más cer-
cano, su lema bien pudo haber sido: “Ambigüedad campante”. Esta ambigüedad en
el discurso resultó útil como aglutinante de su amplia coalición electoral y para evitar
problemas rumbo al 1 de julio de 2018.
Por último, para el tercer intento por alcanzar la presidencia la “marca AMLO” era
ampliamente identificada a lo largo y ancho del territorio nacional. Después de haber
recorrido el país varias veces, todos sabían quién era y se habían formado una opi-
nión, para bien o para mal. Esto le dio una ventaja sobre el resto de los candidatos,
cuyo nombre era menos conocido. A pesar de estas diferencias importantes, el posi-
cionamiento de López Obrador no fue muy distinto en estas elecciones que en las
anteriores. Para el electorado, López Obrador volvía a ser el candidato de izquierda,
con una visión del país de corte nacionalista y que otra vez señalaba a la élite gober-
nante (a la que astutamente llamaba “la mafia del poder”) como responsable de todos
los males del país.
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Gustavo A. Flores-Macías
Seguridad pública
En materia de seguridad pública, la prioridad del nuevo gobierno será controlar la
violencia desmedida. Para ello se requiere atacar la corrupción y, sin buenos resulta-
dos, se perjudicará el desarrollo económico. A juzgar por la visión de López Obrador
de que la violencia no se combate con violencia, su estrategia se enfocará más en la
prevención y la atención a las causas que llevan a delinquir, que en continuar con
la estrategia punitiva de militarización seguida por Felipe Calderón y Peña Nieto. El
nuevo gobierno también tiene intenciones de regular la producción y el consumo de
marihuana. Estos cambios pondrían al país en línea con experiencias internacionales
como las de Canadá, Estados Unidos y Uruguay y con estudios que señalan a la mili-
tarización como parte de las causas del aumento de la violencia, sin que disminuyan
la producción, el tráfico o el consumo de drogas.
Sin embargo, no será fácil capacitar policías y jueces para sustituir al ejército.
El despliegue de las fuerzas armadas ha gozado de popularidad entre la ciudadanía,
mientras que las reformas a la policía y al sistema judicial toman tiempo, resultan
22 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
La elección de López Obrador
difíciles y son menos visibles. Estas diferencias han disminuido los incentivos polí-
ticos para llevar a cabo el remplazo, independientemente de los distintos resultados
que brinde cada estrategia.
Desarrollo económico
Además de invertir en el fortalecimiento del aparato de seguridad pública, el nuevo
gobierno ha dicho que dará prioridad a la reactivación económica para generar opor-
tunidades laborales que sirvan de alternativa al crimen organizado. Para ello, el
gobierno enfrentará el gran reto de despertar a la economía nacional del letargo en
el que se ha visto sumida por décadas, con un crecimiento de poco menos del 1% anual
per cápita en los últimos 20 años. Si el paso de López Obrador por la Jefatura de
Gobierno puede dar una idea, se podrán esperar medidas para fortalecer el mercado
interno, mejorar el poder adquisitivo de la población y mantener la disciplina fiscal.
Dichas medidas incluirán mayor inversión pública para proyectos de infraestructura,
tales como proyectos en sociedad con la iniciativa privada en los sectores de comuni-
caciones, turismo y energético, aumento al salario mínimo —uno de los más bajos del
continente—, mayor gasto en seguridad social y apoyo al campo.
A pesar de que México tiene una de las cargas tributarias más bajas del mundo
entre países del mismo nivel de desarrollo, López Obrador ha prometido no aumen-
tar impuestos, sino incrementar la recaudación por medio de incentivos para poner
al corriente a contribuyentes morosos y reducir la evasión. Esto último restringirá
el margen de maniobra del nuevo gobierno para cumplir las promesas de campaña,
pero traerá certidumbre entre los inversionistas para que participen en la reactiva-
ción económica.
Otro aspecto que brindará certidumbre al sector privado es el abandono de la pro-
puesta de someter a referendo la reforma energética de 2013, en la que se abrió consi-
derablemente el sector de hidrocarburos a la inversión privada, incluso la extranjera.
En lugar del referendo, López Obrador ha expresado su intención de revisar los con-
tratos para constatar que cumplan con la ley. Esto brinda tranquilidad en cuanto a que
no habrá cambios drásticos, como la nacionalización de proyectos ya adjudicados a la
iniciativa privada, pero permanece la incógnita sobre si la subasta de nuevos pozos
continuará al mismo ritmo. Lo más probable es que, dentro del marco legal actual, el
nuevo gobierno invierta en revigorizar a Petróleos Mexicanos para revertir el declive
continuo de su producción y reducir la dependencia energética de Estados Unidos.
Corrupción e impunidad
Tanto la disminución de la inseguridad como el desarrollo económico serán posibles
en la medida en que el gobierno gane terreno a la corrupción y la impunidad que pre-
valecen en el país. En la última medición del Índice de Percepción de la Corrupción
de Transparencia Internacional, la de 2017, México ocupa el lugar 139 de 180 países,
solo por encima de Guatemala, Haití, Nicaragua y Venezuela entre los latinoamerica-
nos. Además, México cayó 34 lugares durante el gobierno de Peña Nieto, y 69 desde
2006, cuando comenzó el gobierno de Calderón.
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Gustavo A. Flores-Macías
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La elección de López Obrador
en las políticas punitivas a uno basado en el desarrollo económico de México como vía
para generar bienestar en ambos países. En vez de gastar en helicópteros, armamento
y entrenamiento de fuerzas especiales del ejército para enfrentar al crimen organi-
zado, la intención es destinar esos recursos para generar empleos, mejorar el salario
y elevar el nivel educativo de la población, con el fin de ser un vecino más ordenado,
confiable y con poder adquisitivo para comprar más productos estadounidenses y
colaborar en la seguridad regional. La lógica no es distinta a la que rigió la incor-
poración de España y Portugal —entonces países mucho menos desarrollados que
Alemania, Francia y el Reino Unido— a la Unión Europea en 1986. En ambos casos,
los resultados de desarrollo mejoraron notablemente a partir de entonces.
Aunque este cambio de fondo en la relación bilateral sea deseable, convencer
al gobierno de Estados Unidos de los beneficios mutuos será una labor titánica. El
gobierno actual ha demostrado su proclividad por las políticas de mano dura, como
el envío de tropas de la Guardia Nacional a la frontera y la militarización de la asis-
tencia internacional a Latinoamérica. Además, el mercantilismo y el nativismo que
han caracterizado al actual gobierno difícilmente serán compatibles con los intereses
de México.
Paradójicamente, las relaciones con Estados Unidos han comenzado mucho mejor
de lo esperado. Contrario al temor de que López Obrador fuera a lanzar una embes-
tida nacionalista en contra de Trump, ambos líderes han establecido una relación cor-
dial que contrasta con el desdén hacia Peña Nieto. Poco después de las elecciones del
1 de julio de 2018, las alabanzas de Trump por Twitter, la visita de la delegación esta-
dounidense de alto nivel al Presidente electo y el aparente destrabe de las negocia-
ciones del TLCAN han sido un estreno inmejorable para la relación bilateral, dadas
las condiciones.
No obstante, es probable que la realidad de la relación rebase pronto las cordiali-
dades de inicio. Los temas migratorios, comerciales y de seguridad, entre otros, son
complejos y en ocasiones es difícil conciliar los intereses, sobre todo dadas las opi-
niones nacionalistas de ambos líderes. Aunque la renegociación del TLCAN podría
concretarse antes de la toma de posesión de López Obrador el 1 de diciembre de
2018, Trump no desistirá de azuzar los sentimientos antimexicanos para apuntalar
su popularidad. Esta estrategia electoral y la inflexibilidad del gobierno de Trump
serán difíciles de superar sin fricciones. Por más dispuesto que esté López Obrador a
cooperar con Estados Unidos, habrá posiciones de Washington que resulten inadmi-
sibles, como la construcción del muro, la separación de familias migrantes o la inclu-
sión de la cláusula para terminar el TLCAN cada 5 años a menos que las legislaturas de
los tres países tomen la iniciativa de renovarlo.
Mientras no haya un cambio en la política de Estados Unidos hacia México, el
gobierno de López Obrador se verá obligado a mantener cierta continuidad con la
estrategia de Peña Nieto, que optó por canales discretos entre bastidores para tra-
tar de contener políticas inaceptables. Dudo de que López Obrador rompa con esta
estrategia para seguir un camino contencioso. Por el contrario, el cabildeo con acto-
res cuidadosamente seleccionados en el Congreso, cámaras de comercio y gobiernos
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Gustavo A. Flores-Macías
RUMBO AL 1 DE DICIEMBRE
Mucho puede ocurrir antes del 1 de diciembre de 2018, cuando López Obrador sea
investido como presidente, pero es probable que su presidencia sea pragmática, como lo
fueron su Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y su campaña electoral. Aunque
haya prometido nada menos que la “Cuarta Transformación” del país —después
de la Independencia, la Reforma y la Revolución—, en realidad se ubicará en un
punto medio entre su visión transformadora y la inercia de la compleja problemática
nacional. Por lo pronto, parece haber una disposición a remplazar políticas mediocres
o fallidas y probar alternativas dentro de los límites de una democracia representa-
tiva de libre mercado.
Además de los grandes desafíos de la coyuntura actual, López Obrador también
enfrentará el reto de convertir a Morena en un partido institucionalizado que tras-
cienda su liderazgo. Esto no solo será fundamental para la institucionalización del
sistema de partidos y para el fortalecimiento de la democracia mexicana, sino que
también ayudará al nuevo gobierno a conservar la amalgama de grupos sociales que le
dio su fuerza electoral. Conseguir el respaldo de fuerzas tan diversas en la campaña es
más fácil que mantener su apoyo siendo gobierno, pero saber hacerlo será clave para
impulsar su proyecto de nación.
26 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
La elección de López Obrador
Por el bien del país, esperemos que el nuevo Presidente pueda entregar resulta-
dos satisfactorios en un tiempo razonable. Como las expectativas generadas son for-
midables frente a la lamentable situación actual, se corre el riesgo de decepcionar
a millones de ciudadanos que han puesto sus esperanzas en las promesas de López
Obrador. Con mayorías legislativas en ambas cámaras, será imperativo del nuevo
gobierno comenzar a dar resultados antes de que la luna de miel termine. Tiene ante
sí la oportunidad histórica de generar un círculo virtuoso que cambie la trayectoria
del país por generaciones.
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Los desafíos del nuevo
Presidente de Colombia
Catalina Botero Marino
y Michael J. Camilleri
S
i Iván Duque albergaba alguna ilusión de disfrutar una luna de miel tras
asumir la presidencia de Colombia, el mismo día de su toma de posesión se
desvaneció. Duque, de 42 años, se presentó en su discurso inicial como un
tecnócrata de centro, un joven modernizador y —por encima de todo— un líder
libre de las cargas del pasado y capaz de unir a un país profundamente polarizado.
Sin embargo, antes de que pudiera tomar la palabra frente a los diez jefes de Es-
tado presentes, las delegaciones diplomáticas, los altos dignatarios colombianos y,
por supuesto, las cámaras de televisión, el Presidente del senado —miembro de su
partido y aparente aliado— se explayó en una larga e implacable crítica al go-
bierno del presidente saliente Juan Manuel Santos. Ese mismo día, 7 de agosto de
2018, en el periódico de mayor circulación nacional, el partido de Duque, el Cen-
tro Democrático, pagó una inserción de una plana completa en la que enumeró los
supuestos fracasos de Santos. Las acusaciones, resaltadas contra un lúgubre fondo
negro, iban desde que había “saturado” al país de impuestos hasta que lo había
dejado “nadando” en coca y “en las manos” del crimen organizado. En ese con-
texto, y mientras Duque escuchaba el insólito discurso del Presidente del Senado,
los seguidores del candidato derrotado en la segunda vuelta, el líder de izquierda
Gustavo Petro, se reunían en manifestaciones multitudinarias de protesta en dis-
tintas ciudades del país. Hasta ahí llegó la esperada luna de miel.
A primera vista, Duque hereda un país preparado para recibir el futuro expan-
sivo y moderno que imagina en sus discursos. En 8 años, el gobierno del presidente
Santos disminuyó la pobreza y la desigualdad, redujo el índice de homicidios a su
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Los desafíos del nuevo Presidente de Colombia
nivel más bajo en 42 años y aprobó una histórica ley a favor de las víctimas del con-
flicto. También triplicó la red vial del país, expandió las áreas naturales protegidas,
puso a Colombia en el mapa del turismo mundial e hizo crecer la economía (aunque
modestamente), a pesar de una profunda caída en los precios de las materias primas.
Pero lo más notable es que Santos logró negociar un acuerdo de paz para poner fin a
medio siglo de conflicto armado contra el grupo insurgente más grande y poderoso
del hemisferio, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Como
consecuencia, mejoró la imagen de Colombia en el extranjero, el país fue admitido en
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y Santos
recibió el premio Nobel de la Paz.
Sin embargo, tanto los aliados más importantes de Duque como sus más radica-
les oponentes ven una Colombia diferente. Y mientras que los logros de Santos son
patentes, tampoco se pueden negar los problemas que dejó sin resolver. El expresi-
dente Álvaro Uribe, enemigo acérrimo de Santos y padrino político de Duque, lidera
una base dura de un 30% del electorado que parece desear el regreso a las políticas de
derecha seguidas entre 2002 y 2010 en todos los campos, desde el combate al tráfico
de drogas hasta la seguridad y la política social, además de la imposición de condi-
ciones nuevas y más estrictas para la reincorporación y la participación en política de
los líderes desmovilizados de las FARC. La oposición se encuentra dividida: el centro
apoya el proceso de paz y políticas más liberales, pero no tiene un líder visible, mien-
tras que la izquierda, encabezada por Petro, ha sabido canalizar la frustración popular
producida por la desigualdad, la exclusión social y la corrupción. Petro logró pasar a
la segunda vuelta y, apoyado por una parte importante del centro, consiguió una vota-
ción sin precedentes para la izquierda colombiana en unas elecciones nacionales: casi
ocho millones de votos de cerca de dieciocho millones depositados. El candidato de
izquierda, que no subía del 15% en ninguna encuesta, encontró en la oposición radi-
cal un camino para llegar al poder en 2022. Naturalmente, seguirá persiguiendo esta
agenda a cualquier costo.
Duque hereda una coyuntura desafiante. Un proceso de paz que divide al país
en dos mitades casi exactas, un vecino en implosión —Venezuela— que origina
una crisis migratoria sin precedentes, zonas rurales descuidadas que luchan contra
el crecimiento del cultivo de coca y la llegada de nuevos grupos criminales, como
los cárteles mexicanos, y múltiples demandas ciudadanas sin atender. Pero lo que
redobla la dificultad de estos desafíos es la realidad más profunda de un país agrie-
tado y de una dinámica política en la que la polarización ayuda notablemente tanto
al Centro Democrático, liderado por Uribe, como a la oposición encabezada por
Petro. Para afrontar los problemas que supone gobernar Colombia, Duque debe-
ría tratar de disolver esta dinámica, pero enfrentará graves tensiones de ambos
sectores. Cuando se enfoque en el futuro, la polarización lo impulsará a revivir
las batallas del pasado. Duque, un político nuevo, sin experiencia ni capital polí-
tico propio pero con un talento incuestionable, deberá someter sus incipientes
habilidades como gobernante a las ácidas pruebas de la polarizada política colom-
biana. Si Colombia conserva la reputación de ser un país que prefiere una política
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Catalina Botero Marino y Michael J. Camilleri
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Los desafíos del nuevo Presidente de Colombia
Hasta el momento, los logros del proceso de paz son notables. A inicios de 2017,
8000 combatientes armados recorrieron las selvas de Colombia hasta concentrarse
en zonas especiales y dejaron las armas en contenedores de la Organización de las
Naciones Unidas. El ejército colombiano custodió las zonas para proteger a sus ene-
migos históricos y —aunque tarde— se desplegó para ocupar los territorios de anti-
gua presencia guerrillera. Como se ha recordado insistentemente en Colombia, el 31
de diciembre de 2016 y de 2017, el pabellón de heridos del hospital militar, que en
esas épocas de fiestas familiares solía estar a reventar, se encontraba vacío. A 18 meses
de la firma del acuerdo, la tasa de homicidios en Colombia es la más baja de los últi-
mos 42 años y se ha evitado la muerte de más de 4700 personas que estaban destina-
das a ser asesinadas. El desplazamiento forzado bajó a un 7%. Se pasó de 770 víctimas
de minas antipersonales en 2012 a 78 en 2017. De los 635 municipios sembrados con
minas, 225 fueron declarados seguros o despejados.
Pero la paz no es solo la entrega de las armas ni la disminución de la violen-
cia. Temas como la participación en política de los comandantes de las FARC y las
sanciones que recibirán por las atrocidades cometidas durante el conflicto armado
siguen generando resistencias profundas. La reforma constitucional que siguió al
acuerdo estableció diez curules transitorias —cinco en cada una de las dos cámaras
que componen el Congreso— para los representantes del partido Fuerza Alternativa
Revolucionaria del Común (FARC). Si bien en las elecciones de marzo de 2018 la lista
al Congreso de las FARC obtuvo poco más de 85 000 votos, con los que no hubiera
ganado ni siquiera un congresista, hoy el partido tiene diez congresistas y al menos
ocho serán condenados por crímenes internacionales. El tribunal de paz encargado de
definir la modalidad de la sanción deberá establecer qué “restricciones efectivas
de libertad” imperan. Si no impone restricciones que les impidan participar en el
Congreso, el nuevo Presidente se verá en el dilema de mantener la participación polí-
tica o impulsar —como lo propuso al ser elegido— una reforma constitucional para
quitarles el escaño. Este es un punto de honor para quienes presentaron oposición al
gobierno de Santos, y aunque Duque modere su posición a un gran costo político, no
los puede desairar.
El desafío del nuevo Presidente, apoyado por un partido que no cree en el acuerdo de
paz, es enfrenar los inmensos retos de su consolidación. La oposición al gobierno
de Santos ya obtuvo un triunfo: impidió que el acuerdo de paz se convirtiera en un
mito fundacional. No obstante, Duque no puede darse el lujo de que fracase y, con
ello, se produzca un aumento sustantivo de la violencia y se engrosen los múltiples
grupos armados que recorren la accidentada geografía colombiana.
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Catalina Botero Marino y Michael J. Camilleri
trasnacionales del crimen organizado como los Urabeños y los Rastrojos, y la disi-
dencia de la FARC, que no deja de aumentar y en julio de 2018 llegaba quizá a 1300
combatientes. Ahora, sin tener a las FARC como objetivo principal, se podrá enfren-
tar mejor a estos grupos.
Con todo, si la estrategia del presidente Duque es puramente militar, se encon-
trará con los mismos obstáculos que sus antecesores. Es cierto que el mentor de
Duque, Uribe, desplegó una exitosa campaña armada que debilitó a las guerrillas y le
ganó la mayor popularidad que haya tenido un presidente en la historia reciente de
Colombia; no obstante, esa estrategia dejó un saldo muy preocupante en materia
de derechos humanos y, al final, no alcanzó a dar el siguiente paso: consolidar la pre-
sencia y la institucionalidad estatal en las zonas rurales, de tal manera que paulatina-
mente se llenen los vacíos de poder y desaparezcan las economías ilícitas que nutren
los grupos armados ilegales.
La única manera de combatir eficientemente la violencia y consolidar los logros
del acuerdo es hacer que el Estado llegue a todo el territorio colombiano no solo con
el ejército, sino también con instituciones, servicios y oportunidades. Como ha seña-
lado Mauricio García-Villegas, en Colombia hay más territorio que Estado. Mientras
que en las grandes ciudades colombianas operan instituciones modernas que prestan
bienes y servicios de calidad, protegen y promueven el funcionamiento del mercado y
los derechos de las minorías, en buena parte de la periferia el Estado ni siquiera ejerce
el monopolio de la fuerza.
Irónicamente, para lograr sus objetivos de seguridad, combate al tráfico de drogas
y desarrollo, el nuevo gobierno tendría que hacer lo que pretendía el acuerdo de paz
al cual se opuso: diseñar una estrategia integral para que el Estado llegue a los terri-
torios con instituciones capaces de restablecer la confianza ciudadana, ofrecer opor-
tunidades a quienes viven en situación de pobreza extrema y desplazar a los cárteles o
bandas criminales que ejercen el poder en dichas zonas. Sin embargo, embarcarse en
una empresa de esta naturaleza es una tarea larga, difícil y riesgosa, poco recomenda-
ble para un partido que debe enfrentar nuevas elecciones en 2022 y cuyo electorado
reclama, fundamentalmente, mano dura y resultados inmediatos y espectaculares. La
gran paradoja es que, de no afrontar adecuada e integralmente el problema de la paz
integral en el territorio, es posible que pierda las próximas elecciones.
En cuanto a la política de tierras, un sector importante del Centro Democrático
está integrado por los grandes propietarios, que no están muy interesados en que se
trace una estrategia rural integral que ponga en duda sus privilegios. Sin embargo
—por solo mencionar dos aspectos esenciales—, toda política de tierras debería estar
destinada, cuando menos, a restituir a las víctimas del conflicto que fueron obligadas
a desplazarse y a elaborar un catastro general para aclarar y proteger los derechos de
propiedad rural. Si no se logra, permanecerán intactos los incentivos que llevaron al
despojo violento de más de siete millones de hectáreas de tierra productiva. Como en
la mayoría de los conflictos internos, la tierra ha sido un factor determinante de la vio-
lencia en Colombia. Una política agraria destinada a desactivarla exigiría consensos
entre fracciones históricamente opuestas: pequeños, medianos y grandes productores,
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Los desafíos del nuevo Presidente de Colombia
los defensores del acuerdo de paz, que contiene un capítulo sobre este punto, y sus
más acérrimos detractores. No parece que estemos cerca de atestiguar un acuerdo de
esta naturaleza.
No menos complejo es el tema de las drogas ilícitas. A juzgar por sus discursos, el
presidente Duque, con su talante tecnocrático y modernizador, preferiría ocuparse de
temas como la factura electrónica, la economía naranja o el expediente judicial digi-
tal. Sin embargo, gobernar Colombia supone hacerle frente al negocio de las dro-
gas, que es la gasolina de la guerra y el tema más importante de la conversación con
Estados Unidos.
Colombia es el mayor productor de hoja de coca del mundo, y durante el proceso
de paz los cultivos se extendieron hasta llegar a ocupar más de 200 000 hectáreas. El
gobierno estadounidense ya había notificado su malestar durante el gobierno del pre-
sidente Barack Obama, pero el mensaje se hizo público con la llegada del presidente
Donald Trump. Es también una nueva tensión entre lo que consagraba el acuerdo de
paz y el electorado del Centro Democrático. Mientras que en el acuerdo se promovía la
sustitución de cultivos, los seguidores del Centro creen en la erradicación obligatoria e
incluso en la aspersión aérea. Mientras que el acuerdo se firmó durante el gobierno de
Obama, el Centro Democrático presiona con el apoyo del gobierno de Trump.
El nuevo gobierno no solo ha reactivado la discusión sobre la fumigación aérea
—prohibida por la Corte Constitucional—, sino también sobre la prohibición del
consumo mínimo o personal. Con estas declaraciones, Duque satisface demandas de
los grupos ultraconservadores que lo apoyaron y las exigencias de Washington, pero
desaprovecha la oportunidad que supone la salida de las FARC del negocio de la coca
para recuperar la confianza de las poblaciones afectadas por los cultivos ilícitos. El
gobierno de Santos percibía el cultivo de coca como un síntoma de la falta de oportu-
nidades y mercados lícitos en el campo, pero Duque parece concebirlo como la causa
de la violencia y la criminalidad en las zonas rurales. Ambas visiones tienen mérito,
y si el error de Santos fue descuidar la segunda, Duque corre el riesgo de descono-
cer la primera.
EQUIDAD Y CORRUPCIÓN
Colombia es unos de los países más desiguales de Latinoamérica, que es la región
más desigual del mundo. En 2017, la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe aseguró que el 1% más rico concentraba el 20% del ingreso. El 27% de la pobla-
ción vive en la pobreza. En un informe reciente, la OCDE señaló que en Colombia un
niño de una familia de ingresos bajos tardaría once generaciones en ganar el ingreso
promedio, mientras que en Argentina tardaría siete generaciones y en los países nór-
dicos, dos. La desigualdad entre el campo y las ciudades es todavía más acusada, y
factores como la raza o el género aumentan la brecha. Los datos sobre pobreza y des-
igualdad son confiables pero insuficientes y el gobierno de Santos desaprovechó la
oportunidad del último censo poblacional de 2018 para medir la pobreza en varias
dimensiones.
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Catalina Botero Marino y Michael J. Camilleri
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Los desafíos del nuevo Presidente de Colombia
POLÍTICA EXTERIOR
Los presidentes colombianos rara vez son evaluados por su actividad en el exterior. Los
desafíos internos, que incluyen un conflicto armado de más de 50 años, han obligado
al país a mirar hacia dentro. La presidencia de Duque podría ser una excepción, más
por necesidad que por elección.
