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ANTIISMO— ¿DE DIOS O DE

LOS HOMBRES?

“Compra la verdad y no la vendas”


IGLESIA DE CRISTO EN DAVID, PANAMÁ 2016-2017
[En 1982 el finado Yater Tant escribió una carta invitando a los hermanos Guy N. Woods y Reuel
Lemmons, para que se le unieran en “un determinado esfuerzo por cerrar la brecha que se ha
abierto en medio del pueblo del Señor”. La respuesta del hermano Woods se imprimió en el
Gospel Advocate del 4 de febrero de 1982, págs. 44-45. Su “respuesta” es lo que sigue a estos
comentarios. La “respuesta” de Woods bien representa lo que la facción anti ha hecho para
provocar esta división en la iglesia del Señor].

RESPUESTA A UNA CARTA ABIERTA


Por: GUY N. WOODS

La “brecha” a la que el hermano Tant alude es el rompimiento en la comunión cristiana que se


dio cuando él y otros cerca de la mitad de este siglo comenzaron a oponerse a la cooperación
entre las iglesias en el campo del evangelismo y en el sostenimiento de Orfanatos con la ofrenda
de la iglesia. Estos hombres establecieron unas cuantas congregaciones para propagar estos
puntos de vista y declararon no-comunión con aquellos de nosotros que continuaban adheridos
a las creencias y prácticas que anteriormente nos caracterizaban a ambas partes. Aunque eran
pocos, comparativamente hablando, los que defendían aquel punto de vista, cualquier división
en el Cuerpo del Señor es trágica y perjudicial, y la enemistad que resulta es hiriente y amarga.

Es un triste comentario de los tiempos en los que acontecieron estos eventos acerca de las
discusiones sobre el derecho de las iglesias de cooperar y de proveer con sus ofrendas de
hogares para los necesitados que surgiera la siguiente declaración: “Si no hay otro camino para
la iglesia que la agonía de una nueva digresión y división, entonces nuestro camino está
marcado; no seremos movidos”. Fue esta división la que los terminaría removiendo.

La división, cual sea su causa, es una malignidad en el cuerpo del Señor que si no es extirpada
mediante una cirugía espiritual terminará destruyendo finalmente a las partes afectadas. De
modo que, cualquier intento por recuperar la paz donde hay un conflicto, por sanar donde hay
una herida, por unir donde hay división, perdonar donde hubo ofensa, y comunión donde hubo
ruptura es algo digno de alabanza y positivo. El hermano Tant debe ser felicitado por este
esfuerzo loable y provechoso. The Gospel Advocate felizmente se unirá en cualquier honesto y
sincero empeño para lograr este fin y por ende recibe a bien todo lo que se haga al respecto.

Esta, en realidad, ha sido la posición de esta publicación. En ningún momento se ha exigido el


sostenimiento de la iglesia para establecer hogares para los huérfanos como una condición para
poder tener comunión. Desde el origen de esta publicación, también ha sido la posición del
editor del Gospel Advocate que quienes no se sienten bien apoyando estos hogares con la
ofrenda de la iglesia y quienes asimismo desean involucrarse en benevolencia por otros medios
y con otros métodos cuentan con la absoluta libertad de hacerlo sin reproches ni
cuestionamientos de nuestra parte ya que los medios y métodos están en el área de la
conveniencia y nunca deben utilizarse como condiciones para la comunión.

La “carta abierta” sugiere, como una manera de quitar las barreras a la comunión, una caja en
el vestíbulo de nuestros edificios en los cuales se puedan colocar las contribuciones y no en las
canastas de recolección que se pasan durante el servicio de adoración, evitando así que estas
contribuciones entren a la tesorería de la iglesia. Con respecto a esta chistosa sugerencia del
autor de la “carta abierta” se ve que considera que hay una gran diferencia en cuanto a si la
canasta de contribución pasa por la iglesia o si la iglesia pasa por la canasta de contribución
―que lo primero es tan pecaminoso como dividir la iglesia; sin embargo, lo último es
enteramente aceptable y correcto y es el camino hacia la paz y la armonía.

¿Qué es divertido? Es una forma de evitar tomar el dinero de la ofrenda de la iglesia para usarlo
en la cooperación entre las iglesias y la benevolencia relativa a sostener hogares y a los
necesitados. Presumiblemente, el autor piensa que la iglesia puede proveer el “vestíbulo” y
también suplirnos con la caja en el cual se va a depositar el dinero pero no el dinero mismo. El
Florida College, al cual el hermano Tant apoya, no usará el edificio de una iglesia para levantar
fondos sobre la base de que hacer tal cosa implicaría el apoyo de la iglesia a dicha universidad.
Supondríamos que ellos concluirían que “una caja en el vestíbulo” del edificio de la iglesia sería
igualmente objetable y por las mismas razones. No creemos que la propuesta del hermano Tant
sea aceptable para aquellos con quienes tiene comunión en estos temas.

