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0 Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca

Susana Díaz Castro


Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

La escritura es uno de los descubrimientos intelec- se detecte en algunas tumbas el repinte o el cam-
tuales más originales e importantes de la humani- bio de narrativa, en el que el tema principal era
dad. Se utiliza como un medio de comunicación plasmar a los antepasados y sus descendientes.
para conservar un mensaje por un lapso indefini- En el presente estudio me compete la percep-
do. Quienes estamos interesados en conocer los ción del medio geográfico, la adecuación a la escri-
mensajes transmitidos por las culturas milenarias tura y su interpretación. Tengo el objetivo de com-
nos basamos en la epigrafía. prender algo tan abstracto como es la representación
La epigrafía acude a una amplia gama de disci- del espacio.
plinas como la arqueología, historia, etnología, geo- Aunque los últimos avances epigráficos asegu-
grafía y lingüística, con el propósito de que la apo- ren que la escritura zapoteca es un sistema mix-
yen en sus métodos y técnicas, para descifrar o to:2 semántico y logosilábico (Urcid, 1992: 321-335;
interpretar aquellas escrituras ancestrales. 2001: 409-426), no es mi intención leer los topóni-
El pueblo zapoteco tiene los ejemplos más tem- mos, sino tener un primer acercamiento a aque-
pranos de escritura comprobados en Monte Albán. llos mensajes plasmados con pincel, para lo cual me
Se encuentran en dos contextos: el público y el mor- apoyo en ejemplos labrados en piedra y en otros
tuorio (Urcid 1992: 329; 2001: 417). A partir de los soportes.
registros públicos se pueden identificar los datos Encuentro en la pintura mural, además del gli-
que consideraban relevantes en el discurso, y las fo de Cerro, otros glifos de representación de es-
implicaciones sociales que la escritura tuvo en su pacio, como los E y U (Díaz, 2001a), que al estar
desarrollo y consolidación del poder. Así lo mues- acompañados de signos como pictografías3 y logo-
tran las galerías intimidatorias de sacrificados (lá- grafías,4 principalmente, forman un topónimo.
pidas de Danzantes),1 conquistados (lápidas del Éste se integra por una composición de glifos que
edificio J) y cautivos (estelas de la Plataforma Sur) indican espacio geográfico, arquitectónico o míti-
[fig. 14.1]. co; refieren montañas, ríos, llanos, valles, plazas,
Por otra parte, las clases acomodadas zapotecas pirámides, patios hundidos, etcétera. Para ello he
acostumbraban enterrar a sus muertos en una tum- formado un catálogo que permite ver las recurren-
ba excavada debajo de la casa. Eventualmente se cias, los cambios, las excepciones y las sustitucio-
visitaba para el reuso o la remodelación; de ahí que nes de algunos signos.

1 Según Leopoldo Batres (1902: 28), nombre dado por los lugareños. 3 Aquello que representa físicamente lo que refiere.
2 Signos que portan un significado y unidades gráficas que repre- 4 Sistema cuyo nivel de fonetismo está dado por morfemas o pa-
sentan sílabas. labras.
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Figura 14.1. Ejemplos de escritura


en la consolidación del Estado zapoteco:
1) Danzante 55 de Monte Albán,
2) Lápida 10 del Edificio J de Monte Albán,
3) Estela 3 de la Plataforma
Sur de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de 1] Marcus, 1983e: fig. 4.7;
2] Caso, 1947: fig. 42; 3] Urcid, 2001: fig. 5.33.)

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En cuanto a representación de espacio, el glifo Existen numerosos ejemplos de indicadores


de Cerro es uno de los diseños constantes. Los gli- de espacio en diversos soportes: piedra, cerámica,
fos E y U son menos frecuentes y los podemos ver muro, hueso, tela, piel de venado, alabastro y me-
en diversas regiones de Mesoamérica pero sin ser za- tal. En cuanto a la pintura mural los vemos en las
potecas [fig. 14.2], como: Costa del Pacífico (Izapa, Tumbas 103, 104, 105, 112 y 125 de Monte Albán, en
Kaminaljuyú y El Baúl), Golfo de México (Cerro de los dinteles de Mitla y en la Tumba 1 de San Pedro
las Mesas y El Tajín) y el Altiplano Central (Teo- Jaltepetongo.
tihuacán, Cacaxtla, Xochicalco y Teotenango). Antes de hablar de ellos es necesario hacer una
Los signos variables se encuentran en la posi- semblanza acerca de su estudio.
ción superior o llamados prefijos, dentro del glifo
de Cerro o infijos, y debajo de él o sufijos [fig. 14.3].
De acuerdo con el arreglo y la composición se Indicadores de espacio zapotecas
hace la lectura. Ésta se da por un primer nivel de
reconocimiento de los elementos y por la combi- Como ya se mencionó, es en los Valles Centrales
nación o sustitución para formar una propuesta. de Oaxaca donde se encuentran las evidencias más
Desconocemos si hay algunos indicadores en la tempranas de escritura en Mesoamérica. Son el
escritura que funcionen como determinantes —lin- monumento 3 de San José Mogote y las estelas 12
güísticamente hablando—. No debe olvidarse que y 13 de Monte Albán, que datan del 600 a. C. y del
las lenguas otomangues, como la zapoteca, la mix- 500 a. C.,6 respectivamente [fig. 14.4]. El fechamien-
teca y la cuicateca, son tonales. No es motivo de este to de las estelas lo da la asociación arqueológica y
escrito aclarar la lectura, pero sí la función para el las filiaciones artísticas.
contexto. Pocos han sido los estudios epigráficos y su cam-
Poco se conoce acerca del significado y uso de po más fértil es el correspondiente a los signos
los indicadores de espacio. El tema más investi- acompañados de numerales. Las investigaciones
gado ha sido la toponimia mexica, con una lectura de reconstrucción calendárica llevan la delantera
basada en la pictografía y la carga simbólica del comparadas con aquellas de glifos no calendáricos.
cerro dentro de la cosmovisión y la religión;5 de Los investigadores nos hemos enfrentado a la ausen-
ahí se ha extrapolado hacia las demás culturas meso- cia de una piedra de Rosetta, que permita leer los
americanas. Por ello, sabemos que el glifo de Cerro glifos. Los estudios resultan interpretaciones debi-
representa el lugar de origen de los pueblos y la do, en parte, al escaso número de fuentes históri-
morada de los dioses. cas y a las limitaciones lingüísticas, donde el pro-
La orografía de Oaxaca es de las más acciden- tozapoteco, lengua reflejada en las inscripciones, es
tadas de nuestro país. Ahí convergen las sierras tonal y por lo tanto da diversos significados (Díaz,
Madre Oriental y Occidental. Por ello, hablar de 2001a).
montañas es algo cotidiano. En medio del estado Se identifican cuatro manifestaciones de espa-
se encuentran tres grandes valles en forma de “Y”; cio [fig. 14.5]:
al centro, un conjunto de cerros y lomas forma la
ciudad de Monte Albán. La búsqueda del nombre l ) El glifo de Cerro.
original y de su representación motivó este artícu- 2) El glifo E.
lo. En el nombre actual está implícita la caracte- 3) El glifo U.7
rística topográfica: ¿será posible que sólo se hayan 4) Bandas de soporte.
traducido los nombres y que después de 2000 años
aún podamos leerlos?

5 Recurso muy usado en la interpretación de códices. Por ejemplo, tilo parece ser más tardío. Respecto a las estelas 12 y 13 de
si hay un cerro y un jaguar, es Ocelotepec. Monte Albán, consultar Caso 1965b: 849.
6 Sobre el Monumento 3 de San José Mogote véase: Marcus, 1976b: 7 Esta nomenclatura (E y U) obedece a la clasificación de los gli-
66; 1992a: 37 y 1996: 129; Flannery y Marcus 1983: 57. El fe- fos de los días que Caso (1928) y Urcid (2001: fig. 4.151) han
chamiento ha causado controversias, ya que por ubicación y es- propuesto.
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Glifos de Cerro

4. Glifo E

Figura 14.2. Ejemplos del glifo de Cerro,


glifos E y U en Mesoamérica:
1) Estela 14 de Izapa, Chiapas;
2) Estela 8 del Cerro de las Mesas, Veracruz; 5. Glifo U

3) Estela 2 de Xochicalco, Morelos;


4) página 1 del Códice Fejérváry-Mayer;
5) Estela 1 de El Mesón, Veracruz.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006. Tomado de
1] Lowe, Lee y Martínez, 2000: fig. 2.9;
2] Paddock, 1966: fig. 73;
3] Urcid, Winter y Matadamas, 1993: fig. 24;
4] León-Portilla, 2005: 21;
5] Paddock, 1980: fig. 83.)
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Prefijos

Infijos

Figura 14.3. Signos variables en el glifo de Cerro.


Lápida 38 del Edificio J de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006. Basado Sufijos o posfijos

en Winter y Peeler, 1994: fig. 7.)


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Figura 14.4. Primeros ejemplos de escritura zapoteca.


1) Monumento 3 de San José Mogote,
2) Estela 12 de Monte Albán,
3) Estela 13 de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de 1] Winter y Peeler,
1994: fig. 8; 2], 3] Marcus, 1983e: fig. 4.6.)

2 3
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Glifo de Cerro Glifo E Glifo U

Sin numerales

1 2 3

Con numerales

4 5 6

Bandas de soporte

Figura 14.5. Glifos que representan espacios. Sin numerales: 1) glifo de Cerro; 2) glifo E; 3) glifo U. Con numerales: 4) glifo
de Cerro; 5) glifo E; 6) glifo U. Bandas de soporte; 7) jamba este de la Tumba 5 de Suchilquitongo; 8) Tumba 105, muro norte.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006. Tomado de: 1] Caso, 1965b: fig. 15; 2-6] Urcid, 2001: figs. 6.18, 4.115, 5.47, 4.76, 4.112;
7] Miller, 1995: fig. 72; 8] González, 1990: fig. 66.)
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1 2 3

600 a. C. 400 a. C. 200 a. C. 0 200 d. C. 400 d. C.

