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PROBLEMAS Y RECORRIDOS
Homenaje a
Juan Ángel Magariños de Morentín
UACM
Universidad Autónoma
de la Ciudad de México
UL5E Nada humano me es a/eno y Ciencias Sociales
Tanius Karam (ed.)
Semiótica. Problemas y Perspectivas. Homenaje a Juan Ángel Magariños de Mo-
rentín - la ed. - San Salvador de Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy.
Universitaria de Jujuy, 2013.
396 p.; 18x24 cm.
ISBN 978-950-721-435-6
LIBRO
UNIVERSITARIO
ARGENTINO
© Editorial
Universidad Nacional de Jujuy
Av. Bolivia 1685 - CP 4600 - San Salvador de Jujuy
(0388)4221511 - ediunju@gmail.com
Tanius Karam
El libro como tal tiene tres grandes momentos: la creación del PES y la
necesidad de organizar una ruta reflexiva, un programa académico con preguntas,
líneas, ejes que organizaran las distintas trayectorias de sus integrantes y la nece
sidad de abrir la interlocución a otros actores dentro de la producción semiótica
del país y la región. Ciertamente algunos de sus integrantes conocían o habían
tenido contacto con Juan Magariños, por ello al morir, pensamos la posibilidad
de organizar alguna actividad que nos permitiera recuperar su pensamiento, iden
tificarlo y ubicarlo dentro de las coordenadas de los proyectos que cada integran
te del PES tenía, y que pudiera enriquecerse desde el diálogo con la obra de Ma-
gariños.
1 Cabe señalar que Magariños en sus primeros mensajes que enviaba en 1999: "Tu escri
bes en tu idioma y yo te respondo en el mío", con lo que promovía "TU ESCRIBES EN TU
IDIOMA Y YO TE RESPONDO EN EL MÍO". De esa forma Magariños concebía una red multi-
lingüe, y eso hace frecuente que encontremos comentarios en portugués, italiano.
superara y subsanara un gran pendiente, donde por primera vez se podía tener no
solo una visión más amplia, sino de eso que Carlos Scolari, a propósito de las
teorías en comunicación (Hipermediaciones. 2008. Barcelona: Gedisa), ha lla
mado “conversaciones” para caracterizar a las teorías.
Hay que señalar que Juan Magariños no fue ajeno a los estudios acadé
micos de la comunicación, aunque naturalmente no fuera su área formativa, ni su
área principal de estudio. A finales de los ochenta fue director del Instituto de
Investigación de la Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata,
en donde, aparte de esta responsabilidad, desarrolló otros cargos y comisiones.
Junto a su intensa labor académica, su participación en congresos, coloquios y
seminarios fue siempre intensa y vigorosa. Muchos, de hecho, lo vimos por vez
primera o lo conocimos en algunos de estos foros; su participación fue un refe
rente importante dentro de una semiótica original, creativa y personal, que lo
llevó a liderar con éxito e inteligencia distintas iniciativas como la conocida
“Universidad de la Calle”. Dentro de sus habilidades estuvieron la de formar
redes amplias de conocimiento que usaran las nuevas tecnologías; la creencia
-quizá no explícita como ta l- de cómo las conversaciones electrónicas son tam
bién parte de una construcción.
Además del tema que fue el eje de discusión de la red semioticians “La
Universidad de la Calle”, una de las discusiones más productivas fue el subtema
“La construcción semiótica de la historia” dentro de la temática general Semióti
ca, historia y territorialidad. En la red circularon 151 mensajes desde el 17 de
octubre de 2002 al 5 de febrero de 2010. El 22 de octubre de 2008, Juan Magari-
ños lanzaba 10 preguntas para comenzar la discusión, entre las cuales las más
esenciales, desde nuestro punto de vista, son: ¿Cómo se construye la historia es
diferente a cómo se escribe la historia? ¿Existe historia sin cambio? ¿Mientras
algo no cambia, no tiene historia? ¿Es suficiente que algo cambie para que tenga
historia? ¿Es suficiente una secuencia plural de acontecimientos (y/o su registro
cronológico) para que exista la historia? ¿El cambio es entrópico y necesita ser
enunciado (mediante íconos, índices, símbolos o su combinatoria) para poder ser
percibido, identificado, evaluado y así construir la historia? ¿Puede adquirirse
identidad sin tener historia? ¿Existe alguna relación entre la identidad y el cam
bio? ¿El cambio perjudica a la identidad? ¿La historia niega lo idéntico pero
afirma la identidad? ¿Puede haber historia en un único instante de una sociedad?
Para cerrar el tercer bloque, Carlos González incluye lo que quiere ser
una biblio-hemerografía completa de Juan Magariños, que es un ejercicio para
delimitar y orientar lo que después ayude a organizar distintos trabajos críticos en
torno a la semiótica de Magariños en los varios aspectos señalados. Hay que se
ñalar que dicha bibliografía es importante porque, al menos en México, permite
reconocer lo que no se ha podido leer, lo que editorialmente no ha llegado en
nuestros siempre erráticos flujos de información, que hoy apenas puede compen
sar -no siempre de manera total- internet, los listados de direcciones, las redes,
los sistemas de mensajes, etc.
El último bloque del libro es quizá el más heterogéneo. Es por ello que
apelamos en su título a una especie de “guiño” donde, por ejemplo, podemos
encontrar, en el trabajo de Luis de la Peña, las reverberaciones de su vínculo con
Magariños, y dos textos de académicas mexicanas que aborda el de Macías, una
teorización desde la semiótica de la cultura sobre la comunicación intercultural y,
más particularmente, la relación migrante-migración; y de Olga Rodríguez, un
interesante análisis de los spots políticos en las campañas presidenciales mexica
nas de los años 2000 y 2006.
Luis de la Peña describe en su trabajo las prácticas rituales con que se
rinde culto a San Judas Tadeo en el templo del centro de la ciudad de México; en
su análisis destaca los aspectos simbólicos e imaginarios que forman parte de un
proceso de significación y cognición social en el que confluyen el fenómeno
religioso y otras determinantes culturales y socioeconómicas; este “escenario”
ceremonial es un ámbito de ritualidad urbano al que los individuos asisten para
manifestar su fe y creencias, y en el que participan mediante el intercambio de
símbolos, imágenes y discursos. En el caso del trabajo de Macías, analiza, como
hemos dicho, el fenómeno migrante-migración como un problema semiótico,
donde la migración articula dos o más sistemas semióticos-culturales que entran
en una relación de intercambios que nos obliga a su estudio para analizar su tra
ducción mutua a sus lenguajes y códigos. Finalmente el trabajo de Rodríguez
estudia la estrategia semio-discursiva de los spots políticos televisivos, con el
propósito de develar los efectos de sentido que estos intentan posicionar en el
imaginario de probables votantes; en su texto expone cómo los spots políticos
transmitidos en las campañas presidenciales recuperan algunas estrategias y tác
ticas que apelan a las emociones, al imaginario social pero sobre todo a la memo
ria histórica, para generar que los votantes acudan o no a las urnas y voten en
beneficio del partido político que presenta la campaña.
El libro cierra con un texto híbrido que ciertamente es algo más que un
opúsculo, pero es de menor extensión al conjunto del libro. El epílogo indicial-
mente marca el cierre del libro, y pretende generar un diálogo con el primero de
los trabajos. Intentamos cerrar lo que ha sido el leitmotiv del texto: las reflexio
nes sobre los problemas semióticos, sus nuevos aportes, sus constantes posibili
dades en el análisis de la significación y de las prácticas de producción e inter
cambio de sentido entre los actores sociales. Este cierre, impone — lo reconoce
mos— un sesgo por un carácter un poco más orientado a la semiótica teórica y
general, por los diálogos particulares con los estudios de comunicación social o
más propiamente entre la teoría semiótica y la de comunicación, que revela algu
nas de las preocupaciones centrales.
Como puede verse, el pensamiento de Juan Magariños presenta posibili
dades no solo en sí mismo, sino en su carácter evocador y provocador. La obra de
Magariños ha sido el contenido de varios de los trabajos aquí presentados, pero
también el marco para reflexionar sobre las prácticas significativas en distintos
ámbitos y contextos. Con este libro -que estamos seguro no será el primero ni el
últim o- se perfilan ya varios trabajos sobre la importante obra de este semiotista
hispano-argentino descrito no solo como una persona rigurosa y creativa en lo
intelectual y pedagógico, sino como alguien que tuvo la intuición con respecto a
ese conocimiento en red, que a su manera parece parafrasear aquella vieja con
signa atribuida al conde de Lautremont en el sentido que la poesía -com o ahora
podemos añadir de la semiótica-, no es de nadie, de alguna manera es algo que
hacemos entre todos, y con este ánimo queremos proponer una herramienta, un
punto de vista, una teoría, un lenguaje formal con las posibilidades que algunos
ya han visto y probado como Juan Magariños, y otros vamos intuyendo y segui
mos buscando respuestas a algunas preguntas.
Introducción
En su introducción a la Encyclopedia o f Semiotics a finales de los años
noventa, su editor en jefe, Paul Bouissac (1998), reconocía que el estado que la
semiótica guardaba en ese momento era muy diferente de aquel que la había ca
racterizado las décadas anteriores, una condición que podía ser considerada como
el resultado de tres grandes desarrollos. Primero, los historiadores de las ideas
habían rastreado en el pasado algunas de las nociones semióticas más básicas,
muchas de las cuales se encontraban bajo denominaciones y nombres diferentes,
pero que permitieron moverse hacia tradiciones más antiguas y ricas que no se
encontraban restringidas a aquellas producidas en las civilizaciones occidentales,
lo cual indudablemente amplió el campo de fundamentación semiótica. Al mismo
tiempo, nuevas publicaciones de los manuscritos de Peirce y Saussure revelaban
sistemas de pensamiento mucho más complejos de lo que habían vislumbrado las
interpretaciones anteriores. En segundo lugar, los modelos teóricos desarrollados
hasta el momento habían sufrido fuertes cambios tanto dentro como fuera de
cada uno de sus paradigmas. Como resultado, era posible reconocer la emergen
cia de nuevos modelos teóricos pero también de nuevas preguntas, las cuales
implicaban una reconfiguración del campo semiótico en general hacia una postu
Por otro lado, también en los años noventa, John Deely (1990) apuntaba
un cambio drástico que trastocaba tanto los fundamentos conceptuales como la
organización institucional de la semiótica y el cual podía ser caracterizado por el
tránsito de la consideración de la semiótica como método analítico a la conside
ración de la semiótica como punto de vista, una condición que expandía casi de
manera natural el espacio de observación mucho más allá del ámbito humano
hacia todas la formas de semiosis, incluso aquellas que van de las relaciones ce
lulares hasta la configuración misma de las formas de vida en el planeta (Hoff-
meyer, 2008). De ahí que la semiótica ya no sea entendida únicamente como la
ciencia de los signos y la significación, sino como el estudio de cómo el cerebro
humano procesa los significados creados entre los signos y la información que
codifican (Danesi, 2011). Como se puede observar, esta última consideración
implica tanto elementos biológicos como elementos cognitivos, lo mismo que
procesos sígnicos y la emergencia de la significación, lo que representa quizá una
de las consecuencias de este diálogo transdisciplinar que caracteriza a la semióti
ca en la actualidad. ¿Pero cómo es que todo esto ha sucedido y cuáles son las
consecuencias de este desarrollo?
Por otro lado, hace más de dos décadas atrás se comenzó a gestar un se
gundo proyecto transdisciplinario que precisamente toma como una de sus bases
a la biosemiótica para ponerla a dialogar con la cibernética de segundo orden, las
ciencias cognitivas, las ciencias de la información, la teoría de sistemas, la se
miótica peirceana entre otras, lo cual le da nacimiento a la Cibersemiótica, una
propuesta que puede ser definida sintéticamente como la búsqueda de las rutas
biológicas, psíquicas y sociales de la necesidad humana y biológica del significa
do y la auto-organización en sus procesos de conocer/observar el mundo y en la
formulación de las explicaciones que sobre él se hagan (Brier, 2008). Es a partir
de esta nueva integración que recientemente Marcel Danesi (2011) ha propuesto
hablar del “giro cibersemiótico”, un giro que implica un cambio en el objeto de
estudio en la semiótica, puesto que supone el paso de la observación de los sig
nos y los procesos de significación a la observación de cómo es que los sistemas
semióticos resultan ser sistemas autopoiéticos. Este giro cibersemiótico nace del
diálogo transdisciplinar que la semiótica ha establecido con otras disciplinas y
marcos conceptuales, y puede considerarse un segundo giro que nace más de dos
décadas después de aquel que propusiera Paolo Fabbri (2004), para quien la se
miótica debía de ponerse en contacto no con las grandes teorías filosóficas sobre
el signo, sino sobre todo con las prácticas complejas de significación de las que
podían “desimplificarse” funcionamientos de sentido.
El presente trabajo es, por tanto, un intento por poner en perspectiva al
gunos de estos cuestionamientos y objetivar explícitamente la génesis de su na
cimiento. Por lo tanto, es muy importante dejar en claro que no se busca en nin
gún momento ser exhaustivo en el recuento, dado que eso es en sí mismo un tra
bajo que demandaría todo un programa de investigación, por lo que tampoco
pretende abarcar todas las líneas, programas y sub-campos de investigación se
miótica que hay en la actualidad, sino únicamente explorar la genealogía que
parte de Charles Sanders Peirce y se extiende hasta nuestros días en la forma de
la Bio y la Cibersemiótica, dos programas que cruzan las líneas de lo disciplinar
y las barreras propias de la semiosis. Se trata entonces de plantear un breve reco
rrido por este desarrollo, de plantear algunas preguntas que han ido apareciendo
en el camino y, sobre todo, de aceptar las consecuencias que tienen para toda
reflexión contemporánea sobre la comunicación, la cognición, la información y
la significación una propuesta de esta naturaleza. Si la vida es coextensiva con la
semiosis como sugería Thomas Sebeok, entonces estamos viviendo las conse
cuencias conceptuales de la superación de las barreras disciplinares que implica
la dimensión biológica de la semiosis. Se trata entonces de presentar algunas de
las preguntas que nacen a partir de la reflexión contemporánea en la semiótica, la
cual ha sido fuertemente motivada por el diálogo que ésta ha establecido con las
ciencias que estudian la cognición, la información, el lenguaje y las formas de
vida de nuestro planeta. En síntesis, se trata de explorar brevemente algunas de
las preguntas centrales que emergen en la Bio y la Cibersemiótica, las cuales
tienen que ver en cierta medida con la antroposemiosis, con el ámbito social,
cultural y humano de la semiosis, aunque no se restringen a ninguno de ellos,
dado que presentan una visión mucho más general del proceso mismo de la se-
miosis.
[...] dado que será mostrado que los signos son simplemente los obje
tos estudiados por las ciencias biológicas y físicas relacionadas en de
terminados procesos funcionales complejos, cualquier unificación de
las ciencias formales [...] proveerá de material relevante para la unifi
cación de estos dos grupos de ciencias [...] Sin embargo, si la semióti
ca es una ciencia co-ordinada con otras ciencias, estudiar las cosas o las
propiedades de las cosas en su función de ser observadas como signos,
es también el instrumento de todas las ciencias, dado que cada ciencia
hace uso de y expresa sus resultados en términos sígnicos (p. 80).
cuenta en que los primeros volúmenes son publicados. Para una historia más detallada
sobre el nacimiento de la propuesta y de los intereses centrales véase el trabajo de Char
les Morris titulado "On the history of the International Encyclopedia of Unified Science"
(Morris, 1960).
Por otro lado, un segundo momento clave para este recorrido es lo que sucedió
con la sistemática aplicación de los principios semióticos al campo de la biología
de la mano de Thomas A. Sebeok, quien de hecho fue alumno de Charles Morris
en la Escuela de Chicago, movimiento que generó un puente entre el ámbito físi
co y el ámbito biológico, un puente que Morris solo había vislumbrado como una
posibilidad décadas atrás. De esta manera, al plantear a la semiótica como epis
temología para pensar y observar al ámbito biológico en general, la semiótica
estaba dando un paso hacia la reconstrucción de los principios de su propia natu
raleza, pues estaba dividiendo su campo de observación en dos grandes sistemas:
el biosemiótico y el fisiosemiótico3.
Es por esto que John Deely (1990) considera que para el caso concreto de
la semiótica, su historia será la historia de los intentos por dar cuenta de aquello
que subyace a la semiosis y la hace posible partiendo de una pregunta fundamen
tal, a saber ¿qué es un signo, tal que él hace posible la semiosis? La semiótica es
entonces ese intento por explicar teóricamente lo que distingue al signo y su en
tendimiento como tal, de aquellos estudios que lo tienen como objeto. Es posible
entonces argumentar que toda investigación semiótica “[...] incluye, por derecho,
todas las disciplinas tradicionales en virtud de su dependencia en lo que ellas son
en cuanto estructuras de significación típicamente distintas sobre una red de rela
ciones sígnicas que las constituyen, pero de hecho, el campo incluye aquellas
disciplinas solo en el momento que y hasta el punto de, además de ser vistas co
mo estructuras de significación, son vistas y analizadas temáticamente en térmi
nos de esta constitución virtualmente semiótica” (Deely, 1990: 106). Esta cuali
dad de integración conceptual es la que posibilitó situar a la semiótica en la inter
sección de las ciencias y la que la llevaría a preguntarse sobre las formas básicas
de la construcción de conocimiento.
Por ejemplo, para Jean-Marie Klinkenberg (1996), el signo instituye una
cierta correlación entre una porción material del universo y una porción concep
tual del universo conceptual y, al hacerlo, estructura el universo, por lo tanto,
estos dos rasgos deben considerarse simultáneamente, dado que ciertas definicio
nes no insisten más que en uno de esos dos aspectos. Sin embargo, hay que acep
tar que, por un lado, no solo los signos estructuran el universo, y, por otro lado,
que hay correlaciones que no son semióticas. Así, “puesto que la semiótica se
ocupa de la estructura del universo -por lo menos en tanto que semiótica gene
ra l- su tarea es entonces responder a la pregunta: ¿cómo conocemos el mundo?”