La “solución” que él propone es objetable para nosotros porque ésta pretende erróneamente
evitar lo que es eminentemente bíblico y aprobado divinamente: el derecho de las iglesias a
sostener con sus ofrendas un evangelismo cooperativo y a hogares para huérfanos y ancianos
(Mat. 28:18-20; Hch. 11:28-30; 1 Cor. 16:1-2; Stgo. 1:27; 1 Tim. 5:16). Cualquier intento por
evadir esto está equivocado y debe fracasar y está bien que fracase. La unidad nunca debe ser
procurada o lograda comprometiendo la verdad y siendo flexible con lo que es correcto.

Deberíamos entender en este punto que aquí nos vamos a enfocar en estas dos áreas en
particular ―evangelismo cooperativo y la benevolencia. Los abusos pueden y frecuentemente
se dan en todas las áreas de la actividad espiritual, y en no es nuestro objetivo ni obligación en
este caso alegar a favor de estas otras actividades. Es un axioma que el abuso de una cosa no es
argumento en contra de su apropiado uso.

No lo hacemos ahora ni lo hemos hecho en el pasado, nunca hemos propagado el punto de vista
de que es una obligación que las iglesias sostengan instituciones humanas involucradas en
actividades seculares. La iglesia es una institución divina y también los es el hogar ―sea éste
natural o restaurado― y por esto es muy apropiadamente un receptor del cuidado de la iglesia
cuando así lo necesita. El orfanato es sencillamente el hogar que el niño tuvo, perdió y hasta
donde es posible ha sido restaurado, por lo cual tiene el mismo derecho a acudir a la ofrenda de
la iglesia como en el hogar original.

¿Hay alguna solución a la situación de no-comunión que el hermano Tant muy apropiadamente
deplora? Ciertamente la hay y la sencilla consistencia conducirá a que se concluya que él y otros
que sostienen puntos de vista similares deben hacer con este tema lo que han hecho con
muchos otros. Entre aquellos con los que él tiene comunión están quienes sostienen puntos de
vista muy diferentes en cuanto a matrimonio y divorcio; la doctrina de la gracia; el Espíritu Santo;
la guerra; Crossroads; el velo de la mujer en la asamblea; el derecho de la Universidad de Florida
a existir tal como está constituida; y una hueste de otros temas por los cuales se ha debatido
una y otra vez en sus publicaciones. Acerca de estos asuntos él mantiene puntos de vista muy
definidos, y él difiere en varios de estos asuntos con aquellos con los que tiene comunión; no
obstante, él es capaz de trabajar, adorar y servir al Señor como él cree que debería en comunión
con ellos mientras evitar apoyar o participar en los temas en que está en desacuerdo.

En esto él cree estar en lo correcto y en armonía con lo que el Nuevo Testamento enseña acerca
de lo que es la comunión. Pero si él puede comulgar y trabajar con quienes desacuerda en
matrimonio y divorcio, en puntos de vista denominacionales en cuanto al Espíritu Santo, en
negarles el derecho a hermanos que como individuos sostengan la Universidad de Florida y
muchos otros temas, ¿no puede asimismo encontrar en su corazón cómo trabajar y adorar con
los que creemos que es correcto que las iglesias cooperen y sostengan con sus ofrendas a los
huérfanos y a las viudas, algo que el mismo hermano Tant anteriormente sostenía y defendía y
acerca de los cual hemos estado siempre escribiendo en estas páginas y probado como correcto
en la plataforma de debates?

Él está muy en lo cierto cuando indica que “enfrentamos un problema fundamental ya que el
liberalismo clásico representa una amenaza en crecimiento”, y es que estamos de acuerdo en
tantos temas relacionados con la defensa del evangelio que debería ser posible para él o para
nosotros trabajar en perfecto acuerdo por una fe pura y una práctica intachable en la mayoría
de las áreas de actividad religiosa. ¿Acaso no podemos concordar en trabajar juntos por aquellos
asuntos en los cuales estamos de acuerdo? Si a todo esto se levanta la objeción de que se le va
a pedir contribución para algo que él no podría hacer con una buena conciencia, entonces que
aparte ese dinero que normalmente iría de la ofrenda al orfanato y que lo envíe directamente o
lo use en otras áreas de benevolencia. Porque aquellas congregaciones con las cuales adoramos
no hacen contribuciones a los hogares, no hay ningún problema con eso.

Luego de escribir lo anterior, es gratificante notar que el hermano Lemmons en su respuesta a


la “carta abierta” ofrece una solución bastante parecida. Con gran aptitud y propiedad escribió:

“Creemos que los hermanos que tienen desacuerdos pueden trabajar juntos en la misma
congregación. Lo creemos así porque esto sucede casi en todas las congregaciones de la
hermandad. Los hermanos que no creen las clases bíblicas adoran con los que sí. Los que creen
que la iglesia debería ayudar solamente a los santos, adoran con los que no creen eso. En la
mayoría de las congregaciones hay quienes no ven nada malo en la música instrumental, y hay
que instruirlos. Es únicamente cuando alguien quiere obligar a sus hermanos en asuntos
opinables que surge la división”

A ningún hombre se le debe pedir que viole su conciencia; felizmente, en este caso, el camino
hacia la comunión es claro y justo. Aquí está nuestra mano, hermano Tant, ¿qué haremos?
“Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía” (Sal.
133:1).

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