Los primeros tres se hallan con o sin numera- El glifo de Cerro


les, a pesar de que se considera como una conven-
ción que, cuando hay numerales, se representa un Éste aparece dentro de la escritura zapoteca desde
día del calendario ritual o piyë;8 en este caso no es la época Monte Albán I (500-200 a. C.) hasta Mon-
así, pero más adelante abordaré este problema. te Albán V (1200 a 1521 d. C.) (Caso, Bernal y Acos-
Con base en los trabajos de Alfonso Caso y Ja- ta, 1967) [fig. 14.6]. Hay documentos de la época
vier Urcid he trabajado los ejemplos de pintura mu- colonial, como lienzos, que representan al glifo
ral, piedra y cerámica. Primero doy una semblanza de Cerro con rasgos occidentalizados. Se halla sobre
sobre la historia e interpretación epigráfica, después diversos materiales: predomina la piedra y en me-
abordo el desarrollo de los grupos en nombres y nor cantidad la cerámica, la pintura mural, el hueso
topónimos, y por último la interpretación en la y el metal.
pintura mural. El glifo de Cerro posee rasgos constantes. Es
una figura escalonada, como una ancha letra T in-
vertida, con una doble línea que la perfila. Las dos
ramificaciones que emergen del ángulo formado
por el escalón están coronadas por un elemento
triple [fig. 14.3]. Los rasgos variables son muy nu-
8 260 días son el resultado de la combinación de 20 signos de merosos y cambian de acuerdo con la época y la
días con 13 numerales. región.
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Figura 14.6. Glifo de Cerro


en la historia de los Valles Centrales:
1) Estela 15 de Monte Albán,
2) Lápida 43 del Edificio J
de Monte Albán,
3) Estela 4 de la Plataforma
Sur de Monte Albán,
4) Lápida 1 de Zaachila,
5) Lápida 1 de San Lázaro Zautla.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de
1] Marcus, 1983e: fig. 4.6;
2] Caso, 1947: fig. 48;
3] Urcid, 1994: fig. 8;
4] Urcid, Winter y Matadamas,
1994: fig. 12;
5] Urcid, 2001: fig. 6.17.)

4 5

600 d. C. 800 d. C.

Varios investigadores han trabajado sobre el gli- Décadas más tarde, Javier Urcid, después de
fo de Cerro: Gordon Whittaker (1980), Joyce Marcus analizar la epigrafía de sus programas A y B (es-
(1980, 1983a-e, 1992 y 1996), Román Piña Chan telas 1, 2, 3, 5, 6, 7 y 8 de la Plataforma Sur), afir-
(1992) y Laura Rodríguez (1998). Alfonso Caso (1928, ma, basándose en Caso, que el glifo de Cerro hace
1947 y 1965b) y Javier Urcid (1992 y 2001) han referencia a sitios sobre un lugar elevado o pirámi-
sentado las bases del estudio y han trazado líneas de (Urcid, 1992: 286, 298, 343-344; 2001: 370, 383).
de investigación. No obstante, el interés hacia este Propone, junto con la función toponímica del gli-
glifo se remonta a principios del siglo XX. fo E (véase más adelante), que ambos —glifo de
Fue Leopoldo Batres (1902: lám. II) quien iden- Cerro y E— aluden a accidentes geográficos (mon-
tificó y designó por primera vez el glifo de Cerro, tañas, cuevas o cañadas) y también a aquellos ar-
al hacer la comparación con documentos nahuas tificiales (asentamientos, divisiones, conjuntos
del centro del país. Alfonso Caso (1928: 68; 1947: arquitectónicos, etcétera) (Urcid, 1992: 301, 319,
138) secunda la propuesta de Batres, luego de com- 343-344; 2001: 390, 407). Además, lo considera un
pararla con la glífica mixteca y náhuatl. Le atribuye signo multifuncional: dependiendo del contexto en
el valor gráfico de cerro, pueblo o lugar, y consi- que se encuentre es su significado (Urcid, 1992:
dera la posibilidad de que posea un valor fonético 328, fig. 6.4; 2001: 416, fig. 6.6), e identifica tres
independiente. Por su parte, Gordon Whittaker
(1980: 147) propone que la lectura del glifo de Cerro 9 El sonido “T” equivale en ocasiones al sonido “D”, Tàni es igual
sea dàni.9 a Dàni.
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1 2

Figura 14.7. Glifo de Cerro en nombres y sobrenombres:


1) vasija-efigie 4 de Santa María Sola;
2) Estela 9 de la Plataforma Sur de Monte Albán, personaje E;
3) Tumba 105 de Monte Albán, muro norte, personaje 5.
(Dibujo: 1-2] A. Reséndiz, 2006. Tomado de
Urcid, 2001: figs. 6.6, 5.47;
3] C. Coronel, 2006.

funciones: a) signo fonético en nombres personales; habla acerca de los numerales; de ahí sabemos que
b) en topónimos, y c) no fonético en topónimos. uno es tôbi o chäga, dos es tôpa o câto y tres es chóna
o càyo, etcétera. Según las características físicas de
Glifo de Cerro en nombres lo contado se usaba una u otra partícula.
El nombre de un individuo no sólo estaba con-
Un rasgo común en Mesoamérica era el hecho de formado por una parte calendárica; además tenía
nombrar a los individuos según el día de nacimien- otro nombre personal o sobrenombre, que en algu-
to (Kirchhoff, 1994: 9). Fuentes históricas nos hablan nos rituales, por lo común, durante la adolescen-
de cómo el sacerdote hacía cuentas con semillas, cia, se llevaban a cabo (véase el capítulo de Arella-
piedras y otros objetos, y leía el códice para asignar no y Díaz en este mismo volumen).
el signo calendárico y la fortuna. El nombre personal, generalmente, se halla re-
Fray Juan de Córdova informa (1987a: 202): presentado por signos sin numerales, pero en Mon-
“como tenía el nombre el día así llamaban al niño te Albán se ve otro comportamiento: el glifo de Ce-
o niña que en él nacía y éste era su principal nom- rro está acompañado por ellos. Podría creerse que
bre aunque también tenían otro”. Da a conocer la es una forma alternativa de uno de los días del ca-
cuenta de los días pero no aclara bajo qué conven- lendario, pero aún no se ha encontrado tal eviden-
ciones se usaban los prefijos que indican el nume- cia en la epigrafía.
ral, pues varían de acuerdo con la trecena (Thomas Se han hallado ejemplos de nombres calendá-
C. Smith, comunicación personal, 2005). También ricos y sobrenombres en soportes como vasos-efi-
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De igual manera existen varios ejemplos con


afijos que permiten hacer una lectura; es el caso
de algunos códices mixtecos. La lectura se puede
hacer por un principio de homonimia,10 es decir,
funcionan fonéticamente (Caso, 1977).
El glifo de Cerro está presente a lo largo de la
historia de Monte Albán, como se ve en la Estela
15, las lápidas del J y las estelas de la Plataforma
Sur [figs. 14.6: 1, 2 y 3].
Caso (1947: 137-138) propuso que las lápidas del
edificio J registraban conquistas de Monte Albán
sobre otros pueblos, donde la combinación del pre-
fijo y el glifo de Cerro indicaban el nombre del si-
tio subyugado, y el sufijo la cabeza del personaje
capturado. Marcus (1980b: 59; 1983d: 107-108; 1992:
176; 1996: 196-198) siguió esta línea y planteó al-
3
gunas lecturas de topónimos, las cuales ha modi-
ficado a lo largo de sus estudios, de modo reciente
sostiene cuatro: Miahuatlán, Cuicatlán, Tututepec
y Ocelotepec, basadas en la comparación de fuen-
tes históricas de distintos pueblos, correspondientes
a otra época. La comprobación arqueológica aún
no se efectúa.
Con respecto a las estelas de la Plataforma Sur,
Urcid realiza un análisis profuso y revelador (1992:
269-270, 309-320, figs. 5.3-5.110; 2001: 350, 397-405,
figs. 5.2-5.5, 5.96). Detecta tres programas que res-
ponden a una reutilización de los monumentos. El A
atañe a las caras frontales de siete estelas (1-3, 5-8).
gie, relieves y pintura mural [fig. 14.7]. Resalta en- Todas señalan un relato similar: son personajes
tonces que no todos los signos acompañados por que están sobre el glifo de Cerro con distintos infi-
numerales tenían una función cronológica, sino jos; seis son cautivos y frente a ellos se mira una
morfémica que en combinación con otro glifo alu- columna de glifos [fig. 14.1: 3]. Difiere la Estela 1
día a un vocablo diferente. Por ello, Urcid (1992: [fig. 14.8], que trata de un gobernante en atuendo
300; 2001: 387) afirma que el glifo de Cerro debe de jaguar, sentado sobre un trono que a la vez des-
tener un valor fonético. Esto nos lleva de vuelta a cansa sobre un glifo de Cerro; el infijo es una figu-
la naturaleza logosilábica de la escritura zapoteca. ra en forma de V, aquél se apoya en una base doble
glifos U. Frente al gobernante están dos columnas
Glifo de Cerro en topónimos de glifos.
El infijo parece tener relevancia, ya que para
Dentro del corpus existen numerosos ejemplos en Caso y Bernal (1952: 211) es quizá el topónimo
los que el glifo de Cerro carece de la asociación de de Monte Albán o de un sitio cercano. Para Urcid
numerales. Está de forma independiente, como si (1992: 299, 343, figs. 5.101, 5.102; 2001: 387 y 436,
indicara un valor toponímico en sentido genérico. figs. 5.86, 5.87) sugiere la referencia de los linajes
Los ejemplos que tenemos hasta ahora pertene- hacia alguna subdivisión de la ciudad.
cen a la gran urbe zapoteca y sitios cercanos para
la época IIIa y IIIb (Urcid, 1992: 343, figs. 6.4, 6.16; 10 Recurso epigráfico para representar morfemas con grafías de fo-
2001: 436, figs. 6.6, 6.17). nemas iguales o parecidos pero de significado distinto.
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A2

B7

Infijo en forma de V

Figura 14.8. Glifo de Cerro en la Estela 1


de la Plataforma Sur de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Urcid, 2001: fig. 5.30.)

Figura 14.9. Glifo de Cerro en la Estela 2


de la Plataforma Sur de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Urcid, 2001: fig. 5.32.)
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 481