(Klinkenberg, 2006:51). Como se puede observar, lo que Klinkenberg está plan
teando es una ciencia general capaz de estructurar desde pequeños elementos
discretos hasta unidades generales, universales, pero al mismo tiempo la sitúa al
nivel epistemológico del cuestionamiento por el conocimiento mismo. Por lo
tanto, aquí aparece un problema central que vale la pena reflexionar: ¿hay algo
más general que la semiótica general o es un nivel de complejidad formal al que
toda ciencia debe aspirar?, ¿es posible hablar de una teoría semiótica unificada,
de una Semiótica General? Esta consideración básica sobre la construcción de
conocimiento y las cualidades transdisciplinares del proyecto semiótico, fueron
las características sobre las que se sentarían las bases para un último paso en la
integración conceptual y el cual implicó unir a la semiótica peirceana con la ci
bernética de segundo orden. Este es entonces el nacimiento del proyecto de la
Cibersemiótica.
En este sentido, Brier (2008) supone que una teoría consistente de la in
formación, la cognición y la comunicación debe necesariamente comprender
tanto las ciencias sociales y las humanidades así como las ciencias biológicas y
de lo psicoquímico, una integración similar a la planteada por la International
Encyclopedia o f Unified Sciences cinco décadas antes. Desde este marco es posi
ble preguntarse, ¿qué es lo que sucede conceptualmente con la integración de la
cibernética de segundo orden y la semiótica peirceana?, ¿qué es lo que esta inte
gración permite observar del mundo que antes no se podía observar?, ¿qué es lo
que le plantea a la semiótica una integración de esta naturaleza? Como se puede
observar, más que certezas lo que aparece en el horizonte es todo un programa de
investigación que busca contestar algunas de las preguntas centrales sobre la
cognición, la comunicación y la información pero que toma como una de sus
bases centrales el punto de vista semiótico. Sin embargo, los cuestionamientos y
la reflexión anterior también hacen emerger una cierta sospecha sobre ese punto
de vista general, básicamente, porque parece ser “demasiado general” y abarcarlo
casi todo. Esta es quizá una crítica central que ha emergido con la discusión en la
biosemiótica y sobre la cual se centran las siguientes líneas.
Por ejemplo, para Kalevi Kull, “la biosemiótica puede ser definida como
la ciencia de los signos en los sistemas vivos. Una característica distintiva y prin
cipal de la semiótica biológica consiste en el entendimiento de que en lo vivo, las
entidades no interactúan como cuerpos mecánicos, sino como mensajes, como las
piezas de un texto” (Kull en Martinelli, 2010: 29). Tomando como base esta con-
ceptualización de la biosemiótica, Martinelli (2010) considera que si la naturale
za puede ser leída como un texto y además tiene significado y debe ser interpre
tada, la biosemiótica sería entonces la ciencia de casi “todo”. Desde su punto de
vista, es precisamente a partir de este tipo de argumentos que es urgente plantear
los peligros de incluir demasiado en una propuesta teórica o de esperar que ésta
resuelva algunas de las preguntas centrales que cada una de las ciencias tiene en
su propia agenda de investigación como es el caso de la Biología. La semiótica
no lo es todo y tampoco lo podrá ser en el futuro, lo cual plantea problemas a los
proyectos transdisciplinarios y, sobre todo, a la idea misma de la integración
conceptual. La pregunta es entonces por los alcances y la validez de la semiótica
más allá de las fronteras seguras de lo social y la cultura, una pregunta que cobra
nuevas dimensiones en las discusiones sobre la fundamentación de la biosemióti-
ca y la zoosemiótica y sobre la cual vale la pena hacer un breve recorrido sobre
algunos de los argumentos y críticas centrales partiendo de lo que Hoffmeyer
llama la “semiótización de la naturaleza”.
Por otro lado, el mismo Martinelli (2010) apunta la diferencia que existe
entre el uso de conceptos que normalmente se asocian al campo semiótico y el
uso de teorías semióticas propiamente, dado que es posible encontrar, mucho
antes del nacimiento de la biosemiótica, conceptos en el campo de la biología
relacionados de alguna manera con el campo semiótico como el de reconoci
miento, mensaje, señalización, etc. Sin embargo, argumenta Martinelli, más que
un interés por la semiótica, en realidad los biólogos han estado mucho más in
teresados en la teoría de la información, un paradigma basado en las matemáticas
y el cual presupone que las entidades pueden ser medidas objetivamente, una
posición que evidentemente no podría ser aceptada por la biosemiótica. Según
Hoffmeyer (1997) una ruptura mayor de nuestro entendimiento del carácter se
miótico de la vida fue el establecimiento en 1953 del modelo del ADN y el sub
siguiente desciframiento del código genético. Hasta este punto, el entendimiento
semiótico de la naturaleza había estado preocupado básicamente por los procesos
comunicativos entre los organismos, procesos a los que Sebeok denominó exo-
semióticos (fuera de los organismos vivos), pero ahora es claro que el proceso
semiótico era también prevaleciente al nivel bioquímico (endosemiótico). Sin
embargo, debido a la inclinación reduccionista del campo de la biología, éste aún
no ha incorporado la terminología semiótica, así, en lugar de hablar de procesos
sígnicos, los bioquímicos prefieren hablar de intercambio de información, to
mando como base la teoría matemática de la información, para la cual la infor
mación es una entidad objetivamente existente y medible, una propiedad por así
decirlo, de un determinado objeto. El supuesto detrás de la idea de la información
biológica parece ser que es de la misma clase que la de la información “matemá
tica”, es decir, que la información es algo que puede ser movido o transportado.
Pero la información desde el punto de vista biosemiótico es muy diferente que
desde el punto de vista de la física. Mientras que la información para los físicos
no tiene conexión con los valores, la relevancia o el propósito, para la biose-
miótica la información biológica siempre tiene un propósito en el sistema, nada
menos que promover la supervivencia. Esto es lo que lleva a Martinelli (2010) a
preguntarse, ¿por qué los biólogos deberían usar una terminología como esta?,
¿qué es lo que la semiótica permite observar más allá de las fronteras propias de
un paradigma específico?
Ahora bien, si se pone atención en las hipótesis que Eco plantea sobre la
cultura desde la semiótica, puede observarse una situación similar a la que Marti-
nelli puntualizaba sobre la biosemiótica, una conceptualización que pone a la
significación y los signos como el centro de la configuración cultural, lo que
inmediatamente coloca a la semiótica como una mirada totalizadora de la comu
nicación y la cultura. Por otro lado, a la luz de los desarrollos recientes de la bio-
semiótica, es posible cuestionar los umbrales de la semiótica que Eco había con
cebido más de cinco década atrás, dado que el umbral inferior, constituido por
una serie de signos naturales como el estímulo, la señal y la información física,
son ahora el objeto de conocimiento de la fisiosemiótica, mientras que el umbral
superior, caracterizado por la cultura, es el objeto de conocimiento de la antropo-
semiótica. ¿Cuáles son entonces hoy en día los límites de la mirada y reflexión
semiótica? Si bien Eco modificaría posteriormente su conceptualización sobre la
cultura y la comunicación, en realidad el principio básico de observación se-
miótico seguirá siendo fundamental para su trabajo, por lo que aparece con fuer
za la mirada totalizadora de la semiótica y con ella, la crítica a los umbrales y
límites de la semiótica, los cuales han sido movidos por completo en la semiótica
contemporánea sobre todo por lo extenso del campo que hoy parece abarcar la
semiosis misma.
Parece que tenemos dos puntos de partida muy distintos para estas
teorías y ambas argumentando ser universales. La diferencia entre
ambos paradigmas es fundamental. El paradigma de la información
está basado en concepciones objetivas y cuantitativas de la infor
mación y trabaja con modelos algorítmicos de la cognición, la per
cepción y la comunicación. La semiótica, en contraste, está basada
en la comunicación significativa del lenguaje humano, en la feno
menología y depende de una teoría de la significación [...] Uno
puede después combinar esto con una explicación epistemológica
que sugiere que ninguna explicación científica reductiva final puede
ser dada a ninguna cosa en este mundo, incluyendo el comporta
miento de los animales. Lo que tenemos son diferentes explicacio
nes que funcionan bien en diferentes situaciones (Brier, 2008: 42).
Hasta este punto Brier (2008), ha señalado algunas de las principales de
ficiencias del paradigma del procesamiento de información, por lo que es impor
tante ahora hacer el enlace con la cibernética a través de sus principales postula
dos. En este sentido, es Heinz von Foerster quien demuestra que si un organismo
es modelizado como una máquina, no puede ser una máquina trivial puesto que
no puede haber una descripción matemática determinista de su comportamiento,
de ahí su propuesta de referirse a los sistemas vivos como máquinas no triviales:
el sistema se organiza a sí mismo y produce sus propias partes. La habilidad para
la auto-organización en la dimensión histórica de los sistemas vivos son razones
importantes de por qué los organismos no son máquinas triviales. De esta mane
ra, la cibernética busca describir y explicar cómo la función de la limitación es
tructural influencia el desarrollo de los sistemas auto-organizados que son llama
dos ahora, con el trabajo de Maturana y Varela, autopoiéticos. Es decir, un siste
ma autopoiético es aquel que produce sus propios límites y su propia organiza
ción al producir los elementos que lo componen a él mismo como sistema5.
Para Brier (2008), este es un punto clave para la emergencia del signifi
cado/sentido, puesto que cuando miramos al lenguaje en términos de informa
ción, es claro que el significado del mundo depende de la organización del siste
5 En palabras de Maturana, "[...] el ser vivo no es un conjunto de moléculas sino que una
dinámica molecular, un proceso que ocurre como unidad discreta y singular como el
resultado del operar, y en el operar, de las distintas clases de moléculas que lo componen,
en un entre juego de interacciones y relaciones de vecindad que lo especifican y realizan
como una red cerrada de cambios y síntesis moleculares que producen las mimas clases
de moléculares que la constituyen, configurando una dinámica que al mismo tiempo |
especifica en cada instante sus bordes y extensión. Es a esta red de producciones de
componentes, que resulta cerrada sobre sí misma porque los componentes que produce
la constituyen al generar las mismas dinámicas de producciones que los produjo, y al
determinar su extensión como un ente circunscrito a través del cual hay un continuo flujo
de elementos que se hacen y dejan de ser componentes según participan o dejan de
participar en esa red, a lo que llamamos autopoiesis" (Maturana y Varela, 2003:15).
ma vivo (su cuerpo) y su contexto de vida, en contraste del lenguaje de la compu
tadora que está libre de todo contexto.
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Semiosis y experiencia estética:
Una relación problemática
Introducción
A partir de los fundamentos de la semiótica peirciana, la semiótica se ha
delineado como campo de reflexión teórica en torno al papel que adquiere el
conocimiento en las formas de interacción y reproducción del sentido a nivel
social. Es así que desde aquellos primeros años de su surgimiento a finales del
siglo XIX y su notable relación con la lingüística y los estudios literarios, en la
actualidad el ámbito de acción y reflexión de la semiótica se ha extendido hasta
la tecnología, la biología, las matemáticas, la física y otras áreas del saber tradi
cionalmente fuera de sus lugares preferenciales que fueron la filosofía, la psico
logía y el arte; también ha ocurrido un desplazamiento formal desde los primeros
usos procedimentales y analíticos de los cuales la teoría del arte en lo general y la
teoría literaria en particular abrevaron durante muchos años, a la reflexión y teo
rización acerca de la semiosis como proceso de significación, y en tanto tal, en su
valor de epistemología aún por conformar, aplicable a un sinfín de saberes va
rios, en esa especie de configuración intersectiva que como dijera Serrano “le
pertenece a todos y a nadie” (Serrano, 1998: 8).
Sin dudas, lo anterior nos lleva a considerar dos puntos de partida: enten
der la semiosis como un proceso que ocurre en el campo de lo fenomenológico,
es decir, como parte de los procesos que tienen lugar en la construcción de la
experiencia del sujeto en su praxis de vida, tanto como ser objetivado en la cultu
ra y la historia que como ser en despliegue constante de su subjetividad y cons
trucción personal; y entender la experiencia del arte como una experiencia que no
solo es sensible, sino también cognitiva que a su vez se da de forma diferenciada
respecto de otras experiencias que forman parte de los procesos de percepción
sensible.
Es sabido que los esfuerzos teóricos que unos años antes Umberto Eco y
Iuri Lotman realizaron para lograr traspasar la barrera estructuralista en el campo
de la investigación semiótica jugaron un papel importante en la configuración del
panorama semiótico de aquel momento, pero en lo que respecta al arte estos es
fuerzos parecieron inútiles pues ni la teoría del arte ni la teoría estética se encon
traron dispuestas a pensar la semiótica más allá de su valor instrumental.
No está de más decir que esto resulta altamente valioso para comprender
lo que sucede al interior de los procesos de percepción sensible a los que justa
mente convoca el arte a partir de su función primordialmente estética, es decir,
fundamentalmente enfocada a la generación de emociones a través de la activa
ción de los sentidos, ya que precisamente es gracias a su condición sensorial que
la interpretación del arte se torna en un proceso semiósico que no apunta de for
ma directa a la significación ni a los sistemas de significación donde se inserta,
sino más bien que se enfoca en la semiosis en sí, es decir, en la manera en que se
construye la información y el sentido de la información simultáneamente, o como
dijera Verón en las formas en que se tejen las relaciones entre el producto y su
proceso de producción (Verón, 1998: 139).
Para ello nos basamos en los hallazgos teóricos y empíricos más recientes
de las ciencias cognitivas sobre los procesos de conocimiento, desarrollados por
la corriente enactista, y en las reflexiones en torno al pensamiento estético del
filósofo Wolfgang Welsh, ya que ambos pilares teóricos nos conducen a plantear
una descripción de la fenomenología de la experiencia estética desde donde es
posible no solo proponer una definición de la experiencia del arte como expe
riencia sensible, intelectiva y volitiva del sujeto, sino también postular la necesa
ria intervención de la semiótica como modo de conocimiento que puede explicar
la singular forma en que esta experiencia tiene lugar.
En ese sentido, compartimos la opinión de Jean Marie Klinkenberg cuan
do afirma que para anudar el vínculo entre un sentido y los estímulos del mundo
exterior que por su propia naturaleza no tienen sentido, hay que preguntarse por
la experiencia (Klinkenberg, 2006: 104); de ahí que el paradigma interaccionista
que recupera la relación entre el signo y su contexto haciendo un puente oscilante
entre el mundo y el sujeto y viceversa, resulta ser la condición correlacional que
ampara la unidad entre sentido y producción de sentido, es decir, entre sentido y
semiosis. Solo tras la integración de ambos procesos es posible pensar la super
vivencia en términos semióticos y a su vez a la semiosis como interpretación en
términos cognitivos, organizativos y evolutivos. No sobra decir entonces que por
la naturaleza de los procesos sensoperceptivos que son fundamentalmente convo
cados a través del arte, el debate sobre la interacción como manto integrador del
proceso semiótico adquiere no solo pertinencia sino también relevancia.
Por ello creemos que aquí se halla justamente un campo fructífero de re
flexión en ambos sentidos y, sobre todo, un reto teórico y empírico para la inves
tigación semiótica en los marcos del debate en torno al objeto de estudio de la
semiótica general que afortunadamente, a través de un merecido retorno a sus
orígenes, se ha comenzado a dar.
Sin embargo, es en las primeras décadas del XVIII que el filósofo alemán
Alexander Baumgarten en su obra Reflexiones filosóficas acerca de la poesía, de
1735, acuñó por vez primera el término “estética” para designar la ciencia del
conocimiento sensible. Él fue el primero en hablar de lo sensorial como fuente de
conocimiento a través del arte, al cual le confirió -m uy ad hoc con el racionalis
mo imperante en la época ilustrada en la que vivió- un estatus inferior con res
pecto al conocimiento racional; no obstante ello, su legado estableció que el co
nocimiento que un sujeto puede extraer del arte no solo es sensible, sino también
intelectual; y si bien dicho conocimiento fue entendido por Baumgarten como un
conocimiento claro pero confuso, vinculado a los sentidos aunque no agotado en
ellos, la idea de posicionarlo como conocimiento, es decir, en función meramente
cognitiva y no contemplativa, otorgó a la Estética las bases para pensar la rela
ción cognoscitiva entre el sujeto y el objeto del arte en su doble condición de
conocimiento sensible e intelectivo; de ahí la centralidad que otorgó a la expe
riencia estética del sujeto como objeto de estudio de la Estética, y su énfasis en el
carácter más gnoseológico que axiológico, que fue lo que a pesar de todo, poste
riormente, la definió.
2 Para mayor información sobre el tema, recomendamos la obra Historia del Gusto, de
Galvano della Volpe, Visor, Madrid, 1987.
Es así que, a pesar de Baumgarten y gracias a la intervención kantiana a
fines del mismo siglo, la Estética Clásica nace vinculada al arte y a lo bello, y
atada entonces a un fenómeno que solo constituyó (y aún constituye) una
pequeña parte de todo lo que abarca. Con Kant y su Crítica del juicio, de 1790,
se conceptualiza al conocimiento sensible como derivado del juicio estético, que
caracteriza como un juicio apriorístico más allá de las apreciaciones personales
de lo Bello, donde la belleza constituye una instancia de liberación de los objetos
respecto a la Naturaleza y el placer como lugar de la reintegración del sujeto con
ella. Esa es la razón por la que Kant considera a la experiencia estética como una
experiencia de emancipación utilitaria en la que el sujeto percibe al objeto bello y
halla su belleza intrínseca a través del juicio estético.
5 Para mayor información respecto al tema, consultar las siguientes obras: Invitación a la
estética (Sánchez Vázquez), Los fundam entos de la estética (Lipps), The Myth o f Aesthetics
Attitude (Dickie), El arte como experiencia (Dewey), What makes and Experiencie Aesthe
tics? (Mitias).