Colombia comparte una frontera de 2200 kilómetros con Venezuela, donde
la crisis humanitaria y de gobernabilidad, causada por el atroz autoritarismo de
Nicolás Maduro, no muestra señales de disminuir. Escasean la comida y los medi-
camentos, la economía ha decrecido un tercio desde 2013 y la inflación puede llegar
al millón por ciento en 2018. Los efectos indirectos de esta crisis se están sintiendo
en toda Sudamérica y en otros lugares, pero son más graves en Colombia, que
recibe cerca de 5000 venezolanos al día, muchos de ellos buscando desesperada-
mente alimento, refugio y atención médica. La porosa región fronteriza, en la que
nunca ha habido una fuerte presencia estatal,
se ha convertido en un área descontrolada de
contrabando y narcotráfico y en un refugio Una de las pocas cosas
para grupos armados como el ELN. valiosas que Duque puede
Para Duque, Venezuela es tema de política
exterior tanto como interior. Uribe debilitó a
ofrecerle a Trump es una
Santos con la acusación absurda pero eficaz de posición firme frente
que le entregó el país al “castrochavismo” al per-
mitir a las FARC ingresar a la política y al tener
a Venezuela.
una posición suave frente al régimen en Caracas,
que fue necesaria para que culminar el proceso de paz. Siguiendo el mensaje de su
mentor, Duque prometió llevar a Maduro ante la Corte Penal Internacional y se abs-
tuvo de nombrar embajador en Venezuela. Esta línea dura es bien recibida por los
colombianos, en particular por quienes viven en las regiones afectadas directamente
por la crisis vecina (Duque logró uno de sus mejores resultados electorales en la ciu-
dad fronteriza de Cúcuta). Pero a menos que consiga obligar a Maduro a ceder o a
dejar su cargo, lo que parece imposible, sus amenazas tendrán poco peso para contro-
lar los efectos de la crisis venezolana y, de hecho, podrían empeorarlos. En el mejor
de los casos, controlar el ingreso masivo de refugiados e inmigrantes venezolanos será
un gran desafío económico y logístico que probablemente se complicará debido a la
creciente xenofobia. En el peor, Maduro podría desestabilizar más la región fronte-
riza o seguir el ejemplo de sus camaradas cubanos y provocar un éxodo como el de
Mariel hacia Colombia.
Con el paso del tiempo, Duque puede verse tentado a buscar pequeños acuerdos
con Caracas, como la creación de un corredor de ayuda humanitaria que contenga
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Catalina Botero Marino y Michael J. Camilleri
el flujo de migrantes. Sin embargo, deberá equilibrar esta estrategia con su política
interna y con su otro gran desafío de política exterior: la relación de Colombia con
Washington.
La relación estratégica cada vez más estrecha entre Colombia y Estados Unidos
se ha prolongado 2 décadas y ha pasado por varias transiciones gubernamentales en
ambos países. Pero ahora, con el presidente Trump, pareciera que la política exterior
de Estados Unidos está abierta a debate o, para ser más precisos, a revisión espontá-
nea. En 2017, Trump sacudió a Bogotá cuando amenazó brevemente con descertifi-
car a Colombia como aliado en la guerra contra las drogas. Con un acuerdo de libre
comercio y cientos de millones de dólares en asistencia anual en juego, el presidente
Duque tiene poco margen de error con Washington. Una de las pocas cosas valiosas
que Duque puede ofrecerle a Trump es una posición firme frente a Venezuela, que se
ha convertido en la máxima prioridad de la Casa Blanca en la región.
Sin embargo, la relación con Estados Unidos finalmente dependerá de que
Colombia revierta el aumento del cultivo de coca. Como dijimos, en el acuerdo de
paz con las FARC se prometieron compensaciones para los cultivadores de coca y un
modelo más cooperativo para que las comunidades rurales hagan la transición a otros
cultivos. Hasta ahora, los resultados no han sido prometedores. La presión de Estados
Unidos reforzará la propensión natural de Duque por las medidas más coercitivas,
como la erradicación forzada y posiblemente la fumigación aérea de los cultivos, pero
estas medidas pueden generar malestar en las zonas rurales. Los campesinos cocale-
ros ya han mostrado que pueden desestabilizar zonas enteras del territorio, pues está
de por medio su subsistencia. Queda por verse cómo sorteará Duque las rotundas exi-
gencias de la Casa Blanca en medio de la compleja realidad colombiana.
36 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
El gobierno del
bicentenario en Costa Rica
De elecciones complejas a régimen
complicado
José Andrés Díaz González
E
n octubre de 2017, cuando inició la campaña electoral en Costa Rica, nadie
hubiera previsto que el balotaje para elegir al presidente sería entre Fabri-
cio Alvarado Muñoz, del Partido Restauración Nacional (PRN), y Carlos
Alvarado Quesada, del Partido Acción Ciudadana (PAC), y menos aún que este
último iba a ganar. Alvarado Quesada tenía en su contra los efectos del llamado
“cementazo”, un caso de corrupción relacionado con el otorgamiento de préstamos
irregulares por parte de bancos públicos para la importación de cemento desde
China. En el caso se vieron envueltas figuras de diversos partidos, pero especial-
mente del PAC, e incluso se cuestionó la participación del propio presidente sa-
liente, Luis Guillermo Solís Rivera. Por eso, se pensaba que Alvarado Quesada
pagaría la factura política (a pesar de no estar mezclado en el escándalo) y que no
tendría posibilidades reales de alcanzar la presidencia.
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José Andrés Díaz González
38 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
El gobierno del bicentenario en Costa Rica
al país de este ente y denunciaría el Pacto de San José. Para mediados de enero
de 2018, las encuestas ponían a Alvarado Muñoz a la cabeza de las preferencias
electorales, pero muy por debajo del 40% necesario para ganar en la primera
ronda.
Si el crecimiento electoral de Alvarado Muñoz fue una reacción a la resolución
de la Corte IDH, el de Alvarado Quesada parece haber sido una respuesta al creci-
miento del PRN. Las mediciones de intención de voto realizadas a finales de enero
de 2018 mostraban un aumento del apoyo al candidato del PAC, aunque sin per-
filar con certeza que fuera suficiente para llegar a la segunda ronda electoral. Sin
embargo, el PAC suele obtener un porcentaje de votos mayor del que proyectan
las encuestas electorales, y de esta forma se benefició del llamado “voto silencioso”.
Así, los resultados de la elección del 4 de febrero de 2018 arrojaron que los candi-
datos con mayor cantidad de votos, 25% y 22%, fueron Alvarado Muñoz y Alvarado
Quesada.
El resultado de la segunda ronda electoral podría considerarse como sor-
presivo, ya que no sigue la tendencia de los balotajes anteriores realizados en el
país, en los cuales había resultado vencedor el candidato con mayor apoyo electoral
en la primera ronda, acompañado de un importante aumento del abstencio-
nismo. En cambio, Alvarado Quesada ganó con cerca del 60% de los votos emiti-
dos, y el abstencionismo disminuyó casi en 1.5% respecto de la primera ronda
electoral.
Parte del triunfo de Alvarado Quesada en la segunda ronda puede deberse a
errores de estrategia de Alvarado Muñoz, que adoptó una posición de hermetismo
ante la prensa nacional, se negó a participar en diversos debates y tuvo un mal des-
empeño en los que sí asistió. Además, se le debe sumar su nula capacidad de reac-
ción ante escándalos y cuestionamientos sobre el uso de los fondos de su campaña,
así como a las críticas a su escueto programa de gobierno y a su incapacidad de
presentarse ante el electorado con una propuesta política que trascendiera su opo-
sición a los derechos de la población LGBTTTI. También generó una fuerte contro-
versia cuando se dio a conocer que la mayoría de los diputados elegidos del PRN
eran pastores o estaban vinculados a iglesias evangélicas, tenían poca preparación
académica y carecían de experiencia en cargos públicos.
Por su parte, la candidatura de Alvarado Quesada se fortaleció con el surgimiento
de la Coalición Costa Rica, un grupo de la sociedad civil integrado principalmente
por jóvenes. El grupo se constituyó por la falta de discusión en las campañas de los
problemas fundamentales que afectaban al país, pero posteriormente respaldó al can-
didato del PAC.
Hay un tercer elemento clave que tiene que ver con el peso del voto evangélico y
conservador en el electorado costarricense. Se quiso explicar el crecimiento del cau-
dal electoral de Alvarado Muñoz como producto de un “giro conservador” y una
“conmoción religiosa” que afectaba a la población; sin embargo, pasada la segunda
ronda, se puede tratar de entender mejor el impacto de estos elementos en los comi-
cios costarricenses.
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José Andrés Díaz González
40 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
El gobierno del bicentenario en Costa Rica
personas del mismo sexo y el aborto, incluido el terapéutico, que es legal en el país,
han encontrado poco apoyo entre los costarricenses. Por eso, suele pensarse que la
población tiende al conservadurismo. Un estudio de opinión pública realizado en
noviembre de 2017 por el Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la
Universidad Nacional mostró que un 31.6% de la población tenía una afinidad alta o
muy alta por el conservadurismo. Así, podría plantearse que fue esta población con-
servadora, o al menos un segmento, la que se volcó a apoyar a Alvarado Muñoz en la
primera ronda electoral.
No obstante, los datos anteriores revelan algo que parece contradecir la opinión
común, y es que la sociedad costarricense posiblemente no es tan conservadora como
se cree. Por ejemplo, en el mismo estudio se indica que el 43% de la población mos-
traba una tendencia baja o muy baja hacia el conservadurismo, mientras que un 25.4%
tenía una posición moderada. Entonces, si bien los costarricenses marcadamente con-
servadores forman un segmento importante de la población, no están cerca de ser
la tendencia dominante. Por lo tanto, no parece correcta la interpretación de que el
crecimiento electoral del PRN se deba a un fortalecimiento del conservadurismo en
Costa Rica.
Una segunda encuesta realizada por el Idespo, una semana después de la primera
ronda electoral, arrojó que las personas que votaron por Alvarado Muñoz considera-
ron que el fallo de la Corte IDH fue lo que más influyó en su decisión. El resto de la
población dijo que el desempeño de los candidatos en los debates, los planes de
gobierno y las campañas realizadas fueron los aspectos más determinantes para deci-
dir por quién votar.
Por lo tanto, para el grueso de la ciudadanía costarricense, la posición respecto
de los derechos de la población LGBTTTI no parece ser un factor determinante para
decidirse por un candidato para la presidencia. Estos datos apuntalan la idea de que,
si bien hay un grupo de la población fuertemente conservadora, no es el grupo mayo-
ritario. Incluso para las personas con cierta tendencia al conservadurismo, la oposi-
ción a los derechos de la población LGBTTTI no parece ser el punto más importante
a la hora de definir cómo votar, al menos en la primera ronda.
Entonces, ¿cómo se explica que Alvarado Muñoz fuera el candidato con mayor
apoyo en la primera ronda? Para dar la respuesta hay que poner los datos en pers-
pectiva. Alvarado Muñoz obtuvo el 25% de los votos válidos, que equivalen al 16.35%
de todo el padrón electoral. Nunca en la historia electoral costarricense el candidato
ganador de la primera ronda había obtenido un apoyo tan bajo. En términos absolu-
tos, recibió 538 504 votos, mientras que 748 688 costarricenses se abstuvieron de votar.
En otras palabras, su apoyo electoral fue menor que el número de los abstencionistas.
Así, se vio beneficiado por el descontento de la población con la política, la alta vola-
tilidad del electorado y la fragmentación del sistema de partidos.
Con lo anterior no se quiere dar a entender que en Costa Rica no exista un grupo
cuantioso de ciudadanos motivados por ideas conservadoras o que su apoyo no fuera
significativo para el crecimiento electoral del PRN. Lo que se quiere dejar claro es que
estos elementos no parecen suficientes para explicar los resultados de los comicios, y
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José Andrés Díaz González
que en realidad se deben a una suma de condiciones: fue importante para Alvarado
Muñoz poder aglutinar a los sectores conservadores, pero este caudal tuvo efectos
electorales debido a la dinámica y el fraccionamiento del electorado costarricense.
Un último punto que permite apreciar que el conservadurismo político no parece
ser, al menos por el momento, el principal estímulo del electorado costarricense, es
que Alvarado Muñoz consiguió el apoyo de muchos de los candidatos que participa-
ron en la primera ronda: Álvarez Desanti (PLN), Castro Fernández (PIN), Rodolfo
Hernández (Partido Republicano Social Cristiano), Otto Guevara (Movimiento
Libertario), Sergio Mena (Partido Nueva Generación) y Mario Redondo (Alianza
Demócrata Cristiana), entre otros. Sin embargo, la muestra pública de apoyo de estos
candidatos, incluso su defensa de los “valores tradicionales”, tuvo un efecto limitado
en el electorado que les había otorgado el voto en las elecciones primarias del 4 de
febrero de 2018.
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El gobierno del bicentenario en Costa Rica
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José Andrés Díaz González
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Elecciones en Paraguay
El Partido Colorado se eterniza en el poder
Marcos Pérez Talia
L
a historia política paraguaya guarda una estrecha relación con el derrotero
del Partido Colorado, que gobierna el país desde 1947, salvo el breve inte-
rregno de 2008 a 2013, por el triunfo de monseñor Fernando Lugo. El 22 de
abril de 2018 se realizaron las séptimas elecciones presidenciales de la era democrá-
tica, con un nuevo triunfo colorado sobre una alianza de prácticamente toda la opo-
sición. De las diez candidaturas al máximo cargo del poder ejecutivo, solo dos tenían
oportunidades reales de éxito, ambas encabezadas por los partidos tradicionales.
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Marcos Pérez Talia
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Elecciones en Paraguay
ALIANZAS EN LA OPOSICIÓN
En las elecciones presidenciales de 2013, los liberales y la izquierda fueron por cami-
nos separados debido a la ruptura de su alianza como resultado del juicio político de
2012 en el que se destituyó a Lugo. Pero en la presidencia de Cartes se reiniciaron
los contactos entre dirigentes liberales y de izquierda, pues comprendían que, yendo
separados, no tendrían posibilidades de derrotar al poderoso Partido Colorado.
De esa forma, en las elecciones municipales de 2015 se concretaron las primeras
alianzas entre los liberales y la izquierda. Así, el izquierdista Mario Ferreiro se con-
virtió en intendente de Asunción, con el apoyo del Partido Liberal. En otros distri-
tos importantes del país también se pactaron alianzas.
Sin embargo, a comienzos de 2017 la crisis institucional causada por el intento de
establecer la reelección presidencial dividió a los opositores. La iniciativa de reelección
finalmente no prosperó, pero la oposición quedó fragmentada en dos grupos: los que
apoyaron a Lugo en su alianza con Cartes para introducir la reforma y los que apoya-
ron a Alegre en la posición contraria. La división en bandos persistió algunos meses,
hasta que los grupos volvieron a unirse al acercarse las elecciones de abril de 2018.
Poco antes de las elecciones primarias, la mayor parte de la oposición suscribió un
acuerdo electoral para presentar una oposición unida al Partido Colorado. El acuerdo
aliancista fue liderado por Alegre, el Presidente del Partido Liberal, el expresidente
Lugo y el intendente de Asunción, el izquierdista Ferreiro. Se acordó que la presiden-
cia correspondiera al Partido Liberal y la vicepresidencia a la izquierda.
La izquierda resolvió entonces, sin contienda electoral, que ocupara la vicepresi-
dencia el periodista Leo Rubín, un comunicador sin trayectoria política que defiende
los derechos indígenas, medioambientales y campesinos. Quedaba por definir a quién
elegirían los liberales como candidato a presidente, cuya candidatura sí surgiría en el
marco de unas primarias con más de un candidato en pugna.
El 17 de diciembre de 2018, fecha fijada por el Tribunal Superior de Justicia
Electoral paraguayo para que todos los partidos definieran por votación sus candida-
turas, se consumó lo que las encuestas anticipaban: Alegre iba a ser nuevamente can-
didato a presidente, como en 2013, cuando enfrentó a Cartes. Derrotó por un amplio
margen, en torno al 35%, al dirigente de la facción llanista, Carlos Mateo Balmelli.
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Marcos Pérez Talia
PROPUESTAS DE CAMPAÑA
La política paraguaya no se caracteriza por mantener un vínculo programático entre
los partidos políticos y el electorado. Priman en muchos casos las relaciones cliente-
lares, fuertes lealtades partidarias por tradición familiar, etcétera. Por ello se ha dicho
muchas veces que las propuestas de campañas no son más que meras declaraciones de
lo que quizá los candidatos podrían realizar, no siempre de la mejor manera.
Las propuestas de Abdo Benítez se centraron principalmente en devolver la dig-
nidad del coloradismo en el poder, lo cual equivalía a “coloradizar” la administración
pública (en contraposición a la presidencia de Cartes y su gabinete mayormente téc-
nico), la vuelta del servicio militar obligatorio
para los jóvenes como respuesta a las altas tasas
Un hecho notorio fue que delictivas (sobre todo para los hijos de madres
Abdo Benítez, hijo de un solteras, con el objetivo de inculcarles disci-
plina y patriotismo), reducción de impuestos a
alto jerarca de la dictadura empresarios que inviertan en el país y mejorar
stronista, la reivindicara. la burocracia estatal. Un hecho notorio fue que
Abdo Benítez, hijo de un alto jerarca de la dic-
tadura stronista, la reivindicara. Las declaracio-
nes del candidato desencadenaron una oleada de indignación en muchos sectores de
la sociedad, que le exigieron, en vano, que se retractara.
La alianza opositora propuso en campaña una nueva política energética para las
hidroeléctricas de Itaipú y Yacyretá que sirviera para generar empleos, incentivar la
agricultura familiar campesina y hacer una reforma tributaria más equitativa. Quizá
como una forma de llamar la atención del electorado indeciso o alejado de los partidos
tradicionales, Alegre firmó ante un escribano público un compromiso de proclamar
cinco primeros decretos en caso de ganar: 1) reducir drásticamente el costo de la luz
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Elecciones en Paraguay
eléctrica; 2) renegociar el tratado de Itaipú con Brasil y dejar sin efecto el acuerdo entre
Cartes y el presidente argentino Mauricio Macri sobre la deuda de Yacyretá; 3) prestar
servicios de salud gratuitos; 4) fomentar la calidad de la educación y la participación
de los padres en las inversiones de infraestructura, y 5) combatir al crimen organizado.
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Marcos Pérez Talia
electorales vuelve cada uno a su vida autónoma, incluso con agendas propias y dife-
rentes al propio partido.
Hoy, el Partido Colorado tiene dos facciones bien diferenciadas: la del presidente
Abdo Benítez, en la cual se incluyen diputados, senadores y gobernadores, y la del
expresidente Cartes, acompañado también por diputados, senadores y gobernadores
que responden a su liderazgo. Lo mismo ocurre en la otra agrupación tradicional, el
Partido Liberal, que está dividido en dos facciones disímiles: la del excandidato pre-
sidencial Alegre, cuyo liderazgo siguen numerosos senadores, diputados y los cuatro
gobernadores elegidos, y la del senador Llano, que encabeza a otros tantos diputados
y senadores liberales.
Por tanto, falta ver como se reacomodan las facciones coloradas y liberales en la
lucha por el poder político y partidario. Hasta el momento, los colorados no han
alcanzado un “acuerdo de paz” para unificar las facciones y actuar en conjunto.
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Elecciones en Paraguay
sorpresa ante los hechos y pusieron en duda la fiabilidad de las encuestas y sondeos
de salida. Hay al menos otros dos indicios de que los “errores estadísticos” no pudie-
ron haber sido únicamente por casualidad: por una parte, no hubo un acontecimiento
político de tanta importancia que hubiera oscurecido drásticamente el panorama de
un arrollador triunfo colorado difundido por las encuestas y los medios de comunica-
ción. Por la otra, resultó llamativo el error de las encuestas para las listas del Senado,
que proyectaban al Frente Guazú, agrupación del expresidente Lugo, con casi el doble de
votos que el Partido Liberal, pero sin transferir sus votos a la candidatura presiden-
cial. La explicación de los encuestadores y medios de comunicación fue que Lugo no
colaboraba con Alegre, lo cual creó cierta desconfianza entre los aliados liberales y la
izquierda, y trajo viejos fantasmas del pasado. A final de cuentas, las encuestadoras
nuevamente fallaron, ya que la agrupación de Lugo solo obtuvo seis escaños, mien-
tras que trece fueron para los liberales.
Desde luego, no es posible atribuir el triunfo colorado únicamente a los medios de
comunicación y sus encuestadoras, ni tampoco afirmar que el electorado paraguayo
es manipulable. Pero está claro que el escenario de triunfo aplastante podría servir
de explicación —aunque no la única— del descenso en la participación histórica en
las elecciones. El promedio de participación histórica rondaba el 70%, y se redujo casi
un 10% en las elecciones de abril de 2018. La importancia de lo anterior estriba en que
se tienen estudios en los que se indica que una mayor participación electoral eleva las
probabilidades de la oposición, mientras que menos asistencia a las urnas favorece al
Partido Colorado, gracias a su poderosa maquinaria electoral y su voto duro.
Queda la duda de qué hubiera ocurrido si las encuestas y los medios de comuni-
cación hubieran difundido desde el principio el verdadero escenario electoral, el de
una elección apretada. Pero la incertidumbre en torno al proceso electoral no acaba
allí. Desde la misma noche en que comenzó el conteo electoral la alianza GANAR pre-
sentó denuncias por adulteraciones de actas electorales, lo cual llevó al candidato
Alegre a no reconocer su derrota. Lo más grave ocurrió tres meses después, cuando
se filtraron grabaciones de un alto funcionario del Tribunal Superior de Justicia
Electoral paraguayo, al que se oye decir que está dispuesto a cambiar actas electora-
les si el Partido Colorado se lo pide y afirma que tiene suficiente protección tanto del
Tribunal Superior de Justicia Electoral como de los propios colorados. La situación
no tiene visos de solucionarse, al menos no a corto plazo; pero los hechos denuncia-
dos restan legitimidad al proceso electoral paraguayo y, como daño colateral, afectan
la credibilidad del presidente Abdo Benítez.
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Marcos Pérez Talia
EL ARRAIGO COLORADO
El mapa político paraguayo luego de las elecciones volvió a mostrar su lado más colo-
rado. No quedan dudas de que el coloradismo ha sabido sobreponerse a la caída de su
líder autoritario, el dictador Stroessner, y ha sido el partido con los mejores resulta-
dos electorales en la era democrática.
El triunfo de Abdo Benítez revive las ideas de un coloradismo eterno que pro-
pugnaba un viejo pensador colorado, Natalicio González. Queda por ver cómo se
reagrupa la oposición frente a una nueva derrota y cómo encara el nuevo gobierno
sus políticas los próximos 5 años. Mientras tanto, Paraguay seguirá pareciéndose a
aquella “isla rodeada de tierra” (parafraseando a Augusto Roa Bastos), alejada de los
vientos de cambio que se suceden en la región y eterna enamorada de la inalterable
continuidad.
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Por fin, la (real) transición
política cubana
Rafael Hernández
L
uego de 25 años de esfuerzos por hacer coincidir la Cuba imaginada con la
real, los cambios que el país ha experimentado en la última década lograron
por fin hacerse visibles para todos, incluso desde el exterior. En este ensayo
se examina la significación y las implicaciones de un largamente anunciado cambio
de gobierno en Cuba, como parte de una transición política que no empezó ni
concluyó con las elecciones del 19 de abril de 2018. Para poder analizarlo, se re-
quiere conocer el sistema político en el cual se inserta, sus principales institucio-
nes de poder, su integración actual, los cambios en la composición del liderazgo y
la cultura política en la etapa presidencial de Raúl Castro.
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Rafael Hernández
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Por fin, la (real) transición política cubana
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Rafael Hernández
secretarios municipales del PCC en los 167 municipios del país, salvo uno, pasaba de
lo que en Cuba se llama “la media rueda”: 50 años.
¿Quiénes son esos altos dirigentes? El Buró Político del PCC salido del VII Con-
greso (diecisiete miembros) fue el primero en el que el perfil profesional (nueve in-
tegrantes: defensa, economía, diplomacia, salud pública, ciencia y técnica) rebasó al
de los cuadros políticos de carrera (ocho). Entre esos cuadros, cinco han dirigido en
las provincias y tres ingresaron al Buró Político bajo el mando de Raúl Castro. En este
esquema, con el que se impulsa a dirigentes de base y provinciales al nivel nacional,
también se revela parte del legado.
En cuanto a los ministerios y organismos centrales, la mayoría (dos tercios) de
los ámbitos de origen de sus máximos dirigentes han sido la economía estatal, la diri-
gencia partidaria y las fuerzas armadas, con 22% del Consejo de Ministros cada una.
En su perfil profesional, el más frecuente ha sido el de ingeniero (nueve), incluido el
entonces primer vicepresidente Díaz-Canel. Economistas e ingenieros sumaban
el 44% del gabinete de Raúl Castro y son dos terceras partes del equipo del presi-
dente Díaz-Canel.
La mentalidad de este grupo se inclina por un modelo sistémico, basado en el con-
trol de indicadores, vigilancia de los flujos y atención a la eficiencia. En este estilo
ingenieril, diferente del puesto de mando militar (o del espíritu guerrillero predomi-
nante en etapas anteriores), radican sus mejores posibilidades y también la inclina-
ción tecnocrática presente en algunas de sus formulaciones.
En cuanto a la diversidad de género, la tercera parte del Consejo de Ministros de
Raúl Castro ya estaba formada por mujeres, una cifra mayor que en gabinetes ante-
riores, aunque todavía insuficiente. En el Buró Político, donde también son minoría,
las mujeres pasaron de ser una o ninguna a cuatro (25%). Además, 35% de los miem-
bros de ese alto mando del PCC son negros o mestizos.
Por otro lado, la política de rejuvenecimiento ha reducido la edad promedio de los
dirigentes máximos del PCC en las quince provincias y el municipio especial Isla de
la Juventud a 52 años (2018), 6 años menos que la edad del presidente Díaz-Canel.
Según datos oficiales, la edad promedio de la nueva ANPP se redujo 5 años, de 54 a 49,
respecto a la de la VIII Legislatura.
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Por fin, la (real) transición política cubana
cuando terminó su papel como combatientes. Fidel Castro llevó casi siempre uni-
forme de campaña y dirigió guerras en Cuba y África, pero reducir su talento polí-
tico como estadista a su arte militar resulta irrisorio. Ni él ni Ernesto Che Guevara ni
Raúl Castro se educaron en colegios militares ni pasaron de generales a líderes políti-
cos, como Charles de Gaulle, Dwight D. Eisenhower, Juan Domingo Perón o Gamal
Abdel Nasser.
Las Fuerzas Armadas Revolucionaras (FAR) de Cuba representaron desde la
década de 1960, una puerta giratoria respecto de las instituciones políticas de
la Revolución, el Estado y el PCC. Prácticamente todos los ministerios —educación,
construcción, industria azucarera, transporte, comunicaciones, pesca, agricultura,
etcétera— fueron encabezados por dirigentes con grados militares, retirados o en
activo. Los miembros del secretariado del partido estuvieron a cargo de las rela-
ciones internacionales o del sector ideológico, mientras que los presidentes de la
Asamblea Nacional, fiscales generales o directivos de la Academia de Ciencias
tuvieron grados militares. Hace mucho tiempo que algunos de los más notables
estudiosos de Cuba identificaron esta índole peculiar de la dirigencia cubana con
el concepto de “soldado cívico”, como escribió Jorge Domínguez en Cuba: Order
and Revolution (1978).