En la doble columna de glifos de la Estela 1, en mérico de las tumbas. El primer lugar correspon-
A2 y B7, otros glifos de cerro van acompañados de de a la Tumba 125, luego la 105 y después las tum-
pies, como si indicaran el destino de un viaje (Urcid, bas 103 y 112. Mitla y Jaltepetongo se mencionarán
1992: 298, fig. 5.99; 2001: 383, fig. 5.84). Aparte de aparte.
la propuesta del topónimo de la Estela 1, está otra
que vincula el glifo de Cerro de la Estela 6 con Dain- Tumba 125
zú-Macuilxóchitl (Urcid, 1992: 301, fig. 5. 106; 2001: Tiene una riqueza polícroma única que sólo se ubi-
390, fig. 5.90). ca en la fachada y pertenece a Monte Albán IIIb.
El programa B trata de los seis cantos labrados Hay repintes en el dintel y son posteriores a los
de las estelas 1, 7, 8 y 9, que formaron parte de un de las jambas y el friso. Su importancia radica en
discurso previo, es decir, fueron reutilizadas pos- que vincula el estilo de la pintura temprana de los
teriormente para el programa A. En el análisis, Urcid Valles Centrales con aquella en Mitla (Caso 1965b:
distingue repeticiones y sustituciones de nombres 869;11 Miller 1995: 78, y Lombardo en esta mis-
calendáricos, sobrenombres y topónimos. Conside- ma obra).
ra que son procesiones con carácter funerario (1992: Resalta que la pared oriente contenga tres es-
291; 2001: 372), y reconstruye hipotéticamente la cenas separadas por bandas en blanco y negro, las
estructura que lo albergó. cuales incluyen grecas y formas escalonadas igua-
El tercer programa es la última disposición que les a las del glifo de Cerro [lám. 14.1]. Se pueden
tuvieron las estelas en las cuatro esquinas de la Pla- relacionar con el estilo mixteco reflejado en los có-
taforma Sur, con sus respectivas ofrendas coloca- dices, y aluden a una “Tierra Negra”, quizás Tilan-
das dentro de cajas de piedra. tongo. Es la primera vez que aparece representado
En cuanto a la representación del glifo de Cerro en pintura mural un indicador de espacio propio
con numerales, que actúa como topónimo, la tene- de la región mixteca, y es otro argumento para en-
mos en el infijo de la Estela 2 (programa A) [fig. 14.9]. tender la convivencia de estos dos pueblos.
Aquí se aprecian dos numerales: el de mayor ta- El glifo de Cerro se encuentra en el tercer re-
maño es 1 con cuatro pequeñas franjas alrededor, gistro12 —de arriba hacia abajo—, es de forma
le coronan tres volutas; arriba de ellas y de menor escalonada y su contorno es verde. Tiene un in-
tamaño el numeral tres. fijo formado por una franja inclinada de izquierda
a derecha de color ocre, la figura zoomorfa no es
El glifo de Cerro en la pintura mural un prefijo como se cree comúnmente por estar en el
segundo registro. Le acompañan dos ganchos ver-
Pocos son los ejemplos de este glifo en la pintura des contrapuestos y en la parte superior un círcu-
mural. De los períodos Monte Albán I (600-200 a. lo rojo.
C.) y II (200 a. C.-200 d. C.) aún no tenemos tal El infijo no refiere a un objeto conocido. Caso
evidencia, pero las Tumbas 103, 105, 112 y 125 de (1965b: 867) señala que representa al signo íl-
Monte Albán, que pertenecen a las épocas IIIa huitl,13 y que es característico del último período
(200-600 d. C.) y IIIb (600-700 d. C.), sí tienen este de la escultura de Monte Albán. Urcid (1992: 344,
glifo. Éstas se localizan dentro de conjuntos resi- fig. 6.18; 2001: 436, fig. 6.19) detecta la presencia de
denciales. También se encuentra en la Tumba 1 de este conjunto glífico en diversas zonas zapotecas,
San Pedro Jaltepetongo y en el dintel norte del Pa- como la Sierra de Juárez y Zimatlán [fig. 14.10].
tio A de Mitla (Díaz, 2000). Si acaso la banda inclinada del infijo sea una re-
El análisis se hará con base en los diversos usos miniscencia de la doble línea de la época II. Es un
del glifo de Cerro y no por fechamiento u orden nu- ejemplo de la representación del glifo de Cerro como

11 Caso se refiere a ella como Tumba 123. quitectónico sólo se ha identificado en un ejemplar resguardado
en el Museo Nacional de Antropología.
12 No pienso que las figuras de la cornisa sean glifos de Cerro o al-
menas, como lo afirma Miller (1995: 79); este componente ar- 13 Que significa día.
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Lámina 14.1. Monte Albán. Tumba 125, fachada.


(Dibujo: J. F. Villaseñor, 2004.)
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1 2 3

Figura 14.10. Distribución geográfica del infijo


del glifo de Cerro de la Tumba 125 de Monte Albán:
1) jamba este de la Tumba 125;
2) Lápida 1 de Ciénega, Zimatlán;
3) Piedra 1 de Ixtepeji, Sierra de Juárez.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006. Tomado de Urcid, 2001: fig. 6.18.)
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topónimo, cuya lectura fonética se ve obstaculizada representa el nombre calendárico formado por
por desconocer el signo que contiene. una cabecita zoomorfa junto con el numeral 1.
Para los signos no calendáricos piensa que pue-
Tumba 105 den indicar el sobrenombre u origen. Marcus
Caso (1938) realizó la primera interpretación. Opi- (1980: 26; 1983c: 176, 178; 1992: 325; 1996: 219)
nó que se trataba de una procesión de dioses con considera que ambas estelas muestran a ocho per-
sus nombres (calendáricos y personales) dispues- sonas que llegan al “Cerro de 1 Jaguar”: nombre
tos en la columna de glifos frente a cada uno. Des- posible de Monte Albán, de una de las montañas
cribió los signos sin numerales y los lee en orden que lo conforman, del nombre de un gobernante
ascendente.14 o de un fundador. Urcid (1992: 278-288, figs. 5.84-
Otros estudios, como el de Joyce Marcus (1983b: 85, 5.87, 5.89; 2001: 362-371, 387, figs. 5.69-70,
143), señalan que se trata de parejas reales. Arthur 5.72-73, 5.75) identifica —en el programa B— el
G. Miller (1995: 100) descarta que sean dioses y nombre calendárico del personaje como “1 Ñ” [fig.
supone que son personas. Cuestiona los rasgos fi- 14.13]; lo modifica el conjunto de “glifo de Cerro-
sionómicos de la figura 5,15 y la considera maya puntos y pierna-anillo”. Al comparar los programas
[fig. 14.7, 3]. A y B detecta que en el primero el infijo de glifo de
Sobre este personaje que se localiza en el muro Cerro de la Estela 2 funciona como logograma y
norte (P5) se centra el apartado, ya que altera el con- aparece como un nombre personal en el progra-
junto de dos formas: es una mujer joven y posee ma B. Por último, ubica la temporalidad del pro-
dos signos con numerales en la columna de glifos; grama B para 350-450 d. C.
es el único caso con estas particularidades. Vemos que algunos de los glifos del programa B
Este ejemplo podría enunciar dos nombres ca- no son idénticos entre ellos y se observa un cambio
lendáricos o el sobrenombre acompañado de un nu- de orden de los elementos, lo que hace pensar que
meral. De ser así, su lectura se basaría en un juego la disposición se altera. Pero en la “forma modifi-
semántico donde la tonalidad del idioma es un fac- cada” del grupo que constituye el sobrenombre hay
tor condicionante. un obstáculo frecuente en la glífica zapoteca, y es
El primer glifo (P5-a) de la señora no tiene iden- que el objeto representado no refiere elemento al-
tificación ni significado conocido [fig. 14.11]. Acaso guno en nuestra visión o entendimiento.
es una red, lienzo o parte del cuerpo humano;16 a De vuelta a nuestro ejemplo de pintura mural,
su derecha emerge una voluta (P5-b),17 enseguida el glifo de Cerro va con el numeral tres formando
está el glifo de Cerro en su representación común una unidad de significado.18 Acaso el prefijo (P5: a)
(P5-c), y por último tres círculos que indican al nu- representa el mismo objeto referido como “pierna-
meral tres (P5-d). anillo”, o el numeral 1 (P5: g) forma parte del grupo,
Antes de continuar, es necesario mencionar ejerciendo doble función: como parte de la men-
un conjunto glífico que comparte algunos ele- cionada unidad de significado y como el numeral
mentos. Me refiero a los cantos de las estelas 8 del nombre calendárico [lám. 14.2]. Es sin duda un
(cuadro c) y 9 (personaje “e”) de la Plataforma Sur claro ejemplo del uso del glifo de Cerro acompañado
[fig. 14.12]. Acosta (1959: 17, 20-21) propone que de numerales.

14 La convención en el orden de lectura no está definida, en parte como un pie y le asigna la letra K en su clasificación. Más tarde
está afectada por el soporte en el cual se plasma el discurso. (1947: 124) lo describe a fin de comprobar que no es una “bota”
Véase Urcid, 2001: fig. 6.10. y lo distingue en varios ejemplos de las épocas I y II.
15 Corresponde al número de personaje descrito en la cédula. 17 El dibujo de Villagra (Caso, 1938) sólo señala el círculo concén-
Véase el Catálogo de este volumen. trico, pero es Urcid (1992: fig. 6.4; 2001: fig. 6.6) quien distin-
16 Caso señala que es “un glifo semejante al que está en la figura del gue la voluta rematada por un círculo.
dios 3 Mono en la pared de enfrente” (1938: 90), y corresponde al 18 Y probablemente esta unidad también está representada en la
primer personaje del muro sur (P16: A). En 1928: 38 lo identifica jamba norte de la Tumba 103.
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 485

P5a P5b

P5c

P5d

P5

Figura 14.11. Columna de glifos del quinto personaje (P5)


de la Tumba 105 de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006. Tomado de Urcid,
Winter y Matadamas, 1994: fig. 27.)
486 | Oaxaca I Estudios

Estela 8, cuadro C Estela 9, personaje “e”

Figura 14.12. Cartucho C y personaje “e” en los cantos


de las estelas 8 y 9 de la Plataforma Sur de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006. Tomado de Urcid, 2001: fig. 5.47.)

Forma “modificada”

1 “Ñ”

Figura 14.13. Cartucho C y personaje “e”


en los cantos de las estelas 8 y 9 de la Plataforma Sur
de Monte Albán en el programa B de Urcid.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Urcid, 2001: fig. 5.47).
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 487

1 2

3 4

Lámina 14.2. Glifo de Cerro con numeral


como unidad de significado.
1) Estela 8 de la Plataforma Sur de Monte Albán, cuadro C;
2) glifo de Cerro de la Estela 2 de la Plataforma Sur de Monte Albán;
3) Estela 9 de la Plataforma Sur de Monte Albán, personaje “e”,
y 4) personaje 5 de la Tumba 105 de Monte Albán, muro norte.
(Dibujo: 1-3] A. Reséndiz, 2006. Basados en Urcid, 2001:
figs. 5.47, 5.31; 4] C. Coronel, 2006.)

A continuación ofrezco un ejercicio que permite menciona los primeros cuatro números; al parecer
esbozar una posible lectura:19 obedecían a las características físicas de lo conta-
do. No sabemos si las convenciones de la cuenta de
?, 1 Z-J20 tobiniça o chäganiça21 xòopa; ?, 3 glifo
v
los días y la de los nombres de los individuos se
de Cerro chónatàni o càyotàni. aplican para la lectura de los sobrenombres.

Como se mencionó antes, Córdova (1987a: 176, 197, Tumba 103


204) no aclara cómo funcionaban los prefijos numé- La primera descripción de la Tumba 103 fue he-
ricos. Cuando habla de la manera de contar objetos cha por Caso, y la ubica para Monte Albán IIIb

19 Las lecturas no tienen los prefijos de las trecenas. Véase Cór- 21 Córdova informa de tres grupos de prefijos numerales y aquí se
dova, 1987a: 204-212. usarán los del grupo tòbi y chaga.
20 Letras del abecedario que obedecen a la clasificación de los gli-
fos que Caso (1928) hizo, en la que Z es el glifo de día que co-
rresponde a “agua”, y J a “maíz”.
488 | Oaxaca I Estudios

Figura 14.14. Monte Albán, fachada


de la Tumba 103, según Villagra, 1938.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Caso 1938: plano 15.)

