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5 Efectos de las Drogas en el Sistema Nervioso

Se ha comprobado que el consumo de drogas tiene un efecto en el funcionamiento y estructura del sistema nervioso,
pudiendo ser estas alteraciones muy duraderas e inducir comportamientos que pueden llegar a poner en riesgo la vida del
adicto (Volkow, 2014).

El abuso de drogas supone un importante problema de salud pública, ya que el consumo continuado de estos fármacos
puede desencadenar consecuencias graves.

Entre ellas encontramos el incremento de la tolerancia a ciertas sustancias, la sensibilización a otras, y la aparición de un
estado de dependencia que mantiene en el individuo un fuerte deseo de volver a consumir.

Además, si se pasa cierto periodo de tiempo sin consumir, pueden aparecen molestos síntomas de abstinencia, que son
opuestos a las sensaciones que puede simular una droga

La adicción se describe como una enfermedad que dura toda la vida, que se caracteriza por conductas de búsqueda de la
sustancia adictiva y su consumo compulsivo independientemente de que provoque consecuencias negativas.

La adicción está vinculada con un aumento de la probabilidad de recaída, que suele comenzar cuando la persona se expone a
ciertos estímulos que asocia con las drogas. También conlleva que la conducta de consumo se mantenga, aunque ésta dé
lugar a consecuencias negativas para la persona (Hyman & Malenka, 2001).

Hasta es habitual que se cree un círculo vicioso: el individuo consume una sustancia, esto provoca directa e indirectamente
efectos negativos biopsicosociales, por lo que, su vía de escape es volver a consumirla para evadirse de los problemas.

Efectos de las drogas en el sistema nervioso

1- Se altera el ADN

Parece que, en el desarrollo de una adicción, se alteran factores de transcripción, genes tempranos inmediatos y rutas de
mensajeros intracelulares en el sistema de recompensa del cerebro. Se ha observado también que afectan a los circuitos
cerebrales involucrados en la motivación, la memoria y la toma de decisiones (Cadet, Bisagno & Milroy, 2014).

Sin embargo, cómo es la relación directa de estos sistemas con el abuso de sustancias adictivas aún no se conoce con
absoluta certeza.

2- Altera las conexiones sinápticas

En los últimos años también se ha comprobado que la adicción cambia la fuerza de las conexiones sinápticas de las neuronas,
sobre todo aquellas que liberan y reciben glutamato, un neurotransmisor excitatorio (Harvard Mental Health Letter, 2004).

Se han encontrado en numerosas investigaciones inmunohistoquímicas, histológicas y morfométricas variaciones


morfológicas en el cerebro de consumidores habituales de varias drogas diferentes.

Los principales hallazgos incluyen pérdida neuronal, daño axonal generalizado, problemas neurodegenerativos, disminución
de proteínas ácidas fibrilares gliales, así como alteraciones en la microvasculatura cerebral (Büttner, 2011).

3- Cambios neuroquímicos y funcionales en el cerebro

Según Volkow et al (2003), se han observado cambios neuroquímicos y funcionales en el cerebro de los adictos gracias a
estudios de neuroimagen.

Cuando la persona está bajo los efectos de las drogas o en el craving (fuerte deseo de volver a consumirla) se activa
mecanismos cerebrales complejos. Estos involucran las vías de recompensa (núcleo de accumbens), circuitos asociados con la
motivación (corteza orbitofrontal), memoria (amígdala e hipocampo) y control cognitivo (giro cingulado y corteza prefrontal).

4- Disminuye los niveles de dopamina

Otras investigaciones han resaltado el papel de la dopamina, una sustancia que aumenta bruscamente y de forma muy rápida
cuando se está bajo los efectos reforzantes de las drogas.
Según indica una publicación del Harvard Mental Health Letter en 2004, parece que el mecanismo principal que mantiene la
adicción es la liberación de dopamina en núcleo de accumbens cuando la droga se consume. Esto despierta placer en el
sujeto y funciona como falsa señal, indicándonos que esa conducta facilita la supervivencia o la reproducción.

Este sistema se conoce como la vía de recompensa, y facilita al cerebro el registro de esa experiencia para procurar volver a
repetirla en el futuro.

De forma natural, las recompensas se consiguen con esfuerzo y suelen demorarse. Sin embargo, con las drogas ocurre todo lo
contrario: el acceso al placer es directo.

Por lo tanto, cuando el consumo se interrumpe, el nivel de dopamina cae provocando disfunciones en el área prefrontal del
cerebro. Esto da lugar a impulsividad y problemas para el control inhibitorio. También se encuentra una reducción en la
capacidad de gratificación de estímulos reforzantes naturales, como la comida o el sexo.

