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Lectura de los Santos Padres para

el cristiano de hoy

Cada vez con mas fuerza el creyente de hoy es inducido a la lectura


de la Palabra de Dios, no solo como medio de formacion religiosa, sino
como encuentro con el Dios de la fe revelado en la Escritura.
La historia deI ascetismo cristiano iIustra elocuentemente la praxis de
la "lectio divina", que tant a importancia tuvo en la formacion de los mon-
jes de Oriente y Occidente. Para el mon je, el contacto con la Escritura
no solo era fuente de verdades, acercamiento a la cultura religiosa, sino
encuentro con Dios, apoyo documentaI de su fe, alimento espiritual de
su vida cristiana y consagrada, ejercicio ascético en muchos casos. Es
verdad que en este contexto cultural la "lectio divina" no fue nunca una
simple "lectura", como a primera vista pudiera parecer, sino meditacion
sobre los textos de la revelacion cristiana. En términos técnicos, la lectio
acababa en ruminatio y contemplatio 1.
Hoy es posible que las cosas hayan cambiado su sentido primario. Se
insiste quiza como nunca en la necesidad deI encuentro con la Palabra de
Dios en las celebraciones liturgicas y paraliturgicas. Los grupos compro-
metidos de cristianos, como son los actuales movimientos espirituales
(cursillos de cristiandad, comunidades de base, focolares, Legion de Ma-
ria, equipos matrimoniales ... ), hacen objeto de reflexion comunitaria la
Sda Escritura; al mismo tiempo se insiste en los diversos ambitos de la
Iglesia en la vuelta a las fuentes originarias como medio de reforma equi-
librada.

Ambiente preparado

El creyente tiene hoy muchos medios para formarse y acercarse a las


verdades reveladas. Nunca se ha escrito ni publicado tanto como ahora,
1 Cf. Sr. MARlE-FRANÇOIS HERBAUX, OSE, Formation a la lectio divina, en Collectanea Cister-
censia, 32 (1970) 217-232.
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y el crescendo continua. No vamos a intentar aquî ni la mas minima re-


ferencia a las estadisticas porque basta echar una ojeada a los catalogos
de las editoriales religiosas de Espafia para convencernos de ello. Pero 10
importante en nuestro casa es constatar si el cristiano de hoy lee, ademas
de todas las obras modernas sobre teologîa y espiritualidad, las obras de
los antiguos Padres de la Iglesia; 0 mejor todavia, si conviene que el cre-
yente de hoy lea las obras de los representantes de la vieja tradicion cris-
tiana.
Rastreando el camino de la conveniencia en este contexto cultural mo-
derno, tenemos que preguntarnos como historiadores de la espiritualidad
qué sentido tiene para el hombre creyente de hoy el acercamiento a las
obms de los antiguos Padres de la Iglesia; y si la respuesta es afirmativa,
qué obras 0 qué temas son todavia aproveehables en la coyuntura religiosa
de nuestro tiempo.
La respuesta parcial a esta pregunta la esta dando ya la historia pre-
sente. Es verdad que las obras de los Padres publicadas hoy no son
"best seller" en ninguna parte del mundo; sin embargo, hemos de reeo-
nocer que sus ediciones parciales se estan sucediendo ininterrumpidamen-
te desde haee algunos afios, 10 eual demuestra que la patristica continua
interesando. Y 10 curioso deI caso es que no solo van dirigidas a los
profesionales y especialistas, sino al pueblo nano y fiel. Antes era el te 0-
logo de oficio, profesor en los Seminal'ios y Universidades, el que acu-
dia a los Padres para demostl'ar las tesis deI dogma con el "probatur ex
traditione". Hoy son también los laicos, los sacel'dotes pastol'alistas, las
religiosas y religiosos los que acuden a las ediciones populares de los
Padres para saciar su euriosidad 0 para buscar alimento seguro en los
maestros de la fe.
Todos reconocemos que el intel'és que despiettan no es siempre idén-
tico ni que todos tengan la misma vaHa para el hombre de la calle. Pero
de momento constatamos el hecho alentador: los Padres de la Iglesia
primitiva de jan de sel' los grandes desconocidos. Tarea deI editor hoy es
presentar al publico los viejos textos con un ropaje moderno, seleccionan-
do los textos que todavia tengan vigencia 2. Ademas de las ediciones ma-
nuales y seleccionadas es necesal'io que al creyente se le abra el apetito
de la lectura mediante "guias" practicas que introduzcan en el mundo
lejano, misterioso y revolucionado de los Padl'es antiguos. Estas guias son

2 Quiza mas que editar todas las obras convendrfa hacer antologfas de textos, coma en al-
!
gunas partes se va haciendo, sobre temas concretos y candentes de hoy. La publicaci6n de las
obras de los Padres agrupados por temas, seria el camino 6ptimo a seguir: por ejemplo, el
encuentro con Dios, la celebraci6n de la Eucaristla, la atencl6n a los pobres, la justicia social
y la caridad, la Iglesia y el Estado, Cristo y el hombre, las costumbres cristianas en cada une
de los siglos, etc. En este terreno caben todas las posibilidades. Se corre el riesgo, sin em-
bargo, de confeccionar antologfas con fines demasiado dogmaticos 0 apologéticos, cuando serfa
mucho mas interesante que tuvieran en cuenta las exigencias esplrituales deI creyente de hoy.
Algo de todo esto ha realizado JosÉ VIVES, Los Padres de la Iglesia, Barcelona, Herder, 1971.
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necesarias como introducci6n para que los personajes no queden tan le-
janos y para que el hombre aparezca junto al escritor y su ambiente y asi
su lectura sea mas atractiva y eficaz 3.

Parqué y coma Zeer a los Padres

No basta la pregunta genérica de si conviene leer a los Padres hoy. El


lector también exige que se le oriente de modo concreto. Por ejemplo,
quiere saber parqué y sobre todo coma tiene que leerlos. Es decir, quiere
Ver las motivaciones y la metodologia. Y ésta es la funci6n deI guia: in-
troducirnos en el camino, convencernos de que hay que entrar por él y
después ensefiarnos el modo para llegar al fin.
En principio, el parqué un cristiano tiene que leer a los Padres tiene
una serie de fundamentos bastante primarios y esenciales.
- Son los verdaderos "padres" de la fe cristiana. "Padre", en este
caso, no significa "creador" de la fe, deI dep6sito de la revelaci6n, sino
intérprete originario y emocionado deI dogma. Los Padres de la Iglesia
han repensado, organizado, y evolucionado ampliamente el contenido ori-
ginal de la revelaci6n. ElIas, camo todos los cristianos, pero en mayor
medida que los simples fieles, han contribuido a la evoluci6n de la pri-
mera semilla, siempre en dependencia de su talento, de su cultura, de su
virtud y de su sentido religioso. Las cuatro notas que se requieren para
ser "padre" de la Iglesia' son muy significativas a este respecto: antigüe-
dad, ortodoxia de doctrina, santidad de vida y aprobaci6n por parte de la
Iglesia.
Su antigüedad les acerca a las fuentes deI cristianismo, siendo la suya
una época en plena evoluci6n y maduraci6n de la fe. Si la evoluci6n del
dogma es posible gracias a la fe deI puebla creyente, los Padres en sentido
técnico, par las notas que los especifican, tien en un puesto privilegiado.
De ahi que los primeras siglos hayan sida decisivos en el cristianismo.
- Algunos han sida "testigos" de la fe en sentido plenario. Han en-
sefiado con la pluma, con la palabra y sobre ta do con su sangre. Los Pa-
dres son maestros de espiritualidad antes que te6logos, y son esta ultimo
en virtud de su experiencia vital deI cristianismo. La nota de santidad
exigida por la Iglesia para ser Padre de la fe, significa que el Padre de la
Iglesia no es un mero "escritor", sino un hombre de auténticas vivencias
cristianas. Los criterios con que se media la santidad han variado, pero
por encima de todos los datas periféricos, los Padres son grandes enamo-
rados de Cristo, deI Evangelio, de su fe. De ahi que par su categoria de
testigos pueden enserrar a los demâs y su testimonio tiene un valor per-
3 Ejemplar en esta linea es la obra de A. HAMMAN, Guia practica de los Padres de la Iglesia,
Bilbao, DDB, 1969. Es aconsejable de todo punto esta obra antes de leer a los Padres, porque
tiene todas las cualidades de una perfecta introducci6n al «mundo» de los Padres.
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manente. La nota de la santidad de vida es la que recomienda a los Pa-


dres como auténticos maestros de espiritualidad también para nuestro
tiempo.
- La testificaciôn de su fe esta fundada generalmente en el encuentro
con Cristo en edad aduIta, después de una vida de profesionales como
filosôfos, polîticos, aristôcratas mundanos, maestros en las escuelas, etcé-
tera. POl' otra parte, perteneeen a todas las categorîas de cristianos: algu-
nos son laicos, otros, saeerdotes y obispos (la mayorîa). Este conjunta de
circunstancias también avala su magisterio y pueden indu cil' al cristiano
de hoy a un encuentro con estos testigos de exeepciôn. Esto mismo haee
que no sean simples doctores de la fe, sina confesores y pastores. Su en-
sefianza no es frîa, estereotipada, sino vivificante y transformadora. Mu-
chas de sus ensefianzas nos han llegado a nosotros bajo la forma de
sermanes, hamilias y cartas, géneros literarios mas eercanos al corazôn
que al cerebro.
- Son testigos de la fe de la Iglesia univers al. Cuando los Padres
escriben todavîa no se habîa llegado a una ruptura entre los mundos reli-
giosos de Oriente y Occidente, ni mucho menos se habîa dividido la cris-
tiandad occidental. Por eso su voz es anterior a toda divisiôn, aunque no
ajenos a toda polémica. Hoy pueden tener importancia suma en el movi-
miento ecuménico, como ya se ha constata do mas de una vez. A este
respecto yale la pena record al' como simple anécdota que el llamado "mo-
vimiento de Oxford" , que tiene como figura epicéntrica a Newman, fue
posible gracias a un contacto vital con las antiguas obras de los Padres de
la Iglesia.