(600-700 d. C.). Señala que hay —entre otros— das, ¿acaso las orejeras de la fachada son la re-
dos glifos que no se pueden identificar, sin em- presentación de aquellas que están como infijos
bargo, el dibujo hecho por Agustín Villagra mues- en las lápidas del J? La respuesta sería parte de
tra dos figuras que tienen semejanza con el glifo de otra investigación.22
Cerro pero con la particularidad de un elemento
trilobulado en la cima [fig. 14.14]. La figura del muro Tumba 112
sur de la fachada es más sencilla que su pareja Caso (1965b: 866) reporta que fue “matada” en
del norte. En sentido estricto no corresponden a tiempos prehispánicos, el muro sur presenta dos
la forma típica del glifo de Cerro; a sus lados se rayas en forma de X [lám. 14.3]. El fechamiento
aprecian dos pequeños conjuntos formados por es Monte Albán IIIa. Aunque nuevamente en
un círculo del que cuelga una figura ovalada, y Caso sentido estricto el glifo de Cerro no se identifica,
piensa que son orejeras con pendientes, adornos Miller (1995: 72) piensa que se presenta en el mu-
de jade (1947: 134), como las que están en la fa- ro sur, en la franja que enmarca la escena en el
chada de la Tumba 104 (1947: 71). Me asaltan du- lado izquierdo. Según el dibujo de Dávalos, hay
una pequeña figura escalonada con un par de
bandas verdes horizontales y paralelas como in-
fijo. Parece que la sección fuera parte de un dis-
22 Véase la nota 20. curso distinto al de la columna de glifos frente al
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 489

personaje desdentado. Es dudoso creer en el glifo


de Cerro.23
El último ejemplo donde vemos el glifo de Cerro
es en el collar de un personaje que se encuentra en
el registro superior del muro norte de la cámara
principal de la Tumba 5 de Suchilquitongo. Tiene
como infijo la doble banda y le cuelgan cuentas (véa-
se la cédula correspondiente).
Hasta aquí los ejemplos del glifo de Cerro. Aho-
ra veremos otro glifo de representación de espa-
cio: el glifo E.

El glifo E

Es un signo que aparece acompañado de nume-


rales y sin ellos. Corresponde al décimoseptimo.
lugar en la lista de los días y por tanto al nombre
calendárico de los personajes. Funge además
como portador de año durante toda la época de
esplendor. Cabe resaltar que aparece desde Mon-
te Albán I (600-200 a. C.), pero es en Monte Albán
IIIa (200-600 d. C.) cuando se presenta con más
frecuencia en vasos-efigie, estelas y pintura mu-
ral. Su nombre en zapoteco es xòo, “temblor de Lámina 14.3. Monte Albán. Tumba 112,
tierra”. Su versión no calendárica es la que me muro sur.
(Dibujo: Felipe Dávalos.
ocupa.
Tomado de Miller, 1995: placa 8.)
Se ha comprobado que el glifo E actúa como
una variante de espacio, que refiere a lugares pla-
nos. Importante es mencionar que suele aparecer
en los mismos contextos que el glifo U. cunda la interpretación de Caso. Representa en dos
Cuando se acompaña de numerales, es un cua- dimensiones lo que en realidad tiene tres.
dro con esquinas; en el centro tiene un círculo del
que salen cuatro bandas. Cuando carece de nume- El glifo E en topónimos
rales tiene una cruz potenzada como infijo y funcio-
na como representación de espacio plano y sirve Al estudiar las estelas de la Plataforma Sur, Urcid
como signo fonético. Algunos ejemplos muestran, (1992: 313; 2001: 383) señala que al estar acompa-
a sus cuatro lados y en el interior, líneas curvas ñadas de pies, indican un topónimo. Pero Caso
(véase el glifo E en la fig. 14.5). (1947: 122) dice que cuando un conjunto tiene
Caso (1928: 31) lo explica como el símbolo de partes del cuerpo puede significar un verbo. Enton-
la piedra preciosa, la turquesa y el jade; en la ma- ces las huellas de los pies no indicarían un topó-
nifestación no calendárica lo interpreta como la nimo sino una acción.
superficie de la tierra y su división cuatripartita. Hay varios ejemplos grabados en piedra a par-
Urcid (1992: 298, 319, 343-344; 2001: 383 y 407) se- tir de la época Monte Albán III [fig. 14.15], como la

23 En el dibujo de Urcid (2001: fig. 4.153 núm.10) del muro norte, posición de abajo hacia arriba está una figura que parece un glifo
frente a la Señora se mira una columna de glifos y en la tercera de Cerro.
490 | Oaxaca I Estudios

1 2 3

Figura 14.15. Glifo E sin numerales después


de Monte Albán III: 1) B3 de la Estela 1 de la Plataforma Sur
de Monte Albán; 2) A2 de la Estela 2 de la Plataforma
Sur de Monte Albán; 3) A8 de la Lápida de Bazán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Urcid, 2001: figs. 5.30, 5.31, 5.61.)

Estela 1, en B3; la Estela 2, en A2, y la Lápida de línea verde que poseen una banda del mismo co-
Bazán, en A7 y A8, que pueden referir al patio lor en diagonal; al lado se mira un gancho en color
hundido de la Plataforma Norte, del Grupo IV o M; amarillo y un círculo blanco. El fondo es rojo y le
la evidencia epigráfica hace falta. coronan un par de elementos trilobulados. La dis-
posición de los elementos varía. Conserva rasgos
El glifo E en la pintura mural reminiscentes con el clásico glifo de Cerro, como
la diagonal: los dos elementos trilobulados a sus la-
Está presente en las tumbas 104 y 105 de Monte dos y el par de orejeras.
Albán, y 5 de Suchilquitongo. El infijo se encuentra en diversos soportes, como
vasos-efigie, lápidas genealógicas y pintura mural
Tumba 104 a partir de ejemplos provenientes de Monte Albán
Caso (1938: 79-82) la ubica para Monte Albán IIIa- IIIa [fig. 14.16]. Ya lo veíamos en la Tumba 125, y
IIIb (400-700 d. C.).24 Informa que contenía un en- también se mira como infijo en unos cuadros de es-
tierro primario, es decir, no fue reocupada; por lo tuco que decoran la fachada de la Tumba 50 de
tanto la pintura mural no tiene repintes. Al des- Monte Albán, donde, según Caso (1965a: 868), se
cribir la fachada señala que tiene un glifo parecido combina la escultura con la pintura de color ver-
al ílhuitl, “ojo de reptil”, o que se trata de un ojo de- de, rojo, negro y amarillo.
corado con dos orejeras de jade. Pendiente queda por aclarar la distribución geo-
Miller (1995: 120-121) considera que la narrati- gráfica del glifo en sitios como Ixtepeji, en la Sierra
va de las jambas es estática si se le compara con el de Juárez, y Zimatlán [figs. 14.10: 2, 3]. Tal vez hace
movimiento de los personajes del interior. La des- referencia a los Valles Centrales o la gran platafor-
cribe, retomando la opinión de Caso, como un cartu- ma sobre la que está Monte Albán, o acaso alude
cho delineado que resguarda diagonal, ojo y ceja. a un origen común, quizá un linaje. La excavación
La pintura de la fachada [lám. 14.4] presenta arqueológica acotaría su significado.
dos pares de cartuchos delineados por una gruesa
Tumba 105
Dada la riqueza plástica que ofrece, es posible en-
24 La cronología se ha ido afinando en varias propuestas y se la contrar ejemplos del glifo E que actúan como nom-
ubica en Monte Albán IIIb (600-700 d. C.). bres calendáricos (véase P5: d, por ejemplo) y como
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 491

Lámina 14.4. Monte Albán. Tumba 104, fachada.


(Pintura: Agustín Villagra. Tomada de Caso 1938: lám. 1.)

1 2

Figura 14.16. Infijo de los cartuchos en la fachada


de la Tumba 104 de Monte Albán en diversos soportes:
1) glifo de Cerro de la Estela 2 del Vértice Geodésico,
2) glifo de Cerro de la jamba este de la Tumba 125
de Monte Albán. (Dibujo: A. Reséndiz, 2006. Tomado de:
1] Urcid, Winter y Matadamas, 1994: fig. 7;
2] Urcid, 2001: fig. 6.19.)

topónimos. Sobre este último se centra la atención desdoblada (véase el glifo U en la fig. 14.5, 3). Si el
(véase el glifo E en la fig. 14.5). glifo E de las jambas se encuentra en un nivel supe-
En los dibujos del reporte de excavación de Caso rior, entonces quizá remite al plano terrenal, ¿es po-
se ven en el registro superior de las jambas, a manera sible que el glifo U, en un plan de sustitución, repre-
de banda, el glifo E flanqueado por dos figuras, que sente lo mismo?
simulan un vegetal (glifo T 109) [lám. 14.5]. Aparte de las jambas, se mira en las columnas
En la banda de la jamba norte cuelgan tres gotas de glifos de los personajes 4 y 6 del muro norte [fig.
y en medio un par de ojos; es el mismo diseño que 14.17]. En ambos casos (P4: b-d; P5: a-b) está acom-
cuelga del tocado del personaje 1. No se distingue pañado del glifo J, la planta del maíz. En la colum-
la forma del infijo, en cambio en la jamba sur ve- na del personaje 4 hay un par de figuras, debajo y
mos líneas que forman una cruz. Ambos diseños detrás de esta planta (a y c), que no pueden iden-
están formados por una línea gruesa en color ver- tificarse. Los glifos E y el cuerpo del maíz están de-
de; el infijo rojo contrasta con los fondos ocres y lineados en verde. El infijo en P4 es rojo y en P6 es
rosas de las figuras vegetales. rojo con negro, como si se quisiera indicar la cali-
En la banda superior de los muros norte, este dad del tipo de tierra. Las figuras triples que coro-
y sur de la cámara se presenta el glifo U en versión nan a la planta del maíz son de color ocre y rojo.
492 | Oaxaca I Estudios

Lámina 14.5. Monte Albán. Tumba 105,


jambas norte y sur.
(Pintura: Agustín Villagra.
Tomada de Caso, 1938: láms. IIB, IIA.)

Los glifos b-d y a-b de los personajes 4 y 6, res- Tumba 5 de Suchilquitongo


pectivamente, forman un binomio. Se presenta otra El último ejemplo se localiza en los dinteles norte
vez el mismo dilema de la señora Chónatàni, don- y sur de la Tumba 5 de Suchilquitongo [fig. 14.18].
de las unidades de significado en un juego semán- Aquí se miran idénticas en las posiciones G y F.
tico y fonético refieren presuntamente al sobre- Es un cartucho con cuatro divisiones y un elemen-
nombre del individuo y no su origen o linaje. to curvo como prefijo, simulando fauces, caverna
En el personaje 6 está una doble máscara bu- o abertura. Dos figuras rígidas que rematan en án-
cal delineada en verde con extensiones del glifo E gulo se dirigen hacia él.
en rojo. Por último, ambos protagonistas portan una Los elementos del dintel norte están pintados
lanza o estandarte que remata con el quinqunce en rojo y delineadas con negro, los del sur están pin-
de color rojo. tados en negro. Miller (1995: 203-208), al relacionar
Nuevamente el ejercicio de interpretación: la epigrafía de la estela del interior de la tumba con
el dintel sur, identifica la repetición de nombres ca-
—personaje 4, 1 E tobi xòo, E-J làache xòopa + ?;
v
lendáricos y establece genealogías. Al interpretarlos,
—personaje 6, 8 E xòono xòo, E-J làache xòopa, señala que “fue enterrado” cuando habla de nuestro
máscara bucal, 2 E tôpa xòo. glifo E, lo que nos hace recordar la propuesta de
Caso acerca de que la representación del cuerpo o
alguna parte de él puede referir acciones.
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 493

d
b

Personaje 4 Personaje 6

Figura 14.17. Columna de glifos de los personajes 4 y 6


del muro norte de la Tumba 105 de Monte Albán.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Urcid, Winter y Matadamas, 1994: fig. 27.)