Naturalmente, también hace tiempo que las FAR se profesionalizaron. Y aun-
que el liderazgo de la defensa y la seguridad siguen en manos de oficiales históri-
cos, ninguno de los jefes de los tres ejércitos cubanos bajó de la sierra, sino que se
formaron en academias militares y en las guerras africanas. Me pregunto cuántos
de los expertos sobre Cuba que mencionan el tema de los militares podrían iden-
tificar sus nombres.
La presencia de cuadros militares en tareas de la economía nacional y de las FAR
como institución dedicada a asegurar no solo “los cañones, sino los frijoles” —como
dijo Raúl Castro en 1994— tuvo un nuevo giro desde la crisis del periodo espe-
cial. Ahora bien, reconocerlo no implica convertirlos en la variable independiente
de un cambio político mucho más complejo. Adjudicarle al “legado normativo de
Raúl Castro el control militar de la economía” y considerar que “el régimen en Cuba
seguirá acorralado por la familia Castro y el ejército”, como señalan Javier Corrales y
James Loxton en su artículo “Adiós, hermanos Castro; hola, Partido Comunista”, de
The New York Times del 27 de febrero de 2018, resulta una tesis difícil de demostrar
con números y hechos.
En el último Buró Político elegido bajo la dirección de Fidel Castro en 1997,
formado por veinticuatro miembros, siete eran militares, sin contar al Segundo
Secretario del PCC, Raúl Castro. En el elegido por el VII Congreso (2016) había solo
cuatro, ninguno traído por Raúl, pues todos ya estaban en el Buró Político desde hacía
casi 20 años. Como vimos, la mayoría real (44%) en el gabinete de Raúl Castro estaba
formada por ingenieros y economistas, antes que por militares. De los quince minis-
terios económicos de ese gabinete, trece estaban a cargo de civiles y ninguno corres-
pondía ya al soldado cívico ni formaba parte de la generación histórica.
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Rafael Hernández
A reserva de calcular con cifras el peso real de las empresas de las FAR en la econo-
mía, la cuestión de fondo es política: en qué medida la autonomía gerencial de las ins-
tituciones militares en el sector público es una variable independiente en el sistema
político del nuevo modelo socialista.
Aunque los datos anteriores no aminoran el papel asignado a cuadros y empre-
sas militares en un gobierno que encabezó un general presidente (y actual Secretario
del PCC), es necesario entender a las instituciones armadas como segmentos de un
Estado y de estructuras de poder más complejas con las que se integran, según sus
funciones, en la defensa y la economía, su cultura organizacional, ideología, imagen
pública y reconocimiento ciudadano. Estas estructuras de poder no requieren hoy las
habilidades militares tradicionales, como el mando único, el principio de verticalidad
y obediencia, la concentración de decisiones en el Estado Mayor, el avance mediante
campañas, la concentración de fuerzas en dirección del golpe principal o la conquista
de objetivos estratégicos pagando costos muy altos, si así se determina.
Dada la sociedad cubana actual, su contexto real y los desafíos del desarrollo,
esas políticas (incluidas las económicas) se relacionan más con la descentralización,
la transformación del sector estatal para dar más autonomía y horizontalidad a sus
instituciones, la extensión del sector no estatal y el papel de los nuevos sujetos eco-
nómicos, la transparencia informativa, la capacidad para aplicar conocimientos a la
innovación, la evaluación informada de los problemas, la sustentabilidad, la valora-
ción de las repercusiones sociales y políticas en sectores sociales en desventaja, la
legislación eficaz y, muy especialmente, la participación ciudadana real. En estas y
otras capacidades, este poder político institucional (que antes asignaba tareas econó-
micas a las instituciones armadas y seguramente seguirá haciéndolo) deberá respon-
der a las necesidades de la transición.
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Por fin, la (real) transición política cubana
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Rafael Hernández
60 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Por fin, la (real) transición política cubana
que, además de la tierra, las aguas, el subsuelo, las minas, las vías de comunicación,
etcétera (artículo 15a), eran exclusivamente estatales “los centrales azucareros, las
fábricas, los medios fundamentales de transporte, y cuantas empresas, bancos e ins-
talaciones han sido nacionalizados y expropiados […] así como las fábricas, empre-
sas e instalaciones económicas y centros científicos, sociales […] que el Estado […]
construya, fomente o adquiera” (artículo 15b).
Además de recoger las formas de propiedad anteriores, el anteproyecto rede-
fine la privada como “la que se ejerce sobre determinados medios de produc-
ción, de conformidad con lo establecido”, sin otras especificaciones. En cuanto a la
estatal, se repite el párrafo del artículo 15a (tierras, aguas, minas, subsuelo, etcé-
tera), de la Constitución vigente, pero se suprime completamente el 15b (cen-
trales, fábricas, empresas, etcétera). La legislación posterior tendría espacio para
decidir cuáles de estos son los “determinados medios de producción” que podrían
privatizarse.
Sobre la propiedad de la tierra, la reforma (artículo 29) plantea que “se regula
por un régimen especial” y su venta “solo podrá realizarse con las limitaciones que
establece la ley”, lo que deja abierta la puerta para el traspaso de propiedad fuera del
marco familiar al que la restringe el régimen actual. Finalmente, se agrega un nuevo
artículo (22), según el cual “el Estado regula que no exista concentración de la propie-
dad en personas naturales o jurídicas no estatales”.
Por otro lado, queda claro que son legítimos el ingreso obtenido por la vía del
trabajo y la distribución de la riqueza que produzca (artículo 31). De lo anterior
se deriva que la nueva Constitución permitiría enriquecerse, pero no convertirse
en un gran propietario.
Respecto del sistema político, se mantiene el papel del partido, con ciertos añadi-
dos y supresiones: el PCC, “único, martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia
organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático, en la permanente
vinculación con el pueblo, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”
(cursivas mías, para señalar las adiciones). Se suprimió el papel del partido en el
“avance hacia la sociedad comunista”.
En cuanto al resto del sistema político, hay cambios importantes de estructura y
funcionamiento. La ANPP y el Consejo de Estado son elegidos de la misma manera
y mantienen las mismas atribuciones, pero ahora el presidente de la Asamblea lo
sería también del Consejo de Estado. Las antiguas atribuciones del presidente del
Consejo de Estado ahora son las del presidente de la República, identificado como
jefe de Estado. Las funciones del jefe de Gobierno, cargo que hasta ahora desempe-
ñaba simultáneamente el presidente del Consejo de Estado, se separan en el nuevo
cargo de primer ministro, subordinado directamente al presidente de la República.
Se elimina el eslabón de las asambleas provinciales en el sistema del poder popular
y se sustituye por un gobernador que dirige un consejo de presidentes e intendentes
administrativos municipales.
El sentido de estos cambios es diferenciar funciones, simplificar la estructura de
gobierno y su control, eliminar dobles subordinaciones y deslindar responsabilidades
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Rafael Hernández
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Reformas y desafíos
para Perú
Joel Díaz Rodríguez
E
l 21 de marzo de 2018, Perú vivió una crisis de gobierno que se saldó con la
renuncia del presidente Pedro Pablo Kuczynski ante la más que probable
aprobación de vacancia abierta por el Congreso. El hecho que forzó su
renuncia fue que la oposición difundió videos en los que negociaba con miembros
tránsfugas (liderados por Kenji Fujimori) del grupo mayoritario en el Congreso
(Fuerza Popular) su voto en contra de la vacancia, a cambio de indultar al expresi-
dente Alberto Fujimori, mientras que en otros arreglaba con miembros de su go-
bierno contratos de infraestructura para las regiones de los tránsfugas (como
recompensa), de los cuales se aducía que recibirían un porcentaje de los fondos
asignados. La sucesión constitucional fue ordenada, dirigida por el primer Vice-
presidente de Kuczynski, Martín Vizcarra, y sin grandes manifestaciones durante
los días de incertidumbre, indignación y decepción de la ciudadanía por la clase
política, en especial la del Congreso. El nuevo Presidente prometió un nuevo es-
tilo de gobierno y una mejor relación con el Congreso, de amplia mayoría oposi-
tora, y pidió que se sostuviera la legislatura hasta su conclusión en 2021.
El presidente Vizcarra enfrentó grandes desafíos pendientes. El primero consistió
en formar un gobierno capaz de establecer una nueva relación con un Congreso des-
acreditado, que en principio concedió una tregua de unos meses. Al nuevo gabinete
se le dio un carácter más político que técnico, a diferencia de los anteriores gabine-
tes de Kuczynski, para tratar de contentar a diversos sectores. No obstante, el resul-
tado ha sido un tanto forzado, puesto que entre los ministros siguen siendo mayoría
los técnicos y no hay mucha sintonía ideológica entre ellos (en mayo de 2018 se pro-
dujo la primera renuncia, del Ministro de Economía, por desacuerdos con el Primer
Ministro y con el Presidente). Además, parece que la tregua dada por el Congreso y
el fujimorismo para sortear el difícil panorama de ingobernabilidad durante la etapa
de Kuczynski se está acabando, a raíz del estallido de la crisis del poder judicial en
julio de 2018. Hasta entonces, el Presidente y el Primer Ministro habían mostrado
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Joel Díaz Rodríguez
una actitud concesiva hacia un Congreso dominado por un fujimorismo que lo toma
como de su propiedad y como caballo de batalla para condicionar al ejecutivo.
Esta situación ha puesto en claro que se necesitan reformas políticas para forta-
lecer la gobernabilidad, la transparencia y la institucionalidad del país. También se
tendrán que abordar otros retos, pues la estabilidad democrática y el crecimiento eco-
nómico de Perú desde principios de 2000 tocaron techo, y ahora hace falta diseñar
una nueva estrategia y emprender cuanto antes las reformas del marco institucional
y la estructura socioeconómica si se quiere seguir creciendo, pero con mayor calidad
e inclusión para colocar a Perú entre los líderes de la región. Todo esto precisará una
Administración Pública capaz de gestionar eficientemente los recursos y funcionarios
competentes que lleven a cabo esa tarea.
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Reformas y desafíos para Perú
Los casos recientes muestran también la inoperancia de los órganos internos de fis-
calización, como la Comisión de Ética, que protegen a los congresistas sujetos a una
sanción administrativa, si son del partido mayoritario.
El gobierno debe revisar la ley y presionar al Congreso para que renuncie a su
exención. La vigilancia de la Contraloría tiene mucho consenso entre la opinión
pública, y por esto hay margen para volver a poner el debate sobre la mesa, lograr una
mayor rendición de cuentas y terminar con la impunidad de la corrupción. Además, se
debe reformar el artículo 93 de la Constitucion y retirarse la prerrogativa de inmuni-
dad de los congresistas, para dejar actuar a la justicia cuando tengan causas pendientes
y para que la inmunidad del legislativo solo se aplique a las funciones parlamentarias.
Esta figura, que en Derecho Internacional se llama inmunidad relativa, dejaría fuera
los casos de corrupción y delitos cometidos en actividad privada, para que la justicia
actúe sin necesidad de la autorización del Congreso que, en la práctica, ha bloqueado
muchas autorizaciones cuando los señalados son miembros del partido fujimorista.
En segundo lugar está la reforma del sistema electoral, sobre la cual están de
acuerdo la ciudadanía y una gran parte de las fuerzas políticas, excepto el fujimo-
rismo. Así, la principal causa de la ingobernabilidad de los últimos 2 años ha sido
el Congreso salido de las elecciones de 2016. Por lo tanto, la demanda general pasa
por una renovación total del Congreso, lo que significaría nuevas elecciones, pero
dado el sistema actual, el resultado sería el mismo. El sistema termina por favore-
cer los clientelismos, al deberse el congresista a su provincia y a sus intereses loca-
les y no a su partido, lo que da lugar a luchas entre los candidatos y genera diferentes
campañas electorales de cada uno, en muchos
casos sin sintonía con la del candidato presiden-
cial. Es decir, no hay una campaña del partido,
Para la gobernabilidad
sino varias y poco coordinadas, lo que benefi- y la salud democrática
cia más a los candidatos con mayores recursos
y más financiación externa. Por tanto, se debe
del país, es necesaria
reformar el sistema electoral, eliminar el voto la institucionalización
preferencial y hacerlo más equitativo y menos
caciquil. Para lograrlo, se podría adoptar otro
de los partidos políticos.
sistema como el del método Sainte-Laguë, que
es más proporcional. La propuesta en general es volver a un modelo más partidista, ya
que el sistema actual promueve deslealtades y corrupción entre los congresistas, que
pueden obtener prebendas para su región y convertirse en el centro de mecanismos
clientelares. La reforma debe incluir listas cerradas de cada partido, integradas por
militantes con una antigüedad mínima y con un límite reducido de candidatos inde-
pendientes o invitados, que hoy ha sido más la regla que la excepción.
Un tercer problema es la falta de institucionalidad de los partidos políticos. El
régimen de Fujimori (de 1990 a 2000) acabó con el sistema partidista o la partidocra-
cia, ya bastante desacreditado por el hartazgo de la ciudadanía con los partidos tra-
dicionales de entonces. Esto ha dado lugar, en los últimos 25 años, a un cambio en la
manera de hacer política con la aparición de los partidos-lema: aquellos que se crean
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Joel Díaz Rodríguez
antes de cada elección, dejan en un último plano la base doctrinaria y sus posiciona-
mientos ideológicos (socialdemocracia, izquierda, democracia cristiana), adoptan un
nombre pegajoso y postulan figuras públicas o caciques locales —producto de ese
clientelismo del sistema electoral— que no tienen disciplina de partido y muchas
veces no comparten la misma ideología. Esto ha generado que haya mucho transfu-
guismo en el Congreso y que no existan cuadros ni estructura en los partidos para
ser alternativas de gobierno ni para ejercer una oposición responsable. Igualmente, el
gobierno y el Presidente no tienen un partido sólido que los apoye en el Parlamento
ni alternativas de cuadros formados que integren las carteras ministeriales, de modo
que se recurre a técnicos profesionales o personalidades, en muchos casos alejados del
ejercicio de la política.
La situación de ingobernabilidad de los últimos 2 años fue producto, en primer
lugar, de un Presidente cuyo partido, formado para las elecciones de 2016, era mino-
ritario en el Congreso y tenía poca sintonía con este. Por otro lado, los partidos cons-
tituidos sobre la marcha han fortalecido el populismo y han dado lugar a que Fuerza
Popular haya logrado una mayoría en el Parlamento más por su habilidad para apro-
vechar el sistema electoral que por su programa, al reclutar figuras locales sin vincula-
ción ideológica alguna y muchas veces sin la preparación profesional adecuada.
Por esto, para la gobernabilidad y la salud democrática del país es necesaria la ins-
titucionalización de los partidos políticos mediante la reforma de la Ley de Partidos
de 2003, para adaptarla a las necesidades actuales. Se debe exigir que cada partido se
dote de una estructura formal y real (y no nominal, como ahora en muchos casos) y
que estimule la formación de sus propios cuadros para elevar la calidad de la demo-
cracia. Por otro lado, debe haber democracia interna, para que se fomente el debate
y que los ciudadanos participen en la vida política. La reforma de la Ley de Partidos
Políticos debe incluir también reglas nuevas de financiación. En los últimos años ha
habido denuncias acerca de empresas constructoras que apoyan a candidatos y gobier-
nos para favorecer sus intereses. En este sentido, la ley debe penalizar el lavado de
activos para evitar prácticas de financiación de campañas electorales pues, aunque se
contempla en la legislación, no tiene suficientes bases legales para actuar y procesar por
dicho delito.
La reforma del poder judicial es otro de los grandes desafíos del Estado peruano.
Los casos de corrupción en las altas esferas y la falta de preparación de jueces de pri-
mera instancia e intermedios pasa factura a una sociedad que se encuentra impotente
ante un poder judicial y un sistema incapaz de dar satisfacción a sus demandas de
justicia. La opinión general es que la justicia está politizada y no es igual para todos.
Según de quien se trate, la justicia tiene diferentes resultados, lo cual se ha manifes-
tado en los tratos diferenciados dados a los expresidentes, políticos y empresarios
envueltos en casos de corrupción. Esto solo se explica por la estrecha relación clien-
telar entre la jerarquía judicial y ciertos partidos políticos que controlan o tienen más
influencia en el poder judicial, que tradicionalmente ha sido aprista. La realidad es
que aún hoy, una mayoría de los jueces tienen afinidades ideológicas y lazos de leal-
tad con el partido de la estrella y el fujimorismo.
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Reformas y desafíos para Perú
Otro tanto ocurre con el ciudadano común, pues también hay diferencias de trato
y de calidad en la administración de la justicia. Los continuos casos de corrupción y
delincuencia —muy en especial de violencia de género— no encuentran repuesta en
un poder judicial y una fiscalía que en sus instancias primarias distan mucho de cum-
plir las exigencias éticas y de calidad jurídica. En la última década, además de las difi-
cultades de la policía para reprimir y llevar a los infractores ante la justicia, vemos
como la fiscalía y el poder judicial no están atentos a la gravedad de los hechos, o por
falta de preparación y diligencia, liberan, no procesan o simplemente no encuentran
las razones jurídicas para castigar los casos flagrantes de delito. Así, se produce una
gran frustración en la sociedad, que ve la justicia aparatosa, cara e inútil. No es de
extrañar que en ámbitos rurales y zonas marginales esos delitos queden impunes o las
víctimas apliquen la ley del talión.
Una respuesta a este problema sería el establecimiento de una carrera judicial
profesional e independiente, que sirviera para elegir y formar a los jueces. Hoy, el
acceso a la magistratura no es un camino transparente, y en la selección no se aplica
el método más eficaz para comprobar los conocimientos de Derecho ni la ética de los
aspirantes. Así, si se quiere un poder judicial independiente y despolitizado —cosa
no mucho menos fácil en los países europeos con mayor tradición democrática—, se
debe crear una carrera judicial que seleccione a jueces jóvenes en concursos basados
en méritos, en el conocimiento de la ley en todos sus ámbitos y en la ética profesional,
y que la capacidad sea el punto de referencia. Además, se debe iniciar una reforma
urgente del órgano de gobierno de los jueces, el Consejo Nacional de la Magistratura,
que debe estar integrado por juristas elegidos entre los tres poderes por su trayectoria
profesional y probidad reconocidas, y no por una cuota de representación de diver-
sas corporaciones, como hasta ahora. Esta fórmula es perfectible, pero sin duda el
Consejo Nacional de la Magistratura y la fiscalía deben ser reformados cuanto antes,
más a raíz de los escándalos de corrupción de los últimos meses, para que la indepen-
dencia que la justicia requiere para ser equitativa venga de un órgano de gobierno
autónomo e íntegro.
También es fundamental el restablecimiento de una segunda cámara, un tema
menos comentado, pero no de menor importancia. Desde 1993 el poder legislativo es
unicameral, lo que ha dado todo el protagonismo al Congreso, que legisla y aprove-
cha su posición para oponerse al gobierno. Es necesario constituir un Senado para que
sirva de contrapeso y equilibrio en la función legislativa, sobre todo en un momento
en que el Congreso ha abusado de su poder. Por ejemplo, hoy el Congreso puede
modificar la Constitución sin tener que negociar y convencer a otra institución ni
enviar a una segunda lectura la reforma constitucional ni cualquier otro proyecto
legislativo. En la práctica, es el poder ejecutivo el que examina las leyes que salen
del Congreso (muchas, poco razonables y de baja calidad legislativa) y las devuelve
para que las modifique o no las aprueba. Es decir, el ejecutivo se ha convertido en esa
cámara de segunda lectura que, en el Derecho comparado, sería facultad del Senado.
La principal objeción a un Senado es que crearía más burocracia y podría dar lugar
a más clientelismos regionales. Lo cierto es que una segunda cámara, integrada por
Octubre/Diciembre 2018 67
Joel Díaz Rodríguez
representantes elegidos por cada región y que velara por sus intereses, restablecería
el equilibrio del poder, restaría protagonismo al Congreso, serviría de instancia revi-
sora y podría limitar los clientelismos locales al no depender solo de los congresistas
la defensa de los intereses de su provincia, sino de un grupo más amplio, con el que
no siempre coincidiría.
68 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Reformas y desafíos para Perú
gente tiene servicios y disfruta una calidad de vida que no se hubiera podido permi-
tir hace 15 años. La pobreza, que a comienzos del siglo XXI se encontraba en el 49%,
hoy es de aproximadamente el 20% (según cifras del Banco Mundial), lo que significa
un gran logro para el país. Pero sigue habiendo un 11% de la población que vive en la
pobreza extrema (3.41 millones de personas) y los habitantes de las zonas rurales y los
suburbios de Lima y otras ciudades no tienen educación, sistemas de salud ni servi-
cios públicos básicos, o son muy precarios.
Por otro lado, lo más llamativo de este auge peruano es la aparición de una clase
media que prefiere más el consumo que el ahorro y demanda mejoras en los servicios
públicos y bienes de tecnología de punta. Por primera vez en la historia económica
de Perú, el crecimiento económico se sostiene en la demanda interna, causa y conse-
cuencia de esa nueva clase media emergente con influencia en la sociedad, por lo que
podemos afirmar que el país vive una transición social y cultural. Ahora bien, como el
mayor problema sigue siendo la exclusión, es necesario propiciar las condiciones para
que se consolide esa nueva clase media que es vulnerable, ya que ante un cambio de
ciclo o una crisis podría volver al sector situado en el umbral de la pobreza.
El actual Presidente ha sido más consciente de la necesidad de ir a las provincias.
Hace falta llevar y fortalecer la presencia permanente del Estado en cada región y
provincia del país y construir la infraestructura necesaria para proveer servicios públi-
cos básicos. No obstante, además del liderazgo político y las buenas intenciones, se
requiere una administración pública capaz de responder a las necesidades de una ciu-
dadanía en expansión que demanda mayores servicios y de gestionar la compleja tarea
de llevar a cabo los programas del gobierno y ejecutar las políticas públicas. La inepti-
tud para administrar presupuestos y ejecutar políticas de seguridad, educación y salud
no produce el efecto deseado y, en gran medida, aminora su incidencia. Por otro lado,
la falta de una carrera de administración pública con vocación permanente y especiali-
zada, al estilo español o francés, hace más difícil contar con los recursos humanos ade-
cuados para planear, ejecutar y controlar la gestión. Lo paradójico es que hay dinero
y una política diseñada al más alto nivel, pero se falla en la ejecución, lo que hace que
el ciudadano no se beneficie.
A pesar de que la pobreza se ha reducido, de que hay una clase media emergente
en consolidación y de que han mejorado las condiciones de vida en general, los índi-
ces de violencia criminal y de inseguridad han aumentado alarmantemente y supo-
nen uno de los principales problemas para los ciudadanos y quizá el principal desafío
del Estado. Esto se debe, en primer lugar, a la debilidad del Estado para controlar y
erradicar a los grupos criminales, y es más notoria donde el Estado mismo no llega.
A esto se suma la incapacidad para gestionar e institucionalizar una policía eficaz. En
segundo lugar, hay una crisis moral y de valores en la sociedad, en el sentido de que
la violencia, el abuso y la falta de respeto por la vida han perdido objeciones. En ter-
cer lugar, el sistema judicial no sabe responder y castigar los delitos por la ineficacia
del sistema y sus agentes.
La corrupción es una lacra de vieja data, no solo en Perú sino en la región, y aun-
que en casi todos los países se han tomado medidas para combatirla, sigue siendo
Octubre/Diciembre 2018 69
Joel Díaz Rodríguez
endémica e impone costos a la hora de medir los éxitos de las políticas y el impacto
del desarrollo en muchas áreas de la sociedad. La raíz de la corrupción se encuentra
en el mismo corazón de la sociedad: en la pérdida gradual de valores entre la ciudada-
nía y en la tolerancia social, y por el poder respecto de determinadas prácticas. Este
es el principal problema, que engloba a los demás y que ha impedido el combate efec-
tivo a la inseguridad, la administración de la justicia y la gobernabilidad de las insti-
tuciones democráticas.
Finalmente, en política exterior el nuevo gobierno se enfrenta al reto inmediato
de conservar la imagen de estabilidad y la política seguida en la última década en
sus relaciones con Latinoamérica y en su política aperturista y de libre comercio. El
gobierno se propuso que la Cumbre de las Américas de Lima fuera el escenario para
afianzar esa nueva posición de avanzada, en especial respecto de la crisis venezolana.
Lo paradójico fue que el tema de la Cumbre era la lucha contra la corrupción como
medio de gobernabilidad democrática, justo en
La corrupción es una lacra un momento en que Perú más adolecía por estos
temas. Por otro lado, es necesario que Perú con-
de vieja data, no solo tinúe promoviendo los esquemas de integración
en Perú sino en la región. regional, pero que no se limite solo al comercio.
En estos tiempos en que la política internacio-
nal pasa por muchos desafíos y se reconfiguran
los espacios geopolíticos, Perú debe apostar por el fortalecimiento de la Alianza del
Pacifico y del sistema interamericano, el más institucional del continente. Asimismo,
debe promover una agenda común entre los países grandes de la región en temas de
mayor alcance mundial, para retomar el dialogo birregional al más alto nivel con otros
actores como, por ejemplo, la Unión Europea, suspendido a causa de la crisis venezo-
lana En este sentido es necesario mantener la política firme del Grupo de Lima hacia
el gobierno de Venezuela. También tiene que liderar la posición del grupo respecto a
los países que coquetean con el autoritarismo, presionar para que se resuelva el con-
flicto en Nicaragua y propugnar la democratización que se espera en Cuba próxima-
mente. Asimismo, Perú podría buscar y liderar el consenso para la reforma de la Carta
Democrática Interamericana a fin de establecer mecanismos más eficaces en casos de
desvíos del orden democrático en la región, especialmente si un gobierno no se apega
a la Carta.
