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http://www.lasprovincias.

es/comunitat/valencianos-falta-vitamina-
20180212001200-ntvo.html

“Ante el escenario que describe la doctora surge la necesidad de conocer


cómo luchar contra la escasez de vitamina D. La dieta tiene respuestas:
Pescado azul, vísceras, huevos, lácteos o alimentos fortificados como la
leche o los cereales son buenos aliados”

http://elfarmaceutico.es/index.php/cursos/item/8839-nutricion-en-personas-
mayores#.Wwk8LDSFN0s
y
http://observatorio.escueladealimentacion.es/entradas/alimentacion-y-
salud/nutricion-en-la-edad-geriatrica

http://www.igerontologico.com/salud/metabolismo-nutricion-
salud/nutricion-anciano-6472.htm

Es frecuente que las personas ancianas presenten varias enfermedades crónicas


simultáneamente, que pueden influir en el estado nutricional
CAUSAS MÁS FRECUENTES DE DESNUTRICIÓN ESPECÍFICAS DEL ANCIANO:
Pluripatología: Es frecuente que las personas ancianas presenten varias enfermedades
crónicas simultáneamente, que pueden influir en el estado nutricional: diabetes,
insuficiencia cardiaca, insuficiencia respiratoria, hipertensión arterial, osteoporosis,
colelitiasis, demencia, depresión. Y enfermedades del aparato digestivo que pueden
interferir con la digestión y la absorción de los nutrientes o que producen anorexia.
También la gastrectomía, tratamiento frecuente para la úlcera péptica hace años puede
provocar desnutrición. Cuanto mayor es el número de enfermedades que padece una
persona mayor es su probabilidad de padecer alteraciones nutricionales tanto por la
enfermedad en sí como por los tratamientos recibidos. (Hablaremos de algunos ejemplos)
Polifarmacia: Los ancianos son el grupo de edad que más fármacos consumen,
aproximadamente el 50% del total del gasto farmacéutico. Existen multitud de fármacos
que pueden influir tanto en la absorción, metabolismo y excreción de nutrientes, como en
la sensación de apetito. Es preciso hacer una historia farmacológica completa que incluya
todos los medicamentos recetados por el médico y los que el anciano toma por su cuenta
(analgésicos, laxantes, ansiolíticos…). Cuantos más fármacos se consumen más
posibilidades de presentar problemas nutricionales. (Resumen de listado de fármacos que
interfieren en la nutrición)
Digoxina: nauseas, falta de apetito, pérdida de peso, potencia la pérdida de magnesio.
Diuréticos: aumentan la pérdida de agua, sodio, potasio y magnesio.
Antiácidos: Disminuye la absorción intestinal de hierro, vitamina B1, vitamina B12.
Laxantes: reducen la absorción de agua y de los nutrientes en general.
Hierro: altera el tránsito intestinal produciendo tanto estreñimiento como diarrea.
Antidepresivos: los ISRS disminuyen el apetito, los Tricíclicos facilitan el estreñimiento.
Colchicina: reduce la absorción de vitamina B12, lactosa y grasas.
Colestiramina: reduce la absorción de las vitaminas A, D, E, K y del Acido Fólico.
Anticonvulsivantes: déficit de Acido Fólico, altera la mineralización ósea.
Cefalosporinas: alteran el metabolismo proteico y de las vitaminas D y K.
Tetraciclinas: disminuyen la vitamina K y la absorción intestinal de calcio.
Alcohol: aumenta las necesidades de vitamina B, magnesio y zinc, reduce la masa ósea.
Aislamiento social: Con los cambios que se han producido en los modelos familiares en la
segunda mitad del siglo XX cada vez son más los ancianos que viven solos. Una de las
