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Dzhugashvili
‘Stalin’ (1879-1953) *
Partido Comunista de España (
reconstituido ). PCE (r)
Sumario:
— En la ciudad de las cavernas
— A la clandestinidad con 21 años
— La revolución de 1905
— Plenos poderes del Comité Central
— Al frente de la revolución proletaria
— La salida de la guerra imperialista
— De la guerrilla al Ejército Rojo
— Ministro de las Nacionalidades
— Burocracia y depuraciones
— Secretario General del Partido bolchevique
— El socialismo en un sólo país
— El gran viraje
— Los procesos de Moscú
— El pacto Molotov-Von Ribbentrop
— La gran guerra contra el fascismo
— La Conferencia de Yalta
— La guerra fría
— El último Congreso
— El informe secreto de Jruschov
El padre era un artesano zapatero muy pobre que curtía el cuero y las pieles,
analfabeto e hijo de esclavos que labraban los campos en la aldea de Didi-
Lilo. Antes de José el matrimonio había perdido ya a dos hijos a causa de la
miseria en que el zarismo había sumido a todas las inmensas poblaciones de
su imperio.
Tras terminar sus estudios básicos, cuando cumplió los catorce años, su madre
pudo matricularle en el seminario de Tiflis, que era la única institución de
enseñanza superior que había en Georgia. La gestión del seminario de Tiflis
estaba encomendada a la Orden de San Andrés, fundada por Pedro I. Allí
estudiaban 260 alumnos en régimen de internado, la mayoría de ellos hijos de
terratenientes y de altos oficiales del Ejército zarista. Pero en aquella época
aquel seminario de Tiflis era también la única posibilidad de estudiar para los
hijos de los pobres que acudían allí con más conciencia de clase que vocación
religiosa. Ya antes de la llegada de José Dzhugashvili, el seminario era un
hervidero de propaganda marxista que circulaba clandestinamente con más
profusión que la cristiana. La enseñanza religiosa era ritual y limitada, e
inferior en mucho a la enseñanza revolucionaria que corría de boca en boca,
por elemental que fuese ésta. Cuando Stalin ingresó en el Seminario, hacía 20
años que los estudiantes promovían motines y revueltas. Por sus galerías
habían desfilado varios hombres llamados a desempeñar un papel relevante en
la historia de Georgia. Quince años antes había pasado por allí el
menchevique Nicolás Chjeidze, aquel viejo zorro hipócrita, como lo llamaba
Lenin. También Noé Jordania, el fundador de la socialdemocracia caucásica e
impulsor de su corriente reformista, estudió allí diez años antes de llegar José
Dzhugashvili. En sus aulas se sentaron los hermanos Lado y Vano Ketshoveli
que están también entre los primeros organizadores bolcheviques de Georgia.
En 1893, antes de la llegada de Stalin al seminario, Lado Ketshoveli ya había
organizado un plante de los estudiantes contra algunos profesores exigiendo la
enseñanza en georgiano. Pero fue expulsado con otros 86 alumnos, y no era la
primera vez que eso sucedía. En 1885 Silvester Dzibladze abofeteó a un
arzobispo, un ruso que había calificado al georgiano como un idioma para
perros y, para desesperación de los clérigos, la mayoría de los estudiantes
habían aplaudido el gesto de su compañero; dos años después otro estudiante
ejecutaría al rector.