El c6ma tenemos que leer a los Padres es quiza de mucha mas impor-
tancia que el parqué. Me voy a central' aquî en una serie de "criterios" que
el lector puede tener como guîa en su lectura. Si la pregunta del porqué
es indicio deI interés que existe pOl' leer a los Padres, la cuestiôn deI
cômo es es'encial para que la primera pregunta sea eficaz. No obstante,
reconoeemos que es puramente periférica, de orden pragmatico y meto-
dolôgico.
- En conformidad con 10 dicho, se deben le el' los Padres no sôlo
como simples intelectuales, ni siquiera como meros teôlogos, sino como
auténticos transmisores de la fe, como si fuésemos a beber el agua de la
revelaciôn en canales limpios y primarios. Sus obras contienen la sabidurîa
en sentido técnico cristiano, mas que la ciencia en sentido filosôfico. La
ciencia, sobre todo la religiosa, se haee sabidurîa mediante la gracia de
Cristo. Sôlo las aImas cristianas que se dejan dominar pOl' el Espîritu, son
capaces de traspasar la letra de la revelaciôn y comunicarla en plenitud.
Estos son los Padres de la Iglesia. Por eso ellos abren camino en la ciencia
religiosa.
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Para entender bien a los Padres es necesario de todo punta conec-


tar con eHos reviviendo el ambiente, la geografla, todo el entomo hist6rico
que forma como la sombra de sus vidas de hombres de came y hueso. Son
muchos los siglos que nos separan de ellos, algunos no pertenecen a nues-
tra grupo étnico 0 lingüistico y asi es l6gico que su idiosincrasia sea di-
versa. Cuanto mejor conozcamos el clima situacional que los envuelve
mas cerca estaremos de su obra. El lector mejor preparado culturalmente
en la época de los Padres, con mayor deleite saboreara los aspectos reli-
giosos de sus obras.
- Conviene conocer no s610 la lengua, la cuItura, el entomo hist6-
rico, sino la misma psicologia deI escritor. Tenemos que acercamos antes
al hombre, luego, al creyente y finalmente al escritor. S610 asi la gama
de val ores integrales aparecera en todo su dinamismo y hani mas grata la
lectura.
- Un consejo valido para el lector modemo es que abandone mu-
chos temas polémicos que hoy Hamamos bizantinos, es decir, elucubracio-
nes metafisicas mas que ciencia cristiana, sin trascendencia. Lo mismo
digamos de muchas cuestiones ambientales, modas pasajeras, que ya na-
cieron muertas en su origen y que la historia se ha encargado de enterrar
para siempre. Ya sabemos que cada época hist6rica tiene muchas formas
vitales que viene a ser signos de los tiempos y después se agotan.
- Esto mismo yale para algunas formas de ascesis, modas valiosas
en otros tiempos y en otras latitudes y que hoy no tienen vigencia. Lo
que el cristiano tiene que hacer hoy al leer los Padres es trasladar el espi-
ritu de la costumbre y absorber 10 que tenga de esencial, abandonando 10
efimero; es decir, constatar la actitud cristiana que late bajo las formas
hoscas y atm excéntricas de la ascesis, para imitarla. A veces puede ser la
misma motivaci6n la que es excéntrica y temporal; en ese casa el abandono
total de la forma se impone por encima de todo. Es cierto que a la hora
de juzgar no estaremos todos de acuerdo. Pero al menos coma principio
yale: conectar con el pasado a veces resuIta dificil, querer revivir este
pasado sin mas, puede ser un error técnico imperdonable.
- Para adquirir una informaci6n sobre los detalles que anteceden
pueden servir las historias generales de la Iglesia y otras obras de intra-
ducci6n a la patristica 4.

• Por 10 que a obras en espauol se refiere, son recomendables las siguientes: EUSEBIO DE CE·
SAREA (263·339), Historia eclesidstica, trad. de Luis de Câdiz, Buenos Aires, Editorial Nova, 1950.
Desde hace auos las BAC viene anunciando una traducci6n y publicaci6n de esta obra de! «Pa·
dre de la historia eclesiâstica» y no termina de salir a luz publica. KARL BAus, Manual de his·
toria de la Iglesia (de H. JEDIN). l, Barcelona, Herder, 1966. J. DANIELOU·H. 1. MARRou, Nueva
historia de la Iglesia, l, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1964. ALBERT EHRHARD, Historia de la
Iglesia, I·II, Madrid, Ediciones Rialp, 1962. BERNARDINO LLORCA, SJ, Historia de la Iglesia, l,
4.- ed., Madrid, BAC, 1964. J. QUASTEN, Patrologla, l, Madrid, BAC, 1961; II, 1962.
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Valar de la lectura de las Padres

Antes de iniciar el tema, queremos recordar unas palabras orientado-


ras de René Wasselinck sobre el valor de los Padres hoy y en qué sentido
es valida y provechosa su lectura. Serviran de orientaciôn general:
"El conocimiento de los Padres, en efecto, no se legitima sino en el
casa de que sean capaces de insuflarnos, a su imitaciôn, un auténtico di-
namismo creador. El progreso implica tanto la integraciôn deI pasado
como exige su superaciôn ... Tener, como ellos, la audacia de innovar
para responder a las exigencias simultane as deI Evangelio y del mundo
contemporaneo, es sin duda la lecciôn mas preciosa que nos de jan los
Padres y la justificaciôn profunda de su estudio" 5.

Significada deI tema

Antes de comenzar, una aclaraciôn para que no sufran desengafio los


entendidos. La palabra "padre" esta tomada en sentido muy genérico y
univers al, no en sentido técnico; en este caso significa los escritos de los
primeros autores cristianos, algunos de los cuales son anônimos, otras per-
tenecen a autores eclesiasticos que no han sido admitidos en el canon de
los Padres por la jerarquia de la Iglesia.
Otra aclaraciôn es que estas reflexiones van dirigidas principalmente
a los cristianos creyentes de lengua espafiola, porque en ellos se pensô
inicialmente al dar cuenta de las ediciones de los Padres en espafiol; pero
es obvio que este criterio no es deI todo restrictivo. También conviene
decir desde ahora que estas reflexiones no valdran gran cosa para los
especiaIistas, porque se ha pensado en los no iniciados en el estudio de
los Padres para que sepan a qué atenerse en su lectura.
Por razones metodolôgicas dividimos el trabajo en cuatro secciones:
los Padres apostôlicos, los escritos apologéticos, las Actas de los martires
y los grandes teôlogos de los siglos IV y v. De cada uno de estos sectores
daremos una ambientaciôn histôrica suficiente para entender a los escri-
tores y a sus obras y al final indicaremos las ediciones de los Padres que
el hispano parlante puede tener a mano.

I. Los PADRES APOSTOLICOS

Son los primeros escritos cristianos después de los libros canônicos


deI N. Testamento, y por 10 mismo enlazan inmediatamente con los Evan-
gelias} con los Hechas de las Apostales} las Epîstalas de S. Pablo y con
5 Actualité des Pères de l'Église, en Christus, 11 (1964) 287.
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el Apocalipsis de S. Juan. Todos estân escritos en griego, que era la len-


gua oficial min en la misma Roma en este tiempo.

Caracter de estas ohras


Todas participan deI carâcter de la intimidad. Son escritos cortos, sin
las ambiciones cientîficas de un tratado dogmâtico 0 moral; cartas, escri-
tos breves, en los que palpita la vida cristiana en sus origenes, que exigen
la cercanîa y la presencia. Son obras te stimonio , documentos vivos de la
presencia dei Espiritu. Se lIaman apostolicos porque 0 estân escritos cuan-
do todavia vivian los apostoles, 0 porque los autores han si do sus disCÎ-
pulos. La cercania de los apostoles nos lIeva al contacto con Jesus, coma
consta dei mismo tîtulo de la Didaché: "Doctrina dei Senor a las naciones
pOl' medio de los doce apostoles". Los Padres apostolicos tienen conciencia
de sel' los sucesores de los apostoles, y a través de ellos, del Senor.
Escritos parenéticos unos, coma torpes y rudimentarios esquemas de
una catequesis prebautismal, instrucciones de tipo moral, litûrgico 0 dog-
matico; documentos historicos otras, que nos relacionan con los primeros
avatares de la Iglesia naciente: divisiones y disenciones en el seno de las
comunidades: brates de herejîas, corrientes judaizantes. En fin, el cons-
tante forcejeo de una institucion que esta todavîa madurando. Todos estos
escritos son de un valor incalculable, coma viejas reliquias de un cuerpo
que todavîa continua vivo, pasado historico que no solo es historia, sino
vida presente.
Otro aspecto interesante de estos breves escritos primitivos es que los
destinatarios inmediatos son las iglesias locales determinadas -hecho evi-
dente en las cartas- 0 al menos las comunidades de creyentes en Cristo.
De ahî el canicter intimista que ya advertimos. Son los pastores 0 los
profetas de la nueva Iglesia los que intentan analizar la vida de la institu-
cion para sostenerla dentro de unos lîmites morales, dogmâticos 0 disci-
plinares.
Sabemos también que muchos de estos escritos han sido leidos en las
iglesias locales coma si fuesen palabra inspirada, hasta que en el siglo IV se
detennino el canon de los escritos dei N. Testamento. Antiguamente el
intercambio epistolar no era solo entre las personas, sino entre las comu-
nidades.
El entorno hist6rico
La situacion real de la Iglesia en el periodo que va deI ano 70 hasta
el ultimo tercio deI siglo II, es la siguiente:
- Las relaciones de la Iglesia con el Imperio romano no eran nada
cordiales. Al principio, bajo el emperador Claudio (41-54), los cristianos
fueron confundidos con una secta judîa, aunque poco después ya son tra-
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tados como un grupo religioso independiente. El ano 64, bajo Nerôn, co-
mienza el periodo de las persecuciones violentas organizadas y provocadas
por leyes imperiales. Es verdad que el ûnico emperador que puede ser
considerado como perseguidor de la Iglesia es Nerôn (54-68), quien dicta
normas contra la Iglesia. Los demas emperadores tenidos por perseguido-
l'es en esta época (Domiciano (81-96), Trajano (98-117), Adriano (117-138)
y Antonino Pio (138-161)), no hacen mas que interpretar la ley general
que tiene su origen en Nerôn y sus con se jeros. En suma, la Iglesia de
cara al paganismo vivîa en una lucha latente que a veces se hacia vio-
lenta.
- Sus relaciones con el judaismo tampoco eran envidiables. Si los
judîos deI tiempo de Cristo no le aceptan como Mesîas, después de su
muerte promueven motines populares contra los cristianos, sobre todo
cuando se percatan que no colaboran con ellos en la lucha armada contra
Roma, que tenninô en dos ocasiones con la destrucciôn dei templo bajo
Vespasiano (ano 70) y de Jerusalén bajo Adriano (anos 132-134). La
Iglesia naciente sabe que las sinagogas de los judios, sobre todo en la
diaspora, son "semilleros de su infamia" y "el origen de las persecucio-
nes" (Tertuliano).
- Pero el peligro deI judaismo en cuanto ideologia religiosa quedaba
agazapado en el seno mismo de la Iglesia. Los judaizantes son los judios
convertidos al cristianismo que querian compaginar el Evangelio con la
ley de Moisés. El concilio de Jerusalén deI ano 49 zanjô la cuestiôn te ô-
rica, pero la tendencia era mucho mas vital y asi pudo zigzaguear clan-
destinamente en las comunidades ma:tas de Jerusalén, Egipto y Asia Me-
nor. La concepciôn cristiano-semitica y cristiano-helénica se enfrentan en-
tre si. De ahi la importancia que tienen los autores de este perîodo, que
no son de raza judia y si griegos par cultura, como son Clemente y Her-
mas, romanos; Ignacio, sirio; Policarpo, de Asia Menor; el autor de la
Epîstola a Bernabé, egipcio. Ciertamente los tres grandes Padres aposto-
licos conocidos por nombre propio -Clemente, Ignacio y Policarpo-
provienen los tres deI paganismo. Los escritos de esta época nos hacen
asistir a la lucha entre ambas tendencias y demuestran la victoria deI
cristianismo helenizante.
- Un analisis de la Iglesia considerada en su misma entrana, nos
descubre cosas sorprendentes en esta época. Generalmente se tiene una
vision muy romantica de la Iglesia primitiva, visiôn alimenta da mas por
el sentimentalismo que por los documentos que hacen historia. Segun esta
visiôn la Iglesia en sus primeros siglos habria sido una Iglesia pura, toda
hermosa por ser la esposa de Cristo. Después, pOl' la incuria de los hom-
bres barbaros y sobre todo por la ingerencia de Constantino, se desequi-
librô. La realidad fue otra. En la Iglesia primitiva existieron conjuntamen-
te grandezas y miserias coma en la nuestra. Por ejemplo, hubo divisiones
300 DANIEL DE PABLO