6 Con ello se oponen a los objetivistas (Bell, Danto, Mitias, Beardsley, Dufresne), quienes
convencidos de la existencia de objetos estéticos, es decir, de objetos que poseen propie
dades especiales que los hacen ser estéticos, arguyen que para que tenga lugar la expe
riencia estética es necesaria la presencia de los mismos.
nuestra opinión, violentan el camino natural de la percepción enfocada como
percepción intencional que es parte de lo que motiva la propuesta sobre la expe
riencia estética que al final de este trabajo se ensaya.
Está claro entonces que los patrones perceptivos por sí mismos no confi
guran el conocimiento; de hecho, retomando lo dicho por Varela, el conocimien
to surge -emerge, en sus térm inos- de las regularidades que dichos patrones
comportan pues no siempre se configuran regularmente (Varela, 2005: 77-79,
100, 108), y ello es lo que posibilita la configuración del conocimiento como
aprendizaje. De esta manera, la configuración de patrones perceptivos se vincula
con la percepción como condición del ser en el mundo, y la emergencia de signi
ficados resulta entonces, en tanto aprendizaje, en lo que conocemos. La expe
riencia, en ese sentido, es atribuida a esta última operación en tanto permite com
probar que un determinado patrón perceptivo hace emerger un sistema cognitivo,
formando parte así de un mundo de significación preexistente; la percepción en
cambio solo es el dispositivo que lo posibilita, o para ser más exactos, el meca
nismo de experimentación.
Como se puede observar, hay una diferencia sutil pero operativa entre los
procesos de percepción (a los cuales ya, a la luz de todo lo que hemos comenta
do, no tiene sentido añadir el apellido de “sensible”) y los procesos de la expe
riencia, ya que toda experiencia, según su propia etimología (ex - perior
/peiraomai) es aprender, o sea, descubrir mediante la acción de prueba o com
probación, como un usar o practicar lo vivido que recuerda la experiencia del
conocimiento comprensivo de Agamben (2003) -de ahí precisamente su carácter
cognitivo-; pero la percepción es modo, mecanismo, dispositivo de funciona
miento.
Como se puede notar, para nosotros, la experiencia del arte resultará en
tonces, al igual que sucede con cualquier otra experiencia, una experiencia sensi
ble e intelectiva por su origen, aunque no se debe soslayar que también está con
dicionada, como dijera Dewey, por ciertas condiciones que en nuestra opinión se
vinculan con la configuración del orden social donde el arte tiene un lugar. En
ese sentido, la experiencia del arte guarda relación con lo social en tanto expe
riencia comunicativa y de socialización.
Para desarrollar con detalle esta propuesta sobre la experiencia del arte
primero se hace necesario reflexionar en torno al fundamento semiósico de la
actividad sensoperceptiva del sujeto con el objetivo de situar la imposibilidad de
percibir sin significar, y de conocer sin percibir, en tanto ello nos permitirá suge
rir que los procesos de la experiencia se dan al interior de un marco de significa
ción previo dentro del cual el sujeto pone a prueba la funcionalidad de sus siste
mas cognitivos, lo cual resulta extremadamente importante para desarrollar la
reflexión última en torno a la fenomenología de la experiencia del arte.
Pensemos, por ejemplo, que la aversión del sabor del humor de una heri
da ulcerada resulta una actividad sensible (sensoperceptiva) que implica tanto la
movilización de estímulos provenientes de todos los órganos involucrados en el
acto de degustación (lengua, papilas gustativas, esófago, estómago, intestinos)
como los propios del sentido del gusto (boca) ya que los primeros deberán ocu
parse de organizar la respuesta biofisiológica del organismo en términos homeos-
tásicos, mientras que el segundo se ocuparía de sentir como agradable o desagra
dable dicha experiencia en función del sabor mismo.
Todo lo anterior tiene una alta incidencia en los procesos cognitivos toda
vez que éstos se gestan mediante un complejo mecanismo de articulación entre
signos soportados justamente en la vinculación/no vinculación de sus rasgos per
tinentes que, a la manera de qualia, permiten al sujeto orientar su devenir cogni-
tivo. Explicamos: el color verde de una planta no puede ser percibido si no existe
al menos la planta, la luz del sol y los ojos del sujeto, pero al mismo tiempo nadie
puede intuir el verdor de la planta como qualia sin haber reconocido primero
9 Para mayor referencia sobre este punto, recomendamos consultar la obra de Lotman La
Semiósfera I. La referencia bibliográfica se encuentra en el apartado de la bibliografía al
final de este trabajo.
dicha cualidad en el objeto; de hecho, y aquí va otro ejemplo, una persona bon
dadosa no puede ser percibida en tanto rebosa de sentido de bondad, sino solo en
la medida en que el sujeto reconozca en ella ciertos rasgos que se corresponden
con patrones perceptivos donde los qualias de la bondad (por cierto, nada defini
dos) están previamente asentados como ciertos qualias específicos de ese objeto
y no de otro.
Por ello, si bien -para usar una frase de Deely-, los signos son invisibles
a los sentidos (Deely, 2006), ello no significa que su valor de cambio impida al
sensorium construir información acerca de los programas de significación en los
que eventualmente se despliegan. En ese sentido, resulta incorrecto hablar de la
presencia de signos en estados de pre-cognición (si es que esto existe) como los
que sugieren los estados de sensibilidad pura o los mal llamados estados
estésicos que incluyen a la contemplación y el éxtasis o cualquier otro tipo de
actividad meramente sensible como un registro sensoperceptivo de la apreciación
estética de orden místico.
Es por ello que resulta errado y confuso cifrar la fascinación, en tanto as
pecto relativo a la experiencia del arte, como modo estésico de percepción sola
mente en el umbral de la sensación ya que aunque la fascinación resulta un modo
adecuado de nombrar la percepción estética en general (aceptado incluso por
todos los que se han referido a la experiencia estética, incluyendo a Mandoki),
resulta también un evento semiósico anclado en el cuerpo, o sea, en lo sensorial-
perceptual y en la medida en que se torna juego de la seducción de los sentidos
ante un fenómeno concreto lo hace justo porque ocurre -fenomenológicamente
hablando- ante lo que al cuerpo, o si se quiere a la percepción, le parece asom
broso, inesperado, raro, impresionante.
Así, queda claro que nuestra posición en torno a los objetos y fenómenos
“estéticos” o “fascinantes” se distancia de posturas ontológicas trascendentalistas
a lo Heidegger, y se ubica en una perspectiva materialista y fenomenológica que
implica la puesta en relación cognitiva a partir de una motivación afectiva y emo
tiva (la fascinación) del sujeto hacia los objetos y fenómenos de nuestra realidad
que, a nuestro juicio, no se da como plantea Mandoki mediante un exceso o des
bordamiento de la apreciación provocado por brincarse el eje semiósico de la
percepción (Mandoki, 2008: 134), sino justamente -tal y como ya mencionamos-
por atravesarlo.
11 Esto lo hemos expresado en trabajos anteriores sobre la dialogicidad del arte. Para
mayor información consultar: Romeu, Vivian (2009). "Indeterminación y construcción
identitaria. Reflexiones sobre lo estético como dimensión dialógica de lo sensible". En
revista Análisis, quaderns de comunicación i cultura No. 39, Universitat Autonoma de
Barcelona, pp. 163-178. Artículo también disponible en línea en:
http//:www.raco.cat/index.php/Analisi/Article/view/184494
12 Nos hemos basado en el concepto de "forma significante" de Clive Bell, a pesar de que
nos distanciamos de él. Para mayor información, recomendamos consultar "Art as Signifi-
cant Form: The Aesthetics Hypothesis". En George Dickie et al (Eds.) Aesthetics, a Critical
Antologhy, New York: San Martins, 1977.
En otras palabras: en su relación con el objeto o fenómeno “fascinante” el
sujeto percibe la existencia de un secreto a partir de la percepción de su propia
ignorancia o desconcierto cognitivo, y aunque no pueda dar cuenta de lo que
configura el secreto del objeto o fenómeno en cuestión, establece una relación
cognitiva con él soportada en procesos semióticos que se destacan por su natura
leza afectiva y primordialmente sensorial13.
De esa manera, como se podrá notar, la percepción estética que solo po
sibilita el acceso a la percepción del “secreto” en el objeto o fenómeno, da paso a
la experiencia estética mediante el establecimiento de una especie de conversa
ción del sujeto con el objeto o fenómeno a través de la cual el primero pretende
descubrir el significado oculto en el secreto del segundo. Dicha experiencia se
muestra sin lugar a dudas, en tanto acto de descubrimiento, como actividad cog-
nitiva que posibilita la configuración de un nuevo enunciado sobre el objeto o
fenómeno, construyendo así conocimiento nuevo.
13 Faltaría en este trabajo una caracterización casi obligada del carácter afectivo de dicha
relación, lo que supone a su vez una reflexión más profunda sobre el papel del placer y la
empatía en los procesos de experiencia del arte, mismos que al salirse de los márgenes de
este trabajo lamentablemente debemos abonar necesariamente en futuras comunicacio
nes.
de objeto abierto al diálogo con el que entonces, a voluntad, el sujeto se involu
cra.
Sin embargo, debemos recordar que esto solo ocurre si el sujeto se dispo
ne a hacerlo ya que por diversos motivos el sujeto puede negarse a esa experien
cia simultáneamente emotiva y cognitiva, ya sea debido a su falta de interés o
curiosidad en conocer el secreto que ha percibido, ya sea por deseo o capacidad
por prolongar la percepción de fascinación, o quizá debido a su incapacidad para
indagar en dicho secreto, entre otras. Pero más importante resulta plantear que en
cualquiera de los escenarios de negación anteriores hay percepción estética mas
no experiencia, ya que ésta se da solamente como fenómeno de validación de los
sistemas cognitivos del sujeto, y no como fenómeno de aprehensión que es lo que
se circunscribe al primero. Pasar de la percepción a la experiencia estética es lo
mismo que pasar de la percepción de la fascinación a la experiencia (práctica,
uso, vivencia) de lo fascinante que es, y debe ser, necesariamente fugaz.
Solo en ese instante puede hablarse del sujeto fascinado como aquel que,
impulsado por el despliegue de su actividad emotiva o estética -que como señala
Mandoki (2008: 67, 72) resulta una actitud de apertura al mundo, diríamos, de
conocimiento- puede y quiere construir patrones perceptivos y cognitivos dife
rentes cada vez. Por ello, la actividad cognitiva que conduce a la experiencia
4. Conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos considerado a la subjetividad como ám
bito por excelencia de la estesis, pero ello no significa que pueda hablarse de
percepción y cognición como procesos al margen de los objetos y fenómenos del
mundo ya que la posibilidad humana de sentir y percibir solo puede ser desple
gada en la relación cognoscitiva implicante sujeto-objeto a través de la cual in-
teractúan para construir sentido sobre sí mismos como dijera Klinkenberg (2006)
y en la que intervienen como parte de la percepción del sujeto todo el abanico de
sus racionalidades (Welsh, 1998) que no son más que los modos innatos de sen-
sopercepción modelados onto y filogenéticamente.
16 Para una mayor información sobre el particular se puede consultar el texto de la autora
"Arte y reproducción cultural" en Revista Estudio de las Culturas Contemporáneas,
Volumen XVII, No. 33, pp. 113-139, 2011. Universidad de Colima. México. También
disponible en http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/316/31618563007.pdf
17 Para una mayor información acerca de este tópico, además de la lectura obligada de las
obras de Bourdieu La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Taurus, Madrid, 1988
y Las reglas del arte: génesis y estructura del campo literario, Anagrama, Barcelona, 1995,
recomendamos consultar el texto "El papel del arte en la reproducción de la cultura. Una
aproximación preliminar desde la sociología y la semiótica" en Edgar Sandoval y Gabriel
Medina, Cultura y Poder, UACM, México, 2010: 159-206.
cesos semióticos al interior de los procesos de recepción del arte de pautas de
sensibilidad que aparecen sedimentados en la cultura a través del despliegue de
los regímenes escópicos donde se fraguan las más de las veces, como sucede en
cualquier situación de mediación social, las maneras o condiciones en que se
gesta la experiencia misma; de ahí que la experiencia estética, gestada a partir de
la experiencia de fascinación en torno a los objetos y fenómenos del arte, deba
ser atendida de manera más contextualizada.
Es por ello que podemos decir que la investigación teórica y empírica so
bre la experiencia estética en lo general y sobre la experiencia del arte en lo par
ticular ofrece a los estudios semióticos de última generación, la posibilidad de
expandir su campo de acción epistémica, a través del diálogo con otros campos
del saber con los que no ha tenido contacto directo.
Referencias
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Welsh, Wolfang (1998). “Rationality and reason today”. En Dane R. Gordon and Józef
Niznik (eds.) Criticism and Defense o f Rationality in Contemporary Philoso-
phy. Amsterdam: Rodopi, pp. 17-31.
1. Introducción
[...] el artista siempre escoge. Incluso cuando hace
una pintura ordinaria, siempre hay una elección: es
coge sus colores, escoge su lienzo, escoge su tema.
Escoges todo. No existe arte, esencialmente solo exis
te la elección.
Marcel Duchamp2
1 Maestro en Filosofía por la UNAM; Licenciado en Artes Plásticas con opción fotografía
por la Universidad Veracruzana. Profesor-Investigador de la Academia de Comunicación y
Cultura de la UACM. Desde el 2002 a la fecha ha colaborado con el Departamento de
Desarrollo Académico del CENART en diversos proyectos. Ha sido profesor y coordinador
del taller de fotografía de la ENPEG "La Esmeralda", INBA; así como profesor de semiótica
y sociología de la cultura en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Profesor de semióti
ca y pragmatismo en la Licenciatura de Educación Artística de la Escuela Superior de Artes
de Yucatán en coordinación con el Centro de las Artes de San Luis Potosí, Centenario.
2 Entrevista a Marcel Duchamp realizada por Phillipe Collin el 21 de junio de 1967. (von
Berswordt-Wallrabe, 2002: 37)
3 La noción de arte en este ensayo será usada con cierta especificidad; con este concepto
me referiré, no al arte en todas sus manifestaciones, sino más concretamente a la produc
ción artística de tipo visual y plástica que se realiza en la actualidad y que deriva del arte
conceptual de los años 70's.
como maestría, obra, buena factura, autor, originalidad, intención, crítica y
otras que han sido heredadas de la tradición occidental decimonónica y que per
miten cierto nivel de accesibilidad al arte, en los hechos prácticos -realización y
recepción-, se encuentran en un proceso constante de transformación, dificultan
do el acto interpretativo sustentado en dichas categorías y códigos compartidos
entre público y autor.
4 Esta circunstancia tiene mucho que ver con la mercantilización extrema que vive el mun
do del arte y la necesidad que tiene el mercado de ofrecer y consumir nuevos productos
artísticos; sin embargo, este tema, aunque interesante e importante para la comprensión
de la complejidad de los procesos de producción y recepción de las artes, no será aborda
do en este trabajo.
5 El término agente ha sido utilizado por ciertas investigaciones filosóficas contemporá
neas que estudian los conceptos de acción, deliberación, decisión, elección, intención,
etc., sobre todo en el marco de la teoría moral y cognitiva. Un agente racional es un indi
viduo capaz de ejecutar una acción razonada. Sobre teoría del agente ver Macmurray
(1999) y Beck (1975).
rías y códigos del arte que dificultan una interpretación literal de lo representado
como sucede en los actos lingüísticos metafóricos o irónicos.
ma no es un objeto como tal, pero al estar hecho por el hombre y al estar hecho con la
finalidad de constituirse en un medio artístico en cierto contexto del mundo del arte, es
un artefacto que tiene una unidad y estabilidad lingüística.
térprete reconoce al espíritu de los tiempos implicado en el artefacto y se recono
ce a sí mismo en aquellos aspectos familiares de la tradición que sobrevienen en
su propia historia. En este sentido, la historia de las interpretaciones específicas y
su decantación en la historia, requieren de un distanciamiento temporal entre el
momento de producción y el momento de la interpretación; distanciamiento que
garantiza la existencia de dicha historicidad interpretativa, la cual permite un
acercamiento con el artefacto que no esté mediado por la intención del autor y
sus presupuestos, sino por los prejuicios históricamente pertinentes para una tra
dición dada. Según Hans-Georg Gadamer:
8 Ch. S. Peirce, "Correspondencia con William James del 16 de febrero del 1909" traducida
en (Redondo Domínguez, 2006: 335)
cual debe ser triádica (Signo, Objeto e Interpretante) y pertinente a una tradi
ción9; dicha relación debe enmarcarse dentro de los propios márgenes de com
prensión que se posibilitan en cierto ámbito socio-cultural. El significado es el
proceso que ejecuta un intérprete en función de su ubicación en un contexto his
tórico, a partir del cual reconoce algo como signo que representa otra cosa; no
obstante, el acto interpretativo no es una mera decodificación de sistemas signifi
cativos preestablecidos al interior de dicha tradición, sino que, dependiendo del
tipo de signo a interpretar, puede darse el caso de que en cierta comunidad inter
pretativa no se hayan estandarizado las relaciones significativas para comprender
deductiva o inductivamente un sinnúmero de eventos sígnicos y, por lo tanto, el
intérprete tiene que improvisar e hipotetizar abductivamente relaciones inferen-
ciales de sentido que no se encuentran plenamente codificadas o estandarizadas,
proponiendo analogías entre paradigmas que le permitan, por ejemplo, hacer uso
de una piedra como si ésta fuera un martillo o como si fuera un arma al usarla de
proyectil; como contrapeso en una báscula; como pisa papel; como marca en un
terreno; como portería para jugar fútbol, o incluso, como una escultura u objeto
artístico, del cual no podríamos dar una descripción anticipada.
