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Curso 2008/2009
- Saludo
Clara López
- Cae la noche
Joaquín Pérez Fuertes
- Tiempos oscuros
Joaquín Pérez Marco
- El luchador
Hugo Aguirre
- Campeonato de Ultrastar
Irene Andreu
- ¡Hasta siempre!
- Hasta pronto…
Natalia Hernando
- Ci vediamo, Cerbuna
¡Hola Cerbun@s!
Por supuesto, me gustaría dar las gracias a todos aquellos que habéis
participado, ya que esta revista no habría visto la luz sin vosotros.
- Gracias a mis amigos, por haberme ayudado, y por haber aguantado mis crisis
- Gracias a Ger, por haber escrito un millón de poemas por si me sobraba
espacio
- Gracias a Marisún, por ser tan salada
- Gracias a Pepe, por despertar mi espíritu más crítico y peleón, aunque con
nulos resultados
- Gracias a esa persona que una vez pidió un libro de la biblioteca
- Gracias a Irene, por ayudarme con los relatos, y también por ser conmigo un
poco madre
- Gracias a Manuel, porque me llama linda y me sube la moral
- Gracias a esos novatos que se ofrecieron voluntariamente a pegar los carteles
del Cineclub
- Gracias a todos los que sí os ofrecisteis voluntariamente
- Gracias a Chechu y Óscar, porque hacer taquillas con vosotros ha sido toda
una aventura
- Gracias a Jezabel, por atender todas mis peticiones
- Gracias a los que se quedan con las revistas, que me han evitado tener que
recogerlas
- Gracias a Natalia, por el gran trabajo que ha hecho con el fondo de apuntes
- Gracias a Porta, por sacar toda esta revista de un montón de chatarra al que yo
llamaba “mi ordenador”
- Gracias a todo aquel que haya llegado a leer hasta aquí
Por último simplemente desearos un gran curso 09/10. Os voy a echar de menos…
¡Hola cerbun@s!
Como supongo que esta gaceta llegará a vuestras manos hacia final de curso y
puede que la conservéis hasta el siguiente, os escribo esto para que os acordéis y
hagáis por que el proyecto del fondo de exámenes se mantenga y se amplíe.
Este año, no hemos recogido más material, pero ya hemos organizado el existente.
El fondo de momento consiste en dos DVD y una serie de carpetas que podréis
encontrar en la biblioteca.
En uno de los DVD podéis encontrar atlas de las diferentes asignaturas (histología,
dermatología, neuroanatomía, oftalmología…) así como un farreras. En el otro DVD
hay ordenados por curso, exámenes, esquemas, temarios y algunos trabajos que igual
pueden ayudaros. Estos DVD en principio quedarán bajo custodia de la adjuntía de
biblioteca, pero la idea es que el contenido se ponga en el servidor para que esté
compartido y que los contenidos se vayan ampliando. También podrán pedirse para
copiarlos a través de biblioteca.
Las carpetas aún hay que acabar de clasificarlas, pero el contenido son exámenes
de las diferentes asignaturas fotocopiados. La idea básicamente es evitar tener que ir
a Bruno a comprar todos los exámenes (ya que hay algunos del año de la guerra que
no tienen ninguna utilidad) e ir ampliando con los que se vayan consiguiendo. Vamos a
procurar que sean lo más recientes posibles, pero esto también será labor de los
becarios del año que viene.
Para que esto salga bien y vaya avanzando es MUY IMPORTANTE vuestra
colaboración, tanto aportando cosas que creáis de interés como cuidando el material,
que yo por lo menos he ido recopilando a lo largo de los seis años de carrera, con la
idea de que os pueda servir y os facilite la tarea.
Un saludo
Se suponía que había estado cinco años instruyéndome para aquello, pero escapaba
a todo cuanto había podido imaginar. Y eso era malo. También se suponía que yo
sabría manejarme en aquel ambiente a la perfección, pero, desgraciadamente,
coincidía con el evaluador: sólo veía una obra de arte, no un puesto de trabajo…
Por supuesto. Eso es lo que me habría encantado poder decir, pero lamentablemente
no me encontraba en situación de hacerlo. ¿Módulos de recreación alterna? ¿Qué
demonios era éso?
Me había graduado con excelentes puntuaciones en todas y cada una de las cinco
ramas: fisiánica, quimística, bioástica, logótica y tecnófica. Sabía mucho de casi todo;
además, había experimentado con todo tipo de sofisticados sistemas y también con
los más elementales y anticuados, para entender mejor los principios sobre los que se
basaban. Y en ningún puñetero sitio había leído u oído hablar de algo lejanamente
parecido a la recreación alterna. ¿O si lo había hecho?
¿Qué pasa, que se me estaban olvidando cosas? ¿Cómo podía ser? Había seguido
los procedimientos de estudio y meditación y nada, y digo, na-da, explicaba ésto…
— No, no— respondí casi intuitivamente, como deseando darme una bofetada a mí
mismo por estropear un momento tan importante—. Estoy perfectamente.
No, tenía que concentrarme. Se lo debía a mis cinco años de preparación. Además, a
los demás tampoco parecía haberles ido mal. Nunca nadie había vuelto con las manos
vacías a la academia. Claro que nadie volvía, con o sin trabajo.
Temblé de nuevo. Quince años para familiarizarse con aquello. Eso era mucho tiempo.
Claro que pensándolo bien, tampoco estaba tan mal. Si se daba por sentado que
necesitaría tanto tiempo para desenvolverse con él la desorientación absoluta que
sufría ahora parecía menos grave. Aún así no baje la guardia.
— Bueno… podría hablar horas y horas sobre las posibilidades a las que tendrá
acceso a partir de este momento, pero no acabaríamos nunca y prefiero dejarle a su
aire. Hasta que se haga un experto tendrá que probar mucho, muchísimo, créame,
pero por el momento empezar le resultará bastante fácil. ¿Ve este panel?
— Desde aquí tendrá acceso a cuanto pueda necesitar para mantenerse en forma:
descanso cerebral, alimentación celular y todo tipo de asistencia y potenciación
psicomotriz. Si aprende a manejarlo bien estará como una rosa: descansado, bien
alimentado y perfectamente sano ¡Y eso no es todo! ¿Ve este otro?— asentí de
nuevo, pero menos convencido porque no estaba entendiendo nada de lo que me
decía— Con él podrá mantener su mente ocupada en mil cosas: pasatiempos varios,
recreaciones sensoriales y todo tipo de áreas cibernéticas de esparcimiento. Aquí
tendrá eso y mucho más… y eso que sólo le he hablado de estos dos paneles, pero
como ve hay cientos más. Muchos no sé ni para qué son. No tuve tiempo de probarlos,
jaja, ¿puede creerlo?