internas en la comunidad de Corinto, aIlî mismo donde tanto habian flo-


recido los carismas, como consta de la carta de S. Clemente Romano. El
Pastor de Hermas habla claramente de las defecciones en la Iglesia de
Roma. En tiempos de las persecuciones, sobre todo en las grandes perse-
cuciones de los siglos III y IV, los cristianos apostataron en masa, 10 que
indica que su fe no era tan robusta. Entre las virgenes hubo mucho en-
greimiento y egolatria; aunque algunos de estos datos corresponden al
periodo posterior. Desde muy temprano la tendencia judaizante dentro
deI cristianismo acepta los principios duaHsticos deI gnosticismo, poniendo
en peligro la concepciân ortodoxa deI Verbo Encarnado, negando la divi-
nidad de Cristo, el verdadero concepto de la redenciân (Ebionitas, Do-
cetas ... ). Las tendencias escatolâgicas prosperan en demasia; y si es
verdad que fue una "santa ilusiân" que alentâ muchas formas de ascesis,
impidiâ la creaciân de una teologia de las realidades terrenas.
Por otra parte es una época gloriosa, de plena efervescencia religiosa,
que da mas importancia a la praxis que a las especulaciones teolâgicas. La
liturgia va tomando cuerpa desde esta tempraana edad; la oraci6n, la pe-
nitencia y sobre todo la Eucaristia, celebrada en casas particulares al prin-
cipio -iglesia significa comunidad de creyentes- se organizan con plu-
ralidad de formas que coinciden en 10 esenciaI. Comienza, si bien anar-
quicamente en este perioda, el catecumenado. Las iglesias locales se van
agrupando cada vez mas en torna a su obispo, al que acompafian las fi-
guras eminentes de los profetas y maestros. Se perfila la jerarquia tripartita
de obispos, presbîteros y diaconos. La fe de los creyentes se centra sobre
todo y cada vez con mas fuerza, en la figura de Jesus.
El gran historiador de la Iglesia primitiva J. Lebreton ha descrito asi
el cristianismo de este periodo: "Rechazada por la sinagoga, perseguida
por el Imperio romano, la Iglesia desarrolla una vida interior intensa.
Esta vida se impone a primera vista a la admiraciân deI historiador por su
plenitud desbordante ... Nos parece que, durante el periodo apost6lico, el
cristianismo es, ante todo, la religiân de Cristo ... , es verdaderamente el
caracter distintivo de esta religiân y el secreto de su fuerza" 6.

La tematica de los Padres apostôlicos


Si la lectura de los Padres apostâlicos es acon se jable no es sâlo por
su antigüedad, sino por su doctrina, que es ante todo vida. En este resu-
men hacemos referencia a 10 que tiene todavia un valor para la vida es-
ph-ituaI.
Jesucristo. Es el tema mas inmediato, el mas sobresaliente en la
mayoria de los escritos. Ya hemos dicha que los autores han conocido a
6 J. LEBRETON, Histoire de l'Église, l (Col. de Flissche-Martin), Saint-Dizier, Bloud & Gay,
1934, p. 259,
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 301

los testigos mas cercanos a Cristo coma son los apôstoles; de ahi la pri-
mada que dan a la persona de Jesûs.
Son sobre todo los obispos Clemente de Roma e Ignacio de Antioquia
los grandes enamorados de la persona y la obra de Jesûs. S. Clemente
parte de la mas radical: la justificaciôn pOl' la fe. "Tampoco nosotros, que
fuimos par su voluntad llamados en Jesucristo, nos justificamos pOl' nues-
tros propios méritas, ni par nuestra sabiduda, inteligencia y piedad, 0
par las obras que hacemos en santidad de corazôn, sino par la fe, par la
que el Dias omnipotente justificô a todos desde el principio" 7. Pero es
una fe que no exc1uye las buenas obras (33, 1). Jesucristo nos redime con
su sangre, y par eso el cristiano tiene que tener su mirada puesta en
ella (7, 4). "Reverenciamos al Senor Jesûs, cuya sangre fue derramada par
nosotros" (21, 6). El es el camino para aIcanzar nuestra salvaciôn (36,
1-2). Es el ejemplo de humildad, su persona pertenece a los humildes, y
pOl' eso el cristiana tiene que imitarIe en esta virtud (16, 1-2; 16, 17).
Dias nos lleva par Cristo de las tinieblas a la luz (49, 1-2). Propane a los
corintios, divididos pOl' las envidias y emulaciones, que ejerciten la caridad
acordandose de que todos los creyentes son un cuerpo en Cristo, y asi
eviten las divisiones en la fe (48, 1-2).
S. Ignacio de Antioquia es mucha mas mistico, y todas sus paginas
estan llenas de lirismo; pero es hablando de Cristo donde su pluma ad-
quiere las mas ricas tonalidades de mistica grandeza. Dice coma Pablo de
Tarso que su vivir es Cristo deI que nada sera capaz de separarIe 8. Sôlo
El merece sel' imitado 9. "Sôlo una cosa importa: que nos hallemos en
Jesucristo para el verdadero vivir" 10. Previene a los cristianos para que
superen las formas judaizantes de su vivir cristiana porque ya fueron su-
peradas en Cristo: "Absurda casa es llevar a Jesucristo en la boca y vivir
judaicamente" 11. Su prosa adquiere acentos dramaticos cuando defiende
la corporeidad real de Cristo y la divinidad deI Verbo Encarnado contra
docetas y ebionitas. Previene a los cristianos para que desechen estas he-
rejias que destruyen la persona de Cristo 12. Lo importante para él es que
7 Carta a los corintios, 32, 4. Editada pOl' D. RUIZ BUENo, Padres apost6Ucos, Madrid, BAC,
1950, pp. 177·238. S. Clemente fue el tercer sucesor de S. Pedro en la secte primada de Roma.
Se le ha atribuido una carta a la iglesia de Corinto, escrita después de la persecuci6n de Do·
miciano (anos 95·96) con el fin de apaciguar una sedici6n que habla surgido en aquella iglesia.
Interviene coma obispo de Roma, con autoridad, y es una bellisima exhortaci6n a la vida cris·
tiana turbada alli pOl' las pasiones de los cristianos.
8 Carta a los efesios, 3, 2. Editada, como todas las cartas de S. Ignacio, pOl' D. RUIZ BUENO,
Padres apost6licos, pp. 447·502. A. S. Ignacio no le conocemos mas que a tmvés de sus cartas
y es una de las mayores glorias de la antigua Iglesia. Ejemplar coma obispo, coma hombre,
como martir, auténtico «portador de Dios», coma él gusta llamarse en el encabezamiento de
todas sus cartas. Se conservan siete cartas a otras tantas iglesias locales que encontr6 en su
camino hacia el martirio desde Antioqula de Siria hasta Roma. Son documentos exhortatorios
al martirio y a todas las virtudes cristianas; estan escritos pOl' un hombre de fuego, pero lleno
de humanidad. Muri6 hacia el ano 110. Sobre S. Ignacio puede leerse: VIRGINIA CORWIN, St. Ig·
natius and Christianity in Antioch, New Haven, Yale University Press, 1960.
9 A los efeslos, 10, 3.
10 lb., 11, 1.
11 A los magnesios, 10, 3.
302 DANIEL DE PABLO

