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Novena

Tradicional de
Aguinaldos

Caballeros de la Virgen
El primer pesebre de la historia
¿Cómo surgió la piadosa costumbre de hacer
pesebres en Navidad?
Corría el año de 1223. La nieve cubría con
su blanco manto la pequeña ciudad de Grec-
cio, en el centro-sur de Italia. Las campanas
repicaban festivamente, anunciando la noche
de Navidad.
Todos los habitantes, campesinos en su
mayoría, se encontraban reunidos alrededor
de San Francisco de Asís, quien intentaba
explicarles el misterio del nacimiento del Niño
Dios. Ellos escuchaban con respeto, pero...
no daban muestras de haber comprendido
realmente.
¿Que hacer? San Francisco buscó algún
modo más didáctico de explicar a los iletrados
aldeanos la historia de Navidad. Mando traer
una imagen del Niño Jesús, una cunita, pajas,
un buey y un burro.
Los asistentes se miran entre sí, sorpren-
La adoración de los pastores - Vitral
didos, pero salen a buscar todo rápidamente.
Catedral de Quebec-Canadá
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En poco tiempo, el santo compuso la escena: pecialmente al alma en esas ocasiones, con
en el centro, la cuna con las pajas; al fondo, gracias sensibles. ¿Qué gracias? Las gracias
los dos pacíficos animales. Faltaba apenas propias a la Liturgia de Navidad.
la imagen del Niño Dios. Con gran devoción,
¿Sólo para los aldeanos de Greccio? ¡No!,
San Francisco la tomo en los brazos, para
en todos los pesebres del mundo está presente
depositarla en la cuna.
el Niño Jesús —con María su Madre, y San
¡Se da entonces el gran prodigio! Ante los José— a la espera apenas de que nos acer-
ojos maravillados de todos, la imagen toma quemos para, también nosotros, recibir una
vida y el niño sonríe para San Francisco. Este sonrisa y una bendición.
abraza tiernamente al Divino Infante y lo acuesta
Es justamente por ese motivo que se esparció
sobre las pajas de la cuna, mientras todos se
por todo el universo católico la costumbre de
arrodillan en una actitud de adoración.
armar pesebres por ocasión de Navidad.
El Niño Dios sonríe una vez más y bendice
Haga querido lector, como los habitantes de
a aquellos campesinos allí postrados a sus
Greccio. Arrodíllese piadosamente delante del
pies. Pocos instantes después, había sobre las
Niño Jesús en el pesebre y, por intersección de
pajas una simple imagen inanimada... pero en
la Santísima Virgen María, al rezar la Novena
el alma de todos permaneció el recuerdo vivo
de Aguinaldos, pida para Ud. y para todos sus
del Niño Jesús. ¡Él les había sonreído!
seres queridos esta sonrisa que comunica
A partir de entonces, el pueblo de Grec- felicidad, esa bendición que trasmite paz.
cio armaba todos lo años el “pesebre de San
Francisco”, con la cándida esperanza de que
el milagro se renovase. No fueron engañadas
sus esperanzas. Aunque la imagen no volvió
a tomar vida, la Virgen María les hablaba es-
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Novena Tradicional de Aguinaldos Oración a la Santísima Virgen
Oración para todos los días (Para todos los días)

Benignísimo Dios de infinita caridad, que Soberana María, que por vuestras gran-
tanto amasteis a los hombres, que les disteis des virtudes y especialmente por vuestra
en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro humildad, merecisteis que todo un Dios os
amor, para que hecho hombre en las entrañas escogiese por madre suya: os suplico que
de una Virgen, naciese en un pesebre para Vos misma preparéis y dispongáis mi alma
nuestra salud y remedio; yo, en nombre de y la de todos los que en este tiempo hiciesen
todos los mortales, os doy infinitas gracias esta novena, para el nacimiento espiritual de
por tan soberano beneficio. En retorno de él os vuestro adorado Hijo.
ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes
¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo
de vuestro Hijo humanado, suplicándoos por
del profundo recogimiento y divina ternura con
sus divinos méritos, por las incomodidades
que le aguardasteis Vos, para que nos hagáis
con que nació y por las tiernas lágrimas que
menos indignos de verle, amarle y adorarle
derramó en el pesebre, dispongáis nuestros
por toda la eternidad. Amén.
corazones con humildad profunda, con amor
encendido, con tal desprecio de todo lo terre- (Se reza nueve veces el Avemaría)
no, que Jesús recién nacido tenga en ellos su
cuna y more eternamente. Amén.
(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