CONCLUSIÓN
La última crisis del poder judicial peruano ha puesto de relieve la necesidad de
emprender una reforma interna de gran envergadura. Los desafíos siguen siendo los
mismos y, aunque se enfrentan, aún no se materializan resultados concretos. La eco-
nomía de Perú ha avanzado enormemente desde 1990, y desde el final del régimen de
Fujimori, en 2000, se fortaleció su estabilidad democrática, se mejoró el nivel de vida
de los peruanos y, sobre todo, se redujo la pobreza. Lo más sobresaliente es el cam-
bio social que el país ha experimentado en solo 18 años. Perú ha logrado consolidar
70 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Reformas y desafíos para Perú
Octubre/Diciembre 2018 71
Diálogo
La guerra comercial de Trump
Cinco batallas y una guerra
comercial
Valeria Mendiola y Valeria Moy
L
avadoras, paneles solares, acero, aluminio, motocicletas y miles de bienes
se encuentran en medio de una disputa comercial iniciada por Estados
Unidos, la economía más grande del mundo, y que, de manera extraña, se
siente víctima de abusos por parte de prácticamente todos los demás. El 28 de
junio de 2016, el entonces precandidato republicano a la presidencia de Estados
Unidos, Donald Trump, pronunció un discurso en Pensilvania en el cual culpó al
gobierno de William Clinton de haber firmado “el peor tratado comercial en la
historia de Estados Unidos”, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN). En su opinión, los países socios en el TLCAN —Canadá y México— ha-
bían abusado del trato comercial favorable que Estados Unidos les había conce-
dido, y anunció que no permitiría que tal situación continuara. En esa misma
tónica, se pronunció en contra de la participación de China en la Organización
Mundial del Comercio.
Las declaraciones fueron el inicio de una campaña basada en el lema “Estados
Unidos primero”, que fue recibida favorablemente por sus simpatizantes, sin darse
cuenta del todo de las implicaciones que tendría para sus actividades económicas.
Desde el punto de vista comercial, el hecho de que el valor de las importaciones de
Estados Unidos fuera 700 000 millones de dólares mayor al de las exportaciones era
preocupante y debía corregirse. Para el Presidente de Estados Unidos, tener un défi-
cit comercial es síntoma de pérdidas; para Trump, importar más de lo que se exporta
tiene una connotación negativa.
Los discursos de campaña, las interacciones en Twitter y las entrevistas fueron el
preámbulo de las disputas comerciales que desató Estados Unidos. El país que desde
sus orígenes había entendido la importancia del comercio para el desarrollo; el país
donde, gracias al comercio, el ingreso per cápita en las colonias durante el siglo XVIII
era al menos 50% superior al de Inglaterra; el país que había sido el principal promo-
tor de la reducción de barreras comerciales años después, lanzó una iniciativa protec-
cionista con la que intentaría cambiar las reglas del juego.
73 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Cinco batallas y una guerra comercial
En esta guerra comercial, que aún se vislumbraba lejana, todos los países serían
tratados como adversarios. El nuevo gobierno estadounidense abriría muchos frentes
de batalla con argumentos de seguridad nacional y de remediar abusos, aunque siem-
pre con el objetivo de disminuir el déficit comercial.
Las lavadoras y los paneles solares fueron los protagonistas de la primera bata-
lla. Estos dos sectores estadounidenses habían solicitado que se investigaran los efec-
tos adversos que tenían las importaciones en la industria local. Estas investigaciones,
consideradas en la sección 201 de la Ley de Comercio estadounidense, sirven de base
para que la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos le proponga al
Presidente medidas específicas para contrarrestar daños a la economía, usualmente la
imposición de aranceles o cuotas. Los gobiernos previos se habían negado a recurrir
a la sección 201 por temor a que terminara afectando a los consumidores con alzas de
precios o represalias de otros países; sin embargo, Trump rompió la tradición.
INICIA LA BATALLA
En enero de 2018, el gobierno de Trump impuso aranceles equivalentes a 8500 millo-
nes de dólares a los paneles solares y 1800 millones a las lavadoras (incluidas las proce-
dentes de México). En 2016, Estados Unidos importó lavadoras por 270 millones de
dólares y paneles solares por 1127 millones de dólares. Entre abril y junio de 2018, los
precios que pagan los consumidores estadounidenses por las lavadoras se incrementa-
ron 20%, el mayor aumento de los últimos 12 años.
La segunda batalla apeló a la seguridad nacional. Mediante la sección 232 de la
Ley de Comercio, que permite investigar el impacto de ciertas importaciones en
la seguridad nacional, en abril de 2017 se pidió que se examinaran dos industrias funda-
mentales, las del acero y del aluminio. En marzo de 2018, se anunciaron aranceles del
25% al acero y del 10% al aluminio a importaciones de alrededor de 48 000 millones de
dólares. El argumento de la seguridad nacional se refiere a la necesidad de no depen-
der de adversarios internacionales en sectores que son cruciales para la defensa del país.
Como la aplicación de los aranceles al acero y al aluminio afecta principalmente a eco-
nomías aliadas, el argumento fue meramente un pretexto para proteger a esas industrias
de la competencia internacional. Estados Unidos compró a Canadá, México y la Unión
Europea casi la mitad de sus importaciones de acero y aluminio en 2017. Únicamente
6% de las importaciones afectadas por estos aranceles provienen de China.
El gobierno estadounidense otorgó exenciones temporales a Canadá, México y
la Unión Europea como una concesión por tratarse de socios y para continuar las
negociaciones de tratados comerciales. Otros países, como Corea del Sur, negocia-
ron exenciones permanentes a cambio de la imposición de cuotas que fijaron un
límite a los montos que Estados Unidos puede comprarles. La cuota aceptada por
Corea del Sur redujo sus exportaciones de acero a Estados Unidos 21.2% respecto
del volumen de 2017. Las exenciones temporales de Canadá, México y la Unión
Europea vencieron en junio de 2018, lo que provocó la aplicación casi inmediata de
represalias.
Octubre/Diciembre 2018 74
Valeria Mendiola y Valeria Moy
75 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Cinco batallas y una guerra comercial
podría caer 1.5% y causar la pérdida de 195 000 plazas laborales en el país, de acuerdo
con un análisis realizado por el Peterson Institute for International Economics (PIIE).
Únicamente en estos rubros, el número de bienes sujetos a aranceles pasó de 18
a 10 000 en menos de un año. La repercusión en los precios ya comienza a obser-
varse, pero todavía no afecta notoriamente a los consumidores. Además, las medi-
das de represalia aplicadas por otros países han obligado al gobierno estadounidense
a destinar recursos para apoyar las pérdidas del sector agrícola, como subsidios para
el campo y compras gubernamentales de excedentes de producción.
EL TLCAN EN LA MIRA
Finalmente, la quinta batalla se libra por la negociación de acuerdos comercia-
les. En esta batalla entra la renegociación del TLCAN, el tratado que entró en vigor
en 1994 y que convirtió a Norteamérica en la región más competitiva del mundo.
Para cumplir con las promesas de campaña de Trump, la renegociación del TLCAN
comenzó el 16 de agosto de 2017. Los líderes negociadores comenzaron a reunirse
para modernizar el Tratado, aunque con distintos enfoques. Mientras que Canadá y
México iniciaron las negociaciones subrayando los beneficios del libre comercio, la
creación de cadenas de producción y la importancia de la certidumbre para las inver-
siones, Estados Unidos parecía tener un solo propósito: disminuir el déficit comercial.
Tras varias rondas de negociación trilateral y más de cinco semanas de pláticas
bilaterales entre Estados Unidos y México, el 27 de agosto de 2018 estos dos países
lograron un entendimiento, en principio para modernizar el Tratado. Los términos
de la renegociación no fueron los mejores. El gobierno estadounidense, enfocado en
un solo objetivo y rígido en su posición negociadora, ignoró muchas otras cifras que
reflejaban las medidas que podían incrementar la competitividad de la región, fomen-
tar la inversión y acelerar la creación de empleos.
El comercio libre de aranceles estimulado por el TLCAN ha sido un factor funda-
mental para la integración de las cadenas de producción en Norteamérica. El hecho
de poder producir bienes en los tres países
reduce los costos de las empresas, que pueden
Los términos de la adquirir bienes intermedios baratos. Por ejem-
renegociación del TLCAN plo, el 40% de los bienes importados de México
no fueron los mejores. por Estados Unidos son bienes intermedios. De
acuerdo con el PIIE, 10 de 205 industrias esta-
dounidenses compran a México más del 10% de
sus bienes intermedios, y estas mismas 10 industrias representan el 10% de las expor-
taciones totales estadounidenses.
Por otro lado, aunque usualmente se piensa en las cadenas de producción como
una ventaja exclusiva del sector manufacturero, también representan un activo para
los mercados agropecuarios. En 2014, casi el 80% de los cerdos importados de Canadá
por Estados Unidos tenían entre 8 y 12 semanas y eran criados con el maíz estadouni-
dense barato. Luego, se vendían en Estados Unidos y en el exterior. Además de la
Octubre/Diciembre 2018 76
Valeria Mendiola y Valeria Moy
77 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Cinco batallas y una guerra comercial
estados que han sido beneficiados por la creciente producción en este sector, particu-
larmente los localizados en el Bajío, lentificarán sus actividades en los próximos años.
Por ejemplo, Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro crecieron en gran parte por el
dinamismo del sector manufacturero, que tuvo una expansión del 9.1%, 7.7% y 7.5%
promedio anual en los últimos 5 años.
También deben reconocerse avances en algunas materias. Hace 25 años, cuando el
TLCAN entró en vigor, prácticamente no había comercio digital. Hoy, con las nuevas
reglas propuestas, se suprimirán los aranceles para cualquier compra en línea de bie-
nes digitales, desde software hasta videos y libros electrónicos.
Asimismo, la cláusula de terminación en la que insistía Estados Unidos, se convir-
tió una cláusula de revisión. Dentro de 6 años, los países miembros decidirán si debe
revisarse el Tratado, y luego se extenderá a otros 16 años.
Una de las mayores sorpresas de las guerras comerciales de Trump es que haya
incluido a Canadá y a México, aliados y vecinos, con los que celebra una cumbre anual
trilateral llamada “tres amigos”. El hecho de que el comercio entre los tres países se
cuadruplicara desde la entrada en vigor del TLCAN y, en el caso particular de Estados
Unidos y México, de que las exportaciones estadounidenses crecieran más de 200%
en términos reales, indicaban que el libre comercio funcionaba. El TLCAN original era
mejorable, pero la forma de hacerlo consistía en disminuir las barreras, no en aumen-
tar las restricciones.
En el libre comercio unos sacarán mayor provecho que otros, pero los benefi-
cios son mayores que los costos. Esa fue probablemente una de las premisas que el
gobierno estadounidense decidió no aceptar. Pasarán años para que puedan analizarse
los efectos sobre la economía de Norteamérica del nuevo Tratado, si es que se con-
creta, y de los aranceles impuestos en la guerra comercial. Unas empresas se ajustarán,
mientras que otras decidirán que las nuevas restricciones son más que los beneficios
y optarán por mudarse a otro lado.
Cualquiera que sea el desenlace, la política de desarrollo local deberá aprovechar
los frutos de tener un acuerdo con dos de las economías más grandes del mundo.
El próximo gobierno de México tendrá que empezar a aplicar las nuevas reglas
del Tratado, y también deberá fomentar la inversión y procurar que las ventajas del
comercio se hagan extensivas a otros sectores y otras regiones del país. En el diseño
local de la política económica deberá recordarse que el TLCAN no es una panacea y
que México no logrará aprovechar sus beneficios si no hay cambios radicales en la
regulación que favorezcan las inversiones y el crecimiento de empresas productivas,
si no se respeta el Estado de derecho y si no se invierte en capital físico y humano.
Octubre/Diciembre 2018 78
Aumenta la tensión
en la guerra comercial
La transición de poder y las relaciones
entre China y Estados Unidos
Yuanyuan Fang
E
l viernes 6 de julio de 2018, Estados Unidos comenzó oficialmente una
guerra comercial contra la República Popular China. El presidente Donald
Trump y sus asesores económicos de mayor nivel impusieron aranceles por
34 000 millones de dólares a los productos chinos. Esto provocó una reacción in-
mediata por parte del presidente chino Xi Jinping, que respondió a Trump po-
niendo aranceles por 34 000 millones de dólares a los productos estadounidenses.
Una miríada de problemas surge de esta guerra comercial en marcha que no solo
afectará las economías de China y Estados Unidos sino, potencialmente, el des-
arrollo económico y la estabilidad mundiales.
Pocas semanas después, en una segunda oleada de la guerra comercial, Trump
le pidió al representante comercial estadounidense Robert Lighthizer considerar el
aumento de los aranceles propuestos sobre los bienes chinos a un 25%, que representa
unos 200 000 millones de dólares. Cuando se les preguntó a los empresarios estado-
unidenses si existían países alternativos que pudieran remplazar a China, respondie-
ron negativamente, pero solo 10 de los 63 asistentes estuvieron de acuerdo en impo-
nerle aranceles. Además de productos de alta tecnología y aluminio, Estados Unidos
incluyó en la lista de aranceles autorizados en la discusión en audiencia pública bie-
nes como ropa y otros textiles, maletas, féretros, cunas, alhajeros, etcétera. El alcance
de la guerra comercial ha llegado al nivel de una guerra en gran escala. ¿Cómo con-
sidera Estados Unidos la posición irremplazable de China en esta guerra comercial?
¿Qué hay alrededor de esta guerra? ¿Cuál sería el impacto, tanto para China como
para Estados Unidos?
79 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Aumenta la tensión en la guerra comercial
Octubre/Diciembre 2018 80
Yuanyuan Fang
de res, puerco, frijol de soya, productos marinos y otros, que perjudicarán a quienes
viven de la pesca y la agricultura. Muchos agricultores del medio oeste y pescado-
res de Alaska verán disminuidas sus ventas debido a la pérdida de negocios. Esto se
hizo a propósito, con el objetivo de afectar el núcleo de las exportaciones estadouni-
denses. La guerra comercial puede verse, desde Estados Unidos, dirigida contra la
tecnología china, mientras que China se centra en los productos agrícolas estadouni-
denses. Con la expansión de los aranceles a los bienes de consumo común, el alcance
de la guerra comercial está pasando a otro nivel.
Los aranceles recientemente propuestos son de los más importantes a la fecha y
se vuelven muy relevantes especialmente porque vienen de un presidente que hizo
su campaña con base en la promesa de corregir el desequilibrio estadounidense en el
comercio mundial, en particular con China, y revitalizar la industria manufacturera
de su país. Por lo tanto, esta serie de políticas arancelarias es vista como la retórica
proteccionista de Trump llevada a la acción, pese a las inquietudes de los analistas y
economistas estadounidenses.
Sin embargo, cuando revisamos la historia de Estados Unidos, nos encontramos con
que el uso de la guerra comercial no es exclusivo de la presidencia de Trump. Estados
Unidos aplica una “ley del 60%” en la defensa
La actual guerra comercial de sus intereses, según la cual siempre que la
segunda economía más grande alcance alre-
no es tanto resultado dedor del 60% del tamaño de la estadouni-
dense, se lanzará un fuerte ataque contra ese
del proteccionismo Estado.
y el nacionalismo En la década de 1980, cuando la economía de
la Unión Soviética representaba más o menos
de Trump, sino de la el 60% de la de Estados Unidos, Washington
transición de poder entre apresuró un ataque estratégico contra Moscú,
específicamente al lanzar un programa de
China y Estados Unidos. defensa estratégica que cubría el sector espa-
cial y que sumergió a la economía soviética en
una serie de adversidades insalvables. A finales de la década de 1980, Japón se alzó
como la segunda economía del mundo y Estados Unidos emprendió guerras finan-
cieras y comerciales en su contra, con lo que logró sumirlo en una depresión de largo
plazo.
Actualmente, China ha pasado por 40 años de reformas económicas y ha
logrado progresos significativos en su desarrollo económico. En 2000, la econo-
mía china era equivalente aproximadamente al 11% de la estadounidense, pero en
2017 había crecido hasta representar el 65% de la de Estados Unidos. Entonces,
vemos que la historia se repite. En 2018, Estados Unidos lanzó una guerra comer-
cial contra China, tal como lo hizo con la Unión Soviética y Japón. Por lo tanto,
la guerra comercial en curso no es tanto resultado del proteccionismo y el nacio-
nalismo de Trump, sino más bien el resultado inevitable de la transición de poder
entre China y Estados Unidos.
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Aumenta la tensión en la guerra comercial
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Yuanyuan Fang
83 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Aumenta la tensión en la guerra comercial
CONCLUSIÓN
La guerra comercial actual comenzó con aranceles al acero, pero ahora ya se ha expan-
dido a un conflicto de gran escala que pone en riesgo el orden comercial vigente. Es
Octubre/Diciembre 2018 84
Yuanyuan Fang
debemos avanzar con la tendencia de los tiempos, estar a la altura de nuestra responsabi-
lidad y trabajar juntos para crear un futuro brillante de desarrollo […] deberíamos conti-
nuar alentando una economía abierta que nos beneficie a todos […] deberíamos
continuar aumentando la conectividad y conseguir un desarrollo interconectado. […]
En los últimos años, hemos explorado activamente formas de promover un desarrollo
inclusivo y hemos construido un fuerte consenso en torno a él.
Por lo tanto, para China, la actual guerra comercial representa tanto un reto como
una oportunidad de crecimiento futuro.
85 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Trump, Alemania
y la Unión Europea
Un conflicto sobre ruedas
Zirahuén Villamar
E
n marzo de 2018, 14 meses después de que Donald Trump asumió la presi-
dencia de Estados Unidos, que abandonó la negociación del Acuerdo Estra-
tégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP) con las economías
de la ribera del océano Pacífico y que dejó en el aire la Asociación Transatlántica de
Comercio e Inversión (TTIP), entre Estados Unidos y la Unión Europea, el Presi-
dente anunció el comienzo de un procedimiento de seguridad nacional, amparado
en la sección 232 del Acta de Expansión de Comercio de 1962, por el que el De-
partamento de Comercio estadounidense puede imponer aranceles a la importa-
ción de productos de acero y aluminio. Se trató de una medida unilateral,
desproporcionada y contraria al espíritu de libre comercio que Estados Unidos
abanderó por décadas.
En Alemania, la mayor economía de la Unión Europea, Martin Wansleben,
Presidente de la Asociación de Cámaras de Comercio e Industria Alemanas, el gre-
mio empresarial más grande del país, declaró al diario Handelsblatt: “El lema ‘Estados
Unidos primero’ será cada vez más una realidad”. ¿Cómo repercutió en Europa el con-
flicto comercial y político desatado por la medida unilateral estadounidense? ¿Cuál es
su trasfondo? Es importante analizar la forma en que Bruselas y Berlín han respon-
dido a la estrategia de Washington en la primera mitad de 2018.
Octubre/Diciembre 2018 86
Zirahuén Villamar
veintiocho países miembros, y esto incluye también la defensa comercial. Los paí-
ses por separado no negocian con terceros de forma bilateral, sino que lo hacen por
medio de la Unión Europea y junto con los otros socios. Como es una de las polí-
ticas que más evolucionaron en el sentido supranacional del proceso de integración
comunitario, en el entramado institucional europeo la Comisión Europea representa
a la Unión Europea, sus Estados miembros y sus intereses comerciales. De ahí que
los nombres del Presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y la Comisaria de
Comercio, Cecilia Malmström, se hayan vuelto familiares en las noticias y la biblio-
grafía especializada.
El anuncio original del presidente Trump y del Departamento de Comercio
excluía a Canadá y México (socios de Estados Unidos en el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, TLCAN), por lo que en la primera reacción oficial
de Bruselas (el 7 de marzo de 2018) se confiaba en que Washington no iba a imponer
tarifas a la Unión Europea, su principal socio y aliado político y de seguridad; y en
caso de que las aplicase, se declaraban listos para reaccionar al proteccionismo según
las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Con datos de la propia
OMC, en 2017 la Unión Europea fue la segunda economía del mundo respecto al PIB,
en tanto que Estados Unidos fue la primera. Si se combinan los volúmenes de sus
exportaciones, equivalen al 23.94% del mundo (15.22% y 8.74%, respectivamente),
y el 22.1% de las importaciones (14.72% y 13.37%). Estados Unidos es el principal des-
tino de las exportaciones de la Unión Europea (19.2%), y el segundo origen de sus
importaciones (13.5%, después del 19.9% de China). Además, la Unión Europea es el
mayor comprador de Estados Unidos (18.3%, empatado con Canadá), y su segundo
proveedor (18.5%, tras China con 21.8%). Estas cifras ilustran la importancia econó-
mica mutua, al igual que el papel central de ambos en la economía mundial, no obs-
tante los cambios drásticos del poder económico y la política mundial de las últimas
2 décadas.
Como señaló Barry Eichengreen, los aranceles son más importantes por su sig-
nificado simbólico que por su efecto real en la economía, unos 45 000 millones de
dólares en importaciones. Aun así, algunos países afectados por la primera etapa
de aplicación de la medida negociaron bilateralmente con Estados Unidos ejercer res-
tricciones voluntarias a sus exportaciones para no ser sujetos de la imposición (por ejem-
plo, Argentina y Brasil en Latinoamérica). El 1 de mayo de 2018, Washington declaró
que al cabo de un mes se aplicarían los aranceles a las importaciones procedentes de la
Unión Europea, por lo que Bruselas concertó un plan de medidas que compensaran
el costo de la maniobra estadounidense, siguiendo la guía de la OMC, adonde llevó su
caso para que resolviera la controversia interpuesta sobre este asunto. La reacción de la
Unión Europea representa en el corto plazo unos 2800 millones de euros a las importa-
ciones provenientes de Estados Unidos; sin embargo, Bruselas estima que el daño total
de los aranceles estadounidenses asciende a 6500 millones de euros, por tanto, tendría
todavía 3600 millones de euros que compensar en los próximos 3 años o antes, si la
OMC resuelve así la disputa. En un gesto simbólico, la Comisión Europea determinó en
su procedimiento ante la OMC que los productos estadounidenses por gravar incluyan
87 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Trump, Alemania y la Unión Europea
algunos típicamente estadounidenses, que más que sensibles son representativos, como
las motocicletas Harley-Davidson, el bourbon o la crema de cacahuate, o bien se pro-
ducen en regiones donde el apoyo popular a Trump lo
envalentona.
El 23 de mayo de 2018, el gobierno estadounidense Los aranceles son
anunció además el inicio de investigaciones para deter- más importantes
minar la amenaza a la seguridad nacional que supone
importar automóviles, puesto que “debilitan su econo-
por su significado
mía” y “erosionan la industria local”, según el comunicado simbólico que por su
del Departamento de Comercio. Bruselas redobló el diá-
logo con Washington para exponer su punto de vista y
efecto en la economía.
dejar en claro que escalar el conflicto comercial hasta una
de las principales manufacturas industriales europeas sería violatorio de las reglas de
la OMC y faltaría a cualquier análisis sensato de la seguridad nacional.
Octubre/Diciembre 2018 88
Zirahuén Villamar
bienestar que aporta por sus efectos en las organizaciones y los intereses de empresa-
rios y trabajadores, así como en los salarios. En julio de 2018, el filósofo Julian Nida-
Rümelin repasó en una carta dirigida al diario berlinés Tagesspiegel el futuro de la
formación profesional en Alemania y recordó que, a diferencia de Francia o el Reino
Unido, Alemania es un país que no se desindustrializa, y ello tiene implicaciones no
solo para la educación, sino también para la creación de valor, el trabajo y su relación
con el vecindario europeo y con el mercado mundial. En efecto, Alemania es la ter-
cera potencia exportadora del mundo (detrás de China y Estados Unidos), y el valor
de sus exportaciones equivalió en 2017 a poco más del 46% de su PIB. Para un país de
82.7 millones de habitantes, esa posición mundial es elocuente de su estructura eco-
nómica y su relación con otras economías.
Varios autores señalan que la posición normalmente superavitaria de la balanza
comercial germana es un motivo de presunción (y de ganancias) para los empresarios
alemanes, y de orgullo (aunque con salarios estancados, a menos que trabajen en las
industrias exportadoras) para los trabajadores; y al mismo tiempo, el saldo a favor de
Alemania es un tema problemático para sus socios y sus vecinos. Se trata de uno
de los desequilibrios globales de los que tanto hablaban los economistas antes de la
crisis de 2008, y una década después, la solución aún no está a la vista. Como advierte
Heribert Dieter (de la institución asesora del gobierno alemán Stiftung Wissenschaft
und Politik), los superávits comercial y de capital alemanes están provocando “refle-
jos proteccionistas” en otros países. La maniobra arancelaria estadounidense podría
crear un momento adecuado para que Alemania realizara ajustes a la economía nacio-
nal mediante, por una parte, políticas dedicadas a aliviar la presión política externa
por los superávits, y por la otra, medidas para resolver los problemas internos de
escasa inversión o de una carga impositiva excesiva sobre los trabajadores, y no sobre
las ganancias de capital.
LA INDUSTRIA ALEMANA
La relación de Alemania con los automóviles tiene ya una historia y es motivo de jac-
tancia: Karl Benz inventó el automóvil como hoy lo conocemos y Rudolf Diesel ideó
un motor y un combustible. Lo mismo puede decirse de Estados Unidos: Henry
Ford no solo fabricó automóviles, sino que la forma de organizar la producción
llevó al capitalismo a un nuevo nivel de desarrollo. La colaboración entre las empre-
sas automovilísticas y el gobierno alemán es muy conocida y se puso de manifiesto
una vez más en 2015, cuando estalló en Estados Unidos el escándalo de los vehícu-
los Volkswagen con motor diésel que en las pruebas falseaban la información de
emisiones contaminantes gracias a la programación de un algoritmo en las compu-
tadoras internas. Para Berlín, no fue solo un asunto de cuidar el medioambiente (que
forma parte de la agenda del gobierno, aunque con muchas irregularidades), sino tam-
bién una delicada cuestión política: el estado federado de Baja Sajonia es propietario
del 11.8% de las acciones de Volkswagen AG, paraguas de otros fabricantes de autos de
lujo como Audi y Porsche. En el listado Global 500 de la revista Fortune con las
89 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Trump, Alemania y la Unión Europea
empresas más grandes del mundo por sus ingresos anuales, Volkswagen ocupa el sép-
timo lugar. En decimosexto lugar está Daimler (fabricante de Mercedes Benz), en el
vigesimoprimero y vigesimosegundo, General Motors y Ford, mientras que BMW se
ubica en el quincuagésimo primero. De una u otra forma, el sector automovilístico es
estratégico para esos países.