se hable de Cristo, bien sea que 10 haga un cristiano de origen judio 0


pagano: "pero si ni uno ni otro [circunciso 0 incircunciso] hablaren de
Jesucristo, esa gente s610 son para mi estelas funerarias y sepulcros de
muertos" 13. Pero donde se demuestra un alma realmente cristianizada es
a la hora de aceptar la muerte violenta en la arena de Roma. Se precia
como Pablo de llevar las cadenas "par doquier por amor de Jesucris-
to" 14. No quiere que los cristianos influyentes de Roma intercedan por su
liberaci6n, porque él ansia, por encima de todo, el martirio para imitar la
pasi6n de su Dios 15. "Permitidme ser pasto de las fieras por las que me
es dado alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios y por los dientes de las fieras
he de ser molido a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo. Ha-
lagad mas bien a las fieras, para que se conviertan en sepulcro mio y no
dejen rastro de mi cuerpo" 16.
Policarpo de Esmirna Hama a Jesucristo "nuestra esperanza y prend a
de lluestra justicia", y le propone como ejemplo de paciencia a los fili-
penses 17.
En la Carta Hamada de Bernabé, Cristo aparece en primerisimo pIano,
al decir el desconocido autor que en Jesucristo estân superados todos los
sacrificios de la antigua alianza; y consiguientemente afirma que Cristo es
el eje de la nueva religi6n, en la que no hay lugar para el mosaismo 18.
El enigmatico Pastor de Hermas habla poco de Cristo y esto poco con
enorme imprecisi6n. Pero Hermas no es un te6logo, sino un aldeano mo-
ralista que escribe una obra dentro deI estilo de la apocaliptica judia. Y 10
ûnico que quiere hacer resaltar en Cristo es al siervo fiel de Dios, cum-
plidor de su palabra 19.
12 A los tralianos, 9, 1-2.
13 A los liladellios, 6, 1.
14 A los tralianos, 12, 2.
1S A los 1'omanos, 1, 2; 6, 3.
16 lb., 4, 1-2.
17 Carta a los lilipenses, 8, 1·2. Editada pOl' RUIZ BUENO, en Padres apost6licos, pp. 661-671.
Policarpo, alma gemela de S. Ignacio; los dos viven el mismo problema religioso, absorben
el mismo clima espiritual. Fue obispo de Esmirna y discipulo de S. Juan Evangelista, segun
la tradici6n, y martir. Escribi6 esta carta a los filipenses antes deI ano 155.
18 Cf., pOl' ejemplo, 2, 6. Ha sido editada pOl' RUIZ BUENO, en Padres apost6licos, pp. 771·810.
Este escrito, de autor desconocido, pero, sin duda, escrita en ambiente judeo·cristiano, es una
diatriva contra la ley de Moisés, una demostraci6n de la superioridad de la ley de Cristo sobre
el A. Testamento. Esta dirigida a una comunidad cristiana en peligro judaizante y escrita pro·
bablemente los anos 120-130, en tiempos deI emperador Adriano. Un tiempo fue tenida por es-
critura can6nica. Sobre ella cf. P. PRIGENT, Les Testimonia dans le Christianisme primitif.
L'épître de Barnabé I-XVI et ses sources, Paris 1961. E. ROBILLARD, L'épître de Barnabé. Trois
époques, trois théologies, trois rédacteurs, en Revue Biblique, 78 (1971) 183-209.
19 Cf., pOl' ejemplo, Compamci6n V y IX. Editado pOl' RUIZ BUENO, en Padres apost6licos,
pp. 937-1092. Es el Iibl'O mas mistel'ioso de la antigüedad cristiana, tenido también durante
algùn tiempo C01110 Escritura revelada. Libro confuso, de dificil interpretaci6n. Se le atribuye
a un tal Hermas, autor ignoto. Modernamente se piensa que cons ta de varias partes escritas
en diversas épocas y pOl' autores diversos, todos ellos deI siglo II. El tftulo de Pastor proviene
deI hecho de que el revelador, un angel, se presenta bajo la figura de un pastor (cf. visi6n V).
Refleja ambientes judaizantes y consta de 5 visiones, 12 mandamientos y 10 comparaciones.
Sobre la obra cf. S. GIET, Hermas et les Pasteurs. Les trois auteurs du Pasteur d'Hermas,
Paris, Presses Universitaires de France, 1963; W. COLEBORNE, The Shephers 01 Hermas. A case
for multiple authorship and some implication, en Studia patristica 10 (1970) 65·70; L. PERNVEDEN,
The concept 01 Church in the Shepherd 01 Hermas, GIeerup, Lund, 1966.

L
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 303

Junto a Cristo estâ el Padre y el Espiritu Santo, sobre todo en las


obras mâs teolôgicas de este tiempo, como son la Carta de Clemente ro-
mano y las Cartas de S. Ignacio. Son los primeros documentos de una fe
trinitaria, la misma idea aparece en la Didaché.

La Iglesia. Importante desde el punto de vista de la teologia es el


tema de la Iglesia, ya que estos breves escritos son los primeros testimo-
nios de su evoluciôn en el periodo posapostôlico. Pero no sôlo es impor-
tante el desarrollo dogmâtico, sino la vivencia, el sentido de Iglesia que
impregna toda la vida espiritual de estas primeras generaciones.
Tanto en S. Clemente como en S. Ignacio la Iglesia estâ ya constituida,
jerarquizada, digamos, a pesar de que todavia las funciones que corres-
ponden a cada uno de los miembros no estén nad a claros. En orden des-
cendente tenemos primero a Cristo, lue go, a los apôstoles, presbiteros y
diâconos. El centro de la Iglesia local es el obispo. "No hagâis cosa alguna
-dirâ Ignacio de Antioquia- sin contar con el obispo" 20. "Hemos de
mirar al obispo como a Dios mismo" 21. Llega a afirmar que sin jerarquia
(obispos, presbiteros y diâconos), no hay Iglesia 22.
Pero 10 que cabe aqui resaltar, al leer los viejos textos, es que se
busca la unidad de todos los cristianos en Cristo, y que se identifiquen
ante ellos mismos, y ante el paganismo por su buena conducta. Esta espi-
ritualidad fundada en la unidad es 10 que le mueve a S. Clemente a inter-
venir como obispo de Roma en la iglesia de Corinto, exhortando a los
fieles de aquella iglesia a deponer su contumacia subversiva, reprobando
la acciôn de algunos jôvenes que habîan destronado a los presbîteros. La
jerarquia de la Iglesia proviene de Cristo mismo 23. El cristiano tiene que
tender a la unidad y no a la banderîa 0 divisiôn, porque la fe estâ fundada
en un solo Dios, un solo Cristo y un solo Espiritu 24. En la Didaché se
ordena que la comunidad elija a sus obispos y diâconos 25. Y prevé en las
comunidades la existencia de apôstoles y profetas 26.

20 A los tralianos, 2, 2.
21 A los eleslos, 6, 1.
22 A los trallanos, 3, 1; a los esmirniotas, 8, 1·2.
23 S. Clemente a los corintios, 42, 1-5.
24 lm., 46, 1-9.
2S 15, 1-2. Editado por RUIZ BUENo, en Padres apostàlicos, pp. 77-94. La Didaché 0 Doctrina
de los doce apostoles es una obra bien conocida de la antigtiedad cristiana, tenida también
algùn tiempo como libro inspirado. Es un libro muy importante debido a su antigtiedad, que
algunos colocan, al menos algunas de sus partes, entre los ano 50 y 70. Es de autor descono-
cido, pero refleja mas bien ambientes palestinos y sirios de tendencias judaizantes. Se perdio
su pista durante muchos siglos hasta que el ano 1875 fue descubierto en una biblioteca de
Constantinopla por Filoteo Bryennios y publicado por él mismo en 1883. No obstante la bre·
vedad dei escrito, polarizo en seguida la atencion de los especialistas de la Iglesia primitiva.
Parece sel' un libro de catequesis e interesa por 10 pragmatico, ya que viene a ser un esquema
de moral y de litUl'gia, trasmitiéndonos practicas y ritos cristianos tal como eran practicados
pOl' una comunidad de creyentes dei siglo 1. Sobre la Didaché pueden leerse, St. GIET, L'énigme
de la Dichaché, Editions Ophrys, 1970; J. P. AUDET, La Didaché, instructions des Ap6tl'es,
Paris, Etudes Bibliques, 1958.
26 Didaché, 11, 1-12.
304 DANIEL DE PABLO

Hermas en su Pastor ha visto a la Iglesia bajo el simbolo de la cons-


trucciôn de una torre con diversidad de piedras traidas de la tierra y deI
mar. Unas labradas y lisas, otras carcomidas y hendidas; unas sirven para
la edificaciôn, otras son arrojadas lejos de la torre por los mismos cons-
tructores. Hermas ha querido ver en esta diversidad de piedras las diver-
sas categorias de hombres que se acercan a la Iglesia y la edifican 27.

Eucaristia y Bautismo. La Didaché nos ha conserva do fôrmulas de


una liturgia eucaristica y bautismal que comenzaba a organizarse. La Eu-
caristia es celebraciôn comunitaria celebrada "cada dia deI Selior" (14, 1).
Y es, ante todo, una participaciôn en el cuerpo y la sangre deI Selior, una
ocasiôn para "dar gracias" a Dios y pedirle por toda la Iglesia, por su
unidad y santidad (9, 1-5 Y 10, 1-5). Oraciones primitivas, rudimentarias,
esencialmente conservadas en nuestras actuales celebraciones. El cristiano
que acudfa a aquellas celebraciones se acercaba a Cristo "después de ha-
ber confesado sus pecados" (14, 1).
Ignacio martir quiere aprovechar la ocasiôn al hablar de la Eucaristia
para insistir en la unidad y la concordia de la Iglesia: una sola Eucaristfa
porque una sola carne, un sôlo caliz, un sôlo aItar, un sôlo obispo, "jun-
tamente con el colegio de presbfteros y con los diaconos, consiervos
mfos" 28.
Seglin la misma Didaché, el bautismo se reaIizaba dentro de la fe tri-
nitaria y a sel' posible con agua viva 0 corriente. La ascesis habia corn en-
zado a introducirse e indicaba el compromiso de la comunidad y deI mi-
nistro con el bautizando. Todos tenian que ayunar uno 0 dos dfas an-
tes (7, 1-4).

La vida cristiana de todos los dias. Es también un tema comun a


todos los escritos de esta época. Muchos de ellos -ya la hemos dicho-
son exhortaciones a la vida cristiana santa. El tema de los dos caminos
que se abren ante la vida de todo hombre coma una opciôn, ha sida desa-
rrollado por la Didaché. Uno es el de la vida, de la pni.ctica de las virtudes
cristianas; y otro el de la muerte, de la vida viciosa (1-5). También la ha
expuesto la Carta de Bernabé con terminologîa algo diversa. El camino
de la vida es aquf el camino de la luz, y el de la muerte, el camino dei
"Negro" (19, 1-2 Y 20, 1-2). El Pastor de Hermas prevé que cada
hombre tiene en si mismo dos angeles, el de la justicia y el de la maldad
(mand. VI, 2). El mismo nos ofrece un cataIogo de vicios y virtudes de la
mas completo para esta época (mand. VIII).
Las exhortaciones genéricas a particularizadas no faltan. Por ejemplo,
S. Policarpo exhorta a las diversas categonas de cristianos, a las casadas
27 Cf. Vislôn III y comparaciôn IX.
28 A los filadelfias, 4.
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 305

