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FEMINISMOS
Rosa Cobo
EDICIONES CÁTEDRA
UNIVERSITAT DE VALENCIA
INSTITUTO DE LA MUJER
Consejo asesor:
© Rosa Cobo
Ediciones Cátedra, S. A., 1995
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Depósito legal: M. 8.978-1995
I.S.B.N.: 84-376-1325-6
Printed in Spain
Impreso en Gráficas Rogar, S. A.
Pol. Ind. Cobo Calleja. Fuenlabrada (Madrid)
Para Celia Amorós
Prólogo
C e l ia A morós
Agradecimientos
1 Podría decirse que este texto de Paul Hazard (La crisis de la con
ciencia europea, Madrid, Pegaso, 1975, pág. 15), a pesar de no tener
ninguna relación con un retrato de Rousseau, le define con bastante
exactitud.
damente. Pero llegó un momento en que, en su afán de co
rregir, decidió poner igualdad donde había desigualdad.
Y ahí comenzaron sus infortunios, primero en forma de si
lencio —donde antes hubo alabanza— y después de críticas
y persecuciones.
El pensamiento de Rousseau es uno de los más contro
vertidos y fundamentales que ha producido el siglo xvm
francés. La clave nos la proporciona Paul Hazard, quien, re
firiéndose a Locke, señala: «No veo otro hombre que, como
él, no haya escrito nada que no pareciera esencial, sino Jean-
Jacques Rousseau; el cual, hablando de religión, de política
o de pedagogía, siempre provocaba incendios»2. Rousseau
reflexionó y escribió acerca de los grandes temas de la Ilus
tración. Desde una posición única: fue un ilustrado que cri
ticó a la Ilustración por sus insuficiencias. Si Madame de
Staél señalaba que las Luces sólo se curan con más Luces,
Rousseau nos dirá que las Luces sólo se curan con virtud y
moral. Para el ginebrino, la razón no es un fin en sí mismo,
sino un medio para alcanzar la virtud. La razón no puede
agotarse en el descubrimiento de leyes físicas o en la inven
ción de nuevas máquinas. El problema que plantea Rous
seau es otro: ¿de qué nos sirve el progreso si no somos per
sonas virtuosas? Rousseau se convierte así en uno de los
grandes críticos de una de las ideas centrales del siglo de las
Luces: la idea de progreso. Su interés no se centra en el pro
greso científico, sino en el progreso moral. El ginebrino in
vestiga la relación entre razón y moral y encuentra la clave
de esa relación en el sentimiento. En el sentimiento natural
de cada individuo, en su subjetividad, se encuentra el
germen de la razón y la moral. Por eso, nuestro ilustrado
apelará a una razón moral que regule la vida del individuo y
de la sociedad. De esta forma, en Rousseau convergerán las
dos grandes corrientes que atraviesan el siglo xviii: la racio
nalista y la sentimental.
El pensamiento de Rousseau ha sido objeto de muchas y
variadas interpretaciones. Desde la consideración de que
El o r ig e n d e l c o n o c im ie n t o e n R o u ssea u
Ra z ó n m oral « versus» r a z ó n il u s t r a d a
L ím it e s y f r u s t r a c ió n m o r a l d e l a r a z ó n il u s t r a d a
L as ir r a c io n a l id a d e s d e la r a z ó n
Razón y sujeción
Id e a s e n t o r n o a l c o n c e p t o d e e st a d o d e n a t u r a l e z a
O tras n o c io n e s a n t r o p o l ó g ic a s a c e r c a
DEL ESTADO de NATURALEZA
La era patriarcal
El estado de guerra
La n o c ió n d e e st a d o d e n a t u r a l e z a e n P o u l a in de la B arre
«E l c o n t r a t o s o c ia l »
Concepto de soberanía
154
lítico. Y, en segundo lugar, decíamos que en esta modalidad
contractual no tiene cabida el pacto de sujeción. La teoría de
la soberanía popular se apoya sobre dos pivotes: 1) la inalie-
nabilidad; y 2) la indivisibilidad. La soberanía cobra exis
tencia cuando se ejercita la voluntad general: «Digo, pues,
que al no ser la soberanía otra cosa que el ejercicio de la vo
luntad general, no puede enajenarse jamás, y que el sobera
no, que sólo es un ente colectivo, no puede ser representado
más que por mí mismo: el poder puede transmitirse, pero no
la voluntad»279. La soberanía, al no ser más que la expresión
de la voluntad general, no puede enajenarse porque si se
enajena, el cuerpo moral y político que se ha creado a partir
del pacto, se disuelve. Los ciudadanos no pueden obedecer
más que a la voluntad general, es decir, a ellos mismos. Si
obedecen a alguien ajeno a sí mismo pierden su cualidad de
pueblo: «Si el pueblo promete simplemente obedecer, con
este acto se disuelve, pierde su cualidad de pueblo; desde el
momento en que hay un señor ya no hay soberano, y con
ello el cuerpo político queda destruido»280.