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Oración a San José
(Para todos los días)

¡Oh Santísimo José esposo de María y padre


adoptivo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios
porque os escogió para tan altos ministerios y
os adornó con todos los dones proporcionados
a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor
que tuvisteis al Divino Niño, me abraséis en
fervorosos deseos de verle y recibirle sacra-
mentalmente, mientras en su divina Esencia
le veo y le gozo en el cielo. Amén.
(Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y Gloria)

Aspiraciones para la llegada


del Niño Dios (Gozos)
Dulce Jesús mío
mi Niño adorado,
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!

10San José - Iglesia de San Marcelo, Lima-Perú. 11


¡Oh Sapiencia suma ¡Oh raíz sagrada
del Dios soberano, de Jesé, que en lo alto
que a infantil alcance presentas al orbe
te rebajas sacro! tu fragante nardo!
¡Oh Divino Niño, ¡Dulcísimo Niño
ven para enseñarnos que has sido llamado
la prudencia que hace lirio de los valles,
verdaderos sabios! bella flor del campo!

Ven, etc. Ven, etc.

¡Oh Adonai potente ¡Llave de David


que a Moisés hablando, que abre al desterrado
de Israel al pueblo las cerradas puertas
diste los mandatos! de regio palacio!
¡Ah! ven prontamente ¡Sácanos, oh Niño
para rescatarnos, con tu blanca mano,
y que un Niño débil de la cárcel triste
muestre fuerte brazo! que labró el pecado!

Ven, etc. Ven, etc.

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¡Oh lumbre de Oriente, ¡Rey de las naciones,
sol de eternos rayos, Emmanuel preclaro,
que entre las tinieblas de Israel anhelo,
tu esplendor veamos! Pastor del rebaño!
¡Niño tan precioso, ¡Niño que apacientas
dicha del cristiano, con suave cayado
luzca la sonrisa ya la oveja arisca,
de tus dulces labios! ya el cordero manso!

Ven, etc. Ven, etc.

¡Espejo sin mancha, ¡Ábranse los cielos


Santo de los santos, y llueva de lo alto
sin igual imagen bienhechor rocío,
del Dios Soberano! como riego santo!
¡Borra nuestras culpas, ¡Ven hermoso Niño,
salva al desterrado ven Dios humanado!
y, en forma de Niño, ¡Luce hermosa estrella,
da al mísero amparo! brota, flor del campo!

Ven, etc. Ven, etc.

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¡Ven, que ya María ¡Véante mis ojos
previene sus brazos, de Tí enamorados!
do su Niño vean, ¡Bese ya tus plantas!
en tiempo cercano! ¡Bese ya tus manos!
¡Ven, que ya José, ¡Prosternado en tierra,
con anhelo sacro, te tiendo los brazos,
se dispone a hacerse y aún más que mis frases
de tu amor sagrario! te dice mi llanto!

Ven, etc. Ven, etc.

¡Del débil auxilio, ¡Ven, Salvador nuestro,


del doliente amparo, por quien suspiramos,
consuelo del triste, ven a nuestras almas,
luz del desterrado! ven no tardes tanto!
¡Vida de mi vida,
mi Dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano!

Ven, etc.