y viudas, a los j6venes, dhlconos y presbiteros 29, 10 mismo que a todos los
cristianos en general (cap. 10).
Lo mismo S. Clemente romano quien apela a la santidad, al cumpli-
miento de las virtudes que tienen que practicar los bautizados para sel' el
pueblo santo que Dios quiere 30. En concreto aconseja la humildad, la
obediencia, la mansedumbre y la penitencia 31. El martir Ignacio apela a
la dialéctica deI ejemplo para convertir a los que no creen en nuestro
Dios 32.
Pero el que se lleva la palma de moralista cristiano en estos primeros
anos es Hermas. Toda la segunda parte de la obra -los 12 mandamieni-
tos- no son mas que una recopilaci6n de 10 que tiene que sel' un cris-
tiano en el mundo. Lo mismo digamos de las cinco primeras comparacio-
nes 33. Es un resumen de la moral cristiana, donde aparecen las virtudes
mas espectaculares y las mas sencillas. Es el vivir cotidiano de un cristiano
en el mundo el que esta en juego en estas paginas escritas pOl' un cristiano
comûn deI siglo II.
Parte integrante de este vivir cotidiano en cristiano es la oracion. Ya
hemos aludido a la oraci6n pOl' la Iglesia univers al que el cristiano realiza
durànte la celebraci6n de la Eucaristia. La misma Didaché insiste también
en la oraci6n persona!. Tres veces al dia quiere el piadoso autor de este
escrito que el cristiano levante su coraz6n a Dios con la oraci6n deI Se-
nor (8, 2-3). El gran obispo Policarpo exhorta a oral' pOl' todos los hom-
bres 34, y él mismo dio c1arisimo ejemplo de caridad cristiana orando pOl'
todos, momentos antes de sufrir el martirio 35. Pero donde la oraci6n cris-
tiana adquiere cotas de grandeza insuperable en este tiempo es en las
oraciones de S. Clemente al final de su carta (/) los romanos. Oraci6n de
alabanza, de sûplica pOl' todos los necesitados, y, 10 que es mas inverosl-
mil, pOl' los mismos gobernantes a la saz6n perseguidores de la Iglesia 36.
De la penitencia que el cristiano tiene que hacer después de hab el'
pecado escribi6 ampliamente Hermas en su Pastor. Practicamente todo el
libro esta orientado en esa }inea. El fue el que impuso coma norma en la
Tglesia de entonces, permaneciendo en vigor hasta el siglo VII, la peniten-
cia ûnica para el pecador, condicionado sin duda alguna pOl' el ambiente
escatol6gico, y contra algunos doctores que negaban hasta ese ûnico re-
curso al cristiano pecador 37.
Si queremos ver una brillante apologia deI martirio tendremos que
acudir a Ignacio de Antioquia. Toda la Carta a los romanos respira de-
29 Carta a los filipenses, 4-6.
30 Carta a los corintios, 21, 1·8; 30, 1·6; 37, 1-5.
31 lb., 7-19.
32 A los efesios, 10, 1-3.
33 Cf. en RuIZ BUENO, O. C., pp. 971-1023.
34 Carta a los filipenses, 12, 3.
3S Martirio de S. Policarpo, 14. Cf. en RUIZ BUENO, Padres apost6lieos, p. 682.
36 Cf. cap. 59-61.
37 Visi6n II, 2, 4-5; mandamiento IV, 3.
306 DANIEL DE PABLO

seos de morir para estar con Cristo; desea con ansia el martirio, pero no
sabe si es digno de é1 38 •
Asi poddamos continuar con otras virtudes cristianas: la fe y la cari-
dad, "principio y fin de la vida", seglÎn S. Ignacio 39; la correccion fra-
terna, que "es buena y provechosa" 40; Clemente romano ha cantado a
la caridad con palabras dignas de S. Pablo (49, 1-6).
La espera dei Sefior. Que el Serror estaba para llegar de un momento
a otro era un convencimiento univers al de los cristianos de esta primera
generacion. Sin embargo, no era la suya una espera angustiada, sino con-
fiada y tranquila. Esperaban al Serror triunfante con la misma sencillez
con que esperaban la muerte. La intencion de estas escritos es incitar al
cristiano a bien vivir, porque la hora deI Senor esta cerca 41.

II. Los ESCRITOS APOLOGÉTICOS

Caracter de estas obras

- En princlplO, el destinatario no son las comunidades cristianas,


camo en los escritos de los Padres apostolicos, sino el mundo pagano
(intelectuales, emperadores y pueblo).
- Los autores son intelectuales deI siglo II y III, generalmente laicos,
algunos de ellos testigos de la fe por el martirio. Todos demuestran po-
seer un conocimiento amplio de la cultura greco-romana.
- La finalidad es concret a e inmediata: defender a la religion cristia-
na contra los ataques de los fi1osofos paganos; demostrar a todos, especial-
mente a los emperadores, la in justici a que suponia perseguir a los cristia-
nos por el simple hecho de serlo; acallar los falsos rumores que cordan
entre el pueblo sobre los cristianos. No se debe exc1uir tampoco el deseo
de hacer prosélitos y profundizar la propia fe y la de la comunidad 42.
- No son, sin embargo, mero ejercicio de abogacia religiosa, sino
mâs bien expresion de una vivencia cristiana: aprecio de la fe por la que
se es capaz de dar hasta la vida y el prestigio personal.
- Supone un intento de explicar el cristianismo con el bagaje cultu-
38 A los tralianos, 4, 2; 2, 1 2; 4, 3, etc.
39 A los efesios, 14, 1.
40 S. Clemente a los corintios, 56, 1-4.
41 S. Ignacio, a los elesios, 11, 1; Carta de Bernabé, 4, 1-6; 9, 14; 15, 14; 21, 1-3; Didaché,
16, 1-6.
41 Varios apologetas dei siglo II se quejan de la in justici a que supone condenar a los cris-
tianos por el solo nombre: S. Justino, fil6sofo y martir que muri6 hacia el 163, Apologfa J, 4;
Apologia II, 2. Taciano, discfpulo de Justino en Roma, convertido dei paganismo coma su
maestro, Discurso contra los griegos, cap. 27. Atenagoras, fil6sofo cristiano de Atenas, Suplica
en javor de los cristianos, cap. 1-2. Tertuliano, A los paganos y Apologético. Las obras de Jus-
tino, Taciano y Atemigoras han sido publicadas pOl' D. RUIZ BUENO, en Padres apologistas grie-
gos, Madrid, BAC, 1954. Del Apologético public6 GERMAN PRADO una traducci6n en la Col. Ex-
celsa, Madrid 1943.
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 307

raI del helenismo. Son los primeros teologos no profesionales, sino puros
diletantes en teo1ogîa, de ahî que su obra desde el angulo de la teologîa
quede algo resentida.
A mbiente-circunstan te

Los escritos apologéticos se extienden desde el reinado deI emperador


Adriano (117-138) hasta finales del siglo II, que es cuando Tertuliano
escribio sus obras apologéticas.
- La situacion ambiental de cara al imperio ya la conocemos. Las
persecuciones continu an su ritmo mas 0 menos violento bajo Adriano,
Antonino PÎo (138-161), Marco Aurelio (161-180), Comodo (180-192) y
Septimio Severo (193-211).
- Entre el pueblo corren los rumores mas absurdos y calumniosos:
que los cristianos practican el ateÎsmo; que sacrifican a un nifio y se 10
comen en reuniones clandestinas durante la noche; que con motivo de
estas reuniones practicaban todo género de lascivias. Todo ello desespera
al pueblo y al mismo tiempo le irrita. De ahî que muchas veces los rescrip-
tos de los emperarores no fuesen directamente persecutorios, sino con-
troladores deI furor popular contra los cristianos 43.
- Los filosofos de esta época mas que metafîsicos son hombres prag-
maticos, que siguen las corrientes cînicas de Luciano de Samosata 0 el
estoicismo de Epicteto; al final deI siglo II se impone el sincretismo en
filosofîa y en religion. Luciano publica el ano 170 su satira jocosa contra
los cristianos, De morte peregrini; y Celso, el aristocrata tradicionalista,
escribe hacia el ano 178 su Discurso verdadero, lleno de argumentos
contundentes contra la nueva religion.
- Poco podemos anadir a 10 dicho en el primer apartado sobre la
vida Întima de la Iglesia. El gnosticismo se desarrolla vigorosamente en-
tre los anos 130 y 180. Como contraataque del gnosticismo, la Iglesia
catolica va delimitando el sentido de la autoridad monarquica deI epis-
copado, de la tradicion, el canon de las sdas. Escrituras, el magisterio, el
Credo, en el cu al se fijan los conceptos de Dios uno y trino, de Cristo
Hijo de Dios y Redentor. El teologo mas perspicaz de este perîodo es sin
duda alguna Ireneo de Lion, que murio hacia el ano 202.

Ternas principales de los apologetas

Tema comun a todos los apologetas es la defensa de la religion cris-


tiana, rechazando las calumnias y demostrando la injusticia de las leyes
43 Un resumen de estas burdas calumnias puede verse en el Octavio deI apalogista Marco
Minucio Félix, un cristiana de Roma que escribi6 su obra a finales deI siglo II. Ha traducido
este pasaje D. RUIZ BUENa, en Padres apologistas griegos, pp. 24·30. Atemigoras hace relaci6n
también a los tres delitas de ateismo, uniones incestuosas y hamicidias, ib., pp. 646·708. La
misma Tertuliana, Apologético, cap. 7·24.

""--
308 DANIEL DE PABLO

persecutorias. Este es el aspecta negativo de su labor apologética. Pero


de la defensa pasan al ataque frontal con otras religiones paganas y eI
judaismo, conc1uyendo que la unica religiôn verdadera es el cristianismo.
Las religiones paganas son falsas por su ideologîa, por sus dioses innu-
merables, y son inmorales porque incitan a todos los vicios, imitando en
esto a sus dioses. Ademâs, la cultura helénica es posterior y de peor ca-
lidad que la cultura bîblica. En cuanto al judaîsmo es una religiôn im-
perfecta porque feneciô con la venida de Cristo 44.