No, efectivamente no. No podía creerlo. ¿Era yo el que estaba loco o el admonitor?
¿Pero de qué hablábamos? ¿Aquello era una trampa, una locura o todo a la vez?
¿Qué tenían que ver aquello con lo que yo había estudiado? ¿Con lo que yo,
supuestamente, había ido a hacer allí?
Obviamente notó las dudas recorrer mi rostro.
— Ah, ¿lo ve? Creo que estará cómodo aquí. Y como le decía tampoco quiero
entretenerle más, así que le dejaré conectado para que vaya probando. Recuerde, no
permita que el infinito abanico de posibilidades le dé dolor de cabeza, aunque mientras
esté conectado eso es imposible— y me guiñó el ojo, muy entretenido— ¿Alguna
pregunta?
Me espabilé como pude para no permitir que se fuera sin plantearle una duda
trascendental, aunque quizá algo estúpida, que me rondaba la cabeza.
— Si, verá… esto, me parece que no he entendido muy bien qué tengo que hacer.
Pareció quedar descolocado, pero antes de que pudiera preocuparme volvió a reírse.
— Por supuesto, ¿se lo puede creer? Me iba a ir sin decirle lo más importante. Verá,
su trabajo, y preste atención, es el siguiente. ¿Ve ese botón?— señaló un mando algo
tosco, de color rojo oxidado, que pasaba desapercibido en un rincón, tanto, que de no
habérmelo señalado nunca lo habría visto—. Con él trabajará.
Lo observé unos instantes. Frente al resto de artilugios decir que era elemental era ser
muy generoso. De hecho, me recordaba a esas tecnologías antiguas donde los
botones sólo podían pulsarse o no pulsarse, sin poder interactuar más.
— ¿Eh?
— Pero…— no sabía qué decir. Al lado de aquello esa historia de la recreación alterna
era una obviedad— ¿y ya está?
— No es eso, es que… yo lo que he estudiado… verá, lo que le quiero decir es… ¿En
qué se supone que contribuyo al no pulsar un botón? ¿Y el resto de paneles? ¿No
tengo que hacer nada con ellos?
— Puede hacer lo que quiera con ellos. Para eso están. Usted simplemente no pulse
el botón; no lo haga bajo ninguna circunstancia, en ningún momento, ni aunque le
vaya la vida en ello. Es un trabajo más importante de lo que cree. El resto de botones
son por si usted se aburre, tiene hambre, quiere dormir o mil cosas más— le miré
anonadado, ¿significaba eso que…?—. En efecto— señaló—. Usted ahora vivirá aquí.
Compréndalo, no puede alejarse de ese botón ni un segundo. Es vital.
Y caminó hacia la puerta. Le hubiese hecho mil preguntas más, pero primero tenía que
aclararme conmigo mismo. Me miró desde el pórtico y desapareció con un: «hasta que
nos volvamos a ver, si eso».
Cinco minutos después, para tratar de reaccionar de algún modo ante aquella
avalancha de incongruencias, me conecté de nuevo a la terminal. Salí de ella tres
veces a lo largo de la tarde, y ya no más.
Nunca.
Hasta ahora.
Y nunca pulsé el botón.
Porque era mi trabajo.
Nunca.
Hasta ahora.
Han pasado dos años, cuatro meses y cinco días desde aquella tarde, lo leo en un
monitor. Miro a mi alrededor, profundamente conmocionado por volver después de
tanto tiempo. Y porque estoy aterrado.
No sé, es como si esperase que algo me fulminase de un momento a otro por haber
fallado. Pero no pasa nada. Igual es que no pulsé bien el botón.
Pero sigue sin pasar nada. No ha venido nadie, nada suena, y sigo vivo. Aunque
desconectado.
Cada uno tiene un nombre o varios, y puedes tener varias personalidades e incluso
adoptar las de otros. También hay ellas y puedes tontear. Y mucho más. Como es una
simulación puedes arreglar citas con otros usuarios reales o no y disfrutar de las
ventajas de la excitación psi. Algo parecido a hacer el amor pero mucho más intenso,
en dónde quieras, con quien quieras, siendo quién quieras –hombre o mujer- y
durando lo que te apetezca. Reconozco que estuve enganchado a eso bastante
tiempo, pero luego llegó el día en el que los veteranos me hablaron de ello. De
unimente. La conciencia pura.
Era el programa definitivo, y aunque yo tenía un acceso menos fluido que los demás
era increíble. ¿Cómo decirlo?, ya no es que no quisieras desconectarte, es que hasta
el resto del sistema era una birria en comparación. Podías activar una función que te
alimentaba y mantenía despierto sin tener que simular sueños o procesos de
psiconutrición. Así, podías dedicarte íntegramente a unimente. Y yo siempre quería ir
más allá. A algunos llegar hasta allí les había costado diez años o más, yo devoraba
ávidamente todo descubrimiento e iba a por el siguiente.
No sabría explicar muy bien qué era aquello. Sólo sé que no podía salir. Que no
quería.
A ver. Eras algo así como Dios, seguía habiendo otros, sí, pero cada uno en unimente
era el amo supremo. Todo lo podías crear o destruir, todo alterar o modificar. Con un
pestañeo, o mejor, porque una vez te conectas no hay que pestañear, con una orden
mental, puedes barrer una galaxia. Placer, alegría, ilusión, diversión… todo lo puedes
experimentar en grados inimaginables. Ahora sé que me pasé en unimente dos años
de mi vida. Podría haberme muerto mientras estaba allí y creo que no me hubiese
dado ni cuenta.
Eran divertidas. Se me veía muy nervioso, a punto de echar a correr. Estaba en el día
de mi supuesto examen, cuando después de cinco años me jugaba el porvenir. Y tanto
miedo para nada, pues aquel mismo día entré en el sistema. Pero entre las risotadas
del admonitor y mi temblequeo recreé la conversación sobre el botón. «No lo pulse»,
decía el evaluador.
Lo presioné mil veces desde unimente, y pasó todo lo que mi mente creía que podía
pasar: me expulsaban, me mataban, me torturaban, me castigaban… pero un día,
después de cometer el crimen, no pasó nada. Es más, yo estaba satisfecho. Era feliz.
Así que decidí desconectarme. El sistema me avisó al salir: «¿está seguro de que
desea regresar a la triste realidad? El shock podría ser letalmente decepcionante ».
Y ahora estoy aquí, esperando a que… un momento. ¡La puerta de la sala, la sala por
la que entré hace dos años, cuatro meses y cinco días, se abre!
No me sorprendió, cada vez estaba más orgulloso de haber pulsado ese botón que
asustado por haberlo hecho.
