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Nota aclaratoria
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Compañeros, nuestra colega Ana Lilia Pérez encontró unos fraudes olímpicos en PEMEX, los
documentó, escribió decenas de artículos y dos libros (Camisas azules, manos negras y El cártel
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negro). Como se imaginarán le llovieron demandas por difamación, amenazas de muerte, sustos,
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atentados y finalmente tuvo que salir del país con un programa de protección a periodistas en
peligro. El diputado del PAN Juan Bueno, aparece en el primer libro de Ana Lilia, cuando él era jefe
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de PEMEX refinación e hizo negocios personales ilícitos. Juan Bueno está acosando a Ana Lilia de
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una manera enfermiza y quiere, entre otras cosas, que un juez la condene y la obligue a nunca más
escribir sobre él .
Ana Lilia escribió una carta denunciando el acoso de Juan Bueno y nos pide que la difundamos.
Las amenazas se acentuaron en el 2008, cuando investigué y publiqué los contratos que Juan Camilo
Mouriño, entonces secretario de Gobernación de Felipe Calderón, firmó como contratista de Pemex,
en una ilegal dualidad como funcionario público. A partir de entonces llegué, inclusive, a verme
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obligada a vivir y trabajar con una escolta personal y sistemas de seguridad diversos.
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En junio del 2012 me vi forzada a salir de México, bajo graves amenazas y en circunstancias que
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ponían en riesgo mi vida. Para salvaguardar mi integridad y frenar el acoso y la violencia de los que
he sido víctima ―documentados por organismos y organizaciones nacionales e internacionales en
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materia de libertad de expresión y de derechos humanos― me acogí a un programa europeo de
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protección para perseguidos políticos, bajo un esquema de asilo temporal.
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Durante mi estancia en Europa he participado en múltiples conferencias sobre mis investigaciones
periodísticas y sobre las circunstancias en que los periodistas trabajan en México, actividades a las
cuales la prensa europea ha dado amplia cobertura. Pero incluso aquí, en Alemania, donde estoy
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ahora, soy blanco de acoso judicial por parte del diputado con fuero federal Juan Bueno Torio, bajo
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En febrero del 2010 apareció Camisas azules, manos negras, libro de mi autoría publicado bajo el
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sello Grijalbo. Se trata de un trabajo periodístico, producto de una exhaustiva investigación de más
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de seis años y sustentado con numerosas fuentes de información documentales y vivas, que revela
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graves actos de corrupción de altos funcionarios, durante las administraciones de los presidentes
Vicente Fox y Felipe Calderón, en detrimento de Pemex.
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objetividad. En uno de sus capítulos aborda el desempeño que Juan Bueno Torio tuvo como director
de Pemex Refinación (del 2003 al 2006). Parte de las fuentes de información proviene de los
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archivos de las propias áreas de gobierno, incluido Pemex, y algunos documentos se encuentran
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reproducidos en la publicación.
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meses no hubo respuesta de Bueno Torio respecto de la información publicada, ni siquiera cuando
fue consultado por diversos medios de comunicación que abordaron el contenido del libro en sus
espacios informativos.
En diciembre del 2010, por unanimidad de los diputados federales de la LXII Legislatura, el
Congreso de la Unión creó la llamada Comisión Especial pluripartidista que se encargue de
investigar las denuncias ciudadanas contenidas en el libro Camisas azules, manos negras, según
puede cotejarse en la Gaceta Parlamentaria, núm. 3164, del viernes 17 de diciembre del 2010.
En agosto del 2011, mientras los legisladores federales le solicitaban a Pemex y otras instancias de
gobierno los documentos citados en el libro, Bueno Torio, entonces senador de la República, con
fuero federal, presentó una demanda en mi contra por “daño moral”.
El diputado pretende que el Poder Judicial coloque una mordaza legal a cualquier investigación y
señalamiento acerca de situaciones irregulares, anteriores o actuales, aun cuando éstas por sí
mismas constituyen temas de interés público dado que se trata de un legislador que desde hace doce
años, por lo menos, se desempeña en el servicio público y está obligado por ley a la rendición de
cuentas, y a que la sociedad califique su gestión.