Por el otro, la presuposición de que el arte vale por sí mismo y que de
pendiendo del intérprete el artefacto puede alcanzar múltiples sentidos -nunca
inválidos mientras sean coherentes con los aspectos denotativos de dicho artefac
to y con el contexto de recepción-, aun cuando dichos sentidos sean contradicto
rios con la intención comunicativa de su autor y con los significados propuestos
por otros intérprete, deriva en una irrelevancia significativa y en una irrelevancia
comunicativa. Si una propuesta artística puede significar cualquier cosa, enton
ces, no tiene sentido teórico preguntarse por sus posibilidades comunicativas y
expresivas: por su significado.
puede usar asimismo el término decir como sustantivación del verbo decir: el decir, un
decir y, en plural, unos decires, los decires." (Ferrater Mora, 2001, p. 2924)
ficado de la oración, el de la proferencia y el del hablante son entidades distintas
que se interrelacionan en una misma acción comunicativa. Comprender cuál es el
significado de la oración y de las palabras es tarea de la semántica, pero com
prender qué se ha querido decir con cierta oración implica un análisis pragmático
que proporcione indicaciones del significado del hablante.
En ese sentido, ha sido necesaria una reflexión sobre los procesos de in
terpretación inferencial y su capacidad de producir diversas hipótesis para resol
ver, de un modo pragmático, los conflictos de inteligibilidad derivados de la pro
ducción artística contemporánea que se sustentan en la categoría de la transgre
sión, ya que se considera que todo proceso interpretativo es solo posible al inte
rior de una estructura sígnica, en la cual el intérprete establece las correlaciones
contextuales entre los diferentes signos para obtener inteligibilidad sobre aquello
que pretende interpretar.
Referencias
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la palabra y la escritura, traducción de C. Fernández Medrano. Barcelona:
Paidós.
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Tholhurst, William E. (1979). “On What a Text is and How it Means” en The British
Journal o f Aesthetics, volumen 19, No. 1, invierno, pp. 3-14.
6 Para Juan Magariños de Morentín "No hay producto más elaborado desde la memoria,
la ideología y el discurso que la historia. Por eso en ella se hace evidente el trabajo com
plejo, competitivo y constructivo de la facu ltad semiótica. A su vez, cualquier explicación
de la historia requiere, explícita o implícitamente, de los instrumentos analíticos que cons
tituyen a la disciplina sem iótica como la metodología específica para mostrar el recorrido
seguido por un acontecimiento para adquirir o transformar el carácter ontológico con el
que, en cada momento y sociedad determinados, se incorpora a la historia. Desde la pers
pectiva semiótica que sugiero, la historia no consiste en una sucesión, cronológicamente
ordenada, de acontecimientos, sino en la posibilidad de su enunciación y en la calidad que
adquieren en virtud de tal enunciación. Así considerada, la historia consiste en la identifi
cación de un cam bio entre un antes y un después, a partir del estado y las variaciones de
los sistemas semióticos vigentes al tiempo de enunciar tales acontecimientos".
En Semioticians [http://www.archivo-semiotica.com.ar/Textos.html1.
y deviene correcto en oposición al incorrecto. Ahí radica la palabra histórica in
cuestionable emanada de los aparatos hegemónicos.
Figura 4. Portadas de los libros de texto gratuito: Ciencias Sociales y Mi libro de historia de México
h) Toda cultura tiene principio-fin. Este concepto está ligado al principio de al-
ternatividad que corresponde a las alteraciones de un mismo nivel. Por ejemplo,
el binomio estructural: estático-dinámico, abierto-cerrado, homogéneo-
heterogéneo, en esa dialéctica halla su funcionamiento el libro escolar, cuyo
principio es siempre la primera lección y la última representa el cierre o el fin del
libro, en la que, o se dan esperanzas de mejorar la situación económica, política y
social del país, o se responsabiliza al niño-lector de resolver todos los problemas
que le ha dejado su historia, véanse las imágenes.
Dinamismo de la memoria colectiva seniiótico-dUcur&iva.
principio y fui
En otras palabras, para que exista el espacio semiótico, como tal, es nece
sario el diálogo entre los diversos lenguajes y no-lenguajes, entre la cultura y la
no-cultura, entre lo heterogéneo y lo homogéneo. En esta dialéctica, lo amorfo se
vuelve formado, el no-signo se convierte en signo, el no-texto en texto, lo diverso
en la unidad. Así, Lotman destaca los diversos aspectos, que son los rasgos bási
cos del complejo sistema semiótico que define como cultura; su principal función
es la memoria y su rasgo fundamental es la auto-acumulación.
Dentro del campo de la semiótica visual, señala Haidar tres grandes áreas
de producción de los sistemas visuales:
b) y los textos visuales, las imágenes: códices, pinturas, grabados, dibujos, foto
grafías, líneas del tiempo y mapas que han servido para ilustrar el libro de
texto, en el entendido de que cualquier imagen visual es fuente de informa
ción. El conjunto del texto verbal y del texto visual, da como resultado el tex
to verbo-visual, al que hemos denominado: unidad mínima de sentido de se
gundo grado, de la dimensión semiótico-discursiva.
1- Iconosfera fundante.
2- Iconosfera fundada.
4- Fronteras-filtros bilingües.
Espacio-Escenario Mexica
Tiempo Conquista
(T1+E1=tiempo-espacio histórico)
(tn+en= tiempo-espacio libro escolar)
(T1-tn+E1-e1= PSD del SCC)
Referencias
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communication critique” en Sign Systems Studies, Vol. 27, Estonia: Tartu Uni-
versity Press.
Los jóvenes y las TIC.
Aprendizajes posibles en la escuela
Lic. María Luján Barrionuevo1.
Cátedra Semiótica FPyCS - UNLP.
1. Introducción
La inclusión de Tecnologías de Información y Conocimiento (TIC)2 en
las escuelas secundarias públicas es un acontecimiento que pone de manifiesto
las contradicciones institucionales existentes en la concepción del conocimiento
y el aprendizaje. Esta problemática se cruza con las reflexiones teóricas desarro
lladas en el proyecto “La Universidad de la Calle” (Cf. Magariños, 2010), del
cual nos nutrimos para enfocar la crítica hacia las formas y contenidos de la edu
cación formal, ampliar conocimientos sobre la educación no formal e informal,
aportando elementos que complejicen y enriquezcan los saberes vinculados a la
“Pedagogía de los sectores populares” (Cf. Gutiérrez Perez y Prieto Castillo,
1994).
Las diversas pantallas con las que interactuamos en la vida diaria, en es
pecial las jóvenes generaciones, son generadoras de aprendizajes, que pueden ser
independientes de toda formalización o sistematización. Pueden utilizarse en
cualquier momento o lugar, implican aprender comportamientos, modos de vin
cularse con el entorno, con otras personas, que siendo rechazados como enseñan
zas, se constituyen sin embargo, en mediadores de aquellos sentidos vinculados a
lo gregario, lo prohibido, lo innecesario, ocioso, pero que resultan altamente sig
nificativos en la sociedad actual.
2. Revisión de antecedentes
En una línea crítica sobre la SIC, Rosalía Winocur advierte que la forma co
mo se plantea el tema por parte de los Estados en América Latina se encuentra
ligada a la responsabilidad de generar políticas de inclusión digital y especular
sobre su impacto social, político, cultural y económico como estrategia de desa
rrollo. Según la autora, prevalecen interpretaciones plagadas de supuestos erró
neos sobre el acceso y apropiación de las TIC que operan tanto en los programas
de alfabetización digital como en parte de la producción académica sobre el te
ma. Dichos abordajes se relacionan más con el pronóstico que con el diagnóstico,
panorama que restringe las posibilidades de investigación y estudio de las apro
piaciones cotidianas de las TIC en diversas realidades socio-culturales y en inter
acción con las políticas vigentes. Sostenemos en este trabajo que el acceso a las
TIC se ve mediado por las representaciones sociales de cada grupo o segmento
social que resignifica la experiencia por otras formas de socialización tecnológica
en el trabajo, la escuela, la familia y el uso de otras tecnologías mediáticas, pro
pias del hábitus de cada grupo.
[...] 1) no hay semántica sin sintaxis (lo que no implica afirmar la equi
valencia entre una y otra); 2) todo lo efectivamente dicho se correspon
de con una posibilidad de decirlo preexistente (esto equivale a decir
que todo texto proviene de un sistema pertinente, el cual, al menos
desde un punto de vista lógico, antecede a dicho texto), por lo que, a
partir de lo efectivamente dicho puede inferirse el sistema sintáctico-
semántico de donde procede, y 3) que estas posibilidades de decir no
son individuales sino que se comparten con la comunidad a la que per
3Miembros del equipo: Dir. M. Luján Barrionuevo. Docentes Investigadores: Martín Ba-
rrionuevo y Marcos Rodríguez. Estudiante colaboradora: Anahy Palomeque.
tenece dicho productor del texto (en cuanto el productor de cualquier
texto comparte alguna, al menos, o, por lo general, varias de las "For
maciones Discursivas" vigentes en tal comunidad). La recuperación de
estas "Formaciones Discursivas" es uno de los objetivos principales de
la metodología semiótica que aquí se propone4.
Como se observa aquí, "Lo negativo es que hay profesores que van al
aula sin ganas o sea no les importa demasiado si el alumno aprende o no " (Es
tudiante del 1er año, Prof. de Educación primaria, 18 años). La relación es tan
significativa que se identifica, directamente, a la escuela con la actuación de los
docentes, la escuela “es”, en buena medida, lo que los docentes “son”.
Otro aspecto negativo tiene que ver con profesores que en sus prioridades
está el factor económico antes que el educativo, esto se aprecia en enunciados
como: “hay profesores que van por el sueldo y se dedican a contar sus vidas en
un aula en vez de enseñar” (Estudiante de 1° año, Prof. de Educación primaria,
18 años).
Si bien prevalecen sentidos que destacan el poco uso de las TIC dentro de
la escuela, afirmando a veces directamente que no se usan, también se señala la
falta de promoción o estímulo del uso fuera de la escuela para realizar tareas
educativas como buscar información o producir diversos tipos de textos.
“En el nivel superior creo que se usa un poco más las TIC que en el se
cundario, ya que por ahí hay que hacer algún trabajo a través de ellas”.
(Estudiante de 1° año, Prof. de Educación primaria, 21 años).
“Estuvo buena la investigación que realice con TIC, fue acerca de Ar
gentina en 1976, porque me enteré de cosas que hasta ese momento ig
noraba” (Estudiante de 2° año, Prof. Ed. Especial Neuromotores, 23
años).
4. Interpretación de resultados
La actuación docente se torna central para los estudiantes al momento de
hablar sobre sus experiencias en la escuela; tanto en lo que respecta a aspectos
positivos -en términos de experiencias de aprendizaje o vínculos- como a aspec
tos negativos de similar orden. Dicha centralidad no se refiere a un lugar divini
zado del profesor, como monopolizador del saber o como único protagonista
activo en los procesos escolares de enseñanza-aprendizaje, sino como agente
directo y decisivo en el éxito o fracaso de lo que sucede día a día en las aulas.
Al realizar una lectura general del rol docente y las significaciones que sobre
el mismo construyen los estudiantes, consideramos que las innovaciones pedagó
gicas planteadas en los diseños curriculares y en las políticas educativas, en gran
medida dependen de las prácticas docentes y la capacidad reflexiva sobre las
mismas. De aquí que la inclusión de las TIC puede consistir en una modificación
realmente sustantiva, en tanto y en cuanto, sean los profesores mediadores de
dichos cambios. De lo contrario, puede que las TIC, lejos de potenciar nuevos
lenguajes y subjetividades, corran el riesgo de quedar relegadas, negadas, en el
currículum real constituyendo nuevos elementos del currículum oculto.
5. Conclusiones
Las formas propias de la modernidad de concebir el conocimiento, se
imprimen fuertemente en las prácticas escolares, prescribiendo modos de interac
ción y uso de las TIC subordinados a las lógicas en las que tradicionalmente se
utilizó el libro impreso (Martín Barbero, 2002), es decir como un dispositivo
ordenador de los saberes legítimos, de modo que las nuevas formas hipertextua-
les y los lenguajes multimediales pueden percibirse como desordenamientos dis-
ruptivos o amenazantes. Ese temor que experimentan muchos docentes al desor
den en sus múltiples formas: lingüística, institucional, de los escenarios y tiem
pos educativos (Orozco, 2002), lleva en muchos casos a optar directamente por el
no uso de las TIC en la enseñanza, tal como referencian gran parte de los estu
diantes entrevistados.
Referencias
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docentes”. Buenos Aires: UNESCO IIPE (Sede Regional del Instituto
Internacional de Planeamiento de la Educación).
Los bordes semióticos acerca de una metasemiótica del
cambio: una renovada lectura/propuesta sobre
los procesos de intervención en organizaciones
En este sentido se debe expresar que todo texto (desde un sentido laxo y
no desde el específico sentido que se le propone a partir de la semiótica cogniti-
va, que guía la confección de este trabajo), que versa sobre el proceso de la plani
ficación, implica, al momento de describirlo, la utilización de los términos inter
vención, racionalidad y transformación. En efecto, ya desde la naturaleza crea-
cional (si se me permite la expresión) de la mencionada tarea se deja en claro que
la misma se trata sobre un tipo de intervención, que regida por la implementación
de determinada racionalidad de acción, al partir de una serie de actividades, me
dios y recursos, se dirige a la transformación de determinada realidad, de una
determinada Institución (Ander-Egg, 1995: 24-25).
Por lo tanto, puede decirse que, hablar de planificación, nos refiere nece
sariamente a un marco teórico, conceptual y metodológicamente operativo, que
manifiesta la(s) asignación(es) de significado(s) a determinado(s) fenómeno(s), a
partir de determinada(s) enunciación(es), que surge(n) de un determinado grupo
social, de acuerdo a determinado tiempo histórico (Ander-Egg, 1995: 27-29).
Ahora bien, la presente definición resulta vaga para los fines analíticos
que se llevarán a cabo aquí. Por lo tanto, buscando mayor precisión expositiva,
debe decirse que: a) hablar de racionalidad o economía de acciones implica nece
sariamente referirse a relaciones o ejercicios de poder (Foucault, 1999: 112-125),
que atraviesan dichas acciones para b) mediante una estrategia, introducir cohe
rencia, jerarquización, dirección y gobierno (pensados estos como métodos para
que ciertas acciones puedan estructurar el campo de otras acciones) sobre objetos
y comportamientos de sujetos (Cf. Foucault, 1983), con lo cual: c) se pretende
alcanzar una transformación, emprendiendo entonces un proceso metabólico2 en
el que una forma-significada en función significante agotada, resulta, en una
forma-significada en función significante eficaz, para: d) canalizar, o mejor di
cho, darle cierta clase de entidad al devenir ininterrumpido de una organización,
esto es, generar, a través del estadio de transformación, una semiosis disponible,
reconocida y aceptada como eficaz, para explicar una realidad-enunciado dada
(en tanto ya expresada) y proyectar una nueva realidad-enunciado satisfactoria
(en tanto nuevas posibilidades de expresión) (Magariños, 2008: 187-193).
Por esto mismo, entiende que debe comprender como válido todas las
enunciaciones que surgen como explicación de lo que sucede en la organización,
y no subestimar las semiosis expositivas que provienen de los espacios no jerár
quicos. Asimismo, relativiza el valor absoluto del saber científico, aunque lo
considera preponderante frente a otros conocimientos dentro de la organización.
A su vez reconoce que los objetivos programados en la intervención responden a
quien gobierna, renunciando por lo tanto a creerlos objetivos, y abandona así una
postura tecnócrata, para asumirse un tecnopolítico, que comprende su mediación
en el proceso de intervención, el cual siempre es conflictivo y plantea una pugna
de visiones e intereses.
Y aunque se crea que las cosas, en este caso la realidad, existe indepen
dientemente de quien la construya, ella resulta imperceptible para la raza huma
na, y solo es inteligible en el momento en el cual un humano se la comunica a
otro, por lo tanto, la nombra, construye y deferencia. En sí, no existe más reali
dad que aquella que los hombres constituyan, signifiquen y validen colectiva
mente, de acuerdo a cierto momento histórico (teniendo en cuenta en esta cons
trucción, claro está, los acuerdos, las desavenencias, las imposiciones, las pujas,
los choques, las luchas de poder, etc.) (Foucault, 1992: 7-31).
Sin embargo, aún con el trabajo del acuerdo político y el desarrollo en
dógeno de los grupos que conviven en la organización, se descuida, o se recae, en
ese acuerdo, como algo más o menos estable y no se tiene en cuenta sus propias
transformaciones, futuras oposiciones y diferenciaciones, sin olvidar que, en la
mayoría de las oportunidades, se fuerza dicho acuerdo político, sobre la base de
lo que ha conceptuado quien o quienes llevan a cabo la intervención, quien o
quienes, en definitiva, han establecido cuáles son los problemas que atraviesan a
la organización.
Frente a lo expuesto, a continuación propongo una construcción/reflexión
teórico-metodológica, sobre operaciones semióticas, necesarias y suficientes,
para abordar y realizar una Intervención en las distintas organizaciones sociales.
Como entiendo que no se puede disociar una postura teórica (el estudio
de la facultad semiótica y de los significados que su aplicación produce, interpre
ta y transforma) de las metodologías de acción que se ejercen para un análisis
(esto es, la aplicación de métodos metasemióticos para el abordaje y estudio de
los fenómenos sociales, y los modos de construcción con los cuales los constitu
yen, a aquellos, los grupos sociales) es que abarcaremos el aporte más específico
de este trabajo desde el mismo punto, es decir, al ir diseñando la propuesta se
miótica de intervención iremos observando como aparece en el mismo, la facul
tad semiótica humana (Magariños, 2008: 48), en esta clase de procesos.