Me quedé anonadado. Estupefacto. Era como si me diese cuenta de algo que sólo
ahora podía ser obvio: ni unimente ni el sistema eran reales. ¿Significaba eso que
todas las experiencias y descubrimientos habían sido en balde? ¿Y qué pasaba con
los amigos que había conocido, eran todos imaginaciones mías?
— Olvídelo, no puede volver. Ya no. Usted ha decidido afrontar la vida como es, con lo
bueno y lo malo que pueda darle.
— ¿Y ellos?— pregunté.
— Algunos llegarán a pulsar el botón. Otros no. Cada uno hará lo que crea más
conveniente. Es su decisión.
Pablo Aguirre
Primer Premio
CAE LA NOCHE
Recuerdo que nací en Calatayud hace algo más de cincuenta años y tuve una
juventud muy tranquila, más o menos feliz. No iba conmigo lo de estudiar y a los
catorce años empecé a trabajar con un familiar como ayudante de electricista. Pasé
aquellos felices años así, con mis amigos de entonces, sin muchos problemas en la
cabeza. Me eché novia como casi todos los del pueblo, a los veintiocho me casé y al
poco tuvimos una niña, preciosa como su madre.
Entré en una fuerte depresión y empecé a beber: mi abrigo y mi afición por los
alcoholes baratos son lo único que conservo de esos años. A los pocos meses no
pude ni pagar el alquiler de mi piso y el casero me largó de éste sin ningún
miramiento. Ahí tuve mi primer ataque de pánico al darme cuenta que estaba solo, y
sin un duro. El primero de cuantos vendrían después, tantos que ya he perdido la
cuenta. Recurrí a viejos amigos de mis tiempos en el pueblo, pero la hospitalidad de
todos tiene un límite y no duraba más de dos meses con ninguno de ellos. Cada vez
más solo y descuidado, mi fiel botella de Viñas Laredo era y sigue siendo la única que
me acompaña siempre allá donde voy.
Ahora, los únicos que se acercan a mí son muy ufanos policías, con su placa
centelleante bien visible, que me dicen que salga de ahí (nunca sabré a qué se
refieren con ahí: ahí es, creo yo, cualquier sitio al que decida ir, les repugna mi
presencia) inmediatamente; a lo que si estoy extrañamente de buen humor, suelo
responder algo como que se queden tranquilos, que en cualquier caso no podría ir a
ningún sitio porque no tengo donde ir. Esto ya me ha llevado algún porrazo airado
ocasional, pero siempre cosas de poca importancia. Lo más normal es que nos dejen
en paz, salvo cuando periódicamente algún concejal en el poder decide que damos
mala imagen a esta ciudad de Expo y sonrisas, y manda brigadas enteras de
municipales a perseguirnos y dispersarnos por los barrios periféricos.
Hoy os contemplo, a falta de nada mejor que hacer, aunque pocos pasáis a mi
lado y aún menos me echáis aunque sea una simple ojeada. El tiempo es frío y
ventoso, como suelen ser los inviernos en esta ciudad, y desde luego no invita a salir a
la calle. Es mucho más cómodo estar tranquilamente acurrucados en vuestros sillones
con una manta por encima y la calefacción al máximo, mientras perdéis un poco
más de conciencia social viendo cualquier programa de telebasura. Los pocos que os
atrevéis a desafiar el duro invierno zaragozano, aunque solo sea por unos minutos,
vais cabizbajos en vuestras chaquetas de impecable corte, protegidos con bufandas y
bonitos gorros de lana. No prestáis atención a la gente como yo; si acaso, si por
casualidad os acercáis demasiado a mí, sentado en mi esquina habitual frente a la
Plaza del Pilar, dais un respingo y cambiáis bruscamente de rumbo. No vaya a ser que
os pegue piojos, os intente atracar, o viole a vuestras hijas. Supongo que será eso.
Con la cantidad de cosas que os podría enseñar. Las calles de esta ciudad en las que
el cierzo es menos acentuado. Los portales y cajeros más accesibles para dormir. Las
drogas más baratas para escapar unas horas de esta muerte en vida. Experiencia no
me falta, desde luego. Porque creo que morimos cuando todos te han olvidado y nadie
se preocupa por ti, por eso hay gente que no muere nunca y gente que crecemos
muertos.
Anteayer leí en uno de los periódicos que recojo de los bancos (los ejecutivos
de la zona comercial y financiera del centro son fuente inagotable de periódicos
olvidados, bocadillos a medio comer y monedas perdidas) que el centro de acogida al
que suelo ir, regentado por unas monjas, cada vez se ve más saturado por la cantidad
de gente que necesita alimento y el poco dinero de que disponen. No creo en su dios,
pero si existe, desde luego, no ayuda mucho a las que tantos desvelos se dan en su
nombre. Ahora mucha gente se está quedando sin trabajo. Veo grupos de gente
sentados en bancos de plazas y calles, leyendo el periódico, cuando antes apenas
había nadie en horario laboral. Así empecé yo, paseando ociosamente los martes por
no tener ningún empleo que conservar. Espero que al menos, todos estos no acaben
como yo. Porque seremos entonces muchos, muchos más, y entonces seguro que no
llegará ni para una comida diaria. Mira, tal vez entonces dejaremos de ser invisibles
para el gobierno de turno y los felices compradores del Corte Inglés. Pero entonces
me temo que será ya demasiado tarde.
Segundo Premio
TIEMPOS OSCUROS
El amor y el odio no son ciegos,
sino que están cegados por el fuego que llevan dentro.
(Friedrich Nietzsche)
Piel a piel, bajo una sábana blanca. Caricias y besos, sudor y risas. La primera y última
vez. Ahora sólo lamento que esto no pasara antes. Jugueteando en la cama me das el último
beso, despacio, suave. Me quieres, pero no lo dices. Sobran las palabras en el día del fuego.
Ellos llegan pronto, al alba, y haciendo gala de su disciplina en menos de un minuto el edificio
se llena de hombres armados (sin duda más de los que merecíamos, somos presa fácil). A ti
te detienen en la puerta, revisando el correo. Tribunal Superior de Moral y Conciencia Pública.
Individuos con trajes grises y máscaras blancas ¿por qué ocultar el rostro si son hombres
buenos? Los oigo desde la cama y me quedo esperando, la suerte está echada. Entran
rompiendo la puerta, armas en mano, no vaya a ser que tengan que usar la violencia.
No decimos nada, no hacemos nada pero nos tiran al suelo, nos pegan, nos escupen.
Ríen e insultan, es fácil. Las esposas frías y acto seguido bolsa negra en la cabeza. Nadie
vuelve de la bolsa negra. Nos sacan de allí a rastras mientras registran el piso y los vecinos
observan por las mirillas: los muebles al suelo, el colchón rasgado, los cajones abiertos. Por
favor que no encuentren los libros. Nos separan, a mi me meten en una furgoneta y supongo
que tú no andarás muy lejos. Tirado en una esquina oigo cómo hablan entre ellos: un día
bueno, atrapar a dos a primera hora… y además ha sido limpio, seguro que hay un aumento
para alguien.
