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LLAMADA ORANTE
21-06-2013
(LAS MÁSCARAS)
Pero, ¡claro!, si todos cojean de… del mismo mascarón de proa…, decir una
mentirilla, callarse algo, ocultar algo… pues resulta… ¡que no es para tanto!, ¿verdad?
¡No es para tanto!
Y como realmente “no es para tanto” –porque no hay… ninguna fuerza ni ningún
ejercicio de poder que evite que eso se produzca-, pues… suma… y sigue.
-¿Quién es usted? ¿Madame Pompadour? ¿La señora de Éboli? ¿Evita? –evita ser lo
que no eres-. ¿Y usted? ¿Montgomery Cliff o… Robert Mitchum? ¡No!, ¡no! Déjeme ver,
déjeme ver, déjeme ver… ¡Sí! ¡Es Groucho Marx! Es Groucho.
¡Claro, claro, claro! Entrevistados miles de cientos de millones de personas, a este
propósito, han respondido todos que es inevitable enmascararse, porque esto te da la
supervivencia. ¡Sí! La supervivencia. Porque… así, además, haces obras de caridad:
siempre te muestras a los demás, como a los demás les gustaría verte… Jejeje; salvo
cuando esperas dar un golpe o imponer alguna ley o establecer alguna esclavitud, en la
que tienes que ponerte la máscara del horror. Entonces sí, te pones la máscara del horror,
y luego te pones la máscara de la complacencia, y luego le haces ver al esclavo –o la
esclava- que es lo mejor para él, haberte conocido.
-¡Jo! Oiga, ¿y eso funciona así?
-Desde el punto de vista de la oración, sí. Funciona así.
¡Claro! Lo que ocurre es que normalmente no se piensa bajo estas vibraciones, y la
persona vibra menos; está más baja –más baja-. Está más baja que el nivel del mar, y un
día se va a ahogar –ya verás-; porque le van a salir ‘a tropelerías’ lo que es, y se va a
confundir con lo que dice que es, y se va a atragantar.
Pero estamos en una fiesta, es el carnaval.
Ya, pero el carnaval, en algunos sitios dura un tiempo… en otros tiempos dura otro…
Pero, cuando el carnaval dura siglos, se hace un poco largo. La fiesta no… no, no tiene
suficiente licor, música y ritmo para aguantar tanto tiempo. Entonces, lo que debería ser
festivo –como la máscara-, pues se hace… eso: ‘más-caro’. ¡Muy caro! ¡Oh!, ¡sí, sí, sí!:
sobrevivir a la propia identidad, camuflada con treinta y seis nuevas, ¡es carísimo! Es
carísimo en todo: en… pendientes, en… bisutería, en calcetines, zapatos… Eso, por… lo
más corriente. También es muy caro por… el tipo de literatura que hay que leer, la
música que hay que escuchar, la actitud que hay que tener… y las formas diferentes de
ataque, defensa, opresión, castigo, mística y arrogancia.
-¡Jo!, ¡qué difícil lo ponemos! ¡Qué difícil!
-No, ¡no es difícil! El ser ha sido debidamente educado y, claro, cuando se le trata de
educar de otra manera… –¡aaah!-... no se sabe muy bien qué máscara protesta, si la más
cara o la más barata, pero responde.
¡Es carísimo! ¡De verdad! Es carísimo el tener tantas versiones de uno mismo.
Porque es muy diferente eso, a que… nos adaptemos a circunstancias, personas,
situaciones, edades… ¡Es distinto!...
Y ha salido ¡tan caro! –¡tan caro!-, el… el asumirse una personalidad que uno no
siente, que uno no acepta, pero que uno cree que es la mejor, tan caro que… bueno,
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Lema Orante del 23 al 29 de Junio de 2013
¡pues carísimo!; ¡carísimo! Porque, el que tiene que ir todos los días con los párpados
hacia arriba, termina con un cansancio de párpados… tremendo; el que tiene que ir todos
los días riéndose, termina con unos labios… ¡bueno!, con reuma: labios reumáticos; el
que tiene que ir todos los días con la cara seria y rígida, termina con parálisis labial. Y, así
sucesivamente, diferentes partes del cuerpo se ven afectadas por los diferentes…
mascarones de proa –es la parte delantera: proa; y popa, la parte trasera. Del barco,
¿vale?; “del barco”-.
La oración se vuelve un cierto vértigo en algunos momentos, porque, claro, hay que
irse cambiando de máscara según lo que se vaya escuchando. Claro. Tú estás orando en
torno a “la persona”, y vas escuchando una serie de cosas, y para defenderte de ti mismo
–de tu inconsciente, de tu subconsciente y de tu consciente escuchante silencioso,
porque no puedes protestar-, vas cambiando la máscara y dices: “Eso no va conmigo; eso
va con aquél; eso va con el otro… Eso sí, creo que va a mi bajo fondo; no, eso va a mi
alto fondo; no, esto va a mi popa…”.
¡Uf!, ¡Qué fatiguilla!...
¡Claro! Normalmente, en una fiesta de disfraces, con las personas, aunque haya
algún… mitin, normalmente las personas no se dan muy por aludidas. La oración de la
máscara –que no es ninguna mascarada, por cierto, pero es la forma de descubrirse un
poco más en lo que se debe estar- resulta incómoda. Como mínimo. Porque… el que más
o el que menos se siente “des…cubierto”.