En su peculiar biografía de Stalin afirma Trotski -al más puro estilo racista- un
supuesto origenoriental o, lo que es aún peor, asiático, e incluso mongol, del
niño, para justificar sus posteriorescrímenes y su despótica dictadura
personal: El difunto Leónidas Krasin -comienza escribiendo Trotski- fue el
primero que llamó a Stalin ‘asiático’. Al decir esto no pensaba en atributos
raciales problemáticos, sino más bien en esa aleación de entereza, sagacidad,
astucia, crueldad, que se ha considerado característica de los hombres de
Estado de Asia. Las imputaciones racistas de Trotski no se acaban aquí: Los
emigrados de Georgia en París aseguraron a Suvarin [...] que la madre de
José Dzhugashvili no era georgiana sino osetina y que hay mezcla de sangre
mongola en sus venas (2). La falacia de Trotski consistía en poner siempre en
boca de terceros las afirmaciones propias que quería deslizar como un rumor
notorio y compartido por todo el mundo, como cuando apunta que se ha
considerado que los asiáticos son personas crueles, o cuando se ampara en
unas supuestas afirmaciones de Krasin, o en las de los emigrados georgianos
en París. En efecto, en la versión biográfica que Suvarin nos hizo llegar, no
descuidó poner de manifiesto la fuerte dosis de sangre mongola transmitida
por un turco o un tártaro (3). Esa misma preocupación por el origen étnico de
Stalin manifiesta el biógrafo Emil Ludwig (4) y, naturalmente, los primeros
biógrafos contrarrevolucionarios, que encuentran la sangre osetina en el padre
y, por tanto, se trataría de una familia de genes persas, gente belicosaque
luchó contra los turcos al lado de Pedro el Grande (5).Las referencias a una
circunstancia étnica irrelevante, son propias de la época de entreguerras y de
la guerra fría, desde el discurso de Churchill sobre el telón de cero, el mundo
quedó dividido entre oriente y occidente, blancos y amarillos. Hoy día nadie
reprocha el origen asiático de Sun Yat-Sen, Mao Zedong, Ho Chi-Minh o Kim
Il-Sung. En todo caso, se trata de un tipo de afirmaciones por completo ajenas
la marxismo y, por tanto, sirven para destacar el tipo de argumentos con los
que se manipula sistemáticamente los acontecimientos vividos en la URSS en
la época de Stalin. Evidencia también cómo se viene tomando por fuente
historiográfica lo que no constituye más que una de tantas mixtificaciones de
Trotski, que ha sido, junto con el Informe Secreto de Jruschov, el venero
inspirador de todas esa colección de infundios. Por lo demás, la etnia blanca y
europea se califica antropológicamente como caucásica precisamente, y
Georgia fue considerada siempre por los colonialistas como el último baluarte
de la cristiandad frente al otomano musulmán. No obstante, la manipulación
de las coordenadas históricas es una constante que permite a las clases
explotadoras justificar cualesquiera de sus mezquinos propósitos, por
cambiantes que sean en cada momento.
José Dzhugashvili, conocido por Sosso entre sus compañeros del seminario,
sin ninguna clase de ingresos, llevará allí una vida austera, dedicada por
entero al estudio, revelándose como un alumno brillante. Ya era ateo antes de
ingresar en sus aulas, pero allí tuvo ocasión de reforzar sus convicciones al
estudiar a Darwin y leer el Manifiesto Comunista. Su afición a la lectura era
realmente sorprendente, hasta el punto de que su expediente académico está
lleno de referencias a actos de indisciplina consistentes en leer libros o en
disponer de ellos, que eran sancionados con el encierro en celdas de castigo.
En 1895, con apenas 16 años, entró en contacto con los grupos de militantes
desterrados en el Cáucaso, que le acercan al marxismo. Posiblemente entre
ellos estuvieran Miguel Kalinin y Sergio Aliluiev, un obrero de Petersburgo -
de origen gitano por cierto- que luego sería su suegro. Noé Jordania había
fundado en 1892 Messamé-Dassi (La Tercera Vía), el partido socialdemócrata
georgiano, llamadado de esa forma para diferenciarse tanto de la burguesía
liberal como de los populistas. Con sólo 19 años de edad, en agosto de 1898
Sosso Dzhugashvili y una decena de alumnos del seminario entran
en Messamé-Dassi.
A Koba se le abre entonces una nueva perspectiva, mucho más amplia. Lo que
hasta entonces no era más que una intuición confusa, adquiere todo el peso de
la concepción marxista del partido, de la vanguardia dirigente, de la estrategia,
de la lucha de clases. Había que reagrupar a los círculos dispersos, salir del
localismo, encarar la lucha política contra la autocracia.
