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Miqueas l.Rey.22:6-28
Ananías Jer.21-28
Tanto la una como la otra son posturas equivocadas, pues ambas se han ido al
extremo. Ahora bien, si la profecía el día de hoy sigue siendo una realidad, si
cada día se siguen abriendo más iglesias con fuerte tendencia profética, y mas aun,
en nuestras propias iglesias existen personas con una marcada influencia hacia la
profecía, o cómo negar, que hasta un don profético haya sido impartido de parte de
Dios en dicha persona. Eludiendo la realidad no resolvemos el problema. ¿ entonces
que hacer ?-¿quién tiene la razón?- ¿cómo saber?- ¿cómo distinguir del profeta
verdadero del falso? Trataremos de descifrar este asunto conociendo un poco la
historia profética de Israel, pues ellos como nosotros tuvieron la misma necesidad
de descubrir quien era el falso o el verdadero profeta de la nación.
No era fácil saber quién era el profeta auténtico, el verdadero, y quien hablaba
sólo su propio "sueño", su propia "visión", su propia "imaginación" (Jer.23:16,21).
Los profetas errados igual que los auténticos, fueron llamados con el mismo título
de "profetas", las dos clases de profetas andaban insistiendo: "Así dice El
Señor..." (Jer.28:2;ll), los dos lados se sintieron llamados por Dios y predicaron
la palabra de Dios, tal vez con la misma sinceridad, citaban las antiguas
tradiciones de ísrael en defensa de sus oráculos. Como nosotros a veces hoy día,
así también los profetas de aquellos tiempos se opusieron fuertemente el uno al
otro; no estuvieron de acuerdo en su interpretación de la realidad de entonces, ni
del mensaje de Dios en esa misma realidad. Las acusaciones de Jeremías, por
ejemplo, son especialmente duras contra los profetas en desacuerdo con él: dice que
ellos son adúlteros, borrachos, mentirosos; El Señor no les ha enviado, ellos solo
predican sueños (Jer.23:14,25-32;29:21,23,31).
Sin embargo, los profetas "falsos" al igual que los verdaderos, eran hombres de
gran fe, convencidos de la realidad de sus mensajes, también las dos partes eran
representantes del pueblo, identificados con el pueblo.
2. ¿Porqué se equivocaron?
¿Cómo es posible que gente aparentemente tan sincera pudo tener diferencias tan
fuertes? Es para nosotros muy fácil decir ahora tantos siglos después que Amós,
Isaías o Jeremías tenían razón, pero eso no era tan claro en aquellos tiempos:
ningún profeta andaba con un carné de identidad, firmado por Dios; puede ser que
hasta la mayoría del pueblo sincero de aquellos tiempos consideraron errada la
conducta de Oseas y de Jeremías (Os. 1-3; Jer. 18:18,21). A continuación, algunos
motivos por los cuales algunos profetas se equivocaron:
Como decimos hoy día, no supieron "leer los signos de los tiempos". Puesto que Dios
decidió (y decide) comunicarse a través de personas humanas existe siempre la
posibilidad del error....,y de profetas errados; ese error profético puede ser de
dos formas: el "profeta " puede haber entendido mal alguna experiencia; los signos
de los tiempos no son siempre tan claros, a veces será hasta años más tarde que uno
sabrá quién los interpretó correctamente.
Pero Jeremías analizando la misma situación, decidió que la nación era prostituta,
idólatra, injusta y por eso merece una buena paliza, "sométanse, por eso" dice
(Jer.27:12). Muy probablemente Jeremías habría preferido también decir palabras
bonitas al pueblo, como hacia Ananías, pero como el pueblo necesitaba un mensaje
contrario, la fidelidad de Jeremías con Dios le obligó a ponerse el yugo al cuello
y andar publicando lo contrario: "...Sométanse a Babilonia, el instrumento de
Dios..." (Jer. 27:2-11; 28:10).
Los dos profetas, frente a la misma situación de peligro, vieron allí exactamente
contrario el signo de Dios, la diferencia vino de una evaluación diferente de la
situación del pueblo con Dios; normalmente, cuando los profetas vieron la situación
del pueblo como débil, humillada, arrepentida, sus mensajes eran entonces de
aliento, de animación; cuando la situación al contrario era de orgullo, de auto-
suficiencia, de pueblo contento sin Dios, casi seguro que el profeta criticaba
duramente la falsa tranquilidad. Ananías era de la primera opinión, Jeremías era de
la segunda; para (Jeremías, un profeta que alentara al pueblo en esta situación
orgullosa, sería un profeta falso, estaría confirmando al pueblo, reforzándolo,
endureciéndole el corazón cuando necesitaba al contrario ser despertado de su falsa
seguridad. Es por eso que Jeremías acusó al profeta Ananías de no ser enviado del
Señor; dijo que Ananías engañaba al pueblo, dándole una falsa seguridad
(Jer.28.15); de hecho, unos siete años más tarde, Jerusalén fue destruida
(Jer.39:l-10; 52:3-30), el pueblo siguió el consejo del profeta Ananías en vez de
el de Jeremías.
B. Otra causa del error profético: Los profetas "oficiales" del estado .
Estos profetas eran como profetas de palacio, al servicio "personal" del rey y
obligados a él. Muchos de los reyes compraban sus propios sacerdotes, porque? no
hacerlo también con los profetas para convertirlos en sus consejeros; a veces,
cuando el profeta supo mantener su buen criterio frente al rey, la relación resultó
bien, por ejemplo, el profeta Natán supo no solamente alentar al rey David hacia el
bien (2.Sam. 7.1-17) sino también corregirlo cuando hizo el mal.(2.sam 12.1-15).