4 Al momento de realizar este trabajo, no se había producido la expropiación por parte del
Estado Argentino de la empresa Repsol-YPF, ocurrida en el mes Abril de 2012, y, por tal
motivo, no se tiene en cuenta en este análisis. No obstante, la mayoritaria aprobación
nacional que hubo de dicho proceso de apropiación puede explicarse por lo sostenido en
cio del sector energético argentino, lo hizo sobre una base social que valoraba
como eficiente y eficaz en su actividad a esta empresa nacional. Eso causó que la
Marca-Argumento nunca pudiera ser totalmente aceptada y sustituir a su antece
sora, a tal punto que, la empresa, en su Marca-Argumento, comenzó a comuni
carse simplemente como YPF omitiendo Repsol. Si bien la misma fue privatiza-
da con argumentos económicos, y sin oposición política de las grandes masas, lo
que denuncia su valor social es que la Marca-Argumento YPF estaba vigente en
el acervo-memoria cultural nacional con una estimación positiva, esto es, su for
ma no estaba deteriorada.
RBRTOL
YPF ___________________
estas líneas, funcionando así como una comprobación más de las ideas propuestas en este
escrito.
valores discursivos, con la Marca-Argumento que se pretende construir e insti
tuir), pero no desde la mera empatía con la que éstos buscan (cuestión heteróclita
si las hay), sino desde las formas agotadas que ya no son aceptadas, esto es, sen
cillamente, que ya no son pensables como válidas, probables, creíbles, con res
pecto a esa Marca-Argumento.
Es decir, solo desde aquello que está en los bordes y aún subsiste como
pensable válido, creíble, es que puede producirse significación transformadora.
Allí las herramientas teórico-metodológicas, de la semiótica como disciplina,
deben actuar para localizar y explicar, mediante mapas contextuales que detallen,
de las significaciones vigentes (Magariños, 2008: 174-186), cuáles son las for
mas efectivamente agotadas (o que están agotándose) y qué persiste de ellas,
desde los bordes de las mismas, desde aquellos elementos que han sobrevivido y
han sido la causa, como germen del cataforismo degenerativo, de las formas sig
nificativas ya no válidas, ya no creíbles. Solo desde dicha localización (de cuáles
formas están agotadas) y explicación (por qué lo están), se pueden construir nue
vas semiosis diferenciales e identificatorias, que generen sustitución y superación
(Magariños, 2008: 27-28) en términos de Marca-Argumento, en términos de
su(s) novedad(es), en términos de nuevas propuestas de conocer e identificar una
Marca Argumento.
Procedimiento analítico
1. Análisis del discurso icónico, indicial y simbólico, o aquel que resulte de sus
posibles combinatorias, del grupo o sector social al que se dirige discursiva
mente la Marca-Argumento que se pretende crear y/o modificar.
4. Recuperación histórica con los significados sociales que dicho grupo o sector
social en estudio, ha construido o relacionado con la Marca-Argumento que
pretende crear y/o modificar.
Procedimiento metodológico
Como dije en el caso anterior, solo el trabajo de las formas agotadas con
lleva la transformación; en otras palabras, la contradicción y/o la crisis, surgen a
raíz de las consecuencias de las formas agotadas, que, asimismo, dan lugar, o le
permiten la emergencia a la transformación. Cualquier otro tipo de trabajo es,
insisto nuevamente, una imposición sin superación, formas que se sostienen sor
das, reproducciones estériles que no hacen historia, no inscriben nuevos signifi
cados, no formulan nuevas semiosis; solo se pronuncian una y otra vez como
ecos huecos o se caen por el peso de su propio volumen, al carecer de sustento en
el (los) mundo(s)-enunciado(s) vigente(s), y, consecuentemente, en sus posibles
desarrollos (Magariños, 2008: 420-425).
• Procedimiento analítico
Referencias
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aerolineas-argentinas
Algunas preguntas básicas orientan las reflexiones que aquí vertimos. Por
ejemplo, ¿es posible interpretar un signo producido por una cultura de la que solo
existe evidencia material? ¿Es posible acceder, a partir de esa materialización, a
los mundos interpretativos posibles que lo han producido?, ¿ese ejercicio inter
pretativo, el cual el ser humano por naturaleza no puede dejar de generar espon
táneamente, es diferente al de interpretar un signo producido en contemporanei
dad con quien intenta interpretarlo?, ¿cuál es la diferencia entre una y otra ins
tancia?, ¿cuáles son las posibilidades de responder estas preguntas desde la se
miótica?
En este sentido, para poder explicar mejor la importancia del signo (y,
por supuesto, su relación con el proceso de interpretación) consideramos apro
piado revisar sus principales categorías en torno a su producción, y considerarlo
luego en relación a esas dos instancias: la de la arqueología por un lado, y la de la
comunicación organizacional por el otro.
3 F u n d a m en to
Que tam bién es signo, o sea Algo
(Para alguien, por algo y en alguna relación)
4 Eco utiliza las referencias estandarizadas entre los estudiosos de Peirce, para referir a los
Collected Papers (CP). Los números que se incluyen corresponden al volumen (5 en el caso
citado) y el número de parágrafo correspondiente (484).
5 Si bien sostener que el "Objeto Inmediato es interno" es un concepto válido, y propuesto
por Peirce, la cita de Eco es equívoca, pues no existe el parágrafo 8.534, dado que la obra
Peirce considera que es el objeto el que tiene buena parte de responsabi
lidad en la determinación de la significación del signo:
Si hay algo real (esto es, algo cuyas características sean verdaderas de
ello independientemente de si tú o yo, o cualquier hombre o número de
hombres las pensamos como siendo características suyas o no) que se
corresponda suficientemente con el objeto inmediato (el cual, puesto
que es una comprensión, no es real), entonces, ya sea identificable con
el 0bjeto estrictamente así llamado o no, debería denominarse y nor
malmente se denomina, “objeto real” del signo. Por alguna clase de
causación o influencia debe haber determinado el carácter significante
del signo (Peirce, 2008:82).
En otro lugar (Cf. González Pérez, 2012) hemos trabajado con mayor
profundidad las maneras en las que Magariños ha presentado a la semiótica como
ciencia o como metodología a lo largo de su obra escrita. Sin embargo conside
ramos apropiado hacer alguna breve mención aquí al respecto. Él sostiene explí
citamente que la semiótica no puede ser una ciencia, al menos, desde la perspec
tiva peirceana, porque si todo es signo (como se interpreta a partir de la obra de
Peirce) entonces “todo” sería objeto de esta ciencia, y con este razonamiento
nada podría constituirse en objeto de estudio, diferencial y específico, que le
permita lograr una autonomía particular y el estatuto de ciencia. Por ello, y de
manera más cautelosa, la propone como una metodología. Recurre a dos argu
mentos para justificar que todo es signo desde la propuesta peirceana: la defini
ción de recurrencia de las partes integrantes del signo (que a su vez son conside
radas como signos), y la capacidad de que un signo cree otro nuevo, y de que en
su comunicación genere tantos interpretantes como aquellos que puedan llegar a
incorporarlo, creciendo. Estos dos aspectos están implícitos en el concepto de
“semiosis ilimitada ”6 de Peirce. Siguiendo a Magariños, como la semiótica pro
porciona un enfoque y un conjunto de instrumentos específicos y pertinentes, se
sitúa como un método adecuado para explicar los procesos de significación en las
ciencias sociales y cómo esos significados se producen, se comunican y se trans
forman. Este es otro motivo que lo impulsó a proponerla como una metodología.
Pero lo que aquí nos interesa decir, antes aún del desarrollo de una semiótica
específica o particular que permitiera analizar esas imágenes de manera específi
ca, es que el signo cumple una función de anclaje entre diferentes aspectos (tem
porales, espaciales, materiales, sociales, etc.) que precisan ser explicados por la
arqueología a partir de una interpretación, que intentará aproximarse a aquella
que pudieran haberle asignado sus productores en el momento de su creación.
Sostenemos que esta interpretación no puede ser otra cosa más que una hipótesis.
Fundamentamos:
8 Nos referimos a las etapas consideradas en la Guía elemental para diseñar un proyecto
de investigación: descripción del tema y planteamiento del problema; elaboración del
marco teórico pertinente; formulación de hipótesis teóricas; metodología (con su corres
pondiente marco teórico metodológico, planteo de un corpus necesario y pertinente y de
las operaciones que permitirán su abordaje); la bibliografía que se utiliza; y las conclusio
nes. Esta guía ha sido planteada por Magariños de Morentín (2008:62-89), y el esquema
subyace a casi toda su propuesta semiótica.
procesos darán lugar a explicaciones parciales, que, en su desarrollo, permitirán
una aproximación a los fenómenos involucrados.
Identificación
12 La traducción es nuestra del original: "[...] is simply a contour that marks a discontinuity
in depth [...]" (Marr, 1982:218).
Atractor cuerpo del sacrificador . Atractor cuerpo de felino
Interpretación
13 "A symbol, once in being, spreads among the peoples. In use and in experience, its
meaning grows. Such words as force, law, wealth, marriage, bear for us very different
meanings from those they bore to our barbarous ancestors" (CP 2.302).
cualquiera14 ¿es posible interpretar un signo producido por una organización? Ese
signo (o conjunto de signos) ¿puede ser interpretado de la misma manera por
quien pertenece a la organización como por quien es externo a ella? ¿Es posible
acceder, a partir de esa materialización, a los mundos interpretativos posibles que
lo han producido? ¿La operación de interpretación en las organizaciones es dife
rente a la de los signos en arqueología? ¿Por qué? Entre estos cuestionamientos,
¿qué función cumpliría la semiótica? ¿Qué podría aportar? ¿Cómo se desarrolla
ría una operativa semiótica específica en las organizaciones?
14 Y en tanto tales, con la posibilidad de estar atravesadas por diferentes rasgos institucio
nales (siguiendo a Schvarstein, 2004).
ción ontológica del sujeto) la transformación de cada uno de los tres
elementos es constante, de modo que cualquier identificación que se
pretenda es instantánea y ya histórica, apenas enunciada. Puede descri
birse la dinámica de las interrelaciones, proyectada hacia la inmediata
transformación futura o recuperándola desde la inmediata transforma
ción ya cumplida, pero no puede enunciársela como estando ocurrien
do, porque apenas enunciada, y como consecuencia de tal enunciación,
ya es otra.
De manera que, en esta corta historia semiótica (en unas semanas que
pudiera llevar un diagnóstico organizacional, o en el brevísimo lapso que nos
llevó escribir este párrafo), ya ha transcurrido tiempo, y, por lo tanto, se ha in
corporado la posibilidad de transformación de las significaciones vigentes. Inme
diatamente enunciado, el fenómeno referido (el diagnóstico organizacional o lo
referido en la cita de Magariños de Morentín) ya no es el mismo. La operación de
interpretación en relación a los fenómenos comunicacionales en una organización
consistirá en describir los comportamientos que ésta involucra y en explicar (la
intervención y el resultado de) esos comportamientos. En el ejemplo que veni
mos desarrollando, el de la comunicación en una organización determinada, esta
interpretación se realizará a partir de lo que esté propuesto para un destinatario, a
partir de imágenes, comportamientos y objetos, y palabras (escritas y en manifes
tación oral), o la combinación generada entre ellas. Quien investigue la comuni
cación de una empresa, de un ámbito gubernamental, de un museo, o de la orga
nización que fuere, deberá aproximarse a la descripción y entendimiento de los
objetos (nos referimos a una concepción más próxima a la idea de objeto dinámi
co peirceano) que permiten (o “motivan " en palabras de Peirce) la creación de
los signos vigentes en esa determinada organización, en un momento determina
do. Por lo tanto, al igual que en arqueología, la interpretación en las organizacio
nes estará vinculada a la aproximación de los mundos semióticos posibles a partir
de un fenómeno organizacional (su comunicación, por ejemplo).
Identificación
Reconocimiento
5. Conclusiones
En el planteo de cómo pensar la interpretación, en cuanto una operación
específica, hemos presentado esas posibilidades en relación, primero, a la arqueo
logía, y luego a la comunicación en las organizaciones, de manera de reflexionar
sobre dos alternativas diferentes. Sin embargo, en cada instancia hemos conveni
do en la necesidad de generar hipótesis para su explicación, considerando a la
interpretación como operación, y a la importancia del objeto. Pensamos en la
abducción, concretamente, cuando nos referimos a generar hipótesis.
Pero además, y siguiendo a Sebeok y Umiker-Semeok (1994), quienes
recuperan de Peirce la idea de que la abducción es omnipresente, y al describir
algo realizamos una proposición que
16 La traducción es nuestra del original: "(...) Namely, we have to distinguish the Immediate
Object, which is the Object as the Sign itself represents it, and whose Being is thus depend-
ent upon the Representation o f it in the Sign, from the Dynamical Object, which is the Real-
ity which by some means contrives to determine the Sign to its Representation" (CP 4.536).
tar aproximarnos al momento de interpretar un signo, y más aún al momento de
intentar explicar por qué produce una determinada significación y no otra.
6. Referencias
Baldini, Marta y González Pérez, Carlos Federico (2012). “Exploración interdisciplina
ria de los diseños Aguada Portezuelo desde la semiótica de la imagen material
visual” en 10° Congreso de la Asociación Internacional de Semiótica Visual.
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http://www.winchkler.com.ar/Berkeley.htm (Accedido el 26/09/2010).
Fragmentos semióticos: concepciones
y cambios en el folklore santiagueño
Lic. Roxana Velarde1
Universidad Nacional de Santiago el Estero, Argentina
2 Juan Magariños de Morentín entiende "mundo" como: "los fenómenos o entidades del
entorno según el modo como se han hecho semióticamente perceptibles". Y al "entorno"
como "todo lo que rodea a un organismo, tanto lo percibido como lo no percibido" (Maga
riños, 2009).
acontecimiento diferenciable o identitario en el conjunto de los hechos sociales
que fijan tipos específicos de procedimientos y acciones, expresados en mensajes
que se emplean pragmáticamente en una comunidad, en un tiempo y espacio. El
folklore se encuentra en la estructura cognitiva y material de la comunidad con
formando un código convencional que da significación a las formas de sus enun
ciados, en metacódigos regulativos condicionados por las normas que definen
nuevos modos de comportamientos. Por lo tanto, el mensaje es actual e histórico.
Es actual porque incorpora y asimila nuevas miradas, acciones que se integran
lógicamente a la “estructura significativa homóloga” pre-existente. La tradición
folklórica tiene la capacidad de conservar significados de tiempos ancestrales. El
anclaje del folklore en el pasado conlleva a valorar lo antiguo, y buscar las hue
llas o marcas que lo hacen fiable y auténtico como resultado de un proceso en
construcción continua y/o discontinua. Sobre este marco, Magariños (2007) afir
ma que “toda creación es la transformación de un conocimiento previo”. En ello
subyace que “la historia es la emergencia del cambio”.
3 "La humanidad, la facultad semiótica y la historia del entorno". Ponencia presentada por
Juan Magariños de Morentín, en el VIII Congreso Nacional y II Congreso Internacional de la
Asociación Argentina de Semiótica. 7-10 de noviembre del 2007. Rosario, Argentina.
relaciones que dan lugar a una creciente “transformación del entorno en el mun
do”. De igual modo, el estudioso se ubica en el mundo óntico y advierte, que las
transformaciones cognitivas se encuentran en la historia de las enunciaciones que
el ser humano puede expresar de acuerdo al estado histórico de sus sistemas se-
mióticos.
4 El borde semiótico se constituye "a partir del campo propio construido con la explicación
del significado de los fenómenos sociales (estado vigente de representación/interpreta
en un borde 1, porque el objeto de estudio ya no es una unidad empírica sino una
semiosis. La modalidad en que se percibe semióticamente el objeto de estudio, a
partir de lo que permanece, lo que cae en desuso (Borde 2) y lo que cambia (Bor
de 1) en enunciados, donde reside lo percibido (mundo semiótico anterior) y lo
que se percibe (mundo semiótico).
ción). Se alcanzan sus bordes como delimitación originada a partir del límite a la vigencia
de las operaciones de producción, interpretación y transformación en el campo propio de
las significaciones disponibles" (www.magarinos.com.ar).
5 El texto es "Discurso sin semántica [....] fenómeno existencial o percibible de relaciones
sintácticas" (Magariños, 2008).
zación histórica comienza una pérdida de competencia de los sujetos que la
producen.
3. El sujeto y su identidad
Desde la Semiótica de los Bordes (2008), en el sujeto productor e intér
prete converge pensamiento, semiosis y mundo, elementos que en su dinámica
proyectan el pasado, presente y futuro esperado. El folklorista afirma que su pro
ducción deviene de sus experiencias y emociones fundamentalmente por eso -
parafraseando a Magariños- el significado resulta de situaciones en el tiempo y
espacio, lo que permite reconocer al sujeto en “instancia de tránsito”. Por lo tan
to, ayuda para el análisis del sujeto productor comentar algunos datos biográficos
que, de alguna manera, enmarcan trayectorias discursivas que se objetivan en la
colectividad y colaboran en el proceso de conocer rasgos identitarios de la san-
tiagueñidad.
Elsa Corvalán
Felipe Rojas
‘Cuti’ Carabajal
Pedro Navarrete
Enrique Marquetti
Marcelo Mitre
Horacio Banegas
“Toño” Rearte
Tiene mucho que ver en ello el ambiente familiar en donde, quizás sin
intención alguna, se orientó un don natural, manifiesto desde la infancia durante
las veladas en el campo, espacio de socialización y, a veces, único, de entreteni
miento, o en las tardes y noches de guitarreadas en patios recién regados. Pero,
principalmente, es el sentido musical el determinante para que, aún siendo niños,
desplieguen su capacidad cantando y hasta construyendo sus propios instrumen
tos como la escala de botellas y el primer violín de don Sixto o la guitarra sache-
ra de Elpidio Herrera6.
Esa misma fuerza impulsora es la que hará vencer los diferentes tipos de
dificultades como las relacionadas con el trabajo, la familia, lo económico que
puede ocasionar la interrupción de la carrera artística o demorarla por falta de
apoyo o incidir en la calidad de las obras y según sea el contexto, políticamente
democrático o autoritario.