primeras actividades que descuidan los ancianos que viven solos o los que tienen un
pobre soporte social, es la nutrición. Puede ser por pérdida de motivación para comer o
por desconocimiento para preparar adecuadamente los alimentos. Un buen ejemplo es el
"escorbuto del viudo", descrito en Inglaterra en los años cuarenta en aquellos ancianos
que habían enviudado recientemente y por desconocimiento en la preparación de los
alimentos consumían únicamente alimentos enlatados, con una baja ingesta de vitamina
C. Además el comer en compañía es esencial para mejorar el estado de ánimo.
Problemas económicos: Con frecuencia los ancianos tienen dificultades económicas que
les impiden comprar la comida necesaria. Cuando esto ocurre, los primeros alimentos que
se evitan son los más caros que suelen ser los que aportan la mayor cantidad de
proteínas, como las carnes y los pescados.
Incapacidad física: La incapacidad física puede ser a la vez causa y consecuencia de
desnutrición en los ancianos. Una persona incapacitada (por ejemplo un anciano
hemipléjico con pobre soporte social) puede desnutrirse por no poder comprar la comida,
por no poder cocinarla, por no poder llevársela a la boca, o por no poder tragarla
adecuadamente. De la misma manera, un anciano desnutrido irá poco a poco perdiendo
su capacidad funcional hasta llegar a ser totalmente dependiente.
Problemas en la boca, alteración del gusto y olfato: Cualquier alteración en la estructura
anatómica o en las funciones fisiológicas de la cavidad oral, que afecten a la masticación o
a la deglución, puede hacer que el anciano no siga una dieta adecuada. Las enfermedades
dentales (caries, pérdida de piezas, ausencia de prótesis dentales o mal ajuste),
periodontales (periodontitis), gingivales (gingivitis), de la lengua o cavidad oral (micosis,
úlceras, cancer), de los labios (queilitis), de la musculatura oral (atrofia, enfermedades
neurológicas que producen alteración de la deglución), de las glándulas salivares (boca
seca), de la mandíbula y la articulación temporomandibular (dolor, limitación de la apertura
de la boca), etc. pueden favorecer la aparición de desnutrición. Además se produce una
pérdida de papilas gustativas linguales con disminución de la capacidad gustativa y una
pérdida de la capacidad olfativa: apetece más lo dulce y lo salado.
Tabaquismo: El 20% de los varones mayores de 65 años son fumadores activos, mientras
que sólo un 1% de las ancianas fuman habitualmente, aunque esta proporción está
aumentando en los últimos años. El tabaco puede producir desnutrición principalmente al
disminuir el apetito, pero también al aumentar las necesidades de determinados nutrientes,
como por ejemplo la vitamina C, se ha descrito como los fumadores tienen unas
necesidades de esta vitamina hasta 60 veces mayores que los no fumadores.
Alcoholismo: La prevalencia del consumo de alcohol entre los ancianos se sitúa alrededor
del 45%. Los ancianos son más sensibles que los jóvenes al consumo de alcohol porque lo
metabolizan de forma más lenta, por el mayor uso de medicaciones que pueden
interactuar con el alcohol y por el mayor número de enfermedades crónicas que pueden
interaccionar con él. El abuso crónico del alcohol puede producir deterioro cognitivo,
hepatopatía, insuficiencia pancreática, miocardiopatía y empeorar enfermedades
frecuentes en los ancianos como la hipertensión arterial y la diabetes.
CONSEJOS ANTE LOS SÍNTOMAS Y ENFERMEDADES MÁS FRECUENTES EN LOS
ANCIANOS:

Trastornos del gusto: La alteración de la sensibilidad a determinados sabores puede


conducir a un aumento o rechazo del consumo de algunos alimentos; por ejemplo, algunos
ancianos ante la escasa percepción del sabor salado exageran el consumo de sal y éste
puede agravar su patología de base (insuficiencia cardíaca, cirrosis, etc.). En estas
situaciones se debería potenciar la condimentación (especias, ajo, hierbas aromáticas,
etc.) y las técnicas culinarias o combinaciones de alimentos (sofritos, marinados,
escabeche, etc.) para incrementar el sabor sin aumentar el aporte de cloruro sódico.
Disfagia: La disfagia a sólidos se puede aliviar licuando los alimentos. Algunos, como los
frutos secos, requieren el uso del mortero, luego mezclarlos con un líquido en la batidora
eléctrica y, finalmente, pasar la preparación por el chino para eliminar los restos sólidos. La
disfagia a líquidos mejora con el uso de espesantes como la gelatina, el almidón, la harina
de maíz, la patata o el huevo batido, que, mezclados con líquidos y con la preparación
adecuada, dan texturas como flanes, purés, cremas, pudines, etc., permitiendo la
hidratación oral del paciente y la inclusión de alimentos líquidos en la dieta.
Náuseas y vómitos: Ante la presencia de náuseas y vómitos, deberá aportarse una dieta
pobre en grasas, con alimentos poco condimentados y que desprendan poco olor. La
textura líquida o semilíquida facilita aportes de mayor densidad energética, fraccionados
durante los períodos de calma. Los alimentos a temperatura ambiente o fría mejoran la
tolerancia. Ingeridos en pequeños volúmenes e intervalos frecuentes son mejor
aprovechados. Durante y después de la ingesta deberá mantenerse al paciente en
posición sentada o incorporada.
Diarrea: Las indicaciones dietéticas en caso de diarrea deben hacer énfasis en fragmentar
la ingesta en pequeñas cantidades, frecuentemente y tomar los alimentos y bebidas tibios
o a temperatura ambiente.
Lesiones de la boca. Para los pacientes afectados de lesiones de la boca se puede
aconsejar una dieta líquida o licuada que puede ingerirse con una pajita, beber abundantes
líquidos, el consumo de salsas con los alimentos secos, la elección de alimentos fríos y
evitar los ácidos, las comidas crudas o muy condimentadas y los productos que molesten
(subjetivo). Los dulces con concentración elevada de azúcar, como la miel y la mermelada,
resultan irritantes para las mucosas.
Anorexia. En estos casos se recomienda la revisión de la medicación prescrita. Ofrecer
pequeñas ingestas, atractivas y al gusto del comensal. Buscar entre los alimentos los más
ricos en nutrientes y los más agradables; por ejemplo, para endulzar la leche, el yogur o
cualquier bebida o postre, escoger entre crema o leche de almendras concentrada, leche
condensada, crema al cacao, cacao soluble, vainilla, vainillina azucarada, miel, fruta
fresca, mermelada, compota, jarabe de grosella u otro sabor, helado de crema de cualquier
sabor, turrón, mazapán, flan. Todo vale, se puede triturar, batir, licuar o espesar, como
convenga. Incluso para pacientes con problemas de masticación puede resultar más
apetecible una dieta normal que triturada. Se trata en este caso de preparar las comidas a
tal fin: croquetas, albóndigas, carnes bien cocinadas para que estén melosas y tiernas,
pescados sin piel ni espinas y huevos cocidos al baño María resultan muy melosos y
ablandan el pan si se colocan sobre rebanadas finas, pan con tomate cortado a rebanadas
muy finas y bien untado, la fruta cortada en macedonia menuda, verdura troceada en
juliana fina, etc.
Obesidad: Una de las principales causas de obesidad en el anciano es la disminución de la
actividad física, es conveniente caminar y realizar una dieta hipocalórica sencilla y en lo
posible variada, considerando los gustos del paciente, sobre todo es útil eliminar o
disminuir los alimentos ricos en grasa y azúcar refinado.
Diabetes: hacer 5-6 comidas diarias sobre todo en pacientes que reciben tratamiento
médico para evitar las hipoglucemias. Evitar los azúcares refinados (glucosa, fructosa y
sucrosa). Cuidado con los alimentos conocidos como "especiales para diabéticos", deben
evitarse, debido a que suelen aportar muchas calorías y con frecuencia por su propaganda
el diabético piensa que se pueden consumir sin restricción.
Hipertensión arterial: La reducción de 5 Kg de peso en pacientes con más del 10% del
peso ideal, limitar el consumo de sal, caminar todos los días y limitar la ingesta de alcohol,
se ha demostrado claramente eficaz en el control de la tensión arterial. Con la ventaja de
que los ancianos son más sensibles a las dietas con poco contenido en sal y su efecto es
mayor.
Cardiopatía isquémica: Los factores de riesgo para la cardiopatía isquémica relacionados
con la dieta incluyen obesidad, diabetes, hipertensión arterial e hipercolesterolemia. Para
la prevención de las elevaciones de las cifras de colesterol debemos aconsejar consumir
más pescado que carne, pescado blanco y azul, con preferencia de éste último,
consumirlos preferentemente a la plancha; son preferibles las carnes de pollo, pavo y
ternera, no consumir más de tres huevos a la semana, consumir lácteos desnatados.
Patología mental: Los ancianos con patología mental presentan mayores déficit
alimenticios por los trastornos del comportamiento, los problemas motores, con pérdida
progresiva de la capacidad de masticación y de deglución.
Deshidratación: por reducción de la sensación de sed, mayor dificultad del riñón para
retener sodio y agua, miedo a la incontinencia, uso frecuente de diuréticos y laxantes. Es
necesario beber como mínimo unos dos litros diarios de líquidos.
DECÁLOGO DE CONSEJOS:

El estado emocional y la salud mental son fundamentales para asumir los consejos.
Potenciar la vida social y familiar, no es bueno comer solo.
El ejercicio físico mejora la evacuación, los niveles de calcio y de proteínas y abre el
apetito.
Mantener el apetito: variedad de menús, presentación atractiva, comidas espaciadas.
Dentadura en buenas condiciones higiénicas y mecánicas.
Comer despacio.
Desayunar más y cenar menos.
Tomar el sol: imprescindible para el funcionamiento de la vitamina D y del calcio,
aprovechemos que vivimos en un país soleado.
Beber suficiente agua, unos dos litros al día.
Conviene comprar los productos de temporada porque son mejores, frescos y más
baratos.
Tomar aceites vegetales, por ejemplo el de oliva.
Acompañar los platos de carne con ensaladas.
Comenzar el día con un vaso de zumo de frutas.
Incluir la fibra en cada menú.
HIGIENE DE LOS ALIMENTOS:
Lavarse las manos con agua y jabón antes de tocar los alimentos, cada vez que se
ensucien, después de tocar cada uno de los alimentos crudos, después de manipular la
basura y después de ir al lavabo, rascarse, estornudar o sonarse.
Las heridas de las manos se han de proteger con un apósito impermeable.
No se deben llevar joyas.
No se debe fumar durante la preparación de los alimentos.
Impedir el contacto de alimentos crudos con los cocinados.
Mantener los alimentos limpios alejados de los desperdicios.
Lavar con agua y jabón los cuchillos, la tabla, los recipientes y los utensilios utilizados,
antes de ponerlos en contacto con otro alimento y sobre todo con un producto ya
preparado.
El triturado de la preparación ha de hacerse poco antes de su consumo, o bien, de su
congelación, para evitar la proliferación bacteriana.
Enfriar rápidamente los alimentos cocinados para congelar. Se pueden enfriar
sumergiendo el recipiente con los alimentos recién cocinados en agua fría y removiendo.
Una vez que hayan perdido el calor, se deben repartir los alimentos en recipientes limpios,
conteniendo una ración cada uno y meter en el frigorífico. Las raciones que no se vayan a
consumir en las 24 horas siguientes se han de conservar, tapadas, en el congelador.
No se han de servir carnes y pescados poco cocinados o medio crudos en alguna de sus
partes, hay que asegurar la cocción en el interior.
Las sobras de los platos deben desecharse.
OTROS CONSEJOS:

Intentar respetar los gustos y costumbres adquiridos a lo largo de la vida.