Figura 14.18. Suchilquitongo.


Tumba 5, dinteles norte y sur.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.)
(G)

Dintel norte

(F)

Dintel sur
494 | Oaxaca I Estudios

1 2

3 4

Figura 14.19. Representaciones gráficas de difuntos:


1) prefijo de la figura G del dintel norte de la Tumba 5
de Suchilquitongo, 2) prefijo de la figura F del dintel sur de
la Tumba 5 de Suchilquitongo, 3-4) primera y segunda figura
de un difunto de la Tumba 1 de San Pedro Jaltepetongo.
(Dibujo: 1-2] A. Reséndiz, 2006. Tomado de Urcid, 2001: fig. 4.154;
3-4] S. Díaz, 2001: lám. 9.)

También vemos esta figura en la Tumba 1 de extremos hacia abajo y adentro alude al pico ancho,
San Pedro Jaltepetongo. Se trata de un personaje de ella penden figuras cuadradas o rectangulares,
fallecido envuelto quizá en un petate. En nuestro que indican piezas dentales con o sin mutilación.
ejemplo caen de cabeza, como si estuvieran por Algunos ejemplos tienen protuberancias, acaso se-
ingresar a la tierra [fig. 14.19]. mejan colmillos. A veces se eliminan algunos ras-
gos y queda una forma abreviada.
Es una imagen muy recurrente en el suroeste
El glifo U de Mesoamérica, como Izapa, Tres Zapotes, Zacaleu
y El Mesón, entre otros, sin ser el mismo glifo za-
Es otro glifo que también tiene versión calendárica. poteco. Y no siempre señala el límite superior de
Ocupa el decimosegundo lugar en la lista de los una escena [fig. 14.2, 4].
días y es variante del glifo N como portador de año. Batres (1902: 21) la considera nariz y fauce ve-
La versión no calendárica se distingue en cerá- nerada. Señala que quizá es el cielo en las escenas.
mica, piedra y pintura mural. Se representa de per- Caso (1928: 92) la llama “fauces del cielo” y, poste-
fil, de manera desdoblada o en forma abreviada riormente (en Caso y Bernal, 1952: 101-116), como
[fig. 14.20]. Lo vemos desde Monte Albán II (200 “dios del ave de pico ancho”, donde la identifica
a. C.-200 d. C.) hasta IV (700-800 d. C.). La presen- como una ave rapaz (Taube, 1987; Urcid, Winter y
cia en el contexto funerario predomina (Urcid, Matadamas, 1993; y Navarijo, en esta misma obra25).
1992: 172; 2001: 206). Es la propuesta más sólida.
En su forma desdoblada observamos —de arriba
hacia abajo— una ceja en forma de barra; en algu-
nos ejemplos parecen el numeral cinco; un rectán-
25 Considera que el ave representada es una Caracara, que es una
gulo enmarca otros dos más pequeños que simulan carroñera que pasa mucho tiempo en tierra. Véase Navarijo en
ojos; una barra horizontal que se curva en ambos esta misma obra.
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 495

1 2 3

Figura 14.20. Diferentes representaciones del glifo U.


1) perfil: Estela 1 de la Plataforma Sur de Monte Albán;
2) desdoblada: Lápida de Bazán;
3) abreviada: Tumba 5 de Suchilquitongo.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
1 y 3] Tomado de Urcid, 2001: fig. 4.113;
2] Urcid, 2001: fig. 5.61.)

Urcid (1992: 172; 2001: 206) señala que no es Cuando preside actos, actúa como un marcador
una entidad natural por la mezcla de atributos del límite superior. Es quizá una posible mención
animales y humanos, como pueden ser las piezas a la delimitación de un espacio sagrado, de la otra
dentales. Distingue dos contextos: como pedestal vida. Pudiera pensarse que es la representación de
en glifos toponímicos y como presidiendo pro- la superficie terrestre que separa el mundo de los
cesiones o escenas. Propone que quizá refiera al vivos del de los ancestros. En casi todos los ejem-
Dios de la Muerte y sea un símbolo de descen- plos donde aparece el glifo U en su forma no calen-
dencia. dárica está en un contexto del inframundo, sean
vasos efigie, lápidas genealógicas o pintura mural.
El glifo U en la pintura mural Por ello, prolifera en las tumbas y su presencia en
la parte superior de los muros.
Las “fauces celestiales” aparecen en las tumbas 104, Algunas veces emerge de las fauces algún per-
105 y 112 de Monte Albán (véase el glifo U de la sonaje; en ocasiones sostiene algo en las manos,
fig. 14.5). Se mencionarán en conjunto y no por como si fueran los vivos dando ofrendas. Así lo ve-
separado como se venía haciendo. Se representa de mos en el personaje de la Lápida 1 de Zaachila que
forma desdoblada en la parte superior de los tres tiene el glifo Ñ, que Caso y Bernal (1952: 101-116)
muros de la Tumba 105. Vemos seis “fauces celestia- llaman “dios del moño en el tocado” [fig. 14.6, 4].
les”, dos en cada muro; en el poniente se distingue En aquellos ejemplos donde no están en un
un repintado; las más grandes tienen tres protube- contexto funerario, como la Estela 1 de la Platafor-
rancias, más que “ojos estelares”, como les llama ma Sur, se le ubica como soportes para glifo de Cerro;
Caso (1938: 88), son quizá una forma alterna de re- además, tiene apéndices coronados por un triló-
presentar colmillos. En forma de perfil se muestra bulo que nos recuerdan a los del glifo de Cerro
en el tocado del personaje 3; acompañado por tres [fig. 14.8]. Aquí el glifo U parece legitimar el asen-
glifos J sin numerales. tamiento al sustentarlo y confirmar que es el si-
En cuanto a los muros de las tumbas 104 [lám. tio que posee el espacio mítico que alberga a los
14.6] y 112, se les miran en la parte superior de los ancestros.
muros oeste y este recíprocamente. En la 104 en- En la Tumba 5 de Suchilquitongo, la “fauce del
marca un enorme glifo calendárico que, se ha pro- cielo” no se encuentra en la pintura mural, pero sí
puesto, sea el nombre del personaje principal ahí lo está en sus doce lápidas que actúan como jam-
enterrado. En la Tumba 112 no se distingue el glifo bas. Tres de esos personajes lo portan los tocados,
por destrucción del muro. como se ven en algunos vasos-efigies.
496 | Oaxaca I Estudios

Lámina 14.6. Monte Albán. Tumba 104, muro oeste.


(Pintura: Agustín Villagra. Tomada de Caso, 1938: lám. 1.)
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 497

Bandas de soporte Por último, sin ser una banda de soporte, la Tum-
ba 112 presenta en la columna de glifos del perso-
Hay otros referentes de espacio que limitan el regis- naje desdentado del muro sur un campo labrado y
tro inferior de las imágenes. Todas las tumbas con una mano deja caer granos [lám. 14.3]. Caso (1947:
pintura mural lo poseen, y van desde líneas de di- 122) propuso que quizá sea un verbo. Sin duda, éste
versos colores hasta figuras geométricas [fig. 14.21]. es uno de los pocos ejemplos ideográficos en la glí-
Entre las que tienen una línea en rojo están fica zapoteca.
las tumbas 72 y 1 de Yucuñudahui; en verde la Todos estos registros son referencias a terrenos
104; en rojo y azul la 1 de San Pedro Jaltepetongo, donde se desarrollan las escenas, acaso tierras ocres
y en blanco en los camarines y en la cámara prin- o fértiles, lugares míticos que resguardan los hechos
cipal de la Tumba 5 de Suchilquitongo. en su tiempo e información histórica exclusiva
Las que tienen ganchos verdes sobre rojo son para aquellos lectores incorpóreos, para los que ya
las tumbas 103, 112 y los vestíbulos, los camari- no están.
nes y las jambas de la Tumba 5 de Suchilquitongo Otros lugares que tienen glifos de espacio son
[fig. 14.21, 1]. Hay ganchos rojos con verde sobre Mitla y San Pedro Jaltepentongo. He decidido tra-
amarillo, como en la Tumba 1 de San Juan Ixca- bajarlos aparte por ser representantes de un estilo
quixtla.26 Este elemento da la sensación de un am- diferente, aunque no escapan de la influencia glí-
biente acuoso [fig. 14.21, 2]. fica de Monte Albán.
Las franjas de grecas escalonadas se encuen-
tran en la jamba poniente de la Tumba 125, don-
de alterna con el glifo de Cerro en blanco y negro Mitla
[fig. 14.21, 3], y en el muro poniente de la Tumba
1 de San Pedro Jaltepetongo en rojo sobre blanco, Es un sitio muy bien conservado con una decora-
como si indicara el tipo de tierra [fig. 14.21, 4], como ción impactante en sus edificios, pero polémico por
las identificaciones de Caso sobre Tilantongo en el estilo y significado de sus pinturas. Está locali-
los códices mixtecos. Además tenemos los dise- zado a cuarenta kilómetros al este de la ciudad de
ños tipo chevron de la Lápida 3 de la Tumba 1 de Oaxaca, en el Valle de Tlacolula. Según evidencias ar-
Yucuñudahui [fig. 14.21, 5]. queológicas estuvo habitado desde el 450 d. C. has-
La Tumba 105 tiene la franja más elaborada [fig. ta el siglo XVI (Caso y Rubín, 1936: 16).
14.21, 6]. Se miran elementos rectangulares con una Fray Francisco de Burgoa (1989: 124, cap. LIII)
protuberancia cuadrangular, y delineados en verde nos informa que era conocido por albergar al sumo
y centro rojo; cada uno con tres círculos negros en sacerdote, el uijatào, y como lugar de descanso eter-
vertical al centro, recuerdan en algo al glifo de Ce- no de los señores principales, los coquì tào.
rro. Además, alternan arriba y abajo, y los separan Mitla viene del vocablo náhuatl Mictlan, que
franjas y figuras ovaladas rojas con dos círculos con- es “lugar de los muertos”, y en zapoteco es Lyobaá.
céntricos negros en su interior que simulan hojas. Cinco grupos arquitectónicos conforman el sitio.
Esta banda está enmarcada en los extremos superior Cada grupo tiene tres patios unidos por pasillos di-
e inferior por dos líneas: una azul y la otra en ama- simulados. En tres grupos, uno de los patios no tiene
rillo. La franja actúa como si fuera un lugar supremo. construcción en el lado oeste o sur. Los dos grupos
La Tumba 1 de San Juan Ixcaquixtla, Puebla, en restantes no presentan esta característica. Se cono-
sus registros superior e inferior, contiene figuras cen como el Grupo de la Iglesia, Grupo de las Co-
geométricas verdes y amarillas delineadas en rojo, lumnas, Grupo del Arroyo, Grupo del Adobe y Grupo
como cartuchos de líneas onduladas separados del Calvario. La pintura figurativa se encuentra en
por franjas horizontales con dos protuberancias los dinteles, pero sólo los del Patio A en el Grupo
[fig. 14.21, 7]. de la Iglesia y los del Patio I del Grupo del Arroyo
la conservan.
El origen del estilo y significado de las pinturas
26 Véase, en el tomo II del Catálogo, la cédula correspondiente. ha provocado controversias. Eduard Seler (1904: 324)
498 | Oaxaca I Estudios