Cuando se abusa de una sustancia por un largo periodo de tiempo, se produce una disminución de los niveles de dopamina
en un intento del cerebro por regularlas. Los adictos poco a poco van a necesitar dosis más altas y con más frecuencia para
conseguir los efectos que la droga producía al principio.

5- Elevan el umbral del placer: pérdida de control

Volkow et al (2003) propusieron un modelo para explicar la pérdida de control típica de la adicción que tienen los
consumidores.

Establecen que, en esta situación, la sustancia adictiva y los estímulos que se relacionan con ella adquieren un gran poder de
recompensa que prevalece por encima de cualquier otro estímulo agradable.

Esto se produce por condicionamiento y por desajustes en el umbral del placer, de forma que la persona se acostumbra a
niveles de placer muy altos producidos por la droga y otro estímulo no es capaz de provocarlo.

Además, cuando el sujeto se expone a la droga o elementos asociados a ella, parece que el simple recuerdo de la gratificación
que proporciona esa sustancia produce la sobreactivación del circuito de recompensa a la vez que disminuye el control
cognitivo.

Por eso resulta muy complicado para los adictos inhibir su comportamiento de búsqueda de la droga y abandonar el
consumo.

A pesar de años de abstinencia, los recuerdos permanecen fijos en la mente del adicto. De esta forma, ante eventos, lugares
o experiencias que se relacionan con la droga se reactiva este deseo de consumirla, independientemente del tiempo que
haya pasado.

Este fenómeno se denomina aprendizaje condicionado, que establece asociaciones muy persistentes entre dos estímulos,
principalmente cuando involucran vías del placer. Esto se produce porque el núcleo accumbens manda señales a la amígdala
y al hipocampo, y éstos se dedican a almacenar y consolidar recuerdos que provocan sentimientos intensos.

Por ese motivo, un alcohólico que lleva años sin beber puede sentir el impulso de beber de nuevo cuando vuelve al bar que
antes frecuentaba. Otro ejemplo es lo que puede sentir un ex adicto a la heroína cuando ve una aguja hipodérmica.

Por eso se aconseja para evitar recaídas en casos de adicción que se cambie el entorno y los hábitos de la persona. Ya que un
adicto nunca va a dejar de serlo.

De hecho, las tensiones externas o internas pueden fomentar una recaída. Es decir, que los adictos se encuentren en
situaciones delicadas o generadoras de estrés o malestar.

Probablemente las personas que caen en la adicción ya eran hipersensibles al estrés o tenían dificultades para tolerar la
frustración, características que los hacen propensos a iniciar el consumo y mantenerlo. Aunque en otras ocasiones, esa
respuesta alterada al estrés puede venir de alteraciones cerebrales tras largo tiempo de abuso de sustancias.

Lo cierto es que se ha demostrado que el nivel de hormona liberadora de corticotropina (CRH), la encargada de regular el
estrés y la actividad de la amígdala, aumenta en los sujetos adictos antes de una recaída.
Prevalencia de las drogas

Las sustancias de abuso principales son el alcohol, el cannabis, los opiáceos, la cocaína, la anfetamina, metanfetamina y
éxtasis. Cada droga va a activar de diferente manera un proceso biológico, haciendo igualmente que la dopamina invada el
núcleo accumbens (Harvard Mental Health Letter, 2004).

El Informe Mundial Sobre las Drogas (2015) indica: “se estima que un total de 246 millones de personas, o una de cada 20
personas de edades comprendidas entre los 15 y 64 años, consumieron drogas ilícitas en 2013. […] La magnitud del problema
mundial de las drogas se hace más evidente si se tiene en cuenta que más de 1 de cada 10 consumidores de drogas es un
consumidor problemático que sufre trastornos ocasionados por el consumo de drogas. Ello supone una pesada carga para los
sistemas de salud pública […] Únicamente 1 de cada 6 consumidores de drogas problemáticos en el mundo tiene acceso a
tratamiento.”

Según el Informe Europeo sobre Drogas de 2015: “se estima que casi una cuarta parte de la población adulta de la Unión
Europea (más de 80 millones de personas) han probado drogas ilegales en algún momento de su vida. La droga consumida
con más frecuencia es el cannabis (75,1 millones), siendo más bajas las estimaciones referentes a la cocaína (14,9 millones),
las anfetaminas (11,7 millones) y la MDMA (11,5 millones).”