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Oración al Niño Jesús
(Para todos los días)

Acordáos ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que


dijisteis a la venerable Margarita del Santísimo
Sacramento, y en persona suya a todos vues-
tros devotos estas palabras tan consoladoras
para nuestra pobre humanidad agobiada y
doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo
por los méritos de mi infancia y nada te será
negado”. Llenos de confianza en Vos, oh Jesús,
que sois la misma verdad, venimos a expone-
ros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar
una vida santa, para conseguir una eternidad
bienaventurada. Concedednos por los méritos
de vuestra encarnación y de vuestra infancia,
la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos
entregamos a Vos, ¡oh Niño omnipotente!
seguros de que no quedará frustrada nuestra
esperanza y de que en virtud de vuestra divina
promesa, acogeréis y despacharéis favorable-
mente nuestra súplica. Amén.

San José - Iglesia de San Marcelo, Lima-Perú.


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Día primero nada sino por los méritos del mismo Dios. La
raza de Adán había desobedecido y merecido
Consideración un castigo eterno; era, pues, necesario para
salvarla y satisfacer su culpa, que Dios, sin
En el principio de los tiempos el Verbo
dejar el cielo, tomase la forma del hombre sobre
reposaba en el seno de su Padre, en lo más
la tierra y con la obediencia a los designios
alto de los cielos; allí era la causa, a la par
de su Padre, expiase aquella desobediencia,
que el modelo de toda la creación. En esas
ingratitud y rebeldía.
profundidades de una incalculable eternidad
permanecía el Niño de Belén. Allí es donde Era necesario en las miras de su amor,
debemos buscar sus principios que jamás han que tomase la forma, las debilidades e igno-
comenzado; de allí debemos datar la genea- rancia inconcientes de la infancia, para expiar
logía del Eterno, que no tiene antepasados, y las debilidades e ignorancia sistemáticas del
contemplar la vida de complacencia infinita hombre; que creciese para darle crecimiento
que allí llevaba. espiritual; que sufriese, para enseñarle a
morir a sus pasiones y a su orgullo y por eso
La vida del Verbo Eterno en el seno de su
el Verbo Eterno ardiendo en deseos de salvar
Padre era una vida maravillosa y sin embargo,
al hombre resolvió hacerse hombre también
misterio sublime, busca otra morada: una
y así redimir al culpable.
mansión creada. No era porque en su mansión
eterna faltase algo a su infinita felicidad, sino
porque su misericordia infinita anhelaba la
redención y la salvación del género humano,
que sin Él no podría verificarse.
El pecado de Adán había ofendido a un
Dios y esa ofensa infinita no podría ser condo-
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Día Segundo el cual se conformaba su profunda humildad
a la omnipotente voluntad divina. La Virgen
Consideración inmaculada ha dado su asentimiento. El Ar-
cángel ha desaparecido. Dios se ha revestido
El Verbo Eterno se halla a punto de to-
de una naturaleza creada; la voluntad eterna
mar su naturaleza creada en la santa casa
está cumplida y la creación completa.
de Nazaret, en donde moraban María y José.
Cuando la sombra del secreto divino vino a En las regiones del mundo angélico estallaba
deslizarse sobre ella, María estaba sola y en- un júbilo inmenso, pero la Virgen María ni lo
golfada en la oración. Pasaba las silenciosas oía, ni hubiera prestado atención a él. Tenía
horas de la noche en la unión más estrecha inclinada la cabeza y su alma estaba sumida
con Dios y mientras oraba, el Verbo tomó po- en un silencio que se asemejaba al de Dios. El
sesión de su morada creada. Sin embargo, no Verbo se había hecho carne y aunque todavía
llegó inopinadamente; antes de presentarse, invisible para el mundo, habitaba ya entre los
envió un mensajero que fue el Arcángel San hombres a quienes su inmenso amor había
Gabriel, para pedir a María de parte de Dios venido a rescatar.
su consentimiento para la encarnación. El
No era ya sólo el Verbo Eterno, era el Niño
Creador no quiso efectuar este gran misterio
Jesús, revestido de la apariencia humana y
sin la aquiescencia de su criatura.
justificando ya el elogio que de Él han hecho
Aquel momento fue muy solemne: era todas las generaciones al llamarle: el más
potestativo en María el rehusar… con qué ado- hermoso de los hijos de los hombres.
rables delicias, con qué inefable complacencia
aguardaría la Santísima Trinidad a que María
abriese los labios y pronunciase el fiat que debió
de ser suave melodía para sus oídos, y con