Figura 14.21. Bandas de soporte:


1) tumbas 103 y 112 de Monte Albán, y 5 de Suchilquitongo;
2) Tumba 1 de San Juan Ixcaquixtla, Puebla;
3) jamba este de la Tumba 125 de Monte Albán;
4) Tumba 1 de San Pedro Jaltepetongo;
5) Lápida 3 de la Tumba 1 de Yucuñudahui;
6) muro norte de la Tumba 105 de Monte Albán;
7) Tumba 1 de San Juan Ixcaquixtla.
(Dibujo: A. Reséndiz y M. J. Chávez, 2006. Basado en: 1] Miller, 1995: fig. 72;
2] y 7] Rodríguez Cano et al., 2005: láms. 30.19, 30.20; 3] Urcid, 2001: fig. 6.18;
4] Díaz, 2001: lám. 9; 5] Caso, 1938: fig. 65; 6] González, 1990: fig. 66.)
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 499

piensa que proceden de pueblos nahuas asentados variantes de espacio, una en el dintel este del Pa-
en las fronteras mixteco-zapotecas. En lo que corres- tio A y otra en el dintel norte del Patio I.
ponde al significado de las mismas, Seler (1904: 324) En el dintel norte del Patio A, de izquierda a
las considera como escrito mitológico-zapoteco en derecha,30 veo tres diferentes glifos de Cerro: cerro
una grafía tolteca como la del Códice Borgia; Miller con piedra preciosa y edificaciones, y dos cerros car-
(1996: 224-225), como un escrito histórico apoyado gados a manera de mecapal que tienen dos y tres
en términos arquitectónicos y astronómicos, en el círculos (véase, en el texto correspondiente a Mitla,
que los gobernantes justificaban su derecho a gober- tomo II del Catálogo de este volumen, los elementos
nar, y en la opinión de Pohl (1999: 193), como la re- 23, 24 y 25).31
presentación de tres cosmogonías preponderantes, El primer glifo de Cerro [fig. 14.22, 1] es un com-
donde el oráculo de Mitla regulaba el control político puesto formado por una planicie y un cerro, ambos
de los pueblos que las sustentaban. tienen edificaciones con cactáceas sobre los techos.
El estilo mixteco de las pinturas ha servido a El cerro tiene un círculo rodeado de cuatro cuentas
algunos investigadores para probar la presencia de menor tamaño, es el numeral uno actuando de
y “dominio” mixteca en los Valles Centrales. Caso infijo. El cerro está cultivado y a su izquierda emergen
(1965a: 869) afirma que la presencia del glifo de tres volutas como si fuera una emanación vaporada.
año tipo rayo-trapecio es un rasgo que lo prueba. Tiene un numeral 2, ¿movimiento? o ¿corazón?
Miller (1995: 223-228) propone que es un estilo El segundo [fig. 14.22, 2] es un personaje que car-
derivado de uno temprano de los valles de Oaxaca. ga, a manera de mecapal, un cerro con dos cuen-
El manejo de la línea en las tumbas 112 y 125 de tas y líneas onduladas como refiriéndose a un am-
Monte Albán, y la técnica al negativo en la Tumba 1 biente acuático. La cima tiene una estructura con
del Barrio del Rosario, en Huitzo y Yanhuitlán, con una cactácea floreando en el techo, tipo quiote. El
su rojo sobre crema que resalta la bicromía, son la infijo es el numeral 2.
prueba. También cree que el dintel norte personi- El tercero [fig. 14.22, 3], al igual que la figura an-
fica deidades astronómicas como el Sol y Venus, terior, es un hombre con pintura facial que carga un
que viajan a templos en el inframundo, es decir, es cerro, pero esta vez con tres círculos rodeados de
la representación del recorrido cíclico del Sol perso- otros cuatro de menor tamaño. En la cima está una
nificado en Quetzalcóatl o Pèe27 por el inframundo cabeza de guajolote. Se mira un glifo de día: ¿6? ca-
(Díaz, 2003). sa. En primera instancia pienso en Guajolotitlán,
La representación del glifo de Cerro es como pero hay muchos poblados con este mismo nom-
en los códices mixtecos, y los signos calendáricos bre; acaso el más conocido es Huijazoo.32 La figura
(signos de días y portadores [grupo III])28 son del 14.22, 5, también podría representar a este sitio. Es
tipo Mixteca-Puebla del Posclásico. Se trata de una una planicie que alberga un templo de gran tamaño
narrativa que involucra personajes, quizás con nom- y remata, asimismo, en cabeza de guajolote, de la
bres calendáricos, en lugares específicos y en fechas que mana un torrente.
determinadas. Los glifos de Cerro se encuentran Resalta que los tres glifos de Cerro tengan como
en los dinteles norte29 y oeste del Patio A. Hay dos infijo un numeral, que va del 1 al 3, como si fuera

27 Término zapoteco que da la idea de espíritu. se encuentran en los dinteles del Patio A. En el presente apar-
28 Grupo III: casa (3), conejo (8), caña (13) y pedernal (18). tado dedicado a Mitla, hago referencia a esta numeración en los
29 Utilicé los dibujos de Seler por contar con mayor número de ele- casos en que remita a dicha cédula. No se debe confundir con la
mentos. numeración de las ilustraciones de la cédula.
30 Seler considera que el lado norte era el más importante, dado 32 Burgoa ([1674: cap. XXXXI] 1989: 11) y la Relación geográfica de
que alberga al cuarto principal, y el acceso a los patios era por el Guaxilotitlán del siglo XVI (Acuña, ed., 1984a, tomo I, vol. 2: 213)
sur. En su estudio comienza de izquierda a derecha, según él en habla de varios pueblos sujetos, entre ellos Xochiquitongo. La
este dintel está la narrativa de la transformación de Quetzalcóatl Relación geográfica de Peñoles del siglo XVI (Acuña, ed., 1984b,
en Venus como estrella matutina (1904: 306). tomo II, vol. 3: 47), al mencionar al poblado de Quauxoloticpac,
31 En la cédula de Mitla, los autores numeramos del 1 al 93 a cada dice que viene de quauxilotl, fruta de “buen olor y dulce”.
uno de los personajes, con sus elementos gráficos asociados, que
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3 4

Figura 14.22. Mitla. Grupo de la Iglesia, Patio A, glifos


de Cerro en el dintel norte: 1) glifo de Cerro con piedra preciosa,
2) cargador de glifo de Cerro,
3) segundo cargador de glifo de Cerro,
4) glifos de los años pedernal y caña,
5) plataforma del guajolote con templo.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Seler, 1895: lám. XXXI; Seler, 1904: lám. XXXVIII.)
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 501

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Figura 14.23. Mitla. Grupo de la Iglesia, Patio A,


glifos de cerro en el dintel oeste:
1) glifo de Cerro en cuerpo de venado,
2) glifo de Cerro en cuerpo de felino,
3) glifo de Cerro quizá en cuerpo de serpiente.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Seler, 1904: lám. XXXIX.) 3

una secuencia. Los dos últimos están siendo trans- con cabeza antropomorfa. Las figuras 14.23, 1, y
portados de manera ritualizada,33 lo que muestra 14.23, 3, tienen el cabello y tocado de algunos per-
una migración. Otra evidencia que da cuenta de este sonajes del dintel norte, como las figuras 4, 17 y 18
hecho son los dos glifos del año pedernal y caña, que de la cédula. Además, a los glifos de Cerro les cuel-
dividen el discurso del dintel en un pasado y presen- gan una hilera de pedernales, y la imagen 14.23, 1
te al marcar un hecho muy relevante. Según los res- tiene clavada una flecha.
tos actuales, no vuelven a aparecer dos glifos de Al ver las figuras 14.23, 1-3, se piensa en el sig-
año juntos en el resto de los dinteles [fig. 14.22, 4]. nificado que las montañas tenían, y la mezcla de
Hay además otras figuras incompletas que sugieren elementos como cabeza humana y cuerpo de ani-
parte de un topónimo, como son las figuras 5, 7, 9- mal informan sobre algo tan intangible como la
13, 16, 19, 21, 28, 32, 35, 42, 47 y 48, según la cédula. ideología.
El dintel oeste del Patio A tiene tres glifos de La figura 14.24, 1, puede ser también un topó-
Cerro y dos indicadores de lugar [fig. 14.23]. El gli- nimo. Es un venado bicéfalo que al parecer tiene
fo de Cerro en forma tradicional se localiza en las una flecha clavada. La 14.24, 2, es un árbol; sin em-
ancas de un venado [fig. 14.23, 1], un felino [fig. bargo, son once cuerpos de serpiente, siete rematan
14.23, 2] y quizá una serpiente [fig. 14.23, 3], pero en flor y cuatro en flecha; no se ven las cabezas y
es una imagen parecida a las figuras 7 y 35 de la cé-
dula, del dintel norte. Junto a ella está el numeral
¿4? ¿movimiento?
33 Hay pocos ejemplos de cargadores en Mesoamérica y están en
la región maya; aquellos cargadores del tiempo en Quiriguá son En el dintel este del Patio A [fig. 14.25], las figuras
los más conocidos. 14.25, 1, y 14.25, 2, corresponden a dos estanques
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Figura 14.24. Mitla. Grupo de la Iglesia,


Patio A, otros indicadores de lugar en el dintel oeste:
1) venado bicéfalo;
2) árbol formado por serpientes.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Seler, 1904: lám. XXXIX.)

1 2

Figura 14.25. Mitla. Grupo de la Iglesia,


Patio A, otros indicadores de lugar en el dintel este:
1) primer estanque, acaso Hierve el Agua;
2) segundo estanque.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Seler, 1904: lám. XXXVII.)

de los que brota un líquido. Ambos tienen como En lo que corresponde al Patio I del Grupo del
infijo a un personaje con pintura facial y tocado, Arroyo, el dintel norte presenta una figura zoomor-
como las figuras 4, 17 y 18 de la cédula, del dintel fa [fig. 14.26], cuyo lomo sostiene un par de pirámi-
norte del Patio A: el primero está rodeado de gotas des escalonadas que acompañan al Sol. La figura
y en el segundo se ven figuras geométricas detrás tiene atributos mixtos de felino y canino. Su oreja
de él. Una apéndice emerge en el lado izquierdo del y cuerpo están adornados con pedernales. Es Pohl
segundo estanque y lleva alas como las de los per- (2002: 66) quien la identifica como la gran plani-
sonajes 62 y 64 de la cédula. Estas dos imágenes cie de Monte Albán, pero no corresponde en sen-
me sugieren la representación de Hierve el Agua, tido estricto con el estilo arquitectónico o con la
sitio cercano al noreste. disposición de los edificios.
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 503

Figura 14.26. Mitla. Grupo del Arroyo, Patio I, dintel norte,


gran plataforma como indicador de lugar.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Seler, 1904: lám. XXXVII.)