El objetivo era claro: había que ganarse a las masas con el periódico y
convocar manifestaciones contra la autocracia, rompiendo el estrecho marco
de las reivindicaciones sindicales. Había que desfilar por el centro de la
ciudad, ante todo el mundo, no por la periferia, como habían hecho en el
Primero de Mayo anterior. En base a los núcleos obreros existentes, había que
sentar las bases del movimiento socialdemócrata georgiano y tejer lazos entre
la teoría revolucionaria de vanguardia y el movimiento obrero. Lo mismo que
Lenin en Rusia, los jóvenes del Cáucaso comienzan a salir del reducido marco
de los intelectuales y teóricos, por un lado, y de los economistas y practicistas
estrechos por el otro, fundiendo la teoría con la práctica.
Esto marcó toda una etapa dentro del movimiento obrero georgiano: la
revolución no era una camino alegre. Son cosas que no se aprenden en los
manuales, que requieren un aprendizaje en la propia carne pero que, una vez
experimentadas, permiten prepararse mejor, dar una salto en el compromiso
político. Habría que sufrir, prepararse para los más duros sacrificios, crear una
verdadera organización de combatientes. Al día siguiente se decretó la ley
marcial en Tiflis y dos semanas después desembarcó un equipo especial de la
Ojrana para perseguir a los socialdemócratas locales. Desde el número 6
de Iskra Lenin se hizo eco de la importancia de esta movilización: Los sucesos
que se han producido el domingo 22 de abril [calendario antiguo] en Tiflis,
marcan una fecha histórica para todo el Cáucaso: a partir de ese día, un
movimiento revolucionario declarado ha comenzado en el Cáucaso.
En julio de aquel mismo año el POSDR convoca una huelga general en Bakú
que se extiende inicialmente a Tiflis y luego se propaga como un alud por
todo el sur de Rusia: Odessa, Kiev, Ekaterinoslav...
Muy lejos de allí, en Bruselas, se celebró a finales del mes de julio de aquel
año el histórico II Congreso del POSDR, que marca la escisión entre
bolcheviques y mencheviques. En este Congreso Lenin y los bolcheviques
rechazaron las tesis de los delegados oportunistas sobre la naturaleza del
partido, de la vanguardia de la clase obrera. El plan había sido diseñado por
Lenin en el periódico Iskra y se basaba, por un lado, en la cohesión interna de
la organización; por el otro, en deslindar posiciones respecto a los demás
partidos: Antes de unificarse y para unificarse es necesario empezar por
deslindar los campos de un modo resuelto y definido, era el lema del
periódico (7). Estos dos sencillos principios leninistas son desde entonces los
puntos de choque con los reformistas -desde entonces llamados
mencheviques- y lo que diferencia a un partido comunista de cualquier otra
forma de organización. Un partido comunista, decía Lenin, es una
organización formada por revolucionarios profesionales y dirigida por
verdaderos dirigentes de todo el pueblo, lo que necesariamente desemboca en
una organización no muy amplia y lo más clandestina posible. Nuestrea tarea
consiste, dijo Lenin en este Congreso, en mantener en la clandestinidad a un
grupo más o menos reducido de dirigentes e incorporar al movimiento a una
masa lo más amplia posible.
El 5 de enero de 1904 Koba huye del destierro. Era la primera de una larga
cadena de fugas, casi tan larga como sus detenciones. Tras un largo recorrido
que dura un mes, regresa a Tiflis y se casa con Ekaterina Svanidze y, aunque
al año siguiente nace su hijo Jacobo, la alegría dura muy poco porque dos
años después, en 1907, muere su mujer.