Espero que no encuentren los libros. Al fin y al cabo es tu casa, y sólo por esconderme
no tendrás un castigo tan severo, creo. Tal vez aún puedas salvarte. Puede que quedarme a
dormir haya sido un error en los tiempos que corren, pero tú insistías, y sabes que nunca supe
decirte que no. Tras un breve paseo la furgoneta se detiene y nada más bajar me alcanza el
hedor de la gente concentrada, incluso al aire libre. El odio puede olerse. Se oyen gritos,
vítores e insultos. Me hacen caminar y pronto empiezo a oír crujir la madera bajo mis pies, la
han rociado con algo. Subo un metro, dos, puede que tres, y me atan a un poste, me quitan la
bolsa y entonces puedo ver. Hay más gente de la que esperaba, mucha más para ser tan
temprano. Claro que el morbo es el morbo. Giro la cabeza, buscándote, y te encuentro a mi
izquierda, encima de tu propia pila de vergüenza, con tu propio poste, mirando al cielo.
Te miro y no tienes miedo, me dibujas una sonrisa. Te quiero, pero no lo digo, tú eso ya
lo sabes. Recuerdo el día que te conocí, parece que fue hace una eternidad, teníamos la
cabeza llena de ideales y quimeras, no se si porque éramos mucho mas jóvenes o
simplemente porque no habíamos vivido tanto, pero sí sé que yo sonreía más y que tú solías
escribir. Luego llegaron los malos tiempos, los hombres grises con máscaras blancas, los
soldados patrullando las calles, los discursos fanáticos, los daños colaterales y las
desapariciones misteriosas, las quemas de libros, las persecuciones, los proscritos… Hay
quien dice que se pudo haber hecho algo, que debimos haber hecho algo, pero ya era
bastante difícil seguir adelante tras la marcha sobre el parlamento. Fue entonces cuando
dejaste de escribir, decías que habías perdido la fe en la literatura. Recuerdo cómo fuimos
agotando la esperanza, cómo la gente acabó por asumir la nueva situación, cómo dejaron de
hacer preguntas y empezaron a creer ciegamente. Poco a poco la excepción se convirtió en
norma, se vendaron los ojos de los buenos y luego se les despachó con un tiro en la cabeza.
Recuerdo que por eso estamos aquí.
El honorable juez hace un gesto y un par de hombres de uniforme traen varias cajas y
las vierten a nuestros pies. Parece que después de todo sí han encontrado los libros. Tinta
prohibida. Arderán con nuestros cuerpos, casi es hermoso. Casi, porque lo hermoso huyó de
aquí hace mucho tiempo. Al acabar el discurso el triunfante juez enciende una antorcha y se
dirige hacia nosotros, solemne. La olorosa multitud brama, porque eso sí pueden hacerlo. No
pueden pensar, no pueden opinar, ni leer, no pueden amar ni pueden quejarse, pero eso no
les importará mientras puedan aullar como animales. Aullar y obedecer. Este pastor sabe bien
como manejar a su rebaño.
Busco entre las caras y descubro algún conocido, incluso algún viejo amigo. El chico
tímido que se sentaba conmigo en quinto, esa boticaria que siempre me fiaba, el camarero
amable que ahogaba mis lamentos en alcohol, la vecina de arriba de la que siempre
desconfiaste… todos aúllan, esperan la carne quemada. No veo en ellos la misericordia de la
que tanto alardean, sólo el brillo de la locura y el miedo al fuego, su miedo, no el nuestro. Son
la misma multitud que abarrotaba morbosamente el Coliseo de Roma, los perros ciegos que
guardan fieles las puertas del infierno. Ahora se hará el silencio, la gasolina y al final, el fuego.
Dicen que algunas hogueras pueden verse a kilómetros, me pregunto cómo de alto
ascenderá esta, si la verán mis padres desde su casa, si al contemplarla se sentirán seguros y
temerosos de Dios, como los demás, y mirando al suelo murmurarán una pequeña oración. El
odio es como un borracho llorica al fondo de una taberna, cuanto más bebe, más sed tiene. Y
nuestro camarero hace mucho que le dio barra libre, la resaca será larga.
No tenía intención de decir unas últimas palabras, pero me molesta que no nos den la
oportunidad. No sé de qué me sorprendo, las purgas son breves. Se dice que no tiene porqué
doler demasiado, que acaba rápido, si gritan demasiado es porque sus pecados los consumen
en el último momento. Pronto lo sabremos. La antorcha prende rápido la madera, los libros y
los versos, y empiezo a sentir el calor bajo mis pies. Me pongo nervioso, busco en tus ojos
verdes y me calmo. Al fin y al cabo el final es inevitable. Una última mirada y esta vez sonrío
yo, mi despedida.
El calor comienza a hacerse insoportable. Esto es el final y ya sólo queda una cosa por
hacer: callar. Un último esfuerzo. Sé lo que desea esta plebe de Coliseo, sé porque han
madrugado todos para venir. Quieren ver el dolor, los aullidos que surgen de entre el fuego
cuando un alma se purifica. Quieren sentirse a salvo, disfrutar del aroma de su orden y su
seguridad, del penetrante olor de las ovejas descarriadas ofrecidas en sacrificio. Quieren
oírnos gritar, implorar clemencia, pedir perdón. Pero no vamos a darles ese placer, ¿verdad?
No. Este último suspiro es nuestro. Esta vez van a ver algo distinto, hoy simplemente verán
arder a dos seres humanos, sin música de fondo. Van a quemar personas, no demonios
malvados, y este triste rebaño verá como nuestro silencio acosa sus conciencias. Hoy no se
van a sentir seguros, van a comprobar que hay algo más fuerte que su puño de hierro. No
abriremos la boca, no suplicaremos ni gritaremos. Sobran las palabras en el día del fuego.
Era un poco tarde y no quiso llamar a Hak, mañana le pondría las pilas. Cuando Liz apareció
con su bata semitransparente se olvidó del absurdo incidente. A la mañana siguiente se
levantó temprano para hacer su rutina diaria pero pronto le llamaron por teléfono varios
periodistas por lo que lo desconectó. Cuando fue a mirar la prensa su nombre estaba en todos
los periódicos, incluido en el New World Sport, donde decían que las largas del jugador eran
poco más que una excusa mientras terminaba su recuperación. Se marchó molesto y por un
día no compró la prensa.
