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El árbol salvador

En un lugar muy lejano, vivía una pequeña semillita que deseaba ser sembrada. No se sabía
qué clase de planta sería cuando fuera grande.

Ella era de color rojo y se encontraba tirada al lado de un camino. Muchas personas pasaban
por ahí, pero nadie se detenía a mirarla.

De pronto un niño que pasaba cerca dirigió su mirada hacia abajo, donde se encontraba la
semillita.

―¡Oh! ¿Qué es esa pequeña cosa de color rojo? ―dijo con sorpresa.

El niño recogió la semilla y decidió llevársela a su casa para sembrarla en su jardín. Juan, que
era como se llamaba el niño, cavó la tierra, enterró la semilla y la regaba con mucho amor.
También le hablaba como si fuese una persona.

―¡Querida plantita, no te preocupes, yo te voy a cuidar para que crezcas sana y salva! ―le
decía Juan a su nueva plantita.

A los pocos días, después de regarla todos los días entra en su jardín y ve la planta ya con hojas
y crecida y se da cuenta que había cambiado de color, de rojo a un color verde. Nuevamente la
riega y se va.

Así pasa el tiempo, y de repente Juan entra un día en el jardín y se da con la sorpresa que la
pequeña semillita se había transformado en un árbol gigante, con muchas ramas fuertes y
llenas de hojas.

―¿Eres tú, mi linda semillita? ―Juan le dice asombrado.

―¡Sí, amiguito, soy la semillita ―le responde el que ahora era un árbol.

―¡Eres asombroso y enorme!

―¿Estas triste? ―el árbol le pregunta.

―Sí ―responde Juan.

―¿Por qué, amigo?

―Es muy triste lo que esta pasado con nuestro planeta. Se está muriendo y nadie hace nada
por salvarlo.

―¡No te preocupes, yo voy a ayudar al planeta! ―le dice el árbol al instante.

Y en ese mismo momento el árbol se arranca de la tierra y se eleva hasta el cielo volando
mientras le decía a Juan que avisaría a todos los árboles del mundo para que hagan crecer sus
ramas y sus hojas, para que den flores y muchos frutos y así las personas vivan más felices y
contentas y puedan cuidar más nuestro planeta para no contaminarlo.

Fue así como todos los árboles del mundo ayudaron en la salvación del planeta. Desde
entonces el planeta fue más hermoso y mucho más feliz; sin basura; con aguas y cielos limpios;
los animales fueron más felices, sin que nadie los dañe; y, por supuesto, los seres humanos
reconocieron que con más árboles en el mundo nuestro planeta sería diferente y estaría a
salvo. Y finalmente todos fueron felices.

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