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La demanda de Juan Bueno Torio tiene la finalidad de inhibir mi labor como periodista, y con ello
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menguar la independencia intelectual necesaria para ejercer el periodismo crítico que la sociedad
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mexicana demanda, y pretende que se le de validez legal a sus intimidaciones. No ofrece en ella
ninguna prueba del supuesto daño moral en su contra; en cambio, exige pretensiones que atentan
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contra mis garantías individuales. Resulta destacable que me demandara sólo hasta que el Congreso
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federal abrió una Comisión Especial para dar cauce al análisis de la investigación periodística.
La labor de un periodista es difundir asuntos e información de interés público, y con ese estricto
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afán, en el libro citado documenté el desempeño público de Bueno Torio como funcionario de Pemex.
Muestra de dicho desempeño fue que en su administración, la subsidiaria a su cargo adjudicó de
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manera ilegal dos contratos que implicaron un grave daño patrimonial contra Pemex, como explico a
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continuación.
En enero del 2012 la Secretaría de la Función Pública (SFP) dio a conocer, mediante un boletín de
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prensa, que en diciembre inhabilitó a catorce funcionarios de la subsidiaria a cargo de Bueno Torio,
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Los involucrados fueron inhabilitados por diez años, además, la SFP impuso multas a ocho de ellos
por 500 millones, 913 mil pesos; a dos más por 355 millones de pesos; a uno por 145 millones de
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pesos; y a los tres restantes por 90 millones 415 mil pesos. Casos como el citado evidencian que en
el periodo en el cual el hoy diputado dirigió Pemex Refinación, su desempeño no fue cabal.
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Cabe señalar que las irregularidades por las cuales la SFP inhabilitó a sus subordinados fueron
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detectadas años atrás por la Auditoría Superior de la Federación, el órgano máximo de fiscalización
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del país, e incluidos esos hallazgos, el resultado de su fiscalización a esos contratos, dentro de su
informe de Resultados a la Cuenta Pública, tal cual se cita en el libro, donde se identifica
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En las condiciones actuales de México, identificado como el país más peligroso del mundo para los
periodistas, quienes nos dedicamos a esta profesión día a día nos jugamos la vida en pos de un bien
público: el derecho a la información.
Bajo esa circunstancia, muy a mi pesar, salí de mi país. En esta condición de asilo, hace unos meses
recibí la notificación de que el señor Bueno Torio, con la clara pretensión de continuar su acoso y
amenaza en mi contra, ha impulsado el seguimiento del juicio en contra mía ahora en Alemania.
Este acoso judicial, que hoy me persigue hasta Europa, debe entenderse también en el contexto de
uno de los principales temas de la agenda pública en México: la situación de Pemex, que con los
recientes “incidentes” y la discusión de la nueva reforma energética, de nuevo coloca los reflectores
sobre la actuación de sus funcionarios y exfuncionarios. Por eso el diputado Bueno Torio se empeña
en colocarme una mordaza, y pretende que el juez me prohíba a priori escribir o siquiera pensar en
escribir una sola línea sobre su desempeño público.
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Juan Bueno Torio aún le debe a los mexicanos muchas explicaciones sobre su actuación como
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director de Pemex Refinación; por ejemplo, el hecho de que las compañías de su familia recibían
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millonarios contratos para el transporte de hidrocarburos en la misma empresa paraestatal que él
dirigía. Me pregunto si para la ciudadanía éste es un asunto menor.
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En lugar de entregar cuentas claras, el señor diputado promueve el enjuiciamiento contra una
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periodista que ha cumplido éticamente con el deber de informar. El juicio en cuestión es contrario al
supuesto interés del Congreso de la Unión y de la Presidencia de la República de salvaguardar los
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derechos de los periodistas y ha significado un gasto de recursos públicos que bien podrían
asignarse a otros asuntos.
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Aun si al final de este juicio el juez decidiera ponderar la fatua pretensión de Bueno Torio por
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encima del interés público, el derecho que los mexicanos tienen de conocer su actuación en Pemex
es irrecusable, y para eso están ahí Camisas Azules, manos negras, y El Cártel Negro, dos largas
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investigaciones que dan algo de luz sobre el oprobioso manejo discrecional que durante años se ha
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Quizá el diputado del que hablo logre amordazar a una periodista. No obstante, pese a la rabiosa
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oposición de políticos y funcionarios rapaces, no habrá mordaza capaz de callar a toda una sociedad.
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