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Leyendo este cuento y descubriendo qué fue escrito durante el momento en que el
autor cumplía 40 años, no podía dejar de pensar que el tema del cuento sea,
precisamente, esa nada. La que inicia y termina todo. Cuando la vida sigue su
curso normal, simplemente morimos y eventualmente nos convertimos en polvo.
Pero, la vida fuera al revés, ¿qué quedaría de nosotros? Exactamente lo mismo:
un embrión, luego dos células unidas que se separan, y luego... nada. En otras
palabras, el origen y el fin son lo mismo: nada. A mi parecer Carpentier nos brindó
una perspectiva de quizás su vida a futuro y nos permitió indagar a su vez, en lo
que pareciera una recuperación (al menos simbólica) de su infancia. No puedo
dejar de pensar que quizás en ese momento tan crucial de la vida de cualquier
hombre, el autor utilizó todas sus emociones para crear este cuento que es una de
sus mejores obras. Lo más extraordinario del cuento es la maestría y la
inconmensurable capacidad y habilidad del autor para seguir el hilo de la narración
en un sentido inverso, sin que, en ningún momento se pierda el ritmo de los
acontecimientos. Debo añadir que me mantuvo siempre a la expectativa de algo
más intenso y consiguió siempre captar mi total atención.