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La fase de cierre continúa hasta alcanzar el primer contacto oclusal. Cuando los
dientes posteriores entran en contacto, los músculos maseteros y pterigoideos
internos forman una especie de cabestrillo que se contrae isométricamente para
finalizar el cierre mandibular aportando la fuerza masticatoria requerida para moler
los alimentos; la fuerza de contracción de los maseteros se intensifica en los
primeros ciclos masticatorios pero va disminuyendo en la medida que el alimento
se va triturando en ciclos subsiguientes. Si el cierre se vuelve forzado por la dureza
del alimento, los músculos del cuello y de la cara se agregan al esfuerzo de
trituración. Si el cierre combina movimientos protrusivos, laterales y verticales, los
pterigoideos externos y el haz posterior del temporal también intervienen. (Juárez,
2013)
En un ciclo masticatorio, la forma de contacto oclusal está definida por los engramas
aprendidos anteriormente y retroalimentados constantemente. Los receptores
periodontales controlan muy bien estos contactos para asegurar que las vertientes
cuspídeas se deslicen en la dirección correcta hacia y fuera de MIC, de tal forma
que ejerzan una función triturante. Los primeros ciclos masticatorios no alcanzan el
cierre completo, pero a medida suceden más ciclos, el alimento se va
desmenuzando, el cierre en máxima intercuspidación es alcanzado con una
frecuencia e intensidad de contactos oclusales cada vez en aumento.
Inicialmente el cóndilo del lado triturante trabaja más, pero hacia el final de la
secuencia masticatoria, los dos cóndilos se mueven más simétricamente debido al
ablandamiento del bolo alimenticio.
Control neuromuscular de las fuerzas durante la fase de cierre de la
masticación