Pero si la soberanía no puede enajenarse porque enton
ces deja de existir, por el mismo motivo no puede dividirse.
Si la voluntad general no es de todo el pueblo es porque sólo
lo es de una parte; y si lo es de una parte, deja de ser sobe
ranía para convertirse en la expresión de una voluntad parti
cular. La soberanía, para Rousseau, es indivisible porque la
voluntad o es general o es particular. Si es particular ya no
es expresión de todo el pueblo281. La soberanía no establece
relaciones entre superiores e inferiores, sino entre el cuerpo
moral y político y cada uno de sus miembros. La soberanía
es legítima porque todos los individuos contrataron, es equi
tativa porque a todos pertenece y útil porque su objeto es el
bien general282.
La voluntad general
291 Cfr. A. Miralt, pág. 80. Ajuicio de Miralt, con esta conceptuali
zación de la política, Rousseau cierra la teoría política moderna, como
Kant cierra la filosofía teórica moderna. Muralt establece una estrecha
conexión entre la metodología escotista de la distinción formal y la no
ción de pueblo en Rousseau, en la que la unidad de aquél constituye la
soberanía: «... el pueblo es pueblo por sí mismo antes de toda constitu
ción política, como para Escoto la materia es una identidad actual antes
de toda determinación por la forma».
seauniana en la medida en que se constituye en la voluntad
del cuerpo moral resultante del pacto de asociación. Antes
del pacto de asociación sólo existían voluntades individua
les. Pero el acto asociativo tiene un carácter sintético por el
cual todas las voluntades se transforman en una sola volun
tad general. De este modo, la soberanía y la voluntad gene
ral son conceptos inseparables: no sólo porque afirman el
exclusivo protagonismo del pueblo en la formación de la so
ciedad y del Estado, sino también porque la soberanía es el
ejercicio de la voluntad general. Pero, ¿qué es la voluntad
general?: «La voluntad general, para ser verdaderamente
tal, debe serlo en su objeto tanto como en su esencia y...
pierde su rectitud natural cuando tiende a algún objeto indi
vidual y determinado [,..]»292. Más aún,«[...] la voluntad ge
neral [...] cambia de naturaleza cuando apunta a un objeto
particular [...]»293. Para que la voluntad general tenga una
existencia completa y absoluta es requisito imprescindible
«que no haya ninguna sociedad parcial en el Estado y que
cada ciudadano opine sólo con arreglo a su propio sen
tir»294. Hay que señalar que el ginebrino no teme los intere
ses de índole puramente individual, ya que no cree que és
tos puedan quebrar la unidad de la voluntad general; su te
mor se dirige a los intereses colectivos o corporativos, ya
que, a su juicio, éstos pueden no ser subsumidos por el inte
rés común y, por tanto, podrían destruir la unidad de la vo
luntad general.
La doctrina de Rousseau acerca de la soberanía y de la
voluntad es impecable desde la perspectiva de la defensa de
la libertad y la igualdad del individuo. Sin embargo, estas
garantías son más evidentes y claras en la teoría que en la
práctica. El primer problema de tipo práctico hace referen
cia a la disolución entre la voluntad general y el cuerpo de
los votantes. Rousseau reconoce que la voluntad general
Noción de ley
El gobierno
El poder legislativo corresponde a la totalidad del pue
blo, mientras que el poder ejecutivo sólo corresponde a unos
pocos miembros del mismo. Los actos del soberano se ex
presan mediante leyes, mientras que los actos del gobierno
son meros actos particulares314. El gobierno, en la técnica
328 «La virtud consiste, por tanto, en el dominio que [...] ejerce el
individuo sobre sus pasiones, desarrolladas por medio de la sociedad.
Este dominio representa, al propio tiempo, su “libertad moral”, por me
dio de la cual el individuo se emancipa de la determinación exterior de
las pasiones. El “yo” que aquí se libera no es el yo físicoy material, sino
el yo" moral que se hace visible (y se constituye) en, y a través de este
acto» (I. Fetscher, op. cit., pág. 19).
329 Ibídem, pág. 465 (ed. francesa, págs. 400-401).
330 Ibídem, pág. 457 (ed. francesa, pág. 401).
el poder distribuido en partes iguales entre todos los ciuda
danos, con la convicción de que sólo la máxima distribución
del poder y la creación de mecanismos de control sobre las
instituciones políticas pueden frenar las tiranías.
