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Los sistemas penitenciarios tienen por objeto la reforma o enmienda del delincuente.
Antiguamente al someter a un individuo a una pena privativa de libertad se perseguía
el propósito de aislarlo de la sociedad, haciéndole cumplir un castigo con un fin expiatorio,
más tarde evolucionó hasta considerar que era necesario someter a ese individuo
que había cometido un delito, a un sistema que tuviera por objeto reformarlo.
Los sistemas penitenciarios son también todos los procedimientos ideados y
llevados a la práctica para el tratamiento, castigo y corrección de todos aquellos que han
violado la norma penal.
El objeto del derecho penitenciario está integrado por un conjunto de normas jurídicas
que tratan de la ejecución de las penas y de las medidas de seguridad desde el momento
en que se convirtió en ejecutivo el título que legitima la acción, en tal sentido también
se le denomina derecho penitenciario, derecho penal ejecutivo y en la mayoría de
los países su naturaleza consiste en que es una rama del derecho administrativo,
ya que una vez dictada la pena, su cumplimiento es materia de la
administración pública.
El derecho penal es considerado como una ciencia, otros lo consideran como una
disciplina jurídica; a juicio del sustentante se considera ambos aspectos, toda vez
que constituye una ciencia, porque contiene elementos integrantes de la misma,
asimismo implica un estudio científico de averiguación que conlleva la
experimentación, que conlleva ser efectiva y de aplicabilidad en la sociedad
en el espacio y época determinado, con respecto a buscar la redefinición de los
fines de la misma, en cuanto al ejercicio del poder punitivo del Estado que conlleva la
facultad de juzgar y sancionar, tomando como base garantizar los derechos
fundamentales individuales y colectivos.
De acuerdo con el Artículo 1 de esta ley, es evidente que para su aplicación integral no
se han considerado las circunstancias en que se encuentra organizado el sistema
penitenciario de forma interna, respecto al personal y funcionarios que tienen a su cargo
el desempeño de las distintas funciones administrativas, técnicas, profesionales y
de seguridad, lo cual constituye a juicio de quien escribe, una omisión que
trasciende en perjuicio no solo del propio sistema penitenciario como tal, sino del
Estado de Guatemala, quien a través del Ministerio de Gobernación tiene la
responsabilidad de velar porque se cumplan con los fines para los cuales fue
creado dicho Sistema; no olvidando que el perjuicio o efectos negativos también se
trasladan a la propia sociedad quien en una forma indirecta percibe las consecuencias
desfavorables.