Cuando volvió Liz ella intentó comentar los rumores pero Punner se cerró en banda alegando
que ya no lo quedaba nada por lo que jugar. Se puso a ver un documental sobre un reciente
terremoto en un pobre lugar dejado de la mano de Dios en el tercer mundo, una región
llamada Kyllian. En esas su mujer le interrumpió:
- No aguanto más al creído ese. Tienes que pararle los pies y hacerle callar – le cambió
el canal para dar paso a un programa deportivo donde entrevistaban al presidente
Villow.
- Yo no sé que le veis a ese jugador. No quiero decir que no hiciera alguna actuación
remarcable pero apenas ganó nada y jugó bastante poco. Era más que nada un icono
– a Punner sólo le tranquilizaban los mensajes de texto que la gente escribía poniendo
verde al presidente. Otro interlocutor tomó la palabra
- Bueno, no estamos solamente hablando de un jugador que tiene un palmarés amplio y
unas cualidades técnicas buenas. Es que además él fue un referente en el campo. Un
señor en la cancha. En todos los partidos que jugó siempre peleó y corrió como el que
más. Ganara o perdiese. Valores que ya difícilmente se encuentran…
- Yo creo que lo está sobrevalorando… - le interrumpió el interlocutor indignado
- ¿Ah sí? ¿Y aquella vez que tiró el balón fuera por la lesión de un jugador cuando
estaba a punto de marcar? ¿O cuando le dijo al árbitro que no era penalti, que se había
tropezado él miso? - Se tuvo que callar cuando Villow se levantó y alzó la voz.
- Hablamos de fútbol, no del Nobel de la paz. Mire, era un jugador poco espabilado, con
otro carácter podría haber llegado más lejos- dijo Villow con carácter agrio.
- Bueno, señores esperen un momento que nos pasan una llamada. ¿Señor Punner?
¿Es usted?- y en esto su esposa le dio el teléfono a pesar de que Punner quería
rehusarlo
- Si soy yo. Buenas tardes
- Me alegra que nos llame, ya ve que tenemos invitados que hablan de su supuesta
reaparición en el mundo del fútbol. Su agente dice que está listo y su ex – entrenador
dice que le encantaría tenerlo de vuelta. ¿Qué dice usted?
- La verdad es que no tengo nada pensado pero parece que ahí sí que hay algunos que
tienen demasiado que decir
- No me das ningún miedo, vamos a ganar el trofeo. Tú no cambiarías nada. Me apuesto
cualquier cosa… De hecho, me apuesto cinco millones a que no ganáis con un gol
tuyo. Si ganamos me pedirás disculpas públicamente
- No, ya he dicho que no voy a volver – Liz le dirigió una mirada fría.
- Ya parece que entras en razón. Si ya lo decía yo. Ni eres tan bueno ni tienes tanto
valor – y casi se le cae el teléfono a Punner porque Liz le estaba tirando de la ropa.
- Está bien. Lo haré. Pero el dinero… - no lo quería, él ya no jugaba por dinero - será
para los afectados de Kyllian.
- Como si es para el Papa. Hecho- sentenció Villow.
Durante las semanas siguientes se despertó una expectación tremenda por el partido, siendo
la vuelta de Punner el acontecimiento deportivo del año. Le costó ponerse a punto para el
partido, si bien jugó algunos amistosos previos. La pierna daba síntomas de no aguantar pero
quiso intentarlo. Los médicos le avisaron que una nueva lesión sería fatal.
Recibía apoyos desde todas partes. Miles de cartas le llegaban animándole, valorando su
bondad y miles de cosas más. Los periódicos querían entrevistas interminables. Los políticos
ponían su ejemplo como valor para la sociedad y en el equipo supuso una inyección de moral.
A pesar de su edad le hicieron sentir joven de nuevo.
El gran día había llegó. Allí se encontraba él, en uno de los mayores estadios del mundo,
dispuesto a jugar la final. Y no sólo a eso, a ganarla. En su camiseta estaba el siete, su
número. Hacía ya mucho desde la última vez que lo lucía. Después de los aplausos del
público, saludos de jugadores y sorteo de campos se procedió a iniciar el partido. En un lado
los blanquinegros Elhmen y por otro los azules Meleidas.
El Elhmen tomó el mando del partido, los jugadores se pasaban el esférico de un lado a otro
del campo sin inquietar al rival. Punner intentó aportar su calidad en el medio campo pero la
resistencia de los azulones prevaleció. En una de las jugadas, recibió en la entrada del área,
quebró al defensa y tiró ajustado al palo. Se le fue por muy poco. Siguieron así hasta que un
contraataque los pilló desprevenidos. No fue gol de milagro. Llegó el descanso con el
marcador a cero. El entrenador del Elhmen les pidió la misma concentración y buen juego para
la segunda parte. Por su parte Punner se encontraba bien, echaba de menos aquello pero el
tobillo no. Le empezaba a molestar. Sin embargo no le dijo nada al entrenador.
En la segunda parte salieron con mayor arrojo y pusieron contra las cuerdas al Meleidas que
se vio obligado recular hasta la portería. Punner se acercó a la banda a recibir el balón. De
espaldas al defensa le tiró un caño que le permitió internarse en el área, al segundo defensa le
quebró yendo por la banda y retrasó el balón para que un compañero remachara sobre la red.
El estadio vibró con el sonido de los aficionados saltando, gritando y agarrándose. Los
jugadores volvieron felicitándose. Sin embargo, esa felicidad no duró mucho. En una jugada
aislada Meleidas se acercó al área donde se provocó un penalti un tanto feo. Portero
expulsado y empate en el marcador. Punner bajó su rendimiento y se le notaba algo cojo, sin
embargo no pidió el cambio. El ambiente estaba caldeado, los aficionados coreaban apoyando
a su equipo, con una tensión terrible por el resultado ajustado. En un corner vino el segundo
para los azulones. La grada blanquinegra se calló, demasiados males para tener esperanza.
Mientras devolvían la pelota al centro se dieron ánimos y lo intentaron con ganas pero eran
uno menos y los Meleidas jugaban fuerte. No les dejaban acercarse a la portería. No distaba
mucho del final cuando Punner jugó sus cartas como sabía hacerlo. Sombrero para uno de los
defensas centrales y para el otro un adelantamiento difícil de igualar. Sin embargo, el central
se lanzó en plancha mientras Punner alcanzaba el área del portero, pero la pierna del rival le
golpeó el tobillo antes del disparo. Una entrada que despertó demonios en el coliseo deportivo.
El colegiado expulsó sin duda al central pero Punner sólo sentía un lacerante dolor y la certeza
de que su tobillo no iba a salir de esta tan fácil. El entrenador se dispuso a cambiarlo. El
central se acercó a ver su estado mostrando su desacuerdo por la tarjeta.
- Me da que tus pobres niños no van a ver un euro, amigo. No creo que vayas a marcar
un gol esta noche - le dijo como venganza por la expulsión.