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Día Tercero pensar en Él, a no hacer sino su voluntad, lo
que Él quiere y en servicio suyo.
Consideración
Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a
Así había comenzado su vida encarnada el su cuerpo, que era un mundo de maravillas,
Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el una obra maestra de la mano de Dios. No
santo cuerpo que había tomado, adorándolos era, como el nuestro, una traba para el alma,
profundamente. era, por el contrario, un nuevo elemento de
santidad. Quiso que fuese pequeño y débil
Admirando en primer lugar el alma de ese como el de todos los niños y sujeto a todas
divino Niño, consideremos en ella la plenitud de las incomodidades de la infancia, para aseme-
su gracia santificadora, la de su ciencia beatífica jarse más a nosotros y participar en nuestras
y por la cual, desde el primer momento de su humillaciones. El Espíritu Santo formó ese
vida vio la divina Esencia más claramente que cuerpecito con tal delicadeza y tal capacidad
todos los ángeles y leyó lo pasado y lo porve- de sentir, que pudiese sufrir hasta el exceso
nir con todos sus arcanos conocimientos. No para cumplir la grande obra de nuestra Re-
supo nunca por adquisición voluntaria nada dención. La belleza de ese cuerpo del Divino
que no supiese por infusión desde el primer Niño fue superior a cuanto se ha imaginado
momento de su ser; pero Él adoptó todas las jamás; y la divina sangre que por sus venas
enfermedades de nuestra naturaleza a que empezó a circular desde el momento de su
dignamente podía someterse aún cuando no Encarnación, es la que lava todas las manchas
fuesen necesarias para la grande obra que debía del mundo culpable.
cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades
suplan la debilidad de las nuestras y les dé Pidámosle que lave las nuestras en el sa-
nueva energía; que su memoria nos enseñe a cramento de la penitencia, para que el día de
recordar sus beneficios; su entendimiento a su dichosa Navidad nos encuentre purificados,

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perdonados y dispuestos a recibirle con amor sentir toda la criminalidad y el desorden de
y provecho espiritual. este orgullo.
¿Deseamos hacer una verdadera oración?
Día Cuarto Empecemos por formarnos de ella una exacta
Consideración idea, contemplando al Niño en el seno de su
Madre. El Divino Niño ora del modo más ex-
Desde el seno de su Madre comenzó el Niño celente. No habla, no medita, ni se deshace
Jesús a poner en práctica su eterna sumisión en tiernos afectos. Su mismo estado, aceptado
a Dios, que continuó sin la menor interrupción con la intención de honrar a Dios en su ora-
durante toda su vida. Adoraba a su Eterno ción: y en ese estado expresa altamente todo
Padre, le amaba, se sometía a su voluntad; lo que Dios merece, y de qué modo quiere ser
aceptaba con resignación el estado en que se adorado por nosotros.
hallaba, conociendo toda su debilidad, toda su
humillación, todas sus incomodidades. Unámonos a las adoraciones del Niño Dios
en el seno de María; unámonos a su profundo
¿Quién de nosotros quisiera retroceder a abatimiento, y sea éste el primer efecto de
un estado semejante con el pleno goce de la nuestro sacrificio a Dios, no para ser algo como
razón y de la reflexión? ¿Quién pudiera soste- lo pretende continuamente nuestra vanidad,
ner a sabiendas un martirio tan prolongado, sino para ser nada, para quedar eternamente
tan penoso de todas maneras? Por ahí entró consumidos y anonadados, para renunciar a la
el Divino Niño en su dolorosa y humillante estimación de nosotros mismos, a todo cuidado
carrera; así empezó a anonadarse delante de de nuestra grandeza, aunque sea espiritual; a
su Padre; a enseñarnos lo que Dios merece por todo movimiento de vanagloria. Desaparezcamos
parte de su criatura; a expiar nuestro orgullo, a nuestros propios ojos, y que Dios sólo sea
origen de todos nuestros pecados y hacernos todo para nosotros.