Cuando Trump anunció el procedimiento de la sección 232, en la economía ale-
mana se encendieron los focos rojos. El diario especializado en temas económicos
Handelsblatt —como muchos otros medios públicos y privados alemanes— se refirió
a un discurso de Trump en Pittsburgh: si la Unión Europea reaccionaba a los nuevos
impuestos al acero y al aluminio provenientes de Europa, él multaría a Mercedes-Benz
y BMW. Esta declaración despejó dudas sobre el destinatario de la medida arancelaria:
iba dirigido a Alemania. Aunque formalmente Bruselas es la encargada comercial de
la Unión Europea, sería ingenuo pensar que el peso relativo de Alemania en la eco-
nomía europea y mundial no cuenta a la hora de tomar decisiones sobre esa política
comercial común. En el caso de los aranceles al acero y al aluminio, la respuesta de la
Unión Europea tuvo que ser preparada con el acuerdo de los Ministros de Economía
y la Comisión Europea. Sin embargo, la impresión entre los integrantes de las clases
empresarial y económica alemanas es que los encargados de defender la columna ver-
tebral del modelo económico alemán no son ellos mismos, sino los funcionarios de
Bruselas y —en última instancia— las reglas de la OMC. Aquí se asoma, nuevamente,
la importancia de los regímenes internacionales para un Estado comercial.
La Asociación de la Industria Automovilística (VDA) reúne a las armadoras alema-
nas de automóviles, vehículos de carga y de pasajeros, y a la cadena de suministros del
sector. Desde el amago de Trump sobre la imposición de los aranceles a la importa-
ción de acero y aluminio, el Presidente del gremio ha hecho declaraciones públicas y
ha señalado que las medidas proteccionistas anunciadas son perjudiciales para todos.
Si la justificación de Trump es defender a los estadounidenses y sus puestos de tra-
bajo, en Berlín insistieron en que las empresas alemanas asentadas al otro lado del
Atlántico emplean directamente a 36 500 trabajadores (16% más que en 2013) y hasta
80 000 más en la cadena de proveedores. Si el pretexto es la balanza comercial, las
empresas alemanas han aumentado su producción en territorio estadounidense hasta
804 000 automóviles en 2017, mientras que exportaron a ese país 494 000 (25% menos
que en 2013). De todos los vehículos que las empresas de la VDA fabrican en Estados
Unidos, 430 000 son exportados fuera de la zona del TLCAN. El gremio insistió en
que todos los países deben asumir las reglas de la OMC, y en ese mismo marco debe-
rían resolverse las disputas comerciales. Los empresarios también se encuadran en la
teoría del Estado comercial que apoya los regímenes internacionales porque se bene-
ficia ampliamente de las condiciones que ofrecen para su desarrollo nacional. El 1 de
mayo de 2018, con el anuncio oficial de Washington de que iba a imponer las tarifas,
la VDA calificó la decisión como “incomprensible e inapropiada en la era de la globali-
zación. No parece que la decisión haya seguido ningún razonamiento lógico”. Parecida
fue la opinión de Jean Pisani-Ferry, del grupo de expertos Bruegel: con Trump como
presidente, abundan las teorías racionales que tratan de explicar su aparentemente
Octubre/Diciembre 2018 90
Zirahuén Villamar
A finales de mayo de 2018, la prensa informó que en una reunión entre Trump y el
presidente de Francia Emmanuel Macron, el primero dijo que las sanciones arancela-
rias seguirían hasta que ningún Mercedes-Benz circulara por las calles de Nueva York.
Hans-Werner Sinn, uno de los economistas más reconocidos de Alemania —invi-
tado frecuente a comentar sobre temas económicos nacionales y sus vinculaciones
externas— y famoso por su posición hiperliberal, recomendó que la Unión Europea
no respondiera a la provocación estadounidense con un aumento de aranceles o cuo-
tas, porque, de hecho, la Unión Europea ya es bastante proteccionista y, además de
escalar el conflicto, lastimaría el bienestar de los consumidores europeos. Por el con-
trario, sugería a Bruselas bajar las tarifas a las importaciones de productos agrícolas
e industriales, lo que tendría un doble resultado: dar a Trump la oportunidad de ven-
derles un triunfo a sus votantes y reducir los precios finales de los productos para los
consumidores europeos.
Desde hace varios años, estudiosos de la política en Alemania han señalado que
la canciller Merkel no acostumbra pronunciarse sobre un tema corriente sino hasta
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Trump, Alemania y la Unión Europea
que es impostergable, que se toma su tiempo y deja que sean los ministros federales
—de su partido o no— y el vocero del gobierno federal Steffen Seibert los que opi-
nen públicamente. Así, Seibert declaró el día previo a la entrada en vigor de los
aranceles: “Consideramos que esta medida unilateral es ilegal y que no se sostie-
nen las razones de seguridad nacional declaradas”. El 1 de junio de 2018, el Ministro
Federal de Relaciones Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas, dijo: “La respuesta
correcta al Estados Unidos primero es una Europa unida”. En el caso de las tari-
fas estadounidenses, que además es un tema que compete a la Comisión Europea,
Merkel se expresó un mes más tarde, en julio, al afirmar que Alemania estaría dis-
puesta a revisar los aranceles a la importación de automóviles, pero eso solo sería posi-
ble en conjunto con los otros países miembros de la Unión Europea, y de consensarse
entre los veintiocho, sería concedido de forma generalizada y no solo para los vehícu-
los provenientes de Estados Unidos, tal como marca el principio de nación más favo-
recida estipulado en las reglas de la OMC. También en la primera semana de julio
de 2018, durante el debate sobre el presupuesto en el Bundestag, la canciller Merkel
abogó por desactivar el conflicto entre Estados Unidos y la Unión Europea a fin de
evitar que se convierta en una verdadera guerra.
De igual manera, indicó que la solución requiere
cooperación de todas las partes: Berlín, la Unión Merkel abogó por
Europea y Washington. Merkel también criticó desactivar el conflicto entre
la visión mercantilista de Trump: el comercio
de bienes no es todo en la relación económica Estados Unidos y la Unión
trasatlántica, pues también están los servicios Europea para evitar
y los flujos financieros, de forma que Estados
Unidos es superavitario en esa balanza. que se convierta en una
Para muchos observadores alemanes, queda verdadera guerra.
claro que la disputa de los aranceles estadouni-
denses va más allá de un diferendo comercial.
La interpretación que se da en diversas instituciones es mucho más estratégica y
asume que la escaramuza comercial iniciada por Trump forma parte de una apuesta
más amplia y más peligrosa. Con el mismo tono con el que Trump acusa a la poten-
cia comercial alemana, culpa a los alemanes de irresponsabilidad en el campo de la
seguridad: Alemania no contribuye lo suficiente a su defensa (y por la membre-
sía en la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, a la defensa colec-
tiva). El acuerdo entre los miembros es que destinen el 2% de su PIB a defensa,
aunque Alemania alcanza ahora solo el 1.2% (Stefan Theil describe la apariencia de la
Bundeswehr en su artículo en Foreign Affairs Latinoamérica, vol. 18, núm. 1). Durante
la cumbre de la OTAN el 11 y 12 de julio en Bruselas, Trump escribió en Twitter que
Alemania era rehén de Rusia y por eso no aumentaba su gasto de defensa. El ministro
de Relaciones Exteriores Maas le respondió que su país es un garante del mundo libre
y asume su responsabilidad dentro de la OTAN, aunque de otras formas. A ese frente
se puede añadir la designación y, especialmente, las declaraciones de Richard Grenell,
Embajador de Estados Unidos en Berlín desde mayo de 2018. A principios de junio
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Zirahuén Villamar
hizo unas declaraciones muy polémicas al medio de extrema derecha Breitbart: dijo
que quería empoderar a otros movimientos y líderes conservadores reaccionarios de
Europa. Antes que hacer un escándalo, el gobierno federal alemán pidió que se acla-
rara el comentario. Muy distinta fue la reacción de Martin Schulz, Expresidente del
Parlamento Europeo y excandidato socialdemócrata en las elecciones de septiembre
de 2017, que había propuesto como lema de campaña el calco “Make Europe Great
Again”. Schulz dijo “Grenell no se comporta como un diplomático, sino como un fun-
cionario colonial de extrema derecha”.
Así, la relación trasatlántica se ha vuelto un circo de tres pistas: pugna comercial,
OTAN, Grenell. Esos ejemplos bosquejan el ambiente que se percibe en Alemania.
Por lo tanto, nadie que siga de cerca lo que ocurre en Berlín se sorprendió de verdad
por el mensaje de la canciller Merkel el 10 de mayo de 2018, al entregar en Aquisgrán
el premio Carlomagno a Macron: “Demasiados grandes conflictos tienen lugar a las
puertas de Europa. Además, ya Estados Unidos no nos protege, sino que Europa
debe tomar su destino en sus propias manos. Esa es la tarea del futuro”.
93 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Trump, Alemania y la Unión Europea
buena señal de que el conflicto aduanero aminora, y que pueden evitarse nuevos aran-
celes y barreras no arancelarias, y —aún más importante— una guerra comercial.
Nuevamente invocaron a la OMC y sus reglas, y hablaron de retomar las negociacio-
nes del TPP. El BDI se alegró de que se hubiera metido el “freno de emergencia” en
la disputa comercial.
En efecto, la economía alemana respira aliviada porque, por ahora, se descarta un
castigo arancelario a su industria automotriz. Pero los problemas no están resueltos,
pues si algo ha quedado claro desde que inició del gobierno de Trump, es que todo
es posible en su ánimo, su discurso, sus dedos veloces en Twitter y las decisiones que
toma. A eso podría sumarse el calendario político del Congreso estadounidense y las
elecciones de noviembre de 2018 para renovar la Cámara de Representantes y un ter-
cio del Senado.
CONCLUSIONES
El acuerdo básico alcanzado con la Unión Europea el 25 de julio de 2018 abre una
salida, pero no es una garantía. Alexander Mattelaer, del grupo belga de especialis-
tas Egmont, propuso que en vez de enfrascarse en un debate sobre las expresiones de
Trump, como cuando calificó a la Unión Europea de enemigo, Europa tendría que
dedicar sus energías a pensar qué fuerzas han llevado a un individuo como el actual
Presidente estadounidense al poder, y luego a asumir esas posiciones frente al resto
del mundo. Esa propuesta tiene mucho sentido, en especial para Alemania.
Quien hoy es el Presidente Federal alemán, Frank-Walter Steinmeier, escribió en
Foreign Affairs Latinoamérica (vol. 17, núm. 3) que su país no puede negarse a asumir
las responsabilidades de su mayor peso económico y político en Europa y en el resto
del mundo, y que estaba consciente del rechazo de los vecinos europeos a la posición
aventajada de Alemania durante y después de la crisis del euro. Aunque el entonces
Ministro Federal de Relaciones Exteriores hablaba de política exterior, es claro que la
política económica exterior también tiene que guiarse por los principios de liderazgo
“responsable, contenido y reflexivo” que predicaba.
Será cuestión de tiempo para que surja otro país que reclame a Berlín compen-
sar de alguna forma sus superávits, y también para que dentro de Alemania otras
fuerzas (muy probablemente el pujante partido de extrema derecha Alternativa para
Alemania) exijan un cambio de las políticas que afianzan a un campeón económico
global a costa de contener beneficios e inversiones para la población. Un sondeo publi-
cado en abril de 2018 por la fundación Bertelsmann apunta en esa dirección: el 70%
de los alemanes considera que el crecimiento del libre comercio es fundamentalmente
positivo (atribuible al relato del orgullo de campeón), el 52% cree que el gobierno
federal alemán no protege lo suficiente a sus ciudadanos de los efectos negativos de
la globalización, y el 57% desearía que (pese a la posición de campeón exportador) el
gobierno protegiera a la economía de la competencia externa. Además, el 53% opina
que la inversión extranjera en Alemania es positiva, pero el 63% considera desventa-
josas las adquisiciones de empresas alemanas por empresas extranjeras.
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Zirahuén Villamar
95 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Mundo
y la diplomacia
Secretaría de Relaciones Exteriores. Además, fue
representante de México en misiones interna-
cionales sobre desarme y la mujer, y Presidenta
del grupo de trabajo para la II Conferencia
Entrevista con para la Entrada en Vigor del Tratado de
Prohibición Completa de Ensayos Nuclea-
Olga Pellicer res. Tiene una extensa obra publicada y cola-
bora en diversos medios de comunicación,
Jordi Bacaria Colom como la revista Proceso. Sígala en Twitter en
@olgapellicer.
Ante el complejo escenario internacional actual,
se requieren voces de la academia y la diploma- Foreign Affairs Latinoamérica – ¿Cómo
cia que ayuden a entender cómo llegó el mundo surge su vocación por las Relaciones Inter-
al punto de ebullición en el que se encuentra. nacionales? ¿Sus estudios en París influ-
Por ese motivo, y a manera de homenaje a una yeron en su transición de la academia a la
larga trayectoria en el ámbito de las Relaciones diplomacia?
Internacionales, el Director de Foreign Affairs Olga Pellicer – El hecho de que haya sido
Latinoamérica conversó con la profesora Olga diplomática en una etapa de mi vida, quizá
Pellicer sobre su paso de la academia —su voca- la más extensa, ha llevado a generalizar y
ción— a la diplomacia, acerca de algunos de verme como una diplomática, cuando en
los temas internacionales en los que ha traba- realidad mi vida profesional empieza y con-
jado durante su carrera y sobre los retos de polí- tinúa como académica. Mi historia profe-
tica exterior de la nueva presidencia de México. sional comenzó en el Centro de Estudios
Pellicer es una reconocida académica mexicana Internacionales de El Colegio de México
con una larga actividad diplomática y actual- (Colmex), que tenía unos 3 años de haber
mente ejerce como profesora en el ITAM. Ha sido iniciado sus labores, por lo que me consi-
profesora en la Universidad Nacional Autónoma dero casi como una de sus fundadoras. Ahí
de México, en el Centro de Investigación y me formé como internacionalista, pese a
Docencia Económicas y en El Colegio de México. que obtuve en Sciences Po un certificado
Fue Directora del Instituto Matías Romero y de Estudios Políticos y cursé la maestría en
Embajadora de México en Grecia y en Austria, el Instituto Universitario de Altos Estudios
donde además fue Representante Permanente Internacionales.
ante los Organismos Internacionales con sede En realidad, comencé mi formación aca-
en Viena. Fue Embajadora Alterna ante las démica cuando entré en el Colmex y di
mis primeros cursos, que fueron Derecho
Internacional y Organismos Internacionales.
No hay nada mejor para ser académico que
JORDI BACARIA COLOM es Director de Foreign dar clases; obliga a ordenar tus ideas y los
Affairs Latinoamérica. Sígalo en Twitter en conocimientos adquiridos. En el Colmex
@bacaria_ jordi. Esta entrevista ha sido editada
y resumida para ajustarse al formato de la publi- me inicié también en la investigación,
cación. escribí mis primeros artículos y empecé a
97 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Entre la academia y la diplomacia
ver los problemas internacionales desde una entre política interna y política exterior.
óptica esencialmente mexicana y latinoa- Quería explicarme cómo la estabilidad del
mericana. Publiqué mis primeros artículos, régimen político interno y sus experiencias
que dediqué al estudio de los organismos históricas conducían a cierta política exterior,
internacionales, en la revista del Centro de y también cómo dicha política proporcio-
Estudios Internacionales del Colmex, Foro naba un prestigio que ampliaba la estabilidad
Internacional, pero poco a poco me acerqué a y el margen de maniobra del gobierno, aden-
la política exterior de México y a un campo tro y afuera. Escogí como caso de estudio
muy específico, la relación entre política nuestra política hacia la Revolución cubana
interna y política externa. durante sus primeros años. El resultado fue
En 1963, cuando llegué al Colmex, el libro México y la Revolución cubana (1972),
México se distinguía del resto de los países que analizaba la política interna y la polí-
de Latinoamérica por la estabilidad de su sis- tica exterior durante el gobierno de Adolfo
tema político. Si pensamos que era la época de López Mateos. En su momento, esta obra
la Guerra Fría, que México estaba dentro se hizo muy famosa porque incorporó nue-
de la zona de influencia de Estados Unidos, vas formas de análisis de la política exterior
que la mayoría de los países latinoamerica- mexicana, tradicionalmente analizada por
nos eran muy inestables o tenían dictadu- profesionales de la diplomacia.
ras militares, la estabilidad mexicana era una
diferencia positiva. FAL – Sin embargo, hay una transición de
México tenía una política exterior muy la academia a la diplomacia. ¿En qué cir-
predecible que adoptaba posiciones en tér- cunstancia se da este giro en su quehacer
minos jurídicos asentados en principios de profesional?
carácter defensivo: no intervención, auto- OP – Después de 15 años en el Colmex como
determinación, igualdad jurídica de los profesora e investigadora, así como editora
Estados, solución pacífica de controversias, y colaboradora de Foro Internacional y orga-
etcétera. Esa política fue constante durante nizadora de diversos seminarios, comencé
muchos años y le dio al país una personali- a enfocarme en la relación bilateral con
dad internacional que inspiraba respeto. Estados Unidos, por lo que escribí varios
México se atrevía a disentir de Estados artículos sobre el tema. En aquel enton-
Unidos en los foros multilaterales, tanto en la ces, al Secretario de Educación, Fernando
Organización de las Naciones Unidas (ONU) Solana, una persona que influyó mucho en
como en la Organización de los Estados mi vida como funcionaria pública, le intere-
Americanos (OEA). Eso se logró por la con- saba mucho la relación con Estados Unidos,
gruencia y la solidez de la argumentación, y me pidió que, desde mi punto de vista aca-
pero también porque el carácter predecible démico, le ayudara a definir cuál sería la fun-
de su posición le daba margen de acción. En ción que le debía otorgar a la recién creada
efecto, Estados Unidos sabía que había cier- Dirección General para la Relación con los
tos proyectos de resolución que México no Mexicanos en el Extranjero que se trataba, en
aceptaría si no incorporaban, por ejemplo, su realidad, de la atención a los mexicanos que
tradicional apego a la no intervención. se encontraban en Estados Unidos. Aunque
Esa situación excepcional me alentó a no de forma explícita, hubo el acuerdo
hacer un estudio más serio sobre la relación de que, a cambio de mi colaboración, se le
Octubre/Diciembre 2018 98
Jordi Bacaria Colom
daría al Colmex una partida especial para habíamos pasado un par de sabáticos que ha-
el estudio de Estados Unidos. Estuve algu- bíamos disfrutado mucho. En resumen, el
nos meses con el Secretario de Educación, aspecto familiar se arregló y, con el propósito
durante los cuales creé, entre otras cosas, un de no prolongarla más de 3 años, emprendi-
programa de formación de profesores para mos la aventura.
la enseñanza de lectura y escritura en espa- No tiene caso recordar las múltiples cir-
ñol a niños mexicanos en Estados Unidos. cunstancias por las que esa aventura duró
Hasta hace poco el programa seguía exis- 18 años. Quizá la muerte inesperada y trá-
tiendo. Luego regresé al Colmex y, gracias gica de mi compañero fue un factor para no
a una nueva partida presupuestal, coordiné desear volver a México. Fue así como me
en el Centro de Estudios Internacionales un convertí en “la embajadora Pellicer”, título
programa para el estudio de Estados Unidos. que se mantiene a pesar de mis esfuerzos por
Más adelante, en 1981, Trinidad Martí- señalar que, al no haber sido embajadora de
nez Tarragó, fundadora del Centro de In- carrera, no lo merezco.
vestigación y Docencia Económicas (CIDE), En mí paso por la SRE tuve diversas res-
me invitó para que la ayudara a establecer el ponsabilidades. Todas fueron enriquecedo-
Departamento de Estudios Internacionales ras, pues me permitieron ver las relaciones
en esa institución. Tuve el honor de ser la internacionales desde un ángulo distinto
creadora de dicho departamento. Colaboraba al que las había estudiado. Sin embargo, la
muy estrechamente con el Instituto de perspectiva académica en la que me había
Estudio de Estados Unidos, que había sido formado fue muy útil para ayudarme a inter-
establecido bajo la dirección de Luis Maira, pretar ciertos momentos. La etapa más
inolvidable académico chileno que mucho ha interesante fue, sin duda, mi papel como
contribuido a los estudios internacionales en Embajadora Alterna ante la ONU en Nueva
México. York de 1988 a 1992. Desde la terraza mara-
En esos años, llegó a la presidencia villosa que proporcionaba esa Organización
Miguel de la Madrid, quien nombró canci- presencié el fin de la Guerra Fría, la caída
ller a Bernardo Sepúlveda, que había sido del muro de Berlín, la disolución de la Unión
mi colega y buen amigo en el Colmex. El Soviética, la transformación de las relaciones
mismo cambio de gobierno provocó que de poder entre antiguos rivales y la gestación
Trinidad saliera del CIDE, lo que restó entu- de una nueva agenda para conducir los traba-
siasmo a mi trabajo en esa institución. Estaba jos de la ONU. Fue una gran tarea explicarme
a punto de regresar al Colmex cuando surgió a mí misma, a los colegas de la delegación
una tentación: Bernardo Sepúlveda me sugi- mexicana y a las autoridades de la SRE lo que
rió dar un giro temporal a mis actividades estaba ocurriendo. Encontré particularmente
ofreciéndome el puesto de embajadora en difícil sugerir cómo debía ubicarse México
Grecia. Lo recibí como un ofrecimiento muy en el nuevo mapa político que se estaba ges-
grato que aún agradezco. El acuerdo fami- tando. Para un país tan apegado a versiones
liar no fue fácil, por inesperado y sorpresivo. estrictas de la soberanía y la no intervención
Mi compañero, Tomás Brody, era un aca- en asuntos internos de los Estados, los
démico distinguido que, por azar, tenía un cambios ocurridos en tales conceptos al
sabático disponible, mis hijos veían la opor- finalizar la Guerra Fría fueron difíciles de
tunidad de estudiar en Inglaterra, donde ya asimilar.
99 F O R E I G N A F FA I R S L A T I N O A M É R I C A · Volumen 18 Número 4
Entre la academia y la diplomacia
FAL – En medio de esta experiencia tan enri- Brasil) y también teníamos, mediante rigu-
quecedora, ¿cómo fue su llegada al Instituto rosos concursos de ingreso, estudiantes pro-
Matías Romero? venientes de diversos centros de estudio.
OP – Ocurrió algunos años después. Regresé Todos eran estudiantes de tiempo completo.
a México para hacerme cargo de la Dirección Dentro de lo que considero como las apor-
General de la ONU, en aquellos años una de taciones más importantes al Instituto, está
las más grandes de la Secretaría. Fue muy mi contribución a la formación de cuadros
gratificante tener entre mis colaborado- diplomáticos latinoamericanos. Llegamos
res a funcionarios que hoy representan uno a tener hasta siete estudiantes por genera-
de los acervos más valiosos de la diploma- ción procedentes de países sudamericanos.
cia mexicana: los expertos en asuntos mul- En el caso de Centroamérica, organiza-
tilaterales. Hicimos un buen equipo que mos cursos intensivos de verano que con-
trabajó teniendo siempre en mente los vien- jugaban la enseñanza con visitas a diversos
tos de cambio que soplaban en esos organis- lugares de la República Mexicana, donde
mos. Publicamos entonces varios libros que se encontraban las riquezas arqueológicas o
son testimonio del acomodo tan complejo coloniales, así como los parques de desarro-
que requirió la diplomacia mexicana para llo industrial. Fue una manera de promover
enfrentar la difícil década de 1990. En aque- el poder blando de México. Esos estudian-
llos años tuve el gusto de estar en el ITAM, tes latinoamericanos, que en su mayoría hoy
durante una estancia muy breve de 6 meses. ocupan puestos de gran importancia en sus
Cuando estaba calentando motores para vol- cancillerías, ahora son buenos aliados de
ver a la academia, vino otra tentación: la México.
dirección del Instituto Matías Romero de Hacia 1998 ocurrió algo muy significa-
estudios diplomáticos. Fue una invitación tivo para mí. Una de mis mejores amigas,
muy atractiva porque me permitía conjugar compañera de toda la vida, personalidad bri-
la experiencia académica, en la cual me había llante, Rosario Green, llegó a la SRE como la
formado, con la experiencia diplomática que primera mujer Canciller. Rosario le permi-
había adquirido. tió al Instituto Matías Romero que coordi-
En aquella época mi antecesora, Patricia nara otras actividades de la Cancillería, como
Galeana, una académica muy respetada que el área completa de publicaciones, la admi-
ha estado entre la función pública y la aca- nistración del Archivo Histórico de la SRE y
demia, había logrado que el Instituto Matías un proyecto nuevo que desafortunadamente
Romero otorgara el grado de maestría en ya desapareció: la Dirección de Prospectiva
Relaciones Internacionales, y a mí me tocó Internacional.
echarlo a andar. Fue una maestría muy exi-
tosa porque, a los 2 años de haberla empe- FAL – Su estancia en Viena también marcó
zado, el Consejo Nacional de Ciencia y sus trabajos académicos. ¿Cómo llegó a la
Tecnología la aceptó como programa de embajada de ese país?
excelencia. Teníamos estudiantes que se OP – En 1999, se presentó una última ten-
habían inscrito al concurso de ingreso al tación: me ofrecieron la embajada de
servicio exterior cuya última etapa era cur- México en Austria. Era un puesto que me
sar la maestría, algo que le copié a Itamaraty gustaba mucho porque Viena es una ciu-
(el Ministerio de Relaciones Exteriores de dad encantadora para vivir y, sobre todo,
F A L / G E R A R D O R . VA L E N Z U E L A
posible gracias al ofrecimiento de un gran estudio. Tiene poco que ver con la década de
amigo e internacionalista, Rafael Fernández 1950, cuando inicié mis estudios.
de Castro, para integrarme al Departamento de
Estudios Internacionales del ITAM. Y aquí FAL – En este cambio de siglo, también el
sigo desde el otoño de 2002. empoderamiento de la mujer, incluso más
allá de las Relaciones Internacionales y la
FAL – Desde el punto de vista acadé- diplomacia, ha sido significativo. ¿Cómo ve
mico, ¿qué le parece la formación actual en el papel de la mujer en el mundo actual?