6 En 1971, Elpidio Herrera crea la sachaguitarra que reúne los sonidos del charango, violín
y guitarra.
En su obra y según nuestro recorte temático, estos folkloristas que van de
los 60 a los 24 años le escriben a su tierra, paisaje (río, monte, jumial, salinas,
desierto), campo, ciudad, barrio, rancho; pobreza, al hombre, familia, amistad,
infancia, pueblo, oficios primarios; amor, dolor, sufrimiento, soledad, recuerdo y
olvido; cotidianeidad, vida/muerte. Pasan de la intuición y conciencia a la volun
tad, filosofía, ética y religión; de la artesanía sensible y espiritual a la formación
estereotipada; de una búsqueda por reflejar la realidad santiagueña a la expresión
de su mundo interior. Ello conlleva interpretación, traducción, valoración de lo
real que muestra su actitud ante las cosas.
7 Las expresiones en cursiva y entre comillas son conceptos extraídos de los propios agen
tes, en el momento de la entrevista. Las frases entre corchetes y en cursiva son agregados
de la redactora del artículo.
El folklore es una tradición y un costumbrismo que se canta. Es la crea
tividad artística musical y todas las ramas del arte están involucradas.
Folklore no es únicamente el que se canta con letra y música. Es arte,
poesía, tradición, comidas, actitudes, una forma de vida. El folklore es
santidad, es un lenguaje que asume tu personalidad. Comprende len
guaje, paisajismo, personajes reales y míticos, costumbres. En Santiago
la tragedia se baila y la tristeza se canta, eso lo vemos en los rezabailes,
en cuanto manifestación costumbrista de nuestro campo. En el canto
están esas coplas de olvido y añoranza que tanto siente el santiagueño
(Rojas, Felipe).
Al leer con atención los conceptos que anidan en el mundo del pensa
miento de nuestros mediadores de cultura santiagueña se puede diferenciar en el
estadio de la palabra, el tiempo de la razón en filosofía de vida (arte popular, ser
uno mismo) integrado con el tiempo de la creencia (tradición, religión, idiosin
crasia); tiempos mediados por la experiencia y un sentido ‘sacro’ de lo propio,
percepción unida a sociedades pre-modernas. El efecto emocional traducido en
ontopatía8 se hace presente en el tiempo de la memoria del santiagueño. Ante la
distancia temporal se reconstruye una imagen utópica de lo vivido que rememora
la infancia, el barrio, la familia, etc. En ese pasado parece encontrar su identidad.
8 Magariños entiende por ontopatía: "la constatación emocional de la presencia del mun
do que existe para nosotros, como sentimiento; sólo podremos compartirlo, en una pe
queña parte, configurando nuevos lenguajes no-convencionales" (op. cit. 2009: 7).
Entre los de 35 y 45 años se considera que:
Lo que significa llevar el folklore en la sangre. Vos, yo, todos los inte
grantes de este bioma llamado Santiago del Estero, tenemos en nuestras
partículas atómicas [...] átomos de chañar, de algarroba, de la tierra,
del salitre, del río, de la fauna y flora. La tierra habla con nosotros. Y
nos seguimos aferrando a la chacarera, al ritmo. No se ha perdido todo.
Por más que los colonos con su gran cruz católica han querido cambiar
todo y no han podido. La tierra ha seguido cantando con una determi
nada voz (Barraza, Dito).
La chacarera es una hermana mía, un hermano mío. Amo tanto eso que
siento que una chacarera es un decir, [...] un contar de cosas muy ínti
mas mías, muy emparentadas conmigo. La chacarera es una parte fun
damental en mi vida. La chacarera es lo que más nos identifica, aunque
la vidala es más vieja según dicen (Mitre, Marcelo).
Se la concibe como una parte fundamental del folklore que expresa una
filosofía de vida práctica, que habla de cosas profundas, asociadas al mito y la
religión. Histórica y musicalmente se la liga a ritmos africanos por lo que se dice
que tiene una cadencia étnica, esa medida del sonido que regula el movimiento
de la persona que danza, cuyo ritmo nos representa y la constituye en la preferida
de los bailarines. Si bien su origen es incierto, puede decirse que proviene del
cancionero popular anónimo. En su evolución toma elementos quichuas para su
letra, africanos para su ritmo y español para sus movimientos dancísticos. Su
expansión y difusión se produjo desde zonas rurales de la provincia por eso los
santiagueños se consideran responsables de la misma. El solo oírla despierta
emociones entrañables que activan los sentidos y la memoria del cuerpo reno
vando el sentimiento de pertenencia al lugar donde uno ha nacido, a un hogar, a
los valores aprendidos en su seno, que se conjugan en la dualidad tristeza/alegría.
Se puede decir que la chacarera es una composición única que define un rasgo
esencial de un pueblo que a través de ella quiere hacerse comprender, sintetizan
do drama y alegría.
Las chacareras de los años 50’ y 60’ son’ más regionales testimoniales,
picarescas, ese tipo de chacareras se ha ido perdiendo (petizo, almamu-
la) [en la escucha, paso de moda] (Rearte, Toño).
Para mí es muy importante por todo lo que dice. Me identifico con ella
por el mensaje que tiene añoranza: dolor, inquietud. Es un padre nues
tro (Barraza, Dito).
Yo tengo una canción con Julio Fontana que habla de esa necesidad, de
ese deseo, de pegar la vuelta. Y bueno, porque uno ha andado tanto, ha
caminado tanto, es que está buscando de vuelta ese recuerdo, esos luga
res, la familia, “el pueblo azul que ha dejado la infancia” como dice
uno de los versos en “Las ciudades invisibles” de Ítalo Calvino.
11 En la tesis doctoral se analiza un corpus de chacareras, que muestra este resultado par
cial.
6. A modo de reflexión
Si el folklore es un proceso que construye el presente en el pasado, pro
pio de un lugar sustentado en una racionalidad cotidiana unida a la memoria vi
vida y renovada, es posible afirmar que, las condiciones objetivas de vida condi
cionan la recreación simbólica del tiempo pensado en relación al tiempo vivido
en el mundo. Lo folklórico, lo diferente, lo propio exige resistencia cognitiva al
cambio, a lo nuevo para poder existir, pues esta se distingue en el pasado, en sus
tradiciones. Al tiempo que, la tendencia contemporánea de integración da lugar a
los aportes de la Semiótica de los Bordes (Magariños, 2008). Es decir, la dialécti
ca entre pensamiento, semiosis y mundo define el sistema de interpretaciones
emergentes de enunciados ubicados en un tiempo y espacio reconstruyendo las
identidades situadas entre límites, posibilidades, lugares comunes, transiciones,
alcances, hibridaciones continuas y/o discontinuas que configuran mediante la
dinámica de las semiosis la diversidad genérica, la emergencia de enunciados que
transitan en las nuevas concepciones, procesos y apropiación del sujeto.
Referencias
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Di Lullo, O. (1947). La razón del folklore. Santiago del Estero, Argentina: Secretaría de
Estado, Educación y Cultura de la provincia de Santiago del Estero.
1. Nota introductoria
Inicio estas líneas haciendo referencia a aquellas sensaciones que me
atraviesan y movilizan para su escritura. De esta manera estaré intentando poner
en palabras algunos sentimientos y pasiones, los que en conjunto remiten a esa
semiosis privada que el propio Magariños (2008) formuló, a partir del concepto
de lenguaje privado de Wittgenstein (1953), y que relacionó con los qualia de
Peirce (por ejemplo en CP 6.222; 6.230; 6.237; entre otros), que tienen de común
aquella cualidad de ser intransferibles. En este primer párrafo estoy convirtiendo
en ontológico aspectos de lo ontopático (Magariños, 2009), racionalizándolos,
pero no explicándolos sino generando una metáfora. Necesito realizar esta acla
ración porque el trabajo de Magariños se concentró en el desarrollo de semióticas
particulares (semiótica icónica, indicial y simbólica) y operaciones específicas
para poder analizar, con la pertinencia correspondiente, aquellas producciones
semióticas que se presentan a los sentidos y para su interpretación con esas parti
cularidades: la imagen, las palabras, las emociones, los sonidos, los comporta
mientos, etc. Así, para analizar la interpretación que se genera a partir de una
imagen puedo recurrir a operaciones de la semiótica icónica (Magariños, 2008:
220-246): a su identificación (plástica, figurativa o conceptual), y a su reconoci
miento (a partir de ejes, marcas y atractores) que permitan caracterizar la inter
pretación (en relación al efecto de mostración de cada imagen). O si me intereso
por enunciados, podré recurrir a las operaciones analíticas de la semiótica simbó
lica (Magariños, op. cit.: 172-218), tales como la normalización, la segmenta
ción, la elaboración de definiciones contextuales y la elaboración de ejes y redes
conceptuales y contrastantes. De igual manera, Magariños desarrolló operaciones
específicas para el abordaje de objetos y comportamientos, desde la semiótica
indicial (Magariños, 2003), a partir de la identificación de entidades, de sus rela
ciones y las categorías resultantes (Magariños, 2009), como algunos ejemplos
puntuales de la riqueza analítica por él desarrollada. Desde un punto de vista
cognitivo cada manifestación semiótica precisa de sus operaciones. Para volver a
mi ejemplo inicial, necesito esa especificidad de intervención, y esa pertinencia
operacional para lograr la explicación de estas semiosis privadas a las que hacía
referencia; de lo contrario estaré solo realizando una metáfora de lo que intento
explicar. Y este último es mi caso.
3. Intento de biblio-hemerografía
1972. Semiología, Afasia y Discurso Psicótico. Buenos Aires: Rodolfo Alonso
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1973. Curso de Semiología Estructural. Fasc I. Buenos Aires: ILAE (ps.: 1-85).
1975. Curso de Semiología Estructural. Fasc II. Buenos Aires: ILAE (ps.: 86
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1976b. Semiología del Pensamiento Científico (en col. con Abel Kivilevich).
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1981. El cuadro como texto. Aportes para una semiología de la pintura. Buenos
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Coruña: Ediciós do Castro.
In memoriam
Juan Magariños de Morentín
y Carlos Monsiváis
Creo que la invitación a continuar se debió a que una de las primeras dis
cusiones, en 2004, se centró en el título “Universidad de la calle”, nombre que
estaba constituido por dos metáforas y un oxímoron, y yo le envié algunos men
sajes a “Semioticians” para intervenir y opinar sobre el tema del oxímoron, al
que anteriormente me había referido en otras participaciones en relación con el
discurso zapatista (con respecto a ello, me atreví a mandarle posteriormente un
trabajo mío sobre ese tema: “Somos el silencio que habla”: del oxímoron a la
retórica del silencio en el discurso zapatista”, que no sé si tuvo oportunidad de
leer).
Dicha figura del personaje (que algunos pueden confundir con la del
mismo Jesucristo, de quien el santo era primo, según se consigna en las “vidas de
santos”) se representa ataviada con un manto verde que cubre a la túnica blanca,
además de que toca con una mano un medallón dorado que lleva en el pecho y
con la otra sostiene un mazo (o garrote) que en ocasiones tiene la apariencia de
un báculo; asimismo, de la cabeza del santo surge una pequeña llama o flama en
medio de su aureola (Ver al final de este trabajo las imágenes de San Judas Ta-
deo). De esta combinación de elementos y colores (verde, amarillo y blanco,
principalmente) se conforman las diversas imágenes y objetos que se ofertan en
los improvisados puestos que se instalan en las cercanías de la iglesia; lo que
provoca, junto con la afluencia de los fieles, que en ese día se cierre el tránsito
vehicular en la esquina en la que se encuentra el templo de San Hipólito.
Muchos de los que ahí van cargan una escultura del santo (en yeso o plás
tico) de distintos tamaños (hay quienes llegan a cargar piezas de más de un me
tro) a la que llevan para ser bendecida (Véanse Fotos 1 y 2), y a la que le “cuel
gan” escapularios y collares, en agradecimiento por los favores concedidos, con
lo que se parece competir por el número de adornos que tanto el santo como las
personas ostentan. Incluso, algunos (niños, jóvenes y adultos) visten con un hábi
to semejante al de San Judas para cumplir con ello alguna “manda” o promesa
hecha.
Como ya se mencionó, una mayoría de los fieles son muy jóvenes (algu
nos casi niños o adolescentes) por lo que su “look” es muy atractivo: en los hom
bres pueden verse cortes de pelo extremadamente cuidadosos, teñidos o a la
“brosh” (Véanse Fotos 2 y 3), incrustaciones o piercing en los labios y la nariz,
argollas y pequeños artes en las orejas, cejas depiladas o delineadas, y hasta al
gún tipo de intervención con trozos de cintas adhesivas en el tabique de la nariz
con el fin de afilarla. No hay contradicción entre ser un devoto y la apariencia
moderna y desfachatada: algunas jóvenes lucen amplios escotes, visten “tops”
que dejan al desnudo los hombros, ajustados pantaloncillos o minifaldas, utilizan
peinados extravagantes o grandes flecos en la frente y se maquillan el rostro con
colores llamativos, mientras que varios jóvenes (hombres y mujeres) tienen gra
bado en alguna parte del cuerpo un tatuaje de San Judas (Véase Foto 3). Existe
una exuberancia y sensualidad a flor de piel, a tal grado que hay quienes aprove
chan la situación para “ligar” y establecer nuevas relaciones.
Se diría que no hay sufrimiento, sino un placer por estar ahí y formar par
te de un conglomerado cuyos individuos cotidianamente se enfrentan aislados a
múltiples problemas, pero que en su conjunto constituyen una fuerza que atrae
como el magnetismo de un imán gigantesco. Esa fuerza les otorga, sin quizá ellos
comprenderlo del todo, una identidad que, sin embargo, los vuelve diferentes:
son distintos y a la vez los mismos. Ellas y ellos, de varias edades, se mueven al
ritmo de sus pasos cortos pero rápidos, o tal vez compactados simulen la capri
chosa precisión del vaivén de una ola. Ondulaciones y vibraciones de una masa
que se sabe, se siente, viva y activa. No hay tiempo para la quietud, todo es, aun
que no lo parezca, un pasar pronto a otra circunstancia: se está aquí y al momento
se es desplazado a otro sitio, inclusive quien elige mantenerse un tanto al margen,
alejado del bullicio y los empujones de la gente, como mero observador, pronto
se moverá de su lugar, ya sea porque alguien le pide permiso para colocar su
mercancía o, de plano, porque le estorba su presencia para vender.
La imagen de San Judas del altar mayor es muy diferente a la que todos
conocen, el pelo del también apóstol es más corto y los colores de sus ropas no
aparecen del mismo modo: la túnica es verde con motivos dorados pero el manto
es púrpura, aun así los creyentes lo reconocen y le manifiestan fervor y le rezan.
La fuerza de su simbolismo es tal que ha dado origen a relatos que por más que
puedan parecer inverosímiles atrapan a quien los oye o lee por su feliz conclu
sión.
Son muchos y curiosos los testimonios dados acerca de los milagros rea
lizados por el santo, de los que aquí narraré uno que supe por tratarse de un caso
familiar: “en una ocasión le fue robado el automóvil a una tía, que al llegar de
sesperada a casa le contó el hecho a mis abuelos y a mi tía abuela, con quienes
vivía. Ésta, al ver a mi tía tan agobiada, le rezó a San Judas y le pidió ayuda para
recuperar el auto; cuál no sería la sorpresa de mi tía cuando al ir a denunciar el
robo a la Delegación de policía encontró en el trayecto el auto abandonado por
los ladrones”. Como éste, abundan los testimonios que cuentan experiencias que
van desde haberle salvado la vida a alguien, recuperar la salud o haber ayudado a
otro más a conseguir trabajo.
A un costado del altar mayor existe un libro donde la gente puede escribir
sus peticiones, favores o agradecimientos a San Judas y también hay un espacio
para colocarle veladoras, cartas o exvotos.
Este uso de la red ha generado una profusa iconografía de San Judas tan
to en videos de música rap, de reggeatón o corridos dedicados al santo, como de
imágenes que han sido creadas o intervenidas a modo de una parodia o de crítica
a los jóvenes “chacas” que profesan este culto (en muchas ocasiones, estos ata
ques son llevados a cabo de forma racista y clasista).
Esta situación de una crisis “crónica” con la que crecen los individuos en
una sociedad como la nuestra, pese a los discursos oficiales acerca de una recu
peración económica y la creación continua de empleos, es el motor que genera la
existencia de familias desintegradas, de adicciones en las personas sin recursos y
que viven en la calle, y de otros tantos problemas sociales que si no se les da una
solución radical de poco sirven las acciones para remediar con simples paliativos.
La miseria a que se ven empujados amplios componentes de las clases bajas, y
hasta de las medias, es el triste horizonte sobre el que se proyecta la fe puesta en
los milagros. El “derecho” a la felicidad que todos los seres humanos deben tener
es la única premisa para creer en ellos: es posible alcanzar la felicidad y la justi
cia en este mundo pero para lograrlo hay que creer en algo o alguien que de mo
do trascendente lo motive.
La imaginación juega aquí un papel fundamental, pues, más que ser una
representación “deformada” o “falsa” de la “realidad”, ella constituye un comple
jo entramado de significaciones que permite representar la propia existencia y la
de los otros: un universo de relaciones sensoriales y afectivas que tiene una “ló
gica” compleja, si bien ésta parece poco “racional”. El sujeto (los sujetos) que
cree(n) lo hace(n) inmerso(s) en una red de sentido cuyo marco de referencia lo
forman esas “significaciones sociales imaginarias” (en el sentido de Castoriadis)
que comparte con otros con los que se identifica(n). Su vínculo está conformado
por discursos, íconos y símbolos que se crean y recrean cotidianamente.
Referencias
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Peirce, Charles Sander (1965). Collected Papers o f Ch. S. Peirce. Cambridge : The
Belknap Press of Harvard University Press.