El artículo es su primera gran aportación a este tema, del que será el gran
experto de los bolcheviques. En especial analiza cómo la burguesía
nacionalista, ante la escasez de sus fuerzas, trata de arrastrar tras de sí al
proletariado adoptando apariencias socialistas. De ese modo la burguesía
logra, además, dividir a la clase obrera según su origen nacional, que es la
misma política que persigue el zarismo: La autocracia persigue de una
manera bandidesca la cultura nacional, la lengua, las costumbres y las
instituciones de las nacionalidades 'extrañas' de Rusia. Las priva de los
derechos cívicos indispensables, las oprime en todos los sentidos, siembra
entre ellas de una manera farisaica la desconfianza y el encono, las instiga a
choques sangrientos, demostrando con ello que la única finalidad de la
autocracia rusa es enemistar a las naciones que pueblan Rusia, exacerbar
entre ellas las discordias nacionales, reforzar las barreras nacionales y
desunir así con más éxito a los proletarios, atomizar con más éxito a todo el
proletariado de Rusia, dividiéndolo en pequeños grupos nacionales, y cavar
de este modo una tumba para la conciencia de clase de los obreros, para su
unión de clase. Por el contrario, la posición de la clase obrera debe ser bien
distinta: La destrucción de las barreras nacionales y la unión estrecha de los
proletarios rusos, georgianos, armenios, polacos, judíos, etc., es condición
indispensable para la victoria del proletariado de Rusia. El Partido -afirma
Stalin- es la organización proletaria de vanguardia de Rusia; no es un
partido ruso; agrupa a los obreros por su clase social, no por su nacionalidad.
***
Notas:
Diez años mayor que Stalin, Noé Jordania tenía un enorme prestigio entre la
socialdemocracia rusa. Había regresado del exilio, donde conoció a Plejanov y
Kautski. En 1903 participó en el II Congreso del POSDR con voz pero sin
voto. En 1906 fue diputado de la Duma (Parlamento) y a partir de 1907,
miembro del Comité Central menchevique. En febrero de 1917 encabezó el
soviet de Tiflis y tras la Revolución de Octubre, en 1918, y hasta 1921, el
gobierno independientecontrarrevolucionario en el Cáucaso, a las órdenes de
los imperialistas alemanes. Al año siguiente, tras el desalojo de los alemanes y
su sustitución por los ingleses, se puso al servicio de éstos para dirigir una
Federación Transcaucásica controlada por ellos. Tras ser derrotado por los
bolcheviques, en 1924 estableció su cuartel general en París con una
subvención del gobierno francés de cuatro millones de francos. Dos estrechos
colaboradores georgianos de Jordania, Karumdzé y Sadatierachvili, fueron
juzgados en Alemania en 1930 por fabricar billetes soviéticos (chervonetz)
falsos, destinados a ser distribuidos en el Cáucaso para sembrar el caos y
justificar así una intervención extranjera. Tras ellos dirigían los hilos los
imperialistas alemanes, capitaneados por el general Hoffmann. Noé Jordania
falleció en 1953 al mismo tiempo que Stalin.
El populismo ruso fue una corriente pequeñoburguesa que surgió en los años
setenta del siglo XIX. Se consideraban socialistas, pero su socialismo era
utópico y tenía más parecido al anaquismo; de hecho, fue conocido en Europa
occidental como nihilismo. Su objetivo era derrocar la autocracia y entregar la
tierra de los latifundistas a los campesinos. No confiaban en la clase obrera
como motor de la revolución, sino en los campesinos. Tampoco confiaban en
las masas, sino en la acción de los héroes y en el atentado individual
espectacular, al más puro estilo blanquista. A finales del siglo fueron
perdiendo su carácter revolucionario y los que mantuvieron la bandera de
lucha contra el zarismo se denominaron socialistas revolucionarios, más
conocidos por sus siglas comoeseristas.
Ivan Okladski era un antiguo militante populista que se prestó a colaborar con
los verdugos zaristas cuando iba a ser ahorcado en la cárcel de Petersburgo.
Tras la Revolución siguió colaborando con los zaristas, hasta que fue
capturado por la Cheka en 1925 y fusilado.
(1) Svetlana Stalin: Rusia, mi padre y yo, Planeta, Barcelona, 1967, pgs.221 y
222.
(7) V.I.Lenin: «¿Qué hacer?», en Obras Escogidas en doce tomos, tomo II,
pg.20.
continúa