Relaciones Internacionales y cómo ve a las OP – Me gusta esto del empoderamiento
nuevas generaciones? femenino, pero considero que no ha sido
OP – Cuando ingresé a lo que era la Escuela lineal ni siempre ha ido hacia arriba. En mi
Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de época en la ONU fui Presidenta de la Comisión
la Universidad Nacional Autónoma de Mé- de la Mujer y también presidí los trabajos
xico, a medidos de la década de 1950, la licen- para la Declaración Política de la Conferencia
ciatura se llamaba Ciencias Diplomáticas. Mundial sobre la Mujer en Beijing, en 1995,
Afortunadamente cambió de nombre a Re- un parteaguas en el tratamiento internacio-
laciones Internacionales cuando se institu- nal del tema de la mujer, al haberse aprobado
cionalizó ya como una disciplina especifica la plataforma de acción que dejó huella en
de las Ciencias Políticas. En aquel enton- todo el trabajo a favor de la mujer tanto en el
ces, había pocos o ningún centro de inves- ámbito gubernamental como fuera de este.
tigación sobre el tema. Nuestra generación Eso ocurrió hace 23 años y, desde entonces,
fue de las primeras que trataron de ver las ha habido altibajos. Sin duda, hay adelantos
Relaciones Internacionales como una disci- en la toma de conciencia de la discrimina-
plina independiente en la que surgían mar- ción hacia la mujer y la combatividad es cada
cos de interpretación teóricos y se intentaban día más visible en el mundo. Pero los resulta-
trazar patrones de comportamiento regulares dos siguen siendo ambivalentes. Las mujeres
y predecibles. argentinas han mostrado enorme capacidad
Ahora, las escuelas de Relaciones Inter- de organización y articulación de demandas
nacionales han proliferado tanto en la Ciu- en su lucha por la no penalización del aborto;
dad de México como en el resto del país; se sin embargo, perdieron el voto en el Senado.
ha convertido en una carrera muy popular. Admiro mucho a las mujeres estadouniden-
Desde luego, ya no se ve desde el ángulo ses que, en la era de Donald Trump, han lle-
exclusivo de la diplomacia. Ahora es una vado a cabo fuertes movilizaciones a favor
carrera muy interdisciplinaria, punto de de sus derechos. Sin embargo, es posible que
encuentro de estudios históricos, económi- llegue a la Suprema Corte estadounidense
cos, políticos y, recientemente, de cibersegu- un juez muy conservador que se propone
ridad, todo desde la mirada de las relaciones dar marcha atrás en lo concerniente al dere-
internacionales. cho al aborto.
En el siglo XXI, cuando la globalidad En términos generales, México no es un
es el signo de los tiempos, la carrera de país con un movimiento feminista tan fuerte
Relaciones Internacionales tiene múltiples como el que vemos en otras partes. Se ha
salidas de especialización. Se puede afirmar avanzado muy poco, por lo que aún queda
que todo lo global pertenece a su campo de mucho por hacer en temas como la igualdad
siempre fueron críticas de un acuerdo al que península. En este caso, ni China ni Estados
se oponía vivamente Israel. Debilitar la fun- Unidos, los dos grandes poderes hegemóni-
ción de la ONU con base en intereses de sec- cos, serían la voz decisiva, sino quizá los paí-
tores republicanos en Estados Unidos es un ses pequeños serán los que decidan su futuro.
precedente muy inquietante.
FAL – Mencionaba que, en su época como
FAL – ¿Qué pasa particularmente con el caso Embajadora, México se distinguía en Latino-
de Corea del Norte? américa por su política exterior. Ahora, ante
OP – A pesar de que Corea del Norte es un los conflictos que hay en varios países de la
Estado firmante del TNP, lo abandonó de región, ¿cuál sería el papel de la política exte-
manera unilateral y comenzó a producir los rior mexicana con el nuevo gobierno?
materiales y adquirir la tecnología para fabri- OP – Lo primero sería preguntarnos cuánto
car armas nucleares. Esto ha sido un ejemplo ha cambiado la región latinoamericana y en
de lo ineficiente que puede ser un régimen qué medida esos cambios le abren espacio
de sanciones establecido para impedir que al liderazgo mexicano. Para empezar, en los
un Estado adquiera armas nucleares. El pro- últimos años el péndulo político en Latino-
blema tomó una nueva dimensión cuando se américa ha oscilado a la derecha, mientras
reunieron Trump y Kim, pues cambió no solo que en México estamos por iniciar, por pri-
la retórica de los mandatarios, sino también mera vez en la historia contemporánea, un
el papel del líder de Corea del Norte como gobierno de izquierda.
actor internacional que puede hablarse de tú Latinoamérica pasa por momentos muy
a tú con el Presidente de Estados Unidos. difíciles. Por una parte, tenemos la tragedia
Es decir, si alguien tiene armas nucleares de Brasil, un gran país, con enorme poten-
se amplían sus márgenes de acción y ad- cial, cuya importancia geopolítica no va a
quiere un estatus internacional que no podría disminuir, pero que ha perdido el liderazgo
alcanzar sin la posesión de las armas. Es un y la autoridad moral que tuvo en Sudamérica
mensaje muy preocupante para países que por los problemas internos que atraviesa.
han anhelado adquirir armas nucleares justa- En Argentina, el recuerdo de los Kirchner
mente para ese fin. Imagino que países como como líderes que podían inclinar las decisio-
Arabia Saudita o Egipto ahora están conven- nes hacia la izquierda está muy desgastado;
cidos de que, para sentarse a dialogar desde les queda muy poca autoridad moral. En
posiciones de mayor poder con Estados cuanto a Colombia, hay enormes problemas
Unidos o el Reino Unidos, les convendría internos y no se sabe en qué va a terminar
desarrollar armas nucleares. la reconciliación con las Fuerzas Armadas
También es interesante analizar el papel Revolucionarias de Colombia.
del presidente de Corea del Sur Moon Jae-in No creo que existan las condiciones para
en la solución del conflicto de la península que México impulse alguna causa o una
coreana. Aunque es respetado por unos nueva propuesta multilateral, como ocurrió
y criticado por otros, me parece que es un con la creación de la Comunidad de Estados
Presidente que ha intentado que su país Latinoamericanos y Caribeños, la última gran
actúe con cierta independencia de Estados aportación de México al multilateralismo lati-
Unidos, lo que le ha brindado la capacidad de noamericano y caribeño. En general, México
avanzar en cierta dirección para pacificar la tendrá un gobierno de izquierda que nadará
L
a geopolítica no regresó: nunca se fue. El curso de la historia tiende a ser
engañoso. Cada hegemón piensa que es el último; todas las épocas creen que
van a durar para siempre. En realidad, desde luego, los Estados surgen,
compiten entre sí y se derrumban. Y así se determina el destino del mundo.
Ahora, como siempre, la política de las grandes potencias va a conducir los acon-
tecimientos, y las rivalidades internacionales serán resueltas por las capacidades de
sus competidores: su capital material y humano, y su habilidad para gobernarse con
eficacia a sí mismos y a su política exterior. Esto significa que el rumbo del próximo
siglo estará determinado en gran medida por cómo manejen China y Estados Unidos
su relación y sus recursos de poder.
Así como el libre comercio del Reino Unido permitió que se fortaleciera su adversa-
rio, la Alemania imperial, lo mismo ha hecho el libre comercio de Estados Unidos con
China. Según esta lógica, para la hegemonía liberal no era peligroso dejar que sus com-
petidores autoritarios ganaran terreno, porque los contrincantes necesariamente enfren-
tarían una elección difícil: continuar siendo autoritarios y estancarse o liberalizar la
economía para continuar creciendo. En cualquiera de los dos casos, la hegemonía estaría
bien. No terminó bien la primera vez y, la segunda, los resultados también son dudosos.
China pronto tendrá una economía sustancialmente más grande que la de Estados
Unidos. Aún no se ha democratizado ni lo hará en el corto plazo, puesto que la con-
figuración institucional comunista no permite llegar a una democratización. Sin
embargo, el autoritarismo no ha implicado estancamiento, dado que las instituciones
chinas se las han arreglado para combinar la meritocracia con la corrupción, la com-
petencia con la incompetencia y, de algún modo, han logrado que el país avance con
un éxito imparable. Podría desacelerarse pronto, incluso podría colapsar debido a su
miríada de contradicciones; sin embargo, los analistas han pronosticado esto mismo
desde hace décadas y, hasta ahora, se han equivocado sistemáticamente.
Mientras tanto, conforme China avanza, en gran medida contra toda expectativa,
Estados Unidos y otras democracias consolidadas han caído en disfunciones internas,
lo que pone en entredicho el futuro de su poder. Sus élites condujeron a las genera-
ciones de la globalización con suficiente éxito como para fomentar la movilidad social
y el progreso humano en todo el mundo. Lo hicieron sobre la marcha y les fue bas-
tante bien. Sin embargo, mientras se atiborraban hasta reventar, pasaron por alto los
efectos económicos y sociales negativos en los ciudadanos de sus propias periferias.
Así, les abrieron la puerta a los demagogos para que explotaran con saña la situación.
La Gran Depresión terminó una época anterior de globalización, la que había
comenzado a finales del siglo XIX. Hay quienes pensaron que la crisis financiera mun-
dial de 2008 tendría el mismo efecto. El sistema sobrevivió, pero las medidas de emer-
gencia que se tomaron para salvarlo —entre las que figuran los rescates financieros de
los bancos, pero no de particulares— revelaron
y agudizaron sus contradicciones internas. Y en
la década siguiente, los movimientos antisis- El surgimiento de Estados
tema se han reproducido como la hierba mala. Unidos no habría podido
La competencia actual entre China y Estados
Unidos es un nuevo giro de una vieja histo- ocurrir sin el
ria. Hasta el inicio del siglo XIX, China era por debilitamiento de China.
mucho la economía más grande del mundo y el
país más poderoso, con aproximadamente el 40%
del PIB mundial. Entonces, entró en un largo declive, devastada por dentro y por fuera;
más o menos al mismo tiempo, nació Estados Unidos y comenzó su largo ascenso hacia
el dominio del mundo. El surgimiento de Estados Unidos no habría podido ocurrir
sin el debilitamiento de China, dada la importancia que tuvo el dominio de Estados
Unidos sobre Asia para la primacía de ese país. Sin embargo, tampoco podría haber
ocurrido el resurgimiento de China si Estados Unidos no hubiera provisto al mundo
de seguridad y mercados abiertos.
De modo que ambos países han dominado al mundo. Cada uno tiene sus propias
fortalezas y debilidades, y, por primera vez, se confrontan como iguales. Es dema-
siado pronto para decir cómo van a desarrollarse los acontecimientos; sin embargo,
podemos estar seguros de que el juego continuará.
en el Estados Unidos actual, existe una gran brecha entre las élites del país y la pobla-
ción general respecto de la preminencia de la identidad nacional en comparación con
otras identidades y sobre el papel que le corresponde desempeñar a Estados Unidos
en el mundo. Una parte sustancial de la élite está cada vez más divorciada de su país
y la población estadounidense, a su vez, se encuentra cada vez más desilusionada de
su gobierno.
Beijing ha insistido firmemente en reclamar todos los territorios que considera como
sus posesiones históricas, y el presidente chino Xi Jinping reafirmó personalmente que
Taiwán es un territorio y un “interés central” de China. Asimismo, el Ejercito Popular
de Liberación ha acumulado gradualmente la capacidad de tomar la isla por la fuerza.
Una acción tan radical podría parecer una locura, por el caos que provocaría
y porque el éxito interno sostenido de China depende de la estabilidad externa.
Sin embargo, las encuestas de opinión de los habitantes de la isla han registrado
una tendencia decisiva hacia una identidad taiwanesa independiente, lo opuesto a
lo que Beijing había esperado de la integración económica (las élites occidentales
no son las únicas en albergar fantasías). ¿Acaso un Beijing cada vez más poderoso
se quedará impasible viendo cómo su presa largamente perseguida se le escapa de
las manos?
La historia no dice nada sobre el futuro, excepto que será una sorpresa. La impre-
sión en tres dimensiones, la inteligencia artificial y las revoluciones digital y genética
podrían trastornar el comercio mundial y desestabilizar radicalmente al mundo; sin
embargo, en geopolítica, también es posible alcanzar buenos resultados. El realismo
no es una reacción desesperada. Con todo, se necesitan cuatro condiciones para que
los gladiadores de hoy enfrenten la adversidad y eviten atacarse unos a otros como lo
hicieron sus antepasados. Los formuladores de políticas públicas occidentales deben
encontrar la manera de lograr que las grandes mayorías se beneficien de un mundo
abierto e integrado, para que lo acepten. Los formuladores de políticas públicas chi-
nos deben impulsar el crecimiento pacífico de su país mediante compromisos, en
lugar de imponerse por la fuerza también al exterior. Estados Unidos necesita fijar el
equilibrio exacto entre una fuerte disuasión y una fuerte afirmación frente a China y,
en el ámbito interno, debe poner su casa en orden. Por último, algún milagro tendrá
que ocuparse de Taiwán.
L
as fuerzas oscuras de la política mundial —el iliberalismo, la autocracia, el na-
cionalismo, el proteccionismo, las esferas de influencia y el revisionismo te-
rritorial— se han reafirmado décadas después de que supuestamente habían
sido erradicadas de Occidente. No hay esperanzas de que China y Rusia avancen
rápidamente hacia la democracia y apoyen el orden mundial liberal. Todo lo contra-
rio: han fortalecido su sistema autoritario nacional y han violado las normas interna-
cionales. Sorprende todavía más que los principales promotores del orden mundial
liberal hayan elegido socavar su propio sistema, como ocurrió en el Reino Unido con
el voto para separarse de la Unión Europea y con la elección de Donald Trump como
Presidente de Estados Unidos. En todo el mundo está emergiendo una nueva men-
talidad nacionalista que ve las instituciones internacionales y la globalización como
amenazas a la soberanía y la identidad nacionales, más que como oportunidades.
El reciente ascenso de las fuerzas y de los dirigentes iliberales ciertamente es pre-
ocupante. No obstante, es muy pronto para enterrar al liberalismo como teoría de las
relaciones sociales, a la democracia liberal como sistema de gobierno y al orden liberal
como marco general de la política internacional. La visión liberal de naciones Estado
que cooperan para alcanzar la seguridad y la prosperidad sigue siendo tan vital hoy
como en cualquier otro momento de la era moderna. Durante su historia, la democra-
cia liberal ha caído en baches de los que no solo ha salido avante, sino que ha ganado
terreno. Y lo ha logrado apelando a sus valores fundamentales y sus capacidades úni-
cas para tratar de resolver los problemas de la modernidad y la globalización.
El orden también perdurará. Aunque el poder relativo de Estados Unidos está dis-
minuyendo, el sistema internacional que ese país ha sostenido durante 7 décadas es
sorprendentemente duradero. En tanto que siga aumentando la interdependencia en
asuntos económicos, de seguridad y ambientales, los pueblos y gobiernos de todo el
mundo se verán obligados a colaborar para solucionar los problemas o, de lo contra-
rio, sufrir daños graves. Estos esfuerzos necesariamente aprovecharán las institucio-
nes del orden liberal y las fortalecerán.
LA VISIÓN LIBERAL
Conforme al liberalismo moderno, la política mundial requiere más integración polí-
tica porque la interdependencia es cada vez mayor. Pero los órdenes políticos no
surgen espontáneamente, y los liberales argumentan que un mundo con más países
capitalistas democráticos y liberales sería más pacífico, próspero y respetuoso de los
derechos humanos. El final de esta historia pudiera no ser el triunfo del liberalismo,
pero es inevitable que un orden mundial decente sea liberal.
Esta teoría pareciera carecer de sustento en vista del ascenso reciente de las fuer-
zas iliberales y la aparente pérdida de terreno del orden liberal internacional. Sin
embargo, salvo contadas excepciones, los países seguirán interactuando principal-
mente por medio de instituciones desgastadas y con miras a lograr acuerdos prag-
máticos para su propio beneficio.
Además, parte del motivo por el que el liberalismo pudiera parecer inadecuado
para estas épocas es que muchos de sus críticos arremeten contra una versión fácil-
mente refutable de la teoría. Se suele acusar a los liberales de hacer suposiciones
demasiado optimistas, incluso utópicas, sobre lo
que ha sido la historia del hombre. Pero su opti-
El final de esta historia mismo no es tan espontáneo y está atemperado
podría no ser el triunfo con el reconocimiento de los sacrificios trágicos,
además de que están atentos a la posibilidad de
del liberalismo, pero es una catástrofe a gran escala. Como los realis-
inevitable que un orden tas, se dan cuenta de que muchas veces el hom-
mundial decente sea liberal. bre, por naturaleza, busca el poder, razón por la
cual son defensores de los contrapesos constitu-
cionales y jurídicos. Pero a diferencia de los rea-
listas, quienes ven la historia como un ciclo, los liberales son herederos del proyecto
ilustrado de innovación tecnológica, que abre nuevas posibilidades para el progre-
so humano y para el desastre.
El liberalismo consiste esencialmente en gobiernos pragmáticos, sistemas eco-
nómicos basados en el mercado e instituciones internacionales surgidas no del idea-
lismo, sino de la creencia de que esas estructuras son más adecuadas que otras para
servir los intereses humanos en el mundo moderno. De hecho, cuando los pensadores
liberales piensan en el orden mundial, la variable que más les importa es la interde-
pendencia. Por primera vez en la historia, ahora las instituciones mundiales son necesa-
rias para alcanzar los intereses humanos básicos; las distintas variantes de fuerte
interdependencia, antes tan escasas, ahora abundan en todo el mundo. Por ejem-
plo, antes los problemas ambientales se limitaban principalmente a países o regiones.
Ahora, el efecto acumulativo de las actividades humanas sobre la biosfera ha sido tal,
que la era actual ha recibido un nuevo nombre geológico: el Antropoceno. El libera-
lismo, a diferencia de las alternativas nacionalistas y realistas retrógradas, tiene una
adaptabilidad pragmática y una afición por las innovaciones institucionales impres-
cindibles para responder a los nuevos desafíos como la inteligencia artificial, las gue-
rras cibernéticas y la ingeniería genética.
amenaza que Estados Unidos, en colaboración con la Unión Soviética, fraguaron pac-
tos y acuerdos sobre armamento que rigieron los espacios mundiales. En la década
de 1970, el consumo de la naciente clase media ocasionó escasez de petróleo, estanca-
miento económico y deterioro ambiental. En respuesta, las democracias industrializa-
das avanzadas llegaron a acuerdos para coordinar la producción petrolera, invirtieron
en energías limpias y firmaron tratados internacionales con el fin de reducir los con-
taminantes. Los problemas actuales de las democracias liberales, aunque graves,
no son peores que los encarados y superados en estas últimas décadas. Por supuesto, no
hay garantía de que las democracias liberales vayan a estar a la altura esta vez, pero
descartar la posibilidad va en contra de la experiencia histórica.
Los pronósticos ominosos de estos tiempos pasan por alto esos éxitos pasados.
Los ciega la situación presente. Es comprensible, como una reacción al cambio, con-
vertir en patrón lo que es nuevo y amenazador, pero casi nunca es buena guía sobre
el futuro. Las convenciones humanas a gran escala, como la democracia liberal, rara
vez cambian tan rápida o radicalmente como pudiera parecer en cierto momento. Si
la historia sirve de referencia, los populistas y autoritarios iliberales de hoy serán los
que estimulen las resistencias y los movimientos de oposición mañana.
EL ORDEN RESILIENTE
Después de la Segunda Guerra Mundial, las democracias liberales se unieron para
crear un orden internacional que expresaba sus intereses en común. Como sucede
con la propia democracia liberal, el orden que la acompaña no es fácil de eliminar,
porque se encuentra profundamente arraigado. Cientos (si no es que miles) de millo-
nes de personas, desde agricultores hasta fabricantes de microchips, han ajustado sus
actividades y expectativas a las instituciones e incentivos de ese orden. Por desagra-
dables que sean ciertos aspectos del orden liberal, sería en extremo difícil remplazarlo
con algo diferente. Los movimientos revolucionarios despiertan muchas expectativas,
pero casi nunca logran cambios perdurables. Hoy por hoy, no es realista pensar que
unos pocos años de demagogia nacionalista revertirán el liberalismo.
La interdependencia creciente hace que el orden sea particularmente difícil de
remplazar. Desde que vio la luz en el siglo XVIII, el liberalismo ha estado compro-
metido con la mejora gradual de la condición del hombre mediante los descubri-
mientos científicos y los avances tecnológicos. Este proyecto ilustrado empezó a dar
frutos prácticos a gran escala en el siglo XIX y transformó casi todo aspecto de la vida
humana. Proliferaron las nuevas técnicas de producción, comunicación, transporte y
destrucción. El sistema liberal ha estado listo para avivar esas llamas de innovación,
pero también para solucionar las consecuencias negativas. Los argumentos de Adam
Smith a favor de la apertura comercial, por ejemplo, encontraron sustento cuando
resultó más fácil crear cadenas de suministro que se extendieran hasta el otro lado del
mundo. Y la sempiterna petición de paz cobró un significado más profundo cuando
las armas convencionales dejaron de serlo y se convirtieron en los misiles devastado-
res de la era nuclear. Las sociedades capitalistas democráticas liberales han proliferado
en tela de juicio el papel tradicional de su país como líder del orden liberal. Y al votar
por salirse de la Unión Europea, el Reino Unido se lanzó al territorio inexplorado que
se extiende fuera de la institución de la posguerra más preciada para Europa. En un
movimiento sin precedentes, el núcleo angloestadounidense del orden liberal parece
haber dado un golpe de timón.
A pesar de las promesas de los partidarios de Trump y del brexit, será difícil reti-
rarse de estos compromisos de hace tanto tiempo. La explicación es que las institu-
ciones del orden liberal internacional, aunque suelen considerarse efímeras y frágiles,
en realidad son bastante resistentes. No surgieron por accidente, sino que fueron
el resultado de intereses profundamente arraigados. Con los años, las actividades e
intereses de infinidad de actores (empresas, grupos cívicos y burocracias guberna-
mentales) se han vuelto parte intrínseca de esas instituciones. Cortar esos vínculos
institucionales parece sencillo, pero es increíblemente complicado en la práctica.
Las dificultades saltan a la vista con el brexit. Resulta que no es tan fácil desha-
cer de un jalón toda una serie de acuerdos institucionales que se formularon durante
5 décadas y que intervienen prácticamente en cada aspecto de la vida y el gobierno
británicos. Divorciarse de la Unión Europea significa tirar por la borda soluciones a
problemas reales que no han desaparecido. En Irlanda del Norte, por ejemplo, los
negociadores en la década de 1990 encontraron una solución elegante al prolongado
conflicto al permitir que la región siguiera formando parte del Reino Unido, pero
sin controles fronterizos entre este y la República de Irlanda. Este arreglo se malo-
graría tras la salida del mercado único y unión aduanera de la Unión Europea. Si los
funcionarios efectivamente logran un brexit total, la conclusión lógica es que el aporte
económico e influencia del Reino Unido en el mundo disminuirán.
De igual modo, los esfuerzos iniciales del gobierno de Trump por modificar unila-
teralmente los términos del comercio con China y renegociar el TLCAN con Canadá
y México han mostrado cuán entrelazadas están las economías de estos países con la
de Estados Unidos. Los nuevos vínculos internacionales de la producción y el comer-
cio han producido perdedores, pero también muchos ganadores interesados en man-
tener el estado actual del mundo. Po ejemplo, los agricultores y fabricantes se han
beneficiado muchísimo del TLCAN y cabildean enérgicamente para que Trump no
modifique el tratado, por lo que le resultará políticamente difícil concretar una salida
total.
Los incentivos para que Washington permanezca en las instituciones internacio-
nales de seguridad son todavía más poderosos. La renuncia de Estados Unidos a
la OTAN, una propuesta de Trump cuando era candidato, alteraría enormemente el
orden mundial que ha proporcionado 7 décadas de paz en un continente con una larga
historia de devastación bélica, y hacerlo ahora que Rusia está resurgiendo sería mucho
más peligroso. Los intereses de Estados Unidos están tan bien cuidados por el orden
de seguridad existente que cualquier gobierno estadounidense se vería obligado a
mantenerlo. De hecho, en vez de salirse de la OTAN, el presidente Trump está enfo-
cado en la larga tradición estadounidense de tratar de hacer que los europeos aumen-
ten su gasto en defensa para que lo cubran en una proporción mayor. De igual modo,
se han desmoronado y han caducado las piezas más grandes del rompecabezas del
control de armas nucleares que data del fin de la Guerra Fría. Si el liderazgo diplo-
mático estadounidense no pone de su parte, el mundo podría verse inmerso nueva-
mente en una carrera armamentista sin freno.
Las iniciativas del gobierno de Trump sobre comercio y su política de alianzas han
generado mucha ansiedad e incertidumbre, pero su efecto real ha sido menos ame-
nazador: más una renegociación que una destrucción del orden. Dejando de lado las
amenazas de Trump de una retirada total y su estilo caótico e impulsivo, su renego-
ciación de los acuerdos comerciales y alianzas de seguridad pueden verse como parte
de un equilibrio necesario y a veces desagradable de los acuerdos en que se fundan las
instituciones del orden mundial liberal.
Por otro lado, a pesar de que Trump menosprecia implacablemente el orden inter-
nacional, no siempre lo ha objetado; por el contrario, a veces ha actuado conforme al
papel tradicional de Estados Unidos como partícipe. El uso de la fuerza que más ha
llamado la atención hasta ahora ha sido el bom-
bardeo de Siria por su violación flagrante de las
Cuando Estados Unidos normas internacionales sobre el uso de armas
químicas contra la población civil. Su política
da un paso atrás, otros hacia Rusia, aunque intrincada y negociada,
ya dieron un paso adelante en esencia ha sido una continuación de la que
para sostener el proyecto. siguieron George W. Bush y Barack Obama
durante su gobierno: sancionar a Rusia por su
revisionismo en Europa del Este y el ciberes-
pacio. Tal vez más importante, como China es el centro de atención de Trump por
considerarla una gran potencia rival, su gobierno o tal vez uno futuro tendrá que rea-
comodar y ampliar las alianzas de Estados Unidos, más que abandonarlas. En cuanto
a los temas que más importan, la política exterior de Trump, a pesar de su retórica de
“Estados Unidos primero” y su ejecución caótica, sigue avanzando por el buen camino
del orden formulado por Estados Unidos.
