SISTEMA EDUCATIVO DEL SIGLO XXI...UTOPÍA O REALIDAD?
Ocuparse de la calidad educativa demanda una visión precisa del
conjunto y particularidades del fenómeno educativo, así como del hecho escolar; en cuanto a la capacidad, habilidad para admitir buenas prácticas pedagógicas y plantearse su potenciación en un marco de compatibilidad y complementariedades; así como un marco conceptual preciso acerca de dónde se quiere ir; todo lo antes señalado enmarcado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la LOE y el Plan de la Patria, tal como lo señalan Héctor Navarro y Aristóbulo Isturiz quienes claramente y en diferentes momentos reseñaron la importancia de la calidad de la educación. Los cambios suscitados y aún por experimentar en el mundo, reclaman nuevas respuestas desde la educación. Se vive en una sociedad con miedo a pensar, creer, pareciese que lo significativo es hacer muchas cosas, poseer muchas cosas. En este sentido, el proceso educativo en Venezuela permanentemente ha estado en desarrollo y a la búsqueda de opciones que aseguren el derecho de la población a una educación con calidad. Señala Isturiz (2004) en publicación del Ministerio de Educación y Deporte que: El impulso constitucional y legal para la transformación social, política, económica, territorial e internacional, demuestra claramente que Venezuela, signatario de Las Metas del Milenio en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) las trasciende e incluso, las revoluciona para hacer de la educación y el trabajo los procesos fundamentales para el logro de los fines del Estado. El sistema educativo transita hacia un nuevo sistema adecuado al modelo de la nueva República establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; tal como lo establece el Artículo 3 y cuyo sustento lo constituye el pensamiento Robinsoniano: La educación es el vínculo principal de promoción del saber, que es necesario difundir y está vinculado a la formación de virtudes sociales; amor a la patria, que es el bien común y amor al trabajo productivo, entendido como actividad liberadora. La educación es un derecho humano y un deber social, obligatoria y gratuita, raíz fundamental de la democracia; conducente al progreso pleno de la personalidad para el disfrute de una existencia digna, que transcurra con una valoración ética del trabajo y con una conciencia de participación ciudadana en la toma de decisiones; reafirmando su carácter democrático. Está no solo per se, facilita el desarrollo de las personas sino también el de la sociedad, por ello es un bien público y un derecho humano, del que nadie puede quedar excluido. El Sistema Educativo Venezolano comprende 4 niveles y 6 modalidades. Son niveles, la educación Preescolar, la educación Básica, la Educación Media Diversificada y Profesional y la Educación Superior. Se consideran oficialmente modalidades la Educación Especial, la Educación para las Artes, la Educación Militar, la Educación para la Formación de Ministros del Culto, la Educación de Adultos y la Educación Extraescolar. La Educación Bolivariana se posibilita a partir del Sistema Educativo Bolivariano (SEB); la Existencia de Direcciones Generales en el Sistema de Dirección del Sistema Educativo Bolivariano (explícito en el Reglamento Orgánico del Ministerio del Poder Popular para la Educación) no implica que las mismas existan como subsistemas. Por ejemplo, Educación Especial, Educación Intercultural Bilingüe y Educación de Adultos y Adultas permean todos los subsistemas. Otro punto álgido en cuanto al sistema educativo se le confiere a la formación teórico – práctica del docente como base fundamental para garantizar el éxito de la calidad educativa. Por ello se hace necesario la innovación de la práctica pedagógica, que requiere del soporte de los procesos administrativos, como son el diagnostico, planificación, organización, ejecución, control, acompañamiento y la evaluación, los cuales necesitan ser revisados y transformados continuamente para hacer más eficiente la labor escolar. Es inminente transformar la praxis educativa, sustentándose en un currículo innovador, articulado y flexible, administrado por docentes capacitados y motivados. Si bien es cierto, no basta con poseer el mejor currículo del mundo, es necesario que el docente pueda adaptarlo a su contexto real, donde desarrolla el proceso de enseñanza y aprendizaje, es allí donde la formación de los docentes, la valoración constructiva y pertinente del aprendizaje y el perfeccionamiento