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Agricultores sicilianos se adaptan al cambio climático cultivando frutos tropicales

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frutos-tropicales/a-46999546

El cambio climático está provocando un aumento de temperaturas en Sicilia. Los campesinos


de la isla italiana buscan cultivos alternativos seguros y con altos rendimientos. Su solución: las
frutas tropicales.

Cuando en 2001 Andrea Passanisi comenzó a cultivar mangos y aguacates en el viñedo de su


familia, en las laderas del Etna, apenas tenía 17 años. Sus vecinos, que estaban más
acostumbrados a ver un paisaje de aceitunas y naranjas, pensaron que estaba loco.

"Quería escribir un nuevo capítulo en la historia agraria de Sicilia", cuenta. "Se trataba de
adaptación y visión de futuro".

Así que Passanisi arrancó las plantas viejas y plantó otras nuevas. Fundó Sicilia Avocado, una
empresa de cultivo ecológico y sostenible, que 17 años después exporta aguacates, maracuyá
y limones australianos a toda Europa, e incluso a China.

Passanisi, licenciado en derecho y convertido en agricultor, pertenece a una nueva generación


de agricultores sicilianos, que aprovecha el aumento de temperatura de 1,5 grados centígrados
para redefinir el perfil agrícola de la isla, produciendo en armonía con la naturaleza y
adaptándose a las nuevas condiciones climáticas. Debido al aumento de la temperatura, Sicilia
ofrece ahora las condiciones ideales para las plantas más exóticas, así como para los animales.
En realidad, los dromedarios son animales del desierto, como estos marroquíes. Pero desde
hace algunos años, el Etna es también su hogar.

Más allá del cultivo de plantas

En 2013, la Granja Gjmala, en el pueblo volcánico de Trecastagni, comenzó a criar un pequeño


número de dromedarios para la producción de leche.

"Las temperaturas más altas han influido definitivamente en la adaptabilidad y resistencia de


los animales aquí en Sicilia", cuenta el criador y veterinario Santo Fragalà. "Las nuevas
condiciones han hecho más fácil recrear su hábitat original aquí", explica.

Aunque afirma que los consumidores aún no están acostumbrados a negocios exóticos como
el suyo, cree que tanto los consumidores como los empresarios están comenzando a
comprender lentamente que la adaptación al clima también ofrece algunas oportunidades.

La nueva situación es favorable para agricultores como Alberto Continella, en quien Passanisi
encontró un mentor para sus esfuerzos empresariales.

Su padre fundó una empresa exportadora de aguacate en los años 60, en una época en la que
estos cultivos eran muy desconocidos en Sicilia. Hoy en día, su huerto tropical es el más grande
de la isla y el hogar de exuberantes y verdes árboles de aguacate de 50 años de edad.

Con más de dos décadas de experiencia a sus espaldas, Continella está encantado de compartir
sus conocimientos.

"Los agricultores sicilianos suelen ser muy individualistas y evitan cooperar con otros en la
misma profesión porque temen la competencia", cuenta. "Nosotros defendemos lo opuesto.
Queremos dar a otros agricultores que quieran empezar a cultivar frutas tropicales el
conocimiento necesario para que no fracasen", explica.
Para nosotros, los olivos son tradicionalmente italianos pero, ¿asociaremos en el futuro el país
con el aguacate?

El cultivo adecuado para cada clima

El agua es clave. Continella y Passanisi creen que trabajando juntos, los agricultores pueden
compartir los altos costes del agua y presionar de forma más eficaz para que se revise la
anticuada infraestructura de riego de la isla, que en la actualidad está desperdiciando agua en
lugar de distribuirla con sensatez.

Cuanto mejor comprendan los agricultores cómo utilizar las propiedades del microclima y del
suelo, mejor podrán plantar sus cultivos en los lugares que mejor se adapten a sus
necesidades.

La zona de la pequeña ciudad de Giarre, por ejemplo, situada entre el Etna y el Mar
Mediterráneo, ofrece agua suficiente para asegurar una cosecha de la fruta tropical que dio
nombre a la empresa Sicilia Aguacate.

"El suelo, enriquecido por las cenizas del Etna y la pureza del agua extraída de este subsuelo,
confiere a cada fruto propiedades organolépticas especiales y valiosas, y lo convierte en el
espacio ideal para el cultivo de estas plantas", explica Passanisi.
Alrededor del Etna, la generación de menores de 30 años siente la necesidad de ganarse la
vida en el campo, muchos lo hacen con frutas tropicales.

De vuelta a las raíces

El empresario quiere "compartir esta nueva filosofía y espíritu emprendedor" y animar a las
generaciones más jóvenes a insuflar nueva vida a las viejas tierras familiares. Sin embargo,
también advierte en contra de subirse al carro tropical sin conocimiento. Según Passanisi,
muchos futuros agricultores se asustaron debido al cambio climático. "Pensaron que eso
resolvería sus problemas económicos". No obstante, la mayoría de las veces no tenían los
conocimientos prácticos ni la orientación para aplicar esos planes. Sabían poco sobre el clima y
sobre cómo adaptar sus cultivos a él.

Carlo Aranzulla es un agricultor de 25 años de edad, granjero de día y radiólogo de noche, que
ha desenterrado las tierras sin cultivar de su abuela en la provincia de Siracusa, al este de
Sicilia, para empezar su propia granja de naranjas y limones orgánicos. Aranzulla es
representante de Coldiretti, la asociación agrícola de Italia, y afirma que la generación joven
está interesada en tener éxito en el campo como medio de vida.

"Muchos de mis compañeros de clase de la universidad se han iniciado en la agricultura como


una carrera secundaria, aunque estudiaron economía o derecho”, cuenta. "Algunos de ellos
incluso han dejado sus estudios para dedicarse por completo a la agricultura".

Ya existe un mercado para los productos tropicales de Sicilia en Alemania y Bélgica, pero los
consumidores locales se están adaptando cada vez más al sabor exótico de las frutas más
raras, como la annona y el guayabo.

Para Passanisi, es solo el comienzo de una nueva era en la agricultura siciliana. "Creo que esta
isla mediterránea puede ofrecer y ofrecerá algunas oportunidades interesantes de crecimiento
sostenible en el campo tropical", concluye, mientras desparece su silueta entre una arboleda
con vistas al Etna.

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