Por supuesto, en otros frentes Trump realmente está socavando el orden libe-
ral. Pero cuando Estados Unidos da un paso atrás, otros ya dieron un paso adelante
para sostener el proyecto. En un discurso ante el Congreso de Estados Unidos en
abril de 2018, el presidente francés Emmanuel Macron habló en nombre de muchos
aliados de Estados Unidos cuando invitó a la comunidad internacional a “apurar el
paso y construir el orden mundial del siglo XXI, con base en los principios perennes
que establecimos juntos después de la Segunda Guerra Mundial”. Muchos aliados ya
están haciendo justamente eso. Aunque Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo
Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, el tratado sigue vivo y los otros
once Estados firmantes están aplicando una versión propia. De igual modo, la salida
de Trump del Acuerdo de París no ha impedido que decenas de otros países colabo-
ren para alcanzar los ambiciosos objetivos del convenio. Tampoco ha impedido que
muchos estados, ciudades, empresas y personas estadounidenses lleven a cabo sus
propios esfuerzos. El orden liberal tal vez está perdiendo a su principal promotor,
pero sus puntales van más allá del liderazgo desde el Despacho Oval.
LA VISIÓN PANORÁMICA
Resulta fácil ver los acontecimientos de los últimos años como un rechazo a la teo-
ría del liberalismo y una señal del ocaso de las democracias liberales y su orden inter-
nacional. Pero es un error. Aunque no deben subestimarse los últimos problemas, es
importante reconocer que son más la regla que la excepción. En comparación con la
peligrosa década de 1990, cuando el fin de la Guerra Fría parecía apuntar al triunfo
permanente de la democracia liberal y “el fin de la historia”, los reveses e incertidum-
bres de últimas fechas parecen insalvables. Pero desde el gran angular de la historia,
el brexit, Trump y el nuevo nacionalismo no parecen tan novedosos ni peligrosos. Las
democracias liberales han sobrevivido y florecido a pesar de desafíos mucho más gran-
des: la Gran Depresión, las Potencias del Eje y el movimiento comunista internacio-
nal. No hay motivo para creer que no podremos sobrevivir a este.
Más que nada, el optimismo por el liberalismo está justificado debido a una sim-
ple verdad: las soluciones a los problemas de hoy son más democracia liberal y más
orden liberal. El liberalismo es único entre las principales teorías de las Relaciones
Internacionales por su visión mutable de interdependencia y cooperación, caracte-
rísticas ambas del mundo moderno que no harán más que cobrar importancia con
los años. En la historia, la evolución, las crisis y los cambios tumultuosos han sido la
norma. Y la razón de que le haya ido tan bien al liberalismo es que sus modos de vida
son expertos en remontar las tormentas tumultuosas del cambio histórico. De hecho,
el efecto acumulativo de la retórica nativista de Trump y sus políticas peligrosas no ha
derrocado al sistema, sino que ha estimulado sus ajustes internos.
En el primer Congreso estadounidense, Fisher Ames comparó la autocracia con
un barco mercante “que navega bien, pero a veces golpea contra una roca y se hunde”.
Una república —dijo— “es una balsa que nunca se hundirá, solo que los pasajeros
siempre terminan con los pies mojados”. El orden liberal y sus democracias prevale-
cerán porque en los tiempos turbulentos los impresionantes barcos del iliberalismo
se van enseguida a pique, mientras que la resistente balsa del liberalismo se mantiene
a flote.
¿ Está destinado Karl Marx a ser el espectro que aceche al capitalismo? Con cada
descalabro económico surgen voces que claman que Marx tenía razón cuando
pronosticó que el sistema terminaría destruyéndose. Pero el problema en esta
ocasión no es una crisis súbita del capitalismo, sino su funcionamiento acostum-
brado, que en las últimas décadas exhibe patologías supuestamente superadas por
el mundo desarrollado.
Desde 1967, el ingreso promedio de los hogares estadounidenses, ajustado a la
inflación, se ha estancado para el 60% de la población más pobre, en contraste con el
aumento de la riqueza y el ingreso de los más ricos. Las variaciones en Europa, aun-
que menos marcadas, apuntan en la misma dirección. Las ganancias corporativas se
encuentran en máximos desde la década de 1960, pero cada vez más empresas prefie-
ren guardarlas que invertirlas, con lo que dañan todavía más la productividad y los
salarios. Y, recientemente, estos cambios se han dado al mismo tiempo que un debi-
litamiento de la democracia y su sustitución con gobiernos tecnócratas de las élites
globalizadas.
Conforme a la teoría convencional estos datos son inauditos, porque están reñidos con
las promesas del capitalismo, pero difícilmente habrían sorprendido a Marx. De acuerdo
a sus predicciones, la lógica interna del capitalismo conduciría con el paso del tiempo a
una desigualdad creciente, desempleo y subempleo crónicos, estancamiento salarial,
el predominio de megaempresas poderosas y la creación de una élite consolidada cuyo
poder obstaculizaría el progreso social. A la larga, el peso de estos problemas detonaría
una crisis generalizada que terminaría en una revolución.
Marx creía que la revolución se daría en las economías capitalistas más avanzadas. Sin
embargo, ocurrió en las menos desarrolladas, como China y Rusia, donde el comunismo
dio lugar a gobiernos autoritarios y estancamiento económico. A mediados del siglo XX,
en contraste, los países ricos de Europa Occidental y Estados Unidos supieron manejar,
al menos por un tiempo, la inestabilidad y la desigualdad distintivas del capitalismo en los
tiempos de Marx. Muchos consideraron que esas tendencias refutaban sus ideas.
Sin embargo, a pesar de la desastrosa situación en la Unión Soviética y los países que
imitaron su modelo, la teoría de Marx aún es una de las críticas más agudas que se hayan
hecho al capitalismo. Mejor que muchos, Marx entendió los mecanismos generados por
los aspectos negativos del capitalismo y los problemas que ocurren cuando los gobiernos
no se esfuerzan por deshabilitarlos, como ha sido el caso durante los últimos 40 años.
En consecuencia, el marxismo no solo no está pasado de moda, sino que es fundamen-
tal para comprender el mundo actual.
UN MUNDO MATERIAL
La pluma de Marx fue prolífica, y el alcance de sus intereses, vasto. Sus ideas respecto a
los temas abarcados en sus escritos, como el desarrollo humano, la ideología y el Estado,
han sido relevantes. Lo que vuelve a Marx muy pertinente en la actualidad es su teoría
económica, formulada, como dijo en El capital, “para sacar a la luz la ley económica que
rige el movimiento de la sociedad moderna”. Y aunque Marx, al igual que el economista
David Ricardo, basó algunos de sus razonamientos en la imperfecta teoría del valor-tra-
bajo, sus notables aportaciones siguen vigentes.
Marx creía que, con el capitalismo, la presión sobre los empresarios para acumu-
lar capital en las condiciones de competencia del mercado conduciría a resultados que
nos parecen muy familiares en la actualidad. Primero, argumentó que la mayor pro-
ductividad laboral derivada de la innovación tecnológica sería captada mayormente
por los propietarios del capital. “Incluso cuando el salario real aumenta —escribió—
este incremento nunca está en proporción al de la
productividad del trabajo”. Dicho llanamente, los
trabajadores siempre recibirán menos de lo que El marxismo no solo
aportaron a la producción, lo que genera desigual- no está pasado de moda,
dad y pauperización.
Segundo, Marx pronosticó que la competen- sino que es fundamental
cia entre capitalistas por disminuir los salarios para comprender
los orillaría a introducir tecnologías que reduje-
ran la cantidad de mano de obra. Con el tiempo, el mundo actual.
estas tecnologías eliminarían puestos de trabajo
y dejarían desempleada o subempleada permanentemente a una parte de la población.
Tercero, Marx pensaba que la competencia conduciría a una mayor concentración en y
entre sectores, pues las empresas más grandes y rentables llevarían a las más pequeñas
a la quiebra. Dado que, por definición, estas empresas grandes serían más competiti-
vas y tecnológicamente avanzadas, disfrutarían de plusvalías cada vez mayores. No obs-
tante, tales plusvalías también se repartirían de manera desigual, lo que exacerbaría las
dos primeras dinámicas.
Marx se equivocó bastante, sobre todo en lo relativo a la política. Como creía que el
Estado era una herramienta de la clase capitalista, subestimó el poder de la acción colec-
tiva para reformar el capitalismo. En las economías avanzadas de Occidente, desde 1945
y hasta 1975 aproximadamente, los votantes demostraron que la política podía regular
los mercados, cuando pusieron en el poder a funcionarios que siguieron políticas social-
demócratas diversas sin dañar la economía. En este periodo, que los franceses llaman les
Trente Glorieuses, o los años dorados del capitalismo, en Europa Occidental, Norteamérica
y Japón se dio una combinación nunca vista de crecimiento elevado, productividad cre-
ciente, salarios reales al alza, innovación tecnológica y expansión de los sistemas de
seguridad social. Por un momento, parecía que Marx se había equivocado al juzgar la
habilidad de las economías capitalistas para satisfacer las necesidades humanas, por lo
menos las materiales.
AUGE Y DESPLOME
El auge de la posguerra, al parecer, no estaba hecho para durar. Y finalmente llegó a su fin
con la crisis de estanflación de la década de 1970, cuando el manejo de la demanda agre-
gada por parte del Estado, basada en la teoría keynesiana que fue la política económica
preferida de las democracias sociales de Occidente, fue incapaz de restablecer el pleno
empleo y la rentabilidad sin disparar la inflación. En respuesta, los líderes de Occidente,
con el primer ministro francés Raymond Barre, la primera ministra británica Margaret
Thatcher y el presidente estadounidense Ronald Reagan a la cabeza, adoptaron medi-
das para recuperar la rentabilidad por medio de la disminución de la inflación, el debili-
tamiento del sindicalismo y de dar cabida al desempleo.
Esa crisis y las recesiones subsiguientes fueron el principio del fin de las economías
mixtas de Occidente. Al creer que la interferencia gubernamental impedía la eficiencia
económica, las élites de un país tras otro buscaron liberar las fuerzas del mercado mediante
la desregulación de las industrias y recortes al Estado benefactor. Estas medidas, conjun-
tamente con las políticas monetarias conservadoras, los bancos centrales independientes
y los efectos de la revolución informática, apaciguaron la volatilidad y, desde principios
de la década de 1990, incrementaron las utilidades.
En Estados Unidos, las utilidades después de impuestos (ajustadas por valuación de
inventarios y consumo de capital) pasaron de un promedio del 4.5% en los 25 años pre-
vios a la presidencia de William Clinton (1993), a un 5.6% entre 1993 y 2017.
No obstante, en las democracias avanzadas la larga recuperación que empezó en la
década de 1970 no ha podido repetir la prosperidad generalizada de mediados del siglo XX.
Y al contrario, se ha caracterizado por vaivenes, desaceleración y desigualdad. Esta mar-
cada divergencia en cuanto a resultados se debe en parte a que una mayor productividad
ya no produce un mayor salario en la mayoría de las economías avanzadas. De hecho, la
principal respuesta a la crisis de rentabilidad de la década de 1970 fue la invalidación del
acuerdo de la posguerra entre empresas y sindicatos, a saber, que los salarios aumentarían
en paralelo con los incrementos en la productividad. Entre 1948 y 1973, en todo el mundo
desarrollado los salarios subían cuando la productividad aumentaba. Pero esta relación ya
no existe en gran parte de Occidente. La diferencia es más marcada en Estados Unidos,
donde, en 4 décadas desde 1973, la productividad ha aumentado casi el 75%, pero los sala-
rios reales, menos del 10%. En los hogares del 60% más pobre de la población, los salarios
prácticamente no se han movido.
El auge de la posguerra tal vez hizo parecer obsoleto a Marx, pero estas últimas déca-
das no han hecho más que confirmar sus predicciones. Marx argumentó que el capita-
lismo tiende, a la larga, a formar un sistema en el que los salarios reales no aumentan a
la misma tasa que la productividad. Esta previsión es similar a la observación del econo-
mista Thomas Piketty respecto a que la tasa de rendimiento del capital es más elevada
que la tasa de crecimiento económico, lo que garantiza un ensanchamiento gradual de la
brecha entre quienes obtienen sus ingresos de los activos de capital y quienes los obtie-
nen del trabajo.
Marx no condenaba al capitalismo porque en sí mismo empobreciera a los trabaja-
dores. Más bien, su crítica era que el capitalismo limitaba arbitrariamente la capacidad
productiva que detonaba. Sin duda, el capitalismo era mejor que lo que había antes, pero
venía viciado de origen. Aunque condujo a niveles inimaginables de riqueza y grandes
avances tecnológicos, fue incapaz de utilizarlos para satisfacer las necesidades de todos.
Esto no se debía a alguna limitación económica, sostenía Marx, sino a una limitación
sociopolítica: la producción está organizada en favor de los intereses de la clase capita-
lista, más que de la sociedad en su conjunto. Aunque a título individual los capitalistas y
los trabajadores son racionales, el sistema como un todo es irracional.
Sin duda, aún no hay respuesta a la pregunta de si alguna alternativa al capitalismo,
planificada democráticamente, puede hacerlo mejor. Las opciones no democráticas, como
el socialismo del Estado en la Unión Soviética y la China maoísta, no funcionaron. No
es necesario aceptar la teoría de Marx de que el comunismo es inevitable para aceptar
la utilidad de su análisis.
sectores productivos de la economía, segmentos a los que Marx denominó “el ejér-
cito de reserva del trabajo”, refiriéndose a los desempleados y subempleados. Marx
concebía a estas fuerzas de reserva como un efecto secundario de las innovaciones
que desplazaban a la mano de obra. Cuando la producción aumentara, la demanda
de trabajadores también aumentaría y las fábricas se abastecerían de esas reservas.
Esto conduciría a salarios más elevados, lo que incitaría a las empresas a remplazar
mano de obra por capital mediante la inversión en nuevas tecnologías que desplazarían
a los trabajadores, deprimirían los salarios y finalmente incrementarían las fuerzas de
reserva. Como resultado, los salarios tenderían a ser apenas suficientes para lograr un
nivel de vida de “subsistencia”, es decir, que el incremento salarial a largo plazo sería
mínimo o nulo. Como lo expuso Marx, la compe-
tencia orilla a las empresas a reducir sus costos de
Quizá el auge de la mano de obra, porque “la guerra industrial […]
posguerra hizo parecer tiene la particularidad de que en ella las batallas
no se ganan tanto enrolando al ejército obrero
obsoleto a Marx, pero estas como licenciando a sus efectivos”.
últimas décadas no han Estados Unidos ha vivido esta realidad por casi
20 años. Durante 5 décadas, la tasa de participa-
hecho más que confirmar ción de los hombres en la fuerza laboral no se ha
sus predicciones. movido o ha disminuido, y desde 2000, la de las
mujeres también se está reduciendo. Y la tasa de
participación de los grupos con educación media
superior o menos representa menos del 50% desde hace bastante tiempo. Como previó
Marx, la tecnología amplifica estos efectos y, en la actualidad, los economistas de nuevo
están discutiendo la posibilidad de un desplazamiento masivo de los trabajadores debido a
la automatización. Una cifra conservadora es la de la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos, que estima que el 14% de los empleos en los países miem-
bros, aproximadamente 50 millones en total, son “enormemente automatizables”. En el
otro extremo, según cálculos de la consultora McKinsey, el 30% de las horas trabajadas
en el mundo podrían automatizarse. La expectativa es que más empleos se eliminen en
los segmentos no especializados de la fuerza laboral.
Se desconoce si estos trabajadores serán reabsorbidos. Por otro lado, el temor a que
la automatización desplace a los trabajadores debería evitar la llamada falacia de la esca-
sez de trabajo, la cual supone solo cierta cantidad fija de trabajo que, de automatizarse,
no dejaría nada para los seres humanos. La caída constante de la tasa de participación de
la fuerza laboral masculina en edad productiva durante los últimos 50 años apunta a que
muchos trabajadores desplazados no se reabsorberían en la fuerza laboral, si ello depen-
diera del mercado.
El mismo proceso que desplaza a los trabajadores —a saber, el cambio tecnológico
motivado por la competencia— también causa la concentración en el mercado: empre-
sas, cada vez más grandes, llegan a dominar la producción. Marx predijo un mundo no
de monopolios, sino de competencia oligopólica, en el que los grandes emporios disfru-
tan de utilidades monopólicas, las empresas más pequeñas batallan para sobrevivir y los
GANADORES Y PERDEDORES
En 1957, cuando tras la guerra Europa Occidental se encontraba en su máximo esplen-
dor, el economista Ludwig Erhard (posteriormente Canciller de Alemania Occidental)
declaró que “el bienestar para todos y el bienestar mediante la competencia son postulados
inseparables: el primero marca la finalidad; el segundo, el camino que conduce a ese fin”.
Sin embargo, la predicción de Marx parece más atinada porque dijo que, en vez de crear
prosperidad para todos, la competencia produciría ganadores y perdedores, y que los pri-
meros serían los que pudieran innovar y volverse eficientes.
La innovación puede engendrar nuevos sectores económicos, y, en los ya existen-
tes, nuevas líneas de bienes y servicios. En principio, dichos sectores pueden absorber la
mano de obra, reducir las fuerzas de reserva e incrementar el salario. De hecho, la capa-
cidad del capitalismo para extenderse y satisfacer las necesidades y deseos del pueblo
sorprendió a Marx, a pesar de que criticaba el despilfarro del sistema y las alteraciones
que causaba en los individuos.
Los defensores del orden actual, sobre todo en Estados Unidos, con frecuencia argu-
mentan que hacer de la desigualdad estática el foco de atención (la distribución de los
recursos en un momento dado) obscurece la igualdad dinámica de la movilidad social.
Marx, en cambio, supuso que las clases se reproducen, que la riqueza se transfiere efec-
tivamente entre generaciones y que los hijos de los capitalistas explotarán, a su debido
tiempo, a los hijos de los trabajadores. En cierto periodo, pareció que los hijos de la
clase media tenían buenas posibilidades de intercambiar su sitio con los hijos del quintil
EL CUESTIONAMIENTO KEYNESIANO
En la cosmovisión general de Marx prácticamente no hay posibilidad de que la política
mitigue los inconvenientes del capitalismo. Como es bien sabido, él y su colaborador,
Friedrich Engels, en el Manifiesto del Partido Comunista señalaron que “el gobierno del
Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda
la clase burguesa”.
Hasta hace poco, los gobiernos en Occidente parecían demostrar lo contrario. El
mayor cuestionamiento de la visión de Marx fue la creación y expansión de los Estados
de bienestar en Occidente durante mediados del siglo XX, a instancias, casi siempre, de
los partidos socialdemócratas que representaban a la clase trabajadora. El arquitecto inte-
lectual de esos sucesos fue el economista John Maynard Keynes, quien argumentó que
no solo las decisiones de inversión de los capitalistas,
sino las decisiones de consumo de la gente ordina-
Como reconoció Marx, ria, regían la actividad económica. Si los gobiernos
con el capitalismo no hay utilizaran instrumentos de política para aumentar la
demanda general, entonces la clase capitalista inver-
marcha atrás. tiría en producción. Apegándose al keynesianismo,
los partidos de centroizquierda y de centroderecha
lograron algo que Marx consideraba imposible: eficiencia, igualdad y pleno empleo, todo
al mismo tiempo. El ámbito político y las políticas públicas eran independientes en cierto
grado de las estructuras económicas y por eso podían reformarlas.
Marx creía en la independencia de la política, pero consideraba que era aplicable úni-
camente a la habilidad de elegir entre el capitalismo y otro sistema. Básicamente pen-
saba que era una locura intentar una regulación permanente de los mercados capitalistas
mediante la política democrática. (En este sentido, irónicamente, concuerda con el eco-
nomista defensor del capitalismo Milton Friedman.)
Marx predijo que, con el capitalismo, las demandas impuestas por la acumulación de
capital y la rentabilidad siempre reducirían drásticamente las alternativas del gobierno, y
socavarían la viabilidad a largo plazo de cualquier reforma. La historia del mundo desarro-
llado a partir de la década de 1970 parece confirmar dicha predicción. A pesar de los
logros alcanzados en la posguerra, al final los gobiernos no fueron capaces de ir más allá
de los límites impuestos por el capitalismo, dado que el pleno empleo y el poder labo-
ral que lo acompañó redujeron la rentabilidad. Ante las exigencias contrapuestas de los
capitalistas, que buscaban deshacer el arreglo de la posguerra entre ellos y los sindicatos,
y el pueblo, que buscaba mantenerlo, los Estados cedieron a las de los capitalistas. A la
larga, fueron los intereses económicos del capital los que prevalecieron frente a la orga-
nización política del pueblo.
EL MARXISMO HOY
Todavía sigue sin zanjarse la cuestión de si la política puede regular los mercados. Los
cambios ocurridos en las economías avanzadas desde la década de 1970 se han interpre-
tado como el resultado de la tendencia natural del capitalismo a imponerse a la política,
sea democrática o de otro tipo. Conforme a esta explicación, los años gloriosos del capi-
talismo no fueron más que un golpe de suerte. En condiciones normales, la eficiencia, el
pleno empleo y una distribución equitativa del ingreso no ocurren simultáneamente. Esa
confluencia es efímera y, a la larga, una amenaza para la eficiencia del mercado.
Pero esa no es la única explicación. Otra sería empezar por admitir que la política
de los años dorados del capitalismo, que conjugó sindicatos fuertes, manejo keynesiano de
la demanda, una política monetaria flexible y controles de capital, no podía producir
una forma igualitaria de capitalismo que durara por siempre. Aunque esto no excluye la
posibilidad de que alguna otra forma de política sí pudiera hacerlo en algún momento.
El reto en la actualidad es detectar el perfil de una economía mixta que pueda produ-
cir lo mismo que esos años dorados, pero esta vez con mayor igualdad racial y de género.
Esto requiere acoger el espíritu de Marx, si no en cada aspecto de sus teorías, sí en el
sentido de reconocer que los mercados capitalistas, y, de hecho, el propio capitalismo,
podrían ser el arreglo social más dinámico jamás producido por el hombre. El estado nor-
mal del capitalismo es uno en el que, como escribieron Marx y Engels en el Manifiesto
del Partido Comunista: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”. Este dinamismo significa
que nuevas modalidades de política deberán respaldar nuevas configuraciones institu-
cionales para alcanzar los objetivos igualitarios.
Cuando la crisis de los años dorados se agudizó en la década de 1970, el economista
James Meade se preguntaba qué tipo de políticas podrían salvar al capitalismo igualita-
rio y socialdemocrático, pues reconocía que cualquier respuesta realista implicaría ir más
allá de los límites del keynesianismo. La solución que encontró fue apuntalar la redis-
tribución del ingreso que hace el Estado benefactor con una redistribución de los acti-
vos de capital, de manera que el capital trabajara para todos. Meade no contemplaba un
Estado propietario, sino una democracia propietaria amplia en la que se repartiera más
equitativamente la riqueza porque sería mejor la distribución de la capacidad productiva.
El punto no es que una propiedad más generalizada del capital sea una solución a
los males del capitalismo (aunque bien podría contribuir a solucionarlos), sino que los
políticos igualitarios de la actualidad, como Bernie Sanders en Estados Unidos y Jeremy
Corbyn en el Reino Unido, no llevarán a buen fin su proyecto de regular los mercados
y revitalizar la democracia social en el siglo XXI si emplean las políticas del pasado. Como
reconoció Marx, con el capitalismo no hay marcha atrás.
E
l mundo parece estar en una crisis permanente. El orden liberal internacional
se encuentra asediado por dentro y por fuera. La democracia está en declive.
Una recuperación económica mediocre no ha podido elevar significativa-
mente los ingresos de la mayoría de la población en Occidente. El ascenso de
China amenaza el dominio de Estados Unidos y el agravamiento de las tensiones
internacionales incrementa el riesgo de una guerra catastrófica.
Con todo, hay una amenaza que tiene tantas probabilidades de definir el siglo XXI
como cualquiera de las anteriores: el cambio climático. La alteración del clima en la
Tierra acabará por exigir más atención y recursos, y tendrá una mayor influencia en
la economía mundial y las relaciones internacionales que las otras fuerzas visibles
en el mundo actual. El cambio climático dejará de ser una amenaza lejana y se volverá
una realidad cuyos efectos requerirán acciones inmediatas.
La concentración atmosférica del dióxido de carbono, el principal gas causante del
efecto invernadero, hoy excede las 410 partes por millón, el nivel más alto en 800 000
años. La temperatura promedio en la superficie de la Tierra es 1.2 grados Celsius más
alta que antes de la Revolución Industrial. El consenso entre los científicos es que el
máximo incremento de temperatura que puede haber para evitar un cambio climático
peligroso es de 2 grados Celsius. La humanidad tiene todavía unos 20 años antes de
que sea prácticamente imposible impedir que lleguemos a ese umbral, pero las pro-
yecciones más plausibles muestran que el mundo lo va a exceder.
Dos grados de calentamiento no deja de ser una cifra un tanto arbitraria: no
existen garantías de los efectos precisos de cualquier cambio de temperatura. Sin
embargo, hay una gran diferencia entre 2 grados de calentamiento y 2.5, 3 o 4 grados.
Si no se frenan las emisiones mundiales habrá sorpresas desagradables. Conforme
se eleve la temperatura, la distribución del fenómeno climático va a cambiar. Las
inundaciones que solían suceder cada 100 años van a ocurrir cada 50 o cada 20.