de los actos de acompañamiento a las aulas, son prioritarios para lograr lo que se anhela: la calidad educativa. La educación de calidad debe caracterizarse por la transmisión de formas de actuar democrática, cargada de amor tal y como lo señala Pérez Esclarín (2014): “Educar a través del amor, como herramienta aplicada en la familia y en el aula, y en la formación del individuo.” Por otra parte, y no menos importante en cuanto a la motivación del personal docente se pone de manifiesto al otorgamiento de cargos administrativos, directivos y docentes, dado en los últimos tiempos de una manera arbitraria lo que ha generado conflictos, barreras comunicacionales y una mala convivencia entre los actores del proceso educativo, a su vez limita la optimización organizativa; poniendo en clara flagrancia lo estipulado en varios artículos del REPRODO. La escuela, la familia y la comunidad son los tres pilares esenciales en la obtención del desarrollo de la calidad educativa que propicia el SEB, de ahí que el MPPE haya emprendido un proceso de acercamiento y fortalecimiento institucional de cada uno de esos ejes. El problema real radica en que los padres y/o representantes no tienen sentido de pertinencia, pocas veces asisten a la escuela y cuando lo hacen es por indagar la situación de sus representados; son apáticos en cuanto a la participación y por ende no acatan la corresponsabilidad argumentada en al artículo 17 de la LOE. La importancia del derecho a la educación radica, en que nos abre las puertas para el goce de otros derechos humanos permitiendo el pleno ejercicio de la ciudadanía. Pero a su vez, el derecho a la educación requiere hacer efectivos otros derechos como el de la salud, la nutrición, o el derecho de los niños a no trabajar. La indivisibilidad e interdependencia de los derechos exige el desarrollo de políticas intersectoriales y mecanismos de coordinación interinstitucional que permitan el ejercicio integral de todos los derechos humanos. (OREALC/UNESCO Santiago, 2007). El mundo se enfrenta a problemas muy graves. Entre otros, al peso de unas deudas crecientes, a la amenaza del estancamiento económico y la recesión, al in- cremento de las desigualdades sociales entre los países, a conflictos, a la delincuencia o a la degradación medioambiental. Por un lado, estos problemas limitan los esfuerzos para dar respuesta a las necesidades básicas de aprendizaje en los países en vías de desarrollo, al tiempo que la falta de una educación básica entre una par- te importante de la población impide que estas sociedades se enfrenten a ellos con fuerza y eficacia. Por otro lado, en los países desarrollados, donde se han cumplido los objetivos de una educación básica universal, los problemas económicos y las luchas de poder se interponen en la ambiciosa tarea de lograr una educación de calidad. Éstos últimos son el objeto central de este estudio. Marcamos el paso del comienzo de un nuevo siglo, con todas las promesas y posibilidades al alcance de la mano. Hoy, asistimos al nacimiento de importantes desarrollos culturales y tecnológicos. Hoy, la cantidad de información disponible alcanza unas dimensiones hasta hace poco inimaginables. Se tiene en las manos recursos y capacidades que hace unos años se antojaban inalcanzables. ¿Se conseguirá la receta para la educación perfecta del siglo XXI? Resulta evidente que la combinación de ingredientes para conseguir esta «receta» es extraordinariamente compleja y de necesariamente lenta ejecución. Intentar encontrarla en este estudio sería perseguir una utopía. Asumiendo este hecho, analizaremos algunos de los ingredientes clave que, sin duda, deben estar contemplados en esa receta mágica que logre formar a los ciudadanos del siglo xxi para convivir y superar los grandes retos a los que se enfrentan. Educación: dimensiones de un sueño universal Para solucionar un problema, o al menos intentarlo, resulta imprescindible comen- zar acotándolo: ¿cuál es el objetivo de la educación? Algunas de las ideas que compartieron los expertos que participaron en la XVI edición del Future Trends Forum cuando se les preguntó sobre este tema fueron: «el acceso a oportunidades», «la formación de futuros ciudadanos y empleados», «la preparación para la vida», «un orden social para la sociedad», o «la adquisición de conocimientos». Parte de la dificultad de encontrar un consenso en la definición, el ámbito y las implicaciones de la educación reside en que se trata de un terreno de juego en constante evolución