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Día Quinto serenidad reflexiva de la edad madura. Haría
todo lo que quisiese de aquella faz divina: podría
Consideración estrecharla contra la suya con toda la libertad
del amor materno; cubrir de besos los labios
Ya hemos visto la vida que llevaba el Niño
que debían pronunciar la sentencia a todos
Jesús en el seno de su purísima Madre; vea-
los hombres; contemplarla a su gusto durante
mos hoy también la vida que llevaba también
su sueño o despierto hasta que la hubiese
María, durante el mismo espacio de tiempo.
aprendido de memoria. ¡Cuán ardientemente
Necesidad hay de que nos detengamos en ella
deseaba ese día!
si queremos comprender, en cuanto es posible
a nuestra limitada capacidad, los sublimes ¡Tal era la vida de expectativa de María! Era
misterios de la Encarnación y el modo como inaudita en sí misma, más no por eso dejaba
hemos de corresponder a ellos. de ser el tipo magnífico de toda vida cristiana.
No nos contentemos con admirar a Jesús re-
María no cesaba de suspirar por el mo-
sidiendo en María, sino que pensemos que en
mento en que gozaría de esa visión beatífica
nosotros también reside por esencia, potencia
terrestre: la faz de Dios encarnado. Estaba a
y presencia. Si Jesús nace continuamente en
punto de ver aquella faz humana que debía
nosotros y de nosotros por las buenas obras
iluminar el cielo durante toda la eternidad.
que nos hacen capaces de cumplir, y por
Iba a leer el amor filial en aquellos mismos
nuestra cooperación a la gracia; por manera
ojos cuyos rayos debían esparcir para siempre
que el alma del que se halla en gracia es un
la felicidad en millones de elegidos. Iba a ver
seno perpetuo de María, un Belén interior sin
aquel rostro todos los días, a todas horas, cada
fin. Después de la comunión, Jesús habita en
instante durante muchos años. Iba a verle en
nosotros, durante algunos instantes, real y
la ignorancia aparente de la infancia, en los
sustancialmente como Dios y como hombre,
encantos particulares de la juventud y en la
porque el mismo Niño que estaba en María
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está también en el Santísimo Sacramento. de ir a Belén; y ni la situación de la Virgen
¿Qué es todo eso sino una participación de Santísima, ni la necesidad en que estaba
la vida de María durante esos maravillosos José del trabajo diario que le aseguraba la
meses y una expectativa tan llena de delicias subsistencia, pudo eximirles de este largo y
como la suya? penoso viaje, en la estación más rigurosa e
incómoda del año.
Día Sexto No ignoraba Jesús en qué lugar debía nacer,
Consideración e inspira a sus padres que se entreguen a la
Providencia, y que de esta manera concurran
Jesús había sido concebido en Nazaret, inconcientemente a la ejecución de sus desig-
domicilio de José y María, y allí era de creerse nios. Almas interiores: observad este manejo
que había de nacer, según todas las probabi- del Divino Niño, porque es el más importante
lidades. Más Dios lo tenía dispuesto de otra de la vida espiritual: aprended que quien se
manera y los profetas habían anunciado que haya entregado a Dios ya no ha de pertenecerse
el Mesías nacería en Belén de Judá, ciudad a sí mismo, ni ha de querer a cada instante
de David. sino lo que Dios quiera para él, siguiéndole
Para que se cumpliera esta predicción, ciegamente aún en las cosas exteriores, tales
Dios se sirvió de un medio que no parecía te- como el cambio de lugar donde quiera que
ner ninguna relación con este objeto, a saber: le plazca conducirle. Ocasión tendréis de
la orden dada por el emperador Augusto de observar esta dependencia y esta fidelidad
que todos los súbditos del imperio romano inviolable en toda la vida de Jesucristo y este
se empadronasen en el lugar de donde eran es el punto sobre el cual se han esmerado en
originarios. María y José, como descendientes imitarle los santos y las almas verdaderamente
que eran de David, no estaban dispensados interiores, renunciando absolutamente a su
propia voluntad.
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Día Séptimo clama por ese feliz acontecimiento. El mundo
sumido en la oscuridad y en el malestar, bus-
Consideración cando y no encontrando el alivio de sus males,
suspira por su libertador. El anhelo de José
Representémonos el viaje de María y José
y la expectativa de María, son cosas que no
hacia Belén, llevando consigo, aún no naci-
pueden explicar el lenguaje humano. El Padre
do, al creador del Universo, hecho hombre.
Eterno se halla, si nos es lícito emplear esta
Contemplemos la humildad y la obediencia
expresión, adorablemente impaciente por dar
de ese Divino Niño, que aunque de raza judía
a su hijo único al mundo y verle ocupar su
y habiendo amado durante siglos a su pueblo
puesto entre las criaturas visibles. El Espíritu
con una predilección inexplicable obedece así
Santo arde en deseos de presentar a la luz del
a un príncipe extranjero que forma el censo
día esa santa humanidad tan bella y que Él
de población de su provincia, como si hubiese
mismo ha formado con tan especial y divino
para él en esa circunstancia algo que le ha-
esmero.
lagase, y quisiese apresurarse a aprovechar
la ocasión de hacerse empadronar oficial y En cuanto al Divino Niño, objeto de tantos
auténticamente como súbdito en el momento anhelos, recordemos que hacia nosotros avan-
en que venía al mundo. ¿No es extraño que la za lo mismo que hacia Belén. Apresuremos
humillación, que causa tan invencible repug- con nuestro deseo el momento de su llegada;
nancia a la criatura, parezca ser la única cosa purifiquemos nuestras almas para que sean
creada que tenga atractivos para el Creador? su mística morada y nuestros corazones para
¿No nos enseñará la humildad de Jesús a que sean su mansión terrenal; que nuestros
amar esa hermosa virtud? actos de mortificación y desprendimiento “pre-
paren los caminos del Señor y hagan rectos
¡Ah! Que llegue el momento en que apa-
sus senderos”.
rezca el deseado de las naciones, porque todo