Los riesgos excepcionales se volverán más extremos, de tal modo que serán más
La elevación del nivel del mar, las marejadas que exacerban y la intrusión de agua
salada amenazan la existencia de algunos países isleños. En 2017, cuando el hura-
cán Irma golpeó Barbuda, tuvo que ser evacuada toda la población de esa isla
del Caribe, unas 1800 personas. Kiribati, un conjunto de islas del Pacífico, la
mayoría de las cuales solo se eleva unos metros sobre el nivel del mar, compró
tierras en la isla vecina de Fiji como último recurso para enfrentar la elevación
del mar.
Mientras unos países están anegados, otros sufren por falta de agua. En los últi-
mos años, las sequías en el Cuerno de África y en los países del sur del continente
han dejado a millones de personas en riesgo de morir de sed o hambre. En Somalia,
ya desgarrada por décadas de guerra, una sequía en 2011 y su subsecuente hambruna
dejó 260 000 muertes. A mediados de 2018, Ciudad del Cabo, una ciudad de casi
4 millones de personas, solo pudo escapar de quedarse sin agua gracias a medidas de
conservación heroicas. El cambio climático, al elevar las temperaturas y alterar el régi-
men pluvial, someterá a algunas regiones a precipitaciones insuficientes e irregula-
res, lo que llevará a que se pierdan cosechas y no haya agua suficiente para cubrir las
necesidades humanas.
Desde 1945, aunque algunos Estados se dividieron y otros fracasaron, muy pocos
han desaparecido. En el nuevo siglo, con el cambio climático la muerte de los Estados
será un fenómeno usual, en la medida en que la intrusión de agua salada y las mare-
jadas vuelvan inhabitables los países isleños. La mayoría de las islas amenazadas tie-
nen poblaciones poco numerosas, pero el desorden será incontenible. En otros países,
la reducción de la productividad agrícola y otros riesgos meteorológicos van a forzar
a la gente a mudarse de sus regiones rurales a las ciudades o incluso a cruzar las fron-
teras. Decenas de miles de personas tendrán que ser reubicadas. Quienes se exilien,
ya no podrán volver. ¿Se naturalizarán como ciudadanos de los países que los reciban?
¿Querrán los gobiernos que compraron tierras en otros países reclamar su soberanía?
Nueva Zelanda ha dado algunos pasos tentativos con el fin de crear una nueva cate-
goría de visa para algunos refugiados del cambio climático de los Estados isleños del
Pacífico, pero no existen leyes internacionales que gobiernen a quienes fueron forza-
dos a dejar su hogar por el cambio climático. La urgencia de estas preguntas aumen-
tará en los próximos años.
Además de generar nuevas crisis, los factores climáticos van a exacerbar las actua-
les. Unas 800 000 personas del grupo minoritario rohinyá, de Myanmar (Birmania),
han huido a Bangladesh, expulsadas por los embates de la limpieza étnica. Muchos
de los campos de refugiados que hoy ocupan se ubican en zonas propensas a sufrir
inundaciones durante el monzón. Para empeorar las cosas, buena parte del territo-
rio que rodea los campos ha sido despojado de su cubierta forestal, lo que deja a las
tiendas y barracas vulnerables a ser arrastradas por el agua. Aunque el mundo ha
avanzado mucho para prevenir las pérdidas de vidas por contingencias climáticas, el
cambio pondrá a prueba los sistemas humanitarios y de respuesta a desastres, que
de por sí ya están rebasados por conflictos interminables en Siria, Somalia, Sudán
del Sur y Yemen.
GUERRAS CLIMÁTICAS
El cambio climático también agravará las tensiones internacionales. Los analistas aler-
tan continuamente sobre la inminencia de guerras por el agua, pero hasta ahora los
países han sido capaces de resolver las disputas de forma pacífica. La India y Pakistán,
por ejemplo, extraen una buena cantidad de agua del río Indo, que atraviesa un territo-
rio en disputa, y aunque los dos países se han enfrentado en varias guerras, nunca han
chocado por el reparto del agua, gracias al Tratado sobre las Aguas del Indo, firmado
en 1960, que proporciona mecanismos para que manejen el río juntos. No obstante, la
gran demanda y la creciente escasez han generado tensiones sobre el Indo. Los esfuer-
zos de la India por construir represas río arriba han sido objetados por Pakistán y, en
2016, en medio de presiones políticas, el primer ministro indio Narendra Modi sus-
pendió temporalmente la participación de la India en las reuniones conjuntas para el
aprovechamiento del río. Será difícil recuperar la cooperación pacífica.
Las asociaciones entre países que comparten la misma cuenca hídrica son frágiles.
Varios países del Sudeste Asiático cooperan en la Comisión del Río Mekong, pero
China, el más grande de los seis países por los que fluye el río (y en el que están sus
orígenes), no es miembro. El gobierno chino y otros países río arriba han construido
represas en el Mekong que amenazan con privar de su sustento a comunidades pes-
queras y agrícolas en Vietnam y otros países de la parte baja del torrente. La compe-
tencia por el caudal del río ha empeorado conforme aumentan las sequías en la región.
Algo parecido ocurre en el Nilo. Etiopía está construyendo una gran represa con
fines de irrigación y generación de energía, pero va a reducir el caudal en Egipto y
Sudán. Hasta ahora, Egipto ha gozado de derechos desproporcionados sobre el Nilo
(un legado de la época colonial), pero la situación está por terminar y se necesitarán
delicadas negociaciones sobre el reparto del agua y sobre qué tan rápidamente Etiopia
va a llenar el embalse de la presa. La violencia está lejos de ser inevitable, pero las
tensiones por el agua van a encender nuevos focos de conflicto en regiones en donde
otros recursos son escasos y la contención institucional es débil o no existe.
También es posible que las respuestas que den los países a los efectos del cambio
climático tengan mayores consecuencias que los efectos mismos. En 2010, por ejem-
plo, cuando una sequía destruyó cerca de una quinta parte de la cosecha de trigo de
Rusia, el gobierno ruso prohibió las exportaciones de granos. Esta medida, junto con
la baja en la producción en Argentina y Australia, que también estaban siendo afecta-
das por la sequía, hizo que se dispararan los precios de los cereales en todo el mundo.
Esta subida de precios pudo haber ayudado a desestabilizar países que ya eran frá-
giles. En Egipto, por ejemplo, la inflación anual del precio de la comida alcanzó el
19% a principios de 2011, lo que acicateó las protestas que destituyeron al presidente
Hosni Mubarak.
Las respuestas del Estado a otros fenómenos meteorológicos también han intensi-
ficado otras tensiones. El derretimiento del hielo marino en el Ártico ha abierto nue-
vas líneas de navegación para la pesca y zonas de prospección de petróleo y gas, lo que
ha provocado que Canadá, Estados Unidos, Rusia y otros Estados árticos se disputen
el control sobre estos nuevos recursos.
Los propios esfuerzos por reducir las emisiones de carbono, si bien son bienveni-
dos, también podrían avivar la competencia. Conforme crece la demanda por ener-
gía limpia, los países van a pelear por subsidios y tarifas, mientras cada uno trata de
apuntalar su posición en la nueva economía verde. Los cuantiosos subsidios chinos a
su industria de energía solar han disparado una
reacción negativa por parte de los productores
de paneles solares en otros países; por ejemplo, Conforme crezca el temor
Estados Unidos impuso aranceles en 2017 y la al desenfrenado cambio
India pondera una medida semejante.
A medida que se intensifica el temor al cam- climático, los gobiernos
bio climático, los debates entre los países se estarán cada vez más
vuelven más agresivos y más abiertos. Dado que
en la fabricación de las baterías utilizadas en los tentados a tomar medidas
carros eléctricos se requieren tierras raras, como unilaterales drásticas.
cobalto, litio y níquel, que se extraen sobre todo
en lugares agobiados por conflictos, como la
República Democrática del Congo, el aumento de vehículos que funcionan con bate-
rías podría desatar una nueva y peligrosa lucha por esos recursos. Los fabricantes rea-
lizarán innovaciones para reducir su dependencia de estos minerales, pero presiones
de este tipo se volverán más comunes en tanto que avance la transición hacia la ener-
gía limpia. Por ejemplo, las empresas y los países que dependen fuertemente de los
combustibles fósiles se resistirán a la presión de dejar de explotarlos.
Los gobiernos podrían dictar una miríada de políticas controversiales para
enfrentar las condiciones cambiantes del clima. Prohibir las exportaciones de recur-
sos que últimamente son escasos, comprar territorio en otros países, imponer el
uso obligatorio de biocombustibles, decretar leyes para conservar las áreas foresta-
les y miles de otras opciones van a tener defensores y detractores, y van a agravar
las tensiones internas e internacionales. Conforme crezca el temor al desenfrenado
cambio climático, los gobiernos estarán cada vez más tentados a tomar medidas uni-
laterales drásticas, como las iniciativas de geoingeniería, que son tremendamente
desestabilizadoras.
EL TEMA CANDENTE
Estos alarmantes escenarios no son inevitables, pero mucho depende de que los paí-
ses se unan para frenar las emisiones de carbón y prevenir los peores efectos del cam-
bio climático. En 2017, cuando el presidente Donald Trump anunció su intención de
sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, muchos otros
países, entre ellos Alemania, China, Francia, la India y el Reino Unido, respondieron
reafirmando su apoyo al pacto. El presidente francés Emmanuel Macron organizó en
su país un encuentro internacional sobre cambio climático en diciembre de ese año e
incluso estableció un fondo para convocar a científicos especialistas en el tema (sobre
todo estadounidenses) a trabajar en Francia.
L
a Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) afronta múltiples
retos: ataques terroristas en las capitales europeas; la migración está pre-
sionando los sistemas de seguridad fronterizos y nacionales; Rusia tiene las
capacidades y la disposición de utilizar la fuerza militar y otros instrumentos de
influencia en Europa, y Donald Trump, Presidente de Estados Unidos, ha amena-
zado con hacer pedazos la alianza. Sin embargo, el problema más grave no está
entre estos riesgos obvios, sino en el quebrantamiento de la democracia liberal
dentro de la propia alianza.
La OTAN nunca ha sido una alianza típica. Desde su creación en 1949, no solo ha
impedido y combatido las amenazas externas; también ha promovido los principios
del gobierno democrático liberal. Si bien en un principio la amenaza de la Unión
Soviética fue lo que mantuvo la cohesión de sus miembros, sus características comu-
nes la mantuvieron más unida que la mayoría de las organizaciones multilaterales.
Casi todos eran gobiernos elegidos democráticamente que rendían cuentas a sus ciu-
dadanos, sujetos al Estado de derecho y dedicados a la defensa de los derechos polí-
ticos y civiles. El artículo 2 del tratado constitutivo de la OTAN comprometía a sus
miembros a “fortalecer sus instituciones libres”.
Los países que enfrentan una amenaza común suelen agruparse para defenderse
y sobrevivir, pero la mayoría de las alianzas sucumben rápidamente en cuanto se eli-
mina la amenaza. Por eso tantos observadores temían que la OTAN desapareciera
junto con la Unión Soviética. Sin embargo, gracias a la cohesión interna fruto de
sus valores democráticos y a que sus normas eran un incentivo para los aspirantes a
EL PRECIO DE LA ADMISIÓN
Después de la caída de la Unión Soviética, las credenciales democráticas liberales
de los miembros de la OTAN adquirieron mayor importancia para la alianza. Si bien
muchos expertos y formuladores de políticas públicas esperaban que Europa saliera
íntegra, libre y en paz de la Guerra Fría, otros advirtieron que, sin un enemigo común,
la región podría volver a los anteriores ciclos de inestabilidad y conflicto avivados por
regímenes europeos revanchistas, chauvinistas e iliberales. Estos observadores argu-
mentaban que, lejos de ser irrelevante, la OTAN desempeñaría un papel clave para for-
talecer las democracias liberales y generar confianza entre países que habían pasado
siglos combatiendo entre sí.
Y como si se hubieran puesto de acuerdo, casi inmediatamente después de la caída
de la Unión Soviética, las desavenencias fronterizas y los conflictos étnicos crecientes
en Europa del Este empezaron a poner en riesgo la paz, que quedó finalmente frac-
turada con la desintegración de Yugoslavia a principios de la década de 1990. Ante
tales retos, la OTAN trató de aprovechar el deseo de pertenecer a la Organización para
propiciar reformas políticas, al exigir a los nuevos miembros el cumplimiento con sus
normas de buen gobierno. Esta decisión se sustentaba en la idea de que las institucio-
nes, prácticas y valores liberales evitarían un regreso a la dinámica nacionalista, nati-
vista, extremista e intolerante que motivó destructivos conflictos en Europa durante
siglos. Para fomentar la seguridad en el continente europeo, la OTAN requería que los
nuevos miembros se olvidaran de las prácticas autocráticas.
Cumplir con estos requisitos muchas veces fue causa de controversias políticas, y
los aspirantes a miembros no siempre estuvieron a la altura. Los países que durante
décadas padecieron regímenes comunistas autoritarios tuvieron que erradicar la per-
sistente influencia de las agencias de inteligencia; revertir el control politizado de los
militares en favor de fuerzas de defensa profesionales, apolíticas; establecer super-
visión legislativa para las adquisiciones militares e implementar políticas de perso-
nal que combatieran la corrupción. Todo ello ha tomado tiempo: Montenegro se
fijó el objetivo de lograr la membresía en 2007, pero tuvo que esperar 10 años más
para ser admitido. Y no basta con la mera aspiración: Bosnia, por ejemplo, aún tiene
que cumplir con los requisitos que la alianza le impuso en 2010 para tener derecho
siquiera al trámite previo, el Plan de Acción para la Adhesión. Tal vez estos requisitos
han retardado el proceso de expansión de la OTAN, pero las instituciones y prácticas
liberales son clave para crear seguridad y con-
fianza entre las diversas sociedades de Europa.
La capacidad de la OTAN Cualquier otra cosa habría debilitado la alianza,
para llevar a cabo en vez de fortalecerla.
Más allá del efecto estabilizador en el con-
operaciones de seguridad tinente en general, hay otra razón por la que
depende tanto de su importa el carácter democrático liberal de
la OTAN: sin una amenaza externa compartida, la
cohesión política, como fuerza vinculante de las instituciones y valores
de las capacidades democráticos liberales es fundamental para la
militares de sus miembros. efectividad de la alianza. Su capacidad para lle-
var a cabo operaciones de seguridad depende
tanto de su cohesión política, como de las capa-
cidades militares de sus miembros. Pocos cuestionan la cohesión de la OTAN cuando
se invoca el artículo 5 de su tratado constitutivo, en concreto, cuando un aliado sufre
un ataque directo. Las amenazas externas comunes generan respuestas unificadas.
Después del 11-S, por ejemplo, los miembros de la OTAN se unieron de inmediato a la
campaña de Estados Unidos contra Afganistán, regido por los talibanes.
Sin embargo, cuando la alianza enfrenta algún problema de seguridad que no
implica invocar el artículo 5, su cohesión es más incierta, porque cada miembro tiene
distintas prioridades que rigen sus cálculos de costos y beneficios. En tales casos, el
compromiso liberal con el Estado de derecho ha sido fundamental. La alianza ha
demostrado su cohesión al actuar fuera de Europa y cuando existe justificación en
el Derecho Internacional, como cuando intervino en Libia en 2011, respaldada por
una resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
En otras ocasiones, cuando la alianza ha enfrentado retos de seguridad más ambi-
guos y controvertidos, el compromiso común con los valores democráticos liberales
ha resultado ser incluso más importante para mantener la cohesión. Considérense a
los Balcanes: en 1995, la OTAN condujo la Operación Fuerza Deliberada para prote-
ger zonas inseguras en Bosnia que estaban siendo atacadas por grupos étnicos ser-
bios armados; en 1999, llevó a cabo otra operación aérea contra las fuerzas armadas
de lo que quedaba de Yugoslavia para prevenir ataques militares contra etnias albanas
en Kosovo. En dichas campañas, el artículo 5 no era aplicable porque ningún miem-
bro de la OTAN había sido atacado directamente. Tampoco actuaba la alianza por una
resolución del Consejo de Seguridad. Estas intervenciones pusieron a prueba su capa-
cidad política, pero en última instancia, sus miembros se aglutinaron en torno a su
compromiso común con los derechos humanos, principio consagrado en el Derecho
Internacional en 2005 como “la Responsabilidad de Proteger” (o R2P). La capacidad de
la alianza para evitar atrocidades masivas en Estados que no forman parte de la OTAN
fue producto tanto de los valores de sus miembros como de sus activos militares.
RETROCESOS
En los primeros años del siglo XXI, a algunos observadores —yo entre ellos— les
preocupaba que la credibilidad de los criterios de admisión de la OTAN resultara
afectada por los nuevos miembros que lograban cumplirlos, pero que una vez den-
tro de la alianza, aflojaban el paso. Cuando las organizaciones internacionales acogen
más miembros, a menudo se vuelven más complejas y lentas para actuar. Un mayor
número de miembros se traduce en mayor diversidad de intereses y prioridades. La
OTAN argumentaba que un compromiso compartido con la democracia liberal redu-
ciría este problema, pero solo si los nuevos miembros seguían rigiéndose conforme a
dichos valores después de su ingreso. En ese momento, yo temía que los miembros de
más tiempo en la OTAN fueran explotados por Estados como Hungría, que no estaba
dispuesta a cumplir las reformas políticas prometidas. Dejar vía libre a los transgre-
sores dañaría la credibilidad de la OTAN y afectaría su capacidad de cultivar los valo-
res liberales. Y si la OTAN no se mostraba dispuesta a hacer cumplir los requisitos de
ingreso, la alianza multilateral más importante de Estados Unidos se llenaría de esla-
bones débiles.
Desde entonces, esos temores se han confirmado. Ya es obvio que no pasa nada por
violar las normas democráticas liberales de la OTAN, y que, de hecho, algunos eslabo-
nes débiles están retrocediendo. Considérese Hungría. En 1999, la OTAN la recibió
con beneplácito. En 2002, y de nuevo en 2006, celebró elecciones tan reñidas que des-
embocaron en que saliera a la luz la corrupción y colusión de funcionarios de los dos
principales partidos con el Partido Comunista de la era soviética, y muchos de ellos
tuvieron que rendir cuentas. En 2004, Hungría buscó integrarse a la Unión Europea
con amplio apoyo del espectro político. También avanzó en cuanto a libertades civiles
y derechos políticos, de tal forma que entre 2005 y 2010, logró puntuaciones altas en
todas las categorías de la organización no gubernamental Freedom House.
Pero en 2010, en elecciones ampliamente reconocidas como libres y legítimas,
la Unión Cívica Húngara (Fidesz), el partido de extrema derecha de Viktor Orbán,
obtuvo el 53% de los votos y el 68% de los escaños en el Parlamento. Con esta mayoría
LA NUEVA AMENAZA
En 2002, escribí en Foreign Affairs (vol. 81, núm. 6) acerca del riesgo de que el retro-
ceso de algunos de los nuevos miembros de la OTAN pudiera atentar contra la cohe-
rencia de la alianza. Ahora se ve que soy culpable de no haber imaginado algo peor.
Actualmente, la democracia liberal está en riesgo no solo entre los nuevos miembros
de la alianza, sino entre los primeros u originales, y esto constituye una amenaza aún
mayor para la unidad y eficacia de la OTAN.
El caso más notorio no sorprende en absoluto. Turquía, que se unió a la Orga-
nización en 1952 y cuya historia está plagada de golpes militares, hace tiempo que
representa un problema para el compromiso de la alianza con las instituciones y los
principios democráticos liberales. Pero después de la Guerra Fría, hizo avances en el
terreno de los derechos legales y civiles, y permitió la competencia política. Cuando
el Partido para la Justicia y el Desarrollo llegó al poder en 2002, con la dirigencia de
RecepTayyip Erdogan, en un principio pareció que seguiría progresando.
Sin embargo, el partido pronto volvió a las andadas. En 2016, con el pretexto
de investigar un supuesto intento golpista, el gobierno de Erdogan enjuició a sus
Pero estas ideas se basaban en el supuesto de que las anomalías que tendría que
enfrentar la alianza serían ocasionales. Con tantos miembros de la alianza, nuevos y
antiguos, que ya han retrocedido o están en riesgo de hacerlo, esa oportunidad se ha
perdido. Si aumentan los rebeldes, la OTAN podría encontrarse con un bloque dentro
de la alianza empeñado en proteger a la democracia iliberal.
Dada la proliferación de miembros problemáticos, la OTAN debe sopesar la adop-
ción de una regla similar a la de “mayoría calificada” de la Unión Europea para su
gobernanza interna. En vez de requerir consenso o consenso menos uno (que las coa-
liciones de rebeldes probablemente sabotearían), la OTAN debería permitir que una
mayoría absoluta definida de miembros suspendiera el derecho de voto o de decisión
de los rebeldes. Según el Tratado de Lisboa de 2007, casi todas las decisiones de la
Unión Europea requieren la aprobación de una doble mayoría: el 55% de los Estados
miembros, representativo del 65% de la población de la Unión. Con este proce-
dimiento, la Unión Europea puede iniciar un proceso de revocación del derecho de
voto y los privilegios organizacionales de los miembros considerados como una ame-
naza sistemática para el Estado de derecho. De hecho, la Unión Europea está ana-
lizando precisamente esos procedimientos para restringir el financiamiento y otros
beneficios a Hungría y Polonia.
Además, la OTAN debe delegar en uno de sus funcionarios superiores la respon-
sabilidad de vigilar e informar sobre la legitimidad democrática liberal, no solo de los
nuevos miembros o los aspirantes, sino de todos los aliados. El vicesecretario gene-
ral de asuntos políticos y políticas de seguridad podría asumir esta función. (Hasta
ahora, dicho cargo se ha centrado en las relaciones exteriores y los temas usuales de
seguridad, como el control de armas.) Dada la crucial importancia del compromiso
de la alianza con las instituciones y prácticas democráticas liberales de sus miembros,
el liderazgo institucional de la OTAN debería actuar más activamente para que cum-
plan con las normas de la alianza.
En última instancia, la OTAN debe acercarse más a la Unión Europea. Ambas
organizaciones tienen intereses en común, como el buen gobierno, el Estado de dere-
cho y los derechos de los ciudadanos, de modo que podrían reforzar mutuamente sus
respectivas cualidades. La creación de canales oficiales de comunicación que pro-
fundizaran esta relación fortalecería la capacidad de la OTAN para vigilar si los alia-
dos cumplen con sus normas de buen gobierno (la Unión Europea ya cuenta con
sistemas de medición para evaluar el cumplimiento). Además, un proceso explícito
y sistemático de intercambio de información ayudaría a impedir que los miembros
aprovecharan su estatus en una organización para evitar rendir cuentas por mal com-
portamiento o retrocesos en la otra. Por ejemplo, para excusar su creciente ilibera-
lismo, Polonia suele citar su buena reputación en la OTAN, donde es un sólido aliado
militar que adopta una posición firme respecto de Rusia.
Pero no bastan ajustes de procedimiento para inocular a la alianza contra los esla-
bones débiles. Por ejemplo, la OTAN podría lidiar con una Turquía represiva si la
marginara de las misiones y decisiones clave. Sus reglas no prevén formalmente
ese proceder, pero la organización sabe arreglárselas para encontrar alternativas
procesales, y cabe la posibilidad de que los líderes turcos no pongan objeciones. Algo
muy distinto sería que uno de los miembros clave de la OTAN se apartara de los fun-
damentos democráticos liberales de la alianza. ¿Cómo podría la OTAN marginar o eva-
dir a Alemania, Estados Unidos o Francia?
La mejor defensa reside en los propios Estados miembros. La OTAN puede estruc-
turar medidas disuasorias y castigos para los reincidentes, pero solo los ciudadanos
pueden hacer que sus líderes elegidos rindan cuentas. Es de suma importancia que
Estados Unidos responda al desafío. El deterioro del liberalismo entre los principa-
les aliados de la OTAN es preocupante: Alemania representa al ave fénix trasatlántica
que surgió de las cenizas del fascismo; Francia es el símbolo de la resistencia durante
la ocupación; fue en el Reino Unido donde Europa mantuvo vivas las esperanzas en la
Segunda Guerra Mundial. Pero fue Estados Unidos quien salvo al siglo XX de la dicta-
dura y ayudó a Europa a tener prosperidad, seguridad y estabilidad. La OTAN podría
sobrevivir a los ciudadanos europeos que juegan con la idea del fascismo (si bien debe
limitar los experimentos), pero no puede sobrevivir si la democracia liberal estadou-
nidense fracasa.
Los estadounidenses deben enfrentar el hecho de que hoy la mayor amenaza para
la OTAN es propiamente Estados Unidos. Sin importar sus preferencias partidistas y
políticas, todos los estadounidenses tienen un interés patriótico en proteger las leyes,
prácticas e instituciones de su democracia liberal. No se trata meramente de política
interna; también es un tema de seguridad nacional. Las amenazas contra la democra-
cia interna ya han mermado la capacidad de Washington para trabajar con aliados en
un mundo peligroso, incierto y amenazante. Por ser el miembro más poderoso de la
OTAN, Estados Unidos debe asumir el liderazgo mediante una defensa bipartidista de
las instituciones y los valores liberales.
Actualmente, las principales amenazas contra la OTAN provienen de sus propios
miembros. Estos retos no pueden resolverse en la flamante sede central de la OTAN,
en Bruselas, modificando procedimientos o acusando a los peores infractores. Se les
debe derrotar en casa.
R EU T E R S /A N D R ÉS RO JAS
Grupos de venezolanos caminan por una carretera ecuatoriana rumbo a Perú, luego
de que Ecuador les exigiera el pasaporte para dejarlos entrar. Se estima que más de
2.3 millones de venezolanos, que representan alrededor del 7% de la población, han
abandonado su país en los últimos 4 años debido a la crisis social, económica y política
generada por el gobierno de Nicolás Maduro.
Reseñas
FIVE BATTLES AND A COMMERCIAL WAR, Valeria Mendiola and Valeria Moy
The government of Donald Trump started a new series of commercial disputes in
which all countries are treated as adversaries. Canada and Mexico are among
those most affected, while the North American Free Trade Agreement, sig-
ned more than 20 years ago, has also felt the impact.
Keywords: Donald Trump, Mexico, NAFTA, tariffs.
Palabras clave: Aranceles, Donald Trump, México, TLCAN.