Por último, los dinteles ostentan una banda su- al suroeste, Tilantongo; al sureste, Atlatlauca, y al
perior [fig. 14.27] que se ha interpretado como una este, Tepeuxila, Papalotitlán y Cuicatlán. Es decir,
banda celeste representada por ojos estelares. le rodean —igual y en el mismo sentido que la des-
Aquellos de los lados norte y sur del Patio A consis- cripción anterior— regiones que hablan chocho,
ten un círculos concéntricos que alternan entre el mazateco, mixteco (que es la lengua que ahí se
rojo y el blanco (véase la cédula) [fig. 14.27, 1]; en habla) y cuicateco.
el oeste del mismo patio también tiene ojos pero Por encontrarse en la cañada de Tomellín, la
con el párpado a medio cerrar [fig. 14.27, 2]. circundan grandes ríos, como el Apoala, al ponien-
Los del lado este del Patio A y norte del Patio I te, y el Tomellín, al oriente.
son más elaborados [fig. 14.27, 3]. Vemos que apar- Es de clima cálido y seco, y existen pocos ma-
te de los pares de ojos desorbitados, hay rostros nantiales y fuentes. La proximidad de sitios con
humanos que miran hacia abajo con cuatro óvalos exuberante vegetación no dista mucho, al oeste
alrededor, simulando pétalos; junto a estos conjun- está Apoala y al este Cuicatlán.
tos hay otras figuras geométricas diminutas. Hay
restos de este marco en la parte inferior del dintel, La tumba
es decir, enmarcan toda la escena.
El 11 de agosto de 1995 se dio a conocer la noticia
de una tumba descubierta por la población y ex-
Tumba 1 de San Pedro Jaltepetongo cavada por el arqueólogo Raúl Matadamas Díaz.
Está ubicada en el camino principal de acceso a la
A pesar de que se localiza en el distrito de Cuica- población, a un lado del cementerio local.
tlán, ofrece ejemplos de la típica representación Tiene una forma singular, considerada como
del glifo de Cerro de los Valles Centrales. De hecho de tiro. Está cavada en la piedra caliza de forma
comparte con esta escritura la convención de los semirredonda, cuyas paredes abovedadas contie-
numerales pero difiere en la manera de represen- nen la pintura mural figurativa. Ya antes Eulalia
tar el glifo de Año. Usa portadores del grupo III (al Guzmán (1934: 27-30), al hacer un recorrido por la
igual que los del Códice Fernández Leal). Mixteca Alta, exploró tumbas llamadas localmen-
De acuerdo con su ubicación, al norte está la te “sótanos” (en forma de botellón, cavadas en la
Mixteca Alta y sitios arqueológicos como Tecoma- roca caliza).
vaca, Ixcatlán y Quiotepec; al noroeste, también En el interior de nuestra tumba se encontraron
en la Mixteca Alta, está Coixtlahuaca y Tepelme- restos óseos de dos individuos del sexo masculino,
me; al oeste están Huautla, Apoala y Yanhuitlán; y por la cerámica ahí depositada se puede fechar
504 | Oaxaca I Estudios

Figura 14.27. Bandas celestes de los dinteles de Mitla:


1) banda celeste de los dinteles norte y sur del Patio A de Mitla;
2) banda celeste del dintel oeste del Patio A de Mitla;
3) banda celeste del dintel este del Patio A de Mitla;
4) banda celeste del dintel norte del Patio I de Mitla;
(Dibujo: A. Reséndiz, 2004, 2006.
Tomado de Seler, 1904: 1-2] lám. XXXIX; 3-4] lám. XXXVII.)
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 505

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Figura 14.28. Primeros tres glifos


de Cerro de la Tumba 1 de San Pedro Jaltepetongo.
(Dibujo: S. Díaz, 2001.
Basado en Cerezo, 2001.)

hacia el 700-800 d. C., que corresponde a la fase Glifo de Cerro en la pintura mural
Trujano, cronología hecha para la Cañada (Mata-
damas, 1998: 2). Con base en las calcas de las fotografías de Eduar-
Se accede a ella por escalones labrados en la do Cerezo, hay nueve representaciones de espacio:
misma piedra y tiene un pequeño patio hundido seis glifos de Cerro, una plataforma, una región y
en el centro de aproximadamente 1 m2. Su orien- un posible ejemplo donde funciona como signo
tación es norte-sur, con la entrada hacia el norte. fonético en el nombre de un personaje.
Los diseños se localizan en los muros este, sur y El primer glifo de Cerro se encuentra en el muro
oeste; la mayoría de ellos están en el muro oeste. este [fig. 14.28, 1]. Conserva los rasgos comunes,
En la esquina sureste del muro sur hay una piedra como son la forma rectangular doble y escalonada,
monolítica que selló la tumba, pero debido a filtra- y el doble contorno. Posee como infijo un doble lazo.
ciones de agua se ha perdido el diseño que conte- De acuerdo con Laura Rodríguez puede represen-
nía. Como la mayoría de las tumbas fue reutilizada tar la raíz de una planta, como se ve representado
y repintada, ya que varían las intensidades de co- en los árboles de Techinantitla en Teotihuacán (co-
lor rojo sobre blanco, el estilo del artista y la temá- mentario personal, 2001). O quizás es un ideograma
tica (Díaz, 2001b). que señala el cauce del río. Presenta una planta
Mide aproximadamente 4.50 × 3 m y los dise- como prefijo que Lourdes Navarijo (2001) identi-
ños tienen una altura de 60 cm y las figuras huma- fica como un quiote, esto es, la flor del maguey, y
nas de 40 cm. al ave con un perico.
Matadamas (1998) hace un primer estudio de En las Relaciones geográficas del siglo XVI de
las imágenes: las divide en conjuntos y las des- Cuautla, al describir a su pueblo sujeto, Xaltepetongo,
cribe, para determinar el grado de influencia de la señala que era un pueblo hablante de mixteco y que
escritura zapoteca. esta voz quiere decir “cerro pequeño de arena”, y
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2
1

Figura 14.29. Detalle de la lámina G del Códice Porfirio Díaz


y 4 del Códice Fernández Leal:
1) posible representación de Quiotepec en el Códice Porfirio Díaz,
2) posible representación de Quiotepec en el Códice Fernández Leal.
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.
Tomado de Van Doesburg, 2001: 192, figs. 7, 200.)

en mixteco le llaman Papalotlayagua, que significa loro”.34 Hay diferencias gráficas entre ellas, como
“cerro de mariposas” (Acuña, ed., 1984a, t. 1: 150). es una ladera, el ave en vuelo y una planta que pa-
En una sujeción de pueblos, no siempre se respe- rece diferir de las convenciones del quiote —en el
taba el nombre original y se traducía, sino que se caso del Códice Porfirio Díaz—, que quizá son sig-
modificaba. nificantes.
Para explicar este topónimo es necesario revi- Sabemos, por las Relaciones geográficas de Izca-
sar otros documentos etnográficos. Los Códices tlán, Quiotepec y Tecomavaca, que el clima de la re-
Fernández Leal y Porfirio Díaz registran los mismos gión era variable, de frío a cálido húmedo; que el
hechos provenientes de dos diferentes familias de nombre de Quiotepec se debe a que en el primer
la región cuicateca que tenían al cargo un cacicaz- lugar donde fundaron la población estaba “junto a
go. Uno para Cuicatlán y el otro para Tututepetongo, un cerro lleno de ‘quiotes’, que son unas plantas
respectivamente. a manera de zábila, que del medio echan una vara
En las láminas 4 del Códice Fernández Leal y G o tallo llaman quiotl y después pasándose desotra
del Porfirio Díaz [fig. 14.29] aparece la representa- parte del río [a] media legua, llamóse, como el an-
ción de un valle o ladera y una montaña con un tiguo, Quiotepe” (Acuña, ed., 1984a: 235). Su lengua
quiote y un loro o guacamaya al vuelo. Según Van era la quioteca, “algo parecida a la mixteca [aun-
Doesburg (2001: 171) es el “valle del árbol y del que] muy distinta” (Acuña, ed., 1984a: 236).

34 En una nota, Van Doesburg (2001: 171) refiere que Martínez de las Guacamayas, y para Eva Hunt (1972-1978) es Tututepe-
Gracida (s. a., finales del siglo XIX) lo identifica como Aloapan, río tongo o Cacalotepec, en el Cerro de los Cuervos.
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 507