- Que no me cambie todavía. Díselo – Punner aulló al doctor que estaba a su lado.
- ¡Pero sino puedes ni levantarte! – le contestó el doctor intentando aplacar su furia.
- Micke, ayúdame. ¡Ven aquí! – Su compañero se acercó y le ayudó a levantarse
mientras intentaba esconder el tremendo dolor que sentía. Se dirigió hacia el área con
su compañero. Había llegado muy lejos para rendirse ahí.
El estadio enmudeció para momentos más tarde dejar escapar un gemido cuando Punner se
tropezó con su propio tobillo que parecía propio de un muñeco de goma. Otro compañero le
cogió el balón. Le hizo señas al entrenador para que esperase. El árbitro no sabía que hacer,
estaba claro que aquel jugador no podía continuar sobre el campo pero en un principio no era
cosa suya si el jugador quería permanecer. Le recomendó que se fuese a lo que Punner se
negó.
Ni una sola alma decía nada. Ni gritos, ni abucheos, ni aplausos ni ánimos. Lo que estaban
viendo sobrepasaba lo esperable. En el campo todos tomaron posición. El balón estaba en su
sitio, y Punner, acompañado por Micke, junto al esférico. El árbitro les recordó que no podía
haber dos jugadores sobre el área en ese momento, así que Micke tuvo que dejarle aunque
estuvo a punto de volver cuando Punner intentó ahogar un grito de dolor.
Oyó el silbato. Para poder tirar debía sostenerse sobre la pierna lesionada, sólo así lograría
marcar un tiro imparable. Recordó en ese momento toda su vida futbolística, sus éxitos y
fracasos. Le vino a la mente toda la gente que había depositado su esperanza en él.
Apoyó el pie y sintió morirse allí mismo. Pero alcanzó el balón antes de derrumbarse. Mientras
caía pudo ver como la gente se levantaba. El portero se había quedado en el centro
esperando un tiro suave a la vista de la situación, pero el balón, rasante, fue a dar a un poste.
El murmullo se ahogó entonces. Quiso llorar en el suelo pero el dolor le hizo desmayarse.
Ya al llegar al hospital se enteró de que habían perdido tres a uno. Sinceramente pensó que la
gente le odiaría. No debía haber tirado el penalti en esas condiciones. Habían perdido por su
culpa. Ya por no hablar de no haber conseguido el dinero. Un fraude, así sería recordado. La
enfermera le puso la televisión para que se distrajera un poco, los calmantes aliviaban pero el
dolor revivía por momentos.
- Esta noche se jugó la final entre el Elhmen y el Meleidas con un resultado favorable de
uno a tres. La estrella retirada del fútbol Martin Punner que había vuelto para disputar
el partido se vio obligado a dejar el campo después de recibir un pisotón que le produjo
una lesión en el tobillo. A pesar de la misma lanzó el penalti fallándolo. Unos minutos
más tarde Elhmen recibió una tercera estocada. Al término del partido, en palabras del
presidente del Meleidas, todo se ha producido como esperaba, la apuesta la gano él y
se confirmó su parecer: la aportación de un estrella en declive no iba a cambiar nada.
Ahora pasamos en directo a la entrega de trofeos.
En unos minutos vio recibir a sus compañeros las medallas que les acreditan como
subcampeones y a los jugadores del Meleidas las propias de los campeones. Se les entrego el
trofeo que levantaron en mitad del campo ante el griterío general. Tras un rato de celebración
pasó algo inaudito. Uno de los jugadores azulones cogió una camiseta oscura. Una con un
siete, y la paseó por toda la cancha. Con un público entregado, aplaudiendo, ya por último, ató
la camiseta a la copa.
Punner sonreía, incluso cuando los médicos le comunicaron que no podría andar nunca sin
muletas. El tan sólo les sonrió. Eran médicos y no podían ser conscientes de que su voluntad
era inquebrantable. Sólo era cuestión de tiempo el volver a levantarse.
Hugo Aguirre
CAMPEONATO ULTRASTAR
Por primera vez en el Colegio, se ha organizado un
campeonato de karaoke. Porta, Juan y Joaquín, becarios
de informática y frikis en general, y yo, que tampoco me
quedo corta en cuanto a friki, no contentos con torturar a
nuestros vecinos con nuestros gritos en nuestras
maratonianas jornadas de karaoke particular, decidimos
implicar un poco más al Colegio en una afición que cada
vez se estaba extendiendo más entre los colegiales.
Conseguimos financiación por parte de Administración
(es mejor no saber lo que hicieron los chicos para que las
de Administración soltaran la pasta), con lo que pudimos
comprar dos micrófonos inalámbricos como primer
premio, un juego original de Singstar para Play Station II como segundo premio, así
como los micrófonos para el concurso en sí y trofeos para los finalistas. Jugamos con
el programa gratuito Ultrastar, utilizando ordenadores de la Sala de Usuarios.
Tras unas cuantas sesiones nocturnas para hacer una selección de canciones
de entre las disponibles en Internet, comenzamos con las eliminatorias en el Aula 1,
para alegría y regocijo de todos los que estudiaban en la Sala de Lectura y en la
Biblioteca. Tanto la afluencia de participantes como la de público fue mayor de lo que
esperábamos. Las eliminatorias se alargaron dos semanas, y nos dieron grandes
momentos: cómo olvidar a Álvaro cantando “I’m blue”, la voz de castrati de Porta en
cualquier canción femenina, el travestismo de Luis y Unai en un intento desesperado
de ganarse el favor del público o
los entrenamientos revienta-
siestas de Chicote, Guillermo,
Sánchez y Gonzalo.
Para intentar molestar lo
mínimo, la fase final se llevó a
cabo en dos días en el gimnasio.
Hubo un gran nivel y finalmente,
como todos esperábamos, la
ganadora fue Pilar Lisbona,
incluso a pesar de la ausencia de
su pareja Clara Jaqués (temible
competidora). El segundo puesto
fue para Kika Costell y Julia
Albero, y tercer puesto para
Porta y Juan (a mí me huele a tongo esto de que dos de la organización hayan
quedado terceros…).
El esfuerzo y tiempo invertidos en organizar este concurso han valido la pena
por los buenos ratos que hemos pasado. Espero que este concurso se repita en años
venideros, aunque yo no vaya a estar aquí para organizarlo y disfrutarlo.
Como todos los años, el Colegio se renueva. Este año toca despedirse
de todas estas caras que ya no nos cruzaremos más por los pasillos. ¿O sí?
Algunos muy veteranos, otros no tanto, pero para todos ellos ha llegado el
momento de decir adiós a la que ha sido su casa durante los últimos años.