ANEXO
Fotografías e imágenes
http://www.ligasanjudas.org
Foto 1: Una creyente a las afueras del templo de San Hipólito carga una reproducción en yeso de
la figura de San Judas Tadeo que se encuentra adornada con collares y escapularios.
Foto 2: Joven ataviado con un collar y pulse
ras con los colores verde, amarillo y blanco
(colores con que se identifican las vestimen
tas de San Judas Tadeo), y con una camiseta
estampada con su imagen. En una de sus
manos carga una reproducción en yeso de la
figura del santo y en la otra lleva una velado
ra de color verde. Nótese el cuidadoso recorte del cabello. (Al fondo se observa a otra mujer car
gando también una reproducción del santo).
Imágenes sobre San Judas Tadeo
http://www.apostoladocmf.org/galeria/415/M%C3%89XICO+DF.+S.+HIP%C3%93LITO/156
Imagen 4: Imagen que alude a San Judas,
semejante a una de las figuras con que se
identifican las estaciones del metro.
San Judas reggeatonero
1. Introducción
Son muchas las circunstancias que llevan a una persona a dejar su país, o
su territorio original; unos salen voluntariamente, otros se ven forzados a hacerlo
por amenazas o razones políticas; otros van en busca de mejores oportunidades
laborales, económicas o de estudios. Para algunos todo comienza como una aven
tura, conocer personas nuevas, nuevos lugares, otra cultura, idioma y entorno
social y para ellos puede ser excitante, pero después de un tiempo la ilusión de lo
nuevo pasa; algunas personas pueden experimentar síntomas depresivos, de an
siedad y sicosomáticos ante la adaptación al nuevo entorno social y cultural.
Los "iguales", los que sí comparten identidad, con los que conserva una rela
ción constante, ya sea porque también han migrado y se encuentran o reúnen en
el nuevo territorio, o porque mantienen algún tipo de vínculo o comunicación
frecuente con el lugar de origen por cualquier medio, inclusive si éste solamente
se realiza de manera simbólica a través de los recuerdos. Este tipo de relación
contínua con los "iguales" permite mantener vivo el recuerdo de los orígenes,
actualizando aquellos rasgos que se perciben como distintivos identitarios, en
contra del olvido y la plena asimilación a una nueva comunidad socioterritorial
que reconfigure la identidad. En este sentido encontramos la formación de grupos
de paisanos que se reúnen con diferentes objetivos (ayuda mutua, celebrar las
festividades, compartir recuerdos o costumbres, encontrar pareja, etcétera), o las
visitas, frecuentes o esporádicas, al lugar de origen.
2 Este proceso consiste en el hecho de que el individuo en la medida en que vive tiene una
serie de experiencias que lo ayudan a conformar una parte de su identidad y también para
este mismo fin se apropia de experiencias tradicionales en las que en muchas ocasiones
no tiene elección, como sería el caso del lenguaje, la familia, la condición genética, etc.
Esta construcción de la identidad individual incide en la conducta social de los individuos y
es así como se da su participación dentro del proceso de la cultura.
una sociedad, de tal modo que podemos declarar que no puede existir una cultura
de un solo hombre. La cultura siempre es social, siempre corresponde a un grupo
de personas, que participan tanto en la práctica como en la creación de la cultura.
Por eso, la cultura es un modo de vida, se constituye por cosmovisiones construi
das mutuamente por todos sus partícipes en un proceso dinámico permanente de
interacción social.
Debemos aclarar que este proceso no es compartido por todos los indivi
duos en la misma medida y existen personas que lo asumen con extrema pasivi
dad, por lo que es conveniente establecer que la construcción como individuo
genera afectaciones dentro del ámbito cultural en diferentes niveles, que pueden
ir del reforzamiento de ideas al cambio de las mismas.
Este proceso vive el migrante; no vive una realidad estática, viene de una
cultura que le brinda cosmovisión para luego enfrentarse a otra cultura, con gran
diferencia en sus significados y requiere de un proceso de traducción que le ayu
de a su proceso en un inicio de adaptación y más delante de integración, pero no
es un proceso simple, es un proceso complejo. Para Lotman cultura es “inteligen
cia colectiva” y “memoria colectiva”, la “cultura es la información no hereditaria
que recogen, conservan y transmiten las sociedades humana expresada en un
determinado sistema de obligaciones y prescripciones” (Lotman y Uspenskij,
1979: 71). De manera particular el semiotista ruso señala:
La cultura, los textos -de acuerdo con Lotman (1996)- cumplen dos fun
ciones básicas: la de transmisor adecuado de los significados y generador de
nuevos sentidos.
La memoria histórica se condensa en símbolos a partir de la naturaleza
icónica (relación con los objetos de la realidad) y los textos simbólicos como
cualquier texto necesitan ser descifrados y reinterpretados como un mecanismo
semiótico de la cultura. Es por ello que elementos como conservar su gastrono
mía, su acento o determinadas costumbres le permiten al migrante seguir sintién
dose “parte de”, aun cuando ya no vive en esa cultura. La memoria funciona así
como mecanismo central para el funcionamiento de la cultura. Sin memoria no
hay cultura. Es a través de la memoria que el emigrante transmite a sus siguientes
generaciones el conocimiento, gusto y amor por su cultura de origen y al mismo
tiempo obtiene significación.
Para tener contacto entre una cultura y otra, el migrante tiene pasar a tra
vés de los filtros, para poder ser traducido al lenguaje de su cultura de origen; la
frontera une dos esferas de la semiosis, desde la posición de la autoconciencia
semiótica. Lotman hace la división del espacio cultural entre centro y periferia y
plantea que la zona de la periferia es la zona más sensible a los cambios, debido a
su inestabilidad fronteriza y a la carencia de normas rígidas que la guíen; por el
contrario, en el centro existe una constante hiper-estructuralidad. Como resultado
de esta situación, el cambio proviene casi siempre de esta zona periférica por su
mayor impredictivilidad. La dialéctica del campo cultural y de la semiosfera se
da en el continuo movimiento entre centro y periferia.
3 Corriente antropológica que considera que toda cultura dada modela una personalidad
individual típica, una estructura psicológica, un comportamiento, unas ideas y una menta
lidad particular La corriente culturalista es esencialmente norteamericana, y la represen
tan sobre todo los trabajos de la escuela llamada Cultura y Personalidad, en la que se
agruparon durante el período de entreguerras Abram Kardiner, Ruth Benedict (1887
1948), Margaret Mead, Ralph Linton (1893-1953) y Cora Dubois, en torno a un trabajo
colectivo de antropología cultural centrado en dos grandes nociones: el pattern y la per
sonalidad básica. Por pattern, concepto que introdujo Ruth Benedict en 1934, se entiende
la forma específica que toma una cultura para singularizarse con relación a otra; la perso
nalidad básica, idea postulada en 1939 por Linton y Kardiner, remite a los elementos cons
titutivos de una sociedad dada.
culturales que no conocía, y en el reconocimiento de ellos y comprensión se
empieza a dar un proceso de adaptación.
Por lo que puede verse, las comunidades inmigrantes operan en los dife
rentes niveles y campos sociales que componen la reproducción social de las
comunidades. De esa forma, en cada campo social, se establecen y reconstruyen
redes basadas en costumbres ya conocidas, a través de las cuales los miembros de
las comunidades interactúan y desarrollan sus actividades sociales, culturales,
económicas y políticas. Asimismo, la práctica de estas acciones e intercambios
en contextos transnacionales fortalece las propias redes, y permite la expansión
territorial de los ámbitos de reproducción de la propia comunidad.
5. Conclusiones
Para Lotman, el proceso de integración del emigrante implicaría las si
guientes funciones del texto en el proceso de integración del emigrante a la cultu
ra receptora.
c) E l trato del lector consigo mismo. El texto es un espejo del destinatario y re
fleja parte de su propia configuración. El migrante tiene su propia cosmovi-
sión, los significados que el migrante trae consigo sobre la realidad son cons
truidos y que lo que dice o interpreta, ya sea en pensamiento o acción, forma
parte de lo que él es, por eso el proceso de adaptación e integración es tan
complejo.
d) E l trato del lector y del autor con el texto. El texto no solo es mediador entre
destinador y destinatario; sino también establece grados de interacción con el
autor y el lector, en los que se pone en juego la memoria histórica de la cultu
ra de origen del emigrante, relacionado con el grado de avance y de profundi
dad del proceso de acomodación antes desarrollado.
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maiz.html
1. Introducción
En la construcción de estrategias en las campañas políticas, los consulto
res políticos toman en cuenta todos los elementos significativos como puede ser
parte del sistema de creencias sobre un asunto social y/o la percepción que tienen
sobre un político. Estos elementos significativos en la construcción del mensaje
no son gratuitos, el propósito es representar contextos, actos, así como interac
ción de los personajes proyectados a través del uso de la imagen, texto y audio
con el propósito de obtener mayor eficacia persuasiva. Estos códigos semióticos
buscan generar intencionalidad en el destinatario, en ellos se pueden hallar hue
llas ideológicas de cómo pensar y actuar sobre determinado asunto.
La función apelativa de Karl Bühler (1985) busca influir por medio de las
palabras en la actitud y conducta del interlocutor, la función representativa se
relaciona con el referente que se enuncia o se observa en la escena discursiva o
visual. Al igual que Bühler, Roman Jakobson considera que la “función expresi
va o emotiva crea en el destinador una impresión de la emoción, ya sea ésta real
o fingida” (1987: 354). Con el desarrollo de las funciones discursivas puestas en
escena en la argumentación, Christian Plantin resalta que se pone de manifiesto a
los sujetos portadores de intereses, pasiones y valores (Plantin, 1998a: 51). Por su
parte, Michel Adam dice que esta función emotiva está encaminada en el hacer-
creer y que tiene como fin hacer-hacer al auditorio (Adam, 1992: 69).
Combs y Nimmo argumentan que los anuncios cumplen con una función
estratégica al ser emitidos:
3 Tony Schwartz (1923-2008), conocido como el padre del anuncio de la bomba atómica:
Daisy Spot, el spot de La margarita producido en 1964 para la campaña presidencial de
Lyndon B. Johnson, es reconocido como el primer anuncio televisivo de tipo negativo.
Autor del libro Theresponsivechord.
pregnadas de esos sentimientos que los actores manifiestan en sus expresiones
verbales y corporales. Asimismo, muchos de los anuncios refuerzan el contenido
dramático con la utilización de la música, efectos de sonido y los colores todos
ellos buscando de alguna manera exaltar emociones. Este tipo de anuncios por lo
regular apela más a la imaginación (pathos) que al argumento (logos) o a la cre
dibilidad (ethos). En apariencia se disuelve el argumento y pone a prueba la cre
dulidad (Combs y Nimmo, 1998: 186).
Montague Kern señala que los anuncios políticos utilizan técnicas elegia
cas para crear un efecto de ojo-nublado, es decir, están encaminados a resaltar el
lamento sobre algo o alguien. El efecto del ojo nublado consiste en que se pierde
de vista la esencia de la resolución del problema por la utilización de un discurso
emocional con lo cual se generan orientaciones de cómo pensar un tema y cómo
actuar4.
5 Los analistas explotan un esquema que toman prestado del crítico Kennet Burke para
clasificarlos.
lucrados en situaciones que han dañado a la sociedad, con el propósito de recrear
la memoria histórica de los ciudadanos.
[...] bastaría ahora probar su poder moral para afectar a nuestros sen
timientos. [...] Nada más influyente que el ritmo y los cantos para imi
tar la cólera, la bondad, el ánimo, la sabiduría [...] La música es eviden
temente una imitación de los sentimientos morales (Aristóteles, 1951:
71).
Algunos autores que hablan del ethos social como Romagnoli (2005), lo
identifican y definen con el “Ethos social del estado”, como un conjunto de ideas
y creencias que se dan al interior del sistema político administrativo, respecto de
su ética de responsabilidad social. John Roemer (2009) y Sune L sgaard (2011)
se refieren al ethos social como un sistema de creencias y responsabilidad com
partida. También se le identifica con las características que tiene una comunidad,
un país sobre su forma de pensar y de actuar, en el cual se refleja su cultura. Es
tos son rasgos distintivos que tienen que ver con la escala de valores, normas y
hábitos que distinguen a sectores sociales y países por sus estilos de vida. El et-
hos social es un término utilizado para describir la forma de ser de un pueblo y el
cual se refleja en su conducta (Cf. Sznajder Mario y Luis Roniger, 2001).
La utilización de este tipo de representaciones sociales, en las que se re
flejan determinadas características del grupo social, es aprovechada por la propa
ganda y la publicidad con el propósito de convencer y persuadir al ciudadano o
consumidor. En el ámbito de la propaganda, la construcción de una imagen no es
fácil y menos en periodos de campañas políticas. Estas representaciones del can
didato o del candidato opositor o de grupos sociales que se exhiben en los polis-
pots, son creados por medio de instrumentos de investigación de tipo cuali-
cuantitativo en los que se indaga en los ciudadanos al menos tres directrices; la
primera consiste en conocer cuáles son sus deseos, esperanzas, inquietudes, pro
blemáticas, necesidades; la segunda, qué opinan del trabajo de su gobernante; y
la última, si reconocen a los candidatos, qué opinan de ellos, qué les agrada de
estos, qué características debe tener el candidato ideal y con qué debe cumplir
(Cf. Rodríguez, 2005). La información que se obtiene de este tipo de estudios se
utiliza para el diseño de una imagen de un político, de una problemática y/o pú
blico destinatario, en los que se incluyen preconstruidos culturales para reafirmar
cierto tipo de creencias.
En nuestro trabajo retomamos únicamente los spots que tenían el eje rec
tor de apelar y reconfigurar la memoria histórica para despertar esperanza sobre
el cambio, la motivación de satisfacer necesidades y deseos de los ciudadanos en
el caso de la campaña de Vicente Fox en el año 2000. En contraposición, la me
moria histórica en la campaña de Felipe Calderón fue apelar al miedo de los ciu
dadanos. A continuación hablaré de seis audiovisuales que apelan a la memoria
histórica tres pertenecientes a la campaña de Fox y los restantes a la campaña de
Calderón.
Cuadro 1
SPOT: EX PRESIDENTES
Di s c u r s o e s c r it o Di s c u r s o v er b a l
En principio, hay que decir que en los lemas se pretende que sean frases
breves y fáciles de recordar, además de manifestar un pensamiento que sirve de
guía para la acción. En este caso son utilizados para denunciar las promesas que
no cumplieron los adversarios priistas de Fox. Los slogans no cumplidos por los
ex mandatarios están ubicados debajo de cada una de sus fotografías en blanco y
negro con grano reventado y fuera de foco. Al cambiar la imagen, cae hacia ade
lante y se escucha el sonido de una guillotina. A esto se superpone el discurso
auditivo que versa: “Acaso creen que no tenemos memoria, que vamos a tragar
nos un sexenio más la sopa que tanto daño nos ha hecho, porque los mexicanos
que estamos dispuestos a despertar somos mayoría. Por el nuevo México el de la
gente de verdad”. Al principio de la oración se da una suposición del narrador, en
forma irónica, al sugerir que existe la creencia, por parte de un grupo político, de
pensar que la sociedad mexicana todavía no está preparada para cambios y que es
incapaz de recordar el pasado. Pues bien, en la mayoría de los casos los seres
humanos recordamos cosas que tienen que ver con nuestra experiencia inmediata,
y ponemos menos atención a cuestiones de la política. Por ello la importancia de
hablar directamente en el spot sobre la memoria, presentarle al espectador foto
grafías distorsionadas y poner en cuestionamiento las promesas de los ex presi
dentes priistas.
Hay que subrayar que la utilización del color en los spots tiene la función
de exagerar las situaciones y a los personajes, además de poseer una dimensión
sensorial y simbólica que modifica el valor de una imagen. Ana Meléndez, teóri
ca de la imagen, señala que los colores sugieren y transmiten ambientes sociales
y climas psicológicos, no tienen una traducción única, pero se pueden interpretar
dependiendo de la cultura y el contexto donde se ubican (Meléndez, 2001). Este
tipo de spot negativo tiene su antecedente en el año 1956 en Estados Unidos. En
ese periodo los asesores en marketing del Partido Republicano concibieron la
idea de presentar a su adversario de forma negativa. Emplearon los spots de Ei-
senhower durante su campaña televisiva de 1952. Cada vez que el general hacía
una promesa, se añadía una voz en o ff que susurraba: “¿Cómo dice, mi general?”.
Se ponía de manifiesto que la promesa no se había mantenido durante su manda
to. Este tipo de campaña negativa se conoce en la actualidad con el nombre de
“H ow ’s that, General?” (Maarek, 1997:30).
Sin duda, no hay que perder de vista que los spots que atacan al Partido
Revolucionario Institucional van a tener como particularidad el uso de fotogra
fías blanco y negro, que van a ser reforzadas por un discurso auditivo que se re
fiere a las imágenes, pero no en un sentido provocador para el receptor, sino en
una dirección de aliento, tal es el caso del spot “A dios ”: “Adiós al rezago educa
tivo. Adiós a la marginación de los indígenas. Adiós a las masacres como las de
Acteal y Aguas Blancas. Adiós a la violencia en las calles. Adiós a la corrupción
y a la narcopolítica. Adiós a los fraudes electorales, Adiós al PRI” (Ver Cuadro
2).
Cuadro 2
SPOT: A D IÓ S
P e r s o n a je s D is c u r s o P e r s o n a je s D is c u r s o P e r s o n a je s D is c u r s o
verba l verba l verba l
30”
N arra-dor Adiós a las N arrador 1: Adiós a las N arrador 1: Adiós al
1: masacres como masacres como rezago educa-
la de Acteal y la de Acteal y tivo.
Aguas Blancas. Aguas Blancas.
Adiós a la Adiós a la
corrupción y a corrupción y a
la narcopolítica. la narcopolítica.
Adiós al rezago
educativo.