Para Rousseau es una ley inexorable que la voluntad
particular obra constantemente contra la voluntad general y
que, debido a la misma ley, el gobierno obra contra la sobe
ranía. Esta inexorabilidad consiste en que tarde o temprano
el gobierno oprimirá al soberano, es decir, se instaurará la
sujeción del pueblo y, por tanto, se destruirá el pacto social.
Cuando este hecho se produzca, la resistencia al poder y la
revolución contra la sujeción serán legítimas. El pesimismo
de Rousseau en lo que concierne a la salud y duración del
cuerpo político se apoya en la idea de que la voluntad par
ticular tiende a destruir la voluntad general y, por tanto, al
cuerpo político: «Este es el vicio inherente e inevitable que
desde el nacimiento del cuerpo político tiende sin tregua a
destruirlo, lo mismo que la vejez y la muerte destruyen el
cuerpo del hombre»331. El cuerpo político, igual que el del
ser humano, «comienza a morir desde su nacimiento y lleva
en sí mismo las causas de su destrucción»332. Este pesimis
mo le hace concebir la historia como oscurecimiento y, con
secuentemente, como corrupción. El transcurrir de la histo
ria pervierte al hombre no sólo en su apariencia, sino tam
bién en su esencia. Esta concepción de la historia que puede
llevarle a calificar un cambio político como una decadencia
ha dado lugar a interpretaciones conservadoras de la obra
del ginebrino333. En cualquier caso, si bien la destrucción
Representación y diputados
La democracia directa
Tanto el gobierno como los representantes deben estar
sometidos al soberano y a la voluntad general; pero como se
ha visto anteriormente, tras la soberanía y la voluntad gene
ral está únicamente el pueblo y sólo éste es el sujeto del sis
tema político rousseauniano. El único poder legítimo es,
pues, el del pueblo que, al autodotarse de un yo común, se
convierte en un todo soberano. Sus actos se expresan a tra
vés de la voluntad general. Pero, ¿cuál es el modo de expre
sión de la voluntad general? ¿Cuál es el instrumento que le
permite al pueblo expresarse y legislar sobre sí mismo?:
«No teniendo el soberano más fuerza que el poder legislati
vo, sólo obra por medio de leyes, y no siendo las leyes sino
actos auténticos de la voluntad general, sólo puede actuar el
soberano cuando el pueblo está reunido. ¡El pueblo reuni
do!, se dirá. ¡Qué quimera! Es una quimera hoy día, pero no
lo era hace dos mil años. ¿Han cambiado los hombres de na
turaleza?»344. La democracia directa es, pues, el régimen
La ig u a l d a d
El su je t o p o l ít ic o
La f r a t e r n id a d
C ontrato s o c ia l y su je c ió n
E m il io o el id e a l d e l a c iu d a d a n ía
S o f ía o e l id e a l d e l a d o m e s t ic id a d
488 J.J. Rousseau, Emilio..., pág. 412 (ed. francesa, pág. 693).
489 J.J. Rousseau, El contrato social, pág. 405.
490 J.J. Rousseau, Emilio..., pág. 471 (ed. francesa, pág. 766).
rousseauniana se quiebra, de la misma forma que se quiebra
su sistema político si el gobierno usurpa el poder del cuerpo
político. Por tanto, podría decirse que los varones constitu
yen la voluntad general de las mujeres de dos formas dife
rentes: primero, en el sentido de que cada varón lleva al ám
bito privado la voluntad general y, segundo, en el de que el
conjunto de los varones constituye la voluntad general para
las mujeres como genérico.
Siguiendo este esquema, la mujer puede, a través de ese
poder que le concedió la naturaleza, esclavizar al hombre.
Las mujeres pueden utilizar de una forma perversa los llan
tos, la falsa dulzura, los falsos halagos y otras cualidades
«femeninas». Cuando esto sucede las mujeres se convierten
en el mal. Rousseau encuentra el remedio a este mal en la
familia, como veremos un poco más adelante.
Cuando se estudiaba la educación de Emilio nos refería
mos, inevitablemente, al problema de las apariencias. Este
problema trasciende Emilio y se convierte en uno de los te
mas centrales de su pensamiento. La unidad del individuo
es el punto de partida (estado de naturaleza) y también el
punto de llegada (El contrato social y Emilio) de la refle
xión rousseauniana. La máscara y las apariencias son vistas
por nuestro filósofo como uno de lo obstáculos principales
que se interponen entre el individuo social y su auténtico yo
natural. El rechazo a las apariencias y la defensa de la auten
ticidad tienen un lugar relevante en su pensamiento, como
ya tuvimos ocasión de señalar. Sim embargo, el problema
de las apariencias es planteado de una forma radicalmente
opuesta cuando se refiere a Sofía en concreto y a las muje
res en general. El criterio que debe guiar la conducta de
Emilio surge de él mismo, en su conciencia o, en palabras
de Rousseau, en su sentimiento interno. Sin embargo, el cri
terio que debe guiar a Sofía, como señala Diana H. Coole491,
es el siguiente: ¿qué pensarán los otros de mí? La vida de
244
debe hacerse agradable al hombre en lugar de provocarlo; su
violencia está en sus encantos; mediante ellos debe constre
ñirla a hallar su fuerza y a utilizarla. El arte más seguro de
animar esta fuerza es hacerla necesaria por la resistencia.