El valor que esta cactácea tenía era incalcula- lerado deterioro; vemos entonces que como infijo
ble, pues les proporcionaba aguamiel y pulque, y tiene, aparte de la raíz, un numeral 7; la doble pla-
los calzaba y vestía; además, proporcionaba hojas taforma la configura nuevamente una serpiente,
para los códices (como el Códice Fernández Leal); cuya fauce forma el glifo de Cerro y tiene lengua
las espinas servían para el autosacrificio y eran bífida. A la derecha está un personaje vestido de
medicinales, pues en la Relación geográfica de Coix- felino con una cerbatana disparándole a las aves.
tlahuaca del siglo XVIII se señala que para una mor- Podemos también pensar que alude a un lugar en
dida de víbora “usan el antídoto de moler el corazón Quiotepec.
de maguey que no se haya raspado, y esto beben en Enseguida está el contorno de un juego de pe-
cantidad de dos cuartillos” (Esparza, ed., 1994: 101). lota [fig. 14.31]. En el extremo izquierdo se en-
Recurriendo, entonces, a la lectura logográfica y cuentra sentado un personaje de perfil, y frente a
homofónica, se puede proponer que este topónimo él se ubica un glifo de Cerro pequeño con sus dos
sea Quiotepec, un sitio arqueológico de grandes ramificaciones coronadas por elementos triples
dimensiones, ubicado en la región cuicateca, don- [fig. 14.31, 1]. Falta la parte central, pero tiene como
de la elite de origen, del o de los personajes ahí se- prefijo un elemento ondulado que simula una plu-
pultados, hacen referencia. ma o papel. De acuerdo con lo expuesto, hay ejem-
El segundo glifo de Cerro se encuentra separa- plos donde el glifo de Cerro tiene uso como signo
do de la escena por una línea delgada [fig. 14.28, 2]. fonético en nombres personales. Parece que todos
Está formado por la fauce de una serpiente de la ellos se encuentran en contextos funerarios (Ur-
cual sólo vemos el ojo derecho, pues está de per- cid, 1992: 300). Sólo debido al estado de conserva-
fil. Tiene como infijo una lengua bífida y como ción no puede distinguirse si hubo un numeral.
prefijo un personaje con un gran tocado que pu- Enseguida está un jugador de pelota que tiene un
diera ser de Cociyo, posa la pierna sobre otro per- tocado elaborado y presenta puntos rojos en las ar-
sonaje que está sentado en el extremo derecho, qui- ticulaciones, como si indicara putrefacción.35
zá señale un rito de paso. Ambos están de perfil y Continúa un templo en cuyo interior un perso-
en la cabeza tiene un signo calendárico ¿5? J. naje vestido de felino hace ofrendas. Puede decirse
Coixtlahuaca quiere decir “llano de víboras” (Es- que aquí comienza el muro oeste. En el techo de este
parza, ed., 1994: 101) y se encuentra muy cerca. templo descansa la cabeza de una serpiente, cuyas
Aparece representado por un templo o llano res- fauces forman el contorno del glifo de Cerro [fig.
guardado por una serpiente. Ésta puede ser una 14.31, 2], con infijo de lengua bífida. Resaltan una
forma abreviada. ceja y un ojo con la pupila dilatada. En la parte pos-
La tercera representación parece ser una gran terior del templo cae el cuerpo de la serpiente hasta
plataforma escalonada [fig. 14.28, 3]. En el extremo rematar con tres crótalos, tal y como aparece en el
derecho tiene un signo que parece nudo, enmarcado topónimo de Coixtlahuaca. Confunde que el glifo de
por un elemento trilobulado; quizá como referencia Cerro esté en el techo de un templo, y confirma
a los elementos triples que coronan los apéndices el uso múltiple de este signo.
del glifo de Cerro en los Valles Centrales. Como in- La plataforma que sostiene a la estructura del
fijo hay unos trazos que no permiten hacer identi- juego de pelota y al templo presenta unas franjas
ficación alguna. Es una lástima el deterioro de esta inclinadas con una línea quebrada en el interior.
zona, pues es el glifo de mayor tamaño. Hace referencia a un gran basamento que sopor-
Ubicado en el muro sur está el cuarto glifo de taba estas dos edificaciones.
Cerro [fig. 14.30, 1]. Es una doble plataforma con Antes de llegar al penúltimo de los topónimos,
infijo de raíces o agua, y prefijo de quiote con tres viene un conjunto de fechas relacionadas con la
pericos posándose sobre sus ramas. En la base de muerte de dos personas [fig. 14.32], las cuales es-
este vegetal se encuentran tres elementos trilobu-
lados con círculos en interior que simulan ojos. Los
dibujos de Matadamas tienen más elementos [fig. 35 Laura Rodríguez concuerda con lo propuesto, ella conoce otro ejem-
14.30, 2], debido a que se tomaron antes de su ace- plo en la lápida 1 de Yucuñudahui (comunicación personal, 2001).
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Figura 14.30. Cuarto glifo de Cerro de la Tumba 1


de San Pedro Jaltepetongo:
1) cuarto glifo de Cerro en el año 2001;
2) cuarto glifo de Cerro en el año 1994.
(Dibujo: 1] S. Díaz, 2001. Basado en Cerezo, 2001;
2] A. Reséndiz, 2003. Tomado de Matadamas, 1994.)

Figura 14.31. Plataforma con juego de pelota


y templo en la Tumba 1 de San Pedro Jaltepetongo:
1) posible uso del glifo de Cerro como signo fonético,
2) quinto glifo de Cerro.
(Dibujo: S. Díaz, 2001. Basado en Cerezo, 2001.)

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Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 509

Figura 14.32. Difuntos en el muro oeste


de la Tumba 1 de San Pedro Jaltepetongo.
(Dibujo: S. Díaz, 2001. Basado en Cerezo, 2001.)

tán envueltas en un lienzo o petate y tienen el una greca negra, que significa “tierra negra”, enton-
mismo diseño de los prefijos del glifo E en la ces aquí refiere a otro tipo de tierra, quizá una colo-
Tumba 5 de Suchilquitongo. Es la parte del muro rada. Debajo de ésta hay una franja de color azul
con más diversidad de estilo y tonalidad en el co- marino, la cual sí está en todos los muros.
lor. Además, hay varios signos calendáricos que Con base en las observaciones hechas puede
parecen no tener contexto. afirmarse que trata sobre hechos relevantes en la
El último glifo de Cerro tiene infijo idéntico al vida de algunos individuos, que a fin de justificar
primero de ellos, con prefijo de quiote [fig. 14.33], su posición social señalan el origen de elite. Por la
pero esta vez con cuatro loros aperchados, uno en posible representación toponímica de Quiotepec,
cada rama; podría nuevamente pensarse en Quio- Coixtlahuaca y Tututepetongo, muestra un mo-
tepec.36 saico diferente de la situación política y los límites
Toda la narrativa del muro poniente está sobre geográficos de sus cacicazgos, si los comparamos
una franja de grecas, de forma escalonada en el lado con aquellos del siglo XVI.
izquierdo y remata en un gancho a la derecha [fig. Aquí se presenta un ejemplo de un sistema de
14.31]. Contrasta alternando con el blanco como escritura resultado de la interacción entre regio-
efecto al negativo. Si para Tilantongo el topónimo es nes: de los Valles Centrales, de la Mixteca Alta y

36 En la Relación geográfica de Tututepetongo del siglo XVI, Acuña jaro” o “en el cerro de los pajaritos”, dista esta población de Jal-
(ed., 1984a) traduce Tututepetongo como “en el cerrillo de pá- tepetongo aproximadamente quince kilómetros.
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ficados o dioses. Era un mensaje genealógico-reli-


gioso. Excepción son los dinteles de Mitla, donde
domina un mensaje histórico-religioso.
En la vida cotidiana de los zapotecos todo es-
taba imbuido de una sacralidad, y el resguardo de
los dioses proporcionaba la directriz para interpre-
tar el mundo y reflejarlo en toda manifestación.
Cerros, valles, ríos, cielos y tierras tenían vida. La
naturaleza se desarrollaba en un espacio conside-
rado real, dimensional y religioso.
Los usos del glifo de Cerro hablan de un signo se-
mántico de diversas funciones. La lengua está re-
presentada en la disposición del glifo de Cerro con
otros signos, falta encontrar los glifos determinati-
vos que dirijan el significado y la lectura.
Cuando tiene asociados numerales codifica una
unidad de significado que no fue posible “leer”.
Cuando funciona como topónimo tiene un sentido
genérico de designar al cerro, que en combinación
con los afijos dan el nombre del lugar. ¿Tiene el
glifo de Cerro el mismo valor fonético cuando actúa
como topónimo que cuando está acompañado de
numerales?
Pero cuando está asociado a glifos de días y nu-
merales, como en el caso de la Lápida de Bazán, no
puedo asegurar el uso que tiene [fig. 14.34]. Quizá
actúa como topónimo, quizá como nombre calen-
dárico. Por ello, varios puntos a considerar surgen
para esta lápida:

Figura 14.33. Sexto glifo de Cerro en la Tumba 1 • En las dos columnas de glifos que están frente
de San Pedro Jaltepetongo. a los personajes no hay glifos acompañados
(Dibujo: S. Díaz, 2001. Basado en Cerezo, 2001.)
de numerales; en cambio sí hay varios indica-
dores de espacio. Lo que sería un argumento
a favor del uso del glifo de Cerro en nombres,
a pesar de que los personajes están sobre él.
adecuaciones propias, que posiblemente basó su En cuanto al uso como topónimo, reconozco
lectura con recursos pictográficos y fonéticos. un ejemplo con esta acepción y está en la
mencionada “unidad de significado” de la Es-
tela 2 de la Plataforma Sur.
Conclusiones • Si es ejemplo del uso como topónimo, enton-
ces sitios como Ometepec (2 Cerro), Naolinco
Parte del camino se ha recorrido y en lugar de en- (en 4 Movimiento) y Macuilxóchitl (4 Flor)
contrar respuestas hay nuevas y más grandes in- refuerzan la idea.
terrogantes. • La presencia del glifo U que enmarca la es-
Es en el contexto funerario donde permane- cena superior del conjunto nos habla tal vez
cen los ejemplos de pintura mural; ahí el discurso de un contexto funerario, donde los personajes
era dirigido a seres incorpóreos, sean ancestros dei- se dirigen, quizá, al fondo de la tumba. Enton-
Representaciones de glifos de espacio en la pintura mural de Oaxaca | 511

das y por lo tanto no sabemos las convenciones, y


otro para la cuenta ordinaria de entidades. Pero, ¿se
usaban los mismos prefijos para topónimos que
para los nombres calendáricos o para la cuenta de
los días?, o ¿para los sobrenombres, es decir, cuando
tenían una función de significado diferente?
Se observan elementos comunes en las tum-
bas, pero particularmente resaltan las orejeras en
la 103 y 104, y el infijo en la 104 y 125 de Monte Al-
bán, cuya representación en sitios distantes como
Ixtepeji y Zimatlán es el elemento que refiere un
origen compartido, quizá un topónimo o linaje.
El glifo E tiene también un sentido genérico a
tierra o llano cuando está sin numerales. Y podría
representar el espacio interno, ya sea de los cuar-
tos de una estructura (lugar de culto y sacrificio),
o el patio hundido en los conjuntos arquitectóni-
Figura 14.34. Lápida de Bazán. cos. Su presencia en algunas lápidas genealógicas
(Dibujo: A. Reséndiz, 2006.) otorgan el marco en el que se desarrollan las esce-
nas ahí narradas.
El glifo U en sus versiones no numerales seña-
lan el espacio superior e inferior. Tienen la función
ces faltaría encontrar su contraparte, es de- de resguardar y enmarcar esos ambientes sagra-
cir, otra igual. Como las lápidas de la Tumba dos. Es un rasgo común de grandes civilizaciones
1 de Yucuñudahui. ostentar un ave rapaz en sus símbolos políticos y
• Sería la única representación conocida del económicos, así lo vemos en emblemas, monedas
glifo de Cerro, con un glifo calendárico, como y banderas.
registro inferior en un discurso mortuorio. Por último, una observación: al analizar el so-
• El material exclusivo (tecalli) en que está la- brenombre de un individuo, las unidades de signifi-
brada la hace única. cado en un juego semántico y fonético se han traba-
• Su última disposición dentro de varios dese- jado con base en ese supuesto y no en su origen o
chos en el Montículo X agrandan las dudas linaje. Pero y ¿si fuera al revés?: que indicara el lugar
sobre las fuerzas políticas de la ciudad. en vez del sobrenombre, como Pedro de Gante, Ber-
nardino de Sahagún o Alejandro de Macedonia. Pero
Hasta aquí sobre la Lápida de Bazán. qué tal si indicara oficios como zapatero, obrador,
Los prefijos numerales presentan otro proble- pescador, pintor, carpenter (carpintero), fisher (pes-
ma, ya que conocemos dos tipos, uno para la cuen- cador) o smith (herrero). Queda entonces mucho
ta calendárica, cuyas reglas de uso no están cifra- camino por recorrer.

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