Adiós a la Adiós a la
marginación de marginación
los indígenas. de los indíge
nas.
Adiós a la Adiós a la
violencia en las violencia en
calles. las calles.
Adiós a los Adiós a los
fraudes electo- fraudes electo-
rales. rales.
Adiós al PRI. Adiós al PRI. Adiós al PRI.
N arrador 2: Vota Alianza N arrador 2: Vota Alianza N arrador 2: Vota Alianza
por el Cambio, por el Cambio, por el Cam
el cambio que a el cambio que a bio. El cam
ti te conviene. ti te conviene. bio que a ti te
conviene.
En este cuadro obsérvese como en los tres distintos spots se eliminan tanto parte del discurso
oral como del visual con el propósito de acentuar determinados temas.
Por otro lado, y ya para finalizar, identificar al candidato con los ciuda
danos, va a darle identidad histórica, en este caso a Fox, y el uso del color en el
“recuerdo” va ser modificado cuando se habla de algún personaje panista o se
hace referencia al blanquiazul. Esto se demuestra sencillamente con el spot de
CLOUTHIER. Los creativos de la imagen buscaron identificar a Fox con un pasado
inmediato y anclarlo a un personaje como Manuel Clouthier (Maquío)6 que en las
elecciones de 1988 fue uno de los candidatos presidenciales por el PAN, algunos
consideran que fue uno de los líderes más fuertes de ese partido, además de ser
un luchador social que murió creyendo en sus ideales (Véase Cuadro 3).
Cuadro 3
SPOT: CLOUTHIER
Di s c u r s o v er b a l
Fox: Recuerdo bien al Manuel Clouthier lleno de verdad adentro, nos enseñó a
todos los mexicanos a hablar derecho y a luchar por nuestro país.
-Oye Fox, -m e dijo- todos en este país vivimos quejándonos del gobierno
corrupto, de la falta de oportunidades, sin embargo, no hacemos nada...
Él me lanza el reto y yo le lanzaría a todos los mexicanos a la gente y a los
ciudadanos tenemos que construir un país exitoso y triunfador a la entrada
del siglo XXI.
6 Manuel Clouthier del Rincón, nacido en Sinaloa, fue uno de los principales líderes del
Partido Acción Nacional, contendió en las elecciones presidenciales de 1988 junto con
Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano quien representaba a los partidos de izquierda en Méxi
co y también participó el priista Carlos Salinas de Gortari, quien ganó la elección presiden
cial. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernó por más de 70 años a la Repúbli
ca Mexicana, perdió por primera vez en el año 2000 y por segunda ocasión en el 2006, sin
embargo para las elecciones del año 2012 volvió a recuperar la silla presidencial.
En este recurso audiovisual, Fox evoca con nostalgia la imagen de
Clouthier, la amplifica y la llena de simbolismo al presentarse un poco cabizbajo
con una camisa negra que es señal de luto. La imagen que sugiere en su mente no
es exhibida en blanco y negro o sepia como tradicionalmente se muestra en la
televisión o en cine o cuando hace referencia a gobiernos priistas. La tonalidad
que subyace es el azul, que cumple una doble función: por un lado, es un color
que ostenta el PAN en su logotipo; y por otro, Fox al rememorar a Clouthier ad
quiere un aire triste, contemplativo y sobrio. Ana Meléndez comenta que el azul
proyecta lo infinito, lo noble, lo grandioso, lo majestuoso que está relacionado
con el cielo y el mar. Es una gama que transmite confianza y fidelidad (2001:
109). También es un color utilizado recurrentemente por los partidos de derecha
en todo el mundo (Ferrer, 1999: 121-122). El recuerdo de un personaje como
Clouthier se convierte en un emblema para el PAN, en una guía a seguir en don
de el discurso oral se mezcla con la interpelación directa con la sociedad a mane
ra de reclamo, queja, llamada de atención por parte de Clouthier en voz de Fox al
decir: “Todos en este país vivimos quejándonos del gobierno corrupto, de la falta
de oportunidades, sin embargo no hacemos nada...”. Después aparece la imagen
de Fox diciendo: “Él me lanza el reto y yo le lanzaría a todos los mexicanos, a la
gente, y a los ciudadanos. Tenemos que construir un país exitoso y triunfador a la
entrada del siglo XXI”.
CAMPAÑA NEGATIVA
Pa d r e d e f a m il ia
Sr.: Por fin nos hicimos de nuestra propia casa, un coche, una lavadora, un refri
gerador.
López Obrador va a endeudar a México. Los intereses que pago van a subir y
no los voy a poder pagar. Voy a perder mi patrimonio como lo perdieron mis
papás.
Yo no quiero una crisis para mis hijos.
Yo voy a votar por Felipe Calderón.
Firma: Candidatos del PAN al Senado de la República.
El discurso verbal de este promocional está constituido por una sola se
cuencia, en ésta se ve la representación de un hombre joven perteneciente al nivel
social D (clase media baja), que es padre de familia y manifiesta sus preocupa
ciones y miedos. Se observa en el discurso escrito la firma de quien patrocina ese
audiovisual. El recurso de la presentación del tema es la reflexión que hace el
hombre por los logros obtenidos por su trabajo como son los objetos domésticos
y el temor de perder su patrimonio si llegase a la presidencia AMLO, con estas
aseveraciones el protagonista del audiovisual buscó desacreditar la imagen del
candidato haciendo uso de la falacia ad hominem7. Estos anuncios producidos por
el PAN durante la campaña presidencial de Felipe Calderón, toca de manera re
currente el tema de la crisi económica en México, la cual es expresada a través de
su protagonista quien siente inquietud frente a la posible victoria de Andrés Ma
nuel López Obrador (principal candidato opositor del PAN) como presidente en
los comicios del 2006, pues considera que el abanderado de la CPBT conducirá
al país a una crisis inminente, perdiendo así su patrimonio. La acción de este spot
tiene lugar en el interior de un domicilio de clase media baja. La comunicación
no verbal es manifiesta cuando el sujeto se lleva la mano a su rostro en señal de
preocupación, tiene un momento de introspección y se escucha la enunciación en
off: “López Obrador va a endeudar a México, los intereses que pago van a subir y
no los voy a poder pagar”. Al unísono se mira en la sala de la casa cómo van
desapareciendo lentamente la tv, las bocinas, la computadora y la laptop; con lo
que se observa un claro juego de figuras retóricas visuales para añadir significa
ción al discurso como es la pérdida del patrimonio. Con esta figura retórica vi
sual se contribuye a añadir dramatismo a la acción reflexiva.
Por otro lado, este anuncio guarda relación con otro spot: “Padre de Fa
milia: Vivienda”, ya que el tópico es el patrimonio familiar, el tipo de dramatiza-
ción que se emplea es similar al anuncio arriba analizado, sin embargo, en este
spot se resalta la parte positiva: “nosotros hemos hecho realidad ese sueño. Ahora
sé que mis hijos podrán cumplir sus propios sueños.”8
8 Este promocional forma parte de una serie de audiovisuales que muestran la propuesta
de gobierno y son reconocibles por el tipo de intervención que realiza Calderón: "Estoy
contigo" y por la narradora que culminan el promocional diciendo: "Con Felipe Calderón
presidente, vamos por más vivienda".
CAMPAÑA DE PROPUESTA DE GOBIERNO
Pa d r e d e f a m il ia : Vi v i e n d a
Sr. voz en off: Tienen que pasar generaciones para que se cumpla un sue
ño. El sueño de mi abuelo era tener casa propia, el de mi
padre fue el mismo, nosotros hemos hecho realidad ese
sueño.
Ahora sé que mis hijos podrán cumplir sus propios sueños.
Calderón: Estoy contigo. Y quiero que esto siga pasando. Por eso voy
a seguir con el programa de vivienda. Para que tú puedas
tener por fin el patrimonio que tanto has soñado.
Voz en o ff narradora: Con Felipe Calderón presidente vamos por más vivienda.
Finalmente, el miedo que busca establecer este spot hace que se piense
que con determinado gobierno, en este caso el de López Obrador se perderá el
patrimonio construido con trabajo y esfuerzo. Esto lleva a su vez a mostrar an
gustia por lo que pueda venir, lo que denota es que la oposición en ese momento
pensaba en que AMLO tenía una posición de ventaja respecto de Felipe Calderón
y el medio para hacer cambiar al votante era a través de la desesperanza. El ma
nejo de las emociones en este spot es evidente, en tanto que genera, al menos,
incertidumbre sobre lo que podría ocurrir. El miedo, la angustia y la desesperan
za son las emociones que prevalecen e intentan, por estas tácticas, guiar al votan
te.
11. Apelación al pasado y crisis económicas
Otra de las tácticas desarrollada por el equipo publicitario panista, en el
2006, fue apelar al miedo haciendo referencia al pasado inmediato sobre la esta
bilidad económica y cuestionando con tres anuncios la pertinencia del modelo
económico que propuso el candidato de la CPBT con el propósito de desacreditar
la imagen de AMLO. En los promocionales ¿Un nuevo modelo económico? y
¿Quieres otra crisis? la intención fue asociar a AMLO con expresidentes mexica
nos que se les recuerda por las devaluaciones de 1982 y 1994. Asimismo, los
spots intentan interpelar a la audiencia recreando la memoria histórica y resaltan
do a través del discurso audiovisual algunos elementos que sirven para atacar al
contrincante.
C A M P A Ñ A N E G A T IV A - M E M O R IA C A M P A Ñ A N E G A T IV A - M E M O
H I S T Ó R IC A R I A H I S T Ó R IC A
¿U n n u e v o m o d e l o e c o n ó m ic o ? ¿ Q u ie r e s o t r a c r is is ?
12. Conclusiones
Podemos concluir que varias son las tácticas desarrolladas en los spots
audiovisuales políticos, por ejemplo, la utilización del logos, ethos y pathos den
tro de la estructura argumentativa, así como la convivencia de diferentes soportes
comunicativos como la música y efectos sonoros, la imagen y la palabra, los cua
les son factores determinantes dentro de una estrategia persuasiva.
En este sentido, Bronislaw Baczko señala que por medio del imaginario
se pueden alcanzar las aspiraciones, los miedos y las esperanzas de un pueblo. En
él, las sociedades esbozan sus identidades y objetivos, detectan sus enemigos y,
aún, organizan su pasado, presente y futuro. Se trata de un lugar estratégico en
que expresan conflictos sociales y mecanismos de control de la vida colectiva. El
imaginario social se expresa por ideologías y utopías y también por elementos
culturales: símbolos, alegorías, rituales, mitos (1984: 54). Y como lo denomina
Castoriadis es producto de significaciones imaginarias colectivas.
9Existen dos tipos de estímulos: verbales y no verbales. Los estímulos verbales son: la voz,
la música o el texto. En los no verbales resalta la imagen, la cual tiene cinco categorías así
definidas por Brembeck y Howell. Kinesística: incluye todos los movimientos del cuerpo
que añaden significado al lenguaje oral, como son la expresión facial o los gestos con las
manos. Proxémica: el uso de espacio y las relaciones físicas en la comunicación interper
sonal: la distancia que separa al emisor del receptor, el contacto visual, actitudes corpora
les como inclinarse hacia el auditorio. Háptica: que es la parte de la comunicación no ver
bal que se logra a través del tacto y el contacto físico; pero no debemos olvidar que ver a
imaginarias que estructuran en cada instante la experiencia social al empapar,
orientar y dirigir a la sociedad a determinados sentidos (Castoriadis, 1981: 68; y
1975: 312).
En este rubro, la eficacia del uso del imaginario social dependió, por un
lado, del modo en el que los equipos de los candidatos panistas se apropiaron del
imaginario con el uso de los símbolos, creencias, necesidades, deseos, sueños y
esperanzas que manifestó el colectivo y, los cuales fueron plasmados en imáge
nes verosímiles que recrearon el imaginario en anuncios audiovisuales para que
tuvieran el reconocimiento social.
Es por ello que el dominio del imaginario social se fundó en los elemen
tos constantes, exhibiendo un conjunto de rasgos sociales que otorgaron cierta
identidad a determinadas comunidades para dar sentido de importancia a su par
ticipación en ese momento climático como era la elección presidencial; y en
donde el imaginario social se vio reflejado en la pantalla chica al mostrar eviden
cias en los promocionales que los hacían verosímiles, pero con un discurso falaz
y que al ser investidos por un discurso emocional también se invisten conflictos e
intereses ideológicos (Ansart, 1983: 36).
Referencias
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Polarize the Electorate. Cambridge: Free Press.
los candidatos estrechando manos e incluso abrazando y besando a la gente puede tener
un efecto persuasivo cuando lo vemos en pantalla. Paralenguaje: uso de la voz que afecta
las respuestas de la audiencia al mensaje (un comunicador puede dar a las mismas pala
bras un significado completamente opuesto con tan sólo variar el tono de su voz). Nerván-
tica: son los tics nerviosos, movimientos impacientes y repetitivos, gestos involuntarios.
Bourdieu, Pierre y Passeron, Jean Claude (1972). La reproducción. Elementos para una
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Epílogo a manera de reseña, o una denuncia semiotista
contra el campo académico de la comunicación
Dr. Tanius Karam1
Programa de Estudios Semióticos
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
De los varios méritos del texto de Vidales, uno fundamental es que nos
permite una nueva mirada lófica entre estas dos áreas (o campos), que por otra
parte, han vivido una relación desde hace varias décadas, al grado que, como el
propio Vidales lo ha afirmado, se asoma la posibilidad de que la semiótica pueda
dar respuesta a las grandes preguntas de epistemología en comunicación. En otro
orden, los semiotistas han encontrado en la comunicación un espacio fértil de
reflexión. En muchos planes y programas de estudio en comunicación (con todo
ese ramillete de denominaciones que tiene) se encuentran cursos vinculados con
semiótica, significación, ciencias del lenguaje que aluden centralmente a los pro
blemas de la semiótica y que frecuentemente son impartidos por profesores que
no provienen de la comunicación. Sobre esta relación “natural” podemos leer,
por ejemplo, en los dos primeros capítulos del Manual de semiótica general de
Klinkenberg (2006), que inserta en sus primeros capítulos el problema de la co
municación; o bien la conocida primera parte de La estructura ausente, de Um-
berto Eco (1968). A un mayor nivel de abstracción puede pensarse que esas pre
guntas sobre la difusión, la expresión, la interacción no las podría responder la
comunicación sin el concurso de la semiótica.
(c) El tercer momento tiene el claro reto de conciliarlas dentro un modelo epis
temológico, es decir, es la propuesta por una “semiótica de la comunicación”
y que toma como punto de partida no a la semiótica de la cultura sino a la
biosemiótica, la cual ha hecho emerger en el centro de su programa la nece
sidad de reflexionar sobre la comunicación.
3 Dicho sea de paso, llama la atención, por ejemplo en algunas universidades españoles
esa útil diferencia entre las clases de teoría de la información (centralmente abocadas al
estudio de la información y los medios masivos), de las de teoría de comunicación, aboca
das a una reflexión más amplia de los intercambios expresivos en el mundo social, pero
también natural (véase por ejemplo Martín Serrano et al, Teoría de la Comunicación. I
Epistemología y análisis de referencia, 2- ed. Madrid, UCM, 1982)
4 Vidales refiere (p. 12, t. I) cómo en los cincuenta se dio una famosa discusión entre Ber-
nard Berelson (1959), para quien el campo de la comunicación moría y Wilbur Schramm y
sus colegas (1959), para quienes el campo de la comunicación recién estaba naciendo.
Vidales cita a John Durham Peters quien a finales de los ochenta resumía la discusión se
ñalando que el problema es que la comunicación ha sido definida administrativamente
pero no conceptualmente, por lo que la teoría fracasa como principio de definición, como
fracasa el intento por determinar a la comunicación como un objeto distinto.
tantes en el campo no siempre son quienes mejor definen a la comunicación;
débil principio de la organización conceptual, dificultad para reconocer “los clá
sicos” dentro de las tradiciones de estudio, etc. ¿Pudiera ser que paradójicamente
lo que Vidales presenta ayude a la semiótica en las escuelas de comunicación a
salir del atolladero, sin que eso necesariamente significque que haya que dar bio-
semiótica en lugar de los consuetos “modelos” para hacer análisis?
5 Mientras que la primera es una construcción autónoma que posee modalidades de exis
tencia totalmente abstracta, independiente de cualquier posible acto de comunicación
que las actualice; por el contrario, la "semiótica de la comunicación" presupone un siste
ma de significación como condición propia necesaria. Es posible hablar de una semiótica
de la significación independiente de una semiótica de la comunicación, lo que sería impo
sible de forma inversa. Esta distinción fundamental produce dos enfoques diferentes con
líneas metodológicas diferentes que requieren además aparatos categoriales diferentes.
aplicado, lo fácilmente transmisible (como esa caricaturización de definir a la
comunicación como la suma de emisor-mensaje-receptor). Vidales en suma, no
ofrece en este diálogo, ciertamente la denuncia que hemos señalado, pero a su
manera, algunos atisbos que permitan tener, siguiendo la sabia sentencia que
Jesús Ibáñez hacía a propósito de las ciencias sociales, una visión más compleja
de la acción comunicativa, de las prácticas comunicativas y de la vida como pro
ceso semiósico. No se trata de que la comunicación deje de ver a la interacción y
a la difusión, a los medios o a las mediaciones, sino que justamente para ver más
complejamente estas realidades y procesos, tiene que abrir su perspectiva y gene
rar un diálogo con otras áreas y saberes, de lo cual lo único que se tiene ahora en
las escuelas de comunicación es, en el mejor de los casos, una ligera sospecha.
Referencias
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ÍNDICE GENERAL
Pág.
Introducción 5
Los bordes semióticos. Acerca de una meta-semiótica del cambio: Una renova
da lectura/propuesta sobre los procesos de intervención en organizaciones.
Juan Manuel Vaioli 175
La función del objeto en la interpretación: de la arqueología a las
organizaciones
Carlos Federico González Pérez 210