Teologia de la historia y libertad de conciencia. No obstante, qUlza


para un lector de hoy el aspecto funcional de los escritos apologéticos sea
el menos interesante; él va buscando un cristianismo vivo, y estos son
meros datos culturales. A nadie se le puede ocurrir hoy defender el cris-
tianismo coma 10 hicieron nuestros remotos antepasados. El ambiente, las
formas culturales han varia do esencialmente. Pero hay actitudes en eIlos
que pueden servir de pauta para la presente generaciôn de cristianos, te ô-
logos y simples fieles. La primera seda la tentativa de Justino de qUel'er
coordinar todos los elementos religiosos vâlidos deI judaismo y las formas
culturales deI helenismo con las nociones esenciales deI cristianismo, po-
niendo coma centro de la historia de la salvaciôn al Logos, que se mani-
fiesta en Cristo. Asi, todo 10' bueno y verdadero de la antigüedad es mera
preparaciôn para la plenitud de los tiempos que se realizarâ en Cristo,
que por 10 mismo adquiere en la historia un valor absoluto. Todo en la
historia tiene raices religiosas, de ahi su aprecio por todo 10 bueno y ver-
dadero de las antiguas culturas. Justino, quizâ sin darse cuenta, estaba
creando la teologia de la historia. Lo contrario sucede con Taciano y
Teôfilo de Antioquia.
Otra actitud imitable hoy seria la que impuso Tertuliano al finalizar
el siglo II. En su lucha por la defensa de los cristianos pide a los empe-
l'adores romanos la libertad de religiôn, fundada en la libertad de con-
ciencia: "Mirad bien, en efecto, de que no sea ya un crimen de impiedad
el quit al' a los hombres la libertad de religiôn y prohibirles la elecciôn de
divinidad, 0 sea, de no permitirme honre al que yo quiera honrar, for-
zândome a honrar al que no quiero honrar" (Apologético, 24, 6). La
Iglesia iba a olvidar muy pronto esta visiôn obligando prâcticamente a
entrar a todos en su seno, pOl' voluntad 0 pOl' fuerza. Sôlo ahora hemos

44 Contra la falsedad de las religiones paganas han escrito todos los apologetas; ver, pOl'
ejemplo, Aristides, fil6sofo cristiano de Atenas, que escribi6 una Apologia hacia los aiios 124-
126, cap. 1-14. Contra la cultura griega en general 0 de su dependencia de la judeo-cristiana
hablan: Taciano, Discurso contra los griegos, cap. 21-30; Te6filo de Antioquia, en Los tres libros
a Aut6lico, Iibro III, cap. 16-30; Justino, Apologfa l, cap. 44 y 59. Ademas, Justino admite que
todo 10 bueno que existi6 en el mundo antes de Cristo se realiz6 pOl' influjo dei Verbo de Dios
y pOl' 10 mismo todos los que han vivido en conformidad con el Verbo son cristianos antes
de Cristo, ib., cap. 46. También Justino habla contra el judaismo en el Didlogo contra Triton.
Todas estas obras han sido pUblicadas pOl' RUIZ BUENO, en Padres apologistas griegos.
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 309

vueIto al nativo derecho de seguir la religion que en conciencia se crea


verdadera.
Dios Padre, el Verbo y el Espîritu. La defensa de la religion cris-
ti,ana contra las religiones paganas llevaba consigo la exposicion de la ver-
dadera nocion de Dios. Generalmente se fijan en aquellos atributos que
mejor podian captar las mentes cuItas deI helenismo: Dios es unD e inmu-
table, creador de los cielos y la tierra, ordenador deI cosmos, premiador
de buenos y castigador de malos. Este Dios es bueno y quiere la salvacion
de todos los pueblos 45.
Original es Teofilo de Antioquia al hablar de la necesidad de la pu-
rificacion interior para que el alma llegue al conocimiento de Dios. Es
este un argumento muy utilizado en la apologética de todos los tiempos.
Cuando su amigo Autolico le dice: "Muéstrame a tu Dios", Teofilo le res-
ponde: "Muéstrame, pues, tu a ti mismo: si no eres aduItero, si no eres
deshonesto, si no eres invertido, si no eres rapaz, si no eres defraudador ...
porque Dios no se manifiesta a quienes cometen estas acciones, si no es
que antes se purifican de toda mancha" (l, 2).
El Verbo 0 el Logos aparece también con relativa frecuencia en los
escritos apologéticos. Ya hemos hecho referencia a la teoda de Justino
sobre el Verbo ingénito como semilla viviente en el corazon y en la mente
de todo el género humano, de tal manera que todo 10 bueno y 10 bello
de la Humanidad procede deI Verbo de Dios aun antes de la Encarna-
ci6n 46. Teofilo habla de un Verbo inmanente y de un Verbo proferido 47.
Taciano escribe sobre la creaci6n deI mundo realizada por Dios con la
colaboraci6n deI Verbo 48. y Justino en el Didlogo con Trit6nl se esfuerza
par demostrar la mesianidad y la divinidad de Jesucristo por el cumpli-
miento en él de todas las profecfas.
Descripci6n de la vida cristiana. Uno de los temas preferidos por los
apologetas es la demostracion de la superioridad de la religi6n cristiana
sobre las religiones paganas. El tema ha sido tratado expresamente por
Teofilo de Antioquia en su triple vertiente: es superior al paganismo por-
que Dios se revela a los profetas y no a los filosofos paganos; porque la
cultura judeo-cristiana es mas antigua que la pagana, y sobre todo, por la
superioridad moral 49.
Los apologetas present an a los cristianos como ejemplo de buena con-
ducta poniendo como fundamento que Dios ve todo, hasta los intimos
pensamientos deI hombre. El cristiano cree en este Dios omniesciente y
45 Cf., entre otros, Te6filo de Antioqufa, Los tl'es libros a Aut6lico, l, 3-7; Atenagoras, Supli-
ca en lavor de los cristianos, cap. 4 y 8-10; Te6filo es el primera en usaI' la palabra «Trinidad»,
ib., II, 15.
46 Apologla II, 7, 10 Y 13, 4.
47 Los tres libros a Aut6lico, II, 10 Y 22.
48 Discurso contra los griegos, cap. 5 Y 7.
49 Los tres libros a Aut6lico, II y III.
310 DANIEL DE PABLO

justo y la idea de su presencia le obliga a un comportamiento moral dig-


no 50. Justino apela a la doctrina paulina para describir al "hombre nuevo"
que se "transforma en Cristo 51. Un valor excepcional adquiere la refe-
rencia a la castidad en un mundo corrompido como es el que contemplan
y describen los apologetas. Estos rechazan la acusaciôn de inmoralidad
volviendo el argumento contra sus propios calumniadores 52.
Una descripciôn viva de las virtudes cristianas, de cômo era la vida
de un cristiano en pleno siglo II, la tenemos en Arîstides y en Teôfilo de
Antioquîa 53. Y sobre todo en un documento anônimo de mediados deI
siglo II, delicioso por su contenido como por la forma literaria, el Dis-
curso a Diogneto 54. En él se describe al cristiano como un hombre nor-
mal, que cumple bien su oficio de ciudadano, que come, bebe y viste
como los demas, pero a quien distingue una moral nueva. Por eso los
cristianos son el alma deI mundo (V-VI).
De la celebraciôn deI bautismo y de la Eucaristia, nos ha dejado dos
descripciones valiosîsimas S. Justino 55.

III. LAS ACTAS DE LOS MÂRTIRES

El tercer grupo de documentos de la Iglesia primitiva 10 constituyen


las Hamadas Actas de los martires, en los que se mezclan las noticias
histôricas con las fabulosas, la teologîa con la moral y la apologética.

Caracteristica de estas obras

- Son, ante todo, testimonios de vida cristiana, porque la vida de


los martires que en ellas se narra es el mejor testimonio de la fe. Estos
documentos tienen valor porque nos hablan de la muelte de hombres cre-
yen tes en la pasiôn y la muerte de J esûs, a la que se unen de modo real.
El martirio adquiere valor sôlo en relaciôn a Cristo. El cristianismo -se
dice- no es una ideologîa, sino una vida, y mas que nad a una persona:
Cristo. Es la dialéctica interna que existe entre la muerte y la defensa de

50 Te6filo de Antioquia, Los tres libros a Aut6lico, II, 34; Atemigoras, Suplica en favor de
los cristianos, 31.
51 Apologia J, 14 Y 25.
52 Justino, Apologia J, 15, 6; Atenàgoras, Suplica, 33. Una descripci6n realista de las abo-
minaciones de los gentiles, la tenemos en Justino, Apologia J, 27; Atenagoras, Suplica, 32 y 34.
53 Arfstides, Apologia, 15-16 (mejor en la versi6n sirfaca, ed. de la BAC, pp. 144-146; Te6filo,
Los tres libros a Aut6lico, III, 13-15. También, sobre algunas virtudes cristianas, Atemigoras,
Suplica, 11-12_
54 La obra esta escrita pOl' un cristiano -algunos dicen que pOl' el apologista Cuadrato-
y dirigida a un pagano de alto rango social, Diogneto_ Es un breve escrito estructurado segûn
las leyes de la apologética clasica. Ha sido publicado pOl' RUIZ BUENO, entre los Padres apos-
t61icos, ed. citada de la BAC, pp. 845-860.
55 Cf. Apologia J, 61 Y 65-67.
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 311

una idea la que hace actuales a los martires y a las obras que nos narran
sus gestas .
.-:.. Son documentos que se transmitian de unas iglesias locales a
otras para mutua edificaciôn de la fe, y se 1eian en pûblico en la celebra-
ciôn de la Eucaristla junto al sepulcro de los martires. Han tenido, pues,
una funciôn pedagôgica inigualable. Por ejemplo, la Iglesia de Liôn escri-
bia al enviar las actas de los martires de aquella iglesia: "Los siervos de
Cristo que habitan coma forasteros en Viena y Liôn de la Galia, a los
hennanos de Asia y Frigia que tien en la misma fe y esperanza que noso-
t1'OS en la redenciôn" 56.
- Las Actas son documentos que contienen bien sea la vida completa
o los ûltimos hechos de la vida de un martir. Son de muy diversa especie
y valor. Aigunas son actas auténticas, 0 sea, copia de las actas notariales
o procesos verbales deI juicio desarrollado ante un tribunal romano contra
tales cristianos. En principio eran notas estenogrâficas tomadas en el mo-
mento mismo deI juicio. Son documentos de extraordinario valor para el
historiador de la Iglesia y de la espiritualidad. Desgraciadamente se con-
servan pocas de estas actas. Otras, son elaboraciones cristianas realizadas
sobre los documentos originales, escritas por testigos oculares 0 contem-
poraneos; éstos son los famosos Passiones 0 Martyria. Contienen algûn
elemento biogrâfico y sobre él se elabora toda la vida deI martir. Final-
mente, las hay totalmente fabulosas y fantasticas, en las que se puede
dudar hasta de la existencia misma deI martir. Aûn en el peor de los casos
estas Actas significan mucho para el cristianismo de hoy. Lo que tiene
que hacer el lector es no tomar coma historia algo que se le da coma
novela religiosa, es decir, algo que originariamente estuvo escrito para
edificaciôn de los lectores. Un ejemplo entre tantos coma se podian aducir
para demostrar esta idea 10 constituyen las frases finales deI piadoso autor
deI martirio de san Apolonio: "Ea, pues, hermanos fortificando nuestra
alma para la fe con sus gloriosas hazanas, constituyamonos amadores de
tanta gracia, por la misericordia y gracia de nuestro Senor Jesucristo ... " 57.
El ambiente suele ser veridico y como ambientaciôn de la mentalidad de
la época pueden servir, 10 mismo que para descubrir la espiritualidad deI
martirio.