Además, también indica que “el cannabis es la droga que se notifica con más frecuencia como la razón principal para iniciar
un tratamiento de drogodependencia por primera vez en Europa.”

¿Por qué unas personas caen en la adicción y otras no?

Según estudios con adoptados y gemelos, aproximadamente un 50% de las diferencias individuales en la probabilidad de caer
en la adicción son hereditarias.

Diferencias individuales:

– Sistema de recompensa vulnerable

– Respuesta al estrés intensificada

– Hay personas que aprenden el hábito adictivo más rápidamente. Esto ocurre a menudo en personas con depresión,
ansiedad, trastornos de personalidad (trastorno límite o trastorno antisocial) o esquizofrenia.

– Funcionamiento de la corteza prefrontal: si funciona de forma incorrecta, la persona puede tener problemas para controlar
sus impulsos, tomar decisiones y reflexionar sobre consecuencias futuras de sus actos. Un contexto ideal para que se origine
el consumo compulsivo.

Hay que tener especial cuidado con los adolescentes, ya que en esa etapa aún no se ha desarrollado por completo la corteza
prefrontal. Por eso es habitual en los jóvenes los comportamientos de riesgo y experimentar con drogas.

En los últimos años existe un debate sobre esto, existiendo la cuestión de si verdaderamente el mantenimiento de la adicción
es por motivos fisiológicos o es más bien psicológico.

Parece que no surge directamente como propiedad de ciertas drogas, no existiendo sustancias adictivas sino individuos
adictos. Una prueba de esto es que se han encontrado semejanzas entre los cerebros de adictos al juego y toxicómanos.
Además, cada vez surgen nuevas adicciones en las que no está involucrado el consumo de sustancias tóxicas.

Buenos ejemplos serían la adicción a las compras, a los videojuegos, a internet, a la comida, o al sexo.

Problemas

Los problemas ocasionados van a depender del tipo de droga que se consuma, la vulnerabilidad de cada persona a desarrollar
ciertos trastornos o condiciones y la frecuencia y cantidad de su consumo.

– Por lo general, estos fármacos consumidos en gran cantidad provocan síntomas neurológicos, psiquiátricos y problemas
cardiovasculares como isquemias y vasculitis.
– El consumo prolongado de anfetamina, metanfetamina y MDMA ha sido asociado con un aumento del riesgo de desarrollar
enfermedad de Parkinson.

– En concreto, la metanfetamina produce efectos fisiológicos como dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, dolor
abdominal, vómitos o diarrea, disminución del apetito, trastornos del sueño, conducta paranoide o agresiva y psicosis.

Si se consume demasiada puede aparecer hipertensión, arritmia, hemorragia subaracnoidea, infarto cerebral, hemorragia
intracerebral, convulsiones o incluso coma. Estudios de resonancia magnética han encontrado que esta sustancia puede
alterar las áreas frontales y los ganglios basales del cerebro.

– Si hablamos de alcohol, se ha vinculado con un periodo de vida más corto.

– La nicotina, presente en el tabaco, actúa en el sistema nervioso central y periférico. Encontramos cambios en la respiración
y la presión sanguínea, constricción de las arterias, y aumento en el estado de alerta.

– En cuanto a la cocaína, su consumo puede inducir hipertensión e incluso fiebre letal. También puede ocasionar síntomas
relacionados con la esquizofrenia, como ideación paranoide y alucinaciones visuales y auditivas.

– Marihuana o hachís: parece que pueden desencadenar trastornos emocionales graves o problemas psicóticos en sujetos
que tienen predisposición a ellos. Si se inicia su consumo antes de los 17 años, es posible que se desarrollen trastornos
cognitivos y neuropsicológicos graves.

Sin embargo, sus daños a largo plazo aún se están investigando ya que las repercusiones dependen mucho de cada sujeto.

Prevención y tratamiento

El tratamiento va a depender del tipo de adicción y también del tipo de adicto. Por ejemplo, no se puede utilizar el mismo
método con un consumidor abierto a la experiencia y con falta de inhibición que con personas que tienen hipersensibilidad al
estrés.

Como ya mencionamos, una adicción es crónica, por ello, es necesaria una lucha continua. La persona debe estar muy
convencida y motivada.

Según el modelo que antes indicamos (Wolkow et al., 2003) la mejor terapia debe tener un enfoque multidisciplinar, dirigida
a reducir el poder reforzante de las drogas y mejorar la gratificación de otros reforzadores alternativos. Se procura romper
con las asociaciones condicionadas aprendidas y potenciar el control cognitivo.

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