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UNIVERSIDAD REGIONAL AUTONÓMA DE LOS ANDES.

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA

CARRERA: DERECHO
TEMA:

La lengua como parte del universo semiológico

AUTOR:

LENIN ULLOA GARCÍA

THAIZ BUENO GALARZA

DOCENTE:

AB. GENÉSIS ROBLE

PARALELO: A NOCTURNO

2018
Introducción

La lingüística no solo mantiene su vigencia en los tiempos actuales sino que toman aún
mayor auge, como vías de acceso a la cultura. Además, ¿quién puede negar la importancia
o la necesidad de profundizar en el conocimiento de una de las maravillas latentes en
nuestro cerebro y en el ejercicio de las correspondientes prácticas sociales? Un estudio de
esta naturaleza resultará igual o más atractivo que la investigación sobre los seres vivos,
el medio ambiente, los cuerpos físicos, la historia, las matemáticas o las nuevas
tecnologías.

La lingüística forma pacte de una ciencia que no existe todavía, que se ocupará de los
demás sistemas del mismo orden en el conjunto de los hechos humanos. La semiología
de la lengua ha sido atascada, paradójicamente, por el instrumento que la creó: el signo.
No podía apartarse la idea del signo lingüístico sin suprimir el carácter más importante
de la lengua; tampoco se podía extenderla al discurso entero sin contradecir su definición
como unidad mínima.

Desarrollo

Definición de la semiología

La semiología es la ciencia que estudia los sistemas de signos: lenguas, códigos,


señalaciones, etc. De acuerdo con esta definición emitida por (Loureda, 2001), la lengua
sería una parte de la Semiología, pero en realidad se coincide en reconocer al lenguaje un
status privilegiado y autónomo, que nos permite definir la Semiología como “el estudio
de los sistemas de signos no lingüísticos” Ferdinand de Saussure, teórico suizo de
principios del siglo XX, definió a la semiología como a “La ciencia que estudia la vida
de los signos en el seno de la vida social”

Función metalingüística.

Tiene por objeto definir el sentido de los signos que corren el riesgo de no ser
comprendidos por el receptor. Por ejemplo, ponemos una palabra entre comillas y
precisamos: “semiología en el sentido médico del término” De ese modo la función
metalingüística remite el signo al código del cual extrae su significación según, (Loureda,
2001). Desempeña un papel considerable en todas las artes: la escritura es una señal del
código. Del mismo modo un relato puede ser objeto de diversas interpretaciones según el
estilo: romántico, realista, surrealista, cubista, etc. De la Función metalingüística procede
también la elección del vehículo o medio del mensaje. El marco de un cuadro, la tapa de
un libro, señalan la naturaleza del código.

La lengua como parte de la semiología

La lengua se presenta en todos sus aspectos como una dualidad: institución social, es
puesta a funcionar por el individuo; discurso continuo, se compone de unidades fijas. Es
que la lengua su unidad y el principio de su funcionamiento? Su carácter consiste en "un
sistema de signos en el que sólo es esencial la unión del sentido y de la imagen acústica,
y donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas"

De acuerdo a (Coseriu, 1999). El papel del signo es representar, ocupar el puesto de otra
cosa, evocándola a título de sustituto. Toda definición más precisa, que distinguiría en
particular diversas variedades de signos, supone una reflexión sobre el principio de una
ciencia de los signos, de una semiología, y un esfuerzo de elaborarla.

La más mínima atención a nuestro comportamiento, a las condiciones de la vida


intelectual y social, de la vida de relación, de los nexos de producción y de intercambio,
nos muestra que utilizamos a la vez y a cada instante varios sistemas de signos: primero
los signos del lenguaje, que son aquellos cuya adquisición empieza antes, al iniciarse la
vida consciente; los signos de la escritura; los “signos de cortesía”, de reconocimiento, de
adhesión, en todas sus variedades y jerarquías; los signos reguladores de los movimientos
de vehículos; los “signos exteriores” que indican condiciones sociales; los “signos
monetarios”, valores e índices de la vida económica; los signos de los cultos, ritos,
creencias; los signos del arte en sus variedades, (música, imágenes, reproducciones
plásticas) —en una palabra, y sin ir más allá de la verificación empírica, está claro que
nuestra vida entera está presa en redes de signos que nos condicionan al punto de que no
podría suprimirse una sola sin poner en peligro el equilibrio de la sociedad y del
individuo. Estos signos parecen engendrarse y multiplicarse en virtud de una necesidad
interna, que en apariencia responde también a una necesidad de nuestra organización
mental.
El metalenguaje del nivel universal