Ambientaciôn histôrica de las Actas

Cuando se habla de la persecuciôn de la Iglesia en los tres prime-


l'OSsiglos de su existencia, no se debe necesariamente entender que ésta
estuviera en lucha abierta con el Estado desde el ano 64 hast a el 313. En

56 Actas de los martires, edici6n preparada pOl' D. RUIZ BUENo, Madrid, BAC, 1951, p. 327.
También la iglesia de Esmirna manda el martirio de S. Policarpo {(a todas las iglesias cat6li-
cas», ib., p. 265.
57 En Actas de los martires, p. 373.
312 DANIEL DE PABLO

este perîodo de tiempo se han calculado 129 anos de persecuci6n y 120 de


tranquilidad 58.
- Ya conocemos el desarrollo de las persecuciones en el siglo II. En
el III la acci6n violenta prosigue con el siguiente ritmo:
El ano 202 Séptimio Severo (193-211) prohibi6 la propaganda cris-
tiana, y, por 10 tanto, recibir ne6fitos.
Decio (249-251), oblig6 a todos los ciudadanos deI imperio a sacrifi-
car a los dioses aceptados en eI mismo, castigando con pena de muerte a
los contumaces. Esta persecuci6n -la primera de carâcter universal-
suscit6 muchos mârtires y ap6statas.
Valeriano (253-260), promovi6 otra persecuci6n el ano 257 dirigida
sobre todo contra los jerarcas de la Iglesia (obispos, presbîteros y diâco-
nos), castigando con el exilio a los que no sacrificaran a los dioses. Prohi-
bi6 el cuIto y las reuniones, el ingreso en los cementerios. En un segundo
edicto deI ano 258 se mandaba matar a todos los clérigos, confiscar los
bienes a los nobles y, si perseveraban en el cristianismo, la muerte; y
mandaba al exilio a las matronas cristianas.
Diocleciano (284-305) y sus socios en el Gobierno, desencadenaron el
ano 303 la mâs univers al de todas las persecuciones. Ello suponîa la des-
trucci6n de los templos, de las Sdas. Escrituras, encarcelar a la jerarquîa y,
finalmente, si perseveraban en la negativa de sacrificar a los dioses, la
muerte. Sabemos que en esta época perecieron en su mayor parte los ar-
chivos de la Iglesia.
- En cuanto al numero de mârtires durante todo el perîodo persecu-
torio, se ha puesto mâs sentimentalismo que historia. Sabemos que fueron
muchos, pero no millones. Hoy dia se calcula, aunque siempre fundândo-
nos en meras con jetur as, que no pasarîan de los cien mil durante el pe-
dodo de las persecuciones.

Tematica de las Actas

Es muy diffcil extractar y resumir todas las ideas contenidas en las


Actas de los mârtires; par eso 10 que aqui se diga no es mâs que una mera
pauta a seguir e incitar al lector al contacto directo. Hay algunas ideas
que se repiten machaconamente, que se escuchan en todos los tribunales
donde los cristianos son juzgados. Es el tema principal, ya que supone la
confesi6n de cristianismo de los acusados. El creyente, ante los represen-
tantes de la ley romana, se proclama cristiano aun a sabiendas de que el
delito estaba penado con el tormento y la muerte. Es una de las constan-
tes mâs emotivas a 10 largo de todas las Actas. Actitud ésta que podîa
hacer reflexionar al cristiano de ayer como al de hoy.
La proclamaci6n genérica de cristianismo conduce al mârtir a la con-

58 H. LECLERQ, Diot. d'Arohéologie ohrétienne et de Liturgie, X, 2375.


LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 313

fesi6n detallada de su fe, que se centra sobre todo en la idea de Dios uno
y Trino, creador de todas las cosas, ûnico Dios verdadero, 0 a la afirma-
ci6n de que la doctrina cristiana es la ûnica verdadera 59,
Por otra parte, los martires confiesan que sacrificar a los idolos cum-
pliendo las leyes de Roma es apostatar de la fe y aceptar la propia con-
denaci6n, Por eso en buena 16gica prefieren morir, aûn en el tOl'mento
mas atroz, antes que apostatar, Todo esto no se explica sin una fe viven-
cial, que es al mismo tiempo una victoria sobre el imperio y sus îdo-
los 60,
La idea de Dios esta unida a la idea de la inmortalidad deI alma y la
vida eterna que esperan conseguir después de la muerte, Es el m6vil
principal: disolverse en la muerte para estar con Cristo, Para el martir
morir es "ir al padre", El martirio es para ellos un camino, un instrumen-
ta para conseguir la vida eterna, en la que creen sin ningun género de
dudas, y de cuya existencia intentan convencer a sus verdugos, La espe-
ranza en la vida perdurable esta vinculada a la idea de la resurrecci6n;
segûn esta, morir no es de jar de existir completamente, sino esperar una
resurrecci6n de vida 61,
La mas expectacular de las Actas es su continuo recurso a Cristo, Se
podia pergenar una incipiente cristologia vivencial, ûtil también para el
hombre de hoy, recorriendo estas paginas sangrantes de las Actas, Cristo
es todo para el martir. No s610 una persona en quien creer, a quien adorar
coma Hijo de Dios y con el que encontrarse después de la muerte, sino
el ejemplo imitable en su pasi6n y muelte salvadora -de hecho el martir
se cree partîcipe de los méritas salvadores de la pasi6n de Cristo-; es
Cristo el que sufre en ellos; mediante el martirio se hacen discîpulos vivas
deI Senor, de él sacan fuerza para soportar el martirio; cuando estan ante
los tribunales romanos aprovechan la ocasi6n para predicar a Cristo pro-
clamandolo Hijo de Dias 62,
Las Actas también aluden al valor intercesor de la muerte de los
martires en beneficio de los mas flojos en la fe, u ofrecen su vida par la
Tglesia universal 63 ,
La exaltaci6n de la castidad de las virgenes cristianas es algo tan
inmediato, tan repetido, tan evidente en un ambiente hostil que habla pOl'
si misma, Es tanta la estima que los cristianos tienen de esta virtud que
los piadosos autores de muchos Martyria repiten las intervenciones mila-
grosas de Dias para salvaguardarla, Todo esto nos ayuda a seguir la pista
para comprobar el desarrollo que la ide a y la practica de la virginidad ha

59 Cf., entre otros lugares, las siguientes paginas de la edici6n de RUIZ BUENo, Actas de los
martires, Madrid, BAC, 1951: 271, 275, 295, 311, 312, 364, 369, 756, 1002, 1006, 1091, 1152, 1167.
60 Cf., pp. 260, 294, 1053.
61 Cf., pp. 265·66, 287, 315, 355, 652, 660, 950, 977, 1151.
61 Cf., pp. 265, 277, 312, 314, 329, 333, 342, 366, 370, 381, 623, 646, 846, 948-949, 954, _977,
981-984, 1038, 1112, 1153, 1161.
6J Cf., pp. 339, 791.

4
314 DANIEL DE PABLO

tenido en el cristianismo. Aunque el hecho 0 los hechos no sean historia


ilustran la mentalidad deI tiempo en que las Actas fueron escritas.
y por fin, en las Actas podemos encontrar noticias hist6ricas muy
preciosas para reconstruir la vida de la Iglesia en estos primeros siglos.
Por ejemplo, sabemos por estos documentos que los cristianos todos los
dias hadan oraci6n, que oraban por el emperador, cuyo ejemplo mas
espléndido nos 10 da Clemente romano; sabemos también que los diaconos
o subdiaconos distribuian la comuni6n en las carceles; y otras cosas de
interés 64.

IV. Los GRANDES TEOLOGOS DE LOS SIGLOS II-V

En este apartado intentamos dar unos apuntes rapidos para introducir


en la tematica de los grandes Padres te610gos de la antigua Iglesia. AIgu-
nos han nacido prematuramente, como S. Ireneo; otros estan presagiando
ya el mundo de las invasiones barbaricas como S. Ier6nimo yS. Agustin.
El término ad quen de la patrologia es un tema debatido; nosotros termi-
naremos en el siglo v.
En ello se cumple todo cuanto dijimos al principio sobre los Padres
como "reorganizadores" de la fe cristiana, que han hecho evolucionar la
semilla deI Evangelio al maximo. Son hombres de una honda experiencia
religiosa, y es la que transmiten a los creyentes deI siglo xx.

Ambientaciôn histôrica

El siglo II esta 10 suficientemente iluminado con 10 dicho hasta aqui.


Del siglo III al VI suceden cosas en la Iglesia de muy diversa indole.
- En cuanto a las relaciones entre la Iglesia y el Estado, de la tensa
situaci6n creada a partir de Decio y Diocleciano, pasamos al Decreto de
tolerancia de Galerio deI ano 311, al reconocimiento oficial deI cristianis-
mo con paridad de derechos con la religi6n pagana en el edicto de Milan
deI 313, Y a la aeeptaci6n deI mismo con ûnica religi6n de Estado ba jo
el emperador Teodosio (379-395). Como consecuencia de la nueva si-
tuaci6n, los pueblos se convierten en masa y el cristianismo crece desme-
suradamente. Se calcula que al final deI siglo IV la mitad deI Imperio ro-
mano era ya cristiano, es decir, unos 30 millones. Y en los siglos siguien-
tes fue creciendo todavia mas. Al creeer el numero decreci6 la calidad;
muchos de los convertidos por conveniencia continuaron practicamente su
vida pagana 65.
64 Cf.. pp. 365, 642, 756, 809.
6S Una descripci6n, exagerada sin duda, pero muy realista, de la decadencia de la Iglesia
en el perlodo constantiniano, la tenemos en las Cartas de S. Jer6nimo (carta 22), ed. de la
BAC, l, Madrid 1962, pp. 153·207.
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 315

- En cuanto a su vida interna, el cuIto se organiza y se celebra en


grandes basîlicas; la liturgia se fija en canones precisos, desarrollandose
al maximo el cuIto a los martires; la noci6n jerarquica de la Iglesia al-
canza su pleno desarrollo, 10 mismo que las divisiones territoriales con
autonomia administrativa: patriarcados, sedes metropolitanas, episcopales
y parroquiales.
- La Iglesia va tomando conciencia de ser depositaria de la verdad
revelada y al mismo tiempo de su catolicidad; por eso se impone la "re-
gula fi dei" como norma universal, como canon unificante de la pluralidad.
La Iglesia una, cat6lica, apost6lica y romana emerge por encima de todas
las perturbaciones politicas y el laberinto ideol6gico de las "quaestioncs
disputatae" .
- Es la época de las interminables polémicas teol6gicas en torno a
los temas fundamentales de la religi6n cristiana: Dios, Trinidad, Cristo,
la gracia, los sacramento s, la Virgen Maria, sostenidas por la ortodoxia
contra movimientos heréticos de tanta envergadura como el decadente
gnosticismo, el montanismo, el arrianismo, el nestorianismo, el monofisis-
mo, el monoteletismo, el donatismo y el pelagianismo. Las mismas discu-
siones fueron depurando el "dep6sito de la fe" y son los grandes Padres
de este periodo los primeros colaboradores con la Iglesia oficial en la
estructuraci6n de la doctrina ortodoxa. Los concilios ecuménicos, inicia-
dos en Nicea el ano 325, son también creaci6n de esta época, y en ellos
desembocan todas las herejias para deshacerse.
- El monaquismo es otra fuerza nueva, 0 al menos en esta época
adquiere su madurez como instituciôn bajo las formas tan dispares de
eremitismo y cenobitismo; y son los Padres los primeros promotores con
sus escritos y con sus vidas. Elemento integrante de esa nueva vida es la
consagraciôn a Dios mediante los tres consejos evangélicos, obediencia,
castidad y pobreza; pero es sobre todo la virginidad consagrada la que
adquiere valor supremo de ascesis en esta época, sustituyendo en gran
medida los impulsos martiriales de los cristianos de los tres primeros si-
glos. La virginidad sustituye al martirio.

