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Sergio López Pedreño

El objetivo del presente artículo es el de mostrar la evolución y contraste presente


en la obra de María Zambrano en relación con el realismo. Lo que se extrae de esta tarea
es que su posición tiene en cuenta tanto las posiciones realistas en términos generales,
como los tratamientos más específicos sobre lo que ella misma denomina como “realismo
español”, suponiendo una evolución con respecto a ambos. El resultado es el de un
realismo epistemológico que afirma la continuidad entre filosofía y poesía que señala la
incapacidad para la sistematización filosófica en el pensamiento español.

Para mostrar el contraste y la continuidad entre el realismo y la revisión zambriana


debemos primero asentar las bases de este, así como una caracterización del realismo
español. Sobre el primero cabe destacar un fácil reconocimiento de un tratamiento fiel a
la realidad en todo tipo de creación, literaria o filosófica. Esto lo carga de descripciones,
de verosimilitud y del uso de la ejemplificación como recurso explicativo. Hay un rechazo
del romanticismo y su trascendentalidad, devolviendo el discurso a la representación de
la vida individual y colectiva tal y como se presentan, así como estética compleja y donde
se evidencia la evolución y cambio de aquello que se representa en la obra.

Dadas estas consideraciones generales, nos resulta sencillo establecer conexiones


y similitudes de estas características con numerosas obras y autores del s. XIX español.
Sin embargo, cabe aquí señalar dos ideas previas al análisis de este realismo: la primera,
que el origen literario de este realismo decimonónico se encuentra en la novela española
medieval y la picaresca, así como en la obra de Miguel de Cervantes como principal
precursor; la segunda, que la explicación del nacimiento y elaboración de este realismo
español es muy relevante para María Zambrano.

Zambrano comienza su reflexión conforme al realismo español introduciéndonos


un hecho casi histórico: el pensamiento español ha sido y es profundamente inepto con
respecto a la elaboración de sistemas filosóficos. Si quisiéramos dar cuenta del porqué de
esta cuestión deberíamos remontarnos a aquello que es característico de España en
oposición a Europa desde sus orígenes. La filósofa española identifica en el origen de la
filosofía un afán violento en la búsqueda de la verdad, donde en ya en su origen aparece
una separación griega entre lo que es y lo que no, lo que está separado. Este hecho es el
que señala como creador de un ascetismo idealista que será triunfador en la filosofía y en
la religión, cuyo punto de encuentro será el de la búsqueda de una verdad que no es de
este mundo.

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Sergio López Pedreño

Esta filosofía y religión se extenderá triunfante por toda Europa, siendo en esto
particular el caso español: Zambrano señala como en España existían y perduraron
religiones ibéricas alternativas a la visión judeocristiana del mundo y que, en su recorrido
histórico, acabará conformando lo que entiende por “realismo español”, alejado este
último del afán de verdad greco-romano. El realismo español es definido como un modo
de ver la vida de la que ninguna idea puede dar cuenta. No es posible que una fórmula o
sistema pueda dar cuenta de la multiplicidad que el realismo español abarca en su esencia
de irreductibilidad. Esta multiplicidad y espontaneidad aparece presente en nuestra
literatura y pintura, identificándolo Zambrano con uno de los que van a ser fusilados en
el cuadro de Goya de “Fusilamientos de la Moncloa”. Este es la figura del escapado,
ahistórico y del estilo del vivir y el morir español.

Esta descripción en términos antropológicos tiene su correlación en términos


epistemológicos. El realismo español abarca a este ser enamorado del mundo, sin ansias
de escapar de él ni ocultarlo, sino de tenerlo de alguna otra manera. La realidad es
idolatrada y esto hace imposible la abstracción y la sistematicidad propias de la filosofía
europea. El saber, afirma, es saber popular y no existe sistematicidad que pueda
albergarlo. El ejemplo que utiliza para probar esto es el del propio Ortega, del cual afirma
que, incluso proviniendo de la tradición neokantiana, posee en sus escritos unos tintes
idealistas que nada tienen que ver con la exigencia de la filosofía clásica sino con la
originalidad hispánica.

El refinamiento de esta postura epistemológica y adjudicada a lo español tiene su


correlación en María Zambrano como continuidad entre poesía y filosofía. El propio
lenguaje utilizado acerca la resolución de los problemas filosóficos a partir de la
revelación de la verdad por sí sola. Es en esta confluencia donde lo múltiple propio de la
poesía que entronca con la realidad se une con la filosofía en su abstracción y desapego
del plano de la realidad.

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