Entonces el amor propio se junta al deseo, el uno triunfa de
la victoria que el otro le hace conseguir»504.
Así como El contrato social y Emilio son apelaciones
radicales a la razón, en la medida en que la organización po-
lítico-social y la educación del individuo, respectivamente,
son pensados por Rousseau desde presupuestos morales
—libertad e igualdad—, las mujeres también son concebi
das en términos de virtud, pese a que su concepción de la
virtud femenina consiste en la sujeción al varón. Rousseau
cree que las mujeres son la fuente de la pasión sexual, o di
cho de otra forma, cree que su naturaleza es profundamente
irracional. La creencia en una naturaleza femenina irracio
nal constituye un obstáculo importante en el desarrollo de la
racionalidad por parte del varón. Para que los varones sean
libres han de ser más racionales que apasionados. Por tanto,
para que los varones sean racionales, las mujeres han de es
tar patriarcalmente controladas505. Éste es uno de los proble
mas clave que plantea Rousseau en La nueva Eloísa506. Di
cho control sólo puede realizarse a través del matrimonio.
Tanto Sofía como Julia deben ser educadas en el amor a la
virtud; y la mujer virtuosa es aquella que puede controlar
sus pasiones sexuales. La virtud de Julia triunfa cuando es
capaz de identificarse como esposa y como madre y cuando
reprime su amor por Saint-Preux. Como pone de manifies
to Nancy Armstrong, en el intercambio sexual, la mujer sólo
gana autoridad a través de la redención del esposo, y no per
siguiendo sus propios deseos. El deseo femenino debe ser
capaz de transformar en el seno familiar a un varón compe
titivo en un padre benevolente507.
L a c r í t i c a i l u s t r a d a a J. J. R o u s s e a u
A MODO DE CONCLUSIÓN
B ibliografía secundaria
Prólogo...................................................................................................... 9
A gradecimientos ..................................................................................... 19
Introducción ............................................................................................ 21
C apítulo primero. Los límites de la r a z ó n ........................................ 31
El origen del conocimiento en R o u ssea u .................................... 36
Razón moral versus razón ilustrada ............................................. 49
Límites y frustración moral de la razón ilustrada..................... 51
Ser y parecer................................................................................ 55
Los males de la razón ............................................................... 58
Las irracionalidades de la r a z ó n .................................................... 60
Crítica a la noción de p rogreso............................................... 62
Fracaso moral de la ra z ó n ........................................................ 63
La razón de los filósofos ......................................................... 70
Razón y unidad s o c ia l............................................................... 72
Razón y desigualdad................................................................. 75
Razón y su jeció n ........................................................................ 79
Poulain de la Barre o la razón antipatriarcal.............................. 81
C apítulo II. El estado de la naturaleza y los límites de
la igualdad .......................................................................................... 87
Ideas en tom o al concepto de estado de la naturaleza............. 91
Otras nociones antropológicas acerca del estado de
naturaleza .................................................................................... 104
El estado de naturaleza ................................................................... 108
La igualdad natural ................................................................... 108
La era patriarcal ......................................................................... 115
Quiebras lógicas: el otro estado de la naturaleza o la
desigualdad in v isib le.......................................................... 122
La desigualdad visible .............................................................. 133
El estado de guerra ................................................................... 134
La noción de estado de la naturaleza en Poulain de la Barre ... 138
Capítulo III. Los límites de la dem ocracia....................................... 143
El contractualismo m ed ieval........................................................... 147
El contrato s o c ia l .............................................................................. 150
Concepto de soberanía.............................................................. 154
La voluntad general .................................................................. 159
N o c ió n d e le y .............................................................................. 162
El gob iern o .................................................................................. 166
Representación y diputados..................................................... 172
La democracia directa............................................................... 175
La igualdad......................................................................................... 181
El sujeto político ............................................... ............................... 191
L afratem idad.................................................................................... 194
Contrato social y su jeción ............................................................... 201
Capítulo IV El nuevo ideal de feminidad y la
familia patriarcal ............................................................................... 205
Emilio o el ideal de la ciudadanía ................................................ 211
Sofía o el ideal de la dom esticidad............................................... 225
Feminidad y familia patriarcal....................................................... 241
La crítica ilustrada a J. J. R o u sse a u .............................................. 250
A modo de co n clu sió n ..................................................................... 259
B ibliografía.............................................................................................. 271