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Día Octavo un día de fatiga y vejaciones de toda clase.
¡Ay! el espíritu de Belén es el de un mundo
Consideración que ha olvidado a Dios. ¿Cuántas veces no
ha sido también el nuestro? ¿No cerramos
Llegan a Belén José y María, buscando hos- continuamente con ruda ignorancia la puerta
pedaje en los mesones; pero no lo encuentran, a los llamamientos de Dios que nos solicita a
ya por hallarse todos ocupados, ya porque se convertirnos, o a santificarnos o a conformar-
les desechase a causa de su pobreza. Empero, nos con su voluntad? ¿No hacemos mal uso
nada puede turbar la paz interior de los que de nuestras penas, desconociendo su carácter
están fijos en Dios. Si José experimentaba celestial, aunque cada uno a su modo lo lleva
tristeza cuando era rechazado de casa en grabado en sí? Dios viene a nosotros muchas
casa, porque pensaba en María y en el Niño, veces en la vida, pero no conocemos su faz. No
sonreíase también con santa tranquilidad le conocemos sino cuando nos vuelve la espalda
cuando fijaba la mirada en su casta esposa. El y se aleja después de nuestra negativa.
Niño, aún no nacido, regocijábase de aquellas
negativas, que eran el preludio de sus humi- Pónese el sol del 24 de diciembre detrás
llaciones venideras. Cada voz áspera, el ruido de los tejados de Belén y sus últimos rayos
de cada puerta que se cerraba ante ellos, era doran la cima de las rocas escarpadas que le
una dulce melodía para sus oídos. Eso era lo rodean. Hombres groseros codean rudamente
que había venido a buscar. El deseo de esas al Señor en las calles de aquella aldea oriental
humillaciones era lo que había contribuido a y cierran sus puertas al ver a su Madre. La
hacerle tomar la forma humana. bóveda de los cielos aparece purpurina por
encima de aquellas colinas frecuentadas por
¡Oh Divino Niño de Belén! Esos días que los pastores. Las estrellas van apareciendo
tantos han pasado en fiestas y diversiones o una tras otra. Algunas horas más y aparecerá
descansando muellemente en cómodas y ricas el Verbo Eterno.
mansiones, han sido para vuestros padres