Sin embargo era más natural que el rey buscara profetas que estuvieran de acuerdo
con él..., profetas que le dieran consejos que el rey quería oír; Por ejemplo,
cuando el rey Acab, quiso pelearse una guerra, consiguió 400 profetas que le
dijeron: ¡adelante! El Señor le dará la victoria. Acab, no quiso consultar con el
profeta Miqueas, porque ya sabia que él estaría en su contra (l.Rey.22:6-28). Como
el ejemplo muestra parece que los reyes no tuvieron mucha dificultad enconseguir
profetas dispuestos a complacerles.
A veces esos profetas sirvieron por pago u otra ventaja (Miq.3:5-l 1; Eze. 13:19),
a esos profetas les dieron sus tortilla con cuajada a cambio de una palabra
"apropiada", eran profetas oportunistas entonces, que se pusieron a la orden para
aprovechar; porque cuando colaboraban así con los poderes, sabían que les iría
bien: les darían respeto, privilegios,puestos importantes, tendrían acceso a ellos
sin esperar, bastaba hacerles caso y decir únicamente "si" a todo lo que ellos
quisieran y alabarles todos sus proyectos.
C. La religión nacional de Israel, como tercera causa de error entre los profetas.
La religión nacional comenzó con una cosa buena: así como nosotros decimos ser
pueblo de Dios hoy, de forma parecida, Israel tenía la fe en Yahvé como Dios
especial del país; e Israel como pueblo de ÉL.
Con el tiempo la nación llegó a convencerse que el futuro del país era garantizado
automáticamente. Sin otro requisito. Algunos "profetas" razonaron esa impresión
diciendo: "Sí El Señor esta con nosotros ¿qué desgracia nos puede pasar?"
(Miq.3:ll); "nada malo nos sucederá, no veremos ni espada, ni escasez" (Jer.5:12).
Dijeron que profetas que dicen lo contrario "son solo viento...sus amenazas vuelvan
contra ellos" (Jer.5:13). Los profetas de la religión nacional aseguraron al
pueblo, diciendo: "Ustedes no serán subditos del rey de Babilonia" (Jer.27:10-14);
el éxito parcial que Babilonia ya tuvo, será pasajero. Dentro de dos años Dios
romperá el yugo que Babilonia quiere imponer (Jer.28:2-4).
En resumen
Hemos visto tres de las causas que llevaron a muchos profetas a equivocarse;
algunos de ellos mal-interpretarón los signos de los tiempos; otros, queriendo
sinceramente servir en el consejo del rey, quedaron obligados con él, sin poder
cuestionarlo, otros se dejaron llevar por sus excesos y garantías de la religión
oficial. Como se dijo, es muy posible que profetas de gran fe sinceramente se
opusieran el uno al otro; no fue sino hasta después que la experiencia demostró
quien tenia razón y quien se había equivocado.
1. las acciones y carácter de un profeta tenían que estar de acuerdo con su mensaje
(Jer.23:14).
2. El profeta tenía que saber interpretar correctamente los signos de los tiempos y
la situación del pueblo de Dios (como ya vimos arriba); un profeta que profetizara
"paz" a un pueblo tan lejos de Dios como Israel, tenía que ser un profeta
mentiroso, sus palabras no podrían ser palabra de Dios (Jer. 16:14); parece que los
profetas legítimos analizaron las cosas un poco más profundamente: "vieron",
comprendieron y captaron mensajes que otros descuidaron.
3. El profeta tenía que saber escuchar antes de hablar: El joven Samuel demostró
que escuchar es la primera actitud del profeta: "Habla Señor, que tu siervo
escucha" (l.Sam. 3.10), El profeta tenía que escuchar nuevamente la palabra en los
complicados cambios de la historia: a ver que le decía El Señor a ellos.
4. Pero sobre todo, el profeta tenía que evaluar el contenido, la calidad de algún
mensaje. Como Jesús dijo siglos después: "Por sus frutos los conocerán" (Mt 7,16).
Los profetas sabían muy bien que hay " espíritus mentirosos" (IRe 22,22), no
cualquier pensamiento que les viniera a la mente era inspirado por Dios; los
grandes profetas sabían perfectamente qué "palabras" podían venir a ellos, que no
eran otra cosa que "visiones de su propia imaginación" (Jr 23,16).
Para evaluar entonces a determinado profeta, sus mensajes tenían que ser de acuerdo
con modelos religiosos y morales bien comprobados. Dios no se contradice, cuando
algún mensaje no concordaba con la fe revelada antes, indicaba que no era realmente
de Dios. Como ya vimos, los profetas basaban toda su crítica de la situación
social, política y del culto, en los antiguos valores, tradiciones, costumbres de
pueblo, viendo en ello la ley de Dios; situación que no concordaba con eso, no
venía de Dios.
5. Otro indicio que los profetas utilizaron para evaluar cualquier mensaje: cuando
la palabra chocaba contra sus propias preferencias, inclinaciones y tendencias (Am
7,2.5) . Cuando la palabra inspirada era diferente de la esperada o deseada, eso
podía ser prueba que era palabra de Dios, y no la propia palabra
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