Muchos de ellos parecerá que no se han ido, y otros no volverán en mucho
tiempo. Pero sea como sea, todos son protagonistas de historias que harán que
aunque no estén, sigan aquí.
Así que simplemente desearles buena suerte allá donde vayan, y recordarles
que aquí se les va a echar de menos.
HASTA PRONTO CERBUNA
Hola Cerbun@s, he esperado hasta mi última noche en este Mayor para escribir
estas líneas. Por una parte me gustaría recordar y contaros lo que ha ocurrido en este
Colegio a lo largo de estos seis años. Buff, parece mucho tiempo, pero se me ha
pasado volando (quizá el alcohol, que nos domina, tiene la culpa). Pero por otra me
doy cuenta de que sin duda sería una historia bastante parecida a la que ya contó
Chusmi en su “Crónica de un Indeseable”. Así que me voy a centrar en comentar los
acontecimientos, para mi, más importantes o que me obligan a sonreír cada vez que
pienso en ellos.
Recuerdo que el día que llegué con un maletón con ropa y pasé por debajo de
las letras CMU PEDRO CERBUNA me sentí entre temeroso e ilusionado. Ilusionado
por los seis años de carrera que comenzaban y temeroso porque atrás dejaba todo y
me enfrentaba a una nueva etapa y a 250 nuevos compañeros. El primer día son sólo
unos que conoces y con los que te tomas una cerveza en la Z, pero al tiempo, y sin
saber cuando, son tus mejores amigos. Y no sólo los de tu promoción, sino también
los de las superiores. Me río al recordar a Schumacher (de 3ª aquel año) gritando a un
grupo de novatas que venían con sus padres en junio a ver el Colegio: CARNAZAAAA,
CARNAZA FRESCAAAAAA!!!!!! Supongo que no entregó la solicitud ninguna.
Recuerdo también el día en el que me enteré que los subdirectores se
subastaban en noviembre y que a los nuevos los elegían los colegiales por votación,
me pareció increíble. Aunque lamentablemente ya no se hace ninguna de las dos
cosas.
Me acuerdo de la llegada de Los Bubis, pero no recuerdo cuándo ni cómo se
convirtieron en una parte más de nuestro grupo, y nosotros del suyo. De hecho sé que
no son de mi promoción porque en primero no se cantaba ninguna de las canciones de
la Bubi-religión, porque por lo demás no tengo ni un solo momento en la memoria en el
que no estén todos ellos. De hecho, no estoy seguro de que haya muchos otros casos
de que dos grupos así, de promociones distintas, se hayan llevado tan bien.
Recuerdo las reuniones y peleas del tercer año para organizar las fiestas (2
Fiestas de noviembre tuvimos) y a la promoción de novatos que entró (la cuarta de
este año).
De cuarto me acuerdo especialmente del discurso de finalistas, del incendio del
seto, del agua fría, del premio a Callizo por ser el mejor “portero” del Cerbuna por su
gran parada (cardio-respiratoria), de la NO Capea con el festival de lenguas, babas y
abrazos de Chicho y Saimal en plena comida, de los súper estatutos, de la invitación a
no renovar a final de curso y de la concentración silenciosa proyectada como repulsa a
este acto por los que ahora son de tercera.
Del quinto año recuerdo especialmente el gran capítulo de Héroes subtitulado
que hicimos en honor a lo sucedido el año anterior y a la elección de becarios más
sonada que se recuerda. Sonrío también al pensar en cuando Julioman Ballester
demostró su increíble fuerza en la Capea, y en la Huelga de Limpieza (durante la
Eurocopa había que escalar montañas de cáscaras de pipas para llegar a los asientos
en las salas de televisión).
Sexto. Por fin me he cambiado de cuarto y al llegar veo que junto con la EXPO
llegaron las mejoras en el colegio, jeje. De las prometidas ventanas nuevas en todos
los pisos, cambio de la pared gruesa, aire acondicionado y agua caliente en las
habitaciones, cerraduras electrónicas en las puertas y zumo en todos los desayunos,
nos quedamos con cuatro súper-televisores que no se usan casi nunca, con puertas
de entrada rotas y con habitaciones que llevan 4 años sin pintarse. ¡Bien por Fluvi!
El resto de este año creo que ya os lo sabéis, desde las expulsiones hasta el
incendio de la cocina.
Como resumen de mi paso por este Mayor puedo decir que durante este tiempo
he sido Puto novato, Novato, Colegial y Veterano, representante, guiñotero, miembro
de la comisión de becas y estatutos, de la comisión de cocina, del equipo de fútbol
sala, participante en el Trofeo Rector, en los internos, en los 24 horas, miembro del
G14, del “exclusivo” G6, lesionado deportivo, alcohólico conocido (aunque nunca al
nivel de Paquito o Badía), becario de Cámaras, de Luz y Sonido, acosador
consumado, asiduo a las pistas, oyente fiel de los partidos del Barça comentados por
Monzón, Bauluz y Chusmi, cliente habitual del Trevor’s Bar y dueño de Casa Ramiro.
Por otra parte, cuando pienso en que mañana cerraré la puerta de la habitación
y dejaré para siempre las llaves en garita, abandonando mi casa y mi familia de los
últimos 6 años, y que pasaré a engrosar la lista de excolegiales me entra un
sentimiento increíblemente profundo de tristeza. Pero recuerdo también al chaval que,
con 20 kilos menos, pasó por debajo de las letras doradas de la entrada y veo al que
se va ahora después de todo lo aprendido y de todas las experiencias (buenas y
malas) vividas. Y lo cierto es que no me arrepiento de nada. Así que quiero
agradeceros a todos haber formado parte de estos 6 años de mi vida, en especial a mi
promoción y a los Bubis (Simal, Aubí, Vidal, Iñaki, Heavy, Xuscala,…).
VIVA EL CERBUNA
Pero espero por lo menos poder arrancaros una sonrisa viendo como éramos
algunos de nosotros antes de perder la inocencia.
Para facilitaros esta labor, incluyo una lista con los nombres de nuestros
pequeñuelos:
Jesús Moles
Clara López
César Escusa
Javier Ramiro
Juan Esteban
Inma Peñuelas
Natalia Hernando
Pilar Lisbona
Raquel Rodríguez
Vicente Rubiella
HASTA PRONTO…
Habréis visto otra carta por ahí firmada por mí. Esa carta la he escrito como
becaria. Esta carta la voy a escribir como colegial. Como colegial que ha estado aquí
seis años. Como colegial que ha visto como los cambios se sucedían conforme
pasaba el tiempo, tanto en el colegio como en mi propia persona.