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Día Noveno y de la íntima y prodigiosa unión eucarística
que Jesús ha de contraer con los hombres.
Consideración María está en adoración en medio de la gruta,
y así van pasando silenciosamente las horas
La noche ha cerrado del todo en las cam-
de esa noche llena de misterio.
piñas de Belén. Desechados por los hombres y
viéndose sin abrigo, María y José han salido de Pero ha llegado la media noche y de repente
la inhospitalaria población y se han refugiado en vemos dentro de ese pesebre poco antes vacío,
una gruta que se encontraba al pié de la colina. al Divino Niño esperado, vaticinado, deseado
Seguía a la Reina de los ángeles el jumento durante cuatro mil años con tan inefables
que les había servido de humilde cabalgadura anhelos. A sus pies se postra su Santísima
durante el viaje y en aquella cueva hallaron Madre en los transportes de una adoración de
un manso buey, dejado allí probablemente la cual nada puede dar idea. José también se le
por alguno de los caminantes que habían ido acerca y le rinde el homenaje con que inaugura
a buscar hospedaje en la ciudad. su misterioso e imponderable oficio de padre
putativo del Redentor de los hombres.
El Divino Niño, desconocido por sus cria-
turas racionales, va a tener que acudir a las La multitud de ángeles que descienden del
irracionales para que calienten con su tibio cielo a contemplar esa maravilla sin par, deja
aliento la atmósfera helada de esa noche de estallar su alegría y hace vibrar en los aires las
invierno y le manifiesten con esto su humilde armonías de ese Gloria in excelsis, que es el
actitud, el respeto y la adoración que le había eco de adoración que se produce en torno del
negado Belén. La rojiza linterna que José tenía trono del Altísimo, hecha perceptible por un
en la mano iluminaba tenuemente ese pobrí- instante a los oídos de la pobre tierra. Convo-
simo recinto, ese pesebre lleno de paja, que cados por ellos, vienen en tropel los pastores
es figura profética de las maravillas del altar

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de la comarca a adorar al “recién nacido” y a
presentarle sus humildes ofrendas.
Ya brilla en Oriente la misteriosa estrella
de Jacob; y ya se pone en marcha hacia Belén
la caravana espléndida de los Reyes Magos,
que dentro de pocos días vendrán a depositar
a los pies del Divino Niño el oro, el incienso y
la mirra, que son símbolos de la caridad, de
la oración y de la mortificación.
¡Oh, adorable Niño! Nosotros también, los
que hemos hecho esta novena, para prepa-
rarnos al día de vuestra Navidad, queremos
ofreceros nuestra pobre adoración; ¡no la
rechacéis!, venid a nuestras almas, venid a
nuestros corazones llenos de amor. Encended
en ellos la devoción a vuestra santa infancia,
no intermitente y sólo circunscrita al tiempo de
vuestra Navidad, sino siempre y en todos los
tiempos; devoción que fielmente practicada y
celosamente propagada, nos conduzca a la vida
eterna, librándonos del pecado y sembrando
en nosotros todas las virtudes cristianas.
(Todo lo demás como el día primero)

Sagrada Familia - Pintura del Museo de la Catedral de Cusco-Perú


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