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Amada hermana, si me permite, me gustaría compartir algo al respecto.

La Palabra de Dios enseña claramente que los creyentes somos seres tripartitos: cuerpo – alma –
espíritu.

1 Tesalonicenses 5:23:
Y el mismo Dios de paz os (gr. humeis, a vosotros) santifique por completo; y todo vuestro (gr. humeis,
de vosotros) ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro (gr.
hêmeis, de nosotros) Señor Jesucristo.

Para entender a quien está dirigido este pasaje, debemos comprender el uso de los pronombres (os,
vuestro, nuestro).

…OS santifique por completo…


…y todo VUESTRO ser, espíritu, alma y cuerpo…
…para la venida de NUESTRO Señor Jesucristo.

Este versículo no está dirigido a TODOS los seres humanos. Está dirigido SOLO a los creyentes renacidos.
Ahora vayamos un paso más adelante.

……y TODO vuestro SER, espíritu (santo), alma y cuerpo…

¿Qué comprende “todo el ser” de los creyentes? ¡Espíritu (santo), alma y cuerpo. No más, ni menos!

Adán y Eva fueron hechos originalmente completos: cuerpo, alma y espíritu. Ahora bien, este espíritu
santo que tenían era condicional. Ellos podían perderlo, y eventualmente así ocurrió.

Génesis 2:16-17
(16) Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
(17) más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás.

Esta fue la Palabra de Dios para ellos. Si desobedecían morirían. Todos sabemos que desobedecieron,
y luego de hacerlo, vivieron por muchos años. ¿Qué pasó? Bueno, lo que murió en ellos fue su conexión
espiritual. Perdieron el espíritu santo que Dios había puesto en ellos. Ahora estarían reducidos a ser
solo cuerpo y alma, seres con vida de crecimiento y vida de aliento, pero sin vida espiritual. Y desde ese
punto, toda su descendencia nacería en la misma condición de muerte espiritual, y por lo tanto,
alejados de Dios, enemigos de Dios.

Debido a esta falta de espíritu santo, el hombre no podría entender las cosas de Dios (1 Corintios 2:14).
Y es por ello, que a través de todo el Antiguo Testamento y hasta el día de pentecostés, Dios tuvo que
poner de Su espíritu santo, en ciertos hombres y bajo ciertas condiciones específicas, para poder
comunicarse con ellos y obrar a través de ellos.

Pero la promesa del Padre, cumplida el día de pentecostés, hizo disponible que el hombre pudiera
volver a ser un ser completo a través de Jesucristo. Desde ese día, cuando alguien renace Dios crea en
él espíritu santo, Su simiente espiritual, vida eterna. De este modo se vuelve un ser completo, íntegro:
cuerpo, alma y espíritu (espíritu santo); teniendo ahora la habilidad espiritual dada por Dios para
entender las cosas de Dios, no a través del cuerpo o alma, sino a través de Su creación en él, Su espíritu
santo morando en él.

1 Corintios 2:11:
(11) Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu (el alma) del (gr. to,
“propia del”) hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu
(santo) de Dios.

El alma del hombre recibe varios otros nombres en la Palabra, entre ellos “espíritu del hombre”. El
artículo griego ‘to’ traducido “del”, denota algo “peculiar o propio del” hombre, no algo que entra en
él de algún punto ajeno a él.

Este “espíritu del hombre” no debe ser confundido con el espíritu santo ni con algún otro tipo de
espíritu. Al alma se le llama “espíritu del hombre” porque toda vida es básicamente espiritual no física.
Por la misma razón se le llama “aliento de vida”. De manera que este “espíritu del hombre” es la “vida
de aliento propia y única que tiene el hombre en sí mismo”.

Romanos 8:16:
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Dios quien es “El Espíritu” (1 Timoteo 4:1), El mismo da testimonio a Su espíritu santo en nosotros, y
que ahora es nuestro espíritu. El Espíritu Santo se comunica, no con nuestro cuerpo o alma, sino con Su
espíritu santo en nosotros.

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