Diversidad de temas

Seria absurdo intentar resumir pOl' temas toda la doctrina de los Pa-
dres de esta época en un par de paginas. Los padres han hablado de todos
los temas relacionados con el cristianismo, con la vida, con las costum-
bres de su época; de la metodologia para ensenar la religi6n a los igno-
rantes y a los sabios; han comentado toda la Escritura, han sido los gran-
des pedagogos de la fe, han escrito y ensenado a su manera; han escrito
de teologia, de moral, de espiritualidad, de historia. En fin, de todo. Sus
obras son un auténtico arsenal de datos, de doctrina, de argumentos, de
vida cristiana. Un lector de hoy, como el de ayer, se encontrara sin duda
316 DANIEL DE PABLO

perdido en la selva de las obras de los Padres de este periodo. También


el que intenta dar un consejo para el hombre de hoy se encuentra abru-
mado y perdido por la magnitud. Los especialistas de teologîa, de moral
o de Sda. Escritura ya saben la difîcil que es demostrar convincentemente
una verdad "ex patribus". ElIas ya saben 10 que tienen que hacer.
Puestos a acon se jar al hombre de la calle, volvemos a las orientacio-
nes generales. Sera conveniente leer a los Padres en antologîas escogidas
y puestas al dia y hacer uso frecuente de las "guias". Y después, conven-
dria que el creyente se pusiese en contacta de vez en cuando con los si-
gui entes temas y obras:
1) La virginidad. Es el tema de moda, 10 cual no deja de ser sinto-
matico. Ya hemos dicho que la virginidad va poco a poco desplazando el
interés deI martirio. Sobre ella han escrito casi todos los grandes Padres
de esta época: Tertuliano, (t 220), De la exhortacion a la castidad; Ci-
priano (t 258), Sobre el modo de comportarse las vzrgenes; Metodio de
Olimpo (t 311), Banquete de las diez vzrgenes; Atanasio (t 373), Sobre la
virginidad; Gregorio Niseno (t 395), Sobre la virginidad; Juan Crisôstomo
(t 407), Sobre la virginidad; Ambrosio (t 397), Sobre las vzrgenes; Jerô-
nimo (t 419), Cartas (algunas expresamente sobre el tema); Agustin
(t 430), .sobre la santa virginidad 66.
2) El martirio. En el siglo III el martiro todavia tiene un gran
atractivo. Es curioso observar que son los mismos autores los que escriben
sobre la virginidad y el martirio: Tertuliano, A los martires; Origenes
(t 254), Exhortacion al martirio; Cipriano, Exhortacion al martirio.
3) La oracion. Tertuliano, Sobre la oracion; Origenes, Sobre la
oracion; Gregorio Niseno, La oracion deI Senor.
4) Obras de catequética. Cirilo de Jerusalén (t 387), Instrucciones
catequéticas; Juan Crisôstomo, Catequesis bautismales; Ambrosio, De los
misterios, Sobre los sacramentos; Agustin, Del modo de catequizar a los
rûsticos.
5) Costumbrismo cristiana. Tertuliano, Del tocado de las mujeres,
de los espectétculos,' Cipriano, Cartas; Jerônimo, Cartas. Algunas son
excelente medio para acercarnos a los prob1emas deI siglo III y IV, res-
pectivamente.
6) La perfeccion de la vida diaria. Clemente de Alejandria (t 215),
El pedagogo, excelente obra de costumbrismo cristiano. Segûn el autor,
Cristo es el maestro. En la obra demuestra que 10 importante en el cris-
tianismo es la actitud. Demuestra el valor de la vulgar 0 indiferente en
nuestra vida, camo puede ser el corner, el beber, el divertirse, etc.
66 En la monografia dei P. FRANCISCO DE B. VrzMANos, Las virgenes cristianas de la 19lesia
primitiva, Madrid, BAC, 1949, p. XX, puede verse una lista de todas las obras de esta época
sobre la virginidad. El autor hace un estudio dei tema en la primera parte de la obra y ofl'ece
una buena antologia de textos en la segunda.
LECTURA DE LOS SANTOS PADRES 317

7) Temas sociales. Cipriano, De las buenas obras y las limosnas;


Juan Crisostomo, Sobre la limosna, De las delicias de la vida futura y la
vileza de la presen1te.
8) Espiritualidad monâstica. Atanasio, Vida: de S. Antonio (en ella
expone la espiritualidad y la teologia deI desierto y deI monacato); Basi-
lio (t 379), Reglas monâsticas.
9) Otros temas. S. Agustin, Confesiones, La ciudad de Dios,' Juan
Crisostomo, Sobre el sacerdocio, libro muy leido hast a nuestros dias; y un
curioso libro sobre La educacion de los hijos,' Gregorio Niseno, una obra
de espiritualidad, tiQué significGl el nombre y la profesion de los cristia-
nos?, en la que expone la doctrina sobre el hombre como imagen de Dios
y habla de la perfeccion cristiana coma de un intento por imitar a la na-
turaleza divina.
Todo 10 dicho en este apartado no es mâs que una cala en la doctrina
espiritual de los Padres de los siglos III-IV y V. No quiere ella decir que
no escribiesen mâs obras ni que no haya mâs autores. Todo sea dicho
como mera orientacion e invitacion a su lectura.

Conclusion

La unica conclusion acorde con todo 10 que hasta aqui hemos dicho
seria el reafirmar nuestra confianza en la doctrina noble y serena de la
auténtica tradicion cristiana, tal como ha sido expuesta por los Padres.
Ellos son los representantes eximios de una doctrina y testigos de una
vida. Que su doctrina esté desfasada en un porcentaje muy alto, estamos
de acuerdo; que su metodologia en la exposicion de la fe muchas veces
hoy no nos sirve, 10 damos por descontado. Y asi podriamos seguir po-
niendo objeciones de detalle; pero 10 importante es que el cristiano de
hoy sepa discernir 10 transitorio de 10 perenne, 10 doctrinal de 10 viven-
cial, la ensefianza de la actitud cristiana. Esto ultimo es 10 que un lector
cristiano de hoy va buscando y es también 10 que puede encontrar en la
lectura de los Padres y documentos antiguos de la Iglesia. Y no basta
pararse aqui: hay que imitar la actitud de los Padres que estâ centrada
en su mejor parte en el amor generoso a Cristo y supone una concepcion
de la fe llena de dinamismo. Si se capta bien este mensaje, la seleccion
doctrinal le vendrâ a cada uno por afiadidura.

EDICIONES:

RUIZ BUENO, D., Padl'es apost6/icos, Madrid, BAC, 1950.


- Actas de los 111111'tÎl'eS, Madrid, BAC, 1951.
- Padl'es apologistas gl'Îegos, Madrid, BAC, 1954.
HUBER, S., Padl'es apost6licos, Buenos Aires, DDB, 1949.
318 DANIEL DE PABLO

- Las cartas de S. Ignacio de Antioquia y de S. Policarpo de Ermirna, Buenos


Aires 1954.
ERRANDONEA, I., El primer siglo cristiana, Documentas, Madrid, Escelicer, 1947.
SÂNCHEZ ALISEDA, c., Textos cristianos. Antologia de tex tas latino-cristianos, To-
ledo 1953.
VIVES, J., Los Padres de la Iglesia. Textos doctrinales del cristianismo desde los
orÎgenes hasta San Atanasio, Barcelona, Herder, 1971.
SOLANO, J., Textos eucaristicos primitivos, 2 vol. Madrid, BAC, 1952 Y 1954.
SEGALA, L.-PARRAL, C., Biblioteca de autores griegos y latinos, dirigida por ... , Bar-
celona, Imprenta Editorial barcelonesa, 1916 ss.
COLECCIÔN EXCELSA, Madrid, Editorial Aspas, 1940 ss. (publicados 36 voL).
VIZMANOS, J. de B., Las virgenes cristianas de la Iglesia primitiva, Madrid, BAC,
1949 (Estudio y documentos).
BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS de la Ed. Catôlica de Madrid, ha publicado
obras parciales de los siguientes Padres: ORIGENES, Contra Celso; JUAN CRISÔS-
TOMO, Obras (3 vol.: Homilias sobre san Mateo (2 vol.) y Tratados ascéticos
(1 voL); AGUSTIN, Obras (22 voL), y Enchiridion Theologicum Sancti Augustini;
JERÔNIMO, Cm·tas (2 vol.); AMBROSIO, Obras (Tratado sobre el Evangelio de san
Lucas); CIPRIANO, Tratados y cartas; y algunos de los posteriores, entre e1los
Santos Padres espafioles (2 voL).

En J. QUASTEN, Patrologia, 2 vol., Madrid, BAC, 1961 Y 1962, se encuentra


toda la informaci6n bibliognifica necesaria sobre ediciones completas 0 parciales
de los 88. Padres en todas las lenguas; ademâs, bibligrafia abundante sobre cada
Padre y cada una de sus obras. Es la ob ra de consulta indispensable.
También, en 10 que a Espafia se refiere: J. MADoz, Traducciones espafiolas de
Santos Padres, en Revista espafiola de Teologia, 11 (1951) 437-472.

ESTUDI08 (sobre la espiritualidad de los primeros siglos):

BARDY, G., En lisant les Pères, Paris, Bloud & Gay, 1933.
- La vie spirituelle d'après les Pères des trois premiers siècles, ed. revisada por
A. Hamman, 2 vol., Tournai, Desc1ée, 1968.
BENOIT, A, L'actualité des Pères de l'Église, Neuchâtel, Delachaux et Niestleé, 1961.
CAYRE, F., Espirituales y misticos de los primeras siglos, Andorra, Ed. CasaI, 1958.
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HISTORIA DE LA ESPIRITUALIDAD. 1: Espiritualidad biblica, de los primeras siglos
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DANIEL DE PABLO MAROTO, OCD


Plaza de Espafia, 14
Madrid-13

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