Existe, en primer lugar, un metalenguaje universal, propio del lenguaje mismo, no de las
lenguas o del discurso. Según, (Coseriu, 1999). El uso metalingüístico del lenguaje
primario, en efecto, es una propiedad universal del lenguaje en general y en sí no puede
vincularse a las lenguas históricas , aunque es cierto que su funcionamiento puede estar
(y de hecho normalmente lo está) en parte determinado por la gramática de las lenguas; y
no se trata de una posibilidad universal del lenguaje porque se haya comprobado su
existencia en todas las lenguas (= porque se haya deducido de las lenguas y se haya
generalizado), sino porque se constituye racional y necesariamente como propiedad
previa a todo modo histórico de hablar.

El metalenguaje del nivel idiomático

Dentro de la metalengua, pero es ese ámbito específico tradicionalizado que es la


fraseología, también existe una serie de unidades que son metalingüísticas en al menos
dos sentidos: primero, porque algunas de las expresiones funcionan como marcadores
‘metadiscursivos’ (son unidades fraseológicas al servicio de la gramática textual
(idiomática) y de la dimensión sintagmática del texto)

Hay hechos metalingüísticos universales, según (Aznárez, 2006), o hechos universales


por lo que comportan de cognitivos, como la etimología popular o la metáfora (en ambos
casos se trata de la modificación consciente de signos lingüísticos); hay hechos de
metalengua (hechos condicionadas ‘en’ y ‘desde’ los idiomas, alojados en el léxico, como
unidades simples o como fraseología, o en la gramática, ya sea oracional o
supraoracional); y hay, finalmente, hechos de meta habla, o más exactamente, hechos
metadiscursivos, en las ironías, en los ecos (diversos hechos reflexivos, sintagmáticos o
paradigmáticos)

La metalingüística es una de las funciones del lenguaje, se refiere principalmente a la


posibilidad de hablar o razonar acerca del propio lenguaje, del código común q utilizamos
para comunicarnos, controlarlo y adaptarlo para poder interactuar con nuestro entorno.
Nos permite además descubrir las ambigüedades del lenguaje, analizar y comprenderlas.
Mediante el control de estas aptitudes, el individuo logra controlar su lengua, y jugar con
rimas, comprender metáforas, oraciones de doble sentido, chistes, reflexionar, etc. Le
permiten analizar la realidad, sus actos y consecuencia de los mismos.
Conclusiones

 La lengua es la organización semiótica por excelencia. Da la idea de lo que es una


función de signo, y es la única que ofrece la fórmula ejemplar de ello. De ahí
procede que ella sola pueda conferir —y lo hace en efecto— a otros conjuntos la
calidad de sistemas significantes informándoles de la relación de signo

 Lo semiótico designa el modo de significancia que es propio del signo lingüístico


a nivel universal y que lo constituye como unidad. Pueden ser consideradas por
separado las dos caras del signo, pero por lo que hace a la significancia, unidad es
y unidad queda.

 La semiología de la lengua ha sido atascada, paradójicamente, por el instrumento


que la creó: el signo. No podía apartarse la idea del signo lingüístico sin suprimir
el carácter más importante de la lengua; tampoco se podía extenderla al discurso
entero sin contradecir su definición como unidad mínima.

Bibliografía

Aznárez, M. (2006). La fraseología metalinguistica con verbos de la lengua en español.


Francfort: Peter leng .

Coseriu, E. (1999). Teoría del lenguaje y linguistica general . Madrid España: Gredos .

Loureda, O. (2001). Del metalenguaje y sus tipos. España: Quaderni pág. 287-283.

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