Evitar el sobrepeso.
Las comidas más digestibles favorecen la absorción de los nutrientes.
Hacer cinco comidas al día.
Pasear.
Leche y derivados: un litro de leche al día (o equivalentes).
Cereales, patatas y legumbres: basta con 350 g./d. para los varones y 300g. para las
mujeres (aportan hidratos de carbono).
Verduras, hortalizas y frutas: presentes en cada comida.
Carnes, pescados y huevos: basta con 80 g./d. para los varones y 70 g. para las mujeres
(aportan proteínas); es preferible el pescado a las carnes magras.
Grasas vegetales: basta con 20-30 g./d.; debe usarse aceite de oliva o girasol, evitando las
grasas animales (mantequilla).
Beber al menos dos litros diarios de agua.
Aumentar el consumo de cereales y pan integral por su alto contenido en fibra.
Aumentar el consumo de frutas, preferiblemente frescas del tiempo (las frutas en almíbar
tienen un alto contenido en azúcar y en calorías).
Aumentar el consumo de verduras y legumbres por su alto contenido en vitaminas y en
fibra.
Disminuir el consumo de grasas, sobre todo las de origen animal: quitar la grasa visible de
la carne, escurrir el aceite usado para cocinar, no guisar con mantequilla ni manteca, tomar
leche desnatada, evitar la mantequilla, preparar el pescado y la carne a la plancha mejor
que frito, limitar los embutidos y las vísceras, no tomar más de tres huevos a la semana.
Disminuir el consumo de azúcar, caramelos y pasteles, sustituyéndolos por miel y frutas
frescas.
Disminuir el consumo de sal.
Disminuir el consumo de alcohol para evitar calorías que no tienen otro valor nutritivo.
El zumo de naranja estimula el apetito, también un consomé o caldo de carne. Por ello es
aconsejable no endulzar el zumo si se toma antes de la comida (unos 10-15 min antes). Se
presenta como un aperitivo, en cantidad reducida, en un vaso pequeño o media taza si es
de caldo o consomé.
La leche (o bebidas que la contengan) se toma sola o de postre, no como entrante, ni
aperitivo.
La ingesta debe realizarse aun sin apetito (excepto contraindicación).
Las materias grasas se han de añadir a los triturados y purés si los ingredientes no las
contienen. Condimentar los alimentos durante su preparación los hará más sabrosos.
El momento de la ingesta es ante todo un acto de relación. Es importante procurar que los
alimentos sean vehículo de salud y que su degustación se realice dentro de un marco de
armonía.
Incluir hidratos de carbono complejos en lugar de los de absorción rápida.
Usar el limón frecuentemente (en zumo, con infusiones, como aliño, como condimento, con
otras frutas)
Saber que un alimento refinado ha perdido casi todos sus minerales.
ALTERACIONES MORFOLOGICAS Y FUNCIONALES DEL APARATO DIGESTIVO CON
EL ENVEJECIMIENTO:

Disminución de las papilas gustativas y de la capacidad olfativa.


Disminución de las secreciones salivares.
Tránsito esofágico enlentecido.
Menor secreción ácida en el estómago y frecuente atrofia de su mucosa.
Disminución del flujo sanguíneo hepático y de la actividad de los enzimas microsomales,
con modificación de su metabolismo.
Frecuente Intolerancia a la lactosa, que a veces manifiesta sus primeros síntomas en la
tercera edad.
DÉFICITS DE NUTRIENTES ESPECÍFICOS CON LA EDAD:
Calcio y Fósforo: su falta de aporte genera una reducción de la masa ósea y una
desmineralización, con debilidad generalizada y dolor.
Selenio: se ha asociado a mayor mortalidad, alteraciones de la inmunidad, mayor
frecuencia de enfermedad cerebrovascular aguda.
Zinc: implicado en la curación de las heridas (como las úlceras por presión), en la función
inmune y en el mantenimiento del gusto.
Cromo: su déficit se asocia con intolerancia hidrocarbonada.
Potasio: su déficit puede producir arritmias cardiacas (sobre todo en tratamientos con
Digoxina), confusión mental, reducción del tono de la musculatura estriada y del aparato
digestivo.
Sodio: con alteración del sistema nervioso central, confusión, obnubilación, letargo, incluso
convulsiones.
Cobre: ataxia en la marcha.
Hierro: además de la anemia, sordera aguda.
Deshidratación: con fracaso renal, hipotensión ortostática, adormecimiento, confusión
mental.
Vitamina E: aumenta el riesgo de infecciones y afectación extrapiramidal.
Vitamina D: mayor riesgo de fracturas óseas.
Vitamina K: mayor riesgo de hemorragias.
Vitamina A: encefalopatía. Existe también el peligro de exceso por la disminución con la
edad de la capacidad de eliminación.
Vitamina B6: reducción de los linfocitos B.
Vitamina B12: anemia megaloblástica, trastornos neurológicos desde parestesias en las
extremidades hasta trastornos graves de la médula espinal.
Acido Fólico: anemia megaloblástica.

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