Y siguiendo con eso, voy a empezar por ahí mis consejos. Pasad de los malos
rollos. Veréis que cuando llegáis os habláis con unos. Pues veréis también cuántos de
esos primeros amigos quedan cuando os vayáis, porque a veces no coincide casi
ninguno. A veces te sorprende como esa persona con la que en tres años casi ni
hablaste al final resulta ser uno de tus mejores amigos y como esa otra persona que
parecía tu hermano/a en primero luego casi sólo os queda de conversación el saludo.
Y esto no solo ocurre con la gente, también con situaciones colegiales que a veces
despiertan la indignación general. Al final todo pasa, hay que mirar las cosas con
perspectiva.
Por otro lado os animo a que viváis el colegio. Con esto me refiero a que participéis
en las cosas, que os relacionéis, que lo aprovechéis al máximo. Aquí hay muchas
oportunidades de relacionarte si quieres y yo creo que hay que aprovecharlas.
A los que han estado siempre, desde el día uno en el que entré en el colegio, y me
han aguantado y escuchado y demás y demás.
A los que se fueron antes que yo de aquí, porque se notó su marcha, y los echo de
menos aunque vivan cerca (también a los que no viven tan cerca) y porque hicieron
que mi estancia aquí fuera aún mejor.
A los que aparecieron cuando nos quedamos pocos y cuando lo pasé mal (esas
promociones inferiores, ya sabéis quienes sois, que os quiero mucho).
A los que se marchan conmigo por….irse conmigo por ejemplo. Y porque son
prácticamente los que han estado desde el día uno.
A mis chicos en general, porque son mi gran apoyo y yo soy su chica favorita
(espero).
A mi chico en especial, porque me ha gustado tanto que me lo llevo puesto.
A la gente con la que no he hablado, con la que he hablado una vez, dos….porque
no sólo te influye tu entorno.
A los miembros directivos que ha habido y hay porque hay que ver de todo en esta
vida y de todo se aprende.
A RD (Robando Decibelios, éxito de ventas en el Cerbuna y alrededores), por
permitirme participar, hacerme cumplir uno de mis sueños (siempre he tenido algo de
delirios de grandeza) y hacérmelo pasar tan bien (espero que repitamos no dentro de
mucho).
No sé si me dejo a alguien, pero creo que más o menos está clara la idea, y si lo
hago lo siento mucho, ya sabes que soy un desastre y una despistada.
Parece que fue ayer cuando crucé por primera vez este hall que tanto asco me
ha visto dar. Me acuerdo perfectamente del día en que llegué, y a la primera persona
con la que hablé, un pelanas que me dijo: “245, primer piso, al fondo del segundo
pasillo”. Nos alejamos unos pasos y mi madre dijo: “¿eso de su mano era un
escorpión???? Hija, si no quieres no tienes por qué quedarte aquí”. Y ahora me voy, y
no quiero.
Me asusta pensar que el año que viene comeré bien, me ducharé con agua
caliente y mi casa tendrá puertas y persianas. Aunque supongo que es normal, porque
siempre nos asusta lo desconocido.
Y sobre todo me asusta pensar que cuando lleguen las 21:00 no habrá una
multitud enfurecida aporreando puertas y amenazando con comernos a todos si no
bajamos ya.
Pero no todo es triste, porque me quedo con la rubia. Y con ella cogeré un avión
rumbo a tierras extrañas, con la maleta llena de jamón de Teruel, pasteles de mamá,
un dorsal de maratón, una rasta pelirroja, un botijo, un mechero del Zaragoza, un
monín, un pintauñas robado, unas gafas de buzo, una camiseta del Brea, un abanico
de la Decibelia, una colonia de Nenuco y una flor hecha con globos. Ah, y el pez, que
no dejan subir líquidos al avión.
Y os prometo que, si me dejan, cuando aterricemos bajaré del avión con los
pantalones bajados.
OBSERVACIONES SOBRE EL MUNDO ACTUAL
Infra-regulación y desbordamiento
Actualmente está bastante generalizada la opinión según la cual el mundo está
“desbocado”, carece de un rumbo definido y coherente, se parece demasiado a un
barco que navega a la deriva. Creo que esta opinión es esencialmente correcta y
apunta a un aspecto medular del presente: la infra-regulación. El sistema global en el
que vivimos tiene un déficit de regulación y coordinación premeditada. Es un sistema
demasiado inercial y escasamente orientado. Faltan directrices adecuadas y
vinculantes que permitan coordinar esfuerzos a nivel planetario y abordar
coherentemente problemas como la crisis ecológica o las injusticias sociales.
En esta tesitura no es extraño que cada vez sean más los individuos e
instituciones que se encuentran desbordadas por el mundo. Escasean los amigos del
mundo y abundan los hombres desbordados por el mundo. ¿En qué consiste el “estar
desbordado”? La experiencia del desbordamiento tiene una doble dimensión: teórica y
práctica:
• Teórica: la complejidad creciente del sistema global hace que resulte difícil
formar una visión de conjunto que revele su constitución. En este sentido,
podemos decir que el mundo actual desborda esquemas interpretativos
heredados y resulta más difícil escrutarlo.
• Práctica: La creciente opacidad del mundo tiene consecuencias prácticas. Si no
sabemos bien dónde estamos nos resultará más difícil orientarnos y generar
políticas acordes con las nuevas realidades sociales.
Nairo Hernández
PROMOCIONES CURSO 2008/2009
FIESTA DE NOVIEMBRE
NAVIDAD
DEPORTES Y FIESTA DEL RECTOR
CAPEA
CONCURSO DE
Miguel Guerra
FOTOGRAFÍA Segundo Pemio
En un Colegio Mayor,
aunque no para todos,
tristemente, el estudio
pasa a segundo plano, a la
sombra de la vida, la
convivencia, las
actividades deportivas,
culturales, fiestas,
ocio...Por eso, aprovecho
para dar un toque de
atención a los que no sacan
partido de todo esto y
Hans Brüggen llegaba a su
casa tras un largo día improductivo
deambulando por las calles de La
Haya. Esto es lo que hacía cuando la
musa de la inspiración no le
acompañaba. Salía del cuarto que le
alquilaba una anciana por cuatro
perras y deambulaba sin sentido por
las calles hasta que una persona, un
árbol, un pájaro o una nube
sobrecogían sus sentidos. Entonces
iba corriendo a su cuarto, se
encerraba con la luz tenue de su
lámpara de sal y creaba. Para crear
necesitaba tener todo desordenado
sobre la mesa, como su
desordenada cabeza llena de ideas
revolucionarias. Desde sus
instrumentos musicales, pasando
por el papel y la pluma, hasta sus
pinturas, todo esparcido por doquier
para que la inspiración pudiera
vagar libre por todas las ramas del
arte. Era su vida miserable al
ocupan plazas de gente
servicio de las musas, su
que disfrutaría de verdad.
ecosistema bohemio…
Aitor Cevidanes
Primer Premio