Porque, ciertamente –ciertamente-, a fuerza de usar tanta máscara, ¿verdad?,
también se usa la máscara para la Creación. Y cuando… los signos, los elementos, las
confluencias, las confabulaciones, aparecen, uno se pone la máscara de “confabulado” y
trata de interpretarlo confabuladamente… y claro, lo hace fatal.
Lo hace fatal porque no es… –no es- tu… tu ser, el que está recogiendo; es una
transgénica posición personalista. Incluso hay personas que dicen:
-¡Ah! Yo de pequeño era muy simpático, muy agradable, muy divertido…
-¿Sí? ¿Y ahora…?
-Ahora soy insoportable.
-Oye, ¿y eso? ¿Qué te pasó? ¿Te castigaron…?
-No, no. Yo solito. Yo solito o yo solita, con mi ambiente, mi entorno, mis… ¡mis
cosas!: mis muñecas, mis pistolas… Y yo solito –o solita- me fui haciendo el hilito
alrededor del pitito… o me fui cosiendo la vulvita como podía… y así me fui gestando mi
personalidad infundida. “Infundida”. Infundada. Falsa.
Pero esto no es –¡ni muchísimo menos!- una crítica. ¡No, por Dios! ¡No! No, no. Ni
ácida, ni pulcra, ni escalonada, ni de cal, ni de arena; es simplemente una muestra del
carnaval y de las máscaras, como se sucede hoy, en el siglo XXI y más. ¡Y más!
Porque ahora, como somos espiados…
¿Por qué creen que somos espiados? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿¡Por qué!?...
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Porque, como todos llevan máscara, pues alguien quiere descubrir quién es quién!
¡Si lo hemos provocado todos nosotros! Unos más, ¿eh? Unos, ¡más!
Así que, cuando nos quejemos de que el señor Obama nos vigila, nos inspecciona,
nos saca los datos de Internet –“Yahoo dice”, “Microsoft dice”, “Apple dice”-…
Todo el mundo habla de nosotros. Y… todos somos un poco norteamericanos ya,
porque nos han escuchado. Y esto da… da mucho gusto, porque te da… ¡te dan los
papeles! Ya no eres un ‘sin-papeles’. Ya… ya tienes una nacionalidad. Todavía en la red,
¿verdad?, pero la tienes, la tienes, la tienes. ¡Huy!, ¡qué cosa! Chulísima, ¿no?
Claro, si resulta… si resultara que las personas fueran, no personas sino seres… –
seres, sí: ser-, pues… ¿para qué vas a espiarle? ¿Para qué, si ya sabes cómo es? ¿A quién
espías? A quien ves que tiene la máscara. ¿Quiénes tienen la máscara? Pues “tutti”;
“totus tuo”. ¡Voilá!
Son consecuencias lógicas del vivir. Eso es lo importante, que nos lo enseña la
oración: si no quieres que te investiguen, si no quieres que te vigilen, sé tú mismo. Si no
lo eres, te vigilarán, te inspeccionarán, especularán, dirán… Porque, por mucho-mucho
que te maquilles, en algún momento hay un desliz… y una ligera y entrecortada grieta
aparecerá en el pómulo izquierdo.
¡Ahhhh! Una preocupación ha subido a la mejilla. No era tan…
Y, a partir de ahí, cada cual elabora su especulado momento.
Ahora bien, si estás sin maquillaje, sin ningún elemento –por poner un ejemplo,
claro-, si lloras, se verá la lágrima; si frunces el ceño, se verá que estás ceñudo. Y te
mostrarás ¡como eres! ¡Punto!
“¡Ay! ¡Qué razón tenía la pena traidora que el niño sufriera!”…
Sí. ¡Sí! Esto viene al caso porque… ¡Ay!, qué razón tenía…
Ahí te quiero ver yo: cuando tengas alguna dificultad, cuando tengas algún
inconveniente, cuando tengas algún impedimento, cuando tengas tan poco tiempo para
cambiarte de máscara, que… –¡aj!- ¡te vieron como eras! Y entonces, bueno, vale
cualquier tipo de maniobra, manipulación o gesto.
Decía el sentido orante que la ‘más-cara’ –como su nombre indica- es “cara”. Y todo
el mundo aspira a tener la más cara; la más cara porque… la más cara –es cierto- está
mejor trabajada, mejor labrada, mejor hecha… No todas son venecianas, no, porque
Venecia ya… ya está un poco húmeda, ¿no?… Sí; los cimientos están un poco… un poco.
Entonces, hay otros artesanos –los artesanos del Este- que hacen ahora unas máscaras
muy pulcras, muy ajustaditas a Castilla, a León, a Burgos, a Madrid, a Vilnius, a Tallin o…
a Caracas o a Uruguay o… Sí, sí, sí: los artesanos del Este han tomado la delantera.
¡Antiguamente! –antiguamente, antiguamente, antiguamente-, los chinos… –cómo
no, cómo no- ellos eran los magos de las máscaras. ¡Claro que sí! Pero, pero, pero, pero…
lo hacían de tal forma y manera, que sólo había máscaras cuando hacía falta que hubiera
máscaras: un ratito. Se hacía la representación y se terminaba. Y de ello se aprendía, de
ello se conocía. Pero luego veías al señor Chang, a la señora Li, al señor Tuo, a la señorita
Tong…
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